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178 E E stoy especialmente agradecido por la elección del tema “La santidad” para esta noche. Yo creo en la necesidad de aferrarnos a este principio tan importante en la comprensión total de lo que Dios está haciendo en nuestro medio. Ya hemos oído a dos grandes hombres de Dios, tanto espiritualmente como eclesiásticamente. El obispo J. 0. Patterson, presidente de la Iglesia de Dios en Cristo, nos habló de presentar nuestros cuerpos como un sacrificio para el Señor, y León Joseph Cardenal Suenens, Arzobispo de Malines Bruselas, Bélgica; un precioso hombre de Dios a quien he aprendido a amar de una manera muy significativa, compartió con nosotros la necesidad de ser cristianizados de una manera especial que nos conduzca a una santidad no abstracta, sino realmente “nuestra” en la experiencia. Él nos ha hablado de ojos para ver, oídos para oír, un rostro lleno de amor, manos para extender, un corazón para abrazar y pies para ir. Dios nos está diciendo que lo que quiere es algo práctico en la santidad, presentarle a él nuestros cuerpos y nuestros miembros en particular. El tema que me corresponde se titula “Recursos e impedimentos para la santidad”, y lo voy a basar en el libro de Judas en el Nuevo Testamento. “Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago, a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo. A vosotros misericordia, paz y amor abundantes. Queridos, tenía yo mucho empeño en escribiros acerca de nuestra común salvación y me he visto en la necesidad de hacerlo para exhortaros a combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre. Porque se han introducido solapadamente algunos que hace tiempo la Escritura señaló ya para esta sentencia. Son impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único dueño y Señor nuestro Jesucristo. Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos; a otros tratad de salvarlos arrancándoles del fuego; y a otros mostradles misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada por su carne. Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría, al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén (versículos 1-4; 20-25 Biblia de Jerusalén). La hermosura de la santidad Por muchos años, hemos predicado la hermosura de la santidad, con el énfasis sobre la santidad, recalcando la palabra santidad. Ahora que el Señor ha comenzado a fortalecer nuestro entendimiento, mientras sigue obrando en nuestras vidas, el énfasis va cambiando a la hermosura de la santidad, con la atención puesta en la hermosura. Es la clase de hermosura que Dios espera ver en los rostros y en las expresiones de su pueblo. Hace algunos años, en los movimientos de santidad, cuando alguien decía: "Esta noche vamos a predicar sobre la santidad”, todos los hombres podían irse a casa automáticamente, porque la perspectiva de la santidad en ese entonces estaba centrada en las cosas externas o físicas. Pero al profundizar más en este concepto, hemos comenzado a reconocer que lo que Dios realmente quiere en su pueblo es algo mucho más profundo que las apariencias. Antes de seguir adelante, tenemos que resolver dos temores básicos para entrar en un equilibrio justo. El primero es el temor al legalismo. Cuando alguien habla de santidad, todos tememos que conduzca a un tipo de legalismo o atadura. Legalismo, según lo entiendo, es lo que va más allá del significado de las Escrituras. No queremos caer en eso. El otro es el temor al desenfreno. Hombres y mujeres viviendo por debajo de las Escrituras. De manera que los dos problemas que tenemos es el sumarle y el restarle a las Escrituras. Pero en medio de estos dos extremos tenemos el hermoso concepto llamado “La hermosura de la santidad”, que Dios quiere escribir en nuestros corazones. Lo que Dios persigue El problema mencionado más a menudo en las Escrituras es que nuestras vidas no alcanzan la medida de nuestro testimonio. Hay una diferencia entre lo que decimos y la manera en que vivimos. Dios propone eliminar esa dicotomía. Él desea producir una aproximación entre lo que decimos y nuestra manera de vivir. A esto se refirió el Cardenal Suenens cuando habló de nuestra necesidad de cristianizar. Significa llevar a la gente a vivir lo que habla. La hermosura La hermosura Bob Munford

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EEstoy especialmente agradecidopor la elección del tema “Lasantidad” para esta noche. Yo

creo en la necesidad de aferrarnos aeste principio tan importante en lacomprensión total de lo que Dios estáhaciendo en nuestro medio.

Ya hemos oído a dos grandes hombresde Dios, tanto espiritualmente comoeclesiásticamente. El obispo J. 0.Patterson, presidente de la Iglesia deDios en Cristo, nos habló de presentarnuestros cuerpos como un sacrificiopara el Señor, y León Joseph CardenalSuenens, Arzobispo de MalinesBruselas, Bélgica; un precioso hombrede Dios a quien he aprendido a amarde una manera muy significativa,compartió con nosotros la necesidadde ser cristianizados de una maneraespecial que nos conduzca a unasantidad no abstracta, sino realmente“nuestra” en la experiencia. Él nos hahablado de ojos para ver, oídos paraoír, un rostro lleno de amor, manospara extender, un corazón paraabrazar y pies para ir. Dios nos estádiciendo que lo que quiere es algopráctico en la santidad, presentarle aél nuestros cuerpos y nuestrosmiembros en particular.

El tema que me corresponde se titula“Recursos e impedimentos para lasantidad”, y lo voy a basar en el librode Judas en el Nuevo Testamento.“Judas, siervo de Jesucristo, hermanode Santiago, a los que han sidollamados, amados de Dios Padre yguardados para Jesucristo. A vosotrosmisericordia, paz y amor abundantes.Queridos, tenía yo mucho empeño enescribiros acerca de nuestra comúnsalvación y me he visto en lanecesidad de hacerlo para exhortaros

a combatir por la fe que ha sidotransmitida a los santos de una vezpara siempre. Porque se hanintroducido solapadamente algunosque hace tiempo la Escritura señaló yapara esta sentencia. Son impíos, queconvierten en libertinaje la gracia denuestro Dios y niegan al único dueñoy Señor nuestro Jesucristo.Pero vosotros, queridos, edificándoossobre vuestra santísima fe y orando enel Espíritu Santo, manteneos en lacaridad de Dios, aguardando lamisericordia de nuestro SeñorJesucristo para vida eterna. A unos, alos que vacilan, tratad deconvencerlos; a otros tratad desalvarlos arrancándoles del fuego; y aotros mostradles misericordia concautela, odiando incluso la túnicamanchada por su carne.Al que es capaz de guardaros inmunesde caída y de presentaros sin tachaante su gloria con alegría, al Diosúnico, nuestro Salvador, por medio deJesucristo, nuestro Señor, gloria,majestad, fuerza y poder antes de todotiempo, ahora y por todos los siglos.Amén (versículos 1-4; 20-25 Biblia deJerusalén).

La hermosura de la santidadPor muchos años, hemos predicado lahermosura de la santidad, con elénfasis sobre la santidad, recalcandola palabra santidad. Ahora que elSeñor ha comenzado a fortalecernuestro entendimiento, mientras sigueobrando en nuestras vidas, el énfasisva cambiando a la hermosura de lasantidad, con la atención puesta en lahermosura. Es la clase de hermosuraque Dios espera ver en los rostros y enlas expresiones de su pueblo.Hace algunos años, en losmovimientos de santidad, cuando

alguien decía: "Esta noche vamos apredicar sobre la santidad”, todos loshombres podían irse a casaautomáticamente, porque laperspectiva de la santidad en eseentonces estaba centrada en las cosasexternas o físicas. Pero al profundizarmás en este concepto, hemoscomenzado a reconocer que lo queDios realmente quiere en su pueblo esalgo mucho más profundo que lasapariencias.Antes de seguir adelante, tenemos queresolver dos temores básicos paraentrar en un equilibrio justo. Elprimero es el temor al legalismo.Cuando alguien habla de santidad,todos tememos que conduzca a untipo de legalismo o atadura.Legalismo, según lo entiendo, es loque va más allá del significado de lasEscrituras. No queremos caer en eso.El otro es el temor al desenfreno.Hombres y mujeres viviendo pordebajo de las Escrituras. De maneraque los dos problemas que tenemos esel sumarle y el restarle a las Escrituras.Pero en medio de estos dos extremostenemos el hermoso concepto llamado“La hermosura de la santidad”, queDios quiere escribir en nuestroscorazones.

