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    CREACIN

    MaraGarcaEspern

    La creacin de Amrica Latina enCien aos de soledadde Gabriel Garca Mrquez

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    La frmula de la creacin

    (La creacin de Amrica Latina en

    Cien aos de soledadde Gabriel Garca Mrquez)

    Mara Garca Espern

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    La frmula de la creacin

    Edicin: MGE

    Ilustraciones portada y contraportada: M.C. Escher

    (C) Mara Garca Espern

    1a. edicin, 2009

    Comentarios: [email protected]

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    I

    El mundo era tan reciente que muchas cosas carecan de nombre

    Los pueblos del libro no necesitan la propiedad

    privada de la tierra. Se han hecho la patria de palabras. Am-parados en ella viajan hacia la tierra que nadie prometi

    pero que es huerto bien plantado en el libro de su fundacin.

    En l, las palabras son recientes para un mundo innominado,

    mundo hallado por exiliados de espacio y de tiempo que, para no tener

    que emprender el camino de regreso, escuchan un sonido en un sueo yhacen un nombre de ese sonido y de ese nombre un pueblo: Macondo.

    En la poesa de fundacin homrica el nombre tiene reso-

    nancias sagradas. Los hombres llaman a las cosas de tal modo, pero

    los dioses conocen su otro nombre. Macondo es el nombre sagrado

    de Amrica Latina porque naci en el sueo de un sonido, porquefue cancin primero y como saben y ejecutan gitanos y chamanes:

    el canto crea al mundo, que es redondo como una naranja porque

    es la proyeccin circular del cantor-creador, ouroboros que muerde

    su cola de cerdo para alimentar los inicios de miedo y de vitali-

    dad, de materia oscura y apetencia celeste, para que todo vuelva aempezar de nuevo cuando Macondo muerda la cola de su origen.

    En el origen las cosas estn desnudas de su nombre.

    Crear es nombrar. Nombrar es sealar con el ndice. El ndice

    se llama as porque muestra, demuestra, nombra, enumera

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    El nombre puede ser el nmero. Nmero de palabras

    que por progresin de Fibonacci se desenvuelve de la frase del

    inicio colocada en un punto de la circunferencia del texto que,

    claro est, es la mitad del asunto, in media res de la realidad pro-funda, frente al pelotn del fusilamiento cuando dicen que pasan los

    innumerables das en la piel de un efmero segundo innito.

    La creacin no es desmemoriada. La creacin es memo-

    riosa en doble sentido. Guarda el recuerdo de su futuro para jus-

    ticar la proyeccin de su pasado. El texto crea de este modo aMacondo-Amrica Latina, que al ser descubierta o fundada ya

    tena un pasado multiforme como Proteo, que al ser descubierta o

    inventada ya contundente alucinaba un futuro deletreado por los

    mil ojos de las palabras de esta materia que llamamos libro, texto,

    obra pero que al ser Argos mirado, es Argos mirador que se mira.

    El texto proyecta mitos de memoria que pueden inte-

    grarse, a la manera platnica, en una teora general del cono-

    cimiento. Para conocer el presente hay que remontarse al pas-

    ado, considerndolo no como el antecedente del presente, sino

    como su fuente, el manantial de donde brota. As considerado,

    el tiempo que va a recrearse a travs del texto, a invocarse a par-

    tir de la primera lnea Muchos aos despus- es un tiempo vivo.

    Los mitos de memoria, ha dicho Jean-Pierre Vernant,

    proporcionan ms que una simple sabidura o un conocimiento

    de una determinada regin del ser, una omnisciencia de tipo ad-

    ivinatorio. Naipes y sueos prestan su estructura descabalada y

    sin embargo fuerte y slida para que el tiempo del texto propor-

    cione ese sabor de videncia, su tesitura oracular. Saber qu pasar

    muchos aos despus es secundario. De hecho, ya se sabe. La cu-

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    riosidad intolerable se tiende a la indagacin en el tiempo pasa-

    do, porque ella revelar la edad primordial, el tiempo del origen.

    El poder de estar presente en el pasado es uno de los

    principales dones de este texto, de este mito de memoria. Con-ere el poder de asistir al corazn de los acontecimientos, al n-

    cleo de los ntimos pensamientos de las personas de la saga.

    Concede una revelacin inmediata, un testimonio de primera

    mano, un saberse partcipe y paralelo a los acontecimientos, que

    se sucedern y en el que sucederemos- a partir de su origen.

    El pasado as invocado y reelaborado por la creacin abre una

    puerta hacia el otro mundo privilegiado de poetas, profetas y videntes.

    Instaura una libertad, porque se puede ir y venir libremente. Se ha reve-

    lado el secreto de los orgenes, y el pasado, el presente y el futuro, el tiem-

    po en suma, aparecen como una dimensin del sagrado mundo oculto.

    El texto plantea una iniciacin. Un aprendizaje en el tiempo

    de los orgenes, cuando el mundo era tan recientePropone por lo

    tanto una anmnesis, un camino de memoria vertical y ascendente,

    una reminiscencia existencial, estrictamente individual, irremediable-

    mente colectiva que apunta, alqumica, a la transformacin espiritual.

    La creacin no es intelectual. Es visceral, orgnica. Tiene

    consciencia, claro. Sabe que la naturaleza anglica puede tam-

    bin engendrar iguanas. Por eso, por su consciencia y sus vsceras

    la creacin tiene miedo. Pero no puede detenerse, debe abrir

    la puerta del texto y a tientas, en la oscura noche del cotidianognesis, guiarse por el ciego olor para engendrar seres alados

    que acabarn pariendo reptiles que sern abuelos de ngeles.

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    En la poesa de fundacin la palabra es una lanza. Se clava en el

    corazn del mundo antiguo para tener el pretexto sangriento de fun-

    dar otro. Hay que dejar atrs a los fantasmas, a las visiones perturba-

    doras de la sangre de las sombras. La pareja primordial se expulsa a smisma del gris paraso y sale en busca de su propio colorido y fragante

    caos. El muerto lo muerto- queda detrs, con su lanza clavada, con

    sus reivindicaciones convertidas en ceniza, con la apuesta saldada.

    La pareja primordial est decidida a engendrar, a parir, a

    fundar No son simples buscadores de horizonte, no son conquis-tadores, ni indianos, ni siquiera odiseos porque no tienen la menor

    intencin de regresar. Han hecho migajas de su nostalgia para ali-

    mentar a las aves enjauladas que sealarn a otros el lugar de la fun-

    dacin, el ombligo de Macondo-Amrica Latina, que es centro de

    veras porque es el que posee los sonidos, el que se tiene de palabra,

    el lugar donde el negro holln termina por liberar al oro perdido.

    En el origen, la materia ha hecho explosin y se crea tambin

    el tiempo. Para sostenerlo, para seguir sus venas y sus arroyos de cre-

    cimiento, sus nebulosas y cometas preados de prolcas bacterias, la

    vida surgiendo del mar, la raza animal de los gigantes, la aparicin del

    hombre y su consciencia, la invencin del fuego y la mano puesta en el

    asombro del hielo en medio de una selva tropical es necesaria la memoria.

    Pero la memoria no se comprende sin el olvido. Cmo sa-

    ber que se recuerda si nunca se ha olvidado? La enfermedad se auto-

    genera porque quiere adelantase a la muerte. La enfermedad quiere

    curarse en salud. Y en el incipiente Macondo-Amrica Latina, justo

    cuando las cosas comienzan a marchar y los relojes han sustituido

    al canto de las aves y estn maravillosamente acompasados, adviene

    la epidemia del insomnio y su irremediable consecuencia, el olvido.

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    II

    reparta el espacio sin el menor sentido de sus lmites.

    Amrica Latina es aprehendida como una imagen potica

    y entonces se llama Macondo. Hecha de palabras, constituye no

    solamente un nuevo ser del lenguaje, sino la semilla de un mundo.

    Este mundo se expande en la alegra de hablar, en la pasin de con-

    struir. La casa crece, blanca como una paloma, en gran medida gra-

    cias a la pasin de la fundadora, a su sed de espacio interior, que

    corresponde a la pasin del fundador, a su sed de espacio exterior.

    Ambos se arraigan en estas dos dimensiones del espa-

    cio que son expresin del crecimiento, de la voluntad de expan-

    sin. El varn-raz se convierte en rbol que protege con su som-

    bra a la mujer-raz convertida en casa. Los dos arquetipos rbol

    y casa, masculino y femenino- generan su cadena de metfo-

    ras. El hombre investiga y adquiere, la mujer cuida y atesora. El

    hombre tortura la materia en el atanor, la mujer le conere vida

    y levanta miradas de seres zoomorfos hechos de azcar y calor.

    El espacio asociado con los dos arquetipos no cesa de

    crecer. Sus actividades tampoco, no cesan de expandirse. La

    lgica y ritmo de este crecimiento son los del sueo. Los fun-

    dadores se demandan a s mismos en el texto permanecer en unestado de abierto simbolismo. Cada cosa que tocan, cada ser

    que traen a la realidad roza una faceta de lo sagrado. La funda-

    dora deende su derecho de imponer los nombres a los recin

    nacidos y a los recin llegados, tan profundamente est compro-11

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    metida con su labor simblica, con el poder creador de su sueo.

