p a n f l e t o i n d e p e n d i e n t e y r r e s p o n s a b l e

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NO TE VA A GUSTARRRR

Risa, alegría, belleza, mas etileno calentado, soplado, sellado, vacío.Taquicardia, falta de aliento, temblores,pánico, terror, miedo, sudor y náuseas.¿Qué pasa? Además del polietileno tereftalato: Estructurofobia

La Flecha sale esta vez con más aguante que nunca, y con una gran alegría por habernos mudado a nuestra nueva sede. Ahora en la zona del Parque Centenario, queremos estar más cerca de todos y todas, para seguir construyendo y pensando juntos. Además, y como siempre, estamos encarando nuevos desafíos, concretando ideas y acercándonos a otras organizaciones con las que compartimos las ganas de cambiar las cosas y el trabajo para lograrlo.

En este año convulsionado para nosotros, y para la sociedad toda, nos propusimos mirar la realidad desde otras perspectivas, para mantenernos siempre atentos, evitando caer en lugares comunes. Ejercitamos nuestra capacidad de reflexionar, tratando de pensar en lo que se dice pero también en lo que no se dice. Buscando respuestas más allá de la coyuntura, para hacer cuestionamientos que nos permitan construir algo nuevo. Entonces, el tema del año es: la sociedad argentina en este siglo XXI del que ya casi pasó una década.

“Estructurados” se llama este número en el que queremos poner la mirada y preguntarnos sobre el “esqueleto” de esta sociedad. Sobre todos esos dispositivos y estructuras que hacen que la sociedad sea como es y se reproduzca. Esos que a unos los colocan en lugares privilegiados, y a otros bien al fondo. Que por momentos nos asfixian, coartándonos la potencia creadora que todos y todas tenemos.

Les proponemos que sea un momento para pensar, con tranquilidad. Para seguir tomando conciencia de todo lo que nos atraviesa y nos limita. De las presiones y las trampas que nos atrapan; y de las barreras que se interponen entre nosotros.

Pasala y que no vuelva.

Tiro al Blanco

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Playa, sonrisas, vida tranquila, amigos, todo limpio. Truman Burbank en su isla. Como para quedarse. En paz, y una buena dosis de miedo. Una palabra distinta dijo que no todo era lo que parecía y las fallas en el sistema aparecieron. Loco corrió entre la escenografía... ¿Aceptar o atravesar las aguas del cagaso?

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OTROS CON VOZ OTROS CON VOZ OTROS CON VOZNUEVO PROYECTO DE LA FLECHA!

HILAR HILAR I E» Natalia Gentile, info@diariolaflecha.org

Preescolar, primer día. Algunos nenes ya estaban viniendo desde salita de 2 o 3 años, algunos desde antes, otros recién comienzan. “¡Mirá la ropa que tienen!” “Suerte que existe el pintorcito”: todos a cuadros, los nenes azul y blanco, las nenas rosa y blanco “Así está mejor”. “Lástima que algunos tengan el nombre bordado en el bolsillo y otros no”. Igual que cualquier otra materia prima, llegan con diferencias…digamos características propias, “sí, sí, propias de los malos hábitos que aprenden en sus casas ¡¿vos viste como viven?!... este grupo va a ser complicado”. “Lo mismo dijiste al año pasado y al final salieron todos bien, bueno, no todos pero sí la mayoría, es cuestión de ir puliéndolos, así que ¡Manos a la obra!”

Todos sentaditos, hora de trabajar la motricidad fina, algún que otro juego para permitirles expresarse “¡No! ¿Qué hacés Laurita? Eso no va ahí, así no se juega”, una serie de dibujos para mejorar el manejo del lápiz, las primeras palabras escritas y, antes de lo pensado… ¡DICIEMBRE! Control de calidad: comportamiento en la salita: normal, primeras herramientas de escritura: bien; primeras herramientas de lectura: bien, “Laurita pasa”. “A ver Juancito…” comportamiento en la salita: poco participativo, primeras herramientas de escritura: suficiente; primeras herramientas de lectura: insatisfactorio; comentario: “Juancito aprovechá el verano para practicar lectura”. “¡Nos vemos el año que viene!”. “Juancito pasa”.

