La División Del Centro. Cuando El Pueblo Fue Gobierno

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Cuando el pueblo fue gobierno en Zacatecas. La División del Centro y la coherencia creativa Hugo Ávila Gómez Profesor Escuela Preparatoria “González Ortega” Teul de González Ortega, Zac. Ahora que México atraviesa una crisis política reflejada en la desintegración del sistema sociocultural del país y los jóvenes tienen escasos referentes que orienten su vida de manera prudente y digna, más que nunca, necesitamos voltear al pasado en busca de hechos y personas que sirvan de guía y de aliento de esperanza. Uno de estos acontecimientos lo encontramos en el movimiento armado posmaderista de 1913 y 1914, cuando el pueblo del Estado de Zacatecas se rebeló contra la usurpación del gobierno de la República por parte del general Victoriano Huerta. Muchos de aquellos líderes y de aquellos campesinos, pequeños comerciantes, artesanos y un puñado de universitarios que participaron en el partido antirreeleccionista, para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz, esos mismos grupos de ciudadanos inconformes con la negación de libertades públicas, crearon focos de insurrección en distintos puntos del Estado y luego se unieron para formar la División del Centro. Este grupo armado vivió una breve experiencia histórica donde los ideales tuvieron correspondencia con los comportamientos. Vale la pena recordar ese momento de la historia de Zacatecas y del país, ahora que estamos tan urgidos de coherencia, de compromiso, de ejercicio de la ciudadanía y de tejer relaciones de solidaridad entre el conjunto social que sólo alcanza a expresar voces aisladas de protesta, pero sin articular alternativas viables que beneficien al conjunto de la sociedad. Algunas preguntas guían el presente texto: ¿Quién integraba a la División del Centro? ¿Qué hizo este movimiento? ¿Qué podemos destacar de la obra del CENTRO UNIVERSITARIO DEL NORTE DE JALISCO. UdG DÉCIMO ENCUENTRO DE ESPECIALISTAS DE LA REGIÓN NORTE DE JALISCO Y SUR DE ZACATECAS Colotlán, Jal., 18 de marzo de 2015

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El movimiento revolucionario constitucionalista en Zacatecas, en el año de 1913 buscó restaurar la legalidad perdida con el golpe de estado del general Victoriano Huerta. Se dio la unidad de grupos insurrectos en todo el estado. Se creó la División del Norte, que creó el gobierno constitucionalista de Zacatecas. El pueblo de Zacatecas, tras el ideal de la legalidad y la justicia, creó un gobierno autonómo, un periódico, una escuela popular y se dio la libertad de soñar y trabajar por un mejor futuro.Apoyados en este ejemplo, es tiempo de asumir, de tomar responsabilidad como personas y de construir comunidad, unidos por ideales y acciones en línea de fraternidad, ayuda mutua y compasión por el sufrimiento ajeno.

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Cuando el pueblo fue gobierno en Zacatecas.

La División del Centro y la coherencia creativa

Hugo Ávila Gómez Profesor Escuela Preparatoria “González Ortega”

Teul de González Ortega, Zac.

Ahora que México atraviesa una crisis política reflejada en la desintegración del sistema

sociocultural del país y los jóvenes tienen escasos referentes que orienten su vida de

manera prudente y digna, más que nunca, necesitamos voltear al pasado en busca de

hechos y personas que sirvan de guía y de aliento de esperanza.

Uno de estos acontecimientos lo encontramos en el movimiento armado

posmaderista de 1913 y 1914, cuando el pueblo del Estado de Zacatecas se rebeló

contra la usurpación del gobierno de la República por parte del general Victoriano

Huerta. Muchos de aquellos líderes y de aquellos campesinos, pequeños comerciantes,

artesanos y un puñado de universitarios que participaron en el partido

antirreeleccionista, para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz, esos mismos grupos

de ciudadanos inconformes con la negación de libertades públicas, crearon focos de

insurrección en distintos puntos del Estado y luego se unieron para formar la División del

Centro. Este grupo armado vivió una breve experiencia histórica donde los ideales

tuvieron correspondencia con los comportamientos.

Vale la pena recordar ese momento de la historia de Zacatecas y del país, ahora

que estamos tan urgidos de coherencia, de compromiso, de ejercicio de la ciudadanía y

de tejer relaciones de solidaridad entre el conjunto social que sólo alcanza a expresar

voces aisladas de protesta, pero sin articular alternativas viables que beneficien al

conjunto de la sociedad.

