La Encerrona

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán LA ENCERRONA CAPÍTULO 1 Rakel abrió la puerta del pub y buscó con la mirada. Al fondo descubrió lo que buscaba. Sus compañeros, Victor y Chester hablaban animadamente y parecían estar pasándolo muy bien a juzgar por las risas que llegaban hasta ella. Molesta porque no la habían invitado a unirse a ellos tras una larga jornada de trabajo se acercó hasta el lugar donde estaban sentados. Varias cabezas masculinas y alguna femenina, siguieron su paso sin que ella fuera consciente de la admiración o la envidia que, según el caso, despertaba. Su elevada estatura y el color de su pelo, rubio cobrizo, la convertían en foco de miradas por donde quiera que iba. - Hola chicos – dijo casi gritando para que la oyeran - ¿Se me admite en el club? Ellos levantaron la cara sorprendidos. Desde luego, por la expresión de sus rostros, no parecía hacerles mucha gracia la propuesta. - Hola Rakel –Victor intentó hilar unas palabras sin que se notara mucho que ya llevaba más copas de las que podía soportar- claro que te puedes unir a nosotros, ¿Verdad Chester?- se volvió hacia su colega intentando enfocarlo con la mirada. Chester levantó la botella en su dirección y asintió. Rakel alucinaba “¡ están borrachos.!, están borrachos como cubas”. Nunca, en todos los años que los conocía los había visto en esas condiciones.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

LA ENCERRONA

CAPÍTULO 1

Rakel abrió la puerta del pub y buscó con la mirada. Al fondo descubrió lo que

buscaba. Sus compañeros, Victor y Chester hablaban animadamente y parecían estar

pasándolo muy bien a juzgar por las risas que llegaban hasta ella. Molesta porque no la

habían invitado a unirse a ellos tras una larga jornada de trabajo se acercó hasta el

lugar donde estaban sentados. Varias cabezas masculinas y alguna femenina,

siguieron su paso sin que ella fuera consciente de la admiración o la envidia que, según

el caso, despertaba. Su elevada estatura y el color de su pelo, rubio cobrizo, la

convertían en foco de miradas por donde quiera que iba.

- Hola chicos – dijo casi gritando para que la oyeran - ¿Se me admite en el club?

Ellos levantaron la cara sorprendidos. Desde luego, por la expresión de sus

rostros, no parecía hacerles mucha gracia la propuesta.

- Hola Rakel –Victor intentó hilar unas palabras sin que se notara mucho que ya llevaba

más copas de las que podía soportar- claro que te puedes unir a nosotros, ¿Verdad

Chester?- se volvió hacia su colega intentando enfocarlo con la mirada.

Chester levantó la botella en su dirección y asintió.

Rakel alucinaba “¡ están borrachos.!, están borrachos como cubas”. Nunca, en

todos los años que los conocía los había visto en esas condiciones.

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Hacía casi ocho años que había llegado como residente a la clínica donde ellos

trabajaban, después, MacGregor, el dueño de dicha clínica, le ofreció quedarse en el

equipo y ella aceptó sin dudar. Le gustaba su trabajo allí, le gustaban sus compañeros

y hasta le gustaba su jefe, Con el paso del tiempo, aquellas personas se habían

convertido en sus mejores amigos, casi en su única familia.

- Chicos ¿estáis bien? – preguntó preocupada

- Nunca hemos estado mejor- Victor se tambaleó un poco pero rápidamente rectificó su

posición.

Decidiendo que ya habían tenido bastante y viendo que iba a ser imposible hablar

con ellos nada que les exigiera un mínimo de concentración les dijo mientras agarraba

a cada uno de un brazo e intentaba levantarlos

- Venga machotes, nos vamos a casa.

- ¿A casa? –se alarmó Chester- pero si no hemos terminado.

- Habéis terminado, por lo menos por esta noche – dijo mientras que le hacía una

señal al camarero para que le cobrara – y que sepáis que esta ronda me la vais a

pagar en cuanto podáis volver a sumar dos más dos.

- Yo no me quiero ir – protestó Victor.

- No tienes opción a queja – lo empujó hacia la puerta, luego se volvió a Chester y le

ordenó- ¡Chester!, en marcha.

- Si señora.- intentó cuadrarse, consiguiendo únicamente un gesto de los más cómico

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para los que estuvieran observando.

Rakel suspiró resignada e intentó llevarlos hasta el coche sin tener demasiados

problemas. Primero llevó a Chester hasta la puerta de su casa, parecía estar en

mejores condiciones y podría subir solo. Victor....Victor era harina de otro costal, con

más de metro noventa de estatura era difícil de manejar y para colmo cuando llegaron

a su casa se había dormido. Intentando despertarlo lo sacudió sin contemplaciones y

aprovechando que reaccionaba medianamente aprovechó para sacarlo del coche. En

ese momento él pareció darse cuenta de su presencia y apoyándose en la puerta

intentó enfocarla

- Hola, ¿quién eres?

- Tu peor pesadilla – dijo con calma, mientras que intentaba enderezarlo – venga

vamos para casa

El no parecía tener intención de moverse.

- ¿Tú sabes donde vivo? – preguntó con extrañeza

- Pues claro, muévete – lo empujó para que caminara, pero aquel tipo era como una

roca, con su envergadura y todos aquellos músculos era imposible moverlo, ni

siquiera un poquito, en contra de su voluntad.

- Yo te conozco, - su lengua parecía enredarse consigo misma, apenas se entendía

lo que se suponía que pretendía decir - eres muy guapa ¿sabes?

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Rakel se sorprendió al oírle, Victor no era muy dado a los piropos y mucho menos

dirigirlos hacia ella, así es que intentó contestar con normalidad

- Bueno, nada fuera de lo común

El la observó fijamente.

- Eres preciosa – sentenció- ¿seguro que no nos conocemos?

Rakel estaba empezando a perder la paciencia

- Victor, si no colaboras no vamos a llegar nunca. No puedo contigo.

El decidió ponerse en marcha le pasó el brazo por los hombros y ella le sujetó

por la cintura. Esperaba no acabar rodando por el suelo. A trancas y barrancas

llegaron hasta la puerta del apartamento. Rakel no se atrevía a soltarlo para buscar la

llave, si se caía lo iba a pasar muy mal intentando levantarlo. Por fin consiguió

encontrarlas y abrir.

- Venga doctor un esfuerzo más y estarás a salvo.

Al llegar junto a la cama lo dejó caer, le subió las piernas y le quitó los zapatos,

luego buscó una manta con que taparlo. Cuando ya se retiraba oyó la voz de Victor

que con voz estropajosa le preguntaba

- ¿Me puedes dar un beso princesa? – ella elevó las cejas preguntándose en silencio

“¿princesa?” – ¿de dónde había sacado ese vocabulario?

Pensando que en ese estado era inofensivo y que probablemente al día siguiente

no se acordaría de nada, decidió complacerlo, total, ni siquiera la reconocía...

Despacio se inclinó sobre él para darle un beso en la mejilla pero él giró la cara y le

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atrapó los labios a la vez que levantaba los brazos y la hacía caer sobre él.

- Quédate conmigo - susurró.

Ella no esperaba esa reacción ni en sus más locas fantasías. El doctor Davidov

era la persona más correcta que había conocido nunca. Tenía que estar muy borracho

para que se comportara de esa manera. El nunca perdía el control y ahora parecía

haberlo perdido por completo y para su desesperación, creía que estaba con otra

persona, se dijo Rakel con pesar. O sea, se permitía esas licencias con quien fuera

menos con ella. Enfadada le susurró al oído dulcemente.

- No hagas que recurra a métodos dolorosos. Suéltame, por favor.

Con una docilidad que la sorprendió, el bajó los brazos suavemente y se quedó

mirándola como si no la hubiera visto nunca.

- ¿Sabes?-le dijo- me recuerdas a alguien a quien quiero mucho, pero ella no me

corresponde – le confesó con tono lastimero.

- ¿Estás seguro?

- Si. No me hace caso, me evita y siempre se enfada conmigo – protestó como un

niño al que su maestra castiga por portarse mal-. Seguro que me desprecia.

- No digas tonterías. Mañana con la cabeza despejada ya verás como no piensas así.

- No quiero despejarme la cabeza. Solo quiero olvidarla

- ¿Por eso has bebido? - preguntó asombrada. Por lo que deducía de todas esas

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palabras sin sentido es que se había emborrachado porque ella no le correspondía-

tenemos que hablar- decidió- pero lo haremos cuando puedas conectar un

pensamiento con el siguiente. Deberías dormir un poco.

- No quiero dormir - protestó con obstinación- cuando despierte habrás desaparecido.

Rakel nunca lo había visto en ese estado, lo cual le permitía ver otra faceta de él,

que aunque sospechaba existía, nunca había manifestado. Por lo menos a ella.

Además de responsable, trabajador, amigo de sus amigos, controlado y un poco loco,

eso era lo que se veía, había un Victor sensible y con miedo a no ser querido. Esos

rasgos permanentemente ocultos, finalmente le habían superado y le habían llevado

al estado de embriaguez suficiente para hacerle hablar de sus sentimientos. Otra cosa

que jamás hacía. Nadie conocía a ciencia cierta que le hacía sufrir.

- Mira, vamos a hacer una cosa – intentó tranquilizarlo - yo me quedo contigo y tu te

duermes. ¿Vale?

El empezó a decir algo pero poco a poco sus ojos se cerraron sin llegar a añadir

nada más. Rakel se aseguró que estaba bien. Se puso en pie, recogió sus cosas y

salió del apartamento cerrando la puerta silenciosamente.

“Bueno, bueno, pensaba Rakel entre divertida y desconcertada. Así que el gran

Victor Davidov tiene fisuras en su armadura y por lo que he podido sacar en claro soy

la responsable de que se haya agrietado.” Quizá, después de todo, todavía había

alguna esperanza para ellos. Aunque hubiera contado su gran secreto a una

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“desconocida” y aunque estuviera borracho, Rakel tenía la información y pensaba

utilizarla. Cuando estuviera consciente y en plena posesión de sus facultades iba a ser

muy difícil que lo reconociera y mucho menos delante de ella, así es que sin duda se

imponía un plan de ataque, no iba a permitir que su tozudez diera al traste con los

sentimientos de ambos. Ahora ella iba a empezar a divertirse.

CAPÍTULO 2

A la mañana siguiente Rakel estaba en la puerta de su despacho cuando Victor

salía del ascensor, en ese momento se oyó la voz del Director del hospital, Gaspar

MacGregor, que parecía estar esperándolo.

- ¡Doctor! – Rakel notó que su compañero se encogía perceptiblemente, como si le

hubieran dado un golpe y entonces comprendió divertida, tenía resaca, y el grito de

MacGregor seguro que le había retumbado en la cabeza como el estallido de un

látigo. El pobre se dirigió al despacho de su jefe como cordero que va al matadero

lanzando a Rakel una mirada de auxilio que ésta ignoró entrando en su despacho.

Rakel sabía que antes o después, más bien antes, iría a tomar un café, necesitaría

despejarse y seguro que hubiera sido lo primero para hacer en su lista de prioridades

si no lo hubieran interrumpido, así es que solo tenía que estar pendiente del momento

en que se dirigiera a la sala de descanso para encontrarse con él y empezaría la

fiesta.

Cuando Víctor entró, Chester estaba ya sentado en una de las sillas situadas

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frente a la mesa de Gaspar. Los dos cruzaron una mirada de resignación y un “¿cómo

estás?, yo fatal “cuando el jefe empezó a hablarles del nuevo caso que se les había

llegado.

MacGregor observaba a sus dos mejores médicos sin entender muy bien que

estaba pasando. Las miradas de los dos estaban un poco extraviadas y de vez en

cuando se ausentaban por completo. Estaba seguro de que no lo estaban escuchando

- Señores. ¿Hay algo que deba saber?

- No Señor – contestó Victor- solo una mala noche

MacGregor dirigió su mirada a Chester esperando su contestación

- Yo también Señor – contestó éste.

- Veamos – a Gaspar se le estaba acabando la paciencia, por los síntomas, tenía la

impresión de que dos de sus mejores médicos se habían corrido una gran juerga y

ahora disfrutaban de una enorme resaca. Decidió jugar con ellos un rato.

- Los dos han pasado una mala noche

- Si Señor – contestaron a la vez

- Supongo que sus hijos han pasado todo el tiempo llorando, o quizá sus vecinos

arrastraban los muebles o la vecina de enfrente vino a pedirles azúcar

Ambos se dieron cuenta que su jefe no se creía una palabra y que además

adivinaba lo que había pasado, pero no andando todavía muy rápidos de reflejos, no

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pudieron pronunciar ni una palabra de disculpa. Gaspar se volvió a adelantar en su

discurso.

- Será mejor que se tomen un café o una jarra, me da igual y se despejen. Los quiero

al cien por cien en una hora ¡¿Entendido?! –dijo elevando la voz, lo que hizo que los

dos se volvieran a encoger

- Si Señor - Volvieron a contestar

- Pueden retirarse.

