La Epoca Revolución Rusa

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lio uai.?~a<hiflre 24.090 MADRID---VíerKiés 9 ¡áe SToviembre de 1§W damero snéBo. 10 tf^Bam PRECIOS DE SÜSCRIPCIOII KADBII).—Un mm, S pesetef ¡ trimeitre, •; m- u^tre, 19; año, 24. PROVlNClAS.~Trlmettre, 0 p«ietiia; lemM- tre, la; »ño, 24. ; Portugal, Gibraltar 7 HairaeoM, •! mismo pr«elo. I EXTRANJERO.^ Trimestre U ürtaoos; lemiaft- tre, 30; año, 60 finmcoh Nfimero del dfa, 10 (^ntlmoa—AfenuHldo, i», LK correspondencia de AdmiBÍ«tE«eite dMJaM tf Bdmdnistrador de U l ÉPOOA. Seíaüciiüjábiliístracii: ETfflOS TELEGRAMAS ! toUCIAS DE L A T A B i ELECCIOHfig BDÜICIPAMS Ei lADBID ID lidifB lll! [Oii iBímBÚD En las elecciones que se celebrarán el domingo próximo, los electores monárquicos tienen el deber ele votar la siguiente candidatura: Distrito del Centro.—CUATRO VACAWTES. (Puede vo- tarse á tres candidatos.) 1). líaiael Jlartínez AguUó, marqués de Vi- ve! (conservador j. IJ. José Diaz Guerra (conservador;; y . \i. .losó Francos liodríguez (liberal - demó- crata). Distrito del Hospicio.—TRES VACANTES. (Puede vo- tarse á dos candidatos.) I). vVugusto del Cacho y Fernández-Cadiila- iios ff-onservadori; y I), líicardo JJarea y Lorente (conservador). Distrito de Chamberí,—CUATRO VACANTES. (Puede vo- tare á tres candidatos.) D. ]\Iartín de Rosales y Martel, duque de Al- rnodóvar del Valle (liberal-demócrata;. D. Antonio Flórez UrdapUleta (conserva- dor,/; y J-). César Donoso Montesinos (conservador). Distrito de Buenavlsta,—Dos VACANTES. (Puede votar- se á vn candidato.) D. Ricardo Rodríguez Vilariño (conserva- dor). Distrito del Congreao.-CUATRO VACANTES. (Puede votarse á tres candidatos.) D. Emilio Zurano Muñoz ('conservador). D. .losé Guimón Eguiguren 1 conservador); y - D. Alfonso Senra Jiernárdez (liberal). Distrito del Hospital. Dos VACANTES. (Puede vo- tarse á un candidato.) 1). Adalberto Suárez Aguilar (conservador). Distrito de la Latina.—UNA VACANTE. 1). Emilio Ignacio de la Portilla (conser- v a d o r 1. Distrito de Palacio.—UNA VACANTE. D. .José Serrano y Ruiz de la Puente (conser- vador). Distrito déla ünlveraldad.—CUATRO VACANTES. (Pue- * de votarse d tres candidatos.) I). Luis Sílvela y Casado (liberal-demó- c rata i. i). Ángel (Jubero Rodríguez (conservador); y IJ. Enrique Benito Chavarri y Alcalde (con- servador;. . LR SmÓH EH BDSIfl Los sucesos de Rusia no -pueden extrañar á ^adie (lue haya seguido atentamente la raar- '•ha de la revolución. Los efectos de ésta fue- J"on desde el primer instante la indisciplina y 'it desorganización en el Ejército; y con tropas ^ue desertaban en masa, que no reconocían la ^utoridad de sus generales, que obligaban á estos á comparecer en meetings presididos por Soldados, y dar las explicaciones que se les pe- <|ían, era demasiado el exigir la continuación de la guerra. La experiencia demuestra que el espíritu mi-' litar en un pueblo revolucionario sólo puede 1 eaíirmarse cuando sobreviene la dictadura. Rusia, por desgracia para ella, no encontró en su seno alientos para ir á esa anormalidad sal- vadora. liOs generales fueron sucediéndoae en ®1 Mío mando, y ninguno se encontró asistido iiel Gobierno para el restablecimiento de la dist'iphna en el frente. El partido cadete, con jMiliukoff ú la cabeza, fué expulsado del Go- bierno, y el secialismo se apoderó del pueblo y del Ejército. Las instituciones más absurdas empezaron á Surgir. El Soviet, el Consejo de delegados cam- pcsmos, todo se quiso constituir sobre una base deriiocríUica, en un pueblo incapacitadovpara la vida de ciudadanía, y todo se quiso que fue- se supeiior al Gobierno. Los soldados, en vez de combatir, se dedica- >an á elegir representantes para esas asam- hleas; los obreros de industrias militares cesa- ban en sus tareas, y las fábricas más impor- tantes, como la de Putiloff, se veían condenadas •"i una inacción casi constante; los políticos lu- chaban entre sí y desatendían los problemas •••premiantes de oMen económico; la Marina se sublevaba en el Golfo de Finlandia; la's aspi- i'aciones desmembradoras de Ukrania y ITin- latidia resurgían con vigor, y asi Rusia iba ca- >ttino del desastre. Las concepciones de la paz fueron cada 'Vez máa atrevidas. Abiertas las fronteras á toda propaganda, y^ fuese pacifista, ya fuese ííermanizaute, el pueblo ruso se vio objeto de todos los manejos, y en la memoria de todos se llalla el caso Lenine y el de Grimm. Prime- í"o se abandonó toda ideg, de expansión por los estrechos; después se habló de paz sin anexio- 'les ni indemnizaciones; luego el Soviet lanzó ^na propuesta de paz,.qu© en Viena y Berlín ^nó comentada con elogio, y últimamente, el . ^^'onaejo de delegados campesinos llegó áfor- ^iula,f algunas más radicales, entre ellas el so- inetimiento del pleito de Alsacia-Lorena á un .Plebiíicito, en el ^e sólo tomasen parte losna- <iidos en dichas provincias. iJos niomcntoe hubo en que pareció poder Salvarse Rusia de la anarquía: el primero, Cuando la exaltación de Kerenski, y el segun- do, cuando la marcha de Komiloff sobre Petro- íírado. En los dos sobrevino el fracaso. Kerenski se «-ntregó íl los revolucionarios, sin tener fuerza 'li prestigio para imponerse; Komiloff no se encontró tampoco seguido de fuerzas bastantes l>ara rentablecer fel orden en el puebloy ladis- ^^iplina en las trincheras. Pasadas esas dos oportunidades, Rusia fue de ' Salto en salto hacia el abismo. Las posiciones ^el («olio de'Riga-cayeron rápidamente en ma- los del enemigo; loa raaíximalistas se hibieron 'i<íeños de la situación; Skobeleff se negó a ir á la (Conferencia aliada de París, acompañando al ministro de-Negocios Extranjeros, lerest- ' ^henko, porque le parecía éste demasiado con- servador; las huelgas ae multioheflron, v ae V«Hó, f)ov últtimo, al bochorno del debate so- '^ff política (extranjera en el AHCep|ii;laMieniü. fiii fea» debate, el aoL-iuliata iJnn Uiju que 'Ja desorganización era producida por que no S3 satisfacían las aspiraciones del Ejército para la paz», y Tchernoff subrayó lo dicho por Dan, diciendo que loa raaximalistas deseaban el «ar- misticio inmediato». ¿Puede extrañar que los maxiraalistas derri ben al Gobierno, hagan caer á Kerenski y ex- presen su propósito de ofrecer la paz inme- diata? No faltará quien aún confíe en el resurgi- miento de Rusia para seguir combatiendo; pero, ¡cuan difícil es! Un pueblo sin ideales guerre- ros, con una Administración desorganizada, con una incultura extremada, viciado por la propaganda anarquista, sin caudillos, aislado de socorro, padeciendo hambre, no puede con- tinuar una lucha que exige los esfuerzos que la actual. Rusia ha prestado á la Entente valiosos servicios, pero no será fácil que la preste otros nuevos. VELADAS TEATRALES I. lll 1*1 ESLAVA.—Esperanza nuestra; comedia en tres actos, original de Gregorio Martínez Sierra. Aunque se llama comedia en el cartel, JEípeí-aw za nuestra es un drama. El arte fino, delicado, ele- gante, un poco menudo y frágil, de miniaturista, con que Gregorio Martínez Sierra debutó en las le- tras, ba criado nervios y sangre, y ha aprendido como habla la pasión. Anoche dio. un paso más desde luego un malpaso—, lanzándose al estudio de las luchas sociales, moderno y antiguo, que habla ahora en los meeím<7s, y hablaba en los comicios de la Roma republicana, en las luchas agrarias de patricios y plebeyos. Esperanza nuestra se titula la comedia. No en- tiendo bien el título. ¿Cu^l es nuestra esperanza? ¿Que surja una España nueva, de una vaga justi- cia social? ¿Que de los nuevos patricios ó poseedo- res salgan los redentores del pueblo, á imitación del Lorenzo de la comedia? Siempre las revolucio- nes las hicieron patricios ó gente que merecía ser- lo. Patricios publicaron en Roma las fórmulas se- cretas del Derecho. Patricios eran los Gracos. Esa esperanza es antigua. El socialismo agrada poco en el teatro. *¿Y Juan Joséh—áiTá, algún lector-. Juan José no es socia- lismo. Es Calderón, de blusa. El público aguanta resignado las tiradas de sátira política