Algunas preguntas guían el presente texto: ¿Quién integraba a la División del

Centro? ¿Qué hizo este movimiento? ¿Qué podemos destacar de la obra del

CENTRO UNIVERSITARIO DEL NORTE DE JALISCO. UdG DÉCIMO ENCUENTRO DE ESPECIALISTAS DE LA REGIÓN NORTE

DE JALISCO Y SUR DE ZACATECAS Colotlán, Jal., 18 de marzo de 2015

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movimiento revolucionario posmaderista? ¿Qué diferencias se pueden encontrar en el

estilo de gobernar de la División del Centro, comparada con las formas tradicionales de

ejercer el poder?

1. El golpe de Estado al gobierno de Madero

En dos años de gobierno, don Francisco I. Madero, líder del movimiento

antirreleccionista y Presidente de la República al caer Porfirio Díaz, se echó al país

encima. Los revolucionarios Pascual Orozco y Emiliano Zapata le reprochaban tibieza

para emprender reformas en favor del pueblo pobre. Los hacendados le recriminaban

falta de autoridad e incapacidad para controlar a los campesinos levantados en armas.

Un sector del ejército estaba a disgusto; prefería el autoritarismo de tiempos de la

dictadura. Con nadie quedó bien el Presidente Madero.

Encabezados por Victoriano Huerta, un grupo de generales conspiró, en acuerdo

con el embajador estadunidense Henry Lane Wilson. El 9 de febrero de 1913, los

generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz se rebelaron contra el gobierno del

Presidente Francisco I. Madero. Liberaron a los generales Bernardo Reyes y a Félix

Díaz. Madero, cándido, nombra a Victoriano Huerta como responsable de defender la

legalidad y la democracia que apenas llevaba dos años.

El 9 de febrero, el Presidente recorre a caballo el trayecto que va del Castillo de

Chapultepec a Palacio Nacional. Lo resguardan cadetes del Colegio Militar y gendarmes

que dispuso el gobernador del Distrito Federal. Lo acompañan también miembros de su

gabinete y varios amigos. Entre los cadetes se encontraba un teulense, José Manuel

Caloca Larios. A este hecho se le conoció como Marcha de la Lealtad.

Los combates entre leales al Presidente y golpistas duraron hasta el 18 de

febrero. Ese día son hechos prisioneros Madero y Pino Suárez. El 19 son obligados a

firmar su renuncia. Los diputados aceptan las renuncias. Nombran presidente interino a

Pedro Lascurain. A los 45 minutos, luego de nombrar Secretario de Gobernación a

Victoriano Huerta, deja el cargo. Huerta asume como Presidente. Se legalizó el golpe de

estado. El 22 de febrero son asesinados Madero y Pino Suárez. Henry Lane Wilson

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había dicho: Si Madero sigue con vida, nuevamente se levantará en armas, para

perjudicar y ensangrentar seriamente al país.

2. La desobediencia en Zacatecas

Las noticias se fueron dando en el interior del estado de Zacatecas. El 20 de febrero de

1913, el presidente municipal de Concepción del Oro, Eulalio Gutiérrez, joven de 30

años, convocó a una reunión para discutir los últimos acontecimientos. Eulario Gutiérrez

era un empresario minero, inconforme desde 1900 con las reelecciones de Porfirio Díaz

y único jefe zacatecano que tomó las armas en noviembre de 1910. 27 personas se

congregaron. La plática terminó con un documento de acuerdos. Ahí se asentó defender

al gobierno de Madero, apoyar la legalidad, desconocer al nuevo gobierno surgido en la

ciudad de México y designaron a Eulario Gutiérrez jefe de las fuerzas que lucharían a

favor del gobierno legítimo (Flores, 2014: 261-262). Fue el primer municipio en todo el

país que se rebeló en contra del gobierno de Victoriano Huerta (Ramos, 1992: 850).

Al caer Francisco I. Madero, los oficiales maderistas de Zacatecas se reúnen en

la capital del Estado. La cita fue en la casa de Antonio Caloca. Ahí acudieron Antonio

Caloca, Miguel Arreola, Pedro Caloca, Manuel Carlos de la Vega, J. Santos Bañuelos,

José Ma. Cabral, Francisco Correa, Fortunato Maycotte y José Marín. De todos ellos,

Pedro Caloca era el de más grado militar, mayor del ejército y por ese tiempo formaba

parte del 26º Cuerpo de Rurales. El jefe de armas, el general Aréchiga, desconfiando de

Pedro Caloca, hizo que lo reconcentraran a la ciudad de México, donde había hecho

estudios en el Colegio Militar (Zertuche, 1969: 24).

