LA HISTORIA DE LAS INDIAS: LAS ANOTACIONES DEL PADRE LAS ... · El Padre Las Casas en su Historia...

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LA HISTORIA DE LAS INDIAS: LAS ANOTACIONES DEL PADRE LAS CASAS SOBRE LOS INDIOS TAINOS Emelina Martín Acosta Universidad de Burgos RESUMEN: Las Casas utiliza el diario de Colón para la elaboración de su Historia de las Indias. De este modo ira interponiendo sus propias ideas a las observaciones colombinas sobre los indíge- nas desde la perspectiva de una época posterior y su propia vocación religiosa tardía. Palabras Clave: Las Casas, Colón, indios tainos. ABSTRACT: Las Casas used the Colon’s diary to write his Indian History. So, he was introducing his own ideas to the Columbine vision about the indigenise people since of the point of view the other posterior age and his own late religious vocation. Key Words: Las Casas, Colón y Taínos

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  • LA HISTORIA DELAS INDIAS: LASANOTACIONES DELPADRE LAS CASASSOBRE LOSINDIOS TAINOS

    Emelina Martín AcostaUniversidad de Burgos

    RESUMEN:

    Las Casas utiliza el diario de Colón para la elaboración de su Historia de las Indias. De estemodo ira interponiendo sus propias ideas a las observaciones colombinas sobre los indíge-nas desde la perspectiva de una época posterior y su propia vocación religiosa tardía.

    Palabras Clave:Las Casas, Colón, indios tainos.

    ABSTRACT:

    Las Casas used the Colon’s diary to write his Indian History. So, he was introducing his own ideasto the Columbine vision about the indigenise people since of the point of view the other posterior ageand his own late religious vocation.

    Key Words:Las Casas, Colón y Taínos

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    INTRODUCCIÓN

    El Padre Las Casas en su Historia de lasIndias comparte la mayor parte de la visión deColón cuando plasma en su diario la creenciafeliz de la facilidad de la empresa ante la bon-dad y actitud favorable de los indios1,aunqueél añade siempre una reflexión más profunda,como podemos apreciar en su extensa obra,escrita posteriormente y que cuenta con elDiario Colombino como borrador, pero quetambién conoce más la realidad de la pobla-ción india como religioso y por tanto ya no setrata de una mera impresión a simple vista.Así, por ejemplo, en los primeros momentosdel descubrimiento, el dominico nos brinda sugran conocimiento sobre los lucayos, pobla-ción de San Salvador,, a los que retrata conuna bondad natural, gran simplicidad, humil-dad, mansedumbre, inclinaciones virtuosas,así como una prontísima disposición pararecibir la santa fe y ser imbuidos en la religióncristiana; los que con ellos mucho conversa-mos, así en las cosas espirituales y divinas,comunicándoles la doctrina cristiana y admi-nistrándoles todos los siete sacramentos,oyendo sus confesiones, dándoles laEucaristía y estando a su muerte2.

    Igualmente el Almirante nos describe el aspec-to físico de la población indígena con una granminuciosidad, pero también un tanto parcial:el contacto con los indígenas: “me pareció queera gente muy pobre de todo, ellos andabantodos desnudos como su madre los parió ytambién las mujeres, aunque no vi mas deuna harto moza,y todos los que yo vi eranmancebos, pues ninguno pasaba de treintaaños, muy bien hechos, de muy hermosos ylindos cuerpos y muy buenas caras, los cabe-llos gruesos casi como cerdas de cola de caba-llo y cortos; los cabellos los traen por encimade las cejas, salvo unos pocos detrás, quetraen largos, que jamás cortan. Unos se pin-tan de prieto, otros son del color de los cana-rios, ni negros ni blancos, unos se pintan deblanco, otros de colorado, unos se pintan lascaras, otros los cuerpos, o los ojos o la nariz.

    No traen armas, ni las conocen porque lesmostré espadas y las tomaban por el filo y secortaban con ignorancia. No tienen algún hie-rro; sus azagayas son unas varas sin hierro yalgunas de ellas tienen al cabo un diente depez y otras de otra cosa. Tienen todos buenaestatura, buenos gestos y bien hechos. Debenser buenos servidores y de buen ingenio, queveo que muy presto dicen todo lo que les decíay creo que ligeramente se harían cristianos,que pareció que ninguna secta tenían.

    Las Casas comenta el hecho de que Colón novio hombres viejos no porque no existieransino porque no querían aparecer, ya que todasaquellas islas de los lucayos eran gente muysana, que contaban con hombres y mujeresviejísimos, que no podían morir por la gransuavidad, amenidad y sanidad de la tierra. Eincluso cree que esta gente por su simplicidady mansedumbre se parecen a las de una islaque cuenta Diodoro en el libro III, capitulo 13de su Historia, de la que dice maravillas:“aquella gente tenía cuatro codos de cuerpo,eran hermosos en todos sus miembros y tení-an la costumbre vivir hasta cierta edad y lle-gados a allí, ellos mismos se dan la muerte;hay cierta hierba, sobre la cual, si alguno seecha, le viene luego un suave sueño y así semuere“. Las Casas echa mano de su magnifi-ca cultura para encontrar sentido a la exis-tencia de seres humanos en esta parte delmundo.

    1.-DESCRIPCIÓN DEL PRIMER VIAJECOLOMBINO

    Y el 14 de octubre cuando el Almirante nave-gaba por la costa de la isla Guanahaní,comenzó a ver dos otras poblaciones y grannúmero de gentes, hombres y mujeres quevenían hacía la playa llamando a los cristianosa voces y dando gracias a Dios; unos traíanagua fresca, otros cosas de comer, otros selanzaban al agua y nadando se acercaban a

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    1 Carta de Colón sobre el Descubrimiento .Estudio de RAMOS, Demetrio (1983). Edición de la Diputación. Granada.

    2 DE LAS CASAS, Bartolomé (1992): Historia de las Indias. Edición de Agustín Millares Carlo y estudio preliminar de LewisHanke. Fondo de Cultura Económica. México. 3ª impresión. Tomo I, pág.202 y ss.

