La derrota del 5 de octubre en Lima y sus enseñanzas

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La derrota del 5 de octubre en Lima y sus enseñanzas ¿ Por qué fuimos derrotadas las fuerzas progresistas? Ediciones Voz Socialista Director: Hugo Rodríguez Vargas Voz Socialista Voz Socialista PRECIO S/.1.00

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Aporte para entender las razones de la debacle electoral de las fuerzas progresistas en las elecciones municipales en Lima Perú

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La derrota del 5 de octubreen Lima y sus enseñanzas

¿ Por qué fuimos derrotadas las fuerzas progresistas?

Ediciones Voz SocialistaDirector: Hugo Rodríguez VargasVoz SocialistaVoz Socialista PRECIO S/.1.00

Ninguno de los partidos tradicionales, con los cuales la gran burguesía tiene un estrecho vínculo o algunos lazos de sangre, ha tenido la suficiente cantidad de triunfos que lo convierta en fuerza política hegemónica nacional; al contrario, en casi todo el país, todos ellos han sufrido derrotas: AP y PPC casi desaparecen del escenario político y el APRA ha sido humillado con nuevas pérdidas en la zona norte del país, antiguo baluarte aprista. Los partidos emergentes, que debido a su paso por el gobierno ya han establecido relaciones directas con la gran burguesía, también han mostrado todas sus precariedades. Al parecer, Perú Posible tiende a seguir la misma ruta de AP y el PPC, y hoy está muy afectado por las denuncias que pesan sobre su líder principal, Alejandro Toledo; mientras el partido fujimorista Fuerza Popular, a pesar de la movilización de recursos y de la crisis de sus rivales, sólo ha conseguido victorias insignificantes; finalmente los nacionalistas prefirieron no arriesgar y no se presentaron a las elecciones.

Los triunfadores, al igual que el 2010, han sido los partidos y los movimientos regionales y locales, expresiones políticas de las burguesías emergentes de esos territorios, pero sin alcanzar el impacto que tuvieron en las anteriores elecciones, ya que la

ofensiva desencadenada, en los últimos meses, contra los gobiernos regionales y locales descubrieron las entrañas corruptas de varias de esas organizaciones.

Asimismo, estos resultados representan una derrota para la gran burguesía tradicional y sus pretensiones de imponer su dominio político completo en la sociedad; son un subproducto de las potencialidades y las debilidades del nacionalismo, de aquella movilización que, por casi una década, desencadenó despertando pasiones que luego se convirtieron en frustración y desorganización por el viraje de sus líderes a favor del status quo neoliberal.

Sin embargo, hasta ahora, los cambios del nacionalismo no han engendrado levantamientos generalizados en el país o un viraje hacia la izquierda, como suponían algunos, sino ha provocado la profundización de la fragmentación política acompañada de tendencias a la completa anarquía. Tal como se ha evidenciado en los resultados de las elecciones del 5 de octubre: los gobiernos regionales y locales seguirán en manos de los movimientos regionales y locales.

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“Ninguno de los partidos tradicionales, con los cuales la gran burguesía tiene un estrecho vínculo o algunos lazos de sangre, ha tenido la suficiente cantidad de triunfos que lo convierta en fuerza

política hegemónica nacional; al contrario, en casi todo el país, todos ellos han sufrido derrotas ”

“las victorias de los burgueses emergentes, hoy más pragmáticos y ambiciosos, tal vez solo representen el anuncio o la antesala de la rebelión de los pueblos, de los trabajadores, de los campesinos, de los jóvenes y de las capas medias

democráticas por retomar la lucha por la democracia, la honestidad, el progreso y la independencia nacional.”

Las elecciones regionales y municipales nos indican, de manera nítida, que el Perú está ingresando a una fase de gran incertidumbre y creciente crisis política como consecuencia de los profundos problemas sociales engendrados por la historia compleja del país, por la nueva etapa del capitalismo, por el auge económico de los últimos lustros y por la posibilidad de que este se agote y, en consecuencia, el país entre a un período de estancamiento y crisis. La lucha por el poder en las elecciones del 5 de octubre ha sido intensa y, después de muchos años, la violencia se hizo presente: a través de revueltas de descontentos o de simples acciones de quienes han escogido el camino gansteril para obtener sus objetivos políticos.