Poco después, el 28 de febrero, Fortunato Maycotte, comandante de los rurales,

se levantó en armas en Villa de Coss.

El 26 de marzo, el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, convoca a 65

oficiales entre lo que se encontraban Jacinto Treviño, Lucio Blanco, Francisco Mujica.

En la Hacienda de Guadalupe firman el Plan del mismo nombre que desconoce a

Victoriano Huerta y nombran jefe del Ejército Constitucionalista a Venustiano Carranza,

con autoridad en todo el país. Un movimiento hecho de reivindicaciones políticas.

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Desconocía a los gobernadores que aceptaran al general Huerta y daba atribuciones a

Carranza de ser gobernador provisional de dichos estados.

El 1º de abril de 1913 toma posesión el gobernador del Estado, Rafael Ceniceros

Villarreal, candidato del Partido Católico Nacional (Flores, 2014: 273). Ni el Congreso del

Estado ni el gobernador toman distancia del usurpador Victoriano Huerta. Los poderes

públicos de Zacatecas aceptan a Huerta como Presidente. La rebeldía cunde sólo en las

filas populares.

Por esa misma época, Pedro Caloca, con 22 años de edad, pidió su baja en el

ejército. En tanto se resolvía su solicitud, desde la ciudad de México tramitó un permiso

para viajar al Teul, su tierra. Claramente ya traía intenciones de sublevarse. En el Teul

organizó un grupo de paisanos, quienes dejaron su familia y sus ocupaciones para

luchar en contra del gobierno usurpador. El mismo día que toma posesión Rafael

Cisneros como gobernador, en su pueblo natal, Pedro Caloca y el grupo de teulenses

que lo siguen, cogen las armas en contra de Victoriano Huerta.

Al poco tiempo, llegan de la ciudad de México dos jóvenes teulenses, ambos

militares, para integrarse a las fuerzas de Pedro Caloca Larios. Se trataba de sus

hermanos Ignacio, de 20 años y José Manuel, con apenas 15 años. Ambos habían

desertado del ejército federal para unirse en Zacatecas a la rebelión antihuertista.

También se agregan al grupo armado que dirigía Pedro Caloca otros jóvenes que

habían participado en el movimiento antirreeleccionista en la ciudad de Zacatecas. Entre

ellos estaban Lauro G. Caloca y Luis J. Zalce, despedidos de sus respectivos cargos en

el gobierno cuando Rafael Ceniceros Villarreal ejerce el gobierno de Zacatecas (Flores,

2002: 195).

El 10 de abril, los rurales de la Villa de Nieves se sublevan contra Victoriano

Huerta. El teniente Pánfilo Natera comandaba el 26º Cuerpo de Rurales, el mismo que

fue dirigido en 1911 por Manuel Caloca Castañeda. Santos Bañuelos y Trinidad

Cervantes, también rurales, fueron el principal apoyo del levantamiento lidereado por

Pánfilo Natera. Su fuerza ascendía a 60 hombres. Contingente que aumentó cuando, en

cosa de días, un rebelde orozquista, Juan Ferniza y los soldados que mandaba, se

unieron a la fuerza de Pánfilo Natera.

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El 14 de abril, un grupo de trabajadores jaliscienses de la Compañía Minera

Amparo, dirigidos por Julián Medina, ocupan por la fuerza la población de Valparaíso.

El reguero de pólvora llegó también al Cañón de Juchipila. El 15 de abril, un

participante en el movimiento antirreeleccionista, Crispín Robles Villegas, quien acababa

de renunciar a su trabajo de cadenero en la Penitenciaría del Estado, toma las armas

para dirigir el movimiento revolucionario en su pueblo natal, Juchipila (Flores, 2014:

293).

