La france low cost

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L a imagen pesa y vaya si pesa. Francia es el gran país histórico del vino, la nación que sentó sus referencias culturales y protocolo: su mitología, en una palabra. Todos los grandes del planeta han hablado en francés hasta que la fiebre actual por el terruño puso en valor lo local. Sus mejores etiquetas han sido y son valores seguros, pero más como objetos de lujo e inversión que como placeres bebibles. El concepto piramidal de la Denominación de Origen tiene en Francia un modelo complejo, enloquecedor, pero casi perfecto. Hacen falta años de estudios, práctica y una cuenta bancaria bien saneada para llegar a dominar sus secretos. Los vinos básicos de mezcla llevan un sello regional, mientras que los mejores términos ostentan el nombre del municipio en la etiqueta. Para las fincas destacadas hay algún tipo de distinción, que puede ser una jerarquía como ocurre en el Médoc o incluso una denominación totalmente independiente, como es el caso de Borgoña, que acumula en 25.000 hectáreas –algo menos de la mitad de la Rioja– 110 DD.OO. de las cuales 33 son Grand Cru, 44 municipales o “villages” y 23 genéricas. Manejar este rompecabezas parece asunto de expertos y contribuye, para algunos, a disuadir al consumidor, mientras que otros creemos que esta dificultad es un aliciente extra para meterse de cabeza en un mundo que puede estar lleno de frikismo, pero también de historia y cultura. La atención que se pone en cada detalle del paisaje agrícola hace del viñedo francés un caso excepcional y posiblemente irrepetible. BURDEOS PARA EXPLORADORES En el pasado, la mejor forma de catalogar una finca o a un propietario era seguir su trayectoria: su notoriedad, su éxito en los mercados medido en precio. Así nació la clasificación más famosa, la de Burdeos de 1855, creada bajo los auspicios del emperador Napoleón III para conmemorar Los grandes châteaux suponen solo el dos por ciento de la producción de la mayor zona vinícola del mundo. El resto son zonas agrícolas “de diario” que hoy se están revalorizando con el auge de la nueva viticultura. LA FRANCE ‘LOW COST’ LA SABIDURÍA POPULAR DICTA QUE LOS VINOS FRANCESES SON CAROS. UN VISTAZO A LAS COTIZACIONES ACTUALES DE LOS GRANDES CRUS DE BURDEOS Y BORGOÑA NOS CONFIRMA QUE LA ESTRATOSFERA SE QUEDA PEQUEÑA PARA LOS MÁS DE MIL EUROS QUE PIDEN ALGUNOS POR BOTELLA. LA NOTICIA ES QUE HOY MUCHAS REGIONES “B” O DE SEGUNDA ESTÁN OFRECIENDO VINOS DE GRAN CALIDAD A PRECIOS SORPRENDENTES: LAS GRANDES ZONAS MÍTICAS ESTÁN AL ALCANCE DEL CONSUMO DIARIO. GRANDEZA DE BOLSILLO TEXTO : LUIS VIDA . ILUSTRACIONES : MÁXIMO RIBAS . S 46 REPORTAJE

Transcript of La france low cost

La imagen pesa y vaya si pesa. Francia es el gran país histórico del vino, la nación que sentó sus referencias culturales y protocolo: su mitología, en una palabra. Todos los grandes del planeta han hablado en francés hasta que la fiebre actual por el terruño puso en valor lo local. Sus mejores etiquetas han sido y son valores seguros, pero más como objetos de lujo e inversión que como placeres bebibles.

El concepto piramidal de la Denominación de Origen tiene en Francia un modelo complejo, enloquecedor, pero casi perfecto. Hacen falta años de estudios, práctica y una cuenta bancaria bien saneada para llegar a dominar sus secretos. Los vinos básicos de mezcla llevan un sello regional, mientras que los mejores términos ostentan el nombre del municipio en la etiqueta. Para las fincas destacadas hay algún tipo de distinción, que puede ser una jerarquía como ocurre en el Médoc o incluso una denominación totalmente independiente, como es el caso

de Borgoña, que acumula en 25.000 hectáreas –algo menos de la mitad de la Rioja– 110 DD.OO. de las cuales 33 son Grand Cru, 44 municipales o “villages” y 23 genéricas.

Manejar este rompecabezas parece asunto de expertos y contribuye, para algunos, a disuadir al consumidor, mientras que otros creemos que esta dificultad es un aliciente extra para meterse de cabeza en un mundo que puede estar lleno de frikismo, pero también de historia y cultura. La atención que se pone en cada detalle del paisaje agrícola hace del

viñedo francés un caso excepcional y posiblemente irrepetible.

BURDEOS PARA EXPLORADORESEn el pasado, la mejor forma de catalogar una finca o a un propietario era seguir su trayectoria: su notoriedad, su éxito en los mercados medido en precio. Así nació la clasificación más famosa, la de Burdeos de 1855, creada bajo los auspicios del emperador Napoleón III para conmemorar

Los grandes châteaux suponen solo el dos por ciento de la producción de la mayor zona vinícola del mundo. El resto son zonas agrícolas “de diario” que hoy se están revalorizando con el auge de la nueva viticultura.

