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La ficción «telamoniana» de Pellicer en torno a Lastanosa Fermín Gil Encabo En 1994, con ocasión de la Exposición «Signos. Arte y cultura en Huesca. De Forment a Lastanosa. Siglos XVI-XVII», se pudo contemplar en el interior de un gabinete simulado un manuscrito de singular relevancia para arrojar luz sobre Vincencio Juan de Lastanosa por ser la más completa fuente de información sobre el mecenas de Gracián y haber permanecido fuera del alcance de cuantos han estudiado su vida y obra. Se trata del conocido como Genealogía de la noble casa de Lastanosa 1 . El volumen, de 34'5 x 24'5 centímetros, y con folios numerados hasta el 272 -si bien cuenta con saltos, lagunas y añadidos, además de una ubicación de los materiales que puede desdibujar su estructura- es, para lo que ahora importa, obra de tres plumas: Lastanosa, el cronista José Pellicer de Ossau y Tovar y el abuelo del heredero de Lastanosa en 1788, Francisco Antonio Ladrón de Zegama Ezcurra y Santestevan. El manuscrito está fundamentalmente dedicado a la obra de Vincencio anunciada en su título, concebida en varias partes, generalmente compuestas de texto e ilus- traciones y separadas por folios en blanco de reserva. A este tronco básico se suma la documentación en que se basa el autor y siguen dibujos de la casa y jardines y de la capilla de los Lastanosa en la catedral de Huesca. Los huecos han sido aprovechados con posterioridad para copiar otros documentos por Juan López, que se identifica como secretario de Vincencio. Entre los añadidos, y usualmente ocupando pequeños espacios en los reversos de folios, aparecen textos con firma de Pellicer. Todo ello se completa con la intervención de Ezcurra, que en 1788 ordena materiales lastanosinos y en este manuscrito añade datos genealógicos de los descendientes de Vincencio, anota al margen cuanto tiene que ver con la herencia, escribe rótulos, folia el volumen y elabora un índice en el que no discrimina la fiabilidad de los componentes. Lo de «fiable» tiene que ver con la doble naturaleza de los documentos pues, una vez mencionado el nombre i El manuscrito (Ms. 22.609) pudo exponerse gracias a que Nicolás García Tapia me comunicó su reciente adquisición por la Biblioteca Nacional de España. El lo ha usado (vid. infra, nota 9) para documentarse sobre un antepasado de Vincencio y ha percibido el fenómeno que voy a analizar. Vid. el catálogo de la exposición, de la que fui Asesor de Literatura: Signos. Arte y cultura en Huesca. De Forment a Lastanosa. Siglos XVI-XVII, Huesca, Gobierno de Aragón y Diputación de Huesca, 1994. En él participo con el estudio «Vincencio Juan de Lastanosa y sus prodigios» (111-123) y la ficha catalográfica de Las tres cosas más singulares que tiene la casa de Lastanosa en este año de 1639 (362). AISO. Actas V (1999). Fermín GIL ENCABO. La ficción «telamoniana» de Pellicer en...

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La ficción «telamoniana» de Pellicer en torno a Lastanosa

Fermín Gil Encabo

En 1994, con ocasión de la Exposición «Signos. Arte y cultura en Huesca. De Formenta Lastanosa. Siglos XVI-XVII», se pudo contemplar en el interior de un gabinetesimulado un manuscrito de singular relevancia para arrojar luz sobre Vincencio Juande Lastanosa por ser la más completa fuente de información sobre el mecenas deGracián y haber permanecido fuera del alcance de cuantos han estudiado su vida y obra.Se trata del conocido como Genealogía de la noble casa de Lastanosa1. El volumen,de 34'5 x 24'5 centímetros, y con folios numerados hasta el 272 -si bien cuenta consaltos, lagunas y añadidos, además de una ubicación de los materiales que puededesdibujar su estructura- es, para lo que ahora importa, obra de tres plumas: Lastanosa,el cronista José Pellicer de Ossau y Tovar y el abuelo del heredero de Lastanosa en1788, Francisco Antonio Ladrón de Zegama Ezcurra y Santestevan.

El manuscrito está fundamentalmente dedicado a la obra de Vincencio anunciadaen su título, concebida en varias partes, generalmente compuestas de texto e ilus-traciones y separadas por folios en blanco de reserva. A este tronco básico se suma ladocumentación en que se basa el autor y siguen dibujos de la casa y jardines y de lacapilla de los Lastanosa en la catedral de Huesca. Los huecos han sido aprovechadoscon posterioridad para copiar otros documentos por Juan López, que se identifica comosecretario de Vincencio. Entre los añadidos, y usualmente ocupando pequeños espaciosen los reversos de folios, aparecen textos con firma de Pellicer. Todo ello se completacon la intervención de Ezcurra, que en 1788 ordena materiales lastanosinos y en estemanuscrito añade datos genealógicos de los descendientes de Vincencio, anota almargen cuanto tiene que ver con la herencia, escribe rótulos, folia el volumen y elaboraun índice en el que no discrimina la fiabilidad de los componentes. Lo de «fiable» tieneque ver con la doble naturaleza de los documentos pues, una vez mencionado el nombre

i El manuscrito (Ms. 22.609) pudo exponerse gracias a que Nicolás García Tapia me comunicó sureciente adquisición por la Biblioteca Nacional de España. El lo ha usado (vid. infra, nota 9) paradocumentarse sobre un antepasado de Vincencio y ha percibido el fenómeno que voy a analizar. Vid.el catálogo de la exposición, de la que fui Asesor de Literatura: Signos. Arte y cultura en Huesca. DeForment a Lastanosa. Siglos XVI-XVII, Huesca, Gobierno de Aragón y Diputación de Huesca, 1994.En él participo con el estudio «Vincencio Juan de Lastanosa y sus prodigios» (111-123) y la fichacatalográfica de Las tres cosas más singulares que tiene la casa de Lastanosa en este año de 1639(362).

