La enseñanza de la Historia en torno a la Conciencia Histórica
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La enseñanza de la Historia en torno a la Conciencia Histórica, Memoria e Identidad
La enseñanza de la Historia, la memoria colectiva y la identidad poseen un vínculo estrecho que dan cuenta
de los debates sobre todo en las últimas décadas en el marco propio de la Didáctica de la Historia y las Ciencias
Sociales. Del mismo modo estos debates se producen en un momento en que los procesos de globalización y la
crisis en el mundo actual de las identidades nacionales predominan y evidencian la transición o pasaje de la
historia nacional a una historia multidisciplinar y multicultural al decir de Carretero. Sobre la base de este
contexto me cuestiono, ¿cómo las escuelas hacen frente a esta crisis?. Al respecto, los debates en referencia a la
enseñanza de Historia sugieren revisar el rol que tienen las instituciones educativas como transmisoras de saberes
históricos legitimados y constructoras de identidad nacional, también sugieren el estudio de la memoria colectiva
en el ámbito escolar, puesto que, como dice Carreteto “la escuela es un ámbito donde las sociedades se disputan
las memorias posibles sobre ellas”. Por lo tanto ¿cuál es el compromiso que las escuelas y en especial la
enseñanza de la Historia tienen respecto a la construcción de las memorias?, sobre esta cuestión me propongo
reflexionar a lo largo del desarrollo del ensayo.
Ahora bien, entre la relación Memoria e Historia, puedo decir que ambas hacen un tratamiento del pasado,
pero la Historia busca los recuerdos olvidados para describirlos y explicarlos, como expresa Galetti: “…descubrir
lo oculto, los secretos que la misma sociedad ignora…”1.En este sentido el papel de la Historia es construir
conciencia del tiempo. En consecuencia el historiador en su presente recuerda para el futuro como afirma
Carretero “El trabajo del historiador consiste en aprender a leer las señales del tiempo y descifrar su significado
futuro”2. Hasta aquí puedo decir que la Historia es una forma de memoria, pero como sostiene Carretero “… la
Historia no puede agotarse en la memoria…”3, aunque la memoria es necesaria porque de ella depende el
surgimiento de la identidad, sea particular o social, por lo tanto existe una memoria individual y otra colectiva y
esta última es inducida por el recuerdo de hechos del pasado, significativos socialmente, es decir, por historias
compartidas.
Adhiero a lo expuesto por Galetti, que la memoria trata de encontrar en el pasado respuestas, explicaciones
al por qué del presente. Entonces creo, siguiendo este análisis que la memoria es el objeto de estudio del quehacer
del historiador, pero esta memoria, como dice la autora debe ser crítica, reflexiva, no una memoria selectiva,
mitificada, como meros recortes del pasado manipulado por las políticas de estado, los discursos hegemónicos y/o
los medios de comunicación, es ante estos malos usos de la memoria y ante la mentira histórica como herramienta
política, que debe hacer frente el historiador. Por ende su función es la de organizar intelectualmente la memoria.
Ahora adentrando a la enseñanza de la Historia en las escuelas, debo decir que asomó como disciplina en
el currículum escolar a fines del siglo XIX en el contexto de la ley 1420, que prescribe la enseñanza laica y
1 Galetti, (A) y Pérez Campos, (N) “Memoria e Historia. Entre los fragmentos y las síntesis” En Revista Universitaria Hablemos de Historia Nº 3, Editora Entre Ríos. Paraná. 2005. Pág. 1672 Carretero, (M) et. al. “Enseñanza de la historia y memoria colectiva”, Editorial Paidos, Buenos Aires, 2009. Pág. 233 Carretero, (M) et. al. “Enseñanza de la … óp., cit., p. 43
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obligatoria, en este sentido se puede plasmar el programa político que tenía el Estado, el cual era construir al
ciudadano con identidad nacional, con el objetivo de homogeneizar a la población heterogénea producto de la
efectividad de la política inmigratoria llevada a cabo para cumplir con la premisa de Alberdi que decía “gobernar
es poblar”. Es así que la enseñanza de la Historia nació al servicio de las políticas estatales, de esta manera nace
la Historia en nuestro país (Carretero; 2009: p. 46-47).