    Macondo - Amrica Latina ha soado y ha nacido de su

    sueo. Y como ha nacido de su propio sueo, puede conver-

    tirse en todo, las msicas del mundo suean en saln de la casablanca, en el jardn crecen las rosas de Europa, llegan las pal-

    abras y los nombres y los apellidos en italiano, en francs, en in-

    gls, en el idioma de la magia, en las profecas de Nostradamus.

    Macondo-Amrica Latina se suea cosmpolis. Se vive an-

    cha, ilimitada y libre, vislumbra sus inagotables calles que podrn ser

    transitadas por el sufrimiento pero tambin por las alegras; recoge

    los pliegues de su propia aventura y entierra a su primer muerto,

    que tambin ha sido su primer alcanzador de la inmortalidad.

    Porque el cadver y sus ptridas emanaciones, sus ron-

    chas azules son slo apariencias. Esencial es la toma de concien-

    cia, el farfullado deletreo: He alcanzado la inmortalidad. Como

    Empdocles, como Parmnides, el iluminado retornado de

    la muerte anuncia su verdad sencilla, encuentra su ro arte-

    ria no obstruida y sentencia con igual sencillez: Somos del agua.

    Tan sosticada como el agua es esa cosmpolis inocente,

    pintada y vestida de blanco, pararrayos de cancin, amorosa y

    doliente. En su espacio ilimitado medran el deseo y el anhelo, la

    garra de fuego que necesita tierra y orfebrera para llenar la aus-

    encia del amor. El amor llena el mundo, con su podero colma

    el espacio sin lmites, desencaja los corazones de la segunda gen-eracin, hija de los fundadores, los estrella en su sin sentido, los

    macera, los destila poetas antes de que conozcan el alfabeto.

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    El mundo creado tan recientemente es ilimitado e intenso. Es

    necesario Eros para cohesionarlo. Y Eros es ms feroz que Ares, por eso

    acontece primero en la serie de causalidades que llevan al hijo del fun-

    dador continuamente a su momento original, a su punto de partida, asu nica conclusin posible y regeneradora,frente al pelotn de fusilamiento .

    Las palabras han bebido de la realidad y la han creado.

    Los jugos de los diferentes niveles del cosmos uyen por arte-

    rias no obstruidas. El fundador es rey y sacerdote. En este tiempo

    primigenio, en ese despertar de Macondo-Amrica Latina en y atravs del texto creador, rey viene del latn rex y del griego rhei

    y signica uir. Todo uye panta rhei- en el uyente texto in-

    uyente y el axis mundi, el eje de este uir es un rbol al que

    est atado un memorioso-desmemoriado, un confundido lcido.

    Clavado en una cruz, compadecido y remediado, encadenadoa un rbol, ha sido convertido en letra. Ese cuerpo atado a un rbol

    es la letra inicial expuesta al sol y a la lluvia, clavada en los elemen-

    tos. Castao y hombre, letra del alfabeto de los orgenes, pudo ser un

    aleph pero es una psi, que es la letra RE de las tablillas micnicas en

    Lineal B, en la escritura del origen de este texto y de todos los textos

    occidentales, de las imgenes venerandas del principio, de las frg-

    iles estatuillas de las que penden, colgados, imperios completos, con

    sus otas y sus caones, sus rascacielos, sus obispos mitrados, sus le-

    gionarios, sus cresos y sus telecomunicaciones excretantes de dinero.

    El hombre-rbol, el hombre-letra comunica con la conciencia

    creadora de todos los que fabrican, fabricamos Macondo-Amrica La-

    tina:et in Arcadia ego sum, la eternidad es el permanente presente.

    Porque antes de ser convertido en letra, el fundador enloqueci,

    esto es, encontr la cordura, la vidente experiencia del siempre es lunes.13

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    Que los muertos de Macondo-Amrica Latina entierren a sus

    muertos, porque su texto creador deletrea claramente el secreto de

    la inmortalidad, exhibe de manera pormenorizada las instrucciones

    para alcanzarla, proporciona las claves para transmutar radicalmentela experiencia temporal y recrear en un solo instante los metales de las

    cuatro edades. El gitano y el fundador se han convertido en divinidades

    en el tiempo de todos los das, en el espacio expandido de la casa pin-

    tada de blanco. Por derecho del texto creador la creatura tiene dioses.

    El fundador del siempre es lunes exhibe en su cuerpo-letrala verdad del espacio hecho tiempo y hecho cosmos. Si la mujer

    fundadora dirige a ciegas la explosin del espacio sin lmites, el

    hombre disfruta, padece y trasciende a travs de la vivencia de

    su implosin. Es atravesado por el dardo del instante, abruma-

    do por su inconmensurable peso indescriptible. Llora con el llan-

    to de los viejos el reconocimiento de estar a merced del instante,que es el conocimiento, la felicidad supremos: el de estar a mer-

    ced de la realidad. Porque, qu es la realidad sino espacio-tiempo?

    En las manos de la mujer fundadora el espacio se ex-

    tiende y se habita. A fuerza de extenderse y habitarse se

    aleja de su centro y termina por hacerse ajeno e ilusorio.

    Las habitaciones de la casa blanca se multi-

    plican y algunos fantasmas se pierden irremediable-

    mente en ellas, como se ha perdido el atado de los huesos.

    En cambio, en el varn fundador el espacio se con-trae, regresa al punto de donde surgi y se encuentra a s mis-

    mo en la experiencia del origen que es la ms alta que se pu-

    eda alcanzar, la ms sublime, la ms completa: Siempre es lunes.

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    En el rbol, en el castao, el fundador logra el milagro.

    Se convierte en inmortal, en raz para siempre, porque ha unido

    el principio con el nal. Permanece atado, pero esto no es ms

    que una apariencia, porque ha alcanzado, se ha merecido la lib-ertad; sin abandonar su cuadrado de tierra ha comprendido que

    por ms lejos que uno se traslade y por ms tiempo que dure

    el viaje siempre es lunes y siempre se est en el mismo lugar.

    Los dems, con los aparente miembros libres, se esfuerzan

    ciegos, estn maniatados por los lazos de Eros que degradan a lasegunda generacin y los lmites indecisos del espacio de la funda-

    dora, que necesita realizar ampliaciones porque aunque ha fun-

    dado no se ha fundido, como su marido, en su propia innitud.

    Pero esos mismos lazos y esos mismos lmites constituyen la

    libertad suprema, escrita, inscrita en el nico hombre completo, elque contiene todo en s, toda percepcin, todo pensamiento, toda

    libertad atado por la piedad de los suyos, para que no se haga

    dao, para que no lastime a nadie, para que no entorpezca las bo-

    das, las ampliaciones del espacio de Macondo-Amrica Latina.

    Sentimientos tan ilusorios como el Eros degradado, aunque nec-esario, de la segunda generacin, como la casa hospitalaria y fresca, las

    habitaciones multiplicadas en los daguerrotipos y el indeciso don con-

    cedido a la fundadora, que reparta el espacio sin el menor sentido de sus lmites.

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    sistencia, en el ltimo segundo frente al pelotn de fusilamiento.

    El tiempo en la experiencia mstica tiene trampas y ne-

    gros agujeros y posee cuartos innitos que pueden surcarse para

    explorar una a una las venas de la realidad, que como ensea lafsica cuntica la ltima de nuestras religiones mistricas- es capaz

    de producir una alucinada cantidad de opciones al mismo tiempo.

    Se puede morir en uno de los cuartos innitos porque en otro se

    est conversando con un muerto y en otro tomando el desayuno bajo

    el rbol del castao. Se puede morir, conversar y desayunar porque

    en el hoy estn todas las posibilidades en espera de ser actualizadas.

    La percepcin mstica del tiempo puede ser aprehen-

    dida por la fsica cuntica o por la poesa, aunque fuera del tex-

    to -se puede estar fuera del texto?- toquemos madera para

    conjurar sombras y concluyamos que el dj vu y la inmor-

    talidad y todo su resto de asociaciones son, nada ms, literatura.

    Sin embargo, es precisamente la literatura la que nos pro-

    porciona desde el texto fundador un modelo temporal aproxi-

    mado al de la tradicin yoghi. Mediante prcticas de respiracin

    se intenta trascender el tiempo corriente para respirar en conso-

    nancia con el tiempo csmico. Y al fundir los dos ritmos en uno

    solo se trasciende el mundo de las apariencias y se alcanza el fun-

    damento de lo real. As, los acontecimientos descritos en el texto

    como insertos en el tiempo corriente, que parecen sucederse en

    un engranaje de repeticiones irreparables y que hacen considerarque el tiempo no pasaba, sino que daba vueltas en redondo estn efectiva-

    mente dando vueltas en torno a un centro inmovible, que no gira,

    que permanece quieto, liberado del movimiento y del tiempo.

