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La doble otredad del anarquista español Félix Basterra en la Argentina: ficción,

política inmigratoria y realismo Armando Minguzzi

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Félix Basterra en el contexto del anarquismo argentino EN EL MARCO DEL afianzamiento de la corriente pro-organización acontecida en el anarquismo argentino desde mediados de la última década del siglo XIX se da el arribo de un intelectual muy importante para este sector: Pietro Gori, un abogado italiano nacido en Messina e impulsor del anarco-socialismo en su país que llega al puerto de Buenos Aires en 18981

. Su estadía dejó una profunda huella en la corriente libertaria a través de varios hechos. En el terreno de la lucha sindical se destaca la creación de la FOA en 1902, y en el terreno intelectual el acercamiento y consolidación, dentro del sector ácrata, de un grupos de intelectuales entre los que se contaban Alberto Ghiraldo, Pascual Guaglianone y Félix Basterra. Este último, una de las plumas libertarias más fecundas de la época, dirigió por poco tiempo en el transcurso del año 1900, el órgano más importante del sector: La Protesta Humana, más conocido con el correr del tiempo como La Protesta. Al abandonar este diario, y más allá de seguir publicando artículos en él, Basterra dirigió Los Tiempos Nuevos un periódico que se publicó en octubre de ese año y cuyo cuerpo de redacción se sumó posteriormente a El Sol, una revista literaria fundada y dirigida por Ghiraldo. Basterra también se destacó como un prolífico orador, realizó numerosas giras propagandísticas por el interior del país y tuvo una intensa actividad en las huelgas del año 1902, entre ellas la general del mes de noviembre, por lo que fue deportado, aunque aparece nuevamente en actividad en la comunidad anarquista ya en 19032

.

Entre los textos de su autoría, que se inscriben tanto en el terreno de lo ensayístico como en el de lo ficcional, rescataremos hoy para el análisis El crepúsculo de los gauchos, que data de 1903 y Leyendas de la humildad aparecido en 1904. El primero de ellos es un ensayo que tiene como tema la situación «decadente» de la sociedad argentina

1 Godio, Julio. El movimiento obrero y la cuestión nacional. Argentina: inmigrantes asala.riados y lucha de clases (1880-1910). La Plata, Erasmo, 1972.

Oved, laacov. El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina. México, Siglo XXI, 1978.

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en esos años, el segundo es un volumen de cuentos que vieron la luz antes de esa fecha en diversas revistas y publicaciones del sector ácrata de esa época. El análisis de estos textos nos hará ver la diferencia escrituraria que implican estos géneros para nuestro autor. En el ensayo la noción de sistematicidad requiere hacer uso de la racionalidad científica como legitimación; en el ámbito de la ficción, en cambio, se habla a través de la ideología, que para un anarquista será siempre praxis política en el aquí y ahora.

Puntualmente en lo referente al tema de este trabajo podemos decir que existen diversos planos en los que se plantea la doble otredad en Félix Basterra, la más visible gira en tomo a su condición de inmigrante (español) y anarquista; ideología, esta última, tildada de extranjerizante por la elite dirigente argentina de principios de siglo3

. Esta doble otredad o doble condición de extranjería-por lugar de nacimiento y por adopción ideológica-tiene su correlato en una doble utilización de la escritura, o mejor dicho una doble apuesta a la creación de verosimilitud en el terreno literario que pretendemos analizar aquí.

El ocaso gauchesco: política, ciencia y objetividad El ámbito del ensayo fue un espacio En el que la reflexión sobre el estado de la

sociedad argentina dio lugar a una prolífica producción en el sector libertario. Las primeras décadas del siglo, tiempo en que se hizo sentir una constante preocupación por esa noción intangible llamada argentinidad, y que tuvo su pico en los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 191 O, vieron la publicación de una larga cadena de textos en tomo a la idea de nacionalidad que revisaron distintos terrenos (lingüístico, étnico y político-cultural).