Crisis política del país y naturaleza de las elecciones

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En este contexto general, la izquierda aparece completamente empequeñecida, en particular se evidencia la extrema precariedad y la artificialidad del proyecto del Frente Amplio. La izquierda no ha podido ni siquiera perfilarse como una inicial fuerza nacional, ya que sus triunfos son muy pequeños en comparación a sus aspiraciones. En Lima, entre otras cosas, como un subproducto de una política aventurera cimentada en fantasías políticas, las fuerzas progresistas de izquierda han sufrido una derrota muy severa. En Cajamarca se consiguió una victoria importante, pero no a nombre del FA porque los líderes del MÁS no dieron ninguna muestra de querer compartir el poder. En medio de estos desencuentros, está claro que en Cajamarca triunfó el pueblo contra la empresa Yanacocha, el proyecto Conga y la arbitrariedad del gobierno al promover la detención de Santos sin respetar el debido proceso. El pueblo considera a Santos como un hijo suyo, como uno de los líderes más importantes en defensa del agua y de la tierra, por lo tanto, su detención profundizó y aceleró las definiciones de las organizaciones de izquierda que, finalmente, en su gran mayoría cerraron filas en torno a la candidatura del MAS. Hoy, el pueblo espera que se esclarezca, a través de un juicio justo, el nivel de responsabilidad de Santos en los hechos planteados por las acusaciones en su contra.

¿Qué puede ocurrir en el país después de estos resultados

electorales? Lo que ocurra, dependerá del desarrollo de la lucha política, de la actividad del conjunto de los actores sociales y políticos y, en última instancia, de la evolución de la economía del país. En el escenario se avizora una nueva oleada de la crisis económica internacional que esta vez puede afectar seriamente a los grandes países emergentes, como China y Brasil, a los que el Perú está muy vinculado actualmente. Después del 5 de octubre, la gran burguesía tendrá que resignarse a seguir compartiendo el poder con la burguesía emergente. Es probable, que los nacionalistas intenten sacar provecho de los resultados electorales, al haberse evidenciado la precariedad de sus rivales y enemigos. La extrema derecha, expresada en el fujimorismo y en el aprismo, tal vez se desespere y pretenda "pescar en río revuelto", precipitando sus planes para retornar al poder. Los burgueses emergentes pueden celebrar sus nuevas victorias y, los más ávidos, intensificar sus fechorías con el intento de seguir enriqueciéndose "antes de que se acabe el período de prosperidad". Sin embargo, las victorias de los burgueses emergentes, hoy más pragmáticos y ambiciosos, tal vez solo representen el anuncio o la antesala de la rebelión de los pueblos, de los trabajadores, de los campesinos, de los jóvenes y de las capas medias democráticas por retomar la lucha por la democracia, la honestidad, el progreso y la independencia nacional.

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De una victoria sorprendente a una derrota estrepitosa en Lima

¿Cómo es posible que Susana y las fuerzas progresistas, que la acompañamos, hayamos sufrido una derrota tan severa? Como anunciaron casi todas las encuestadoras, Castañeda obtuvo 50.77%, Susana fue relegada al tercer lugar con un 10.7 % y, sorprendiendo a tirios y troyanos, el aprista Cornejo se ubicó en el segundo lugar con un 17. 64%. Heresi, después de tanto

alarde por ubicarse entre los primeros, tan solo alcanzó 5.94 %; los demás partidos obtuvieron cifras que oscilaron entre 1% y 3%, entre ellos están el partido Fuerza Popular y el PPC que no superaron el 3%. Cabe destacar, que para el PPC esos resultados representan un completo desastre.

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Tomando estas cifras en su conjunto, se constata que el electorado tenía una posición definida en contra de Susana y su gobierno, en particular esta fue la actitud que asumieron los sectores populares. Por ejemplo: mientras en Ate, Solidaridad Nacional obtenía el 50.33%, Diálogo Vecinal sólo conseguía el 10.08%; esa misma relación nos muestran los resultados en Comas (60% y 8.5%), en San Juan de Lurigancho (52.57% y 10.54%), San Martin de Porres (52.7% y 10.5%), San Juan de Miraflores (50.72% y 10.27%) y Villa El Salvador (62.19% y 9.65%). En relación a la esperanzadora victoria del 2010, se produjo un vuelco histórico y político. Estos resultados fueron producto de una suma de factores que hay que evaluar con profundidad; en esta ocasión consideramos importante enfatizar la reflexión sobre los factores internos, es decir, sobre la naturaleza de los procesos internos y contradictorios del gobierno progresista desarrollado en Lima.