Lo que Dios persigueEl problema mencionado más amenudo en las Escrituras es quenuestras vidas no alcanzan la medidade nuestro testimonio. Hay unadiferencia entre lo que decimos y lamanera en que vivimos. Diospropone eliminar esa dicotomía. Éldesea producir una aproximaciónentre lo que decimos y nuestra manerade vivir. A esto se refirió el CardenalSuenens cuando habló de nuestranecesidad de cristianizar. Significallevar a la gente a vivir lo que habla.

L a h e r m o s u r aL a h e r m o s u r aBob Munford

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El obstáculo más grande que Diostiene que penetrar para escribirsantidad en nuestras vidas es laseguridad religiosa y las barrerasdoctrinales. Levantamos unabarricada tan alta con estas cosas quedejamos afuera la convicción continuay la instrucción de Dios y debilitamosel impacto de sus palabras sobrenuestros corazones.

La carga en el corazón de Juan elBautista era por Israel. El pueblo teníala verdad en sus mentes, no en suscorazones y vidas cotidianas. Algoandaba mal; la dicotomía habíallegado a sus límites. La reacción delpueblo de Israel a la verdad queestaba predicando Juan era esta:"Somos hijos de Abraham." A lo queJuan el Bautista respondía: "¡No diganque son hijos de Abraham. Dios estáponiendo el hacha a la raíz del árbol!En nuestros días Dios todavía trata depenetrar las barreras que hemoslevantado en contra suya y de supalabra, exhortándoles para oír sumandamiento de presentar nuestroscuerpos a él en la hermosura de lasantidad.

La santidad bíblica afecta todas lasáreas de nuestras vidas. Alguien medijo una vez: "¿No cree usted que estáyendo demasiado lejos cuando semete en las vidas de las personas?¿No cree usted que debería de ser mássuperficial?

Yo le contesté: "Mire, si usted puedeencontrar una área de la vida en laque Dios no está interesado, entoncesno la toquemos." Dios está interesadoen nuestra perspectiva de la vida, ennuestra moralidad, en nuestra ética,en nuestra conducta sexual, ennuestras finanzas, en nuestro hogar yen nuestro matrimonio. Estáinteresado porque su deseo es cerrar

esa dicotomía entre nuestrotestimonio y nuestras acciones paraque podamos ser en realidad unanación santa.¿Qué cosas estorban la santidad?Antes de tocar los impedimentos,quiero dar esta nueva definición desantidad. Santidad es involucrarsecon dedicación, totalmente, cuerpo,alma, mente y espíritu en lo que Diosestá haciendo.¿Qué cosas estorban la santidad?Muchas veces creemos que es algoexterno. Como algún hábito o algunadebilidad humana o algo muy obvio.Yo no pienso que eso sea lo que elSeñor quiera decirnos.Tenemos que buscar máscuidadosamente las fuerzas profundasque nos impiden vivir santamente. Laprimera es el humanismo secular.Esta amenaza es mayor que elanticristo, el comunismo y cualquierotra cosa que se pudiera imaginar.El humanismo secular tiene al hombrecomo su centro y no a Dios. La gloriaes del hombre y no de Dios. Haymucho que podríamos decir alrespecto, pero en esencia, elhumanismo secular se da cuando elmundo es quien evangeliza a laiglesia. Cuando esto sucede, la Iglesiapierde la Palabra de Dios, pierde susnormas y como resultado suorientación; a tal extremo que nopuede distinguir entre el bien y el mal,lo que es santo y lo profano.El segundo estorbo para la santidad esel individualismo. Es el concepto dela salvación que dice: “mi y mío.”"Jesús salvó mi alma". A menudo mehe preguntado lo que eso significa.Cuando alguien lo dice, me hacepensar en un alma por allí abajodentro de esa persona, y que el Señor

mete sus manos para sacar cierta partede ella y salvarla. Pero el Señor nosólo quiere el alma; el quiere salvar suvida entera. No es algo místico lo queel persigue. Él lo quiere a usted,querido.La salvación personal, sin ningúnimpacto social, es uno de losimpedimentos más grandes para lasantidad. Cuando nos volvemosindividualistas, viviendo en nuestromundito privado, nuestro efecto en elmundo es nulo y también nuestra vidade santidad.El tercer impedimento es muyimportante: la pérdida de la visión.Yo pienso que estas cosas sonprogresivas; cuando aceptamos elhumanismo secular, nos volvemosegoístas y nos encontramos viviendodentro de nuestro propio mundo yentonces nuestra visión comienza anublarse hasta impedirnos ver lo queDios está haciendo.Hay un pasaje en Proverbios que dice:“Cuando no hay visiones el pueblo serelaja." Una versión dice: "...el pueblose desenfrena." La visión del SeñorJesucristo es lo que me mantienesanto. Cuando pierdo esa visión,tiendo a perder los frenos y hacer loque no es bíblico y lo que es malo,porque no tengo nada por qué vivir.No tengo metas ni motivación.

La gente pierde su santidad a causa delo que yo he llamado la actitud delrecluta de tiempo corto. Esa actituden la milicia es una enfermedad. Escuando un hombre es reclutado alservicio militar por cuatro años,cumple con tres de ellos y en el últimono sirve para nada: "Porque salgodentro de un año".¡Un momento! Usted no irá a ningunaparte hasta que Dios se lo permita.

d e l a s a n t i d ad e l a s a n t i d a dd

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Esta es una actitud profana.Jesús dijo: "Negociad mientrasregreso."El cuarto impedimento es la faltade unidad. Comienzo a ver queno puedo conocer la santidad deDios en su plenitud mientras noencuentre las partes que faltan enel cuerpo de Cristo. Yo lonecesito a usted.Cuando era un muchacho,compré una motocicleta que erauna verdadera chatarra; la llevéal sótano de mi casa y la desarmétoda. Pues bien, yo no sabía nadade motocicletas y no tenía nilibros ni manuales, pero de todasmaneras la desarmé pieza porpieza. Las limpié todas y comprélos repuestos que pensénecesitaba y después me dispusea armarla. ¡Ja!Tenía todas estas piezas y lasmiraba una por una pensando: "¡Qué pieza más extraña¡ De todasmaneras no creo que la voy a necesitarahora." Tomaba otra pieza y decía: “Yesto, ¿adónde irá?" Trataba deponerla en algún lado en la moto perono calzaba. Así que terminabaponiendo la pieza en el estante. Finalmente pude armar algo que separecía a una motocicleta, perocuando traté de echarla a andar, nofuncionó. ¿No es esa una sorpresa?La Biblia dice que Dios ha formado alcuerpo de Cristo de manera que nofuncione si todas sus partes no estánjuntas. ¿Sabe usted lo que veo yo enla reunión de todas las diferentespartes del cuerpo de Cristo en unaconferencia como esta? Veo unamotocicleta lista para echarla a andar;"arranquémosla y vayamos. ¡Aleluya!Al otro extremo de la falta de unidadestá lo que yo llamo “Agape barato”,que es también un impedimento parala santidad. Este tipo de ágape es unamor que se ha prostituido. No esbíblico. El amor bíblico tiene sudefinición, sus limitaciones y suorden. El ágape barato es sólo unsentimentalismo empalagoso que sechorrea sobre todo el mundo.

Recursos para la santidadAhora que hemos citado algunos delos estorbos para la santidadqueremos enfocar las cosas queayudan. En primer lugar está la Palabra deDios, fuente de nuestra vida. Con ellarechazamos efectivamente alhumanismo secular. Hace varios añosque hice la siguiente decisión: "Señor,no aceptaré nada que el mundoconsidere normal."Jeremías 31:33 dice: “Sino que estaserá la alianza que yo pacté con la casade Israel, después de aquellos días -oráculo de Yahvéh-: pondré mi Ley ensu interior y sobre sus corazones laescribiré, y yo seré su Dios y ellosserán mi pueblo.”

