La humanización del espacio público: Capítulo II

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    Arq. Pablo Katz

    El surgimiento de la democracia en Atenas durante el siglo VI (A.C.)

    propuso una organizacin poltica original cuya finalidad era permitir

    una representatividad igualitaria de todos los ciudadanos dentro de

    la ciudad.

    Esta revolucin democrtica, efectuada bajo el control y la auto-

    ridad de Clstenes, encuentra su expresin espacial a travs de la

    existencia de un plan (damero, escuadra, ortogonalidad,) que dael carcter urbano a la ciudad, conceptualizada por Hipodamos de

    Mileto en el siglo V, A.C.

    Podramos decir tambin que el Espacio Pblico de la ciudad (civitas)

    occidental es la retranscripcin espacial del principio democrtico

    de equidad. El plan se esfuerza en preservar el carcter de igualdad

    ante la ley de los ciudadanos (civis)

    La ciudad ex-nihilo de los romanos est trazada a partir de dos ejes

    mayores, el cardo y el decumano. En la proximidad de la interseccinde los dos ejes tena lugar el foro, plaza central de la urbe, reagru-

    pando las funciones polticas, espirituales, judiciales y econmicas.

    Con excepcin de las ciudades aparecidas durante la Edad Media eu-

    ropea, las ciudades occidentales, desde su origen, se han constituido

    a partir de la definicin de sus espacios pblicos: la calle y la plaza.

    Espacio democrtico, espacio pblico, lugar de representacin y de

    intercambio, todas las civilizaciones urbanas han desarrollado losconocimientos para la creacin de sus espacios pblicos. Ellos re-

    presentan el grado de cultura y de poder econmico. Simbolizan la

    importancia que una sociedad destina a las relaciones entre ciuda-

    danos y la vida en comunidad.

    La ciudad de Buenos Aires pertenece, sin ninguna duda, a la larga

    tradicin de ciudades occidentales que tienen origen en la ciudad

    greco-romana a partir de su conformacin reticulada, en damero,

    representa una ilustracin arquetpica, heredera de 25 siglos de his-

    toria urbana.

    De la misma manera que el espacio pblico porteo encuentra su

    origen en la ciudad greco-romana, la construccin del espacio pri-

    vado se inspira fuertemente en el cdigo de Napolen. Tanto la nor-

    mativa urbanstica como la reglamentacin urbana son prstamos

    de la tradicin francesa.

    Espacio pblico democrtico, espacio privado concebido para ca-

    lificar al espacio pblico y preservar las condiciones de vida de los

    ciudadanos, esta doble pertenencia dio forma desde sus orgenes ala ciudad de Buenos Aires.

    Pero desde hace algunas dcadas las nuevas influencias salen a la

    luz. Descendiente de los Estados Unidos, ciertas caractersticas de

    la ciudad anglosajona han venido hibridando la metrpolis portea,

    de origen latino.

    Desde el punto de vista morfolgico, el surgir de los barrios cerra-

    dos, los country-clubes y otros guetos de clase en la periferia, vie-

    nen a responder en contrapunto al proceso de creacin de guetosde pobres, desencadenando una especializacin espacial y social

    del territorio que deteriora radicalmente la larga tradicin de mixtura

    urbana.

    La prdida de vitalidad del centro de la ciudad, con su inquietante

    corolario, la degradacin de los edificios y el espacio pblico, son la

    manifestacin tangible.

    Mientras que los centros de las ciudades europeas han conservado

    toda su vitalidad, numerosas ciudades norteamericanas han vistosus centros pauperizarse y sus poblaciones privilegiadas escoger los

    suburbios.

    La hora de la reconquista del centro no puede retrasarse ms en

    Buenos Aires, dado que el riesgo es llegar a un punto sin retorno.

    Cmo reconquistar el centro de la ciudad? Sin duda por medio de

    inversiones masivas en la recalificacin y la domesticacin de un

    espacio pblico devenido salvaje, violento, agresivo.

    Habr que desarrollar este proceso con coherencia medioambiental

    y en el marco de un programa de desarrollo sostenible. Devolverles

    Espacio pblico:espejo de una sociedad

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    su sitio a los peatones implica llevar ms lejos y ms decididamente

    una poltica ambiciosa de transportes pblicos. Implica concebir las

    nuevas infraestructuras para preservar el futuro. Un futuro donde los

    pasos a nivel cruzando rutas y vas del ferrocarril, las autopistas so-

    breelevadas, las avenidas urbanas de 10 carriles de circulacin, no

    sern ms que un mal recuerdo.

    Habr tambin que recobrar el control pblico del espacio comn.Cmo aceptar que los bienes del dominio pblico, las aceras, sean

    realizados por los vecinos.

    El espacio pblico debe ser concebido y realizado por la colectividad

    para la colectividad. En las baldosas de vereda, cordones, sumide-

    ros, luminarias, bancos, cestos de la basura, vegetacin, las ciuda-

    des representan su grado de cultura urbana.

    Todo esto fue importante en Buenos Aires. Puede y debe volver a serlo.

    Pero entonces, ciertos escollos tendrn que evitarse. Despus de

    dcadas del todo automvil, la Ciudad de Pars, como tantas otras,entr en un proceso de pacificacin del espacio pblico. Este pro-

    ceso necesario y legtimo, consistente en privilegiar los transportes

    pblicos y las circulaciones no contaminantes, desgraciadamente ha

    culminado en una sobre especializacin de los bienes del dominio

    pblico.

    Veamos los parques pblicos: Espacios de juego para los nios entre

    0 a 3 aos, otros para los de 3 a 6 aos, otros ms para los de 6 a

    10, y para los adolescentes; espacios para las prcticas deportivas,para las personas de edad y hasta para los perros.

    Los parques y los jardines se transforman as en una yuxtaposicin

    de espacios especializados y categoras, separados por cercos de

    alambre.

    Recordemos las plazas y jardines de nuestra infancia donde todos

    los usuarios coexistan en el mismo espacio polivalente. Acaso ya

    no sabemos vivir juntos?

    En el marco de mi trabajo de urbanista, en Francia, cuntas veces

    cit como ejemplo las plazas de Buenos Aires, abiertas da y noche,mientras que en Pars la inmensa mayora de los espacios verdes de

    la ciudad estn rodeados de rejas. Cun grande fue mi consterna-

    cin al comprobar que para preservarlos del vandalismo se debi a

    su vez encerrarlos, hacindolos inaccesibles por la noche. Llegar

    un da en que los espacios verdes urbanos estarn cerrados sin inte-

    rrupcin para poder garantizar su estado de conservacin?

    Veamos las calles y las avenidas: Veredas, pistas para ciclistas, vas

    de circulacin para transporte pblico, carriles para el automvil..., la

    fragmentacin del espacio pblico llega al mximo y los medios ma-teriales para separar estas diferentes categoras de espacios colma

    y satura los bienes del dominio pblico.

    Los mojones que intentan proteger las aceras de los coches se vuel-

    ven peligrosos para los peatones, en particular para las personas de

    edad: son aumentados, realzados. Se vuelven peligrosos para los

    discapacitados visuales: se los recubre con pinturas fluorescentes

    La escalada no tiene lmites!

    As, el espacio pblico es la imagen de nuestra poca, se nos ase-

    meja: el espacio de una sociedad individualista donde las limitacio-nes prevalecen sobre los lugares de libertad, un espacio cada vez

    ms especializado y cada vez menos polivalente, el de cada cual

    por s mismo, dnde nos cruzamos sin vernos.

    Cada vez menos democrtico, en suma.

    Conclusin y alegato:

    Los espacios pblicos son el lugar de representacin de una comu-

    nidad. Ellos vehiculizan los valores que esa comunidad sostiene, sonel producto de un esfuerzo colectivo. La calidad de su diseo y de su

    construccin, de sus materiales, de su perennidad, su valor de uso,

    dan cuenta de la confianza que ella tiene en el futuro y del lugar que

    se le da al vivir juntos.

    En esto son un proyecto colectivo que debe ser compartido. Slo

    cuando ello ocurra tendremos espacios de libertad, abiertos, poliva-

    lentes, generosos. Espacios de intercambio y de carcter mixto.

    Espacios pblicos humanizados y democrticos.

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    Los Parques de Ciudad Universitaria en Buenos Aires:nuevos territorios urbanos naturalizadosArq. Alberto Varas

    Las grandes ciudades contemporneas han evolucionado histrica-

    mente de dos maneras distintas.

    Por una parte han crecido y se han transformado influidas por una

    red de sucesos espontneos, muchas veces impredecibles, por

    factores polticos y tcnicos que reflejan los cambios en la realidad

    social, econmica y cultural, y , tambin, como consecuencia de

    una evolucin fsica convencional que, de manera dispersa, va ge-nerando una respuesta desarticulada sobre el territorio que respon-

    de a la expansin de sus fronteras y a las presiones que generan las

    mltiples necesidades de crear un espacio habitable.

    Por otra parte, las ciudades son objeto de estudio, de especula-

    ciones tericas y material de proyectos de pequea y gran escala

    que operan como factores de control y correccin o son objeto de

    propuestas que se insertan en el seno de esa corriente casi aut-

    noma a la que est sometida la realidad urbana, intentando orien-

    tarla de acuerdo a preceptos de racionalidad y a las evaluaciones

    y propuestas de las disciplinas proyectuales que intervienen en su

    formulacin: el urbanismo y la arquitectura .

    La primera manera se manifiesta en las grandes metrpolis con-

    temporneas como una realidad azarosa que surge paralela a su

    crecimiento fuera de control que se manifiesta como una mancha

    urbana en las reas ms densas o como un conjunto de ghetos po-

    bres o de bienestar en los cinturones suburbanos.

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    La segunda, en cambio, se basa en los instrumentos que nos ofre-

    ce el proyecto como visin que tiene la capacidad de incidir en el

    espacio que instalan las tendencias espontneas creando los es-

    pacios para las nuevas necesidades desde la ptica de la eficienciasocial, la racionalidad urbana y la belleza

    Librado exclusivamente a la competitividad, a los valores del mer-

    cado inmobiliario o a la urgencia de las necesidades sociales, el

    espacio espontneo, al no estar regulado por la racionalidad, los

    valores comunes y un pensamiento urbano superador, en el cual

    los intereses particulares estn supeditados a los pblicos, se ob-

    tiene como resultado la segregacin, el deterioro de la calidad del

    espacio pblico y, en definitiva, el retraso en la evolucin y las opor-

    tunidades que la ciudad debe ofrecer para mejorar la vida de sus

    habitantes. Se trata de un claro proceso de deshumanizacin del

    espacio urbano.