3. Los rebeldes invaden el Estado de Zacatecas

Mientras, las fuerzas de Pánfilo Natera, Santos Bañuelos y J. Trinidad Cervantes, inician

un recorrido que siguió las huellas de aquella gira emprendida dos años antes por Luis

Moya. El 11 de abril toman Saín Alto. El 14 entran a Valparaíso. El 20 de abril someten a

los defensores de Jerez, en un reñido combate. El 1º de mayo ocupan la población de

San Miguel del Mezquital (hoy Miguel Auza), donde se apropian de armas y municiones.

Pánfilo Natera pudo ganar la batalla de Jerez ayudado por los contingentes

revolucionarios que vinieron en su auxilio. Quizás en la toma de Jerez, ocurrida en los

días viernes 18, sábado 19 y domingo 20 de abril, se congregaron en este punto de la

geografía estatal los grupos guerrilleros de Crispín Villegas, Pánfilo Natera, Santos

Bañueños y Pedro Caloca. En Jerez quemaron el edificio de la jefatura política, liberaron

a los presos y obtuvieron un préstamo de parte de las personas pudientes.

El jueves 8 de mayo, el gobernador Ceniceros Villarreal toma decisiones

relacionadas con las normales del Estado. A las once de la mañana nombra directora de

la Escuela Normal de Mujeres a la profesora Beatriz González Ortega Ferniza. Más

tarde, designa al profesor Francisco L. Castorena Acosta, director de la Escuela Normal

de Hombres. Ambos profesores tenían en común ser descendientes de familias liberales

del siglo XIX y profesaban públicamente su fe católica (Flores, 2014: 287). Signos del

perfil de catolicismo social que pretendía imprimir a su gobierno Rafael Ceniceros,

primer y único gobernante que dio el Partido Católico a Zacatecas.

El 9 de mayo, los jefes revolucionarios alzados y su ejército que ya llegaba a los

400 combatientes, vencieron en Fresnillo la resistencia de las fuerzas de defensa,

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jefaturadas por el oficial Natividad del Toro, comandante de la Acordada, y entraron a la

ciudad. Natividad del Toro y sus oficiales se refugiaron en la torre del templo de Nuestra

Señora de la Purificación, desde donde resistían a los invasores. Para hacerlos bajar,

soldados del ejército rebelde colocaron varios costales de chile seco en las escaleras del

campanario y les prendieron fuego. Aquello se nubló de humo; humo picante y

asfixiante. El olor fue insoportable; no se podía respirar y los oficiales terminaron

bajando con las manos en alto. Sólo su jefe permaneció en la torre, en donde se negó a

rendirse. Terminó dándose un balazo en la cabeza.

En mayo llega a Zacatecas el general veracruzano Cándido Aguilar, anterior

comandante del 38º Cuerpo de Rurales desde marzo de 2012 a enero de 2013. Conocía

bien a las fuerzas rurales de Zacatecas. Traía la encomienda de Venustiano Carranza

de unificar la rebelión antihuertista en Durango, Zacatecas y Jalisco. Se entrevista con

Pánfilo Natera, Santos Bañuelos, Trinidad Cervantes, Crispín Robles y Pedro Caloca.

Los zacatecanos aceptan pelear bajo el liderazgo de Venustiano Carranza, autor del

Plan de Guadalupe (Flores, 2014: 289-290).

El 21 de mayo los grupos de revolucionarios, unidos en un solo contingente,

toman la plaza de Tlaltenango. Y de ahí se dispusieron a tomar la ciudad de Zacatecas.

En tanto, el 24 de mayo, el gobernador Rafael Ceniceros solicita licencia para

separarse de su cargo, con el fin de acudir a la ciudad de México y reunir la suma de

200 mil pesos, con la que contrataría un ejército civil para combatir la creciente

insurrección popular en distintos rumbos del estado. El 25 de mayo le fue concedida la

licencia. Jamás pudo volver. Así terminó la aventura del representante del catolicismo

social, a quien el infortunio de la guerra le impidó terminar su mandato el 16 de

septiembre de 1916.

Para entonces, principios de junio de 1913, los rebeldes ya contaban con un

contingente de 600 combatientes. Y se fueron contra la capital del Estado, defendida por

un ejército profesional. Después de dos días de batalla, el 6 de junio logran tomar la

ciudad de Zacatecas.

El 10 de junio, a propuesta de Pedro Caloca y de J. Trinidad Cervantes, se

reúnen los jefes de los distintos grupos que participaron en la toma de Zacatecas. El

lugar de reunión fue la Negociación Minera La Fe. Ahí se decide integrar la División del

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Centro. Queda como jefe máximo, Pánfilo Natera, recién ascendido a general por

Venustiano Carranza, Jefe del Ejército Constitucionalista (Ramos, 1992: 947).

