La Guerra de Las Brujas 03 - La Maldicion de Odi (Carranza Maite)

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Maite Carranza LA MALDICIÓN DE ODI LA MALDICIÓN DE ODI Trilogía de la Guerra de las Brujas Trilogía de la Guerra de las Brujas

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Tercer título de la trilogía. La guerra de las brujas está próxima y la elegida no puede posponer más el momento de empuñar el cetro y destruir a las temibles Odish. Pero Anaíd, que anhela el amor de Roc y del padre que nunca tuvo, que confía en llevar la paz definitiva a las Omar, tendrá que enfrentarse a la traición, al rechazo de los suyos y a la soledad. La maldición de Odi se ha cumplido: la elegida ha incurrido en los errores, ha sucumbido al poder del cetro y hasta los muertos reclaman su tributo. Es el momento de la verdad, de la batalla definitiva entre Omar y Odish. Narrativa juvenil su lectura está recomendada a partir de 12 años.

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Maite Carranza

Maite Carranza

LA MALDICIN DE ODI

Triloga de la Guerra de las Brujas

A lo largo de estos ltimos tres aos he vivido sumergidaen el mundo de los clanes Omar, rodeada de sus ttems,buceando en sus profecas y absorta en sus luchas.De esa experiencia han nacido tres libros.Y todo ello ha sido posible gracias a la magiade una bruja encantadora que me hechizcon su entusiasmo y su clarividencia y conjurlos desalientos con su compaa.A ella quiero dedicarle en primer lugar esta triloga.

A Reina, mi bruja madrina.

Y a Jlia, Maurici y Vctor, mi triloga de carne y hueso.

PRIMERA PARTE:

LOS SENTIMIENTOS

Oro noble de sabias palabras labrado,

destinado a las manos que an no han nacido,

triste exiliado del mundo por la madre O.

Ella as lo quiso.

Ella as lo decidi

Permanecers, pues, oculto en las profundidades de la tierra,

hasta que los cielos refuljan y los astros inicien su camino celeste.

Entonces, slo entonces, la tierra te escupir de sus entraas,

acudirs obediente a su mano blanca

y la ungirs de rojo.

Fuego y sangre, inseparables,

en el cetro de poder de la madre O.

Fuego y sangre para la elegida que poseer el cetro,

Sangre y fuego para la elegida que ser poseda por el cetro.

Profeca de Trbora

CAPTULO I

El reencuentro

n hombre rubio, alto, de ojos azules y manos grandes la abraz con tanta fuerza que a punto estuvo de ahogarla.

Anad no saba si se ahogaba por falta de aire o por la emocin que la embargaba.

Haca quince aos que soaba con ese abrazo. El hombre era su padre. Se llamaba Gunnar y era la primera vez que lo vea.

Cuando los brazos de Gunnar la envolvieron, Anad sinti un cosquilleo de bienestar y tuvo deseos de ronronear como su gato Apolo. Entrecerr los ojos, se acurruc contra su pecho, inmvil, saboreando el momento, y escuch los Ntidos de su corazn, tan desconocidos como su olor a salitre o su acento islands. Tic, tac, tic, tac, sonaban. Le recordaron a un despertador gigantesco de color verde manzana, y pens que tener un padre de carne y hueso era una sensacin tranquilizadora, como encontrar los zapatos junto a la cima al despertarse o abrir un paraguas bajo la lluvia.

Se avergonz por comparar a su padre con un paraguas, pero no tuvo tiempo de rectificar y convertirlo en algo ms potico, como el viento de levante o un rayo de sol primaveral, porque la voz de Selene rompi el encanto del reencuentro.

Anad! grit.

Su nombre, pronunciado con un deje de reproche, le deca que estaba haciendo algo malo. Era el mismo tono que su madre utilizaba cuando de nia coga las patatas fritas con los dedos u olvidaba cerrar la puerta al salir. Fingi no haberla odo, pero Gunnar levant la mirada y retir los brazos que la envolvan clidamente.

Selene! exclam con emocin.

Anad se sinti repentinamente abandonada y se dio cuenta de la anchura, la profundidad y la intensidad del abrazo que acababa de recibir. De buena gana repetira.

Selene, en cambio, no quiso probarlo.

Quieto se revolvi contra Gunnar. Y le apunt con su atame para impedir que se acercara.

Hola, Selene susurr Gunnar, con una voz ahora tan acariciadora como sus ojos o sus manos.

Era otra forma de abrazarla. Pero Selene, a la defensiva, no se inmut.

Qu quieres?

No parecan una pareja demasiado bien avenida. Ni siquiera parecan una pareja. Y sin embargo, a pesar de todo, hacan buena pareja. Anad pens que era una lstima que las cosas fueran tan complicadas. Y record con nostalgia cmo su madre haba cado rendida-mente enamorada de su padre la primera vez que lo vio. De eso haca quince aos. Haba llovido mucho desde entonces.

Crea que estabais muertas...

Pues ya ves que no. Ahora puedes irte.

La voz de Selene, su actitud y sus movimientos eran agresivos.

Durante mucho tiempo cre que habais sido devoradas por aquella osa confes Gunnar.

Selene replic tajante:

El nico que quera devorar a su propia hija eras t.

Para Anad aquello fue como un bofetn. Pretenda decir que su padre era incapaz de sentir afecto por ella?

Por suerte, Gunnar no recogi el guante de guerra.

Anad es tal y como la imaginaba en mis sueos.

Sueas? inquiri Selene custicamente. Tena entendido que los Odish no tenais esa capacidad.

Mam! Basta ya! la interrumpi Anad.

Le ofenda su belicosidad, pero la irritaba an ms que no aceptase la posibilidad de que su padre hubiera soado con ella. Acaso se senta celosa?

Hay muchas cosas que no sabes, Selene. No tienes ni idea de cmo me he sentido durante todo este tiempo, ni las horas, los meses y los aos que he ocupado con tu recuerdo y el de Anad.

Anad sinti cmo un sorbo de calidez bajaba por su garganta y se expanda por su estmago.

Y por eso mataste a la osa? Para vengar nuestra muerte? le pregunt impulsivamente.

Gunnar se gir hacia ella. Pareca sincero.

Lo siento. Despus supe que precisamente gracias a I i osa sobrevivisteis. Pero si te consuela, tener su piel no alivi mi conciencia.

Selene forz una risa fabricada para ofender. O eso le pareci a Anad.

Conciencia t? No me hagas rer. Me ests diciendo que tienes conciencia y que te ha remordido durante este tiempo? Esto s que es una novedad. Crea que los Odish carecais de conciencia.

Anad se molest. Selene se recreaba excesivamente en la pronunciacin de la palabra Odish. La repeta aposta y silabeaba el sonido fricativo de la shhh para hacerlo ms estridente. Era una forma como otra de trazar una raya y quedarse a un lado. En su esquema maniqueo, ella era una Omar pura mientras que Gunnar era un Odish impuro. No haba, por tanto, dilogo posible con la otra parte. Gunnar era como un apestado.

Pero qu pasaba con ella misma, Anad, su propia hija? Acaso no era tambin hija de un Odish? O no era ni una cosa ni otra?

No obstante, Anad no estaba dispuesta a dejar escapar a su padre ni a permitir que su madre lo echara de su vida a la primera de cambio.

Te quedars a cenar?

El silencio se poda cortar con un cuchillo. Me ests invitando? pregunt Gunnar con prudencia.

Y Anad se adelant a Selene cerrndole la boca. Claro que s, eres mi invitado. Qudate a cenar, por favor.

Y esta vez Gunnar no titube. Gracias, ser un placer.

Y te quedars a dormir?

Selene palideci. Las leyes de la hospitalidad Omar eran sagradas y ni siquiera ella tena la potestad de negar la mesa y la cama a un invitado.

Gunnar se dio cuenta de su apuro y evit violentarla.

Puedo dormir en mi coche o conducir unos kilmetros ms hasta Benicarl.

Selene se crisp.

No tenas por qu decirlo!

El qu?

Anad no sabe dnde estamos.

Te equivocas la corrigi su hija.

Anad lo saba perfectamente.

Estaban en una pequea caravana aparcada en medio de un descampado solitario, a pocos kilmetros de la autopista. Las suaves llanuras surcadas de canales de riego que se intuan al oeste, el campo de almendros al norte, el vuelo de alguna gaviota, el lejano fragor de las olas y el aroma de los naranjos en flor, intenso, dulzn, le haban hecho suponer acertadamente que estaban en tierras levantinas.

Selene haba querido impedir que su hija adivinase la ruta que seguan desde que partieron de Urt, en el corazn del Pirineo axial. Huan de Baalat, la Odish fenicia, y nadie deba conocer su paradero.

Pero Anad no poda sustraerse a su sentido innato de la orientacin. Demter, su abuela, la haba acostumbrado a ello desde pequea y, sin proponrselo, se fijaba en la altura del sol, en su itinerario celeste o en la intensidad de sus rayos. Conoca asimismo las constelaciones nocturnas, que aprendi a contemplar en los cielos fros de las montanas pirenaicas. Slo de un vistazo, a travs de los vidrios opacos de la caravana, saba que era medianoche, que iban en direccin sur y que a pocos kilmetros al este se encontraba el Mediterrneo.

Mientras Anad reflexionaba sobre ello, se dio cuenta de que Selene, con celeridad, haba sacado un objeto de un cajn y se lo ofreca a Gunnar con un rictus de desprecio.

Ten, qudatelos. No aceptamos tus regalos. Anad reprimi un grito y le arrebat la caja.

Son mos, me los regal a m. Fran los pendientes de rubes que Gunnar le haba hecho llegar como regalo en su dcimo quinto cumpleaos.

Selene se encar con su hija.

Devulveselos.

Anad hubiera querido continuar considerndose neutral, pero no poda. Si le devolva los pendientes a Gunnar, se posicionaba claramente del lado de Selene. Si se negaba a devolvrselos, se decantaba por Gunnar.

Mam, no me obligues...

Pero Selene estaba fuera de s.

Te estoy ordenando que los devuelvas. Yo se los devolv!

Anad tom aire y lo expuls para darse fuerzas. Era cierto, pero la actitud de Selene la inclin por Gunnar.

T los rechazaste, pero yo no. Me los quedo.

Y sin saber de dnde provena su osada, tuvo el descaro de tantear su lbulo izquierdo, tomar un pendiente entre el ndice y el pulgar, y horadar con la joya puntiaguda la fina piel que cubra su orificio, pues haca mucho tiempo que no usaba pendientes y se le haba cerrado el agujero. Sinti un pinchazo agudo al desgarrarse la carne, pero no dej escapar ni un grito y sostuvo durante todo el rato la mirada a Selene, como en un duelo.

Una gota caliente salpic su camiseta. Era sangre. Sangre roja, como el rub engarzado en oro que tintineaba sobre su hombro. Selene, incrdula, limpi con su dedo la mancha de sangre mientras Gunnar tomaba con sumo cuidado el otro pendiente y lo colocaba con pericia en la oreja derecha de su hija. Fuese magia o habilidad, Anad esa vez apenas not el chasquido de la piel.

Gunnar la sujet por los hombros y la estudi como se estudia a una obra de arte. Al final sonri abiertamente, una sonrisa tan acogedora como sus brazos.

Ests preciosa.

Selene no pudo soportarlo. Retir las manos de Gunnar que rozaban el cuello de Anad y la agarr interrogndola con vehemencia, como era su estilo:

Sabes de dnde han salido estos pendientes?

Anad le respondi sin titubear.

Del cofre de joyas que posea la dama de hielo. T misma me lo contaste.

Selene se exasper.

La Odish ms poderosa del hemisferio norte.