Mientras salían, una sonrisa de oreja a oreja se extendió por la cara de Gaspar

MacGregor, quien a pesar de ser su jefe los quería casi como a sus hijos. Hicieron con

él la residencia y al terminar ésta, les pidió que se quedaran a trabajar para él. Poco

después llegó Rakel, quien se integró perfectamente en el trabajo. Si señor, se dijo

satisfecho, mientras se reclinaba en el sillón, había conseguido un buen equipo,

trabajaban bien y duro y se habían convertido casi en una familia.

Cuando estuvieron a salvo dentro de la sala Chester preguntó

- ¿Te encuentras tan mal como yo, o es que me estoy haciendo viejo?

- No me hables. Tengo la cabeza como si estuvieran tocando tambores sioux dentro

de ella – decía mientras iba preparando un café- y lo peor – continuó- no me acuerdo

de nada.

- Bueno, teniendo en cuenta que me llevabas ventaja no me extraña.

Víctor llevaba toda la mañana dándole vueltas a una pregunta, hasta que por fin

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se decidió a preguntar

- A propósito – dijo titubeando - ¿cómo llegué a mi casa?

Chester lanzó un prolongado silbido

- Compañero, que mal te veo. ¡Es verdad que no te acuerdas de nada! Nos llevó

Rakel

Ahora, además de dolorido y confuso estaba sorprendido

-¿Rakel? ¿Nuestra Rakel?- le preguntó mirándolo. Su compañero se limitó a sacudir

la cabeza

Ella eligió ese momento para aparecer en escena diciendo

- Buenos días chicos, espero que estéis mejor y dirigiéndose a Victor le dijo

- Buenos días cariño- y empinándose lo besó en la mejilla. Después, como si ese

saludo fuera lo más normal del mundo entre ellos, se volvió tranquilamente para

servirse un café.

Ante ese beso y esas palabras cariñosas Chester se volvió como si le hubiera

mordido una serpiente y Victor se quedó paralizado mientras su cara pasaba del

blanco al verde en colores sucesivos. “¿cariño?”,le había llamado cariño y le había

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besado delante de Chester a quien buscó con la mirada intentando que éste le diera

una explicación. Éste se limitó a encogerse de hombros. Aprovechando el

desconcierto Rakel volvió a la carga

- Mi amor ¿Te encuentras bien? – le preguntó solícita apoyándole una mano en el

brazo

¡NO! Gritó él mentalmente. No estoy nada bien. Eso no podía estar pasándole.

¿Es que Rakel había perdido la cabeza o era él quien se estaba volviendo loco?

¡Maldición! No entendía nada y su magullada cabeza se negaba a cooperar. En ese

momento solo tenía clara una cosa No iba a volver a beber en su vida.

Entre la neblina que ocupaba su cerebro oyó a Rakel que decía

- Voy a buscar unas aspirinas, creo que las necesitáis – y sin esperar respuesta volvió

a salir como un torbellino.

Chester que estaba apoyado contra uno de los armarios miró fijamente a Victor,

quien parecía haber sido abducido a otro plano. El no estaba allí, solo era el

espectador de aquel lío. Pero su compañero se ocupó de devolverlo a la realidad

- Colega ¿Qué hiciste anoche?

- ¿Me lo puedes decir tu? – preguntó esperanzado

- Lo siento. Me dejasteis a mí primero. Lo que pasó después creo que solo ella lo

sabe-dijo señalando hacia la puerta.

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- Pero... ¡no puede ser! Me ha llamado cariño- repetía incrédulo ¡Por Dios! Que es

Rakel ¿Te das cuenta?

- Yo si. La cuestión es saber si anoche, te la diste tú.

Iba a contestar cuando apareció en la puerta una de las enfermeras que más

tiempo llevaba trabajando en la clínica, más que compañera Carly era también parte

de la gran familia que Gaspar MacGregor había llegado a formar. Puesta en

antecedentes por Rakel miró a los dos doctores con curiosidad – no se los imaginaba

borrachos- sin mediar palabra, se dirigió primero a uno y luego al otro les dio dos

aspirinas a cada uno.

- La doctora Oaks me ha dicho que les entregue esto y que la disculpen por no

traerlas ella pero ha tenido que atender con urgencia a un paciente que acaba de

llegar.- y disimulando una sonrisa añadió- espero que se repongan pronto el jefe no

parece estar en su mejor día.

Tras tomarse las pastillas Victor anunció a su compañero que iba a salir un

momento, aquel ambiente y todos aquellos acontecimientos lo estaban empezando a

agobiar de verdad.

- Necesito pensar en todo esto – le explicó – voy a bajar al parque a que me de el aire.

- Si puedo ayudar…. – se ofreció Chester

- Gracias pero necesito estar solo – y sobre todo necesitaba saber qué había pasado

la noche anterior.

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CAPÍTULO 3

Sentado en un banco del parque recordaba qué lo había llevado a esa situación.

La tarde anterior había tenido una monumental trifulca con Rakel, quien últimamente

estaba muy irascible. La gota que había colmado el vaso fue un informe sobre un

paciente que había presentado a Gaspar sin consultarle. Ella entró en su despacho

como un furioso ciclón echándole en cara su egocentrismo y su falta de respeto.

Cuando él intentó defenderse, Rakel no se lo permitió. Habían llegado a un punto en

que ya no sabía si hablaban del informe o de ellos mismos. Al final ella acabó

gritándole

- Nunca has confiado en mí – él había intentado contestar pero ella le cortó con un

gesto de su mano – Hazme un favor ¡olvídame! – y salió dando un portazo que seguro

había dañado la estructura del edificio.

Al darse cuenta de lo que realmente había pasado, Víctor se hundió en la miseria

más absoluta. El ambiente entre ellos habías llegado a estar tan enrarecido que ya ni

siquiera le había dado la opción de defenderse, simplemente lo había echado de su

vida. Al dar el portazo había cerrado cualquier tipo de relación personal entre ellos.

Estaba todavía lamentándose cuando Chester pasó a invitarlo a una cerveza después

del trabajo

- ¿Por qué no? – dijo abatido

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Y ahí había empezado todo. Tomaron una cerveza y hablaron, tomaron otra y

siguieron hablando y llegaron a un punto en que ya solo había cerveza, la

conversación se había vuelto imposible.

Se levantó y empezó a caminar despacio mientras trataba de recordar.

Vagamente evocó un beso suave, un peso sobre su cuerpo, un susurro de mujer… al

principio había creído que eran alucinaciones pero ahora suponía que había ocurrido

de verdad. ¡Maldita sea! Pensaba mientras daba una patada a una piedra, ocho años

deseando en silencio a su compañera, ocho largos años sin decidirse y ahora que por

fin había dado el paso hacia delante NO podía acordarse de lo sucedido. Si no fuera

porque todavía le dolía la cabeza se la golpearía contra un árbol. Suspirando decidió

que era hora de regresar a enfrentarse con Gaspar. Más tarde tendría que hablar con

Rakel para que ésta le aclarase unas cuantas cosas.

No muy lejos de allí Rakel también andaba metida en su cavilaciones. Se

preguntaba si no se habría pasado. La cara de Chester era un poema pero la de

Victor no tenía precio. Los pobres tenían un aspecto penoso, claro que eso solía pasar

cuando uno se pasaba la noche anterior bebiendo. Se dijo para aliviar su sentimiento

de culpa.

“¿Le doy otra vuelta a la tuerca o lo dejo en paz?”- se iba preguntando. La verdad

es que se merecía pasar un mal rato por lo que le había hecho pasar el día anterior.

Había pasado de ella y había presentado el informe sin consultarle, pero también era

cierto que podía haber una explicación lógica para ese comportamiento, lo malo era

que ella estaba tan enfadada que no le había dejado explicarse. Su relación no estaba

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en el mejor momento y a la mínima que uno hacía, el otro se sentía herido. Tras

reflexionar un rato y darse cuenta de que había sido injusta fue a buscarlo para hablar

con él pero ya no lo encontró. Por eso había aparecido en el pub. Carly les había oído

decir que irían allí después del trabajo. Lo que no esperaba era encontrarse con el

cuadro con el que se había topado.

Después de darle unas vueltas más al asunto decidió que le daría un poco más de

cuerda con la que ahogarse y luego le contaría la verdad. Solo esperaba que no se

enfadara mucho.

La siguiente vez que Rakel y Victor se vieron fue ante la puerta del despacho de

Gaspar. Victor pidió permiso para entrar y Rakel le dejó pasar primero. Aprovechando

la ocasión para darle disimuladamente un pequeño azote en el trasero. Victor

trastabilló hasta el centro de la estancia mudo de espanto. No hubiera podido articular

palabra aunque le hubiera ido la vida en ello. “¿qué diablos había pasado?”

- Doctor- oyó la voz de MacGregor como si viniera de otra galaxia- ¿todavía no se ha

recuperado?- el tono formal de su jefe le debía indicar que se estaba enfadando, pero

estaba demasiado confundido para advertirlo.

- ¿Eh? No....digo sí.....-comenzó a tartamudear

Rakel se acercó a él preguntándole inocentemente

- ¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte?

- ¡No! – gritó dando un salto hacia atrás- no quería que se le acercara, el hilo que lo

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separaba de la cordura estaba a punto de partirse – no- repitió ya más suave-

gracias, estoy bien. Creo. Y luego tras meditar un momento se dirigió a su jefe –

Señor ¿le importaría si salgo un momento? – necesitaba recuperar la compostura.

- No doctor – dijo resignado- no me importa, es más tómese la tarde libre, lo veo muy

alterado y aquí no hace mas que estorbar.

- Gracias señor – dijo saliendo mientras lanzaba una furtiva mirada a Rakel, quien

inclinó la cabeza para que no la viera sonreír.

- Doctora – dijo ahora dirigiéndose a ella- ¿Qué le ha hecho a su compañero?

- Nada señor – dijo seria – como si yo pudiera hacerle algo.

- Se que se traen algo entre manos y no sé si me gusta, aunque he de decirle que me

encanta ver a Davidov tan descolocado como lo he visto hoy. Parece que le ha cogido

miedo.

Ella se encogió de hombros como indicándole que no sabía por qué.

- En fin – continuó él, les he llamado para comunicarles algo pero en vista del éxito

que hemos tenido, se lo diré a usted y luego ya le pondrá al corriente.

- Si señor.

- Verá, últimamente no me he encontrado muy bien – ante la mirada de preocupación

de Rakel se apresuró a tranquilizarla – no, no pasa nada, pero ya sabe, en casa del

herrero… Al final he decidido hacer caso a mi médico y me voy a tomar un descanso,

así es que a partir de mañana me tomo una semana de vacaciones y usted se

quedará al mando

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Ella se quedó totalmente asombrada pero no replicó, normalmente Gaspar siempre

sabía lo que hacía y por qué lo hacía.

- Si señor – acató la orden, lo malo era que no tenía ni idea de como le daría la noticia

a Victor ni de cómo se la tomaría éste, era muy competitivo y no le iba a hacer ninguna

gracia que la hubiera elegido a ella para sustituirlo durante unos días.

Como si le hubiera leído el pensamiento le aclaró

- Hubiera querido decírselo yo personalmente pero ya ha visto la situación- ella asintió.

- Bueno, la dejo encargada – no hagan muchas locuras en mi ausencia – dijo dando

por terminada lo conversación.

- Lo intentaremos – dijo Rakel, que salió tras observarle un momento.

Al entrar en su despacho vio una nota pegada en la pantalla del ordenador

“Me voy a casa. Tenemos que hablar. Llámame” No había firma pero no hacía falta

ser adivino para saber de quien era. Había llegado la hora de la verdad. La diversión

estaba llegando a su fin. Tendría que confesarle que todo era una broma o seguir

fingiendo y llegar hasta las últimas consecuencias. Lo llamaría, de todas formas tenía

que hablar con él para darle las últimas noticias. Cansada, se dejó caer sobre su sillón.

Iba a ser una tarde muy larga.

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CAPÍTULO 4

Víctor estaba delante de la puerta del apartamento de Rakel, había ido allí cientos

de veces por cientos de motivos diferentes pero nunca había estado tan nervioso. No

podía comprender que le estaba pasando a su compañera pero iba a descubrirlo.

Todavía le daban escalofríos al recordar la escenita en el despacho de Gaspar. Al final

reunió el valor necesario para llamar. No le había dado tiempo casi a bajar la mano

cuando Rakel abrió la puerta. Al verla sintió como si le golpearan en el pecho. En

contraste con la ropa seria que llevaba para ir a trabajo, el sencillo vestido de tirantes lo

había dejado K.O. estaba preciosa. Cerró los ojos y volvió a abrirlos, se estaba

volviendo idiota, era su compañera, por Dios. Siempre le había gustado. Desde la

primera vez que la vio algo lo guiaba hacia ella, pero también siempre, se había

resistido a esa atracción, pensaba que si traspasaba la línea del compañerismo y

amistad podían surgir muchos problemas que ninguno de los dos necesitaba.

Problemas que, por otra parte, habían empezado a aparecer desde que, por lo visto, se

había saltado esa línea que él nunca quiso sobrepasar de manera consciente. Volvió a

mirarla, esa noche pareciera diferente. ¿Más asequible?

