LA EPOPEYA ARTIGUISTA - autoresdeluruguay.uy · iniciado en 1808 con los regimientos de negros...

10
EL NE,GRO EN LA EPOPEYA ARTIGUISTA

Transcript of LA EPOPEYA ARTIGUISTA - autoresdeluruguay.uy · iniciado en 1808 con los regimientos de negros...

EL NE,GRO ENLA EPOPEYAARTIGUISTA

E'L NEGRO ENLA E POP E YAARTIGUISTA

• t

I·•-1-,";,

!:...•.

...<~

~ ~;' !•1964

AÑO DEL BICENTENARIO DELNACIMIENTO DE ARTIGAS

Artigas nunca estuvo solo, lo acompañaron indios, gau-( chos, negros, patricios y plebeyos, hombres de todas las

clases desde los de más acomodada condición (estancieros.y comerciantes) hasta los gauchos más humildes y para es-tos últimos, y también para todos, estampó en uno de susescritos esta magnífica frase, que demuestra que para Arti-gas la democracia no sólo tenía un sentido amplio comoexpresión de libertad y audeterminación de los pueblos, sinoun contenido económico igualitario: "N o hay que invertirel orden de la justicia mi~ar por los infelices' y no desam-pararlos sin más delito que su miseria". (Comunicación alGobernador de Corrientes Dn. José de Silva, en 1815).

)

En la. epopeya artiguista no se inscriben en sus páginashéroes de' color como Falucho, el valiente adalid de la ex-

. pedición libertadora al Perú del General San Martín, ni haymilitares de alta graduación como el Coronel Lorenzo Bar-cala, heroico militar negro fusilado alevosamente por elFraile Aldao, elogiad¿ por Sarmiento y a quien le perdonó

" la vida. (caso raro), Facundo Quiroga, por ser un admira-dor de sus hazañas, no sin antes prevenirle contra el frailedemoníaco. El aporte del negro a la epopeya artiguista .fueanónimo, sin héroes singulares, humildoso, casi ignorado,puesto que los historiadores uruguayos del siglo 'pasado lo 01·vidaron, o lo dejaron .de lado por humilde, siendo que suresplandor ya iluminaba y el fuego de su antorcha no sehabía extinguido; porque esa epopeya marginal se habíainiciado en 1808 con los regimientos de negros luchandocontra el inglés invasor del Río de la Plata. Estos mismosreJSimientos lucharon con denuedo en las guerras de la In·dependencia. .

!Artigas pudo. contar con la fidelidad del soldado -negro,

del esclavo emancipado por ~l solo hecho de servir en las

huestes de Artigas que eran huestes de libertad, que ibansiempre a libertar pueblos en la Banda Oriental o en laotra Banda, o de los libertos que debierori incorporarse ~cuando "La Redota" o con aquellos otros contingentes 01'·

1, ganizados que formaron heroicos regimientos. ¿Y cómo no ,.iba a contar Artigas con el apoyo y la fidelidad del negro?El negro sentíá el ínstinto de la libertad pOI el hecho mismode no conocerla. Esclavo era la antítesis de libre. ¿Y quiénpodía desear más la libertad que aquel que nunca la habíaconocido, salvo las excepciones de un abolicionismo circuns-tancial, el liberto, que a duras penas la habíacónquistado.Los negros esclavos de Santo Domingo se anticiparon enproclamar su independencia a las colonias españolas. Y eseirrstinto y esa fidelidad característica del africano aclima-tado en estas tierras no siempre propicias para su salud, lle-varon al negro consciente o inconscientemente a seguirlovoluntariamente o por enganche en sus campañas, porqueen Artigas veian el símbolo de la libertad que nunca habíandisfrutado. .I Para el negro, para el indio, para el gaucho, para el pa·1 tricio de la ciudad o del campo, para todos, menos para •el español o para el Directorio porteño, que por lo despótico )t.se 'pare~ía al ~i.rectorio francés 'rrenapQleónic~, o pa.ra ,el f ú.~portugues ambICIOSOy rapaz, Artlgas era un slmbolo mdls-./-J,;I.cutible, era la encarnaciQn de la patria y de la lucha por la •libertad y la llevaba a cuestas desde Montevideo a Purifi-cación, desde el Catalán hasta Itapúa;

Artigas pensó y quiso realizar lo que nunca_ 'soñaron ha·cerloen la Argentina los dirigentes porteños del Directorio:la distribución de tierras, el cuidado celoso de la libertad yde los derechos humanos, la protección del débil, la Justicia .como él la concebía, la Justicia que no se tuerce ni se in·vierte y la clemencia para los vencidos, como lo demostróen su famosa frase: "No soy el verdugo del Gobierno de ':Buenos Aires".