El crepúsculo de los gauchos se inscribe en esa línea. El texto, presentado como una derrotero reflexivo desde una lógica inmigratoria, comienza con un apartado denominado «Al Bajar» y revisa ítems a los que el autor denomina estados. El Estado Económico, el Estado Político, el Estado Judicial, el Estado Social y una mixtura a la que denomina Estado Calamitoso son los capítulos de este texto que finaliza, siguiendo el recorrido antes mencionado, con un epílogo denominado «Al Volver». Aquí, más allá de justificar sus argumentos y cumplir con el ritual de la vuelta al país de origen, menciona a las personas a quienes dedica cada parte del libro y el porqué. Entre ellas sobresalen Eliseo Reclus, a quien destina el Estado político y Alberto Ghiraldo, para quien están escritas las páginas del Estado Judicial.

En cuanto a la matriz de análisis político-cultural a la que apela el texto es fácil reconocer en él una impronta sarmientina, declarada por el mismo autor: «Desde antes de 181 O a nuestros días, están en abierta pugna en la Argentina dos civilizaciones distintas, rivales e incompatibles-según el aserto de Sarmiento-la una española, europea, civilizada, y la otra bárbara, americana, casi indígena». Esta declaración que disgustaría mucho al ilustre maestro sanjuanino, sobre todo en su primigenia etapa más americanista 4 por la inclusión de España en la corriente civilizatoria, nos está mostrando

3 Solomonoff, Jorge N. Ideologías del movimiento obrero y conflicto social. Buenos Aires, Tupa~ Ediciones, 1988.

Verdevoye, Paul. Domingo Faustino Sarmiento, educar y escribir opinando (1839-1852).

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cual es el proceso de verosimilización al que este inmigrante anarquista apela: acceder a la lógica textual desde la clave interpretativa civilización vs. barbarie. Una matriz conocida ligada a una de las formas de pensar la Argentina, cercana a la tradición liberal y a la ideología del progreso positivista y de la que el anarquismo de esa época no escapó, es la que nos hace ingresar a la imagen de la Argentina que Basterra pretende ofrecer. Lo verosímil es el resultado de esa accesibilidad del marco de lectura conocido y prestigioso.

Encabalgado con este encuadre interpretativo, que sirve de acceso para valorar el mundo presentado por el texto, se presenta un estereotipo nacional vinculado a lo improductivo, que en esta línea es casi sinónimo de salvaje: «Para el gaucho, el extranjero es un ser inferior, cobarde, avaro, nada perspicaz para todo aquello que no sea <hacer la América>-frase con que se rebaja al inmigrante, de quien se estima que <roba la plata> (entendido por dinero), de los indolentes criollos, indígenas nada habituados a la moderna forma de trabajo, ni a la antigua tampoco».

Esta valoración se entronca con otra estrategia a la que este autor apela para describir las causas del actual estado de la Argentina y su dirigencia: lo hereditario. Vemos como esa impronta de lo gauchesco llega hasta la época descripta en el apartado denominado Estado Político: «Y es que en el político criollo, el ánima gaucha vive inconmovible, como esencia involucionable, alma primitiva, con una lejana y fría noción del bien y del mal extraños, preferiblemente con tendencias a gozar en el perjuicio ajeno, con el dolor ajeno, tal como fueron Rozas (sic), Quiroga, Aldao y López, y otros que viven y que son como López, como Aldao, como Quiroga y como Rozas».

Y agrega siguiendo con esa lógica hereditaria de un estereotipo nacional vinculado a lo salvaje: «Es necesario enterarse de la historia argentina, después de 1810, para valorizar los sedimentos morales que, legados por los ancestrales, perduran en nuestros días, nada más que ligeramente disfrazados por un barniz de civilización.[ ... ] Y es que la civilización no vino jamás de la pampa».

La estrategia utilizada aquí esgrime un armado de linaje, la dirigencia actual tiene como antepasados esa lista sarmientina de la barbarie: Rosas, Quiroga, Aldao, López. El linaje de lo gauchesco, con su saga de caudillos y tiranos, llega hasta hoy y está vivo en la clase dirigente argentina. La denigrante realidad argentina tiene su causa en esta lógica hereditaria, lo salvaje e improductivo.