Así, la División del Centro quedó integrada por los grupos guerrilleros de Pánfilo

Natera, Santos Bañuelos, Crispín Robles y Pedro Caloca. En otras regiones del Estado

combatían, por separado, pero por la misma causa, Eulalio Gutiérrez, en el norte, y

Julián Medina, en el sur.

4. El pueblo asume la ciudadanía creativa por un breve tiempo

En agosto de 1913 la División del Centro se instala en Sombrerete. El 28 de septiembre

de 1913 se declara a Sombrerete como capital del Estado. El edificio conocido como La

Bonanza fue convertido en Palacio de Gobierno. El hidalguense Luis J. Zalce,

avencindado en Zacatecas, participante en el Partido Antirreeleccionsta y miembro del

gobierno maderista de J. Guadalupe González, fue nombrado Gobernador Interino de

los Poderes Constitucionalistas de Zacatecas (Figueroa, 1965 : 28-29).

La mayor parte de los integrantes de la División del Centro eran campesinos y

artesanos. Personas que tiempo de secas de dedicaban a pequeñas industrias en sus

pueblos y que en época de lluvias abandonaban sus oficios para salir a cultivar la tierra.

Había también una pequeña minoría de comerciantes, profesionistas, pequeños

propietarios y militares de carrera. Clase media en la dirigencia, y el pueblo, en el cuerpo

de las filas revolucionarias. Todos maderistas que primero buscaron un cambio en las

estructuras políticas del país, y poco a poco su pensamiento y sus demandas, a medida

que bebían de las fuentes de la realidad, fueron evolucionando hasta plantear

reivindicaciones de derechos económicos, sociales y culturales.

¿Qué puede enseñar la División del Centro a la época contemporánea? ¿Cuáles

acontecimientos de ese grupo revolucionario pueden dar esperanza y orientación para

los tiempos aciagos que vivimos? Podemos describir algunas acciones que fueron la

esencia de la acción revolucionaria de la División del Centro.

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a) Predominio político y militar de las zonas sur y norte del Estado de Zacatecas. Ética en la guerra.

Sólo el centro y oriente del Estado de Zacatecas (Zacatecas, Guadalupe,

Fresnillo, Jerez, Pinos) estuvo bajo el control de las fuerzas leales a Victoriano Huerta.

El resto del Estado fue terreno donde se movían con libertad los contingentes de la

División del Centro y sus aliados. Esto sucedió en buena medida porque ni el gobierno

de la República, ni los gobernadores vecinos pudieron responder satisfactoriamente a

las solicitudes de ayuda de los respectivos gobernadores de Zacatecas. Cada gobierno

estaba enfrascado en su respectiva guerra interna, que era imposible disponer de

recursos para acudir en auxilio de quien estaba en la misma situación. De modo tal, que

la guarnición del ejército federal prácticamente alcanzó para defender la capital del

Estado y sus alrededores. A favor de los revolucionarios se puede decir que éstos

constituían también una fuerza considerable, que en su momento llegó a contar con mil

hombres en el frente de batalla.

La guerra es cruel. En medio de la violencia y de la barbarie desatada es muy

difícil el respeto de la dignidad, las posesiones, la vida de los adversarios, así como los

derechos del pueblo que queda en medio del conflicto. En la División del Norte destacó

el sentido ético del coronel Pedro Caloca Larios que perdonaba la vida a los soldados y

militares del ejército federal, al mismo tiempo que impedía el saqueo y robo a las casas

de la población civil. “El dinero y todo lo que nos hace falta hemos de quitárselo a los

enemigos de la Revolución. De las haciendas ricas tomaremos lo necesario; pero a los

pobres debemos darles por lo menos garantías. El que no esté conforme con esto, que

no me siga”, decía a aquellos campesinos convertidos en revolucionarios, que

integraban su regimiento (Zertuche, 1969: 27-28).

En la misma Toma de Zacatecas de junio de 1913, los días 5 y 6, la División del

Centro, en lugar de hacer saqueos, vandalismo y revanchas contra los enemigos, el

general Pánfilo Natera se presentó en el banco de Zacatecas “para solicitar un préstamo

y cubrir sus necesidades de campaña” (Ramos, 1992: 850). Con ello, mejoró la imagen

pública que se tenía el movimiento, descrito en los periódicos de la época como

asaltantes, robavacas y bárbaros.