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de Pellicer, tal cautela es obligada. Pero es precisamente la parte vinculada a Pellicerla que va a centrar nuestra atención2.

Ya en el reverso del grabado de Lastanosa, que ocupa el segundo folio, aparecePellicer firmando la aprobación el 30 de agosto de 1676 en Madrid de una obra mencio-nada como «este segundo Libro de la Genealogía» cuyos documentos originales afirmatener3. A pesar de tal fecha, el bloque básico del presente manuscrito se da por acabadoantes: su portada y redacción fechable remiten a 1651 (f. 270v, cuya última oración secorta bruscamente por haberse arrancado hojas); al 2 de febrero de 1652 en el caso delíndice -referido al Tratado de la Nobleza de la Casa de Lastanosa- realizado porVincencio (f. 7r ss), al 9 de agosto de 1652, fecha de la Aprobación -que alude a «estosdiscursos genealógicos»- del cronista Juan Francisco Andrés de Uztarroz (fol. 3r) eincluso a 1655, como se lee, añadido, en la portada (f. Ir).

En la vuelta del folio 3 comienza una carta de Pellicer a Lastanosa, también del 30de agosto de 1676, en la que dice que ha compartido ocho días -lo justo para «empezaruna verdadera amistad»— con Vincencio antes de que éste saliese para Sevilla pormandato de Carlos II. A partir de aquí se inicia el fascinante despliegue de una patrañagenealógica. Pellicer escribe que ha enseñado el libro aprobado a algunos de los

Acerca de lo «fiable» que esta obra encierra de nuevo y discrepante respecto a lo consignado porquienes se han ocupado del asunto versó mi ponencia «Lastanosa y sus descendientes a la luz de laGenealogía (Ms. 22.609 de la BNE)» en el Simposio Filosófíco-Literario sobre la obra de BaltasarGracián celebrado en Calatayud los días 16 y 17 de abril de 1999.Pellicer escribe: «merece assí mismo, como el otro, mi aprobación». No aclara cuál sea este otro, quetambién puede ser el aludido en la carta de los ff. 3v-4v («después que aprobé el libro compañero deeste»). A lo intrigante de no mencionar los títulos de las obras pero sí vincularlos cronológica y temá-ticamente, se suma la razón que tendría para efectuar una rectificación que convierte esa conexión enalgo significativo: la parte superior del f. 3v contenía otra Aprobación de Pellicer, de la misma fecha,que fue tapada pegando dos grabados del escudo de Lastanosa realizado por Agüesca justo encima delcomienzo de la carta (transcrita después ya que su primera letra monta sobre ellos). Gracias a la ayudade Arsenio Sánchez Hernampérez, del Laboratorio de Restauración de la Biblioteca Nacional, pudeleer el texto y observar que, además de decir de Lastanosa que sólo lo conocía «por su nobleza,escritos y erudición en lo político, militar y en antigüedades», al libro que aprueba lo denominasimplemente «este volumen», sin aludir a ningún otro. Según la carta del 15 de septiembre de 1676,Lastanosa remite a Pellicer «los dos libros para lo que puedan aprovechar para el que gustosísimoconsiento (...) y que estos solo fuesen borrador del otro libro» (f. 5v). Pero el 15 de noviembre dicePellicer: «buelvo a remitir el libro porque quedo con el otro» (f. 271 v). El interés de estas precisionesradica en la eventual correspondencia que pudiera haber entre esos dos libros y los tres que entran enjuego en el Ms. 22.609. En primer lugar, la presente Genealogía de 1651. En segundo, una redacciónanterior -o una parte- compuesta en 1631 a juzgar por la fuente utilizada por Latassa y transcrita porDel Arco (cf. La erudición aragonesa en el siglo XVII en torno a Lastanosa, Madrid, CuerpoFacultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1934, 7, 9 y 291-292), cuyos preliminares-referidos a un libro, donde se incluye el Árbol de la noble descendencia de la antigua casa deLastanosa de 1631, identificado por Del Arco con los Discursos genealógicos a que alude Uztarrozen su Aprobación de 1652- tienen semejanzas pero no concuerdan con los del Ms. 22.609. Y, entercero, un nuevo libro fruto de la intervención de Pellicer al que, según se verá, se aludesucesivamente como de realización conveniente, decidida y en curso y que pocos días antes de lamuerte de Lastanosa es mencionado como «el libro de su Genealogía» (f. 25 Ir).

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Consejeros, quienes le han ofrecido entregarle privilegios y epitafios con noticias delos Lastanosa que se remontan a ocho siglos atrás y le han proporcionado copia de unepitafio de Oviedo del sepulcro del rey Bermudo de León en el que se comprueba elcambio del apellido Telamón por el de Lastanosa, trueque ocurrido en 1018.

Las circunstancias en que Pellicer dice haber dado con el foco informativo revistentintes novelescos: un amigo del que le ha suministrado la copia del epitafio tiene unárbol genealógico que empieza en el conde Recisundo Telamón. También posee elprivilegio de Caballería dado en Bruselas en 1556 por Carlos V a Juan, bisabuelo deVincencio. Tal privilegio lo halló un consejero entre la ropa de un criado suyo, a cuyopadre, que lo había encontrado una noche en una calle de Madrid, un platero le dio 30pesos por la caja en que iba. Esta contenía otra más pequeña, de oro y valorada en 50pesos, colgada de un cordón. De ella sacaron «aquella cosa» que el platero envolvióen el pergamino y le dijo que guardase.