- ¡Victor! – oyó que le estaba hablando. ¿Piensas quedarte en la puerta toda la noche?

- Perdona – se disculpó mientras entraba- estaba distraído

- ¿Aún no te has recuperado de lo de anoche?

- No me lo recuerdes – y aprovechando que ella había sacado el tema se decidió a

preguntar- oye ...sobre lo de anoche....- en ese momento el timbre del teléfono lo

interrumpió

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- Disculpa – dijo Rakel mientras contestaba- ¿si?

- -........

- Si, soy yo

- ......

- ¿Qué? -Su voz sonaba alarmada-¿cuándo?

- ...........

- ¿Dónde está?

- ...........

- Bien. Iremos para allá, gracias por llamar.

El tono de voz que empleó Rabel alertó a Victor, que vio como colgaba despacio,

se dirigía al sofá sin pronunciar palabra y se sentaba con la mirada perdida.

- Rakel ¿qué pasa?- dijo acercándose y colocándose delante de ella. Ante la falta de

respuesta la cogió por los hombros y la sacudió suavemente. Rakel ¿que ha pasado?

- Gaspar, me dijo que no me preocupara, pero el muy cabezota no se encontraba bien

- ¿Puedes decirme de que hablas?

Al fin pareció reaccionar. Lo miró a los ojos y empezando a temblar le dijo:

- Es Gaspar. Ha sufrido un infarto. Lo han llevado al hospital.

Víctor se dejó caer a su lado completamente anonadado. ¿Gaspar grave? No podía

ser. Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos. Parecía que habían

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pasado siglos desde que se despertó esa mañana con su tremenda resaca. Entonces

pensó que no era posible que el día empeorara. No podía haber estado más

equivocado, conforme pasaban las horas se había ido convirtiendo en un infierno hasta

llegar a ese momento. Ya no se imaginaba que más podría pasarle pero dado el cariz

que estaba tomando todo no iba a tentar a su suerte. Esa ley de Murphy que decía

“todo aquello susceptible de salir mal siempre sale mal” se había cebado con él durante

toda la jornada. Su cabeza estaba a punto de salir disparada de su cuerpo cuando

sintió que Rakel le agarraba el brazo y le decía suavemente

- Tenemos que irnos, quiero estar allí

- Si, por supuesto – dijo reaccionando – Se levantó y agarrándola de la mano la llevó

hasta su coche dejando allí olvidados todos sus problemas. Ahora su prioridad era su

jefe y amigo.

En el hospital encontraron a Eva, la secretaria de MacGregor, paseando nerviosa

en la sala de espera.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Víctor nada más entrar.

La joven tenía los ojos rojos, llevaba llorando desde que lo encontró dos horas

antes

- Oí un golpe – sollozó – entré en su despacho y lo encontré en el suelo, parece que

intentó salir a buscarme y tropezó con la silla.

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- ¿Cómo está? – ahora fue el turno de Rakel preguntar

- No sabemos nada. Me han dicho que hay que esperar.

Esperar era lo peor. Habían intentado entrar pero el compañero que lo atendía los

mandó de vuelta a la sala sin contemplaciones alegando que estaban demasiado

implicados personalmente con el paciente y que lo único que hacían era estorbar.

Había pasado otra hora y seguían sin noticias. Victor observaba a Rakel en silencio.

Esta se encontraba frente a la ventana y miraba, absorta, hacia fuera aislada de todo.

Tenía los brazos alrededor de sí misma como si se abrazara para darse calor. Si había

una palabra que nunca habría aplicado a su compañera era vulnerable y en ese

momento era la única que describía su aspecto. Se levantó y se acercó colocándose

silenciosamente a su lado.

- Se pondrá bien – dijo tanto para darle ánimos a ella como a sí mismo

- ¿Tu crees? – levantó los ojos hacia él esperanzada

- Ya verás como sí- En ese momento apareció el cardiólogo, instintivamente Rakel se

le acercó y él le pasó el brazo por la cintura acercándola a su costado, el contacto les

proporcionaba valor a ambos.

- Ya han terminado de hacerle las pruebas- dijo- esta noche la pasará en cuidados

intensivos pero está estable y fuera de peligro

Al oír esto las piernas de Rakel dejaron de sostenerla, si Victor no la hubiera estado

sujetando habría caído al suelo. Adelantándose a la siguiente pregunta el médico

continuó

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- Solo podéis verle unos minutos y de uno en uno. ¡Ah! Y no le deis conversación, ya

sabéis que no sabe desconectar del trabajo.

Victor asintió, conocía demasiado a su jefe para saber que su compañero tenía razón.

- ¿Alguien ha avisado a su hija? – preguntó antes de entrar a la UCI

- Si - contestó Eva - llegará mañana por la tarde – y mirando a Rakel añadió – si no le

importa mañana me gustaría estar aquí hasta que ella llegue.

- Por supuesto, no te preocupes, ya me arreglaré

Víctor miraba a una y a otra sin comprender por qué Eva pedía permiso a Rakel

para faltar al día siguiente

- ¿Me he perdido algo?

- Gaspar tenía vacaciones desde mañana – explicó la secretaria- la doctora Oaks iba a

ocupar su lugar.

- Y ¿Cuándo pensabas decírmelo?- preguntó molesto mirando a su compañera

- El nos llamó a los dos esta tarde para comunicárnoslo pero por si no lo recuerdas,

pediste permiso para ausentarte - le dijo con toda intención mirándolo con picardía- si

no fuera porque no lo creía posible, habría jurado que Victor se ruborizaba- iba a

contártelo esta tarde cuando viniste a casa pero ya sabes lo que pasó.

Al recordar esa tarde Victor le dijo

- Rakel, tenemos que hablar, hay pendiente una conversación entre tu y yo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Ella asintió.

- Mañana a primera hora será lo primero que hagamos – dijo con aire cansado.

El día estaba pasando factura a Victor que se apresuró a dejar a Rakel en su

apartamento para poder volver a su casa a dormir algo. Cuando iba a bajar del coche

ella se inclinó para darle un beso de buenas noches. El apretó las manos en el volante.

Si la hubiera tocado, a pesar del cansancio, podía haber hecho alguna tontería como

devolverle el beso hasta perderse por completo.

- Buenas noches – contestó suavemente. Cuando Rakel cerró la puerta suspiró

aliviado, sus emociones se le estaban escapando de las manos.

Mientras se acostaba, Rakel recordaba la actitud de Victor en el coche cuando lo

había besado. Juraría que había estado a punto de rendirse. Tendría que emplearse a

fondo si quería hacerle reaccionar. Acababa de tener una idea, a primera hora haría

alguna llamada e iría cerrando el cerco sobre él, o al menos eso esperaba.

CAPÍTULO 5

A la mañana siguiente Rakel estaba pendiente de la llegada de Victor, sabía que lo

primero que haría sería ir a hablar con ella y le tenía preparada otra pequeña sorpresa,

bueno en realidad eran dos, pero la segunda no sabía cuando aparecería.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Víctor se dirigió al despacho de Gaspar y llamó a la puerta, oyó un lejano ¡Pase! Y

curioso entró. El espectáculo lo dejó atónito, su mandíbula se desencajó y sus pies se

quedaron clavados al suelo. Rakel estaba de espaldas, subida en una silla e intentaba

coger algo de una de las estanterías de arriba dejando ver sus espectaculares piernas

hasta más arriba de medio muslo

- ¿Victor?- preguntó por encima del hombro

Recordando que tenía que cerrar la boca habló casi sin voz

- ¿Qué haces ahí subida?, te vas a matar

- Deja de hablar y ayúdame - pidió

El se acercó hacia la silla extendiendo los brazos para agarrarla por la cintura. Una

vez estabilizada, ella apoyó las manos en sus hombros y se dejó caer deslizándose a lo

largo de su cuerpo hasta tocar el suelo.

- Gracias- susurró – mirándolo a los ojos sin soltarse

- Rakel...-empezó a hablar sin conseguir casi ningún sonido, se aclaró la garganta y lo

intentó de nuevo – No entiendo nada ¿me puedes explicar qué estás haciendo?

- Coger un libro – dijo ella mientras se soltaba y se dirigía a la mesa. Necesitaba ganar

tiempo y recuperar la compostura. De acuerdo, lo estaba provocando pero a ella

también le afectaba.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Víctor decidió ir directo al tema si no lo hacía terminaría totalmente tarumba antes

de que terminara la mañana.

- Rakel – empezó casi con miedo- ¿qué pasó la otra noche en mi casa?

Fingiendo sorpresa le contestó

- ¿Me estás preguntando qué paso en tu casa? ¿no te acuerdas de nada? – y como si

hablara para sí misma -¿entonces qué estoy haciendo?

- Deja de hablar sola e intenta contestarme porque me vas a volver loco, no me irás a

decir que tu comportamiento es muy normal últimamente. No es que me queje – añadió

rápidamente – pero es que no lo entiendo.

- Bueno... verás...-.ya no sabía que decirle, definitivamente el juego había terminado-

en realidad, tu habías bebido un poco, bueno – se corrigió – estabas como una cuba,

así es que te llevé a casa y hasta conseguí llevarte hasta la cama – Victor seguía sus

palabras con gran interés, por fin iba a saber qué había hecho. En ese momento

sonaron unos golpes en la puerta que hicieron a los dos girar la cabeza, el uno

exasperado y la otra aliviada.

- Doctora Oakes – dijo un hombre desde la puerta.

Rakel se levantó como un rayo y se dirigió hacia él

- ¡Jeff! – Gritó lanzándose sobre él y abrazándolo, ¿cuándo has llegado? – le preguntó encantada

- Ayer noche, y como verás lo primero que he hecho hoy es venir a ver a mi chica favorita

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

“¿Su chica? Pensó Victor, él creía que era la suya. Vale, no sabía nada y en vez de aclararse,

ahora la cosa se complicaba más y por lo que intuía, de momento, iba a seguir en la más absoluta

de las ignorancias". Lentamente se fue poniendo de pie, esos dos parecían haberse olvidado de su

existencia. Al notar el movimiento, Rakel se soltó de Jeff y se dirigió hacia él, agarrándolo del

brazo lo llevó hacia el recién llegado

- Victor este es Jeff, un compañero de la facultad. Durante un tiempo estuvimos muy unidos,

después cada uno salió para una parte del país- los dos hombres se estrecharon la mano

midiéndose con la mirada.

Rakel observó a sus mejores amigos pensando que estaba ante dos hombres muy

atractivos. Jeff era casi tan alto como Víctor, tenía el pelo del color de la cebada en

verano y los ojos más verdes que nunca había visto, contrastaba totalmente con el

hombre que tenía enfrente, cuyo cabello oscuro, resaltaba el azul de sus ojos, ese azul

que, ella sabía, podía convertirse en negro si se enfadaba o alteraba.

Por su parte Víctor también veía en Jeff un hombre que gustaba a las mujeres y

que contaba con una sonrisa sincera y contagiosa, “un gran rival” pensó. “¿Rival?”

¡chico!- se riñó a sí mismo- no vayas por ese camino, estás empezando a considerar a

Rakel como algo tuyo y antes de llegar a eso tienes que aclarar algunas cosas con ella.

Rakel intentaba descubrir la impresión que su visita había causado en Victor pero la

expresión de éste era inescrutable.

- Bueno – dijo él – encantado de conocerte, os dejo solos, supongo que tenéis muchas

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

cosas de las que hablar – y dirigiéndose a Rakel añadió sin dejar de mirarla – luego

terminaremos nuestra conversación.

Ella asintió sin llegar a pronunciar palabra, cuando iba a contestar, él ya cerraba

suavemente la puerta, sin hacer el más mínimo ruido. Ese clamoroso silencio le indicó

más sobre su estado de ánimo que si hubiera estallado en gritos.

Cuando se quedaron solos, Jeff se volvió hacia su amiga lanzando una

exclamación

- ¡Jesús! , ese chico impone.

- Cuéntamelo a mí, ha estado a punto de hacerme confesar todo. No has podido ser

más oportuno con tu llegada, un segundo más y.... –hizo un gesto de que todo habría

terminado. –Por cierto, gracias por acudir tan pronto a mi llamada.

- Yo siempre llego a tiempo, como la caballería, ya me conoces – dijo sonriendo y

dándole unas palmaditas en la mano la llevó hasta el sofá, la sentó y luego lo hizo él

enfrente- ahora tu y yo vamos a tener un cambio de impresiones y me vas a poner al

corriente de todo este lío. He de reconocer que a veces tus ideas me dan un poco de

miedo.

- A mi también pero es un caso desesperado.

Rakel le contó todo lo que había pasado hasta el momento en que él había hecho

su aparición y luego le propuso el plan a seguir. Jeff se echó a reír.

- Desde luego es una buena encerrona, el pobre hombre tiene pocas posibilidades de

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

escabullirse, si tienes éxito comeréis perdices pero como fracases.... yo de ti me iba

buscando otro trabajo, ya sabes que yo te lo daría gustoso.