    Dentro de la segunda manera, que ofrece las cualidades de un pen-

    samiento y una accin racional sobre lo urbano, es donde el proyec-

    to urbano tiene preeminencia, y donde debe instalarse, entonces,

    el esfuerzo y la capacidad pblica para realizar las propuestas ne-

    cesarias que creen el espacio social que requiere la urbanidad de la

    ciudad democrtica. Porque esta accin no slo est destinada aproveer los nuevos espacios necesarios para habitar la ciudad sino

    tambin a corregir los desequilibrios que provoca el crecimiento es-

    pontneo. Se integra as la ciudad y se hace ms igualitaria para

    todos los ciudadanos.

    Las infraestructuras; la condicin ambiental del espacio publico y su

    relacin con la Naturaleza; la conservacin del patrimonio urbano yarquitectnico -los paisajes locales recuperados- en su carcter de

    variables estructurales de las grandes transformaciones urbanas y

    de la calidad de vida en la ciudad, son los grandes temas a los que

    debe dirigirse la accin pblica para satisfacer las demandas de

    una ciudad mejor.

    Me referir aqu, brevemente, a un proyecto que se inserta dentro

    del segundo entre estos temas esenciales que demandan la inter-

    vencin pblica en la ciudad: la condicin ambiental del espacio p-

    blico, rea en la que sobresale la cuestin del parque urbano.

    La obra aludida es, quizs, una de las de mayor envergadura en el

    espacio abierto que se haya realizado en las ltimas dcadas en

    Buenos Aires: los Parques Pblicos de Ciudad Universitaria, cuyo

    proyecto sigo como autor desde hace ya ms de diez aos.

    Se trata de un proyecto en el cual una poltica de estado seguida

    por varios gobiernos municipales ha permitido la ejecucin de una

    gran obra que tendr, a su ya no muy lejana terminacin, un gigan-tesco impacto positivo y transformador en la vida de la ciudad y sus

    habitantes.

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    En Buenos Aires, un territorio autnomo con fuerte expansin su-

    burbana, los parques y espacios abiertos y el mejoramiento de la

    relacin con el ro han constituido siempre una demanda perma-

    nentemente insatisfecha.

    Al haber cambiado los modos de recreacin de los ciudadanos, que

    se han hecho ms pblicos y ms mviles, stos ya no requieren solo

    la escala del barrio para conectarse con la Naturaleza y gozar de sus

    beneficios sino tambin la del conjunto de oportunidades que brinda la

    ciudad a travs de sus grandes reas abiertas. Es en esa variedad de

    oportunidades, en el parque urbano, donde verdaderas muchedum-

    bres buscan su tan ansiada expansin y contacto con la Naturaleza.

    El paisaje local mejorado de las plazas barriales resuelve una parte

    del problema, el del espacio pblico domstico, el de las madres

    que pasean a sus hijos y el de los adultos mayores. En cambio, el

    Parque metropolitano, adems de sus funciones como gran cen-

    tro de recreacin de fin de semana, tiene la finalidad pedaggica

    mltiple del gran espacio urbano y paisajstico de la ciudad. Es el

    lugar de la percepcin de la forma de la ciudad y de su geografa,

    la leccin de la naturaleza en la ciudad, el lugar de encuentro entre

    el mundo natural y el mundo artificial.

    Se crear as a travs de este nuevo Parque Pblico Metropolitano

    Costero una nueva dimensin de la vida urbana, que se mide no

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    slo a travs de su cultura o del deporte, sino tambin a travs de la

    calidad de sus espacios naturales, que le han sido negados por los

    procesos de densificacin metropolitana, la obturacin de la costa y

    la falta de espacios renaturalizados donde recomponer el equilibrio

    con la base natural del territorio.

    En los Parques de Ciudad Universitaria la presencia inmediata del

    ro, la ausencia del automvil y la variedad vegetal, temtica y pai-

    sajstica del parque, permitir consolidar un frente de 1.700 metros

    sobre el ro en una superficie de aproximadamente 40 hectreas,acercando la ciudad al ro y ampliando los horizontes paisajsticos

    de la ciudad El Parque Urbano asumir as el carcter de pieza fun-

    damental en el equilibrio que requiere el uso de la ciudad.

    Por otro lado, se trata no slo de un parque recreativo, sino tambin

    de un gran Parque Memorial de gran significado para la poblacin

    de la Ciudad y de la Argentina; un parque con una gran proyeccin

    internacional, como lo ha demostrado ya la gran cantidad de visitas

    de jefes de gobierno, funcionarios internacionales y ciudadanos ex-

    tranjeros, aun antes de su inauguracin oficial.

    El Parque de la Memoria en Ciudad Universitaria -tal como lo expre-

    s el Premio Nobel de Literatura Jos Saramago luego de su visita

    al Parque- se ofrece a los argentinos y al mundo como un factor decatarsis de la tragedia de los desaparecidos,

    Hay que tener presente que en territorios que ya han sido coloni-

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    zados por la ciudad, la presencia del parque se hace a expensas

    de otros usos, generalmente degradados, como es el caso de las

    fbricas abandonadas, las infraestructuras obsoletas o las tierras

    ganadas al ro, como en este caso.

    Los Parques de la Ciudad Universitaria -el Parque Natural y el de la

    Memoria- surgen sobre un territorio creado a partir de un relle-

    no sobre la costa del Ro de la Plata efectuado en distintas pocas,

    que ha sido completado hasta alcanzar su forma actual con moti-

    vo de la construccin del Parque.

    Quedan asimismo dentro de los parques obras de infraestructura

    de gran porte como la represa del Vega, una obra hidrulica para

    contener las inundaciones o la reserva natural y el humedal sobre

    los pabellones de Ciencias Exactas y Arquitectura.

    Por otro lado, este territorio se consolida con el proyecto de infra-

    estructura costera que le da un lmite cierto al borde de la ciudad

    y abre una condicin paisajstica ligada a la geografa del sitio que

    hasta el momento la ciudad no posea. En este sentido este parque

    es una ms dentro del conjunto de grandes obras que estructura-

    ron en el pasado y continan hacindolo hoy, la forma urbana de

    Buenos Aires, tanto como lo hicieron la Aduana de Taylor, el PuertoMadero o la Reserva Ecolgica, y es, quizs, esta condicin de na-

    turaleza construida lo que le otorga a estos parques su mayor ras-

    go de identidad como parques metropolitanos contemporneos.

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    Arq. Diana Cabeza

    El espacio pblico se convalida con la presencia y accionar del

    hombre en comunidad. Lejos de ser un espacio abstracto, el es-

    pacio pblico es un espacio antropolgico, social, que se cualifica

    en tanto est habitado por los hombres en constante interaccin,

    siendo stos parte de su propia construccin cultural.

    Es el lugar del encuentro, del intercambio y de la integracin so-

    cial; es el escenario de fondo en donde transcurre la vida urbana

    de todos.Creo que el espacio pblico debe funcionar como un espacio de

    transferencia, como un contexto de aprendizaje e integracin so-

    cial donde dicha integracin est presente por el derecho adquiri-

    do a la informacin superando diferencias sociales y fsicas. Es un

    contexto ideal para el aprendizaje y la concientizacin de nuestro

    patrimonio cultural y natural, y una oportunidad nica para recu-

    perarlos y ponerlos al alcance de todos.

    Las veredas, patios urbanos, plazas y parques, constituyen espa-

    cios de identidad y de apropiacin social, lejos de ser los espacios

    del anonimato y de la exclusin, los espacios urbanos deben tenerla cualidad de la habitabilidad.

    Como proyectistas del espacio urbano y sus elementos debemos

    pensar en el sol, en la lluvia, en el calor, el fro, en que tenemos

    una piel natural en contacto con otra piel artificial que es la de la

    ciudad y que lejos de agredirnos esa otra piel nos debe acariciar,

    guarecer, abrigar.

    Los elementos urbanos son por ende soportes de apropiacin, que

    bien concebidos, ayudan a la proteccin, al descanso y a la con-

    solidacin del tejido social, son los soportes para nuestros ritossociales.

    El soporte material debe estar a la altura de la situacin, promo-

    viendo usos abiertos, de materiales nobles y resistentes debe te-

    ner la perdurabilidad fsica en el tiempo y a la vez una imagen tam-

    bin perdurable y potencialmente patrimoniable.

    Mosaicos de Buenos Aires

    (Sensaciones)

    Sbado de verano en Buenos Aires, barrio de Las Caitas, calles

    Clay y Luis Mara Campos.

    El diseo delos elementos urbanos

    Como hilos dorados la lluvia cae en esta tarde de verano porteo.

    Con ruido parejo, destellante, el dorado se desintegra en el espejo

    azul del asfalto tragndose todos los otros ruidos de la ciudad.

    Es que cuando llueve en Buenos Aires, un manto de silencio cae

    en la ciudad dejando rebotar en su piel solo las gotas de lluvia que

    caen del cielo.

    Dando vueltas como grandes aspas de molinos unos chicos bus-

    can en vano un refugio, optan en cambio por tocar el agua y llevar-la para un lado y para otro.

    Un rayo de sol refusila dorado sobre las chapas de los autos, arri-

    ba, un cielo celeste profundo recorta nubes de pompones blan-

    cas. Un arco iris multicolor termina de completar el paisaje.

    Para de llover, la gente sale nuevamente a las calles, los ruidos se

    despiertan, como huspedes intrusos en la tarde de la ciudad

    Avenida Sarmiento y Colombia, barrio de Palermo, mes de octubre,

    primavera portea. Una alfombra de flores violceas cubre los ca-

    minos naranjas de la plaza; los jacarandaes estn en flor y sus flo-res tien de violeta el verde del csped y los caminos de polvo de

    ladrillo, extendindose como una cinta sinfn a otras calles de la

    ciudad mientras los troncos retorcidos marcan un ritmo desparejo

    de color marrn negro.

    Calle Olaya y Antezana, Plaza Benito Nazar, barrio de Villa Crespo,

    mes de Noviembre, caminos que parecen amarillos polinizados por

    las flores de las tipas.

    Como una sombrilla verde moteada a lunarcitos amarillos generanun gran techo de sombra sobre el calor de las arquitecturas y de

    los hombres morigerndolos.

    Debajo de ese placebo de bao de sombra una pareja de viejitos

    sentados en un banco disfrutan la situacin.

    y ese manto de nieve amarilla baa los pisos de otras calles y de

    otros barrios de la ciudad dotndolos de una identidad uniforme.

    Calle Thames, barrio de Palermo Viejo, otoo, ahora piso las ho-

    jas secas de los pltanos aosos, que como edredn gigante en-

    tibian las veredas, miro arriba y alrededor y estoy envuelta en untnel de oro mientras un viento lleva en torbellino hojas doradas y

    veo como se alejan.

