La Globalizacin y El Nuevo Orden Mundial Antagonismos Conflictos y Crticas

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eumed.net http://www.eumed.net/rev/cccss/02/mb.htm LA GLOBALIZACIÓN Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL: ANTAGONISMOS, CONFLICTOS Y CRÍTICAS Mauro Beltrami Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Argentina [email protected] INTRODUCCIÓN Globalización es una de las palabras que más se escuchan y se utilizan cotidianamente. Se trata de un término de carácter complejo, multif acético y polémico. Qué es la globalización y qué hay de nuevo en ella es objeto de un intenso debate. Pero podemos af irmar que cuando se habla de globalización, se hace ref erencia a un proceso de carácter f undamentalmente económico, no se encuentra limitado únicamente a esto último. Pone en juego también dimensiones de carácter político, social y cultural. Es un producto de la civilización occidental, pero no se trata en absoluto de un proceso homogéneo. Las denominaciones del f enómeno varían según el idioma: en f rancés, se utiliza mondialisation; en italiano, globalizzazione; en inglés, globalization; en alemán, Globalisierung.Las sociedades se abren a la circulación de activos f inancieros, a la importación y exportación de bienes materiales, pero también simbólicos, los cuales, al encontrarse inmersos dentro de esta trasnacionalización, se transf orman en emblemas de un imaginario supranacional. Culturas que un siglo atrás eran ajenas a la existencia cotidiana han pasado a ser parte de nuestro horizonte diario, a lo cual ha contribuido tanto los medios de comunicación de masas, como un f enómeno social moderno como lo es el turismo –el cuál no deja de representar un tipo de migración temporal de carácter circular-.La globalización es un proceso que reestructura y resignif ica continuamente nuestro modo de vida, nuestra cultura y nuestra sociedad. Es así que hemos decidido encarar el presente trabajo, cuya extensión es breve, con el f in de observar, partiendo de la evolución histórica de la globalización y sus particularidades, hasta los conf lictos que emergen de ella, conjuntamente con las posturas críticas al desarrollo que viene experimentando el f enómeno, el cual parece de carácter irreversible. Lo que ha guiado a nuestro trabajo es observar a la globalización en el marco del llamado nuevo orden mundial. Para citar este artículo puede utilizar el siguiente f ormato: Beltrami, M.: La globalización y el nuevo orden mundial: antagonismos, conflictos y críticas, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, julio 2008. www.eumed.net/rev/cccss/02/mb.htm MARCO TEÓRICO Def inir a la globalización resulta una tarea ardua, puesto que existe una amplia variedad de signif icados del f enómeno, con variaciones no únicamente f ormales entre sí. Debemos aceptar la existencia de múltiples visiones sobre el signif icado de globalizarse, pero podemos coincidir en señalar que su rasgo central es la intensif icación de las interconexiones entre sociedades. El f in globalizador a alcanzar sería la construcción de un mercado mundial, en donde el dinero y la producción de bienes y de mensajes se desterritorialicen, y donde las f ronteras nacionales y las aduanas avancen progresivamente hacia su neutralización. Nuestra época se ha desarrollado bajo el impulso de la ciencia, de la tecnología, del pensamiento racional y de

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eumed.net http://www.eumed.net/rev/cccss/02/mb.htm

LA GLOBALIZACIÓN Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL:ANTAGONISMOS, CONFLICTOS Y CRÍTICAS

Mauro BeltramiUniversidad Argentina de la Empresa (UADE), Argentina [email protected]

INTRODUCCIÓN

Globalización es una de las palabras que más se escuchan y se utilizan cotidianamente. Se trata de un términode carácter complejo, multif acético y polémico. Qué es la globalización y qué hay de nuevo en ella es objeto deun intenso debate. Pero podemos af irmar que cuando se habla de globalización, se hace ref erencia a unproceso de carácter f undamentalmente económico, no se encuentra limitado únicamente a esto últ imo. Poneen juego también dimensiones de carácter polít ico, social y cultural. Es un producto de la civilización occidental,pero no se trata en absoluto de un proceso homogéneo. Las denominaciones del f enómeno varían según elidioma: en f rancés, se utiliza mondialisation; en italiano, globalizzazione; en inglés, globalization; en alemán,Globalisierung.Las sociedades se abren a la circulación de activos f inancieros, a la importación y exportaciónde bienes materiales, pero también simbólicos, los cuales, al encontrarse inmersos dentro de estatrasnacionalización, se transf orman en emblemas de un imaginario supranacional. Culturas que un siglo atráseran ajenas a la existencia cotidiana han pasado a ser parte de nuestro horizonte diario, a lo cual hacontribuido tanto los medios de comunicación de masas, como un f enómeno social moderno como lo es elturismo –el cuál no deja de representar un tipo de migración temporal de carácter circular- .La globalización esun proceso que reestructura y resignif ica continuamente nuestro modo de vida, nuestra cultura y nuestrasociedad. Es así que hemos decidido encarar el presente trabajo, cuya extensión es breve, con el f in deobservar, partiendo de la evolución histórica de la globalización y sus particularidades, hasta los conf lictosque emergen de ella, conjuntamente con las posturas crít icas al desarrollo que viene experimentando elf enómeno, el cual parece de carácter irreversible. Lo que ha guiado a nuestro trabajo es observar a laglobalización en el marco del llamado nuevo orden mundial.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente f ormato:Beltrami, M.: La globalización y el nuevo orden mundial: antagonismos, conflictos y críticas, en Contribuciones alas Ciencias Sociales, julio 2008. www.eumed.net/rev/cccss/02/mb.htm

MARCO TEÓRICO

Def inir a la globalización resulta una tarea ardua, puesto que existe una amplia variedad de signif icados delf enómeno, con variaciones no únicamente f ormales entre sí.

Debemos aceptar la existencia de múltiples visiones sobre el signif icado de globalizarse, pero podemoscoincidir en señalar que su rasgo central es la intensif icación de las interconexiones entre sociedades. El f inglobalizador a alcanzar sería la construcción de un mercado mundial, en donde el dinero y la producción debienes y de mensajes se desterritorialicen, y donde las f ronteras nacionales y las aduanas avancenprogresivamente hacia su neutralización.