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    La estructura circular del ciclo de cien aos, el ourobo-

    ros del texto fundador obedece a la intuicin del tiempo cclico,

    privilegiada sobre su aspecto de ujo. El ujo temporal se dispersa,

    el ciclo temporal est contenido en la forma geomtrica perfecta.Los sistemas astrolgicos del conocimiento comn son

    procesiones circulares de imgenes divinas. Los nombres pare-

    cidos y las caractersticas de los fundadores y sus segundas, ter-

    ceras y cuartas generaciones componen de alguna manera un

    zodaco circular. Los relojes mencionados en el texto como traba-dos en su hora interminable son imaginados como redondos. Los

    cuadrantes son paradjicamente circulares. Intuir el tiempo en

    crculo es concebir, tambin de manera intuitiva, su cuadratura.

    Pero es que sin esta concepcin mstica del tiempo que hace

    palpitar el texto fundante no podra haber Macondo-Amrica La-tina. No hay peor etiqueta que la de real maravilloso porque el

    adjetivo anula al sustantivo relegndolo a la tribu de lo fantasioso,

    de la idea de la idea de la idea. Qu no ven que es su arquetipo?

    El texto fundante de Macondo- Amrica Latina solamente podra

    etiquetarse en rabe, solamente puede leerse como Um-al-Kitab,

    madre del libro que de no ser reconocida produce una lectura de-

    fectuosa, un mun de videncia, una respiracin incompleta.

    Los textos de fundacin de las principales tradiciones huma-

    nas respiran la experiencia mstica del tiempo que han tenido sus au-

    tores-personajes, sean individuales o colectivos. Gilgamesh, Homero,

    Elas, Juan y Mohammed han tenido revelaciones de lo que sus con-

    temporneos sin el Libro- no pudieron tener, porque el hombre sin

    el texto no es capaz de ver, saber o conocer el mundo de los nombres

    verdaderos, de los dioses, de los hombres y de las relaciones entre ellos.

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    La jornada temporal del texto fundante de Macondo-Amri-

    ca Latina es una jornada mtica. Un viaje al corazn de lo divino y si

    esta palabra asusta, queda el recurso de recurrir a la etiqueta de lo real

    maravilloso. Continuemos con el viaje temporal del texto, que llevade la mano desde el borde de la realidad a su corazn de maravilla.

    Macondo-Amrica Latina no puede hacer este vi-

    aje sin la ayuda de una entidad trascendente, no puede hac-

    erlo sin ayuda de lo divino porque es un viaje mtico. Un vi-

    aje hacia el corazn maravilloso y maravillado de la realidad.

    Si el texto creador ha impreso en su creatura la vocacin del

    viaje mtico esto no quiere decir que la haya coludido, seducido o in-

    citado a un viaje imaginario a un paraso articioso de palabras. Um-

    al-Kitab es el tiempo mismo, la estructura misma del tiempo que ha

    sido percibido, experimentado, de manera mstica. Un texto surgidode la experiencia mstica del tiempo no hace perder el tiempo, sino ex-

    perimentarlo en su dimensin profunda, concebirlo y darlo a luz con la

    misma fuerza, con la misma verdad que lo ha hecho la Madre del Libro.

    Cada pueblo del libro ha tomado su propia decisin de

    cmo vivir su libro. Macondo-Amrica Latina vive ese proceso. Aratos decide vivirlo como un modelo literario o un sujeto de cel-

    ebraciones, de ediciones acadmicas, de referente histrico o

    de alcanca de aniversario que engrosa el bolsillo de las aparien-

    cias. Idea de la idea de la idea original, de ese modo ha triturado

    su tiempo vivo, su tiempo generador de tiempo, su dinmica en-

    altecedora de la realidad. Ha querido desarmar la mquina de

    su misterio y al recomponerla ha entonado engaosas melodas.

    Pero las mquinas desarmadas y las melodas engaosas for-

    man parte de la misma dinmica del texto, fueron y han sido previstas20

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    en los intentos del fundador al desarmar y rearmar la pianola e intentar

    el daguerrotipo de Dios antes de lograr la sabidura y la inmortalidad

    clavado a su castao, consolndose con el sueo de los cuartos innitos.

    El viaje o los viajes mticos que propone el texto fun-dante de Macondo-Amrica Latina estn relacionados con

    la estructura de la conciencia. Son viajes sin movimiento,

    sin combustible, sin accidentes areos. Todos esos viajes, to-

    dos esos hidrocarburos y las guerras y divisiones territoriales

    que provocan, todos esos accidentes humeantes son aparentes.

    El viaje supremo del texto, la jornada mtica de Macondo-

    Amrica Latina es inmvil. La estructura de la conciencia humana es

    inmutable. Inmutable soporta y comprende las mutaciones. Inmvil

    vislumbra los movimientos. Inmvil como el ncleo del crculo tem-

    poral en la experiencia mstica del tiempo. Inmvil y abrazada a sucastao la conciencia del fundador puede trasladarse en el sueo de

    los cuartos innitos para retornar al cuarto de la realidad a su placer.

    Del mismo modo el hijo del fundador, el de la viden-

    cia inmvil e inmutable puede decir: Esta maana, cuando me traje-

    ron, tuve la impresin de que ya haba pasado por todo esto. Por eso esconsciente de su inmortalidad frente al pelotn de fusilamiento.

    Porque detrs de sus prpados, en ese momento que tam-

    bin es ilusorio tiene la imagen fundamental y brillante de la in-

    fancia de la tarde esplndida en que lo llevaron a conocer el hielo,

    experiencia transcurrida en el tiempo pero tiempo ella misma, comotiempo es la conciencia que la recuerda, que se aprehende inmu-

    table e inmvil en el Macondo-Amrica Latina al que quiere re-

    gresar para que la fusilen porque ah abri la vidente mirada, ah

    se libr de la red de las apariencias, de la ilusin de los sentidos.21

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    IV

    Quiere decir que slo estamos luchando por el poder

    En lugar del quieto vuelo chamnico y de la sabidura alqui-

    mista del fundador de Macondo-Amrica Latina, su hijo destinado

    a la videncia de la inmutabilidad, a la concentracin implacable y

    a la paz del espritu elige el camino del poder, la va de la violen-

    cia. Su eleccin en el texto arrastra a la creatura a la desmesura

    de la guerra sin ideas, al derramamiento de sangre sin sentido.

    Sin quererlo verdaderamente, le ha llegado a la entidad

    fundada por el texto el momento de matar al padre, de arrasar las

    ideas que rigieron a la generacin de la fundacin, de colgar a los

    dioses e imgenes de los pulgares para que agonicen lentamente a

    la vista de todos, en ejemplar voluntad de aniquilacin, an a sa-

    biendas que ser la creatura misma la primera en reinstaurarlas.

    En este momento de la dialctica el parricidio se consuma

    no directamente en la persona del fundador que a n de cuentas

    alcanz la inmortalidad como el profeta Elas en uno de los cuartos

    intermedios del sueo de los cuartos innitos- sino en los smbolos

    y signos que lo acompaaron cuando Macondo-Amrica Latina era

    un pueblo desconocido para los muertos. Iglesia, campanarios, sota-

    nas, hijos legtimos y matrimonios y santoral completo son fusiladosno por la voluntad de la creatura, sino por voluntad de la revolucin.

    Macondo-Amrica Latina no acababa de comprender

    sus smbolos de origen cuando la revolucin lo obliga a fusilarlos.

    23

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    No te fusilo yo, te fusila la revolucin, le dice Macondo-Amrica

    Latina al hermano, al ntimo amigo, al camarada entraable, al com-

    padre, al suegro. La voluntad parricida es atrada por una diversidad

    de polos, todos de signo masculino. Porque tiene un lmite, conoce unfreno: la madre. Si la fundadora no saba qu hacer con el espacio est

    completamente segura sobre qu hacer con el hijo monstruoso, con

    el bastardo asesino y brutal: lo mismo que habra hecho si hubiera

    nacido con cola de puerco. Matar al engendro con sus propias manos.

    La revolucin de Macondo-Amrica Latina es emprendidacontra un pasado al que nunca se le dio el tiempo de crecer. Contra

    un padre que trajo pocas cosas y dio muy poco tiempo de su tiempo

    a la infancia del revolucionario. Ese pasado es un daguerrotipo que

    muestra a una nia con un lazo en el cabello y botines inocentes

    sorprendidos por la muerte. Son smbolos muertos y nunca crecidos

    los que son fusilados. La bisabuela es una nia. Qu lujo: una abuela de

    catorce aos o qu paradoja: una abuela de catorce aos. La guillotina

    de Macondo-Amrica Latina no encuentra cabezas milenarias y em-

    polvadas que hacer rodar; los rosarios de sus obispos no tienen cuentas;

    sus aristcratas son demasiado recientes; sus ricos lo son de milagro.

    De geogrca, la creatura se ha despertado como poltica.