Preparado el anzuelo de manera tan artera y con los orígenes del negocio tanastutamente desvaídos y remitidos a terceros, Pellicer perfila un panorama tan pro-metedor que plantea a Lastanosa la necesidad de escribir otro libro distinto al de 1651para abordar la fase previa a la documentanción proporcionada por Baltasar Lastanosaen que se ha basado Vincencio. En esta tarea -era de esperar- Pellicer se ofrece comocolaborador y, para hacerse imprescindible, adelanta: «Son tantas las cosas que voysabiendo (...). Con los materiales que tengo y los que me han ofrecido (...) tendremospara una obra a todas luces grande...». Sobre los documentos de que ha dispuestoVincencio hasta entonces sentencia Pellicer: «son nada para las memorias que tengoen mi poder». El horizonte que le dibuja es realmente halagüeño: «.. .llevando el troncoseguido de sucesor en sucesor necesitaremos de mayor volumen, porque nos habernosde pasear por España en tiempo de los romanos hasta que encontremos un escudo dearmas de la casa de Vuestra Señoría con unas letras que dicen 'Roma a me victa'». Setrataría, pues, de un árbol genealógico que los Lastanosa habrían empezado «del ramitomás alto». La propuesta de colaboración es, evidentemente, pura fórmula de cortesíapues, además de que Lastanosa habría de contar con todo el material que Pellicer dicetener, poco más adelante a éste se les escapa acerca del proyectado libro: «lo tengo yaempezado y lo proseguiremos los dos logrando yo con gusto aprender de VuestraSeñoría y que vea sé recoger antigüedades».

El epitafio mencionado (f. 4v) viene precedido de una nota que anuncia que en lacaja había una cartera con cartas. Identifica algunas, que aparecerán copiadas en losfolios 9Ir y siguientes, pero la coletilla «y otras» extiende la sospecha de inautenticidada un número indeterminado de ellas. Estrictamente hablando, el «Epitafio de Oviedo»transcrito es el primer documento en que se basaría el fraude, por eso conviene tenerpresentes sus términos:

Aquí finca en reposo Quindasvindo la Astanosa que de luengostiempos se llamaba Telamón, fijo de Quindasvindo Telamón, nuesomatador de la gente morisca e prez de los Ricos homes, nuesoprimo y hermano de la señora reina doña El vira, nuesa muj er, que

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finca con los santos en el cielo. E siendo home que fincaba enparejas con los señores reyes de España de luengos tiempos, cator-ceno nieto del conde don Recisundo Telamón, que fincó la coronasomo la cabeza del rey don Pelaio. E porque sepades por qué unhome asaz de tan alto prez mudó el nome de Telamón en el deLastanosa, e yo faciendo prez de lo que por mí fizo, coido facerossabidores que, estando en batalla farto de espachurrar moros, lofirieron con la asta de una lanza e lo fize curar en mi tienda, e yoque finaba de que se muriera un home en quien tenía fincada lafuerza de mi reino, sabiendo que tenía un pedazo del asta, pregunté:«¿el astanosa...?» y sin decir más me fizo caer somo la tierra lofuribundo de mi afincamiento, e plugo a Dios no muriese, e todoslo llamaron Lastanosa, e así se escribe en sus mandaderías, e apenasfincó sano non fizo sino dar batallas e espachurrar moros, por loque yo, el rey don Bermudo, fize poner esta remenbranza y elescudo con que peleaba. Era MLVI.

Por encima de lo jocoso de la fabla medievalizante, con ese entrañable «espa-churrar» de 1018 (de Cristo = 105 6 era de César) que Coraminas data a principios delsiglo XVII, y por encima de la caprichosa etimología que, escamoteando el topónimooséense, apocopa el asta que no sale mediante un procedimiento tan canónico como esel regio desmayo, por encima de todo ello hay una nota clara: desde tiempos remotoslos Lastanosa se han codeado con reyes y éstos les deben favores.

El 15 de septiembre Lastanosa le contesta desde Sevilla con una carta (f. 5v) queplantea la mayor disyuntiva intrepretativa de todo el asunto en lo que se refiere a laresponsabilidad de Vincencio: o éste se deja engatusar por Pellicer porque ha perdidola sindéresis o Pellicer se atreve a usurpar la firma de Lastanosa para hacerle cómpliceoficialmente y cubrirse las espaldas. Lo primero entra en contradicción con datos dela misma carta pues a Vincencio, aunque de más de 69 años, hay que suponerle confacultades suficientes como para estar cumpliendo una misión regia tan lejos de su casa.Ante la posibilidad, sin otro fundamento que la presente carta, de que Lastanosa fueserealmente partícipe en el fraude a sabiendas de todo lo que implicaba, tal documentohabría de darse por falso. Mucho tendría que haber cambiado Lastanosa desde que en1652 confiara la aprobación de la obra a Uztarroz. Sin embargo, en todo el asunto operauna lógica tan peculiar que la solución no se ajusta fácilmente a los axiomas ni al usualmercadeo positivista de pruebas y contrapruebas.