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    las barcas y entendían que les preguntabanpor señas si venían del cielo; y un viejo deellos quiso llegar hasta ellos y entró en el batelpara irse con ellos; otros llamaban a grandesvoces a hombres y mujeres diciéndoles: “Venidy veréis los hombres que vinieron del Cielo;traedlos de comer y de beber. Vinieronmuchos hombres y muchas mujeres, cadauno trayendo lo que tenían, dando gracias aDios, echándose el suelo y levantaban lasmanos al Cielo”. Esa creencia de encontrarseante un mundo pacífico, receptivo y práctica-mente paradisíaco, es lo que trasladó Mártirde Anglería a sus Décadas, en las que descri-be cómo “bajando los nuestros de las naves,fueron recibidos honoríficamente por el rey ydemás indígenas y reverenciaban a los nues-tros por cuantos modos podían y sabían”3. Noobstante esta visión contrasta con la decisiónque más adelante plantea el Almirante cuan-do aunque no ve necesario hacer allí fortalezapor ser aquella gente muy simple y sin armas,si que determina hacerles esclavos: por lossiete que mandé tomar para llevarlos paraaprender nuestra habla y devolverlos denuevo, salvo que sus Altezas mandaren llevar-los todos a Castilla o tenerlos en la misma islacautivos, porque 50 hombres los tendrántodos sojuzgados y les harán hacer todo lo quequisieren. Es la primera señal de esclavitudpor parte de Cristóbal Colón y que porsupuesto no va a ser la última. Tampocoresulta extraño que hable de esclavitud,alguien que viene de un mundo lusitanodonde los esclavos suponen un pingüe negocioy donde en la misma Castilla los grandesseñores y los mismos Reyes los tienen a suservicio. Por supuesto aún no se habían con-cedido las Bulas Papales por parte delPontífice Alejandro VI.

    El padre Las Casas critica la política seguidapor el Almirante, pues la considera contraria alos principios que Dios y la Iglesia habíanmarcado como fin de este descubrimiento alapuntar cuán lejos estaba el Almirante deacertar en el derecho divino y natural, y de loque según esto, los reyes y él estaban obliga-dos a hacer con estas gentes, pues ligeramen-te determinó que los Reyes podían llevar todos

    los indios, que eran vecinos y moradoresnaturales de aquellas tierras, a Castilla otenerlos en la misma tierra cautivos.

    Cuando llegaron a la isla Fernandina, cono-cieron el pan de cazabe que llevaba un indioen su canoa y al bajar a tierra los mismosindios con mucha alegría traían los barriles acuestas hasta los bateles y no sabían en quehacer para complacer. Los indios tenían pañosde algodón como mantillas y las mujeres seponían por delante de su cuerpo una tela dealgodón que escasamente les cubría las ver-güenzas. Colón cree que no conocían sectaalguna y que creía que muy prestos se torna-rían cristianos, porque entendían fácilmentelas cosas que les explicaban. Más adelantecuando llegaron a la isla Isabela fueron a unapoblación y como la gente de ella sintiese loscristianos, dejaron sus casas, escondieron loque pudieron de sus alhajas en el monte yhuyeron todos de espanto. Después volvieronalgunos cuando vieron que no iban tras ellos,y uno se llegó confiadamente a los cristianos,al que el Almirante hizo dar unos cascabeles yunas cuentecillas de vidrio. El 22 de octubrellegaron junto a los españoles muchos indiossemejantes a los pasados, desnudos y pinta-dos de diversos colores, traían ovillos de algo-dón y tenían algunos pedazos de oro puestosen las narices y tenían por cierto que los cris-tianos habían descendido del cielo.

    En la isla de Juana (Cuba) hallaron las casasmuy hermosas, en forma de alfaneques muygrandes, que parecían tiendas en real o ejérci-to, sin concierto de calles, cubiertas de hojasgrandes de palmas muy hermosas y por den-tro muy barridas y limpias y sus aderezos muycompuestos, maravillosos aparejos de redes yanzuelos para pescar. Había muchas avecitassilvestres amansadas y perros que nuncaladraban y muchas estatuas en figura demujeres y muchas cabezas muy bien labradasde palo; pero no supo si lo tenían por arreo yhermosura de casa o lo adoraban. Esta gentees de la misma calidad y costumbre de losotros hallados, sin ninguna secta que yoconozca, pues hasta hoy no he visto hacerninguna oración, antes dicen la salve y el Ave

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    3 MÁRTIR DE ANGLERÍA, P. (1892): De Orbe Novo. Década 1ª, libro 1º, cap. II, tomo I, pág.107, la traducción de TorresAsensio. Madrid,

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    María, con las manos al cielo como se lomuestran y hacen la señal de la cruz. ElAlmirante les mostró oro y perlas y le respon-dieron ciertos viejos que en un lugar que lla-maron Bohío había infinito. Según el PadreLas Casas los indios con el vocablo bohío sereferían a su casa y que ellos se limitaban ahablar de Haití, la isla Española, donde habíaoro, pero los españoles entendían que habíangrandes barcos y mercadurías y cuandohablaban de los caribes que comían carnehumana de algunas islas, los españolesentendían que existían monstruos, que jamásse vieron en aquellas tierras como apostillatambién el cronista4.

    Y hacía el interior de esa isla de Cuba algunosespañoles encontraron una población dehasta cincuenta casas, en las cuales moraríanhasta mil vecinos, porque les parecía que viví-an muchos en una casa, son gente humilde,mansa y pacífica. Habían sido recibidos enaquel pueblo con gran solemnidad…besabanles las manos y los pies, creyendo que veníandel cielo. Entraron en la casa principal y losespañoles se sentaron en silla y los indios enel suelo en cuclillas alrededor de ellos.Después salieron los hombres y entraron lasmujeres sentándose de igual forma. Los hom-bres tenían siempre en sus manos un tizón,que son unas ciertas hojas secas metidas encierta hoja seca también a manera de mos-quete hecho de papel, que llaman tabaco.Colón dice que: son gentes sin mal, ni de gue-rra; desnudos todos, hombres y mujeres,como su madre los parió; verdad es que lasmujeres traen una cosa de algodón solamente,tan grande, que les cubre su natura y no más,y son ellas de muy buen acatamiento, ni muynegras salvo menos que las canarias. Y denuevo vuelve a insistir Colón en la idea deque, son personas devotas, religiosas, queluego todos se tornarían cristianos, y así espe-ro en Nuestro Señor que Vuestras Altezas sedeterminarán a ello con mucha diligencia,para tornar a la Iglesia tan grandes pueblos ylos convertirán, así como han destruido aque-llos que no quisieron confesar el Padre y elHijo y el Espíritu Santo.