de Las ciu- dades alegres y confiadas, y hasta las escucha com- placido cuando reproducen los lugares comunes en que sestea su pensamiento. Concede un largo margen de tolerancia á la sátira de costumbres y á la eterna intriga del amor; se ríe de buen grado de mismo; va perdiendo el miedo—el miedo tea- '^^1—á lo erótico; escucha interesado el discreteo, I^as ó menos alambicado, del diálogo; se entrega sin reservas al chiste de astracán; pero, ¡que no le vengan con problemas sociales, conjo no sea en tono de guapa! Eso le parece cosa de meetings, y aún tratándose de comedias buenas, que no siem- pre es el caso, se torna hostil y receloso. Poetas: •podéis jugar con muchos ídolos y mu- chos chirimbolos, pero cuidado, mucho cuidado con el dinero, ya esté representado por numerario ó efectos mobiliarios, ya por bienes inmuebles. Es un ídolo antiguo y respetado de todos, con el que las gentes no quieren chanzas. En el teatro y en todas partes es verdad aquello de Poderoso caballe- ro ..Caballero, es poco. Emperador, y de tal poder, que hasta los que no le tienen le reverencian, por si acaso llega algún día. ¿Cómo Martínez Sierra no ha visto que el público de un teatro bien, como Eslava, es un público burgués, para quien el so- cialismo agrario'no es un tema grato, siquiera por el buen parecer? De fijo, entre los espectadores de ayer había muchos que no tendrán más tierra que la de los tiestos del balcón, si los tienen; pero á nadie le gusta parecer un descamisado. Es cues- tión de una psicología elemental, á flor de piel. No digo que el contenido social de Esperanza nuestra sea en absoluto el responsable del fracaso. Ha contribuido, sin duda. La última Obra del se- J ñor Martínez Sierra es, como eonstrúoción dramá- tica, bastante endeble. Es un drama deshilvanado, en cuyo primer acto, que es el mejor, eV más artís- ticamente compuesto, se inician varías acciones diferentes, que despiertan el interés del espectador curioso. El dramaturgo parece vacilar después. Laí principal acción—la lucha entre el cacique, que representa el áspero derecho quiritario, y el hijo, softador y generoso, qué pretende emancipar á los oprimidos languidece , y pi«rde la intensidad con que se anunciaba, entre las otras acciones concurrentes, que se salen á veces de su papel mo ¿esto de episodios. No menos de tres de estas acciones coinprende el drama: el amor de una muchachita sentimental, frivola y mal criada, buena en el fondo, con un muchacho altivo y honrado (una versión de la no- vela y el drama del Joven pobr?); el coqueteo de una casada, joven, con un tonto, lo cual no es in- compatible, ni mucho menos, con ser un conquis- tador; la elegía de la hija natural, retrato vivo de la madre muerta, que se presenta, como un repro- che, en casa del padre, que quiere ignorarla. Cada' uno de estos episodio» es una comedia eij capullo. Falta unidad y coordinación entre ellos. La inven- tiva del autor y él interés del público andan pere- frinando de uno en otro, sin saber dónde fijarse. I último de los mencionados es el que parecía lla- mado á tener mayor desarrollo é importancia en la comedia (hasta el hecho de correr & cargo de la señora Barcena su principal figura, parece indicar- lo); pero después de prometer mucho en el primer acto, acaba de un modo raquítico y forzado. Ha trazado el autor dos ó tres figuras dramáticas acabadas: la primera de ellas, Daña Isabelita, la tremenda abuela, que es una especie de'Dofia Per- fecta del dinero, y pertenece también á la familia de la Dofia Juana de Casandra. El capataz ó ma- yordomo Pantaleón es una figura de firme y segu- ro realismo; Carmita, la muchacha frivola y mi- mada, que abre al fin los ojos y el corazón á la fravedad de la vida, es una interesante criatura ramátáca... El Sr. Martínez Sierra no ha desdeñado usar de algunos efectismos ó teatrálisnws de Caballería rús- tica, que se apartan de su habitual estilo. Uno (el de la navaja clavada en la petición de los colonos), tiene fuerza dramática; el otro (la entrada de Isi- dro, labrador que viene á vengar a,l hijo que aca- ban de matarle, y se entretiene en retos y discur- sos), es francamente convencional. No son así las venganzas campesinas. O solapadas y seguras, ó de una brutalidad fulminante, pero sin preludios caballerescos. La presentación de la obra es notable, singular- mente en la caracterización de los personajes. Aquellos paZeíos convencen á los ojos más que al oído. Están, sencillamente, admirables. La Barce- na tiene un papel abortado. Cotapuso tina figura interesante, y acertó á darle acentos de pasión. Era lo que se podía hacer. Las heroínas de la velada fueron la señora Quijada—la Doña Isabelita—y Jo- sefina Morer, que hizo con mucho talento, y con 1 más que talento, con emoción, como Upa consuma- da artista, la ingenua, frivola al principio, y des- IJÜésamante y baefaa; Aguirre ó Hidalgo, eñ los tipos rústicos, mo parecieron excelentes; Hernán- dez, París y los dos Vegas están bien, aunque ios primeros luchan con papeles qné no se amoldan del todo á su temperamento. Y no debe quedar ol- vidada la sefloía Muñoz: una bella Nene. La dwo- ración única, zaguán de una casa grande desabor, ' es muy aftísti<2aí PUNTOS DE SÜSCRJPOrOJ» US 7IIIKIHIB ismiBK iWD r m n m Fwiii.—Messlean B^jrejite et ObtviU^ mtétU Banquo, 22, Annaolo* espftSolcí^ I t i ét&Vimtm di ¡MNefl línea on cuarta plaaa. ( . tden «ztruMwoB y rtoIuiM, f fmém •oa»^ Tenclonalea. * ( I Cada anuncio satisforf It fltatiaiof laipBMMft^ (Tjey 1." Enero 1906.) BXSECCTÓS TBLBOalnOAt ifePO^—HAMl&i, paánto lúM. 39 truktmt lÉt M so m Dtvvurm wm om&msam Para los lectoreí que qui#en enterarse de todo, diremos que el primer' actoÉué aplaudido sin re- servas. En el segundo y ter#ro hubo algunas pro- testas, acalladas por la majrfría del público, aten- to á guardar al ilustre autoi dramático las consi- deraciones que merece. Masía comedia terminó en medio de una gran frialdad.! ANDRENIO. EL ion . DE^Sflil lüFO En una de las varias vei|iones que de su pen- samiento nos ha ofrecido ^1 estos días el señor Alba, llamaba al Sr. Ca#ibó,«mi ondulante amigo». ¡Nunca, más ondilante que en estos días el ilustre político baífelonés! Cuando to- dos... ó casi todos loa pirlamentarios de la asamblea son á zaherirle i| denostarle, él pasa de largo por delante de lis injurias, y afirma una y otra vez su resol ue|jn inconmovible de fidelidad al espíritu de la; asamblea y á sus acuerdos, que el (xobiern^ actual representa en el Poder. La asamblea se ha disuelto, pero su obra per- iñanece en pie, y cada cu^ servirá su espíritu desde donde le correspon(^: el Sr. Cambo des- de el Poder, que por dele^ción suya ejercen los Srea. Ventosa y Rod^; los demasíen la propaganda fecunda de 1*3 ideales comunes. El isMer nacionalista recuerda á sus exeom- pañeros de asamblea aquéllo del fumar y del escupir... ¡quedándose el (^n el cigarro en la boca! ! Pero observamos, y obsfii-vará quien quiera, que no es todo igual, enla^hostilidad hacíalos regionalistaa, en los demáf elementos de la di- suelta asamblea. El Sr. Lerroux no logra pare- cemos tan incomodado como el Sr. Alvarez ó loa demás republicanos. El Sr. Alba rompe precipitada y alborozadamente con el Sr. Gar- cía Prieto, pero loa albistaá de la asamblea no pierden del todo el contacto con los ministros que de ella proceden... Yk se despejará todo eso. Nosotros hemfii proclamado, antes que el se- ñor Cambó, el triunfo de su labor, tan peraeve- rantemente ma^nida desde el mes de .Junio, en que, libre de la tutela que le enojaba ya, del Sr. Prat de m Riba, dio rienda suelta á su oportunismo de«olitico á la antigua española. Es evidente, á juzgar por la solución, que la crisis planteadíi en 23 del pasado Octubre no tenía otra finalidad que la de echar á un lado los partidos históricos de la Monarquía, é in- corporar al Gobierno de España á la, Lliga de Cataluña. Pero dudamos mucho de que cuando se es- criba la Historia con el debido desapasiona- miento, se pueda admitir un triunfa del pueblo español, el éxito