En la carta, Lastanosa acepta la propuesta de Pellicer y le faculta para actuarlibremente. Al anunciarle que le envía dos libros, precisa: «para lo que le puedanaprovechar para el [libro] que gustosísimo consiento» y añade: «suplico a VuestraSeñoría que ponga mano siempre que guste. Yo repruebo todo lo escrito por mí a vistadel Epitafio y Privilegio que Vuestra Señoría me remite. Del Privilegio tuve noticia peronunca lo pude encontrar, por eso no hice mención...». Consolidando el fraude, Lastanosacomenta que se han perdido muchos documentos de sus antepasados próximos, algunosen el mar, como le sucedió a Juan Agustín, su padre, «sepultándole el Mediterráneo».

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Sin embargo nos consta, porque lo dice el mismo Vincencio en textos ajenos a lafiliación del presente (ff. 76v-77r), que su padre murió en la cama en Barcelona, dondefue enterrado, aunque posteriormente sus restos llegarían a la cripta de la capillafamiliar de la catedral de Huesca. Algo similar se produce respecto a su madre, de laque llega a indicar que perdió «muchas copias hallándose en Palacio cuando murió elrey don Felipe III». Parece, pues, que Pellicer, por pluma de Lastanosa o con la veniade éste, prepara la previsible aparición de más documentos. Y en esa línea hablaVincencio de la necesidad del libro nuevo para que quepan las cartas que le ha enviadoFelipe IV desde que escribió el primero. Incluso se anuncia un lapso temporal cuandoLastanosa comenta que la carta que ha recibido del rey la víspera dilatará el encuentrocon Pellicer, «pues es arduo el asunto» que le encomienda.

La siguiente interpolación es una «Advertencia» ubicada en un hueco en medio delíndice (f. 15v). En ella se insiste en la preparación de un «libro que se escribe para darloa la prensa» debido a las muchas cartas reales que han recibido los Lastanosa desde eltiempo de Fernando el Católico hasta el de Felipe IV y que se hallan en poder dePellicer, además de 130 que tiene Vincencio. Lo notable de la nota es que ya estáfechada en Sevilla tres años después, el 2 de diciembre de 1679 y que el que la escribese identifica como «Juan López, secretario de mi señor don Vincencio», nombre quesólo aparece esta vez y cuya letra es la de los añadidos del manuscrito que cita Pellicero que hacen pensar en él. No hay, sin embargo, suficientes datos para creer que todosea algo urdido por Pellicer y López o que éste sea una creación de aquél o que actúepor su cuenta.

Las cartas anunciadas en la «Advertencia» de López empiezan a aparecer en el folio60. Se trata de seis sobre la guerra con el francés firmadas por María de Austria, reinaviuda de Hungría, gobernadora de Flandes, dirigidas entre 1538 y 1539 a Juan deLastanosa, gobernador de Dorlan. De ellas trasciende, cuando menos, la proximidada la realeza de que goza el destinatario.

A la altura del folio 90 figura otra «Advertencia», sin fecha, en la que Vincencio-con una sospechosa redacción que mezcla la tercera y la primera personas- consignaque ha resuelto hacer ese otro libro para incorporar las nuevas noticias. A partir del folio91 se transcriben algunas de las cartas aludidas en el epitafio. Son cinco de Carlos Va Juan de Lastanosa, otra procedente del rey de Francia, la respuesta a esta y tres delmarqués de Lombay, todas ellas fechadas entre 1529 y 1544. La mención que haceCarlos V en la suya del 10 de junio de 1539 -«se conoce que arde en Vos la real sangredel conde Telamón» (f. 91 v) - es más que suficiente para catalogar el lote. No obstante,en esta ocasión lo que llama la atención es que tras ellas es el otro anotador del manus-crito, Ezcurra, quien contribuye a la ficción pues transcribe dos cartas que dice haberencontrado «certificadas y legalizadas». Forman un precioso doblete ya que vandirigidas al supuesto tragado por el mar, Juan Agustín, el padre de Vincencio, y estánescritas «de propia mano» por el rey y por la reina. La adjudicada a Felipe III agradeceal destinatario haber legado todo a la monarquía mediante testamento en 1606. Sinembargo y como es de suponer, en el auténtico que otorgó en Barcelona el 28 de julio

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de 1619 un día antes de morir (cf. f. 88v) no aparece ninguna mención ni a taldocumento ni a tan magnánima donación4. Pero no caigamos en las redes que tiendePellicer pues, una vez más, éste hace que sea el mismo rey quien testimonie laascendencia «telamoniana» no sólo en términos amplificatorios de lo conocido por elepitafio sino incluso con alguna precisión en la etimología por si aquel resultaba oscuro:

.. .servicios como este, solo los hacen vasallos como vos, en quiense conserva la real sangre de los godos, como lo confirmó en Leónel noble rey don Bermudo, mi antezesor en aquel reyno, diciendoél mismo que Quindasvindo Telamón descendía de Racisundo,duque de Cantabria, padre de don Fabila y abuelo del rey donPelayo; y viendo el rey don Bermudo, que retiraban en una batallaherido de una flecha a Quindasvindo, dixo: «¡Oh, noble primo!, simueres, poco segura tengo la Corona»; y saviendo que el mayorriesgo era no poder sacar un pedazo del asta, que se le havía rom-pido, preguntó: «¿La asta-no-sa?», y sin pronunciar el «le» de laúltima sílaba cayó el Rey con una congoja en tierra. Mejoró Quin-dasvindo y, juntando los capitanes las palabras, dieron en llamarlo«Lastanosa», de tal modo que se trocó en este el noble y antiguoapellido de Telamón.