El negro no tuvo en el período colonial y preindepen.p.iente la menor posibilidad de elevarse ni social ni econó-micamente, sólo podía formar parte de la masa anónima,

liberta o esclava, la plebécula romana, del vulgo más infe-riorizado, de· lo más inorgánico de una sociedad en forma·ción como la nuestra, por eso su aportación á la epopeyade la emancipación solo pudo ser anónima y hay qUe pe- /'netrar en la más profunda veta para descubrirla, lo queno hicieron, los hi1itoriadores del siglo XIX, como IsidoroDe María o el poeta narrador del Sitio de Montevideo, Fran-cisco Acuña de Figueroa, quienes si bien se refirieron al neogro fue en forma esporádica y de paso, como Isidoro DeMaría, que en su "Montevideo Antiguo" lo hace en formacircunstancial a las danzas del negrerío montevideano, comoel Candombe y nada escribieron destacando la participacióndel negro en la epopeya artiguista o en la Guerra Grande,y Acuña de Figueroa, en la "Canción guerrera de los bata-llones de negros" que se fe atribuye, recuerda a los heroicosnegros de la defensa, con tono zumbón como era su cosotumbre e imitando la jerga bozalona.

Sin embargo, el negro también moría por la libertad y I

este oscuro habitante de la penumbra de nuestra' Historiaque alguna vez saldrá a la luz por la insistencia de los aman·.tes de su heroismo y de su eterno sacrificio y se verá ilu- \minada su penumbra como la faz de' la tierra' cuando el'sol la ilumina de frente.

La preocupación de Artigas por los indios y por los ne-gros fue muy grande. Los indios hostiles a los españoles ya los portugueses cuando la conquista, los siguieron comba-tiendo junto a Artigas, cuando estos últimos invadieronnuestra Banda, que era también la tierra de ellos. Y asídice el Coronel Ramón de Cáceres que tal era el prestigio.de Artigas entre los indios, que a pesar de verlo so·lo..• ensu tránsito salían los indios a pedirle la bendición, y seguíantras él en procesión con sus familias, abandonando sus cas,:\s,sus vaquitas, sus ovejas".

El indio había sido abandonado por la revolución ameri·cana, y como lo recuerda Petit Muñoz, citando las palabrasde Rodó: "La revolución no se hizo por el indio, casi nuncase hizo para él. Poquísimo modificó s,u suerte. En la repú'blica, el indio continuó formando la casta. conquistada: elbarro vil sobre el que se asienta el edificio social".

Sóló Artigas 'se preocupó por los indios como 'se puede veren la nota que dirige al Gobernador de Corrientes D. Joséde Silva, el 3 de mayo de 1815: "Igualmente encargo a Ud.?que mire y atienda a los infelices pueblos de indios> Los del, .pueblo de Santa Lucía, lo mismo que el de Itatí y las Garzas,'se me han presentado -arguyendo la mala versación de su ~ ,administrador. Yo no lo creí extraño por ser una conductatan inveterada y ya es preciso mudar esa conducta. Yo deseoque los indios en sus pueblos se gobiernen por sí, para que'cuiden de sus intereses como nosotros, los nuestros". -

r"'" En cuant.o a su preocupación P9r _los negros, se ma~ifi~stal.1 cuando extlende a los negros y a .los zambos y -a los mdlOs'E

el dereého a las tierras, estableciendo por disposiciones ex·';presas, sin la cual las ideas de la época no lo habrían admitido y como derecho igual, además del que se confería a loS.criollos pobres y esta novedad y el haberla cumplido, y noproyectado, son la obra -de Artigas. Ello resulta claramente-de las arribas recordadas no conformidades del Cabildo yde los jueces y de la circunstancia de que esta extensión 1'0,

tunda al proletariado indio y demás castas de color no fue.'prevista por los aludidos reformistas españoles y patriota~.revolucionarios". (E. Petit Muñoz. "Artigas y los indios'~pág. 262. "Artigas", Ediciones de "El País". MCMLX). •

I Sin duda, consideraba Artigas que el indio, el negro y elzambo, formaban la parte más débil de la sociedad y era la •.