Víctor vigilaba el despacho de Gaspar, debían tener muchas cosas que contarse

porque llevaban juntos más de una hora, al final la puerta se abrió y ellos salieron

riéndose, al pasar junto a Eva, Rakel le dijo que iba a salir, que si había algo

importante la llamara a su móvil. Después se dirigieron al ascensor. Jeff llevaba su

brazo por encima de los hombros de Rakel y esta levantaba la mirada hacia él y le

decía algo sonriendo. Sintió como su corazón se encogía. Ahora que parecía que las

cosas empezaban a marchar bien entre ellos aparecía un desconocido (por lo menos

para él) y amenazaba su inestable relación.

Esa tarde Rakel se acercó al despacho de Victor y tocó en la puerta haciendo que

levantara la cabeza sorprendido.

- Victor ¿puedo pedirte un favor?

- Claro, pasa – dijo señalándole una silla con la mano – tu dirás.

- Es delicado pero es que.....

- Venga – la apremió- suéltalo

- Es Jeff – al ver su expresión continuó – me ha invitado a cenar para presentarme a su

novia y yo le he dicho que iría contigo.

- Vale, y para eso tanto misterio

- Es que – añadió ella – hay un pequeño problema – pronunció la palabra pequeño con

énfasis mientras hacía un gesto con los dedos.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Termina Rakel, me estás asustando.

- Le he dicho que tu y yo estamos saliendo juntos- al ver que no decía nada insistió- le

he dicho que somos pareja ¿entiendes?

- Claro que lo entiendo, no soy tonto, pero se puede saber ¿por qué le has dicho eso?-

no quería ni pensar que tuviera relación con lo sucedido en su casa dos noches antes.

- Me dijo que tenía novia, que es guapa y lista y....maravillosa, entonces se me ocurrió

que yo también podía tener novio.

- O sea, que soy guapo y listo y maravilloso – dijo sonriendo cono suficiencia.

- No lo eres, pero ellos no lo saben ¿verdad? Contraatacó con mordacidad, después

puso cara de niña buena – Me ayudarás ¿a que sí...?

- Claro ¿por qué no? No puede ser tan difícil.

- Cuidado con tu comportamiento Don arrogante – le advirtió- no hagas que me trague

todo lo bueno que le he contado de ti

- Prometo que seré encantador – dijo levantando la mano derecha.

Ella le lanzó una mirada de desconfianza pero asintió, luego se despidió diciéndole

que se verían en el restaurante.

Cuando Rakel salió, Victor se quedó pensativo. No sabía si hacía bien entrando en

el juego, tal y como estaba su situación en esos momentos quizá fuera tentar

demasiado a su suerte, pero raras veces le pedía un favor y no iba a fallarle.

Rakel en su despacho pensaba si no estaría forzando las cosas demasiado. No lo

tenía nada claro pero de todas formas ya estaba hecho. Levantó el teléfono llamó a Jeff

y le dijo que Victor había aceptado acompañarla y fingir ser su novio.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

La noche transcurrió como ella la había planeado, a decir verdad lo estaban

pasando muy bien, Victor estaba siendo todo lo que ella deseaba y sabía que podría

llegar a ser si no estuviera siempre intentando controlarse. Cariñoso y atento con ella,

amable y encantador con sus amigos. Por su parte él olvidó que estaba fingiendo, se

comportó espontáneamente y decidió disfrutar del momento.

Más tarde mientras su “novio” se despedía de la novia de Jeff, éste se acercó a Rakel y

le preguntó

- ¿Qué tal va todo?

- Supongo que bien. ¿Qué impresión tienes?

- Es un buen tipo – le confesó mientras lo miraba- me parece que es bueno para ti.

- Sí, a mi también me lo parece, lo malo es que él no piensa lo mismo.

- Yo creo que sí, incluso diría que está un poquito celoso cuando me acerco a ti y en

eso estoy seguro que no finge.

- ¿Celoso? – preguntó incrédula – él no conoce lo que es eso

- No te rindas – la animó – esta noche ha aprendido muchas cosas, está disfrutando

con ser tu pareja, eso no lo puede disimular, es más yo diría que le ha cogido el gusto.

Es posible que después de todo esto haya servido de algo.

- Ojalá tengas razón- dijo esperanzada.

Una vez que se hubieron despedido se dirigieron al aparcamiento a recoger sus

respectivos coches. Cuando llegaron junto al de Rakel, ésta buscó las llaves dentro de

su bolso sin mucho éxito. Ahora que se habían quedado solos y que todo había

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

pasado, estaba un poco nerviosa, solo esperaba que no le diera por interrogarla, pero

por el momento él se limitaba a observarla mientras ella intentaba abrir la puerta. Como

si tuvieran vida propia, las llaves saltaron de su mano y cayeron al suelo, Victor se

agachó a recogerlas al mismo tiempo que ella y sus cabezas quedaron prácticamente

juntas. Lentamente la agarró del brazo y la ayudó a levantarse sin despegar la mirada

de la suya. Rakel observó con curiosidad que algo había cambiado su actitud. El la

seguía sujetando por el brazo y poco a poco la fue acercando a su cuerpo. Ella cedió a

su movimiento sin atreverse a respirar. En los ojos de Victor se veía la lucha que

mantenía consigo mismo pero finalmente terminó cubriendo la boca de Rakel con la

suya tentativamente, al ver que ella no se retiraba murmuró algo ininteligible y volvió a

besarla, esta vez estrechándola fuertemente entre sus brazos. Rakel sintió que se iba a

desintegrar .Le había parecido oírle susurrar “llevo ocho años deseando hacer esto” y

ella se dijo que bien podía haberse decidido antes ¡Madre mía! Y se lo había estado

perdiendo durante todo ese tiempo. Esperaba un besito, nada parecido a lo que estaba

sucediendo. Ese pensamiento la asustó y la obligó a separarse suavemente. Al fin

Victor también reaccionó, sin soltarla apoyó su frente contra la de ella.

- Creo que no deberíamos hacer esto. Ella estuvo de acuerdo, era demasiado

peligroso.

- Tienes razón, no te preocupes, ha sido el ambiente de la cena. No le des más vueltas

–dijo quitándole importancia a lo sucedido, después añadió – nos vemos mañana- y

casi huyendo entró en su coche y salió disparada del aparcamiento. Al mirar por el

espejo retrovisor vio que Victor seguía todavía parado en el mismo sitio donde lo había

dejado mirándola fijamente.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

“Dios, que he hecho”, aún temblaba. La había besado en alguna ocasión pero

siempre de forma amistosa, nada parecido a lo ocurrido un momento antes. Con ese

beso le había expresado lo que no se atrevía a decir con palabras, prácticamente había

conseguido lo que pretendía. Entonces ¿por qué no se sentía nada contenta?

Definitivamente, aquel asunto se le había escapado de las manos.

CAPÍTULO 6

Esa mañana Rakel iba totalmente distraída pensando en que iba a hacer o decir

cuando se encontrara con Victor. Al llegar a la puerta de la habitación de Gaspar se

encontró con que él parecía haber tenido el mismo pensamiento que ella y lo primero

que había hecho era pasar por allí. Lo que vio la hizo detenerse. Victor y Susana, la

hija de Gaspar hablaban, mas bien Susana hablaba y Victor retrocedía hasta quedar

atrapado entre la pared y su interlocutora. Su expresión era de querer estar en

cualquier sitio menos donde estaba. A Rakel le divirtió verlo en esa situación pero tras

unos momentos más decidió acudir en su ayuda.

- Buenos días - dijo acercándose.

El alivio de su compañero fue tan evidente que estuvo a punto de soltar una

carcajada.

- Rakel, cariño, no pensé que ibas a llegar tan pronto – dijo mientras se escabullía de

Susana y se dirigía hacia ella. Al llegar a su lado le dio un rápido beso en los labios que

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

dejó a Rakel fuera de juego. “Vale – pensó- me está devolviendo la pelota- donde las

dan las toman”. Al retirarse, él la miró a los ojos y formuló silenciosamente con sus

labios un ¡por favor! que la hizo hacerse cargo de la situación. Por lo visto la señorita

Susana, que siempre se había mostrado encaprichada con él, había vuelto a la carga y

no quería dejar escapar su presa. Para hacerle ver que había comprendido de que iba

el juego le pasó el brazo por la cintura mientras le decía- pensé que te encontraría

aquí, además, quería saludar a Susana y ver como van las cosas.

Susana, una menuda morena con cara de niña pero que de niña no tenía nada,

observaba la escena con mirada crítica y recelosa, al final reaccionó y se dirigió a

Rakel

- ¡Rakel! me alegra que hayas venido – dijo en tono nada sincero. Desde el principio no

se habían caído bien, Susana siempre la miraba como a una rival a la que había que

derribar y desde luego la antipatía era mutua porque Rabel pensaba que era una loba

disfrazada con piel de corderito. Tras el efusivo y falso saludo señaló su abrazo – veo

que han cambiado algunas cosas desde mi última visita.

Rakel miró a Victor sonriendo y esperando que fuera él quien hablara y explicara a

su “perseguidora” cual era la situación, de paso ella también se enteraría de que iba la

cosa.

- Bueno, dijo él haciendo gala de su maravillosa sonrisa mientras pasaba un brazo por

su hombro – después de tanto tiempo nos hemos dado cuenta de que no podemos

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

estar el uno sin el otro- esas palabras debían llevar una segunda intención, después de

todos los acontecimientos estaba segura de que no eran palabras fortuitas. Como

siguieran fingiendo, al final, ninguno de los dos iba a saber donde terminaba la verdad y

empezaba la fantasía, se iban a convertir en un par de chalados, que actuaban de cara

al público pero incapaces de reconocer sus sentimientos en privado.

- Y ¿mi padre ya conoce las buenas noticias? – preguntó Susana con malicia

Víctor notó que Rakel se tensaba y la apretó más contra sí a modo de advertencia.

Esta se relajó un poco y se limitó a mirarla mientras él utilizaba todo su encanto para

que no le contara nada.

- Mira – empezó a decir – es un secreto. Ya sabes que es un poco delicado y de

momento no queremos que nadie lo sepa. Además tu padre no está ahora para

preocupaciones. Te rogaríamos que no mencionaras nada ¿verdad querida? – dijo

dedicando a su supuesta novia una mirada almibarada.

- Si, claro. Preferimos que, de momento, nadie conozca la verdad.

- Bueno – concedió la hija de Gaspar- será nuestro secreto.

A Rakel no le hacía mucha gracia que esa mujer tuviera algo que pudiera utilizar

contra Victor o ella misma, pero se habían metido en ese lío y solo esperaba que la

cosa no llegara más allá. Claro que si todo salía como había previsto al principio, quizá

toda esa farsa fuera verdad y estaría guardándoles un secreto. Si es que lo guardaba

claro. Se estaba haciendo un lío con sus propios pensamientos. Mejor lo dejaba y salía

corriendo de allí antes de que metiera la pata de forma irrevocable.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Tengo que irme, solo tenía unos minutos y se me hace tarde, pero quería saber como

estaba Gaspar.

- Probablemente esta tarde salga de cuidados intensivos y lo lleven a su habitación.-

aclaró su hija.

- Entonces esta tarde pasaré a verle.- y volviéndose a Victor le preguntó- ¿Vienes

conmigo?

- Si – contestó aprovechando la ocasión que se le brindaba para huir de allí- yo también

llevo el tiempo justo- se despidió de Susana prometiéndole que volverían por la tarde y

salió de aquella habitación como alma que lleva el diablo.

Cuando estuvieron fuera de su vista Rakel se paró y le preguntó

- ¿Me puedes explicar que ha pasado ahí dentro?- era la primera vez que se quedaban

a solas desde la noche anterior pero, de momento, habían surgido nuevas

complicaciones

- Tenía que hacer algo, esa chica no acepta un no por respuesta- dijo molesto

- Ya. La verdad es que me pareció que lo estabas pasando muy bien – dijo divertida

- No bromees, que cuando has llegado ya no sabía donde esconderme – dijo en tono

de fastidio.

- Pobrecito- se burló- las chicas no lo dejan vivir

El le lanzó una mirada de advertencia provocando en ella un gesto de” me rindo”

mientras decía

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- De acuerdo, cuenta con que te he devuelto el favor que tu me hiciste ayer con Jeff.

Estamos en paz.

Dos horas después de la escueta conversación Victor comenzaba a impacientarse,

Rakel había comentado que iba a salir a hacer un recado y aún no había aparecido.

Teniendo en cuenta que ese comportamiento no era muy propio de ella, que no se

ausentaba del trabajo más de media hora, su impaciencia casi se trasformaba en

preocupación. Sin preocuparse en pensar lo que dirían los demás salió y preguntó por

enésima vez a la enfermera del control si la había visto pasar. No había pronunciado

palabra cuando se abrió la puerta del ascensor dando paso al motivo de su inquietud.

Su alivio fue momentáneo porque ella presentaba un aspecto deplorable, iba cojeando

y llevaba la ropa manchada y rota. Rápidamente, casi de un salto, se plantó a su lado.