Es más: como el padre de Vincencio parece un «ahogado anunciado», el rey semuestra providencialmente previsor e indicador de pistas. Tras comunicarle que tienecopias de esas historias «telamonianas», ya que mandó «archivar los pergaminos en losReales Consejos», le precisa que ese es el lugar en el que debe buscar una vez cumplidala profecía: «donde se hallarán, si pierdes tus papeles en tanta tierra, y mar, que has depasar». También le recomienda hacer copias de la carta: «con solo ella no quieras másnobleza pues basta que confirme don Felipe Tercero lo que dijeron Bermudo de Leóny Enrique de Castilla».

La intención es clara y el mensaje paladino: Vincencio podrá acreditar su nobleza,la antigüedad de ésta y los servicios prestados a la Corona mediante documentosepistolares además de los epigráficos. Lo sorprendente en esta ocasión es que cuandoel rey le pide que envíe a palacio con la reina a su mujer, Esperanza Baráiz, comentaque ha armado caballero al hijo de ambos. La carta de la reina precisa que se trata deFelipe, al que ha sustituido las basquinas por calzones para que luzca como «alférezde alabarderos», y añade que a su hija María Teresa le ha dado un pensión de 6.000reales sobre el Obispado de Sigüenza. Pues bien, estos supuestos hermanos de Vin-cencio no aparecen ni en el árbol genealógico realizado por él ni en el texto donde hablade todos sus antepasados (cf. ff. 76r-76v y 89r). Lapsus incomprensible -aliquandobonus dormitat Homerus- o rasgo de genialidad megalómana: Pellicer podría haber -

Debo la consecución del testamento, que pienso publicar, a Laurea Pagarolas i Sabaté (Arxiu Historiede Protocols. Col.legi de Notaris. Barcelona).

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evitado este traspiés consultando el libro que dice haber leido al aprobarlo. ¿O es quesólo nos encontramos ante una mínima traza de lo que iba a ser una patraña descomu-nal? Y, sin embargo, la intriga se complica pues hay otras huellas de esos hermanosfantasmas, aunque, a su vez, sean huellas sospechosas5.

En el anunciado y buscado Privilegio de Caballero de Juan de Lastanosa supuesta-mente otorgado por Carlos V en Bruselas el 4 de enero de 1556 (ff. 225r-226v), comoera de esperar, el Emperador, basándose, además de en manuscritos, en la conocidafuente epigráfica, ratifica que Juan desciende

del alto y nobilísimo conde don Recisundo Telamón y de la nobleInfanta Egilona, nieta del noble rey Witiza, cuyo apellido duróhasta el tiempo del noble rey D. Bermudo, que se mudó en el deLastanosa. Cónstanos de varios y antiguos privilegios, que tenemosen nuesto poder, y del Epitafio puesto por dicho rey D. Bermudoen el sepulcro de Quindasvindo Lastanosa, olim Telamón, en elcual se ve el motivo por que se mudó el apellido. Tiene asimismoprobado (...) descender por ambos sexos de los nobles y esclareci-dísimos reyes godos por más de veinte y ocho descendientes...

No sobra destacar que, entre los servicios prestados, el Emperador recuerda: «y mealegraría mucho haber tomado el consejo que me dio en la Dieta de Borníes [Worms]de que se matase a Martín Lutero (...) ofreciéndose a darle de puñaladas delante de lospríncipes». Con tales antecedentes, Carlos V elige para nombrarle caballero el mismodía de la abdicación en Felipe II y como lugar la Casa del Parque de Bruselas, enpresencia de todas las dignidades, ante quienes proclama sus armas:

Y de nuevo te concedo los escudos de armas gentílicos, con lascoronas antiguas, águilas y medias lunas, con todos los trofeos queacostubraron poner el noble conde Telamón tu ascendiente y usaronsus descendientes desde que empezó la Restauración de España, yen el tiempo que hicieron guerra a los romanos, y te mando los usesdel mismo modo que en los Epitafios se ven...

Más adelante, aparece otro bloque de doce cartas dirigidas a Vincencio (ff. 246r-25 lv). Cinco son de la reina viuda Mariana de Austria, seis de Juan José de Austria,todas del 8 de septiembre al 25 de diciembre de 1679. La última es del secretario del

5 En la entrada «Esperanza Varáiz» del índice (f. 16r), tras consignarse los hijos de ésta con JuanAgustín Lastanosa -«tubieron en hijos a Vincencio, a Juan [Orencio; cf. ff. 23r, 76r], a Engracia, aJosepha, y a Esperanza de Lastanosa»- figura este añadido, claramente posterior por su tinta nuevasegún ha comprobado Arsenio Sánchez: «y tres en Madrid Phelipe, Josepha y María Teresa». Esevidente que no se corresponden con los hermanos que consigna Vincencio como muertos de niños:Agustina, Galacián y María (cf. ff. 76r-76v, 89r). ¿Es esto una prueba de que Lastanosa no estaba alcorriente de la fabulación de Pellicer?

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bastardo y va fechada el 7 de diciembre de 1681 (f. 251r-v). Con ella se va a cerrar elperiodo lógico tanto para las misivas auténticas como para las falsas de Pellicer yLastanosa pues se da por recibida el 14 según una nota del secretario de Vincencio yéste muere el 18 de ese mismo mes6.