Este es un pasaje que los cristianospodríamos estar pasando por altocuando aceptamos la Palabra de Dioscomo nuestra norma y como nuestrafuente de vida. Dios quiere tomar sulápiz con punta de diamante y, por elEspíritu Santo, escribir sus leyes en lastablas de nuestros corazones.

¿Sabe usted por qué, en el libro deEster, Amán quería ahorcar a

Mardoqueo? Cuando Amán ledijo al rey: "Mardoqueo debe sercolgado en la horca", el rey lepreguntó: "¿Por qué? Amánrespondió: "Porque sus leyesson diferentes a las nuestras."¿Quiere decir que vamos a vivirpor un sistema de leyesdiferentes a las del mundo?¡Así es! Lo que digo va más alláde leer y memorizar las leyes.Dios en su fidelidad nos estáhaciendo pasar a través de unaexperiencia tras la otra con lascuales escribe sus leyes en lastablas de nuestros corazones.Eso, amigo mío, es santidad.Número 2: El cambio de "yo” a"nosotros”. Eso significa que yano podremos cantar el coro quedice: "No necesito a nadie, sóloa Jesús." No puedo hacerloporque uno de los lugaresdonde Jesús se encuentra esensu cuerpo. Todo lo que

implica la vida de santidad seconcentra en hacer el cambio de unconcepto individualista de lo que Diosestá haciendo y en ampliar los límitesde la mente y el corazón de maneraque lleguemos a ser “nosotros" y nomás "yo".Número 3: Necesitamos ver a unSeñor victorioso. No sé de dóndesalieron algunos de nuestrosconceptos en los primeros días delmovimiento pentecostal. En mipropia tradición religiosa, solíamoscantar himnos como "Defiéndete hastaque venga." Yo no sé de dóndesacamos un texto para eso, peronuestra mentalidad era de ciudadsitiada. Estábamos conformes, dentrode nuestras cuatro paredes, con laspuertas clavadas, esperando hasta queJesús viniera. Pero en contraste conesta actitud, el Señor dice: "¡No¡”Quiero que eches una mirada al finaldel libro. Porque si lees el desenlacede la historia al final del libro,encontrarás que Jesús gana ¡Aleluya!¡Jesús es el Señor!

Le pido en el nombre de Jesús que serehúse a entregar el mundo y el futuroal diablo y al anticristo. Aunque el

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diablo sea real e intente dominar almundo, ese no es el mensaje de laBiblia. El mensaje de la Biblia esSantidad a Jehová: una nación santallena con el Espíritu Santo que tiene laPalabra de Dios como la fuente devida, que ha hecho el cambio del "yo"al "nosotros”, y que tiene una visiónclara de un Señor victorioso.

El próximo recurso para la santidadcomprende un área muy delicada queyo llamo el sacrificio para la unidad.Esto significa sencillamente que hayciertas cosas que podemos sacrificarpara poder tener unidad.

Hay ciertas cosas que no sentimos quepodemos sacrificar para tener estaunidad. Existen diferencias entrenuestras posturas doctrinales,nuestras constituciones eclesiásticas,hábitos, costumbres, liturgia, manerasde adorar, etc. Pero el problema noson nuestras diferencias sino que nohemos estado dispuestos a sacrificarnada para la unidad en las áreasdonde realmente podemos hacerlo.

Si usted reconoce que el cuerpo deCristo depende de que todas laspartes están juntas y funcionando enuna relación armoniosa, entonces lepido que esté dispuesto a sacrificaralgunas cosas para que esto suceda.No hablo de absorción sino decomunión y de juntarnos en la unidaddel espíritu.

Si hemos de conocer la vida desantidad vamos a tener que aprenderlo que significa amarnos los unos a losotros. 1ª Tesalonicences 3:12-13 dice:“En cuanto a vosotros, que el Señor oshaga progresar y sobreabundar en elamor de unos con otros, y en el amorpara con todos, como es nuestro amorpara con vosotros.”

Ninguno debiera de perder estalección: una de las cosas quepreparará nuestros corazones ensantidad, para que podamospresentarnos delante de Dios conconfianza, es aprender a amar a loshermanos. La santidad, el amor y launidad son inseparables.

Cuatro principios para lasantidadRegresemos brevemente al libro deJudas para extraer cuatro principiosimportantes. Hay muchas enseñanzashermosas y emocionantes en estelibro. Le aconsejo que lo lea y loestudie bien porque es aplicable paranuestro tiempo. En Judas hay unequilibrio maravilloso entre laexhortación y el estímulo por unaparte y la advertencia por la otra.El primer principio que queremos veres el de contender por la fe, o rechazarlas normas humanistas del mundo.Judas dice, "Amados . . . me he vistoforzado a escribiros ahora paraexhortaros a contender ardientementepor la fe." El artículo la es un artículodefinido y significa algo específico.La fe que se describe en las páginasdel Antiguo Testamento es nuestra,nos pertenece a nosotros. Si vamos acontender por la fe, tendremos querechazar efectivamente al humanismoy aprender a abrazar la Palabra deDios, su Palabra que es ley, como lanorma para nuestras vidas.La segunda cosa que Judas dice en elversículo 3 ilustra nuestro segundoprincipio: "Hay una salvación quetodos compartimos… " Alguien dirá:"Yo no la quiero compartir con nadie.Me gusta mi propia salvación. Yo, míy mía. Sólo Jesús y yo. Yo quieroverlo sólo a él. Tengo un deseo en lavida: hacer mi hogar en el cielo." Esteno es el caso. Si usted es cristiano ymuere, usted tiene que ir al cielo. Nohay ningún otro lugar donde pueda ir.Ir al cielo no es el caso en esteversículo. El caso está en que tenemosque aprender a compartir la salvaciónque él nos ha dado a nosotros.Efesios 1:4 dice: "Dios nos escogió . . .Su elección cae sobre nosotros. Él nosha bendecido. La Biblia no habla enun sentido individual; siempre lo hacecon respecto a una vida colectiva."Cristo en vosotros, la esperanza degloria." (Col. 1:27). Note el plural de"vosotros". Es Cristo que viene a sucuerpo constituyéndolo, todo junto,en un organismo viviente, activo ydinámico en el mundo que tan

desesperadamente necesita oír laproclamación de su verdad.El tercer principio es la victoria deCristo sobre el mal presente. Hay unadescripción completa desde elversículo 4 hasta el 19 de la manera enque luchamos con este mal presente ylo conquistamos.El cuarto principio está integrado porlos deberes del amor que son cuatro.Los primeros dos están en el versículo20.¿Qué significa orar en el espíritu?Según lo entiendo, es orar en otraslenguas y aprender a adorar en elespíritu.El tercer deber del amor está en elversículo 21: "Conservaos limpios,santos y sin contaminación delmundo."El cuarto deber del amor es: "Esperarla misericordia de nuestro SeñorJesucristo" y por su obra en la tierra v.21). Continúa diciendo: “Hay algunosque tienen dudas, restablezcan suconfianza; los que han de ser salvosarrebatadlos del fuego" vs. 21 al 23).En otras palabras aprende aevangelizar y a llevar el testimonio deJesucristo arrebatando a aquellos queestán a punto de caer en abismo y enfuego.Judas termina su epístola con unadoxología que lleva la esencia de lahermosura de la santidad: "Mi Dios espoderoso para guardaros sin caída, ypara presentaros seguros, inocentes yfelices en presencia de su gloria."Esa es la hermosura de la santidad, elcuerpo de Cristo y sus miembros enparticular caminando en el mundocomo un sólo hombre con victoria yunidad, y finalmente pasando segura,inocente y felizmente a la presenciaeterna de Dios. Amén. ∆

Reproducido de la revista VinoNuevo, Volumen 2 Nº 7, mayo/juniode 1979.