Ique más protección necesitaba, y también, entendía que lalibertad y la democracia no podía ser el privilegio de unos·pocos, las odiosas oligarquías que incuba el despotismo, yael despotismo colectivo de las masas, o el individual que'nace de la ambición de aquellos que como Alvear o Sarra·tea, se creían los señores de las provincias y miraban como'revoltosos o anarquistas a los que propiciaban corno Artiga'un justo 'y humano igualitarismo económico. j Qué diferetr~cia con el criterio racista de un Sarmiento! ':

Artigas divulgaba sus ideas cuando nacía la revolució, •e iniciaba su lucha. Sarmiento nacido con la revolución'peI;.<{educado con posterioridad a ella, tenía más Rosibij-dades que Artigas para comprender'estos problemas por s 5

contactos con la cultura europea y norteamericana, por ha-ber escrito "Facundo" y ser el maestro edpcador de todo un'pueblo y sin embargo, por inf~uencia de los oligarcas, susamigos, estaba imbuido de prejuicios raciales, considerabaal indio y al negro como razas inferiores, y predicaba suexterminio en nombre de la civilización. Arti~as vio en elindio y en el negro, y aun en el gaucho del que era enemigoSarmiento, a elemeI1tos no despreciables de la población yno hacía migas con las oligarquías porteñas que queríancoronar en el Río de ia Plata a un príncipe extranjero; porno encontrar otro medio de eliininar las luchas contra Es-paña y el temor de una expedición punitiva con que amena-zaron siempre los españoles. Y Artigas desbarató sus proyec·tos en nombre de las ideas federalistás, y no teniendo' pre·conceptos raciales, en lugar' de pedir el exterminio de estoselementos étnicos (indio, negro y gaucho) pedía' su recupe-ración. No hay que olvidar que Sarmiento era enemigo deArtigas y lo consideraba un caudillo más, tan despreciablecomo Quiroga o el Chacho, o el Fraile Aldao y nunca comoprendió sus ideales federalistas, confundiéndolos tal vez con·aquellos de "Federación, o muerte" y en su libro "Conflic:tos y Armonías de las Razms en América",. habla de los éjér.citos de Artigas y de Rivera, como de hordas de indios des-organizados, de montonera~ rapaces, de indisciplinados con·tingentes de beduinos.

La Historia ha dado su fallo definitivo, no sólo la Historiatambién la Antropología: las ideas de Artigas alcanzan através del tiempo mayor estimación y respeto, se han hechoinmortales y actuales, las de Sarmiento, y sus preconceptosraciales han pasado al rincón de los cachivaches inservibles.

fDesd~ los primeros albores de u'uestra lucha por la inde·

pendencia _nacional, se encuentra unido el nombre de algúnafricano a las gestas heroicas. Apenas Artigas abandona lasfilas del ejército español para plegarse a la Revolución de

(

Mayo, ya un moreno lo acompaña, lo sigue y lo, guía pormontes y cañadas. El destIno de Artigas quiso ,que el pri·mer hombre que encontró en su paso por Colonia y el último

, que lo acompañara en su exilio voluntario hasta, el día de

\

!su muerte, fueran ambos representantes de la raz~ de color.El acompañante de Artigas en los primeros pasos por nues-,tras cuchillas en el momento de la insurrección fue el tíoPeña; Ansina le llamaron al fiel acompañante de su ostra·cismo. "

Artigas se encontraba destinado con su Compañía de Blan·dengues en la Colonia, donde tenía el mando suprem? delas fuerzas españolas el Brigadier Muesas. DesPlJés de una,agria disputa con Muesas, Artigas resuelve retirarse del cam·, ,po español y de acuerdo, con el cura de Colonia, Dr. Peña,que era su cOmpa~ero y confidente, y con el Teniente Hor-

, tiguera se lanza a la proyectada empresa de libertar a la Ban· ,1 da Oriental del dominio .esp,añol. El 15 de febrero de 1811

Artigas acompañado del Dr. Enrique Peña y de un negro-esclav.:o, llamado Tío Peña, se refugia en la estancia de Donleodosio de la Quintana, en la costa del ar~oyo San Juan.,

o y con un puñado de negros lanceros, según lo asevera Zo-rrilla de San Martín en la "Epopeya de Artigás", forma eljefe de los orientales el primer ejército 'de' la patria. Comose ve 'los negros aparecen el). los primeros pasos de la eman-

. ., . 1 •Cl aClOn naClOna .' ¡"Sitiada la ciudad de Montevideo por los patriotas despué~

I ~~l triunfo de Las Piedras, ya comienzan' a destacarse loS''f",!!gimientos de pardos y morenos al servicio de la patria.