Pellicer había muerto el 16 de diciembre de 1679; sin embargo, el secretario deLastanosa no parece haberse enterado pues en su nota cita la Genealogía como el libro«que se está escriuiendo» por el cronista. Además, las cartas dan testimono de un crucede intereses entre la reina y el bastardo, con Vincencio en medio y cumpliendo misionesreservadas al servicio de Mariana de Austria. La razón que se ofrece para que sedescuelgue por fechas la última carta del bloque es que la reina había detenido a unservidor del bastardo con los documentos que llevaba. Como es de esperar, Juan Joséde Austria también figura entre los sustentadores de la ficción ya que la carta intercepta-da era una suya dirigida a Vincencio. Acompaña a los documentos y los comenta. Setrata de un libro constituido por tres pergaminos: en primer lugar, el Privilegio deCaballería de Felipe Juan Lastanosa, el supuesto hermano de Vincencio; en segundo,«unos epitafios sacados de sepulcros tan arrogantes como antiguos. En ellos verá V.S.que desciende por amvos segsos de la real sangre goda, pues desciende del condeRecisundo Telamón y de la Infanta Egilona, y a ello hace relación el privilegio»; y entercero, «un árbol de toda su ascendencia, bien antigua, pues si no pasaron, conocieronen mantillas a Nuestro Señor Jesucristo.»7

La realidad parece mezclarse con la ficción y refrendarla. Alguien se sirve deaquella para dar verosimilitud a ésta, especialmente al final del largo periodo abarcadopor la fabulación, en el momento en que los hechos aludidos son coetáneos de quienlos manipula. Hasta Fabro, el secretario de Juan José de Austria parece desconocer lamuerte de Pellicer pues acaba su carta a Lastanosa: «.. .y trauajaré con nuestro Coro-

El bastardo muere el 17 de septiembre de 1679. Sin embargo hay una. carta suya del 21 (ff. 246v-247r), otra del 1 de octubre (f. 247r), otra del 4 (f. 248r-249v) y otra del 11 (f. 249v). La fecha de laprimera ha sido modificada mediante raspadura, lo que también se ha producido en otra del 11 deseptiembre (ff. 246r-v), según me confirma Arsenio Sánchez.Alvar, Manuel «Una genealogía fantástica de los Lastanosa», Homenaje al Profesor Juan TorresFoníes, Murcia, Universidad - Academia Alfonso X el Sabio, vol. I, 47-55, transcribe y comenta elnombramiento de caballero del niño de dos años Felipe Lastanosa el 21 de mayo de 1606 y sieteepitafios, uno de los cuales es el ya mencionado de Oviedo. En la misma caja de los documentos queAlvar trabaja se halla una carta -Ms 18.727-7 (137)- que no cita y que es la de Juan José de Austriaa Lastanosa del 11 de septiembre de 1679 (ff. 246r-v del Ms. 22.609). En su parte superior y sobre lasprimeras palabras han añadido con mala letra: «esta no sirve al intento» y delante: «algo».Igualmente, en el mismo fondo hay un documento -Ms. 18.727-54(187)-, tampoco citado por Alvar,con un «Epitafio q[ue] se halló en Obiedo» en su margen izquierda distinto al que ya conocemos y alotro que transcribe Alvar y con un Recisundo Telamón, testimoniado por el duque Favila, mucho másfantástico (a sus 105 años arroja a un embajador por la ventana). La parte principal del documento esun árbol genealógico que bien puede corresponder al tercer documento citado por Juan José deAustria. Que comience por el rey Pelayo era de esperar pero que concluya con dos descendientes deVincencio casados, respectivamente, en 1684 y 1714 revela que la ficción «telamoniana» se daba porcierta entonces o había intereses en que lo pareciese.

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nista lo que pueda: se ha quedado con copia de los tres pergaminos del Libro, pero estácon muchas noticias, y ay parte del libro trauajado, cierto será gran cosa» (f. 25 lv).

No todo acaba aquí: da la sensación de que Pellicer actuase después de muertocuando, pasado este conjunto de cartas, aparecen tres explícitamente suyas en las dosúltimas hojas disponibles del manuscrito. Pero no ha resucitado pues son de octubrey noviembre de 1676 y en la misma línea de las copiadas en los folios iniciales. En laprimera echa cuentas de los años de los Lastanosa controlados:

Bien ve V.S. con las noticias que tenemos de tantos esclarecidos ynobles ascendientes de V.S. desde el invencible conde don Reci-sundo Telamón, cuyo epitafio merece mayor volumen de elogios,cuya descendencia se ve bien probada desde el dicho hasta Quin-dasvindo el que mudó el Telamón en Lastanosa por el tiempo de326 años, y desde este hasta Gombal Lastanosa, sexto de los Las-tanosa, pasaron 219 años, con que tenemos bien probado desde elaño de Christo de 729 hasta el de 1243 y desde este a Juan AgustínLastanosa hay prueba hasta el año 1602 que casó este en Moyuela...

Además, a propósito del «libro que se está escribiendo» confirma que se ha hechocon el control total al comentar «Y pues Vuestra Señoría lo ha dejado todo a midisposición he resuelto...». A Vincencio parece que lo quiere entretener: le encargaconsultar autores que traten de los romanos, «que ellos hablan de Telamón, compañerode Marco Bruto cónsules y los que engrandecieron a Toledo que algunos dicen descen-der este de Telamón, rey de la isla de Salaminio compañero de Hércules y de los demáspríncipes Argonautas...» La fase de la pérdida de España correrá por cuenta de Pellicer.Para redondear, dice haber sabido por un «compañero curioso» que Felipe III mandórecoger muchas losas de sepulcro de metal y piedra en Toledo, Burgos, Oviedo y otraspartes y que lo hacía por Juan Agustín, que descendía de Telamón; que el compañeroha visto «copias traducidas de griego en castellano», e igualmente losas casi ilegibles,y que le buscará noticias. Lógicamente es el anuncio de la serie de epitafios que habríade enviarle.