Anad lade la cabeza ante ella, haciendo que el reflejo rojizo de los rubes hiriese la retina de Selene.

Mi abuela respondi con aplomo.

Selene, enfurruada, sali de la caravana dando un fuerte portazo.

Espera! grit Gunnar en vano. Es peligroso salir sola!

E hizo el gesto de ir a buscarla, pero Anad lo retuvo lomndolo del brazo.

Djala. No te va a hacer caso.

Y era cierto. Selene perteneca a la raza de los cabezotas. Si bien, no era menos cierto que Anad quera estar a solas con Gunnar y saborear una victoria prrica, el triunfodel primer pulso que mantena con su madre.

Te gustan los huevos fritos?

Me encantan sonri Gunnar.

Es lo nico que s hacer confes pensando que a un padre se le pueden confesar ese tipo de cosas sin riesgo de quedar mal para siempre.

Luego result que no haba ms que un huevo y que ese huevo se revent en las inexpertas manos de la cocinera antes de caer en la sartn. As que Anad se qued con las ganas de agasajar a su padre: la pequea nevera ofreca una imagen tan desoladora como el desierto de Arizona.

Con un poco de imaginacin, por fin apaaron una ensalada de tomate y atn, frieron unas croquetas congeladas de pollo y pelaron una manzana cortndola en pedacitos, que pretendan ser artsticos, para luego decorarla con miel.

Y en el mismo momento en el que Anad colocaba los vasos sobre la pequea mesa de frmica, el mvil de Selene, abandonado sobre una silla, comenz a vibrar. Acababa de recibir un mensaje y Anad, sin dudarlo, lo abri. Crea que se trataba de algn aviso de Elena. Quiz fue por eso, por su necesidad de saber de Roc y por la falta de contacto con el exterior a la que la haba condenado Selene... El caso es que la curiosidad pudo ms que la prudencia, ley el mensaje y se qued tan asombrada que el vaso de vidrio que sostena en una mano cay al suelo y se hizo aicos.

Qu pasa? pregunt inmediatamente Gunnar, acudiendo a su lado y cercio-rndose de que no se hubiera cortado.

Ella apenas poda hablar. Slo balbuce incoherentemente:

Es Baalat. Es ella. Me persigue.

Y tendi el mvil a su padre, que ley el mensaje con el entrecejo fruncido.

Anad, t stoy bskando, vengo de muy lejos pra vrte, t adoro y slo hiero inerte cerka, muy cerka. Lmame, dme algo, porfa. Dcil.

Gunnar pareca tan inquieto como Anad. Consult el buzn de mensajera y lo mostr a Anad.

No es el primero. Por lo que parece, te ha estado bombardeando.

Anad an se qued ms desorientada.

Selene no me ha dicho nada.

Para no asustarte la justific Gunnar.

Por qu la defiendes? Tengo derecho a saber quin me persigue.

Gunnar borr el mensaje con un clic seco y dej el mvil sobre la silla donde se encontraba minutos antes.

Vamos a hacer una cosa. Vamos a olvidarnos de lo que pueda haber por ah fuera y vamos a pasar una velada agradable, tu madre, t y yo. De acuerdo?

Anad asinti. Le gustaba tener un padre que le transmitiese calma, seguridad, y que pusiese un poco de orden en su vida. Selene era demasiado catica.

Anda, avisa a tu madre de que la cena est lista..., si no se la ha cenado Baalat a ella.

Anad contempl su discreta obra de arte gastronmica y se entristeci. La manzana, que antes era blanca y hermosa, se haba oxidado y se haba ido oscureciendo hasta quedar casi negra, como el humor de Selene, que apareci en ese preciso instante y les agri la cena.

La primera cena en familia de la vida de Anad fue deprimente.

Selene estaba dispuesta a reventar la celebracin y, aunque Gunnar intentaba solventar los pequeos inconvenientes, Selene no haca ms que acentuarlos.

No has aliado la ensalada.

No haba vinagre.

As est deliciosa.

Una ensalada sin vinagre es como un gazpacho sin tomate.

Mam, por favor, fuiste t quien olvid comprarlo.

Yo no invit a nadie a compartir una ensalada inspida.

Me gusta de todas formas. La ha preparado Anad.

Te das cuenta, Anad? Primero intentar ganar tu confianza. Luego har lo que quiera contigo.

Slo ha dicho que le gusta mi ensalada.

A m me dijo que le gustaban mis ojos.

No es lo mismo.

Es un Odish, es un brujo, es el hijo de la dama de hielo.

Es mi padre!

Eso es un accidente.

No es cierto: t te enamoraste de l, soy vuestra hija.

Podras ser hija de cualquiera.

Mentira!

Te expliqu lo que nos hizo, qu ms quieres saber?

Lo que l piensa.

De qu?

De vuestra historia.

No, eso s que no. Te engaara!

Porqu?

Porque es su estilo. No lo comprendes? Enga a Meritxell, me enga a m y te engaar a ti.

Y quieres protegerme, no?

Eso es.

Gunnar, asombrado y algo aturdido por el rapidsimo dilogo que mantenan madre e hija en su presencia ignorndolo olmpicamente, carraspe.

Puedo hablar?

No salt Selene.

S la contradijo Anad.

Me gustara explicar mi versin insisti Gunnar manteniendo las formas.

Tu versin de qu? De tus mentiras? le reproch Selene.

Gunnar abandon su actitud conmiserativa y se puso repentinamente serio. De pronto Anad comprendi que, tras esa apariencia amable y condescendiente, se esconda una dureza de pedernal.

Gunnar fij sus ojos en Selene, con determinacin.

Voy a hablar, te guste o no.

Ambas sintieron el empuje de su voluntad y Selene permaneci muda. Anad, fascinada por la fuerza silenciosa de los ojos acerados de Gunnar, los que ella haba heredado sin saberlo, se fij en algo que al principio no le haba llamado la atencin: su padre tena arrugas. En el rostro bronceado y bajo sus pmulos angulosos, se marcaban perfectamente los surcos nasales, ahondando los trazos germnicos y endurecindolos. Su expresin era mucho ms curtida que la que su madre le describi en sus recuerdos. Su entrecejo fruncido, la fina red de telaraas alrededor de sus ojos azules y, sobre todo, esa severidad amable que le confera el cabello entrecano. Ahora que lo tena tan cerca, se daba cuenta de que las sienes de Gunnar blanqueaban apenas imperceptiblemente.

No, no era posible. Gunnar, segn su madre, aparentaba unos veinticinco aos a lo sumo. Gunnar fue el joven rey Olav, conquistador de tierras y de bellas vikingas escaldas. Gunnar fue el joven marino Ingar, que traa locas a las chicas y abra las botellas de cerveza con los dientes, en compaa de su pendenciero amigo Kristian Mo. En cambio, este hombre que se sentaba junto a ellas, a pesar de su fortaleza, su energa y su buena forma fsica, se acercaba a la cuarentena.

Y tu eterna juventud? No eras inmortal? pregunt Anad, incapaz de mantener la boca cerrada ante un descubrimiento de esa ndole.

Gunnar respondi fijando la vista en Selene:

Hace tiempo que opt por la mortalidad.

Selene se mordi el labio. Ella se haba dado cuenta inmediatamente del cambio de Gunnar, pero no haba mencionado ni una palabra al respecto.

Es una apariencia, Anad, no le hagas caso. Es un brujo y nos har creer lo que le convenga.

Anad no la escuch.

Cundo decidiste ser mortal?

Hace quince aos respondi gravemente Gunnar.

Cuando creste que habamos muerto?

Los ojos de Gunnar se nublaron y su mirada retrocedi en el tiempo.

Antes de que t nacieses. Te acuerdas, Selene?

Selene levant lentamente la cabeza, como si lo hiciera al dictado de las palabras de Gunnar, pero continuaba amparada en su terquedad.

No me acuerdo de nada.

Lstima. Yo s que lo recuerdo. Cuando te conoc, eras una bruja Omar preciosa, y no has cambiado: los ojos verdes, las piernas largas, la misma melena enmaraada y esa forma extravagante tan tuya de vestir. Pero lo que me llam la atencin de ti fue tu rebelda. Eras deliciosamente impulsiva, capaz de capitanear una revolucin, embarcarte a la conquista de las estrellas o jurar amor eterno con una voz sincera y vibrante que volva loco al ms cuerdo. No me extraa que los jvenes de tu edad no se atrevieran a abordarte. Eras una bomba. Y aunque no te lo creas, me enamor de ti como un tonto.

Selene permaneca impasible y Anad no poda comprender cmo ante tamaa declaracin de amor alguien pudiese aparentar indiferencia. Las hermosas palabras de Gunnar la haban conmovido. Si Roc le dijese una sola de las cosas que Gunnar le acababa de decir a su madre..., se desmayara. Selene en cambio ladr:

Me engaaste! No me dijiste que eras un Odish ni que tu madre era la dama blanca.

T me engaaste a m. No me dijiste que eras una bruja Omar y que tu madre, la gran Demter, era la matriarca de las tribus de Occidente.

Selene se revolvi.

Yo no tena ningn plan para utilizarte.

Ni yo.

Mentira! Me utilizaste para concebir a Anad, la elegida.

Selene, djame hablar.

Anad intervino y, por segunda vez durante esa noche, abog en favor de su padre.

Mam, por favor. Te he escuchado a ti explicar tu historia. Deja hablar a mi padre y que explique la suya.

Fuese por la contundencia de Anad o por la suave firmeza de Gunnar, Selene call.

Gunnar se sirvi un poco de vino y comenz a hablar. La voz le temblaba y, si no era cierta su emocin, saba fingirla muy bien. Su relato conmovi a Anad.

No os podis imaginar lo que significa vivir ms de mil aos... El paso del tiempo es implacable. Los paisajes, las casas y sobre todo las personas acaban desapareciendo. Todo se transforma y todo se pierde. Al principio, en mi juventud, quise comprometerme con el mundo, mi mundo, y por eso me volqu en el deber de procurar que mi magia sirviese a la vida de los hombres y mujeres de mi pueblo del norte. Me hice poderoso y mand construir casas de piedra, calafatear grandes embarcaciones y fletarlas mar adentro, para conquistar territorios que luego anexionaba a mi reino. Me enorgulleca cuando los barcos regresaban cargados de telas, especias, semillas y joyas que hacan felices a mi gente. Fui Olav, un rey vikingo de los fiordos noruegos. Comand expediciones, compuse versos y me permit enamorarme de la bella escalda Helga. Pero al morir ella, al ver envejecer a mis hijos y despus verlos morir a su vez, me hund y me aisl en un castillo. All viv encerrado por espacio de siglos y, desde las almenas de la torre, vi echarse a perder mis tierras, vi a mis sbditos convertidos en vasallos y esclavos de otros pueblos, y vi los paisajes que tanto amaba arrasados por el fuego y la guerra. Jur que nunca ms me sucedera. Y desde entonces vagu de un lugar a otro sin echar races, amparado en el desapego ms absoluto, sin encariarme con nada ni con nadie, sobreviviendo sin ms. Fui mercenario, explorador y marinero. A veces me quedaba unos aos en algn lugar remoto, aprenda una lengua y un oficio, lo desempeaba y luego volva a partir.

Anad se estremeci. Nunca se le hubiera ocurrido que el desamor y el desarraigo fuesen simplemente estrategias para evitar el dolor. A lo mejor, los que crea insensibles eran simplemente personas heridas. As pues, las Odish tambin tenan sentimientos? Un enigma difcil de resolver. Al fin y al cabo Gunnar era slo hijo de una Odish.