    Pero sus polticos son inmaduros, slo pueden ser matarifes y ter-

    minan por ser soldados. Sus coroneles son viudos que arrastran la

    frustracin de su lenguaje potico, que al igual que los smbolos de

    su pasado, los sentidos de sus cimientos, no alcanzaron a crecer.

    Las palabras descubiertas en su mundo primigenio, en la

    peregrinacin de su infancia, en la fundacin de la casa y en la

    reparticin del espacio, han sido encerradas en un cofre del mis-

    mo modo como el padre fuera maniatado y fundido con el casta-

    24

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    25/55

    o. Pero si el padre obtuvo la liberacin y hasta la inmortalidad a

    travs de la transmutacin de la experiencia temporal gracias a sus

    propias ataduras, las palabras del poeta frustrado se amordazaron

    a s mismas, las imgenes poticas fueron cauterizadas de encierroy de olvido, y su soporte, el papel amarillento, entregado al fuego.

    El imposible parricidio -cmo matar al inmortal?- se con-

    suma en el lenguaje. El origen de Macondo-Amrica Latina en

    la imagen potica fue rumoroso y prometedor en la magnca

    visin infantil del hielo. Pero demasiado pronto es negado y sac-

    ricado en la lucha masculina por el poder, imantado natural-

    mente al parricidio. Como ste no se puede cometer en la persona

    del inmortal se procede a segar la imagen potica de los orgenes

    y a sustituirla con la jerga revolucionaria, con sus mantras me-canizados. Si esto no se hubiera hecho, si este parricidio del len-

    guaje no se hubiera cometido, Macondo-Amrica Latina no sera

    lo que hoy es con su cuerpo doliente y preado de las imgenes

    poticas a las que no se les dio tiempo ni oportunidad de nacer.

    El testimonio de esas imgenes poticas est concentradoen el texto fundador de Macondo-Amrica Latina. l mismo es

    el fruto logrado de la soledad. La soledad, madre de lo grandioso,

    lo bello, lo eterno, fuente original de la poesa. Es tan hermoso lo

    que promete, tan inagotable lo que levanta al soplo de sus prim-

    eras lneas, de sus primeras letras, que est destinado a los espa-

    cios innitos del cosmos, a la oscura temperatura de la noche.

    Las imgenes poticas bullen en el texto fundador, eclosionan

    para expresar el movimiento que va a amordazarlas, encabezado

    por el hijo del fundador, que abjur a travs del fuego de sus car-

    2

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    tas de amor. Las hizo caminar hacia atrs. Las devolvi a la nada.

    Pudo hacer nacer de s un mundo a travs de la palabra

    potica. Un mundo en el que pudo convertirse en cualquier cosa,

    incluso en un hombre. Pero apostata de sus imgenes poticas yse entrega a la vorgine guerrera. Lo verdaderamente heroico, lo

    admirablemente guerrero hubiera sido que a pesar de la vida, a

    pesar del movimiento parricida de Macondo- Amrica Latina per-

    sistiera en su vocacin de poeta. Se mitridatiza contra la poesa y

    no tarda en manifestar losprimeros sntomas de resistencia a la nostalgia.

    Esto lo hereda la creatura y aborta poetas. La demagogia revo-

    lucionaria excluye el concepto de que el amor es la fusin de dos posi-

    bilidades de creacin de imgenes poticas. Aleja el reposo del nima

    necesario para la ensoacin cuna de imgenes. Cauteriza tambin

    la posibilidad del amor que se escribe. La revolucin crea compae-ros o camaradas sin arquetipo, sin posibilidad de elevacin ni de alas.

    El origen de Macondo-Amrica Latina profeti -zaba

    amantes, grandes amantes de consecuencias grilicas y produ-

    jo solamente asexuados seres enfundados en overoles caqui que

    ignoran el temblor amoroso de las palabras, la vibracin mis-teriosa de su propio nombre en labios del otro porque han re-

    cibido un lenguaje reducido, relegado a la prioridad de la lu-

    cha por el poder, resignado a la igualdad polticamente correcta.

    La ensoacin es vedada, ensordecida por el estruendo de los

    caones. Las grandes ensoaciones que han hecho los amores inagot-ables han sido proscritos en nombre de la realidad de la guerra. Y es

    una guerra pequea, una guerra de muertos sin ideales. La posibilidad

    de engrandecer el universo vislumbrado en la fundacin, el ahonda-

    miento del espacio sin lmites ha sido cercenada porque la ensoacin2

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    primigenia se qued clavada en el castao y el peso de la realidad y de

    la motivacin del actuar se traslad a la guerra. A esa guerra pequea.

    El parricidio ha sido consumado, de manera tan perfec-

    ta que muy pocas conciencias de Macondo - Amrica Latina al-canzan a darse cuenta de qu fue lo que perdieron, lo que perdi-

    mos, de qu fue lo asesinado. El texto fundador y la creatura se-

    alan ese vaco en el lenguaje raqutico de los militares, en los

    monoslabos de los poderosos, en su conciencia muerta para el

    poder generador de las imgenes poticas. En su incultura apabul-lante y en su prisa por alejarse de todos los rostros de la poesa.

    En esa ausencia de poesa, en esa orfandad de la imagen

    potica se educa en las escuelas, asimiladas en el texto al cuartel.

    (En un extrao experimento reciente en uno de nuestros pases de

    Macondo-Amrica Latina los nios destacados por su rendimientoacadmico fueron premiados con una estancia en un cuartel).

    El civismo excluye la imaginacin. La historia se cruza de

    brazos al tener que mostrar hroes traidores al amigo y a la casa,

    mancos, tuertos y cojos del alma en las pginas de libros que expul-

    saron a las imgenes poticas para ocuparlas con liberales o con-servadores, con centra- listas o federales, con mochos y descredos

    que no lucharon por la libertad, los valores morales, la nacin, el

    terruo, Dios o la Razn sino simple y prosaicamente por el poder.

    La revolucin y su parricidio impidieron el porvenir que

    se le abra al lenguaje en la primordial hora de la fundacin. Laviolencia se convirti en el nico porvenir posible. Sus motivacio-

    nes han cambiado pero ninguna de ellas ha abierto la puerta para

    que el lenguaje prometedor de Macondo-Amrica Latina se d

    a luz a s mismo y alcance su ms alto destino, que es la poesa.2

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    Aunque el texto fundador es el paradigma de ese alto destino,

    aunque sus palabras estn preadas de mundos murmurantes, iridis-

    centes, de posibilidades de realizacin en las imgenes poticas y de

    creacin de un mundo a su imagen y semejanza, los goznes y resortesde Macondo-Amrica Latina, apuntan a los cuartelazos, a los guerril-

    leros, a los secuestradores y a los narcotracantes como las imgenes

    existentes que siguen impidiendo la eclosin del lenguaje potico.

    Llenan pantallas grandes y pequeas y sus mediocres interpretaciones

    facturan millones mientras que el poeta, llamado el Hombre, es recu-

    erdo avergonzado, cobijado demaggicamente (hay tanto talentoen nuestra Amrica!) en planes vergonzantes de defensa cultural por

    decreto, exenciones engaosas de impuestos, sistemas de becas an-

    quilosantes de la autntica fuerza creadora, desbravadores de talento.

    El acorden humilla.

    La espada, el fusil, el cuerno de chivo, el retn militar y los

    guardaespaldas ensalzan.

    La poesa puede esperar.

    Denitivamente.

    Indenidamente.

    No hay presupuesto o el presupuesto debe destinarse a man-

    tener a raya al guerrillero o a adquirir ms armas para el guerrillero,

    a acotar el territorio del narcotracante o a adquirir parte del carga-

    mento del narcotracante, a desmantelar las redes del secuestrador o a

    pagar el monto del rescate. A pagar el tiempo aire del funcionario que

    vela porque haya oportunidades y cauces para tanto-talento-que-hay-

    en-nuestra- Amrica Quiere decir que slo estamos luchando por el poder.

    2

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    Contra esa invasin ojiazul pelirroja y rubia s hubiera valido

    la pena levantarse, pero el revolucionario est irremediablemente

    viejo y todos asumen por desgracia que la revolucin prepar el

    terreno para que esos depredadores rubios con aires de superio-ridad se asentaran, con menos verdad y menos gracia que los gi-

    tanos expulsados, con el espejismo de sus electrodomsticos, sus

    mquinas vanas, sus membresas huecas para clubes exclusivos y

    su tiempo aire que constituye una tributo ms elevado e ineludible

    que el diezmo de los conservadores, que el impuesto de los liberales.

    Carecen de dimensin profunda porque son de estirpe

    depredadora. No echan races, construyen canales para succionar las

    riquezas naturales, los jugos, la savia, la sangre, el oro, las frutas del

    continente hacia sus fras latitudes del norte. Pero Macondo-Amrica

    Latina los ha atrado para alimentarlos, para darles la satisfaccin de

    rearmar su superioridad, lo civilizado de sus costumbres, lo puro de

    sus alimentos, la salud de sus deportes, la liberacin de sus mujeres.

