La economía española en el siglo xix

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LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX – Parte 1: Las desamortizaciones Historia de España 2º de Bachillerato

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LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX – Parte 1: Las desamortizaciones

Historia de España2º de Bachillerato

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INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX

• Durante el primer tercio del siglo XIX la situación económica de España era catastrófica debido a las continuas guerras (primero contra Inglaterra y Portugal, después la de Independencia contra las tropas napoleónicas, más tarde la colonial en Hispanoamérica, y por último la primera guerra carlista), la pérdida de los mercados americanos tras la emancipación de nuestras colonias y la incertidumbre política. Esta situación nos alejaba del desarrollo económico que estaban alcanzando algunos países europeos que habían iniciado mucho antes la Revolución Industrial.

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• No obstante, superada esta etapa inicial, durante el resto del siglo XIX la economía española entró en un periodo de lenta expansión y de cambios tendentes a la creación y consolidación de un sistema capitalista. Estos cambios se resumen en:

1. Paso de la agricultura de subsistencia y señorial a otra de tipo comercial y capitalista.

2. Transformaciones importantes en la estructura de la propiedad agraria como resultado de la desvinculación y desamortización.

3. Intensificación del comercio interior.4. Desarrollo de los medios de transporte y de las vías de comunicación. En este

aspecto es particularmente importante la aparición de las primeras líneas ferroviarias.

5. Aparición de la banca moderna.6. Inversión de grandes capitales extranjeros en los sectores clave de la economía

española.7. Nacimiento de la era industrial, aunque sólo en algunas regiones.8. Desarrollo de la minería, sector dominado por compañías extranjeras que exportan

el mineral en bruto.

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• El desarrollo económico español durante el siglo XIX estuvo condicionado por varias circunstancias negativas, en especial:

• la falta de recursos energéticos (carbón) y financieros (por lo que hubo que depender de las inversiones extranjeras);

• el excesivo apego de la naciente clase empresarial de la industria respecto a las protecciones arancelarias,

• la ausencia de una política económica continuada y de amplia perspectiva,

• la debilidad del mercado interior,• la dependencia tecnológica del exterior• y la insuficiencia de la red viaria.

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EL PROCESO DESAMORTIZADOR• Aunque a lo largo del siglo XIX fue perdiendo peso, la

agricultura siguió siendo el sector económico más importante de nuestra economía, lo cual es indicativo del escaso desarrollo industrial de España en ese periodo. Los cambios más importantes en el sector agrícola afectaron a la estructura de la propiedad y a la creciente comercialización de los productos. En cambio, la productividad siguió siendo baja debido al uso de técnicas arcaicas. Por eso periódicamente se siguieron produciendo crisis de subsistencias, que afectaban al conjunto de la economía española.

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• El elemento clave en la reestructuración de la propiedad agraria fue la desamortización, proceso jurídico-político que consiste en sacar al mercado libre bienes que durante el Antiguo Régimen eran inalienables, tanto nobiliarios sometidos a la ley del mayorazgo (desvinculación) como de los ayuntamientos y de la Iglesia (bienes de “manos muertas”). Los pertenecientes a estos dos últimos habían sido previamente expropiados por el estado.

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• En un principio el objetivo fundamental de las desamortizaciones sería crear un campesinado libre que explotaría las tierras compradas con mentalidad capitalista de obtención del máximo beneficio económico, lo cual redundaría en un aumento de la producción y de la riqueza nacional. El modelo a seguir sería el de la Francia revolucionaria de 1789.

• Pero la realidad no fue así: los compradores de las tierras desamortizadas fueron los banqueros, comerciantes, industriales y nobles, es decir los únicos sectores poseedores de dinero en efectivo.

• En consecuencia, no fue posible constituir en España una clase de campesinos de propiedades medianas, como sí había sucedido en Francia. Por el contrario, el latifundismo de baja productividad se acentuó, como señala el historiador Jaime Vicens Vives.

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• Para comprender el proceso de desamortización también es muy importante tener en cuenta las grandes dificultades de la Hacienda Pública española (deuda pública acumulada y déficit presupuestario crónico), lo que se debe tanto a las guerras que se amontonan en las cuatro primeras décadas del siglo XIX como a la necesidad de financiación de un estado moderno con un creciente número de funcionarios y, en consecuencia, generador de un mayor gasto.

• La Hacienda española, abrumada por la magnitud de la deuda pública acumulada, no tuvo más remedio para financiarse que acudir a la vía revolucionaria, que no es otra que la apropiación y posterior venta de las riquezas naturales del suelo y del subsuelo. Por tanto la agricultura y la minería fueron los sectores afectados. Es decir, el estado incauta (expropia) los bienes de manos muertas y posteriormente los pone en venta mediante pública subasta.

• Es importante tener en cuenta que fueron los progresistas, en las escasas ocasiones que estuvieron en el gobierno, los que llevaron a cabo las leyes de desvinculación y desamortización. El Partido Moderado (y por supuesto los carlistas) estuvo en contra de dichos procesos, aunque algunos de sus seguidores se beneficiaron del lucrativo negocio. De ahí se deduce que la desvinculación y la desamortización, aunque se trate de fenómenos de naturaleza económica, tuvieron también una importante trascendencia política.

