La Gesta Del Guerrero Moche

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La Gesta del Guerrero

Luis Jaime Castillo Butters

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La Gesta del Guerrero

Luis Jaime Castillo Butters

La cultura Mochica se desarrolló en los fértilesvalles de la Costa Norte del Perú aproximadamentea partir del año 150 d.C. (Figuras 1 y 2). Los dife-rentes núcleos que conformaban la sociedad Mochicafueron los primeros en Sudamérica que alcanzaron aagrupar centralizadamente vastos territorios en es-tados regionales, y consecuentemente, grandes po-blaciones organizadas de acuerdo a una estructuraaltamente jerarquizada. Paralelamente a la crecien-te complejidad política y social, y para darle la nece-saria legitimidad, se creo una elaborada ideología quese materializó en grandes templos y lugares de cultoen los que se escenificaban rituales y ceremoniasfunerarias y para los que se utilizaron elaboradosobjetos rituales. Asimismo, desarrollaron tecnologíasespecializadas para la producción de alimentos par-ticularmente en irrigación, agricultura y pesca, y laproducción de artefactos para el uso domestico yritual. En sus setecientos años de historia la culturaMochica fue gobernada por una elite que combinabael poder secular con una importante función ritual,verdaderos dioses vivientes.

Para estudiar la vida, las costumbres y las tradi-ciones que se practicaron en esta sociedad, y a falta

de registros escritos, la arqueología se vale de losrestos materiales que han soportado el paso del tiem-po. Ellos son particularmente explícitos en lo que serefiere, por ejemplo, a su tecnología, a su dieta, a susprácticas funerarias, y en fin, a todos los aspectos dela vida que tienden a expresarse a través objetos.Las ideas, las historias y los mitos, las prácticasreligiosas, los nombres y proezas de los diosesgeneralmente no se preservan por que existenprescindiendo de todo soporte material. Relatos yceremonias tienen el mismo carácter. Las historiasde la comunidad, los mitos de origen y las hazañas delos héroes y dioses suelen ser transmitidas por víaoral, desapareciendo luego de que se expresan; lasfiestas y ceremonias generalmente se escenifican entemplos que luego son limpiados escrupulosamente,borrando toda huella de lo que allí ocurrió. Sin em-bargo, en algunos casos las sociedades antiguas handesarrollado elaborados sistemas de representaciónartística a través de los cuales se han ilustrado, encerámica, metal, textil o pintura mural, ritos y cere-monias, mitos y leyendas, ideas y valores respecto alo que era más sagrado. Estos conjuntos de imáge-nes se denominan iconografía, y entre las sociedades

LuisJaime Castillo Butters. Profesor Principal del Departamento de Humanidades, Sección de Arqueología y Director de RelacionesInternacionales y Cooperación de la Pontificía Universidad Católica del Perú. ([email protected])

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andinas la Iconografía Mochica es sin duda la mássobresaliente por su riqueza y detalle, ilustrando engran realismo todo un vasto bagaje de ceremonias ynarraciones religiosas.

La lectura de estas imágenes no es tarea senci-lla y ha sido el sujeto de una larga tradición de inves-tigadores que, empezando con Uhle, Tello y Larcopaso a paso han ido desentrañando el las historiasescondidas en los ceramios. Hoy sabemos que la ico-

nografía Mochica tiene como sujeto a la vida cere-monial de esta sociedad, y no a su vida cotidiana(Hocquenghem 1987); que esta compuesta por unnúmero limitado de temas (Donan 1975) y que estosposiblemente corresponden a narraciones míticas oa escenificaciones rituales (Castillo 1991); que fue eltrabajo de artesanos altamente especializados y par-ticularmente competentes con las narraciones y losritos. El trabajo de los investigadores ha permitidoreconocer a los dioses y delimitar sus funciones, de-finir los temas que se representan y estudiar su evo-lución en el tiempo (Donnan y McClelland 1999) yentre los estados Mochicas. Más aún, las recientesexcavaciones de importantes sitios Mochicas comolas Huacas de la Luna (Figs. 3, 4 y 5) y el Brujo (Fig.7), o los cementerios de Sipán (Fig. 8), Dos Cabezas(Fig. 9) y San José de Moro (Fig. 6) han permitidoverificar que muchas de las historias que se ilustranen los ceramios tienen un correlato fiel en los con-textos arqueológicos (Alva y Donnan 1993, Donnany Castillo 1994, Franco et.al. 1994, Uceda et.al.1994)(Fig.3). Finalmente, el estudio cuidados de es-tas imágenes ha permito lo inimaginable, reconstruirlas narraciones paso a paso y en gran detalle, es de-cir recuperar las historias que se contaban en la cos-ta norte hace mas de mil años. En los siguientes pá-rrafos, y sustentados en los estudios de muchos in-vestigadores, intentaremos reconstruir en detalle lamás importante narración y ciclo ritual de la religiónMochica. Si bien esta no tiene nombre, en su conjun-to se puede denominar “La Gesta del Guerrero”.

