La Importancia del Trabajo Psicológico en las Fronteras de Contacto en Adolescentes ante las Fobias
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LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO PSICOLÓGICO EN LA FRONTERA DE
CONTACTO CON EL ADOLESCENTE ANTE LAS FOBIAS ESPECÍFICAS
MONOGRAFÍA
PARA OBTENER EL TÍTULO DE:
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA
PRESENTA:
ARTURO URBÁN MORALES
ORIZABA, VERACRUZ. OCTUBRE 2015
30PSU0253JClave de Institución
UNIVERSIDAD DEL GOLFO DE MÉXICO NORTE
CAMPUS ORIZABA
ÍNDICE
CAPÌTULO I
ADOLESCENCIA Y DESARROLLO
1.1 Características de la Adolescencia
1.2 Condiciones de Vulnerabilidad en el Adolescente
1.3 Desarrollo del Self en el Adolescente
CAPÍTULO II
FOBIAS
2.1 Fobias y Conducta Desadaptada
2.1.1 Miedo, Fobia y Otros Trastornos de Ansiedad
2.1.2.1 Etiología de las Fobias
2.2 Diagnóstico y tratamientos más comunes
CAPITULO III LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO PSICOLÓGICO EN LA
FRONTERA DE CONTACTO CON ADOLESCENTES ANTE LAS FOBIAS
3.1 El Ciclo de la Experiencia
3.1.1 Los Tres Niveles de la Experiencia
3.2 El Concepto de Self
3.3 Contacto
3.4 Fronteras de Contacto y acompañamiento ante las fobias
TRATAMIENTO
Introducción
El presente es un estudio monográfico que tiene como finalidad explicar de forma
teórica la aplicación del trabajo psicológico con pacientes fóbicos adolescentes
enfocado desde la Gestalt con su ser total, es decir, de una manera holística.
No obstante el acento del trabajo psicológico será puesto en las fronteras de contacto
que presenta el individuo hacia su experiencia fóbica, así como en la relación con el
psicólogo que lo orienta.
En el conocimiento de que un objeto fóbico es una representación simbólica de un
conflicto neurótico, surge la necesidad de abordar dicho conflicto mediante un
enfoque que permita su resolución a un nivel más profundo. En el presente, se
retomará el trabajo en la frontera de contacto desde el enfoque gestáltico apoyado,
principalmente, en la obra de Norman Shub director del Gestalt Institute of Central
Ohio, Columbus Ohio USA quien ha entrenado terapeutas alrededor del mundo y
cuyos libros y modelos se utilizan en diversos programas de postgrado. Al analizar y
comparar algunas teorías se podrá observar la similitud en la vectorialidad del
tratamiento, es decir, en el uso de herramientas y técnicas psicológicas llevando a la
persona por un proceso de incremento de su tolerancia a una situación determinada.
No obstante se apreciarán las diferencias por el contenido pragmático de dichos
paradigmas. Ante esta aparente paradoja se pretende demostrar no sólo la
compatibilidad sino el incremento de efectividad en el tratamiento de fobias
específicas por medio del uso del enfoque gestáltico con énfasis en las fronteras de
contacto. Se sabe que la adolescencia es una etapa del desarrollo humano
comprendida desde la pubertad hacia la adultez y que está definida por parámetros o
criterios biológicos, psicológicos y sociales, por lo que su duración es variable de
individuo a individuo. Esto es, comprendidos en una teoría de desarrollo
biopsicosocial avalada por las investigaciones de Sarasson que se revisará en el
capítulo uno a la par que se estará analizando el concepto de fobia y su proceso de
instalación en el self del adolescente debido a la vulnerabilidad del mismo.
A lo largo del capítulo 2 se analizará a fondo el problema a tratar, la entidad clínica
conocida como la fobia específica. Se revisará de qué forma se manifiesta, sus
características, proceso diagnóstico y diferenciación entre otros conceptos.
Las fobias específicas al ser trastornos por ansiedad, son una de las entidades clínicas
más altamente incapacitantes y limitantes para el desarrollo del ser humano.
Los individuos con fobia específica muestran patrones similares de discapacidad en
su funcionamiento psicosocial y detrimento en su calidad de vida, así como sucede
con individuos con otros trastornos por ansiedad y uso de alcohol o sustancias,
incluyendo discapacidad ocupacional y de funcionamiento interpersonal. (DSM V,
2013)
Siguiendo los datos estadísticos proporcionados por el DSM V las tasas de
prevalencia en adolescentes de 13 a 17 años son hasta de 16% , lo que abre un campo
de trabajo amplio en el que se encuentra un espectro de la población cuyo tratamiento
se ha visto limitado a la supresión de un síntoma cuando se aplica un trabajo sin un
enfoque holístico que considere la búsqueda de la raíz del problema y un trabajo de
base sólido que logre resultados generadores de respuestas creativas ante las
situaciones que anteriormente conducían al individuo a respuestas neuróticas.
Es por ello que esta monografía toma como su foco de atención a los adolescentes de
este grupo de edades, por lo que se pide al lector al ver la palabra adolescente en
adelante se entienda cualquier individuo sin distinción de género entre los trece y
diecisiete años de edad.
Por otra parte, surge este trabajo motivado por el deseo de exponer el funcionamiento
de dos paradigmas en apariencia distantes pero que son unidos por su vectorialidad,
pero sobre todo, por su propósito de brindar la salud mental al individuo. Al unirlos
mediante este texto se intenta expresar un mensaje al lector que verse sobre la
adaptabilidad del eclecticismo para aportar ideas frescas y que la curiosidad
intelectual del psicólogo sea la brújula impulsora del acercamiento a la persona, a sus
emociones, a sus pensamientos, sus conductas y finalmente su esencia.
CAPÍTULO I ADOLESCENCIA Y DESARROLLO
1.1 Características del Desarrollo del Adolescente
“En cada etapa del ciclo vital el ser humano presenta diferentes características que lo
distinguen según su edad y grado de maduración”(SARASON, B 1995, p. 284). Estas
características le proveen de una forma determinada de comprender su existencia,
relacionarse con su entorno y las personas que habitan en él, y por lo tanto, le
confieren una identidad que se va modificando según el curso de su crecimiento. La
totalidad de esa identidad se ve afectada desde tres esferas que conforman la
dimensión biopsicosocial, es decir, el hombre coexiste a través de una esfera
biológica, como un organismo, un ente vivo que cumple con necesidades fisiológicas
para sustentar sus procesos vitales; una esfera psicológica, que abarca, desde el
enfoque gestáltico, los pensamientos, las emociones y las conductas que conforman la
estructura psíquica del self. La esfera social se refiere a la interacción que presenta el
individuo con otros sujetos que se encuentran en su campo, o dicho de otra forma,
incluye las relaciones familiares, de amistades, de trabajo, de escuela, de grupos
religiosos, deportivos, musicales o cualesquier interés u objetivo capaz de congregar a
varios individuos en un intercambio que involucra a las otras dos esferas en las que se
manifiesta el self.
Como ya se ha apuntado en líneas anteriores las tres esferas de la dimensión
biopsicosocial se encuentran en un proceso de cambio y evolución permanente,
activándose y estimulándose mutuamente hacia un desarrollo cada vez más eficiente
en términos del uso de la energía disponible en el organismo.
Los teóricos del desarrollo han señalado al menos cuatro etapas claramente
diferenciables a través del ciclo vital del ser humano. Estas etapas son: la infancia, la
adolescencia, la adultez y la vejez (HARRSCH, C, 2005, p. 120).
A pesar de la diversidad de opiniones sobre la clasificación de las etapas del
desarrollo, queda claro que es un proceso individual, altamente diferenciado y que
ocurre de manera única en cada persona, por lo que la edad de inicio es variable y
sólo se puede dar por sentado cuando se presentan dos fenómenos de tipo biológico:
la menarquia, o primer período menstrual en la mujer y en el hombre las primeras
poluciones o eyaculaciones nocturnas o provocadas por la masturbación. Estos son
los indicadores de desarrollo que delatan directamente la madurez alcanzada por los
órganos reproductivos, ovarios y útero en la mujer, y los testículos en el hombre. Esto
trae consigo un incremento en la producción de hormonas masculinas y femeninas
(testosterona y progesterona respectivamente y en mayor proporción que otras) que
aceleran en ambos casos el crecimiento de la masa corporal y propiciando la
aparición de los caracteres sexuales secundarios (aparición de vello facial,
profundidad en la voz y ensanchamiento de hombros en los varones, y desarrollo de
caderas, senos y vello púbico en las mujeres) (PAPALIA D., 2002, p.190)
Así pues queda claro el principio de la adolescencia en esta etapa que por sus
especiales signos es llamada pubertad (palabra derivada de púbere que significa
pubis, (MATEOS A., 2004, p.177). No así sucede con el subsecuente avance que
realiza la persona a través de la misma, ya que la adolescencia existe y llega a su fin
en un lapso que se fija según determinadas condiciones sociales y culturales, como: la
religión, los ritos, el grado de escolaridad promedio en una población o nación
determinada, las condiciones económicas globales y el mercado laboral.
Al respecto establece Erikson, “psicoanalista de origen alemán conocido por dar el
enfoque culturalista al psicoanálisis” (Andromar, 1995, p.743), que el ser humano
sigue un proceso de desarrollo en 8 estadios que ponen el énfasis en las esferas
psicológica y social, por lo que ha sido denominada la Teoría del Desarrollo
Psicosocial.
De los 8 estadios contenidos en dicha teoría se retoma para fines del estudio aquélla
que corresponde a una edad entre los 12 y los 21 años. Cabe aclarar que Erikson
enuncia su teoría tomando en cuenta dos aspectos muy importantes: el final de la
etapa de latencia en el desarrollo psicosexual, o bien el inicio de la etapa genital para
marcar el inicio de la adolescencia a la edad promedio de 12 años y asimismo el
desarrollo del pensamiento abstracto que permite al niño comenzar a formularse
preguntas sobre el origen y el sentido de su vida. (CUELI, J, 2008, p. 204)
Para Erikson es de suma importancia el papel que juega la sociedad desde el punto de
vista de lo que el ser humano tiene que aportar a los demás para trascender su
egoísmo y alcanzar una sana resolución de conflictos existenciales que para el
momento o estadio del desarrollo estudiado dio por nombre: Identidad vs Confusión
de roles.
Erikson llama de esta forma a la crisis que enfrenta el adolescente ya que en esta
etapa el interés por el contacto con el medio ambiente lo lleva por primera vez fuera
de sí mismo, ya que sus relaciones hasta ese momento han sido predominantemente
homosexuales y narcisistas, hasta el inicio de la adolescencia, con la pubertad, el niño
ha estado centrado en competir e identificarse con la imagen que le confiere su sexo
asignado y su rol social, es decir, los niños han jugado y practicado deportes con
significación predominantemente fálica, mientras que las niñas han practicado
mediante el juego simbólico las actividades que realizan las mujeres mayores y
adquirido, en ambos casos, las características que diferencian el self masculino del
self femenino, dicho de otra forma la identidad yoica.
La identidad yoica es ahora más que la suma de identificaciones infantiles, la
experiencia acumulada de la capacidad del yo para integrar todas las identificaciones
con los efectos de la libido, con las aptitudes desarrolladas a partir de lo congénito y
con las oportunidades ofrecidas en los roles sociales. El sentimiento de identidad
yoica es la confianza en que la mismidad y la continuidad alcanzadas durante la
infancia tengan el mismo significado para los demás que el que han tenido para el
propio individuo.
1.2 Condiciones de vulnerabilidad en el adolescente
Derivado de lo anterior, se tiene que el joven que atraviesa por esta etapa sufre
cambios importantes en una dimensión biopsicosocial que, como ya ha quedado
explicado, inicia con los cambios del esquema corporal.
Los cambios del esquema corporal desencadenan las transformaciones psicológicas
que rigen el sentido de vida del individuo y la configuración de su self, ahora el niño
entiende que no solamente existe para él y empieza a buscar su lugar en el mundo de
los adultos. Debido a esto ahora sus pensamientos, emociones, recuerdos y deseos
adquieren nuevos significados relacionados con la nueva finalidad de su ser.
En este punto, es de gran interés su posición ante el otro, por este motivo el
adolescente llega a sobreidentificarse temporalmente con figuras estereotípicas
frecuentemente representadas por líderes que ofrecen una seguridad de grupo en la
cual el joven puede proyectar su yo difuso y encontrar su propio reflejo. (CUELI, J,
2008, p. 209)
A nivel social esto representa un punto de vulnerabilidad, ya que el yo al no
encontrarse plenamente consolidado es capaz de inclinarse por ideologías que
repercuten en la imagen de sus identificaciones previas distorsionándola hasta el
punto de ofrecer un espacio propicio para la aparición de desórdenes conductuales y
psicológicos de la más amplia variedad.
Queda claro, de esta forma que la adolescencia es por sí misma propicia para el
desarrollo de entidades patológicas de toda índole y se presenten conductas
desadaptadas ante la nueva gama de situaciones que deben ser afrontadas con la
finalidad de emerger de este estadio del desarrollo con un self completo y definido en
su posición ante el mundo.
Para Bárbara Sarason, estas conductas desadaptadas tienen su origen en el interjuego
de las tres esferas de la experiencia humana que se han venido mencionando. Es
decir, para Sarason el concepto de normalidad depende en gran medida de lo que es
esperado en una persona según su edad, grado de madurez, las funciones psicológicas
del sujeto y lo que su marco social y cultural establecen como norma de ejecución.
El adolescente posee, como todos los individuos en todas las edades, una determinada
capacidad para responder a situaciones llamadas estresantes. Esta capacidad, a su vez,
depende de dos factores intrínsecos al sujeto que son: la resiliencia y la
vulnerabilidad.
Cuando una persona posee la capacidad para sobreponerse al estrés con respuestas
creativas y ofrecer respuestas adaptadas al concepto de normalidad que la rigen,
también cuenta con las características congénitas y de aprendizaje que le han
conformado un dado grado de resiliencia.
