La Gesta Del Marrano Leeer

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La gesta del marrano Marcos Aguinis Año publicación: 1991 La gesta del marrano de Marcos Aguinis: La gesta del marrano es una de las grandes novelas del siglo. Reúne suspenso nar poética y admirable sabiduría. A partir de un histórico auto de fe cometido en L el autor despliega un conmovedor himno a la libertad y una de las denuncias más la discriminación étnica e ideológica. Francisco Maldonado da Silva, el protagonista, es un hombre culto, honesto y te enfrenta un doble desafío: el externo y el de su subjetividad. Sus peripecias im un ritmo de galope. La obra crece en intensidad hasta acelerar el corazón, desen y emocionar de manera inolvidable. El autor de Profanación del amor y La matríz del infierno reconstruye la época un historiador y la curiosidad del eximio narrador que es. Sus personajes adquie imborrables y generan identificación, rechazo, estremecimiento o asombro. Sin extraviarse del hilo argumental, Marcos Aguinis crea un fresco impresionant Inquisición y la sociedad colonial de América. La atmósfera de hipocresía, autor corrupción que delata ha tenido lamentable vigencia hasta nuestros días. He ahí una de las razones que explican el notable éxito que recoge esta novela aparición. La gesta del marrano - una verdadera gesta literaria en muchos sentid sus lectores enorme felicidad. LA GESTA DEL MARRANO (La gesta del marrano) Marcos Aguinis Editorial Planeta Colección Fábula Primera edición: marzo de 1992 551 Páginas

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La gesta del marrano Marcos Aguinis Ao publicacin: 1991 La gesta del marrano de Marcos Aguinis: La gesta del marrano es una de las grandes novelas del siglo. Rene suspenso narrativo, belleza potica y admirable sabidura. A partir de un histrico auto de fe cometido en Lima en el siglo XVII, el autor despliega un conmovedor himno a la libertad y una de las denuncias ms rotundas contra la discriminacin tnica e ideolgica. Francisco Maldonado da Silva, el protagonista, es un hombre culto, honesto y temerario que enfrenta un doble desafo: el externo y el de su subjetividad. Sus peripecias imprimen a la lectura un ritmo de galope. La obra crece en intensidad hasta acelerar el corazn, desencadenar lgrimas y emocionar de manera inolvidable. El autor de Profanacin del amor y La matrz del infierno reconstruye la poca con la destreza de un historiador y la curiosidad del eximio narrador que es. Sus personajes adquieren perfiles imborrables y generan identificacin, rechazo, estremecimiento o asombro. Sin extraviarse del hilo argumental, Marcos Aguinis crea un fresco impresionante sobre la Inquisicin y la sociedad colonial de Amrica. La atmsfera de hipocresa, autoritarismo y corrupcin que delata ha tenido lamentable vigencia hasta nuestros das.

He ah una de las razones que explican el notable xito que recoge esta novela desde su aparicin. La gesta del marrano - una verdadera gesta literaria en muchos sentidos - deparar a sus lectores enorme felicidad. LA GESTA DEL MARRANO (La gesta del marrano) Marcos Aguinis

Editorial Planeta Coleccin Fbula Primera edicin: marzo de 1992 551 Pginas

Argumento

Marrano: Durante los aos posteriores al Descubrimiento de Amrica, muchos espaoles insultaban de ese modo a los judos y musulmanes conversos a la fuerza u obligados por las circustancias, pero que en realidad, en secreto y de puertas para adentro, seguan mantenindose fieles a sus creencias. Los Marranos eran perseguidos, detenidos y ajusticiados como herejes por la Santa Inquisicin.

La gesta del marrano es la historia de Francisco Maldonado, hijo menor de una familia de origen juda, que huyendo de la persecucin se exilian al Nuevo Continente. El padre de Francisco ejercer all como mdico y toda la familia simulara seguir a rajatabla la religin catlica. Sin embargo, por un azar del destino, el doctor es apresado por la Santa Inquisicin y enviado a Lima para ser juzgado; al igual que el mayor de los hermanos. Las dos hermanas son llevadas a un convento de clausura y Francisco y su madre malviven como puede, en una casa que es continuamente expropiada por un comisario de la Inquisicin para pagar los gastos del juicio de su marido.

A ver si nos entendemos y lo explico bien: "La gesta del marrano" me parece una novela excelente, documentada al mximo, en algunos momentos ms que interesante, en la que el autor sabe describir situaciones magistralmente (la matanza del cerdo, el interrogatorio brutal al negro...) y trasmitir violencia, agresividad, tristeza... en el momento adecuado. Es una delicia leer algo tan trabajado, tan bien expresado, tan cuidado?

Pero tambin me ha resultado, por lo general, demasiado excesiva, muy prolija en datos. A veces, los personajes se empean en contar demasiadas cosas, o el mismo autor nos relata hechos o ancdotas histricas con todo lujo de detalles. En mi opinin, estas licencias, por otro lado necesarias en una novela de estas caractersticas, me rompen un poco el ritmo de la trama, por otro lado bastante apasionante. Es algo que me pasa siempre que leo novela histrica, un gnero que no me termina de llenar. No he encontrado nunca (hasta el momento no he tenido suerte, en ese sentido) una narracin de este tipo en la cual la trama est perfectamente equilibrada con el tema histrico.

"La gesta del marrano" la encuentro ms conseguida que otras, pero es inevitable que aparezca el trozo largo-largo dedicado a contar la vida y milagros de un inquisidor, de un obispo... No me mola, la verdad.

El personaje de Francisco Maldonado es absolutamente genial, muy bien pensado, explicado, dibujado, as como el resto de secundarios. De hecho, si continu leyendo la historia fue ms bien porque me interesaba ms saber como Maldonado resolvera (o no) sus conflictos, que por los detalles ms o menos histricos, que son interesantes pero que a m al menos me aburren y me impacientan bastante.

No es una novela para leer de un tirn. Sin embargo, la sensacin final que me queda es me ha merecido la pena leerla y esto es lo ms importante. No tengo la impresin de haber perdido el tiempo para nada. Despus de "La gesta del marrano" me fue imposible dejar de lado el inters por el resto de la obra del maestro Aguinis. Y as lo hice.

Tras cinco aos de pesquisa, logr entender la importancia de celebrar en el rito de la lectura, el matrimonio necesario entre la literatura y el rigor histrico, lo cual no rie, desde ningn punto de vista, con la posibilidad de emplear la ficcin como recurso que convierte la crnica en novela.

Aguinis es mi escritor favorito, y logr convertirse en el maestro virtual de mi formacin como escritor. Gracias a la vida pude decrselo personalmente en el "Hay Festival 2008" en Cartagena de Indias.

As que recomiendo este autor, capaz, como pocos, de prear la palabra con tal profundidad que tener una obra de Aguinis en las manos es tener la seguridad de que se est acariciando un pedazo de inmortalidad.