La misma consideración tenían cuando acudían con los hacendados. En lugar de

recurrir al pillaje, con comedimiento, pedían un préstamo del dueño de la hacienda, bajo

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la firma de su correspondiente recibo. Aunque en ninguno de los libros consultados se

menciona ocasión alguna en que los revolucionarios regresaron, de la misma manera, a

pagar los préstamos recibidos.

b) Unidad de distintas fracciones regionales y alianzas con movimientos externos

La División del Centro se integró con los grupos rebeldes que surgieron en

distintas regiones del Estado, como Monte Escobedo, Juchipila, San Juan Bautista del

Teul, Nieves y Villa de Cos. La fuerza del principal ejército revolucionario que hizo

presencia en Zacatecas consistió en la decisión de unirse y articular los grupos

regionales dispersos en un inicio. Cada contingente aportó alrededor de 100 personas a

la mayor fuerza revolucionaria que se opuso a Victoriano Huerta.

Asimismo, ya constituida la División del Centro, tejió alianzas con otros grupos

armados, como el de Julián Medina, proveniente de Jalisco, que combatía al lado de

Enrique Estrada en el sur del Estado, y también con Eulalio Gutiérrez, que dominaba en

la región de Concepción del Oro.

Otro factor que explica el ascenso de la División del Centro es que supieron

atender la solicitud de unirse a la causa constitucionalista de Venustiano Carranza, en

voz de su enviado, el general Cándido Aguilar, antiguo comandante del 26º Batallón de

Rurales en Nieves, Zacatecas y compañero de armas de Pánfilo Natera, Santos

Bañuelos, Pedro Caloca y J. Trinidad Cervantes.

Esta lección de unidad, de integración de compañeros que tienen la misma causa

y la creación de frentes organizados, ha sido la excepción en este país, cuya historia

está marcada por la incapacidad de diálogo, de entendimiento, de consensos y de

voluntad de ceder en los propios intereses para que tenga lugar la presencia libre del

otro en los espacios comunes.

Unidad de la División del Centro que, por cierto, no fue permanente. El acuerdo

entre los líderes apenas duró un periodo de año y medio. Las diferencias de criterio, el

abuso de poder y las limitaciones de la naturaleza humana, rompieron con la ejemplar

unidad sostenida desde abril de 1913 hasta julio de 1914. La ruptura entre Carranza y

Villa también se dejó ver al interior de la División del Centro. Poco después de la Toma

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de Zacatecas, en 1914, Pedro Caloca y su división se separaron de este cuerpo militar,

para incorporarse a la División del Norte, de Francisco Villa (Zertuche, 1969: 31-32).

c) Se mantuvo firme en su causa de exigir respeto a la legalidad truncada

Pese a las dificultades del frente de batalla, de andar vagando por cerros y valles,

de sobrevivir a los peligros, de soportar privaciones, intemperies, pérdidas humanas, el

movimiento de la División del Centro sostuvo su adhesión a los principios que los

hicieron tomar las armas.

Asimismo, resistieron con determinación las invitaciones a abandonar la causa

revolucionaria, como aquella efectuada mediante carta que dirigió el jefe político de

Fresnillo, el coronel Luis Gallardo, el 26 de marzo de 1914, en donde le pide al general

Pánfilo Natera que deje las armas del infundado movimiento revolucionario y que obre

como un hombre de bien, honrado y patriota (Flores, 2014: 380-381).

d) Creación de un periódico: El Insurgente

En lugar de lamentarse que los periódicos comerciales de la capital del Estado

hacían mala propaganda a la causa revolucionaria, los dirigentes de la División del

Centro decidieron crear un medio de comunicación, para generar su propia línea de

difusión y propaganda de sus ideas y acciones, y con ello, establecer un contacto más

directo con la población civil. Lauro G. Caloca, teulense, egresado del Instituto de

Ciencias, de la Normas de Maestros, periodista, en el periodo de aguas del año de 1913,

fundó el periódico El Insurgente, para darle voz a las ideas y a las acciones del

movimiento constitucionalista. El Insurgente fue tribuna de la revolución zacatecana, con

razonamientos provenientes de dos fuentes distintas, que el ideólogo supo conciliar

entre sí: el liberalismo y el pensamiento social cristiano. Con este periódico, el

movimiento que empezó reclamando respeto a la legalidad, al orden constitucional,

amplió sus demandas al reconocimiento de justicia social y de la propiedad común para

los desposeídos.

