La españa de la restauración

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1 LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN Tras un período de grave inestabilidad política y gran conflictividad social, como fue para España el Sexenio Democrático, el régimen inspirado por Cánovas es recibido con indudable satisfacción por la gran mayoría de fuerzas políticas y también por la mayor parte de la población española, harta de una etapa inestable, y que llegó al absurdo con el levantamiento cantonal y tuvo tintes trágicos con la guerra que produjo el intento de instaurar este régimen político. El régimen de la Restauración supone por tanto una época de estabilidad política basada en un modelo liberal moderado (doctrinario, es decir conservador) y que pretende establecer unas bases para la convivencia pacífica del país. En este sentido vamos a destacar la labor de Antonio Cánovas, verdadero artífice de esta etapa, exponiendo brevemente su ideario: Los objetivos de este político pueden resumirse en los siguientes puntos: En primer lugar trata de evitar los males acuciantes que padecía nuestro país. Para ello se propone: 1) Acabar con la inestabilidad política y la conflictividad social que se dio en España durante el Sexenio 2) Apartar a los militares de la vida política y reducirlos a su ámbito propio de actuación. Para ello una Real Orden de 1875 establece que la misión del ejército es defender la independencia nacional y que debe abstenerse de intervenir en las contiendas políticas entre partidos 3) También va a acabar con el exclusivismo partidista seguido durante el reinado de Isabel II, que, como sabemos, se inclinó constantemente por otorgar el poder al partido moderado 4) Relacionado con lo anterior va a proponer un sistema en el que dos grandes partidos se alternen de forma pacífica y

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LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN

Tras un período de grave inestabilidad política y gran conflictividad social, como fue para España el Sexenio Democrático, el régimen inspirado por Cánovas es recibido con indudable satisfacción por la gran mayoría de fuerzas políticas y también por la mayor parte de la población española, harta de una etapa inestable, y que llegó al absurdo con el levantamiento cantonal y tuvo tintes trágicos con la guerra que produjo el intento de instaurar este régimen político.

El régimen de la Restauración supone por tanto una época de estabilidad política basada en un modelo liberal moderado (doctrinario, es decir conservador) y que pretende establecer unas bases para la convivencia pacífica del país. En este sentido vamos a destacar la labor de Antonio Cánovas, verdadero artífice de esta etapa, exponiendo brevemente su ideario:

Los objetivos de este político pueden resumirse en los siguientes puntos:

En primer lugar trata de evitar los males acuciantes que padecía nuestro país. Para ello se propone:

1) Acabar con la inestabilidad política y la conflictividad social que se dio en España durante el Sexenio

2) Apartar a los militares de la vida política y reducirlos a su ámbito propio de actuación. Para ello una Real Orden de 1875 establece que la misión del ejército es defender la independencia nacional y que debe abstenerse de intervenir en las contiendas políticas entre partidos

3) También va a acabar con el exclusivismo partidista seguido durante el reinado de Isabel II, que, como sabemos, se inclinó constantemente por otorgar el poder al partido moderado

4) Relacionado con lo anterior va a proponer un sistema en el que dos grandes partidos se alternen de forma pacífica y pactada en el poder. Estos serán el partido conservador y el liberal, cuya composición veremos posteriormente

El pensamiento político de Cánovas se inscribe dentro de un liberalismo doctrinario, que trata de compatibilizar la defensa de las libertades con el orden social, huyendo por tanto de cualquier tipo de extremismo político. Su inspiración viene del liberalismo inglés al que ve como modelo de desarrollo y progreso social. Debe tenerse en cuenta que en Gran Bretaña son dos los partidos que van a alternarse en el poder como representantes de dos grandes tendencias políticas: los conservadores (tories) y los liberales (whigs). También debe destacarse en Cánovas su rechazo de la democracia y el igualitarismo, la defensa de valores burgueses y su pragmatismo político, que le impulsa a pactar con fuerzas de muy distinto

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signo a la que él representa. De ahí la frase “la política es el arte de lo posible” que hace del pacto y la transigencia un elemento básico para estabilizar el sistema político.

Destaca en Cánovas el concepto de “Constitución Interna”; referido a algunos aspectos que deben ser aceptados por todos los grupos políticos que quieran ser acogidos por el sistema. Estos aspectos se reducen a la aceptación de la institución monárquica y las Cortes como elementos incuestionables y previos a cualquier constitución escrita.