Hasta que mi madre me reclam para concebir a la elegida. se era mi destino. Lo haba estado esperando durante ms de mil aos. Me traslad a Barcelona convertido en un estudiante islands. Hace quince aos Barcelona era una ciudad junto al mar en la que se poda pasear a cualquier hora por sus Ramblas arboladas de pltanos, una calle flanqueada de flores y repleta de muchedumbres excntricas. En las noches de verano, bochornosas, uno poda emborracharse de vino y msica y recibir el amanecer comiendo churros con chocolate y contemplando las delirantes torres de Gaud, un loco genial. Era mi momento, por fin haba llegado la hora de cumplir con mi misin para poder ser libre de una vez y hacer con mi vida lo que quisiese sin rendir cuentas a nadie.

Desde cundo lo sabas? salt Selene.

El qu?

Tu destino.

Desde siempre. Cristine me lo repiti hasta la saciedad. Mi nica razn de existir era ser el padre de la elegida. Por eso nac. Ninguna otra Odish tiene hijos.

Anad se horroriz. No era la nica que se senta obligada por el peso de un destino difcil de sobrellevar. Sus propios padres haban pasado por ello.

Pobre Gunnar musit Selene. Qu pena me das. Tenas que enamorar a una chiquilla ingenua, como Meritxell, y dejarla embarazada. Qu difcil.

Y sabes que no lo hice

Ah, no?

En cuanto te conoc, me negu a continuar representando ese papel.

Selene parpade por un instante. Fue un desconcierto momentneo. Enseguida replic:

No es cierto. Te quedaste con ella.

Gunnar habl lentamente.

Sabes que no es verdad. Sabes que la misma noche en que te conoc y nos besamos sobre el csped del campus, y acced a acompaarte a casa, me compromet contigo. Te acuerdas de esa noche?

Selene trag saliva y neg con la cabeza.

Vagamente.

Qu te dije esa noche, Selene?

No me acuerdo.

Te acuerdas. Y yo recuerdo que t me prometiste que me querras siempre, pasase lo que pasase.

No recuerdo nada.

Anad se indign. Su madre le haba narrado el episodio con pelos y seales y hasta confes que hizo beber una pcima de amor a Gunnar.

Te conquist con magia Omar!

No haca falta. Yo ya me haba decidido... replic Gunnar sin retirar su mirada de los prpados de Selene, que mantena los ojos bajos.

Continuaste con Meritxell...

T me lo pediste.

Pero luego...

Luego decid ser honesto y cre que Meritxell estaba realmente embarazada.

Selene se puso en pie, tan alta como era, y adelant un dedo acusador contra Gunnar.

Da lo mismo. Me traicionaste, me llevaste hasta tu madre para entregarle a Anad. Me hubieras abandonado. Nunca te lo perdonar. Nunca, nunca!

Y sbitamente aquejada por un acceso de llanto, abandon violentamente la caravana. Todo se tambale a su paso. Selene sali con la fuerza de un huracn y pasaron unos instantes hasta que los objetos y los nervios recuperaron su compostura.

Anad se sinti obligada a disculparla, como si aquella mujer fuera su hija y no su madre.

Lo siento, es as.

Gunnar rompi en una carcajada.

Lo s, la conoc antes que t.

Y decidiste renunciar a la inmortalidad por amor a mi madre?

Ms o menos.

Explcamelo.

Anad mir fugazmente a travs de la ventanilla. Fuera se vislumbraba la silueta inquieta de Selene, incapaz de escuchar una versin diferente de su propia historia. Se la haba repetido tantas veces en silencio, que haba acabado por sacralizarla y convertirse en una fantica de su propio mito victimista.

En cambio Gunnar le pareca ms humilde, quiz por saber reconocer sus errores.

Ya conoces el principio de la historia. Meritxell era la designada por la profeca para convertirse en madre de la elegida, y yo estaba con ella cuando conoc a Selene en una fiesta de Carnaval. Fue un amor a primera vista, que podra haber rechazado. Pero no quise. Haba encontrado a la mujer que haba estado esperando durante mil aos. Lo tuve claro y por eso pele con mi madre. No quise continuar adelante con Meritxell ni con mi destino.

Anad asinti.

Sin embargo, ya ves, el destino condujo a Meritxell a la muerte e hizo que Selene apareciese como principal sospechosa. Y tuvimos que huir. Fuimos hacia el Norte creyendo que sera un lugar seguro, pero me equivoqu. Cuanto ms nos acercbamos a las tierras que gobernaba mi madre, ms fuerte era su poder y ms dbil me senta yo para resistirme. Porque lo que no saba Selene es que durante ese viaje renunci a mi inmortalidad y a mis poderes.

Cundo? pregunt Anad.

La noche del solsticio, en el monte Domen. All, en la cima del monte maldito de las Omar, utilic por ltima vez mi magia y me jurament con los espritus para ser simplemente un mortal. Cuando baj del monte Domen, era ya un hombre de carne y hueso. Por supuesto Cristine, mi madre, no me lo perdon, y comenz a importunarme y a exigirme que me presentase ante ella para rendirle cuentas sobre mi decisin. Cuando descubr el embarazo de Selene y ella quiso acompaarme al Norte todo se complic. Entonces ni siquiera poda imaginarme que t, mi hija, seras la elegida. Ya me haba olvidado de mi destino, convencido de que ese episodio haba quedado atrs. Me equivocaba de nuevo.

Anad se compadeci de ese padre desconocido que se haba equivocado tantas veces.

Yo slo quera ser un mortal y envejecer con Selene. Criaramos juntos a nuestros hijos y no los vera morir. Pero ser mortal tena sus limitaciones: descubr, consternado, que no poda defender a tu madre de los ataques de Baalat, y supe que, si yo mora durante el viaje al Norte, Selene tambin morira, porque sera incapaz de sobrevivir sola. Hubiera querido separar las cosas: mi vida, mi familia y mis afectos a un lado; y mi deber, mi pasado y mi antigua condicin de Odish a otro. Sin embargo, todo estaba entrelazado en nuestra historia y Selene, tozuda, se empe en acompaarme. Sencillamente, no tuve valor para dejarla sola y embarazada en Islandia, expuesta a los ataques de Baalat. Intent confiarla a las Omar del clan de la yegua, pero ella se neg y no me qued ms remedio que pedir proteccin a la dama blanca, a Cristine, tu abuela. Lo comprendes, hija? Si ella no nos hubiera protegido de Baalat, t no existiras. Yo, sin embargo, puse mis condiciones: nunca te entregara a Cristine.

Y por qu desarmaste a Selene y le hiciste creer que era tu prisionera? le reproch Anad.

Selene poda hablar con los espritus gracias a tu sangre y, cuando se enter de quin era hijo, se alej de m y me consider su enemigo. Not cmo se encerraba en s misma y se blindaba. No me qued ms remedio que vigilarla y privarla de sus armas. Ella lo malinterpret como una amenaza y huy de m. Yo os hubiera defendido y os hubiera llevado de regreso al mundo civilizado para formar una familia.

Y la osa? Si ya no eras Odish ni estabas a las rdenes de Cristine, por qu la temas? Por qu la odiabas? insisti Anad.

Era una antigua enemiga con la que sostuve un duro combate aos atrs. Crea que me buscaba a m y que pretenda vengarse con los mos.

Anad lo crey sin una sombra de duda. Sus palabras le sonaron sinceras, sus explicaciones eran lgicas y todo encajaba.

Qu hiciste cuando pensaste que estbamos muertas?

Mat a la osa. Estaba ciego de ira y, en cuanto me recuper de mis heridas, me lanc a su persecucin. Como ya no tena mis poderes, por primera vez estuve en dificultades: tras la cacera se me infectaron las heridas y pas semanas debatindome entre la vida y la muerte.

Y no se te ocurri ni por un momento que pudisemos estar vivas?

Era imposible. Absurdo.

Anad reconoci el mrito de su madre, por entonces una muchacha de dieciocho aos, que la pari sola en medio de los hielos, se aliment de hgado de foca crudo y viaj con una osa y una perra por las estepas.

Fue gracias a Selene y su coraje.

Y a la magia Omar. Sin la proteccin de la osa madre y sin la magia de Aruk, el espritu, t y tu madre habrais muerto. El fro, el hambre o los depredadores habran acabado con vosotras. Conozco muy bien el rtico. No perdona.

Y Cristine? No te dijo que estbamos vivas?

Gunnar movi la cabeza con desagrado.

No quise saber nunca ms de ella. Despus de matar a la osa, me enrol en un mercante en el puerto de Gothab y pas catorce aos navegando y envejeciendo. Una sensacin maravillosa aunque triste. Era el nico consuelo de que mi pena no durara siempre porque acabara conmigo, cuando muriese.

Y cmo te enteraste de nuestro paradero? quiso saber Anad.

Mi madre, Cristine, despert de su letargo el da en que muri Demter. El sortilegio de tu abuela Omar, que haba embrujado a tu abuela Odish, desapareci con su ltimo aliento. Cristine volvi a la vida, te busc y te encontr. Era la nica Odish que saba la verdad acerca de tu naturaleza. I .as otras se dejaron engaar por Selene y el reclamo de su pelo rojo.

Y t?

Me negu a contestar a la llamada de mi madre al principio, pero ya la conoces, fue insistente y envi un mensaje hasta mi barco. Una gaviota deposit sobre mi petate un mechn de pelo rojo. Perteneca a un beb, era un pelo suave, infantil. Comprend que mi hija estaba viva y desembarque en el primer puerto que tuve ocasin. Fue en una isla Indonesia. Me cost un tiempo llegar hasta Urt y, cuando llegu, lamentablemente, ya era tarde. Selene y t habais desaparecido.

Estuviste en Urt?

S.

Anad se llev la mano al pecho. Su padre haba estado en Urt! Cunto le hubiera gustado que Selene escuchase esa historia. Y en ese mismo momento, atendiendo a su peticin, se abri la puerta y apareci Selene, cansada de llorar y aterida de fro, pero serena.

Gunnar call y esper a que tomase asiento sin dejar de seguirla con la mirada.

Anad pens que tal vez haba sido l quien la haba llamado telepticamente. Se entendan sin palabras y las personas que han estado muy unidas pueden recuperar esa comunin sin darse cuenta, con naturalidad.

Gunnar la estaba esperando y se dirigi a ella cuando continu su relato:

Estuve en Urt, pregunt por vosotras y me remitieron a un hombre llamado Max. Fui a verle.

Anad se qued pasmada y Selene se recompuso inmediatamente.

Qu te dijo?

Que ibais a casaros.

Selene apret la mandbula y movi la cabeza afirmativamente.

Ahora ya lo sabes.

Anad, sin embargo, no lo saba. Se qued de piedra.

Eso no me lo dijiste... Ni siquiera me lo presentaste!

Selene se dirigi a Anad.

No quera correr riesgos.

No, no puede ser balbuce Anad, recordando una breve entrevista que mantuvo con Max y en la que se cayeron mal mutuamente porque ninguno de los dos estaba informa-do de la existencia del otro. Ese tipo era, era, era... un estpido.

Selene la ret.

Soy yo quien escojo a mis pretendientes y no t.

Gunnar tom a Selene de las manos y aunque Selene intent desasirse l no la dej. Las manos de Gunnar eran grandes, fuertes, y cuando deseaban algo, lo cogan sin ms. Tena a Selene y no la soltaba.

Le quieres?

Selene respir agitada.

No responder a un interrogatorio.

Pero Gunnar apret ms fuerte sus manos y la oblig a levantar la vista.

No te puedo decir que te he estado esperando, porque crea que estabas muerta, pero he soado contigo cada noche de estos quince aos. Te quiero, Selene, y t? Me quieres todava?

Selene aguant el embate de aquellos ojos acerados, respir profundamente y tom fuerzas. Luego escupi las palabras con rabia, una a una, contra la cara de Gunnar:

Quiero a Max y me casar con l.