La victoria del 2010 fue una gran conquista de las fuerzas progresistas; fue sorpresiva, pero no un regalo caído del cielo, ,ya que fue el resultado de la lucha de hombres y mujeres, de veteranos y jóvenes, encabezados por Susana, que desarrollaron una intensa lucha en un momento de crisis política y que, gracias a la misma, pudieron aprovechar las circunstancias imprevistas. El triunfo, ya de por sí, fue trascendente, pero lo más trascendente fue que instauró un gobierno municipal que planteó reformas progresistas que

abrieron la posibilidad de iniciar una gran transformación de nuestra ciudad y, de este modo, también de la política y la cultura de Lima que podía tener un impacto en todo el país. Susana, tuvo la sabiduría de convocar a intelectuales democráticos y progresistas de diversas tendencias para desarrollar el plan inicial presentado en las elecciones, de este modo se elaboraron proyectos que fueron más allá de las ideas iniciales. Con todas estas propuestas, Susana estableció en la MML un sistema de gobierno transparente y democrático que abrió las puertas del municipio a las organizaciones populares, hecho que no había ocurrido desde los tiempos de Barrantes.

El año 2010, la ciudad ya estaba atrapada por la crisis, el caos y un sistema de transporte obsoleto que agudizaba los problemas de convivencia y obstaculizaba todas las actividades económicas y sociales. Lima necesitaba cambios urgentes. La campaña de Susana despertó esperanzas en todas las clases sociales y, en el tramo final, también en los sectores populares que, con una gran dosis de desesperación y de utopismo, la apoyaron pensando en resultados muy inmediatos. La derrota de este año se incubó en aquellas ilusiones del 2010, las que al frustrarse se convirtieron en un voto pasional contrario. A pesar de este hecho, Susana Villarán pasará a la historia como la gran reformadora de la ciudad de Lima, como aquella mujer iniciadora de su etapa de modernización del siglo XXI, la que podrá visualizarse con claridad en los siguientes años.

“Lima necesitaba cambios urgentes. La campaña de Susana despertó esperanzas en todas las clases sociales y, en el tramo final,

también en los sectores populares que, con una gran dosis de desesperación y de utopismo, la apoyaron pensando en resultados

muy inmediatos. La derrota de este año se incubó en aquellas ilusiones del 2010, las que al frustrarse se convirtieron en un voto

pasional contrario.”

“La cuestión era impulsar, desde la municipalidad, la modernización progresista tomando claramente partido por la ciudad emergente de todas las sangres y

considerando principalmente a los pobladores de los cerros que el 2010 decidieron apoyar a Susana, descartando a Lourdes Flores.”

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La contradicción entre las reformas y el poder municipal

Los mismos sondeos del equipo de campaña, ya habían detectado que en la mayoría de la población había una aprobación de las reformas, pero no una aceptación en la misma

proporción de Susana. El problema es que estos especialistas, ni otros que estaban cerca de ella, en absoluto pudieron explicarse los motivos de esta contradicción. La verdad, ellos ,

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tampoco quisieron escuchar a quienes intentamos plantearles estos problemas. La cuestión de fondo es que el proceso progresista tuvo problemas congénitos que no fueron comprendidos, ni, menos, superados. Hoy en día, tal vez la derrota abra la posibilidad de que los reformadores, mostrando mayor lucidez, puedan entenderlos. Por los resultados de las elecciones y por los abundantes hechos -que debemos reconstruir de un modo adecuado, serio y profundo- es evidente que los que dirigieron la MML no ejercieron bien el poder; por lo menos, no lo hicieron de acuerdo a las dimensiones históricas y políticas que les planteaban las reformas en marcha. Este problema esencial, se expresó bajo la forma de una contradicción entre las reformas y el modo cómo estas fueron implementadas. No cabe duda, que todos los partidos de la Confluencia, que ganamos las elecciones del 2010, tenemos responsabilidad, en mayor o menor medida, en este hecho fundamental.