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PParecería normal que al tratar eltema de la santidad se piense,en primera instancia, en la

condición de vida que debe distinguira todo aquel o aquella que representaa la familia de Dios. Es decir, a losque son llamados por sunombre...hoy, los cristianos.En esta oportunidad quisieraacercarme a este delicado tema desdetres perspectivas: La santidad divina, la santidadcorporativa y la santidad personal. Sin duda, la santidad divina está muypor encima de nuestra capacidadintelectual de comprensión.Ciertamente se pueden repetir frasescomo: “Dios es tres veces Santo” ocantar himnos que digan: “Santo,

Santo, Santo, Señor Diostodopoderoso” pero, ¿qué significanfrases que, como estas, se repiten encírculos cristianos con frecuencia?Por supuesto, al tratar de definir ladeidad desde una Trinidad, se puedeentender que el Padre es Santo, elHijo es Santo y el Espíritu Santotambién. Mas, ¿cuál es el alcance deesta triple santidad y qué tiene quever con la experiencia personalcotidiana de cada uno? Esto viene aser un enigma y la tarea es, entonces,procurar mover el concepto de unasantidad muy superior y trina,inalcansable e inaccesible al hombre, auna realidad experiencial cotidiana.De no ser así, el concepto de lasantidad aplicada bien podría serfuente de profunda frustración.

Parece entonces importante aclarar loque la santidad no es...

Evidentemente, la santidad no es unpatrón de conducta o normativa éticapara nadie. Si así fuera, ¿cómo sepodría definir la santidad divina? Nadie está en capacidad de juzgar lasantidad de Dios, ni nadie puedehacer una comparación de cómo Diosse comporta porque ni Él ni suconducta se pueden referir a nadie nia nada. La santidad divina trasciende todo locreado y por tanto tiene que serreferida a Dios y todo lo que a élconcierne y siempre está por encimade la capacidad de explicación,raciocinio o inteligencia humanos. Esdecir, si la santidad tuviera que vercon una normativa conductual o conun código moral, ¿quién podríadefinir la conducta de Dios? ¿Podríahumano alguno determinar qué de loque Dios hace o decide, es correcto, o

L a s a n t i d a dL a s a n t i d a d

Marco Pérez

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no? ¿Habrá alguien que puedapresumir semejante arrogancia?De aquí se desprende el hecho de quela santidad es algo mayor de lo que asimple vista se puede observarmediante expresiones externas deconducta que manifiesta alguien oincluso un grupo de individuos. Sehace necesario entonces, investigar lasantidad desde diferentesperspectivas, tres de las cualesveremos en esta ocasión.

La santidad divina Dios es Santo no por lo que hace sino,por su propia naturaleza. Por tanto,todo aquello que sea separado por Élpara su servicio, honra y gloria, esigualmente santo, a pesar de lanaturaleza intrínsica que locaracteriza. La vara de Moisés y el lugar sobre elcual ardía la zarza que no seconsumía vinieron a ser santas osantificadas por Dios para cumplircon la función que Él mismo lesasigna. No obstante, la naturaleza deestos elementos no teníanparticularidad alguna que losdiferenciara de cualquiera otra vara oterreno. Simplemente fueronsantificados por Dios. Dios es Santo por naturaleza, asícomo nosotros somos humanos pornaturaleza. El agua es líquida...pornaturaleza y todo lo creado tiene unanaturaleza distintiva y particular.

Es Dios quién santifica (o hace santo)aquello que Él aparta para sí mismo;ya sea un artículo, un pueblo, unaiglesia. Empero, lo que Dios santificano pierde su naturaleza propia. Unsimplísimo ejemplo nos podríaayudar: una toalla de baño al usarsese moja, pero no por contener ellíquido preciado en su tejido deja deser toalla para convertirse en agua.Tan pronto como se seca retorna a sucondición original que le brindó sunaturaleza. O sea, ya cumplió con sufunción asignada, lo cual demandabaque se mojara, mas una vez cumplidasu reponsabilidad asignada, retorna asu estado natural.

Ignorar el concepto anterior puederepresentar un peligro para loscristianos. Olvidar que nuestranaturaleza permanece intrínsica anosotros mientras nos hallemos ennuestros cuerpos mortales puedeconducir a profundo error y a veces,lamentablemente, a pecado. La santidad de Dios le impide a Élpecar, cometer errores, tenerpensamientos sucios o aún tentar conel mal a alguien, aunque todo esto loconozca por referencia y después dela muerte del Hijo, por propiaexperiencia del Redentor. El pecado, el error, etc. soncondiciones ajenas a la santidaddivina y por tanto, no pueden serproducidas por Él, porque dejaría deser Dios y esto nunca sucederá. La santidad divina es lo único quedefine a cualquier otro concepto de“santidad” y, siendo redundante ysuperlativo, diría que es perfectísimaperfección. Los griegos se refirieron a ello como el“ethos”; la normativa conductualconsiderada no sólo perfecta en símisma sino, constante en el tiempo,en el espacio y absolutamentecongruente en cualquiercircunstancia. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.No hay en Él variabilidad ni espaciopara modificar su natura. He aquí elriesgo de entrar en negociaciones conDios o, imprudentemente tratar depersuadirlo o exigirle que haga lo quea alguien se le antoje desde sunaturaleza humana. Esto no es sólopeligroso, es algo que ningúncristiano debe practicar.Dios el Padre es santo. En Él no existepreferencia o especialidad haciaalguno de sus hijos e hijas. A todosnos mira de igual manera y,consciente de la condición del HijoJesucristo, labora para que cada unode sus otros hijos e hijas llegue a sersemejante al hermano mayor (Rom8:29). Este propósito de Dios Padre noserá rendido jamás, bajo ningunacircunstancia, porque es su planpaternal perfecto y eterno... una

familia en la cual todos los hijos seanimagen del hermano mayor, CristoJesús.Dios Hijo es santo y perfecto tanto ensu divinidad como en su humanidad.La enseñanza evangélica demuestrauna sujeción absoluta del Hijo alPadre a través de la obediencia. ElHijo no busca hacer lo suyo propio–aunque en su naturaleza humanaestaba en capacidad de escogerlo. ElHijo cumple siempre con la voluntaddel Padre y es esta condición ética queconduce al Padre a la declaración:“este es mi Hijo amado, en el cual mecomplazco.”En sus actos y en sus dichos desde suhumanidad, el Hijo no sólo hace ydice lo que es perfecto sino que, entodo, glorifica al Padre. Y desde laeternidad el Verbo de Dios cumple losdeseos del Padre de igual manera. Glorificar es permitir la expresiónfísica y visible del Dios espiritual einvisible. Es por esto que Jesús dice:“el que me ha visto a mí, ha visto alPadre”, porque es mediante suyo quecualquier ser humano pudo entoncesy puede también hoy, ver al Diosverdadero obrando... al glorificarCristo al Padre (ver Juan 17) y así,entrar en contacto con la realidad dela santidad divina.Dios Espíritu es Santo. En el principioera el Espíritu de Dios el que se movíapor encima de las aguas y aunque laBiblia no lo dice, a veces pienso quesu función esencial es la decomunicador al Padre y al Hijo de loque toma lugar allá, en la másrotunda y tenebrosa oscuridad, o acá,en lo secreto del corazón de todoaquel o aquella en quien Él hoy mora. Desde su naturaleza santa, no puedeexistir comunicación errónea, niengañosa. Todo lo que de Él brotahacia el Padre y hacia el Hijo y,también hacia sus hijos e hijas , espuro y veraz. Nunca habrá falsedadni engaño en el Espíritu Santo.Padre, Hijo y Espíritu constituyen unaunicidad absoluta, indivisible,perfectísima pero sobretodo tres vecesSanta.