Marzo de nuevo. ¿Pintorcitos? Ya no, ahora guardapolvo blanco. Todos sentaditos, dictado. Saquen el manual, lectura. Hora de música. “Seño a mí me gusta una canción, ¿me enseña a tocarla?”. “No Marianito, en primero se aprende el himno y la Aurora”. Diciembre “¿Ya? ¿Tan rápido?”. Control de calidad, “Tomás pasa”, “María pasa”. ¡Alarma roja y sirena! Algo se trabó en la cadena de montaje. “Sres. Padres: Marianito no alcanzó las expectativas, tendrá que repetir primer grado”. “Pablo pasa”, “Gimena pasa”.

Tercer grado: Tabla del 5, 6 y 7, división por un dígito, descubrimiento de América con la correspondiente maqueta de carabelas hechas con nueces. “Pasa”. Cuarto grado. “De a poco van tomando forma”. “¡Viste que no iba a ser tan difícil!”. Quinto: regla de tres simple, tiempos verbales, revolución de mayo, “Pasa”. Genera disturbios en la clase, no realiza los deberes, “Éste es incorregible”. “Pedro: EXPULSADO”. “Cuando no encaja no encaja, ¡qué va’ ser!”.

Séptimo grado. “Chicos este año vamos a leer un libro”. “Yo quiero leer la segunda parte de uno que ya leí”. “Ah, pero el que tenés que leer es Mi planta de naranja lima ¿anotaste Micaela?”. Diciembre de nuevo, último control de calidad de la etapa primaria: “Pasa” “Pasa” “Pasa”. ¿Brenda? “No comprende consignas”. “¿La mandamos con la psicopedagoga?” “No, ya fue una vez, a esta piba no le da” “Es una lástima, pero no todos son material apto para el secundario” “Brenda no pasa”.

Secundario. Primer año: capitales y ríos de Europa, “¿y eso de que me sirve? Si yo vivo en Florencio Varela” “Te sirve para pasar de año, no interrumpas más Damián”. Sabe “Pasa”, no sabe “no pasa”. Segundo año: ¡Alarma y sirenas! ¿Qué es ese bulto que sale de una de las piezas? “Catorce años y embarazada, ¿lo podés creer?”. Ya no encaja en la cadena, queda descartada. “Tendríamos que tener charlas de educación sexual” “Mirá ¡yo más no puedo hacer! Son ellos los que se tienen que adaptar a la escuela y no al revés”. Cuarto año: “¡Juan no te lo repito más! ¡Sacate esa gorra!” “Siempre la uso” “No me importa, en el aula no”. “Son terribles, primero la gorra, ¿y después qué? Cómo les cuesta entrar en el molde” “No hay que dar el brazo a torcer”. Diciembre: ante último control de calidad. ¿Juan? “ABANDONÓ, no estaba hecho para la escuela, más de diez años acá y seguía sin encajar”, “a algunos es imposible perfeccionarlos”. “Luz pasa”, “Andrés pasa”, “Darío pasa”.

Quinto año: final del proceso. Un poco de historia argentina, “el peronismo, la dictadura y Menem con poca profundidad, así nos evitamos discusiones”. Algún que otro texto, “uno facilito porque no tienen hábito de lectura”. Algo de matemática, “lo que se pueda, lo que no aprendieron hasta ahora no lo aprenden más”. Bip Bip Bip. Suena la chicharra. Diciembre: proceso terminado. Toda otra generación de piezas perfectamente pulidas listas para incorporarse a la máquina social sin generar problemas de funcionamiento. Después del descarte de las falladas sólo quedan las que encastran, diente con diente, haciendo girar la rueda “¡No vaya a ser cosa que en algún momento se frene o cambie de dirección!”.

HILAR HILAR I EAl principio, después de nueve placenteros meses, cambiamos el ámbito acuoso -en el que todas nuestras necesidades estaban satisfechas- por un medio un poco más seco y hostil, en el que ya estaba todo armado. Además de la cuna, el pañal o la mamadera, este nuevo mundo tenía sus formas de vida, sus valores, su cultura, sus modos de producción y sus formas de propiedad, junto con los dispositivos necesarios para que todo eso se conservara y funcionara como lo hacía.

Que todas las piezas encajen y que cada mecanismo siga en marcha puede parecer un dato menor, simplemente una casualidad, o la forma natural de funcionamiento del medio terrestre. Pero cuando aprendemos a caminar y nos animamos a acercarnos un poquito más, a sacar una piecita de su lugar y examinarla con detenimiento, quizás podamos ver que no hay casualidad ni naturaleza, sino un conflicto. Un conflicto, por decirlo de alguna manera, por ver quién se queda con la torta.