    En el vaco de imgenes poticas originales se ha instalado

    la imaginacin de extranjera. Ante los ojos ciegos de los bisnietos ytataranietos de los fundadores, ante los ojos ciegos de la fundadora

    han venido ellos, los ojos azules a mirar a su modo y a imponer su

    mirada en las imgenes de Macondo-Amrica Latina. La creatura

    lo acepta suspirando y trata de convertir en triunfo su sumisin. La

    sirena de cabello negro gasta fortunas en teirse de rubia y satis-

    fecha canta en ingls porque de esa manera rubia y anglocantante

    ha conseguido el xito, una sucesin de cromos con una banda mu-

    sical por debajo y que se repite igual a s misma en multiplicados

    puntos del globo. xito que es una ms de las imgenes impues-

    30

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    tas en el vaco que dejara el parricidio de las imgenes poticas.

    El paraso del fundador, de la fundadora; el espacio en-

    cantado, la geografa homrica del desierto poblado de erinias

    del coronel, el tiempo de las Electras y Antgonas, de las Yermasy Bernardas, que es el tiempo del sufrimiento, el tiempo aprehen-

    dido de manera mtica se ha convertido en un pasatiempo, en el

    pentagrama de notas estridentes que entonan en fongrafos de

    tecnologa que va en escalada las Mias, las Marilyns y las Bridgets.

    La gente de la tercera y cuarta generacin preere pasar

    el tiempo con juguetes que averiguar la ndole de su estructura. Es

    poca de imgenes de cine y no de esplndidas visiones del tiempo

    vivo del origen, que a n de cuentas no son ms que interiores. El

    hielo dej de ser una maravilla, un germen del universo encanta-

    do, un prodigio de cristales y un anillo de alianza con la inmortali-dad, para convertirse en el producto de un proceso tecnicado y

    montono, reglamentado y aseptizado en sus ms mnimos detalles.

    Por la casa esencial de Macondo-Amrica Latina pasa el so-

    plo de la frivolidad atrada por una falsa apariencia de abundancia.

    Pero la fundadora sabe que esas apariencias son vanas. Est cie-ga, ve con claridad porque huele y recuerda. La memoria le resti-

    tuye la visin. Puede recordar con claridad y distinguir entre im-

    genes falsas e imgenes verdaderas. Conserva el sentido profundo

    de la fundacin pero no puede comunicarse con su tataranieta.

    La nostalgia siempre estar en ella y a cada segundo ahondaren las profundidades de su soledad. Porque recuerda de qu manera

    estaban involucrados todos los niveles del ser, las ms delicadas y do-

    lientes bras espirituales en el proceso de fundacin en el tiempo, su

    tiempo, original. Pero tambin sabe la fundadora que todos los seres31

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    humanos no hacen sino lo que tienen que hacer porque cuando se dan

    cuenta de que estn atrapados por las circunstancias ya es demasiado

    tarde. Sin embargo, siempre queda resonando en los das de la nove-

    dad la voz cascada y verdadera de las abuelas: En mis tiemposSi la fundadora ya consideraba como falsos brillos y oro-

    peles las apariencias exhibidas por los gitanos de la primera gen-

    eracin, si ya haba que restregarse los ojos para no caer en la ilu-

    sin de las alfombras voladoras, los reparos puestos a los globos

    elevados con gas, al ferrocarril y al aeroplano son insalvables. Lasmaravillosas invenciones son lo que t quieras, pero no son esen-

    ciales. La fundadora las siente gravitar como jirones de ilusiones,

    transportes impulsados por gas que no hacen ms que acentuar la

    ilusin del movimiento, pues ella sabe que esencialmente no se va

    a ninguna parte y que todos terminan por regresar a Macondo.

    El mundo de Macondo-Amrica Latina comienza a pin-

    tarse de varios colores y a llenarse de estridencias venidas de to-

    dos los rincones del universo. De paraso original, de fundacin,

    ha acabado por convertirse en vertedero de productos cuestion-

    ables, en oreja aturdida de msica de mala calidad, en especta-

    dora de apariencias, en consumidora y generadora de chatarra.

    Por supuesto que por los corredores de la casa honda

    y hospitalaria transitan las abuelas atareadas preparando ali-

    mentos, pero la santa del mundo simple preere huir y fundirse

    en las nubes y en la luz envuelta en sus alas de sbana. La sabi-

    dura santicada en los fogones y sobre la mesa de planchado

    ha perfeccionado el sumo arte de no existir para no atestiguar

    los cambios superciales que amenazan las entraas del origen.

    32

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    El mundo se desencanta con cada clavo que ja un riel

    de ferrocarril, con cada pozo que horada el vientre de la tierra,

    con cada alambrada que sistematiza la vida de las aves de cor-

    ral, con cada etiqueta y termmetro aplicados a un rbol fru-tal. El rbol es desacralizado. Muere en l la adoracin del cielo.

    El ritual forneo de las curaciones higinicas, de las vacunacio-

    nes, de la administracin de pldoras es tambin un procedimiento de

    desencanto. Slo los nios contribu yen a revertir la desacralizacin de

    su mundo al convertir las pldoras medicinales en piezas que reanimanun viejo juego de azar, ltimo reducto del mundo encantado del origen.

    La produccin y el dinero circulante se incremen-

    tan con los recin llegados, pero la sobreproduccin ahoga,

    el exceso de billetes acaso sirva para empapelar la casa.

    La explotacin del mundo natural acarrea la deshuman-

    izacin del hombre, abole sus profundos rituales de nacimien-

    to y muerte, instaura la despreocupacin de las msicas ligeras

    y no puede evitar que se caven a golpe de sin sentido profundos

    hoyos en los pechos humanos, inmensos vacos en el corazn,

    huecos y corredores de escalofro donde pierden su rumbo losactos ms sencillos, donde la procreacin engendra hurfa-

    nos, seres sin destino y sin orientacin, paridos por madres ado-

    lescentes hasta la tumba, incapaces de trascender su egosmo.

    Las fundadoras y su segunda generacin luchaban por auto

    domarse; gambusinas de s mismas no dudaban en zambullirse den-tro de su propio doloroso hueco para encontrar el oro que las las-

    timaba con su llamado sin arrastrar a los dems en su cada. La

    supercialidad no tena cabida en su mundo. La supercialidad es el

    mundo de la cuarta y la quinta generacin. Las fundadoras protago-33

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    VI

    tan segura de s misma, tan aferrada a su soledad

    La fuerza necesaria para acometer la jornada, el viaje

    mtico que plantea el texto fundador a su creatura se encuentra

    en el hueco en el pecho que posee a la hija de la fundadora, a la

    mujer devoradora de tierra, a la tataranieta. La fuerza necesaria

    para alumbrar este mundo que nos alumbra es un vaco que tiene

    un nombre femenino, csmico y telrico, que da ttulo al texto y

    que quiz sea el otro nombre secreto de la creatura: soledad.

    Aquel que es posedo por la soledad tiene por alma el univer-

    so. El hueco, la insondable oquedad en el pecho convierte al ser hu-

    mano que la porta en misterioso autor de este texto creador, porque

    se ha convertido al mismo tiempo en autor de su propia soledad.

    Es su propio aullido de lobo en celo, su propio ensordecedor trino

    de incontables pjaros. La profunda naturaleza solitaria del ser hu-

    mano, el dolor por todo lo que le falta o anhela se levanta en estetexto creador para llevar a su creatura de la mano hacia el lugar y

    el tiempo donde sta pertenece, en un regreso jalonado por el eros.

    Como los fenmenos de la naturaleza, como los animales

    salvajes, este eros es profundamente hermoso en la misma medida

    en que es profundamente peligroso. Pero es la concentracin de en-erga en nuestro ser, la llamarada que abrasa el presente y el futuro

    y nos deja enfrentados a la soledad, mscara de la eternidad. Eros

    para los griegos del principio era el cohesionador del cosmos; en el

    texto fundador es el creador de la eternidad, el artce de la soledad.3

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    El eros degradado de la segunda, tercera y cuarta generacio-

    nes no es ms que un intento, un ensayo del eros refulgente y solitario

    que aprehende al universo en el hueco del pecho, el sanctasanctrum

    de esa soledad que se revela como la nica fuerza creativa, la solamadre fecunda, la amante que jams sacia, y que no se cansa de elevar.

    El eros de la obra fundante se extiende en una horquil-

    la, Y griega de los pitagricos, signo del cruce de cami-

    nos en el que hay que elegir uno u otro; vas que son reali-

    dades tan simples como csmicas y que el ser humano ha re-ducido a la moralidad: Venus Genitrix o Venus Urania.

    El camino de Genitirix es tan valioso como el de Urania;

    pero Genitrix conduce invariablemente a la va subterrnea e in-

    fernal mientras que Urania apuesta tambin invariablemente a

    la renuncia y a la inmortalidad. En la renuncia de Urania no hayascetismo ni liacin religiosa alguna. Hay sabidura al recon-

    ocer que ms importante que la apariencia dinero, poder, aman-

    te- que puede llenar el hueco csmico en el pecho es el hueco

    mismo. Ms importante que desahogarlo y llenarlo con los ju-

    gos de Genitrix es mantener su pura oquedad, su dolor indesci-

    frable, su fuerza de alta frente, su sonoro, slido y solitario metal.