En cuanto a este uso público de la Historia, me planteo la siguiente pregunta: ¿Cuál es el papel de la
historiografía como constructora del pasado? Este problema abre la lucha en términos discursivos entre los
historiadores, teniendo en cuenta que los discursos cumplen la actividad constructora de historia y de identidad, y
es donde se expresa la representación de los hechos históricos en una trama discursiva que debe tener coherencia
ética y estética. Se plantea la dificultad de quiénes son los que hacen una correcta explicación e interpretación del
pasado, o quienes no son afines a los ideales patrióticos, por lo que deduzco que esta “batalla” en el plano de los
discursos historiográficos, expone la cuestión de la identidad como un elemento de cohesión social y según a qué
discursos se adhieran se habrá construido o no la noción de ciudadanía.
Por ende la historiografía moderna colocó como centro la construcción de la identidad nacional, pero a
partir de 1989 cuando el mapa político mundial cambió abruptamente y comenzó el surgimiento de los Estados y
organismos internacionales supraestatales con hegemonía mundial, se produjo un gran impacto en el espacio
escolar, tornándose más multicultural, lo que llevó al debate sobre la renovación de la enseñanza de la Historia, lo
que evidencia que el currículum como construcción cultural no es estático, sino que es social e histórico.
Se desprende de lo que venía exponiendo que en la actualidad, dentro de un contexto de globalización, se
está dando el paso de una historia nacional a una historia multicultural como afirma Álvarez Junco al que adhiere
Carretero. En otras palabras hoy podemos hablar que la idea de Estado-Nación entró en crisis, frente al
protagonismo que al presente cumplen las entidades políticas locales y supraestatales. Y al decir de Carretero, este
marco de los procesos de globalización “suprimen la acción de las estructuras políticas tradicionales.” (Pág. 49).
Por lo tanto, ante este panorama actual nos preguntamos ¿Qué Historia enseñar? Esta pregunta se puede
responder, dependiendo la postura que adoptemos, por ejemplos para los neoconservadores, la enseñanza de la
Historia debe contribuir a la cohesión social a través de la recuperación de los valores patrióticos y religiosos. En
contraposición hay otra postura que ve en la enseñanza de la Historia, una herramienta para la emancipación
individual y social, para que los alumnos tengan hábitos propios de un historiador, como pueden ser, analizar,
problematizar, argumentar. Es decir que la Historia que se debe enseñar para formar a los alumnos tiene que ser
en un “pluralismo epistemológico”4. Entonces se entiende que el conocimiento del pasado no es una actividad
memorística, sino que por el contrario es una actividad constructiva y reflexiva, de ahí que la Historia es
contemplativa como afirma Galetti, por ello el oficio del historiador se mueve en un plano intelectual y crítico.
Del mismo modo los alumnos tienen que ir adoptando destrezas propias de los historiadores y es en este sentido a
4 Carretero, (M) et. al. “Enseñanza de la… óp., cit., p. 68
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lo que tiene que apuntar la enseñanza de la Historia en las escuelas y las universidades. Es preciso destacar que el
historiador al activar la explicación y la comprensión del pasado y presente para construir el futuro, está movido
por la Conciencia Histórica, puesto que nos muestra que el mundo es histórico como explica Lambruschini. Por
consiguiente, nos preguntamos ¿para qué nos sirve poseer conciencia histórica? Para responder coincido con el
análisis de Lambruschini, él nos dice que “…nos puede ayudar sobre los errores de nuestras representaciones
mediante la explicación y comprensión del pasado y presente…” 5 Cabe destacar entonces, que la conciencia
histórica es esencial para la educación y la ciudadanía, por lo tanto, ¿cómo la enseñanza de la Historia escolar
influye en la construcción de la conciencia histórica? ¿Qué tipo de conciencia histórica se debe impartir en este
contexto multicultural? Al respecto, opino que la enseñanza de la Historia en el nivel medio del sistema educativo
debe ser ejercida de manera crítica, basada en la rigurosidad del conocimiento y deben permitir a quienes
participan de su aprendizaje desarrollar un tipo de conciencia histórica crítica y genética, que permita desconstruir
las deformaciones de las historias y de las memorias. En palabras de Fonseca, la conciencia histórica “implica la
capacidad de aprender a mirar el pasado y rescatar su calidad temporal, diferenciándolo del presente…” 6 y de esta
manera proyecta un futuro.
