La Fogata

La fogata que crepita, a la luz de las estrellas,

La fogata que el hombre con sus diestras manos

Encendió.

Acompañado del rumor cantarino de las aguas,

Que en la Gloria corren por doquier.

Diligente, concentrado, arma un círculo de piedras, recolecta hojas secas, papel, cartón,

Qué se yo.

La mujer que lo acompaña, lo observa desde lejos,

Sumergida en la caricia de las aguas, sin sospechar la sorpresa que le aguarda,

No sabe de su afán, ni su destreza.

Al fin sale, chorreante, tiritando, bañada

Con la noche, le maravilla el fuego, hecho

Por el hombre.

Comparten la fogata y frugal cena, se entregan

Al amor y duermen arrullados por el aire Ululante entre los montes.

El sueño inexorable, los separa, y en el espacio

Sideral, sus almas peregrinas se reencuentran.

Aidel Luna