Fig. 02. Cuadro comparativo de los estilos asociados alas regiones Mochica Norte y Mochica Sur.

Fig. 01. Mapa de la Costa Norte del Perú con indicaciónde las principales regiones y sitios Mochica.

Fig. 03. Parte del Mural con representaciones deguerreros en alto relieve en Huaca

de la Luna.

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Fig. 4. Reconstrucción de los sacrificios llevados a cabo en un sector de Huaca de la Luna.

Fig. 5. Objeto de Metal con representación de Guerreroregistrado en las excavaciones en Huaca de la Luna.

Fig. 6. Botella asa estribo con decoración en relieveregistrada en la M-U 813 en San José de Moro.

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Fig. 7. Reconstrucción de los diseños en los murales del Complejo Arqueológico El Brujo.

Fig. 9. Vasija escultórica con representación de guerreroprocedente de Dos Cabezas.

Fig. 8. Objeto de metal registrado en Sipan.

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Usando como fuente de información la cerámi-ca pintada y modelada por los artesanos Mochicas,las pinturas y relieves que aparecen en los muros delos templos y otra evidencia material descubiertas porlos arqueólogos de campo, se ha podido determinarque el centro de la liturgia religiosa Mochica era unacompleja ceremonia que culminaba con el sacrificiode guerreros vencidos en el campo de batalla. Laceremonia, que ha sido llamada del “Sacrifico”(Hocquenghem 1987) (Fig. 10), dado que culmina enla muerte ritual de los prisioneros, y de la “Presenta-ción” (Donnan 1975) (Fig. 11), ya que su sangre espresentada en copas ceremoniales a una divinidad,ha podido ser reconstruida en base al análisis de lasrepresentaciones en ceramios de las colecciones demuseos repartidos por todo el mundo. El MuseoLarco, al poseer la colección más grande de cerámi-ca Mochica es quizá también el único museo en elque encontramos representaciones de todos los mo-mentos de la gesta.

La primera parte de la ceremonia era el Com-bate Ritual (Fig. 12). En el se enfrentaban guerrerosfuertemente armados con estólicas y lanzas, porrasde madera o metal, escudos y hondas y ricamenteataviados con tocados y plumeros elaborados,orejeras, pintura facial, pectorales y brazaletes decuentas, camisas decoradas con imágenes de olas oescaleras, faldellines y taparrabos, coxaleras y cam-panas. La elaboración de sus vestidos hacen presu-mir que eran miembros de las élites de la sociedadMochica. Muchas veces los guerreros de un mismobando llevaban los mismos elementos, por ejemplo,aparecen con el mismo tocado, las mismas camisaso con decoración facial muy semejante, lo que noslleva a pensar que tuvieron el mimo origen, provinie-ron del mismo pueblo, o quizá fueron de la mismafamilia. Si bien estas escenas se han usado frecuen-temente para ilustrar la guerra en el antiguo Perú,existe una cierta controversia respecto su razón deser y al origen de quiénes participaban en la batalla.En su gran mayoría los guerreros de ambos bandosestán ataviados a la usanza Mochica y sólo en algu-nos casos aparecen guerreros que podrían haber sidoforasteros y a los que se representa con porras concabezas de piedra, tocados decorados con manos ypendientes compuestos por discos. Estos forasterosse enfrentan a guerreros Mochicas y generalmentellevan las de perder. Es también posible que estos

guerreros pertenezcan a grupos minoritarios de lasociedad Mochica. Si efectivamente los guerreros sontodos Mochicas, entonces estos enfrentamientos noserían verdaderas guerras, sino combates rituales(Hocquengehem 1987), como los combates delChiaraje que aún se escenifican el la zona del Cusco.En algunos caso los guerreros no son seres humanossino animales antropomorfizados vestidos y armadoscomo guerreros que se dirigen a un combate. No estaclaro si estos guerreros animales realmente comba-ten o si están dirigiéndose a los enfrentamientos con-tra objetos animados en la Ceremonia llamada de laRebelión de los Objetos (Fig.13).