    El texto fundante se trata de este hueco. No tiene reparo

    en pregonarlo en su ttulo. El texto fundante de Macondo-Amrica

    Latina se trata de su soledad constitutiva, de la pasin, del deseo,

    del espanto amoroso, sentimientos-fuerzas asociados con la dialc-

    tica de la que est hecho ese hueco en el pecho del texto creador y

    de su creatura. La sucesin de palabras y de imgenes, el recuen-

    to de los deseos, los proyectos, los viajes, inventos y loteras son las

    mscaras sucesivas que adopta la fuerza centrifugada del hueco.

    3

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    Cuando la conciencia alerta de Macondo-Amrica Latina

    mira detrs de las mscaras encuentra la indescriptible energa

    del hueco y en este reconocimiento ocurre lo realmente mgico

    y extraordinario: el descubrir que la ms constitutiva apeten-cia de Macondo-Amrica Latina es la de ese hueco porque ese

    hueco no ha hecho ms que apetecerla desde el principio de los

    tiempos, desde la rutilante intuicin de la belleza del hielo, de la

    rotundidad del ser en la tarde esplndida de la mirada infantil.

    Todo lo que necesitamos saber, todo lo que necesitamos vivirse encuentra en ese hueco. El texto fundante apunta sus imanta-

    das agujas hacia l. Sus descripciones meticulosas de los intentos

    de Genitrix no hacen ms que ahondarlo. Su prcticamente nulo

    acercamiento a Urania, su inexistente enfoque grilico de la pasin

    sexual tema de Comedias y Quijotes y mesas, espadas y clices

    artricos, Faustos y Gatopardos- es otro de los poderosos recursosque colocan como polo y cliz del deseo al hueco, a la soledad.

    Agujero negro del texto creador, hueco sin ms, absorbedor

    de energas y de letras que uyen hacia su negro y vaco vientre

    profundo que es a n de cuentas la profundidad con que el creador

    del texto ha soado al mundo. El mundo es innito pero el soador

    que lo suea tambin lo es. El hueco del soador es tan grande que

    ha soado a su texto provisto de ese hueco, que a su vez ha creado a

    Macondo-Amrica Latina en torno del mismo hueco, dotndole de

    la misma misteriosa e inagotable fuerza, la misma y misteriosa ava-

    salladora pasin, el mismo y misterioso deseo desbocado y sin timn.

    El ritmo soador de los que suean que leen el texto fun-

    dante se acelera y desboca al llegar a los pasajes donde el deseo

    se llena de mariposas amarillas o de misteriosos tatuajes y sbanas

    3

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    empapadas. Pero al acelerarse, al agotar las letras, el hueco se revela

    celoso, con manos imposibles aferra por el cuello a los indagadores

    y los regresa al punto de partida. Intentos fallidos, el hueco per-

    siste, la soledad no ha hecho ms que crecer y de esa manera semantiene sana, inmortal, alta, esbelta, inclume y s, Urania por

    los cuatro costados. Mariposas, tatuajes y sbanas trabajan para

    la muerte. El hueco, la soledad y el silencio maquinan inmortali-

    dad y libertad, fabrican un siempre tan puro como la visin del

    hielo desde la pura y completa mirada de las soledades infantiles.

    Apremian para propiciar un despertar, un conocer la esencia

    de la soledad, de ese dolor: divina inteligencia y divino amor que per-

    siguen a los soadores fundados por el texto para alcanzarlos y hac-

    erlos conscientes de que aquello que los persigue es, ni ms ni menos,

    aquello que los constituye, y que nacieron a travs del texto para com-

    prender ese misterio que o no tiene nombre o tiene nombres innitos y

    que esto es inexorablemente nico e irrepetible porquepara las estirpes

    condenadas a cien aos de soledad no habr una segunda oportunidad sobre la tierra.

    Tal vez una de las formas de la soledad sea la del rbol. Tal

    vez por eso el hijo del fundador, uno de los ms acabados portado-

    res de su hueco escoge para morir el regazo del castao y no el de

    su madre fundadora. Porque as la grandeza de la imagen solitaria

    no encuentra ms techo o ms lmite que el mismo cielo. Porque

    en el rbol solitario est la posibilidad de todas las letras, de todos

    los alfabetos, porque los antiguos orculos se escriban meticulosa-

    mente en las hojas de los rboles, porque su rumoroso silencio esla voz del hueco y porque sus ramas han mecido muchas muertes.

    Solamente el rbol puede hermanarse con la visin del hielo.

    La delidad a esta belleza, la pertenencia a la orden del hueco sin

    3

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    haberla traicionado jams, sus tempranos desposorios con la muerte

    a travs de la nia bisabuela del daguerrotipo son la grandeza impa-

    rable del hijo del fundador. Sus diecisiete hijos son diecisiete apari-

    encias marcadas con una cruz, ese otro rbol. Su hijo verdadero es elhueco, que es su hija verdadera, la soledad, que es su madre y su espo-

    sa y su padre, su pasado, su futuro, su profeca y su recuerdo, su tiem-

    po-hielo luminoso encontrado y cado en su propio agujero negro.

    Es la vieja conseja del hombre que se convierte en su pro-

    pio abuelo, producto de relaciones y casamientos incestuososen algn grado con su correspondiente riesgo de la cola del cer-

    do, pero como toda conseja o cuento de nunca acabar es un ar-

    tefacto que expresa el irremediable humano destino inmortal.

    En ese mundo nacido del ser humano, en ese mundo creado

    tambin irremediablemente por el dolor insoportable del hueco, el serhumano puede convertirse en todo, puede vivirlo todo, puede seguir

    indistintamente a Genitrix o a Urania para descifrar los secretos de

    ese mismo mundo y respirar en el mismo ritmo que su propio sueo.

    La entidad creada, Macondo-Amrica Latina se convierte as

    en su propio abuelo, en el pasado de su felicidad, de su totalidad, de susentido completo que lentamente se construye, se redondea, nico fu-

    turo, fruto verdadero, redonda fruicin afrutada cuyo aroma permea

    los espacios invisibles del hueco. Lastimar al fruto o negarlo implica

    lastimar o negar el pasado que se est construyendo en este mismo

    verdadero instante, empujado por la fuerza implacable del hueco.

    Esa fuerza se llama deseo y apetece en este mismo verdadero instan-

    te el aroma y los jugos del fruto nico futuro de la redonda fruicin.

    El hueco y su deseo han creado en el texto fundante de Macon-

    do-Amrica Latina una indetenible imagen potica en expansin. Ma-39

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    condo-Amrica Latina ha nacido de esa imagen. El hueco y Macon-

    do-Amrica Latina son complementos. Uno es la prueba del otro. Se

    originan mutuamente, sin cesar. Son la sed y el agua; el aire y el pulmn.

    Con la copa de la vida rebasada de pasado, con el inagot-able hueco ensanchado y sediento del presente fruto futuro, la crea-

    tura del texto creador, la entidad llamada Macondo-Amrica Latina

    adquiere el derecho de habitar su propia inagotable ensanchada

    imagen. Ha ido al punto ms oscuro de su hueco, al ms fro, ha

    espantado las interferencias que pretenden consolar de un mano-tazo, como si fueran mariposas para conquistar la verdad que la

    convence. Es al mismo tiempo contempladora y fabricante. Con-

    templando ha abierto su propia imagen. Abrindola la ha fabricado.

    Escribindola la ha hecho recuerdo del futuro, vaticinio del pasado.

    Ha nacido un universo de su hueco doloroso. Equivocn-dose y trastabillando en los torpes ensayos de Genitrix lo ha logrado.

    Cree que el deseo y la pasin y los otros sntomas del hueco se curan

    y tratan en la cama, en el sudor y trasiego de los cuerpos y que esto

    hay que escribirlo detalladamente y especiarlo con algunos smbolos

    en los numerosos textos multiplicados que tambin ha alumbrado

    la creatura, pero esto no implica un dao mayor porque muy den-

    tro de su hueco est tan segura de s misma, tan aferrada a su soledad.

    40

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    VII

    pis conscientemente una trampa de la nostalgia

    En varios sentidos puerta de entrada a otra realidad, el tex-

    to fundador de Macondo-Amrica Latina cumple la funcin que

    en la antigua religin mediterrnea tena el mundus: poner en

    comunicacin diversos niveles de la realidad en las contadas oca-

    siones del ao ritual en las que se abra para contaminar de asom-

    bro la cotidianeidad y recordarle su origen sagrado. La palabra

    mundus es sencillamente mundo y fue adjudicada a este recur-

    so religioso, segn reere Catn en sus Comentarios de Derecho

    Civil, por aquel otro mundo que est por encima de nosotros.