de un verdadero movimiento popular, en ese de que con' tanto fundamento se alaba el Sr. Cambó, que pone en la cuenta de Cataluña, en el haber de Cataluña respec- to de España*, hasta el movimiento de las Jun- tas de Defensa. Porque, aparte el contenido de representa- ción nacional que en los diputados y senadores de la fenecidíi. asamblea puede reconocerse, y que el otro día analizamos, ¿cómo desconocer que si se hubiera atendido al gusto y á los' de- seos del Sr. Cambó, no habría existido seme- jante asamblea? Si á las primeras indicaciones hechas por él en pro de la .apertura de Cortea, sé hubiera accedido, no habría habido en Bar- celona la reunión del 5 de Julio. Si el Gobierno no hubiera velado tan celosa- mente por el decoro de las prerrogativas cons- titucionales, frente á los acuerdos de aquella reunión del 5 de Julio, no se hubiese celebrado la asamblea del l'.i. ¿beríaposible tal cosa, si la asamblea arrancara realmente de las entra- ñas de la voluntad popula?? No. Ha sido una maniobra política, que ha triunfado al través de episodios tan dolorosos como la huelga general, y más que por la pro- pia, por ajenas virtualidades, pero nada más; y de ahí nuestra falta de fe en sus frutos para el país. Por lo demás, el Sr. Cambó -habla nada me- nos que de que haga la Lliga ahora lo (jue en su día no acertaron á hacer, ó no quisieron hacer, los Reyes de la Corona de Aragón: ex- tender poí toda España la hegemonía de Cata- luña. Eso fué también el sueño de Salmerón, cuando se vio al frente de Solidaridad catala- na. Esa es una tesis muy interesante, que no podemos abordar ahora. ¡Ah! Pero eJKSr. Cambó acabó su discurso di- rigiendo un vehemente llamamiento al capital y á la cultura de los catalanes, para que le ayuden en la empresa de la irrupeción penin- sular, y á los capitalistas dice que esa será la manera de gue paguen á Cataluña la prospe- ridad Y la riqueza que en una centuria les ha permitido foi-raar. Es decir, que en Cataluña, al menos, ha ha- bido una gran prosperidad y una gran fortuna; y como durante esa centuria, durante cuaren- ta años, han, gobernado loa abominados parti- dos de turno, ¿dónde va á parar la tesis de laa recriminaciones violentas contra éstos?Comen- zaron los partidos de turno por librar al traba- jo espailol, y principalmente al trabajo cata- lán, de los efectos del delirio librecambista de loa revolucionarios; ha aído su última obra par- lamentaria la concesión de los bonos de expor- tación á la industria catalana. ¿Merecerán esos partidos la execración do Cataluña, tan próspera y tan rica, que su Zea- der la considera obligada á sacrificarse por la salvación de España, que él, el Sr. Cambó, so propone acometer? Sobre la disolución de las Cortes. Heraldo de Madrid dice que, hablando de plañe» para elecciones generales, el Sr. Dato manifestó que consideraba aquéllos prematuros; pues no creía próxima la disolución de las Cortes. «Antes dellfegar á eso—añadió—, el Gobierno ten- drá que trazar un programa, pues hasta ahora no lo conocemos, y. marcar una orientación que, da- dos los elementos hetetogéneos que lo componen, no'parece labor fácil.» Sin ((ue esto se haga, el Sr; Dato croe que Ho se puede hablar de disolución de Cortes. . ' Los Sres. Alba v Cambá. Cuenta La Iribuna que «11168 de marchar á Bar- celona el Sr. Cambó, visitó al Sr. Alba, con quien sostuvo una conversación política. Desde que el Sr. Alba publicó sus declaraciones «xponiendo su criterio de qu« los regSonalistas de- bían ser incorporados á la política general, dándp- les partielpaaíóa to el Poder ajuicio qtte líreeTsa- mente no compartían los Sres. García Prieto y Vi- llanueva, y que fué el primer disentimiento "ferio entre el Sr. Alba y el marqués de Alhucemas—, te- nía el propósito él Sr. Cambó de visitar al Sr. Alba, para exponerle las simpatías con que los regiona- íistas veían sus declaraciones. El Sr. Alba se felicitó de que una fuerza tan im- portante como la regionalista se incorpore pwr fin á la política general de España. El Sr. Cambó se congratuló de que el Sr. Alba, de cuyas actividades y de su gran talento tanto puede esperar el país, se haya desligado de los viejos partidos, y pueda recoger un movimiento de opinión en sentido izquierdista. Reclamaciones obreras. En las primeras horas de anoche, hallándsse el presidente del Consejo en su despacho del minis- terio de listado, recibió la visita de I).' Pablo igle- sias, el cual formuló reclamaciones de carácter obrero. » Solicitó que se ordene la reapertura c^e algunos Centros obreros que fueron clausurados con oca- sión de la última huelga general, y la libertad de varios obreros que prosiguen encarcelados desde que se declaró el referido paro. El presidente prometió trasladar las reclamacio- nes del Sr. Iglesias á los ministros de la Goberna- ción y Gracia y Justicia. La cartera de Estado. El jefe del Gobierno negó anoche que-haya pen- sado en ofrecer la cartera de Estado al conde de la Mortera, ni al Sr. González llontoria. Añadió el marqués de Alhucemas que se propone seguir al frente del citado ministerio mu,p|io tiempo. La Comisaria general de Subsistencias. . El próximo Consejo de ministros estará dedicado casi por entero al problema de las subsistencias. Contra lo que se había dicho, no desapítrecerá la Comisaría general de Subsistencias; por el contra-' rio, es propósito del Gobierno darla amplitud. Centralizadas en dicho organismo estadísticas y datos, que antes se hallaban diseminados e»distin- tos ministerios, facilita mucho la labor, por encon- trarse en él cuantos elementos son necesarios para apreciar la gravedad del problema y la&jnedidas que deben adoptarse. «• JBeos del día Las elecciones municipales que ae verifica- rán pasado mañana, deben despertar al Cuerpo electÓTpI de su letargo. Si la organización del Estado ha de basarse en algo solido, es en la del Municipio. Los in- tereses locales, la administración de los Ayun- tamientos, son pilares inexcusables en que so asienta el Poder público. El apartamiento d<3 la lucha electoral, el no acudir á, los comicios, ea cometer un delito con- tra el país.. Piénsenlo los elementos conservadores, y piensen que su sufragio es una trinchera con- tra el reyolucionarismo, contra esa confabula- ción de elementos de las izquierdas, uno de eu- y<» estallidos hemos presenciado hace poco. Votar á los elementoa de orden, ea coadyu- var al ordeil mismo. Si cada uno cumple con su deber el domingo, y se logra el triunfo en la constitución de loa Ayuntamientos, se habrá realizado un buen servicio. La nueva tasación que en Francia han dado al precio del trigo parala cosecha de 191H, demuestra cuan artificioso es el procedimiento de la tasa, que perjudica al productor, sin favo- recer al consumidor. Las estadísticas del precio de los cereales probaron al agricultor francés que el del trigo había tenido un incremento inferior en u n 2;") por KX) al de los demás granos, y fué conse- cuencia obligada que en muchas extensiones de territorio, dedicadas al trigo, fuesen sembra- dos avena, cebada, centeno o maíz. La cosecha de I'JIT ha disminuido tanto—cla- ro que también por otras causas—, que el ICe- tado francés se ha creído en el deber ae elevar la tasa á (!0 francos los cien kilos, en vez de no, par{|, la cosecha próxima. Y es curioso ver cómo la tasa ae ha desacre- ditado^ya en el país vecino. Una Revista nos enseña un caso elocuente. Se tusó l.