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    Reflexiones sobreel espacio pblicoArquitectos Brbara Berson - Francisco Ladrn de Guevara - Federico Brancatella

    Se puede observar que, por primera vez en la historia, la mayora de los

    habitantes de nuestro planeta vive en ciudades y esto seguir en au-

    mento, lo cual plantea nuevas formas de habitar y una nueva reflexin

    sobre el espacio publico.

    Nuestro compromiso reside en comprender que la ciudad no es slo

    una herencia, sino que tambin es un proyecto a conquistar.

    Disear un espacio pblico nos enfrenta, como arquitectos, al difcil pro-

    blema del urbanismo.Una y otra vez a lo largo de la historia se podrn verificar diversas varian-

    tes en el espacio pblico, pero existen algunas que a lo largo del tiempo

    permanecern intactas. Esto queda demostrado tanto en el playn de

    la mezquita de Kaylan, como en el plateau Beauborg en Paris y el Z-

    calo de Mxico DF.

    Aquel gran potencial que permanece invariante es el de ser un impor-

    tante condensador social.

    El gora, aquel vaco donde poder mirar y ser mirado, transitar o dete-

    nerse libremente; es el ideal de la democracia como ejercicio activo de

    los mayores y como pedagoga de los ms jvenes.Se puede observar un fenmeno contemporneo que mayormente

    afecta a la sociedad actual y sobre todo a las generaciones ms jve-

    nes: la virtualizacin de las relaciones humanas sostenida por el creci-

    miento acelerado de la ciberntica.

    Como cuenta Marc Auge, en esta nueva poca el gora pas a estar

    en la televisin, en la internet, donde los lazos entre las personas deri-

    van en conversaciones banales y faltas de contenido, acrecentando la

    pasividad fsica y mental producida por la adiccin a estos sistemas de

    divertimento

    El fenmeno informtico, que ha convertido las escalinatas de un shop-

    ping en uno de los espacios pblicos ms exitosos de la ciudad de Bue-

    nos Aires, debe obligarnos a reflexionar sobre nuevas formas de encuen-

    tro, para no condenar al encierro domstico a las nuevas generaciones.

    Los espacios pblicos destinados al encuentro de personas de nuestra

    Buenos Aires tienden a estar cada vez ms vacos de sus usuarios.

    La pregunta es cul es el sentido del encierro al cual est tendiendo

    nuestra sociedad. Como cambiar un lapacho rosado de una plaza por-

    tea por cuatro paredes y una pantalla que emite imgenes y sonidos

    constantemente.Pero si el espacio pblico, como condensador social es uno de los prin-

    cipales instrumentos de democratizacin de una sociedad a travs de

    la fluidez de intercambios, de la igualdad de derechos y obligaciones, y a

    travs del grado de libertad que permite ejercer a los individuos, vemos

    que la aparicin de la idea de cierre-control de los espacios pblicos con

    cercos perimetrales constituye un aspecto negativo para la esencia de

    estos espacios.

    La transformacin de una plaza en un recinto estanco, desintegrn-

    dola del fluir circulatorio del sistema urbano al cual se haya integrada,

    constituye una verdadera auto-refutacin del sentido de su existencia.El encierro carcelario de un espacio publico revela la nocin de una dife-

    renciacin social, renunciando a la apuesta por la integracin ciudadana

    que debe ser siempre la base de una nacin moderna, reemplazndola

    por la aceptacin de una separacin entre ciudadanos deseables e

    indeseables.

    Entendemos que no hay razn de mantenimiento y seguridad que no

    sea atendible con acciones de mayor inteligencia y eficacia que el enre-

    jado. El espacio pblico debe fluir como continuidad del patio, la vereda,

    la calle, la plaza, el territorio.

    Es necesario saber atender el uso que la sociedad reclama del espaciopblico como parte de un contexto. Esta ha sido la histrica ensean-

    za de lugares terriblemente vaciados de contenido por la indiferencia

    colectiva, y de otros sorprendentemente copados por la afluencia de

    grandes masas.

    La ciudad es el marco para acciones polticas de inteligencia, para la

    generacin de una nueva cultura y civilizacin urbana.

    El derecho a la belleza y a la ciudad nos debe llegar a todos por igual.

    La ciudad se torna ms interesante cuanto ms estimula a sus habitan-

    tes a descubrir sus diferencias y variaciones sobre la homogeneidad de

    su tejido. De forma tal que una estrategia posible para la generacin de

    nuevos espacios pblicos es la del aprovechamiento de potenciales ya

    existentes como accidentes felices en la trama urbana, a la espera de

    una revelacin esttica. Aquella funcin de descubrir antes que inventar,

    que Borges le atribuye como caracterstica principal a cualquier forma

    de la poesa.

    El espacio pblico debe comprender que su rol fundamental es ser un

    lugar de tolerancia y equidad y no un sitio de exclusin. Aqu los contras-

    tes de la sociedad desaparecen.

    Creemos que nuestro deber es lograr que la sociedad salga de su en-cierro y disfrute de los espacios pblicos, conociendo a sus vecinos, en-

    contrndose con amigos, con uno mismo.

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    Ilustracin: Roberto Frangella

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    Los espaciosde encuentro

    Arq. Roberto Frangella

    La expresin mayor de vida ciudadana es el encuentro

    en los espacios de participacin comunitaria.

    El placer mayor de habitar una ciudad consiste en po-

    der encontrarse con los otros e intercambiar, compartir,

    comunicarse, poner en comn, acercarse, sentirse par-

    te unos de otros. Es lo mximo de la vida urbana.

    El hombre busca por sobretodo el encuentro para al-

    canzar acuerdos y compartir puntos de vista, los idea-les, las esperanzas, las acciones, y todo el desarrollo

    cultural surge de estos lugares de encuentro.

    Poner la vida en comn es lo que da mayor plenitud y

    sentido a cada da del ser humano.

    Todo lo que el hombre hace y conquista es en funcin

    de compartirlo con los dems.

    Por todo esto es imprescindible que la ciudad ofrezca

    espacios de encuentro, espacios que el habitante pue-

    da apropiarse para expresarse e intercambiar.

    Hay muchas plazas, paseos, parques, costaneras, sitiosdonde el porteo puede poner en comn sus ansias e

    ilusiones con los otros ciudadanos, pero cuantos ms

    espacios pblicos tengamos, ms urbanos y sociables

    seremos.

    Por eso es muy positiva la incorporacin de los nuevos

    Oasis Urbanos, sitios donde la sociedad toda pueda

    expresarse.

    Oasis que den cobijo a todas las edades, los nios, los

    jvenes, los mayores, para que desarrollando sus acti-

    vidades construyan ese tejido social, pleno de cultura

    portea.

    Oasis Urbanos para expresarse en juegos, carreras de

    bicicletas, campeonatos de bochas, torneos de ajedrez,

    recitales de msica y, en fin, el sinnmero de expresio-

    nes que caracterizan y van construyendo nuestros vn-

    culos ciudadanos.

    Estos Oasis son verdaderos pulmones del alma, espa-

    cios para buscar la plenitud, sitios ideales para encon-

    trar al otro y asomarse a la inmensidad del universo.

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    Un poco de paz

    Arq. Estela Iglesias Viarenghi

    Resulta paradjico el hecho de que, por un lado habitualmente con-

    sideremos al desarrollo tecnolgico como un factor de deshuma-

    nizacin de nuestro entorno, y por otro debemos reconocer a la

    tecnologa como un producto intrnseco de lo humano.

    Puede resultar prctico para facilitar nuestra comprensin, inscribir

    las relaciones entre Tecnologa y Paisaje Urbano en tres conjuntos

    conceptuales: Tecnologa, Cultura y Naturaleza.

    Dentro de la totalidad de fenmenos que llamamos Naturaleza, se

    encuentra la cultura, producto social por excelencia de la vida de

    los hombres. Y dentro de sta aparece la Tecnologa (la sociedad

    tecnolgica).

    Tecnologa, Cultura y Naturaleza son tres conceptos con cierto gra-

    do de concentricidad.

    Simultneamente, podemos reconocer un sinnmero de contradic-

    ciones entre esos trminos, ya que nos pueden inducir a la nostalgia

    de la belleza de paisajes buclicos o folklricos, en contraposicin

    con los aspectos por momentos caticos, vulgares o agresivos de

    la ciudad contempornea. O ms an, a la constatacin terrorficade la destruccin progresiva del clima, del equilibrio ecolgico y de

    la vida orgnica del planeta, en gran medida como consecuencia

    de la proliferacin tecnolgica.

    Sin embargo, tambin debemos reconocer por ejemplo que, como

    consecuencia del desarrollo cientfico y tecnolgico, nuestra actual

    esperanza de vida es el doble de la de un hombre del siglo XVIII o

    de un contemporneo habitante de algn postergado pas africano.

    Y que se verifican desarrollos tecnolgicos superadores de los efec-

    tos negativos de la propia tecnologa, ya sean pasteras de celulosa

    libres de cloro, o tal como se anuncia la produccin energtica a

    partir de recursos limpios y renovables, como el hidrgeno del agua,

    el viento y el sol.

    En este tipo de dicotomas se inscribe claramente la relacin entre

    Paisaje Urbano y Tecnologa, entre lo Natural y lo Artificial, insinuan-

    do la necesidad de una Nueva -y no reaccionaria- forma de pensar,

    de sentir y de actuar, es decir de una Nueva Cultura: Post-indus-

    trial, post-tecnolgica?

    Se puede entrever la necesidad de una actitud, de una direccin

    intelectual.Por una parte, el Paisajismo, disciplina que trabaja mayormente con

    la vegetacin como integrante de nuestro enviroment, tiende a con-

    vertirse, ms all de toda pretensin meramente ornamental, en

    la compensacin, crecientemente necesaria, de los excesos de la

    artificialidad de lo construido. Lbrame del artifex (del artfice), dice

    la versin eslava del Padrenuestro

    Una restitucin de lo natural, de lo orgnico, en el seno de lo artifi-

    cial. Ya sea una plaza de pueblo, las plazoletas de la avenida 9 de

    Julio, los parques de Puerto Madero o el Central Park.

    Por otra parte, nos ha tocado trabajar en territorios mucho ms ex-

    tensos que los intersticios urbanos, en campos, en los que se haca

    evidente la necesidad de un ordenamiento de lo natural, en favor

    de lo natural, contrarrestando desrdenes no slo visuales sino am-

    bientales, como la erosin. O enfatizando con la propia vegetacin

    la existencia de alguna arquitectura que si no correra el riesgo de

    pasar desapercibida, abrumados por la montona presencia de lo

    natural.