El combate ritual mismo, descrito en gran deta-lle en cientos de ceramios, consistía en un enfrenta-miento entre dos guerreros, uno de cada bando, has-ta que uno de ellos fuera derrotado y capturado. Esmuy probable que el combate, como toda actividadritual, haya estado regulado. Por ejemplo, en muypocos casos vemos a dos guerreros de un grupo ata-car a uno del opuesto, fue más bien un enfrentamien-to de un individuo contra otro, cuerpo a cuerpo. Pa-recería que los guerreros embisten a sus contrincan-tes con sus porras hasta que uno perdía su tocado yse le llegaba a ver el cabello (Fig. 14). Esto es deenorme trascendencia ya que en le arte Mochica sólose ve el cabello de un hombre cuando ha sido derro-tado y esta cercano a su muerte. Podemos presumirque los guerreros emplearían toda su habilidad y es-mero para evitar ser derrotados, por lo que en el pro-ceso algunos guerreros eran heridos y aparecen san-grando por la nariz o de la cabeza. Si bien muy fre-cuentemente vemos que los guerreros portanestólicas y lanzas, nunca vemos en las escenas decombate que hayan individuos atravesados por dar-dos, cosa que si ocurre en las escenas de la caza delvenados. El objetivo último del combate era la captu-ra de los guerreros y no su muerte en el campo debatalla. A decir verdad es muy raro encontrar repre-sentaciones donde aparezcan guerreros muertos, loque refuerza el carácter ritual de los combates y sudiferencia con una batalla real, en la que se espera-ríamos liquidar al máximo número de contrincantes.

El guerrero vencido rápidamente se convertíanen prisionero, se le despojaba de sus ropajes, se leataba las manos a la espalda y se le pasaba una sogapor el cuello. Ya sin vestimenta es posible ver quemuchos guerreros llevaban el cuerpo cubiertos contatuajes, lo que se ha confirmado en algunos raroscasos de momias donde se conservó la piel

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Fig. 10. Roll out de la Ceremonia del Sacrifício. Tomado de Donnan 1999.

Fig. 11. Roll out de la Ceremonia de Presentación de la Copa.Tomada de Donnan 1999.

Fig. 12. Roll out de Combate Ritual entre los Guerreros. Tomado de Hocquenghem 1987.

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Fig. 13. Roll out de la Rebelión de los Objetos.Tomado de McClelland y Donnan 1999.

Fig. 14. Guerreros en combate ritual. Tomado de McClelland y Donnan 1999.

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(Ubbelohde Doering 1983). Existes algunos casos deindividuos de muy alto rango que lograron retener lacamisa luego de la derrota (Benson 1982). Sin em-bargo, incluso a estos prisioneros se les representasin faldellín y taparrabos y con los órganos genitalesdesproporcionadamente grandes. Parecería que lasrepresentaciones trataban de enfatizar la fuerza y vi-rilidad de los prisioneros. No se trataba, por tanto, deindividuos debilitados en la batalla, sino de jóvenesguerreros que aún poseían toda su potenciareproductiva. A continuación los prisioneros desnu-dos y atados eran presentados a guerreros de altorango que aparecen esperando el desenlace del com-bate en lugares ligeramente alejados del campo debatalla. Los prisioneros no eran encerrados ni custo-diados por la fuerza, parecería, por el contrario, queson víctimas voluntarias para el sacrificio que les es-pera.

Tanto los combates rituales, como la prepara-ción de los prisioneros parece haber tenido lugar enespacios abiertos, quizás en el desierto aledaño a losasentamientos Mochicas. Esta primera parte de laceremonia no ocurre en espacios circunscritos porarquitectura, ni en patios ceremoniales, sino en áreasdonde crecen naturalmente suculentas y cactaceasnativas del desierto costeño como la Sábila(Tillandcia). A medida que nos movemos del comba-te a la siguiente parte del ritual la escena vuelve alocalizarse en espacios construidos.