LA FRANCE‘LOW COST’

LA SABIDURÍA POPULAR DICTA QUE LOS VINOS FRANCESES SON CAROS. UN VISTAZO A LAS COTIZACIONES ACTUALES DE LOS

GRANDES CRUS DE BURDEOS Y BORGOÑA NOS CONFIRMA QUE LA ESTRATOSFERA SE QUEDA PEQUEÑA PARA LOS MÁS DE MIL EUROS

QUE PIDEN ALGUNOS POR BOTELLA. LA NOTICIA ES QUE HOY MUCHAS REGIONES “B” O DE SEGUNDA ESTÁN OFRECIENDO VINOS

DE GRAN CALIDAD A PRECIOS SORPRENDENTES: LAS GRANDES ZONAS MÍTICAS ESTÁN AL ALCANCE DEL CONSUMO DIARIO.

GRANDEZA DE BOLSILLO

T E X T O : L U I S V I D A . I L U S T R A C I O N E S : M Á X I M O R I B A S .

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REPORTAJE

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A FONDO

la Exposición Internacional de París. Los vinos que habían alcanzado mayores cotizaciones en los años anteriores fueron clasificados como Grand Cru Classé con cinco rangos. 160 años después esta lista ha sufrido muy ligeros retoques y, en lo básico, sigue vigente. Pocos se atreverían hoy a afirmar que los premier Margaux, Lafitte, Latour, Yquem o Haut-Brion no sean algunos de los mejores vinos que se producen en el planeta Tierra.

Pero estos grandes châteaux suponen solo el 2% de la producción de la mayor zona vinícola del mundo y la clasificación solo incluye los viñedos cercanos a la ciudad de Burdeos y al Médoc, dejando el resto como zonas agrícolas “de diario”. A la sombra de los grand crus, cientos de pequeñas propiedades mantienen una reputación y unos precios mucho más humildes y se están revalorizando con el auge de la nueva viticultura. Hoy, nuevas generaciones de vinateros que no pueden acceder a los precios imposibles de la tierra en Pauillac o Saint-Julien, buscan en estas “zonas B” el paisaje ideal para su relación con el terruño.

La misma palabra “Burdeos” como denominación no suele augurar nada bueno, aunque las cosas han cambiado para bien. Algunas etiquetas genéricas de buenos negociantes son limpios y equilibrados vinos de diario, con tipicidad amable pero suficiente. Aunque se dice en la zona que la mejor opción son las côtes, es decir: las denominaciones que incluyen esta palabra, que viene a significar algo así como “riberas”.

DÓNDE BUSCAR EL MEJOR BURDEOS BARATOLa orilla noble es la izquierda del Garona, donde está el Médoc con sus fastuosos châteaux. Justo enfrente, a tiro de transbordador, la villa medieval y amurallada de Blaye y la más campesina Bourg albergan algunos de los viñedos secretos, plantados sobre caliza, limo, gravas y arenas. Son tierras más pobres en las gravas que adora el cabernet sauvignon y, entonces, óptimas para el merlot aunque algunos viticultores buscan diferenciarse dándole importancia a la segundona malbec. Los vinos tienen un claro carácter de zona, con la sequedad limpia de paladar y la terrosidad tánica que definen al buen Burdeos.

Para los mitómanos, está la oferta de segundas y terceras marcas de los châteaux famosos. Son vinos más accesibles que el mito y, aunque no llegan a chollos, están diseñados por el mismo equipo a partir de viñas

EN FRANCIA LA MEJOR OPCIÓN SON LAS CÔTES, PALABRA QUE VIENE A SIGNIFICAR ALGO ASÍ COMO “RIBERAS”.

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REPORTAJE

jóvenes o descartes del gran vino, por lo que mantienen el estilo y glamour de la casa y hacen referencia a ella en su etiqueta. Algunos tienen gran nivel.

Abundan en el Médoc y también en Saint-Emilion, una villa histórica y turística a 40 km de Burdeos, cuyo paisaje agrícola ha merecido ser distinguido como Patrimonio Cultural de la Humanidad (en 1999) y que cuenta con su propia clasificación, establecida 100 años después de la de 1855. En su entorno encontramos las seis denominaciones satélite, que unen su nombre al de la villa: Montagne, Puisseguin, Lussac… Territorios de menor prestigio que, en manos de los nuevos vinateros, producen interesantes tintos en el estilo redondo y amable de la zona. Pero quizás el viñedo más interesante sea el de las Côtes de Castillon: 3.000 hectáreas, de las que 2/3 son de merlot, para algunos de los tintos más expresivos y asequibles de la comarca, que algunos equiparan a los de Saint-Emilion por estilo y terruño.