    Es como si el Paisajismo, en sus extremos polares de escalas de in-

    tervencin (la micro y la macro), necesitara hacer conscientes esas

    relaciones inversas de fondo y figura: A veces lo orgnico como figu-ra dentro de un fondo artificial masivo, a veces la arquitectura como

    figura en el fondo natural masivo.

    En el medio de esos extremos polares est la escala del Paisaje

    Urbano...

    Tal vez, en esta especie de caja china de ventajas y perjuicios

    de la Tecnologa debamos comenzar por asumir que el Paisajismo

    es en s una Tcnica, subproducto de la Cultura, cuyos principales

    materiales primarios especficos son elementos Naturales, tales

    como plantas, suelos, cursos de agua, etc. y sus herramientas e

    insumos son elementos tecnolgicos ms o menos sofisticados.

    Es posible y necesario, con esta Tcnica, contribuir a superar los

    efectos negativos de la Tecnologa sobre nuestro entorno, con ms

    Tecnologa, ms Cultura, y por supuesto con ms Naturaleza.

    Se podra decir, generalizando, que el recurso metodolgico global,

    en la bsqueda de un jardn, parque o ambiente sustentable, es la

    Armona. La bsqueda de la Armona como mtodo de nuestra in-

    teligencia y de nuestra sensibilidad.

    Tal vez en esta intencin de bsqueda de la Armona no deberan di-

    ferenciarse las otras ramas del Diseo. Y si el concepto de Armonaaparece as como una especie de clave, valdra la pena profundizar

    un poco ms en su pertinencia y en su consistencia:

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    En efecto, el pensamiento dualista, maniqueo, plan-

    teado como anttesis de polaridades irreconciliables

    (Tecnologa vs. Naturaleza), conduce nicamente al

    mecanismo de la opcin, corriendo el riesgo de ex-cluir, por reduccionismo, la mitad de una realidad que

    ciertamente nos trasciende.

    Y volviendo al comienzo, contamos con un tercer factor que

    es lo Cultural, con sus especificidades ms valiosas, que son Arte

    y Convivencia respetuosa. Armona esttica y tica.

    Relaciones armnicas entre las partes entre s y con la totalidad.

    Sabemos de la gran pertinencia de la Armona en el arte musical, y

    podemos tomar esto como referencia: Dos sonidos primarios resul-

    tan armnicos si tienen en comn un tercer factor que es una ratio,una razn, una relacin entre sus frecuencias vibratorias que resulta

    simple y abarcable por nuestra inteligibilidad y nuestra sensibilidad.

    Con el Arte de nuestras razones armni-

    cas podemos conciliar Naturaleza y Tec-

    nologa, generando y utilizando por aadi-

    dura recursos tecnolgicos superadores, deuna mayor calidad, sutileza e inteligencia.

    En el contradictorio y complementario paisaje de

    lo fijo y lo mvil, del cemento y el verde, de los autos

    y los pjaros, aparece el hombre como observador activo

    con su vivencia, completando la trada Paisaje-Observador-Vivencia.

    Es sta vivencia la que puede ser propiciada por un paisaje a ser

    descubierto, un paisaje sin acumulaciones inarmnicas de compo-

    nentes; un paisaje que estimule el asombro, que deje preguntas

    abiertas, lugares no resueltos, adaptaciones sucesivas en una evo-lucin que seguramente no podr prescindir de lo aleatorio.

    Y que finalmente permita tambin un poco de paz.

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    Arq. Pablo Medinaceli

    Casi como una frmula irrefutable o una medida exacta de las cosas

    he aplicado repetidamente un mtodo de comprobacin sobre la

    urbanidad.

    Viajando en tren por la frontera alemana prxima a Polonia y pro-

    fundamente dormido en el asiento, recostado sobre la ventana, des-

    pert -tal vez veinte minutos o dos horas despus- ante la frenada

    de la mquina y baj en una estacin sin tener muy en claro donde

    me hallaba, producto del abrupto despertar, el desconocimiento del

    idioma y los das acumulados de viaje.

    Como haba resultado en otros sitios del mundo apliqu la frmula

    que rpidamente me ubicara dentro del contexto en el que me en-

    contraba.

    Esta resultaba de la presencia de dos elementos que combinados

    eran reveladores: nios y ancianos mendigando en formas varias y

    animales sueltos, flacos y enfermos me aseguraban que estaba en

    algn lugar fuera del mundo central.

    Esto funcion con la mayora de las ciudades africanas y america-

    nas, muchas de Asia y en este caso, algunas europeas.A este combo de parmetros le pude sumar a medida que iba pro-

    gresando en mis estudios acadmicos otra caracterstica que se re-

    petira sistemticamente en estos contextos: el descuido (y segura-

    mente desprecio) del espacio pblico.

    Lo pblico

    Ms all de los edificios particulares, las grandes obras de arquitec-

    tura o la cultura de la ciudad lo que creo que claramente define a

    la urbe es el espacio pblico; ste es la manifestacin ms precisa

    del colectivo de conductas y aspiraciones de los grupos sociales que

    la habitan o tan slo la transitan. Tambin es el espacio donde se

    manifiesta (o debera manifestarse) el espritu republicano que el

    estado, el gobierno y sus instituciones deberan promover. Este te-

    rritorio precioso ha sido operado por los gobiernos no democrticos

    para el control de las acciones masivas por lo que ha representado

    un lugar de expresin de la ideologa y la praxis del control, lo que

    ha hecho que su recuperacin sea un logro del estado de derecho

    y deberamos entenderlo de este modo y no como el afuera de

    nuestros espacio privados, transformndolo en el mundo sin reglasdonde volcamos nuestras miserias y no slo las espirituales.

    La Paz, Bolivia. Esta imagen siempre se me presenta como la ex-

    presin del espacio pblico sin el ejercicio de polticas ni controles

    donde el territorio se obtiene por la simple presencia despreciando

    el bien comn y generando un paisaje ideal para la libre accin de

    lo particular en su peor expresin, con consecuencias, muchas

    veces, lamentables.

    Humanizacin - educacin y punicinEs muy interesante que desde el gobierno se trabaje sobre estos

    mbitos proponiendo acciones precisas como son los concursos de

    ideas o el desarrollo de obras sobre espacios de tamaos variados

    reconociendo en cada uno de stos un valor importante para su

    entorno inmediato entendiendo lo necesario de su importancia e

    incidencia en la calidad de la vida metropolitana.

    Pero bien, cuando pienso en humanizar el espacio pblico pienso

    que algo no hemos hecho bien con nuestro patrimonio urbano co-

    mn. Sin pretender hacer de esto un juego de palabras bsico, ni un

    planteo retrico pensar en humanizar el espacio pblico es como

    intentar bestializar la selva o democratizar las elecciones; si bienson comprensibles las intenciones y anhelos y la necesidad de re-

    marcar el sentido de las acciones, no deja de llenarme de preguntas

    como arquitecto, pero principalmente como ciudadano.

    Por ejemplo -y pensando en lo que nuestros humanos urbanos le

    han hecho a nuestras plazas y paseos- cercar una plaza es huma-

    nizar? Definitivamente s. Estamos respondiendo a los problemas

    de la ciudad con acciones tendientes a neutralizar a ciertos huma-

    nos desaprensivos -que por cierto son muchos- y sus aspiraciones

    personales sobre el bien comn mientras se estructuran o desarro-

    llan las acciones de educacin en todos los niveles.

    Basta con ver los pequeos sectores no protegidos de estos paseos

    como han sido degradados rpidamente con la ms variada colec-

    cin de comunicaciones efmeras.

    En estos trminos humanizar es generar acciones para estar en sin-

    tona con los usos y costumbres de la especie y la comunidad que

    la alberga proponiendo soluciones a lo inmediato y -por supuesto!-, y

    paralelamente polticas que construyan lo mediato: prevencin, edu-

    cacin y punicin.

    (Para quienes tengan dudas de sto los invito a destruir el patrimo-nio pblico en los pases desarrollados y experimentar las conse-

    cuencias)

    El gran desafo dela ciudad contempornea

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    Comparto el valor de la educacin ciudadana como solucin de fon-

    do de stas y otras cuestiones, pero existe un mientras tanto, un

    hoy, una inmediatez que debe ser observada, analizada y neutra-

    lizada con decisiones en pos del bien comn, y es importante que

    entendamos que no hay ciudad posible sin la propuesta y la ejecu-

    cin de polticas sobre el espacio pblico sobre la base del inters

    general y quien atenta contra l est atentando contra cada uno de

    nosotros.

    En este sentido creo que no hay futuro posible en una sociedaddominada por intereses particulares de todas las escalas donde no

    slo accionan los pequeos vndalos sino las empresas que intru-

    san el espacio areo, las aceras con mesas y publicidad, las calles

    con estacionamientos particulares para motos de entregas de pe-

    didos, la cartelera peligrosamente ubicada y una lista extensa de

    beneficiarios de la ausencia de polticas sobre el espacio pblico, o

    sea, el de todos, el nuestro.

    Este es el gran desafo de la ciudad contempornea -de la Buenos

    Aires contempornea, por lo menos- sobre el cual debemos trabajar

    como profesionales, educadores y ciudadanos colaborando en la

    construccin de un espacio pblico que gradualmente representelos mejores valores del grupo social que la habita y en definitiva de

    la especie humana.

    La Paz, Bolivia. Esta imagen siempre se me presenta como la expresin del espacio pblico sin el ejercicio de polticas ni controles donde el territorio se obtiene por la simple pre-sencia despreciando el bien comn y generando un paisaje ideal para la libre accin de lo particular en su peor expresin, con consecuencias, muchas veces, lamentables.

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    Lic. Salvador Rueda Palenzuela

    La ciudad es, en esencia, la reunin de complementarios. Es la

    reunin de usos y funciones distintas que trabajan sinrgicamen-

    te manteniendo la organizacin urbana de manera dinmica. En la

    ciudad mediterrnea, el lugar de reunin y el lugar de encuentro es

    el espacio pblico. Es el lugar simblico en que ciudad, democracia

    y poltica se encuentran. La ciudad, la democracia, la poltica y la

    filosofa nacieron juntos en la antigua Grecia con la irrupcin de las

    leyes disociativas del logos y de la superacin del organicismo de la

    vida preurbana que otorgaba a cada cual un destino marcado por la

    irrebatible naturaleza1.

    El espacio pblico marca los lmites de la idea de ciudad. Donde

    no lo hay puede hablarse de urbanizacin pero difcilmente de

    ciudad1.