La postulación de lo real en este ensayo funciona mediante ese marco de análisis conocido: civilización vs. Barbarie. La noción cientificista de herencia que también sobrevolaba, en tanto tópico conocido desde la estética naturalista, el campo intelectual de época, es el terreno de la objetividad desde donde se hace visible la extrañada visión inmigratoria. La subjetividad ajena de Basterra queda a salvo, él es un inmigrante que viene de esa España perteneciente a la civilización europea.

En el espacio que se abre entre ese par conocido (léase civilización vs. barbarie) y que genera verosimilitud en la lectura, y la objetividad que esgrime lo hereditario en tanto marco distante de explicitación de los males de lo argentino, se inscribe la primera otredad de Basterra. Una otredad que se vislumbra como una instancia de descripción y

Buenos Aires, Plus Ultra, 1988.

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puesta a salvo, funcionando entre la manipulación y la construcción de la objetividad. El otro que es Basterra en primera instancia lee la Argentina partiendo de un cuadro de análisis tradicional y prestigioso en nuestro país. Una vez que lo verosímil está instalado, este autor construye su subjetividad inmigratoria (perteneciente a una nación de la Europa civilizada) recurriendo a la lógica científica y su manto de objetividad. La posibilidad de leer desde esa objetividad científica tiene como contrapartida poder enunciar desde una otredad irreductible, Basterra no será nunca un inmigrante asimilado. Aquí el sujeto inmigratorio se constituye desde la vuelta (recuérdese que el último apartado se llama <Al Volver>), y hace gala de esa condición de extranjero que sólo pasó por estas tierras.

Para una ficción humilde y anarquista El terreno ficcional en Basterra es el ámbito de otro tipo de otredad: la ideológica,

es decir una otredad anarquista. Este sector en esa época se hallaba en franca disputa con los socialistas, y uno de los tópicos ideológicos en donde más se hacían ver las diferencias era la representación política. Mientras los socialistas llamaban a sus simpatizantes a votar y creían en el sufragio como forma de hacer política, los anarquistas desarrollaban uno de sus tópicos más importante en la arena ideológica: el libre pacto5

.

Sobre este concepto, Pietro Gori señala: « ... y niego del todo que en el contrato libre exista menomación (sic) en la libertad (fisica se entiende) de los simples individuos contrayentes, en cuanto que el contrato existe únicamente hasta que perdura en él la adhesión de los asociados; y se llama libre precisamente, porque es eminentemente reversible, y viene de lleno derecho y según la naturaleza suya a disolverse por la cambiada voluntad de los contrayentes»6

.

Esta forma de pacto libre, que da por tierra con la representación en tanto instancia política, es uno de los tópicos que se trasladan al terreno de la ficción en el ámbito ácrata. Su definición implica una alta dosis de presente cruzada con esa concepción de la voluntad como única garantía de que se mantenga el pacto. Basterra, como uno de los más activos militantes libertarios de la época, no desechará esta práctica en su quehacer ficcional, que para muchos es una forma de actualización: hacer ficción no sólo es entonces un pedido de suspensión de la incredulidad, sino también, en su forma más pragmática, permitir que se haga presente el mundo creado, en definitiva actualizarlo, para lo que se cuenta con la acción del lector7

. En el libro Leyendas de la humildad, más allá de esa impronta estética naturalista

común a gran parte de los escritores de la tendencia, aparece un cuento que lleva por título «En tiempo de elecciones». En él una mujer va a casa de su prima, la esposa de un ministro, con quien había perdido contacto a causa de una conferencia brindada por su marido que fue tachada de «colectivista» por el resto de la familia, toda ella vinculada a la actividad política. En el transcurso del relato, la familia hace las paces y su marido pide un cargo de diputado al dueño de casa. La aceptación del pedido y la euforia provocada

5 García Moriyon, Félix. Del socialismo utópico al anarquismo. Madrid, Editorial Cincel, 1985

~ Gori, Pietro. Ensayos y conferencias. México, Vértice, 1947. Pozuelo Yvancos, José María. Poética de la ficción. Madrid, Síntesis, 1993.