En los aos que precedieron a la conquista de Amrica estall la persecucin de los judos en Espaa, que culmin con su expulsin en masa y la bsqueda de un lugar seguro donde establecerse. La gesta del marrano es una novela basada en hechos histricos rigurosamente documentados, que narra la saga de la familia Maldonado da Silva y sus peripecias en el Nuevo

Mundo. Francisco Maldonado, el hroe de esta historia, es un hombre valeroso y cabal que lucha contra sus temores y vacilaciones en un mundo atravesado de fanatismo inquisitorial y horror a la diferencia, regido por la hipocresa y la ms desptica corrupcin. Sus convicciones lo arman de coraje para combatir por su derecho a la libertad de conciencia y a los principios ticos, en un torbellino de crueldad y confusin iluminado cada tanto por el latido de la piedad, la ternura y las lealtades. Luego del descubrimiento de Amrica ,los judos deben irse de Espaa ,ya que comienza la persecucin, muchos llegaron a Amrica y tambin se vieron complicados con su credo. Este es un hombre,con orgenes judos que se casa con una cristiana y tienen cuatro hijos, l ejerce la profesin de mdico y cuando la inquisicin se entera lo apresan ,lo hacen confesar y se llevan a su hijo mayor. El menor hereda de l ,el gusto por los libros y se llama Francisco ,esta es la historia de este hombre, que llega a Lima a estudiar para mdico y tambin se encuentra con su padre, prisionero y en mal estado. Igual conversan mucho de religin y de como fue la tortura ,Francisco de a poco se va convirtiendo ,siguiendo sus orgenes y sus convicciones, se va convenciendo de que debe ser judo y se acerca a sus libros y creencias. Al llegar su hermana le cuenta ,entonces comienzan los problemas y Francisco es apresado y lo quieren convencer y esta mucho tiempo preso ,realiza alegatos y escribe testimonios y se enfrenta a la inquisicin , no deja de proclamar su condicin y plantea dura lucha ,al final termina quemado,como muchos otros ,pero este hombre Francisco Maldonado da Silva fue un ejemplo y ayudo a desterrar ese infierno ,donde no se toleraba el que se pensara distinto ,que sintieran diferente ,una novela necesaria para nuestro tiempo. La Gesta del Marrano es una novela histrica del escritor argentino Marcos Aguinis. La historia se desarrolla en el Virreinato del Per en el siglo XVII y cuenta la historia de Francisco Maldonado da Silva, un mdico judo y su persecucin a manos de la Inquisicin. El protagonista se convierte en un defensor de la libertad de conciencia, enfrentado al aparato inquisitorial de la poca, y los prejuicios de la poca hacia los judos. Francisco Maldonado da Silva, cuya heroica aventura existencial novelan estas pginas, nace en Tucumn en 1592, estudia en Crdoba, se grada en Lima y es el primer mdico diplomado de Chile. All llega a ser exitoso y apreciado. Visita salones y palacios, alterna con autoridades civiles y religiosas, recibe halagos por su cultura y se casa con una hermosa mujer, ahijada del gobernador. Un hombre comn no habra alterado esta situacin. Pero en el espritu de Francisco llamea un tizn inextinguible, una rebelin que asciende desde los abismos. Contra la lgica de la conveniencia, opta por quitarse la mscara y defender sus convicciones de manera frontal. Hasta entonces ha sido un judo aparentemente convertido al cristianismo: lo que el populacho llama "un marrano" .Marcos Aguinis relata con brillo y sentimiento la doble travesa de Francisco, quien va descubriendo su verdadera identidad espiritual mientras progresa en un mundo oprimido por la sombra de la Inquisicin. El autor nos introduce a un personaje que, por su honestidad y valenta, es un ejemplo de voluntad, lucha y fortaleza. Al mismo tiempo, su pluma crea un fresco

impresionante sobre la sociedad colonial de Amrica, cuya atmsfera de hipocresa, autoritarismo y corrupcin ha tenido lamentable vigencia hasta nuestros das.La gesta del marrano es, adems de una apasionante novela histrica, un himno a la libertad y una valiente denuncia contra todo tipo de discriminacin. En los aos que siguieron a la conquista de Amrica estall la persecucin de los judos en Espaa, que culmin con su expulsin en masa y la bsqueda de un lugar seguro donde establecerse. La gesta del marrano es una novela basada en hechos histricos rigurosamente documentados, que narra la saga de la familia Maldonado da Silva y sus peripecias en el Nuevo Mundo. Francisco Maldonado es un hombre valeroso y cabal que lucha contra sus temores y vacilaciones en un mundo atravesado de fanatismo inquisitorial y horror a la diferencia, regido por la hipocresa y la ms desptica corrupcin. Sus convicciones lo arman de coraje para combatir por su derecho a la libertad de conciencia y a los principios ticos, en un torbellino de crueldad y confusin iluminado de vez en cuando por el latido de la piedad, la ternura y las lealtades. Marcos Aguinis (Crdoba, Argentina, 13 de enero de 1935) es un escritor argentino que ha recibido numerosas distinciones internacionales. Formado en estudios de medicina, msica y psicoanlisis, su obra y su pensamiento se centran en las nociones de independencia, democracia y rechazo al autoritarismo. Activo militante del liberalismo, participa de seminarios y conferencias organizadas por Fundacin Libertad de Mario Vargas Llosa.

Sinopsis: La gesta del marrano es una de las grandes novelas del siglo. Rene suspenso narrativo, belleza potica y admirable sabidura. A partir de un histrico auto de fe cometido en Lima en el siglo XVII, el autor despliega un conmovedor himno a la libertad y una de las denuncias ms rotundas contra la discriminacin tnica e ideolgica. Francisco Maldonado da Silva, el protagonista, es un hombre culto, honesto y temerario que enfrenta un doble desafo: el externo y el de su subjetividad. Sus peripecias imprimen a la lectura un ritmo de galope. La obra crece en intensidad hasta acelerar el corazn, desencadenar lgrimas y emocionar de manera inolvidable. El autor de Profanacin del amor y La matrz del infierno reconstruye la poca con la destreza de un historiador y la curiosidad del eximio narrador que es. Sus personajes adquieren perfiles imborrables y generan identificacin, rechazo, estremecimiento o asombro. Sin extraviarse del hilo argumental, Marcos Aguinis crea un fresco impresionante sobre la Inquisicin y la sociedad colonial de Amrica. La atmsfera de hipocresa, autoritarismo y corrupcin que delata ha tenido lamentable vigencia hasta nuestros das. He ah una de las razones que explican el notable xito que recoge esta novela desde su aparicin. La gesta del marrano - una verdadera gesta literaria en muchos sentidos - deparar a sus lectores enorme felicidad

Creo que La gesta del marrano es el producto maduro de algo que se vena, para usar una palabra mdica, incubando desde mucho tiempo antes. Por ejemplo, el hecho de escribir una novela donde los personajes opinan de manera diferente entre s, discuten. Revelan una predileccin por el pluralismo de pensamiento. Refugiados es una novela de permanente debate, donde hay oposiciones muy encontradas, y all son los personajes los que hablan, y no el autor. Esa es la diferencia con el ensayo, donde el autor expresa de forma directa su propio pensamiento.

LA MEMORIA PERDIDA REFLEXIONES EN TORNO A LA GESTA DEL MARRANO DE MARCOS AGUINIS*

El problema del Tribunal de la Santa Inquisicin en Amrica ha sido un tema abordado por un sinnmero de investigadores a lo largo de toda la vida republicana. Si hacemos un recuento de las publicaciones recientes, encontramos un amplio panorama de temas alrededor de la actuacin del Santo Oficio que van desde sesudos ensayos acerca de su participacin en la economa colonial hasta intentos serios de anlisis enmarcados dentro de la Historia de las Mentalidades.

Sin embargo, publicaciones como la de Marcos Aguinis nos retrotraen a problemas que consideramos poco difundidos e inclusive, obviados por los estudios histricos recientes. Pareciera ser que la actuacin del Tribunal de la Santa Inquisicin tuvo en Amrica condicionantes particulares que la diferencias de manera radical del papel que jug en la sociedad europea de ese tiempo.

Es cierto que en Amrica el Santo Oficio, luego de una lectura desapasionada de las fuentes, se ocup ante todo de la promocin de los intereses comerciales y financieros de sus miembros, antes que de la vigilancia de la pureza de la fe. Tambin es cierto que la marcada tendencia a perseguir y castigar inconductas sociales de la poca, como son el concubinato, la bigamia, la sodoma o las escandalosas vidas privadas de algunos sacerdotes demuestra en realidad una sociedad represiva, pero complaciente en algunos trminos. De igual manera, la persecucin enfermiza a iluminados y hechiceros marca una constante de inseguridad social y poltica muy grande.

