La Guerra Del Agua en Cochabamba

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La Guerra del Agua en Cochabamba por Carlos Crespo.

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    DEBATES AMBIENTALES - AGUA

    La guerra delagua en

    Cochabamba:movimientos

    sociales y crisisde dispositivos

    del poder*Carlos Crespo Flores**

    INTRODUCCIN

    De pronto, desde Cochabamba, en el entrpico escenario de lapoltica boliviana, ha hecho su aparicin un fenmeno socialan poco comprendido y explicado: la Coordinadora Departa-mental del Agua y la Vida. Mientras el gobierno boliviano ca-lific de salvaje a la impronta de la plebe en la plaza de ar-mas, los politlogos entusiastas de la gobernabilidad y el con-senso a ultranza estigmatizaban el movimiento como carentede objetivos y enemigo de la concertacin. Tales juicios apre-surados, no permiten comprender la complejidad y riqueza dela experiencia cochabambina.

    El presente texto referir dos temas:

    1. Caracterizar el fenmeno Coordinadora desde eldebate de los denominados nuevos movimientossociales, en el contexto del neoliberalismo comoinstrumento de expansin del capitalismo global.Analizando desde su identidad, adversarios y obje-tivos, se busca mostrar la relacin existente entre elmovimiento de la Coordinadora y los nuevos mo-vimientos sociales, de resistencia a la globalizacinneoliberal.

    2. Mostrar los dispositivos discursivos de poder que han sidopuestos en tela de juicio por la Guerra del Agua, es deciraquellas verdades que producen conocimiento, actitudes,comportamientos, que en suma han constituido al sujetocochabambino.

    El documento est animado por la perspectiva genealgicade M. Foucault, para quien, se trata ms bien de interrogareste gesto enigmtico... por el cual se hallen constituidos losdiscursos verdaderos (Foucault en Minello 1999:336), anali-zar las condiciones de produccin de estos discursos de ver-dad, y ms an buscar revelar las tcticas de resistencia a losprocesos de normalizacin generados por estos discursos (Darier1999:18).

    El presente texto forma parte de una investigacion mayorsobre polticas sobre recursos hdricos y conflictos en el vallecochabambino.

    ANTECEDENTES

    Bolivia ha sufrido el Ajuste Estructural, bajo recomendacio-nes del Banco Mundial, a partir del ao 1985, expresado enreformas economicas, sociales y politicas, orientadas apromover una economa de mercado, una sociedad de

    * Una version preliminar fue presentada en el seminario Agua enCochabamba. Problemas, conflictos y perspectivas, en abril 2000. Uni-versidad Mayor de San Simn. Cochabamba-Bolivia.* El autor es Coordinador del Area de Medio Ambiente, en el Centro deEstudios Superiores Universitarios (CESU-UMSS), Cochabamba-Bolivia..([email protected])

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    stakeholders y un sistema poltico basado en la democracialiberal representativa.

    Desde principios de los aos noventa, el Banco Mundial(BM) ha apoyado, tcnica y econmicamente, la reforma delsector de agua potable y alcantarillado sanitario, como partedel Ajuste Estructural, orientado a la privatizacin de las prin-cipales empresas municipales de agua del pas, la implantacindel principio de full costs recovery en la fijacin de tarifas, y laintroduccin de criterios de mercado en el uso y acceso de losrecursos hdricos; en este marco se cre el Viceministerio deSaneamiento Bsico, se fortalecieron institucionalmente lasempresas a ser privatizadas, entre ellas el Servicio Municipal deAgua Potable y alcantarillado (SEMAPA) en Cochabamba, yse implement la Superintendencia de Saneamiento Bsicocomo autoridad regulatoria.

    El Ajuste Estructural debilit la importancia de las orga-nizaciones de la sociedad civil, particularmente la Central ObreraBoliviana (COB), que hasta 1985 constituy un verdadero fac-tor de poder en la poltica boliviana, e introdujo la mediacinpoltica partidaria dentro la cultura poltica del pas.

    Desde los setenta, en el valle de Cochabamba, ya existanmovimientos campesinos de resistencia a la explotacin de re-cursos hdricos para consumo de la ciudad; en 1994 y 1997 segeneran grandes movilizaciones campesinas contra la perfora-cin de pozos profundos, por parte de la entonces empresamunicipal de agua (SEMAPA) (Crespo 1999; Fernndez 1999).De estos movimientos surgir posteriormente la Federacin De-partamental de Regantes (FEDECOR), uno de los actores prin-cipales involucrados en la Guerra del Agua.

    Histricamente el tema del agua ha sido muy sensible enla regin, pues el valle de Cochabamba (donde viven alrededorde 700.000 personas, del rea urbana y rural) es una zona ecol-gicamente considerada semiseca, por tanto sufre una crnicaescasez del recurso. Por otro lado, en la ciudad de Cochabamba,apenas el 50 por ciento de la poblacin tiene acceso al sistemapblico de distribucin de agua potable, por tanto el 35 porciento se ha organizado en cooperativas, asociaciones, comitsde agua, y un 15 por ciento se aprovisiona a traves de carroscisterna (aguateros); definitivamente, la inequidadsocioecmica y la segregacin urbana se refleja en la inequitativadistribucin y acceso al agua.

    Desde hace aproximadamente 40 aos, desde los sectoreseconmicos y polticos dominantes de la regin se ha plantea-do como solucin la implementacin de un megaproyecto detrasvase de agua, mediante un tunel de 19 km de largo y unapresa de 115 metros de altura. Este proyecto, denominadoMisicuni, ha sido instrumentalizado por las elites polticas paraganar elecciones y obtener otras ventajas polticas.