Veamos. Allá por el 1700, las sociedades europeas comienzan a cambiar, al calor de una nueva forma de producir. Para no aburrirnos demasiado, digamos que esta nueva forma despojaba a unos de todo lo que tenían (tierras, animales, pequeños talleres, dignidad), dejándoles sólo la fuerza de sus cuerpos, de sus manos, de sus brazos. Otros, quizás porque habían sido más rápidos o menos considerados, consiguieron otra posición, favorable, que les permitió disponer de herramientas, tierras, talleres, máquinas y, por supuesto, de la pieza fundamental:

la fuerza de los primeros, los despojados. La única herramienta que podía dar y producir mucho más de lo que valía, pero que al ofrecerse *libremente* en el mercado de trabajo, se tenía que conformar con apenas lo necesario para seguir ofreciendo su fuerza (un poco de comida para él/ella, un poco para la prole, algo para taparse -no vaya a ser que anden haciendo cosas que ofendieran las buenas costumbres- y no mucho más).

Lo que pretendieron los acomodados de entonces, fue, como era esperable, que las cosas siguieran así. Su situación era egoístamente favorable, así que, ¿por qué no? Hicieron todo lo que tenían que hacer, desarmaron, armaron, pusieron, sacaron, llevaron, trajeron.

Volvemos. La situación ha cambiado mucho desde esa época a esta parte, y eso nadie lo podría dudar. Pero mirando la realidad hoy, desde nuestra América Latina, es probable que veamos que no sólo sigue habiendo propietarios y despojados, sino también un montón más que están afuera, que ni siquiera entran en esas categorías, que se considerarían afortunados si aunque sea pudieran entrar en el grupo de los “explotados”. También siguen habiendo Estados que se achican o se agrandan para que nada cambie; empresas ahora globalizadas que se apropian de tierra, recursos minerales, conocimiento, y que nos piden que pongamos a su disposición nuestra capacidad de hablar, de relacionarnos, nuestra creatividad, todo con la camiseta de la empresa puesta. Seguimos socializándonos en una cultura que prioriza el lucro y la competencia, y que justifica que tantos y tantas se queden afuera hablando de *productividad*, *esfuerzo personal* o *libertad*.

¿Alejado? ¿Inentendible? ¿Muy politizado? Puede ser. Pero no perdamos de vista que de este caos sale una Sociedad. ¿Y qué sociedad sale de acá? La que tenemos. La que nos lleva a quedarnos estáticos, a aceptar las cosas como están. La que nos deshumaniza. La que, si tenemos la posibilidad de estar hablando de esto, nos puso en una posición que no ha sido la más desfavorecida. La que, más

allá de nuestros pequeños mundos, está dejando a otros y otras lejos de tener una vida digna. Ahí

adentro estamos metidos nosotros. Y a simple vista, no hay muchas salidas.

» Pablo Moschen, pablom@diariolaflecha.org

UNOOVARIOSTema: la reproducción y sus aparatos.Detalle: la universidad.

Las privadas. Sólo acceden algunos. Los hijos de los que tienen llegan, los retoños de profesionales estudian y los que no, pues no. Resultado: reproducción de los sectores acomodados.

La uba. Otro aparato.¿Reproductor?

De sus estudiantes, más de un tercio provienen de familias cuyos padres (al menos uno) tiene el nivel universitario completo; llega a la mitad si se agregan los padres que alguna vez tuvieron una experiencia en la universidad. Apenas el 4% de los estudiantes son hijos de padres que sólo terminaron la primaria.

Si bien aún no es total, también en la uba hay una tendencia a reproducir la “clase profesional”. Y que todo siga igual.

NUEVO PROYECTO DE LA FLECHA!Si querés participar activamente de una acción social y colectiva te invitamos a un trabajo de intercambio con chicos y chicas de 3er año de una escuela de la ciudad. Juntos produciremos un programa de radio, un fanzine y un video.

Más información, llamanos al 4581-9604 o escribinos a info@diariolaflecha.org Charla informativa: Miércoles 02 de Septiembre 19hs, Nicolás Repetto 1117, Caballito, C.A.B.A.