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La santidad divina es pues, el únicopunto de referencia aceptable paradefinir cualquier otra cosa o personaque sea considerada santa, y serásanta exclusivamente por acción deDios. Es decir, no puede ser humanoalguno abrogarse el derecho desantificar algo o a alguien. De esto sederiva el hecho de que no existengrados de santidad para nada ni paranadie. O sea, no hay algo más santoque otra cosa o persona que haya sidosantificado. Se es o no se es, porque lasantidad es por asignación de Dios,nunca por escogencia o designaciónde nadie. Para efectos de nuestracondición humana, es el deseo deDios que todos seamos santos yconozcamos la santidad divina.

La santidad corporativaEste es un tema preciosísimo queapenas podré introducir y cada uno lopuede desarrollar másprofundamente desde la enseñanzade las Sagradas Escrituras.La obra de Dios en Cristo Jesús tieneun alcance trascendental al edificar elPadre un cuerpo constituído por seresredimidos por la sangre del Hijo yque habría de representar, a través delos siglos, el cuerpo santo del Hijo enla tierra.Durante treinta y tres años de vidafísica en esta tierra, Jesucristodesarrolla toda su actividad ydinámica por medio de su cuerpofísico; no había otra manera dehacerlo. Posterior a su muerte yresurrección, esa actividad y dinámicacontinúan a través del cuerpo queDios constituye en respuesta a lasolicitud del Hijo: "Padre, la hora hallegado, glorifica a tu Hijo...” Puesbien, esta glorificación del Hijo será laexpresión física y visible de laactividad y dinámica de Dios que ennuestros días se da por medio de sucuerpo, la Iglesia. Es este actuar de Dios lo que me heatrevido a llamar la santidadcorporativa. Unidos en un mismoEspíritu, como miembros de unmismo cuerpo, y con una claradefinición de misión que se deriva

única y exclusivamente desde laPalabra de Dios, la Biblia, la Iglesiadesarrollará una obra santa, pero lohará de manera corporativa a lo largodel globo terráqueo. Es el actuar de Dios que por suvoluntad nos toma como miembrosde ese cuerpo para que operemoscomo brazos de su amor, piernas parallevar el mensaje de vida a aquellosque caminan sin esperanza por elmundo y mentes que puedaninterpretar la Palabra de consueloprecisa en el momento oportuno y encualquier situación. Un cuerpo santo (la Iglesia)realizando una obra santa (el actuarde Dios). Esto es, santidadcorporativa, en donde el fondo (losanto de Dios) nunca podrá sersacrificado por la forma (la obramanifiesta) y en lo cual Dios busca yespera siempre la armonía.Hay algo más que toma lugar en ydesde esta santidad corporativa ytiene que ver con la obra purificadorade la vida de cada uno de losmiembros de su cuerpo y por mediodel cuerpo. El apóstol Juan dice:"...si andamos enluz, como él está en luz, tenemoscomunión unos con otros, y la sangrede Jesucristo su Hijo nos limpia detodo pecado.” Es evidente que hayuna obra de santificación que tomalugar corporativamente. Unidos enluz, o sea en santidad corporativa,fluye la sangre de Jesucristo comoagente limpiador de todo pecadodentro y desde el cuerpo (la Iglesiauniversal). Esto es la santificación delcuerpo para demostración del carácterde Dios. Es pues la iglesia, la sal dela tierra y la luz del mundo que, comocuerpo santificado, viene a ser elpreservante contra la corrupción delmundo y el elemento de inteligencia ysabiduría puras únicas. La santidad personalQuizás sea este el concepto másescabroso y solicito su permiso parahacer referencia personal. Crecí en unrégimen bautista ultra conservador.Sí, así mismo. Desde muy niño me

hicieron creer que la vida cristianadependía de lo que yo hiciera y de loque no hiciera. Es decir, micristianismo vino a ser definido poruna moral personal que definió mipunto de referencia de santidadpersonal. Esto no es sólo un errorteológico; es una herejía, porquerefiere la santidad individual a lafuerza del carácter de cada individuo. Son muchas las iglesias queperpetúan este error y continúanimponiendo sobre sus miembros loque deben y lo que no deben hacer yesto continúa siendo una prácticaequivocada, por más acompañado debuena intención que vaya. Varias décadas más viejo lamento verque muchos de aquellos compañeritosde la Escuela Dominical de nuestrainfancia, han dejado el caminoangosto. Llegaron a la convicción deque eran incapaces de vivir la vidacristiana por su propio esfuerzo y esprobable que esto influyó paraabandonar la iglesia. Esto es trágico yla teología que promueve esteconcepto de santidad está errada.La santidad personal no puede, nidebe depender de las cualidadesadministrativas del temperamento.¡Qué injusto sería! La santidad personal esexclusivamente producto del actuarde Dios conforme cada uno de sushijos e hijas se sometan, enobediencia, a cumplir con lo que Diosespera. Y, ¿qué es eso? Pues, muysencillo... morir a uno mismo. Pero,¿cómo se cumple eso? Me parece quesólo existen dos caminos: laobediencia a Dios y la integridad. La santidad personal individual sólopodrá cumplirse en tanto que unhombre o una mujer, que hayaconocido a Dios como su Padrecelestial, opte por obedecer lospreceptos de Dios y por mantener suintegridad en medio de lascircunstancias. En nuestros países latinoamericanosestas condiciones básicas de lasantidad parecieran ser más difíciles.En el mundo de los negocios es duro

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no prestarse para actos de corrupción.La palabra comprometida se vedesafiada por la laxitud. El conceptofilosófico y práctico del compromisoes quebrantado continuamente. Losprincipios y valores que rigen la vidaparecieran estar continuamentebombardeados. La única respuestaante situaciones como estas y muchasmás y peores, se halla en una santidadpersonal caracterizada por laobediencia y la integridad.Concluyo con una frase del obispoFoster, de la Iglesia Metodista: "Lasantidad late en la profecía, ruge en laley, murmura en los narrativos,susurra en las promesas, suplica enlas oraciones, irradia en la poesía,resuena en los salmos, musita en lostipos, enuncia en el lenguaje, y quemaen el espíritu de todo el sistema,desde el alfa hasta la omega, desde elprincipio hasta el fin. ¡La santidad!¡La santidad necesaria! ¡La santidadrequerida! ¡La santidad ofrecida! ¡Lasantidad posible! ¡La santidad, undeber presente, un privilegio actual,un gozo presente, es el progreso ycomplemento de su maravilloso tema!Es la verdad brillando por doquiera,mezclándose por toda la revelación; laverdad gloriosa que irradia, susurra,canta y grita en toda su historia,biografía, poesía, profesía, precepto,promesa, y oración; la gran verdadcentral de todo el sistema. Es unalástima que no todos la vean, que notodos la consideren, es una verdadtan conspicua, tan gloriosa y tan llenade consuelo.” Y agrego yo: La santidad es Dios ennosotros, manifestando su gloria entoda oportunidad a través de sucuerpo y por medio de individuosque lo sirven en obediencia y enintegridad de vida. ∆

Marco Pérez es un conocido empresarioindustrial costarricense cristiano. Esfundador de la Escuela BíblicaPortaantorchas , en Costa Rica, que recibea jóvenes de todo el mundo.

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Próximos temas:Libertad o libertinaje (1–7–04)*Guardando el corazón (1-9-04)*

Los beneficios de la confesión (1-11-04)*Perdón y gozo (1-1-05)*

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LLa santidad es un atributo únicode Dios. Dios posee muchosotros atributos, tales como el

amor, la sabiduría y el poder; estos lospodemos entender, en cierta medida,refiriéndonos a personas o a cosas enla dimensión natural que desplieganestas cualidades. Pero la santidad notiene ningún paralelo en lo natural.Es singular.