En cambio cuando esta persona carece de las experiencias y factores congénitos para
soportar el estrés, se encuentra más vulnerable y cuenta con mayor probabilidad de
presentar conductas desadaptadas o una psicología anormal.
Tomando en cuenta que la adolescencia es un período de transición, se reafirma la
conclusión antes obtenida de que los jóvenes son un grupo altamente vulnerable por
el desequilibrio y la falta de conclusión en su desarrollo físico, psicológico y social.
1.3 Desarrollo del Self en el Adolescente
En la adolescencia las formas de relación interpersonal cambian de forma dramática,
donde las amistades tienen un valor más personal e intenso, pues moldean y definen
la experiencia del self (la experiencia de sí mismo), así como el sentido de dignidad,
atractivo, viabilidad, aceptabilidad etc. del adolescente.
La manera de relacionarse con los padres también cambia (a veces de manera
dramática), y éstos cambios son los instrumentos que van a ayudar al adolescente a
tomar una postura existencial ante el mundo, ante el pasado y ante el futuro. Pueden
ser relaciones más distantes, más sujetas al desafío y más caracterizadas por el
conflicto y el desapego.
Estos cambios hacen que las relaciones con los padres sean más negociadas, y no
solo basadas en las expectativas de los padres o en las tradiciones familiares, pues a
pesar de que parezca lo contrario, a los adolescentes les preocupa mucho lo que
opinen de ellos sus padres y de que acepten sus nuevos cambios.
Podemos decir que la adolescencia es una transformación de las relaciones no
cuestionadas y jerárquicamente organizadas (preadolescencia) a un tipo de relación
más separadas, donde los distintos puntos de vista, ambiciones, e intereses dan la
oportunidad de llegar a relaciones más interesantes y mutuamente provechosas.
En esta transformación, en estos cambios del adolescente podemos hablar de
fronteras de contacto, entendiendo el contacto como la frontera entre el organismo y
su entorno, o en las formas en que el individuo se conecta y forma sus relaciones con
el mundo. Y el término frontera se utiliza para hacer referencia a las barreras que la
gente construye para limitar su involucramiento con los otros., y podemos decir que
es un proceso dual : por un lado tiene la capacidad de unir y fusionar, dar y recibir,
influir y ser influido; y por otro lado tiene la capacidad de separar y atar, resistirse a
las influencias y preservar nuestras características únicas y esenciales. De otra
manera, podemos decir que el meollo de la adolescencia está en desarrollar la
capacidad de contactar , es decir, de establecer condiciones de frontera que apoyen
tanto la vinculación como la separación (SHUB, N, 2002, p. 93).
Todas estas transformaciones se dan en el mundo interno y privado del adolescente,
que en ésta etapa está en renovación. Su cuerpo sufre cambios desconcertantes,
emocionantes y a veces atemorizantes. Llega la excitación sexual y las
preocupaciones sobre la fuerza y el atractivo del cuerpo, así como los arranques de ira
y las sensaciones de pesadez y vacío alteran de forma dramática la vida interna del
adolescente. Todas estas experiencias llegan sin previo aviso y algunas son dolorosas
como la vergüenza, la soledad, mientras que otras son deliciosas como las emociones
intensas, la sensación de libertad y una sensación de poder ilimitado. Todo esto
perturba y hace que la adolescencia sea atractiva e incluso hipnotizante.
Volviendo al mundo interno (self) del adolescente, en ésta época se abren nuevas
fronteras de contacto, fronteras internas o intrapsíquicas, que se convierten en el
vehículo para lo que va a ser una experiencia adulta diferenciada y una personalidad
profunda, sutil y compleja.
“Esta experiencia del mundo interno, que el adolescente normalmente oculta al
adulto, se abre hacia adentro y se vuelve más complejo, más desconcertante,
ambivalente y sentido con más intensidad para más adelante esta experiencia del self
se vuelva más estable y sólida proporcionando al individuo más apoyo y dirección
autónoma” (SHUB, N, 2002, p. 94).
Shub señala que el self está ubicado en cómo el adolescente organiza sus procesos
de contacto, en cómo resuelve los obstáculos, amenazas y metas buscadas en el
“mundo externo”, en relación con su “mundo interno” de necesidades sentidas o
deseos conocidos, objetivos, aprendizajes del pasado y esperanzas futuras.
La adolescencia tiene interés porque es una fase interesante e importante, porque es la
época en que la mayoría de las personas empiezan a integrar los mundos interno
(intrapsíquico) y externo(interpersonal) como fenómenos distinguibles de la
experiencia personal. Muchos adolescentes pierden el sentido de pertenencia al
mundo (característica del preadolescente), de encajar con sus familias y sus amigos
de juego, experimentándose como algo separado o aparte del mundo que no siempre
coincide con lo esperado o requerido del exterior. Podemos decir que en la
adolescencia se separan las fronteras de contacto intrapsíquicas de las fronteras de
contacto interpersonales y al establecerse esta separación su relación queda resuelta.
El self del adolescente es inevitablemente ambiguo, pues en ocasiones los temas de
organización de la experiencia surgen del nivel sistémico intrapsíquico, otras veces
del nivel interpersonal (familiar) y a veces se alternan entre las manifestaciones
intrapsíquicas y la frontera interpersonal. En un momento el adolescente puede entrar
en conflicto consigo mismo y en otro momento con los adultos de su vida. Del mismo
modo una frontera se puede volver figura, cuando la otra pasa al fondo.
“Como norma general del desarrollo, los conflictos que se peleaban con uno de los
padres ayer se pelean con uno mismo hoy, y éste desarrollo va a tener la recompensa
de que el adolescente tome posesión de las funciones de su self” ” (SHUB, N, 2002,
p. 113).
Capítulo II Fobias
2.1 Conducta Desadaptada y Fobias
Para lograr entender por qué se tiene un conflicto se debe empezar por obtener una
definición de lo que es un conflicto y cómo obtener a partir de él un problema. Un
conflicto, en el plano de la lógica, es la contraposición de dos o más afirmaciones o
valores de verdad sobre un determinado punto en la realidad. Esta contraposición
provoca que ninguno de las afirmaciones pueda existir sin que alguna de ellas deje de
ser verdadera. Llevado al plano de lo concreto, puede representarse con una persona o
situación, pongamos por ejemplo Las siguientes afirmaciones:
“Las personas sanas son capaces de dominar sus emociones”
“Algunas personas se desmayan cuando sienten miedo”
Ambas afirmaciones son correctas y verdaderas, es decir, están correctamente
planteadas en su sintaxis y se corresponden con los hechos observables de la realidad,
el conflicto surge de que si las personas que son sanas son capaces de dominar sus
emociones entonces anula la verdad de que algunas se desmayan cuando sienten
miedo, o viceversa. Si no existe un entendimiento o un intento de aproximación a la
tesis y antítesis de estas afirmaciones no se puede obtener una consistencia para
formar un único juicio que exprese una verdad más absoluta. Esto es un conflicto.
Del conocimiento de estos datos surgirá, entonces, un problema que por definición es
“una proposición dirigida a averiguar un resultado cuando algunos datos son
conocidos” (LAROUSSE, 2012). Esto necesariamente implica un proceso de
discernimiento que puede llevarse a cabo desde la observación y la investigación, que
es precisamente lo que se realiza a través de este trabajo monográfico y en el caso de
la identificación de una variable condicionante en el sujeto estudiado se ha de
establecer claramente cuál es el problema con respecto a las fobias.
Para efectos de establecer el problema habrá que establecer como premisa primordial
que existe un comportamiento o conducta normal, aceptable, adaptada, misma que
depende de principios estadísticos dependientes de la sociedad en la que se
establecen. Es por esto que la conducta puede llamarse adaptada o desadaptada. Y
esto es lo primero que se pretende desentrañar a través del presente trabajo. Cómo
distinguir una conducta desadaptada y posteriormente sobre los mismos criterios
ahondar en el reconocimiento de una fobia dentro de un espectro de conductas
desadaptadas mucho más amplio que es el grupo de los trastornos de ansiedad.
Así, a continuación se expondrán las teorías que sustentan el cuerpo de la variable
que incide en el sujeto del tema, comenzando por las aportaciones de Sarason sobre la
conducta desadaptada, los enfoques biológico, emocional y social que componen la
ansiedad, las respuestas fisiológicas, las reacciones emocionales y todas los
comportamientos presentes en las fobias y que la distinguen como una entidad clínica
específica y susceptible de tratamiento.
2.1.1 Conducta Desadaptada
A propósito de los cambios que ocurren en el adoloescente es importante recalcar que
estos ocurren a nivel biopsicosocial es decir, el entorno o marco en el que ocurren
abarcan tres dimensiones o esferas: la biológica, la psicológica y la social.
Como explica Sarason 1995, estos tres factores inciden en la respuesta que tiene un
individuo ante factores estresantes. Esta respuesta es la conducta estudiada, misma
que puede ser adaptada o inadaptada, lo que depende del marco que forman los tres
factores antes mencionados. Tómese por ejemplo, uno relativo al tema de estudio. Un
adolescente de 15 años observa un perro, el joven empieza a sudar excesivamente, se
encuentra hiperventilando y de un momento a otro sale corriendo de ese lugar para
evitar al perro. Desde el punto de vista biológico el sujeto en cuestión ha presentado
reacciones físicas propias de una respuesta disparada por la amígdala conocida como
reacción de huída, misma que aparece cuando se es expuesto a un estímulo
atemorizante reconocido por la amígdala como una amenaza para la supervivencia.
Ahora bien, hasta este punto puede parecer normal esta conducta si sólo se tienen en
cuenta estos datos que se encuentran en el dominio de la esfera biológica. No obstante
considerando el factor social, se puede inferir que la respuesta no es adaptada ya que
los perros son animales domésticos y en la mayoría de los casos representan un
símbolo de compañía e incluso amistad y otros valores. Por último si analizamos las
experiencias previas del individuo con los perros su conducta podría responder a un
hecho doloroso o amenazante del pasado como haber sido mordido por un perro o
bien este animal ser una representación de un conflicto neurótico, con lo que ya se
puede percibir la influencia del factor psicológico en el proceso de diagnóstico. En
este punto se puede demostrar que sólo al considerar estas tres esferas es factible
determinar si la conducta es normal o adaptada, o si es anormal o inadaptada. Es decir
debe existir un consenso de congruencia interna entre estos tres campos para definir
lo que es normalmente esperado de una persona ante una situación o estresor
determinado. Esto constituye la base de la diferenciación entre la fobia específica y
otros trastornos de ansiedad o bien una simple respuesta de temor ocasional ante
determinado estímulo.
2.1.2 Miedo, Fobias y Otros Trastornos de Ansiedad
A fin de clarificar la forma en que se manifiesta la fobia a partir de la teoría de la
conducta desadaptada, a continuación se abordarán algunos conceptos básicos para
crear un marco teórico que permita la comprensión de la entidad patológica, su
definición y alcances en el campo de la salud mental, retomando, por ende, la
interacción de los factores psicógenos, sociógenos y endógenos que tienen dichos
conceptos.
El mencionado marco teórico parte de tres autores principales y de cuyos textos se
han sintetizado las líneas siguientes.
El primero de ellos: Daniel Goleman, quien es jefe del Servicio de Inteligencia
Emocional en Sudbury, Massachusetts. Dirigió la sección del New York Times
dedicada a temas de comportamiento y neurociencia y ha dictado clases en la
Universidad de Harvard, donde obtuvo su doctorado en Psicología, autor del Libro
Inteligencia Emocional, del que se extraen los fundamentos con los que se argumenta
y complementa la información aportada en este punto, clave para el desarrollo del
documento.
A continuación se retoman las bases biológicas de la conducta estudiadas y expuestas
por Mireya Frausto, coordinadora de educación presencial y a distancia del Colegio
de Posgrados Justo Sierra en la Ciudad de México, directora del departamento de
Tesis y especialista en psicoterapia ecléctica e hipnosis por la UNAM. De su obra se
ha extraído todo el acervo y datos sintetizados en los párrafos siguientes combinados
con los otros dos autores para complementar una visión realmente biopsicosocial del
tema estudiado en el presente trabajo.
Asimismo, se retoman los datos extraídos en las investigaciones de Bárbara Sarason,
en colaboración con Irwing G. Sarason de su obra Psicopatólogía, Psicología
Anormal en la que reflejan los resultados que han obtenido en diferentes
investigaciones longitudinales aplicadas en poblaciones de Estados Unidos y que
actualmente definen las pautas más universales del desarrollo humano conocido como
normal. La autora es quien aporta el “pegamento” capaz de unir una dimensión
observable con dimensiones completamente subjetivas, tejiendo la trama que sirve de
puente entre lo psicológico a través de la conducta, lo social por medio de las
relaciones que establece el individuo en su marco contextual correspondiente y lo que
es esperado y aceptable de él y por último lo biológico en la observación del cuerpo a
través del tiempo.
Así pues se aborda, en seguida el concepto de fobia, empezando por desglosar los
términos más comunes asociados a dicho trastorno (entidad clínica) y se explicará su
origen, existencia, interacción y efectos en la esfera biopsicosocial.
El miedo es una respuesta natural ante el peligro; una emoción que recorre al
individuo en su totalidad y es disparado por un evento que pasó, está sucediendo o
puede llegar a ocurrir. Es una sensación difícil de controlar y provoca diferentes tipos
de reacciones.
La discusión sobre el origen del miedo es larga y puede rastrearse hasta la antigua
Grecia en el pensamiento filosófico de Aristóteles (existen puntos de referencia más
antiguos en oriente, sólo se recurre a Aristóteles como figura más popular en los
aportes al pensamiento de la cultura occidental) quien aseguraba que el miedo es un
estado del alma que procede de la ignorancia, lo cual no se encuentra desfasado en
ninguna forma, ya que la ignorancia tiene que ver con el sentido de anticipación del
peligro, es decir, desconocer lo que puede llegar a ocurrir en un momento
determinado es la causa del miedo en general, de esto mismo deriva la gran difusión
que tiene el pensamiento de que todo lo desconocido causa miedo, aunque después
del contacto que se produce entre el individuo y su experiencia u objeto de miedo,
éste puede desaparecer o bien arraigarse y hasta intensificarse.