Anad se indign con su madre.

Lo dices para herirle, no le quieres, ese Max no vale nada y...

Pero Gunnar solt a Selene con tristeza y levant las manos en seal de buena voluntad.

Es tu decisin, Selene, eres libre.

Anad, dolida al ver que su padre abandonaba su propsito a la primera de cambio, insisti:

Pero t nos has estado esperando todo este tiempo, has soado con nosotras, has esperado este momento para tener una familia y no perderla como te haba ocurrido tantas veces.. No es justo.

Gunnar la atrajo hacia l y la abraz.

Ahora que te he encontrado, no te dejar.

Selene chasque la lengua.

Estupendo, magnfica representacin teatral del viajero que suea con su antiguo amor y su bonita hija. Conmovedor.

El sarcasmo le doli a Anad.

Es mi padre y lo ser siempre. Por qu eres tan rencorosa? No sabes perdonar?

Selene aplaudi irnicamente a Gunnar.

Lo dicho: estupendo! Ya la tienes de tu parte. Quince aos sin saber siquiera que existas y en unas pocas horas te metes a tu hija en el bolsillo y consigues que se enamore de ti y que, de paso, me reproche toda mi vida. Fantstico.

Anad no la escuchaba. Selene le pareca una egosta, rencorosa e injusta. Le negaba lo que ms deseaba en ese instante: una familia unida.

Selene continuaba hablando, hiriente.

Un psicodrama de manual. El padre regresa al hogar, pide un plato, una cama y ofrece amor y bienestar. Pero la vida no es as. Los cuentos que te explicaba Demter no existen. A tu abuela la mataron las Odish y Gunnar fue, ha sido y contina siendo un Odish. Somos enemigos irreconciliables. Lo que es bueno para unos no puede serlo para otros. Lo entiendes? Me da igual, aunque no lo entiendas.

Selene ignoraba que, a pesar de que su discurso era honesto y coherente, cada palabra que sala de su boca empujaba unos centmetros ms a Anad hacia los brazos de Gunnar y la haca dudar sobre su naturaleza, puesto que era medio Odish. Selene, en cambio, desde su arrogancia de Omar pura, estaba lejos, muy lejos de comprender cmo se sentan los que descubren en su interior el germen de la oscuridad sin haberlo buscado.

Y ahora ya puedes marcharte concluy Selene, de nuevo ajena a la empata de su hija.

No me ir manifest Gunnar.

Selene estaba perpleja.

Te he dicho que mi respuesta es no. No te quiero y no quiero verte ms.

No he venido solamente por ti. No voy a dejar a Anad expuesta otra vez a Baalat.

Selene se irrit.

Eso es una excusa. Lrgate.

No es ninguna excusa. Baalat est ah fuera y ni Anad ni t podis detenerla, de momento.

Anad no pudo callar lo que saba.

Ha estado enviando mensajes y no me habas dicho nada.

Selene palideci.

Habis hurgado en mi mvil?

Recibiste un mensaje de Baalat dirigido a m. Desde cundo intenta ponerse en comunicacin conmigo? la acorral Anad.

Selene justific su silencio.

No quera que lo leyeses. Quiz le habras infundido fuerzas.

Por qu no borraste los mensajes entonces?

Por si nos podan servir de alguna pista, de algn indicio. Pensaba envirselos a Elena para que hallase la manera de interceptarla.

Gunnar se inquiet.

Has notado algo al salir fuera?

Y al preguntarlo abri la puerta de la caravana indagando en el silencio de la oscuridad.

La noche, antes estrellada, se haba tornado tenebrosa. Anad sinti un escalofro y le pareci ver una sombra cubriendo los campos de almendros. Era sugestin o estaban cambiando la luz y la textura del paisaje? A duras penas consegua distinguir las flores amarillas de la retama que crecan junto a los matorrales. Cuando sali con Selene a dar un paseo se fij en que las flores, abiertas, baadas por la suave luz de la luna en cuarto menguante, refulgan como perlas doradas. Ahora algo suceda y tan slo la presencia de Gunnar la tranquilizaba.

Selene, sin embargo, no se renda a las evidencias.

De qu nos vas a servir, Gunnar? No renunciaste a tus poderes?

No invoco la magia, pero conozco las artes de la lucha. Fui un berseker y tuve tropas leales.

Selene chasque los dedos.

No necesitamos tu valor. Tenemos a Yusuf Ben Tashfin, un guerrero almorvide dispuesto a convocar a su ejrcito de guerreros muertos.

Anad intervino con contundencia.

No estamos en condiciones de rechazar ninguna ayuda, mam.

Y aunque dijo mam, lo dijo con autoridad. Selene se dio media vuelta y se sent en la litera, concedindose una tregua.

Haz lo que quieras. Luego no digas que no te avis.

Anad cogi a Gunnar de la mano y lo arrastr al interior del cubculo.

Qudate, por favor. No le hagas caso.

La caravana era pequea, pero tambin result suficientemente grande para que tres cuerpos quedaran distanciados entre ellos. A pesar de que oan perfectamente el sonido regular de sus respiraciones y hasta perciban el calor ajeno, cada uno de ellos se sumi en sus pensamientos, en sus mundos privados.

Anad frot su anillo de esmeralda y Ben Tashfin, el espritu servicial que convocaba con ese simple gesto, se materializ y se inclin ante ella.

Vigilar por vos, mi seora, descansad tranquila.

Selene y Gunnar ni siquiera parpadearon y Anad se dio cuenta de que no podan ver ni or al espritu.

Saberse ms poderosa que sus propios padres no la consol en absoluto.

Qu clase de familia eran? Una Omar, un Odish y... su hija. Los tres vrtices de un tringulo de afiladas aristas.

Una extraa familia.

CAPTULO II

Las alianzas

rimero fue el resplandor del rayo y unos segundos despus el estruendo del trueno. Anad se incorpor bruscamente sin acordarse de que estaba embutida en una litera de una caravana, a pocos centmetros del techo metlico. Levant la cabeza, se peg un buen porrazo y grit, claro. Pero en lugar de la voz de Selene le respondi una voz masculina, aterciopelada como una balada irlandesa, que la arrull.

Duerme, Anad, slo es una tormenta. Duerme, mi nia.

La voz tarare una meloda y sus sonidos la arroparon. O fueron unas manos? En su duermevela Anad sinti cmo una mano grande le retiraba con ternura el flequillo de su frente y se entretena siguiendo los trazos de su rostro. Su palma ocupaba casi todo el valo de su cara. Tena un tacto spero, pero clido, y pens que estaba vida de cario.

Aquella mano, encallecida por el trabajo y surcada de cicatrices, haba asido centenares de cuerdas, empuado docenas de espadas y acariciado miles de cuerpos. Era la mano de Gunnar, que haba permanecido vigilante toda la noche hasta que, a las primeras luces del alba, se haba extasiado en la contemplacin silenciosa de su hija.

Selene tampoco dorma. Estaba inmvil en su litera, hecha un ovillo, y reteniendo con avaricia todos sus pensamientos para que Gunnar no se los robara ni llegase siquiera a intuirlos.

Tan ensimismados estaban ambos en sus propias elucubraciones que no se percataron del cariz que estaba adquiriendo la tormenta, hasta que se desat el vendaval y la caravana incluso se tambale peligrosamente. Y cuando la lluvia comenz a repiquetear contra el techo del vehculo, el sonido de las gotas que caan a millones se multiplic en infinitos golpes y el agua se transform en piedra. Anad se desvel definitivamente. Algo le deca que esa tempestad no auguraba nada bueno.

Y Gunnar sinti la misma certeza.

Es Baalat.

nicamente Selene, ya fuese por llevar la contraria o porque realmente lo pensaba, aport la nota discordante.

Es una simple tormenta.

De simple nada. En un alarde de espectacularidad, tal vez ofendida por el adjetivo de Selene, la tormenta desencaden un viento huracanado que embisti el flanco izquierdo del vehculo, justo donde se abra la ventana de la minscula cocina, y el vendaval revent el cristal. Granizaba, y por el hueco se colaron a gran velocidad piedras heladas del tamao de un huevo de alondra.

Aparta! avis Gunnar ante el gesto instintivo de Selene de acercarse a recoger el estropicio.

Y la oblig a agacharse mientras agarraba la mesa de frmica que estaba sujeta al suelo del vehculo y la estiraba con fuerza. Los msculos de los brazos y el cuello se hincharon tensos, a punto de reventar, hasta que la arranc de cuajo y la coloc a guisa de parapeto ante la ventana vaca para impedir que penetrasen con furia los proyectiles de hielo.

Rpido. Ayudadme a atrancarla.

Anad se puso en pie rpidamente y, con los pes descalzos, salt para ayudar a Gunnar.

Cuidado con los cristales!

Cristales o pedazos cortantes de hielo, tanto daba, Anad not la mordedura del fro en sus plantas desnudas; pero no tena tiempo de calzarse, ni de abrigarse.

Unos minutos ms tarde, Selene recoga con una pala el granizo que cubra el suelo y Gunnar claveteaba la mesa contra la ventana mientras Anad le ayudaba sosteniendo las patas sobre sus hombros. Cuando Gunnar dio el ltimo toque de martillo, se limpi el sudor de su rostro y la tarea estuvo finalizada, el viento remiti y dej de golpear la chapa. La lluvia, mansamente, comenz a caer.

No es que Anad prefiriese que el viento y el granizo acabasen con la caravana, pero le resultaba descorazonador haberse tomado todo ese trabajo para asistir luego a un plcido espectculo de chirimiri.

Ella lo pens, pero Selene lo dijo y sembr cizaa:

Genial. Te cargas la mesa, agujereas el suelo, destrozas la chapa y... Para qu? Fjate, slo caen cuatro gotas.

Gunnar, sin embargo, no le hizo el ms mnimo caso.

Shhh. No lo notas?

Fue suficiente. Anad lo not. Notaba desde haca un rato una mano fra tantendola, pretendiendo hurgar en su interior. Aunque no le haba hecho caso, lo notaba. Gunnar tena razn y Selene no quera siquiera escuchar.

Claro que lo noto: noto que llueve y basta.

Es la calma que precede a la tormenta.

Por si no te has enterado, la tormenta ya se ha producido.

Te equivocas. Eso era slo una advertencia.

Anad hizo caso de Gunnar y se concentr para VER a travs de la oscuridad. Y al poco tiempo vio la sombra que instigaba los cielos y que atraa las nubes hacinndolas las unas sobre las otras, hinchndolas, cargndolas mortalmente de agua. Eran nubes anmalas, venidas de los confines de la tierra, que acudan a la llamada de una fuerza que las invocaba. Un conjuro poderoso estaba concentrando sobre ellos la potencia de mil tormentas.

Se dispona a ESCUCHAR cuando Selene se lo impidi abriendo la puerta de la caravana y protagonizando una sobreactuacin estelar.

Lo veis? Es lluvia, simplemente lluvia. La lluvia no hace dao, slo moja.

Y de un salto sali fuera del pequeo recinto, corri unos metros y levant los brazos riendo y dando vueltas.

Agua, agua fresca, deliciosa.

Alz la cabeza dejando resbalar las gotas de lluvia por su rostro y sacando la lengua para atraparlas, como si estuviese sedienta.

Ven, hija, ven a bailar bajo la lluvia como hemos hecho siempre.

Anad contempl atnita a su madre danzando juguetonamente mientras sus ropas se empapaban y se adheran a su piel. Al cabo de unos instantes el cabello de Selene chorreaba sobre su figura danzante, que por la misma extravagancia del gesto resultaba hermosa. Tras ella los campos de almendros cubiertos de granizo resplandecan en la oscuridad con una blancura engaosa. Los troncos desnudos, despojados de las ltimas flores por el viento huracanado, se retorcan corno cuerpos agonizantes.