    Si el espacio pblico es, en esencia, la ciudad, un ciudadano lo es

    enteramente cuando ocupa sin lmites el espacio pblico. Si uno

    recuerda las imgenes de los hermanos Lumiere, se aprecia comolas calles de Pars a principios del siglo XX eran un caos de perso-

    nas, caballeras y carruajes. Parecan que iban a colisionar unos con

    otros con movimientos azarosos de alta velocidad provocados por

    la tecnologa de filmacin de aquella poca. Pero todo discurra con

    armona ocupando (y eso es lo esencial) todo el espacio pblico.

    Luego, con la aparicin del automvil y con l la posibilidad de cubrir

    espacios en un menor perodo de tiempo, se divide el espacio p-

    blico asignndole, normalmente, el centro de la calle a los vehculos

    y unas cintas pegadas a la edificacin a los peatones. Desde ese

    instante el que habita la ciudad se convierte en peatn y deja de

    ser ciudadano. Desde ese momento, el vehculo se enseorea y se

    hace dueo del espacio pblico, de manera paulatina al principio,

    explosiva hoy.

    Actualmente, las ciudades espaolas dedican ms del 60% de su

    espacio pblico (directa o indirectamente) al automvil, sometin-

    dolo a unas condiciones de entorno inadmisibles. El ruido, la conta-

    minacin atmosfrica, los accidentes de trfico o al intrusin visual

    son, entre otras, variables que ven superados los lmites y que mer-

    man la calidad urbana y el espacio dedicado al peatn y al resto de

    modos de transporte. El vehculo privado condiciona, a su vez, el

    resto de usos y funciones del espacio pblico.

    La colisin de intereses en el espacio pblicoPara sustituir el actual uso del espacio pblico, mayoritariamente

    ocupado por el vehculo privado, por otros usos y funciones donde

    el ciudadano vuelva a recuperar su estatus y se convierta en actor

    principal, es necesario identificar la incompatibilidad entre usuarios

    del espacio pblico.

    El vehculo de paso, que tiene por objetivo cubrir el espacio en el

    menor tiempo posible, entra en colisin y se hace incompatible con

    los objetivos del resto de usuarios y la mayor parte de funciones ur-

    banas. El uso del espacio ocupado por el coche es incompatible con

    los usos que necesitan los nios, los ancianos y los ciudadanos en

    general, tambin con la distribucin urbana, las emergencias, etc. Aexcepcin del vehculo de paso, el resto de usuarios pueden hacer

    compatibles sus objetivos en un espacio comn, tambin la presen-

    cia en ste del vehculo del residente.

    Las rigideces que impone el objetivo principal del vehculo de

    paso y las que se derivan de las propias caractersticas de este

    tipo de mviles, como el hecho de que no se puedan tocar entre

    ellos o colisionar con el resto de mviles, que no giren sobre su

    propio eje como pueden hacerlo las personas, que ocupen el

    espacio que ocupan, que transporten a 1,2 personas de media

    en su interior, etc. da lugar a una planificacin de la movilidad

    que busca la continuidad del movimiento en el conjunto de la red

    viaria (dedicada prcticamente toda ella al vehculo de paso), en

    detrimento de la continuidad del movimiento de los otros mviles:

    los peatones, los minusvlidos, la bicicleta. En Barcelona, el veh-

    culo privado ocupa entre el 65% y el 70% de su espacio pblico

    directa o indirectamente, cuando el porcentaje de desplazamien-

    tos diarios de los residentes barceloneses no supera el 25% de

    los viajes totales.

    Espacio pblico y ciudadana

    1 Ramoneda, H. (2003). A favor del espacio pblico. El Pas.

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    Est claro que hay una desproporcin entre la ocupacin espacial ylos desplazamientos en vehculo privado. El vehculo es hoy el factor

    que mayores disfunciones urbanas genera e impide que la ciudad

    (el espacio pblico) sea para el ciudadano y se convierta de manera

    contundente en la ciudad para los coches.

    En cualquier caso, el vehculo juega un papel que tiene que ver con la

    funcionalidad urbana, cuestin sta que no puede, en ningn caso,

    obviarse. El uso del coche podramos decir que se justifica y es ne-cesario, lo que se pone en cuestin es el abuso y las consecuencias

    que de ello se derivan. Ordenar y planificar el espacio pblico inten-

    tando aumentar los usos y funciones urbanas, hacindolos com-

    patibles entre ellos en la mayor parte del espacio pblico, supone

    reducir, drsticamente, la ocupacin actual de ste por el vehculo

    privado y con ello, modificar el porcentaje de desplazamientos para

    este modo de transporte. Ello supone, consecuentemente, crear un

    Flujo de vehculos enhora punta2

    ACTUAL FUTURAFuente: Ayuntamiento de Barcelona. Distrito de Gracia y Agencia de Ecologa Urbana de Barcelona

    2El anlisis de flujos de la realidad actual nos indica que por las vas bsicas circula el 89% de los vehculos del Distrito de Gracia en hora punta (la longitud de esta red supone el47% de la red), siendo slo un 11% los vehculos que ocupan el resto de los tramos de la red viaria (representa el 53% de la longitud de la red). Reduciendo un 4% el nmero de

    vehculos circulando, se obtienen valores para el trfico similares a la situacin actual. En cualquier caso, manteniendo el nmero de vehculos circulando, la red de vas bsicaslos soporta, debiendo realizarse un par de ajustes en la confluencia entre Diagonal y Va Augusta y en el estrangulamiento existente en la Ronda de Dalt con Escorial.

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    nuevo modelo de movilidad, entendiendo que un nuevo modelo no

    es ms que cambiar las proporciones en los porcentajes de los des-

    plazamientos para cada modo de transporte.

    Garantizar, a la vez, la funcionalidad urbana y una nueva concepcin

    del espacio pblico, supone, por un lado traspasar parte de los despla-

    zamientos que hoy realiza el transporte privado al resto de modos de

    transporte y asignar para cada modo una red que haga compatibles

    adems de la funcionalidad, el resto de usos y funciones urbanas.

    Las supermanzanas: una propuesta para reinventar el espa-cio pblico en la ciudad mediterrnea, compacta y compleja

    Puesto que el vehculo de paso juega un papel especfico en la fun-

    cionalidad urbana y siendo su objetivo principal cubrir espacios en el

    menor tiempo posible, parece razonable crear una red de vas bsi-

    cas en la ciudad entera que haga factibles los objetivos que acom-

    paan a este tipo de mviles.Las vas bsicas son, a su vez, las vas rpidas urbanas, y son las

    vas por donde circula el vehculo de paso y el transporte pblico de

    superficie, ocupando cada modo de transporte su propio espacio,

    creando una red especfica que cubra toda la ciudad. La red viaria

    bsica abraza varias manzanas del tejido urbano, de ah la denomi-

    nacin de supermanzanas, las cuales quedan definidas por el per-

    metro que dibuja la red.

    En las intervas de las vas bsicas se desenvuelven el resto de usua-

    rios del espacio pblico: los ciudadanos que van a pie, las bicicletas,el transporte de distribucin y los servicios, las emergencias y los

    vehculos de los residentes. Todos menos el vehculo de paso que

    circula por las vas perifricas que, como se ha dicho, definen reas

    interiores denominadas supermanzanas.

    Las supermanzanas acogen pues, el conjunto de usos que hoy se

    dan cita en cualquier parte de la ciudad menos uno, impedir la cir-

    culacin del vehculo de paso en su interior. No son, por tanto, zonas

    peatonales estrictamente.

    Las supermanzanas son espacios cuya velocidad se restringe a 10

    km/h. Son reas 10, que sustituyen a las reas 30 que, como se ha

    podido comprobar en la prctica, no resuelven ninguna de las dis-

    funciones urbanas antes planteadas.

    El interior de las supermanzanas puede disearse con plataforma

    nica puesto que la velocidad de cualquier mvil se acomoda a la

    velocidad del peatn, lo que supone que la accesibilidad para las

    personas con dificultades fsicas se garantice en prcticamente la

    ciudad entera. Hoy, a pesar de los esfuerzos realizados por el Ayun-

    tamiento de Barcelona que tuvo el acierto de dotarse de una orde-

    nanza que va extendiendo el vado 120 en cada una de las ope-

    raciones urbansticas, transformaciones y renovaciones del espacio

    pblico, quedan todava amplias reas urbanas con aceras de un

    metro o menos de ancho. Adems de espacios que an teniendo

    el ancho adecuado son inhbiles para las personas con dificultades

    fsicas por la presencia de artefactos fsicos del mobiliario urbano.

    Para este colectivo, salir a la calle se concreta en una carrera deobstculos que pone de manifiesto el nivel de calidad urbana. El

    minusvlido juega un papel indicador de calidad del espacio pblico

    de primer orden, similar al que juega (salvando las distancias y dicho

    metafricamente) la nutria en un ro u otros organismos en los eco-

    sistemas indicando su grado de conservacin y calidad. Donde viven

    nutrias, el ro manifiesta una calidad excelente. Si la persona con

    dificultades fsicas puede pasar haciendo uso de la continuidad de

    movimiento, sin barreras, se puede afirmar que el espacio cumple,

    como mnimo, la condicin necesaria de calidad y se habr de ver si

    suficiente en cada caso.

    Si la primera caracterstica de la supermanzana es impedir la circu-

    lacin del vehculo de paso por su interior, la segunda es establecer

    una red diferenciada para cada modo de transporte.

    La periferia, definida por las vas bsicas se reserva para los veh-

    culos de paso y el transporte pblico de superficie (bus, autocares,

    taxis, etc.), en el interior se pueden crear redes para cada modo o

    no, dependiendo del ancho de la calle. Los fotomontajes muestranla seccin propuesta de una calle en el interior de una superman-

    zana del Ensanche barcelons donde el espacio para el peatn se

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    multiplica, reservando un espacio para la carga y descarga y otro

    para el acceso a los vecinos, las emergencias o la propia distribucin

    urbana, compatibles todos ellos, por su velocidad restringida, con la

    bicicleta. Cuando el ancho de calle no permite la separacin formal,

    es posible dar una cierta especializacin a las vas buscando la com-

    patibilidad entre modos.

    Con las supermanzanas, las proporciones entre el espacio ocupado

    por el vehculo y por el resto de usos se invierten. En el caso del dis-

    trito de Gracia las proporciones entre calzada y acera se reparten en

    un 54% y un 46% respectivamente. Con la aplicacin del modelo de

    supermanzanas, el porcentaje de calzada se reduce hasta el 25% y

    el de acera aumenta hasta un 75%.

    El control de las variables de entorno

    En la naturaleza, los ecosistemas en un estadio avanzado, con una

    complejidad elevada, tienen tendencia al control de las variables del

    Tramos de calle accesiblespara personas conmovilidad reducida3

    3En los grficos de accesibilidad para personas con dificultades fsicas se aprecia el aumento significativo de tramos accesibles. En la situacin actual 756 tramos no sonaccesibles para las personas con dificultades fsicas. En el escenario de supermanzanas, el nmero de tramos no accesibles es de 375 y la mayora no lo es porque la

    pendiente es superior al 8%.