    Esta preocupación de Colón para que los indí-

    genas se convirtieran hizo que el lunes 12 denoviembre, estando en el puerto de Mares dela isla de Cuba, determinara llevar a Castillaalgunos indios para que aprendiesen la lenguade allí y saber de ellos los secretos de la tierray para instruirlos en las cosas de la fe. Portanto viniendo una canoa o almadía, por laconfianza y seguridad o bondad que todos losindios tenían a los cristianos, llegándose abordo de la nao para rescatar, 6 mancebos,entraron 5 en la nao, porque el otro se quedóen la canoa y los hizo detener contra su volun-tad, para llevarlos consigo a Castilla. El PadreLas Casas se manifiesta contrario a la acciónde Colón y dice, de nuevo que es “violar tácitao interpretativamente las reglas del derechonatural y derecho de las gentes, que dictan ytienen que al que simple y confiadamenteviene a contratar con otros, mayormentehabiéndose ya confiado los unos de los otros ytratado amigablemente, lo dejen tornarse a sucasa, sin daño de su persona ni de sus bien-es, libre y desembargadamente. Agravia estehecho-sigue diciendo-haberlos recibido en sutierra y en sus casas con tantas ceremonias yregocijos, adorándolos como a cosas divinasdel cielo. Igualmente el dominico se preguntaque sentiría Colón, si por el contrario, los indí-genas hubieran detenido a la fuerza a los doscristianos que envió tierra adentro, no dudaríaen hacer una guerra justa. Pues de este modoLas Casas justifica la guerra justa de los indí-genas: las leyes y reglas naturales y del dere-cho de las gentes sean comunes a todas lasnaciones, cristianos y gentiles, y de cualquiersecta, ley, estado, color y condición que sean,sin una y sin ninguna diferencia, la mismajusticia tenían y tuvieron los vecinos de aque-lla isla contra el Almirante y sus cristianos porla recuperación de sus convecinos.

    Las Casas cree así mismo que los españolesperderán autoridad y crédito ante los indios yno le parece excusa suficiente el que elAlmirante creyese que al final todo seríabueno y provechosos, ya que “nunca hemos dehacer cosa mala, por chica y mínima que sea,para que por ella o de ella haya de salir ohayamos de sacar inestimables bienes. LasCasas cita para sus afirmaciones a San Pabloen su carta a los Romanos: Nos sunt facienda

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    4 LAS CASAS (1992):tomo I, pág.228

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    mala ut bona eveniant. Y según él como loshombres nunca suelen caer en un solo yerro,antes suele ser mayor el que se cometerá des-pués, el Almirante queriendo perfeccionar supropósito, envió una barca con ciertos mari-neros a una casa que estaba en la parteponiente del río y tomaron y trajeron sietemujeres, entre chicas y grandes, con tresniños. Pues Colón creía que si en España loshombres se comportan mejor habiendo muje-res de su tierra que sin ellas; los indiosteniendo a sus mujeres tendrían ganas denegociar lo que se les encargare y tambiénestas mujeres enseñaran su lengua a lasmujeres que ya estaban con los españoles. LasCasas apostilla que de nuevo se trata de unagentil excusa para colocar o justificar obra tannefaria y se pregunta ¿si fue pecado y gravequitar o hurtar o robar con violencia las muje-res que tenían sus propios maridos, pues elmatrimonio es de derecho natural? Y además¿quién había de dar a Dios cuenta de los peca-dos de adulterio que cometieron los indios quellevó consigo a quien dio por mujeres aquellasmujeres y sí quizás se añadió algo de incesto,que es mayor que el adulterio, si acaso eranparientes?; aquí el Almirante actuó inconside-radamente aunque en otras veces había sidoprudente. Por esta injusticia sola tan culpablees que aunque no cometiera nunca otra serámerecedor ante Dios de las tribulaciones yangustias que toda su vida padeció.

    E incluso, la actitud del Almirante ante losindios le lleva a Las Casas, como fervorosoreligioso a profundizar sobre la noción depecado al afirmar que a los españoles allí noles parecía nada pecado por su ceguera, cos-tumbre o facilidad de hacerlo, pero delante deDios es juzgado por muy grave y muy pesado,cuyas consideraciones si alcanzásemos aconocerlas nos llevarían a temblar las carnes.Por ello, cuando en la noche en que se partiódel puerto de Mares, vino una canoa a la naodel Almirante con un hombre de unos 45años, marido de una de las mujeres que habí-an tomado y padre de los tres niños, unmacho y dos hembras, y rogó que, pues le lle-vaban a su mujer y sus hijos, le llevasen a éltambién con ellos y el Almirante aceptó supropuesta. Las Casas cree que el indígena y sufamilia estarían mejor en su tierra que no des-

    terrado en una ajena. De nuevo el respeto deldominico ante el indio y su entorno natural.

    No obstante esta falta de consideración deColón hacía los indígenas se contradice con laafirmación –varias veces repetida-sobre labondad natural de los indios de aquella isla:“yo conozco que esta gente no tiene secta algu-na, ni son idólatras, al contrario son muymansos, no conocen el mal, ni matar a otros,ni prender y sin armas y tan temerosos, que auna persona de los nuestros huyen cientos deellos, aunque burlen con ellos, y crédulos yconocedores que hay Dios en el cielo y creenfirmemente que nosotros hemos venido delcielo, y están muy prestos a aprender cual-quier oración que nosotros digamos que digany hacer la señal de la cruz. Pero tampoco olvi-da la parte económica de su empresa y portanto describe a los Reyes la gran suma de oroque hay en esas tierras, así como piedras pre-ciosas, especias y algodón, justificando elrecoger en su navío a los indígenas para quepuedan dar buena prueba de todo ello.