Sin embargo, consideramos que se olvida un elemento importante en todo el accionar de la Santa Inquisicin, elemento que resulta siendo clave ya que fue la excusa de su origen, desarrollo y

sustento durante mas de trescientos aos, nos referimos principalmente a los judos. Tan es as el asunto, que para muchos investigadores, desde Ricardo Palma en pleno efervescente siglo XIX hasta Fernando Iwasaki en su deliciosa obra Inquisiciones Peruanas, pareciera que el problema de los judos en Amrica es consustancial al de la historia de la Santa Inquisicin. Se rechazan los mtodos, pero se deja en el tintero la justicia o injusticia de la persecucin.

A pesar de que en todos los autos de fe hubieron ajusticiados acusados de judasmo, ms vistoso resulta el hecho de los relajamientos de brujas, hechiceros, iluminados y sodomitas. Es ms, pareciera que algunos investigadores que han hurgado en los aosos archivos del Tribunal, critican y se horrorizan de los mtodos, pero no pretenden conocer ms de cerca a los protagonistas de los hechos, a menos que estos tengan visos de herejas libertarias. Esto salvo honrosas excepciones de investigadores que han tratado de discernir detrs de los oscuros procedimientos inquisitoriales, toda una maraa de condicionantes propias de la poca, tratando no de juzgar, sino de entender tanto a vctimas como verdugos.

En realidad el problema es lo suficientemente complejo como para pretender abordarlo en los lmites propios de un artculo. Sin embargo intentaremos sistematizar los conceptos alrededor del problema de la persecucin de los judos en Amrica.

LA CULTURA HEBREA

La cultura Hebrea es muy antigua. A pesar de ser un pueblo permanentemente perseguido, en total dispora por todo el mundo, ha conseguido ser una cultura muy cohesionada alrededor de la religin mosaica. Desde que Moiss recibe las tablas de la ley de Yahv o Jehov (siglo XIII antes de nuestra era) y se funda el tabernculo para la conservacin del Arca de la Alianza, donde se supone estaban guardadas las tablas de la ley, hasta el presente, la comunidad juda ha logrado mantener su cultura, pese a milenarias persecuciones y una dispersin muy grande.

La religin hebraica considera los sacrificios como uno de los puntos centrales de su rito. Tenemos entre estos sacrificios desde los sangrientos, que ofrendan la vida de algn animal, hasta las oblaciones personales. La circuncisin (la operacin por la cual se secciona parte del prepucio para liberar el glande) es una forma de concertar la alianza entre los judos, haciendo de esta operacin, un elemento permanente e irreversible de identidad. Se prohibe el culto a imgenes, pro ello, los hebreos desarrollaron artes como la msica y la literatura y no la pintura o la

escultura. En la religin hebrea se establecen dos principios de comportamiento que han dado las caractersticas tan particulares a dicha comunidad: el estudio indesmayable y la solidaridad entre sus miembros.

Los hebreos tuvieron que salir de sus lugares de origen, no solo por la persecucin indiscriminada de que fueron objeto, sino tambin buscando nuevos y mejores rumbos. Sin embargo, las colonias que se establecen en todo el mundo europeo y en buena parte de Asia, no rompieron sus lazos polticos, religiosos, culturales y econmicos con Jerusaln. Cada sinagoga abierta en los nuevos territorios recolectaba una contribucin personal entre los creyentes para ser enviada anualmente al templo principal. De igual manera, los judos se comprometan a hacer peregrinaciones peridicas a la ciudad santa, sobre todo en poca de pascua o para la fiesta del Pentecosts, as se reafirmaba la idea de formar una sola nacin a pesar de las distancias a las que se encontraban las comunidades judas y a las influencias que podan recibir de las culturas en las cuales se desarrollaban.

Hacia fines del siglo I antes de nuestra era e inicios del siglo I de n.e., la mayora de comunidades judas se encontraban en territorios dominados por el Imperio Romano. Desde la pennsula ibrica hasta el Asia menor, en todas las ciudades principales existan sinagogas, algunas de mucha importancia, y todo el territorio del imperio estaba atravesado por las fuertes e intrincadas relaciones comerciales de los judos, que aprovechando una relativa homogeneidad cultural y lingstica se hicieron cargo en gran medida del comercio entre las distintas provincias romanas. Particularmente en la Palestina, el poder econmico del que hacan gala los comerciantes hebreos hizo que Roma autorizara una forma peculiar de co-gobierno con Roma. Los sacerdotes judos se convertan as en una suerte de jueces del pueblo a su cargo y el imperio romano estableca los tributos a pagar por ellos.

Evidentemente la relativa homogeneidad de la cultura y lengua hebreas no se reflejaba en una homogeneidad poltica. Graves incidentes de violencia sacudieron esta provincia romana, liderados por una serie de sectas religiosas que propugnaban la liberacin nacional de Judea y las provincias romanas como Samaria y Galilea por parte del yugo latino. Una de estas sectas violentistas era la del los Zelotes. Como seala Fierro (1985: 33), (la) situacin de pueblo paria, oprimido, conquistado, reducido al exilio o fragmentado por otro pueblo poderoso origina movimientos mesinicos de identidad nacional

Al parecer, Jess de Nazareth pasa por una discreta militancia en la secta antes mencionada, hasta que aparece con una propuesta absolutamente nueva: la resistencia pacfica al invasor. Muchos de sus seguidores, exigan un pronunciamiento claro y definitivo acerca del problema ms

importante que asolaba esta regin en esos momentos, la liberacin del pueblo hebreo. Jess responde con un fulminante mi reino no es de este mundo que en realidad implicaba una declaratoria poltico-religiosa mucho ms grande que una simple declaracin de independencia, y parte del principio permanente de la cultura hebrea de considerarse el pueblo elegido por Dios, es decir, lo que Jess planteaba era una forma distinta de pensar la liberacin, pasando por la liberacin espiritual sin romper con la ya milenaria cultura de la cual l mismo es producto.

Su temprana muerte va a ocasionar el primer cisma religioso documentado y quizs el ms importante. Los apstoles que heredaron el papel de la conduccin del movimiento iniciado por el Crucificado, se enfrentaron a una serie de controversias acerca de la necesidad de la conservacin de la ley antigua y empezaron a redactar la nueva. A partir de aqu surge el problema de los fieles e infieles en la cultura judeo cristiana. Hacia el ao 49, se celebr en Jerusaln un concilio que trat de resolver de manera pacfica el conflicto aparecido entre los apstoles Pedro y Pablo (uno circunciso y el otro no) que en realidad era un conflicto entre los nuevos judos o cristianos y judos respetuosos de la ley mosaica y que consideraban a Cristo como un profeta ms y no como Dios redivivo en la tierra. En este concilio se mencionan por primera vez las palabras hereje y judaizante como sinnimos referidos a los que no respetan la alianza nueva y siguen en el rito de sacrificios animales, la celebracin de la pascua juda, el pentecosts y la prctica de la circuncisin.

La presencia de judos en todas las ciudades principales del imperio romano hizo que la difusin de las nuevas ideas fuera sumamente rpida. Roma, que en un primer momento vio con ojos de sospecha y preocupacin a los nuevos mensajeros religiosos, decidi perseguirlos por considerar a la nueva religin subversiva al orden romano establecido. Sin embargo el embate cultural que va a sufrir el imperio va a ser de gran magnitud, al punto de que hacia el siglo IV la religin cristiana no slo es respetada oficialmente sino que cuenta entre sus miembros a varios ciudadanos principales del decadente imperio.