Nuestra época se ha desarrollado bajo el impulso de la ciencia, de la tecnología, del pensamiento racional y de

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una cultura industrial-urbana que encuentra sus raíces en el pensamiento iluminista y en la expansión de lossiglos XVII y XVIII. Nosotros consideramos a la globalización como un f enómeno propio de la modernidadeuropea-occidental, consecuencia de la doble revolución burguesa, f rancesa e industrial. Ambas revolucionesimplicaron el triunf o de una nueva sociedad. “La gran revolución de 1789-1848 f ue el triunf o no de la “industria”como tal, sino de la industria “capitalista”; no de la libertad y la igualdad en general, sino de la “clase media” osociedad “burguesa” y liberal; no de la “economía moderna”, sino de las economías y estados en una regióngeográf ica particular del mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamérica), cuyo centro f ueron losestados rivales de Gran Bretaña y Francia” (1). Y razonamos que la globalización ha encontrado campo f értilpara su desarrollo en la expansión imperialista europea, comenzada durante la segunda parte del siglo XIX.(2)Es así que podemos af irmar que la globalización es hija del sistema de producción capitalista.(3) “Mediante laexplotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo detodos los países”. (4)

La globalización no consiste únicamente en un aumento de la actividad comercial a nivel mundial. Representatambién un cambio cualitativo en la estructura de la economía capitalista. Tal como lo mencionara Marx, elcapital existe en tres f ormas: capital moneda, capital productivo y capital mercadería. La autoexpansión delcapital se da a partir de la metamorf osis del capital mismo por medio de estas tres f ormas.

La historia del capitalismo puede ser tomada como la globalización de las tres f ormas de capital. El crecimientodel comercio internacional durante el siglo XIX, producto de la doble revolución burguesa, f ue testigo de laglobalización del capital mercadería. Por su parte, la globalización del capital moneda se va produciendo haciaf inales del siglo XIX, a través del desarrollo de las inversiones internacionales y de la evolución del sistemabancario internacional. Nos encontramos, aquí, en la etapa imperialista de f inales del siglo XIX.

No obstante, aún cuando estos cambios estructurales se producían, el capital productivo continuabaencontrándose limitado hacia dentro de las f ronteras del estado-nación, y, desde allí, buscaba atraer a lamano de obra. Tras la segunda guerra mundial, se produce la tercera globalización del capital, la del capitalproductivo. Desde entonces, el capital productivo f luctúa por todo el mundo –aunque limitado por losconf lictos entre los dos grandes bloques de poder de la postguerra-, con el f in de reducir la estructura decostos y de utilidades de los f actores de producción. A este tipo de globalización inf luyeron f undamentalmentelos avances tecnológicos y comunicacionales.

En el presente trabajo trabajaremos la globalización con un sentido de la tendencia progresiva hacia elincremento de la interdependencia económica y cultural entre sociedades, en el marco teórico de laneutralización de las f ronteras (territoriales, étnicas, etc.) respecto a la circulación de bienes, personas ymensajes entre estados. Y se indagará en la globalización en la época del nuevo orden mundial.

Tras la f inalización de la Guerra Fría, se abogó a través de diversas f ormas por un nuevo orden. Por nuevoorden mundial, entendemos al sistema de relaciones internacionales aparecidos tras la caída de la UniónSoviética. Noam Chomsky ha estudiado el tema con detenimiento y ha llegado a la conclusión de que el nuevoorden mundial, al igual que el viejo, se encuentra asentado sobre la desigualdad, la hipocresía, el racismo y elcolonialismo. “Por ello t iene su mérito describir el orden mundial, viejo o nuevo, como “la reglamentación de lapiratería internacional””.(5) El nuevo orden se dif erencia f undamentalmente del antiguo por no existir ya dossuperpotencias líderes de los dos grandes bloques de poder, pues ahora el capitalismo parece alcanzarindiscutiblemente la primacía mundial. Es la era de la globalización neoliberal, de la occidentalizaciónintensif icada, del discurso único. Y esta era resulta muy interesante para estudiar, pues en ella, aparentementetendiente a la unif icación mundial sobre la democracia burguesa-occidental y el libre mercado (6), se observanantagonismos y contradicciones inherentes a la propia naturaleza del f enómeno. Justamente, en f ebrero de1990, el Comité Internacional de la IV Internacional explicó que la desaparición de la URSS signif icaba el f in dela época postguerras, pues, en ésta, los antagonismos f undamentales se habían mantenido aplacados bajo elpeso de varias estructuras polít ico-estatales, pero a partir de dicho acontecimiento había surgido una época

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que sería testigo del choque abierto de f uerzas clasistas antagónicas. (7)

Las contradicciones, los conf lictos y las consecuencias de la globalización durante la era del nuevo ordenmundial son, precisamente, el objeto de estudio del presente ensayo. En la breve extensión de nuestrotrabajo, nos centraremos tanto en la globalización en sus interrelaciones económicas y culturales. El temaobviamente no se agota aquí; simplemente, aquí, nos hemos centrado sobre uno de los aspectos de laglobalización, el de sus contradicciones y su rechazo.

LA GLOBALIZACIÓN EN CONFLICTO

“No me hablen de comprender el negro. La misión del hombre blanco es la de colonizar al mundo, y éste es untrabajo suf icientemente grande. ¿Qué tiempo le queda para disponerse a estudiar a los negros?”

Jack London (8)

Como ya hemos adelantado, la globalización presenta conf lictos inherentes a su propia naturaleza. Losdesarrollos económicos y tecnológicos que se han producido en la era de la globalización, llevaron a un nivelde intensidad sin precedentes la contradicción f undamental entre la economía internacional y los estadosnacionales, y entre la producción social y la propiedad privada. Es por esto que la articulación entreglobalización, integraciones regionales y culturas diversas ha pasado a ser un asunto clave. “Al querer excavarsu signif icado más prof undo, la globalización permanece asociada al carácter indeterminado, ingobernable yautopropulsivo de los negocios mundiales; aún, hace pensar a la ausencia de un centro, de una sala decomando, de un consejo de administración, de una of icina de dirección. La globalización es el “nuevo desordenmundial” de Jowitt expresado con otro nombre”. (9)

Hoy en día, podemos considerar como virtualmente acabada la discusión que se dio en la últ ima década delsiglo XX, donde se debatía, desde la izquierda, sobre la realidad –o no- de la globalización en el nuevo ordenmundial como un salto en la evolución histórica del sistema de producción capitalista. No debemos olvidar que,en los ’90, había quiénes la consideraban desde “un mito”, hasta “nada más que imperialismo”. MartaHarnecker, Hirst y Thompson son algunos de los autores englobados en esta línea. Pero, quiénes opinaban eneste sentido, lo que lograban demostrar en su teorización no era la inexistencia de la globalización comoetapa del sistema capitalista, sino los antagonismos y contradicciones inherentes a aquella. También huboquienes, como James Petras, consideraban a la globalización únicamente como el resultado perverso de laspolít icas neoliberales de ciertos gobiernos de derecha.