    Estando Colón el 26 de noviembre, por lacosta sur de la isla de Cuba; por el Sudestehalló una gran población, la mayor que hastaentonces había hallado y vio venir a la riberadel mar infinita gente, dando grandes voces,todos desnudos con las azagayas en lasmanos. Sin embargo cuando se acercaron losespañoles los indígenas huyeron de la playa.No obstante el Almirante vuelve a comentar ensu diario que: se trabajará de hacer todosestos pueblos cristianos, porque no tienensecta alguna, ni son idólatras y Vuestras alte-zas mandaran hacer en estas partes ciudad yfortaleza y se convertirán estas tierras5. SegúnLas Casas esas eran las palabras formales delAlmirante, aunque no en perfecto romancecastellano, porque no era su lengua materna.Y de sus palabras destaca dos ideas funda-mentales:”primera es cómo en todas partes ydiversas, que hasta aquí había descubierto deestas islas, hallaba y experimentaba las gen-tes de ellas mansísimas y dóciles y juzgaba seraptas para recibir nuestra santa fe y así lo cer-tificaba; la segunda es cómo el Almiranteconocía ser el fin de sus trabajos y del descu-brimiento de aquellas tierras y gentes la con-versión de ellas y el aumento y gloria de la reli-

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    5 LAS CASAS (1992):tomo I, pág. 244.

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    gión cristiana. No nos cabe la menor duda deque tanto el Descubridor cómo el Dominicotienen presentes la conquista de Granada y laidea de Cruzada en la necesidad de convertira los indígenas al cristianismo, aún antes deexpedirse las Bulas Papales.

    Dos días más tarde ciertos marineros hallaronen una casa de aquel pueblo una cabeza dehombre, debía ser una calavera metida en uncestillo y colgado de un poste de la casa y dela misma manera otra en otra población. ElAlmirante creyó que debía ser de algún princi-pal linaje, porque en esas casas residía muchagente y debían ser parientes descendientes deunos sólo. En ningún momento se le ocurriópensar que ello tuviera una vinculación reli-giosa. Días más tarde, el 1 de diciembre enPuerto Santo, Colón subió a una montaña,sembrada de calabazas y en medio de ellaestaba una gran población de gente buena ypacífica, aunque no tenían oro ni otras cosaspreciosas. Posteriormente cuando se adentróun río con sus barcas se le acercaron con susbarcas otros indios tintados de colorado y des-nudos como su madre los parió y algunos deellos con penachos en la cabeza y otras plu-mas, todos con sus manojos de azagayas. ElAlmirante pensaba que esta gente era comolos otros que había hallado y de la misma cre-encia y que tenían a los cristianos como seresdescendientes del cielo, y que daban en resca-te cuanto tenían por poca recompensa que lesdiesen. En tierra vieron una casa hermosa,muy grande de dos puertas y una obra mara-villosa, como una cámara, hecha de unamanera muy especial y en cuyo cielo teníancolgados caracoles y otras cosas, por lo quepensó el Almirante que era un templo; pero alpreguntarles si hacían en ella oración, le dije-ron que no, por lo que Colón se quedó tran-quilo porque confirmaba su idea de que notenían secta.

    El lunes 10 de diciembre estaban en el puertode la Concepción de la isla Española, dondevieron unas cabañas como ranchos y lugaresdonde se habían hecho muchos fuegos y loscaminos muy anchos, indicios, al fin demucha gente; y esto debía ser que venían apescar a la mar, de sus poblaciones comoduermen en el suelo y andan desnudos siem-

    pre y hacen cada dos o tres indios un granfuego y cenan y duermen alrededor de él. Enel monte encontraron una gran cantidad degente, todos desnudos como los de atrás, quehuyeron, pero pudieron coger a una mujer,muy moza y muy hermosa, con un pedazo deoro en la nariz, a la que Colón vistió y adornócon cuentas de vidrio y cascabeles y sortijasde latón y envió de nuevo a su tierra con tresindios que traía de la isla de Cuba, porquetodos eran de la misma lengua. Su genteandaba en unas canoas pescando. En unapoblación que estaba a cuatro leguas y mediahacía el Sudeste, que hallaron en un grandísi-mo valle, tenía 1.000 casas y más de 3.000hombres, que cuando se acercaron a los espa-ñoles les pusieron la mano sobre la cabeza,que era señal de amistad y gran reverencia.Después iban todos a sus casas y cada unotraía de lo que tenían de comer, pan de unasraíces que siembran, pescado y otras cosascuantas de comer tenían. Los españoles decí-an que esta gente era más hermosa y de mejorcondición que la que habían visto hastaentonces; e igualmente decían que los hom-bres y las mujeres eran blancos más que losque habían visto y señaladamente decían quehabían visto dos mujeres mozas tan blancascomo podían ser en España6

    Ante esta narración idílica de los indígenasque fueron encontrando, de nuevo Las Casasreflexiona sobre la disposición natural y bue-nas cualidades que Dios dotó a estas gentes,”cuán aparejadas estaban por natura para serdoctrinadas e imbuidas en las cosas de la fe yreligión cristiana y en todas virtuosas costum-bres, si hubieran sido tratadas y atraídas vir-tuosa y cristianamente y que tierras estas tanfelices que nos puso la Divina Providencia enlas manos para pagarnos aun en esta vida, sinlo que habíamos de esperar en la otra, los tra-bajos y cuidados que en atraerlas a Cristotuviéramos. Temo que no merecimos ni fuimosdignos, por lo que Dios conoció que habíamosde ofenderle.