Este punto ha sido recogido por muchos historiadores apologistas cristianos que han tratan de ver una suerte de milagro en este rpido crecimiento. Lo cierto es que a Roma, que tena una cultura ms bien sincrtica y que haba asumido lo mejor y lo peor de todas las culturas que avasall, desde la griega hasta la egipcia, no le cost nada asumir los principios religiosos cristianos. Ms an si consideramos que la nueva iglesia catlica igualaba al poder secular con el religioso, dndole un aura mstica al gobernante espiritual por su relacin directa con Dios.

Al mismo tiempo, la religin catlica se convierte en un arma poderosa de influencia ideolgica al proponer la no violencia como eje de su actuar, es decir, antes de promover movimientos polticos

anti statu quo, propona ms bien humildad y esperanza en un reino extraterrenal lleno de justicia y felicidad para los que sufren en la tierra. De igual manera la idea de una justicia de otro mundo dilua la idea cristiana de igualdad en la tierra, lo que comprometa menos el sistema poltico imperante. Podemos afirmar que la iglesia catlica va a contribuir de manera decisiva al paso de la sociedad al feudalismo.

As como antes elev a los altares de su olimpo a Amn o a Isis, Roma asimil no slo la idea de un Dios nico, sino que supo coligar las fiestas ancestrales con las cristianas. No prohibi ninguna, slo se cambi la advocacin respectiva. Y para que no hayan conflictos con la cantidad de deidades a las que el pueblo de Roma y sus provincias estaba acostumbrado, hizo acompaar a ese Dios nico de una plyade de santos, ngeles, arcngeles, diablos y demonios, e inclusive, asumi con una facilidad sorprendente la idea de la trinidad cristiana, ms un amplio y fortsimo culto a la virgen Mara (que conserva mucho del antiguo rito de las Vestales romanas).

De esta manera, el cristianismo se convirti en religin de estado en el imperio Romano de occidente. Roma como sede de la curia jerrquicamente superior de la nueva iglesia, se va a convertir en el eje emanador de la nueva cultura, que como hemos visto, resulta sincrtica de viejos cultos paganos, la tradicin juda y los nuevos alcances que se van a empezar a gestar alrededor de la figura papal.

Al mismo tiempo que el cristianismo se va a entronizar en la Roma decadente y feudal, los judos tuvieron que enfrentar persecuciones en todos los lugares donde se asentaron. Fruto de esta feroz cacera, los judos van a ocupar aquellos lugares donde an no se asentaba la religin cristiana con fuerza, hablamos de Rusia, la zona central europea y la pennsula ibrica.

Los judos en la pennsula ibrica son un captulo muy importante de la historia. Mientras los rabes ocuparon un importante territorio durante muchos siglos en los que ahora son Espaa y Portugal, los descendientes del pueblo hebreo lograron asentarse en las principales ciudades del Al ndalus ocupndose de los menesteres propios del comercio y llegando a hacerse cargo de importantes puestos de gobierno. Crearon una slida cultura, llamada Sefard y que en una muestra impresionante de una sociedad de tolerancia efectiva, al lado de musulmanes y visigodos, lograron un desarrollo notable. Importantes pensadores, mdicos, filsofos y cientficos se criaron en las angostas e intrincadas calles de las juderas andaluzas.

Cuando los reinos espaoles se unifican en la mal llamada Reconquista, tuvieron que financiar la costosa y larga guerra contra el califato de Crdoba, que para el siglo XV ya estaba en una situacin de franca crisis. El financiamiento vino de muchas fuentes, pero la principal fue la de la confiscacin de las propiedades judas en las ciudades reconquistadas.

Este proceso, determinara la aparicin de una poltica sistemtica de enfrentamiento directo, por parte de los reyes catlicos, contra los intereses judos en la pennsula. Algunos meses antes del viaje descubridor de Coln, en marzo de 1492, los judos fueron vctimas de un decreto que los obligaba a abandonar la pennsula o convertirse a la religin cristiana. La acusacin era que los judos practicaban la usura, lo que resultaba inmoral a los ojos de los flamantes cristianos visigticos. Lo cierto es que la tarea de usureros y prestamistas fue casi exclusiva de judos, ya que ningn hidalgo o noble espaol (y en general europeo, lo que explica la vocacin banquera de los judos en pases como Holanda) poda pretender asumir esa labor financiera por que en la edad media, se consideraba que trabajar con dinero era indigno y siendo los judos los permanentes parias de la sociedad, no tuvieron ningn reparo en convertir su capital comercial en usurero. Esto a muchos les caus la muerte.

Muchos judos, que se haban arraigado fuertemente en la pennsula, no quisieron dejar sus propiedades, familias y entorno y se convirtieron a la religin catlica, con la esperanza de poder mantener su cultura bajo la presin del Estado y de la sociedad. Segn las investigaciones, resulta clara la sinceridad con la que algunos judos abrazaron la nueva religin, ya que de alguna manera, no contravena en esencia sus creencias. Sin embargo, en la sociedad cristiana medieval, no slo bastaba con ser cristiano, sino que haba que parecerlo. Cualquier evidencia, hasta la ms ftil, que hiciera sospechar acerca de la perviviencia de algn rasgo de la religin mosaica, era bice para la acusacin, destierro, torturas, confiscacin de bienes y hasta la muerte. Una camisa blanca en pascua juda, rechazar comer cerdo o estar circuncidado significaban inmediatamente la intervencin del Santo Oficio y del brazo secular de justicia en una de las muestra de intolerancia humanas ms terribles que recuerde la historia.

Numerosos judos migraron al Portugal, que haba implementado una legislacin que protega, al menos temporalmente, las propiedades de los hebreos. Pero en Portugal tambin hubieron momentos de persecucin, especialmente cuando los fondos del Estado estaban exhaustos. Algunos judos entonces, tuvieron que trasladarse al Brasil o a las colonias espaolas en Amrica cuando los reinos del Portugal y de Espaa se unificaron bajo la corona de Carlos I. Es por ello, que en la Amrica colonial, el simple hecho de llevar un apellido portugus o de haber vivido en el Portugal, era motivo suficiente para que el Tribunal entre en sospecha acerca de la verdadera confesin cristiana.

EL TRIBUNAL DE LA SANTA INQUISICIN EN AMRICA

Una de las instituciones que va a tomar el papel de la represin contra el judasmo en Amrica va a ser el Tribunal de la Santa Inquisicin. Este tribunal eclesistico se origina en el siglo XII a partir de las ordenanzas del papa Lucio III que ordenaban elegir personas honorables para hacer conocer los nombres de los herejes (Boulenger 1952: 553). En el siglo XIII este tribunal se extiende a todo el mundo cristiano de la poca, marcando claramente la funcin y la competencia de descubrir y castigar a herejes, apstatas, hechiceros y magos. Sus fallos eran inapelables y las autoridades seglares estaban en la obligacin de colaborar tanto en la persecucin y captura, como en aplicar las penas de relajamiento (lase muerte) a los condenados, bajo pena de caer tambin estas autoridades bajo sospecha de colaboracin y complicidad con los impos.

La inquisicin mantena algunos principios claves para el ejercicio de su funcin: En primer lugar, se deba mantener un riguroso secreto de la formacin judicial, vale decir, de los testimonios de testigos y acusadores, as como de las confesiones de otros acusados que lleven a la captura de algn hereje; en segundo lugar se planteaba el principio de la aplicacin de penitencias saludables a los arrepentidos, que podan ir desde llevar ad eternum smbolos infamantes que los convertan en permanentes apestados sociales, pasando por arrestos domiciliarios perpetuos, hasta azotes o simples reconvenciones orales; y por ltimo, la inquisicin defenda la persistencia de la jurisdiccin inquisitorial hasta mas all de la tumba, quiere decir que un acusado que mora en las mazmorras continuaba en proceso como si estuviera vivo y se le aplicaba la sentencia a su cadver u a su efigie, si es que del cadver no quedaba nada luego de los dilatados procesos. De igual manera, la investigacin de pureza de sangre que los principales tenan que sufrir para lograr algn cargo o librarse de sospechas de judasmo, incluan a varias generaciones hacia atrs, Hubieron casos en que se juzgaron a personas muertas haca ya varias dcadas por que fueron encontrados indicios de judasmo.