Desnudos y atados, los prisioneros eran lleva-

dos en procesiones a lugares donde se procedía a susacrificio. En algunos casos las procesiones de pri-sioneros se tornaban verdaderos desfiles, con algu-nos prisioneros llevados en literas por sus compañe-ros de infortunio, y otras siendo arrojados desde pi-cos (Fig.15). Es importante anotar que estos desfilesconfluyen en estructuras techadas que se encuen-tran muchas veces en lo alto de montículos. Asimis-mo, en una serie de ejemplos vemos como el trans-porte y manipulación de los prisioneros deja de sertarea de los guerreros victoriosos, que son reempla-zados por oficiantes que se distinguen por llevar sim-ples tocados compuestos por una tela en la parte fron-tal de la cabeza. Pero no todos los prisioneros teníanel mismo fin, las representaciones Mochas ilustrandiferentes tipos de sacrificios, unos que se realizabanen estructuras ceremoniales, como las Huacas de laLuna o El Brujo, y otros en las islas guaneras a don-de los prisioneros eran conducidos en balsas de toto-ra. Los prisioneros son, sin embargo, los mismos, comosi su captura fuera un proceso único, pero su destinofuera diverso.

Aún cuando en algunos casos lo prisioneros erandecapitados o desmembrados (Fig.16), por lo gene-ral el sacrifico consistió en el desangrado de los pri-sioneros. El sacrificio parece haber tenido como fun-ción principal extraer la sangre de los prisioneros, so-metiéndolos a un muerte lenta y debilitadora a medi-da que perdían el fluido vital, para lo cual se les haciauna perforación en el cuello y se insertaba un tubo,

Fig. 15. Roll out de la representación del desfile de prisioneros vencidos. Tomado de Hocquenghem 1987.

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Fig. 16. Desmembramiento de los prisioneros. Tomado de McClelland y Donnan 1999.

aparentemente de hueso o metal, por donde se con-ducía la sangre. La sangre no se perdía sino que, porel contrario, era cuidadosamente recogida en copasceremoniales para ser bebida por su dioses-hombres.El sacrifico mismo es generalmente ejecutado en lasrepresentaciones por animales antropomorfos, parti-cularmente felinos y murciélagos. Se produce en estepunto un tránsito de un mudo meramente humano, aotro donde los actores son habitualmente seres so-brenaturales

Nuestra reconstrucción de esta compleja cere-monia llega a su fin con el sacrifico y la presentaciónde la sangre de los prisioneros. Afortunadamenteexisten algunos ceramios que resultan verdaderoseslabones, en los que los artistas representaron engran detalle los acontecimientos que forman la cere-monia. Uno de ellos, y quizá una de las piezas decerámica Mochica mas importante que existe, es la“Pieza Larco”. Esta, y una casi gemela que existeen el museo de Munich, representan la ceremonia entodos sus detalles. En la parte inferior del diseño dela “Pieza Larco” de se ilustra el sacrificio de los pri-sioneros A la derecha podemos ver a dos prisionerosdesnudos y con las manos atadas. Junto a ellos apa-recen dos personajes cortándoles el cuello, el de laderecha es un personaje con características de mu-jer y el de la izquierda un personaje con cabeza ypatas de felino. Junto al prisionero de la izquierdapodemos ver pequeños puntos que representan lasangre emanando del corte en el cuello. Todas lasevidencias apuntan a que la sangre era recogida encuencos muy simples, y que luego el líquido era ver-tido en copas de pedestal alto, como la que lleva elpersonaje principal en la parte superior del dibujo (Fig.17).