Juan Wesley definió la santidad como“amor perfecto”. Sin embargo,prefiero una definición que dice quela santidad es una combinación de lajusticia y el amor de Dios. El amordice: “Ven”, la justicia dice: “No eresdigno de venir”. Hay una ciertatensión integrada en la santidad.

De la misma manera, hay un aspectonegativo y uno positivo en lasantidad. La mayoría de las asíllamadas iglesias o movimientos desantidad han enfatizado lo negativo:No hagan esto, no vayan a esoslugares; no coman; no toquen. Peroen Colosenses 2:20-23, Pablo lasdescribe como “mandamientos yenseñanzas de los hombres”completamente inadecuadas para lavida cristiana.Hay, sin embargo, un aspectonegativo de la santidad que se basa enlo positivo. Si queremos alcanzar lasantidad de Dios, que es enteramentepositiva, entonces hay ciertas cosasque son inconsistentes con ella, talcomo la inmoralidad. Lógicamente,

tenemos que abstenernos de estaspara alcanzar la santidad de Dios.

La santidad, una característicadel pueblo de DiosLa Palabra de Dios nos dice que lasantidad debe ser una característicadel pueblo de Dios.Además, tuvimos padres terrenalespara disciplinarnos, y losrespetábamos, ¿con cuánta más razónno estaremos sujetos al Padre denuestros espíritus, y viviremos?Porque ellos nos disciplinaban porpocos días como mejor les parecía,pero él nos disciplina para nuestrobien, para que participemos de susantidad (Heb. 12:9-10).

P a r t í c i p e sd e s u

Derek Prince dibujo Ana Rosa López G.

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De manera que el deseo de Dios esque participemos de su santidad. Elversículo 14 agrega esto:“Buscad la paz con todos, y lasantificación, sin la cual nadie verá alSeñor”. Primeramente tenemos quebuscar la santidad, dedicarnos a ella yhacerla un objetivo. En segundolugar, si queremos alcanzarla,tendremos que buscar la paz contodos los hombres. Tenemos quehacer el intento de vivir en paz, nopermitiendo disputas ni desacuerdosque estén en nuestro poder evitar. Elescritor de Hebreos hace una solemneadvertencia también. Dice que noveremos al Señor a menos que sea-mos partícipes de su santidad.

Un segundo pasaje que expresa eldeseo de Dios es 1ª Tesalonicenses 4:3:“Porque esta es la voluntad de Dios:vuestra santificación”. El versículo 4continúa diciendo: “Que cada uno devosotros sepa cómo poseer su propiovaso en santificación y honor”.El vaso es el cuerpo. Es la vasija debarro en que mora el espíritu delhombre. Hay muchos cristianos quecreen que el cuerpo es algo malo; algode lo que se avergüenza. Pero elcuerpo es bueno. Es uno de los logrossupremos del genio creativo de Dios.David dice de su propio cuerpo en elSalmo 139:14:” Formidables ymaravillosas son tus obras”.¿Por qué debe todo cristianomantener su cuerpo en una condiciónde santidad? Contestaremoscombinando dos versículos: “ElAltísimo no habita en casas hechaspor mano de hombres” (Hech 7:48);”O, “¿no sabéis que vuestro cuerpo estemplo del Espíritu Santo, quien estáen vosotros?” (1ª Cor. 6:19). Dios hadispuesto morar en un templo sobrela tierra, no en un edificio hecho conlas manos, sino en el cuerpo delcreyente santificado. Por lo tanto, atodos nos corresponde saber cómomantener el cuerpo como moradadigna de Dios.Los agentes de la santificaciónHay cinco agentes en el proceso de la

santificación. El primero es elEspíritu Santo. Sin él no tenemosesperanza de llegar a ser santos.Porque Dios os ha escogido desde elprincipio para salvación mediante lasantificación por el Espíritu (2ª Tes.2:13).La iniciativa en la santificación, comoen todo proceso redentivo, es de Diosy no del hombre. Comienza con laelección de Dios desde la eternidad.De allí en adelante, la secuencia desucesos en el tiempo es como sigue: ElEspíritu Santo comienza a ejercer suinfluencia en nosotros; nos separa delcamino ancho de la destrucción en elque hubiésemos seguido sin él; nospresenta cara a cara con la verdad(Jesús mismo es la Verdad); nosimparte fe para creer la verdad; ycreyendo esa verdad entramos en lasalvación. Pablo nos dice en Efesios2:8 que somos salvos por medio de lafe, y que esta fe no viene de nosotros,sino que es un don de Dios que vienepor el Espíritu Santo.

En este sentido podemos definir lasantificación como “separados paraDios”. En muchos casos el procesocomienza mucho antes de que elindividuo venga a conocerpersonalmente a Dios. El apóstolPablo decía que él había sidoseparado desde el vientre de sumadre (Gal. 1:1 5). Dios dijo aJeremías que él lo había santificadoantes de que naciese (Jer. 1:5). Diosnos comienza a separar desde muchoantes que tengamos algúnconocimiento de ello. Yo puedo veren mi propia vida, aún antes de queconociese a Dios, su intervenciónsoberana en la que detuvo ciertoscursos de acción en mi vida y cambióciertos patrones de conducta.1ª Pedro 1:2 presenta un cuadrosimilar del proceso. “Escogidos,según la presciencia de Dios el Padre(la elección de Dios, hecha en laeternidad, está basada en su previoconocimiento y nunca es arbitraria,nunca al azar) por la obrasantificadora del Espíritu (el procesopor el cual el Espíritu Santo nos atrae

a un lugar de confrontación conJesucristo) para obedecer a Jesucristoy ser rociados con su sangre (elEspíritu Santo nos da la gracia deobedecer el Evangelio y cuandohemos obedecido, la sangre de Cristoes rociada sobre nosotros)”.En ambos pasajes de 1ª Corintios y 1ªPedro, la iniciativa en el proceso desantificación la toma Dios, no elhombre, y el primer agente es elEspíritu Santo.El segundo agente de la santificaciónes la Palabra de Dios. “... Cristotambién amó a la iglesia y se dio a símismo por ella, para santificarla,habiéndola purificado por ellavamiento de agua con la palabra...”(Ef. 5: 25, 26).Todo sacrificio hecho en el AntiguoTestamento era lavado en agua puradespués de que la sangre eraderramada. En el Nuevo Testamento1ª Juan 5:6 dice que Jesús vino“mediante agua y sangre”. La últimaes la sangre redentora de Cristo,derramada en la cruz y la otra el aguapura de la Palabra. Cristo nos redimepor su sangre; luego nos santifica ynos purifica por el lavamiento deagua por la Palabra.Jesús ora así al Padre por susdiscípulos en Juan 17:17: “Santifícalosen la verdad; tu palabra es verdad”.Una de las formas en que la Palabrade Dios nos santifica es cambiandonuestra manera de pensar. El procesoes de adentro hacia afuera; no alcontrario. La manera “religiosa” dealcanzar la santificación es alargandoel vestido, cortándose el pelo, nousando lápiz de labios, etc., peroPablo dice: “Sed transformadosmediante la renovación de vuestramente, lavándolas con el agua purade la Palabra de Dios hasta que esténlimpias.Yo mismo he experimentado esteproceso de transformación internacuando estuve sirviendo en el ejércitobritánico en el norte de África.Enfermé con algo que los doctores nopudieron sanar en ese clima. Despuésde casi ocho meses en hospitales,

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clamé a Dios con desesperación.Entonces Dios me reveló su promesade sanidad y de salud. Los dospasajes claves que Dios me dio fueronel Salmo 107:20: “Envió su palabra ylos sanó, y los libró de su ruina”, yProverbios 4:20-22: “Hijo mío, estáatento a mis palabras; inclina tu oídoa mis razones. No se aparten de tusojos; guárdalas en medio de tucorazón; porque son vida a los que lashallan, y medicina a todo su cuerpo”.Así que decidí tomar la Palabra deDios como mi medicina tres veces aldía después de las comidas.