No obstante, hoy prácticamente nadie deja de aceptar y considerar a la globalización, en el marco del nuevoorden mundial, como una etapa particular de la historia del capitalismo, verdadero salto en la concentraciónmundial del capital, resultando un proceso cargado de antagonismos y contradicciones.

La interacción entre sociedades se ha vuelto progresivamente más compleja e interdependiente. Pero estehecho no se produce desde un plano de igualdad, lo cuál ya era observado por Trotsky del siguiente modo: “ladesproporción en los “tempos” y medidas que siempre se produce en la evolución de la humanidad nosolamente se hace especialmente aguda bajo el capitalismo, sino que da origen a la completa interdependenciade la subordinación, la explotación y la opresión entre los países de tipo económico dif erente”. (10)

Néstor García Canclini (11), por ejemplo, observa conf lictos entre imaginarios, según de quién sea la visión,respecto al contenido de lo que es la globalización; ha estudiado los diversos modos de imaginar laglobalización. Así, para el gerente de una empresa trasnacional, la “globalización” abarca los países donde suempresa actúa, las actividades de las que se ocupa y la competencia con otras; para los gobernanteslatinoamericanos, sería casi un sinónimo de americanización; mientras que para una f amilia mexicana cuyosmiembros trabajan en EEUU, globalización alude a los vínculos estrechos con lo que ocurre en la zona de esepaís en donde sus f amiliares residen. “En rigor, sólo una f ranja de polít icos, f inancistas y académicos piensanen todo el mundo, en una globalización circular, y ni siquiera son mayoría en sus campos prof esionales. El

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resto imagina globalizaciones tangenciales. La amplitud o la estrechez de los muestra las desigualdades deacceso a lo que suele llamarse economía y cultura globales”. Lo cual se relaciona con lo af irmado por Marx:“Sobre las diversas f ormas de propiedad y sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda unasuperestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos, plasmados deun modo peculiar”.(12)

En un mundo globalizado, sociedades culturalmente dif erentes se encuentran en interrelación constante. Y esasí que la globalización presenta una de sus más interesantes paradojas, la cual intentaremos estudiar aquí:quiénes abogan por un mercado mundial, integrado, en donde los capitales f inancieros, los bienes económicosy las imágenes se muevan con entera libertad, también expresan, en reiteradas ocasiones, su rechazo al libremovimiento de personas. Cabe excluir de esta observación a los viajes de tipo circular, como lo son los viajesturísticos. Es así que muchos liberales en relación al orden económico, resultan nacionalistas y hastaxenóf obos culturalmente hablando.

La globalización no ha sido el f enómeno histórico que engendró los choques culturales y el rechazo social alextranjero. La historia social nos muestra que a lo largo de la prehistoria y de la historia, una amplia variedadde sociedades históricas han mostrado su rechazo al extranjero, encontrándose éste f áctica y/o jurídicamentediscriminado.

La intensif icación de las relaciones económicas trae por decantación la intensif icación de las relacionessocioculturales. Tras la segunda guerra mundial, los estados occidentales, europeos y norteamericanos, hanrechazado of icial y polít icamente al f ascismo –particularmente al nazismo-, por el genocidio derivado de suideología xenóf oba.(13) Pero aún así, en el Occidente (14) capitalista y desarrollado no se ha podido eliminarel nacionalismo, el cual encuentra su raíz en el rechazo f rontal a otros grupos culturales. A nivelgubernamental, EEUU ha encontrado internamente en el nacionalismo la f uente de legit imación de su polít icaexterior; aún así, of icialmente y pese a la hipocresía manif iesta del mismo, el discurso dominante ha sido derechazo a los totalitarismos de tipo f ascista. Por su parte, en la Europa suf rida de la segunda posguerra, seintentó extirpar los nacionalismos extremos, apostando al cosmopolit ismo tolerante. Los gobiernos europeos-occidentales, salvo los ibéricos y alguna excepción más, se volcaron, económicamente, a la socialdemocraciay, socialmente, hacia la integración. Y la globalización occidental y el libre mercado f ueron tomados como elcamino hacia el logro de gran parte de aquel ideal, en el cual tuvieron su importante papel los medios decomunicación de masas, los cuales no cambiaron únicamente nuestros hábitos domésticos, sino nuestrapropia percepción de la realidad.

Pero el f racaso de la integración y la convivencia cultural se encontraba presente en la propia naturaleza delcapitalismo y de la globalización. La integración, económica, tecnológica y culturalmente hablando, era desigual.La globalización no signif icó más que un imperialismo cubierto f ormalmente legado del antiguo orden colonial,que resultaba ideal en el af án de mantener los signif icados por sobre las f ormas, tras el proceso dedescolonización,(15) el cuál tuvo lugar tras la segunda guerra mundial. El imperialismo colonial creó un ordenmundial que no f ue puesto seriamente en discusión tras la descolonización –concepto polémico, dif erente delde liberación nacional- . El capitalismo ya no se movía cómodamente en el sistema colonial, el cual dejó de serrentable, lo cual puede explicar la velocidad con que se produjo la retirada europea. “A no ser que se acepte laproposición de que las colonias habían sido agotadas antes de la retirada europea, y que f ueron simplementetiradas como una naranja vaciada de su jugo, o bien que el neocolonialismo ha signif icado la explotacióncontinuada al mismo grado que antes, o bien, alternativamente, que, a pesar del pequeño cambio en la balanzadel poder interno en las naciones coloniales, los intereses capitalistas principales habían perdido súbitamentetodo poder para inf luir en las polít icas gubernamentales, es muy probable que las colonias no f ueran cuernosde abundancia económica para sus poseedores, como a veces se ha af irmado”.(16) Más rentable resultabaincluirlas en el nuevo esquema imperialista de la globalización del capital de la segunda posguerra.

