La ficción paranoica, Piglia

13
La ficción paranoica: Ricardo Piglia La ficción paranoica* por Ricardo Piglia Uno de los ejes que va a recorrer todo el trabajo será cómo se constituye un género y cómo cambia, es decir, las fronteras o los espacios de un género. Dónde un género se convierte en otro. En el pasaje de Ágatha Christie a Dashiell Hamett el género cambia. De Sherlock Holmes a Philip Marlowe, para usar una dimensión histórica más larga, todo parece haber cambiado. Los cambios de un género, entonces, serían un primer problema. Al mismo tiempo podemos decir que hay situaciones de convivencia. En un mismo momento conviven registros. Philip Dick, que ha sido adscripto de una manera tradicional a la ciencia ficción, ha utilizado, sin embargo, fórmulas del género policial. Cómo, entonces, un género contamina a otro. Borges es un ejemplo de todas estas contaminaciones. La segunda cuestión sería enigma y narración. Vamos a discutir el problema del enigma en un relato. Vamos a tratar de poner en el centro de la discusión el tema del secreto y de lo no dicho en un texto. Y veremos hasta dónde es posible discutir este problema del enigma ligado a los procedimientos de la narración. Nosotros podemos establecer una relación entre enigma y filosofía. Cierto problema no resuelto y la lógica. Lo que me interesa que tengamos en Página 1 de 13

Transcript of La ficción paranoica, Piglia

Page 1: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

La ficción paranoica*

por Ricardo Piglia

Uno de los ejes que va a recorrer todo el trabajo será cómo se constituye un género y

cómo cambia, es decir, las fronteras o los espacios de un género. Dónde un género se

convierte en otro. En el pasaje de Ágatha Christie a Dashiell Hamett el género cambia.

De Sherlock Holmes a Philip Marlowe, para usar una dimensión histórica más larga,

todo parece haber cambiado.

Los cambios de un género, entonces, serían un primer problema. Al mismo tiempo

podemos decir que hay situaciones de convivencia. En un mismo momento conviven

registros. Philip Dick, que ha sido adscripto de una manera tradicional a la ciencia

ficción, ha utilizado, sin embargo, fórmulas del género policial. Cómo, entonces, un

género contamina a otro. Borges es un ejemplo de todas estas contaminaciones.

La segunda cuestión sería enigma y narración. Vamos a discutir el problema del enigma

en un relato. Vamos a tratar de poner en el centro de la discusión el tema del secreto y

de lo no dicho en un texto. Y veremos hasta dónde es posible discutir este problema del

enigma ligado a los procedimientos de la narración. Nosotros podemos establecer una

relación entre enigma y filosofía. Cierto problema no resuelto y la lógica. Lo que me

interesa que tengamos en cuenta es esta relación más específica entre el hecho de contar

un relato y dejar, en ese relato, un vacío. Algo que no ha sido narrado y que funciona

como un enigma. Lo que quiero decir es que en un relato, en una narración, el enigma,

el secreto, a menudo está en un lugar, es decir, es una problemática que está

espacializada, colocada y representada en un sitio determinado del texto.

Este doble debate, entonces, va a recorrer todo el seminario. En primer término, el

problema, llamémoslo, de la evolución literaria. Por qué no se cuentan siempre las

mismas historias del mismo modo. Yo creo que esa es una de las incógnitas de la

literatura. Las historias son siempre las mismas, pero el modo cambia. Los géneros,

creo, son una excelente manera de entrar en esta discusión.

El género policial tiene la virtud, para nosotros, de ser el único género al que vemos

nacer. El único del que podemos decir que es moderno.

Página 1 de 8

Page 2: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

Se constituye en 1841, con los relatos de Poe, y el hecho de que empiece ahí es una

cuestión interesante para el debate. Porque los elementos de la ciencia ficción son muy

arcaicos, por decirlo de algún modo.

En el debate sobre el género policial hay un momento que quisiera señalarles y es una

intervención de Borges en un debate con Caillois. Roger Caillois es un crítico muy

conocido, vive en Buenos Aires durante la guerra y escribe un libro sobre el género

policial que publica en 1941 con la hipótesis conocida de que es posible ubicar sus

antecedentes, por ejemplo, en Las mil y una noches, que se han descubierto crímenes en

textos muy arcaicos. Borges hace la bibliográfica de su libro y lo ataca de una manera

despiadada diciéndole, entre otras cosas, que se equivoca en el punto central de su

hipótesis. No tiene en cuenta, le dice, que el género nace con Poe. Una cosa es el

modelo del relato como investigación, que se puede encontrar en el origen mismo de la

narración, y Edipo rey, de Sófocles, sería el primer gran relato a partir del cual nosotros

podríamos iniciar la larga serie de la narración como investigación. Pero lo que interesa

marcar acá es que el género policial nace con la figura del detective. De la problemática

global de la narración y de la investigación de un enigma se desprende una figura

específica que está dedicada a descifrar.

