LA HISTORIA DE FRANCO ARMANI NACIONAL DE MEDELLIN

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FRANCO ARMANI SU HISTORIA Franco Armani nació en una familia de futboleros de cuna, fundadores de un club en la ciudad de Casilda llamado “Aprendices Casildenses”.Dicho club se vinculaba a los empleados del ferrocarril fundado por los ingleses quienes trajeron el fútbol a la Argentina como ya es conocido. Su abuelo materno “Rubén”, hincha de Racing, era un apasionado del fútbol.Por casi 50 años fue utilero “ad honorem” y un colaborador permanente del club casildense.Capaz de comprar ropa, botines o traerse futbolistas de otra ciudad a cenar, merendar o a dormir en su casa. El hombre tenía en el patio un lugar que era como su “santuario” donde conservaba pelotas, botines o camisetas en perfecto estado. La abuela “Aurelia” hacia la logística de preparar meriendas a la tarde para que los chicos luego de la escuela primaria continúen pateando la pelota hasta el anochecer. También era la mediadora de las reyertas por goles nulos o inválidos. Otra veces oficiaba de enfermera curando pelones, heridas y golpes. Por otro lado su madre Analía tuvo que salir muy joven a trabajar en esa organización familiar para poder acercar ingresos en aquella difícil época del país. Luego los fines de semana seguían y acompañaban a los chicos en los diferentes torneos por toda la zona. Antes o después el fútbol siempre estaba presente, en las charlas, sobremesas o asados. Casilda es otra ciudad futbolera como pocas, llena de mitos y hazañas. Con su hermano “Leandro” formaban la unidad más vieja y rentable que el aprendizaje del fútbol conozca. Rematador y portero en esa eterna lucha por hacer o evitar los goles donde la situación y el instinto hacen de maestro. Los muros y tapiales eran los apoyos, trampas o supuestos compañeros. La pareja inseparable organizaba sus encuentros en cualquier rato libre. El calor abrazador de la tarde o el frio canicular del invierno, lo mismo daba. El lugar podía ser una improvisada cancha

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FRANCO ARMANI SU HISTORIA

Franco Armani nació en una familia de futboleros de cuna, fundadores de un club en la ciudad de Casilda llamado “Aprendices Casildenses”.Dicho club se vinculaba a los empleados del ferrocarril fundado por los ingleses quienes trajeron el fútbol a la Argentina como ya es conocido.

Su abuelo materno “Rubén”, hincha de Racing, era un apasionado del fútbol.Por casi 50 años fue utilero “ad honorem” y un colaborador permanente del club casildense.Capaz de comprar ropa, botines o traerse futbolistas de otra ciudad a cenar, merendar o a dormir en su casa. El hombre tenía en el patio un lugar que era como su “santuario” donde conservaba pelotas, botines o camisetas en perfecto estado.

La abuela “Aurelia” hacia la logística de preparar meriendas a la tarde para que los chicos luego de la escuela primaria continúen pateando la pelota hasta el anochecer. También era la mediadora de las reyertas por goles nulos o inválidos. Otra veces oficiaba de enfermera curando pelones, heridas y golpes.

Por otro lado su madre Analía tuvo que salir muy joven a trabajar en esa organización familiar para poder acercar ingresos en aquella difícil época del país. Luego los fines de semana seguían y acompañaban a los chicos en los diferentes torneos por toda la zona. Antes o después el fútbol siempre estaba presente, en las charlas, sobremesas o asados. Casilda es otra ciudad futbolera como pocas, llena de mitos y hazañas.

Con su hermano “Leandro” formaban la unidad más vieja y rentable que el aprendizaje del fútbol conozca. Rematador y portero en esa eterna lucha por hacer o evitar los goles donde la situación y el instinto hacen de maestro. Los muros y tapiales eran los apoyos, trampas o supuestos compañeros.

La pareja inseparable organizaba sus encuentros en cualquier rato libre. El calor abrazador de la tarde o el frio canicular del invierno, lo mismo daba. El lugar podía ser una improvisada cancha cruzando la calle, la plaza “Malvinas”, la calle misma o la entrada de la casa como si fuera el angosto y caliente cajón del área grande.

Los minipartidos podían duran horas, las reglas se cambiaban cada pocos minutos e incluían parates, discusiones con retroactividad a días anteriores o deserciones momentáneas en una negociación permanente.

De cuando en cuando algún vidrio o maceta rota los obligaba a la suspensión forzada del encuentro y la rápida fuga del “soldado que sirve para otra guerra”, al fin y al cabo al día siguiente se reeditaba la lucha. Siempre mataban al juego antes de que este se muera y por eso continuaba con vida. Entre ellos nunca estaba dicha la última palabra.