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• La desvinculación de los bienes nobiliarios se hacía mediante un doble paso: 1) en primer lugar se abolieron los señoríos feudales, con lo que los antiguos señores se convertían en propietarios libres y perdían los derechos jurisdiccionales sobre sus antiguos siervos; 2) en un segundo momento, se suprimió la ley del mayorazgo (1820), ley castellana de origen medieval por la que el hijo primogénito de un noble recibía en herencia todos los bienes familiares, con la obligación de no venderlos, puesto que debía legarlos íntegros a la siguiente generación. Aunque Fernando VII restableció los mayorazgos tras recuperar sus poderes absolutos en 1823, serían definitivamente suprimidos por otra ley de 1836.

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La desamortización de Mendizábal (1836-51)En plena guerra carlista, el ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal, del Partido Progresista, disolvió las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y organizó por decreto del 16 de febrero de 1836 la incautación y posterior subasta de los bienes de las órdenes regulares. Otra ley del 29 de julio de 1837 amplió ese proceso a los bienes del clero secular. Jordi Nadal señala que al comenzar la Década Moderada, que puso freno a la desamortización, cerca de las tres cuartas partes de las tierras de la Iglesia habían sido expropiadas y pertenecían ahora a dueños particulares.

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La finalidad de estas leyes de desamortización fue múltiple:1. Obtener fondos para sufragar los gastos de la guerra carlista.2. Eliminar la deuda pública (los compradores podían pagar con títulos de la deuda). 3. El saneamiento de la Hacienda Pública permitía al estado obtener nuevos

préstamos.4. “Castigar” a la Iglesia por su adscripción mayoritaria al bando carlista. Las leyes

de desamortización provocaron la ruptura de las relaciones diplomáticas de la España liberal con Roma. Además el papa excomulgó a quienes compraran bienes que habían pertenecido a la Iglesia. Sin embargo esta amenaza de nada sirvió para frenar el afán de lucro de los compradores (en Baleares se alcanzó la cifra del 99 % de tierras eclesiásticas desamortizadas; e incluso en una provincia con sentimientos religiosos tan enraizados como Navarra el porcentaje llegó al 77´4). En compensación por los perjuicios ocasionados, el estado se comprometió a subvencionar el culto y a pagar a los sacerdotes, con lo que éstos pasaban a ser una especie de “funcionarios” dependientes económicamente del estado liberal.

5. Atraer a las filas liberales del gobierno a la nueva clase de burgueses que adquieren los bienes desamortizados, ampliando así la base social del régimen isabelino. También fueron favorecidos muchos nobles por la compra de tierras a muy bajo precio. Nobles y burgueses eran los únicos sectores sociales que tenían el dinero necesario para efectuar las compras.

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• La desamortización de Mendizábal decepcionó a quienes confiaban en que serviría para realizar un reparto de las tierras expropiadas entre los campesinos. Pero el estado dio a los compradores pocas facilidades de pago y se decidió por adjudicar cada puja al mejor postor, que casi siempre era un aristócrata o un empresario burgués.

• El objetivo principal del gobierno progresista está claro que no era la ejecución de una reforma agraria, sino el de aumentar los ingresos del estado.

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Madoz (Ley de Desamortización General, 1855-1924)

• Con la vuelta de los progresistas al poder en 1854, se promueve la nueva ley desamortizadora por el ministro Pascual Madoz. Ahora salieron a la venta los bienes eclesiásticos no vendidos anteriormente, los del estado, los de las Órdenes Militares y los bienes de propios (pertenecientes a los ayuntamientos, cuyas rentas por su alquiler se destinaban al mantenimiento de los mismos) y de comunes (también propiedad de los ayuntamientos, pero cuyo disfrute correspondía libremente a todos los vecinos).

• Es decir, fueron privatizadas todas las tierras que hasta entonces eran de propiedad colectiva. El valor total de los bienes desamortizados por Madoz (11.300 millones de reales) duplicó el de la desamortización de Mendizábal.

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• Aunque el procedimiento desamortizador de 1855 fue similar al anterior (es decir, primero la expropiación y después la venta de los bienes mediante subasta pública), el dinero obtenido tuvo un fin distinto: la compra de deuda pública por los ayuntamientos (así se pretendía garantizar el mantenimiento de ingresos por parte de estos ayuntamientos por medio de los intereses) y construcción del tendido del ferrocarril principalmente.

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Balance de las desamortizaciones• Los objetivos de las leyes desamortizadoras sólo se

cumplieron en pequeña medida por diversas razones:

1. Muy pocos campesinos sin tierra pudieron acceder a la propiedad de las fincas desamortizadas, pues no se les ofrecieron suficientes facilidades de pago. La propiedad agraria en el centro y sur del país continuó concentrada, incluso más que antes, en unos pocos latifundistas.

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La burguesía compradora a veces siguió imitando el tradicional modelo de explotación de la tierra de la nobleza, por lo que la productividad de las tierras no mejoró sustancialmente.Se agravó la situación de más de tres millones de campesinos no propietarios, que resultaron muy perjudicados por la privatización de las tierras municipales, lo que desembocó en situaciones de violencia (sobre todo en el Sur) y en una emigración masiva hacia las ciudades y el extranjero.

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• Aunque las desamortizaciones aliviaron los problemas de la Hacienda Pública, el dinero obtenido por el estado fue muy inferior al valor real de las fincas.

• Se perdieron muchos tesoros artísticos al desaparecer los templos y monasterios afectados por la desamortización.

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