- El General Miguel Estanislao Soler al, mando del regi-·miento número seis de Pardos y Morenos, ocupa la plaza deSoriano. Entrega a saco la ciudad en, represalia entre los'españoles, dejando, según De María un fuerte precedente

,.con ese hecho reprobable y desdoroso para la causa de lalibertad que se proclamaba.

Poco después, el 7 de julio, un temporal había arrojadoa la costa del Arroyo Seco varias embarcaciones menores ~entre ellas, dos goletas con negros bozales. Rondeau aprovechó el contingente humano que el azar le proporcionabay ,formó con ellos un~ escuadrillíl que .del;>ió prestar m'tarde importantes servicios.

El regimiento número seis de pardos y morenos se inco •poró al ejército que preparaba Belgrano en Rosario de Sant'a. \..,

.1

lt'

Fe, para invadir el territorio de la Banda Oriental. A esemismo regimiento se incorporó Pablo Zufriategui con cuatropiezas de artillería volante, cuarenta artÍlleros de dotacióny cuarenta y cuatro carretas de pertrechos para el éjército,engrosando de esta manera las fuerzas del regimiento negroque fue incorporado más tarde a las fuerzas de Artigas paraponer a cubierto la margen occidental del Uruguay.

El primer encuentro con el' enemigo, en estas excelentescondiciones de eficacia, debía de realizarse muy pronto.

~

LJna columna portuguesa de ochocientos hombres al manodo del Coronel Maneco, se presentó 'en la costa de Itapebí.Soler con sus "Pardos y Morenos", apoyado por las fuerozas <:leartillería de Zufriategui, marchó a su encuentro, de-

, rrotando al portugués que debió retirarse a la otra margen

1del Arroyo Grande. El 9 de noviembre de 1811, se habíaincorporado Soler con sus "Pardos y Morenos" a las, fuerzassitiadoras. CQn este refuerzo contó Rondeau para estrechar

~las líneas de asedio.En la batallíl del Cerrito le cabe cumplir una etapa glo~

riosa al regimiento número seis, de "Pardos y Morenos".En la cima del Cerrito colocó Rondeau, el regimiento núme-ro seis, con una fuerza de artillería y dos t,)scuadrones dedragones. Vigodet quiso desalojar a estas fuerzas de sus po-siciones, librándose un reñido combate. Rondeaual observarel movimiento retrógrado del número seis y la dispersión dela caballería que lo acompañaba, se encaminó con gran ceoleridad a darle alcance en su retirada. Se colocó a su frente,le reanimó e hizo contramarchar a fin de recup~rar la posi-ción perdida, mandando cargar a la bayoneta. Rehecho elregimiento, ,su brío, y tenacidad provocó la definitiva de·rrota de los realistas.

Cuando los españoles entregan la plaza de Montevideo,entre las fuerzas que entran a la ciudad, se encuentra elregimiento número seis, ya un poco diezmado., Había 'unbarrial inmenso, dice De María, pero la tropa de Soler esta·ba bien disciplinada y verificó su marcha CQnel mejor ordencon el lodo a la rodilla hasta el portón. Las tropas realistasantes de salir de la ciudad se ,alojaron en el caserío de los

negros, que en 1814 debía encontrarse en situación muyrumosa.

En el mismo caser'ío se refugiaron las tropas de Otorgués ,antes de entrar a la plaza de Montevideo y ocuparla ennombre de Artigas. ' r

}

Fernando Otorgués mandó también una compañía de mo- ~renós, la qu ue sorprendida por las fuerzas de Alvear. Erael año'{1814,)funesto año de desavenencias entre orientalesy porte~¿{)torgués inesperadamente atacado por Dorrego, ,vio la dispersión de sus fuerzas, perseguido de cerca se diri· :gió a la frontera del Imperio del Brasil e internándose enespera de retornar al suelo de la patria en, circunstancias f.más propicias. \

La misma compañía Cívica de Pardos y Morenos.'·se en·cuentra en la plaza de Montevideo, cuando sale Otorgués: .'de ella y entra Rivera a establecer el orden, agraviado porlos desmanes de la soldadesca desenfrenada de las tropas.de Otorgué;'. Parece que esta división de Pardos y Morenos,no estaba formada en su mayoría de escl,avos, porque el Co-mandante de Armas ordena separar del servicio a todos losesclavos enganchados por Otorgués, prohibiendo que se ad· •mitiese a ningún ~ndividuo de color que no fuera libre y al)l-proponer el Cabildo la demolición de los muros de la Ciu ..••dadela, contestó Artigas, recomendando en lugar de la de·'molición proyectada, se aumentase el cuerpo de artillería de #

la plaza con morenos libres. "La idea de Artigas de formar un cuerpo d~ libeftos para

la plaza de Montevideo fue llevada a la práctica por d Go·bernador Delegado Don Miguel Barreiro quien dispuso la "

\ formación de un cuerpo de libertos, tomando negros esclavosen proporción al número que tuviere cada amo. Al ingresaral cuerpo en formación se sometían a' un sistema especial y ,provisorio. ~.