    ACTUAL FUTURAFuente: Ayuntamiento de Barcelona. Distrito de Gracia y Agencia de Ecologa Urbana de Barcelona

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    medio, es decir, hay una cierta regulacin de la temperatura, de la

    humedad relativa, de la insolacin, de las sombras, etc. No llegan a

    tener, sin embargo, una regulacin tan exhaustiva como la que tie-

    nen los organismos, por ejemplo, los vertebrados, en los que todo lo

    que hay en su interior est a un nivel constante en el torrente sangu-

    neo y en el lquido intercelular. Es la homeostasis. Esta particularidad

    es la que permite, por ejemplo, a los hombres, olvidarnos de la fi-

    siologa y ser lo que somos, con un elevado grado de independenciade estos procesos.

    En los ecosistemas urbanos, los arquitectos buscan regular las va-

    riables de entorno en el interior de las edificaciones: la luz entrante,

    la temperatura y otras condiciones de habitabilidad, ahora bien, este

    esfuerzo buscando el confort no es el mismo cuando se trata del

    espacio pblico donde dominan, en la mayora de ocasiones, otros

    aspectos ms relacionados con la funcionalidad o la esttica.

    Entendiendo que el espacio pblico es el espacio comn, es razo-nable disearlo intentando controlar las variables de entorno sean

    estas de carcter fsico: temperatura, acanalamiento de aire, insola-

    cin, sombras, ruido, inmisin de contaminantes atmosfricos, co-

    rologa, olores, etc. o de carcter socioeconmico: seguridad viaria,

    seguridad ciudadana, accesibilidad, usos, funciones, etc.

    Para ello, se debern articular instrumentos y metodologa que per-

    mitan la cuantificacin de las variables de entorno y la creacin de

    escenarios, tal como vienen desarrollndose en la Agencia de Eco-

    loga Urbana de Barcelona y que aqu, por la limitacin de espacio,tan slo es posible enunciar.

    La compacidad corregida

    Una de las ideas ms ricas conceptualmente planteadas por Ildefon-

    so Cerd ha sido la dicotoma: relacin-aislamiento, como expresin

    de los dos lados de la vida ciudadana en general y del espacio p-

    blico muy especialmente. La plasmacin de la citada dicotoma en

    el diseo del Ensanche barcelons dio lugar a una divisin simple

    del espacio entre suelo edificado y suelo verde, del 50%-50%. Unadivisin que, formalmente, permita disfrutar del espacio verde de

    manera cotidiana, puesto que era adyacente al lugar de residencia.

    Vista actual y fotomontaje de la propuesta. Calle del Eixample em el interior de una super manzana.Fuente: ProEixample y Agencia de Ecologa Urbana de Barcelona

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    Es decir, era un espacio efectivo para los propsitos del uso del ver-

    de sin las restricciones que impone la distancia espacial.

    La expresin de esta dicotoma no es exclusiva del mbito urba-

    no y, de hecho, se articula tambin en la vivienda ya que en ella

    se encuentran (cuando est bien concebida) espacios dedicados

    al contacto: el saln, el comedor, la cocina... los lugares de rela-

    cin y los espacios dedicados a la intimidad: los dormitorios, el wc,

    los despachos... los lugares dedicados al aislamiento. Se sabe que

    una vivienda donde conviven varios miembros sin una definicin su-ficientemente clara de la citada dicotoma es causa de fricciones y

    conflictos interpersonales.

    Otra expresin de los dos mbitos de la dicotoma lo encontramos

    tambin en las propias personas humanas. Un ser humano es, en

    sntesis, vida interior y relacin. Los psiclogos sabemos que si la

    expresin del comportamiento de una persona est excesivamente

    decantada hacia una de las partes de la dicotoma, esta entra en

    crisis por desequilibrio y seguramente acabar pidiendo ayuda a al-

    guno de mis colegas.

    La vida ciudadana reclama un cierto equilibrio entre la relacin y el

    aislamiento, o tambin entre los espacios dedicados al movimiento ylos espacios estticos, entre la compresin y la descompresin.

    De aquel 50%-50% ideado por Cerd se ha pasado a un 91% de

    Distribucin delespacio pblico

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    edificacin y un 9% de verde en el actual Ensanche. Una relacin a

    todas luces desequilibrada que ha tenido y contina teniendo con-

    secuencias graves para el territorio ms extenso. No es casual que

    Catalua, con ms de 800.000 segundas residencias, sea una re-

    gin con uno de los ratios mundiales de segundas residencias por

    mil habitantes ms elevado que existe.

    A veces olvidamos las caractersticas esenciales de la naturaleza hu-

    mana y cuando lo hacemos olvidamos que ms del 90% de nuestrocomportamiento es expresin de nuestro origen animal y, como ta-

    les, necesitamos contactar con otros organismos vivos, a la vez que

    se manifiesta (nos damos cuenta) nuestro esquema corporal. Esta

    relacin necesita escenarios tranquilos y relajantes. El murmullo de

    una fuente, el paisaje sonoro creado por los insectvoros (aves de

    canto), o el impacto de un paisaje verde en un rincn soleado, son

    escenarios deseados por la poblacin por necesarios.

    A las caractersticas citadas del espacio relacionado con el aisla-miento, deberan aadirse otras, como aquellas que tienen a ver con

    la estancia: lugares donde poder detenerse para hablar con alguien,

    tomar una copa, jugar si son pequeos, o simplemente, estar.

    La expresin cuantificada de la dicotoma citada y el grado de equi-

    librio que manifiesta en un determinado tejido urbano ha sido reco-

    gida en diversos trabajos, siguiendo una ecuacin simple pero efec-

    tiva4. Para una determinada superficie, la

    volumen edificadoCompacidad corregida = ________________________________

    espacios de estancia

    Empieza a contarse como espacio de estancia una acera con una

    anchura igual o superior a los 5 m, entendiendo que por un espa-

    cio de estas caractersticas pasan dos sillas de minusvlidos a la

    vez que dos personas pueden permanecer estticas, hablando, sin

    entorpecer el paso. A partir de estos mnimos se suman aquellos

    espacios que los superan: plazas, jardines, parques, etc.

    Los espacios pblicos con otras funciones, por ejemplo, el viario,

    tambin estn contados indirectamente y vienen a aadirse al nu-

    merador, es decir, a los espacios dedicados a la funcionalidad y a la

    actividad urbana.

    En los grficos se calcula la compacidad corregida para una retcula

    de 200x200 m y se comprueba el grado de desequilibrio urbano:

    compresin-descompresin que presenta la situacin actual. En el

    escenario de supermanzanas el reequilibrio es significativo.

    La expresin del espacio pblico en un nuevo urbanismo

    En la actualidad, la coherencia de cualquier planificador urbanstico

    est expresada en superficie, a nivel de calle. El plano y el mapa que

    son las expresiones sintticas de sus trabajos tienen dos dimensio-

    nes pero solo una cota, la cota cero. Las infraestructuras, el verde, la

    edificacin, etc. estn relacionadas y ocupan su lugar en superficie.

    No hay ningn plano del subsuelo que integre los usos y funcionesactuales y previstas de manera similar a los planos que tenemos de

    superficie. Tampoco existe ningn plano, a escala urbanstica, que

    plasme de manera integrada los usos y funciones planificadas en

    alzada, en las cubiertas o no. A los terrados se les asigna un papel

    residual, sin importancia, para implantar pequeas instalaciones e

    infraestructuras. Como mximo, podemos encontrar la seccin de

    un edificio pero nunca los tres niveles tratados cada uno de ellos de

    manera integrada, tanto en horizontal como en vertical.

    La concepcin del urbanismo de los tres niveles5permite repensarla ciudad y el espacio pblico incorporando nuevas variables y refor-

    mulando otras que hoy han perdido parte de su flexibilidad. La crea-

    cin de la ciudad subterrnea donde la distribucin urbana o la ges-

    tin de los servicios estuviesen contempladas permitira, por ejem-

    plo, reducir la actual friccin y disfunciones del espacio pblico en

    superficie. Las posibilidades son enormes como lo son los posibles

    usos y funciones del urbanismo en alzada donde el agua, la energa,

    la biodiversidad o el uso como espacio pblico de las cubiertas pue-

    den tener un papel que el urbanismo actual no contempla.4Ver Rueda, S. (2003). Barcelona, ciudad mediterrnea, compacta y compleja: Una visin de futuro ms sostenible. Ed. Ayuntamiento de Barcelona, o Rueda, S. et al.(2003) Plan de movilidad, accesibilidad y espacio pblico en el Distrito de Gracia.

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    Compacidad corregida:nivel de compresin/descompresinurbana en unacuadrcula de 200x200 m.

    5 Rueda, S. y Schaefer, B. (2003) Elementos estratgicos para el desarrollo del futuro Ensanche del Prat Nord:Indicadores y evaluacin ambiental.

    ACTUAL FUTURAFuente: Ayuntamiento de Barcelona. Distrito de Gracia y Agencia de Ecologa Urbana de Barcelona

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    Arq. Luis Pereyra

    Estoy preparando el equipaje para concurrir a las Jornadas Internacio-

    nales de Humanizacin del Espacio Pblico que organiza el Gobierno

    de la Ciudad de Buenos Aires, en mayo de este ao. Como en todo

    viaje, hay que seleccionar con cuidado pues todo no se podr llevar,

    entonces

    En principio decido llevar algunos recuerdos, 4 libros y mi carpeta de

    dibujos de viajes.

    Los recuerdos tienen que ver con la vivencia de lugares pblicos,

    durante mi infancia en Rosario. Como es sabido, esas experienciasde los primeros aos, desprovistas de condicionamientos tericos o

    intelectuales, son las ms puras y las que acompaan nuestras ac-

    ciones, pensamientos y sentimientos durante el resto de la vida, y por

    eso me parece importante evocarlas, ya que todas son positivas.

    El primer espacio publico que recuerdo, es el Monumento a la Ban-

    dera, y su entorno, al cual relaciono con la humanizacin de lo ins-

    titucional.

    A diferencia de otros monumentos emblemticos inaccesibles, este

    poda recorrerse, conocerse y disfrutarse sin mayor restriccin queun sentimiento de veneracin hacia nuestro pasado con la sensacin

    de pertenecer a una patria bien organizada y con fuertes tradiciones.