Pero no nos centraremos tanto aquí en la etapa de la guerra f ría y la descolonización. Haremos hincapié en la

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globalización en el nuevo orden mundial, pero, para ello, es importante tener en cuenta la geopolít ica de lasegunda postguerra. Al aparecer el nuevo orden mundial como síntesis de los antagonismos de la guerra f ría,se ha intensif icado el antiguo orden imperialista, es decir, en palabras de Noam Chomsky, la ley de la selva.Chomsky describió el nuevo orden desde la óptica geopolít ica del siguiente modo: “solo esto tiene sentido: losgobernantes poderosos gozan de derechos que se les niegan a sus súbditos, incluyendo asesinar, torturar ymof arse de las convenciones y el derecho internacional”.(17)

En el nuevo orden mundial, el poder polít ico ha sido desplazado como el poder principal. La globalización, trasla caída de la URSS, no ha hecho más que prof undizar un f enómeno que venía manif estándose cada vez conmás f uerza: la disminución de los ámbitos de decisión polít icos del estado nacional. Así lo explica IgnacioRamonet: “en el marco de la globalización, el poder principal lo t ienen las grandes empresas y los grandesgrupos f inancieros, apoyados en los grandes grupos mediáticos. El poder polít ico es sólo el tercer poder,después del f inanciero y del mediático”(18). En el mismo sentido, Néstor García Canclini af irma que: “Transf erirlas instancias de decisión de la polít ica nacional a una dif usa economía trasnacional está contribuyendo areducir los gobiernos nacionales a administradores de decisiones ajenas, lleva a atrof iar su imaginaciónsocioeconómica y a olvidar las polít icas planif icadoras a largo plazo”(19). Unos párraf os atrásmencionábamos la globalización en el nuevo orden mundial como un verdadero salto en la concentraciónmundial del capital, hecho que no es ajeno al propio devenir histórico del capitalismo. Es así que muchosconsideran que la globalización es, ni más ni menos, que la dictadura económica mundial de 200multinacionales, más o menos. “Clairmont y Cavanagh tienen el mérito de haber señalado a los verdaderosamos del mundo, al revelar el poder real, concreto, f ísico, de los 200 mayores grupos transnacionales. La cif rade negocio anual de estos gigantes es nada menos que la cuarta parte (26,3%) de la producción mundial,crece a un ritmo doble de lo que crece el Producto Interior Bruto de los 29 países industrializados que integranla OCDE, y supera ya a la producción total sumada de los otros 182 países que no f orman parte de la OCDE,pero donde vive la inmensa mayoría de la humanidad. (…) Por eso no es un slogan izquierdista ni una f rase deef ecto decir que la globalización es la dictadura económica mundial de 200 multinacionales, más o menos”(20).La dictadura económica se asienta sobre la expansión mundial de las instituciones democráticas burguesasoccidentales, lo cual no es más que un maquillaje polít ico ocultando el verdadero centro de las decisiones, unademocracia f icticia. José Saramago lo explica del siguiente modo: “Es una pura f alacia, es una f alsedad, nadade lo que está pasando hoy en el mundo, en los países que se declaran democráticos, t iene que ver con laauténtica democracia. Se ha vuelto evidente que el poder real es el poder económico. Tú no eliges a laadministración de Coca Cola o de General Motors. Entonces, si el poder real es ése, todo lo que pasa pordebajo es una f alacia” (21).

Esta dictadura global de mercado, cargada de antagonismos y contradicciones, ha engendrado,paradójicamente, el resurgimiento de las identidades nacionales, étnicas y religiosas, y de losf undamentalismos. La interrelación más acelerada entre sociedades y las desigualdades manif iestas hancreado las condiciones objetivas necesarias para que determinadas f uerzas antagónicas desde el punto devista económico y cultural se encuentren en conf licto. “El catálogo de las identidades disponibles crece,disminuye, muta, se ramif ica y se desarrolla en correlación con la intensif icación de las redes de relacionespolít icas y económicas. Con la def inición de nuevas y la cancelación de viejas f ronteras, la complejidad deaquel catálogo aumentará ulteriormente, tanto más en cuanto un número siempre mayor de hombres seencuentre dispuesto a ponerse en movimiento, de manera impredecible y solo en parte controlable” (22).

El etnocentrismo occidental y el esquema heredado del viejo sistema colonial han sido gérmenes del conf licto.Y encontramos que la globalización debilitó el poder polít ico del estado nación, que tiende, idealmente, hacia lacreación de un mercado mundial y hacia la desaparición de las f ronteras nacionales y aduaneras para el tráf icode bienes y personas; pero que, en su seno, también engendra el rechazo a su propio ideal: el rechazo a laotredad, la cuál es respetada, únicamente, cuando se encuentre en correlación con los objetivos concretos delorden mundial. Así, se da la paradoja de la eliminación de las barreras nacionales productivas –latransnacionalización de la producción y el libre tráf ico del capital- , simultáneamente con el cerrado rechazo a la

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migración y al libre movimiento de personas. En particular, de los desplazamientos demográf icos hacia loscentros de poder. Después de todo, no debemos olvidar que “las multinacionales tienen patria: la de suspropietarios mayoritarios. De eso no debe caber la menor duda. Las 200 mayores tienen sus sedes bienestablecidas en tan sólo 17 países de los 211 Estados independientes que cuenta la t ierra. Pero 176 de ellas,según Clairmont, están radicadas en sólo 6 potencias f inancieras. Bastante más de una tercera parte (74) sonnorteamericanas (…).Después de Estados Unidos, el Estado donde están radicadas más multinacionales esJapón, con 152 de las 500 mayores no estadounidenses; hay 75 inglesas, 47 f rancesas, 42 alemanas, 22canadienses, y 15 italianas, por lo que el Grupo de los Siete (el G-7) viene a representar al 80% de lasmultinacionales. Fuera de este grupo, apenas Suiza, Corea, Suecia, Australia, y Holanda pasan de la docena[citado de Forbes, abril 1999].” (23). La lógica centro-perif eria se impone en las interrelaciones demográf icas.Existen estados expulsores de individuos (perif éricos, neocolonias, no occidentales, atrasadostecnológicamente, productores de bienes primarios) y estados receptores de los mismos (metrópolis,centrales, industrializados). Pero esta lógica, derivada del propio sistema mundial, genera violentos rechazosen los estados centrales, pues se observa, en ella, a una amenaza no sólo de tipo económico, sino tambiéncultural. El capital productivo, al f luctuar por todo el mundo para reducir la estructura de costos, ya no necesitade la movilidad internacional del f actor trabajo. Para producir, el capital se traslada donde los costos deproducción son menores, a la perif eria. Y los gobiernos de los estados centrales, al no necesitar ya de lamovilidad de la mano de obra barata, reprime la llegada en exceso de esta, apelando al nacionalismo (noeconómico, sino cultural) como valor. Por ejemplo, en las democracias industrializadas occidentales se hacreado oportunamente un modelo propagandístico de conf rontación entre Occidente e Islam, una tesisdesarrollada en el seno del neoconservadurismo norteamericano, y luego adoptada por regímenes derechistaseuropeos (Aznar, Sarkozy, Berlusconi).