-i mantequi- lla de leche de vaca, y no hubo casi mantequi- lla en los mercados francesea, y aun en la poca que había ae burlaba la tasa. iJesapareció ésta, y en seguida hubo mantequilla á precios más la/.onables. Asi va pasando una moda, que en todas par- tes tomó carta de naturaleza, y que ea de difí- cil ejecución, por su complejidad y sus efectos. Ea una lástima que el Gobierno no acelere el asunto relativo á la mejora de la condición económica de los empleados. El agricultor, el industrial, el comerciante, tienen algún medio á mano para ir sobrelle vando la carestía de la vida. Sólo el empleado modesto es la victima. "Con sueldos de há medio siglo tiene que subvenir .i unas necesidades que representan, ppr tér- mino medio, el iioQ por lOf) de lo que eran en- tonces. Bien merecen esoa funcionarios un auxilio deljEstado, que les redima\ siquiera sea en poca parte, de su actual situación. Al escribir ayer nuestro artículo «Dificulta- des de la situación*, no hicimos sino rettejar por cuenta. propia, y bajo nuestra exclusiva responsabilidad, loa hecnoa que se están des- arrollando á la vista de todos. No era el parti- do conservador el que hablaba, ya que para hacerlo tiene su jefe, y sólo á las declaraciones de éste puede atenderse. Somos nosotros los <]ue, cumpliendo con la misión del periodista, reliejál)ainos los acontecimientos, (jue hoy son asi, y mañana pueden ser de otra manera. AÍiora bien: hecha esta aclaración, á que nuestro estimado colega El Iniparcial nos invi- ta, hemos de insistir en el mismo punto de vista. Cierto que la neutralidad ea convicción fir- me, propósito inquebrantable del pueblo éspa- pol, y nosotros tendremos siempre como título •de honor ser voceros del partido que la decla- y que la mantuvo, con beneplácito de ambos bandos beligerantes: cierto quo ese sentimien- to ea tan firme, que eñ la lejanía del horizonte no se divisa nada que pueda torcerlo; pero, ,-;cabe desconocer que la situación de la guerra es hoy distinta de antes? , , Eatamos viendo aparecer y desaparecer fac- tores nuevos; estamos presenciando una exal- tación de pasiones, lógica y natural, por lo pro- longado de la contienda. ¿Cómo no hemos de preocuparnos? Y nos preocupamos más porque obsérvase en muchos despertar no de filian, sino de fobias, que pueden presentarnos como sospechosos a uiití ú otro grupo de beligerantes. Contra eso hemos pugnado siempre, entendiendo perjudi- cial no lo que alaba á unos, sino lo quo tuohíata ;'i otros. Por ello decíamos bien claro que 110 ea el peligro de la guerra el <iue nos preocupa, pero sí el de que Gobiernos y opinión no aunen .sus voluntades en caminos definidos, con la práctica de una política neutral sincera, que es lo que caracterizó á los Gabitietes Uato, y contó con nuestros aplausos. El señor presidente del Consejo se muestra decidido á continuar por esa senda, y dice que no hay motivo de alarma. De ambas eosaa nus felicitamos sinceramente. Entre las cosas inusitadas que se escriben, liga- ra lo que leemos en un colega vespertino, de que «esa misma presión extranjera fué, sin dada, la que mantuvo la candidatura del señor marqués Lema para ministro de Estado». Mal concepto tien(% por lo visto, ese artícuÜBta de los políticos españoles. El Sr. Sánchez de Toca, el Sr. Maura y el marqués de Alhucemas, ¿habían de plegarse á tal exigencia? ¿Es que se les cree tan dóciles ó tan ambiciosos? ¡Y eso se escribe, no siendo ministro de Estado nuestro ilustre amigo el señor marqués de Ijema! ¡Si llega á serlo! EL DÍA POLÍTICO Lo que dice el presidente. El señor marqués de Alhucemas despachó hoy algo más tarde que de ordinario con S. M. «1 Rey. Marchó después al ministerio de Estado, donde le esperaba el Sr. Vilianueva, con quien conferenfcíó. Cuando el Sr. García Prieto recibió á los perio- distas, uno de éstos, refiriéndose á la anterior con- ferencia, le preguntó: - ¿Ua sido para tratar de la próxima apertura do Cortes? —No hemos hablado ni una sola palabra sobre ese particular. y añadió después: —En el despacho he puesto á la firma de H. Ai, laa cartas credenciales para el Sr. Gutiérrez Afi'Uíra, como embajador nuestro en Rusia, y las de! Hr. Pa- dilla para la legación en Lisboa. A este último pienso recibirle ahora, y por la tüi'- de iré á la Presidencia. Nos proponemos tnibajar sin descanso en la cuestión do las subsistencias. También en breve nos ocuparemos de la distri- bución de los socorros recaudados para preiuiíu- servicios en los sucesos de Agosto último. El Si-, l.íato me,ha hecho entrega del libro <i« cheques, icticto, relativo á la cuenta corrient« <le la Presidencia, y cuyas cifras son las siürniencfis: (Krecido por.el Banco de España, 100.» üf(p*;,'<í;f.ii3. Cueíita corriente de la Presidencia, T-^.^O?. . Total, 172 :)07 pesetas. Sobre política Internacional. lie visto - continuó diciendo el señor marqués de Alhucemas—el artículo quo anoche publiC(> i.A ÉPOCA, que me ha llamado la atención, y que hoy comenta A'í Imparcial, preguntando si aquél presenta la opinión del partido conservaaor. \'i> entiendo que no, y que es hijo de la fantasía del periodista. * tfó quo sí he de declarar termínantemeiUe es que el Gobierno actual está dispuesto á mantener hi política de neutralidad en la misma forma que ha venido manteniéndose, sin que haya motivo de alarma. Precisamente para persistir en esteprojn'»- sito estoy decidido, á pesar del gran sacrificio ipie para supone, á seguir desempeñando la cano- ra de Estado. Actualmente estoy ocupado en el estudio del cainbio de Notas, quo llevaba muy adelantada.^ ol señor maniués de Lema, sobre una negociación comercial con Inglaterra, para atender reclama- ciones justas y ansias muy legítimas de los expor- tH.d< res españoles, entre otros los de Almería, pura dar salida á la cosecha de uva. La labor del Gobierno. Es probable, aunque no seguro -continuó di- ciendo—, que mañana celebremos Consejo de mi- nistros, y desde luego deben ustedes- y la opi- nión irse habituando á la frecuencia de csios Consejos, cuyo objeto principalísimo será todo lo relativo al fomento de los intereses nacionales. No es cierto, como algunos indican, que haya dr- flcultades en el Gobierno para el nombraini(;nto del alto personal; asunto que ni siquiera hemos aboi- dado, sino en las líneas generales, para acordaí" aplazarlo hastd^dcspués que se celebren las eleccio- clones municipales, y tratar de que las personas que se nombren sean aptas para el cargo. Esta ap- titud hay que buscarla, lo mismo en el campo ue la política que en otros; pues yo no creo que el figurar en ella incapacite para nada, y prueba de ello es que la inmensa mayoría ha desempeñado siempre sus cargos coa la mayor honorabilidad, .si bien reconozco al mismo tiempo que fuera del cam- po de la política hay asimismo hombres muy úti- les, que pueden igualmente ser aprovechados. En Qobernaclón. El ministro do la Gobernación recibió esta ma- ñana la visita de una Comisión del Instituto de Re- formas sociales, compuesta por los Sres. AzcáríJtc, Marvá, Buylla y Puyol, los cuales cambiaron im- presiones acerca de determinados asuntos de ca- rácter social. PESTITlfCiÓN DE KERENSKI El Soviet borjoferíosdeíoz Kerenski y su Gobierno, destituidos.-En el Parla- mentó. L0KDKK8 8.-Una proclama radiotoleerafiada cursada por las estaciones del Gobierno ruso dW que la guarnición y el proletariado de Petro¿rado han destituido al Gobierno de Kerenski ''""^'^*^'^'' Antes de esto el Pariamento votó, iior 12>! vr,fr,s contra 102. una resolución prometi¿ndo apoyar al Gobierno 81 éste se comprometía á realizkrinme diatamente el programa de la democracia revX- cíonana. i«5V()iu Una proclama de la JunU revolucionaria militar. PARÍS 8.^-Telegrafían de Petrogrado que la Jan- Te rroclama"^"* °''"*"' ""^ WctadoirsigSn- soídaSs'',?Sfp!itS¿r" ^ ' tocios 103 Soviets de La guarnición y ol proletariado de Petrogrado han destituido al Gobierno de Kerenski, quefe bía erigido contraía revolución popular Éste cam- bio se Ha efectuado sin efusión ¿e iangre El Soviet de Petrogrado se congratula del cam bio, y proclama la autoridad de las Juntas fevoS deCsíj'vi^íl!*"''' ^"''* '^^^ '^ ^'^ «I Cl^C •La; Junta revolucionaria confía á los soldados re- volucionarios la estrecha vigilancia de la conducta ^InreSr^'"' ''""^ ""'^^ encargados def S o Los oficiales que no se adhieran á la revolución deben ser arrestados inmediatamente, consideran - doseles como enemigos. «.-onsiaeran- El Soviet, como primera- autoridad, tiena el «i. guíente programa. ' ^°^ ®' ®* Primero. Oferta de una ]>az inmediata .tii&íá-ioísíasr'^*'*^'^'» ^«^«^«« í- '- Js^v¡e?s;7'*"*°**^^'^" ^' *°'^* »* ^«^''^^«ü á