Asimismo se ha discutido sobre la etiología del miedo y los estudios realizados hasta
el día presente demuestran que “existen dos grandes fuentes principales de las que
emana el miedo, una es la herencia genética y la otra es el aprendizaje” (GOLEMAN,
D., 2005 p.38).
La herencia genética fija la cantidad y tipo de estrés que puede soportar un sujeto
antes de alcanzar su umbral de miedo a nivel fisiológico, así como las respuestas
automáticas programadas para cada tipo de estímulo al que se expone.
La herencia genética provee al individuo de un determinado equilibrio neuroquímico
que regula las funciones del sistema nervioso central, periférico, simpático y
parasimpático, el sistema límbico y la corteza cerebral; todas estas, estructuras
involucradas en la conducta, los pensamientos y las emociones.
“La amígdala es una masa con forma de dos almendras que se sitúan a ambos lados
del tálamo en el extremo inferior del hipocampo”.(FRAUSTO M, 2010, p. 32) Está
relacionada con funciones de alerta, actitud, atención, huida, defensa, lucha instintos
y conductas sexuales así como en la interpretación de estímulos agradables y
desagradables tanto de contenido biológico como de contenido social.
Esto quiere decir que por medio de la amígdala el individuo decide a qué estímulos
prestar atención, los clasifica en agradables o desagradables y dispara la reacción
primaria ante el mismo, segregando hormonas que preparan al cuerpo para actuar.
Ante un estímulo considerado como peligroso o amenazador, la amígdala secretará
una gran cantidad de adrenalina para activar el sistema simpático bombeando sangre
hacia las extremidades y ensanchando los alveolos pulmonares para incrementar el
oxígeno disponible en caso de que la persona decida correr o luchar, aunque en otros
casos puede optar por la inmovilidad.
Los tres grupos de respuestas automáticas ante el miedo son lucha, huida e
inmovilidad. Esto ha sido determinado por un proceso evolutivo y se observa en
todos los animales que sufren depredación. Las primeras cuarenta mil generaciones
de homo sapiens que vivieron en las cavernas estaban expuestas a la depredación de
animales salvajes por lo que estas tres reacciones quedaron grabadas en el perfil
genético hasta nuestros días.
La respuesta de huida sirve para tratar de escapar del peligro que se percibe y la
acción que la sigue es correr, saltar, ponerse en movimiento rápidamente y alejarse
del objeto o situación que produce el miedo. Esta es la respuesta más común ya que
implica menor riesgo a la integridad que cualquier otra respuesta.
La respuesta de lucha como su nombre lo indica, ocurre cuando la persona decide
enfrentar el estímulo que la amenaza, por lo que “la segregación de catecolaminas
aquí es tan importante como la adrenalina para generar la explosión de agresividad y
valor súbito que puede presentarse en el momento de la lucha”(FRAUSTO M, 2010
p. 56). Las catecolaminas aseguran que la reacción se sostenga hasta confirmar de
forma definitiva la supervivencia del individuo o la desaparición del peligro que se
enfrenta. No obstante, es menos común que la huida debido a que evolutivamente
representa un riesgo mayor enfrentar un depredador, un incendio o un deslave que
huir de él.
En la respuesta de inmovilidad el sujeto ha optado por permanecer sin actuar debido a
que muchos depredadores pierden el interés en su presa cuando ésta no huye ni se
resiste. Esta respuesta puede provocar el desmayo de la persona y también sirve para
evitar el dolor en caso de que un ataque se esté llevando a cabo sobre él o exista
alguna lesión que comprometa su integridad de manera severa.
No obstante la respuesta puede presentar variaciones sutiles que definen el
comportamiento humano propiamente dicho y diferencian su reacción ante el miedo
que se observa en la respuesta de un animal. El circuito que recorre el estímulo que
causa el miedo en el sistema nervioso del ser humano, es complejo y no sólo
interviene la amígdala, aunque ésta es la disparadora de la reacción. Después de la
intervención de la corteza cerebral, especialmente en el centro procesador de la
conducta y la personalidad que son los lóbulos prefrontales, la reacción adquiere un
carácter mucho más social y refinado por sus asociaciones culturales y demás marco
contextual que integra la percepción y propone a la persona los patrones de conducta
disponibles ante cada situación. Esto quiere decir que cada persona cuenta con una
programación genética para sentir miedo con diferente intensidad y reaccionar de
diferentes formas ante un estímulo determinado, aunque éste sea el mismo.
De acuerdo a investigaciones realizadas por Paul Ekman, autor del Faccial Action
Coding System, sólo se ha encontrado la reacción de miedo en niños menores a 12
meses hacia la pérdida del equilibrio y los sonidos estruendosos como relámpagos,
golpes o gruñidos (EKMAN P. 1994, p. 194). En estas investigaciones de las que se
compone su teoría de interpretación del Sistema de Codificación de las Acciones
Faciales, Ekman ha demostrado que la expresión del miedo, al igual que la de las
otras emociones primordiales son universales e inconscientes. El miedo y los
músculos que activan dicha expresión facial, sólo se alteran cuando el bebé es
sometido a la pérdida del equilibrio y cuando escucha ruidos muy fuertes.
Esto significaría que el miedo a otros elementos como el fuego, la oscuridad, los
espacios abiertos o cerrados, determinadas situaciones sociales, arañas, perros, gatos,
ratones, y demás objetos de las fobias específicas, es esencialmente aprendido. El
siguiente cuestionamiento es, si el miedo no es del todo inherente al ser humano,
¡cómo es posible que se instale entre el self y tan diversos objetos y situaciones?,
¿qué situaciones provocan este aprendizaje? Y lo que quizá sea de mayor importancia
en la práctica clínica: ¿cómo diagnosticar correctamente una fobia? Y entonces,
¡cómo brindar el acompañamiento necesario durante el trabajo psicológico.
El Psicólogo deberá proveerse a sí mismo de la información más completa posible y
de las estrategias más efectivas para colaborar en el proceso de descubrimiento de
suficiente autoapoyo en el individuo que asiste a consulta psicológica, ya que el
acompañamiento adecuado sólo puede existir cuando se tiene una comprensión
adecuada del individuo y su problemática.
2.1.2.1 Etiología de las Fobias
Con la finalidad de plantear estrategias de intervención adecuadas al padecimiento de
las fobias, es necesario comprender, como en el caso de cualquier otra entidad
psicopatológica, cómo es que llega a formarse e instalarse en la psique del sujeto, así
como las teorías que han analizado su estructura y la correcta forma de ofrecer una
alternativa de tratamiento.
“La palabra fobia tiene su origen en el griego Fobos quien era la representación de
un dios del miedo que encarnaba a esta identidad.”(MATEOS A, 2005 p. 238)
Etimológicamente significa miedo, pánico, terror. No obstante, como quedará
demostrado en el desarrollo de este punto el miedo y la fobia son dos cosas distintas
desde que la fobia adquiere su acepción actual como entidad psicopatológica en 1801
según Marks.
Para Freud las fobias pertenecen a las neurosis de angustia y se diferencian de las
obsesiones porque no tienen un estado emotivo permanente que las sustente ni se
basan en la sustitución de objeto (FREUD S, 1985 p. 9).
En resumen se pueden distinguir cuatro tipos de fobias:
a) Fobias típicas o primarias: las consideraba como miedos heredados de la
humanidad, en estas encerraba el miedo a fenómenos naturales como la
oscuridad, la muerte, las tormentas y situaciones que ponen en riesgo la vida.
b) Fobias histéricas: este tipo de fobias se suponía que son el resultado de
experiencias traumáticas asociadas a un estímulo determinado, un objeto
fóbico específico que desencadena la reacción de miedo.
c) Fobias obsesivas: estas fobias se clasifican por estar basadas en el mecanismo
de transposición afectiva, es decir, que un objeto determinado adquiere un
significado afectivo.
d) Agorafobia y fobias contingentes, surgidas de la crisis de angustia con
elaboración secundaria y regresiva.
No obstante, esta clasificación, no proporciona una forma práctica de abordar la
problemática de las fobias ya que su ideografía está orientada a la explicación y el
enfoque utilizado por Freud estaba más ocupado en la neurosis obsesiva, haciendo
difícil la aplicación de la teoría sobre las fobias desarrollada por Freud, quien estuvo
predominantemente enfocado en explicar las neurosis de angustia y las neurosis
obsesivas.
Desde el punto de vista clìnco, las fobias son un trastorno psicológico que se
caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones
concretas como, por ejemplo, a los insectos, los lugares cerrados, los lugares abiertos,
las situaciones sociales, el agua, etc. (FRIESEN W, 1990)
El NIMH (National Institute of Mental Health- Instituto Nacional de Salud Mental)
de Estados Unidos menciona que entre el 8.7% y 18.1% de los estadounidenses
sufren de fobias. Al discriminar edad y género, se encontró que las fobias son la màs
común enfermedad mental entre mujeres en todos los grupos etarios y la segunda más
común en hombres mayores de 25 años. (PSYCHOLOGY TODAY, 2005).
En cuanto a la población mexicana, de acuerdo a estadísticas presentadas por el
INEGI, las fobias específicas son el trastorno más común presentando una
prevalencia de 7.1%, contra 6.1% de trastornos de la conducta, 5.9% en dependencia
al alcohol, 4.7% de fobia social y la depresión mayor con 3.3%.
Esto implica que existe, al menos entre la población mexicana, un alto porcentaje de
incidencia en el trastorno fóbico y con esto se extiende un campo amplio de acción
para el psicólogo interesado en el área clínica. Pero además es sumamente llamativo
el hecho mismo de que las fobias son el principal problema de salud mental y
La dificultad más común en el diagnóstico de las fobias consiste en que sòlo se
distinguen de un miedo simple por el aspecto cualitativo “intenso o
irracional”(AJURIAGUERRA J, 1987, p. 99), es decir que, cuando una persona
manifiesta miedo hacia un objeto determinado es difícil reconocer por la subjetividad
de la experiencia que este tiene si el miedo es justificado por una situación de peligro
o amenaza real o si bien este miedo cumple con la característica de irracional no
obstante ayudará contar con los siguientes elementos en el historial clínico del
paciente.
2.1.2.2 Diagnóstico y tratamientos más comunes
Dichos elementos se encuentran en el DSM IV de donde se han extraído los puntos
más importantes desde la perspectiva clínica para el diagnóstico de las fobias
específicas.
Es común en el individuo presentar múltiples fobias específicas. El individuo
promedio con fobia específica tiene miedo a tres objetos o situaciones, y
aproximadamente el 75% de los individuos con fobia específica le teme a más de una
situación u objeto. En estos casos, se diagnostica fobia específica múltiple cada uno
con su código diagnóstico que refleja el estímulo fóbico. Por ejemplo, si el sujeto le
teme a los relámpagos y a volar, entonces se dan dos diagnósticos: fobia específica, al
medio ambiente y fobia específica, situacional.
Criterios para el Diagnóstico:
A. Miedo o ansiedad marcada sobre un objeto o situación específica (por
ejemplo: volar, alturas, inyecciones, ver sangre).
B. El objeto fóbico casi siempre provoca miedo o ansiedad inmediatos.
C. El objeto o situación fóbica es activamente evitado o enfrentado con miedo o
ansiedad intensa.
D. El miedo o ansiedad es desproporcionado con respecto al peligro que
representa la situación u objeto con respecto a su contexto sociocultural.
E. El miedo o ansiedad es persistente por un período mayor a seis meses.
F. El miedo, la ansiedad o las conductas evitativas causan estrés significativo o
impedimento en el área social, ocupacional y otras importantes.
G. La perturbación no puede explicarse mejor por síntomas de otro desorden
mental que incluya miedo, ansiedad y evitación de situaciones asociadas con
síntomas similares al pánico u otros síntomas incapacitantes (como en la
agorafobia), objetos o situaciones relacionadas con obsesiones (como en el
trastorno obsesivo compulsivo), emulaciones de recuerdos traumáticos (como
en el trastorno por estrés postraumático), separación de casa o de las figuras
de apego (como en el desorden por ansiedad de separación), o situaciones
sociales (como en el trastorno por ansiedad social).
Aunque la prevalencia de las fobias específicas es menor en poblaciones de
mayor edad, sigue siendo uno de los trastornos que más se presentan en etapas
tardías.
Los individuos con fobia específica experimentan un incremento en la tonicidad
fisiológica por la anticipación o exposición al estímulo fóbico. Sin embargo, la
respuesta fisiológica a la situación u objeto temidos varía. Mientras que los
individuos con fobia específica hacia una situación, medio ambiente y animales
suelen mostrar alteraciones del sistema simpático, los individuos con fobia a las
lesiones o a la sangre suelen tener reacciones que desencadenan un súbito incremento
del ritmo cardíaco y aumento en la presión sanguínea, seguidos de una caída brusca
en el ritmo y presión que llevan al sujeto al desmayo o cerca del desmayo.
La fobia específica, frecuentemente se desarrolla después de un evento traumático,
observar a otros pasar por un episodio traumático, un ataque de pánico inesperado en
una situación que luego se hace temida o por transmisión de información. Sin
embargo, muchos individuos con fobia específica son incapaces de recordar la razón
específica de la instauración de su fobia. Las fobias específicas por lo general se
desarrollan en la niñez temprana y la mayoría de los casos de desarrollan antes de los
10 años de edad. Las fobias específicas situacionales tienden a tener un origen más
tardío que las fobias al medio ambiente, animales y a la sangre. Las fobias específicas
que se desarrollan durante la infancia son más propensas a remitir, sin embargo,
cuando se originan entre la adolescencia hacia la adultez son más difíciles de remitir.
Cabe resaltar la importancia que tienen los eventos traumáticos en el desarrollo de las
fobias específicas. Es posible que, de acuerdo a su etiología, la mayoría de los casos
sean transferencias de caras afectivas desde una persona, situación u objeto particular
en la vida hacia otra que sea capaz de contener un significado simbólico que
represente, en el imaginario del sujeto, la misma situación u objeto original temido.
