La Exaltacion Propia-charles Stanley

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  • 7/28/2019 La Exaltacion Propia-charles Stanley

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    LA EXALTACION PROPIA SOLO ACERCA A LA HUMILLACION

    Por Charles F. Stanley

    Caer en la trampa del estatus es fcil. Si nos centramos en cunto hemos logrado y

    adquirido en la vida, en vez de lo que Dios ha hecho por nosotros, perderemos de vistaaquello que nos da valor verdadero.

    Conoce usted a personas as? Se ven a s mismas como superiores, y se distancian delas dems. Se niegan a realizar tareas que consideran de baja categora y por debajo deellas. Por desgracia, los cristianos no son inmunes a pensar de esta manera. En nuestrasociedad hay una penosa actitud que est destruyendo familias, comunidades y auniglesias. Yo llamo a esto estatusitis. Es la actitud que aflora y que incluso nos controlacuando deseamos tener prominencia por encima de nuestra relacin con Dios y con losdems. Si nos descuidamos, el anhelo de ser vistos como personas de clase alta puedeser una trampa mortal.

    Si bien la palabra estatus no se encuentra en ninguna parte de la Biblia, la bsqueda dereconocimiento y posicin social era un problema en el tiempo de Cristo, como lo es

    para muchas personas hoy. Tal vez la denuncia ms fuerte de esta destructiva actitud seencuentra en Mateo 23, donde Jess confronta a los lderes religiosos de su tiempo. Alreferirse a los escribas y a los fariseos, dice: Hacen todas sus obras para ser vistos porlos hombres aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en lassinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rab, Rab(vv. 5-7).

    En otras palabras, Jess dijo que uno poda saber por sus acciones, sus palabras, susropas y sus demandas, que estos lderes religiosos lo hacan todo para tenerreconocimiento y poder, no para honrar a Dios ni para llevar a otros a tener fe en l.Cuando se encontraban con la gente en la calle, insistan en ser tratados como la realeza.Y cuando asistan a alguna fiesta o festival, esperaban que los sentaran a la cabecera dela mesa sin hacer preguntas. El Seor conden sus acciones, diciendo: Ay de vosotros,escribas y fariseos, hipcritas! porque dejis lo ms importante de la ley: la justicia, lamisericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello (v. 23).

    Estos prominentes funcionarios ya no servan al Seor, sino que iban tras sus propiosintereses egostas a causa del orgullo. Dios llama a esto pecado. Practicaban ciertos ritos

    para exhibir su justicia, pero nunca mostraban el espritu de la Ley, que implicacompartir con otros el amor y la bondad del Padre celestial. Lo mismo suceder connosotros si nos dedicamos a ir tras nuestros sueos de grandeza en vez de obedecer aDios.

    Habr ocasiones cuando pensaremos errneamente que de ninguna manera somosculpables de buscar reconocimiento, porque suponemos equivocadamente que slo losmuy ricos o quienes estn en altas posiciones de autoridad, demuestran tal superioridad.Pero esto no es necesariamente cierto. Una persona no tiene que ser rica o poderosa paraser alguien en busca de estatus, y que se considere que vale ms que las otras. De hecho,la persona ms pobre puede ser culpable de esta forma de pensar, porque se trata de una

    creencia basada no en las cosas que se tienen, sino en un sentido del yo exagerado.Esta actitud se concentra en la dominacin, el reconocimiento y la importancia de uno

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    mismo, lo cual nos impide ser usados poderosamente por Dios. Por esta razn, es vitalque los creyentes examinemos nuestro corazn para ver si ha sido emponzoado por undeseo de estima pecaminoso. Tenemos, entonces, que reconocer los destructivossntomas de la estatusitis, para que podamos liberarnos de ella y mantenernos en elcentro de la voluntad de Dios.

    Cuatro efectos dainos

    Primero: Debemos darnos cuenta de que la estatusitis es engaosa. Se basa en lacreencia de que podemos y debemos compararnos con los dems para considerarnosmejores.

    Dios le hizo a usted especial; en la tierra no hay otra persona como usted con susmismos dones, capacidades y caractersticas. El Padre celestial no le hizo superior oinferior; le cre para que cumpliera con el propsito especfico que l tiene para suvida. Por tanto, cuando usted se mide con otros, est comparando naranjas con

    manzanas. Se est juzgando por un patrn que no es la voluntad de Dios para usted.

    Segundo: La estatusitis es divisiva, ya que estimula las divisiones dentro de la iglesia, elhogar y la comunidad. En el momento en que una persona mira a otra con altivez se creaun gran problema en la familia de Dios. Una actitud de superioridad contradicedirectamente el mandamiento de Pablo en Romanos 12.3: Digo a cada cual que estentre vosotros, que no tenga ms alto concepto de s que el que debe tener, sino que

    piense de s con cordura, conforme a la medida de fe que Dios reparti a cada uno. Esdecir, debemos encontrar nuestra vala en el Seor y en nuestra relacin personal con l,no en nuestro trabajo ni en la manera como nos ven los dems.