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Tapa del diario La Época de España (Madrid) sobre la revolución rusa en 1917

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Page 1: La Epoca Revolución Rusa

lio uai.?~a<hiflre 24.090 MADRID---VíerKiés 9 ¡áe SToviembre de 1§W damero snéBo. 10 tf^Bam PRECIOS DE SÜSCRIPCIOII

KADBII).—Un mm, S pesetef ¡ trimeitre, • ; m-u ^ t r e , 19; año, 24.

PROVlNClAS.~Trlmettre, 0 p«ietiia; lemM-tre, l a ; »ño, 24. ; Portugal, Gibraltar 7 HairaeoM, •! mismo pr«elo. I EXTRANJERO.^ Trimestre U ürtaoos; lemiaft-tre, 30; año, 60 finmcoh

Nfimero del dfa, 10 (^ntlmoa—AfenuHldo, i», LK correspondencia de AdmiBÍ«tE«eite dMJaM tf

Bdmdnistrador de U l ÉPOOA.

Seíaüciiüjábiliístracii: ETfflOS TELEGRAMAS ! toUCIAS DE LATABi

ELECCIOHfig BDÜICIPAMS Ei lADBID

ID l i d i f B lll! [ O i i iBímBÚD En las elecciones que se celebrarán el domingo

próximo, los electores monárquicos tienen el deber ele votar la siguiente candidatura: Distrito del Centro.—CUATRO VACAWTES. (Puede vo­

tarse á tres candidatos.)

1). l íaiael Jlart ínez AguUó, marqués de Vi­ve! (conservador j .

IJ. José Diaz Guerra (conservador;; y . \i. .losó Francos liodríguez (liberal - demó­

crata) . Distrito del Hospicio.—TRES VACANTES. (Puede vo­

tarse á dos candidatos.) I). vVugusto del Cacho y Fernández-Cadiila-

iios ff-onservadori; y I), líicardo JJarea y Lorente (conservador).

Distrito de Chamberí,—CUATRO VACANTES. (Puede vo­tare á tres candidatos.)

D. ]\Iartín de Rosales y Martel, duque de Al-rnodóvar del Valle (liberal-demócrata;.

D. Antonio Flórez UrdapUleta (conserva­dor,/; y •

J-). César Donoso Montesinos (conservador).

Distrito de Buenavlsta,—Dos VACANTES. (Puede votar­se á vn candidato.)

D. Ricardo Rodríguez Vilariño (conserva­dor).

Distrito del Congreao.-CUATRO VACANTES. (Puede votarse á tres candidatos.)

D. Emilio Zurano Muñoz ('conservador). D. .losé Guimón Eguiguren 1 conservador); y

- D. Alfonso Senra Jiernárdez (liberal).

Distrito del Hospital. — Dos VACANTES. (Puede vo­tarse á un candidato.)

1). Adalberto Suárez Aguilar (conservador).

Distrito de la Latina.—UNA VACANTE.

1). Emilio Ignacio de la Portilla (conser­vador 1.

Distrito de Palacio.—UNA VACANTE.

D. .José Serrano y Ruiz de la Puente (conser­vador).

Distrito déla ünlveraldad.—CUATRO VACANTES. (Pue-* de votarse d tres candidatos.)

I). Luis Sílvela y Casado (liberal-demó-c rata i.

i). Ángel (Jubero Rodríguez (conservador); y IJ. Enrique Benito Chavarr i y Alcalde (con­

servador;. • .

LR S m Ó H EH BDSIfl Los sucesos de Rusia no -pueden ex t rañar á

^adie (lue haya seguido a tentamente la raar-'•ha de la revolución. Los efectos de ésta fue-J"on desde el primer instante la indisciplina y 'it desorganización en el Ejército; y con tropas ^ue desertaban en masa, que no reconocían la ^utoridad de sus generales, que obligaban á estos á comparecer en meetings presididos por Soldados, y dar las explicaciones que se les pe-<|ían, e ra demasiado el exigir la continuación de la guerra .

La experiencia demuestra que el espíritu m i - ' litar en un pueblo revolucionario sólo puede 1 eaíirmarse cuando sobreviene la dictadura. Rusia, por desgracia pa ra ella, no encontró en su seno alientos para ir á esa anormalidad sal­vadora. liOs generales fueron sucediéndoae en ®1 Mío mando, y ninguno se encontró asistido iiel Gobierno pa ra el restablecimiento de la dist'iphna en el frente. El partido cadete, con jMiliukoff ú la cabeza, fué expulsado del Go­bierno, y el secialismo se apoderó del pueblo y del Ejército.

Las instituciones más absurdas empezaron á Surgir. El Soviet, el Consejo de delegados cam-pcsmos, todo se quiso constituir sobre una base deriiocríUica, en un pueblo incapacitadovpara la vida de ciudadanía, y todo se quiso que fue­se supeiior al Gobierno.

Los soldados, en vez de combatir, se dedica->an á elegir representantes pa ra esas asam-

hleas; los obreros de industrias militares cesa­ban en sus tareas , y las fábricas más impor­tantes, como la de Putiloff, se veían condenadas •"i una inacción casi constante; los políticos lu­chaban entre sí y desatendían los problemas •••premiantes de oMen económico; la Marina se sublevaba en el Golfo de Finlandia; la's aspi-i'aciones desmembradoras de Ukrania y ITin-latidia resurgían con vigor, y asi Rusia iba ca->ttino del desastre.

Las concepciones de la paz fueron cada 'Vez máa atrevidas. Abiertas las fronteras á toda propaganda, y^ fuese pacifista, ya fuese ííermanizaute, el pueblo ruso se vio objeto d e todos los manejos, y en la memoria de todos se llalla el caso dé Lenine y el de Grimm. Prime-í"o se abandonó toda ideg, de expansión por los estrechos; después se habló de paz sin anexio-'les ni indemnizaciones; luego el Soviet lanzó ^na propuesta de paz,.qu© en Viena y Berlín ^nó comentada con elogio, y últ imamente, el

. ^ 'onaejo de delegados campesinos llegó áfor-^iula,f algunas más radicales, ent re ellas el so-inetimiento del pleito de Alsacia-Lorena á un .Plebiíicito, en el ^e sólo tomasen par te losna-<iidos en dichas provincias.

iJos niomcntoe hubo en que pareció poder Salvarse Rusia de la anarquía: el primero, Cuando la exaltación de Kerenski, y el segun­do, cuando la marcha de Komiloff sobre Petro-íírado.

En los dos sobrevino el fracaso. Kerenski se «-ntregó íl los revolucionarios, sin tener fuerza 'li prestigio para imponerse; Komiloff no se encontró tampoco seguido de fuerzas bastantes l>ara rentablecer fel orden en el puebloy ladis-^^iplina en las tr incheras.

Pasadas esas dos oportunidades, Rusia fue de ' Salto en salto hacia el abismo. Las posiciones

^el («olio de'Riga-cayeron rápidamente en ma­los del enemigo; loa raaíximalistas se hibieron 'i<íeños de la situación; Skobeleff se negó a ir á la (Conferencia aliada de París , acompañando al ministro de-Negocios Extranjeros, l e res t -

' ^henko, porque le parecía éste demasiado con­servador; las huelgas ae multioheflron, v ae V«Hó, f)ov últtimo, al bochorno del debate so-'^ff política (extranjera en el AHCep|ii;laMieniü.

fiii fea» debate, el aoL-iuliata iJnn Uiju que 'Ja

desorganización era producida por que no S3 satisfacían las aspiraciones del Ejército para la paz», y Tchernoff subrayó lo dicho por Dan, diciendo que loa raaximalistas deseaban el «ar­misticio inmediato».

¿Puede ext rañar que los maxiraalistas derri ben al Gobierno, hagan caer á Kerenski y ex­presen su propósito de ofrecer la paz inme­diata?

No faltará quien aún confíe en el resurgi­miento de Rusia para seguir combatiendo; pero, ¡cuan difícil es! Un pueblo sin ideales guerre­ros, con una Administración desorganizada, con una incultura extremada, viciado por la propaganda anarquista, sin caudillos, aislado de socorro, padeciendo hambre , no puede con­t inuar una lucha que exige los esfuerzos que la actual . Rusia ha prestado á la Entente valiosos servicios, pero no será fácil que la preste otros nuevos.

VELADAS TEATRALES I . l l l 1 * 1

ESLAVA.—Esperanza nuestra; comedia en tres actos, original de Gregorio Martínez Sierra.

Aunque se llama comedia en el cartel, JEípeí-aw za nuestra es un drama. El arte fino, delicado, ele­gante, un poco menudo y frágil, de miniaturista, con que Gregorio Martínez Sierra debutó en las le­tras, ba criado nervios y sangre, y ha aprendido como habla la pasión. Anoche dio. un paso más — desde luego un malpaso—, lanzándose al estudio de las luchas sociales, moderno y antiguo, que habla ahora en los meeím<7s, y hablaba en los comicios de la Roma republicana, en las luchas agrarias de patricios y plebeyos.