Las dos últimas misivas de Pellicer aluden a la importancia de las cartas: haymuchas casas de España ennoblecidas sólo con ellas y él tiene cincuenta. Así se explicala advertencia de conservarlas en la supuesta carta de Felipe III a Juan Agustín. Yacaba: «solo digo se ba adelantando la ¿obra» (f. 272v).

La contemplación en conjunto de los textos que damos a conocer supone un saltocualitativo de un caso aislado descontextualizado, sin precisiones cronológicas, pistassobre su autor ni sentido posible -no otra cosa podía ser el material editado por Alvar-a una categoría, la del ciclo genealógico ficticio. Trátase de un Corpus extenso ennúmero de documentos -una treintena larga- y en lapso temporal fabulado -llega hastalas fechas de escritura y extiende sus redes hasta un siglo después-, de datación, autoríay destino reconocibles y adobado con un diseño, un trasfondo y unas implicaciones-especialmente en el cruce de lo real con lo fabulado- que permiten identificarlo como

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una práctica de rasgos específicos, cuya función, a su vez, establece sugerentes cone-xiones con otros textos relativos a Lastanosa.

Sobre el trasfondo de la opinión que nos dejaron los coetáneos y el enmarcamientogenérico realizado por Godoy Alcántara, ahora Oliver nos permite precisar que Pellicer,siempre con dificultades económicas, las tiene sobre todo en los años que afectan a estafabulación8. La motivación de Pellicer es, obviamente, pecuniaria: conseguir dinero delrico Lastanosa a cambio de ofrecerle lustre para su apellido. Un Lastanosa a quien sesupone que los reyes encomiendan misiones secretas da pie para el cruce de lo atesti-guado por él mismo con lo elucubrado por Pellicer, sabedor éste de que Vincencio ibaen busca de documentos antiguos para completar la Genealogía que ya tenía lista parala imprenta en 1651.

El engaño se presenta como la explicación más plausible, incluso sin dar porsupuesto que el manuscrito, desde que comenzaron los añadidos de Pellicer, hubiesequedado en manos de este «Pellizcar y Tomar» y su dueño no viese la manipulación.Pero la posibilidad de que Lastanosa estuviera al corriente de lo maquinado, así comoel volumen, diseño, entramado y alcance de los textos, obligan a leer esta ficción«telamoniana» de manera distinta a la que sugiere la aplicación mecánica de la lógicahistoricista. La connivencia de Lastanosa, aunque sólo fuera en el primer paso, esinnegable. Y, dado éste, la implicación en el caso, inevitable, a la vista de la «espe-cialidad» de Pellicer y su conocida forma de proceder.

Podríamos preguntarnos por las causas del interés de Lastanosa en el asuntocontando con hipótesis razonables como los posibles antecedentes judeoconversos queapunta García Tapia. Incluso se podrían invocar ejemplos de antepasados cuya noblezaes cuestionada9. Y quizá todo ello sea más atendible que echar un capote al afectadodiciendo que, aunque la lustrase, «la realidad no necesitaba de palabras vacías cuandotanto había hecho el linaje [de los Lastanosa] por enaltecerse en las armas y en lasletras...»10.

8 Godoy Alcántara, José, Historia de los falsos cronicones, Madrid, Rivadeneyra, 1868,243-245,281-293, 303-308. Juan Manuel Oliver, «Los matrimonios de José Pellicer (Noticias de su vida familiary descendencia)», Criticón, 63, 1995,47-88; 57-58, 61-62, 86-87.

9 García Tapia, Nicolás, «Los veintiún libros de los ingenios y máquinas de Juanelo», atribuidos aPedro Juan de Lastanosa, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1997, 181-187. Además, en losfolios del Ms. 22.609 en que se habla de la oposición de los habitantes de Monzón y Pomar a queJuan Luis de Lastanosa obtuviese la infanzonía y del pleito perdido, hay un aire de justificación y nofaltan las rectificaciones. Así, cuando se alude al Privilegio que le otorgó Felipe II, se ha tachado unafrase que decía: «Callóse en el la calidad de infanzón por que abiendo la perdido en los procesos quearriba se refiere» (f. 72r).

10 Alvar, op. cit, 48. Tan noble actitud no implica solventar el problema de la fabulación ni lainexistencia de los textos que edita. Cf. la respuesta dada por Del Arco (La erudición aragonesa...,40 y nota 24), al problema de fondo de los recursos económicos: «...falsedad manifiesta, porque laposición económica de Lastanosa era más que desahogada». Vid. Fermín Gil Encabo, « '...injurias atu mayor amigo...': Gracián y Lastanosa entre El Criticón y la Critica de Reflección», en I. Arellano,M. C. Pinillos, F. Serralta, M. Vitse (eds.), Studia Áurea. Actas del III Congreso de la AISO(Toulouse, 1993). III, Prosa, Pamplona - Toulouse, GRISO - LEMSO, 1996, 221-227; 222.