ESTURTUGAESTURTUGA» Facundo Montes, facundom@diariolaflecha.org

CERTEZAS

Hoy al levantarme supe. Supe que era martes, que estaba vivo, que soy hombre, que me gusta el dulce de leche, y que si prendía la radio escucharía a alguien hablando. Antes de empezar el día sabía muchas cosas. Necesitaba. Certezas indispensables para levantarme y vivir ese día. Punto y seguido. Algunos hablan de modelos mentales, de habitus, de estructuras cognitivas, términos de diferentes corrientes psico y sociológicas que en este espacio no entrarían. La cuestión es que estas estructuras de ideas y supuestos que construimos en nuestro medio funcionan como herramientas para comprender, para ordenar nuestro mundo y para orientar nuestro actuar.

Certezas-herramientas que posibilitan movernos. Si, pero otro aspecto de estas certezas, que no vemos tanto, es que al mismo tiempo que nos facilitan cierto orden nos atan un poco, nos encierran justamente en ese orden, en lo ya catalogado. Nos limita a ver sólo algunos aspectos del mundo y de la gente, de la vida, o verlo solo desde la perspectiva que recibí de ese entorno, de mi clase social.

De chicos nos preguntábamos de y sobre todo (¿pod que?), pero progresivamente nos cuestionamos menos y menos.¿Por qué? ¿Es que nos conformamos con poco? ¿Será que creemos que las certezas son eternas? ¿Y que al encontrar una postura ya está?

Considerando que las posturas ante la vida están relacionadas a un determinado sector social, a una religión, a una ideología, pero no con todas, cabe poner en cuestión si esas posturas tomadas me conforman, si estoy a gusto con ellas, o si hay cuestiones que podrían ser diferentes.¿No? Si.No sé.

¿Entonces de dónde me agarro?NS/NC

FIRMEZA Y RIGIDEZ Firmeza en las ideas. Buena cosa.¿No te pasa en el diálogo o incluso discusión sobre los temas que pensaste más, de los que tenés ideas más propias, que en realidad sos más flexible a escuchar diferencias? Por el contrario, pasa que ante los asuntos que no conocemos o que pensamos poco, estamos más… armaditos, más cerrados, rígidos, con la sensación de que si nos cuestionan una idea todo tambalea. No me cuestionen nada porque ladro.

Cuanto menos propias sean las ideas, las posturas, los valores, uno se amolda más a una estructura externa. Entonces la aparente firmeza no sería más que rigidez. Cuando no es fuerte lo propio, y no tenemos un pensamiento auténtico, lo que viene de la propia clase social se toma sin más. Ser rígidos no es lo mismo que tener ideas fuertes.

Si no tenemos una postura más o menos conciente de ideas, somos como un cuerpo sin esqueleto, y las ideas que adoptamos pasan a ser más bien una especie de caparazón externo. Más que estructura que sostiene el caparazón sólo recubre; algo exterior, duro y cerrado donde protegernos, para ir despacio y si hay problemas meter la cabeza adentro. Ojo, si el caparazón se resquebraja un poco estamos fritos.

AUTÉNTICO

Hablamos de lo propio. Cabe la pregunta: si nacimos sin nada, si todo lo recibimos, ¿qué sería lo auténtico? Lo auténtico no sería tener ideas originales sobre todos los temas, sino más bien haber reflexionado sobre lo que pienso de las cosas, ser conciente de lo que recibí y haberme apropiado de las ideas que, incluso compartiendo con otros, me identifican, dejando de lado otras. El punto es qué hacemos con lo que recibimos.

Como cuando escribimos un trabajo para la facultad, que tomamos autores, ideas, conceptos, cuanto más copy paste usemos más repetición literal y menos nuestro será; en cambio si tomamos esos autores, conectamos diferentes ideas, las interpretamos, las aplicamos, más propio será el laburo.

Si a las muchas ideas, visiones, valores, prejuicios, expectativas que recibimos en la vida logramos ponerlas en juego mediante un trabajo personal, combinando, cuestionando, decidiendo, podemos desarrollar un pensamiento auténtico, diferente al del resto de mi casillero social.

ESTURTUGAESTURTUGALA DUDA

Si recibí las ideas-certezas de mi entorno sin mucho trabajo personal, y sigo encerrado en ese ámbito, la experiencia me seguirá confirmando que “todo el mundo piensa así” y que no hace falta pensar mucho más. Pero si en un rapto de lucidez nos damos cuenta de que tenemos aquel caparazón-de-ideas clonado y sacamos la cabeza de la capota, podremos ver a otros que piensan, sienten, perciben diferente. Que hay otros caparazones e incluso algunos que no tienen exoesqueleto, sino más bien sólo un esqueleto de ideas que sostienen y posibilitan el movimiento.