A continuación es importante dejar establecido que existen tratamientos para las
fobias presentes en otros modelos psicológicos, como el conductual y el cognitivo
conductual. Básicamente las terapias más comunes se basan en la exposición al objeto
fóbico de manera mayor o menormente graduada para provocar una conducta
incompatible con la sensación fóbica y las reacciones de huida, lucha o parálisis. En
general, las más utilizadas se mueven en el campo de la Psicología basada en
evidencias, aunque no han podido dejar a un lado el componente emoción y mente.
Las emociones y la mente juegan un papel fundamental en el caso de las fobias
específicas porque sin ellas no se comprende el fenómeno que da origen y los
tratamientos más usuales sólo ofrecen la modificación conductual, sin atender la
problemática que sustenta el síntoma, ya que, una vez logrado el resultado deseado
(que el sujeto deje de presentar las reacciones de miedo ante el objeto fóbico) pasa
por alto u omite la interiorización de la experiencia en el sujeto.
La desensibilización sistemática es un método psicoterapéutico dentro del
paradigma teórico-clínico de las terapias cognitivo-conductuales, cuya característica
principal es la aproximación sucesiva del sujeto a situaciones que le producen una
exacerbación disfuncional de conductas
(emocionales, cognitivas o comportamentales) y que lo lleva a consulta (WOLPE J,
1976 p.p. 109-116).
En las siguientes líneas se intentará explicar las generalidades de la terapia de
desensibilización sistemática desde la perspectiva de su creador y las características
de las variantes realizadas y que, como se ha mencionado anteriormente, difieren en
metodología pero vuelven a incluir la exposición controlada al estímulo. Todo desde
la óptica de Joseph Wolpe conocido por su formulación del Principio de la inhibición
recíproca o principio de la inhibición antagonista, es decir, la conducción del
aprendizaje de conductas nuevas por medio de la superposición de estímulos
incompatibles.
Se trata de una técnica muy utilizada en el tratamiento de los desórdenes de ansiedad,
especialmente en las fobias. Consiste en la aplicación de una jerarquía de estímulos
estresantes a través de imágenes visuales, evocación de la situación ansiosa con ayuda
del terapeuta, exposición en imaginación, en realidad virtual, o en vivo del estímulo
estresante. Es decir, paciente y terapeuta diagraman un conjunto de situaciones típicas
a las cuales el paciente teme, especificando la mayor cantidad de detalles posibles.
Luego, mientras el paciente se encuentra en un profundo estado de relajación, se le
guía para que vaya imaginando estas escenas temidas de acuerdo al grado de ansiedad
que le provocan.
El objetivo consiste en que la relajación inhiba progresivamente a la ansiedad que
disparan las situaciones imaginadas, de manera tal que se rompa el vínculo entre la
imagen estresora y la respuesta de ansiedad. De este modo, el paciente aprende una
nueva asociación: lo que antes le provocaba miedo, ahora queda conectado a un
estado de calma y tranquilidad inducido mediante la relajación muscular profunda.
Esta forma descripta de la desensibilización sistemática se denomina Variante
Imaginaria; es la primera parte del procedimiento completo tal como es utilizado en la
actualidad por los terapeutas cognitivos conductuales. El siguiente paso consiste en
guiar al paciente a que enfrente sus temores de manera real, ya no imaginariamente.
En este caso se habla de la Variante "in vivo". Por supuesto, el ejercicio imaginario
previo ha ayudado a cambiar la imagen mental aterradora que el paciente tiene de
algunas situaciones lo cual facilita esta segunda fase, el afrontamiento en la vida real.
Sin embargo, en algunos casos, y con previo consentimiento del paciente, la
desensibilización sistemática se aplica directamente en su variante "in vivo",
obteniendo resultados exitosos en plazos más breves. Por ejemplo, en los pacientes
que padecen de agorafobia (miedo a salir a la calle) la aplicación de la
desensibilización sistemática "in vivo" consiste en acompañar al paciente mientras
éste sale de su casa y va alejándose de ella lentamente, por aproximaciones sucesivas
muy graduales, al tiempo que se lo induce a realizar respiraciones abdominales
profundas y a relajar su cuerpo. De esta manera, se logra mantener la respuesta de
ansiedad en niveles bajos o incluso suprimirla casi por completo.
Este aprendizaje de una respuesta nueva (la relajación) frente al estímulo estresor
(salir a la calle) facilitará que el paciente salga finalmente por sí sólo, tranquilo y sin
experimentar ansiedad.
En las últimas décadas se han ido incorporando terapias cognitivas en el tratamiento
de las fobias, empleadas en la mayor parte de las ocasiones en combinación con
estrategias de exposición. Básicamente se trata de adaptaciones al ámbito de las
fobias de programas terapéuticos ya existentes, tales como la terapia racional emotiva
de Ellis, el entrenamiento en inoculación del estrés de Meichenbaum, y la terapia
racional sistemática de Golfried. En general, estos programas van destinados a
cambiar los patrones de pensamiento, insistiendo en la diferencia entre pensamientos
realistas e irrealistas o la diferencia entre posible y probable (MARSHALL B, 1992,
p.p. 215-220). Se pretende que los pacientes fóbicos accedan a la exposición al
estímulo fóbico con la menor ansiedad anticipatoria posible y con atribuciones
adaptativas de sus reacciones motoras y fisiológicas. Desde esta perspectiva,
podríamos incluir también en este ap a rtado el conjunto de técnicas destinadas a
incrementar la información del paciente sobre su trastorno (terapias informativas,
biblioterapia, la psicoeducación) y los trabajos que incluyen componentes
atribucionales en la terapia. En ambos casos se trata de presentar al paciente el
máximo de información relevante referida al estímulo fóbico. En la fobia a viajar en
avión, por ejemplo se trata de informar al paciente de distintos aspectos
aeronáuticos(¿por qué vuela un avión?, fa c t o res que afectan a un vuelo, etc.) y de
las medidas de seguridad de que dispone el transporte aéreo en la actualidad. Lo más
característico del entrenamiento atribucional reside no tanto en esta información que
se le suministra al paciente, sino en la búsqueda de los determinantes y mantenedores
de la fobia, con la intención de que la indagación sobre éstos ayude a elaborar el plan
terapéutico. Se mantiene, pues, la idea de que la posesión de un conocimiento lo más
completo y exacto posible acerca de las causas o fa c t o res que originan y/o
mantienen las conductas y reacciones fóbicas, contribuirá de modo decisivo a la
erradicación de las mismas. Tradicionalmente se ha enfatizado la utilidad que
representa el estudio de los determinantes actuales de la conducta en detrimento de
los factores etiológicos a la hora de establecer tratamientos. Sin embargo, el estudio y
promoción de estos determinantes etiológicos como estrategia preventiva y de
intervención, puede resultar de gran importancia terapéutica. En líneas generales, se
persigue informar al paciente, en un lenguaje adecuado, acerca de distintos concepto s
relacionados con la adquisición y mantenimiento de su fobia. A partir de esta
explicación el paciente se centra en la búsqueda de las posibles causas y en la
búsqueda de soluciones que palien o eliminen el problema. Terapeuta y paciente
elaboran, por tanto, un plan de acción y lo ponen en práctica. Plan, que como ya
señalábamos al comienzo, incluirá una u otra forma de exposición. Las posibles
ventajas de este acercamiento radican en que el paciente adopta una actitud más
activa ante el tratamiento, con lo que se puede facilitar la exposición posterior. Lo
característico de la mayoría de las terapias que incluyen componentes cognitivos a la
terapia de exposición radica, justamente, en facilitar instrumentos que predispongan
al paciente a tal exposición. Esto es, la preocupación de muchos terapeutas se centra
en evitar posibles sabotajes que el paciente puede poner en marcha (consciente o
inconscientemente) a la hora de tenerse que enfrentar a algo profundamente temido.
Además, no podemos olvidar que algunos pacientes han tenido la experiencia de
verse sometidos al estímulo fóbico, y no sólo no han salido de tal experiencia
«curados», sino que, por el contrario, han incrementado y sensibilizado su fobia. La
exposición debe ser una herramienta bien argumentada para pacientes con tales
experiencias. La investigación tanto a partir de la comparación de tratamientos como
a partir del meta-análisis viene sugiriendo que el acercamiento de exposición
presenta niveles de eficacia similares al de exposición con aditamentos cognitivos.
Así pues, se puede observar que el tratamiento realizado desde el enfoque cognitivo
conductual, es actualmente, la herramienta más utilizada y efectiva en el tratamiento
de las fobias. ¿Por qué insistir entonces en el tratamiento por medio del enfoque
Gestalt?
Se ha disctudo en este trabajo también la importancia del simbolismo del objeto
fóbico. El impacto que tiene para el sujeto aportar, asignar un significado a su
conflicto neurótico y representarlo en el exterior como una forma más aceptable de
manejar la ansiedad que le genera. Por lo tanto, al desensibilizar al paciente de su
símbolo este no ha perdido su significado, no obstante la energía que sustenta el
bloqueo neurótico en las experiencias del individuo sigue trabajando en él desde una
parte profunda de su self. Por lo tanto, sólo se ha disminuido o suprimido un síntoma
con la terapia cognitivo conductual, mas no se ha proporcionado al paciente la
herramienta para mantener su propia homeostasis y concretar satisfactoriamente los
ciclos experienciales que, por su forma o contenido, puedan representar un regreso a
conductas neuróticas, en lugar de la generación de soluciones originales y
autosustentadas por parte del paciente.
Es por este motivo que se demuestra la importancia de abordar el problema por medio
de un enfoque holístico que brinde los elementos necesarios para un adecuado trabajo
psicológico que resulte en el bienestar global del sujeto. Que le proporcione las
herramientas para manejar su energía de forma adecuada hacia la superación del
conflicto y la funcional satisfacción de necesidades que se le presenten.
CAPITULO 3 LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO
PSICOLÓGICO EN LA FRONTERA DE CONTACTO CON
ADOLESCENTES ANTE LAS FOBIAS ESPECÍFICAS
3.1 El Ciclo de la Experiencia
La experiencia de un individuo tiene lugar en dos instancias de su existencia que se
ven separadas, a la vez que unidas por la percepción integrada de la realidad, estas
instancias son: la parte pasiva y la parte activa (PLAZA Y V, 2004 p.78).
La primera se ubica en el mundo interior del sujeto todo aquello que sucede dentro de
su cuerpo. La experiencia surge en un estado de inactividad denominado como
“reposo” por Salama (autor de la teoría del ciclo de la experiencia). En esta fase el
organismo se encuentra libre de necesidades y receptivo a sus propias sensaciones
que darán inicio al proceso de necesidad y búsqueda de satisfacción. En el momento
de percibir una sensación determinada, misma que surge de una excitación orgánica,
se genera la necesidad.
El joven abandona su estado de reposo anterior, al sentir físicamente algo que no
logra diferenciar o definir con claridad. Esto significa una experiencia sensorial del
mundo, las sensaciones pasan al plano de la conciencia y esta conciencia permite
comprender que necesita el cuerpo en determinado momento, la conciencia también
permite comprender que sucede en el interior del cuerpo y que se debe hacer para
sentirse mejor. Pero, cuando hay una interrupción entre las etapas del ciclo, cuando el
límite entre el sí mismo y el otro se hace difuso, cuando se altera el contacto y el
darse cuenta. Se producen bloqueos o interrupciones, que es cuando los esfuerzos no
reúnen el fruto deseado, el organismo se queda con una gran lista de sentimientos,
turbaciones, confusión, resentimientos, decepción, etc. Entonces, parte su energía en
un determinado número de formas de comportamientos que reducen las posibilidades
de interacción con el mundo. Es decir, aleja la atención del ambiente, evitándose el
flujo de la energía natural. Por ejemplo, el adolescente al inhibir sus sensaciones,
éstas no pasan a la siguiente fase del ciclo, activándose el mecanismo de
autointerrupción o bloqueo que se le conoce como desensibilización. La cual hace
que el sujeto no sienta nada , presentando resistencia a conocer, percibir o,
discriminar; puede que experimente algunas sensaciones pero debido al propio estado
en que se encuentra no se permite entender qué significan, inhibe sus sensaciones, no
entra en contacto con los sentimientos externos, además de mostrarse apático con lo
que le sucede a su alrededor.
“Una vez que las sensaciones se concientizan, tiene lugar el darse cuenta, el individuo
entiende qué quiere su cuerpo, comprende que la sensación que experimenta tiene un
nombre que la puede nombrar como ira, alegría, tristeza, hambre, sed, etc.”
(CASTAÑEDO C, 1991 p. 45) El bloqueo o autointerrupción que aparece entre la
sensación y la formación de figura, es la proyección, que en términos gestálticos
significa una resistencia a darse cuenta, expresándose frecuentemente mensajes
como: por su culpa , prefiero ver en otros lo que es mío o, así evito darme cuenta ,
etc. Desde una perspectiva fenomenológica, lo que se siente en el presente, como lo
que se observa, crea información real e importante y, constituye uno de los objetivos
más importantes del trabajo psicológico en Gestalt, o sea, modelar el campo
perceptivo donde se manifiesta la realidad, aquí se ordenan los factores o partes
relevantes con respecto al todo.