La sangre extraída de los prisioneros, jóvenesguerreros del mismo origen étnico que sus vencedo-res, era sin duda vista como un fuente de vitalidad y

fecundidad. En la parte superior de la representaciónde la “Pieza Larco” vemos a cuatro personajes rica-mente ataviados que por sus características pode-mos distinguir como divinidades del panteón Mochicay sacerdotes de sus cultos. El del extremo izquierdoes sin duda el de mayor jerarquía y recibe la copacon la sangre de los prisioneros. Los dos personajescentrales, uno con la cabeza, alas, cola y garras deun ave y el otro una mujer ataviada con un complejotocado, falda y pelo trenzado, son los encargados depresentarle al individuo principal la copa con la san-gre. Nótese que la mujer aparece tapando la copacon un plato de calabaza, quizá tratando de impedirsu coagulación. El último personaje en la secuenciaes también de alto rango, y en otras oportunidadesaparece recibiendo la copa de manos del aveantropomorfizada y la mujer. La presentación de lasangre parece haber sido el punto culminante de laceremonia, y si bien no se ilustra al sacerdote be-biendo la sangre, es de suponer que lo hará. Los pri-sioneros por su parte deben de haber muerto en estepunto. Sus cuerpo, como veremos fueron a dar a lu-gares especiales, uno de los cuales fue ubicado en unpatio contiguo a la Huaca de la Luna.

Durante mucho tiempo se pensó que las repre-sentaciones de sacrificios humanos no necesariamen-te deberían coincidir con la realidad, es decir que losMochica no realizaron necesariamente los sacrificiosque en ellas se ilustra. Pero en los últimos años lasexcavaciones de cementerios y templos Mochicasha confirmado muchas de las situaciones que apare-cen en el arte. Los individuos enterrados en las fas-tuosos tumbas del señor de Sipán y la Sacerdotisa deSan José de Moro corresponden los dos de los per-sonajes que aparecen en la Escena de Presentaciónde la copa (Alva y Donnan 1993, Donnan y Castillo1994). La Sacerdotisa en particular ha resultado in-formativa ya que no solo su tocado es idéntico al que

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se representa en el arte, pero apareció con el mismotipo de copa de pedestal alto con la que se tomaba lasangre. Este tipo de copa es, en cualquier caso muyinusual, solo se conocen tres contextos en los quehan aparecido copas, todos correspondientes a mu-jeres (Donan y Castillo 1994, Strong y Evans 1952).La evidencia parece indicar que los gobernantesMochicas pudieron haber personificado los papelesde los sacerdotes que ofician en los sacrificios du-rante sus vidas. Pero las coincidencias no quedansolo en los oficiantes. Las excavaciones en los tem-plos de la Huaca de la Luna y el Brujo ha permitidoubicar los espacios donde muy probablemente seescenificaron los desfiles con prisioneros, los sacrifi-cios y el consumo de la sangre (Uceda et.al. 1994,Franco el.al. 1994). En las pinturas murales de laHuaca el Brujo los arqueólogos han encontrado re-presentaciones a tamaño natural de prisioneros des-nudos atados con sogas al cuello, así como detalla-das imágenes de prisioneros luchando. La Huaca dela Luna es semejante en estructura a la del Brujo,por lo que se espera encontrar en el futuro imágenessemejantes. Pero en ella se han encontrado pruebasaún mas fidedignas de que se realizaban sacrificioshumanos. En un patio aledaño a la Huaca aparecie-ron decenas de jóvenes con signos evidentes de ha-ber sido golpeados y desangrados. Estos jóvenes, sa-crificados muy posiblemente en ocasión de una seriede lluvias catastróficas, serian los prisioneros queaparecen en el arte.

La ceremonia de combate ritual y posterior sa-crificio humano practicada por los Mochicas no esúnica en América. En Mesoamérica encontramos la

“Guerras Floridas” practicados por los Aztecas deMéxico, que culminaban en el sacrificio ritual de losguerreros vencidos. Entre los Mayas, el ritual del “Jue-go de la Pelota”, parece haber culminado también enel sacrifico de algunos de los jugadores. El sacrificiode guerreros parece haber tenido como objetivo se-leccionar candidatos para el sacrificio entre los miem-bros más productivos de la sociedad. Desde la pers-pectiva de la sociedad el sacrificio es la ofrenda deuno de sus bienes más preciados, a la vez que esta-blece para todos y de manera inequívoca el derechoque el estado ejerce sobre la violencia y la vida hu-mana. Los dibujos Mochicas parecen decirnos quelos dioses, representados por los sacerdotes guerre-ros en las ceremonias, dan la vida y por tanto tienenderecho a quitarla.

Fig. 17. Sacrificio de los Prisioneros. Tomado de McClelland y Donnan 1999.

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