Así lo comunica Barreiro a Joaquín Suárez, que se en· .q,6ñfy, ba en Canelones, en carta de fecha 25 de agosto de1816: "Ayer noche recibí la apreciadísima de V. S. datad2~i corriente. Consiguiente a ella llegaron los 28 hom·bres armados al mando del Ten¡ente don Juan Esteban

López. Por acá hemos estado en nueva organizaclOn de,gentes. Todos los cívicos de extramuros que han podido 1acuartelarse, lo están ya. Igualmente en proporción a los Iesclavos que tenía cada vecino, se les ha sacado para for-mar un batallón miliciano. Tenemos ya más de doscientosacuartelados en la Ciudadela. Me parece muy útil que V. S.realice alguna medida en ese destino. El Illa y otros tienenmuchos esclavos, pero sin embargo no debemos limitamosa ellos solos. Aquí hemos seguido ese orden indistintamen. Ite: de tres se ha tomado uno; de cuatro, dos; de cinco, Itres; de seis, trés, a excepción de aquellos vecinos que te·niendo un número excedente, daban lugar ,para todo, verbi·gracia, uno presentó cincuenta y se le dejaron veinte, a losque tenían dos, no les tomó ni uno, por consideración alque los hortelanos no pueden estar sin menos. V.S. verá\por lo dicho, que no se ha guardado la menor consideración.Hace mucho tiempo que todos los paisanos han ofertadosus servicios par.a un caso de apuro, pues estos momentoshan llegado y así nadie tendrá que alegamos cosa algunapara evadirse de esta providencia.

Además los negros van a servir en clase de milicia y porconsiguiente, los amos los tienen siempre seguros y se lessaéan con el fin de disciplinarIos, arreglarIos, y tener loslistos para marchar a la primera orden.

Hemos tenido noticia de la frontera. Los portuguesesestán siempre en Santa Teresa. Don Frutos se les iba acero

, cando; pero nosotros debemos tener una fuerza listl!! para ,acudir oportunamente según las ocurrencias. He vuelto a es·cribir a todas partes para evitar la reunión general. SiV. S. cree que aquí es más necesario el Comandante deArmas que en ese punto sírvase indicárselo para que sevenga. También he escrito sobre remisión de ganados quese conduzcan a la estancia del Cerro.

Si por ahí puede reunirse alguno V. S. será lo mejor. He•ordenado al Cabildo de Maldonado haga retimr ,algunacaball'adá de sus dueños que la sitúen gradualmente en todoel camino del Sudeste, que no faltan los auxilios, tanto para '

'una retirada de allí, como para avanzar de ..aquí los refuer __zos necesarios". .

Queda de V. S. muy afecto amigo.

Montevideo, 25 de agosto de 1816, a las 9 de la mañana.

Miguel Barreiro.

':El ciudadano. RamÓn Bauzá puede hacerse cargo de lareunión y conducción de los negros sirviéndose V. S. P:t:~·venirle lo preciso de la actualidad. Al ciudadano Regidord J . S' "on oaqum uarez. , _ e

La carta de Barreiro demuestra cómo debió echarse ma· I !-no a los negros esclavos, de viva fuerza, tomándolos de susamos para prestar el servicio militar en lI,l PrQvincia Orien. Jt~l. ,Los esclavos quedaban a disposición de los amo&, en ,-una especie de' pafronato ·provisorio, hasta el término del .servicio obligatorio y de las necesidades de la defensa del )territorio nacional contra;, los portugueses, que. ahora eran, Vmás peligrosos que los espafioles. _ J •

Entre las tropas de guarnición de 'Montevideo revistó un .-cuerpo de morenos y el Batallón de Libertos Orientales, ¡".compuesto de tres compañías de ciento setenta y ocho sol· .••dados. Los jefes de' esa Compañía eran los capitanes Ga· "briel Pereira, Ga1riel Velasco, jefe más tard~ en la Guerra, ~'Grande, del batallón N9 2 de Libertos, Pedro Lenguas, te· "-~nientes, Pablo Ordóñez, Nicolás Botana, Atanasio Lapido yCeledonio García, Sub Teniente, Beñito Domínguez;: sar·gentos, Fermín Echevarría, Francisco del Pino, José 'Pe·reira, y cabo, Juan Trápani. .