Quien tuvo el control del poder real de la MML fue un reducido núcleo de técnicos y políticos, que se colocó por encima de las fuerzas políticas y sociales que ganamos las elecciones el 2010, y que siempre actuó con una gran dosis de fantasía e hiperactividad. Después de la victoria casual del 2010, ilusamente, se declararon la primera fuerza política del país y, en un exceso de entusiasmo, participaron en las elecciones generales del 2011. Luego de sus intentos fallidos en la lucha presidencial y congresal, y de todas las conmociones ocasionadas por esa aventura, tuvieron la posibilidad de concentrarse en la elaboración y el impulso de los grandes proyectos para cambiar nuestra gran ciudad en crisis. Lamenta-blemente, asumieron estas responsabilidades con una visión tecnicista y tecnocrática: se decidieron a impulsar cambios en la ciudad siguiendo un camino que entraba en contradicción con la misma cultura democrática promovida por la MML, y que, peor aún, también estaba en abierta contradicción con las

expectativas de los sectores populares.

En la aplicación de las reformas no tomaban en cuenta, plenamente, la realidad porque no comprendían de manera cabal el tipo de ciudad que pretendían cambiar. Por diversas circunstancias, la mayoría de ellos no comprendió la refundación histórica de la ciudad de Lima, iniciada en la década del 50, que resultó en una nueva ciudad construida por los provincianos, en su mayoría de origen campesino, que reemplazó de manera definitiva a la Lima aristocrática que la etapa republicana, por mucho tiempo, heredó de la época colonial. Esta ciudad emergente, ya en crisis a fines de la década del 70 y por muchos años agobiada por la extrema precariedad, colapsó por completo presionada por las poderosas fuerzas materiales y sociales despertadas por el auge económico después del 2000. Había que modernizarla como ya lo venía haciendo, "sin elecciones" y todos los días, el nuevo desarrollo de la gran industria capitalista.

La cuestión era impulsar, desde la municipalidad, la modernización progresista tomando claramente partido por la ciudad emergente de todas las sangres y considerando principalmente a los pobladores de los cerros que el 2010 decidieron apoyar a Susana, descartando a Lourdes Flores. Había que modernizar Lima inspirándose en su historia integral, luchando por construir una realidad en la que ningún grupo étnico, ni abierta ni sutilmente, sea excluido y comprendiendo que la población principal de Lima, y de todo el Perú, está compuesta por los descendientes de los pueblos originarios del Perú. Más aún, siendo conscientes de que las diferencias sociales (que se han profundizado en estos años de bonanza económica) y étnicas en Lima son más intensas que en cualquier otro lugar de nuestra patria. En nuestra ciudad, un sector social vive al estilo de los países más desarrollados, mientras otros lo hacen como si estuviesen en cualquiera de los pa íses más a t rasados de l p laneta . Además, en

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ningún instante podía ignorarse que, por lo general, los más ricos en el Perú siguen teniendo principalmente orígenes étnicos europeos, mientras los más pobres son indo mestizos. ¿Los reformadores de la ciudad tuvieron en cuenta todos estos problemas? Claro, ellos no crearon estas diferencias, pero no podían ignorarlas.

En un contexto tan complejo, que era aprovechado todos los días por los conspiradores y por los enemigos de las fuerzas progresistas, el poder municipal tenía que ejercerse con audacia y sensatez. La lucha por cambiar una ciudad como Lima, acabar con el caos y desarrollar una lucha contra la llamada cultura combi, exigía un manejo excepcional del poder municipal que, como sabemos, no tiene la misma fuerza del gobierno central. El gobierno de Susana, en las formas, es infinitamente más democrático que el de Castañeda; pero el desarrollo de la historia del país, de la ciudad y las mismas reformas planteadas por el gobierno progresista le exigían actuar de manera mucho más democrática. Sin duda, eran utópicas las fórmulas de algunos "radicales" que insinuaban la necesidad de impulsar el "poder popular"; sin embargo, la intensidad de la lucha sí exigía que el gobierno liderado por Susana, basándose en todas sus facultades y competencias, promoviera un "poder municipal progresista" con la participación activa del pueblo organizado. Pero ello no ocurrió: los gérmenes de esta participación que se expresaron el año 2012, con las movilizaciones organizadas por la Confluencia por Lima y la Coordinadora Ciudadana por Lima, fueron desorganizados por diversos operadores políticos que, en la práctica, actuaron en contra del poder municipal progresista. Las formas democráticas se limitaron a los restringidos ámbitos de la Municipalidad y a los innumerables actos dominados por el simbolismo democrático participativo, los que no permitían una real y efectiva participación popular y ciudadana, que hiciera sentir a la gente que el gobierno de Susana Villarán era su gobierno porque gobernaba para las grandes mayorías.