    LOS HECHOS

    Las causas directas para el conflicto fueron dos:

    1. La concesin, en forma poco clara, de la empresa munici-pal de distribucin de agua (SEMAPA) a un consorcio pri-vado internacional, denominado Aguas del Tunari, inclu-yendo la implementacin del proyecto Misicuni (septiem-bre 1999).

    2. La aprobacin en el parlamento, de manera no consensuada,de la Ley de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sa-nitario (octubre 1999), siguiendo recomendaciones del BM:en junio de 1999 un informe reservado de este organismosugiere las concesiones privadas, destaca el rol de las superin-tendencias como organismos de regulacin, y propone lano subvencin en los servicios basicos (World Bank 1999).

    Desde junio de 1999, un grupo de profesionales se re-uni para analizar las probables consecuencias de la Ley, y seorganiza en torno a un Comit de Defensa del Agua y la Eco-noma Familiar.

    En septiembre del mismo ao el gobierno, a travs de laSuperintendencia de Aguas, realiza la concesion de SEMAPA,a la nica empresa que se present a la concesin: el consorciointernacional AGUAS DEL TUNARI, creado en las IslasCaiman, como se sabe un paraso fiscal, con un capital prcti-camente simblico; la sociedad estaba conformada porInternational Water U.K. (subsidiaria a su vez de Bechtel) conun 55 por ciento de las acciones, Abengoa de Espaa con un30 por ciento, y el resto por empresas bolivianas, una de ellasvinculada con el gobierno actual. La concesin de hecho era

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    irregular, pues no llenaba los requerimientos establecidos porla legislacin boliviana (se necesitan tres propuestas para validaruna licitacin).

    A las pocas semanas (fines de octubre), se aprueba en unasesin que dura 36 horas, la Ley No 2029 de Agua Potable yAlcantarillado Sanitario.

    Organizaciones de la sociedad civil cochabambina hacenconocer sus observaciones a ambas decisiones gubernamentales:

    No respeto a usos y costumbres, esto quiere decir, las for-mas tradicionales de acceso y uso del recurso.

    Inseguridad sobre el futuro de las instituciones de distribu-cin de agua que no tienen fines de lucro: en las zonas deconcesin slo la empresa concesionaria tena derecho a ladistribucin quedando excluidas la multiplicidad de orga-nizaciones alternativas existentes, como asociaciones, comi-ts, cooperativas de agua).

    Monopolio de concesionarios empresariales. Inseguridad en la posesion de fuentes de agua, utilizadas

    por las comunidades campesinas y regantes, en muchos ca-sos desde pocas pre republicanas.

    Excesivo poder de la Superinterndencia, organismo de re-gulacin que concentra competencias y poderes vulneran-do derechos democrticos bsicos como el de consulta yparticipacin ciudadana en la gestin de los servicios bsi-cos y los recursos naturales.

    Modificacin de tarifas sin consultar con la poblacin, ade-ms de estar indexadas al dolar americano.

    Criterio econmico en la fijacin de tarifas y concesiones,antes que sociales y ambientales.

    El mes de noviembre se organiza el primer bloqueo decampesinos y regantes, dejando casi paralizada la regin. Esemes se crea la Coordinadora Departamental del Agua y la Vida,organismo que agrupa a una multiplicidad de organizacionesde la sociedad civil regional.

    Pero la gota que llen el vaso fue el incremento de lastarifas de agua en un 35 por ciento promedio, a partir de ene-

    ro del 2000, sin que la concesionaria hubiera mejorado previa-mente el servicio;1 la poblacin reaccion con indignacin y el11 de enero se realiz una movilizacin organizada por la Coor-dinadora, que termin en represin policial. El 4 de febrero,la Coordinadora organiz la toma simblica de la ciudad deCochabamba, para demandar, festiva y pacficamente, cincopuntos:

    Derogacin de la Ley de de Servicios de Agua Potable yAlcantarillado Sanitario.

    Derogatoria de los decretos 25351 y 25413, que hicieronposible la concesin.

    Nulidad del contrato con Aguas del Tunari. Destitucin del Superintendente de Saneamiento Bsico. Consensuar con todos los sectores la Ley del Recurso Agua,

    en fase aprobacin en el parlamento

    El gobierno reprimi violentamente la protesta, los enfren-tamientos continuaron el da 5, pues la poblacin (urbana yrural) espontneamente sali a las calles para enfrentar a la po-lica, la ciudad qued completamente paralizada por los blo-queos en todas las rutas de acceso dentro y fuera del centrourbano.

    Resultado de la revuelta: 22 heridos, 135 detenidos, y unacuerdo, bajo la mediacin de la Iglesia Catlica y la Defensoradel Pueblo, cuyos puntos ms importantes son:

    Revisin del contrato de concesin con Aguas del Tunari. Elaboracin de una ley modificatoria de Servicios de Agua

    Potable y Alcantarillado Sanitario con participacin de lasrepresentaciones campesinas, regantes y organizaciones so-ciales de distribucin de agua.

    Suspensin del incremento tarifario mientras concluyan lasnegociaciones.

    Es decir, la movilizacin obliga al gobierno a reconocer ala Coordinadora como actor del conflicto y negociar modifica-ciones a la Ley y Contrato.

    En las negociaciones de la Ley, se logran acuerdos, logran-do modificar 31 artculos de los 75, hecho indito en la vidapoltica y legislativa de Bolivia. Pero en las negociaciones del

    1 En realidad este incremento alcanzaba a mas del 200 por ciento en

    muchos casos.

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    Contrato no hay acuerdos, y al cabo de una semana la Coordi-nadora decide abandonar las negociaciones, luego de emitir sudocumento de conclusiones.