El inicio de la etapa de la Restauración coincide con el final de los dos conflictos bélicos que hasta ese momento se mantienen abiertos en España:

Las bases del sistema de la Restauración descansan sobre tres pilares que podemos considerar básicos para su mantenimiento en el tiempo:

1. La Constitución de 1876

2. La monarquía borbónica

3. la alternancia pacífica de dos grandes partidos que den estabilidad al sistema

Sobre estos argumentos desarrollaremos los aspectos más destacados del período

EL COMIENZO DEL PERÍODO

Como todo nuevo período político que se impone en la España del siglo XIX, la Restauración viene precedida de un manifiesto y de un pronunciamiento. El primero (Manifiesto de Sandhurst), redactado o al menos inspirado por Cánovas y firmado por D. Alfonso XII, recoge el proyecto de gobierno del rey que se ofrece para reinar sobre todos los españoles de cualquier condición, así como a establecer un sistema que acoja al mayor espectro de fuerzas políticas posible, conjugando libertad y orden. (Es conveniente que se lea el documento)

El pronunciamiento lo da Martínez Campos en Sagunto, acabando con el régimen republicano autoritario de Serrano. Debemos decir que Cánovas era radicalmente contrario a este pronunciamiento, ya que su prioridad era mantener alejado al ejército de la vida política, y, por tanto, no era admisible que el nuevo rey llegara amparado en un pronunciamiento militar a su favor.

EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS

La Restauración borbónica privó al carlismo de la mayoría de sus argumentos acerca de su hipotética legitimidad. Esto unido al esfuerzo militar hizo posible

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neutralizar la insurrección carlista en Cataluña, Aragón y Valencia. Meses después se trasladó el grueso del ejército al País Vasco y Navarra, donde se consiguió debilitar la resistencia del carlismo hasta su total extinción en 1876.

La consecuencia de la derrota de la causa carlista fue la abolición definitiva del régimen foral, de tal forma que los territorios vascos. Quedando sujetos al pago de impuestos y al servicio militar, común a todos los territorios del Estado. Sin embargo en 1878 se estipuló un sistema de conciertos económicos que otorgaba cierto grado de autonomía fiscal a las Provincias Vascas, en virtud de la cual éstas pagarían anualmente a la administración central una determinada cantidad recaudada por las Diputaciones Provinciales

También se puso fin a la Guerra de los Diez Años en Cuba, mediante la paz de Zanjón, en la que se incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud en la isla y ciertas reformas políticas y administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas. El retraso o incumplimiento de estas medidas, dio origen a un nuevo conflicto en 1879 (Guerra Chiquita) y a la posterior insurrección de 1895.

LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA

LA CONSTITUCIÓN DE 1876

Esta constitución recoge los aspectos fundamentales del pensamiento can0vista, si bien, atendiendo al carácter pragmático del insigne político malagueño, se hacen concesiones a ciertos aspectos progresistas que se recogen en dicho texto, sobre todo en aquello que se refiere a derechos y libertades, en donde se van a reflejar los principios recogidos a su vez por la Constitución democrática de 1869, aunque en general la Constitución de 1876 se inspira en la moderada de 1845.

CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1876:

Soberanía Compartida entre el rey y las Cortes. El rey obtiene amplios poderes, tales como: derecho de veto, convocatoria, suspensión y disolución de las Cortes, nombramiento de ministros. En la práctica el rey se convierte en árbitro de la situación y hacía que el gobierno tuviera necesidad de la confianza del rey y de las Cortes para desarrollar su labor

Cortes bicamerales: El Congreso se elige a base de un diputado por cada 50.000 habitantes. El tipo de sufragio no se explicita en la Constitución y se remite a leyes posteriores que regulen dicho derecho. El Senado se elige de tres formas: Senadores por derecho propio (grandes de España y altas jerarquías militares y eclesiásticas); senadores nombrados por el rey y un tercer grupo de senadores elegidos mediante sufragio indirecto entre las corporaciones y mayores contribuyentes)

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El poder judicial se asigna a los Tribunales de Justicia

Para la declaración de derechos y libertades, la Constitución sigue los principios de la de 1869, con lo que fue posible que incluso grupos de la oposición pudieran manifestarse con cierta libertad.