Esperanza nuestra se titula la comedia. No en­tiendo bien el título. ¿Cu^l es nuestra esperanza? ¿Que surja una España nueva, de una vaga justi­cia social? ¿Que de los nuevos patricios ó poseedo­res salgan los redentores del pueblo, á imitación del Lorenzo de la comedia? Siempre las revolucio­nes las hicieron patricios ó gente que merecía ser­lo. Patricios publicaron en Roma las fórmulas se­cretas del Derecho. Patricios eran los Gracos. Esa esperanza es antigua.

El socialismo agrada poco en el teatro. * ¿Y Juan Joséh—áiTá, algún lector- . Juan José no es socia­lismo. Es Calderón, de blusa. El público aguanta resignado las tiradas de sátira política de Las ciu­dades alegres y confiadas, y hasta las escucha com­placido cuando reproducen los lugares comunes en que sestea su pensamiento. Concede un largo margen de tolerancia á la sátira de costumbres y á la eterna intriga del amor; se ríe de buen grado de sí mismo; va perdiendo el miedo—el miedo tea-'^^1—á lo erótico; escucha interesado el discreteo, I^as ó menos alambicado, del diálogo; se entrega sin reservas al chiste de astracán; pero, ¡que no le vengan con problemas sociales, conjo no sea en tono de guapa! Eso le parece cosa de meetings, y aún tratándose de comedias buenas, que no siem­pre es el caso, se torna hostil y receloso.

Poetas: •podéis jugar con muchos ídolos y mu­chos chirimbolos, pero cuidado, mucho cuidado con el dinero, ya esté representado por numerario ó efectos mobiliarios, ya por bienes inmuebles. Es un ídolo antiguo y respetado de todos, con el que las gentes no quieren chanzas. En el teatro y en todas partes es verdad aquello de Poderoso caballe­ro ..Caballero, es poco. Emperador, y de tal poder, que hasta los que no le tienen le reverencian, por si acaso llega algún día. ¿Cómo Martínez Sierra no ha visto que el público de un teatro bien, como Eslava, es un público burgués, para quien el so­cialismo agrario'no es un tema grato, siquiera por el buen parecer? De fijo, entre los espectadores de ayer había muchos que no tendrán más tierra que la de los tiestos del balcón, si los tienen; pero á nadie le gusta parecer un descamisado. Es cues­tión de una psicología elemental, á flor de piel.

No digo que el contenido social de Esperanza nuestra sea en absoluto el responsable del fracaso. Ha contribuido, sin duda. La última Obra del se- J ñor Martínez Sierra es, como eonstrúoción dramá­tica, bastante endeble. Es un drama deshilvanado, en cuyo primer acto, que es el mejor, eV más artís­ticamente compuesto, se inician varías acciones diferentes, que despiertan el interés del espectador curioso. El dramaturgo parece vacilar después. Laí principal acción—la lucha entre el cacique, que representa el áspero derecho quiritario, y el hijo, softador y generoso, qué pretende emancipar á los oprimidos — languidece , y pi«rde la intensidad con que se anunciaba, entre las otras acciones concurrentes, que se salen á veces de su papel mo ¿esto de episodios.

No menos de tres de estas acciones coinprende el drama: el amor de una muchachita sentimental, frivola y mal criada, buena en el fondo, con un muchacho altivo y honrado (una versión de la no­vela y el drama del Joven pobr?); el coqueteo de una casada, joven, con un tonto, lo cual no es in­compatible, ni mucho menos, con ser un conquis­tador; la elegía de la hija natural, retrato vivo de la madre muerta, que se presenta, como un repro­che, en casa del padre, que quiere ignorarla. Cada' uno de estos episodio» es una comedia eij capullo. Falta unidad y coordinación entre ellos. La inven­tiva del autor y él interés del público andan pere-frinando de uno en otro, sin saber dónde fijarse.

I último de los mencionados es el que parecía lla­mado á tener mayor desarrollo é importancia en la comedia (hasta el hecho de correr & cargo de la señora Barcena su principal figura, parece indicar­lo); pero después de prometer mucho en el primer acto, acaba de un modo raquítico y forzado.

Ha trazado el autor dos ó tres figuras dramáticas acabadas: la primera de ellas, Daña Isabelita, la tremenda abuela, que es una especie de'Dofia Per­fecta del dinero, y pertenece también á la familia de la Dofia Juana de Casandra. El capataz ó ma­yordomo Pantaleón es una figura de firme y segu­ro realismo; Carmita, la muchacha frivola y mi­mada, que abre al fin los ojos y el corazón á la fravedad de la vida, es una interesante criatura

ramátáca... El Sr. Martínez Sierra no ha desdeñado usar de

algunos efectismos ó teatrálisnws de Caballería rús­tica, que se apartan de su habitual estilo. Uno (el de la navaja clavada en la petición de los colonos), tiene fuerza dramática; el otro (la entrada de Isi­dro, labrador que viene á vengar a,l hijo que aca­ban de matarle, y se entretiene en retos y discur­sos), es francamente convencional. No son así las venganzas campesinas. O solapadas y seguras, ó de una brutalidad fulminante, pero sin preludios caballerescos.

La presentación de la obra es notable, singular­mente en la caracterización de los personajes. Aquellos paZeíos convencen á los ojos más que al oído. Están, sencillamente, admirables. La Barce­na tiene un papel abortado. Cotapuso tina figura interesante, y acertó á darle acentos de pasión. Era lo que se podía hacer. Las heroínas de la velada fueron la señora Quijada—la Doña Isabelita—y Jo­sefina Morer, que hizo con mucho talento, y con

1 más que talento, con emoción, como Upa consuma­da artista, la ingenua, frivola al principio, y des-IJÜésamante y baefaa; Aguirre ó Hidalgo, eñ los tipos rústicos, mo parecieron excelentes; Hernán­dez, París y los dos Vegas están bien, aunque ios primeros luchan con papeles qné no se amoldan del todo á su temperamento. Y no debe quedar ol­vidada la sefloía Muñoz: una bella Nene. La dwo-ración única, zaguán de una casa grande desabor,

' es muy aftísti<2aí

PUNTOS DE SÜSCRJPOrOJ»

! » US 7IIIKIHIB ismiBK iWD r m n m

Fwiii.—Messlean B^jrejite et ObtviU^ mtétU Banquo, 22, •

Annaolo* espftSolcí^ I t i ét&Vimtm d i ¡MNefl línea on cuarta plaaa. ( . t d e n «ztruMwoB y r t o I u i M , f fmém •oa»^ Tenclonalea. * ( I Cada anuncio satisforf I t fltatiaiof i» laipBMMft^ (Tjey 1." Enero 1906.)

BXSECCTÓS TBLBOalnOAt ifePO^—HAMl&i, paánto lúM. 39 truktmt lÉt M

so m Dtvvurm wm om&msam

Para los lectoreí que qui#en enterarse de todo, diremos que el primer' actoÉué aplaudido sin re­servas. En el segundo y t e r# ro hubo algunas pro­testas, acalladas por la majrfría del público, aten­to á guardar al ilustre au to i dramático las consi­deraciones que merece. Masía comedia terminó en medio de una gran frialdad.!

ANDRENIO.

EL ion . DE^Sflil lüFO En una de las var ias vei | iones que de su pen­

samiento nos ha ofrecido ^ 1 estos días el señor Alba, l lamaba al Sr. Ca#ibó,«mi ondulante amigo». ¡Nunca, más ondi lante que en estos días el ilustre político baífelonés! Cuando to­dos... ó casi todos loa pi r lamentar ios de la asamblea son á zaherirle i | denostarle, él pasa de largo por delante de l i s injurias, y afirma una y otra vez su resol ue | jn inconmovible de fidelidad al espíritu de la; asamblea y á sus acuerdos, que el (xobiern^ actual representa en el Poder.

La asamblea se ha disuelto, pero su obra per-iñanece en pie, y cada c u ^ servi rá su espíritu desde donde le correspon(^: el Sr. Cambo des­de el Poder, que por d e l e ^ c i ó n suya ejercen los Srea. Ventosa y R o d ^ ; los demas íen la propaganda fecunda de 1*3 ideales comunes. El isMer nacionalista recuerda á sus exeom-pañeros de asamblea aquéllo del fumar y del escupir... ¡quedándose el (^n el cigarro en la boca! !

Pero observamos, y obsfii-vará quien quiera, que no es todo igual, enla^hostilidad hacíalos regionalistaa, en los demáf elementos de la di­suelta asamblea. El Sr. Lerroux no logra pare­cemos tan incomodado como el Sr. Alvarez ó loa demás republicanos. El Sr. Alba rompe precipitada y alborozadamente con el Sr. Gar­cía Prieto, pero loa albistaá de la asamblea no pierden del todo el contacto con los ministros que de ella proceden... Yk se despejará todo eso.

Nosotros hemfii proclamado, antes que el se­ñor Cambó, el triunfo de su labor, tan peraeve-rantemente m a ^ n i d a desde el mes de .Junio, en que, libre de la tutela que le enojaba ya, del Sr. Pra t de m Riba, dio rienda suelta á su oportunismo de«olitico á la antigua española. Es evidente, á juzgar por la solución, que la crisis planteadíi en 23 del pasado Octubre no tenía otra finalidad que la de echar á un lado los partidos históricos de la Monarquía, é in­corporar a l Gobierno de España á la, Lliga de Cataluña.