A continuación viene la movilización de energía, en esta fase el adolescente reúne la
fuerza necesaria para llevar a cabo lo que su necesidad le demanda, o sea, se prepara
para la acción, que continúa después de ésta. Entre la formación de la figura y
movilización de la energía se presenta el bloqueo o autointerrupción llamada
introyección, o sea, la aceptación de las proyecciones de otros; cuando el niño
introyecta, se sirve de mecanismos como intelectualizar las situaciones emocionales ,
en lugar de sentirlas o vivenciarlas, sin embargo, es un modo genérico de interacción
entre la persona y su ambiente; por ejemplo: desde que el niño mastica aprende a
reestructurar lo que ingiere, pero antes de esto traga muy confiado cualquier alimento
que se le proporcione y, lo mismo traga impresiones acerca de la naturaleza de su
mundo. De esta carencia inicial de tomar todas las cosas que vienen o, retirarse de
ellas cada vez que se puede, deriva su necesidad de confiar o no en el medio, si el
medio es digno de confianza, el material que entre en el organismo será muy nutritivo
y asimilable; solo que el medio le ha estado diciendo otras cosas desde que era un
niño, por ejemplo: el médico dice que la inyección no duele, el alimento se lo hacen
pasar precipitadamente por la garganta, no retener las heces se considera una
vergüenza, a menudo los deberías constantemente tienen poca congruencia con lo que
el niño siente que son sus necesidades, en muchas ocasiones prevalecen los juicios de
los mayores, lo que disminuye la confianza del niño, erosionan su identidad, por lo
que se mantiene incómodo, propenso a rebeliones inesperadas, desviaciones de su
conducta y, frustrado cada vez que su sistema de valores no es compatible con sus
necesidades presentes. Quien se ha tragado enteros los valores de los padres, su
escuela y su sociedad, requiere que la vida continúe igual; cuando ve que el mundo es
diferente, se deja vencer por la angustia y entonces asume una actitud defensiva. Esto
mismo puede propiciar un trastorno por ansiedad de la naturaleza de las fobias
específicas. Existe una gran dificultad para deshacer la introyección y, esta es su
historia como medio de aprendizaje, el joven desde que es niño aprende absorbiendo
lo que existe en su medio, el aprendizaje es como la sangre que circula por el cuerpo
o como respirar. Desgraciadamente, para aprender sólo por medio de introyectos
debería de contarse con un medio óptimo, ajustado a las necesidades de cada persona;
cuando ese ajuste falla en algún momento, éste no tan solo tendrá que seleccionar
todo aquello que quiere y con lo que se identifica, sino además resistir las presiones e
influencias que no quiere y que seguirán ejerciéndose sobre él, aquí empieza la lucha.
A determinadas edades, por ejemplo a los dos años y después en la adolescencia el
conflicto se intensifica, en virtud que: al principio el niño absorbe las experiencias
con gran confianza, se asimilan conceptos, patrones, valores familiares, educativos,
religiosos, etc. que provienen del mundo exterior, posteriormente las condiciones
cambian y esto crea un conflicto distónico.
“Introyectar significa tragar todo y, a través de esto se incorporan actitudes, creencias
y formas de comportamientos y pensamientos.” (CASTAÑEDO C, 1991 p. 54) Así al
joven que todo introyecta le será difícil desarrollar su propia personalidad, en virtud
de que está ocupado asegurando los cuerpos extraños dentro de su sistema que no le
permiten descubrir lo que él mismo es. A medida que crece , le cuesta mucho
renunciar a los introyectos, toda vez que ya forman una parte importante de su
personalidad. Entre la movilización de la energía y la acción se presenta la
retroflexión, lo que literalmente significa doblar hacia atrás . De manera que los niños
usan su energía contra ellos mismos, se vuelven sujeto y objeto en sus acciones y
expresiones, pudiéndose afirmar que basados en la idea de que él y el sí mismo son
dos personas diferentes, o sea, vuelve contra sí mismo lo que querría hacerle a otro, o
se hace a sí mismo lo querría que el otro le hiciera, reforzándose en el adolescente un
severo super yo, el niño no logra trasladar los impulsos a la acción de la movilización,
pudiendo resultar síntomas somáticos como gastritis, úlceras, hiperventilación,
tensión muscular, o asma: por ejemplo los padres saben solamente que el niño rayó la
pared o le pegó a su hermano, el niño sabe yo rayé la pared , yo le quise pegar a mi
hermano , el sistema de los debería le advierte, lo recrimina y contagia su vida entera,
sin embargo, en estos casos, la meta o tarea del terapeuta consistirá en permitir que el
niño exprese su energía que siente dentro de sí mismo, aunque sea en medidas
limitadas. La retroflexión puede servir para autocorregirse y contrarrestar las
limitaciones o contingencias reales a la naturaleza espontánea del hombre,
caracterizándose por sentimientos de agresión o preocupación, por lo que es
conveniente que el terapeuta utilice valores de respeto, honestidad y responsabilidad,
como principios fundamentales del trabajo psicológico desde el enfoque Gestalt.
En la siguiente fase, denominada acción, el sujeto “moviliza su cuerpo y hace lo que
sea necesario para satisfacer su necesidad” (CASTAÑEDO C, 1991 p. 60) o carencia
que el cuerpo le demanda, el adolescente organiza las percepciones de la corriente
sensorial en la experiencia de una figura percibida versus un segundo plano, o fondo,
lo que es comparable con un melodía o canción, en cuanto a que destaca del fondo
armónico, o un objeto que destaca en una pared, La figura emerge del fondo con
claridad y la energía está en movimiento para su consecución.
“El precontacto corresponde a un pequeño momento previo en el que el joven
establecerá el contacto, fase en la cual es muy importante el dejarse ir” ”
(CASTAÑEDO C, 1991 p. 61), dejarse fluir en la experiencia propia. La interrupción
o bloqueo que se presenta entre la acción y el precontacto es la deflexión, en la que el
adolescente desvía la carga emotiva que pudiese tener el evento que le va a permitir
llegar a un continum de conciencia, es una maniobra que soslaya o devalúa el
contacto directo con otra persona o su objeto de conciencia. Un medio que funciona
para enfriar el contacto real, por ejemplo, riendo de lo que se dice, o evitando mirar al
interlocutor, es como si el joven tuviera un escudo, soliendo sentirse a sí mismo
indiferente, aburrido, confundido, fuera de lugar, etc. o cuando se le felicita por algún
resultado y responde como si no creyera de lo que es capaz, esto es deflexión. El
reconocimiento de este bloqueo es esencial al trabajar en fronteras de contacto, ya
que es una de las tres fases que involucran directamente la experiencia que tiene el
sujeto con su objeto de conciencia y por lo tanto con la realidad, proceso que delimita
al self y proporciona significado al aprendizaje y a cada uno de los acontecimientos
cotidianos.
“El contacto es la culminación del proceso de autorregulación organísmica”
(CASTAÑEDO C, 1991 p. 74), el adolescente encuentra satisfacción y disfruta de
haber logrado lo que se propuso o lo que necesitaba; encontrándose listo para
comenzar otro ciclo. Entre la fase de precontacto y contacto se presenta la
confluencia, es un mecanismo que es utilizado para adherirse a otros, evitando así la
responsabilidad, ya que así se hace o se comporta como los otros, es decir, se pierden
los límites propios del yo , se pega a otro para buscar aceptación y/o reconocimiento
de éste, las frases comunes como: “lo que tú quieras” o “como tú digas”, son
ejemplos claros de este mecanismo de autointerrupción que evita la responsabilidad
de reconocer como propia la experiencia que le está ocurriendo al sujeto justo en el
momento de entrar en contacto con su objeto de conciencia.
“El postcontacto es la fase que da principio a la desergenetización” (CASTAÑEDO
C, 1991 p. 81), Al tener presente que todo el ciclo de la experiencia consiste en el
flujo de energía para la obtención de un satisfactor, toda la energía invertida desde la
sensación se ha disipado poco a poco en cada fase del ciclo y ha concluido con el
contacto, ahora el adolescente inicia un camino hacia el reposo, juntamente con los
procesos de asimilación y alienación de la experiencia, dentro del continum de
conciencia, es decir, hacerla suya o no reconocerla como propia, respectivamente.
Entre la fase de contacto y poscontacto se presenta la fijación; en este bloqueo, el
adolescente se queda enganchado con toda su energía a una situación que acaba de
vivenciar y con la que le cuesta trabajo romper el contacto, los jóvenes con esta
característica tienden a ser obstinados, se les dificulta poner freno a su actividad,
están presentes en el contacto con impulsos agresivos, con voz fuerte, además no se
dejan tratar de una manera afectiva. De la fase de postcontacto a la de reposo, se
presenta el bloqueo de retención o fijación, en donde el niño evita llegar al reposo,
siendo incapaz de soltar o dejar lo experimentado, desea continuar y no reposar. En
todo este proceso, si aceleramos las fases podemos abortar la continuidad normal de
cada momento; así: si retardamos o retenemos, interrumpimos la continuidad. Por lo
tanto, hay que permitir el fluir en el acompañamiento y trabajo psicológico, “aunque
el proceso es complejo y de difícil descripción, constituye una danza compleja, o un
viaje en cooperación y esta es la culminación del ciclo de la experiencia”
(CASTAÑEDO C, 1991 p. 115). En la etapa final, el contacto, se produce la
conjunción del sujeto con el objeto de la necesidad; y, en consecuencia, se satisface la
misma. La etapa culmina cuando el sujeto se siente satisfecho, puede finalizar
libremente este ciclo y comenzar otro. Así sucesivamente. Entre los diversos
eslabones que conforman el ciclo se pueden formar bloqueos o autointerrupciones,
dando lugar a diversos tipos de patologías. En términos generales, se puede decir que
el ciclo de la experiencia, dado en un contexto específico y significativo, constituye
en sí misma una Gestalt. “Un ciclo interrumpido es una Gestalt inconclusa; un ente
que parasitará al organismo consumiendo su energía hasta verse satisfecho”
(CASTAÑEDO C, 1991 p. 116).
Por lo anteriormente explicado se puede concluir que la comprensión del ciclo de la
experiencia como una Gestalt en el individuo es clave para identificar en adelante la
forma en la que se debe trabajar con el paciente fóbico, reconociendo sus bloqueos y
ayudándole a superarlos por medio del acompañamiento en el proceso de
flexibilización de fronteras de contacto.
3.1.1 Los tres niveles de la experiencia
Antes de adentrarse en las implicaciones del trabajo en fronteras de contacto, es
necesario comprender el enfoque de la existencia que soporta el presente trabajo,
debido a ello, en este punto se explicará cómo se encuentra organizada para fines
teóricos la vida de un individuo. La Gestalt sostiene que “se vive de una experiencia
en otra de forma cíclica” (PLAZA Y V, 2004 183). Sin embargo, dado que estamos
constituidos por una unidad de mente-cuerpo esto implica que existen básicamente
tres nivels de experiencia.
La Gestalt señala que la experiencia del individuo sucede de manera simultánea en
tres niveles que integran la forma en que éste se relaciona con su mundo interior y
exterior, dicho de otra forma, son tres niveles en los que ocurre, sucede una
experiencia para el sujeto. Estos niveles son:
Cognitivo: “lo que me digo”, todo aquello que está conformado por el pensamiento,
el diálogo sostenido con el self, en el que se manifiestan las ideas, la imaginación y
los recuerdos. Se suele identificar con la vida interior aunque esta esfera se encuentra
determinada también por lo que la persona escucha a lo largo de su vida y le devuelve
una determinada imagen de sí mismo y del significado de sus experiencias
conformando la forma en que ocurre su aprendizaje y dando identidad a sus repuestas
ante las circunstancias.
Emocional: “qué emociones son las más emergentes” ante una circunstancia,
dependiendo del aprendizaje adquirido y que determina la capacidad para responder
con ciertas emociones en un grado más o menos permisivo ante el contacto llevado a
cabo con un dado objeto de conciencia.
Corporal: “sensación”, esta es la esfera más presente en cada persona puesto que el
cuerpo recibe sensaciones de forma continua que le son proporcionadas por el
entorno y por sus propios procesos orgánicos como la respiración, la digestión (Plaza
y Valdes, 2004), la circulación sanguínea, las funciones excretoras y los latidos del
corazón, entre otros.
Así pues, el individuo también experimenta el todo por medio de lo que le comunica
su cuerpo, su mente y sus emociones, conformando el self, mismo que se actualiza
inagotablemente por medio de su contacto consigo mismo y con el medio ambiente,
esto incluye todo tipo de sensaciones, pensamientos y emociones que pueden estar
vinculadas a objetos cualesquiera.
3.2 Concepto de Self
A fin de comprender al sujeto como protagonista de su historia es indispensable
reconocer que existe un órgano de contacto con la realidad y el interior propio del
individuo a esta estructura Freud la llamó “Yo”. No obstante, se han desarrollado
otros conceptos a través de la historia de la filosofía y la psicología. Se ha buscado
siempre la división del hombre y otrorgar la supremacía de la identidad a alguna de
estas partes entre las que encontramos nombres tan variables como alma, espíritu,
consciencia, voluntad, ego, centro y entre otros, el concepto de self acuñado por la
psicología moderna. Sin embargo, los sustentos teóricos del self tienen su inicio con
el arribo de la ciencia positivista de la que nace la psicología experimental y
posteriormente sobre el psicoanálisis. Es por este motivo que, en primer lugar, se
abordará brevemente la teoría de la estructura de la personalidad propuesta por Freud,
y posteriormente se entrará en otros conceptos que conceptualizan al órgano rector de
interacción con la realidad hasta llegar al denominado self, adoptado, entre otros
paradigmas de la psicología, por la Gestalt, enfoque desde el que se sustenta el
tratamiento-producto del presente trabajo.
El Yo aparece en el infante por medio de las sensaciones y experiencias que este va
acumulando ya desde el vientre de la madre y regula la existencia en relación con el
entorno basado en el principio de placer que tiene más congruencia con un enfoque
biológico que con uno psicológico, no obstante, esto ocurre porque el cuerpo existe
antes que el propio “Yo” como estructura psíquica, por esta razón, la subjetividad de
la relación del infante con su madre, su padre, hermanos y el resto del mundo
introduce, por medio del lenguaje los parámetros de conducta que permiten obtener
las respuestas más placenteras desde el ambiente y por lo tanto estarían enfocadas a
garantizar la supervivencia y el bienestar. Asimismo, el lenguaje juega un papel
fundamental para la estructuración de estas conductas, sentimientos, percepciones,
recuerdos, etc. Con los que el niño comienza a integrar su personalidad. El “órgano
rector” de este proceso es el Yo. Conforme el control de los impulsos va adquiriendo
mayor importancia para el proceso de socialización y desarrollo así también gana
terreno el principio de realidad, por lo que el niño aprenderá que no siempre su propia
satisfacción redunda en la satisfacción del otro y que esto a su vez, puede tener
consecuencias no deseadas por él. La imagen que se produce entre lo que el infante
desea y lo que puede obtener por medio de los demás también configuran al Yo.