Represión contra los ciudadanos del mundo en busca de un f uturo, cuyo delito f ue el ingreso ilegal a undeterminado estado; debemos tomar en cuenta que, en caso que la solicitud de ingreso legal haya sidorealizado oportunamente, seguramente la misma f ue rechazada. “¿Dónde quedó el derecho de libre tránsitoque inscribe la Declaración Universal de los Derechos Humanos? (…). El derecho al libre tránsito, no existe.Las embajadas cobran para tramitar un permiso que, en el 90 % de los casos, niegan sin devolver la tarif a. (…)Ahora, ya no pueden aceptar que esos sucios, malolientes, desastrados, sin dinero y además pedigüeñosentren a los países civilizados, decentes y adinerados, af eando sus calles y def ormando sus ref inadascostumbres. (…) Otra cosa distinta es el libre tránsito de capitales. Todo el dinero que pueda salir de estospobres países, no necesita visado, ni permiso de ningún tipo. Es más: exigen que nuestros gobiernos suprimancualquier t ipo de trabas para este tipo de tránsito”(24).

Siempre y cuando tratemos el tema de los desplazamientos migratorios de carácter permanente, el panoramaexpresa una tendencia hacia esto que venimos marcando. La globalización ha dado campo libre para que laextrema derecha xenóf oba –pero liberal en lo económico- vuelva a ser una opción polít ica viable en Occidente.La victoria electoral de la ultraderecha italiana en 2008 –aliada al neof ascismo- ha desatado una amplia yviolenta persecución a los inmigrantes desde el propio aparato estatal, lo cual ha despertado la preocupaciónde gobiernos “polít icamente correctos”. Obviamente aquello no se trata de un hecho aislado. En Polonia, laextrema derecha gobierna hace años, persiguiendo no sólo inmigrantes, sino también determinados grupossociales, como minorías sexuales (homosexuales, etc.) e ideológicos (comunistas, etc.). En España, laexpulsión de inmigrantes sin papeles es un hecho cotidiano (argumento italiano para rechazar las crít icasespañolas a su polít ica migratoria), como también lo es la aplicación de la tortura desde el aparato estatal endeterminadas regiones étnicas (en Euskal Herria, son continuas las denuncias de malos tratos de parte demilitantes independentistas y de organizaciones armadas). En Israel, considerándolo como parte de Occidente,encontramos que existe una creciente representación polít ica de una derecha racista, liderada por AvigdorLieberman y su partido Yisrael Beytenu. Y los ejemplos continúan en todo el mapa del Occidenteindustrializado.

No obstante, la globalización tiene correlación también con otro f enómeno social hijo del capitalismo, el

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turismo, el cuál se desarrolla precisamente sobre el libre movimiento de las personas, aunque circularmente, esdecir, temporalmente. Tal como hemos escrito en otro momento, “la aparición del turismo dentro del esquemade las relaciones entre sociedades tuvo consecuencias respecto a la representación mental del otro: dentrode la sociedad con menor grado de desarrollo económico comenzó a buscarse que se acortara la brecha entreel ideal y la realidad inmediata, con el f in de satisf acer las necesidades y expectativas de los miembros de lasociedad dominante que emprendiesen el viaje hacia allí. Se crea por entonces un modelo turístico en el que lasrelaciones teóricas entre el mundo desarrollado y el mundo subdesarrollado se encuentran f orzada einteresadamente desprovistas de contradicciones, en un sistema de intereses complementarios, en donde a lademanda se la identif ica con los países desarrollados –la metrópoli- y a la of erta con los paísessubdesarrollados –la colonia-. Este modelo acabó por ser un medio por el cual la polít ica turística de un paísse centra en la satisf acción primaria de las necesidades y expectativas de la demanda para la toma dedecisiones nacionales; es decir que los planes de desarrollo de estas sociedades se encontraroncondicionados por la demanda de ocio de las poblaciones más ricas” (25). El turismo implica libertad demovimientos de carácter temporal, con sus propias contradicciones, pero perf ectamente coherente con elesquema de globalización que venimos marcando.

Mientras tanto, en la postergada perif eria sucede que la globalización, sumada al f racaso de determinadosmodelos de desarrollo –el socialismo árabe, por ejemplo- y al conf licto árabe- israelí, ha generado unaradicalización con raíces identitarias de origen religioso: el f undamentalismo islámico y su rechazo a Occidente.La globalización es sinónimo de occidentalización. En el nuevo escenario mundial –radicalizado en la primeradécada del siglo XXI- el capital necesita seguridad y unif ormidad sociocultural. Y esta se obtiene con laexpansión, hacia todo el globo, de la cultura occidental, de las instituciones democráticas burguesas y delesquema trasnacional de producción, lo cual no se encuentra exento de antagonismos y contradicciones. Esinnegable el choque cultural, del mismo modo que es innegable la resistencia a la imposición. Y la resistenciadeja campo libre a las f uerzas de la reacción y a los clericalismos f eudales. Claro que perdura, aún, alguna tibiaresistencia laica, panárabe y tercermundista (el socialismo árabe aún resiste en Libia, en Siria y, cada vez conmenor f ortaleza, en Palestina). Pero la religión se transf ormó en el símbolo identitario propio del mundoislámico. En síntesis, socioculturalmente hablando, se trata de una polít ica conservadora y reaccionaria ante lapolít ica conservadora y reaccionaria occidental. Lo cual no podemos dejar de enmarcarlo en la búsqueda deprof undización de la globalización del capital, y, en últ ima instancia, del predominio de la integración f inancierapor sobre la integración social.

CRÍTICAS A LA GLOBALIZACIÓN

Las propias contradicciones de la globalización engendraron amplios movimientos de rechazo al f enómeno. Yestos no provienen exclusivamente desde alguna ideología en particular, sino que su naturaleza es amplia.Tanto la derecha radical como la izquierda han dado origen a grupos sociales que rechazan a la globalizacióny/o a algunos de los aspectos de ella. Sin embargo, cabe mencionar que el liberalismo y la derecha son losmáximos def ensores del nuevo orden y de la globalización del capital.

Tal como hemos observado en el apartado anterior, la derecha rechaza de plano la globalización vinculada allibre movimiento de personas, def endiendo la occidentalización del mundo, lo que proviene de su propianaturaleza etnocéntrica, y patrocinando, claro, la idea de un mercado mundial capitalista. Del mismo modo,también existe una derecha radical y reaccionaria que ve, en la globalización, una amenaza concreta a undeterminado modo de vida tradicional, aunque no dejan de ser movimientos marginales.

La derecha es, por lo general, la que en menor grado se ha opuesto –y se opone-, tanto desde la teoría comodesde la práctica, a la globalización del capital, puesto que el liberalismo económico y la democracia burguesase han transf ormado en valores propios de los grupos y partidos de dicho espectro ideológico. El poderf inanciero, y sus representantes en los medios de comunicación y en la polít ica, utilizan el temor hacia el otrocomo estrategia de def ensa de los valores occidentales, que no son más que el capitalismo y el libre mercado.Por lo que no deja de ser coherente con una def ensa cerrada de la globalización neoliberal. Samuel P.