El invento genial de Poe, el nacimiento del género, tiene que ver con la aparición del

caballero Dupin, ese personaje cuya función es tan importante narrativamente. Porque

es un personaje diferenciado del narrador, que viene a cuestionar la omnipotencia del

narrador, y que desde el punto de vista de la historia de la narración, acompaña el

momento de transformación de la figura del narrador y la aparición del punto de vista,

cuyo teórico es Henry James, que viene a plantear el problema de la narración como el

de una posición en un espacio. La narración como una mirada parcial.

El detective es aquel que encarna el proceso de la narración como un tránsito del no

saber al saber. Y pone de manifiesto la pregunta sobre qué sabe el que narra. Pregunta,

por otro lado, que abre paso a la novela moderna.

El detective, entonces, funciona como un personaje que mantiene con el que narra una

relación conflictiva que recorre, por supuesto, la historia del género.

A su vez, el detective es ya no una figura formal sino una figura social. Se constituye

como aquel capaz de enfrentar la problemática de la verdad o de la ley justamente

porque no está asociado a una inserción institucional. Centralmente, la policía. El

detective viene a decir que esa institución, en la cual el Estado ha delegado la

problemática de la verdad y de la ley, no sirve.

Página 2 de 8

Page 3: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

El detective es una figura, entonces, que está en tensión con el mundo del Estado, con lo

que —con una ironía seguramente involuntaria— se llama la inteligencia del Estado.

Frente a los servicios de inteligencia del Estado y a la inteligencia del Estado como tal

aparece una inteligencia privada con toda la carga que tiene lo privado en el mundo

moderno. Solamente se constituye como privado si está fuera de la institución. La otra

institución, de la cual el detective —por suerte— está librado es la familia. Porque si el

detective estuviera incorporado a la estructura familiar, dejaría de cumplir esa función.

La sociedad dice: se puede ser todo lo marginal que se quiera pero la familia es el punto

institucional de anclaje del sujeto con el conjunto de las instituciones. Por eso dice

también —y tiene razón— que la familia es la célula básica de la sociedad.

El detective, entonces, es siempre célibe. En los casos en que no lo es hay parodia. Es el

caso de El hombre flaco, de Hammett, o la última novela de Chandler, Playback.

Lo que yo trataba de señalar es que el detective se constituye en Poe como una figura

que asocia la posibilidad de intervención, en relación con la verdad y la ley, a un

espacio no institucional. Espacio que yo llamaría doble. Quiero decir que el detective no

está ni en la sociedad de los delincuentes ni en la sociedad de la ley, en el sentido

institucional de la policía. Más bien yo diría que se mueve entre esos dos campos:

sociedad criminal y sociedad institucional.

*

El origen de un género —dice Benjamin— es también su fin. En aquel texto, entonces,

que da nacimiento a un género está todo lo que vendrá y está la obra maestra que es

imposible de superar. Todo el género, en cierto sentido, está en tres relatos de Poe: “Los

crímenes de la rue Morgue”, “El enigma de Maríe Roget” y “La carta robada”. Son

textos que fueron escritos entre 1841 y 1843 y, en un sentido, podemos decir que

definen los problemas que el género policial va a variar y modular.

Nosotros nos vamos a plantear ahora un problema más general: cómo se transfigura la

problemática de la forma literaria. Vamos a enfrentar este problema en una perspectiva

de larguísima duración, tomando aquellos modos de narrar que son —podría decirse—

anteriores a los géneros, que circulan a lo largo de toda la historia de la narración y que

siguen circulando en el presente: el relato como viaje y el relato como investigación.

Página 3 de 8

Page 4: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

Alguien pasa la frontera y cuenta lo que hay del otro lado. Lo raros que son, lo

diferentes que son, los tipos que hay del otro lado. Uno, en realidad, viaja para narrar. Y

allí se puede pensar, entonces, el origen de la narración. Así como también se lo puede

pensar en la situación del enigma. La investigación de un futuro que no se conoce.

Vamos a tomar estas dos grandes formas, desarrollando el relato como investigación,

para encontrar en el género policial una primera actualización. Poe apenas varía lo que

es una larga tradición. Pero en esa pequeña variación inventa un género.