Mam, vuelve, es peligroso.

Ven, Anad, es una tormenta de primavera.

No, no era ninguna tormenta. Anad tena ms poderes que su madre y VEA en la superficie espectral del granizo que cubra la tierra reflejarse como en un espejo la zarpa de una bruja Odish.

Ha sido Baalat, est aqu. Recuerdas lo que nos ocurri? Yo me comuniqu con ella, la invoqu.

Selene detuvo su frentica danza unos instantes. Jadeando y con las manos en la cintura, mientras el agua resbalaba por su cuerpo, respondi con contundencia a Anad:

Es tu padre. Era l quien nos segua y fue l quien nos atac para asustarnos y hacernos creer que estbamos en peligro.

Y en ese momento, Gunnar salt por encima de Anad, cosa harto difcil, puesto que Anad era bastante alta. Prcticamente vol por los aires, aterriz sobre Selene con violencia y, sin mediar palabra, le propin un fuerte golpe en la cabeza; acto seguido se la ech sobre los hombros como si fuera una mueca de paja. Selene, desvanecida, balanceaba brazos y piernas al ritmo de las zancadas de Gunnar, que se alejaba hacia el bosque huyendo en una alocada carrera con su prisionera.

Todo ocurri en pocos segundos ante la mirada atnita de Anad, que apenas tuvo tiempo de sacar su tame y salir corriendo para librar a su madre del ataque furioso de Gunnar, a quien haca unos instantes consideraba el padre ms tierno y maravilloso del mundo.

Cmo poda haber sido tan ciega? Cmo poda haberse dejado engaar de esa forma tan estpida? Apenas pudo gritar djala o le pareci que gritaba. No estuvo segura porque el ruido se adue del silencio y las palabras chocaron contra el fragor del sonido del agua. No se dio cuenta de nada porque tena lodos sus pensamientos ocupados en rescatar a Selene y librarse de ese padre desconocido a quien haba otorgado su confianza ciegamente. Por eso no la oy hasta que la tuvo encima y su rugido fue demasiado evidente para ignorarlo.

Al darse la vuelta el horror la paraliz.

Detrs de ella, a unos pocos metros, una ola monstruosa avanzaba en su direccin a la velocidad de la luz, barriendo todo cuanto hallaba a su paso. Como todas las riadas, apareci de repente, pero llevaba fragundose un buen trecho. El lecho seco y profundo de la riera se haba llenado con el agua de los torrentes secos que bajaban de la sierra hasta convertirse en un ro embravecido. Un cmulo de aguas turbulentas que arrastraban consigo ramas, piedras, animales y rboles, que laman la tierra con voracidad y se llevaban cuanto encontraban por delante.

Anad permaneca inmvil, en medio de ese lecho que pronto se inundara de agua. El rugido del cataclismo la haba paralizado como lo haca en tiempos ancestrales el rugido del len. La nia, hipnotizada por la fuerza asesina del agua, era incapaz de reaccionar. Hasta que sinti unos brazos rodendola no despert de su ensimismamiento. Era Gunnar que, tras haber dejado a Selene en lo alto del pinar, haba corrido en su bsqueda. Fue Gunnar quien la levanto en volandas y la lanz como un fardo fuera del cauce mientras reciba sobre su cuerpo el impacto tremebundo del agua y era engullido por ella.

Noooo! grit Anad al caer en el suelo cubierto de finas agujas de pinaza y resina, viendo cmo ese ro desbocado y furibundo se llevaba consigo a su padre.

Le vea bracear desesperadamente intentando sujetarse a cuantas ramas se cruzaban en su camino, pero ninguna era lo suficientemente fuerte para detener el empuje de las aguas y sostener su peso.

Selene estaba inconsciente y los braceos de Gunnar eran cada vez ms intermitentes y dbiles. Pronto sucumbira. Nadie poda ayudarlo excepto ella.

Anad se creci y comprendi que, si realmente quera salvar a su padre, le quedaban pocos segundos para poner en juego sus poderes.

Concentr todas sus energas en dominar el agua. Era la primera vez que lo intentaba y no resultaba nada sencillo, pero si las Omar de agua conseguan pacificar los ocanos, ella, iniciada por el clan del delfn, intentara detener el curso del torrente. A pesar de la dificultad, alz las manos con las palmas abiertas y musit unas palabras en la lengua antigua:

Osneted semenditlor!

Lo pronunci con contundencia; la energa que brot de su mente y se expandi por sus miembros se dirigi hacia las embravecidas aguas. Anad mantuvo el pulso con el ro por espacio de un tiempo que le pareci eterno. El empuje del agua tena la fuerza de mil cataratas y su sola voluntad mgica no bastaba para detener esa inercia enorme. Consumi todas sus energas en esa lid y not cmo se le agarrotaban los dedos uno a uno y los calambres recorran dolorosamente sus brazos extendidos. Pero no se amilan. La vida de Gunnar estaba en juego y se mantuvo firme, presionando, aguantando y conteniendo el caos, hasta que poco a poco fue disminuyendo la presin y el curso del torrente desbocado fue amortiguando su velocidad hasta detenerse casi completamente, convertido en un riachuelo inofensivo.

Anad, exhausta, dej caer los brazos y cerr los ojos unos instantes, para luego tomar aire y salir corriendo hacia donde supuestamente deba de estar Gunnar.

En efecto, encontr su cuerpo unos centenares de metros ms abajo; estaba amoratado y no respiraba. Sin perder la calma, contempl su vientre hinchado, se arrodill junto a l y apret la boca de su estmago con ambas manos, presionando con los puos y usando la poca fuerza que le quedaba para desbloquear su laringe obturada y obligarle a expulsar el agua que encharcaba sus pulmones. Una vez, otra, otra. Los masajes eran potentes y certeros, y por fin el agua fue saliendo en pequeos surtidores por su boca; y tras el agua le sobrevino un acceso de tos. Inmediatamente, Anad se agach y tap su nariz mientras le proporcionaba aire con la boca sin olvidarse de masajear su pecho. Sinti el calor de sus labios, los latidos de su corazn que se instalaban de nuevo en aquel corpachn enorme y generoso, y con una emocin mayor si cabe que cuando lo vio por primera vez, asisti a su renacer.

Gunnar parpade, abri los ojos poco a poco y se hizo cargo de la situacin. Era rpido, muy rpido. Fue el primero que se percat de la catstrofe y que prefiri noquear a Selene para evitar pelear con ella antes de que la arrastrase la corriente.

Selene murmur mirando a Anad.

Ella est a salvo, donde t la dejaste.

Se incorpor y l mismo, sin ayuda de su hija, dio unos pasos vacilantes, se agach y vomit toda el agua que haba tragado. Luego, como si en lugar de haber estado a las puertas de la muerte se hubiese dado un chapuzn, tom a Anad de la mano y la alej del lugar donde estaban.

Has detenido las aguas?

Te estabas ahogando.

Debes de estar agotada. Has consumido mucha energa.

Y Anad se dio cuenta de que, en efecto, estaba desfalleciendo.

Lo importante es que ya acab.

Gunnar la cogi en brazos antes de que cayese desmayada y, slo entonces, la corrigi:

Lo siento, pero justo acaba de empezar.

Un relmpago ilumin momentneamente el valle, como un cohete de fogueo que precede a la traca. Pronto, el cielo estall en mil pedazos. La tormenta de agua se troc en una tormenta elctrica de dimensiones desproporcionadas. Los rayos caan aqu y all sin tregua y a cada estallido los tmpanos flaqueaban, a punto de reventar, y cada resplandor hera la retina. Gunnar, sin embargo, avanzaba hacia el bosque para rescatar a Selene del refugio incierto que constituan los pinos, que uno a uno iban siendo abatidos por los rayos.

Anad, casi semiinconsciente, pens que estaba asistiendo al fin del mundo. No haba un pedazo de tierra seguro donde refugiarse. El fuego y las descargas elctricas estaban arrasando todo el permetro que la rodeaba. Baalat iba a por ella y ella se haba quedado sin fuerzas.

Gunnar lleg por fin al lugar donde haba dejado a Selene, pero Selene no estaba. En su lugar slo quedaba la cinta con la que acostumbraba a recogerse el pelo.

Gunnar, inquieto, deposit en el suelo a Anad y grit.

Selene! y sali corriendo en su bsqueda.

Anad, asustada, quiso decir No me dejes, tengo miedo, pero no pudo articular palabra. Al poco, la voz y los pasos de Gunnar se fueron perdiendo en la lejana. Y se fue el momento que aprovech Baalat para llegar hasta ella.

Anad sinti, esta vez s, claramente, un tentculo hmedo y viscoso reptando por su rostro y pretendiendo introducirse en su odo. El asco pudo ms que el miedo y de un manotazo apart el tentculo invisible, pero su mano qued impregnada de una sustancia pegajosa, exactamente como si hubiese metido la mano en un tarro de miel. Intent moverla pero no pudo, le pesaba y apenas tena tacto. Poco a poco los dedos se le fueron paralizando hasta que le quedaron liosos, rgidos. Parecan pegados con cola de zapatero y muertos. Era la mano de su sortija de esmeralda y sin el roce de su piedra mgica no poda convocar al guerrero almorvide.

Estaba sola y nadie poda ayudarla.

El pnico aflor al percibir de nuevo la repugnante sensacin de un tentculo fro e invisible que penetraba por uno de sus orificios nasales. Apret los dientes venciendo las arcadas y la necesidad apremiante de arrancarlo de un manotazo, como hiciera antes, y puso en juego toda su fortaleza repitindose una y otra vez que la fuerza era intil y que deba utilizar la magia con inteligencia y bloquear su mente para evitar ser invadida.

Consigui detener a Baalat a fuerza de voluntad frrea.

Y mientras la tierra se resquebrajaba, los matorrales ardan, los troncos de los rboles caan desgajados y Gunnar buscaba desesperadamente a Selene, Anad cay al suelo con los ojos en blanco luchando en silencio contra Baalat.

La poderosa magia de la Odish nigromante venca poco a poco la resistencia de la nia. Y a pesar de la tenacidad de Anad bloqueando su mente, su cuerpo iba Saqueando tras cada sacudida y sus convulsiones eran casi agonizantes. Apret los dientes hasta desencajarse la mandbula de dolor. Los calambres le agarrotaban los nervios. Cada clula, cada partcula de su piel, de sus msculos y sus huesos estaba en tensin. Hasta que no pudo ms. Al fin y al cabo su cuerpo era mortal y su corazn no resistira. Eso significaba la muerte.

La muerte?

Anad dud, flaque unos instantes, los suficientes para bajar sus defensas, y Baalat aprovech ese momento para colarse dentro de ella.

Penetr por su boca, sus odos y su nariz, y se desparram por su cuerpo y su cerebro causndole un agudo dolor en la cabeza.

Anad grit, pero nadie poda orla.

La Odish se ramific por todas sus conexiones neuronales y avanz como una serpiente a travs de sus pensamientos recnditos.

Anad, horrorizada, sinti como si una mano estrujase despiadadamente sus recuerdos infantiles, golpease hasta hacerla sangrar la memoria de sus experiencias y azotase sus sentimientos.

Baalat entr en ella, Baalat se expandi por sus manos, su estmago y su cerebro, y Baalat fue quien pidi a gritos el cetro de poder y husme hasta saber que estaba guardado en la caravana, dentro de la maleta, envuelto en toallas.

Anad an conservaba la conciencia de s misma, pero saba que pronto la perdera y que entonces su cuerpo quedara a merced de la voluntad de Baalat.

Anad, no te rindas le susurr una voz helada, pero cercana.