Al acercarse' el ejército portugués a la plaza de Monte· "video, las tropas que la ocupaban emprendían la marcha

_ . hacia el norte, por el camino del Miguelete. Entre las tro·pas que abandonaban la ciudad se encontraba .el regimiento, ,.de Libertos. ~El Cabildo asume el gobierno político y militar de laciudad hasta la llegada del Generá! Lecor. .

Este jefe portugués, conocedor, sin duda, del valor querepresentaba para el ejército oriental el contingente de color

1,," ,,"'-

agregado a sus filas, trató en toda forma de conseguir ladefección de los soldados negros.

En un edicto dado en Montevideo, el 6 de junio de 18.17,diée en su art.. 30: "Los esclavos armadós sin ocupaciónalguna que se pasen al ejército portugués o a cualquierade los puntos que ocupan sus destacamentos, gozarán su

'libertad el mismo, día". El edicto alcanzó un éxito relativo.I Hemos examinado en el Archivo General de la Nación, lá!lista de los esclavos del ejército de Artigas que desertaron

a las filas de los portugueses: llegaban apenas a cien. Ladefección en forma colectiva se iba a producir meses des··

" 'pués, en octubre de 1817, cuando el regimiento de LibertosI al mando de Rufino Bauzá, se pasaba íntegramente a las

filas portuguesas y sus jefes se embarcaban para BuenosAires. Este hecho lamentable no debe. atribuirse a la masaanónima de los libertos, incapaces por sí solos de tomaruna resolución de esa importancia sino de los jefes que alparecer se entendieron con el Barón de la Laguna.

En' la segunda campaña del General Curado, en el mo·mento de la infructuosa lucha de Artigas contra el invasorportugués, todavía queda un regimiento de, liberto s de dos·cientas plazas qúe manda el Comandante Aguiar y es de·rrotado por "Bentos Manuel en la Calera de Barquín.

Las fuerzas de la 'patria se disgregan y las últimas par·tidas artiguistas abandonan el territorio oriental.

Tenemos que esperar al año 1825 para ver de nuevoactuar alos morenos.

En 'el Reglamento Provisorio de 1815 de lá ProvinciaOriental para el fomento de la Campaña y seguridad desus hacendados,. en su art. 89, Artigas establece el principio,de justicia social más amplio y generoso al consignarse allí:"Que los' infelices serán los más privilegiados"': en el repartode las tierras. Y .agrega el citado artículo: En consecúencialos negros libres, los zambos de esta clase, los !indios y loscriollos pobres, todos podrán ser agraciados en suertes deestancia si su trabajo y hombría propenden a su felicidady la de la Provincia.

. 'Artigas admitía la esclavitud del negro como algo inhe·, rente a la sociedad en que vivía, donde el tráfico y la escla·

vitud eran una forma corriente de ?omercio y donde aunbenemérites como Maciel la practicaba y no podía teneri9~as abolicionistas de supresión total, porque para 1819no se habí¡¡n extendido para la América portuguesa o espa-ñola las ideas abolicionistas aún en ciernes, y así en unacarta dirigida a su hijo primogénito Manuel, fechada en "Mandisoví, a 19 de octubre. de 1819, le habla de los esclavos'y le pide los trate humanamente como él los hubiera tratadosi fueran sl!Yos: "Mi querido MaIiuel; por' tu apréciablede 2 del ppdo. quedo enterado de quanto has recivido: conesto, y lo q.e de antemano te tengo dado, me parece tienesbastante p.a sostener Ju familia, a tu hermanito, y nuestrosquatro criados tío Pancho, tío Jorge, el Hornero y Francis-quillo; a quienes debes proporcionarles todo lo q.e necesi-ten aun los vicios, aunq.e sea, vendiendo .algunos animales".

"Las carretas, es de necesidad, las tengas siempre lis-tas: si se ha ido, como me anuncias el Mr.to· carpintero,no faltara otro quien pagándole su trabajo, las ponga enestado de servir; con ellas y los criados puedes adquirir lonecesario pa, vivir, siempre q.e arregles tu' condücta, y nomalvarates: este debe ser tu anhelo: debes ha~erte cargoq.e tu ocupas en el día mi lugar p.a provher de lo néces'arioa tu familia, tus esclavos, tu hermano y la madre de este;qe mis atenciones no permiten lugar p.a esta, y q.e solotu con tu conducta arreglada puedes proporcionar1es, loq.e yo haría en iguales circunstancias, y he echo cuandome ha sido posible. Da mis expresiones a Santiago, Mel-chora, Juanita y demás de familia y tu recive la bendicionde tu Padre".