El otro punto es que se trata de un género comercial. Y plantea los problemas derivados

de la tensión entre la alta cultura y la cultura de masas.

Desde Poe, el policial ha sido un género conectado con la problemática de la escritura

para vender. No importa que los textos se vendan o no. Entrar en un género de esas

características quiere decir que se escribe para un mercado definido, con cualidades

específicas.

La hipótesis del seminario es que el género ha encontrado, ahora, un momento de

transformación. Los géneros literarios tienden a combinarse. Al mismo tiempo, esa

relación entre cierto tipo de combinación entre los géneros y la sociedad nos permitiría

hablar y definir a este nuevo estado del género como ficción paranoica, utilizando un

término en su acepción no estrictamente psiquiátrica sino como una manera de

acercarnos al problema de definir una forma que sea a la vez contenido. Vamos a

discutir ciertas características formales y ciertos contenidos específicos que tendrían en

este momento el género policial y los géneros populares.

*

En principio, vamos a hablar de condiciones formales y sociales de un género. El género

policial convierte en anécdota y en tema un problema técnico que cualquier narrador

enfrente cuando escribe una historia. Aquello que no se narra y que funciona como un

lugar vacío. Todo narrador enfrenta siempre el problema del secreto, del suspenso, del

misterio. Todo relato va del no saber al saber. Toda narración supone ese paso. La

novela policial hace de eso un tema. Poe puso en el género policial una serie de

problemas técnicos que estaban presentes en el debate sobre la narración. Es importante

el carácter narrativo de la verdad en el género. El hecho de que llegar a la verdad sea

Página 4 de 8

Page 5: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

algo que suponga cierta narración. Este asunto está presente en todo relato. Lo que

vamos a ver es cómo el género policial tematiza algunos de los problemas básicos de la

narración.

Lo particular es que los puntos del debate sobre la narración, en el caso del policial, se

encarnan en un determinado tipo de investigación, de búsqueda de cierto saber, en una

cierta relación entre la verdad y el lenguaje y en una cierta tensión respecto a qué cosa

es un hecho. Un problema que el género plantea todo el tiempo. Qué es lo que realmente

sucedió. Todo narrador tiene este problema. Lo que pasa es que el género policial

convierte esto en algo muy dramático porque la pregunta de qué es lo que realmente

sucedió es una pregunta que además tiene un muerto.

Respecto a la segunda cuestión, condiciones sociales, les he puesto un texto en la

bibliografía —y es un texto que siempre pongo— de Benjamín sobre el París de

Baudelaire, donde él reconstruye, entre otras cosas, las condiciones de aparición del

género policial y considera que el primer elemento que hay que tener en cuenta para

percibir el origen del género es la aparición de la sociedad de masas, la multitud, el

elemento amenazador del anonimato del otro. A diferencia de lo que es el mundo del

barrio, o el mundo del pueblo, donde todos se conocen, la aparición de la sociedad

moderna supone que uno convive en un espacio anónimo. La selva, la ciudad, es la

gran máquina social del género. En ese lugar, el otro, anónimo, al que no conozco,

puede ser un criminal.

No solamente —dice Benjamin— estamos rodeados de desconocidos sino que el

asesino se puede esconder entre esos desconocidos. El criminal se disimula en la

multitud.

En el primer relato del género, “Los crímenes de la rue Morgue”, donde hay un cuarto

cerrado y dentro de ese cuarto ha sucedido un crimen, se define la condición básica del

género.

Desde el cuarto cerrado, el lugar privado, el sujeto amenazado por el otro, desde ese

punto, entonces, se constituye el género. Allí donde aparece la cuestión de quiénes son

los encargados de custodiar la seguridad privada —un gran tema de esta sociedad—

aparece también el género.

Se trata, nuevamente, del problema del estado y de la posibilidad que tiene de custodiar

las vidas privadas. Tema que en la Argentina está todo el tiempo en discusión y que

suele, a menudo, producir un desplazamiento por el cual se asocia autoritarismo político

con seguridad privada. Un gobierno autoritario desde el punto de vista político se

Página 5 de 8

Page 6: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

supone que tiene la suficiente autoridad como para resguardar a los sujetos en aquellas

zonas donde los sujetos se sienten amenazados por la presencia de los otros. Y ese es el

tema del género.

Las formas que toma esa figura del otro pertenecen, por supuesto, a los límites de cada

cultura. Uno podría decir que la figura que marca la frontera de toda cultura y que

funciona como el modelo mismo del otro para el género es el monstruo. El otro puro. El

que aparece en el primer relato del género. El gorila de “Los crímenes de la rue

Morgue”.