Atendi a esa voz amiga. Haba hablado a un rincn de su cerebro que todava le quedaba libre, un pequeo espacio de libertad en su mente invadida. Su memoria comenzaba a poblarse de extraas escenas. En ellas reviva sacrificios ofrecidos a la diosa Baalat, legiones romanas avanzando bajo una nube de polvo...

Anad, resiste volvi a decirle la voz sibilante y fra.

Anad lo intent con todas sus fuerzas. Se convenci de que esa lanza que sostena el decurin no era un recuerdo suyo y la destruy, la imagen desapareci de su recuerdo instantneamente.

Muy bien, Anad. chala fuera de ti. Cierra tu mente le orden la voz con autoridad.

Y Anad la obedeci.

Poco a poco fue rechazando con firmeza ese aluvin de imgenes y recuerdos ajenos, esa intrusin de vidas que no haba vivido, ese rosario de horrores que afortunadamente no haba presenciado. Y al hacerlo, not cmo la opresin de Baalat frenaba bruscamente, se detena y luego retroceda paso a paso. Exactamente, como si desde fuera la arrastrasen a su pesar. Lo comprendi rpidamente. La voz la ayudaba y estaba arrancando a Baalat de su cuerpo.

Ahora, Anad, ahora! le orden la voz.

Recuper sin dudarlo la entereza, supo aprovechar la ayuda que se le brindaba y expuls a Baalat fuera de su cuerpo con todas sus fuerzas. Y por fin estuvo libre.

Se llev las manos a la cara con temor. Jadeaba y temblaba como una hoja.

Esper un nuevo ataque, una nueva acometida. Pero no sucedi.

No haba nadie, slo una niebla pegajosa envolvindola. Tante el vaco con incredulidad. Y Baalat? Y la voz misteriosa que la haba defendido? Nada. La rodeaba la nada ms absoluta.

Por fin estaba libre, su mano haba recuperado la movilidad. Ella misma pas la palma de sus manos por sus piernas y san sus msculos restableciendo el tejido desbarrado. Su cuerpo era un guiapo, pero con la ayuda de la magia recuper el tono y la consistencia. No obstante, cuando fue capaz de caminar y quiso correr hasta la caravana para rescatar su cetro, se sinti tan cansada que boque en busca de aire, perdi pie y se desvaneci a tan slo unos pasos. Los suficientes para salvar la vida, porque en esos mismos instantes la caravana salt por los aires alcanzada por un rayo y el depsito de la gasolina explot como una bomba. El gran vehculo comenz a arder con llamaradas altas que chamuscaron las copas de los pocos pinos que haban resistido a los embates de la tormenta.

Anad abri los ojos aturdida por el ruido y se protegi la cabeza con las manos para librarse de la lluvia de casquetes y cenizas que caa sobre ella. Y vio el cetro de poder, resplandeciente, volando por los aires como un pjaro alado de fuego que, siguiendo la trayectoria de un arco perfectamente trazado, aterrizaba a sus pies, obediente.

No lo cojas, Anad, no lo cojas! oy que gritaba Selene en la lejana corriendo hacia ella.

Anad estaba aturdida. A su alrededor sucedan cosas extraas y necesitaba consejo. Frot su anillo de esmeraldas y ante ella apareci Yusuf con su espada desenvainada.

Oh, mi dama! En mi opinin, vuestro es el cetro, vuestro es el poder.

Debo usarlo?

Ha acudido a vuestros pies. Yo convocar a mis guerreros para protegeros.

Y as lo hizo. Un ejrcito silencioso e invisible de aguerridos guerreros rode a Anad. Pero ni siquiera bajo la proteccin del ejrcito almorvide Anad se atreva a cogerlo. Era incandescente, arda y, por precaucin, por miedo, retir la mano sin tocarlo.

Es una trampa, no caigas en ella! grit su madre. No ests preparada para dominarlo y Baalat podra arrebatrtelo.

Selene, jadeante, se acercaba a Anad con la angustia instalada en el rostro. Y tras ella, Gunnar. Los dos respiraron aliviados al comprobar que estaba sana y salva, y como si realmente fuesen capaces de comunicarse sin dirigirse ni una sola palabra, atravesaron las filas de los guerreros almorvides silenciosos, se tomaron de las manos y la rodearon. Anad qued en medio del crculo mgico que propiciaban sus padres. Una Omar, un Odish. La magia de ambos y su fuerza para proteger a su cachorro. En el crculo exterior, los guerreros de Yusuf tranquilizaban a sus inquietas monturas. Estaba protegida. Se senta segura.

Ciertamente el cetro es tuyo susurr Gunnar.

Tmalo, Anad oy la voz fra que la haba defendido de Baalat.

No lo cojas, Anad. Resiste insisti Selene.

Fuera de los crculos tras los que sus padres y los guerreros fantasmagricos la protegan, Anad poda sentir la rabia de Baalat. Pretenda el cetro. Por tanto, si Anad consegua el cetro antes, vencera. A quin haca caso?

La voz misteriosa y fra que la ayud a expulsar a Baalat de su cuerpo la decidi.

Anad, vence a Baalat, toma el cetro antes de que lo tome ella.

Y Anad, imbuida de sus palabras, alarg su mano y cogi el cetro de oro forjado por la madre O.

No se quem ni se resinti de su atrevimiento. Inmediatamente, un flujo de energa luminosa brot de la materia mgica de la que estaba compuesto el cetro dorado y se expandi clidamente, fluyendo por sus venas y alimentando todos y cada uno de los rincones de su cuerpo.

El cetro era hermoso, palpitaba entre sus manos y, si bien la palma ya no le quemaba, el cosquilleo que se extenda por su cuerpo era ms intenso en el lugar donde se produca el contacto.

El cuerpo fue perdiendo gravidez y tornndose ligero, ligero y Anad comenz a ascender como una pluma transportada por el viento. Hasta que, asombrada, se vio a s misma desde lo alto. No lo comprenda. Volaba? Levitaba? Qu haba sucedido?

En realidad, la sombra de Anad se haba separado de su cuerpo y se dejaba arrastrar por la voluntad del cetro. El cetro de poder gobernaba el espritu de Anad y la conduca hacia una dimensin espectral.

Se contempl con curiosidad. Esa joven esbelta, ms alta y ms delgada que Selene, de mirada azul, lmpida, acerada como un iceberg, y tez blanca, casi translcida, era ella? Le record vagamente a la dama de hielo, Cristine, su abuela. As la vean los dems? Y cuanto ms se miraba ms se sorprenda de su aspecto y ms fascinada quedaba por el frgil podero que irradiaba.

Y en esos momentos el crculo externo de los guerreros de Yusuf fue atacado por una horda compacta de bestias salvajes. No poda distinguir si se trataba de panteras,hienas o chacales. Aquellas fieras saltaban sobre las monturas de los almorvides con los colmillos desnudos sin temer a las espadas de los espritus.

Quiso bajar de nuevo y reunirse con su cuerpo terrenal para ayudar a sus padres, pero un chasquido, un dolor sbito y algo parecido a un desgarro la alert. Qu pasaba?

Y de pronto descubri que ya no vea nada, que todo se haba oscurecido. La niebla se extenda a sus pies como un manto y pronto trunc su sorpresa en extraeza. El hilo que la una con el mundo real se haba roto y su espritu vagaba sin rumbo, en otra dimensin.

Pero no estaba sola.

Ante ella haba una Odish. Baalat. La reconoci inmediatamente a pesar de ampararse en la sombra de un cuerpo robado. Baalat era una serpiente sinuosa con brazos, una lengua bfida y unos ojos afilados. Poderosa y brillante como una cometa alarg sus tentculos hacia ella y supo que pretenda arrebatarle el cetro y que por ello la haba separado de su cuerpo. Anad haba cado en la trampa de Baalat que la haba arrastrado hacia sus dominios.

Se defendi con saa. El cetro era suyo. Le perteneca. Entre la niebla oy la voz mortal de Selene, difuminada por la distancia.

No te dejes dominar por el cetro!

Pero Anad slo obedeca el dictado de la voz interior que la animaba a avanzar hacia Baalat.

Ven aqu, Anad, acrcate susurr Baalat.

Y esas palabras s que le sonaron claras. Saba que hablaba Baalat, pero no se amedrent. Pronto le demostrara quin era ms fuerte y quin era la duea del cetro.

Dio un paso adelante hasta que qued definitivamente cara a cara con la bruja Odish y qued suspendida en el vaco midiendo sus fuerzas con ella. Y de nuevo oy la voz de Selene avisndola.

Huye, Anad, huye!

Sin embargo, Anad no huy. El cetro pareca acercarla ms y ms a Baalat, hasta que sus alientos se confundieron y sus ojos se fulminaron.

Anad no tena miedo porque posea el cetro, sa era su arma mgica para destruir a Baalat. Levant lentamente su brazo con la intencin de golpear el crneo de su enemiga, pero no pudo. Por ms que intent asestar el golpe mortal, el cetro se negaba a seguir el dictado de su mano.

Destryela! Te ordeno que destruyas a Baalat, la dama oscura musit Anad en la lengua antigua.

La risa de Baalat la desconcert. No poda creerlo. El cetro se escurra de su mano y volaba hacia la mano de su oponente. No haba forma de retenerlo. Se escurra sutil, como una anguila untada de aceite. De nada serva su voluntad, ni su empeo en mantenerlo, ni sus palabras mgicas, ni su enfado repentino. Hasta que el cetro estuvo en la mano indebida y la voz atronadora de Baalat retumb en la noche:

Ha venido hasta m. El cetro ahora es mo.

Y se lanz sobre Anad, que abri la boca en busca de aire porque de pronto se ahogaba. Se llev las manos al cuello para detener la opresin que senta y que le impedarespirar. Baalat la estaba estrangulando sin ponerle siquiera una mano encima. La dama negra dictaba al cetro sus rdenes y ella simplemente se estaba muriendo.

Fugazmente, vio pasar ante sus ojos, a la velocidad de la luz, retazos de su vida. Vio a su abuela Demter con su trenza canosa y sus ojos grises tomndola de la mano en el robledal y mostrndole con un bastn, bajo la hojarasca, los lugares donde crecan los hongos venenosos de la Amanita muscaria. Vio los ojos negros de Roc en su rostro moreno y sus hoyuelos en las mejillas, riendo porque el agua de la poza estaba muy oscura y Anad haba confundido su mano juguetona con una culebra de ro. Vio a Elena, oronda, preada, ofrecindole un libro con el dibujo de una nia china, tocada con su sombrero redondo en una plantacin de arroz; vio a Karen examinndola y pesndola con un mohn de disgusto; vio a Selene arrullndola en sus brazos y llenndola de besos. Sus recuerdos pasando efmeros mientras el oxgeno dejaba de irrigar su sangre y los ojos se le nublaban de muerte.

Y cuando ya crea que haba entrado en la morada de los muertos, una bocanada de aire fresco penetr en su garganta y la vida regres a sus venas como una burbuja juguetona. Qu haba pasado? Qu ocurra?

Pronto lo supo. Baalat y ella no estaban solas. Una silueta femenina de luz fra y rostro velado se haba interpuesto entre ambas y luchaba denostadamente contra la Odish.

Anad se frot los ojos, pareca un hada, un hada victoriosa que asestaba rayos mortferos de luz blanca. Un hada silenciosa, fra y vengativa que no tuvo piedad de la Odish y finalmente consigui desgajarla en mil pedazos.

Quin era la misteriosa dama que le haba salvado la vida?

Y el cetro?

Lo busc con la mirada y lo vio flotando en el espacio. La llamaba de nuevo. Quiso tomarlo, pero la ingravidez de su cuerpo la desconcert. De pronto fue consciente de su levitar y supo que iba a caer de nuevo a la tierra.