    El 14 de diciembre en un golfo de la islaEspañola frente a la Tortuga, vinieron unos500 hombres con el rey de ellos y algunos tra-ían granos de oro finísimo en las orejas y enlas narices. Mandó el Almirante hacer a todos

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    6 LAS CASAS(1992) :tomo I, pág. 260

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    honra, porque dice que son la mejor gente delmundo y la más mansa:”tengo mucha espe-ranza en nuestro Señor, que Vuestras Altezaslos harán todos cristianos y serán todossuyos, que por suyos los tengo”.El rey queestaba en la playa y que todos le hacían reve-rencia y acatamiento, era un mozo de hastaveintiún años y que tenía un ayo viejo y otrosconsejeros que le hablaban y respondían y élhablaba muy pocas palabras. Uno de losindios que traía el Almirante habló con el reyy le comentó que aquellos cristianos a los queél acompañaba, venían del cielo y andaban enbusca de oro.” Este rey y todos andaban des-nudos como su madre los parió y las mujeressin algún empacho y eran más hermosos quelos que hasta aquí han hallado y blancos comosi fuesen vestidos y se resguardasen del sol yel aire. Casi serían tan blancos como enEspaña”.

    Colón mandó dar de comer al rey los alimen-tos que habían traído de Castilla y el rey trascomer un bocado, lo daba todo a sus conseje-ros y al ayo y los demás que trajo consigo. Yde nuevo destaca en su diario cómo no tienenarmas y están todos desnudos y sin ningúningenio en las armas y muy cobardes y sí sonbuenos para mandarles y hacerles trabajar,sembrar y hacer todo lo que fuera menester yque hagan villas y se les enseñe a andar vesti-dos y nuestras costumbres. El padre LasCasas continua con su especial cruzada endefensa de los indígenas y en contra de losconquistadores, pues afirma que la manse-dumbre natural, simple, y benigna y la humil-de condición de los indios, al carecer de armasy andar desnudos, dio atrevimiento a los espa-ñoles a tenerlos en poco y ponerlos en tanacerbísimos trabajos en que los pusieron y aencarnizarse para oprimirlos y consumirloscomo los consumieron. Su dureza en la críticanos hace fácilmente comprensible la leyendanegra de siglo XVII europeo.

    El 18 de diciembre el rey se presentó anteColón con 200 hombres, mientras cuatro másle traían en andas, después se sentó frente alAlmirante con sus consejeros y el ayo y losotros más lejos. Comía de las viandas que ledieron de igual forma que lo había hecho ante-riormente e hizo lo mismo con la bebida quesólo se lo llevaba a la boca y después lo dabaa los otros, y todo con muy pocas palabras ysus acompañantes más íntimos hablaban con

    él con mucho acatamiento. Después entregóoro al Almirante en rescate por algunos rega-los y Colón se lamentaba de no conocer sulengua, aunque si creyó entender que el rey leaseguró que si le gustaba algo de allí, toda laisla estaría “a su mandar”.

    El 20 de diciembre estando en otro puertovinieron otros indios que no tenían varas niazagayas ni otras grandísimas armas y esta-ban desnudos, hombres y mujeres desde arri-ba hasta abajo, y que en otros lugares loshombres escondían sus mujeres por celos,pero aquí no, antes ellas eran las primerasque venían a dar gracias al cielo viendo loscristianos y les traían cuanto tenían y frutasde cinco o seis maneras. Tenían muy lindoscuerpos y el Almirante mandaba que ningunole diese pena, ni les tomase cosa alguna con-tra su voluntad, antes les pagasen cuanto lesdaban. Tenían muy buenos corazones y fran-cos para dar y tan temerosos, pues elAlmirante y su gente habían venido del cielo.

    2.- LA RELACIÓN CON GUACANAGARÍ Y ELFUERTE DE LA NAVIDAD

    El 22 de diciembre el rey Guacanagarí, uno delos cinco reyes grandes y señalados de estatierra, envió una gran canoa llena de gente yen ella una persona principal, criado suyo arogar afectuosamente al Almirante que fuese asu poblado. Le envió como presente un cintoque tenía una gran carátula, que tenía dosorejas grandes de oro de martillo y la lengua yla nariz. De pedrería fina como aljófar, hechade huesos de pescado, cosidos en hilo de algo-dón y con tanto artificio que parecían muy lin-das labores. Los indios traían muchas cosasde algodón labradas y en ovillo hilado, losindios seguían creyendo que los españolesvenían del cielo y les ofrecían comida de pan,pescado y agua en cantarillos de barro, muybien hechos y por de fuera pintados como dealmagra, y algunas simientes. La poblacióndel rey Guacanagarí era la mayor y mejorordenada de calles y casas que hasta allí habí-an visto y juntos en la plaza que tenían bienbarrida serían unos 2.000 hombres e infinitasmujeres y niños. Les dio el rey unos paños dealgodón que vestían las mujeres y papagayosy pedazos de oro. La verdad es que son mara-villosos los pueblos de esta isla, de muy sin-

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    gular trato, amorosos y habla dulce, no comootros que cuando hablan parece que amena-zan y de buena estatura hombres y mujeres yno negros. Verdad es que todos se tiñen, algu-nos de negro y otros de otro color y los más decolorado. Las casas y lugares son hermosos ycon señorío en todos, como juez y señor deellos y todos le obedecen que es maravilla..

    Las Casas aquí está completamente de acuer-do con Colón ya que dice “razón es de advertiraquí cuantas veces repite los loores de la man-sedumbre, humildad, obediencia, simplicidad,liberalidad y bondad natural de estas gentes,como quien por vista de ojos muchas veces loexperimentaba el Almirante. Igualmente expli-ca por qué se pintaban de negro y otros colo-res para defenderse del sol y para tener lascarnes más tiesas y andar más prestos en lostrabajos. En las guerras también se teñían deaquellos colores. Como siempre el dominicoconcluye las largas relaciones del Descubridorcon un razonamiento antropológico de graninterés.

    El 25 de diciembre montaron el fuerte de laNavidad en un lugar cercano a la población deGuacanagarí y dice el Almirante de ellos antesu postura por el naufragio de la nao que songente de amor y sin codicia y convenibles paratoda cosa, que certifico que no hay gentemejor en el mundo, ellos aman a sus prójimoscomo a sí mismos y tienen el habla más dulcedel mundo y mansa y siempre con risa, ellosandan desnudos, hombres y mujeres, pero tie-nen buenas costumbres. Para defender a losespañoles que estaban en el fuerte empleabanarcos y flechas. El 26 de diciembre el reyGuacanagarí entregó a los españoles doscasas grandes y cuantas canoas fueron nece-sarias para descargar la nao y ponerlo en tie-rra. Entretanto vino otra canoa con indios deotro lugar y traían ciertos pedazos de oro quequerían dar por un cascabel que deseabanmás que otra cosa porque los indios de estaisla y aún de toda la India son inclinadísimosy acostumbrados a bailar mucho y para hacerson que les ayude a las voces y los cantos quebailando cantan y sones que hacen teníanunos cascabeles muy sutiles, hechos demadera, muy artificiosamente, con unas pie-drecillas dentro, los cuales sonaban, peropoco y roncamente.