Por último quisiera hacer referencia respecto a la autoconciencia histórica y siguiendo lo expuesto por
Lambruschini, digo que es una lucha por el presente y por el futuro y que esa autoconciencia está constituida por
el pasado, la memoria, y el futuro. Por eso todo recuerdo se hace desde el presente para un presente y para
orientar la construcción del futuro, para ello es necesario reconstruir, recuperar la memoria, que es una tarea
propia de la ciencia y la autoconciencia política. (Lambruschini; 2005).
Creo necesario referirme a la situación actual de la enseñanza de la Historia, ya que su mandato fundacional
no tiene vigencia actualmente, puesto que no podemos ahora hablar de una identidad nacional porque estamos
inmersos en un mundo globalizado, donde lo nacional se desdibuja y lo local y supraestatal domina la escena en el
plano internacional. Y esto gracias a los acontecimientos acaecidos en 1989 con la caída del Muro de Berlín, que
supuso el fin del mundo bipolar y el comienzo de una lógica de mercado capitalista a nivel mundial, el cual
estamos todavía transitando y que tuvo su impacto también en la educación con la puesta en marcha de las
políticas neoliberales. Estos cambios provocaron una revisión profunda como señala Carretero, de las historias
nacionales y locales, reconsiderándose el pasado, lo que significó importantes cambios en la enseñanza de la
Historia a nivel académico y en los currículos escolares como decíamos anteriormente, por lo que implicó
replantear los diseños curriculares y cambiar los contenidos a enseñar en las escuelas.
Al respecto creo, al igual que Fonseca, que el currículum puede contribuir para la formación de la
conciencia histórica de las identidades de los estudiantes y profesores de Historia, pero a pesar de estos cambios
5 Lambruschini, (G) “La autoconciencia histórica” En Revista Universitaria Hablemos de Historia Nº 3, Editora Entre Ríos. Paraná. 2005. Pág. 1516 Fonseca, (S) y Silva Júnior (A)”Conciencia histórica, identidades, y enseñanzas de Historia en escuelas, en el medio rural brasileño” En Revista Reseñas Nº 5, APEHUN, 2006, p.178-180
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para Pagés, en la actualidad no se han provocado cambios relevantes en la enseñanza de la Historia, en las
escuelas los alumnos siguen acumulando información sin reflexionar sobre lo que se enseña, en vez de instarlos a
tener una conciencia histórica crítica. En este sentido para Fonseca, no sólo depende de la escuela, sino también
inciden la familia, los medios de comunicación y aquí el rol del historiador carece de impacto en los medios, por
lo que es poco probable que se pueda insistir y ayudar a crear conciencia histórica en los estudiantes, en este
sentido Galetti expresa que “… el discurso del historiador en la sociedad está ausente, porque está enmarcado en
el ámbito académico, porque su discurso carece de impacto mediático, lo que significa un conflicto con la
memoria…” (Galetti; 2005: pp. 150-160)
Para terminar en la actualidad asistimos dentro de un marco globalizado, a la insistencia del diálogo
multidisciplinar y global como propone Carlos Barros, por lo que se hace hincapié en que el pasado es plural.
Además es preciso avanzar en la formación y enseñanza de una conciencia histórica crítica, otorgándole
relevancia a la construcción de problematizaciones históricas.
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