    En marzo, la Coordinadora organiza un referndum p-blico, preguntando a la poblacin si estaba de acuerdo con larescisin del contrato con Aguas del Tunari y la modifica-cin de la Ley 2029; la participacin fue masiva, a pesar de laescasa difusin; ms del 90 por ciento de los votantes apoya-ron las acciones de la Coordinadora.

    Con esa legitimidad, el 4 de abril, la Coordinadora iniciala denominada Batalla final, pidiendo que Aguas del Tunarise vaya del pas; la ciudad es practicamente tomada por la mul-titud durante una semana, hay enfrentamientos con la policiay ejrcito, con un saldo de un muerto y 30 heridos; se declarael estado de sitio, an as la movilizacin contina; el 10 deabril habia casi 50.000 personas tomando la plaza de armas; elgobierno decide rescindir el contrato con la empresa, y ATdecide retirarse de Bolivia, pidiendo una indeminizacin mi-llonaria. La victoria es de la Coordinadora, convertida en por-tavoz de la regin.

    El gobierno declara que no pagara una cuantiosa deudaque arrastra la empresa de agua y seala que la Coordinadorase har cargo de la admnistracin. sta acepta y en este mo-mento hay un debate sobre el tipo de empresa de agua que sedebe implementar, pero manteniendo su caracter pblico.

    En mayo, Oscar Olivera, uno de los lderes de la Coordi-nadora viaj a Washington, durante las protestas anti-globalizacin; all la experiencia de la Coordinadora fue consi-derada como un ejemplo para los movimiento sociales delmundo que estan luchando contra los efectos perversos delneoliberalismo y las polticas del Banco Mundial y el FondoMonetario Internacional.

    LA COORDINADORA COMO NUEVOMOVIMIENTO SOCIAL

    En ese acpite se definen las principales caractersticas de laCoordinadora Departamental del Agua y la Vida, a la luz de laemergencia de movimientos sociales contra la globalizacinneoliberal, surgidas en los ltimos aos.

    M. Castells, siguiendo a A. Touraine, clasifica los movi-mientos sociales segn tres principios:

    Adversario: Principal enemigo del movimiento, segn loidentifica este de forma explcita.

    Identidad: Autodefinicin del movimiento, de lo que es,en nombre de quien habla.

    Objetivo social: Visin del movimiento del tipo de ordensocial, u organizacin social, que deseara obtener en el ho-rizonte histrico de su accin colectiva (1997, p. 94).

    El movimiento social alrededor de la Coordinadora seranalizado bajo esta perspectiva

    El adversario: el modelo de desarrollo privado

    La crtica fundamental de la Coordinadora, tanto a la Ley 2029,de Servicio de Agua Potable y Alcantarillado, como al contratocon la empresa Aguas del Tunari, ha sido la inequidad en elacceso y uso del agua potable y los recursos hdricos.

    En el caso de la Ley, entre otros aspectos, se tradujo en elcuestionamiento a la orientacin de la Ley hacia la otorgacin deconcesiones privadas, tanto de la fuente de agua como del servi-cio, excluyendo o dejando en incertidumbre la propiedad de lasfuentes de agua, los usos y costumbres, y la obligatoriedad de losservicios alternativos de distribucin de agua (cooperativas, co-mits, asociaciones) de articularse a los concesionarios privados.Se discuta, por tanto, el hecho de incorporar el agua dentro unalgica privada y una disciplina de mercado.

    En el contrato con Aguas del Tunari, la Coordinadoratambin apunt los dardos a la visin empresarial de ganancia,basado en un incremento tarifario del 35 por ciento prome-dio, al inicio de su la administracin, sin haber realizado inver-sin alguna, para garantizar una Tasa Interna de Retorno del16 por ciento; asimismo criticaba el carcter monoplistico dela concesin, poniendo en riesgo la multitud de sistemas alter-nativos autogestionarios de distribucin de agua.

    De esta manera, el movimiento de Cochabamba, bajolas consigna el agua es un don de Dios y no una mercancay el agua es nuestra, carajo, puso en tela de juicio uno delos pilares del modelo neoliberal: la privatizacin, en este caso

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    de los servicios bsicos, como mecanismo de solucin a laescasez e ineficiencia en el manejo del agua potable y los re-cursos hdricos.

    La empresa concesionaria Aguas del Tunari estaba con-formada por un consorcio anglo-espaol-boliviano, donde elprincipal accionista, International Water, pertenece a la multi-nacional de servicios bsicos Bechtel; por su parte, la ley 2029,coherente con las lneas propuestas por el Banco Mundial, seorienta claramente a atraer capitales multinacionales en las con-cesiones. De ah que la lucha por la nulidad del contrato conAguas del Tunari se ajusta a la de los movimientos socialesque rechazan la globalizacin neoliberal y sus efectos perversos,con su lgica privada, no slo en los pases del Sur, sino tam-bin en los industrializados, como reflejan las protestas de Seattle,Washington y Praga.

    La globalizacin est siendo resistida por las mujeres, lagente del Tercer Mundo y los ambientalistas del mundoentero...(Shiva 2000, p. 1)Lo que SEATTLE significa es el fin de la ilusin neoliberalde un planeta autogestionado por los mercados para elbeneficio de los ms fuertes, de los ms listos y, tambin,de los ms pillos. La sociedad civil global, en su pluralidadcontradictoria y necesariamente incoherente, ha irrumpidoen los salones del des-poder diciendo aqu estamos, que-remos saber y queremos influir en el proceso, debatir, ne-gociar (Castells 2000, p. 1)

    Dos imgenes que simbolizan la resistencia al capitalismoglobal desde lo local: Oscar Olivera, dirigente de la Coordina-dora, interviniendo en los actos de protesta de abril en Was-hington, contra las polticas del Banco Mundial y FondoMonetario Internacional, y exponiendo la experiencia cocha-bambina de haber perdido el miedo y expulsar una empresamultinacional; por otro lado, un orador estadounidense, enuna de las concentraciones de la capital estadounidense desta-cando el ejemplo cochabambino a seguir en la resistencia a laglobalizacin.