Desde un primer momento, la conduccin del tribunal fue encomendada a los miembros de la orden dominica, quienes como su nombre permite deducir (Domini cani = perros de dios) conservaban por todos los medios la pureza de la fe. Aunque tambin jugaron un papel muy importante otras rdenes religiosas como la de los Franciscano o la de los Jesuitas a partir del siglo XVII.

Para lograr sus fines, el Tribunal del Santo Oficio cumpla un riguroso procedimiento, prolijamente explicado y sustentado por los manuales de inquisidor de la poca. En primer lugar, cuando haba alguna sospecha que en un pueblo o ciudad se estaban llevando a cabo actos reidos con la fe verdadera, se enviaba a un inquisidor, el que se encargaba de convocar a personas - no necesariamente sacerdotes - para conformar la causa, luego se buscaban informantes que determinaran la evidencia de hereja entre los miembros de la comunidad. Se proceda entonces a recurrir al poder secular para las detenciones del caso.

Para esto exista el perodo llamado tiempo de gracia que se prolongaba entre 15 das a un mes y que deba servir para la confesin voluntaria de los errores. En ese tiempo se publicaba el edicto de fe que era una conminacin a los que supieran de la hereja para que confiesen so pena de excomunin. Si el acusado era un pertinaz, es decir que se obstinaba en su error, o si habiendo sido acusado anteriormente de hereja, volva a cometer la falta (estos eran los llamados relapsos) el tribunal pasaba a la segunda etapa.

El interrogatorio suceda al tiempo de gracia y se aplicaba slo a los que no abjuraban de la hereja o a los pertinaces y relapsos. Segn la lectura de los interrogatorios, resultaba preferible confesar herejas menores a declararse inocente, ya que esto poda ser considerado como pertinacia. Es ms, si el acusado poda sortear las capciosas preguntas de los tribunos se deca que el demonio haba iluminado su entendimiento para confundir a los jueces. En el interrogatorio participaban dos jueces que a su vez eran sacerdotes y un notario que trataba de apuntar con cierta prolijidad todo lo que decan los jueces y el acusado. Evidentemente no exista la posibilidad de la confrontacin con los testigos o los acusadores y en la gran mayora de casos no se poda contar con un abogado defensor. Esta gracia se otorgaba slo a algunos presos notables y ms bien era con la intencin de convencer al supuesto hereje de la ventaja de la confesin total y la abjuracin de la hereja.

Si el acusado mantena sus posiciones de hereja o se segua declarando culpable, el tribunal pasaba a la etapa de la violencia y tortura. Se parta del principio vejatio dat intellectum, es decir, la violencia da inteligencia. A pesar de que las torturas haban sido prolijamente descritas por los testigos de la poca, hoy se nos hace difcil entender la saa con la que actuaban ciertos inquisidores a la hora de los interrogatorios violentos.

Entre las torturas ms comunes tenemos la de los garrotes, que se aplicaban mientras el cuerpo del acusado se encontraba maniatado de manos y pies, a las coyunturas hasta quebrarlas. El potro que era un complejo mecanismo de estiramiento que generalmente provocaba dolores indescriptibles y la invalidez de los torturados. Pero el ms terrible era la tortura llamada la

garrucha que consista en colgar al acusado por las manos atadas a la espalda y soltarlo desde cierta altura, deteniendo de golpe la cada antes que los pies del torturado tocasen tierra. Para aumentar el dolor y la eficacia de la tortura, se le aadan hasta 100 libras de peso atadas a los pies. Cuando el supuesto hereje mantena su inocencia o discuta con los jueces manteniendo su postura, se le aplicaba el tormento ms insoportable, se le untaban las plantas de los pies con grasa de cerdo y se colocaban estos encima de un brasero encendido.

Segn una ordenanza papal, el perodo de tortura no deba exceder de una hora y deba efectuarse slo hasta tres sesiones de tormento con un lapso de dos das entre sesin y sesin. Sin embargo en el Per, histricamente fieles a los rcords, las sesiones se extendan hasta los 75 minutos y se aplicaron hasta seis sesiones en algunos casos aislados.

Es necesario aclarar que segn los principios que regan al Tribunal de la Santa Inquisicin, las torturas no podan llegar a mutilar o siquiera hacer sangrar a los acusados. Pero poniendo el parche antes de que aparezca el chupo, el Santo Oficio declaraba que Ordenamos que la dicha tortura sea empleada de la manera y durante el tiempo que juzguemos conveniente, despus de haber protestado como protestamos, que en caso de lesin, muerte o fractura, el hecho no podr imputarse sino al acusado. Loyo (1997: 1). Es necesario aclarar que algunos reos no negaron en ningn momento su condicin de judos, ni durante la captura y arresto, ni en los interrogatorios, ms bien algunos de ellos lograron hacer que el tribunal nombrara doctores en filosofa y teologa para que puedan discutir y nunca se pas a la etapa de la tortura, aunque igual resultaran relajados.

Luego de haber interrogado, por las buenas o por tortura, los familiares del Santo Oficio nombrados para tal efecto, se reunan y sentenciaban al acusado. Generalmente la lectura de la sentencia se realizaba en domingo para que la mayor parte de la gente pueda asistir. Las sentencias dadas eran inapelables. Variaban de acuerdo a la gravedad de la falta. Las penas leves o de arrepentidos consistan en alguna penitencia pblica, que pasaba por el servicio en algn hospital de pobres o como aclito sin paga de alguna iglesia; todo esto siempre acompaado de azotanas pblicas y el infamante sambenito que era una capa de tela burda y de color amarillo que los penitenciados del tribunal tenan que llevar permanentemente, lo que los haca objeto de mofa y repudio por parte del resto de la comunidad. Si el arrepentimiento era dudoso, se le poda decretar pena de reclusin perpetua, sobre todo si la familia del reo era lo suficientemente pudiente como para poder mantenerlo por aos. Entre las penas graves tenemos las condenas a remar en las galeras, el destierro a lugares alejados o la pena de muerte, que como sabemos, tena que ser sin efusin de sangre, por lo que se usaba tanto la hoguera como el garrote.

Por ltimo, se aplicaba la sentencia en acto pblico. La gente asista no slo por el espectculo, que duraba todo el da, de los acusados llevados con smbolos infamantes y velas verdes apagadas en las manos, si no ms bien por las indulgencias que la iglesia otorgaba a todos los que asistieran a este Auto de Fe. En las colonias, estos actos revestan de una ceremonia y un aparato impresionantes. Cuando se juntaba una cantidad de reos apreciable y se contaban con los fondos adecuados para el acto, se determinaba el da de aplicacin de sentencia.

Treinta das antes del auto se comunicaba por pregn pblico a todo el pueblo acerca de la fecha de la aplicacin de sentencias. El pueblo se preparaba para asistir en pleno a la plaza mayor o al atrio de la iglesia de Santo Domingo. El da fijado, muy temprano el virrey, oidores de la audiencia, miembros del cabildo y autoridades universitarias llegaban a la residencia de los inquisidores para escoltarlos al lugar del auto. Luego de una larga misa (que a veces le segua una procesin) apareca la columna de los condenados. Abra la columna una cruz verde cubierta con un crespn negro y estaba flanqueada por todos los clrigos de la ciudad que reconvenan a los condenados por todo el camino.