    El rey Guacanagarí invitó al Almirante acomer en su casa y le dio una colación con doso tres especies de frutas, pescado y caza yotras viandas que ellos tenían y un pan quellaman cazabi y después le llevó a ver unasverduras y arboledas que tenían junto a suscasas y le acompañaban unos mil hombrestodos desnudos. Después de haber comido letrajeron muchas hierbas con que se frotó lasmanos y después se echo agua. También leregaló al Almirante una gran carátula quetenía grandes pedazos de oro en las orejas yen los ojos y otras joyas de oro. Todas estascosas iban animando a Colón que dejaba delado su angustia por la perdida de la nao ydaba gracias a Dios por encallarse la nao enaquel lugar: “ y bien es verdad que muchagente de esta que va aquí me habían rogadoque les diese licencia para quedarse, tengoordenado hacer una torre y una fortaleza noporque creo que haya menester por esta gente( porque tengo por dicho que con esta genteque yo traigo sojuzgaría toda esta isla la cualcreo que es mayor que Portugal y más gente,pero están desnudos ,sin armas y muy cobar-des) sino porque conozcan la gente deVuestras Altezas, porque con temor y amor lesobedezcan”. Las Casas no duda tampoco quefue voluntad de Dios que se perdiera la nao,porque así se conoció aquellas tierras, ya queColón no tenía ninguna intención de pararseen ningún sitio sino de seguir descubriendo.Aparece de nuevo la mentalidad del religiosoque ve la mano divina en todo momento.

    El 28 de diciembre un hermano del rey llevó aColón a una de sus casas, donde le teníanaparejado un estrado de camisas de palmasque son grandes como un cuero de un becerroy parecido en la forma, que son muy limpias yfrescas y con una se cubre un hombre sedefiende del agua como si se cubriese con ungran cuero de becerro o de vaca, son muy pro-vechosas para muchas cosas y las llamanyaguas. Le hicieron sentar al Almirante enuna silla, con su espaldar, baja, de las queellos usaban, que son muy lindas y bruñidasy relucientes, como si fueran de azabache, queellos llamaban duhos. Al día siguiente se acer-có a Colón un sobrino del rey al que le pre-guntó por las minas de oro y por las señasentendió que había unas islas al este de dondeprocedía el oro. Sin embargo el dominico apos-

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    tilla que el Almirante no entendía nada a losindios, porque los lugares que le nombrabanno eran islas por sí, sino provincias de estaisla y tierras de señores.7

    El domingo 30 de diciembre llegaron al lugarcinco reyes sujetos al gran señorGuacanagarí, todos con sus coronas de oro enlas cabezas, representando gran autoridad.Dos de aquellos reyes dieron al Almirante unagran plasta de oro no fundida sino hecha devarios granos de oro que los indígenas maja-ban entre dos piedras y así los ensanchaban.Sin embargo como el Almirante tenía prisa porpartir hacia Castilla para dar las noticias a losReyes de su feliz viaje, determinó dejar enaquella villa y fortaleza de la Navidad 39 hom-bres, a los que antes de partir les dio la consi-guiente platica y las normas de comporta-miento y por supuesto les mandó y rogó enca-recidamente que no hiciesen agravio a ningúnindio, ni les tomasen cosa alguna contra suvoluntad, que se guardasen de hacer injuria yviolencia a las mujeres, causando escándalo ymal ejemplo para los indios e infamia de loscristianos, pues los indios les tenían por celes-tiales virtudes y enviados del cielo.. Las Casasapostilla que en esto mucho más confió elAlmirante en los españoles de lo que debiera,antes se dejó engañar de su confianza, si creíaque habían de guardar estas reglas; debieraser que aún no los conocía, como después losconoció. Y no digo de los españoles solos -con-tinua diciendo Las Casas - , sino de cualquierotra nación de las que hoy conocemos, segúnel mundo está, no debiera confiar quien debie-ra de guardarlas, puesto que sola la cordura yla prudencia debiera bastarles, aunque notemieran a Dios, quedando en tierras tan dis-tantes y extrañas y entre gente que no conocí-an a Dios, para vivir de tal manera, que nodecayeran en la estima de que eran reputados,casi por dioses, lo cual les fuera muy cierta yganancial granjería, viviendo de forma hipócri-ta. Las Casas critica duramente a los españo-les que hipócritamente deben comportarsebien para seguir siendo dioses a los ojos de losindígenas y por otro lado cree que Colón es uningenuo por fiarse de ellos.

    Colón se despidió de la gente de la Navidad ypartió el viernes 4 de enero de 1493, pues no

    pudo partir el jueves, porque por la noche sele acercaron tres indios de los que traía de lasotras islas y le dijeron que los otros y susmujeres embarcarían con él al salir el sol.. LasCasas no sabe cuantos indios llevó de estaisla, aunque cree que llevó algunos y entretodos cree que serían unos 10 ó 12 indios,según dice se refiere la historia portuguesa ylos que vio en Sevilla, puesto que no miró ni seacuerda haberlos contado. Más adelante eenuna gran bahía cerca del cabo del Enamoradoencontró unos indios con arcos y flechas y elrostro tiznado de carbón de cierta tinta quehacen de unas frutas y tienen costumbre deteñirse de varios colores y uno de ellos teníalos cabellos muy largos, cogidos y atados atrásy puestos en una redecilla de plumas de papa-gayos y desnudo en cueros. Sospechó elAlmirante si eran caribes de los que comenhombres. Las Casas lo niega, pues en esa islajamás los hubo… Es aquí de saber que ungran pedazo de esta costa, bien más de 25 o30 leguas está poblada de una gente que sellamaba macorige y otras ciguayos y teníandiversas lenguas de la universal de toda laisla. Los ciguayos eran quienes tenían loscabellos largos como nuestras mujeres deCastilla. Le hablaron de una isla que se llamaMatinino, que tenía mucho oro y que estabahabitada por mujeres solas, y a esa isla vení-an los hombres en cierto tiempo del año, y siparían hembra la tenían consigo y niño loenviaban a la isla de los hombres.