En la tópica freudiana el Yo es una, de tres estructuras que rigen la vida psíquica del
sujeto, las otras dos son el Ello y el Súper-Yo.
El Ello es la estructura que contiene los fenómenos que no son abarcados,
catalogados, experimentados y finalmente interpretados por el funcionamiento del yo.
Esto quiere decir que se encuentran asociados a cargas libidinales inconscientes y se
manifiesta siguiendo solamente el principio de placer.
En contraste el Súper Yo está integrado por aquello que los padres y la sociedad van
inculcando al niño como pautas aceptables de conducta e ideales de interacción que
conforman escalas de valores y prototipos de personalidades que suponen ventajas de
tipo social para la convivencia y con esto el crecimiento de la civilización.
La palabra self es tomada por la psicología del término anglosajón que es utilizado
para referirse al sí mismo, este es por lo tanto un concepto sintético que, en cierta
forma, se halla en contraposición al concepto de Yo que es más bien analítico. En la
palabra self se puede incluir la tópica freudiana de las tres estructuras psíquicas y
añadir también no sólo el qué, sino el cómo la persona es capaz de experimentarse
desde la óptica del otro. Es decir, en la conformación del self se encuentra incluida la
vida interior y exterior del sujeto, su cuerpo, su entorno físico y social, su consciente
y su inconsciente. Es el “todo” del que se compone la persona, la integración total de
sus partes y el resultado de su interacción mutua hacia dentro y fuera de sí mismo.
“El sí-mismo es una construcción activa del individuo a lo largo de su vida, la
búsqueda activa de la coherencia sistémica, como modo humano de experimentar el
mundo y a uno mismo”. Winnicott, D. W. (1993/1965)
Por lo tanto self es un concepto más amplio y adecuado para expresar la existencia en
términos del aquí y el ahora. No depende de la linealidad temporal espacial que
fragmenta al individuo en el psicoanálisis.
Reconocer el self, por lo tanto, es reconocer el potencial infinito de creatividad y
autoorganización del ser humano en términos de una relación auto homeostática.
Lo anterior implica que para conformarse el self, debe atravesarse por una serie de
experiencias de diferente valor y significado, esto incluye desde experiencias cotidianas
como caminar, comer, cepillarse los dientes etc. hasta experiencias más elaboradas como
discusiones, producciones, relaciones amorosas, esfuerzos intelectuales y demás.
Cada experiencia ocurre motivada por una necesidad del individuo que necesita ser
satisfecha. Es decir lo que mantiene en constante movimiento a la persona es precisamente su
requerimiento de algunas cosas para lograr, en primera instancia, la supervivencia y a
continuación transitar hacia necesidades de seguridad, afecto, pertenencia y realización. Para
alcanzar la satisfacción de dichas necesidades el ser humano cuenta con herramientas propias
que le son inherentes o bien las ha aprendido por medio de intentos y aprendizaje
experimental.
Debido a que las experiencias son singulares el sujeto es también singular en cada instante de
su existencia, pero la forma en que obtiene la satisfacción, en la medida que esta sea más o
menos funcional o adecuada, genera aprendizajes o bien, conductas neuróticas constituidas
por experiencias en las que no se ha contado con herramientas suficientes para alcanzar una
satisfacción plena en significado.
De esto deriva la importancia de la forma en que el Self va integrando a su estructura los
elementos que satisfacen la necesidad, es decir, la forma en que hace contacto con su realidad
y las personas que interactúan con él dentro de la misma.
3.3 Contacto
Para dar inicio a este tema de crucial interés en el desarrollo del trabajo monográfico
se debe hacer hincapié en que para el enfoque que maneja el documento presente el
contacto es la herramienta fundamental que proporciona significado a la experiencia y
al propio self del sujeto, le aporta un conocimiento directo de la realidad y, aunque
sólo representa una de las fases del ciclo de la experiencia, su importancia radica en
que concede al individuo una percepción del mundo y de sí mismo. Proporciona
significado a las representaciones interiores y las sensaciones, así como al aprendizaje
obtenido del medio ambiente, las relaciones familiares, sociales, laborales, de amistad
y demás clase de relaciones que afectan y configuran al self del adolescente.
Contacto es, por definición etimológica, equivalente a tocar, tocar con las manos,
sentir con la piel, utilizar el sentido del tacto. El tacto es el primero de los sentidos
especiales que se desarrolla en la vida intrauterina, el niño sumergido en el líquido
amniótico es capaz de sentir su propia agitación dentro del cuerpo de la madre e
incluso sus movimientos intestinales. La primera sensación del mundo es a través de
la piel, que es el órgano de contacto por excelencia, el más vasto del cuerpo humano
y el que produce una imagen más definida del límite entre el self y el mundo. El tacto
frío de las manos del médico o la partera, la temperatura del aire de la habitación,
serán las primeras impresiones de la realidad que quedan en la conciencia corporal.
A medida que el niño crece, otros sentidos empiezan a cobrar mayor importancia,
principalmente la vista, para la cual el cerebro destina la mayor proporción de
recursos. Esta predominancia de la vista sobre los demás sentidos tiene repercusiones
a nivel evolutivo de la forma en que hemos construido la realidad, en sí, la forma en
que hemos construido la sociedad y los entornos físicos en los que nos
desenvolvemos.
El tacto ha pasado a un segundo término en la vida cotidiana, lo que se siente con la
piel no tiene la relevancia de lo que se ve con los ojos. El mundo está construido para
ser visto y, sin una imagen, la experiencia del individuo se hace abstracta, engañosa y
dubitativa.
De ahí que la ciencia se desarrolle sobre la evidencia, es decir, lo visible, lo que tiee
una imagen o puede ser representado por una. Las experiencias táctiles tienden a ser
interpretadas como subjetivas porque es más difícil producir una imagen de una
sensación que de un objeto, o el esquema de un concepto.
Por esto mismo, la acepción de contacto ha cambiado en su contenido cualitativo y,
por medio de la elaboración conceptual se denomina contacto a la forma abstracta de
“sentir”, aún en ausencia de la sensación. Esto es, poder disparar una reacción en el
cuerpo por medio de una imagen que pone en contacto al individuo con su
experiencia de forma simbólica o real. Esto significa que la persona puede establecer
contacto con cualquier objeto de conciencia que represente un satisfactor deseable o
incluso un estímulo aversivo.
En el ciclo de la experiencia gestáltico, la conciencia de una determinada necesidad
moviliza un proceso orgánico que finaliza con el contacto establecido entre el
individuo y el objeto de conciencia que puede ser satisfaciente o no.
Se debe aclarar que al mencionar el objeto de conciencia se hace referencia a lo que
puede ser otro sujeto o bien de un suceso tal que cumpla, o el individuo crea que
cumple, con cubrir la mencionada necesidad.
En el ciclo de la experiencia, el contacto es la fase en la que el individuo, después de
haber sentido una urgencia derivada de sus sensaciones e ideas en el interior (parte
pasiva) ha logrado concebir un objeto que le proporcione satisfacción, ha movilizado
su energía hacia la consecución del mismo y finalmente ha logrado alcanzarlo para
comenzar el cierre de dicha experiencia.
Un contacto satisfactorio implica que el individuo ha sentido una necesidad, ha
concebido una forma de satisfacerla (un objeto de conciencia) y al momento de
obtenerlo es capaz de aprovechar sus cualidades a favor de su homeostasis. Este
objeto de conciencia le brinda al sujeto lo que necesita y lo hace mantener el
equilibrio, conservar el proceso de evolución y crecimiento.
Cuando el contacto es satisfactorio, la persona se percibe completa en el momento
mismo en que ocurre. Es consciente de lo que le aporta e integra a su self la
experiencia como un momento de identificación que al terminar no deja rastro de
afectividad neurótica. El sujeto experimenta el momento con toda intensidad y
conciencia, pero al terminar, e integrar lo valioso de la misma debe ser capaz de
regresar a un estado de reposo donde pueda percatarse de nuevas sensaciones.
No obstante, el problema con el contacto es que generalmente tiende a ser establecido
sobre una imagen errónea del satisfactor. Al ser una imagen omite las cualidades de la
experiencia de contacto real con el satisfactor deseado. Es decir, la persona no cuenta
con experiencias previas que hayan quedado realmente satisfechas en el punto de
contacto y las más cercanas están ligadas a imágenes de toda índole.
La cuestión fundamental con el paciente fóbico será reenseñar la forma de hacer
contacto con la realidad para generar experiencias auténticas que le muestren cómo
ha elegido satisfactores erróneos alrededor de experiencias traumáticas y cómo lograr
la congruencia entre la sensación, la formación de figura y la experiencia de contacto.
Sin embargo, cabe recordar que, el paciente fóbico ha establecido un bloque
neurótico que le impide sentirse cómodo en presencia de un determinado objeto de
conciencia que ha sido elegido para sustituir a otro con mayor significación.
Para el enfoque gestáltico, la persona ha optado por la reacción fóbica como
herramienta para afrontar una experiencia que aún no puede quedar satisfecha. Esto
conlleva la aparición de resistencias que tienen lugar en episodios con ciertas
características que inquietan a la persona que las está vivenciando. Esto es, se
producen fronteras de contacto entre el self y sus objetos de conciencia.
3.4 Fronteras de Contacto y Acompañamiento Ante las Fobias
A continuación se abordarán los aspectos principales de la teoría que sustenta el
trabajo en la frontera de contacto y el proceder del psicólogo en este campo para
lograr un acompañamiento y/o trabajo psicológico efectivo y de calidez humana con
el paciente, con el adolescente fóbico y en general con el consultante que acuda.
En primer lugar, es importante conocer a detalle el sustento teórico de las fronteras de
contacto, ya que es a través de este sustento que trabaja el modelo práctico. La teoría
propicia el marco sobre el que puede ser establecida la relación entre el joven
adolescente y su psicólogo en una cooperación mutua para el autodescubrimiento, la
comprensión y la trascendencia de un problema de salud mental que afecta la
totalidad del individuo como lo hacen las fobias en su carácter de trastorno de
ansiedad.
Frontera de contacto es uno de los conceptos del trabajo psicológico en el enfoque
Gestalt más importantes y también uno de los que presentan mayor dificultad para su
entendimiento y manejo.
La frontera de contacto surge entre dos personas cuando una de ellas se aproxima al
límite donde pueden estar cómodas durante un momento de contacto relacionado con
el proceso particular a través del cual están interactuando.
Esto se puede ejemplificar de la siguiente forma: A tuvo un padre que, cuando A se
enojaba, éste levantaba la voz y su madre le respondía con sarcasmo e ironía, por lo
que A aprendió a expresar su enojo de forma muy empobrecida e inadecuada. No
obstante A se permite ir más lejos al expresar su enojo con su hermano, ya que él no
le resulta tan amenazante. En este ejemplo se puede observar que la frontera de
contacto está representada por X partes esenciales:
A-sujeto
Padre- levanta la voz
Madre- sarcástica e irónica
Hermano- no amenazante
Emoción- enojo
De estos elementos, el que permite la interacción en un momento determinado es la
emoción del enojo, es el escenario sobre el que se desarrollan las acciones expresivas
de los sujetos interactuantes y la comodidad de A con respecto a esta interacción es
variable dependiendo del sujeto con el que interactúa.
Cuando se habla de fronteras de contacto, usualmente se aborda la relación sujeto-
sujeto, no obstante, considerando la naturaleza del fenómeno estudiado es posible
enmarcar un objeto fóbico como un objeto de conciencia que satisface la necesidad de
desplazar un síntoma neurótico hacia un símbolo determinado, dicho objeto hace que
se forme una distancia psíquica hacia una parte del propio self que no encuentra la
forma de cerrar un ciclo de experiencia en torno a un acontecimiento con carga de
estrés y/o ansiedad.
La distancia psíquica entre el sujeto y su elaboración de la situación es por sí misma
una frontera de contacto que emerge cuando el individuo intenta confrontar en el aquí
y el ahora una situación u objeto simbólico que contiene la percepción sensorial,
emocional y cognitiva del evento cuyo significado despierta la incomodidad en el
contacto y perpetúa la insatisfacción de la necesidad original detrás de la fobia.
Por lo anterior se puede deducir que la frontera de contacto se establece no sólo en
relación al objeto fóbico como satisfactor neurótico de una experiencia inconclusa,
sino con el sujeto u objeto de conciencia que la puede satisfacer en el aquí y en el
ahora. Pero también se establece esta frontera entre el sujeto y su self aún en ausencia
del sujeto u objeto satisfaciente, sólo que este se encuentra interiorizado en un nivel
inconsciente.
Para ejemplificar lo anterior, se pueden disponer los elementos de la siguiente forma:
A tiene musofobia (fobia a los ratones) a raíz de experiencias traumáticas en la
relación con un padre violento.
A – Sujeto
Padre – Sujeto que produjo experiencias traumáticas
Ratón – Objeto fóbico/ símbolo, es el objeto que satisface de forma neurótica la
solución del conflicto con el padre
Emociones – temor y odio
En este caso las emociones se unen al símbolo para formar el escenario de expresión
emocional del sujeto que carece de otro sujeto interactuante en el exterior. Sin
embargo, en el interior de A el padre es ese otro sujeto que produjo las experiencias
traumáticas y sólo en la interacción con él se puede resolver el conflicto neurótico
que sustenta la respuesta fóbica antes los ratones que presenta. En todo caso, la
interacción se manifiesta con el objeto fóbico en sustitución de aquélla que puede
satisfacer la necesidad original.
El trabajo psicológico en las fronteras de contacto implica un trabajo a nivel de la
energía orgánica disponible en el individuo. Esto es, la energía que se produce
durante el ciclo de la experiencia sigue un curso de transformación que lleva de la
pasividad hacia la actividad y reinicia cíclicamente desde la pasividad. Al emerger las
fronteras de contacto en el individuo, la energía disponible para que alcance su
homeostasis se reduce, se vuelve menor ya que se encuentra enfocada en restringir su
avance y buscar una zona de seguridad para que el self interactúe con el mundo y
consigo mismo.