- ¡Rakel! ¿qué te ha ocurrido? – le preguntó colocándose delante

Ella percibió la sincera preocupación en su voz y sus ojos. Eso junto con la tensión

acumulada de los últimos días y la impotencia por lo que acababa de ocurrir, hizo que

sus ojos se llenaran de lágrimas. Victor decidió actuar y ante la sorpresa de todos los

que allí estaban la levantó en brazos y se dirigió al despacho de Gaspar. En vez de la

protesta que esperaba, ella apoyó la cabeza en su hombro, lo que provocó que su

preocupación y su presión sanguínea aumentaran ambas considerablemente.

- ¡Eva! –gritó a la secretaria- trae un botiquín y un vaso de agua. Esta salió corriendo a

Page 37: La Encerrona

LA ENCERRONA Menchu Garcerán cumplir la orden

Con cuidado la dejó sobre el sofá y comenzó a comprobar los daños. Tenía un

raspón en la mejilla, las rodillas ensangrentadas al igual que las manos, sin contar con

el destrozo de la ropa.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó con ternura retirándole el pelo de la cara

- Sí, solo son unos arañazos. Gracias por traerme, no se si hubiera podido dar un paso

más.

- ¿Qué ha pasado?

- No te lo vas a creer.

- Inténtalo.

- Me han robado - al ver su cara de asombro se explicó- he bajado al coche a recoger

una cosa que había olvidado, unos chicos en una en moto se han acercado, han

enganchado el bolso y han tirado de él, como lo llevaba agarrado me han tirado al

suelo y me han arrastrado hasta que he podido soltarlo. Ha ocurrido tan rápido que no

he podido hacer nada – dijo suspirando

- Bueno – la tranquilizó – luego arreglaremos lo del robo

En ese momento entró Eva con el botiquín

- Gracias Eva, ahora si no te importa, cierra la puerta y que nadie nos moleste.

- Si señor – dijo saliendo, muerta de curiosidad pero sin protestar. Cuando el doctor

Davidov hablaba en ese tono, todo el mundo sabía que no admitía ninguna réplica

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Víctor empezó a desinfectarle las heridas con sumo cuidado, poco a poco le limpió

las rodillas, la cara…. Rakel tenía la mirada fija en él y en sus movimientos. Era eficaz y

cuidadoso y en ese momento lo quería más que nunca, pero allí estaba tumbada en un

sofá, maltrecha física y emocionalmente y sin poder confesarle sus sentimientos.

Victor sentía la mirada de su compañera fija en él, pero siguió curándola sin levantar la

vista. Solo cuando le había limpiado la mejilla sus ojos se habían quedado

enganchados, sin parpadear, hasta que él reaccionó continuando con su tarea. Por fin

terminó y cogiendo una de sus manos depositó un largo beso en la palma, mandando

una descarga eléctrica a lo largo de todo el cuerpo de Rakel.

- Rakel…-comenzó a hablar – no podemos continuar jugando al escondite, el otro día

insinuaste…-en ese momento unos golpes en la puerta hicieron que la frustración se

adueñara de él, “Otra interrupción, no por favor.”

- ¡Adelante! –gritó con impaciencia

Eva apareció en el umbral temerosa

- Disculpe señor pero es que estamos preocupados y queremos saber como está la

doctora.

- Está bien – suspiró derrotado, otra ocasión perdida para aclarar las cosas – son solo

unos rasguños, soltó la mano de Rakel y se puso en pie – deberíamos dejarla

descansar un rato – Eva asintió en silencio y salió pero el hechizo se había roto.

Tendría que esperar a otro momento. Se volvió y dijo suavemente – no hemos acabado

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

y la próxima vez no nos van a interrumpir.

Cuando hubo salido Rakel cerró los ojos y apoyó la cabeza en el brazo del sofá.

Otra vez se había librado por los pelos. Estaba segura que la próxima no iba a tener

tanta suerte.

Esa tarde Rakel estaba tan dolorida, que cuando Victor le propuso llevarla a casa,

no puso ninguna objeción.

- Deberíamos pasar a ver Gaspar – le recordó.

- De acuerdo, pero un momento, tu tampoco está para tirar cohetes.

- ¡Vaya! – fingió ofenderse – muchas gracias.

- No seas gruñona, sabes lo que quiero decir – después la agarró del bazo y la ayudó a

levantarse – vamos, acabemos cuanto antes.

Solo estuvieron durante unos minutos en la habitación del enfermo, el aspecto

maltrecho de Rakel fue la excusa perfecta para desembarazarse de Susana, después

Victor la acompañó hasta la puerta de su casa. Una vez allí y a pesar de su empeño

Rakel insistió en que no era necesario que se quedara, podía arreglarse muy bien ella

sola. Quizá fuera lo mejor aceptó él sin oponer mucha resistencia, pero antes de

marcharse hizo algo que nunca antes había hecho, le dio un beso suave, que amenazó

en convertirse en algo más, para despedirse. Tras unos segundos de total abandono se

enderezó mascullando algo casi ininteligible pero que ella entendió a la perfección

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Esto se está convirtiendo en una costumbre – y dándole otro, esta vez en la frente le

dijo – buenas noches, espero que mañana te encuentres mejor – sin añadir más dio la

vuelta y en esa ocasión, fue el quien salió huyendo.

Ella entró en su casa pensando que no le molestaría en absoluto que sus besos se

convirtieran en una costumbre.

CAPÍTULO 7

Víctor estaba nervioso. Llevaba una semana sobre ascuas y se estaba hartando de la

situación. Cada vez que intentaba aclarar las cosas, algo o alguien les interrumpía. Estaba

empezando a pensar que todos se habían confabulado en su contra. “Buf” - bufó - estoy

empezando a desvariar- tengo que aclarar esto cuanto antes.

Diez minutos más tarde vio a Rakel entrar en el ascensor y salió corriendo para alcanzarla, entró

cuando las puertas se estaban cerrando.

- ¿Tienes prisa? – preguntó ella con guasa

- Pues mira, sí, pero acabo de recordar que a partir de este instante tengo todo el tiempo del

mundo – dijo mientras paraba el ascensor.

- ¿Qué haces? – preguntó espantada.

- Encontrar un lugar donde nadie nos interrumpa y podamos hablar.

- Pasamos el día hablando – dijo ella con alarma. Sospechaba que no había escapatoria

- Sí, siempre con testigos y con mil interrupciones por minuto, así es que ahora – dijo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

empujándola con el dedo en el hombro y haciéndola retroceder hasta la pared- me vas a contestar

¿Qué pasó la otra noche en mi casa? – dijo recalcando cada palabra.

- Nada – contestó rápidamente

- Nada – repitió lentamente, oyéndose a sí mismo. ¡¡ ¿nada?!!

-Bueno, me besaste – dijo recordando divertida la situación de él totalmente borracho y

desvalido- y me propusiste que me quedara contigo a pasar la noche. ¡Ah! – continuó

antes de que dijera nada – también me llamaste princesa y preciosa.

Víctor la miró con asombro, ¿él había hecho todo eso?, claro que no era nada

comparado con lo que pensaba que había sucedido.

- También tengo que añadir – ya que se estaba sincerando lo diría todo – que en

ningún momento me reconociste, me trataste de usted, como si fuera una desconocida

– concluyó en tono dolorido.

- Pero….-las palabras se agolpaban en su cabeza y en su boca-¿por qué no me lo

dijiste desde el principio? ¿se puede saber a qué has estado jugando todo este tiempo?

– le dijo enfadado - ¡¿Sabes lo que me has hecho pasar?!

- Lo siento Victor, no pretendía que lo pasaras mal, solo quería que reaccionaras.

- ¡Y lo has conseguido! – cada vez estaba más enfadado- he reaccionado de todas las

manera posibles, ¡me estaba volviendo loco!

Rakel sabía que no se lo iba a tomar muy bien pero no esperaba ese estallido de

furia –fuera del ascensor alguien se había dado cuenta que éste se había detenido

entre dos plantas gritó

- ¡Eh! Los de ahí dentro ¿necesitan ayuda?

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Víctor le lanzó una mirada de advertencia

- ¡No! – gritó- esperaremos un poco, seguro que enseguida se pone en marcha, no es

la primera vez que ocurre- y en voz baja dirigiéndose a Rakel – esta vez no te escapas,

no más interrupciones, por cierto ¿hay algo más que deba saber?

Ella asintió y se dispuso a explicarle como Jeff la había ayudado. Cada palabra que

pronunciaba era como un golpe en su pecho. Se había dejado manipular por su

compañera ¿Qué había pasado con la persona que él conocía?

- Rakel, no entiendo tu actitud- habló más calmado – me has mentido, nunca antes lo

habías hecho. Esta vez has caído muy bajo.

- Entiéndelo – casi le suplicó- quería demostrarte que hay algo entre nosotros, tu nunca

quieres hablar de ello y mucho menos admitirlo.

- Mira Rakel, ahora soy yo el que acaba la conversación – dijo dándole al botón de

puesta en marcha – tengo que digerir todo esto. Creo que realmente no hay un

nosotros- añadió saliendo del ascensor.

Rakel lo detuvo agarrándole por el brazo y le dijo en voz baja y controlada

- ¡Y un cuerno! Hay un nosotros y te lo voy a demostrar aunque tenga que

emborracharte de nuevo.

- Genial – masculló Victor mientras la veía alejarse.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Unos días después, cuando Rabel pasó a ver su jefe, Víctor estaba allí, nada más

verla se disculpó y salió limitándose a saludarla con un gesto de la cabeza. Su relación

desde la conversación en el ascensor se había reducido al trabajo.

- Rakel ¿estás segura de que no le has hecho nada? - preguntó Gaspar- nunca he

visto al doctor Davidov poner pies en polvorosa tan rápido y no es la primera vez que

ocurre. Cuando usted se acerca él sale corriendo – ella intentó hablar pero él la detuvo

con un gesto - no te molestes en negarlo, llevo días en los que no tengo otra cosa que

hacer mas que observaros.

Rakel se sentó junto a la cama y decidió que había llegado el momento de ponerle

al corriente de todo lo ocurrido. Todo menos que su hija perseguía descaradamente a

Victor y ella le servía de pantalla protectora. Cuando terminó de hablar MacGregor reía

encantado.

- Ya se que no debería reírme pero es que sois realmente graciosos y desde luego

actuáis como adolescentes. Sí – continuó sin dejar que lo interrumpiera – ya se que no

te hace ninguna gracia y que lo estáis pasando mal pero reconoce que ambos sois

bastante obtusos.

En ese momento apareció Susana

- Rakel, hola, - dijo sorprendida - ¿has visto a Victor?

- Sí, acaba de irse

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Es que se me ha olvidado decirle que mañana dan el alta a mi padre ¿Os parece bien

venir a casa a cenar pasado mañana?

- Bueno...-titubeó- no se, tengo que consultarlo con él

- Considéralo una orden – oyó la voz divertida de su jefe tras ella.

- Sí señor, intentaré convencerlo

- Y no te preocupes, por el momento soy un mero espectador.

Si saber muy bien como interpretar esas palabras Rakel asintió como si entendiera

a la perfección lo que su jefe le había querido decir entre líneas, por lo menos creía que

no interferiría en la relación. Lo que no tenía muy claro era cuanto duraría esa actitud

porque Gaspar era muy protector y no aguantaría mucho tiempo sin meterse a pinchar

al uno y al otro. Por el momento apartaría la preocupación de la intromisión de su jefe,

ahora tenía otra más urgente, conseguir que Victor la escuchara sin mandarla a paseo.

Al llegar a casa pensó que lo mejor que podía hacer era llamarlo y ponerlo en

antecedentes, descolgó el teléfono dos veces y volvió a colgarlo. No se atrevía, la

verdad es que estaba realmente enfadado aunque ella estaba empezando a sospechar

que estaba muerto de miedo. Sus sentimientos le habían estallado en la cara sin

poderlos controlar y la culpaba a ella. Apostaría a que era simple y llanamente

autodefensa. Bueno en ese momento tendrían que llegar a un acuerdo. Lo cierto era

que no estaba muy contento con ella y que la vampiresa los había invitado a cenar

creyendo que estaban juntos, sin perder de vista al padre que parecía estar

divirtiéndose a costa de los dos.

Decididamente tenía que hablar con él, así es que sin pensarlo más volvió a agarrar

el teléfono y marcó su número. Cuando lo oyó contestar el dijo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Victor, soy Rakel, tenemos que hablar

- Ahora quieres hablar. Yo me he pasado una semana corriendo detrás de ti y mira

como me fue

- No es sobre nosotros, bueno sí – se corrigió

- Rakel, no tengo tiempo – la cortó impaciente

- ¡Espera! Es sobre Gaspar- la actitud de Victor pareció que se volvía más receptiva.

- Cuenta – dijo escuetamente

- Cuando te fuiste esta tarde apareció Susana preguntando por ti – eso atrajo

definitivamente su atención

- ¿Y…?

Lo soltó todo de un tirón

- Estamos invitados a cenar en su casa pasado mañana.- Esperó que dijera algo pero

al otro lado solo se oía su respiración - Victor ¿me has oído?

- Sí, te he oído – su entusiasmo era evidente - ¿Por qué has aceptado?