Esa política elitista, tuvo su punto de partida, a la vez que su expresión concentrada, en la negación permanente o la minimización del rol de los partidos y, sobre todo, del espacio de unidad de la Confluencia en las tareas de gobierno, como les correspondía, de acuerdo al mandato de las urnas el 2010. Los que ejercían el poder permanente eran los técnicos que no tenían un contacto político orgánico directo con la población ni con los sectores populares, que tampoco participaban en los niveles de dirección de la Confluencia y solo dependían de la autoridad de la Alcaldesa. Este estilo elitista de ejercer el poder real, justificado con el principio "de no compartir la gestión municipal porque era un trabajo eminentemente técnico", no solo precarizó a la Confluencia, sino también impidió la organización del pueblo, lo que imposibilitó el control político de los altos funcionarios de la Municipalidad. Asimismo, obstaculizó el necesario impulso del frente único más amplio, con otras fuerzas sociales y con los otros niveles del Estado, imprescindible por la precariedad del poder municipal y por la conspiración permanente de las fuerzas reaccionarias que, al final, lograron arrastrar al gobierno municipal al fatídico referéndum del 17 de marzo.

Los resultados electorales del 17 de marzo lograron mantener a Susana como Alcaldesa de Lima, pero, por la revocatoria de casi todos los regidores, era evidente que esta victoria encerraba una gran derrota política. Sin comprender este resultado, en lugar de que se imponga la sensatez y la cordura, se profundizó una percepción incongruente con la realidad y una acción política muy errática que llegó a extremos inadmisibles: desde el poder municipal se impulsaba la política de reformas y la modernización de la ciudad que exigía promover una alianza muy amplia de clases y partidos; sin embargo, apoyándose en este poder municipal, se organizaba con frenesí el Frente Amplio de Izquierda, encabezado por sus líderes históricos, sectarizando, simbólicamente, el proceso progresista en abierta contradicción

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con la naturaleza de las reformas. El logro más importante de este "esfuerzo" no fue construir el frente nacional de izquierda, al que aspiraban sus entusiastas promotores, sino haber precipitado la pérdida de los últimos espacios de poder que tenía la Confluencia en la MML, ya resquebrajado por completo por los efectos de la revocatoria. La pérdida de la pequeña porción de

poder que tenía la Confluencia en la MML, fue uno de los preludios más importantes y decisivos de la derrota del 5 de octubre; así como la desorganización de las masas, en particular la de los activistas del MST que lucharon por la defensa de la gestión el año 2012, fue la antesala de la revocatoria de los regidores.

Los últimos capítulos de esta historia contradictoria del proceso progresista en Lima se vivieron los meses previos a las elecciones del 5 de octubre. En Lima estaba planteada la lucha por preservar el poder municipal progresista. Sin embargo, los primeros que salieron a oponerse fueron los promotores del Frente Amplio quienes, confundiendo sus sueños con la realidad y sin tomar en cuenta el proceso de acumulación de fuerzas que se había logrado en torno al poder municipal, obstinadamente consideraban que lo principal en la lucha electoral de este año era promover el proyecto del FA. Ante esta presión, inevitablemente estallaron las tensiones entre el espacio del FA y la Confluencia. Como se ha demostrado en todo el proceso electoral, el carácter nacional del primero era muy relativo, extremadamente precario y hasta fantasioso. En verdad, se trataba de la pugna entre dos "confluencias" que disputaban un solo espacio. Ambas tenían un carácter, fundamentalmente, limeño. La diferencia era que, en relación al poder municipal, el FA era artificial y la Confluencia, a pesar de todas sus debilidades, era real; tal como quedó demostrado en la reciente campaña electoral, en las elecciones del 24 de noviembre y en la lucha contra la revocatoria. En todas estas ocasiones, varios de los llamados "partidos nacionales" mostraron que ni siquiera tenían la fuerza de una organización metropolitana.