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Por lo que no deja de ser coherente con una def ensa cerrada de la globalización neoliberal. Samuel P.Huntington (26), uno de los pensadores más lúcidos de este espectro ideológico, af irma que la cultura y lasidentidades culturales –que en su nivel más amplio resultarían identidades civilizacionales- conf iguran laspautas de cohesión, desintegración y conf licto en el mundo de la postguerra f ría; asimismo, considera que losestados-nación continúan siendo los actores principales en los asuntos mundiales; f inalmente, Huntingtonniega que, en el nuevo orden, los conf lictos más generalizados se encuentren producidos por criterioseconómicos (como antagonismos sociales), sino que los criterios son aquellos culturales. Concretamente, elprograma de la derecha, respecto a la globalización, en el marco del nuevo orden mundial, no deja de serimperialista, xenóf obo, occidentalizador (“democrático”), desigual y cargado de antagonismos ycontradicciones.

La izquierda es quién más ha crit icado la globalización, pues la unif ormación en un mercado planetario es vistacomo la consagración del único modo de pensar, y es interpretada como la legit imación de las desigualdades.Si bien los grupos de izquierda que combaten la globalización representan un amplio espectro ideológico(anarquismo, socialismo, ecologismo), aquí nos centraremos en dos grupos amplios para nuestro análisis: laizquierda marxista- internacionalista y la izquierda no marxista-nacionalista. El trotskista Nick Beams expresa loque planteamos del siguiente modo: “Hay dos perspectivas históricas diametralmente opuestas implícitas enestos puntos de vista divergentes. El marxismo se basa en que el estado-nación no es una entidad natural,sino una creación histórica; que es producto del desarrollo capitalista, el cual, no obstante, es socavado por elmismo crecimiento de la producción capitalista para la cual ha establecido la estructura. Todas las tendenciasoportunistas [nacionalistas] rechazan el concepto que el estado-nación es un f enómeno histórico transitorio.Insisten que la clase obrera tiene que adaptarse a la estructura del estado-nación”.(27)

El marxismo explica que la revolución socialista t iene origen y f undamentación en el propio desarrollo de lasf uerzas productivas, las cuales ingresan en conf licto directo con las relaciones sociales arcaicas delcapitalismo. La llamada globalización no sería más que el imperialismo, como la etapa superior inevitable delsistema capitalista, disf razado con otra denominación.(28) Tanto la izquierda marxista como la nacionalcomparten premisas, pero disienten en el análisis del signif icado y en la metodología de estudio, deorganización y de lucha. La izquierda marxista, básicamente, sostiene que la def ensa de los intereses delproletariado requiere la existencia de un programa de acción internacionalista que conduzca a la conquista delpoder, pues la dinámica histórica del capitalismo ha quebrado la conexión entre la revolución socialista y elestado nacional. Por su parte, la perspectiva de la izquierda nacional comparte parte del análisis con elmarxismo, pero sostiene que los intereses del proletariado solo pueden def enderse si se basan en unaperspectiva nacional y popular. Desde una perspectiva marxista –y, principalmente, desde el trotskismo-, seconsidera a los representantes de la izquierda nacional o como oportunistas, y/o como reaccionarios.(29)

A nivel práctico, la globalización ha encontrado -y encuentra- detractores que, desde la esf era del poderpolít ico, han expresado su crít ica contra la misma, tanto desde la izquierda marxista como desde la izquierdanacional. Grupos sociales polít icamente organizados y crít icos de la globalización han alcanzado el poder. Noobstante, la propia dinámica de la globalización los ha dejado relegados a un segundo plano decisorio,transf ormándose, en reiteradas ocasiones, en meros crít icos retóricos.

En Latinoamérica, podemos encontrar varios Jef es de Estado que se han enf rentado contra la globalización,identif icándola con el imperialismo y el neoliberalismo. Fidel Castro consideró en 2003 que “el capitalismodesarrollado, el imperialismo moderno y la globalización neoliberal, como sistemas de explotación mundial, lesf ueron impuestos al mundo, igual que la f alta elemental de principios de justicia durante siglos reclamados porpensadores y f ilósof os para todos los seres humanos, que aún están muy lejos de existir sobre la Tierra (…).La globalización neoliberal constituye la más desvergonzada recolonización del Tercer Mundo” (30). Por suparte, Evo Morales ha catalogado al f enómeno como “globalización selectiva”, agregando a su crít icaargumentos ecologistas: “Se habla de calentamiento global, de deshielo, ¿de dónde viene? De la mal llamadaglobalización, de la globalización selectiva que no respeta pluralidad, dif erencias (…).Ese capitalismo, laexagerada (e) ilimitada industrialización de algunos países nos trae problemas al continente y al planeta Tierra”

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(31). Obviamente no son los únicos estadistas crít icos con el f enómeno. También, pero desde una perspectivamás nacional, deberíamos incluir aquí a Hugo Chávez, a Raf ael Correa y a Daniel Ortega.

Hemos mostrado a grandes rasgos las dos posturas con mayor dif usión ideológica –teórica y práctica-, comolo son la izquierda marxista y la izquierda nacional, pero ni siquiera hemos agotado nominalmente a todas lasvertientes crít icas de izquierda. La discusión y la crít ica a la globalización no se termina aquí, ni mucho menos,pues coexisten una amplia gama de posturas que no han sido consideradas, como las ref ormistas. Porejemplo, un economista heterodoxo como Joseph Stiglitz, tras analizar crít icamente el f enómeno, opina sobrelas medidas a tomar respecto a la globalización: “Para algunos, la respuesta es simple: abandonar laglobalización. Pero esto no es f actible ni auspiciable (...). El problema no es la globalización, sino como se la hagestado (...) Occidente debe hacer su propia parte para ref ormar las instituciones internacionales quegobiernan la globalización"(32). No obstante, creemos haber cumplido con la premisa del presente trabajo,centrándonos f undamentalmente en la crít ica de la izquierda en sus dos vertientes mayoritarias.