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por él, produce en el personaje el siguiente monólogo irónico en tomo a la idea de lo representativo en política: «[ ... ] ¡que trabajo debía ser para los candidatos de otros tiempos tener que andar siempre a la busca de novedades que ofrecer a los electores, siempre hambrientos de promesas! ... ¡Cómo se evoluciona! Hoy, ser elector es un oficio: se hace el trabajo, se paga, y todos en paz. Creo que esta faz del régimen representativo nos conviene a todos: al pueblo, que tiene representantes sin preocuparse de quiénes son ellos, y a nosotros, que tenemos pueblos, sin los desvaríos de las promesas y los sobresaltos de las luchas» (pág. 73-74).

La estrategia de lectura típica de la ficción, es decir la actualización de un mundo de referencia interno con componentes interdependientes8

, se ve trastocada aquí: el presente de la aparición ideológica se constituye como una praxis que actualiza, pero de manera diferente. Si la ficción es un pacto, en el caso de su versión ácrata un pacto libre, la verosimilitud del mundo narrado tiene como posibilidad de existencia la participación en la ideología por parte del lector. El sostenimiento del ideologema, entendido a la manera bajtiniana, es la posibilidad de verosimilización de la impugnación social que el cuento porta. Hacer presente la ideología y sostenerla es el pacto libre en el que el lector debe explicitar su voluntad para que sea verosímil la ficción.

Participar y sostener, parecen ser los verbos que lo ideológico reclama para que la ficción sea posible, pero también podemos hablar de reconocer, en este caso una voluntad ajena, que postula y ejemplifica narrando lo ideológico en tanto estrategia de verosimili-zación. La otredad se hace presente aquí como alguien que invita a participar en la constitución y sostenimiento de la ideología, este es el punto de partida que el anarquista Basterra reclama para la construcción de un verosímil.

Dos serían entonces las formas en que se presenta la otredad basterriana. Por un lado su condición de extranjero, pasajeramente inmigratoria y legitimada desde esa pertenencia al ámbito europeo civilizado, que partiendo desde un marco de análisis dador de verosimilitud como el par civilización y barbarie, apela, en el ensayo, a la objetividad científica para tomar esa otredad irreductible. Y en segundo término la otredad ideológica, puesta en práctica por nuestro autor en el terreno ficcional anarquista. En ella lo verosímil es una consecuencia del ser ajeno. Ser otro anárquico, sobre todo pensando en términos de la cultura oficial argentina de esos años, ya no es una forma de irreductibilidad, sino una instancia de participación en esa ideología que nos libera de las patrias, de la representación política y de esa supuesta objetividad que hace de los hombres simples observadores. Basterra propone en su praxis ficcional ácrata una otredad más allá de lo inmigratorio, casi una negación de la sensación de ajenidad que se percibe en un país que no es el de nacimiento. El otro anarquista que postula la ficción de Basterra es un sujeto extraño a los idearios nacionales, es el que participa en la construcción de la ideología libertaria para hacer verosímil la impugnación del orden vigente allí donde uno esté.

Como conclusión podemos decir que esta tensión de la doble otredad basterriana

8 Harsaw, Benjamín. «Ficcionalidad y campos de referencia», en Teorías de la ficción literaria. Comp. Antonio Garrido Domínguez (comp.) Madrid, Arco Libros, 1997.

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puede leerse como un recorrido de neto corte anárquico. La otredad inmigratoria supuestamente irreductible y científica entiende la emigración no como un proceso económico-político, por lo que desconoce así la interpretación de este fenómeno en clave clasista (es decir el encubrimiento del proceso de expulsión de mano de obra por parte de los países europeos). A esa primera otredad se le antepone la ficcional, es decir lo ajeno como una invitación a participar en la construcción de la ideología que se da en la conciencia, allí donde los anarquistas anclaban su noción de clase. Su desconocimiento de las clases sociales en tanto forma economicista de entender la inmigración lo hace recluirse, en primer término, en cierta interpretación ligada a las idiosincrasias nacionales. Ese mismo desconocimiento lo lleva, siendo fiel a su visión más anarquista para entender los procesos políticos, a hacer uso de la ficción en tanto invitación a la conciencia para construir y sostener una ideología que internacionaliza y abstrae los conflictos del ámbito económico. La clase está en la mente de las personas dirían los viejos libertarios negando el materialismo economicista del marxismo, a lo que nuestra lectura de Basterra respondería la fraternidad y la otredad también.

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