    Del mismo modo el texto abre la posibilidad de comuni-

    car con otro nivel del ser aquel otro mundo que est por enc-

    ima de nosotros- y obtener de l tanto conocimiento como san-

    acin. Lo asombroso es que una vez efectuada la lectura el estado

    producido contina traducido en una huella ms profunda que laque puede dejar la ms impresionante de las pelculas que no de-

    jan de ser sucesin de imgenes y tienen frente a las palabras la

    desventaja de no poder concentrar la totalidad en el instante.

    La sensacin psquica y fsica de haber estado en otra par-

    te, en un mundo por encima o por debajo- de nosotros, es unade las improntas que deja el texto fundador despus de su lectura.

    De esta manera, los mecanismos del texto producen en el

    lector un estado de conciencia despierta que no es sino el alcanzado

    41

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    por varios personajes en los niveles textuales. Su caer en trampas

    de nostalgia, su darse cuenta de las vueltas del tiempo, su aprehen-

    sin de los defectos temporales y tal vez el recurso ms efectivo de

    todos: la proyeccin de la infancia como el lugar psquico que seabre, como el mundus, slo de vez en cuando para contaminar

    de asombro la cotidianeidad, para recordarle su origen sagrado.

    Fbula de fuentes, que dijo Guilln, las infancias de la fun-

    dadora, de sus hijos y de la tercera y cuarta generacin, apuntan en

    la fuerza del texto a bucear en el manantial del ser que es la niez enel hombre. Del ser y del tiempo, pues es en la infancia que se con-

    oce la eternidad.Antes los nios tardaban mucho para crecer, se dice la fun-

    dadora en una de las muchas trampas de la nostalgia sembradas con

    xito en el texto para que Macondo-Amrica Latina toque el corazn

    de su infancia y beba en esa fuente intemporal de su propio ser.

    El recuerdo de las imgenes de infancia puede ser tan

    abrumador, tan doloroso, que la conciencia se niega a suscita-

    rlo. Para seguir en el sinsentido de la guerra, el hijo del funda-

    dor evita las trampas de la nostalgia. Pero pisa terrenos minados,

    porque es portador del manantial de su origen y ese talismn de

    la imagen infantil y potica del hielo es el que lo preserva de la

    muerte frente al pelotn de fusilamiento. Es ese secreto de infan-

    cia el que quiere develar y que pospone hasta el da de su muerte.

    Porque hay que reencontrar ese secreto de infancia, recuper-

    ar su lenguaje, volver a poseer su poderoso dinamismo, su escudo,

    sus alas, su sublime voluntad de juego para poseer el ms poderoso

    recurso del texto creador: la admiracin por el ser. La admiracin en

    lugar de la indiferencia. La admiracin de la visin del hielo es ms

    poderosa que la constatacin de las levitaciones de un cura y de una

    42

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    simple y bella criatura que se eleva al cielo en sus alas de sbanas,

    porque no es el sentimiento que levanta el espectculo circense, ni el

    alboroto tintineante del gitano, sino la constatacin de la grandeza del

    cosmos en la percepcin admirada de la infancia. Volar verdadera-mente no es volar con alas o en un aeroplano. El que verdaderamente

    vuela no despega la planta del suelo. Se queda plantado, -sembrado

    que dicen los gitanos-, sembrado asombrado en su oportunidad ni-

    ca: la delidad a esta fuente perdida en la memoria, la posibilidad

    de seguir su invi- sible hilo de plata y con ella, hacerse manantial,

    asombro confundido y lcido en la misma fuente de su asombro.

    Uno de los profundos secretos de la infancia es la innita liber-

    tad que vive en su soledad. Poder invocar este recuerdo es un talismn

    de la psiquis, una botella de agua viva que reanima, una intrusin bi-

    enhechora del jardn original. Los dos miembros de la ltima gener-

    acin del texto fundante se ven a s mismos en el paraso perdido deldiluvio. Lo que para los adultos es una calamidad para los nios es el

    edn porque habitan y juegan en la ensoacin profunda de su libertad.

    El texto fundador est plagado de trampas de nostalgia,

    de oportunidades para que su creatura Macondo-Amrica Latina

    ponga en operacin los procesos de memoria-imaginacin, dupla

    sin la cual no se pueden reedicar en su brillo y poder creativo los

    recuerdos infantiles. Memoria e imaginacin para recordar, para re-

    editar los recuerdos y seguir construyendo el tiempo, para recordar

    el brillo de diamante del hielo e imaginar el lugar del oro escondido.

    La geografa de Macondo-Amrica Latina vuelve a en-

    cantarse en este viaje a la infancia. Sus exhaustos bananeros, sus

    campos arrasados, las ensangrentadas minas, las plazas de la

    muerte borradas de la memoria ocial son revertidos en este vi-

    43

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    aje que conquista el tiempo duradero, el antes perfumado con

    vapores de azcar en el que los nios tardaban mucho para crecer.

    La duracin de la tarde de juegos, de las narraciones es-

    cuchadas y ledas, de los sabores primeros, los colores, el bril-lo del hielo se contrasta con lo vertiginoso de los viajes en tren o

    en automvil, con la rfaga de metralla, con lo rpido que pu-

    ede ser el asunto de matar a un hombre, de emboscar a otro,

    de tramar la muerte de varios. Tiempo vivo contra deterioro,

    sonrisa contra mueca, ensoacin contra actividad febril

    La reimaginacin del pasado a travs de la nostalgia, el en-

    cuentro con la fuerza del ser a travs de la evocacin de los recuer-

    dos de infancia, la batalla contra el tiempo descompuesto, el que

    sufre tropiezos y accidentes, a favor del tiempo sano, de la duracin

    clida, del arquetipo de la simple y sencilla felicidad se levantanen el texto como herramientas de sanacin del tiempo enfermo y

    del deterioro que puedan aquejar a Macondo-Amrica Latina.

    Puede vivir los das de la ingobernabilidad, del secuestro, de

    las maas y de la pobreza, pero al mismo tiempo tener la raz de la es-

    peranza en ese otro mundo, en ese otro nivel de la realidad que es supasado reimaginado, sus primeras impresiones admiradas revividas.

    Con un pie en esa otra realidad, en ese otro nivel que le

    ha abierto el mundus de la evocacin, su tiempo se renueva.

    Pueden volver a orecer las imgenes poticas, cada segundo

    es una fraccin ganada al tiempo descompuesto, un paso dadoen la conquista de la simple y sencilla felicidad de ms arriba.

    La trama social de Macondo-Amrica Latina, formada por

    individuos que no tienen el poder de cambiar a su gobierno, ni de

    44

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    detener inaciones y devaluaciones, ni de incidir en los ordenamien-

    tos del banco de los capitales aptridas, s tiene el poder de hundir

    su raz en esa otra parte, de poner un pie en ese otro sueo, de

    estar constantemente en contacto con ese algo ms que intuyeronen su ensoacin, en su viaje psquico al corazn de su infancia.

    Los mecanismos del texto propician ese viaje. Un viaje

    que se revela urgente, que no es para acadmicos o para seres pa-

    cientes y meticulosos, porque es cuestin de vida o muerte. Todo

    el ser est implicado en ese pasar hojas que susurran en el silen-cio y que a cada vuelta parecen revelar la verdad que estamos

    buscando, esa inmersin en el misterio, el bothros de Ulises

    y de Eneas, el mundus de los Camiltnas y los Lars Porsenna y

    los Spurinna y los Csares capaces de soar y de escribir lo que

    todava no ha sucedido pero que suceder de manera inexible.

    Se comprende que Ulises haya se haya asomado al mundo

    de los muertos una sola vez y que los etruscos y romanos abrieran su

    mundus solamente en contadas ocasiones tres durante el ao, se

    dice. La develacin y posterior remembranza de esos misterios no es

    fcil de sobrellevar, aunque impliquen necesariamente un encuentro

    con la soledad, que es la felicidad csmica. Se entiende que el texto

    tambin genere reticentes a la nostalgia, inmunes al asombro, vacu-

    nados contra la urgencia porque para todo se puede estar prepara-

    do, excepto para la felicidad y su dolor, ms intenso que cuantos se

    hayan podido experimentar. Quienes han tenido la visin inmediata

    de su propio nio han corrido el riesgo de ahogarse en lgrimas anteel recuerdo insoportablemente bello del momento en que con manos

    pequeas y ojos grandes abrieron el mundo a travs de sus puertas

    de sueo. El diluvio era el paraso y la pobreza y el hambre el jardn

    del edn, la luz se elevaba en chorros hacia arriba por las paredes cu-4

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    VIII

    acabndose a cada minuto, sin acabar de acabarse jams

    El texto creador anticipa mediante negaciones que el principio

    y el n son lo mismo. Alfa y omega a n de cuentas. Serpiente ouroboros

    que se alimenta de s, que crea realidad a n de que pueda ser recordada.

    El objeto de una narracin fundada en hechos reales en los

    que nadie crea es en primer lugar la negacin durante la mayor

    parte del tiempo narrativo de esta identicacin de alfa y omega,

    de principio y de n, para que la armacin, el reconocimiento

    de esta identidad ocurra en un momento privilegiado y luminoso.