Pero dudamos mucho de que cuando se es­criba la Historia con el debido desapasiona­miento, se pueda admitir un triunfa del pueblo español, el éxito de un verdadero movimiento popular, en ese de que con' tanto fundamento se alaba el Sr. Cambó, que pone en la cuenta de Cataluña, en el haber de Cataluña respec­to de España*, has ta el movimiento de las Jun­tas de Defensa.

Porque, apar te el contenido de representa­ción nacional que en los diputados y senadores de la fenecidíi. asamblea puede reconocerse, y que el otro día analizamos, ¿cómo desconocer que si se hubiera atendido al gusto y á los' de­seos del Sr. Cambó, no habría existido seme­jan te asamblea? Si á las primeras indicaciones hechas por él en pro de la .apertura de Cortea, sé hubiera accedido, no habría habido en Bar­celona la reunión del 5 de Julio.

Si el Gobierno no hubiera velado tan celosa­mente por el decoro de las prerrogativas cons­titucionales, frente á los acuerdos de aquella reunión del 5 de Julio, no se hubiese celebrado la asamblea del l'.i. ¿beríaposible tal cosa, si la asamblea a r rancara realmente de las entra­ñas de la voluntad popula??

No. Ha sido una maniobra política, que ha triunfado al t ravés de episodios tan dolorosos como la huelga general , y más que por la pro­pia, por ajenas virtualidades, pero nada más; y de ahí nuestra falta de fe en sus frutos p a r a el país.

Por lo demás, el Sr. Cambó -habla nada me­nos que de que haga la Lliga ahora lo (jue en su día no acertaron á hacer, ó no quisieron hacer, los Reyes de la Corona de Aragón: ex­tender poí toda España la hegemonía de Cata­luña. Eso fué también el sueño de Salmerón, cuando se vio al frente de Solidaridad catala­na. Esa es una tesis muy interesante, que no podemos abordar ahora.

¡Ah! Pero eJKSr. Cambó acabó su discurso di­rigiendo un vehemente llamamiento a l capital y á la cultura de los catalanes, pa ra que le ayuden en la empresa de la irrupeción penin­sular, y á los capitalistas dice que esa será l a manera de gue paguen á Cataluña la prospe­ridad Y la riqueza que en una centuria les h a permitido foi-raar.

Es decir, que en Cataluña, al menos, ha ha­bido una gran prosperidad y una gran fortuna; y como durante esa centuria, durante cuaren­ta años, han, gobernado loa abominados part i­dos de turno, ¿dónde va á pa ra r la tesis de laa recriminaciones violentas contra éstos?Comen­zaron los partidos de turno por l ibrar al t r aba­jo espailol, y principalmente al trabajo cata­lán, de los efectos del delirio l ibrecambista de loa revolucionarios; ha aído su última obra par­lamentaria la concesión de los bonos de expor­tación á la industria catalana.

¿Merecerán esos partidos la execración do Cataluña, tan próspera y tan rica, que su Zea-der la considera obligada á sacrificarse por la salvación de España, que él, el Sr. Cambó, so propone acometer?

Sobre la disolución de las Cortes. Heraldo de Madrid dice que, hablando de plañe»

para elecciones generales, el Sr. Dato manifestó que consideraba aquéllos prematuros; pues no creía próxima la disolución de las Cortes.

«Antes dellfegar á eso—añadió—, el Gobierno ten­drá que trazar un programa, pues hasta ahora no lo conocemos, y. marcar una orientación que, da­dos los elementos hetetogéneos que lo componen, no'parece labor fácil.»

Sin ((ue esto se haga, el Sr; Dato croe que Ho se puede hablar de disolución de Cortes. . ' Los Sres. Alba v Cambá. Cuenta La Iribuna que «11168 de marchar á Bar­

celona el Sr. Cambó, visitó al Sr. Alba, con quien sostuvo una conversación política.

Desde que el Sr. Alba publicó sus declaraciones «xponiendo su criterio de qu« los regSonalistas de­bían ser incorporados á la política general, dándp-les partielpaaíóa to el Poder ajuicio qtte líreeTsa-

mente no compartían los Sres. García Prieto y Vi-llanueva, y que fué el primer disentimiento "ferio entre el Sr. Alba y el marqués de Alhucemas—, te­nía el propósito él Sr. Cambó de visitar al Sr. Alba, para exponerle las simpatías con que los regiona-íistas veían sus declaraciones.

El Sr. Alba se felicitó de que una fuerza tan im­portante como la regionalista se incorpore pwr fin á la política general de España.

El Sr. Cambó se congratuló de que el Sr. Alba, de cuyas actividades y de su gran talento tanto puede esperar el país, se haya desligado de los viejos partidos, y pueda recoger un movimiento de opinión en sentido izquierdista.

Reclamaciones obreras. En las primeras horas de anoche, hallándsse el

presidente del Consejo en su despacho del minis­terio de listado, recibió la visita de I).' Pablo igle­sias, el cual formuló reclamaciones de carácter obrero. »

Solicitó que se ordene la reapertura c e algunos Centros obreros que fueron clausurados con oca­sión de la última huelga general, y la libertad de varios obreros que prosiguen encarcelados desde que se declaró el referido paro.

El presidente prometió trasladar las reclamacio­nes del Sr. Iglesias á los ministros de la Goberna­ción y Gracia y Justicia.

La cartera de Estado. El jefe del Gobierno negó anoche que-haya pen­

sado en ofrecer la cartera de Estado al conde de la Mortera, ni al Sr. González llontoria.

Añadió el marqués de Alhucemas que se propone seguir al frente del citado ministerio mu,p|io tiempo.

La Comisaria general de Subsistencias. . El próximo Consejo de ministros estará dedicado

casi por entero al problema de las subsistencias. Contra lo que se había dicho, no desapítrecerá la

Comisaría general de Subsistencias; por el contra-' rio, es propósito del Gobierno darla amplitud.

Centralizadas en dicho organismo estadísticas y datos, que antes se hallaban diseminados e»distin­tos ministerios, facilita mucho la labor, por encon­trarse en él cuantos elementos son necesarios para apreciar la gravedad del problema y la&jnedidas que deben adoptarse. «•

JBeos del día Las elecciones municipales que ae verifica­

rán pasado mañana, deben despertar al Cuerpo electÓTpI de su letargo.

Si la organización del Estado ha de basarse en algo solido, es en la del Municipio. Los in­tereses locales, la administración de los Ayun­tamientos, son pilares inexcusables en que so asienta el Poder público.

El apartamiento d<3 la lucha electoral, el no acudir á, los comicios, ea cometer un delito con­t ra el país..

Piénsenlo los elementos conservadores, y piensen que su sufragio es una t r inchera con­t ra el reyolucionarismo, contra esa confabula­ción de elementos de las izquierdas, uno de eu-y<» estallidos hemos presenciado hace poco.

Votar á los elementoa de orden, ea coadyu­var al ordeil mismo. Si cada uno cumple con su deber el domingo, y se logra el triunfo en la constitución de loa Ayuntamientos, se habrá realizado un buen servicio.

La nueva tasación que en Francia han dado a l precio del trigo p a r a l a cosecha de 191H, demuestra cuan artificioso es el procedimiento de la tasa, que perjudica al productor, sin favo­recer al consumidor.

Las estadísticas del precio de los cereales probaron al agricultor francés que el del trigo había tenido un incremento inferior en un 2;") por KX) al de los demás granos, y fué conse­cuencia obligada que en muchas extensiones de territorio, dedicadas al trigo, fuesen sembra­dos avena, cebada, centeno o maíz.

La cosecha de I'JIT ha disminuido tanto—cla­ro que también por otras causas—, que el ICe-tado francés se ha creído en el deber ae e levar la tasa á (!0 francos los cien kilos, en vez de no, par{|, la cosecha próxima.

Y es curioso ver cómo la tasa ae ha desacre-ditado^ya en el país vecino. Una Revista nos enseña un caso elocuente. Se tusó l.-i mantequi­l la de leche de vaca, y no hubo casi mantequi­lla en los mercados francesea, y aun en la poca que había ae burlaba la tasa. iJesapareció ésta, y en seguida hubo mantequilla á precios más la/.onables.

Asi va pasando una moda, que en todas par­tes tomó car ta de naturaleza, y que ea de difí­cil ejecución, por su complejidad y sus efectos.

Ea una lástima que el Gobierno no acelere el asunto relativo á la mejora de la condición económica de los empleados.

El agricultor, el industrial, el comerciante, tienen algún medio á mano para ir sobrelle vando la carestía de la vida.