Ella se estaba empezando a cansar de su actitud

- Mira, está claro que esto me gusta tanto como a ti, estoy pensando que mejor llamo y

digo que no puedes

- ¿ Y por qué soy yo el que no puede? – parecía que estaba dispuesto a ponérselo

difícil

- Porque a mí casi me ordenó que aceptara. De todas formas ya inventaré algo, siento

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

haberte molestado y sin añadir nada más colgó el auricular.

No pensaba suplicar y además el problema no era solo suyo. Se fue a su habitación

diciendo que llamaría dando una excusa y él que se apañara con la devoradora de

hombres y su padre. Cuando se estaba cambiando de ropa oyó sonar el teléfono,

suponiendo quien era, no contestó. Ya había tenido bastante por ese día. El timbre

sonó varias veces más hasta que por fin se quedó en silencio. Ella se tranquilizó, se

metió en la cama y pensó en que mañana sería otro día.

No llevaba durmiendo ni media hora cuando oyó el timbre de la puerta. “no se

habrá atrevido” pensó, pero por lo visto si lo había hecho porque oyó su voz

- ¡Rakel! Se que estás ahí y no me pienso ir hasta que abras.

Sin salir de su asombro salió de la cama y fue a abrir.

Víctor, al otro lado de la puerta no estaba preparado para la visión de su

compañera en camisón y con cara de sueño. Por un momento olvidó para que había

ido allí.

- ¡Victor! – oyó a su asombrada compañera - ¿Qué haces aquí?

- Estabas durmiendo – afirmó más que preguntó

- Es evidente ¿no te parece? – señaló su ropa de dormir

El tuvo que recordarse que estaba enfadado y volviendo a la realidad le dijo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Tenemos que hablar

- Pues no me ha parecido que tuvieras una gran disposición para ello

- Te he estado llamando, pero no cogías el teléfono

- Lo sé, no lo cogí – le explicó – no quería hablar contigo, estoy cansada de reproches.

Víctor no terminaba de concentrarse. Los movimientos de Rakel por el salón no le

estaban haciendo ningún favor a su lucidez mental

- Doctor – le dijo burlona – le veo un poco aturdido.

- ¿Qué?, lo siento ¿Te importaría ponerte algo encima? No puedo pensar

- Vaya – dijo incrédula – un gran avance

- Rakel, no vamos a descubrir nada nuevo. Ahora ¿me puedes explicar todo este lío?

- No hay ningún lío. Susana nos invitó a cenar y Gaspar dijo que nos esperaba. Te

llamé porque suponía que querrías tener tiempo para hacerte a la idea – y poniéndose

de pie preguntó – voy a preparar café ¿quieres uno?

- Si – contestó. Mientras la veía alejarse pensaba “pero por Dios ponte algo”

- ¿Has pensado que vamos a hacer? – preguntó desde la cocina

- No. Se admiten ideas, aunque me da la impresión de que no hay mucho campo de

acción. En teoría somos pareja para Susana y no podemos serlo para su padre.

- Eso no es del todo cierto – lo corrigió ella.

Al ver su expresión de desconcierto Rakel le explicó que Gaspar conocía los

últimos acontecimientos

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- ¡¿Cómo?!- gritó – Rakel, te has vuelto loca.

- ¿Qué querías que hiciera? Me preguntó por qué sales huyendo cada vez que me ves

y tuve que decírselo. De todas formas no te preocupes, me ha prometido mantenerse al

margen.

Víctor se dejó caer en el sofá tapándose la cara con las manos, aquello era

demasiado para su agotado cerebro.

- Ah, continuó ella,- por supuesto no le conté que además de mi víctima también lo eres

de su hija.

- Resumiendo- concluyó él- debemos dar la impresión de que somos una pareja bien

avenida.

- Exacto. Ya se que es un sacrificio, pero tu eliges, la devorahombres o la mentirosa – y

ahora, con tu permiso, me voy a dormir. Cuando salgas cierra la puerta - y sin más se

marchó a su habitación dejándolo plantado en medio del salón.

Los dos días siguientes fueron relativamente tranquilos. Habían llegado al acuerdo

tácito de evitarse y no quedarse solos en ningún momento. La tarde de la cena, Rakel

vio que él todavía estaba trabajando y sin pensarlo demasiado, como en los viejos

tiempos, se acercó a su despacho.

- ¿Un mal día? – preguntó sorprendiéndolo

- No ha sido uno de los mejores y mi nuevo jefe - dijo sonriendo con intención- , no para

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán de darme trabajo.

- Lo siento, pero no podía darle ese caso a nadie más.

- ¿Eso es un cumplido? – fingió sorprenderse

- Es un hecho. Pero ya eres bastante creído así es que no seré yo quien aumente aún

más tu ego.

- ¡Oh! – hizo un gesto como si lo hubieran herido- tocado y hundido.

- No seas payaso o destruirás tu imagen.

- ¿Y que imagen tienes de mi?- dijo poniéndose serio de repente

- Victor...inició la retirada, no es el momento de conversaciones trascendentes tengo

que irme. ¿me recoges a las siete?

- De acuerdo- aceptó - a las siete en tu casa.

Cuando salía ella le dijo sin volverse

- Tu lo sabes perfectamente.

- ¿El qué? – no sabía de que le hablaba

Girando lo miró directamente a los ojos y le aclaró

- Tu sabes muy bien que imagen tengo de ti y salió.

Llevaba unos días que era ella quien decía la última palabra y desaparecía dejándolo

inmerso en sus pensamientos. Una semana antes podría haber dicho qué imagen de él

tenía su compañera pero en ese momento parecía como si todo se hubiera dado la

vuelta. No parecía la misma, lo que no terminaba de entender era que hubiera tomado

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

la iniciativa en su relación. No comprendía que estaba intentando demostrar o a lo

mejor le daba miedo saberlo y tener que reconocerlo.

CAPÍTULO 8

Pasó a recogerla a las siete como habían quedado, Rakel se había vestido a

conciencia, llevaba un vestido rojo y ajustado que dejaba lo justo a la imaginación,

desde luego no iba a pasar desapercibida, lo que ya no tenía tan claro era que en vez

de disuadir a Susana no fuera un incentivo para que ésta no se rindiera fácilmente.

- ¿No te has pasado un poco? – recordando que tenía que volver a respirar, preguntó

tras unos segundos de mudo asombro. Su aspecto no solo iba a impactar a Susana, a

él ya lo había dejado fuera de juego.

-Vamos a dar un espectáculo que esa chica no olvidará. A partir de esta noche te

dejará en paz para siempre.

- Rakel, me das miedo – dijo un poco preocupado - ¿qué tienes en mente?

- Tranquilo – tu solo tienes que seguirme la corriente. Ya sabes, soy malvada,

manipuladora, mentirosa y capaz de cualquier cosa para conseguir lo que quiero

¿recuerdas?- aprovechó la ocasión para echarle en cara sus palabras – pero esta

noche “mis cualidades” te van a salvar.

- Rakel... - empezó conciliador- hagamos una tregua, aunque solo sea por esta noche.

Cuando estemos más tranquilos volveremos a hablar, ¿de acuerdo?

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Tu mandas – dijo irónica.

La noche transcurría con normalidad. En un momento dado Susana se excusó

diciendo que tenía que terminar de preparar el postre, se levantó y se dirigió a la

cocina.

- Doctor – dijo Gaspar ajeno a las corrientes ocultas que fluían entre su hija y sus

invitados - quizá mi hija necesite ayuda.

- Si, claro – miró a Rakel alarmado – voy a ver si necesita algo- y con desgana

evidente fue en busca de su anfitriona.

- ¿Como va todo Rakel? – le preguntó a ésta, cuando el bueno del doctor hubo

desaparecido.

- Todo sigue igual, creo que no tenemos arreglo.

- Cada vez estoy más seguro de que a este chico se le ha soltado un cable- comentó.

- Es posible, pero yo ya no puedo hacer nada más, estoy a punto de tirar la toalla. Y

ahora si no le importa voy a la cocina a unirme al club.

Cuando llegó a la puerta vio a Victor prácticamente acorralado entre el mostrador y

Susana, desde luego la muchacha no se rendía con facilidad.

- ¿Puedo ayudar? – dijo mientras entraba

- No, gracias, está todo controlado- contestó separándose de Víctor, que respiró

aliviado.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

“Eso quisieras tu” se dijo Rakel mientras se dirigía hacia él que permanecía inmóvil.

Cuando la tuvo a su lado alargó el brazo y la colocó entre sus piernas apoyando la

espalda de ella sobre su pecho para poder así rodearla con sus brazos. Susana levantó

la vista mientras colocaba los platos y los miró descaradamente

- Os veo muy bien. ¿como os arregláis en el trabajo?

- Bien – contestó Victor estrechando un poco más a su compañera -no tenemos mucho

tiempo libre pero siempre encontramos algún momento para estar juntos.

Rakel levantó la cabeza depositando un beso en su mandíbula y añadió mirándolo

a los ojos con ternura

- No es la cantidad sino la calidad ¿verdad cariño?

Susana empezó a comprender que estaba de más. Cogió dos platos y salió de la

cocina. Ellos ni siquiera lo advirtieron. Acababan de aislarse del resto del mundo. Victor

la giró dejándola frente a él, sentía tanto calor desde que la había abrazado tenía la

impresión de que iba a empezar a arder por combustión espontánea, así que hizo lo

único que había deseado hacer desde que le abrió la puerta esa tarde, la apretó contra

su cuerpo y la besó, primero suavemente, después, cuando sintió las manos de Rakel

enredarse en su pelo, perdió la poca cordura que le quedaba y profundizó su beso de

tal forma que provocó que Rakel tuviera que aferrarse a él con fuerza. Estaba segura

que si lo soltaba se desplomaría. ¿Cómo era posible que alguien que decía

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

despreciarla la besara de esa manera?

Un ligero carraspeo desde la puerta los volvió lentamente a la realidad. La

expresión de Susana, que había vuelto a recoger los platos que faltaban, les decía que

no le hacía mucha gracia lo que había visto.

- Siento interrumpir – era evidente que no lo sentía en absoluto – pero el postre está

listo y mi padre se está impacientando por vuestra ausencia – después volvió a salir

como si no soportara verlos juntos.

Sin dejar de mirarse y algo sorprendidos por el momento mágico que acababan de

compartir, ellos se separaron con desgana. Rakel intentando recuperar el dominio de la

situación hizo un sarcástico comentario

- Creo que hemos cumplido nuestro objetivo.- No pensaba darle ni un poco de ventaja

sobre ella.

- Sí, -suspiró él que no parecía muy contento- eso parece.

El paso por la cocina marcó un antes y un después en esa velada. El resto de la

noche transcurrió en un pesado silencio roto solo por los comentarios de Gaspar, que

consciente de que había pasado algo, parecía esforzarse en aligerar la tensión del

ambiente.

Víctor se reprochaba su actitud. No debía haber vuelto a besar a Rakel. No

después de lo que le había dicho en el ascensor, pero estaba claro que su cabeza iba

por un sitio y su corazón por otro. Se estaba volviendo adicto. Había tardado ocho años

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

en besarla pero una vez que se había decidido no podía mantener las manos alejadas

de ella.

Rakel también se recriminaba su reacción.”¿En qué estabas pensando para

responder así a sus besos? Ya sabes lo que piensa de ti y con esta actitud lo único que

haces es ratificar su opinión”

Susana, por su parte, se había puesto de un humor de perros cuando entró en la

cocina y los vio besándose. Hasta ese momento había tenido serias dudas sobre su

relación pero cuando los sorprendió tan pegados que no habría cabido ni un alfiler

entre ellos y tan absortos el uno en el otro que ni la habían oído entrar, fue consciente

de que por mucho que se insinuara, no tenía nada que hacer, el doctor solo tenía ojos

“y manos” -se recordó- para su compañera.

Cuando por fin llegó el final de la cena, todos soltaron un suspiro de alivio. La

representación había terminado.

Tras esa extraña noche, su relación volvió a enfriarse. Una vez se separaron, cada

uno se fue a su casa con sus dudas y frustraciones. Era evidente que les gustaba estar

juntos, habían descubierto que disfrutaban besándose, aunque era algo que ninguno

de los dos iba a admitir delante del otro. Victor estaba dolido por el engaño de Rakel y

ella estaba dolida por la forma de reaccionar de él. Se habían metido en una espiral de

la que no podían o no querían salir. Su orgullo no les permitía dar su brazo a torcer y

con el paso de los días la situación se había vuelto insostenible.

Se trataban como extraños, procurando no acercarse mucho ni quedarse solos

porque sabían lo que podían sentir uno en brazos del otro. Sus cambios de humor

tenían a todo el personal que trabajaba con ellos en jaque, de forma que éstos

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

procuraban apartarse de la línea de fuego. Solo Carly se atrevió a preguntar a Rakel,

que se limitó a responder que las cosas no habían salido como esperaba.

Chester intentó iniciar una conversación con Victor, pero solo obtuvo un gruñido por

respuesta, lo que le hizo decidir que lo mejor era dejarlo solo. Una cosa si era segura.

Aquello estaba llegando al límite, iba a explotar y lo único que esperaba era que no le

pillara cerca.

