La Escritura de La Reflexión Pedagógica

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Revisar, reformular, revisar Considero que la escritura de la reflexión pedagógica, constituye una de las formas del trabajo etnográfico. Ya que se construye un corpus de saberes, a partir de cierto distanciamiento del objeto de observación que conforma la propia práctica. Y se trata de saberes provisorios, que cada día son puestos en cuestión a partir de lo experimentado en el campo, que se reformulan y se rediseñan; y se construyen y reconstruyen a partir de la retroalimentación reflexiva. Uno de lo aspectos más valiosos que reviste este tipo de experiencia docente narrada, situada y personal, es la posibilidad de ser socializada y retroalimentada desde otras vivencias y voces. No obstante, constituye una práctica sumamente excepcional en el ejercicio cotidiano de la profesión y por la misma razón, muy dificultosa de llevar adelante. Ofrecen materiales ricos, sensibles y adecuados para la deliberación, la reflexión y el pensamiento pedagógicos, o para la toma de decisiones en los ambientes inciertos, polimorfos y cambiantes que se conforman en las escuelas y las aulas. Problematizan el acontecer escolar y el trabajo pedagógico desde la perspectiva de sus actores, son materiales documentales densamente significativos que llaman e incitan a la reflexión, la conversación informada, la interpretación, el intercambio, la discusión horizontal entre docentes La documentación narrativa de la propias experiencias escolares por parte de los/as docentes radica en el enorme potencial que contienen sus productos, los relatos pedagógicos, en la medida en que nos enseñan a interpretar el mundo escolar desde el punto de vista de sus protagonistas que no sólo describen, sino que explican e incorporan sus propias miradas y reflexiones otorgando sentido a lo que ellos/as hacen diariamente en las escuelas. De esta manera, al tejer sus narraciones, los/as docentes nos comunican su sabiduría práctica y, al mismo tiempo, permiten a otros/as destejerlas para volver

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Breve registro de lo que significa para un docente escribir aquello que flexiona sobre su práctica cotidiana.

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Revisar, reformular, revisar

Considero que la escritura de la reflexión pedagógica, constituye una de las formas del trabajo etnográfico. Ya que se construye un corpus de saberes, a partir de cierto distan-ciamiento del objeto de observación que conforma la propia práctica. Y se trata de sabe-res provisorios, que cada día son puestos en cuestión a partir de lo experimentado en el campo, que se reformulan y se rediseñan; y se construyen y reconstruyen a partir de la retroalimentación reflexiva. Uno de lo aspectos más valiosos que reviste este tipo de ex-periencia docente narrada, situada y personal, es la posibilidad de ser socializada y re-troalimentada desde otras vivencias y voces. No obstante, constituye una práctica suma-mente excepcional en el ejercicio cotidiano de la profesión y por la misma razón, muy dificultosa de llevar adelante.

Ofrecen materiales ricos, sensibles y adecuados para la deliberación, la reflexión y el pensamiento pedagógicos, o para la toma de decisiones en los ambientes inciertos, poli-morfos y cambiantes que se conforman en las escuelas y las aulas.

Problematizan el acontecer escolar y el trabajo pedagógico desde la perspectiva de sus actores, son materiales documentales densamente significativos que llaman e incitan a la reflexión, la conversación informada, la interpretación, el intercambio, la discusión hori-zontal entre docentes

La documentación narrativa de la propias experiencias escolares por parte de los/as do-centes radica en el enorme potencial que contienen sus productos, los relatos pedagógi-cos, en la medida en que nos enseñan a interpretar el mundo escolar desde el punto de vista de sus protagonistas que no sólo describen, sino que explican e incorporan sus pro-pias miradas y reflexiones otorgando sentido a lo que ellos/as hacen diariamente en las escuelas. De esta manera, al tejer sus narraciones, los/as docentes nos comunican su sa-biduría práctica y, al mismo tiempo, permiten a otros/as destejerlas para volver explícito lo implícito y comprender qué hay detrás de esa sabiduría. Es decir, la narrativa estruc-tura la experiencia, y los relatos son una forma de conocerla, trasmitirla, compartirla.

La subjetividad del escritor se expresa en el modo de presentación de las acciones narra-das. El empleo de la primera persona en el relato escrito de una experiencia pedagógica puede dar cuenta del proceso individual del docente, de su modo particular de organizar, conocer y aprender de la experiencia. Por lo tanto, se trata de una voz comprometida con el hacer, que se transmite a través de un relato que pretende ser al mismo tiempo re-flexivo y transferible, comunicable. Así, el pronombre en primera persona representa a la vez al narrador y al protagonista de la experiencia, situando al sujeto en el lugar de constructor de su propio texto.

Han generado buenas prácticas escolares, cargadas de sentidos para sus protagonistas, orientadas a lograr localmente las aspiraciones y objetivos públicos de la escolaridad.