La base del pensamiento Gestalt es que la mente y el cuerpo están unidos e integrados
de forma inseparable lo que nos lleva a la conclusión de que las fronteras de contacto
ayudan a definir la totalidad del self. Dan al self total forma y contorno que ayudan a
definir los límites de la persona para expresarse en el ambiente en un momento dado.
“La comprensión de las fronteras de contacto permite al psicólogo trabajar en los
límites de los pacientes a fin de ayudarlo a comprender cómo facilitar el cambio sin
afectar o lastimar o crear una consecuencia iatrogénica.”(SHUB N, 2002 p. 11)
Desde el punto de vista holístico que maneja Shub, este es el primer punto teórico
relativo a las fronteras de contacto, por medio del cual se puede entender que estas
son las formas del self de proteger a la persona en su totalidad y crear oportunidades
y puntos de elección para que la persona pueda estar segura en el ambiente.
Asimismo es importante comprender que de no respetarse dichas fronteras, se pueden
derivar consecuencias del propio trabajo psicológico, al tratar de suprimir un síntoma,
como en el caso de las fobias por medio de la exposición al estímulo fóbico, a que no
es sólo la sensación la que trabaja sino la totalidad del individuo participa en la
experiencia, por lo que, como se ha expresado anteriormente, la persona puede
desplazar la energía hasta entonces, canalizada en el síntoma hacia una parte más
profunda de su self y generar otros conflictos de ansiedad.
“El segundo principio importante en relación a las fronteras de contacto es cómo estas
facilitan y son parte de la organización del self”(SHUB N, 2002 p.13)
Esto quiere decir que las fronteras de contacto ayudan a dar sentido a la experiencia y
al significado que esta adquiere. Cuando una persona llega al límite de su experiencia
y empuja para permitir que algo nuevo suceda, esta experiencia tiende a ser altamente
significativa pues implica el aprendizaje fuera de los límites del self, mismo que a
partir de un acontecimiento se ha modificado de forma permanente. Cuando una
persona flexibiliza sus fronteras de contacto, redescubre su sentido en el tiempo y
espacio ya que se vuelve capaz de concientizar sus propias necesidades y encuentra
nuevas formas de satisfacerlas. Las fronteras de contacto no solamente son límites
sino también funcionan como puertas hacia el aprendizaje.
“El tercer principio básico sobre las fronteras de contacto es el impacto del self y el
otro en el campo dinámico” (SHUB N, 2002 p.16)
Una frontera de contacto emerge cuando la persona intenta establecer contacto con
otro, con algún sujeto-objeto de conciencia y esto ocurre en una situación
determinada con otros objetos disponibles en el espacio en el que ocurre la
experiencia. Cuando la frontera comienza a emerger, algunas figuras dentro del
campo empiezan a emerger con mayor intensidad ante la percepción del individuo,
bien sea por la relevancia que tienen en el momento que se desarrolla la acción o bien
por la significación adquirida en experiencias pasadas como forma de enfrentar estos
episodios en donde la aparición de las fronteras suele desencadenar sensaciones y/o
emociones más intensas.
Retomando el ejemplo del encuentro con un perro, se podrá visualizar que la persona
se desplaza a través de un cierto campo dinámico en el que se encuentran disponibles
muchos objetos. Cuando esta persona visualiza al perro emerge de inmediato la
frontera de contacto. La distancia que haya entre la persona y el objeto fóbico es
importante porque dentro del campo pueden encontrarse otros objetos que pudieran
ser relevantes como medio de defensa o bien de escape. Elementos como una vara
tirada en el suelo, rocas y bien la esquina más cercana parecen cobrar mayor
importancia dentro del campo dinámico de la persona y no aparecen más opciones
disponibles. Esto por sí mismo ocasiona un límite en la visualización del conflicto.
Conforme se aumente la intensidad de la reacción fóbica las acciones de la persona
tenderán más a hacerse de los elementos que mejor le ayuden a enfrentar o evadir su
contacto en esa frontera.
Se debe tener presente que la persona fóbica no se permite entrar en contacto ni con
el objeto exterior ni tampoco con el conflicto interior en este representado. Por lo
tanto, cuando la frontera de contacto se manifiesta en la persona fóbica, lo hace en
dos direcciones, hacia adentro y hacia afuera. El paciente que llega a consulta no
tiene conciencia de que existen otros elementos en su campo dinámico interior para
resolver su problemática porque cada vez que emerge su frontera de contacto, los
elementos más importantes quedarán asociados al estímulo exterior. El trabajo en la
frontera de contacto y su flexibilización tendrá que suceder hacia el interior y hacia el
exterior para lograr que la persona se sienta cada vez más cómoda en el contacto con
el objeto temido y con la figura que sustenta el conflicto interno.
En reusmen de este tercer principio puede decirse que cuando la persona se aproxima
a su frontera de contacto pierde la capacidad de experimentar el campo más amplio,
enfocándose cada vez más en una figura reducida (el objeto fóbico) que les ayuda a
definir su punto de contacto con la experiencia. También cabe señalar que se reduce
la habilidad para ver partes del campo que pueden ser utilizadas para la resolución del
conflicto y para buscar algún apoyo externo que ayude a flexibilizar y ampliar dicha
frontera a fin de avanzar y crecer más allá del momento en el que se alcanza el límite.
Por último, se hace hincapié en la magnificación que se tiene del objeto de conciencia
con respecto al campo dinámico por la carga afectiva que posee dicho objeto.
“Asimismo debe ser comprendido el concepto de zonas, la zona cercana, la frontera
en sí y la zona lejana”(SHUB N, 2002, p. 26)
Cuando se inicia un episodio de contacto y la persona puede interactuar con libertad y
sintiéndose cómodo a eso se le conoce como zona cercana. La zona cercana se
extiende hasta un punto anterior a la proximidad con la frontera de contacto, en esta
zona no emerge ninguna resistencia y la persona se experimenta a sí misma como
capaz de fluir con la experiencia que está aconteciendo en ese mismo momento.
En la zona cercana se desarrollan la mayor parte de nuestras experiencias cotidianas
como el aseo personal, ir al trabajo, limpiar la casa, salir de compras, recordando en
todo momento que cada experiencia puede tener un significado diferente para cada
persona y lo que resulta cómodo para unas no lo es para otras. No obstante, se citan
estos ejemplos por mencionar una normalidad estadística. En esta zona cercana la
persona tiene experiencias que ella misma considera normales, cómodas, no hay reto
ni peligro dentro de esta zona.
La aparición de resistencias señalan que la persona se está moviendo hacia el límite
de la zona cercana y por lo tanto a la frontera de contacto. Este acercamiento es
proporcional, cuanto más cerca se encuentre la persona de su frontera mayor será la
resistencia o las resistencias presentes en ella, habrá retroflexión, deflexión y
confluencia.
“A fin de crear un ambiente sensible y seguro en donde el paciente pueda crecer, se
debe poseer habilidad en la detección de señales físicas que indican que el paciente se
está moviendo hacia su frontera de contacto” (SHUB N, 2002 p. 27)
Cuando una persona es llevada al trabajo en la zona lejana se está buscando en el
trabajo psicológico que el paciente experimente la novedad de dichas experiencias
con la seguridad de contar con apoyo y aceptación. Se hace en un entorno propicio
para el crecimiento donde se le provee de herramientas y autoconfianza para ir más
allá. No obstante, también en su propio proceso de vida el paciente puede ser llevado
a experiencias más allá de su frontera de contacto en la zona lejana.
“Existen diferentes reacciones típicas ante la situación de estar más allá de la frontera
de contacto. La primera reacción es cerrarse y no sentir nada” (SHUB N, 2002 p. 40)
Se debe tener en cuenta que cerrarse y no sentir nada en Gestalt equivale a
desensibilización, no obstante, es de interés retomar la participación del papel
fisiológico que explica esta reacción sumamente común en pacientes fóbicos.
Generalmente, de acuerdo a lo expuesto en el segundo capítulo de este documento los
pacientes con fobia a las inyecciones, sangre y lesiones suelen presentar reacciones de
desvanecimiento, desmayo. Esto, como se puede retomar en este punto se
corresponde con una de las reacciones primarias del miedo: la inmovilidad y el
desmayo, programadas para evitar el sufrimiento ante peligros catastróficos.
Una segunda reacción es inundarse y sobrecargarse con el afecto que surge al ser
llevado más allá de la frontera de contacto. Una vez que se ha traspasado el límite la
persona puede sobrecargarse con la ansiedad experimentada en el momento. Debe
tenerse presente que una reacción fisiológica a la ansiedad dispara la respuesta de
huída, con el flujo de adrenalina que prepara al cuerpo para correr. De esta forma, en
un plano más sofisticado donde interviene el self y las fronteras de contacto como
medio de delimitación entre el interior y el exterior, la respuesta puede derivar en
deflexión, es decir, la persona se aleja del objeto de conciencia, del objeto fóbico en
su campo dinámico exterior y se aleja de su conflicto neurótico en el campo dinámico
interior. Esto es, l apersona presenta una reacción de huida más simbólica, más
intelectualizada o de una forma más inconsciente pero a través de su self y no de su
organismo.
La tercera reacción posible es el enojo contra aquello que está forzando al individuo
más allá de su frontera de contacto. Debe ser tomada en cuenta, una vez más, la
correlación existente entre la respuesta de enojo y la reacción de lucha disparada por
las catecolaminas ante el miedo. Aunque en el caso e la fobia, no existe la respuesta
de lucha ante el estímulo fóbico. Esto puede ser de gran ayuda en el diagnóstico de la
fobia específica, si el paciente presenta una reacción de lucha ante el estímulo,
entonces no se puede diagnosticar la fobia, ya que, de acuerdo con los criterios
sustentados en el DSM V, la evitación es uno de los criterios indispensables para el
emitir el diagnóstico.
Ahora se está abordando la fobia de una manera más sutil y compleja por la añadidura
del concepto del self sobre el padecimiento, no obstante, la relación cuerpo mente
queda de manifiesto cuando se analiza la participación del sistema biológico, su
intervención claramente expresada en la producción psíquica que hace el self a través
de su frontera de contacto, de ahí que sea tan vital la flexibilización de la frontera de
contacto en el paciente fóbico, pues esto le permite tocar el fondo de su experiencia
neurótica y descubrir otras opciones de apoyo en el campo de su vida interior y en el
exterior con el acompañamiento psicológico.
A fin de acompañar al paciente fóbico en un proceso de trabajo psicológico en las
fronteras de contacto se deben tener en cuenta algunas cuestiones importantes: “la
importancia del trabajo de base y darse cuenta, la multiplicidad del potencial de las
fronteras de contacto y la importancia de regresar al paciente a la zona cercana”
(SHUB N, 2002, p. 60).
Lo que plantea Shub es que estos son los aspectos más importantes a tener en cuenta
como profesional de la salud mental para realizar un acompañamiento adecuado en el
trabajo en fronteras de contacto.
El primer punto es el trabajo de base y la capacidad de darse cuenta que tenga
desarrollada el paciente. El trabajo en fronteras de contacto requiere de un nivel
suficiente de darse cuenta por parte del paciente, de manera que pueda reportar con
precisión sus experiencias internas al llegar a hacer el trabajo. Cuando la resistencia
está emergiendo o que el psicólogo no está dando suficiente apoyo para ayudar al
paciente a comprender que se está aproximando a una frontera de contacto. A fin de
mantenerse seguros, los pacientes necesitan herramientas para comprender cuando se
acercan y las resistencias que emergen en este proceso.
Con un adecuado trabajo de base y habilidad en darse cuenta, los pacientes serán
capaces de participar en el proceso de definición de sus fronteras de contacto al
compartir en el proceso de acompañamiento, a seguir trabajando dentro y fuera de
dicho proceso y en su experiencia de vida cotidiana, ya que el psicólogo no siempre
puede ver cuándo una frontera de contacto se está formando internamente.
“Es necesario comprender el potencial de multiplicidad de las fronteras de contacto”
(SHUB, 2002 p.64)
Además de comprener la importancia del trabajo de base y darse cuenta es necesario
para el psicólogo comprender el concepto de la multiplicidad del potencial de las
fronteras de contacto así como el hecho de que las fronteras no están sólidamente
definidas por el sujeto. Esto quiere decir que son un fenómeno flexible y cambiante
que depende no solamente de la persona que las experimenta sino que también están
reguladas por los objetos o sujetos presentes en el campo dinámico de la persona. No
se puede esperar la misma reacción ante el mismo estímulo si algo en el ambiente es
diferente.
Para el adolescente fóbico, como se puede recordar, es común tener tres o más
objetos fóbicos, esto se debe a que los objetos de conciencia percibidos en el interior
varían según su significación y carga afectiva, reproduciendo la situación en los
objetos fóbicos que representan su conflicto. Cada objeto representa una parte del
conflicto que atraviesa el paciente y la intensidad de su respuesta estará en función de
su proximidad al objeto en el campo dinámico, sea que esta aproximación se realice
en el interior o en el exterior y a su vez estará influida por la presencia de otros
agentes en el campo que tengan una significación en la forma en que sea definido el
contacto. Por ejemplo, se puede retomar en este punto la importancia de la esfera
social que plantea Sarason, ya que es a nivel social donde se establecen las pautas de
normalidad por medio de la estadística. Es posible que la manifestación de la
respuesta fóbica quede encubierta si la situación social es aún más abrumadora que el
propio objeto fóbico, al verse inundado de ansiedad, el adolescente, para quien la
socialización es vital puede presentar conductas evasivas como el aislamiento
desencadenando todo un esquema disfuncional en su existencia. Póngase por ejemplo
en el caso de la fobia escolar, un alumno que debe exponer un tema, por un lado su
deber es cumplir para obtener una calificación aprobatoria, esta es la presión social
que experimenta y lo lleva a experimentar su zona lejana. En el otro extremo, el
adolescente siente las resistencias que le indican que está acercándose, que ya se
encuentra en, o que ha sobrepasado su frontera de contacto con el objeto de
conciencia. A medida que crece la ansiedad, en la zona lejana, es posible que el
adolescente esté enfrentando sus sensaciones más allá de la frontera de contacto sin el
apoyo necesario y no tenga lugar ninguna flexibilización, ningún aprendizaje, ningún
crecimiento. La insensibilidad ante la situación sólo provocarán su parálisis y los
resultados a nivel académico pronto dejarán de ser satisfactorios originando todo tipo
de problemas en el ambiente familiar.