Surtió el efecto que Dios habíaprometido: me dio sanidad y salud.Hizo más que eso también. En elproceso de absorver su Palabra,ocurrió un gran cambio mental que yono estaba esperando. Dejé de ser unfilósofo convertido, pensando engeneralidades vagas y abstractas. Lospatrones de mi pensamiento fueronmoldeados por la Palabra de Dios.Comencé a usar términos comopecado y justicia, bien y mal, Dios y eldiablo. Esto cambió a su vez mimanera de vivir. De esta manera laPalabra de Dios me santificócambiando mi pensamiento.El tercer aspecto en nuestrasantificación lo encontramos enHechos 26:18. Esta es la grancomisión que el Señor Jesucristoconfió a Pablo cuando fue enviado alos gentiles: “Para que abras sus ojos afin de que se vuelvan de la oscuridada la luz, y del dominio de Satanás aDios, para que reciban, por la fe enmí, perdón de pecados y herenciaentre los que han sido santificados”.La fe es un elemento indispensable enla santificación. El Espíritu de Dios ysu Palabra nunca varían, pero esnuestra fe la que nos capacita pararecibir lo que Dios ofrece a través deestos agentes. El proceso de lasantificación será tan efectivo como lopermita nuestra fe.

Hay, además, una conexión directaentre la Palabra de Dios y nuestra fe,porque la “fe viene del oír, y el oír porla palabra de Cristo” (Rom. 10:17).

Mientras más escuchemos la Palabrade Dios, más se expande nuestra fe ynos ayuda a apropiarnos de laprovisión total que Dios ha dado paranuestra santidad.El cuarto agente es la sangre de Jesús.Hebreos 13:12 dice: “Por lo cualtambién Jesús, para santificar alpueblo mediante su propia sangre,padeció fuera de la puerta”. Jesúsderramó su sangre con un propósitomúltiple. Uno fue para redimirnos yel otro para santificarnos o separarnospara Dios y hacernos santos.Es posible vivir donde el pecado ySatanás no nos puedan tocar porqueestarnos protegidos y santificados porla sangre de Jesús. “Si andamos enluz como Él mismo está en la luz,tenemos comunión los unos con losotros, y la sangre de Jesús su Hijo nospurifica de todo pecado” (1ª Juan 5;1:7). Este pasaje usa el tiempopresente para indicar una accióncontinua. Si caminamoscontinuamente en la luz,continuamente tenemos comunión yla sangre de Jesús nos mantienecontinuamente limpios.Permanecemos puros y sincontaminación porque vivimos en unelemento diferente a este mundo.Esto nos lleva a otro pasajeimportante. 1ª Juan 5:18 dice:“Sabemos que ninguno que es nacidode Dios, peca; pero Aquel que nacióde Dios le guarda, y el maligno no letoca”.Este reto es casi atemorizante.¿Significa que una persona que hayanacido de nuevo nunca peca de allí enadelante? Otros pasajes, juntamentecon nuestra experiencia personalhacen que esta interpretación seainaceptable. La clave para entendereste versículo es ver que Juan no estáhablando aquí de ninguna persona oindividuo, sino de una naturaleza.No es el hermano David, o lahermana María la que no puedenpecar; sino la nueva naturaleza quecada creyente recibe cuando nace denuevo.1ª Pedro 1:23 dice que esta naturaleza

nueva nace “no de una simiente quese corrompe, sino de una que esincorruptible, es decir, mediante lapalabra de Dios que vive ypermanece”. Hay un principio quenunca cambia en todas las formas dela vida. La naturaleza de la semilladetermina la naturaleza de la vidaque produce. Una semilla demanzana produce manzanas, nonaranjas. La semilla incorruptible dela Palabra de Dios produce unanaturaleza que es como la simiente:incorruptible. Esta naturaleza es el“hombre nuevo.”

Él es incorruptible. No peca. Esto noes cierto de cualquier individuocreyente, cuando se le considera en latotalidad de su persona, pero es ciertodel “nuevo hombre” dentro de cadacreyente.Esto concuerda con 1ª Juan 3:9 quedice: “Ninguno que es nacido de Diospractica el pecado porque la simientede Dios permanece en él; y no puedepecar, porque es nacido de Dios”. Ellenguaje de Juan es aquí mucho másfuerte. No sólo dice que no peca, sinoque no puede pecar. La semillaincorruptible de la Palabra de Diosque mora en él, ha producido unanaturaleza como ella: incorruptible.El hombre nuevo no puede sercorrompido por el pecado.Esta interpretación es confirmadacomparando tres pasajes diferentes. 1ªJuan 3:9 dice: “Ninguno que es nacidode Dios practica el pecado...” Juan 3:6dice: “Lo que es nacido de la carne,carne es; y lo que es nacido delEspíritu, es espíritu”. Finalmente, 1ªJuan 5:4 dice: “Porque todo lo que esnacido de Dios vence al mundo...”Juntando estas tres escrituras tenemosun ninguno, un lo y un todo. No sehabla de una persona o individuo,sino de la naturaleza producida en elnuevo nacimiento de cada creyente.Esta naturaleza es incorruptible y nose puede derrotar; no peca ni puedepecar.El curso que toma mi vida despuésque he nacido de nuevo, depende decuál naturaleza me controla: el

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hombre nuevo o el hombre viejo. Sisalgo derrotado es porque no estoyconfrontando mi problema con elhombre nuevo. No se puede derrotara la nueva naturaleza. Una señoraque tenía una vida de victoria muyevidente contestó de la siguientemanera a la pregunta de cómo vencíalas tentaciones: “Cuando el diablotoca a la puerta, dejo que Jesús leatienda”. Cristo en mí es el nuevohombre.Satanás sólo puede tocaral hombre viejo. Dioscreó a la naturalezacarnal del hombre delpolvo de la tierra ycuando éste pecó Dios ledijo a la serpiente que sucomida sería el polvo.La naturaleza carnal esla víctima legítima deSatanás, pero no puedetocar a la nuevanaturaleza. El hombrenuevo no puede pecar,no puede sercorrompido, niderrotado, ni tocado porSatanás.El quinto agente de lasantificación es en unsentido la clave práctica.Hablamos del lugar de lasantificación: el altar.En Mateo 23:16,17 Jesúsreprende a los escribaspor su enseñanza: “ ¡Ay de vosotros,guías ciegos! que decís: “No es nadasi alguien jura por el templo; pero elque jura por el oro del templo contraeobligación.” ¡Insensatos y ciegos!¿Qué es más importante: el oro, o eltemplo que santifica al oro? El oro essólo metal y por sí mismo no es santo.Pero cuando se constituye en partedel templo de Dios se vuelve santo.El templo lo santifica.En los versículos 18 y 19 continúadiciendo:“Y: no es nada si alguien jura por elaltar, pero el que jura por la ofrendaque está sobre el altar, contraeobligación.” ¡Ciegos! ¿Qué es más

importante: la ofrenda, o el altar quesantifica la ofrenda? La ofrenda nosantifica el altar. El altar sí a laofrenda que se coloca sobre él.En el Antiguo Testamento, mientras elsacrificio no se colocaba sobre el altar,era sólo el cuerpo de un animal; perouna vez hecho, era santo y separadopara Dios. Esto es cierto del creyenteen el Nuevo Testamento. EnRomanos 12:1 Pablo dice: “Os ruegopor las misericordias de Dios que

presentéis vuestro cuerpo en sacrificiovivo y santo, aceptable a Dios, que esvuestro culto racional”. La únicadiferencia entre los sacrificios delAntiguo Testamento y los del NuevoTestamento es que nuestros cuerpospermanecen con vida cuando lospresentamos en el altar. En amboscasos, el principio de la santificaciónes el mismo. El altar santifica laofrenda entregada en él.