Otras côtes a explorar en busca de sorpresas para el día a día son las Prèmieres Côtes de Bourdeax y las Côtes de Francs.

EL LABERINTO DE BORGOÑAEl antiguo ducado es el reino del terroir, el sueño de cualquier chalado de la viticultura, con un entramado de microdenominaciones y pagos que supone un cuarto del total de Francia para sustentar un viñedo basado, casi exclusivamente, en dos uvas: la blanca chardonnay y la tinta pinot noir. Aquí, todo es más pequeño que en Burdeos: las zonas, las bodegas, las producciones… todo menos el precio de los grandes, que iguala y a veces supera el de los bordeleses. Pero también existe una Borgoña campesina en la que una nueva generación de productores ecológicos y biodinámicos, atentos al medio, ha aprendido a sacar oro líquido a precios de diario.

Como ocurre en Burdeos, en la Borgoña hay negociantes con pedigrí que producen buenos genéricos. Si buscamos más uva y estilo que terruño, los tintos y blancos bourgogne de casas con prestigio, así como los mejores de las Hautes-Côtes de Nuits y de Beaune, son opciones a considerar. Pero no debemos olvidar que este es un territorio en el que las gangas no abundan y hay que buscar bien.

Chablis, al norte, y la Côte Chalonnaisse, en el centro, han mantenido siempre la sensatez, resultan asequibles y permiten atisbar la grandeza de sus hermanos de la Côte d’Or –la “ribera de oro”, atentos al nombrecito– con su propia tipicidad. Los Chablis

de productor o de cooperativa, incluyendo algunos muy interesantes, pueden ofrecer su autenticidad de Chardonnay acerados y fríos a precios muy razonables. Pero donde podemos encontrar mucho por poco es en el viñedo sur de la Borgoña, el Maconnais, una tierra

agrícola de potentes y eficaces cooperativas que ofrece justo lo opuesto: blancos casi mediterráneos, pero aún profundamente borgoñones. La viña que rodea la ciudad de Macon produce también tintos honestos y sencillos de pinot noir que se venden como bourgogne genérico, y algunos buenos gamay –la especialidad del vecino Beaujolais- etiquetados con el nombre de la villa.

Aunque su grandeza reside en unos blancos varietales de chardonnay frescos, redondos y profundos, que pueden marcar mucho terruño cuando los buscamos en el entorno de las villas de Pouilly, Solutré, Prissé, Viré y Clessé, entre otras. Por algo será que esta uva lleva el nombre de un municipio de la comarca porque, sí, aquí está el pueblo llamado Chardonnay.

GRANDES SORPRESAS SIGUIENDO EL LOIRAEl Loira es el río más largo del país. Nace en el Macizo Central, no muy lejos del norte de Borgoña –Chablis– y desemboca en el Atlántico por Bretaña. Sus 1.000 km de recorrido albergan la tercera zona vinícola francesa por extensión, repartida en unas 60 Denominaciones en las que se pueden encontrar tesoros, más valorados por la población local que adora su enorme diversidad, que para la exportación. La gran etiqueta comercial del Bajo Loira, la Bretaña, es el Muscadet, uno de los blancos más populares y baratos en el mercado interno, pero bastante fiable en conjunto y, a veces, casi sublime en sus versiones sur lie (sobre lías) de finca y terruño.

Tierra adentro, el Loira Central ofrece blancos muy interesantes de uva chenin, especialmente brillantes en las zonas de Anjou y Saumur, y una mágica gama

de tintos nacidos en Turena a partir de la variedad cabernet franc: la mamá, o el papá, de la cabernet sauvignon que surgió, precisamente, de su cruce con la sauvignon blanc, otra uva local. La villa de Chinon y, en menor medida las de Bourgeil y St.Nicolas, ofrecen la versión más pura y refinada, unos tintos que, para el gurú británico Hugh Johnson, serían, en sus mejores años, “como bocetos a pastel de un gran tinto del Médoc”. Los más inquietos, que no deberían dejar de buscar también los vinos de grandes prestaciones, a precio moderado, que nacen de los viñedos vecinos de la frontera española y el Mediterráneo. S

UNA AYUDA EN LA BÚSQUEDA

Como ocurre en España, los últi-mos años han visto nacer multitud de guías de compra destinadas al buscador de calidad por precio. La más clásica es la Pétit Futé que, en la edición 2014 subió el listón de los 10 a los 20€ para incluir el champagne y calificó unos 1.300 vinos por debajo de este precio.

La también clásica de Bettane & Desseauve incluye en su edición 2015 un top de las mejores 50 etiquetas a menos de 8€, mientras que la Revue du Vin de France propone un com-plemento independiente a su Guía 2015 con su Guide de Bonnes Affaires, firmada por Gerbelle&Maurange, con 2000 vinos entre los 3 y los 20€.

La orilla noble del Burdeos es la izquierda del Garona, pero Blaye y la campesina Bourg albergan viñedos secretos, con marcas diferentes.

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