Cada acusado llevaba en las manos una vela verde apagada y un cucurucho de papel sobre la cabeza donde se haban dibujado los smbolos de su delito: brujas sobre escobas, diablos en situaciones obscenas y estaban vestidos con el sambenito amarillo; a su vez llevaban una soga amarrada al cuello como smbolo de su futuro. Los blasfemos a su vez portaban una llamativa mordaza en la boca. Tambin asistan los declarados inocentes, montados en una mula de color blanco y con una tnica alba y la vela verde encendida en las manos. Hubieron algunos casos en que el tribunal lleg inclusive a restituir los bienes confiscados a los inocentes.

Aquellos que eran declarados pertinaces y mantenan su creencia anticatlica, eran condenados a la hoguera, algunos se arrepentan momentos antes de aplicar la pena, y se les otorgaba la gracia de ser ahorcados primero antes de caer en las llamas como una medida humana para evitar el sufrimiento del fuego. Gerardo Loyo menciona una frase muy popular en la Amrica colonial: El que entre en la Inquisicin, si no lo queman, de todos modos sale chamuscado, (Loyo 1997: 3) En Espaa esta institucin se instaur efectivamente en 1480, aunque desde el siglo XIII funcionaba de una manera muy limitada.

Un ao despus de esta instalacin se efectu el primer acto pblico del Tribunal, el 6 de febrero de 1481 se realiz un auto de fe en Sevilla donde fueron relajadas 12 personas. Para ampliar las funciones del tribunal, uno de los ms famosos inquisidores, Torquemada defini lo que sera la hereja implcita, es decir en el manual del inquisidor se incluan los robos sacrlegos, la bigamia,

la hechicera, la solicitud de favores sexuales por parte de sacerdotes, la blasfemia, la santera y se inclua tambin a los iluminados, es decir a aquellos personajes que aseguraban tener un contacto directo con algn santo oficial, con la virgen, Jesucristo o el mismo Dios, sin pasar por el aparato eclesistico. Este fue el espritu persecutorio y represivo que lleg a Amrica, dando un poder muy grande a los miembros del Santo Oficio ya que gracias a sus funciones podan llegar a todos los funcionarios y sacerdotes de la colonia sin mucho control por parte de la jerarqua formal peninsular.

Mientras que en Europa la persecucin de los inquisidores se centraba en los herejes arrianistas, hansenitas, etc. en Espaa se dedicaron, desde ese ao, a perseguir a los judos, quienes para poder quedarse en el territorio espaol tenan que abjurar de sus creencias bajo amenaza de muerte y abrazar el cristianismo. A estos convertidos se les aplic el infamante apelativo de marranos, en clara alusin a su negativa de comer cerdo, por principios religiosos.

Espaa us la inquisicin con el objetivo primordial de dar un respiro a sus arcas agotadas por el largo proceso de la guerra de reconquista a travs de las confiscaciones de los ricos patrimonios judos, pero tambin le sirvi para la conservacin de la unidad nacional a travs de la unidad religiosa (Menndez y Pelayo 1950: 233) Cuando los judos fueron desapareciendo, ya sea por conversiones masivas y obligatorias, por la migracin a otros territorios o por los ajusticiamientos, la inquisicin espaola, afin sus intenciones contra protestantes y rabes musulmanes.

El descubrimiento de Amrica y su posterior conquista por los europeos coincidi con un proceso sumamente importante en la historia de la humanidad. Aquellas zonas que se encontraban en un franco proceso de cambio hacia el capitalismo, a travs de la expansin del capitalismo comercial y el fortalecimiento de las ciudades y sus instituciones polticas se vieron envueltas en una poca de guerra religiosa a partir de los aos 20 del siglo XVI. Este proceso conocido como la Reforma, abarc amplios territorios en la actual Alemania, Suiza, Holanda, Inglaterra y Francia. Precisamente los pases donde la feudalidad estaba en franco retroceso ante el embate de nuevas formas de producir riqueza fueron los lugares donde el movimiento poltico de la reforma religiosa asent sus reales con mayor fuerza.

La iglesia Catlica haba recibido mltiples crticas a partir de la corrupcin existente en Roma entre los prelados de la curia, aparte de la serie de escndalos que provoc la indiscriminada venta de indulgencias en toda Europa. A este proceso se enfrent Martn Lutero formulando un sistema religioso que determinaba que la fe era el nico vehculo para lograr el cielo, por lo tanto la presencia de sacerdotes y del papa mismo no se justificaba bajo ningn principio, ya que no podan arrogarse el papel de ser intermediarios de Dios ni de interpretar su palabra. Roma

responder con el concilio de Trento que funcion, con algunas interrupciones, entre 1545 y 1563. Podemos considerar este concilio como la instancia que va a dar forma definitiva a la Iglesia Catlica como la conocemos hasta hoy. En este concilio se determinaron los principales puntos del dogma catlico, es decir, que los creyentes que no cumplieran estrictamente con los principios emanados por este concilio, eran considerados herejes e impuros, declarndoseles la guerra total a muerte.

Particular importancia tiene la declaracin trentina que determina que las escrituras y la tradicin (es decir la Iglesia como intrprete y las costumbres por ella aceptada) son las fuentes de fe para los catlicos, en contraposicin a los protestantes que consideraban slo a la Biblia como la fuente de fe. De igual manera, se termin de elaborar el texto final de la Biblia al hacer una seleccin (a veces con criterios muy endebles) de los libros que deban conformar la versin finalmente aceptada por los cristianos. A partir de aqu se empieza a editar la Biblia con el nmero de libros conocido por todos nosotros y que se llama comnmente vulgata, muchos libros bblicos fueron rechazados por sospecha de ser apcrifos o por contenidos poco edificantes segn los prelados reunidos.

Tambin se aprob en este concilio el culto a santos y reliquias. En el caso de estas ltimas, exista en Europa medieval un verdadero circuito comercial alrededor de las ventas de todo tipo de elementos considerados reliquias, desde clavos originales de la cruz de Cristo, hasta osamentas completas de santos y apstoles, que se veneraban tanto en iglesias como en los castillos de los poderosos seores feudales que hacan alarde de su pertenencia. Este comercio reditu pinges ganancias a Roma y sus agentes. Tanto protestantes y judos (as como un nmero muy grande de herejas de la poca) encontraron en la adoracin a los santos y reliquias un poderoso caballo de batalla por considerarla simple idolatra. El concilio de Trento tambin declar legtimas las indulgencias, que como vimos lneas ms arriba, fue la excusa para desatar la reforma religiosa en Alemania.

De igual manera, el concilio trentino estableci la edad de ingreso a los conventos y rdenes religiosas en 16 aos para los varones y 12 para las mujeres. Esto debido a la indiscriminada captacin de nios y jvenes que hacan algunas rdenes religiosas para poder llenar sus conventos, a cambio claro est, de importantes dotes, ya que para algunas familias resultaba muy importante contar con familiares en las rdenes que polticamente se estaban convirtiendo en centros de poder.

El concilio tambin dise el sistema por el cual los sacerdotes y curas deban mantenerse castos y clibes. Hasta ese momento, algunas rdenes eran relativamente complacientes con el

matrimonio y concubinato de sus miembros, ya que an no haba sido completamente normado el celibato eclesial. Suponemos que esta medida estaba dirigida fundamentalmente a evitar la dispersin de la propiedad de la iglesia. A la muerte de los prelados, la heredera universal de los bienes sera la misma iglesia y no tendra que compartirse con indeseables progenies. Los rabinos judos y los ministros protestantes estaban en la obligacin de formar familia ya que, segn estas religiones, era la mejor forma de integrarse a la sociedad.