CONCLUSIÓN

La globalización es un proceso complejo, dinámico y cargado de antagonismos y contradicciones. Marxobservaba que “así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y loque realmente es y hace, en las luchas históricas, hay que distinguir todavía más entre las f rases y lasf iguraciones de los partidos y su organismo ef ectivo y sus intereses ef ectivos, entre lo que se imaginan ser ylo que, en realidad, son” (33). Existe una distancia abrumadora entre aquella globalización deseada, idealizaday aclamada desde los ambientes f inancieros y, también, por ciertos académicos respetables; de laglobalización real, tangible, cotidiana. La brecha a la que hacemos mención ha llevado, en los paísesperif éricos, al rechazo f rontal de amplias mayorías populares a la globalización, por la inef icacia manif iesta enla solución estructural de los problemas económicos. Más aún, ha sabido generar nuevos ámbitos deconf lictos, manif estándose como un f enómeno tendiente a la creación de un mercado mundial cuya premisa esla desigualdad, la inef iciencia y la repetición de la vieja división internacional del trabajo y la producción. El viejoesquema imperialista ha prevalecido pero con f actores dominantes de poder dif erentes de aquel: el poderpolít ico queda relegado, en el nuevo esquema, a ser un actor de reparto f rente al poder f inanciero y al podereconómico.

Entonces, como conclusión… ¿la globalización es mala per se? Sería temerario o erróneo af irmar esto. Laglobalización como concepto no es ni buena ni mala. Presenta consecuencias de una gama tan amplia quesería simplista reducirla a una cuestión valorativa tan limitada. De hecho, la globalización actual no es más queuna etapa lógica de la evolución y desarrollo del sistema de producción capitalista, el cual puede ser crit icado,sí. Pero no para intentar volver a alguna etapa anterior a la globalización, como se anhela desde elconservadurismo y la extrema derecha. Debe ser crit icado aprovechando las potencialidades que emergen deella en la construcción de un orden nuevo, en donde la distancia entre lo que la globalización debería ser y loque la globalización es, se acorte. En conclusión, y aunque parezca uno de aquellos eslóganes ya gastadospor la reutilización constante, el objetivo que debe perseguirse es, ni más ni menos, democratizar laglobalización.

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1. Hobsbawm, Eric. La era de la revolución. Traducción de Felipe Ximénez de Sandoval. Editorial Crít ica (GrijalboMondadori SA), Buenos Aires, 1999. Pág. 9.

2. Es así que participaron de la expansión imperialista una serie de estados europeos-occidentales. Podemostomar como ref erencia, por ejemplo, a los inicios de la expansión colonialf rancesa en Áf rica del Norte,concretamente en Argelia, en 1830 (y considerando que hubo que esperar hasta 1845 para que la resistenciaargelina f uese vencida); en 1881, Francia declara a Argelia parte de la metrópoli f rancesa. Ania Loomba af irmacorrectamente que “el colonialismo aumentó los contactos entre los europeos y los no-europeos, generandof lujos de imagenes yd e ideas en una cantidad sin precedentes. Los europeos que viajaban llevaban con ellosimagenes preconstituidas de los pueblos que pensaban encontrar”. Loomba, Ania.Colonialismo/Postcolonialismo. Traducción de Francesca Neri. Primera Edición, Meltemi Editore, Roma, 2000.Pág. 70. (La traducción es nuestra).

3. García Canclini sitúa la aparición de la globalización en la segunda mitad del siglo XX, dif erenciándola de lainternacionalización- la cual se habría iniciado con las navegaciones transoceánicas, la apertura comercial delas sociedades europeas hacia el Lejano Oriente y América Latina, y la consiguiente colonización- y de latransnacionalización –proceso que se va f ormando a través de la internacionalización, pero que avanza sobreella creando organismos, empresas y movimientos cuya sede no se encuentra en un estado-nación particular- .Es así que observa que la globalización se f ue preparando en estos dos procesos previos a través de unaintensif icación de dependencias recíprocas. García Canclini, Néstor. La globalización imaginada. Primera Edición(tercera reimp.), Editorial Paidós, Buenos Aires, 2005. Págs. 45-46.

4. Marx, K.; Engels, F. Manif iesto del partido comunista. Traducción de M. Ballesteros. Primera edición, LetrasUniversales, Argentina, 2006. Pág. 16.

5. Chomsky, Noam. El nuevo orden mundial (y el viejo). Traducción castellana de Carme Castells. QuintaEdición, Editorial Crít ica, Barcelona, 2007. Pág. 15. La f rase citada por Chomsky pertenece a Al-Ahram, citadopor David Hirst, Guardian, Londres, 23 de marzo de 1992.

6. Según Anthony Giddens: “Si mi tesis es correcta, la expansión de la democracia se encuentra estrechamenteconectada con los cambios estructurales de la sociedad mundial. Nada se obtiene sin luchar. En particular, elavance de la democracia es una cosa por la cual vale la pena luchar y que puede alcanzarse. Nuestro mundomutable y evasivo no necesita de menos gobierno, sino de más gobierno – y esto solo las instituciones

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democráticas pueden garantizarlo”. Giddens, Anthony. Il mondo che cambia. Come la globalizzazione ridisegnala nostra vita. Traducción al italiano de Rinaldo Falcioni. Società editrice il Mulino, Bologna, 2000. Pág. 98-99.(La traducción es nuestra).

7. En: Beams, Nick. El signif icado y las implicaciones de la globalización. [En línea]. En: Crít ica Marxista, 24 deMayo de 2000. Dirección URL: http://www.wsws.org/es/articles/2000/may2000/span-m24.shtml.

8. Citado en: Latouche, Serge. L’occidentalizzazione del mondo. Saggio sul signif icato, la portata e i limitidell’unif ormazione planetaria. Traducción al italiano de Alf redo Salsano. Primera Edición (reimp.), BollatiBoringhieri Editore, Torino, 1999. Pág. 7. (La traducción es nuestra).

9. Bauman, Zygmunt. Dentro la globalizzazione. Le conseguenze sulle persone. Traducción al italiano deOliviero Pesce. Segunda Edición, Editori Laterza, Roma-Bari, 2001. Pág. 67. (La traducción es nuestra).

10. Trotsky, León. El pensamiento vivo de Karl Marx. Traducción de Luis Echávarri, Editorial Losada, PrimeraEdición, Buenos Aires, 2004. Pág. 66.

11. García Canclini, Néstor. La globalización imaginada. Primera Edición (tercera reimp.), Editorial Paidós,Buenos Aires, 2005. Pág. 12.

12. Marx, Karl. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Versión de Adrián Melo. Longseller, Primera Edición, BuenosAires, 2005. Pág. 70

13. Sin embargo, en España y Portugal existieron gobiernos de tipo f ascista hasta entrados los años ‘70: enEspaña, el f alangismo f ranquista (f ascismo clerical); en Portugal, el corporativismo salazarista (f ascismomoderado). Es casi una verdad de Perogrullo mencionar que EEUU, por su parte, ha sido un incondicionalaliado de regímenes racistas, f ascistas o autoritarios; por ejemplo, de la Sudáf rica del apartheid, de la Españade Franco, de numerosas dictaduras latinoamericanas, de Reza Pahlevi, etc.