LOS PARTIDOS DINÁSTICOS

Estos partidos fueron el resultado de la integración de diversas fuerzas políticas de períodos anteriores que aceptasen las condiciones del nuevo régimen político: la monarquía, la alternancia en el poder y la conjugación de libertad y orden que garantizasen una paz social duradera.

Así, el partido Conservador, liderado por Antonio Cánovas, integraba en sus filas a moderados, parte de la antigua unión liberal, disidentes del carlismo y alfonsinos. Sus bases sociales estaban compuestas por grandes propietarios rurales, alta burguesía comercial y financiera y altos cargos de la administración y el ejército.

Por su parte el partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, lo formaban también parte de los antiguos unionistas, progresistas y demócratas. Sus bases sociales estaban formadas por pequeños y medianos propietarios rurales, clases medias urbanas y profesiones liberales.

Ambos partidos coinciden en aspectos sustanciales que van a garantizar la estabilidad del sistema:

1) Defensa de la monarquía y de la propiedad privada

2) Concepción de un estado liberal unitario y centralista

3) Son partidos de notables (personas importantes por su riqueza o su prestigio intelectual o social) que cuentan con periódicos y centros de organización en todo el estado. Por tanto no son partidos de masas como los actuales.

No obstante entre liberales y conservadores se observan ciertas diferencias que es preciso resaltar: Mientras que los Conservadores proponen un inmovilismo político (ausencia de reformas), sufragio censitario, y defensa de la iglesia y del orden social; los Liberales mantienen un reformismo de carácter progresista y laico y el sufragio universal masculino.

Sin embargo entre ellos se mantiene un acuerdo tácito que es “no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando estuviese en el poder”

Algunas medidas destacadas de ambos partidos son: por parte del partido Liberal la nueva ley de asociaciones de 1887, Ley del Jurado de 1888 y sufragio universal masculino de 1890, así como un amplio proyecto de reformas en Cuba. Los Conservadores por su parte mantuvieron un régimen económico fuertemente proteccionista

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que benefició a la alta burguesía vasca y catalana, así como a los grandes propietarios agrarios.

FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA

Este funcionamiento se manifiesta de forma tácita en el Pacto de El Pardo (1885), tras la muerte de Alfonso XII. Así cuando el partido político en el poder (Liberal o Conservador) sufre el desgaste propio de la actividad de gobierno y pierde la confianza de las Cortes, el rey nombra presidente de gobierno al jefe del partido opositor, encargándole la formación de nuevo gobierno y otorgándole además el acta de disolución de las Cortes. El nuevo jefe de gobierno procede a convocar elecciones para obtener mayoría parlamentaria y poder gobernar. Lo peculiar de este sistema es que siempre gana las elecciones el partido que las convoca, empleando para ello técnicas de manipulación o falseamiento electoral que se pueden reducir a tres: el encasillado, el caciquismo y el pucherazo. Seguidamente pasamos a comentar estas tres “técnicas”.

El encasillado es el candidato “oficial” del gobierno en cada distrito electoral (recordemos que cada distrito abarca a 50.000 habitantes). Este candidato es el que debe resultar elegido y para ello se hace imprescindible la labor del cacique. Los caciques son personas notables con fuertes relaciones a nivel familiar y/o político y que dirige y controla social, económica y políticamente una zona determinada sobre todo rural. También podían ser abogados de prestigio o funcionarios de la Administración, que controlaban los ayuntamientos, hacían informes o certificados personales, dirigían el sorteo de las quintas, y que podían resolver o complicar los trámites burocráticos o administrativos. Por ello con su influencia los caciques “orientaban” el voto agradeciendo con sus “favores” la fidelidad electoral y discriminando a los que no seguían sus indicaciones. A veces se recurría a actos violentos impidiendo el voto a aquellos que se pensaba no iban a seguir las directrices del cacique, o con amenazas ciertas y agresiones.

Por último, si el resultado electoral no era el esperado, se procedía directamente a la adulteración de dichos resultado mediante el pucherazo, falsificando e censo (incluyendo a personas ya fallecidas) o manipulando las actas electorales .