El cetro! grit alargando su mano hacia l.

Pero la misteriosa hada de luz de voz helada, la guerrera que haba vencido a Baalat, se adelant, tom el cetro en sus manos resplandecientes y desapareci sin mostrar su rostro.

Mi cetro! grit Anad horrorizada.

Y en ese momento cay sobre el suelo recuperando la sensacin del peso de su cuerpo y la conciencia de ser terrenal.

A su lado, una serpiente caa con la cabeza cercenada por el atame que sostena Gunnar, si es que ese berseker que echaba espuma por la boca y destellos de ira en sus pupilas era realmente Gunnar.

Tras l Selene, sin dudar, clav su propio tame en el corazn del cuerpo sin vida de la serpiente. El embrujo estaba destruido.

Tambin el valiente ejrcito de los espritus de Yusuf Ben Tashfin, cubierto de la sangre de las fieras y con sus ropas y sus cuerpos desgarrados por las mordeduras, se reagrupaban en torno a su jefe.

Selene dio un paso hacia su hija y la abraz con Tuerza. Anad not sus sollozos y el calor de sus lgrimas que goteaban en su nuca, como un bao de compasin y afecto que la haca retornar a la tierra.

Anad, mi nia, mi pequea.

Y ella se dej querer sintindose de nuevo esa nia, una pequea nia en brazos de su madre.

CAPTULO III

Las traiciones

l detenerse el coche, Anad se despert. Se senta diminuta, como una lenteja acunada en la palma de una mano. Quiz porque haba dormido sobre la falda de su madre, en el asiento trasero del coche, y tena el recuerdo de sus dedos giles tanteando su espalda y dibujando letras de palo sobre su piel. Las letras componan palabras, palabras secretas que deba adivinar. Un juego antiguo al que Selene y ella eran aficionadas para huir de la disciplina severa de Demter. Ri al recordar cmo Selene la tentaba con un bombn de rico chocolate pralin que las dos compartan en el pajar que haca las veces de garaje. A oscuras, a escondidas, como dos chiquillas traviesas, se sentaban dentro del viejo coche para saborear los dulces prohibidos. Luego, ella se estiraba sobre la tapicera polvorienta y Selene escriba en su espalda como lo haca ahora.

Se concentr para comprender el mensaje de Selene. Qu estaba escribiendo? Mi pequea, le pareci interpretar.

Le complaca especialmente cuando Selene le acariciaba el cabello y trazaba crculos en su nuca. Era tan agradable que finga estar dormida para que su madre continuara demostrando su juego carioso.

Pero Selene la despert a su pesar.

Anad, Anad, despierta, ya hemos llegado.

Ni siquiera pregunt dnde. Ya no tena casa, era nmada y su ltimo refugio, la caravana que haban alquilado, haba saltado por los aires tras la explosin que provoc Baalat. Ahora eran fugitivos sin equipaje, sin pertenencias. Le extra la certeza de no tener nada. Y la tranquiliz. No haba nada que no pudiese ser repuesto o sustituido y comenzaba a aprender una leccin que desconoca. Lo ms valioso son las personas y los recuerdos. La vida, en definitiva. Aunque se reservaba una carta en su manga: tena una casa en Urt, una casa a la que podra regresar siempre que lo desease. All s que guardaba sus juguetes, sus libros, sus fotografas y los aromas y las msicas que la acompaaron en su niez.

Antes de abrir los ojos olfate el aire como su abuela Demter le haba enseado a hacer. Como las lobas. El olor a salitre la remiti a Gunnar. Era eso, estaba en el coche de su padre. Y se acord del guerrero salvaje que haba decapitado a la serpiente Baalat. Abri los ojos sbitamente y se incorpor para cerciorarse de que en efecto Gunnar era ese hombre, pero sus ojos le devolvieron la imagen de un apuesto y maduro padre de familia que sonrea cariosamente a su mujer y a su hija tras un agotador viaje automovilstico.

Qu tal has dormido? pregunt con dulzura.

Estupendamente, como un beb respondi Selene por ella.

Y Anad detect que por primera vez su voz no trasluca ninguna agresividad. Tal vez sus padres se haban reconciliado. Tal vez esa horrible batalla haba servido para unirlos. Tal vez su amor por ella haba sido el pegamento mgico que los haba unido a pesar de sus fuerzas centrfugas y de la maldicin de la bruja Bridget, en el monte Domen. Se llen de esperanza con sus tal vez y no quiso interferir el silencio mgico que presida los movimien-tos de Gunnar cuando desconect la llave del coche, abri la portezuela delantera y se ape.

Voy a preguntar si hay habitaciones libres. Me esperis?

De acuerdo asinti Selene condescendiente, complaciente, comprensiva.

Anad quiso gritar de alegra. Su madre haba entrado en razn! Mir a travs de la ventanilla y sigui con los ojos los pasos seguros de su apuesto padre. Y de pronto tuvo el impulso de decirle que le quera, que le estaba agradecida por su valor. Asi la puerta para abrirla y... grit de dolor. Su mano estaba caliente y sensible. La contempl asombrada. Estaba quemada, la piel haba saltado y tena toda la palma en carne viva.

Qu me ha pasado?

Selene la examin con mirada circunspecta.

El cetro. Tienes la marca.

Qu marca?

La marca de la profeca de Odi musit Selene con tristeza.

Anad record los versos de la profeca.

Ella destacar entre todas,

ser reina y sucumbir a la tentacin.

Disputarn su favor y le ofrecern su cetro,

cetro de destruccin para las Odish,

cetro de tinieblas para las Omar.

Era cierto. Haba sido vctima del cetro. Pero a pesar del dolor que le causaba la herida, al nombrar el cetro y evocar el bienestar que sinti con l en la mano, quiso tenerlo de nuevo.

Dnde est? pregunt con inquietud.

Ha desaparecido reconoci Selene angustiada.

Anad sinti que le faltaba el aire.

No puede ser.

Es as.

No lo tienes t? pregunt Anad segura de que s, de que su madre lo tena escondido como antes.

Selene no respondi inmediatamente.

Qu sientes? Sientes deseos de volver a tenerlo?

Anad se avergonz, pero as era.

Eso es malo?

Es peligroso admiti Selene. An no estabas preparada.

Anad necesitaba respuesta a su pregunta. Le produca una inquietud enorme.

Dime dnde est el cetro.

Pero Selene no respondi directamente a su pregunta.

Te lo advert. En lugar de dominar al cetro, el cetro te domina a ti.

Lo cogiste t?

Ha desaparecido, Anad.

Cmo?

Se ha esfumado.

Anad se qued sin aliento. No poda ser. Entonces era cierto, esa luz refulgente con forma de mujer que destruy a Baalat se apropi del cetro. Quin era? Qu era? Una Odish? Selene? Un espectro? Necesitaba saberlo.

Es mo.

Me asustas, Anad.

Por qu?

El cetro obedece a una voluntad ms frrea a pesar de que t seas la elegida. Ahora le perteneces. Eres vulnerable, Anad.

Y qu tengo que hacer?

Olvidarlo hasta que destruyamos definitivamente a Baalat.

Anad parpade confundida.

No la hemos destruido ya?

Ella crea, ilusionada, que haban vencido. La vio bajo la forma de una serpiente muerta, decapitada. Luego atravesaron su corazn y redujeron su cuerpo a cenizas como exiga el ritual. Ese cuerpo era inservible.

Baalat, ha desaparecido... insisti, pero ante el silencio de su madre dud: O no?

No, Anad. Baalat slo est momentneamente vencida. Le costar reponer fuerzas, pero regresar. Desea el cetro y lo tomar. Tarde o temprano.

Pero...

Escchame, Anad susurr Selene. Escchame bien, porque cuando Gunnar regrese tendremos que fingir.

Anad vacil. No le gustaba nada el tono de la voz de su madre. Era desconfiado y conspirador. Los pelillos de la nuca se le erizaron avisndola de que pronto oira cosas que no deseaba or. Y sin embargo las oy.

Tenemos que aprovechar cuando Gunnar duerma para escapar. Debes estar preparada en cualquier momento.

Escapar? repiti con la voz helada del miedo. Yo crea que...

Call. Era evidente que lo que ella creyese o dejase de creer traa sin cuidado a su madre.

Gunnar es peligroso, tenemos que preservarnos.

Pero Anad salt enfurecida.

Mi padre me ha salvado la vida.

Claro.

Pues entonces...?

Selene le ech en cara lo que para ella era evidente.

No te das cuenta de que ha sido l quien ha robado el cetro?

Anad balbuce:

Qu...?

Es as de perverso, Anad. Tienes que desconfiar de sus actos por definicin.

Anad consigui desatascar su asombro ante tamaa desfachatez.

Mat a Baalat y puso su vida en peligro.

Claro, yo misma fui testigo, pero eso no significa que no fuera una estratagema,

El qu?

El ataque.

El ataque de Baalat? Quieres decir que Gunnar lo planific?

Le pareci simplemente absurdo, pero Selene fue vehemente.

Siempre que sucede algo debes preguntarte quin sale beneficiado y por qu. A veces las crisis se provocan. S perfectamente que Gunnar pudo dejar pistas de nuestra supuesta indefensin, invitar al enemigo a atacarnos y luego quedarse con el cetro y esconderlo.

Anad se llev las manos a los odos para no escuchar ms las insidias de Selene. No poda concebir algo tan tortuoso, tan sumamente complicado. Y sin embargo, haba algo de verdad en su acusacin. Estaba prendada de Gunnar y eso era tan cierto como que Selene estaba celosa de ella y no poda aceptar que su padre la quisiera.

Mi padre me quiere.

No es cierto. Te utiliza, se sirve de ti.

Anad no pudo soportar ms la intransigencia de su madre.

Es que nadie me puede querer? Roc tambin me quiere, aunque te fastidie!

Selene call repentinamente. No replic con el desparpajo y la rapidez que eran caractersticos en ella. Por algn motivo Anad haba dado en el blanco y la haba dejado en evidencia. Era porque haba mencionado a Roc? Qu pasaba con Roc? Saba Selene alguna cosa que ella no supiese? Le estaba escondiendo algo?

Mam, qu pasa con Roc?

Selene rehuy su mirada y desvi la cabeza hacia la ventanilla. Se frot nerviosamente su dedo anular, como si an fuera ella la que luciese la sortija de esmeralda y pidiese ayuda a algn espritu para sacarla del aprieto. Eso inquiet ms si cabe a Anad.

Mam, contstame... Qu ha pasado?

Es que no te conviene saberlo ahora.

El qu? insisti Anad con un hilo de voz . Le ha pasado algo? Est bien?

Selene suspir y apret su mano.

Est bien, pero...

Pero qu?

Ha vuelto con Marion dijo Selene, y desvi la mirada avergonzada.

Anad haba barajado mil posibilidades en un segundo: que hubiese sido vctima de alguna Odish, que hubiese sufrido un accidente o hasta que hubiese perdido la razn, pero volver con Marin ni se le haba pasado por la cabeza. Le doli como cuando se caa con la bicicleta y le quedaban manos y rodillas sangrando y el cuerpo dolorido por el impacto. Le dola fsicamente. Vea estrellas parpadeando como tras un choque brutal.

Por qu? Eh? Por qu?

Y sin esperar respuesta estall en un llanto sincero, un llanto de desconsuelo que Selene intent calmar, aunque su esfuerzo era intil puesto que las penas de amor son inconsolables.

Unas horas ms tarde, tras haberse dado un bao de agua caliente y haber tomado un tentempi fro que les sirvieron a regaadientes porque la cocina estaba cerrada a esas horas, Anad se tendi en la cama de la habitacin que comparta con su madre e intent dormir.