    Para mi resultaba un lugar casi mgico por su imponente escala y

    su organizacin: la venerable galera de las Banderas Americanas,

    con sus escudos y flores nacionales, la monumental escalinata que

    desciende hacia las barrancas, rematando en la solemne cripta con

    los tesoros patrios y sobre ella, la alta torre que mira hacia el ro, o tal

    vez vislumbra el futuro. El conjunto, impactante y abstracto, inspiraba

    seguridad institucional con su llama votiva, eternamente encendida.

    El segundo lugar, el Parque Independencia, estaba humanizado porla convivencia.

    Este frondoso y ondulante parque ofreca innumerables opciones a

    los visitantes, desde los paseos de sbados y domingos (placer

    en vas de extincin?) para disfrutar de la sombra de los rboles y

    las coloridas flores, los recorridos en bote por el lago en compaa

    de majestuosos cisnes, las visitas al Museo de Bellas Artes, el zool-

    gico, el aviario, la Sociedad Rural, un estadio de ftbol, hasta poder

    sorprenderse frente a la exhibicin de un enorme meteorito, cado en

    tiempos remotos, en algn lejano campo. Todas estas actividadesdesarrolladas en libertad, con alegra y cierta inocencia, eran el su-

    mun del placer colectivo.

    El ltimo recuerdo, tiene que ver con la humanizacin por la intimidad.

    La Plaza Pringles, un agradable lugar a pocas cuadras del centro de la

    ciudad, era un sitio pequeo con grandes rboles, que cubran el piso

    con una filigrana de luces y sombras. En los bancos, la gente descan-

    saba, conversaba o refrescaba sus manos en el borde de una rumo-

    rosa fuente central. Un detalle: este clido remanso se complemen-

    taba con una sencilla Biblioteca Pblica, situada en eje con la fuente,

    cruzando una estrecha calle perimetral. En esta plazoleta el placer se

    encontraba en la pequea escala y la serena reflexin, vivencias delas cuales la lectura en la biblioteca poda ser la culminacin.

    Luego viaj a Buenos Aires donde vivo, y por supuesto surgen otros

    recuerdos, pero los primeros me parecen los esenciales

    Los cuatro libros que preparo son aquellos sobre historia y teora de

    los asentamientos humanos que me han inspirado y dejado durade-

    ras enseanzas.

    El primero, Townscape de Gordon Cullen, (1971), donde el urba-

    nista ingls, con sus extraordinarios y sintticos dibujos fue capaz de

    hacernos ver que una ciudad, un pueblo o un paisaje estn confor-mados por la integracin de diferentes espacios y cmo una modifi-

    cacin mnima puede hacer que un lugar sea atrayente, confortable,

    o desagradable.

    El segundo, complementando el anterior, es: Townscape del Cono

    Sur, de 1974, escrito por Roberto Bonifacio, Ramn Gutirrez y Fe-

    derico Ortiz (un lujo!) para la revista espaola Hogar y Arquitectura.

    Esta publicacin, que no creo demasiado difundida, retoma el enfo-

    que de Cullen y lo aplica a las ciudades sudamericanas. En una lucida

    introduccin afirman los autores, mediante una visin continental, la

    necesidad derecuperar esa Patria Grande Americana, y luego sededican a ejemplificar con numerosos textos y fotografas, las parti-

    cularidades de la urbanidad americana, sus orgenes y sus posibili-

    dades futuras.

    Los dos ltimos, posiblemente ms conocidos, son: La Arquitectu-

    ra de la Ciudad (1971) de Aldo Rossi y Aprendiendo de la Vegas

    (1977) de Robert Venturi. Resulta interesante confrontar estos dos

    libros que muestran por un lado la visin de un arquitecto europeo

    que concibe el hacer ciudad, integrando la historia, los monumen-

    tos, las tipologas, y las mismas obras arquitectnicas, y por el otro, lamirada norteamericana de Robert Venturi, quien al analizar la ciudad

    artificial de Las Vegas, plantea que la convivencia de lo popular, lo

    Ciudades de recuerdos,escritos y dibujos

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    decorativo y aun lo feo, puede conformar un cierto estilo vernacular

    comercial, del cual desprender un nuevo lenguaje terico-esttico

    para aplicar a futuros desarrollos.

    Por ultimo, agrego los dibujos de viaje por Argentina, Uruguay, Brasil,

    Bolivia, Per y Chile.

    Al revisarlos, no veo grandes especulaciones tericas, ni esquemas, ni

    ejes, ni cuadriculas. Veo imgenes de lugares que se relacionan con

    todo el resto del equipaje y con el placer que sent al conocerlos e inten-tar retenerlos, mientras los dibujaba. (Las enseanzas de Cullen?)

    Veo una sombreada plaza en Ubatuba, Brasil (Plaza Pringles?), una

    pequea casa en la Pedrera, Uruguay, que retoma la arquitectura

    tradicional del sur de Brasil (Rossi y las tipologas?), tambin un

    humilde porteador boliviano, con un peso imposible en su espalda,

    pasando frente al colonial patio de la Casa de la Moneda en Potosi

    (Townscape del Cono Sur?), una Iglesia de pescadores en Brasil, en

    la cual el altar esuna canoa (el rescate popular de Venturi?), y

    muchos mas

    Creo que esto ser suficienteAguardo entonces el comienzo de las Jornadas, las cuales a su vez

    espero que sean humanizadas por la fraternidad y la reflexin.

    Plaza en Ubatuba, Brasil

    P l di t t

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    Arquitectos Paolo Riani y Edgardo Salamano

    Qu entendemos los arquitectos por humanizar el espacio?Esencialmente, hacer fluido un grupo de relaciones entre objetosque ocupan un mbito espacial determinado.Si estas relaciones son dbiles, el espacio tambin lo es. Cuandofaltan del todo, el espacio no existe.La ciudad es (o debera ser) un cruce de relaciones de todo tipo, ypor lo tanto lugar humanizado por excelencia. Para destruirla bastadividirla en mbitos funcionales separados (residencia, industria,

    comercio, tiempo libre) y listo. Lamentablemente las expansionesurbanas han sido siempre hechas as y se las seguir haciendo as,aun afirmando -despus de aos de experiencias negativas- que sequiere cambiar el sistema.

    Cuales son las caractersticas de un espacio urbano de dimen-sin humana? Creo que la primera y la ms obvia es que la ciu-dad es, ante todo, una suma, sobre todo de poblacin (una de lasseales de la declinacin de una ciudad es la disminucin de sus

    habitantes).Luego, de mercaderas, de dinero y de todos los medios posiblesde comunicacin (rutas, telfonos, diarios, libros, TV, Internet) Sinos preguntamos qu cosa va a hacer la gente a la ciudad todas lasmaanas, la respuesta puede ser una sola: va a usar esos mediosde comunicacin.Es una suma tambin de s misma (monumentos, archivos, mu-seos) o sea, de memoria. Por lo tanto es tambin una acumula-cin de tiempo. Desde este punto de vista la ciudad es, por natu-raleza, conservadora.

    La segunda caracterstica viene como consecuencia: es aquella deser un instrumento de intercambio. Desde este punto de vista laciudad no es nunca conservadora. No acumula para conservar, sinopara intercambiar. En el origen de toda ciudad hay siempre un mer-cado, ubicado generalmente en las vas de trnsito. Es este inter-cambio la matriz del desarrollo urbano.Las ciudades japonesas eran exclusivamente instrumentos de inter-cambio: servan para concretar negocios, para producir y para diver-

    tirse. Efmeras e instrumentales, no tenan necesidad de ser bellas.No por nada el ideograma que expresa el concepto de ciudad es elmismo que el de mercado.

    Nuestras ciudades-museo, las ciudades-sirena que hoy atraen mareasde turistas, son bellas, pero estn destinadas a convertirse poco a pocoen no-lugares. Es el riesgo que corre por ejemplo Florencia, cuya rique-za es aprovechable solo como grotesca replica en Las Vegas.

    La tercera es la movilidadSe piensa generalmente que los habitantes de una ciudad son se-dentarios. No es verdad.

    Un ciudadano es sobre todo un viajero, tambin cuando vive enPlaza del Duomo.Cada ciudad es sobre todo una red de calles que sirven para mover-se velozmente en la bsqueda de algo o alguien. La prueba est enque el mayor problema de todas las ciudades -nunca resuelto- hasido siempre el trafico, desde la antigua Roma hasta hoy.Decimo Juvenal describa as las noches de la vieja capital: Pue-den dormir slo aquellos que poseen grandes riquezas. La causaprincipal del insomnio es sta: el continuo pasaje de los carros por

    las estrechas curvas de las callejas y el ruido del pasar del gana-do terminarn por sacar el sueo hasta a las focas!.Y los das: Si un negocio lo lleva fuera de casa, el rico, transpor-tado rpidamente en litera a espaldas de gigantescos liburnos, seabre paso entre la multitud Mientras tanto nosotros, que no te-nemos menos apuro que l, debemos luchar contra la oleada degente que nos obstaculiza y contra el gento que nos empuja deatrs. Uno nos da un codazo, otro nos golpea con un palo, ste nosgolpea la cabeza con una viga, aquel otro con una camilla, mesiento pisar los pies por zapatos militares que me plantan los clavos

    en los dedos.En la Florencia medieval haba una multa por cabalgar ancho (conlas piernas abiertas), en aquellas calles angostas. Ms tarde Leo-nardo da Vinci pens en dotar a la ciudad de planos peatonaleselevados. Era la primera intuicin de nuestras metrpolis subterr-neas, que hoy son posibles gracias a aquel medio de comunicacinque se llama electricidad.

    Una cuarta caracterstica es la artificialidad, para desgracia de los

    amantes de la naturaleza. Nada es naturaleza en una ciudad, todoes artificial.Es artificial el tiempo, que no est ritmado por el sol sino por los

    Preludio y contrapunto:por una ciudad llena de vida

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    Drsena y astillero naval en Viareggio, Italia

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    horarios de los negocios, de los autobuses, de los trenes, de las ci-tas. El reloj nace en la ciudad. El de la torre del Mangia en Siena,es del Trescientos.Es artificial la luz, que es constante porque la electricidad prolongael da tambin de noche, hasta la maana.Es artificial el suelo (embaldosado, multiplicado en altura en los pi-sos de los edificios y en profundidad, en sus estructuras). Hasta lanaturaleza es artificial: rboles plantados en lnea recta en las ave-

    nidas, dispuestos segn figuras geomtricas en los jardines pbli-cos, continuamente podados para no hacerlos crecer mucho.