    La identidad: el agua como bien pblico ydiversidad organizativa

    Un rasgo de los nuevos movimientos sociales es que sus de-mandas no tienen connotaciones clasistas ni estan subordina-das a un fin teleolgico con final feliz; si como dice U. Beck(1992) en el capitalismo global la produccin de riqueza gene-ra inevitablemente riesgos, por tanto, conflictos que afectan alconjunto del cuerpo social, vinculadas principalmente con pro-blemticas de la cotidianeidad de la gente: acceso a recursos y asus beneficios, calidad de vida, ambiente, seguridad, flexibili-dad laboral. La Coordinadora logr articular al conjunto de lapoblacin del rea rural y la ciudad, principalmente, debido aque el acceso al agua potable y los recursos hdricos son temasque afectan a toda la poblacin, particularmente los pobres,pues como deca una de las consignas de las movilizaciones elagua es vida.

    La defensa del agua es realizado desde un posicionamien-to crtico del modelo privado: los recursos hdricos deben serpara todos, su acceso no debe ser restringido a un sector socialo monopolizado por un sector o empresa, por tanto la Coor-dinadora discursivamente est hablando desde la reivindicacindel agua como bien de uso y acceso pblico. Este hecho tienems relieve en el caso cochabambino si tomamos en cuentaque en el valle, la escasez del recurso es un hecho cultural,tanto para la poblacin urbana como rural: est en el imagina-rio de la poblacin que el agua es escasa, por tanto existe unavaloracin mayor que en otras regiones, ergo la predisposicina defender derechos de acceso y uso son tambin mayores.

    Estos elementos de cohesin regional en torno al agua sevan coagulando a partir de una forma organizativa y una prc-tica poltica, que, rescatando elementos de los movimientossociales de filn cobista, incorpora elementos originales quela acerca al comportamiento y estructura de los nuevos movi-mientos sociales. Veamos sus principales aristas.

    En relacin a su estructura, la Coordinadora nace funda-mentalmente alrededor de entidades autnomas como el Co-mit de Defensa del Agua y la Economa Familiar, la Federa-cin de Regantes y la Federacin de Trabajadores Fabriles, peroen ella han participado una multiplicidad de sectores, desdeorganizaciones vecinales, colegios de profesionales, perforadores

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    de pozos, maestros, campesinos, universidad, jubilados, hastala barra brava del Wilsterman (el equipo de futbol mas po-pular del departamento)... y tiene un espectro tambin diversode ideologas polticas: neomarxistas, ambientalistas, liberalesdemcratas, cvicos, jvenes anarquistas

    La experiencia de Seattle: entre quienes estaban en las ca-lles haba obreros siderrgicos, activistas de defensa de losderechos de los animales, las Hermanas de la indulgenciaPerpetua, Pat Buchanan, fabricantes franceses de quesoRoquefort, anarquistas, partidarios de un Tibet Libre, estu-diantes en contra de prendas fabricadas en talleres de costu-ra que explotan la mano de obra, abuelas y tambin unabuena coleccin de residentes locales (Newsweek 1999:19).

    Ms an, en los momentos de mayor intensidad del con-flicto, como seala Komadina, la Coordinadora reflejaba laautorrepresentacin del mismo pueblo (en las radios y TV seoa decir la Coordinadora es todo el pueblo). Esta composi-cin heterognea y diversa, que ha generado una revuelta nun-ca antes vista en la vida democrtica del pas, recuerda las pro-testas antiglobalizacin de los ltimos meses en el mundo:movimientos, descentralizados, autnomos y multiformes, peroa la vez articulados en redes de coordinacin de acciones.

    De ah que no exista un jefe alrededor del cual se cen-tralizan decisiones; la Coordinadora ha mostrado un liderazgocolectivo, novedoso para la tradicin sindical basada en la ima-gen del dirigente. Mas an, en muchos casos otra gente debase, principalmente al inicio del movimiento, hablaba en nom-bre de la Coordinadora. Estos lderes tienen lecturas diferentesdel problema, unos ms radicales que otros, reflejo de la plura-lidad existente en el interior del movimiento.

    Respecto a sus acciones, la Coordinadora, si bien ha recu-perado formas clsicas de protesta, en el marco de la tradi-cin insurrecionalista de la Central Obrera Boliviana (COB)(bloqueo de caminos, paro indefinido), a la vez incorpora ele-mentos de protesta novedosos, espectaculares, de gran impactoen los medios de comunicacin (llamar a la toma simblicade Cochabamba, quema pblica de facturas, graffitis, protestade los martes en la plaza de armas, cerco a la prefectura, con-centracin festiva de Carnaval), rasgo caracterstico de los nue-

    vos movimientos sociales. Asimismo combinar la presin so-cial con la lucha legal (demanda ante el tribunal constitucio-nal), como otro escenario de resistencia, es una de las innova-ciones del movimiento del agua.

    el vigoroso impacto de cada uno de estos movimientosha obedecido, en buena medida, a su presencia en los me-dios de comunicacin y a su uso efectivo de la tecnologade la informacin, para ello se recurre a la experienciaanarquista francesa del 68, la accin ejemplar: una ac-cin espectacular que, por su atractivo, incluso medianteel sacrificio, atrae la atencin de la gente hacia las deman-das del movimiento y pretende en ltima instancia des-pertar a las masas, manipuladas por la propaganda y so-metidas por la represin. (Castells 1997:129)

    La Coordinadora tuvo una gran presencia en los mediosde comunicacin, mostrando no slo un manejo diferente destos, sino tambin realizando una novedosa utilizacin de lasnuevas tecnologas de informacin: fax y correo electrnico paraenviar y recibir mensajes, celulares para comunicacin entrelos lderes del movimiento (urbano y rural) durante momen-tos de bloqueos y enfrentamientos con la polica, informacinen pginas web para denunciar la situacin, recuperar informa-cin de la web para argumentar en las negociaciones y contarcon noticias actualizadas sobre la problemtica, redes de solida-ridad en la web.... El conflicto del agua en Cochabamba segu-ramente es la primera revuelta en la era del Internet, en el pas.