    Es la esencia de la creacin, su frmula inicial: En el

    principio Es en ese principio-comienzo en el que todo, ab-

    solutamente todo, hasta la nostalgia por su prdida, est pre-

    sente. Es ese comienzo que homologa su principio con su n.

    El n, la nalidad, el objetivo al que tiende ese comienzo

    es la completa, cabal conciencia de que todo est presente en

    el principio. De que el tiempo pasa, pero no tanto. La total concien-

    cia del instante en que se conoce el hielo y su recuerdo frente al

    pelotn de fusilamiento. Alfa y omega que no son literatura sino

    realidad, ser, conciencia completa de que todo est presente enel principio y lo verdaderamente urgente no es conocer el pasa-

    do ni vislumbrar el futuro sino descifrar el instante presente en el

    preciso momento en que se profetiza a s mismo, que no es sino

    el momento preciso en que se crea y se destruye, nace y muere.

    4

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    As, puede verse el futuro transparentado en el tiempo, como

    un papel en la ventana de la realidad, pero esto es secundario, porque

    el texto fundador es urgente de presente. Por eso se escapa a acadmi-

    cos, llogos, historiadores, ministerios culturales y comisiones de ani-versarios, porque todas esas instancias atajan la urgencia y aconsejan

    comedimiento, reposo, programacin y planes. Mtodo, en suma.

    Aqu radica la fuente de su misterio, la razn de la esen-

    cia creativa y fundadora de realidad del texto, porque agoniza-

    mos en esa urgencia de hacer consciente el presente y de ter-minar exactamente donde empezamos, de unir el principio con

    el nal, de hacernos ouroboros con el texto ouroboros que en-

    cierra la frmula de la creacin de Macondo-Amrica Latina.

    Tanto en el texto creador como en el continente-identidad

    creatura padecemos la ilusin de estar prisioneros; en el texto, ob-nubilados de belleza literaria y entelaraados de nombres que se

    repiten con la fuerza de los mantras; en la realidad por l creada o

    fundada, confundidos por tener tanto que vivir, tanto que procesar,

    tanto que comprender. Pero en el texto creador y en su creatura lo

    que ocurre es la posibilidad de ser libres. Se puede ejercer la libertad

    completa en esa trampa de la perfeccin literaria que es el texto,

    en esa complejidad perfectible que es Macondo-Amrica Latina.

    El proyecto humano que surge del texto fundador es de los

    ms anados que haya alumbrado tradicin espiritual alguna. El

    espejismo radica en connarlo en la enciclopedia de la literatura o

    en el ladrillo que sostiene el castillito del rgimen poltico en turno.

    No lo permitamos.

    Es urgente.

    4

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    Permitirlo sera nuestra perdicin. Perdidos en el texto,

    perdidos en Macondo-Amrica Latina, a merced del sin sentido,

    de los imperialismos transitorios, de la ignorancia. Participemos,

    no nos quedemos a merced de quienes se han apoderado del textopara desvirtuarlo, de Macondo-Amrica Latina para venderla al

    mejor aptrida postor, de nuestra lectura del texto fundador para

    convertirla en estadstica, en porcentaje que ensalza las ventas de

    un negocio o en estrategia de promocin del libro y la cultura.

    Es urgente.

    Todo lo que tiene que ver con el ser, con la conciencia del

    instante presente no puede ser pospuesto, no debe ser robado. Ese

    instante que se nutre de hechos reales para convertirse en furiosa

    mquina del recordar es nuestra propia conciencia. Ni la realidad, ni

    el recuerdo, ni la conciencia estn intencionados unvocamente paraque nos perdamos en ellos. Estn ah para que nos encontremos,

    para que comprendamos que el extravo es una de las formas del

    encuentro. Son el problema y la solucin, la pregunta y la respuesta.

    Podemos huir, siempre ser una opcin. Pero el tex-

    to se descifra cuando se le planta la cara enfrente, cuan-do el ojo develador se encara en el ojo del torbellino nal

    de los cien aos, elico ouroboros de la vida y de la muerte.

    Es esa impresin de principio que deja el nal del texto fun-

    dador la que tiene que ser considerada de manera religiosa. Reli-

    giosa original porque es un poderoso mecanismo de re-ligacin: conla psique, con el cosmos, con el ser. Lo que solamente se intuye en

    momentos privilegiados, en esa vivencia se comprende de golpe. No

    es un articio ni un logro de la esttica, es la revelacin del misterio

    esencial de la psique humana, del sentido del hombre en el cosmos,49

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    la razn de su desear, de su apetecer, de su insaciable sed de conocer.

    Es esa impresin de principio que deja el nal del texto

    fundador la que tiene que ser dimensionada como una transfor-

    macin. Ha cambiado todo. Hemos cambiado por entero. Clulapor clula. Ha sido una jornada agotadora, el viaje ms intenso y

    largo que haya podido emprenderse jams, porque recorre el in-

    nito espacio que surca la voz de Macondo-Amrica para lla-

    marse a s misma, para suscitarse o resucitarse. Una jornada he-

    roica en la que el hroe es el propio texto fundante, en la que eltexto creador es la realidad creada. En la que texto y realidad se

    han vuelto de revs para reconocerse identicados e idnticos.

    El texto fundador es adems de una mquina de memoria

    un despertador de la conciencia, un avivador del ojo de la mente.

    Se trata de no dejar nada por ser percibido, en el sentido de quepercibir es vivir. Es la conciencia despierta la que puede recoger

    lo real, lo vivido para regresarlo a su origen. Decir que este ori-

    gen es la propia conciencia puede resultar sobrecogedor, pero la

    verdad siempre sobrecoge y los ngeles han sido y sern terribles.

    El texto fundador se levanta sobre su propio agujero negro parapercibir la realidad. Toda la realidad. No solamente la de un pueblo

    tropical, un continente descubierto o un planeta en el sistema solar. El

    texto fundador es la toma de conciencia de que todo constituye una

    unidad. Una simple unidad continua. Sin divisiones, sin separaciones,

    sin etiquetas. Una simple unidad en que el pasado y el presente no estn

    separados sino contenidos en su unicidad sin divisiones en el ahora.

    El ahora de Macondo-Amrica Latina es nuestra preo-

    cupacin, nuestro problema. Lo vivimos con sus mltiples rami-

    caciones problematizadas. Le huimos buscando paliativos y

    0

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    Alfa que es omega. Principio que es n, instante de pa-

    labras que concentra todo. Clave-llave de la puerta que te

    toca para que abras la conciencia, para que comprendas que

    a travs del texto fundador percibes la realidad en su unici-dad y totalidad y en su simple y nica verdad: la realidad ni-

    ca y simple y total se est percibiendo a s misma a travs de ti.

    De los libros ha dicho Bachelard que son entidades que

    estn psquicamente vivas. El texto fundador de Macondo-

    Amrica Latina lo est quizs ms que ninguno porque no ha de- jado pasar nada, ni siquiera la realidad de su propia destruccin.

    Puede leerse a su travs transparentadas las fuerzas de la

    psique, las que annimas construyeron los mitos de todas las culturas,

    los pasos de salvacin de todas las religiones; puede verse el tiempo de

    diversas maneras porque da la impresin verdadera, simple y nica deque contiene todo, que no ha dejado pasar nada, que se ha atrevido

    a percibir, a vivir, a hacer percibir, a hacer vivir todo, porque desde su

    alfa hasta su omega va acabndose a cada minuto sin acabar de acabarse jams.

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    Con Jules Laforgue, citado por Gaston Bachelard*, he co-mido del fruto del inconsciente al volver, veinte aos despus de mi

    primera lectura, a Cien aos de soledad de Gabriel Garca Mrquez.

    Entonces, como ahora, he tenido la impresin de sumer-

    girme en un texto sagrado en el que no existe la casualidad y en el que

    todas las palabras, construcciones, giros y metforas son necesarios.

    He regresado al texto desde mi propia aventura como ama-

    nuense de mensajes que tambin he expresado comiendo el fruto

    del inconsciente. Construyo desde este retorno una historia psqui-

    ca de la creacin de Amrica Latina a travs de Cien aos de soledad.

    Coloco el texto en un trpode simblico sobre mis lecturas viven-

    ciales de:

    Gaston Bachelard, para la comprensin de las imgenes po-

    ticas, de la ensoacin y de la infancia.

    Peter Kingsley para la articulacin de una tradicin espiritual y

    de conocimiento de Amrica Latina a partir de Cien aos de sole-dad.

    Jean Pierre Vernant para la aproximacin a la memoria y al

    tiempo mticos.

    Todas las palabras y frases en cursivas pertenecen al texto de

    Gabriel Garca Mrquez.

    *Mthode, mthode, que me veux-tu? Tu sais bien que jai mang du fruit de linconscient. JulesLaforgue.Moralits lgendaires. Mercure de France, p. 24. Citado en : Bachelard,Gaston. La potique de la rverie. Quadrige. PUF. Paris, 2005.

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    mayo 2009

    en la Ciudad de Mxico

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