    Esto se puso de manifiesto hace algunos aos cuando un hombre vino a mi oficina enbusca de trabajo. Durante una hora me cont su historia, hablndome de sus problemasy de lo necesitado que estaba de ayuda. Iba a perder su casa y su automvil. No podaalimentar a su familia. Su vida iba cuesta abajo rpidamente, y no poda ver la manerade cmo salir de la situacin. Llam a una persona que yo saba que necesitabatrabajadores con frecuencia, y le pregunt si haba algo que esta persona pudiera hacer

    para sostener a su familia. S lo haba. Colgu el telfono y le di la buena noticia alhombre de que le esperaba un empleo. No era perfecto, pero lo ayudara a ponerse denuevo sobre sus pies.

    Qu tendra que hacer? pregunt.

    Le dije que tendra que trabajar con las manos, cunto sera su sueldo. Su respuesta mesorprendi.

    No me interesa dijo. No quiero rebajarme a hacer esa clase de trabajo.

    Aunque su familia tena una gran necesidad, el hombre no estuvo dispuesto a tomar elempleo, porque significaba que no podra seguir vistiendo traje y corbata. Prefera laruina total, a hacer un trabajo que consideraba inferior. Un hombre como se ve almundo dividido en ocupaciones dignas e indignas, en personas dignas e indignas

    todo, por su inflado ego.

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    Esto nos lleva a nuestro tercer punto: la estatusitis es un estorbo que nos impide serutilizados por Dios. No tenemos ningn derecho a decirle al Seor qu haremos o quno haremos si l nos pide que obedezcamos. Piense en Jos. Dios le haba prometidograndes cosas por medio de los sueos que tuvo (Gn 37.5-10). Imagina lo que hubierasucedido si Jos se hubiera negado a honrar al Seor mientras estuvo en la crcel todos

    esos aos, porque pensaba que la tarea era indigna de l? Habra perdido lo mejor quetena Dios para su vida: ser el segundo en el gobierno de Egipto (Gn 39-41). Tenemosque estar dispuestos a hacer todo lo que l nos pida que hagamos, no importa lo quesea.

    Por ltimo, la estatusitis es extremadamente decepcionante. Cuando usted construye supropia vala sobre una imagen, que debe estar puliendo y protegiendo constantemente,al final slo encontrar vaco y desencanto. Al final, todo lo que le hizo sobresalir sedesvanecer. Ya sea hermosura, inteligencia, riqueza, creatividad o cualquier otra cosaen la que haya basado su vala, todo ello desaparecer. Qu le queda, entonces? Nada.A eso se reduce el estatus: a un puado de aire, a algo que en realidad ya no existe.

    Usted no posee nada real, y, al final, todo se convierte en una gran desilusin. Pero lapeor parte es que usted pasa tanto tiempo tratando de superar a los dems, que nuncaexperimenta la alegra que surge de estar unido con el cuerpo de Cristo al cumplir con el

    propsito de Dios. Usted pierde por completo el camino que puede darle verdaderosignificado y satisfaccin a su vida, porque no ha andado en el centro de su voluntad.

    Jess nos ensea cmo evitar contraer estatusitis, para que tengamos plenitud de vida.En Mateo 23.11, 12, el Seor dice: El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.Porque el que se enaltece ser humillado, y el que se humilla ser enaltecido. Elremedio para esta enfermedad implica tener una actitud correcta, y pedirle a Dios que lemuestre cmo debe actuar.

    Debemos empezar vindonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, desde el puntode vista de Dios. Todos somos pecadores que hemos sido salvados por su gracia en lacruz. Nadie merece el camino al cielo, y nadie es mejor que otro. Dios nos ama a todos

    por igual.

    Debemos tambin, humillarnos delante del Seor. Santiago 4.10 ensea: Humillaosdelante del Seor, y l os exaltar. Esto significa pedirle a Dios que escudrie sucorazn, que le muestre sus reas de pecado y orgullo, y luego aceptar que no ha estadoa la altura de sus normas. Tambin significa obedecerle, ya sea que entienda o no su

    voluntad, porque al hacerlo usted reconoce que la direccin de Dios es siempre mejor.Usted tiene la confianza de que, aunque l le mande a hacer lo que es insignificante alos ojos del mundo, el Seor est trabajando en usted para producir un fruto invalorabledesde la perspectiva de la eternidad.

    Quiero desafiarle hoy. Si usted muestra las seales engaosas, divisivas, estorbosas ydecepcionantes de darle demasiada importancia a su nivel social, humllese delante deDios. Est dispuesto a amar cuando l le llame a amar, y a servir donde l le mande aservir. Porque sa es la nica manera de experimentar realmente la satisfaccin, la valay el gozo que anhela su corazn.