    Los indios ciguayos además de andar desnu-dos y con el pelo largo llevaban arcos y flechasy una espada de tabla de palma, durísima ymuy pesada, no aguda, sino chata, de cerca dedos dedos en gordo de todas partes. Ante lapostura de los españoles de quererles comprarlos arcos y las flechas, los indios arremetieroncontra ellos pensando que les compraban losarcos y las flechas para luego atacarles y asícogieron ciertas cuerdas o sogas como paraatar a los cristianos. Viéndolos venir los espa-ñoles que pocos deseaban ser mártires, dieroncon ímpetu en ellos y alcanzó uno de ellos aun indio con gran cuchillada en las nalgas y aotro en los pechos le dio una saetada. Losindios al darse cuenta que las armas de losespañoles eran otras que las suyas y que entan poco tiempo hacían tanto efecto y aunque

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    7 LAS CASAS (1992):tomo I, pág. 287.

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    los cristianos no eran sino siete y ellos cin-cuenta y tantos huyeron abandonando las fle-chas y los arcos. Y los españoles hubieranmatado a todos los indios a no ser por el capi-tán que se lo impidió. Las Casas se lamente deque ésta fue la primera pelea que hubo entodas las Indias y donde se derramó sangre deindios e incluso cree que el indio que recibió lasaetada murió y el de las nalgas desgarradasno quedaría muy sano “entre indios y cristia-nos buenas aunque chicas primicias fueronestas de la sangre que de ellos por los cristia-nos fue después derramada”. Que duda cabeque estas reflexiones fueron premonitorias delo que ocurrió enseguida en el fuerte de laNavidad.

    Colón creía que estos indios si no eran caribesal menos debían ser de frontera y de las mis-mas costumbres y gentes sin miedo, no comolos otros de las otras islas que eran cobardesy sin armas ya que los juzga caribes y de lasmismas costumbres. Quiso enviar esa noche abuscar las casas de aquellos indios por tomaralgunos de ellos y por el gran viento y el malestado de la mar no lo hizo. Y dice Las Casasque si lo hiciera no estaría bien hecho, porquese movió solamente por sospechar que erancaribes y que lo supiera que de cierto lo eran,no convenía dejar escandalizada toda aquellatierra, mayormente que ya sentía que aquellatierra, con la que dejaba atrás, donde tan bue-nas obras siempre había recibido, era todauna isla; item no era este el camino paraatraer a los caribes y cualquier otra gente, porgravísimos pecados que tuviesen a que deja-sen aquellos vicios, sino la paz y amor y bue-nos ejemplos y sembrarles buena opinión yestima los cristianos de sí mismos, según lasreglas que nos dejó ganar los infielesJesucristo y San Pablo también a propósito desí mismo, dijo que indiferentemente de todosera deudor de bárbaros, griegos, sabios y nosabios, fieles y no fieles8.

    El lunes 14 de enero vieron muchos indios enla playa y mandó el Almirante saltar a tierragente bien aderezada de armas. Enseguida sele acercó un indio que venía con el rey deaquella tierra, el cual al día siguiente envióuna corona de oro, tal como había prometido

    y vinieron otros hombres con algodón, pan,ajes y cosas de comer, todos armados con susarcos y flechas. Después que todos habíanrescatado lo que traían, llegaron cuatro indiosmancebos a la carabela y Colón cómo vio quesabían sobre todo lo que les preguntaba y queconocían las islas que estaban hacía elOriente o el este, camino que él debía de lle-var, determinó llevarlos a Castilla. Algo indig-no según Las Casas: porque llevar por fuerzay contra su voluntad los que habían venido yfiándose de los cristianos, bajo titulo de paz yseguridad, no se pudo, sin gran pecado, talviolación del derecho natural cometer. Y par-tió de aquellas tierras el 16 de enero. Durantela navegación cuando algunas veces hacíacalma y la mar estaba muy llana y sosegada,saltaban los indios en el agua y nadaban y seholgaban. Durante el viaje de vuelta LasCasas no hace ningún comentario digno demención sobre los indios y su comportamien-to en relación con Colón.

    3.- EL REGRESO DEL PRIMER VIAJE

    Pues bien va a ser en Lisboa cuando el domi-nico vuelva a hablar de los indios que trajoColón y de la divina providencia con respectoal descubrimiento: Como se publicó en Lisboaque el Almirante había descubierto y venía delas Indias, vino tanta gente a verlos y a ver alos indios que fue cosa de admiración y lasmaravillas que todos hacían, dando gracias aNuestro Señor, diciendo que, por la gran feque los reyes de Castilla tenían y deseo de ser-virles, la Divina Majestad les concedían tanseñaladas mercedes. Miércoles y juevessiguientes creció más la gente que vino de laciudad, y entre ella muchos caballeros y loshacedores del rey. Todos se admiraban y nosabían con qué palabras engrandecer lasobras de Dios por medio de estos bienes a losreyes de Castilla, porque sus Altezas ocupa-ban y ejercitaban sus personas con grandestrabajos para dilatar y sublimizar la cristianareligión.