En ese ambiente de los mil partidos es como se criaron, un día podían ser Batistuta, Maradona, Peter Shilton u Oscar Córdoba, al siguiente las identidades y clubes representados cambiaban constantemente, tanto como los posters o cromos coleccionables.

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Así era la Argentina profunda de cada pequeño pueblo o ciudad, llena de hijos o nietos de inmigrantes, Italianos, españoles, suizos, yugoeslavos, croatas o judíos jugando al fútbol con el silbido de fondo de un tren que llegaba o partía.

Franco era un chico introvertido, muy observador, hablaba poco y haciendo foco en lo que quería, su única posición era el arco, su destino el fútbol profesional, tanto que con su media lengua alguna vez le dijo a sus abuelos “no se rían, cuando sea grande voy a ser un arquero de verdad”.

Un poco flaco y desgarbado, brazos larguísimos, tenía desde pequeño el físico perfecto para el arco. Podía volver de algún torneo donde había sido goleado impiadosamente pero con su sonrisa bonachona de niño, mezcla de candor e inocencia comentaba - No importa, yo fui el mejor? cierto ?-.

El tiempo siguió transcurriendo y el camino entre los Armani se fue bifurcando. Leandro debutó muy joven en la liga casildense siendo el goleador, poco tiempo después ya estaba en el fútbol profesional como máximo anotador del ascenso en “Central Córdoba de Rosario” cabeza a cabeza con el “Pocho Lavezzi”.Franco debutó muy joven (16 años) en primera división de la liga en Alumni de Casilda e inicia su propio camino.

“Rosario” es la Meca para muchas personas del sur de Santa Fe, la búsqueda de los sueños en la ciudad del rio místico. Es como Medellín, grande y pequeña al mismo tiempo, contiene una pasión increíble entre los dos clásicos rivales, Central y Newel´s. Esto se palpa en cada Bar o calle, en cada esquina. La única forma de ser neutral allí, es solo si uno aborrece el fútbol.

A la ciudad llego el joven arquero con moderadas expectativas. Ficha en Central Córdoba, siempre fue titular en las fuerzas básicas hasta que le proponen irse a la ciudad de las diagonales.”Estudiantes de La Plata”lo cobija durante un par de años y luego va en préstamo a “Ferro Carril Oeste” donde juega poco y siente cierta desilusión. Increíblemente en Estudiantes se olvidan de el y queda como jugador libre.

Cuando las esperanzas ya eran muy pocas recibe el llamado de Deportivo Merlo, “El Charro” un club muy especial del ascenso. Pasional y combativo como pocos enclavado en esa ciudad barrio de Buenos Aires. Logra el ascenso a la segunda categoría del fútbol profesional siendo fundamental.

Al nuevo despegue de su carrera le sucede esa mezcla de condiciones y oportunidad (destino) donde alguien desconocido se hace visible. Nacional de Medellín estando de pretemporada en Buenos Aires realiza un partido amistoso con Merlo, allí lo observan y lo suman al equipo verde.

Su primer año en Nacional lo tuvo largo tiempo sentado en el banquillo, esperando su oportunidad a la sombra de un ídolo como Gastón Pezzuti.Si bien esta cómodo en club y en la ciudad, su gran deseo es jugar y abrirse camino en Colombia. El quiere “atajar”, ser protagonista, en ese rasgo que define más que nada el oficio para el que cada uno de nosotros nacemos.

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Se reúne con los directivos de Nacional, el presidente “De la Cuesta” le habló con tono tranquilo y paternal. Le explica que el club tenía el objetivo a corto plazo de terminar su formación, que debía tener paciencia, dejarse guiar y tuvo razón.

Las semanas y meses se van sucediendo en Colombia, van llegando los primeros tropiezos y los pequeños éxitos. Para quien no sabe de fútbol e ignora que más allá del error aparente de un partido, lo que hay siempre detrás es el hombre, su temple y el material del que están hechos sus propios sueños.

Dicen que “no es bueno que el hombre este solo” y Franco forma su propia familia en Colombia junto a su esposa “Daniela”. Sufre en aquella final de supercopa en Barranquilla una lesión importante que lo dejará un tiempo recuperándose. Allí se aferra a los afectos de Casilda y a su fe en Dios. Siguió entrenando en forma ardua y dedicada. El premio a su constancia no tardó en llegar.

Cualquier hecho malo en la vida puede parecer el final pero a veces solo es el comienzo de algo mejor. En aquel partido de “Barranquilla” comienza a ganarse a la afición Verde. Llegan los titulos, records y los escarceos internacionales.

Su historia, inconclusa aún, podría tener varios subtítulos, tantos como partes y etapas de los sueños en colores imaginados. Como dijo Bielsa “La suerte es la forma que toma el triunfo para premiar a quienes se esfuerzan” o podría llamarse “como llegar del patio de su casa en Casilda al monumental de Núñez”