14. ¿Qué es Occidente? Territorialmente hablando, comprendería lo que se suele denominar como cristiandadoccidental, incluyendo Europa y Norteamérica, otros países de colonos europeos como Australia y NuevaZelanda y, quizá, Latinoamérica. Este sería su signif icado en sentido estricto. Sin embargo, en sentido amplio,es para considerar la propuesta que hiciera Latouche, quién considera que: “El Occidente no es más la Europa,ni geográf ica, ni histórica; no es más, ni siquiera, un complejo de creencias compartidas por un grupo humanoque vaga por el planeta; proponemos leerlo como una maquina impersonal, sin alma y, por ahora, sin patrón,que ha colocado a la humanidad a su propio servicio”. En: Latouche, Serge. L’occidentalizzazione del mondo.Saggio sul signif icato, la portata e i limiti dell’unif ormazione planetaria. Traducción al italiano de Alf redoSalsano. Primera Edición (reimp.), Bollati Boringhieri Editore, Torino, 1999. Pág. 12. (La traducción es nuestra).

15. Hay polémica respecto a considerar a la descolonización como un proceso. Hay quiénes se oponen a ello,como Raymond F. Betts, quién af irma que “la descolonización no ha sido un proceso, sino un conjunto deactividades y de eventos convulsionados, desarrollados en las salas congresuales o en las calles citadinas enf orma de protesta, o aún en las junglas y sobre las montañas bajo la f orma de combates”. Betts, Raymond F.La decolonizzazione. Traducción al italiano de Marco Cupellaro. Società Editrice il Mulino, Bologna, 1998. Pág.7. (La traducción es nuestra).

16. Ferkiss, Victor C. Áf rica, en busca de una identidad. Traducción de Lesmes Zabal. Primera Edición, UniónTipográf ica Editorial Hispano-Americana, México DF, 1967. Pág. 83.

17. Chomsky, Noam. El nuevo orden mundial (y el viejo). Traducción castellana de Carme Castells. QuintaEdición, Editorial Crít ica, Barcelona, 2007. Pág. 31.

18. Ramonet, Ignacio. Las izquierdas siempre pref erirán el desorden a las injusticias. En: Halperín, Jorge. De

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utopías y banderas. Primera edición, Capital intelectual, Buenos Aires, 2008. Pág. 77.

19. García Canclini, Néstor. La globalización imaginada. Primera Edición (tercera reimp.), Editorial Paidós,Buenos Aires, 2005. Pág. 21.

20. Van der Eynde, Arturo. Globalización: la dictadura de las multinacionales. [En línea]. En: Rebelión, 12 deMayo de 2005. Dirección URL: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15046

21. Saramago, José. “Soy un comunista hormonal”. Conversaciones con Jorge Halperín. Capital Intelectual,Buenos Aires, 2003. Pág. 19.

22. Geertz, Clif f ord. Mondo globale, mondi locali. Cultura e polít ica alla f ine del ventesimo secolo. Traducción alitaliano de Andrea Michler y Marco Santoro. Societá editrice il Mulino, Bologna, 1999. Pág. 23. (La traducción esnuestra).

23. Van der Eynde, Arturo. Globalización: la dictadura de las multinacionales. [En línea]. En: Rebelión, 12 deMayo de 2005. Dirección URL: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15046.

24. Peredo Leigue, Antonio. El delito de ser inmigrante. [En línea]. En: Argenpress, 27 de Mayo de 2008.Dirección URL: http://www.argenpress.inf o/nota.asp?num=055455&Parte=0.

25. Beltrami, Mauro. El viaje colonial y la imagen ideal del destino. [En línea]. En: Contribuciones a las CienciasSociales, Febrero 2008, Universidad de Málaga. Dirección URL: www.eumed.net/rev/cccss/0712/mb.htm.

26. Huntington, Samuel P. El choque de civilizaciones y la reconf iguración del orden mundial. Traducción deJosé Pedro Tosaus Abadía. Primera edición (cuarta reimp.), Paidós, Buenos Aires, 2001.

27. Beams, Nick. El signif icado y las implicaciones de la globalización. [En línea]. En: Crít ica Marxista, 24 deMayo de 2000. Dirección URL: http://www.wsws.org/es/articles/2000/may2000/span-m24.shtml.

28. Siguiendo con ésta línea de trabajo, Atilio A. Borón ha escrito que “estamos viviendo un momento muyespecial en la historia del imperialismo: el tránsito de una f ase, llamémosla “clásica”, a otra cuyos contornosrecién se están dibujando pero cuyas líneas generales ya se disciernen con claridad”. En: Borón, Atilio A.Imperio & Imperialismo (Una lectura crít ica de Michael Hardt y Antonio Negri).Primera Edición (Quinta reimp.),Clacso, Buenos Aires, 2005. Pág. 21.

29. Aquí debería incluirse, desde la perspectiva trotskista, a los llamados stalinistas y a los seguidores de lateoría del socialismo en un solo país. Trotsky señalaba que: “(…) en general ninguno de los países del mundo,podría edif icar el socialismo en su marco nacional: el elevado desarrollo de las f uerzas productiva, quesobrepasan las f ronteras nacionales, se opone a ello, así como el insuf iciente desarrollo para lanacionalización. (…) las contradicciones pueden ser superadas únicamente en el terreno de la revoluciónmundial”. Trotsky, León. La revolución permanente. Traducción de Andreu Nin. Primera edición, Libros deAnarres, Buenos Aires, 2007. Págs. 132-133.

30. Castro, Fidel. Discurso de Fidel en el encuentro sobre globalización. [En línea]. En: Granma, 15 de Febrerode 2003, Cuba. Dirección URL: http://www.tinet.org/~mpgp/2002/amigos1296.htm.

31. Evo atacó al capitalismo y a la ‘globalización selectiva’. En: El Deber, 27 de Septiembre de 2007, Santa Cruzde la Sierra, Bolivia. Dirección URL: http://www.eldeber.com.bo/2007/2007-09-27/vernotanacional.php?id=070926232419

32. Stiglitz, Joseph. La globalizzazione e i suoi oppositori. Traducción de Daria Cavallini. Giulio Einaudi Editore,Torino, 2002. Pág. 219, 256.

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33. Marx, Karl. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Versión de Adrián Melo. Longseller, Primera Edición, BuenosAires, 2005. Pág. 71.