    Prosigue Las Casas su relación de estos díasde Lisboa y cómo el Almirante no menciona en

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    8 LAS CASAS(1992):tomo I, pág. 305

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    su diario de esta primera navegación que lle-vase consigo indios para que los viese el Reyde Portugal: lo cual cierto parece cosa seme-jante de verdad, que consigo llevase algunosindios, pues el rey estaba tan cerca y la cosaera tan nueva y admirable y que a todo elmundo admiró y venían los de toda la comar-ca por ver los indios desnudos, nunca otrasemejante imaginada poder ser en todo elorbe. El dominico a continuación hace unarelación de la entrevista de Colón y el rey donJuan II de acuerdo con lo que se “platicabaentre los que entonces vacábamos en esta islaEspañola a curiosidad haber acaecido, estoque ahora diré teníamos por cierto que el Reyhabía dicho y hecho. Mandó pues el rey,estando hablando con el Almirante, disimula-damente traer una escudilla de habas yponerla en una mesa que tenía cabe sí y porseñas mandó a un indio de aquellos que conaquellas habas pintase o señalare aquellastantas islas de la mar de su tierra que elAlmirante decía haber descubierto; el indio,muy desenvueltamente y presto, señaló la islade la Española, Cuba, las islas de los lacayosy otra cuya noticia tenía. Notando el rey conmorosa consideración lo que el indio habíaseñalado, casi como un descuido deshizo conlas manos lo que el indio le había señalado. Alrato mandó a otro indio que señalase y figura-se con aquellas habas las tierras que sabíaque había por aquella mar, de donde CristóbalColón los traía; el indio con diligencia y comoquien en pronto lo tenía, figuró con las habaslo que el otro había figurado y por venturaañadió muchas más islas y tierras dandorazón de todo en su lengua (puesto que nadielo entendía) lo que había pintado y significado.

    Posteriormente Colón se marchó cuan prestopudo para Sevilla y allí despachó un correo alrey y la reina, que estaban en Barcelona. Ytras ello, Don Cristóbal Colón, ya Almirante,con el mejor aderezo que pudo partió deSevilla llevando consigo los indios, que fueronsiete los que le habían quedado de los traba-jos pasados, porque los demás se le habíanmuerto, según nos narra también el padre LasCasas, los cuales yo vi, entonces en Sevilla yposaban junto al arco que se dice de lasImágenes a San Nicolás. Y junto con losindios, según también la descripción del domi-nico llevó papagayos verdes, muy hermosos ycoloreados y guayças, que eran unas carátu-las hechas de pedrerías de hueso de pescado,

    puestos a manera de aljófar y unos cintos delo mismo fabricados por artificio admirable,con mucha cantidad y muestras de oro finísi-mo y otras muchas cosas nunca vistas antes.

    Según también la descripción del Padre LasCasas, en Barcelona donde llegó Colón amediados de abril, recibió un gran recibimien-to por parte de toda la gente que no cabía enlas calles, admirada de ver al descubridor y alos indios y los papagayos y muchas piezas yjoyas de oro que jamás se habían visto.Cuando Colón estuvo ante los Reyes lo quemás ponderó y consideró su más preciadotesoro fue la multitud y simplicidad, manse-dumbre y desnudez y algunas costumbres desus gentes la disposición aptísima y habilidadque de ellas conoció para ser reducidas anuestra santa y católica fe, de las cuales esta-ban presentes los indios que consigo llevó.Tras escuchar todo los Reyes Católicos searrodillaron para dar gracias al Creador. Ycontinua Las Casas ¿Quién podrá referir laslagrimas que de los reales ojos salieron, demuchos grandes de aquellos reinos que allíestaban y de toda la Casa Real? ¡Que jubilo,qué gozo, que alegría bañó los corazones detodos!. ¡Cómo se comenzaron unos a otros aanimar y proponer en sus corazones venir apoblar estas tierras y ayudar a convertir aestas gentes!; porque oían y veían que losserenísimos príncipes y singularmente lasanta reina doña Isabel, que por palabras ylas muestras de sus heroicas obras, daban atodos a conocer que su principal gozo y rego-cijo de sus ánimas procedía de ver que habíansido hallados dignos ante el divino acatamien-to de que con su favor y con los gastos (aun-que harto pocos) de su real cámara, se hubie-sen descubierto tantas naciones infieles y tandispuestas, que en sus tiempos pudiesenconocer al Creador y ser reducidas al gremiode la santa y universal Iglesia y dilatarse taninmensamente su católica fe y cristiana reli-gión.

    El Almirante visitó a los Reyes durante variosdías en los que además de otros asuntos delviaje descubridor les comentaba de nuevo ladisposición y mansedumbre de los indígenas,la docilidad que de ellos conoció y cuan dis-puestas estaban, según él creía a recibir la fe,pues según su entender tenían algún conoci-miento de la existencia de un Dios creador delcielo. Así mismo les habló del recibimiento

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    humano y la ayuda no menos pía que tempes-tiva del rey benignísimo Guacanagarí, cuandollegó a los puertos de su reino y se le perdió lanao en la que iba y consuelo que le hizo y delas demás muestras de hospitalidad hasta queregresaron a Castilla9. El dominico retoma denuevo su palabra y se extiende en las ala-banzas cristianas de los Reyes, quienes ade-más dieron larga y particular noticia del des-cubrimiento al Pontífice Alejandro VI, quien asu vez concederá, donará y asignará a losReyes y sus descendientes, entre otras cosascuanto fuese necesario para la predicación eintroducción, ampliación y conservación de lafe y religión cristiana y conversión de los veci-nos y moradores naturales de todas aquellastierras, que son los indios. Las Casas terminala narración de este primer viaje con la tras-cripción de la Bula del Papa Alejandro VI, del4 de mayo de 1493, aportando de este modosu peculiar visión de la necesidad de cristiani-zar aquellas tierras y la exaltación cristiana delos Reyes Católicos.

    Como conclusión podemos decir que el PadreLas Casas describe en su Historia de lasIndias todo el descubrimiento colombino conla perspectiva de los años pasados y con unavisión particular fruto de su sentimiento reli-gioso.

    BIBLIOGRAFÍA:

    DE LAS CASAS, Bartolomé (1992): Historia de las Indias.Edición de Agustín Millares Carlo y estudio preliminar deLewis Hanke. Fondo de Cultura Económica. México. 3ªimpresión. · 3 Tomo I.

    MÁRTIR DE ANGLERÍA, P (1892) : De Orbe Novo.Década 1ª, libro 1º, cap. II, tomo I, pág.107, la traducciónde Torres Asensio. Madrid,

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    9 LAS CASAS (1992): tomo I, pág. 336

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