Sólo el empleado modesto es la victima. "Con sueldos de há medio siglo tiene que subvenir .i unas necesidades que representan, ppr tér­mino medio, el iioQ por lOf) de lo que eran en­tonces. Bien merecen esoa funcionarios un auxilio deljEstado, que les redima\ siquiera sea en poca parte , de su actual situación.

Al escribir ayer nuestro artículo «Dificulta­des de la situación*, no hicimos sino rettejar por cuen ta . propia, y bajo nuestra exclusiva responsabilidad, loa hecnoa que se están des­arrollando á la vista de todos. No era el parti­do conservador el que hablaba, ya que para hacerlo tiene su jefe, y sólo á las declaraciones de éste puede atenderse. Somos nosotros los <]ue, cumpliendo con la misión del periodista, reliejál)ainos los acontecimientos, (jue hoy son asi, y mañana pueden ser de otra manera.

AÍiora bien: hecha esta aclaración, á que nuestro estimado colega El Iniparcial nos invi­ta , hemos de insistir en el mismo punto de vista.

Cierto que la neutralidad ea convicción fir­me, propósito inquebrantable del pueblo éspa-pol, y nosotros tendremos siempre como título •de honor ser voceros del partido que la decla­ró y que la mantuvo, con beneplácito de ambos bandos beligerantes: cierto quo ese sentimien­to ea tan firme, que eñ la lejanía del horizonte no se divisa nada que pueda torcerlo; pero, ,-;cabe desconocer que la situación de la guer ra es hoy distinta de antes? , ,

Eatamos viendo aparecer y desaparecer fac­tores nuevos; estamos presenciando una exal­tación de pasiones, lógica y natural , por lo pro­longado de la contienda. ¿Cómo no hemos de preocuparnos?

Y nos preocupamos más porque obsérvase en muchos oí despertar no de filian, sino de fobias, que pueden presentarnos como sospechosos a uiití ú otro grupo de beligerantes. Contra eso

hemos pugnado siempre, entendiendo perjudi­cial no lo que alaba á unos, sino lo quo tuohíata ;'i otros. Por ello decíamos bien claro que 110 ea el peligro de la guerra el <iue nos preocupa, pero sí el de que Gobiernos y opinión no aunen .sus voluntades en caminos definidos, con la práctica de una política neutral sincera, que es lo que caracterizó á los Gabitietes Uato, y contó con nuestros aplausos.

El señor presidente del Consejo se muestra decidido á continuar por esa senda, y dice que no hay motivo de a larma. De ambas eosaa nus felicitamos sinceramente. •

Entre las cosas inusitadas que se escriben, liga­ra lo que leemos en un colega vespertino, de que «esa misma presión extranjera fué, sin dada, la que mantuvo la candidatura del señor marqués d« Lema para ministro de Estado».

Mal concepto tien(% por lo visto, ese artícuÜBta de los políticos españoles. El Sr. Sánchez de Toca, el Sr. Maura y el marqués de Alhucemas, ¿habían de plegarse á tal exigencia? ¿Es que se les cree tan dóciles ó tan ambiciosos?

¡Y eso se escribe, no siendo ministro de Estado nuestro ilustre amigo el señor marqués de Ijema! ¡Si llega á serlo!

EL DÍA POLÍTICO Lo que dice el presidente.

El señor marqués de Alhucemas despachó hoy algo más tarde que de ordinario con S. M. «1 Rey. Marchó después al ministerio de Estado, donde le esperaba el Sr. Vilianueva, con quien conferenfcíó.

Cuando el Sr. García Prieto recibió á los perio­distas, uno de éstos, refiriéndose á la anterior con­ferencia, le preguntó:

- ¿Ua sido para tratar de la próxima apertura do Cortes?

—No hemos hablado ni una sola palabra sobre ese particular.

y añadió después: —En el despacho he puesto á la firma de H. Ai, laa

cartas credenciales para el Sr. Gutiérrez Afi'Uíra, como embajador nuestro en Rusia, y las de! Hr. Pa­dilla para la legación en Lisboa.

A este último pienso recibirle ahora, y por la tüi'-de iré á la Presidencia. Nos proponemos tnibajar sin descanso en la cuestión do las subsistencias.

También en breve nos ocuparemos de la distri­bución de los socorros recaudados para preiuiíu-servicios en los sucesos de Agosto último.

El Si-, l.íato me,ha hecho entrega del libro <i« cheques, icticto, relativo á la cuenta corrient« <le la Presidencia, y cuyas cifras son las siürniencfis:

(Krecido por.el Banco de España, 100.» üf(p*;,'<í;f.ii3. Cueíita corriente de la Presidencia, T- . O?.

. Total, 172 :)07 pesetas. Sobre política Internacional.

l ie visto - continuó diciendo el señor marqués de Alhucemas—el artículo quo anoche publiC(> i.A ÉPOCA, que me ha llamado la atención, y que hoy comenta A'í Imparcial, preguntando si aquél r« presenta la opinión del partido conservaaor. \'i> entiendo que no, y que es hijo de la fantasía del periodista. *

tfó quo sí he de declarar termínantemeiUe es que el Gobierno actual está dispuesto á mantener hi política de neutralidad en la misma forma que ha venido manteniéndose, sin que haya motivo de alarma. Precisamente para persistir en esteprojn'»-sito estoy decidido, á pesar del gran sacrificio ipie para mí supone, á seguir desempeñando la cano­ra de Estado.

Actualmente estoy ocupado en el estudio del cainbio de Notas, quo llevaba muy adelantada.^ ol señor maniués de Lema, sobre una negociación comercial con Inglaterra, para atender reclama­ciones justas y ansias muy legítimas de los expor-tH.d< res españoles, entre otros los de Almería, pura dar salida á la cosecha de uva.

La labor del Gobierno. Es probable, aunque no seguro -continuó di­

ciendo—, que mañana celebremos Consejo de mi­nistros, y desde luego deben ustedes- y la opi­nión — irse habituando á la frecuencia de csios Consejos, cuyo objeto principalísimo será todo lo relativo al fomento de los intereses nacionales.

No es cierto, como algunos indican, que haya dr-flcultades en el Gobierno para el nombraini(;nto del alto personal; asunto que ni siquiera hemos aboi-dado, sino en las líneas generales, para acordaí" aplazarlo hastd^dcspués que se celebren las eleccio-clones municipales, y tratar de que las personas que se nombren sean aptas para el cargo. Esta ap­titud hay que buscarla, lo mismo en el campo ue la política que en otros; pues yo no creo que el figurar en ella incapacite para nada, y prueba de ello es que la inmensa mayoría ha desempeñado siempre sus cargos coa la mayor honorabilidad, .si bien reconozco al mismo tiempo que fuera del cam­po de la política hay asimismo hombres muy úti­les, que pueden igualmente ser aprovechados.

En Qobernaclón. El ministro do la Gobernación recibió esta ma­

ñana la visita de una Comisión del Instituto de Re­formas sociales, compuesta por los Sres. AzcáríJtc, Marvá, Buylla y Puyol, los cuales cambiaron im­presiones acerca de determinados asuntos de ca­rácter social.

PESTITlfCiÓN DE KERENSKI

El Soviet borjoferíosdeíoz Kerenski y su Gobierno, destituidos.-En el Parla-

mentó. L0KDKK8 8 . - U n a proclama radiotoleerafiada

cursada por las estaciones del Gobierno ruso d W que la guarnición y el proletariado de Petro¿rado han destituido al Gobierno de Kerenski ''""^'^*^'^''

Antes de esto el Pariamento votó, iior 12>! vr,fr,s contra 102. una resolución prometi¿ndo apoyar al Gobierno 81 éste se comprometía á realizkrinme diatamente el programa de la democracia r e v X -cíonana. i«5V()iu

Una proclama de la JunU revolucionaria militar.

PARÍS 8.^-Telegrafían de Petrogrado que la Jan-

Te r roclama"^"* ° ' ' "*" ' ""^ W c t a d o i r s i g S n -

s o í d a S s ' ' , ? S f p ! i t S ¿ r " ^ ' tocios 103 Soviets de La guarnición y ol proletariado de Petrogrado

han destituido al Gobierno de Kerenski, quefe há bía erigido contraía revolución popular Éste cam-bio se Ha efectuado sin efusión ¿e iangre

El Soviet de Petrogrado se congratula del cam • bio, y proclama la autoridad de las Juntas fevoS

deCsíj'vi^íl!*"''' ^"''* ' ^^ '^ ^'^ «I C l ^ C •La; Junta revolucionaria confía á los soldados re­

volucionarios la estrecha vigilancia de la conducta ^ I n r e S r ^ ' " ' ''""^ ""'^^ encargados def S o

Los oficiales que no se adhieran á la revolución deben ser arrestados inmediatamente, consideran -doseles como enemigos. «.-onsiaeran-

El Soviet, como primera- autoridad, tiena el «i. guíente programa. ' ^°^ ®' ®*

Primero. Oferta de una ]>az inmediata

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