Vamos bien. Pero si llegamos hasta acá tenemos un problema, en estas instancias sucede algo complicado, se despierta y se instala ella. La incómoda, revolucionaria y movilizadora.La maldita duda.

Difícil, pero buen camino para tomar. Con moderación (al principio), dudar. Cuestionar y ponerse a buscar, saltar la pared del propio entorno y pispiar otros caminos, otros caparazones, estructuras y desestructuras, ayuda, complicando, a ver, a sentir la variedad.

- ¿Y si es distinto a como pensaba? - Seguro. - ¿Y si muchos otros tienen razón? - No ne facile.

Pero hay otros casilleros… Salta, salta, salta, pequeña langosta.

(1) Hay cajas de herramientas que tienen gran variedad, otras como las de mi casa (de madera) solo tenía un martillito, una tenaza (que hacía de pinza) y una pinza de juguete, una francesa y algún destornillador. Nada más. Tornillitos viejos y alguna pieza en desuso. Y así andamos. (2) Les Luthiers. “La gallinita dijo Eureka”(3) Ver “No te va a gustar” en contratapa

TEPÚM BAJÁ» Laura Milano, info@diariolaflecha.org

Nunca voy a olvidarme del secundario, nunca. Fue una experiencia única, singular, determinante. Especialmente esto último, determinante.

Tengo muchos recuerdos de esa época, una caja mental llena de imágenes, conversaciones, cánticos, momentos. Algunos creo haberlos olvidado por completo. Por suerte. Pero hay un recuerdo que siempre me vuelve a la memoria y es el que condensa toda mi estadía en la escuela media.

Comenzaba un nuevo torneo de deportes en la escuela, momento muy esperado por la comunidad estudiantil. Estos encuentros eran verdaderas epopeyas homéricas, donde se jugaba el buen nombre de la institución frente a las escuelas cercanas del municipio. Y claramente, también se definía el liderazgo de los deportistas tanto puertas adentro como en el circuito cercano del barrio.

Recuerdo que estaban eligiendo jugadores para integrar los futuros equipos. Dolo T y Luli L eran las capitanas siempre, y no había ninguna réplica en eso. Todo el mundo lo daba como un hecho, hasta los profesores. Ellas estaban en el lugar que les correspondía, históricamente había sido de esa manera y nadie creía necesario un cambio. Las cosas eran así, ellas eran quienes dirigían los destinos del resto del alumnado, dentro del campo de juego como fuera de

él; dentro del aula, en los bailes del club y las matinés, en las fiestas de quince, en el kiosco de la esquina y en todo nuestro pequeño mundo.

Allí estábamos todos, en la línea de fuego que definiría nuestra suerte. Dolo T y Luli L se pararon frente al montón, tiesas, impenetrables. Ellas elegirían a sus secuaces con las que compartirían entrenamientos, citas, amistad, y cualquier otro tipo de consagración juvenil. Fueron nombrando una por una a las elegidas, y en cada rostro elegido ya se perfilaba un dejo de altanería. Ya no eran más compañeras, eran parte de las inmortales.

A mí nunca me nombraron, nunca escuché mi nombre.

Las posiciones a cubrir en los equipos ya estaban cubiertas, incluyendo a los suplentes. No había más chances, quedé del lado de afuera de la cancha (en muchos sentidos).

¿Esta historia suena a cliché? Sí, porque lo es. Las definiciones y clasificaciones bien que las conocemos: todos fuimos, somos y seremos definidos/clasificados. Ganadores, capos, grosos, facheros, divinas, líderes. Perdedores, nerds, losers, cuatro-ojos, populares, fracasados. Así fue mi micro-mundo en la secundaria, llena de lugares comunes. Un micro-campo bourdeano (1) , donde cada uno ocupaba una posición en torno al poder y ponía en juego su capital para ser el centro de las miradas. Todos sabíamos quién era cada uno, qué lugar ocupábamos en los bancos del aula, qué rincón apropiábamos (o no) del patio. No sabíamos bien porqué, pero no había ninguna replica en eso.