CAPÍTULO 9

Rakel llevaba un montón de carpetas en la mano cuando Victor hizo su aparición,

estaba tan absorta en sus pensamientos, que al oír su voz tan cerca se sobresaltó y

dejó caer al suelo todos los papeles.

- ¡Victor!, me has asustado- lo acusó mientras se agachaba a recogerlos.

- No era mi intención, creía que me habías visto- se agachó también para ayudarla

- No, estaba distraída...

- ¿Te encuentras bien?-la miró preocupado.

- Si – contestó con tono seco levantándose. ¿Querías algo?

El notó su cambio de actitud pero no se lo reprochaba, últimamente no se había

portado muy bien con ella. Aunque no fuera muy encomiable el método utilizado, Rakel

se había molestado y había luchado por ellos y él respondió enfadándose y

despreciándola, ahora no sabía que hacer para que lo perdonara y pudieran seguir

adelante. Su relación había cambiado, eso era evidente, ella no le había dicho

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

claramente que lo quería, pero si se esforzaba en leer entre líneas, estaba seguro de

que así era y él...él no sabía que quería. Bueno, sí lo sabía, quería todo sin arriesgar

nada. Eso era muy egoísta por su parte, tenía que reconocerlo. En ese momento y

dada la actitud de Rakel, sabía que se avecinaba otra discusión. Discutir era lo que

mejor hacían. No quería, pero tenía que decirle que no estaba de acuerdo con la

decisión que había tomado con su último enfermo, así es que se arriesgó y se lo dijo

- ¿Cómo? – contestó ella

- Que creo que te has equivocado. No deberías haber dejado que se marchara tan

pronto

- Mira Victor –se encaró –me importa un comino lo que pienses.

- En menos de una semana volverá a recaer y es posible que no tenga una segunda

oportunidad – la miró fijamente a menos de un palmo de su cara “¿De quien estoy

hablando?”

- No todo el mundo dispone de dos oportunidades- le mantuvo la mirada

- Pero ¡eso es injusto! – estaba claro, se estaba dando por aludido.

- ¡Injusto! – gritó echando chispas por los ojos – injusto es jugar con la gente, injusto

es....

No pudo terminar la frase. Victor ya había oído bastante, no quería seguir oyendo

sus reproches, estaba más que harto de discusiones, así es que la detuvo de la única

forma que siempre había pensado terminar un altercado con ella, le tapó la boca con la

suya y lo que empezó como un simple gesto para callarla se transformó en algo dulce

que amenazó con ahogarlos. Cuando se separaron Rakel lo contemplaba atónita, creía

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

que ya habían acabado con las demostraciones de afecto unas noches atrás. El

murmuró amargamente

- ¿Sabes cuántas veces me han dado ganas de terminar así nuestras discusiones?

- No te entiendo Victor. ¿por qué me haces esto? Estoy cansada de que juegues

conmigo- le reprochó.

- Te puedo asegurar que no es ningún juego. No se que me ha pasado- se defendió.

Rakel era consciente de que lo tenía muy cerca, esa proximidad le daba miedo.

Después de lo que había sucedido corría el riesgo de perdonarle y no quería.

- Te voy a decir una cosa que no repetiré más. Te quiero, debo ser masoquista pero

estoy enamorada de ti, desde ni sé cuando. ¡NO! –lo alejó con la mano – no quiero

comentarios. Intenté primero luchar contra mis sentimientos, después intente pelear por

ellos, quizá me equivoqué en la forma, pero tenía que hacer algo, y ahora mira lo que

he conseguido – movió la mano con desaliento- durante estos días has dejado muy

claro lo que piensas de mí, es un hecho que tengo que asumir, pero no te preocupes

sobreviviré, ya lo he hecho otras veces, tu puedes seguir con tu cómoda vida sin

decisiones ni compromisos – El se había quedado pálido y sin palabras, no esperaba

esa confesión ni que estuviera tan dolida con él

- Por cierto – la oyó decir fríamente – la decisión sobre ese enfermo está tomada y no

la voy a cambiar – concluyó mientras salía.

No consiguió quedarse a solas con ella durante el resto de la jornada, a la mañana

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

siguiente no fue a trabajar y cuando fue a buscarla a su casa por la tarde nadie abrió la

puerta, parecía que la tierra se la había tragado.

CAPÍTULO 10

Jeff se giró dejando a su espalda el gran ventanal por el que se podía ver el

Pacífico y se enfrentó a Rakel, que sentada en un sofá y manteniendo abrazado un

cojín entre sus brazos lo miraba con expresión perdida.

- Rakel, no puedes seguir así, reacciona, llevas una semana aquí y mírate- la señaló-

pareces un alma en pena.

- Le dije que sobreviviría y lo voy a conseguir, solo necesito tiempo- dijo con resolución

- Y ¿cuanto tiempo vas a invertir, un mes o una vida entera?

- El que haga falta. Yo hice lo que podía y de la única manera que se me ocurrió, ahora

le toca a él mover ficha.

- Y ¿como esperas que lo haga si no tiene ni idea de donde estás?

- Jeff – dijo soltando el cojín y levantándose – eres peor que Pepito Grillo, no se como

lo va a hacer, supongo que si quiere decirme algo me lo dirá cuando vuelva, supongo

que algún día volveré.

- ¿No sabes cuánto tiempo te vas a quedar? – estaba preocupado, ella nunca dejaba

su trabajo por tiempo indefinido, siempre lo tenía todo previsto- no es que quiera que te

vayas, no saques conclusiones, simplemente, me sorprendes.

- Pedí un mes pero puedo ampliarlo.

- Tu verás lo que haces pero no pienso tenerte aquí un mes lloriqueando

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Yo no lloriqueo- entonces se dio cuenta de que la estaba presionado- oh vale, te pillé

el juego. Mira no me presiones déjame unos días más, tengo mucho que pensar y

después, si quieres, hasta puedo acercarme unas horas por tu clínica.

- Te tomo la palabra y ahora arréglate, nos vamos a cenar y quiero presumir de pareja

delante de todos mis amigos.

El humor de Victor tampoco pasaba por uno de sus mejores momentos. Llevaba

una semana buscando a Rakel que se había borrado de la faz de la tierra. Cuando fue

consciente de su desaparición habían pasado dos días. El primero, pensó que estaba

enfadada y no quería abrirle, pero su teléfono también estaba desconectado, el

segundo, tampoco fue a trabajar, eso no era muy propio de ella, así que empezó a

preocuparse. Preguntó en la oficina y Carly le dijo que había pedido un mes de

vacaciones que le debían.

- ¡Un mes! – casi gritó sorprendido – Carly, tu sabes algo

- No señor, solo sé que mañana mandarán a alguien para que la sustituya en el puesto

de Gaspar.

Pensativo, le dio las gracias con un gesto y se dirigió a su despacho donde intentó

adelantar algo de trabajo, pero su cabeza no estaba por la labor de prestarle la menor

ayuda, reclinándose en el sillón se dejó llevar por sus pensamientos ¡Dios! Que bruto

era. El solito había conseguido que Rakel se tomara unas vacaciones que nunca se

tomaba. Muy mal tenía que estar para hacerlo por voluntad propia y él era el único

culpable. Tenía que encontrarla, tenían que hablar y dejarse de dobles intenciones ya

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

era hora de que se sinceraran, claro que ella ya lo había hecho, había puesto las cartas

sobre la mesa y le había dicho que le quería. Pero “no le puedes decir a alguien que le

quieres y desaparecer” se dijo. La entrada de uno de los enfermeros pidiéndole ayuda

le hizo apartar a un lado sus problemas personales.

El sábado la desesperación de Víctor había llegado a sus cotas más altas ¿dónde

diablos se habría metido? Seguro de que Gaspar podría ayudarle, se presentó en su

casa con la intención de sonsacarle toda la información que tuviera.

MacGregor se mostró convenientemente sorprendido por la repentina ausencia de

Rakel y además tuvo la desfachatez de indicar que quizá él fuera la causa.

- Algo muy gordo ha ocurrido para que ella desaparezca de esta manera – su mirada

inquisitiva empezó a poner nervioso a Víctor, que se removió inquieto ante las palabras

de su jefe.

Gaspar pensó que era de lo más interesante ver a un hombre como Davidov sereno

y seguro de si mismo tan angustiado y titubeante por Rakel, con quien había

compartido tantas cosas durante ocho años. Siempre pensó que entre ellos podría

haber algo pero nunca había imaginado que les iba a dar tan fuerte. En el fondo le

daba pena verlo ojeroso y preocupado, pero no iba a decir nada, ese asunto tendrían

que resolverlo ellos solitos.

- ¿No tienes idea de dónde puede estar? – preguntó con inquietud

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Gaspar negó con la cabeza

- Hablé con ella anoche, pero no me dijo que iba a salir de viaje.

Se estaba convirtiendo en un solemne mentiroso, pero no iba a descubrirla,

especialmente cuando ella le había rogado que no dijera a nadie su paradero.

- ¿Estaba bien? – preguntó con ansiedad-¿notaste algo extraño?

- No, su voz estaba ronca pero me dijo que estaba acatarrada, quizá por eso la noté tan

baja de moral.

Un estremecimiento recorrió a Víctor, ¿estaría enferma o se debía al disgusto que

él le había dado? De todas formas, de lo que sí estaba seguro era que si Gaspar sabía

algo no iba a soltar prenda, así que tras un rato de conversación sobre su salud, volvió

a su casa tan ignorante del paradero de su compañera como cuando había salido.

Y ahí estaba, paseando por el salón de su casa como un león enjaulado. Con furia ante

la impotencia que sentía agarró el teléfono y dejó otro mensaje en el contestador de su

desvanecida compañera, ni sabía cuántos llevaba ya.

- Rakel, tengo que hablar contigo, llámame por favor.

Decidida a sobreponerse a su descalabro, Rakel había adquirido una nueva rutina

desde que se había instalado en casa de Jeff, por la mañana le ayudaba en la clínica y

por la tarde paseaba por la playa, leía e intentaba descansar, pero lo echaba

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

terriblemente de menos. Durante mucho tiempo apenas se habían separado,

trabajaban juntos la mayor parte del día y compartían su tiempo libre en multitud de

ocasiones. Extrañaba al amigo y al posible amante y aunque luchaba contra la apatía y

la tristeza, a veces estaba demasiado cansada para combatir el desánimo. Tumbada

en el sofá, miraba fijamente el teléfono dudando si hacer la llamada o no. Al final alargó

el brazo y marcó el número de su casa. Sabía que saltaría el contestador, en realidad

era lo que deseaba. Probablemente era una tontería mayúscula, pero era la única

manera de oír su voz. Víctor le había dejado un montón de mensajes desde el día que

salió de Washington y el tono de éstos había ido cambiando a medida que avanzaba el

tiempo.

- Rakel, llámame

- Rakel, ¿dónde te has metido?

- Rakel, tengo que hablar contigo, llámame, por favor

- Rakel, por favor, necesito hablar contigo- Este último mensaje ya manifestaba en

su voz toda la angustia que su dueño sentía.

Sonrió con tristeza, cuando bajaba la guardia era tan transparente… y su voz

manifestaba su estado de ánimo perfectamente. “El necesita hablar conmigo”, pensó

con rabia, “¿alguna vez piensa en lo que necesito yo?, aún exasperada volvió a llamar

para escucharlo de nuevo. Le encantaba como decía “por favor”. Lentamente colgó el

teléfono y se levantó para prepararse un café aún con esas palabras resonando en su

cabeza. Lo sentía, pero todavía no estaba preparada para enfrentarse a él cara a cara.

Su decisión de marcharse había sido la acertada.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

Para Víctor la semana transcurría mucho peor. A todos los problemas que tenía

para aceptar sus sentimientos y tomar una decisión se unía la ansiedad que le

provocaba no saber donde ni como estaba. Empezaba a ser consciente de que se

había pasado con ella. Quizá su reacción fue exagerada. Se sintió engañado y

traicionado y la atacó sin medir las consecuencias. Estaba acostumbrado a que ella le

aguantara todo y lo perdonara, pero era evidente que todo tenía un límite y la paciencia

de Rakel lo había alcanzado.

Después de dar un montón de vueltas en casa, pensó en salir a correr, eso siempre

le relajaba. Cuando volvió sudoroso y cansado, lo único que había conseguido era

haber discutido con el dueño de un perro, que casi le muerde, haber tropezado con un

antiguo ligue que intentó volverse a enrollar y a quien dio calabazas sin muchas

contemplaciones y por último haberse torcido el tobillo porque iba distraído y no vio el

agujero que había en el suelo.

Estaba en la ducha cuando sonó el teléfono “¡¿Y ahora qué?!”, soltando una

maldición se enrolló una toalla a la cintura y chorreando agua se dirigió a contestar

“¿Qué más puede ir hoy mal?” dijo mirando el reguero de agua que tendría que limpiar

más tarde

- Diga – contestó con tono poco amigable

- ¿Doctor Davidov? – preguntó una voz que no reconoció.

- Si, soy yo

- Quizá no se acuerde de mí soy Jeff

- ¿Jeff? – dijo sorprendido- ¿el amigo de Rakel?