    La quinta es la agresividad.Los Gelfos y los Guibellinos, los Montescos y los Capuletos nacenen las ciudades.Vivir en ciudad significa tratar de trepar. Para moverse en la ciu-dad hay que saber hacerse brecha, como Juvenal. No debemoscreer que la vida en la ciudad deba ser -por fuerza- color de rosa. La

    ciudad es un gimnasio de agresividad. La ville radieuse existe sloen la fantasa. Si existiera verdaderamente seria aburridsima. Losladrones, los estafadores, las prostitutas y hasta los manifestantesque bloquean las calles gritando hacen involuntariamente al efectourbano, aunque sea incmodo reconocerlo.Desde el punto de vista arquitectnico se puede decir que una ciudaddebera siempre mostrarse como una suma de formas contrastantes:edificio alto contra edificio bajo, calles angostas contra arterias an-chas, callejas tortuosas contra plazas abiertas. En cambio se hace detodo para hacer su perfil uniforme. Un perfil urbano uniforme es ene-

    migo de lo urbano, como decia Giovanni Michelucci.En el panorama de las down-town llenas de rascacielos altos, preten-siosos y luminosos, los edificios-smbolo de los potentados industria-les, se contraponen entre ellos por contraste, dando lugar a las skylinecaractersticas. Las de New York, de Chicago, de Atlanta, de Houstono de Los ngeles son cmulos brillantes a veces de extraordinaria be-lleza, destinados a transferir a la posteridad la imagen abstracta de laciudad de nuestro tiempo.

    La sexta caracterstica de la ciudad es su tendencia a codificar todassus relaciones: del cdigo de la lengua hablada a aquel de las buenasmaneras que, no por nada se llaman urbanas (el Libro de las buenas

    maneras de Messer Pace de Certaldo es del Doscientos, o sea al ini-cio del desarrollo de Florencia). Del de la sealtica vial, a los cdigosciviles y penales, que son el otro rostro de la agresividad urbana (sir-

    ven para regularla). Las personas inurbanas son aquellas que fingenignorarlas.En arquitectura los cdigos si llaman tipologias, como sostena Mu-ratori.Es el tipo, en cambio, siempre diverso de ciudad en ciudad, que da el

    cdigo histrico necesario para atribuir un significado comprensible acada intervencin. La tipologia es por lo tanto un instrumento que de-fine una estructura y nos permite comprender la historia.Un monumento es un emergente, y como tal puede ser justamenteinesperado, fuera de escala y parecer agresivo (como la enorme c-pula de Florencia, desubicada como un zeppeln aterrizado en el jardndel vecino, segn una eficaz imagen de Gordon Cullen).Seria un error extirpar de la ciudad las cpulas -o sea los emergentes-porque no habra ms contrastes. Un panorama hecho slo de monu-

    mentos es un cementerio.Una ltima caracterstica de la ciudad es la abundancia de comu-nicaciones.Es tal vez la ms importante porque es la resultante de todas las otras

    juntas y produce la ambigedad urbana.En la ciudad medieval la praxis era aquella opuesta: las ocasiones deinterferencia no venan evitadas, sino aprovechadas y predispuestas.El caracterstico desorden, la aparente casualidad de las plazas medie-

    vales derivaba del hecho de ser espacios ambiguos, o sea no puestos

    al servicio de una nica o de pocas vas como lo fueron mas tarde.Un prtico o una plaza no pertenecan necesariamente a la iglesia o alpalacio a los cuales se refera: all poda hacerse un mercado, un co-micio, un espectculo, una ejecucin capital. Por lo tanto no se pen-saba que el edificio principal deba ocupar una parte central. Lo mis-mo puede decirse de las fuentes o las entradas de los edificios: erantodos episodios espacialmente repetitivos desde el punto de vista dela circulacin, de la necesidad de entrar y salir de una vivienda, de ir abuscar el agua o lavar la ropa.Para aquellas exigencias eran espacios en gran parte superfluos. Des-de punto de vista de la interaccin urbana tenan en cambio una enor-me importancia, porque consentan una gran contaminacin entre

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    Plano de recuperacin ambiental de 100 hectreas de la campia de Toscana, Italia

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    todos los sistemas de comunicacin en uso, justificando de ese modola existencia misma de la ciudad.En una ciudad todo se transforma en comunicacin, como se trans-formaba en oro, segn la leyenda, todo lo que el rey Midas tocaba.

    Todo se transforma en publicidad (un Kg. de manzanas en el mercadono es un Kg. de manzanas, es dinero).Puede parecer contradictorio hablar de ambigedad donde todo escomunicacin. En realidad, cuando las comunicaciones se sobrepo-

    nen, se deforman unas a otras, se contradicen, se transforman enambiguas o sea plurisignificantes. Es el efecto urbano.El aire de la ciudad, se deca antes, hace que el hombre sea libre. Noslo porque lo sustraa del despotismo feudal (despus de un ao yun da), sino porque la ambigedad urbana se presta al ejercicio de lalibertad de pensamiento y de comportamiento.Nuestros centros, llamados histricos porque las formas gticas semezclan con las barrocas, con las renacentistas, con las ochocentis-tas y en fin, con las actuales (all, donde las guilas se atreven) sonbuenos ejemplos de ambigedad urbana.

    Y tambin los centros urbanos parlantes o sea: ms ricos de negocios,de carteles publicitarios, de manifiestos, de muros pintarrajeados conel spray, son tambin ambiguos y, por lo tanto, vivos. En Aprendiendode Las Vegas Robert Venturi propona la confusin luminosa de LasVegas como un modelo de efecto urbano.

    Si aquella propuesta es provocadora, creo poder afirmar que la huma-nizacin de los espacios pblicos de una ciudad no es slo un proble-ma urbanstico, es tambin -y sobre todo- de diseo urbano, o sea de

    relaciones fsicas entre objetos fsicos para dar a cada uno de ellos unvalor existencial propio, que es la mejor definicin de arquitectura.

    Len Battista Alberti escriba: El arquitecto colocar las cosas msnobles en los lugares ms visibles, y aquellas humildes en los lugaresmenos visibles. Pero a veces le convendr poner estas ltimas juntoa las nobles, a fin de que la nobleza crezca con la comparacin. Esun buen programa de diseo urbano.

    Pienso que el diseo de una ciudad de dimensin humana no deberatemer a la ambigedad y al desorden, sino ms bien al orden; no alo efmero sino a lo duradero. Porque no son los arquitectos que ha-

    cen las ciudades con sus invenciones bellas o feas, es el tiempo. Osea, la gente que all vive anima la arquitectura, usndola en modosimprevistos.El arquitecto debe slo dar los parmetros para que esto pueda suce-der. Un buen proyecto urbano no puede ser ms que una obra abier-ta, en el sentido que Umberto Eco atribuye a esta expresin: una obraque vive el cambio debido a su uso.

    Se deben dejar suficientes oportunidades para la participacin de losciudadanos - afirmaba Kenzo Tange en la explicacin que acompa-aba el proyecto para el nuevo centro directivo de Bologna en 1970-;personalmente creo que son los ciudadanos los que deben tener laresponsabilidad del futuro de la ciudad.

    La humanizacin del espacio pblico a travs de la arquitectura po-dr decirse en marcha si parte de estas consideraciones.

    No nos hagamos ilusiones de resolver el problema simplemente co-municando mejor los barrios nuevos con la ciudad vieja (el llamadocentro histrico), o dotndolo de los servicios faltantes, o con otrasintervenciones de este tipo.

    Es ms bien la ciudad vieja que debe invadirlos, extendiendo laspropias caractersticas urbanas: sus atractivos culturales y comer-ciales, su vida diurna y nocturna, su seductor desorden, sus lugaressuperfluos donde estacionar, sus cdigos, los emergentes y todo loque se necesita para obtener un efecto urbano.

    En conclusin, una ultima observacin: si la forma de una ciudadest dominada por la concentracin de comunicaciones que for-man su tejido, los medios que lo permiten y su evolucin deberanser la causa principal de sus variaciones.

    Valgan las diferencias entre la ciudad medieval, individualista (por-que es hija del comercio), y la renacentista, cortesana (porque eshija de la plvora, que es lamentablemente un muy buen mediode comunicacin, y ha consentido en Europa la formacin de lasSeoras). Entre aquella barroca -hija del carruaje- y aquella bur-guesa -hija en cambio de la maquina a vapor- hasta las modernas

  • 8/13/2019 La humanizacin del espacio pblico: Captulo II

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    megalpolis, hijas de la electricidad, donde la comunicacin a di-stancia en su versin electrnica ha convertido en virtual el espacio

    y anulado el tiempo con la simultaneidad.

    Este elenco puede sugerir otra caracterstica de lo urbano: la persi-stencia en el cambio.Ninguno de los medios para comunicar que hacen a lo urbano

    jams ha reemplazado, en el desarrollo de una ciudad, a aquellosque ya la caracterizaban. La forma de una ciudad no esta hecha deextractos arqueolgicos sobrepuestos: es una amalgama.

    Esto explica cmo es posible que cada ciudad sea siempre reco-

    nocible a travs de los siglos de su historia y confirma -como decaDarwin- que el desarrollo nunca es interrupcin, es siempre la con-tinuacin de algo.

    Re-epilogando, la humanizacin de los espacios pblicos se mide en:La capacidad de guardar, de acumular y por lo tanto de conservar(el tiempo, la historia, la lengua).La capacidad opuesta: la de mutar, hija de la movilidad urbana (unaciudad se renueva continuamente tambin en la lengua, aun per-

    maneciendo siempre la misma).La capacidad de fagocitar la naturaleza (la abundancia de provisio-nes alimenticias, de parques, de luz, de agua).

    Su ausencia, que es, al contrario, artificial.La agresividad, la competitividad que diversifica cada individuo en

    medio a los otros.El intercambio que, al contrario, tiende a agregar cada individuo alos dems (quien es capaz de bastarse a si mismo y no tiene ne-cesidad de los otros o es una bestia o es un dios (Aristteles, LaPoltica) y produce las regla y los cdigos.

    Tenemos entonces parejas de opuestos que se contradicen unos aotros, pero que -justo porque se contradicen- confieren a la ciudadsu caracterstica fundamental: la ambigedad.

    Es mucho mas difcil hacerlo hoy que en los tiempos pasados: noslo porque los medios para comunicar se han desarrollado enor-memente y siguen hacindolo; no slo porque cada uno de ellospide siempre ms intervenciones especializadas para funcionar;sino tal vez porque la cultura prevalentemente racionalista y eco-nomista de la cual somos hijos, ha producido un diseo estndarenemigo de la ambigedad, de la variacin y del superfluo, incluidoel urbano.

    Cualquiera sea el arquitecto o los arquitectos llamados a esta tareatendrn que formar parte de esta realidad y buscar de valorizarlacon un lenguaje arquitectnico adecuado y explicito.

    Complejo Comercial en Viareggio, Italia