Dolo T y Luli L estaban allá en la cima del éxito, y en algún momento pensé que ese era el correcto orden de las cosas. Que así funcionaba el mundo: algunos arriba y otros abajo. Por los siglos de los siglos.

Pasaron los años y nunca más supe de ellas, pero he visto copias suyas en todos lados: en los trabajos, en el estudio, en las amistades, etc. Nunca más hice deportes pero varias veces me volví a sentir –como aquella vez- frente a una cancha y un campeonato por ganar. A mi ya no me entusiasma competir, pero a algunos se ve que les encanta ese juego. Y ganan siempre. Mientras muchos pierden, creyendo que es lo normal. Algún día eso va a cambiar, y los de afuera de la cancha vamos a tomar la pelota. Ahí, agarrensé.

(1) La lógica de los campos: Entrevista a Pierre Boudieu -Se puede bajar de Internet en www.pierre-bourdieu.blogspot.com/2006/07/la-lgica-de-los-camposentrevista.html

NUEVO PROYECTO DE LA FLECHA!

Las actividades serán durante septiembre y

octubre. El proceso incluye desde la preparación

del proyecto hasta la realización

de las actividades.

Para más información,

escribinos a info@diariolaflecha.org

o llamanos al 4581-9604

Charla informativa: Miércoles 02 de

Septiembre 19hs, Nicolás Repetto

1117, Caballito, C.A.B.A.

No estoy de acuerdo.Montes (ESTURTUGA) Dice que mantenemos las certezas de la clase social a la que pertenecemos de manera pasiva.No. Ni en pedo.

En el caso de tener algunas certezas, no creo que estemos encerrados en las ideas de nuestro entorno tan tranquilos. No somos pasivos. Este es el punto fundamental.Trabajamos, nuestra cabeza está en permanente actividad. Las estructuras de ideas no se mantienen solas, requieren de mantenimiento constante, y como “hacen agua”, nos esforzamos para tapar agujeros y sostenerla.

Sostener ¿cómo? Acallando las dudas y preguntas que la resquebrajan, dejando pasar planteos inteligentes, apuntalando lo incoherente y otros movimientos del intelecto que requieren mucho sacrificio. Voluntad para no pensar.Ponemos energía, y mucha, para que no se desarme, para no quedarnos a la intemperie.

Sin esfuerzo alguno, tenemos miles de preguntas e ideas que no cierran, cuestionamientos, incoherencias, dudas, disconformidad que ponen en cuestión nuestras escasas certezas. Hay filtraciones en la azotea. Para dudar no hay que pujar, simplemente aparecen, claras, fuertes, amigas.

Aflojar. Ellas vienen solas.

» Valentín D. Frente, va.d.frente@diariolaflecha.org

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LE SACAMOS PUNTAPanfleto independiente yrresponsable La Flecha. Editado por La

Flecha ORG. Nicolás Repetto 1117, Caballito, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tel. 4581-9604

Contacto: info@diariolaflecha.org. Este número lo hicimos: Marianela Garay, Gastón Genovese, Natalia Gentile, Renata Kándico, Laura Milano, Facundo Montes, Pablo Moschen y Facundo Sandoval.

Columnista: Valentín D. Frente. Corrección: Amalia Moschen. Distribución: Gonzalo Díaz. Diseño: rkgg.com.ar

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5

NO TE VA A GUSTARRRR

Es otra época. La era de la imagen, de lo divertido. Somos todos simpáticos. Bien. Este y cada tiempo tienen sus propias palabras. Para los términos antiguos todos tenemos barbijos en los oídos y huimos de su presencia. Entonces todo lo político, lo social parece tener un discurso viejo. Por setentista o zurdo o lo que sea “ya fue” y ahora “todo es distinto”.Entonces, términos como: estructura social, plusvalía, capitalismo, igualdad o clase social, e incluso política son mala, o peor, vieja palabra. Le aplicamos un zapping cerebral al toque. Y punto. Te respeto. Esto no tiene onda. Pero… ¿no existe más eso que los términos señalaban? Por tomar uno, ¿cómo se le dice ahora a “clase social”? (Perdón por la expresión) ¿cómo se habla de “eso” en la época de la política a-política? ¿De qué modo se nombra eso que antes existía y ahora también, pero que parece no tener términos amigables? Es que no se habla más de ella, porque……En esos términos no se habla más……No se habla……No se……No… …N…

PUM!