    En suma, un tema regional es articulado a una problem-tica global, y usando recursos tecnolgicos de la era global,en una suerte de guerrilla informacional, que tuvo efectos con-tundentes.

    Objetivo social: reivindicar formas de apoyomutuo, solidaridad y participacin democrtica

    El neoliberalismo, discurso econmico para la expansin delcapitalismo global, es en el fondo un programa de destruc-cin metdica de lo colectivo-comunitario (Bourdieu 1999:1),y a la vez una exaltacin del individuo como el sujeto por ex-celencia del modelo.

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    Similar a muchos nuevos movimientos sociales, la Coor-dinadora, en su defensa del agua como bien pblico escarba,directa o indirectamente, una tica comunitaria, de apoyomutuo (formas de gestin comunitaria del agua, sea riego oconsumo humano) y solidaridad, frente a la lgica privada ymercantilista del modelo, expresado en el contrato y la Ley.

    A la vez, las movilizaciones de la Coordinadora reflejan lademanda por una mayor participacin en la gestin local, estoes control democrtico de la toma de decisiones. En ese senti-do, refleja la impronta de los excluidos por el modelo neoliberalpor una participacin democrtica, en el contexto de un siste-ma poltico boliviano que tiende a promover el fortalecimien-to del principio de gobernabilidad como garanta de estabili-dad del modelo.

    La reivindicacin de un acceso equitativo y pblico a losrecursos hdricos, y la incorporacin de un principio desustentabilidad en su aprovechamiento, particularmente del sec-tor campesino y regante de movimiento de la Coordinadora,la articula con los movimientos sociales de los sectores mspobres y excluidos por el modelo, contra la privatizacin y/o elincremento de restricciones en el acceso y uso de recursosnaturales, profundizados por el Ajuste Estructural; trabajado-res agrcolas sin tierra, indgenas que han perdido sus territo-rios, migrantes de la ciudad sin acceso a espacios de reproduc-cin, pobres de la ciudad que viven en los espacios ambiental-mente ms devastados por el desarrollo urbano y la expansincapitalista; es decir sectores sociales que estan luchando poruna distribucin ecolgica ms equitativa (Martnez Alier 1995).Pero tambin movimientos que estan resistiendo a la lgicacapitalista de privatizar los beneficios (externalidades positivas)y socializar los costos (externalidades negativas) (Sabatini 1998).

    Existen muchas denominaciones a este tipo de movi-mientos:Ecoligismo Popular (Martnez Alier 1995), Ecologismode los Pobres (Guha 1989), Justicia Ambiental (Martnez Alier1999), pero lo importante es que estos movimientos ponen enevidencia las contradicciones generadas por el Ajuste Estructu-ral y el capitalismo global.

    DISPOSITIVOS DE PODER QUE LA GUERRADEL AGUA HA PUESTO EN TELA DE JUICIO

    M. Foucault considera que el Poder en las sociedades moder-nas trabaja a travs de amoldar el alma; inspirado en el poderpastoral inventado y ejercido por la Iglesia, el poder se orientaal control sobre el individuo, formando y transformando suconciencia. Al producir subjetividad de los individuos el Poderdisea las relaciones entre y con los dems. Al mismo tiempo,el poder no es solamente una relacin entre individuos, es unamanera de generar ciertas acciones que modifican otras accio-nes (Foucault 1992, p. 314).

    En la sociedad moderna las relaciones de poder han venidobajo el creciente control del Estado: a travs del sistema pedag-gico, judicial, econmico o familiar. Las instituciones formandonuestra subjetividad definen el campo de nuestras acciones: bue-no contra malo; sensato contra demente; hombres contra muje-res; estorbo contra capaz, etc. (Foucault 1992: 310).

    La forma en la cual el poder gua la conducta de los indi-viduos y la moderna racionalidad, que demanda que todos ycada uno sean manejados, Foucault la denomina Gubernamen-talidad (Foucault en et al. 1991), entendido como el arte degobierno; como deca Foucault, Gobernar es estructurar elcampo de posible accin de otros. (Foucault 1992, p. 314), ypor otro la moderna racionalidad que demanda que todos ycada uno sean manejados (Moss 1999, p. 3); De esta manera,la conducta de los individuos es influida por el Estado y susinstituciones.2

    Dos de las artes de gobierno destacadas por Foucault sonla lgica de la Razn de Estado, como complejo de cosas yhombres a ser administrados por su propio bien, y la Teorade la Police o Ciencia de la Administracin, que considera quelos brazos del gobierno deben intervenir para asegurar el flore-cimiento de todos los aspectos del individuo: cuerpo, alma,bienestar... en suma, su felicidad (idem 1999, p. 3), peroentendiendo que la felicidad de los individuos es un requeri-miento para la sobrevivencia y desarrollo del estado, antes quela prueba de un buen gobierno (Allen 1999, p. 186).