Mandisoví, 19 de Octre de 19.José Artigas,

Los últimos años de Artigas en el Paraguay son com·'partidos con un compañero inseparable, fiel asistente, yconfidente durante tres decenios, un moreno al que le lla·maban "Ansina".

La duda se planteó cuando se comenzó a investigar quiénhabía sido Ansina y cuál era su verdadero nombre y apelli-

do: Manuel Antonio Ledesma, o Joaquín Lenzina. Tambiénse habló de otros compañeros de ostracismo de Artigas:Joaquín' Martínez y de un moreno llamado Montevideo.

Los t~stimonios históricos parecen coincidir en cuanto alhecho de que Artigas vivía con dos criados o asistentes endos piezas separadas en Curuguaty, en una habitaba Artigasy en la otra, sus dos servidores. Gaspar Rodríguez de Fran-cia, en su oficio del 12 de mayo de 1821, dejó la siguienteconstancia. respecto al confinamiento de Artig:as: "Aquíestuvo recluso hasta que hice venir al Comandante de SanIsidro de Curuguaty, con quien lo hice llevar a vivir enaquella villa, donde se halla con los dos criados o sirvien-tes que traje, por ser aquel lugar remoto el de menos co·municación con el resto de la República".

El historiador Isidoro De María, en su "Vida del Briga-dier General D. José Gervasio Artigas. Fundador de la Na·cionalidad Oriental", Gualeguaychú. 1860, pág. 34, con-firma el hecho: "El General hablaba. perfectamente guaraníy se entendía bien con aquella buena gente que le dispen-saba beneficios. Había un moreno llamado Montevideo, aquien quería el General.por el nombre y por ser uno delos buenos soldados que le habían acompañado en sus cam-pañas. Este acostumbraba a ir a saludarlo los domingos ycompartía en esos días con su inseparable Ansina el cuidadode hacer más agradable la vida de su viejo General". Fueel historiador De María el primero que habló en realidadde Ansina.

En cuanto a Manuel Antonio Ledesma no era Ansina nifue el compañero inseparable de Artigas. El informe delhistoriador uruguayo Dr. Felipe Ferreiro, publicado en laRevista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay,tomo V. N<?2, págs. 731-752, basado en el examen minucio-so y exhaustivo del memorándum relativo a los antecedentes \y gestiones para la comprobación y exhumación de lQs~res-tos del sargento Manuel Antonio Ledesma asistenle - y - iel:~compañero del General José Gervasio Al'tigas en su v0un-tario exilio, prueba, por lo menos: "

19 Que en 1884 Manuel Antonio,Ledesma debía contarochenta y ocho años de edad; de lo cual se deduce que teníacincuenta y tres cuando muere Artigas. Los testimonios másconocidos de Ansina hablan de un anciano de la mismaedad o un poco mayor que Artigas. Así Bea'urepaire Rohan,dice: ':Con él (Artigas) vivía un viej o paulista, su amigotan fiel en los días de la prosperidad como en las vicisitudesde una vida atribulada por los reveses". En 1846 Henriquede Beaurepaire Rohan, militar brasileño y escritor visitó aArtigas, y dejó consignadas dichas palabras en su libro ti·tulado: "Viaje de Cuyabá a Río de Janeiro, por el Para·guay, Corrientes, Río Grande del Sur y Santa Catalina".(El título original en portugués)., 29 "Que Manuel Antonio Ledesma fue uno de los solda·dos que acompañaron a Artigas al Paraguay", dice el Dr. Fe·

o lipe Ferreiro en su informe. En efecto, Ledesma era un perosonaje muy conocido en Guarambaré (Paraguay), dondellegó a ocupar el cargo de Celador· Corregidor, designadopor el ,gobierno de D. Carlos Antonio López y tuvo muypoco COntacto con Artigas, confin'ado a cientos de leguasde distancia en Curuguaity.

39' Que no está probado ni es creíble que se le nomabrara entre sus camaradas por el apodo de "Ansina". ~.

4,9 Que Manuel Antonio Ledesma no fue- asistente deArtigas durante los treinta años de expatriación.