La medida ms importante adoptada por la iglesia en el concilio mencionado fue la de determinar que la iglesia universal estaba regida por el papa romano. A partir de este momento, se equipara el poder del sumo pontfice al poder de los reyes y seores feudales europeos. Como este personaje gozaba del principio de infalibilidad, sus mandatos deban ser obedecidos al milmetro por todos los creyentes. Ante esta demostracin de poder, tanto reformistas como miembros de las dems iglesias no cristianas, expresaron su rechazo, convirtindose de esta manera en una discusin no slo teolgica o filosfica, sino tambin poltica.

LA INQUISICIN EN EL VIRREINATO PERUANO

A partir de los primeros viajes de descubrimiento y conquista del nuevo continente, se inicia la migracin juda a Amrica. Para poder controlar este proceso migratorio las autoridades espaolas impusieron una serie de prohibiciones claras para los que pretendieran hacerse a la mar con destino a las colonias recin fundadas. Particularmente se les prohiba el viaje a personas solteras, ya que la escasez de mujeres entre los espaoles en Amrica haca que estos asumieran conductas reprobables como el concubinato con aborgenes. De igual manera se estableci que los mendigos no podan viajar al nuevo continente as como abogados, por el temor que su presencia hiciera an ms violenta la vida social colonial. La prohibicin ms directa fue la dictada contra herejes de toda laya, conversos, judos, moros y reconciliados. Esta prohibicin estaba dirigida no solo a personas en particular, sino a familias, ya que abarcaba inclusive a nietos. Algunos descendientes de judos o conversos, lograron conseguir dispensa para poder migrar a tierras americanas, pero an as estaban expresamente prohibidos de ejercer cargos pblicos o concejiles.

El objetivo de la corona espaola al establecer prohibiciones determinadas para el paso a Amrica, estaba determinado por la intensin de lograr una relativa hegemona entre los migrantes para lograr una seguridad y sobre todo una fidelidad dogmtica alrededor de los principios catlicos

que no pusiera en riesgo la dominacin espaola en el continente. Este control estableca no solo pautas cualitativas entre los migrantes, sino tambin cuantitativas.

A pesar de estos controles, la poblacin europea en Amrica tena graves desproporciones. Llegaron muchos hidalgos que no estaban en la disposicin de trabajar la tierra o de conocer algn oficio, ms bien s de pretender encomiendas a cambio de favores polticos o por su participacin en las pacificaciones. Llegaron muy pocos campesinos con la idea de producir, de igual manera, tampoco se embarcaron nobles, slo aquellos que tenan algn cargo poltico de gobierno. Esto explica de alguna manera, la psicologa que acompa a los colonizadores que convirtieron la colonizacin en un proceso blico de exaccin y violencia, condenando a miles de indgenas a una servidumbre rayana en esclavitud.

As como la corona no pudo controlar la calidad de los colonizadores, tampoco pudo garantizar que judos y conversos llegaran al nuevo continente. Estos arriban a las colonias hispanas en gran nmero a travs del Portugal y el Brasil, aunque muchos aprovecharon las debilidades de los controles espaoles y se embarcaron directamente desde la pennsula. Su presencia fue rpidamente detectada en las flamantes ciudades espaolas americanas, pero como los judos y conversos llegaban con oficios o se dedicaban principalmente al comercio, fueron aceptados y hasta en algunos casos pudieron realizar sus actividades sin ninguna interferencia por parte del poder.

Pero la preocupacin de la corona de mantener un relativo control entre los colonizadores determin que enviara a los primeros inquisidores a Lima, junto con el virrey Toledo en 1569. Siempre se ha dicho que con la llegada de Toledo al Per se inicia la colonia espaola en el Per. Debemos aadir que con la llegada de este personaje se inicia el control religioso con el poder del Santo Oficio. A pesar de que el tribunal no tuvo jurisdiccin sobre los indios, contaba con amplsimas atribuciones para perseguir y castigar los delitos de blasfemia, poligamia, vana observancia de las reglas catlicas, sodoma, injurias a miembros del Santo Oficio y lectura de libros herticos (lo que inclua la posesin de ejemplares de la Biblia en romance).

Si hacemos clculos, resultara que en toda la colonia hubo un promedio de 1 relajado cada siete aos (Taibo 1997: 1), sin embargo esto no descarta de ninguna manera la presin psicolgica que implicaba la presencia del Tribunal en las colonias americanas, especialmente en Mxico y Lima. Al margen de la amenaza de proceso, el Tribunal contaba con un poderossimo instrumento de presin: la excomunin.

Amenazar a alguien excomunin mayor significaba convertir a este personaje en un paria ante los ojos de sus coterrneos. Hubieron casos en que simplemente una amenaza de caer en excomunin mato a alguna persona que no pudo sostener la presin psicolgica de saberse fuera de la iglesia y ante los ojos crticos del temido Tribunal. Una excomunin mayor implicaba la anulacin social de una persona ya que se le prohiba todo trato con el resto de fieles, inclusive el comercial. De este anatema no se podan librar ni siquiera migrando a otras ciudades, ya que todos deban portar de una carta de comunin que implicaba su derecho a poder participar del sacramento, y era otorgada por el obispo del lugar de origen. El hecho de que un forastero no contara con dicha carta, era sospechoso de haber sido excomulgado en otro lugar de la colonia y por lo tanto infecto.

Esta arma fue ampliamente usada en las relaciones siempre tensas entre el Santo Oficio y el poder secular. Existen relatos documentados de los desplantes que se hacan ambos contrincantes en su celosa lucha por fueros y jurisdicciones. Es necesario acotar que no siempre terminaba con el triunfo del tribunal. Segn Teodoro Hampe, ensayando un estudio historiogrfico del tema, las ltimas investigaciones aportan la sugerente idea del Tribunal como un ente inactivo e ineficiente, desconectado de la celosa vigilancia en materia de fe y orientado principalmente a promover los intereses comerciales y financieros de sus miembros (Hampe 1995: 3).

Aparte de esto, resulta evidente la existencia de un fuerte clientelismo en relacin con los miembros del Tribunal como con la Administracin colonial. Esto podra afirmarse tambin al analizar las consecuencias econmicas que tuvieron los grandes procesos, tanto en Mxico de 1596 o el de Lima en 1630. Si bien pareciera que Boleslao Lewin exager estas consecuencias a nivel macro econmico, el intercambio de bienes y mercancas no se vio afectado en estos procesos, pero lo que si cambi al parecer fueron los destinatarios de las riquezas. El prestigio y el alcance del Tribunal creci sobremanera con estos procesos y particularmente en Lima, los bienes confiscados a los encausados en la famosa Gran Complicidad sirvieron para consolidar el rol de los miembros del Santo Oficio como agentes de crdito y comercio al eliminar la competencia de los comerciantes judos.

Consideramos exagerado afirmar que slo los objetivos econmicos movieron al Santo Oficio en su lucha contra los judos y otros encausados. Tambin se cumpla con el objetivo psicosocial de mantener una presencia intimidante a todo nivel, sobre todo al interior de las clases populares. Cuando la situacin social se complicaba en la colonia, se encontraba un chivo expiatorio a travs del ajusticiamiento pblico de algn cura inmoral o de alguna hechicera. Al parecer, Santa Rosa de Lima muri lo suficientemente joven como para no caer en las miras del Tribunal, que persegua con especial saa a los iluminados (como si cay en las mazmorras de la Inquisicin Rosa de Santa Mara, una de las beatas ms cercanas a la santa limea).

LA OBRA DE MARCOS AGUINIS

Uno de los momentos ms importantes de la historia del Tribunal de la Santa Inquisicin en Lima lo constituye la llamada Gran Complicidad de 1639. Precisamente el libro de Marcos Aguinis gira alrededor de la vida de uno de los ms importantes ajusticiados de ese auto: Francisco Maldonado da Silva, bachiller en medicina, nacido en Tucumn de padre portugus y madre cristiana vieja es decir de raigambre espaola y sangre no contaminada.

