La discusión de los universales durante la edad media

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El problema de los universales y su discusión durante la Edad Media ¿Tienen los sustantivos comunes, un valor objetivo en la realidad o sólo son puros conceptos o nominaciones convencionales? Entre los siglos XI y XII, la comunidad intelectual comenzó a analizar el problema de los universales. Durante esta época, el estudio era realizado por grupos reducidos de personas que tenían acceso a pocos libros. Se debatía acerca de sí los sustantivos comunes son producto de nuestra mente; o sí son parte del mundo de la naturaleza, llegando a nosotros esbozos de su realidad a través de nuestros sentidos. Es decir si realmente una “mesa” es realmente una mesa, o si, simplemente decimos que una “mesa” es una mesa al tener características comunes con lo que hemos decidido denominar mesa. Se establecen dos posiciones contrarias: Los realistas y los nominalistas. Los realistas, adoptan una visión idealista. Siguiendo los esquemas de Platón afirman la existencia de las ideas como original de las cosas que percibimos. Abogan por la razón y la utilizan para llegar hasta Dios. Los nominalistas, destacando entre ellos a Roscelin de Compiègne, consideran las ideas como meras palabras. Sostienen que al percatarnos de una idea, utilizando los sentidos, somos capaces de encontrar semejanzas hasta llegar al perfil de dicha idea. Al contrario de los realistas, limitan la razón sugiriendo una relación más intima y sentimental con Dios. Anselmo de Canterbury (1033-1109), siguiendo la senda de los realistas, cree en el mundo de las ideas, fiándose al mismo tiempo de los sentidos ya que se pueden cometer errores en el razonamiento. Es el primero en separar la razón de la fe, y utiliza la primera para demostrar lógicamente la existencia de Dios. Su razonamiento

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Ensayo sobre la discusión de los universales durante la edad media, basado en el libro "Vida y Muerte de las ideas" de Jose Maria Valverde

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El problema de los universales y su discusión durante la Edad Media

¿Tienen los sustantivos comunes, un valor objetivo en la realidad o sólo son puros conceptos o nominaciones convencionales?

Entre los siglos XI y XII, la comunidad intelectual comenzó a analizar el problema de los universales. Durante esta época, el estudio era realizado por grupos reducidos de personas que tenían acceso a pocos libros.

Se debatía acerca de sí los sustantivos comunes son producto de nuestra mente; o sí son parte del mundo de la naturaleza, llegando a nosotros esbozos de su realidad a través de nuestros sentidos. Es decir si realmente una “mesa” es realmente una mesa, o si, simplemente decimos que una “mesa” es una mesa al tener características comunes con lo que hemos decidido denominar mesa.

Se establecen dos posiciones contrarias: Los realistas y los nominalistas.

Los realistas, adoptan una visión idealista. Siguiendo los esquemas de Platón afirman la existencia de las ideas como original de las cosas que percibimos. Abogan por la razón y la utilizan para llegar hasta Dios.

Los nominalistas, destacando entre ellos a Roscelin de Compiègne, consideran las ideas como meras palabras. Sostienen que al percatarnos de una idea, utilizando los sentidos, somos capaces de encontrar semejanzas hasta llegar al perfil de dicha idea. Al contrario de los realistas, limitan la razón sugiriendo una relación más intima y sentimental con Dios.

Anselmo de Canterbury (1033-1109), siguiendo la senda de los realistas, cree en el mundo de las ideas, fiándose al mismo tiempo de los sentidos ya que se pueden cometer errores en el razonamiento. Es el primero en separar la razón de la fe, y utiliza la primera para demostrar lógicamente la existencia de Dios. Su razonamiento ontológico despierta el debate de sí es posible que algo exista simplemente porque tengamos una idea de ese algo. Anselmo de Canterbury demuestra la existencia de Dios al definirle como el ser “por encima del cual no se puede imaginar nada mayor”, por tanto, si Dios no existiera, se podría imaginar algo mayor que Él.

Un punto intermedio entre las dos perspectivas es posible y más actual, se puede adoptar una visión más aristotélica acerca del mundo de las ideas. Un realismo moderado, que sugiere que un roble tiene mucho que ver con todos los robles de generaciones pasadas y con todos los que vendrán; siendo su universalidad, lo que le da la esencia al roble, parte de él.