Si bien su cuerpo lo necesitaba, su cabeza no se lo permita. Ya no slo era la tristeza de la imposibilidad de reconciliar a sus padres. Esa esperanza haba sido un globo que se haba pinchado sbitamente. Ahora una frase tamborileaba insistentemente en sus odos: Ha vuelto con Marion, Roc ha vuelto con Marion, ha vuelto con Marion... La oa una y otra vez como un estribillo repetido hasta la saciedad. Iba y vena y a modo de pndulo regresaba fatalmente a su odo martillendolo con esa frase odiosa.

Se levant de un salto y sali sigilosamente a la pequea terraza de la habitacin. Se sent en una mecedora y meci su angustia, pero no consigui echar de su cabeza la pregunta que le morda rabiosa:

Por qu? Por qu?

Convoc a Yusuf en un rapto de ira. Los espritus lo saban todo, o eso era de lo que alardeaban.

Mi seora?

Dime, Yusuf, por qu me ha dejado Roc? No le gustaba?

Oh, s, mi seora, estaba loco por vos, pero eso fue antes de beber la pcima.

Qu pcima?

La del olvido, mi seora.

Roc bebi una pcima del olvido para olvidarme?!

Efectivamente.

Y por qu? Por qu tena que recurrir a algo as?

l no lo decidi, mi seora.

Entonces quin fue?

Se la proporcion su madre.

Elena? pregunt con incredulidad. Elena prepar una pocin del olvido para Roc y se la dio a beber?

As ocurri.

Por qu?

Porque as lo convino con Selene.

Anad se detuvo en el acto. Un escalofro le recorri lentamente la espina dorsal. Acababa de or bien? El espritu haba dicho fue Selene quien convino con Elena que Roc tena que olvidarla. Todo comenzaba a cobrar sentido, aunque casi no se atreva a continuar con su interrogatorio.

Y mi madre por qu lo decidi?

Vuestra madre considera que los amoros os restan fuerza y concentracin. Pensar en Roc entorpece vuestra misin y os distrae de vuestro cometido.

A Anad le hirvi la sangre en las venas.

se era el cdigo Omar que tanto se haban empeado en inculcarle? Selene usaba la magia Omar para sus propios fines. Interfera en los sentimientos humanos con pcimas, como hizo de joven con Gunnar, como a lo mejor haba continuado haciendo con tipos como Max. No tena vergenza, ni justificacin alguna! Era simplemente un acto mezquino.

Y mi cetro? Y el cetro de poder?

Lo tiene... ella.

Dnde?

En un lugar que conocis.

Cul?

No me est permitido decroslo, pero podis VERLO. Ahora vuestra mano es el espejo de vuestros deseos.

Mi mano?

Y contempl con estupor la palma do su mano. Resplandeca, su herida le quemaba, pero bajo la herida la luz de la verdad sala a borbotones.

Mi mano me permite ver a travs de los espejos?

S, mi seora. El cetro es vuestro y vuestro es el poder de saber dnde se oculta.

Anad se qued pensativa unos instantes.

Gracias, Yusuf, te has portado muy bien, has sido valiente y te mereces el descanso eterno.

Una luz de esperanza brill en los apagados ojos del guerrero.

Y mis hombres?

Anad se sinti generosa.

Tus hombres tambin.

Y ante la perplejidad del curtido almorvide, que haba convivido tantos siglos con la incertidumbre, Anad pronunci las palabras mgicas que le concederan la paz.

Descansad pues, Yusuf Ben Tashfin, t y tus hombres, de este transitar intil en el mundo de los vivos. Penetrad en el reino de los muertos y encontrad vuestro camino hacia la eternidad. Yo, Anad Tsinoulis, as os lo ordeno.

Yusuf apenas pudo agradecerle su gesto con una sonrisa. Pronto, su imagen fue simplemente un recuerdo efmero.

Anad se sec las pocas lgrimas que le quedaban, se levant con determinacin, se dirigi al bao, cerr la puerta y levant su mano hacia el espejo. Las palabras que deseaba salieron solas, sin conocerlas.

Alm nu olplemp.El espejo le devolvi la imagen que haba pedido. Ah estaba su cetro, oculto entre unas rocas. Brillaba, la encandilaba con su luz. Alarg su mano ansiosa, pero fue en vano. El cetro ora una ilusin, poda verlo, pero no poda tocarlo. Dnde estaba? Yusuf lo dijo quo oculto en un lugar conocido. Ya no poda preguntarle de nuevo. Se esforz en fijar su atencin en el lugar: el agua goteaba de las paredes y tras el cetro se alzaba una esbelta columna de piedra caliza solidificada a lo largo de los milenios. Se fij mejor. Era una formacin de una estalactita y una estalagmita que haban acabado por unirse. Y sobre ellas, unas estalactitas excntricas que recordaban a una estrella de mar. Estaba en... su cueva. La cueva de Urt. Claro! Un lugar que Selene conoca. La cueva del bosque, del robledal al que acuda con Demter. La cueva donde se escondi tras la muerte de su abuela y la desaparicin de su madre y ante la cual enterr la talla de piedra lunar. La cueva donde la loba madre se le haba aparecido para indicarle el camino hacia el mundo opaco.

Por qu lo haba hecho? Por qu le haba mentido? Selene alejaba el cetro de ella. Era egosta. Tambin la alejaba de Roc y de su padre. Era una envidiosa.

Acerc su mano hacia el cetro, imagin que lo coga y la descarga elctrica que recorri su cuerpo fue suficiente para que su herida se resintiese. Anad, en silencio, formul su deseo y se desprendi del hechizo del espejo. La consol la certeza de que su deseo se cumplira pronto, muy pronto.

Antes de meterse en la cama de nuevo se asom un segundo a la terraza. Una brisa suave acarici su rostro y ventil sus ltimos suspiros quejosos. Anad ya no lloraba y se prometi que no llorara ms. A partir de ese mismo momento actuara.

A lo lejos, dos siluetas caminaban en la oscuridad, pero Anad no les dio ninguna importancia. No obstante, debera habrsela dado, puesto que hablaban de ella y decidan su futuro. Luego una de aquellas dos misteriosas figuras se escabull entre las sombras y regres al motel.

Era Gunnar.

CAPTULO IV

La desobediencia

la desobediencia dejaba huella, o Selene haba ideado una treta para pescarla, o ambas cosas, pensaba Anad con preocupacin mirndose la palma de su mano incandescente. Era innegable que la magia del cetro la delataba. Las heridas haban desaparecido milagrosamente y, en su lugar, la superficie que abarcaba esa cicatriz de carne ligeramente ms rosada irradiaba un haz de luz tenue, la suma entrelazada de cada uno de los minsculos hilillos de luz que salan de los orificios microscpicos de los poros de su piel.

Movi la mano con incredulidad e ilumin la pared. Qu fuerte! Era una linterna humana. Si no hubiera sido por el apuro de sentirse descubierta, hasta le hubiera parecido divertido. Imagin que colocaba su mano en la oscuridad sobre la pgina de un libro y sinti el aguijn de la curiosidad. Cerr la persiana, tom el listn telefnico que haba sobre la mesilla y lo prob. Qu maravilla, mejor que el flexo de su mesilla de noche. Ya no necesitara la ayuda de ninguna bombilla elctrica nunca ms. Con su mano podra iluminar las noches de pesadillas, las escaleras peligrosas, los pasillos angostos, hasta las cuevas profundas adonde no llegaban los rayos de sol, como las que explor su madre Selene cuando descendi al Camino de Om.

Al pensar en ello, se estremeci: el Camino de Om, el camino de los muertos. No slo le horrorizaban los muertos, sino que su madre tena la turbia idea de obligarla a acercarse a ellos. Ella estaba viva y enamorada.

Y de pronto se acord de Roc, y se qued sin aire. Boque con angustia. Se ahogaba. Roc ya no la quera. Roc estaba otra vez con la odiosa Marion y la haba olvidado.Sufra amnesia y nunca recordara que le dijo que quera besarla. La rabia que sinti contra Selene y Elena fue suficiente para acelerarle el pulso, retornarle la respiracin y hacerle apretar los puos muy fuerte.

Y mientras continuaba sobre la cama, inmvil, entre tenida en pensamientos dolorosos y catastrofistas, unos pasos se acercaron y se detuvieron ante su puerta. Anadno atendi a ese taconeo diligente. Estaba absorta en sus penas y distrada por el sonido del televisor de la habitacin contigua. Adems, la puerta se abri muy rpido y lapill desprevenida. Sin calibrar las consecuencias de su gesto levant su mano en direccin a la intrusa y un haz de luz se proyect sobre la cara horrorizada de una muchachade facciones grandes, pelo teido y dientes fuertes que se llev un susto de muerte porque crea que la oscura habitacin estaba vaca.

Qu haces aqu? tron la voz de Anad desde la retaguardia de su mano incandescente.

Pareca la voz de una desconocida y ella misma fue la primera en sorprenderse por la dureza de su tono y la brusquedad de su pregunta.

Lo siento, seora. Disclpeme, seora, no saba que estaba todava aqu... balbuce la chica hecha un manojo de nervios y en un amago de reunirse.

La llamaba seora? Crea que era realmente una seora? Iba a echarse a rer, pero not que le gustaba esa reaccin pueril y temerosa de la chica de la limpieza.

Espera! la detuvo Anad con autoridad.

Quera cerciorarse de que no fuera su enemiga y saborear un rato ms el placer de sentirse respetada.

En lugar de retirar el haz de luz de la chica, se entretuvo moviendo imperceptiblemente su mano de arriba abajo y enfocando con detenimiento su cara, como si fuese el polica de un interrogatorio. Estudi sus facciones. Se detuvo en sus cejas pobladas, en sus labios gruesos, en sus ojos parduscos, obligndola a parpadear y a cerrarlos. La chica, aturdida por el filo hiriente de la luminosidad, no se atreva a moverse. Imposible que Baalat se hubiera reencarnado tan rpidamente en otro cuerpo, pens Anad. Imposible que Baalat no hubiese escogido con ms mimo su envoltorio. La chica, de piel muy blanca, mostraba unas venillas rojas en las aletas de la nariz, las cejas excesivas, una sombra de vello en el labio superior, las manos agrietadas y el pelo requemado por las mechas. Y a pesar de lodo tena encanto por toda esa suma de imperfecciones que la hacan humana, natural, vulnerable.

Cmo te llamas? inquiri Anad intentando imprimir a su pregunta un soplo de simpata sin conseguirlo.

Rossy, seora.

El diminutivo no le pegaba nada, pens Anad, pero se abstuvo de decirlo.

Rossy, necesito consultar mi correo electrnico. Dnde puedo hacerlo?

En recepcin, seora; yo misma la acompaar.

Y entonces Rossy se tap la cara con las manos y, algo ms confiada, suplic:

Puedo abrir la ventana y se lo explico mejor? Es que, as, con esa luz en los ojos, es como si estuviera desnuda.

Rossy haba dado en el clavo. Eso era justo lo que Anad pretenda. Eso era el desvalimiento: un foco aturdidor en los ojos, la oscuridad alrededor y alguien fuerte manejando la luz.

Rossy era decidida y se conoca bastante bien las distancias de las habitaciones que limpiaba cada da. En cuatro zancadas se haba plantado junto a la ventana y habasubido la persiana. Demasiado tarde. Anad escondi rpidamente su mano en su espalda, casi en el mismo momento en que Rossy abra la boca y los ojos con espanto yreprima un grito.

No puede ser!

Anad tambin se inquiet. Rossy la miraba asustada.

No, es imposible.

El qu?

Dnde est la seora? Qu seora?

Pues quin va a ser, la que estaba aqu, con la linterna en la mano, la que me hablaba.

Soy yo