En uno de los primeros editoriales de El Insurgente, Lauro G. Caloca dejó ver su

pensamiento. Habló ahí de la propiedad y su sentido social (Figueroa, 1965: 27).

Para afianzar sus ideas trajo la voz clara y tronante de los Padres de la Iglesia:

Gregorio de Nisa, Ambrosio, Basilio, Anselmo, Juan Crisóstomo, Agustín. “Nombres

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sonoros, hombres de recia voz, de recia doctrina, de ansia de Dios, hombres amigos de

los hombres”.

Dios, el que hace que el sol salga para todos, hizo las cosas para provecho de

toda la humanidad. Por eso, los bienes materiales son para resolver necesidades de las

personas. Dios hizo todas las cosas para la familia humana; y si somos una familia es

justo que todos tengamos igual parte en la herencia de bienes.

Entonces, más que dueños, somos administradores de las cosas, las cuales se

deben compartir, para remediar las necesidades de la comunidad. Así era la Iglesia en

un principio, cuando estaba fresco el recuerdo de Jesús: “Todos los creyentes vivían

unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y bienes y lo repartían entre

todos, según la necesidad de cada uno” (Hechos 2, 44).

El rico es avaro porque no está contento con lo que le es suficiente. También es

ladrón porque toma las cosas de los demás.

Escribió San Basilio: “El pan que tú almacenas pertenece al hambriento; los

vestidos que se te pudren en los armarios son del desnudo; los zapatos que se te

enmohecen son del descalzo; del indigente es el dinero que tienes enterrado. Por tanto,

cometes injusticia contra todos aquellos a quienes puedes ayudar”.

A partir de estas ideas, Lauro pensaba que es de derecho natural la propiedad

común, puesta al servicio del necesitado. La propiedad individual y la acumulación de

bienes son de derecho positivo, cosa de hombres que hacen legal la usurpación, la

fuerza y el robo.

e) Acciones de educación pública

El mismo Lauro G. Caloca fue designado por el ejército revolucionario de la

División del Norte, secretario particular del gobernador Luis J. Zalce y director de

instrucción pública.

Él mismo puso empeño en que esta cartera no quedara como un nombramiento

sin contenido. Abrió una escuela donde enseñaba a 50 niños las primeras letras y

nociones de historia, aritmética, geografía, civismo y español. Las páginas del

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Insurgente dan testimonio de diversos festivales cívico-culturales que se realizaron en la

escuela fundada por Lauro. G. Caloca (Figueroa, 1965: 30).

Si la Revolución Mexicana estalló como volcán para reclamar justicia, educación,

salario digno, tierra para quien la trabaja, no se podía esperar a crear instituciones que

resolvieran todos los problemas del país. Lauro G. Caloca asumió su responsabilidad

con el momento que vivía y puso en juego las capacidades y recursos del movimiento en

que participaba y, en un acto de autonomía y determinación, creó las condiciones para

que los excluidos por quien se hizo la Revolución ejercieran, en el aquí y el ahora, el

derecho a la educación.

Insiste Tomás Mojarro en afirmar que en México tenemos una vieja tradición de

exigir y delegar los derechos y deberes que están en manos del pueblo llevar a cabo.

Padecemos una especie de inmadurez ciudadana al esperar que sean otros los que

resuelvan los problemas, sin poner manos a la obra en aquellas oportunidades que

están a nuestro alcance para construir mejores condiciones de convivencia. La División

del Centro puso el ejemplo de que es posible dejar de delegar y empezar a asumir la

ciudadanía madura, propositiva, creadora y tejedora de redes de condiciones de vida

digna.

Bibliografía

Figueroa, J. (1965). El cuentista parlamentario. México: Costa-Amic

Flores, M. (2002). El grupo masón en la política zacatecana: 1880-1914. México:

Asociación de Investigaciones Filosóficas “Francisco García Salinas”

Flores, M. (2014). Antes de la batalla. México: CONACULTA

Ramos, R. (1992). Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución Mexicana en el

Estado de Zacatecas. México: Gobierno del Estado

Zertuche, E. (1969). Los Caloca en la Revolución. México: s/e