- Sí, el mismo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Si estás buscándola, siento no poder ayudarte ¿te puedes creer que ha

desaparecido? – dijo con desaliento.

- A lo mejor yo puedo ayudarte. Está conmigo, en mi casa.

Al oír eso el teléfono se le resbaló de la mano y tuvo que agarrarlo en el aire,

tratando de recomponerse le preguntó

- Y eso ¿dónde es?

- California

- ¿Por qué me lo dices? – preguntó curioso- en estos momentos no creo que sea uno

de tus personajes favoritos.

- Digamos que te comprendo. Se que el amor puede volver imbécil al ser más

inteligente. Además aunque no lo admitirá jamás ella te necesita. Creo que esto ya ha

llegado demasiado lejos. ¿Podrías venir? Yo mantendré el secreto.

Hablaron durante un buen rato más y después Victor colgó. “Me ha llamado imbécil,

se dijo con asombro, y lo mejor de todo es que tengo que darle la razón.” Dándose

cuenta del charco que había bajo sus pies y de que iba a coger una pulmonía fue a

vestirse. La sangre había vuelto a circular por sus venas y además ya no le importaba

tener que secar todo el apartamento, si fuera necesario.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

CAPÍTULO 11

- ¡Rakel date prisa! – gritó Jeff – vamos a llegar tarde.

- No llegamos tarde – Rakel salió del dormitorio poniéndose los pendientes – falta más

de media hora.

- No me hagas caso, es que esta cena es muy importante, por cierto – dijo abarcándola

con la mirada- estás espléndida.

- Gracias caballero- dijo haciéndole una reverencia- es usted tan amable...

- No es amabilidad, es sinceridad.

Jeff estaba impaciente por salir de casa, tenía una misión que cumplir y cuanto

antes fuera, mejor sería para todos. Cuando al final Rakel se dirigió a la puerta, suspiró

aliviado.

Sentado en una mesa resguardada en un rincón del restaurante, Víctor observó

como Rakel y Jeff avanzaban hacia donde él se encontraba. Rakel, con un vestido de

noche, de su color favorito, el rojo, estaba preciosa, hacían una ella pareja pero ya no

sentía celos. Siguiendo sus movimientos con avidez supo el momento exacto en que

ella lo vio. Se detuvo y abrió los ojos de forma desmesurada, después rehaciéndose

rápidamente comenzó a andar de nuevo. El alivio que sintió al verla aparecer se volvió

preocupación al advertir los oscuros círculos que había bajo sus ojos, disimulados sin

mucho éxito por el maquillaje. Levantándose se preparó para el encuentro.

Mientras se dirigían a la mesa Rakel sufrió el impacto de su vida. No podía creer lo

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

que veía. Victor estaba esperándolos. ¿Cómo la había encontrado? Mientras se

acercaban recorrió con disimulo su cara. La tensión había dejado unas pequeñas

arrugas alrededor de sus ojos, que ella deseó deshacer con sus dedos, también estaba

más pálido de lo normal. Estaba claro que su ausencia le había provocado cierto

sufrimiento. ¿Era posible que pudieran arreglar sus diferencias?

Al llegar junto a la mesa él ya estaba de pie y se quedaron mirando fijamente sin decir

palabra, absorbiendo cada uno la imagen del otro. Jeff, con gesto divertido, habló

sacándolos del trance.

- Bueno, amigos míos, yo he cumplí con mi deber. Os dejo solitos, creo que tenéis

algunas cosas que aclarar.- y agachándose depositó un beso en la mejilla de Rakel,

después alargó la mano para estrechar la de Victor lanzándole una mirada de

advertencia- cuídala y como vuelvas a hacerle daño te las verás conmigo- le susurró

sin que ella se diera cuenta.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó ella con brusquedad nada más quedarse solos. ¿Cómo

me has encontrado?

El hizo un gesto hacia Jeff

- El me llamó

- Ese traidor…- empezó Rakel a hablar

- Rakel – la interrumpió sujetándola por el codo - ¿hay algún sitio donde podamos

mantener esta conversación en privado o prefieres cenar?

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Podemos ir a su casa – dijo haciendo referencia a Jeff- con las molestias que se ha

tomado, no creo que vuelva pronto.

Durante el trayecto no pronunciaron mas que unas cuantas palabras. Una vez en

casa, Rabel, aparentemente tranquila, fue directa al grano

- Tu dirás. ¿Para qué has venido? Te dije que sobreviviría sin ti.

No parecía haberlo conseguido muy bien, se dijo Víctor observando su aspecto,

pero la conocía y la creía capaz de seguir adelante sin él. Era él quien no estaba

dispuesto a pasar un segundo más sin ella y haría todo lo necesario para que lo

perdonara.

- A buscarte – contestó en voz a penas audible - soy yo el que no sobrevive Rakel.- La

necesidad de abrazarla y decirle que todo iría bien le hacía temblar, pero no creía que

le agradeciera su abrazo en ese momento, lo más probable, si lo hacía, era que

terminara con una patada en el trasero, así es que optó por hablar - ¿Podrás

perdonarme alguna vez? Se que fui muy bruto , pero todo lo que tiene que ver contigo

me vuelve bastante incompetente, hago y digo cosas que en realidad ni pienso ni

siento.

Ante su silencio continuó

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Te he echado tanto de menos que hasta mi humor ha cambiado

- Lo sé – dijo ella sonriendo

- ¿Lo sabes? – ahora el sorprendido era él - ¿cómo que los sabes?

- Carly- explicó ella- he estado en contacto con ella y me ha rogado que volviera porque

estabas insoportable.

- ¿Y tu llamas traidor a Jeff? Menuda bruja ¿por qué no me dijo nada? , no, no me

contestes – dijo dirigiéndose al ventanal. Fuera todo estaba oscuro pero oír el sonido

de las olas al romper en la playa ayudaba a relajarse.

Rakel se acercó a él y le puso la mano en la espalda. Era hora de terminar con todo

ese suplicio. Ella lo había empezado todo y no le importaba facilitarle las cosas.

- Victor ¿qué quieres de verdad? ¿por qué te has cruzado todo el país?

El se giró y quedó frente a ella

- Porque después de estos días me he dado cuenta que no puedo, ni quiero vivir sin ti –

le dijo mientras la agarraba por ambos brazos. La voz estaba ronca por la emoción,

pero una vez que había empezado a hablar ya no iba a parar – te quiero en mi vida, te

quiero a ti. Solo espero que puedas perdonarme.

Los ojos de Rakel se inundaron de lágrimas, por fin había oído lo que llevaba años

deseando. El cabezota de su compañero había aceptado que podían tener una vida

juntos más allá del trabajo. Se hubiera merecido un rato más de incertidumbre pero ella

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

estaba tan contenta, que su respuesta no se hizo esperar- ¿cómo no voy a

perdonarte?, sabes… cuando se quiere a alguien el perdón es más fácil y yo… yo te

quiero mucho Victor – terminó con un sollozo que la liberaba de toda la tensión

acumulada.

No había terminado de hablar cuando ya estaba en brazos de Victor, que la

estrechaba con tanta fuerza que amenazaba con desintegrarla.

- No llores, ya hemos llorado demasiado, le decía mientras besaba sus ojos, después

besó las lágrimas de sus mejillas y por fin depositó un voraz beso en sus labios, un

beso frenético que les serviría de cura para aquellos días de desolación. Rakel elevó

los brazos y los apoyó en su nuca, sujetándolo, por si se le ocurría la peregrina idea de

separarse algo más que para poder recuperar un mínimo de aliento. Segundos

después, la americana de Victor estorbaba para sus propósitos, empezó a tirar de ella

hasta que consiguió quitársela, la lanzó al suelo sin demasiadas contemplaciones,

necesitaba sus manos para quitarle la corbata, que voló por los aires y empezó con los

botones de la camisa. Sabía que el doctor tenía un cuerpo de impresión, no en vano

habían compartido muchas horas de playa y piscina, en los que ella había disfrutado

disimuladamente de la vista, ahora no tenía que disimular, pensaba disfrutar de cada

centímetro de aquellos músculos duros y bien dibujados.

Por su parte, Victor peleaba con la cremallera del vestido, había conseguido bajarla

hasta la mitad de la espalda, justo donde se había atascado y uno de los tirantes del

traje de noche, que llevaba, había desaparecido misteriosamente. No podría decirse

quien de los dos estaba más ansioso por despojar al otro de su ropa. Ocho años de

quietud, disimulos y apariencias falsas de “no me interesas” habían desembocado en

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

aquella especie de delirio que los llevó a chocar contra el lateral del sofá y caer

pesadamente sobre él. El golpe detuvo un poco aquella locura, que parecía haberlos

trasformado en dos perfectos desconocidos, incluso para ellos mismos. Nunca habrían

imaginado terminar así, tumbados en un sofá y a medio vestir. Se miraron fijamente y

se sonrieron con timidez

- Estamos locos – susurró Rakel, que había terminado aplastada entre el sofá y Victor

- Bueno – dijo él, retirando con ternura el pelo de la cara – no está tan mal estar loco.

Volvió a besarla, esta vez más despacio, sus manos comenzaron a acariciar todo

su cuerpo, nunca habían llegado tan lejos y necesitaba tocarla, sentir en sus dedos la

suavidad y la calidez de su piel y sobre todo, lo que más le gustaba era que podía

hacerlo sin miedo porque sabía que era suya.

Rakel se movía inquieta, acariciar a Victor era su gran sueño y allí estaba, todo

para ella, pero sentir sus manos por todo su cuerpo era un pura delicia, mucho más

que lo soñado. Cuando sintió una de ellas en el interior de su muslo aguantó la

respiración para luego soltarla toda de golpe. Lo necesitaba, lo quería ¡ya! Lo empujó y

terminó de quitarse el vestido, probablemente habría roto la cremallera pero era una

emergencia, solo le faltaba perder un segundo en desengancharla cuando él la miraba

de aquella manera mientras terminaba de desvestirse.

Víctor volvió a tumbarse sobre ella, el azul de sus ojos, se había oscurecido por el

deseo hasta casi convertirlos en negro y desprendían miles de destellos. ¡Dios!, nunca

habría imaginado que la miraría así

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Víctor, por favor – consiguió pronunciar

- Te quiero – murmuró él antes de entrar en ella.

Ninguna palabra del mundo habría podido describir aquel momento, intentó decir

que ella también lo quería pero su cabeza, lisa y llanamente, explotó, no quedó dentro

ningún pensamiento salvo la sensación de Victor y ella unidos. Notó sus labios en el

cuello y su voz ronca y lejana que preguntaba

- ¿Estás bien?

Ella lo miró y asintió con la cabeza, aún se estaba recuperando, tenía que volver a

respirar. Cuando por fin lo hizo le preguntó

- ¿Cómo nos hemos estado perdiendo esto todos estos años?

Él desplegó una de sus maravillosas sonrisas y contestó mientras volvía a besarla

- Quizá no seamos tan listos como nos creemos.

Estaban tan felices y tan ensimismados el uno en el otro, que habían olvidado por

completo donde estaban. Un fuerte portazo y un grito de Jeff los devolvió a la realidad.

Jeff asomó con precaución la cabeza al salón. Al ver la americana de Víctor en el

suelo, una gran sonrisa se extendió por su rostro y una chispa de picardía apareció en

sus ojos

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

-¡Chicos! ¿Estáis visibles?

- ¡No!

- ¡Fuera!

Oyó a los dos gritar al unísono. Soltó una carcajada y les dijo

- Tenéis cinco minutos, voy a la cocina en busca de unas copas.

Víctor y Rakel saltaron del sofá y se pusieron la ropa precipitadamente

- ¿Por qué no hemos ido al dormitorio?- preguntó ella en voz baja

Una significativa mirada por parte de Víctor hizo que ella volviera a decir

- Vale, de acuerdo, pregunta estúpida – después intentó cerrar su vestido- tengo la

cremallera rota – se quejó

Él le dirigió una mirada traviesa

- Teníamos prisa ¿eh?

Sus miradas volvieron a engancharse y después ambos lanzaron una carcajada al

unísono, nunca se habían encontrado en una posición tan ridícula, ella con el vestido

sin cerrar y él a medio vestir, cazados como dos colegiales.

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LA ENCERRONA Menchu Garcerán

- Vaya – oyeron a Jeff, que entraba con precaución – lo estáis pasando muy bien,

¿puedo pasar?

- A veces le odio – dijo Rakel en voz baja, después haciendo un gesto con la mano

añadió – entra, don oportuno, ya estamos visibles.

- Por lo que veo – dijo el aludido entrando con unas copas y una botella de champagne

en las manos habéis arreglado vuestras diferencias porque si no, mi querido amigo-

dijo dirigiéndose a Victor- hago que te bebas tu solo esta botella.

- ¡No! Por Dios, otra borrachera no, que a saber con que me puedo encontrar mañana

– dijo mirando a Rakel y recordándole como había empezado todo.

- A mí no me mires – se defendió ella- yo no te obligué a beber.

- Niños…. No empecéis de nuevo, me ha costado mucho reuniros- puso paz Jeff.

Mientras hablaba había llenado tres copas y levantando la suya dijo

¡POR VOSOTROS!

FIN