Note cómo la entrega de nuestroscuerpos va juntamente con el procesointerno de la santificación de nuestramente. En el versículo 2 dice: “No osadaptéis a este mundo, sino sedtransformados mediante la

renovación de vuestra mente, paraque verifiquéis qué es la voluntad deDios: lo que es bueno, aceptable yperfecto”. El cambio interno ennuestros pensamientos y motivos nopuede efectuarse hasta que nohayamos renunciado a todos losderechos sobre nuestros propioscuerpos y hasta que no los hayamospresentado sin reservas en el altar deDios para que Él los use como desee.Resumamos los papeles de los cinco

agentes en nuestrasantificación. ElEspíritu Santo nos atraey separa para creer yobedecer el evangelio.La Palabra de Dios,como agua pura, lavanuestras mentes ycambia nuestrospensamientos yactitudes y los lleva aconformarse con lasnormas de Dios.Nuestra fe que vienecuando oímos laPalabra de Dios, noscapacita paraapropiarnos de suprovisión completa. Sicontinuamos enobediencia, la sangre deJesús nos guarda en unlugar de separaciónpara Dios, donde elpecado, ni Satanás nospueden ensuciar o

derrotar. Finalmente, el altar ennuestro servicio a Dios santifica elsacrificio vivo de nuestros cuerpos, alpresentarlos sin reservas a El.Con nuestras mentes así renovadas,percibimos y nos apropiamos de laperfecta voluntad de Dios paranosotros: que seamos un pueblo santoy apartado para Dios. ∆

Reproducido de la revista VinoNuevo, Volumen 3 Nº 8, julio-agostode 1980.

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Cuando salgas como ejércitocontra tus enemigos, teguardarás de toda cosa mala. “Porque el Señor tu Diosanda en medio de tucampamento para librarte ypara derrotar a tus enemigosde delante de ti, por tanto, tucampamento debe ser santo; yÉl no debe ver nada indecenteen medio de ti, no sea que seaparte de ti”. Deuteronomio23:9,14 Biblia de la Américas.Santidad y presencia deDios

EEn el contexto de laenseñanza de reglasde higiene, este

pasaje nos recalca la íntimarelación entre la santidad yla presencia del Dios santoen medio de su pueblo.Dado que sólo la presenciadel Señor hace posiblealcanzar la victoria y la falta desantidad lleva a que el Señor seaparte, la alternativa se resume en lafrase: santidad o derrota.En Josué, capítulo 7, se nos relata dequé manera y por cuáles razones elpueblo de Israel cayóinesperadamente vencido, luego degrandes triunfos frente a poderosos,y aparentemente invencibles,enemigos. El fracaso en la pequeña poblaciónde Hai acontece luego de latremenda victoria ante la imponenteJericó.

¡Y es que cuando hay falta desantidad ningún enemigo espequeño!

Fue Dios quien conquistó Jericó y fueDios quien permitió la derrota enHai.El Señor le explicó a Josué lasrazones del fracaso diciendo: “Israelha pecado y también ha transgredidomi pacto que les ordené. Y hasta hantomado de las cosas dedicadas alanatema, y también han robado ymentido, y además las han puestoentre sus propias cosas.No pueden, pues, los hijos de Israel

hacer frente a sus enemigos; vuelvenla espalda delante de sus enemigosporque han venido a ser anatema.No estaré más con vosotros a menosque destruyáis las cosas dedicadas alanatema de en medio de vosotros.Levántate, consagra al pueblo y di:

"Consagraos para mañana,porque así ha dicho elSeñor, Dios de Israel: Hayanatema en medio de ti, ohIsrael. No podrás hacerfrente a tus enemigos hastaque quitéis el anatema deen medio de vosotros.”Josué 7:11-13, Biblia de laAméricas.Detengámonos por unmomento en algunas de lasimplicaciones del pecadopor el cual Israel resultaresponsable y el cualacarrea la derrota en Hai. ¿Un pecado no tan grave?Al hombre común el pecadoque Acán cometió no leparece un gran pecado. No se trata de unhomicidio, ni de unainmoralidad grosera. No es el tipo de delito para

el cual los códigos penales reservanlas penas más severas. Sin embargo el pecado de Acánconstituye un desafío abierto a unaorden de Dios. El Señor había dicho:no tomen del anatema y Acán tomópara sí. Las consecuencias del pecado deAcán nos muestran lo grave que sonla desobediencia y la rebelión antelos ojos de Dios. Cuando Samuel reprende de partedel Señor al Rey Saúl por causa de surebeldía, deja bien claro alsignificado espiritual de ladesobediencia. Dice la Palabra de Dios: “Y Samueldijo: ¿Se complace el Señor tanto en

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S a n t i d a d o d e r rS a n t i d a d o d e r r o t ao t aDaniel Zuccherino

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holocaustos y sacrificios como en laobediencia a la voz del Señor? Heaquí, el obedecer es mejor que unsacrificio, y el prestar atención, quela grosura de los carneros.Porque la rebelión es como pecadode adivinación, y la desobediencia,como iniquidad e idolatría. Porcuanto has desechado la palabra delSeñor, Él también te ha desechadopara que no seas rey. ” 1ª Samuel15:22 y 23, Biblia de las AméricasEn estos tiempos en los que elhumanismo secular lleva a muchos adesconocer o minimizar lasdemandas de Dios debemos tenerbien presente que los mandatos delSeñor no son un juguete y que laobediencia y el prestar atención a lasórdenes del Señor, lejos de ser algosecundario, constituyen el tema másimportante de la vida. Santidad y visión de DiosLa falta de santidad nubla la visiónde Dios y de su propósito y lleva auna evaluación humana de lascircunstancias. Josué había enviado espías a Hai.Cuando esos espías regresaron de surecorrido le dijeron a Josué: Que nosuba todo el pueblo; sólo dos o tresmil hombres subirán a Hai; no hagascansar a todo el pueblo subiendoallá, porque ellos son pocos. Josué7:3, Biblia de las Américas.La falta de santidad condujo a laconfianza en sus propias fuerzas y ala derrota. La santidad es la clave de larevelación y la victoria espiritual. La Palabra de Dios dice:“Bienaventurados los de limpiocorazón porque ellos verán a Dios”.Mateo 5:8

Consecuencias del pecado.El pecado que nos presenta el relatobíblico de Josué, capítulo 7, escometido sólo por Acán y su familia.Sin embargo, y a pesar del principio

de responsabilidad personal frente aDios, el pecado siempre tienetambién consecuencias eimplicaciones colectivas. El pecado no confesado de unapersona o de una familia puedeafectar a toda una congregación, yello en mayor medida cuandoquienes encubren el pecado odesobedecen deliberadamente sonlíderes o personas en posiciones deautoridad dentro de la iglesia deCristo. Es por ello que debemos serespecialmente cuidadosos al elegirun lugar donde congregarnos ypedir que el Espíritu Santo nosconduzca a rodearnos y a andarjunto a hombres y mujeres temerososde Dios. La santidad es posibleLa santidad no sólo es posible sinoque es el tipo de vida que Diosespera como algo normal de un hijoo hija suyo.El Espíritu Santo hace posible quecada hijo y cada hija de Dios vivaeste tipo de vida.¡Ser santos es andar en el Espíritu!(Gálatas 5)Todo lo bueno que hay en nosotros,toda virtud, todo buen fruto, sólopuede tener origen en el EspírituSanto de Dios. El Espíritu Santo esla fuente misma de la santidad en loscorazones en que mora. ¡Él hace posible la santidad y lavictoria! ∆

Daniel Zuccherino, abogado, profesoruniversitario y pastor ordenado de laIglesia Menonita Argentina (1978),actualmente es pastor en la ComunidadCristiana en Buenos Aires. Director delEquipo Evangelístico "Vida Nueva"[email protected] evangelista asociado del Dr. LuisPalau.

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