El sujeto, encerrado en su pieza, encuentra fuera un mundo donde la diferencia llega

hasta el punto de ver al que es distinto como el monstruo. El monstruo es la gran figura

de los géneros populares. Y yo pensaba en el comienzo del Facundo. El Facundo es

contemporáneo al origen del género. El juego de organización —uno podría decir— de

los límites de una cultura están dados por el enigma y el monstruo. Allí está lo que una

cultura no puede entender. Es la palabra de los dioses, si uno piensa en la gran tradición.

El enigma es aquello que dice la verdad última, es la palabra del oráculo, y el monstruo

es el otro límite. Por un lado tenemos el enigma, como borde entre la sociedad de los

hombres y de los dioses. Por otro lado, el monstruo es el otro límite: aquello que es lo

inhumano, lo que pertenece a la naturaleza.

Sarmiento empieza el Facundo convocando al enigma y encuentra en la figura del

monstruo mitad mujer y mitad tigre el punto a partir del cual puede establecer esa gran

investigación de ese juego civilización-barbarie que, en realidad, tiene mucho que ver

con el género policial, en el sentido en que el género es siempre una tensión entre esos

dos mundos.

Los contenidos sociales del género, entonces, pasan centralmente por esta constitución

de la subjetividad. Una subjetividad amenazada. Lo que tiene de interesante el género

policial es que es un género capitalista en el sentido literal. Nace con el capitalismo,

tiene al dinero como una de sus máquinas centrales, es un tipo de literatura hecha para

vender como mercancía en el mercado literario, trabaja con fórmulas, repeticiones,

estereotipos. Estos elementos sociales y formales, que están presentes en el género

desde su origen, se exasperan hoy y dan lugar a esto que yo, de un modo totalmente

hipotético, he llamado la ficción paranoica.

*

Página 6 de 8

Page 7: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

Estos elementos de amenaza se han desarrollado, podría decirse, en el imaginario

contemporáneo. La literatura se hecho cargo cada vez más del desarrollo del imaginario

de la amenaza de la vida cotidiana puesta en peligro.

En principio, vamos a manejar dos elementos —a la vez de forma y de contenido— para

definir el concepto de ficción paranoica. Uno es la idea de amenaza, el enemigo, los

enemigos, el que persigue, los que persiguen, el complot, la conspiración, todo lo que

podamos tejer alrededor de de uno de los lados de esta conciencia paranoica, la

expansión que supone esta idea de la amenaza como un dato de esa conciencia.

El otro elemento importante en la definición de esta conciencia paranoica es el delirio

interpretativo, es decir, la interpretación que trata de borrar el azar, considerar que no

existe el azar, que todo obedece a una causa que puede estar oculta, que hay una suerte

de mensaje cifrado que “me está dirigido”. La mirada de Sherlock Holmes, de Dupin,

que mira el conjunto social como una red de signos que le están dirigidos a él para

poder descifrar ese secreto a través de una suerte de mensaje que es necesario

interpretar. Por eso la novela policial está ligada al psicoanálisis y el psicoanálisis —

como dice Octave Mannoni— no se sabe si es un saber sobre el delirio o es el delirio de

un saber. Esto no es un chiste porque, en un sentido, se aprende del delirio. El delirio

interpretativo es también un punto de relación con la verdad.

Cuando hablo, entonces, de esta tensión entre amenaza e interpretación como primeros

puntos para definir esta nueva exasperación de la tradición del género, estoy diciendo

que es ahí donde nosotros empezaríamos a ver funcionar en la literatura contemporánea

una serie de cruces y la presencia de la conciencia paranoica del novelista. No del sujeto

que escribe. La conciencia que narra es una conciencia paranoica. Esto no tiene nada

que ver con lo que le pasa a Burroughs en el Almuerzo desnudo o a Gombrowicz en

Cosmos. No me refiero a Gombrowicz sino al tipo que narra la novela Cosmos.

Uno podría decir que hay un estado de la narración, un estado de la novela, que se

afirma en la existencia de estos géneros —sobre todo el policial— que hacen de esta

problemática uno de sus materiales centrales, toma esos subgéneros y exaspera este

campo. Yo diría que es un poco esa la situación de la novela contemporánea.

Página 7 de 8

Page 8: La ficción paranoica, Piglia

La ficción paranoica: Ricardo Piglia

* Desgrabación de Darío Weiner de la primera parte del seminario dictado por Ricardo Piglia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y publicado originalmente en 1991 en el diario Clarín.

Página 8 de 8