En el plano concreto si el adolescente debe exponer un tema ante la clase, su
experiencia comenzará desde el momento en que le es asignada la tarea de exponer,
ya en ese momento experimentará alguna resistencia propiciada por la anticipación de
la experiencia cumbre que, en este caso, es estar frente al grupo y los sentimientos de
vergüenza por la crítica que pueda realizar el profesor sobre él. En el momento de
iniciar a preparar el tema seguramente surgirán toda clase de resistencias como la
postergación y la deflexión al momento de iniciar y realizar la actividad preparatoria.
Si la ansiedad es muy fuerte incluso dejará de realizar la preparación de su exposición
y reflejará consecuencias como el incumplimiento, por lo que de antemano, la
evitación de la experiencia cumbre acarreará otros problemas de tipo funcional en la
familia y el ámbito escolar. Si la frontera de contacto es más amplia, el adolescente
llegará preparado al momento de la experiencia cumbre pero una vez ahí, el contacto
presentará autointerrupción con una retroflexión, deflexión o confluencia. Una vez en
la clase el joven ya estará más allá de su frontera de contacto y puede estar totalmente
insensibilizado, por ejemplo, por lo que tal vez pase al frente y exponga, no obstante,
la falta de apoyo, propiciará que la insensibilidad anule el significado positivo de la
experiencia donde el joven pudo aprender que sí es capaz de estar frente a un grupo y
ser positivamente valorado por los demás y, en cambio, será una experiencia que
refuerce su temor hacia esta situación inducida por el desagradable sentimiento de
ausencia ante la vivencia.
Lo anterior es sólo un ejemplo de cuán necesario es el apoyo psicológico para el
adolescente fóbico a fin de flexibilizar su proceso de aprendizaje en las fronteras de
contacto. Para permitirle ir más allá de estas comprendiendo su significado y
resignificando el sentido de sus acciones en el campo dinámico donde se presenta el
objeto o situación temidos. Esto es lo que en realidad aportará crecimiento al
adolescente, le asignará nuevos límites a su self y le permitirá seguir
experimentándose como un organismo cambiante y flexible capaz de aprender de sus
experiencias y satisfacer de forma funcional cada una de las necesidades que se le van
presentando en la vida.
De lo anterior se deriva la siguiente situación básica a tener en cuenta para el
psicólogo que trabaja con el adolescente fóbico por medio de sus fronteras de
contacto: “el incremento de la flexibilidad de las fronteras de contacto, y la
importancia de regresar a la zona cercana” (SHUB, 2002 p.70)
Es necesario para el psicólogo comprender que ampliar una frontera de contacto en
una situación segura y empujar paulatinamente no es el fin de la experiencia de
flexibilizar fronteras de contacto. Es sólo parte del proceso. El paso siguiente es la
retirada o dejar que la frontera se asiente por sí misma de nuevo al regresar a la
persona a la zona cercana en donde se sienta cómoda y segura nuevamente.
Retomando el ejemplo anterior, el psicólogo puede ensayar con el paciente la
exposición a situaciones sociales similares en donde se presenten los signos de
resistencia en la frontera de contacto a los que se ocasionan cuando el adolescente va
a exponer un tema frente al grupo. Esto ayudará en primer lugar a trabajar con el
campo exterior del individuo y a identificar los límites de su self para autorregularse.
Después de haber expandido la frontera de contacto, es necesario acompañar al joven
de regreso a su zona cercana para que se sienta libre y fluya con el momento para
integrar al self lo que se acaba de obtener por medio de la experiencia nueva. La
integración de los nuevos límites sólo será posible si la retirada se realiza con éxito y
esto es de fundamental importancia para reproducir el proceso en ocasiones
posteriores y permitir el crecimiento del joven fóbico por medio del trabajo en sus
fronteras de contacto.
A continuación la identificación de las fronteras en el campo dinámico externo
pueden trabajarse como la representación del campo dinámico interno con los
conflictos que el adolescente está experimentando a través de su proceso de
desarrollo y crecimiento identificando los elementos más significativos de su vida
emocional y mental, así como las figuras conflictivas que impiden dar cierres
satisfactorios a las experiencias intrapsíquicas.
“La retirada brinda el espacio y tiempo necesarios para que el psicólogo reconozca
los logros alcanzados por el paciente” (SHUB N, 2002 p.73)
Esta experiencia debe servir para reforzar la idea de que el crecimiento es posible, y
que potencialmente se abre la puerta a la autoestima equilibrada al hablar de los
logros obtenidos al incursionar en la zona lejana.
Otro grupo de aspectos importantes a tomar en cuenta para el trabajo de las fobias con
adolescentes en la frontera de contacto es: “notar cuando la energía del paciente
disminuye, no tener demasiado tiempo al paciente en la frontera de contacto, respetar
su necesidad de retirarse y darse cuenta cuando hay que trabajar las propias fronteras
del orientador.
A fin de notar cuando la energía del adolescente disminuye es importante resaltar que
“la resistencia siempre es una señal de la experiencia de frontera de contacto” (SHUB
N, 2002 p. 76) Sin embargo, no siempre es posible que el paciente o el psicólogo se
den cuenta completamente de las resistencias que operan por fuera del darse cuenta y
no notar la disminución de su proceso que señala su aproximación a la frontera de
contacto.
Una forma de destacar la aproximación es precisamente notar que al avanzar en la
zona cercana su energía disminuye. La disminución de la energía aunque vaya
acompañada de un aumento en la agitación o de estrés es una forma de sentir que se
acerca a la frontera de contacto.
Puede que el adolescente presente aún mayor ansiedad ante la situación estresante o
el objeto de conciencia, sin embargo, su energía durante el proceso de alejamiento y
retirada se verá disminuida y se manifestará bajo la ofrma de apatía o desinterés por
las sesiones, por lo que es importante destacar que esto es también una resistencia al
proceso y debe buscarse el darse cuenta del adolescente cuando esto ocurra.
Comprender las fronteras de contacto y responder respetuosamente a ellas es esencial
para el desarrollo de un trabajo psicológico efectivo. Siempre pueden presentarse
problemas en este sentido ya que no hay dos individuos iguales que puedan
interactuar, así que cada uno deberá luchar por compartir emociones, responder, dar
apoyo, dar, tomar y ser vulnerable. Esta aproximación por parte del psicólogo es la
base de la verdadera cercanía y permite construir una conexión de autotrascendencia
en la que el paciente recupere su habilidad y recursos para superar el objeto de sus
fobias hacia el interior y hacia el exterior.
Las fronteras de contacto, el trabajo en ellas y las sutilezas de la experiencia son
conceptos de alta importancia para el profesional de la salud mental cualquiera que
sea su enfoque teórico, es por esto que se ha elegido trabajar desde esta perspectiva
con elpaciente adolescente fóbico ya que en la medida de que cada uno logre
comprender sus propias fronteras y se esfuerce para ampliarlas tanto personal como
profesionalmente se tendrá siempre en mente que el potencial es posible todo el
tiempo y es una tarea de compromiso hacia sí mismo como profesional y hacia el
consultante.
CONCLUSIONES
El ser humano atraviesa por diferentes etapas a través de su ciclo vital. La vida es un
viaje en el que se experimentan todo tipo de situaciones y en las que las únicas
constantes son el cambio y la incertidumbre. En el punto crítico de la transformación
humana se encuentra la adolescencia. El adolescente es el ser que dará lugar a la
culminación de todos los procesos y experiencias infantiles. Durante la adolescencia
suceden tantos cambios y de forma tan vertiginosa que la incertidumbre presente en la
vida nunca ha sido hasta ese momento, ni será otra vez, en la vida adulta, tan
desconcertante como lo es en la adolescencia. El adolescente es la metáfora
encarnada de la búsqueda, del descubrimiento y el despertar. La multitud de cambios
físicos, `psicológicos y sociales a los que se expone provocan una revolución de su
realidad de la que, al final ha de emerger un ser total, que seguirá cambiando y
evolucionando, pero del cual obtendrá los cimientos de todo comportamiento,
conciencia y apreciación futura sobre la existencia y la realidad. El cuerpo del
adolescente es el contenedor de la transformación más importante y trascendental.
Sus relaciones con los demás moldean de forma tan significativa su self como las
hormonas van modificando su esquema corporal. De ahí su vulnerabilidad, su
fragilidad.
¿Cómo puede un ser tan frágil encajar en un mundo que a su vez es exigente,
competitivo y en el que se debe cumplir con una expectativa para satisfacer
determinados criterios de realidad? De forma sorprendente los jóvenes están dotados
de resiliencia única que les permite trascender, en su mayoría, por medio de todo el
caos a su alrededor y en su interior. No obstante, algunos son más vulnerables y
tienden a comportarse de formas inadecuadas, desarrollan herramientas menos
funcionales que los protegen contra la vorágine de cambios, exigencias, normas,
prejuicios y necesidades propias y ajenas que deben ser satisfechas por su ser que
apenas se encuentra en formación, en proceso de auto descubrimiento, en medio de la
metamorfosis más delicada por la que atraviesa el ser humano. Como se ha podido
constatar a lo largo de este trabajo, el resultado es una cantidad de ansiedad, que en
algunas ocasiones, resulta intolerable para el adolescente, y desarrolla algunos
trastornos por ansiedad, entre los que se hallan las fobias.
Se ha encontrado en el desarrollo del presente que las fobas son una entidad
psicopatológica presente en una proporción considerable de la población a nivel
mundial, de acuerdo a datos estadísticos extraídos de diversas fuentes y constatados
en el Manual de Diagnóstico para los Trastornos Mentales en su quinta versión, es un
problema común pocas veces tratado y motivo de vergüenza para muchas personas,
especialmente difícil de aceptar para los adolescentes quienes se encuentran tratando
de cumplir con todas las expectativas que la sociedad tiene de ellos y buscando su
propio lugar en el mundo.
Se ha observado también que las causas son multifactoriales y las reacciones a los
objetos fóbicos están en función de respuestas primarias ligadas al sistema límbico,
por lo que son casi independientes de la consciencia, lo que las hace más difíciles de
tratar y reconocer.
También se ha tratado a lo largo de este texto algunas de las opciones más frecuentes
y exitosas para su tratamiento, poniendo en tela de juicio el nivel de éxito de estos
métodos cuando ignoran la vida interior del paciente y se enfocan en suprimir la
conducta sin ver la problemática que sostiene el síntoma.
Ante esta situación se ha expuesto con detalle la alternativa ofrecida desde el enfoque
Gestalt por medio del trabajo psicológico enfocado en las fronteras de contacto.
Explicando la forma correcta de acompañar al adolescente a un encuentro con su
potencial de aprendizaje y superación de sus limitantes en el contacto con sus objetos
de conciencia, ayudándolo a satisfacer las necesidades que tiene y permitiéndose
concientizar sus conflictos neuróticos para la resolución de la problemática que
sustenta el trastorno fóbico.
Así pues, se considera haber obtenido los datos relevantes necesarios para aportar una
síntesis de la entidad y su tratamiento, mismo que se expondrá más adelante en otras
líneas.
Hasta este momento se ha obtenido una experiencia significativa y satisfactoria en el
conocimiento del ser humano y sus necesidades como proceso crucial para la
realización y trascendencia de conflictos neuróticos y se espera que este documento
sirva para futuras consultas sobre el tema y sirva como guía para los profesionales
interesados en brindar un servicio más humano e integral sobre esta problemática en
específico, regularmente tan desatendida en el margen de la sociedad.
TRATAMIENTO DEL TEMA
A lo largo de la monografía se ha venido tratando los aspectos relevantes
para comprender al sujeto de estudio, la entidad clínica que lo afecta y el
trabajo psicológico a realizar.
El tratamiento se sugiere sea una conferencia dirigida a Psicólogos y
profesionales de la salud mental que tenga como finalidad orientar a
cerca de la detección de fobias entre otros trastornos de ansiedad, así
como discriminar si los comportamientos observados son normales o
anormales.
Los puntos a tratar dentro de la conferencia serán
Adolescencia y Desarrollo
En este punto se instruirá sobre las características de la adolescencia y se
sensibilizará para la comprensión de la vulnerabilidad que representa el
atravesar esta etapa del ciclo vital, así como las implicaciones que habrá
al trabajar con adolescentes desde todos los enfoques concernientes a la
práctica profesional.
Fobias y Otros Trastornos de Ansiedad
Aquí se desglosará la información existente sobre el padecimiento a
tratar y cómo lograr un diagnóstico efectivo para preparar estrategias de
intervención adeuadas.
El Trabajo Psicológico en la Frontera de Contacto con Adolescentes Ante las Fobias
Se destacará la importancia de trabajar de forma holística con el adolescente en sus
fronteras de contacto como método de aprendizaje y expansión de su conciencia hacia
el autodesarrollo. Asimismo se abordará la importancia de trabajar con el objeto
fóbico en el exterior y con el conflicto neurótico interior, flexibilizando las fronteras
de contacto del adolescente para lograr una mejor comprensión de sí mismo y que
esto redunde en un mejor proceso de identificación al concluir su etapa de
adolescencia.
Las expectativas sobre esta conferencia es que pueda ser impartida en congresos o
universidades que cuenten con la Licenciatura en Psicología como parte de la
formación en el área clínica indispensable para enfrentar el mundo de la práctica
profesional una vez concluidos los estudios.
Es la finalidad de esta conferencia, servir como instrumento de preparación para la
práctica y el desempeño profesional del Psicólogo que se encuentra en formación y
que en el futuro enfrentará al paciente cara a cara.