    Ambas artes de gobierno se traducen en dispositivos, en-tendidos como unas estrategias de relaciones de fuerza (lasepoder) soportando unos tipos de saber y soportada por ellos,

    2 Aunque tambin, para Foucault, el gobierno de las conductas usual-

    mente involucra un grado de autogobierno.

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    que incluye un conjunto de elementos, estn o no visibilizados3

    (Foucault en Minello 1999, p. 99). Un tipo de dispositivo sonlos discursos verdaderos4 con los que funciona una sociedad,sentidos que constituyen sujetos, generan conocimientos ycreencias, promueven prcticas, actitudes, valores y comporta-mientos, es decir normalizan a los individuos.

    Las estrategias de normalizacin, como las arriba mencio-nadas, constituyen un efecto del poder, las que en muchos ca-sos son resistidas por aqullos quienes se supone son normali-zados (Darier 1999, p. 18).

    No hay relacin de poder sin los medios de escape o lu-cha. Cuando las personas entran en confrontacin, ellos se com-prometen en una particular relacin de poder ellos quierendefinir las acciones de los individuos o organizaciones que es-tn con relacin a ellos. Si el poder acta directamente en loscuerpos o cosas, si no hay ninguna relacin entonces ste no esun poder es destruccin, violencia, dominio fsico, amo yesclavo (Foucault 1992, p. 314).

    Por ello, la Guerra del Agua puede ser entendida comouna expresin de resistencia al proceso de normalizacin (Darier1999, p. 19), y a la vez reflejan la crisis de Gubernamentalidadque sufre el Estado boliviano: es decir una crisis de disciplina ynormalizacin, que el conflicto ha visibilizado con claridad, yque casi genera una conflagracin social de magnitudes quehan ido ms all de lo previsto por el actor ms importante: laCoordinadora Departamental del Agua y la Vida.

    En el siguiente acpite analizar cmo la Guerra del Aguaha puesto en evidencia la crisis de las estrategias dedisciplinamiento y normalizacin de la sociedad, en la medidaque el conflicto puso en tela de juicio un conjunto de disposi-tivos discursivos con los cuales el sistema poltico y en general elmodelo ha estado funcionando, y ha formado parte del imagi-nario colectivo, durante estos quince aos de Ajuste Estructu-ral. Las polticas pblicas en Bolivia han promovido, de una uotra manera estos dispositivos, y la poblacin los internalizcomo discursos de verdad, que la Guerra del Agua ha desnu-dado, mostrando sus contradicciones, la precariedad de suimplementacin y, en suma, visibilizando la crisis del modelo;en ese sentido el conflicto constituye un analizador de la so-ciedad (Seductor Melodioso 2000, p. 1).

    La Gobernabilidad como sinnimode Democracia

    Las reformas polticas han trado consigo la nocin que porencima de todo se halla la defensa de las instituciones del siste-ma poltico; el problema es que paulatinamente se ha estadoasociando la Democracia al funcionamiento de estas institu-ciones: mientras el Parlamento, los partidos polticos y el go-bierno central funcionen, aunque sea bajo una lgica clientelista,corrupta y autoritaria, se dice que la Democracia funciona. Lageneracin del Ajuste Estructural est creciendo en la creenciaque el sistema poltico vigente es el nico escenario posible derepresentacin democrtica.

    La Coordinadora, al exigir una participacin democrticaen la toma decisiones, al implementar formas de consulta p-blica y democracia directa, reivindic la idea de Democraciacomo soberana del pueblo (Seductor Melodioso 2000, p. 1),como autorepresentacin (Komadina 2000), cuestionando elrol del sistema poltico dominante como referente de la demo-cracia. En ese sentido, se puede or en el conflicto las voces delpueblo como constructor de la democracia.

    La mediacin poltica por excelenciason los partidos polticos

    El producto ms importante de la Revolucin del 52 fue sinduda la creacin de la Central Obrera Boliviana, institucinque fue ms all de sus roles meramente sindicales reivindica-tivos, para convertirse en determinadas coyunturas en verdade-ro factor de poder, tanto que los partidos polticos actuaban enfuncin a sus posiciones e intervenciones.

    3 ...trato de designar con este nombre (dispositivo) ...en primer lugar,

    un conjunto resueltamente heterogneo, que implica discursos, insti-tuciones, disposiciones arquitectnicas, decisiones reglamentarias, le-yes, medidas administrativas, enunciados cientficos; proposiciones fi-losficas, morales, filantrpicas; en sntesis tanto lo dicho como lo nodicho... El dispositivo mismo es la red que puede establecerse entreestos elementos (Foucault en Minello 1999, p. 99).4 ... Por verdad (quiero decir) el conjunto de reglas segn las cuales

    se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectospoltico de poder (Foucault en Minello 1999, p. 183).

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    Con el Ajuste Estructural, no slo se liquid el rol polti-co de la COB, sus virtudes como potencial forma de autoorga-nizacin de la sociedad civil, sino que tambin instituy la for-ma partido como el nico mecanismo para canalizar demandassociales y mecanismo de comunicacin de la sociedad civil y elEstado. A partir de 1985, la poltica en Bolivia pasa por laestructura partidaria y sus rituales de liderazgo.

    La Coordinadora constituy una forma organizativa, quesi bien se asienta en la experiencia poltica de la COB, mante-niendo la autonoma frente a los partidos polticos, va mas allde ella, pues rompi los principios de centralismo democrti-co y subordinacin al discurso obrerista: la Coordinadora noslo se protegi de la influencia partidaria, a la vez mantuvouna estructura que respetaba la diversidad discursiva y orga-nizativa de sus miembros.