5<? o "Que sus restos son ·los exhumados en el viej o. ceot . d G b'" -men eno e uaram are . (

De acuerdo con estas conclusiones el libro del escritoruruguayo Mario, Petillo, titulado "El último 'soldado arti·guista. Manuel Antonio Ledesma, (Ansina) publicado en1936~siendo una obra muy estimable por la cantidad dedatos recogidos respecto a Ledes~a, y por su buena inten·ción patriótica y reivindicatÜ'riíÍ, exalta a 'uno de I los tan·tos soldados artiguistas, pero no a Ansina, el fiel soldado

t¡lde Artigas, y cuando se trajeron los restos de "Ansina" eran ",en realidad los de Manuel Antonio Ledesma.

Después. de examinar todos estos antecedentes, he llegadoa la conclusión no definitiva que "Ansina" era con mayor

probabilid~d ' Joaquín Leniina, el que sería el fiel asistentede Artigas aunque no el único, pues habría 'que descartaral negro llamado Montevideo y a Joaquín Martínez.

Fundo esta ,afirmación en los siguientes hechos:19 En el testimonio de José María Artigas, citado por

Isidoro de María que habla' de Lenzina.'29 o En que es más fácil deducir el apodo "Ansina" de

Lenzina que de Ledesma.39 En el testimonio del Coronel Ramón de Cáceres. En

la "Memoria Póstuma del Coronel Ramón de Cáceres", enla pág. 599, de la Revista Histórica, Año UlI (2~ época),Tomo XXIX N°S '85·aJ, se consigna: "Esa misma nochehicimos un descubrimiento raro (en la extensión d.e la pa·labra). Como a la media hora del anterior acontecimientoy después q.e le volvieron a armar su rancho al Gral Arti·gas, éste llamó a su asistente a quien llamaba Tio Lencinasy le' pidió un fueguito Pil encender un cigarro, Tio Lencinasle contestó q.e iba a buscar los avios y Artigas le dijo q.eno había necesidad p.r q.e habia fuego en el fogón; Tio Len·cinas le replicó q.e no podía ser porque habia llovido lobastante pa ,apagar el fuego: Artigas insistía en q.e habíafuego, y efectivam.te Tio Lencinasa1canzó un tizón q.e teníauna luz de color como la Lucerna."

En realidad lo único verdadero que' se puede afirmar esque al asistente de Artigas, le llamaban "Ansina", en 10demás, sú verdadero nombre y apellido quedará por muchotiempo corno un verdadero enigma.

El Sr. D'aniel Harnrnerly Dupuy y Víctor Hammerly Peve·rino, en una antología, titulada "Artigas en la Poesía deAmérica", en dos gruesos volúmenes, publica una serie depoesías de Joaquín Lenzina que dice haber copiado de unlegajo de poesías de Lenzina que le entregara Juan LeónBenítez, un nieto de Carlos López.

No era imposible que Lenzina hubiera sido payador, 10eran muchos de los soldados de Artigas, lo fueron los crea·dores de los "delitos", y algún prócer de la independencia;pero 'el estilo de las poesías que se le atribuyen a Lenzina,o mej or dicho, se dan escritas o dictadas por él, no pero

tellecen al estilo payadoresco, sino al estilo culto, no es"Mester de gauch~ría", sino cul~alatiniparla. Así, por ejem-plo, expresiones como "con el silencio de la levadura", "Ho-ra propicia", "constante regodeo", y hasta metáforas como:"El corazón patriota, como corcho, flotó en constante rego-deo", "El Grito de Mayo" (pág. 84, tomo 1) y alusiones "Alinvencible Nelson" y a "Samsón" en "Saludo a Campbell,el marino artiguista" (pág. 318, tomo 1), no pueden ser di·chas o escritas por un analfabeto. No es posible admitir enLenzina-payador tanta perfección métrica y estilística. Len~zina, soldado de Artigas, pll.yador, sí, poeta culto es inad·misible.

"Ansina" es un símbolo, tal vez un mito. gajo ese nombrese oculta la humildad más generosa, la abnegación y el sa·crificio, las virtudes cardinales de la raza de color. La His::-'toria debe tener su rincón para los que vivieron en la som-bra, para las figuras secundarias oscurecidas por las estela- ¡.res, pero a veces tan grandes en la humildad y el sacrificio. l'Cuando se recuerda en cualquier parte al gran Artigas, serecuerda este paradigma de las virtudes cardinales, este os-curo habitante de las regiones de la Historia, este abnegado •y último soldado que le llamaban "Ansina", y como dijo el :tpoeta Fernán Silva Valdés, de "Ansina" en su poema ~'Ar·tigas" :¡ "Cebando mate se metió en la historia".

Pero no fue sólo cebando mate, fue luchando también'junto a su jefe inmortal: José Artigas.