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Ahora bien, el sentido de esta genealogía ficticia podría encontrarse ateniéndonosa lo de momento comprobable y al contexto en que se produce. Los hechos no seríanciertos pero los textos sí. Y su lectura literaria permite rescatar el potencial con quefueron creados: la elaboración de la imagen del poder. Así, la ficción «telamoniana»cumple una función similar a la advertida en el tono propagandístico de obras comola Relación de las fiestas que la ciudad de Hvesca de el Reyno de Aragón ha hecho alnacimiento del Príncipe nuestro Señor D. Felipe Próspero, de 1658, donde un aconte-cimiento específico de la monarquía y de trascendencia internacional se supedita a laexaltación personal de Lastanosa. Igualmente, la invención de Pellicer conecta con unode los rasgos más significativos de Las tres cosas más singulares que tiene la casa deLastanosa en este año de 1639: la connotación de vinculación con lo regio y lo nobleque tiñe la exhibición del poder económico de Lastanosa. A los caminos nuevosfranqueados a través de los falsos cronicones o desde los linajes de burlas, se añadenlecturas como las de Bizzocchi que rescatan las genealogías «increíbles» para laHistoria. La particular lógica de lo que eran obras históricas espúreas según las categorí-as hijas del racionalismo y el positivismo se encuentra, más allá de lo que dicen y desu historicidad, en su misma práctica como marca de nobleza que acrecienta la imagendel poder en momentos de rearme aristocratizante11.

Visto así, este capítulo heterodoxo nos devuelve un Lastanosa mucho más completoy real, libre de alguno de los filtros con que intentamos ajustar los hechos a los esque-mas. Igualmente, nos pone ante los ojos estas prácticas tan lábiles como sugestivas, seancreaciones 'mixtas' o creaciones propias de épocas 'mixtas'; coexistentes con lanaciente historiografía moderna hasta en un mismo manuscrito; textos, en fin, quepodrían denominarse literarios con no menos argumentos que los usados por Bizzocchipara darlos por históricos. Con todo, por encima de disciplinas y géneros, la función

ll Vid. Godoy, op. cit; Pedro Córdoba, «Las leyendas en la historiografía del Siglo de Oro: el caso delos 'falsos cronicones'», Criticón, 30, 1985, 235-253; Julio Caro Baroja, Las falsificaciones de laHistoria (en relación con la de España), Barcelona, Círculo de Lectores, 1991; Aurora Egido,«Linajes de burlas en el Siglo de Oro», en Studia Áurea..., I, 19-50; Hayden White, El contenido dela forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona, Paidós, 1992, 12 (anulación dela dicotomía «discursos realistas / nocionales»); Michel de Certeau, L'écriture de l'histoire, Paris,Gallimard, 1975, 7-23 («écritures / histoires»); Bernard Lewis, La historia recordada, rescatada,inventada, México, Fondo de Cultura Económica, 1979 (la invención histórica dentro y fuera de lacultura occidental); Roberto Bizzocchi, Genealogie incredibili. Scritti di storia nell 'Europa moderna,Bologna, Societá editrice il Mulino, 1995, 7 (planteamiento), 13 (orígenes), 13, 88, 105 y 107(componente literario), 28 y 216 (cf. "Triara coam', por Tarraco Nova, con Lasta-no-sa-le), 36-43 y243 (Pellicer), 50-58 y 83-86 (España), 75-80 (implicaciones teóricas, entre ellas: las genealogíasincreíbles se usan aunque no haya necesidad de ennoblecimiento, son anteriores a la Edad Modernay llegan hasta el siglo XX), 98 (la nobleza genealógica aristocratizante reacciona contra la noblezaética renacentista), 108 (tipificación como «ghenealoghikos tropos»), 204 (es una moda relacionablecon la de las inscripciones, monedas y el coleccionismo), 219 (son propias de una sociedadconservadora y autoritaria). Sobraría, pues, privar de sentido a las genealogías fantásticas recurriendoa los nombres de historiadores como Zurita, fray Jerónimo de San José y Uztarroz para «desautorizarun proceder (...) impropio de los aragoneses» según propone Alvar (op. cit., 48).

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es lo significativo e incluso ha de tomarse como cautela obligada. Si, como hemos visto,el ciclo «telamoniano» es incapaz de ocultar su condición ficticia y resulta, paradójica-mente, histórico a su manera, lo que usualmente damos por verídico puede que hayaque ponerlo en cuarentena. De hecho así ocurre, por ejemplo, con el texto informativosobre Lastanosa que -junto a la descripción en prosa de 1647 de Uztarroz- usualmentese tiene por más fiable debido a la riqueza de datos y a los avales documentales queintegra: ese texto conocido como Las tres cosas más singulares... puede que no sea muydigno de confianza porque sobre él también planea la sombra de la falsificación. Y, sedeba o no a Pellicer, participa del estatus «mixto» de ese conjunto de textos ficticiosque -como las genealogías increíbles- contribuyen a la creación de la imagen del poder,donde, junto a los «documentos», han de figurar los tradicionalmente consideradosestrictamente literarios y a veces excluidos precisamente por serlo, como la descripciónen verso de Uztarroz o «Los prodigios de Salastano» de Gracián12.

Vid. la edición de Las tres cosas más singulares que tiene la casa de Lastanosa en este año de 1639(BNM, Ms. 18.727-45) en Adolphe Coster, «Une description inédite de la demeure de don VincencioJuan de Lastanosa», Revue Hispanique, XXVI, 1912,566-610. Para los pormenores de esta tesis, vid.mi trabajo «Realidad y virtualidad de un prodigio: textos y contextos de los jardines de Lastanosa »en el II Curso en torno a Lastanosa. Los jardines: arquitectura, simbolismo y literatura, Huesca,Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1995 (en prensa). Vid. un modelo -aún arraigado- de lamencionada actitud hacia lo literario por no tener el formato convencional de un documento, porejemplo, en Del Arco, op. cit., 161-162 (la obra de Uztarroz es «impresión lírica solamente»), 317 (elpasaje de Salastano, siguiendo a Vidania, rutinariamente citado como alegoría y alojado en el capítulode «Elogios a Lastanosa»).

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