    Las barricadas de la plaza, durante casi una semana enabril, defenestraron la forma partido como mediacin nica: lapoblacin construy su propia forma organizativa, frente a ladesconfianza del sistema poltico tradicional. Oscar Olivera de-ca, a propsito de la confianza de la poblacin en la Coordi-nadora: por primera vez, luego de quince aos, la gente creeen algo, pues confa en que no se le est engaando.

    El Mercado es el medio de gestin mseficiente de gestin de los recursos

    El capitalismo global mantiene una profunda confianza en lacapacidad del Mercado para administrar los recursos naturales(RRNN); aplicando el principio de que el Mercado genera bien-estar social, los RRNN tampoco debieran ser la excepcin, deah la necesidad de incorporar a la disciplina del Mercado lagestin y conservacin de los RRNN. Las polticas de RRNN,y el agua en particular, han estado movidos bajo estos disposi-tivos.

    Por otro lado, el discurso de verdad instituido por elModelo es que la sociedad boliviana debe articularse al carroglobalizador y el mercado es el boleto de ingreso; la sociedadboliviana funciona bajo esa creencia, las decisiones se tomanbajo este referente, y coherentemente la Ley 2029 y el Contra-to estaban iluminados de esta fe.

    La Guerra del Agua ha mostrado que existen otros dis-

    cursos de verdad, basados en una lgica comunitaria y de apo-yo mutuo, que el acceso y uso a los RRNN, en este caso elagua, no debe estar articulado a una lgica de lucro y ganan-cia. En suma, que es necesario construir formas alternativas dedesarrollo sin depender de la teologa del mercado.

    No Long Term

    Uno de los rasgos del capitalismo global es la incertidumbre einseguridad (Sabatini 1995), pues est basado en un fenmenoque Richard Sennet denomina no long term (1998, p. 27), esdecir funciona con una visin de corto plazo, tomando en cuen-ta los requerimientos inmediatos del Mercado, siempre cam-biante e inseguro; el otro aspecto es la flexibilidad productiva ylaboral: la produccin de hoy puede cambiar maana en fun-cin a la demanda del Mercado, por tanto la demanda laboraltambin ser distinta; en suma en este modelo no es posibleplanificar en el largo plazo. Sennett se pregunta Cmo sepueden conseguir propsitos de largo plazo en una sociedaddel corto plazo? Cmo se pueden sostener relaciones socialesdurables? Cmo puede desarrollar un ser humano la narrativade identidad e historia de la vida en una sociedad compuestade episodios y fragmentos? (1998, p. 27).

    Para el principio de sustentabilidad y las polticas pblicasque requieren su operacionalizacin, sta es una contradiccindel funcionamiento del modelo de desarrollo, pues mientras elAjuste Estructural se mueve con una visin cortoplacista (nolong term), por su orientacin a un mercado externo globalizado,en cambio permanente, con un alto nivel de incertidumbre,las polticas ambientales para garantizar un desarrollo sustenta-ble, bajo el principio de equidad intergeneracional, requierenun enfoque de largo plazo.

    Una de las aristas importantes del movimiento de la Coor-dinadora ha sido el cuestionamiento de la explotacin no sus-tentable de los recursos hdricos, bajo criterios cortoplacistas;en el rea rural, desde las movilizaciones campesinas contra laperforacin de pozos profundos a mediados de los noventa(Crespo 1999), hasta las reivindaciones actuales de laFEDECOR de defender los usos y costumbres como meca-nismo para evitar la sobreexplotacin, se observa una constan-te: la necesidad de conservar el recurso para las prximas gene-

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    raciones, pues de ella depende su subsistencia, y la reivindica-cin de formas asociativas de acceso y uso como mecanismode su conservacin.

    La Participacin como concertaciny consenso

    El Banco Mundial, como parte del paquete de medidas de AjusteEstructural, promueve la participacion ciudadana, entendidacomo un proceso a travs del cual los stakeholders influenciany comparten el control sobre inciativas de desarrollo y las deci-siones y recursos que los afectan (Participation Learning GroupFinal Report in www.worldbank.org/). Es decir, para estable-cer un proceso de planificacin participativo, los que diseanproyectos primero deben identificar aquellos que podran estarinvolucrados en el proceso, o stakeholders. Stakeholders sonaquellos actores cuyos intereses son afectados por las interven-ciones (en este caso del Banco). Sus intereses y niveles relativosde influencia y poder variarn de proyecto a proyecto y debe-ran ser identificados a travs de un anlisis de cada situacin.(fuente: www.worldbank.org/). Se trata de considerar los inte-reses comunes de diferentes actores involucrados en procesosde desarrollo, se asume que stos han concertado intereses, porencima de posiciones particulares; de esta manera, las polticasreflejaran los intereses de toda la gente cuyas vidas son afecta-das por las polticas pblicas.

    Los procesos de descentralizacion e implementacin de laLey Participacin Popular se inspiran en este dispositivo: parti-cipar es concertar con los diferentes stakeholders o actores, al-canzar consensos en temas del desarrollo local-regional. Conestas medidas se han incrementado las competencias y capaci-dades de las instancias de gobierno local y regional.

    La Guerra del Agua ha puesto un signo de interrogacina estos dispositivos relativos a la participacin ciudadana. Enprimer lugar, mientras el modelo de desarrollo produceasimetras y exclusin social, promueve una distribucininequitativa de los recursos, como muestra la aprobacin de laLey 2029 y el contrato con Aguas del Tunari, las polticaspblicas promueven procesos de participacion y concertacin,asumiendo que todos los actores involucrados estn en las mis-mas condiciones relacin de fuerzas. En Bolivia definitivamen-

    te no existen actores iguales, pues el acceso a la informacion,recursos econmicos, tcnicos, influencia en las agencias gu-bernamentales no es equitativo, mas aun la cultura poltica la-tinoamericana, basada en lgicas de clientelismo, corrupcin,hace que la correlacin de fuerzas entre los actores involucradossea desigual. El conflicto aparece por tanto como un acto de,por un lado, visibilizar actores no reconocidos por el Estado y,por otro obligar a los sectores dominantes a dialogar y llegar aacuerdos.