Aguinis hace un relato fresco acerca de los primeros aos del personaje en cuestin, evidentemente hablamos de una obra importante en el espectro literario latinoamericano contemporneo. Sin embargo, el hecho de que el autor haya realizado una investigacin previa, basada en una bsqueda seria y sistemtica (asesorado por conocidos investigadores, como Franklin Pease) de documentacin al respecto, la obra toma las caractersticas de novela histrica. Existen, entre algunos cientficos sociales, reticencias a la hora de darle importancia a la literatura histrica, sin embargo consideramos que, particularmente en este caso, el autor hace un importante alcance para el entendimiento no slo de la problemtica inquisitorial en los marcos coloniales, sino para entender y acercar la cultura juda al lector.

Por otra parte al tomar el tema de la vida de un personaje histrico zambullndose en la documentacin de la poca para la reconstruccin de los hechos y los paisajes por los que la vida del protagonista pasan, nos hace un gran servicio al lograr lo que para muchos candidatos a investigadores en historia es difcil, la empata histrica.

Decamos al principio que para muchos investigadores era ms fcil buscar elementos de las herejas libertarias entre los acusados por el Santo Oficio, relatando de manera prolija los mtodos sanctos y non sanctos de lograr sus propsitos. Mencionan los casos de intervencin eclesistica en las extirpacin de idolatras, la presin a la cultura andina, la imposicin de una fe nueva que contribuy al llamado proceso de desestructuracin. Pero caemos en el mismo error de los historiadores tradicionales espaoles que anulan de su memoria la gran herencia rabe y juda. (Manrique 1993)

Como hemos visto en el primer cuadro, los judos fueron protagonistas principales de la persecucin inquisitorial. Pero aparte de la investigacin de Boleslao Lewin El Santo Oficio en Lima y el ms grande proceso inquisitorial en el Per, (Sociedad Hebraica Argentina, Santiago de Chile 1950) no hemos encontrado ningn trabajo referente a la visin especficamente juda del tema. Es cierto que Hampe menciona muchos trabajos en el artculo referido en la bibliografa, sin embargo estos han sido editados en revistas de escasa circulacin y para crculos de especialistas muy bien definidos. La idea es que los estudiantes de las ciencias sociales tengan acceso irrestricto a estos documentos. Particularmente en Internet hemos hallado una serie de documentos de gran importancia acerca del tema, particularmente trabajos provenientes de Mxico.

Por los aportes de la cultura juda a nuestra propia cultura, consideramos que este tema no ha sido lo suficientemente estudiado lo que es imperdonable en la bsqueda de objetividad histrica. Si bien la novela histrica no puede ser tomada como fuente, consideramos que el esfuerzo de Marcos de Aguinis es loable desde el punto de vista que trata de acercar un momento importante en nuestra propia historia.

El personaje de la novela estudia medicina en la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, acompaa a su padre, sentenciado tambin por el Tribunal a portar de por vida el sambenito de los condenados y a servir de mozo en el hospital de pobres del Callao. Cuando se descubre (por delacin de su propia hermana) que Francisco Maldonado practicaba fervientemente los ritos de la religin mosaica, es arrestado y trasladado a Lima para ser encerrado en los calabozos del Santo Oficio para, varios aos despus, salir de la crcel en direccin al quemadero, donde fueron relajados con l una gran cantidad de judos que haban organizado toda una comunidad hebrea en Lima. Muchos de ellos fueron acusados de tener intereses econmicos comunes con judos holandeses y eso significaba un terrible pecado para la administracin colonial.

En las paredes del remozado museo de la inquisicin de Lima, lugar donde funcion durante varios aos el tribunal se poda leer hasta hace muy poco una inscripcin grabada a punzn:

Mandamos los seores inquisidores a la pena de excomunin y multa de cien pesos, que ninguna persona debe andar de noche, ni a caballo por las calles por donde pasan los ajusticiados a los de fe que se celebrarn el 23 de este mes a horas tres de la tarde a cinco de la tarde, que ninguno tire a los penitentes con lodo o piedra u otros objetos, pena para los espaoles con destierro a Chile, y cien azotes para los mulatos, negros, mestizos, mandamos a pregonar el edicto el 23 de enero de 1639 (En Triveos 1986: 101)

Esta inscripcin nos retrotrae al clima que viva la ciudad antes de cada auto de fe, cuando las pasiones alimentadas por fanatismos eclesiales se ponan en grado superior y la ciudad esperaba con ansias la realizacin de los relajamientos en acto pblico. Precisamente en este auto de fe es quemado en la hoguera el personaje de la novela referida. As como en Mxico sucedi un Auto Grande, el de 1639 es el auto de fe ms importante de la historia del Santo Oficio en el Per.

En 1635 se hicieron un ciento de arrestos entre las personas ms acaudaladas del comercio de Lima. Estas personas fueron interrogadas durante ms de tres aos hasta que en 1639 se procedi al auto de fe ms ceremonioso y numerosa de la colonia. Al lado de Francisco Maldonado fueron relajados ms de ochenta reos, la mayora acusados de judasmo.

El caso ms notorio fue el de Manuel Bautista Prez, llamado Capitn Grande y que muri en la hoguera declarndose judo con orgullo. Se calcula que posea una de las fortunas ms grandes de su tiempo y su casa (hasta hoy conocida como la casa de Pilatos) pas a formar parte del patrimonio del Santo Oficio.

Aguinis relata con sobriedad el interrogatorio aplicado a Maldonado da Silva y aporta muchas luces acerca de los principios religiosos judos a travs de la docta defensa del condenado ante los jueces de la inquisicin. No debemos olvidar que Marcos de Aguinis es un prominente hombre de la cultura Argentina (fue Secretario de Cultura durante la presidencia de Ral Alfonsn) y destacado personaje de la comunidad hebrea de su pas, por lo tanto conoce perfectamente los entretelones de la persecucin religiosa juda en Amrica. Por otra parte, es distingible en la obra de Aguinis el profundo sesgo profesional del autor, siendo psicoanalista de profesin, los rasgos del personaje, (rechazado por una sociedad intolerante, obligado a ejercer su identidad en una total clandestinidad, y presionado a aceptar valores que no son los suyos) tienen mucho que ver con nuestro propio desarraigo y falta de referentes.

No quiero hablar aqu del manido y desgastado tema de la identidad. Todos estamos de acuerdo con la descripcin de Arguedas del Per como el pas de todas las sangres, sin embargo somos conscientes de que el nuestro no es el pas de todas las memorias. Tenemos una memoria selectiva y complaciente, criolla y costea. Y as como los espaoles que nos conquistaron eran en realidad el producto de muchos aos de mezcla cultural rabe, juda y visigtica, nuestra cultura es a su vez muestra de muchas corrientes, la espaola - con su carga de olvido y desarraigo - la andina cuando nos conviene y hemos olvidado la herencia africana y sobre todo la juda.

Esperemos que el presente artculo cause alguna polmica, slo nos mueve la intencin de comprender mejor a nuestras races y a nuestros vecinos y co-pasajeros del planeta y de la historia. Como el mismo Aguinis refiere en una entrevista al diario La Nacin de Buenos Aires:

Yo nac en la Argentina y desde mi mocedad estoy imbuido en la pugna por el pluralismo. Mis padres vinieron a la Argentina de Europa trayendo con ellos treinticinco siglos de memoria juda que ellos unieron a los cuatro siglos de historia argentina

Para poder entendernos mejor, es necesario que todos estemos conscientes de nuestras herencias mltiples, sin ambages ni disimulos. Es el nico pasaporte de curso legal para poder transcurrir en la historia