    En segundo lugar, concebir la participacin como un pro-cedimiento administrativo de consulta y no un hecho polticode toma de decisiones muestra las debilidades la ParticipacinPopular. La Guerra del Agua mostr la demanda de la socie-dad civil de asumir un rol protagnico en la toma de decisio-nes: una ley aprobaba de forma inconsulta, un contrato firma-do a espaldas de la sociedad,5 influyeron en la magnitud delconflicto.

    En tercer lugar, en los tiempos que corren la Participa-cin Popular se plantea como escenario de conflicto antes quede concertacin y consenso: con municipios corruptos dondelos lderes locales constituyen poderes autoritarios y clientelistas,la enseanza de la Coordinadora del Agua es la oportunidadque tiene la sociedad civil de fiscalizar la gestin local; as comose expuls a una multinacional apadrinada por el gobierno gra-cias a un proceso de fiscalizacin, es posible realizar un segui-miento estricto a los gobiernos municipales y las empresas deservicios bsicos.

    El mito regional Misicuni

    Los cochabambinos han crecido con el convencimiento que elproyecto Misicuni es la solucin a la crnica escasez de agua yla piedra de toque para el desarrollo de la regin; ms an, yodira que Misicuni forma parte de los indicadores que caracte-rizan a lo cochabambino. Bajo ese discurso de verdad lospolticos elaboran sus ofertas, el gobierno disea polticas para

    5 Entre los trminos del Contrato con Aguas del Tunari exista una

    clausula de confidencialidad, por la cual las partes (El Estado y la em-presa) se obligaban a no difundir determinados detalles de ste.

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    la regin, el sector privado construye sus sueos de convertirseen la gran y slida empresa, y el pueblo se moviliza y hastaderramar sangre.

    A la vez, Misicuni ha abierto un debate tcnico no resuel-to sobre la viabilidad del proyecto, que ha quedado en los cr-culos de los especialistas, ms an la poblacin conoce muypoco sobre los verdaderos detalles del alcance del proyecto.

    Nuevamente, el conflicto ha puesto en el tapete la de-manda de la regin de conocer la verdad acerca de Misicuni:es Misicuni un proyecto de una oligarqua regional que sueacon modernizarse? Qu intereses ocultos existen tras el pro-yecto? Por qu insistir con un megaproyecto multipropsitoen una poca donde este tipo de obras estn siendo criticadaspor sus graves impactos sociales y ambientales? En las discusio-nes al interior de la Coordinadora ha surgido la demanda detransparencia en la informacin sobre Misicuni, ms an, haceun par de aos plantear proyectos alternativos a Misicuni eracorrer el riesgo de ser considerado anticochabambino, la Gue-rra del Agua ha planteado la necesidad de discutir y plantearotras alternativas posibles, evitando la instrumentalizacin y lamanipulacin poltica.

    A MANERA DE EPLOGO

    1. Hoy existe una gran incertidumbre respecto al desafo deadministrar el agua en la ciudad de Cochabamba bajo crite-rios de bien comn y solidaridad, pues los poderes a losque el movimiento de la Coordinadora ha afectado busca-ran aislar, deslegitimar a la futura empresa distribuidora delagua, o sus lderes sean cooptados por el poder y su sistemapoltico. De todas maneras, hasta donde ha llegado, el fe-nmeno Coordinadora ha promovido la modificacin delespectro poltico del pas: luego de las jornadas de febrero yabril, Cochabamba y el pas ya no ser el mismo, y losfuturos movimientos sociales en el pas tomarn como refe-rente la experiencia cochabambina.

    2. La apuesta para la sociedad civil boliviana es generar nuevasCoordinadoras, recreando imaginativamente su estructu-ra y prcticas, por tanto no necesariamente se debe pensarla Coordinadora como una institucin perdurable en el tiem-

    po: la movilidad y flexibilidad de la Coordinadora ha sidosu virtud y no se la debe ver como la nueva forma COB.

    3. La Coordinadora se asienta en la tradicin insurreccionalistade la forma COB y recupera prcticas democrticas desus mejores momentos histricos; a la vez se enriquece delos rasgos de ecologismo popular proveniente de los cam-pesinos y regantes del valle cochabambino; pero, al mismotiempo est pergueando rasgos de ruptura con la tradi-cin clasista y centralista de la tradicin sindicalista; por otrolado, su desdn por el sistema poltico vigente y su reivindi-cacin de participacin democrtica, solidaridad y bien co-mn, est orientando los nuevos escenarios y desafos de lademocracia boliviana.

    4. La Guerra del Agua ha puesto en tela de juicio un conjun-to de dispositivos de poder discursivos que constituyen alos sujetos regionales y nacionales, y bajo los cuales ha esta-do funcionando la sociedad boliviana en los quince aos deAjuste Estructural.

    5. La crisis del Estado boliviano es su crisis de gubernamen-talidad, es decir la escasa capacidad de aplicar el arte degobernar, administrando las voluntades de sus gobernados,normalizando las conductas, basados en los discursos deverdad producidos por el paradigma neoliberal. Ello se tra-ducir sin duda en nuevos movimientos de resistencia a lospoderes instituidos, desde escenarios, mltiples, descentrali-zados, combinando la tradicin insurrecionalista de losmovimientos sociales bolivianos con las tcticas de guerrillainformacional de resistencia al capitalismo global.

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