Después de largos meses de tensiones entre el Frente Amplio y

la Confluencia por Lima, se precipitaron sucesivas rupturas hasta que finalmente se constituyó la, improvisada y precaria, plataforma electoral Diálogo Vecinal que hizo posible la lucha electoral por la defensa del poder municipal y las reformas. Posteriormente a la separación del Frente Amplio y la Confluencia por Lima y al desplome de la plataforma electoral promovida en torno al FA, por la salida de Tierra y Libertad con el argumento de que no aceptaban una alianza con Perú Posible, Susana Villarán fatigada y perturbada por la intensificación de la campaña de las fuerzas reaccionarias, por la crisis de la izquierda y siguiendo sus propias reflexiones, tomó la decisión de "atreverse" a participar en las elecciones, asumiendo una postura de "total independencia" frente a los partidos y colocándose políticamente en el "centro" nebuloso.

Existía un acuerdo inicial entre el FA y PP, mediante este se le daba grandes concesiones a los chakanos. Con el desplome de la plataforma electoral del FA, estos compromisos quedaron en el aire. Al conseguir, casi al cierre del cronograma electoral, el apoyo del movimiento Diálogo Vecinal, que formalmente no tenía una explícita y definida identificación política, se abría la posibilidad de replantear los acuerdos con Perú Posible e impulsar un plataforma amplia en la cual participaran representantes de las organizaciones de izquierda, de las organizaciones populares y de las tendencias de la derecha

La participación en las elecciones del 5 de octubre

“Después de largos meses de tensiones entre el Frente Amplio y la Confluencia por Lima, se precipitaron

sucesivas rupturas hasta que finalmente se constituyó la, improvisada y precaria, plataforma electoral Diálogo

Vecinal que hizo posible la lucha electoral por la defensa del poder municipal y las reformas.”

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“La derrota no surgió de la noche a la mañana, fue el resultado de un proceso de años. Lo vivido en los últimos meses, fueron los últimos

capítulos de una historia que comenzó el año 2010. Como siguiendo el libreto de una novela, los mismos hombres que se encargaron de

impulsar las reformas de la ciudad, fueron los responsables principales de la desorganización de las fuerzas que podían luchar

por la defensa y la continuidad de las reformas.”

“El 5 de octubre se produjo una rebelión, no tan inesperada, de los sectores populares: una rebelión retorcida y reaccionaria que acabó políticamente con

el poder municipal progresista.“

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democrática. En estas nuevas circunstancias, en lugar de modificar los acuerdos iniciales con Perú Posible, se cometió el grave error de mantenerlos y, más aún, darle mayores espacios. Coincidentemente, en ese nuevo momento se disolvió de facto, al suspender "eternamente" sus reuniones, la comisión política que, supuestamente, representaba a la Coalición Democrática y en la que participaba la Confluencia por Lima.

Con los tiempos electorales por agotarse, desde las alturas del "Olimpo" se tomaron decisiones que, en lugar de ampliar las fuerzas y despertar nuevos entusiasmos, profundizaron la desorganización y aumentaron la amargura de los descon-tentos. Los de "arriba", decidieron "entregar" a Perú Posible y a algunos otros movimientos fantasmales espacios electorales vitales de la ciudad y, de esta modo, impidieron la lucha y la movilización de las fuerzas que estaban vinculadas muy estrechamente al poder municipal progresista. Los candidatos afortunados con estos "regalos", en agradecimiento a semejante generosidad, no promovieron la candidatura de Susana porque para estos "aliados", ella ya estaba "quemada".

Como una ironía de la vida o como si el mundo estuviese al revés, después de la disolución de la comisión política de la Coalición Democrática, a pesar que ya se había desplomado la plataforma del FA, precisamente algunos de sus cuadros principales fueron los que se encargaron de la "administración" de la campaña. Increíblemente, a la Confluencia se le cerró toda posibilidad de intervenir en los máximos niveles de conducción política de la campaña. Esta decisión, completamente arbitraria, afectó a la campaña; en principio porque cerró toda posibilidad de abordar conjuntamente los problemas de la estrategia y la táctica de la misma; además afectó la dirección cotidiana de las acciones prácticas de la campaña, en vista de que los intermediarios entre los niveles "políticos" y "organizativos" eran "personas ajenas" al poder municipal progresista. Fue un despropósito descomunal ignorar a la Confluencia ya que ella

seguía existiendo y, pese a los intentos reiterados de negarla, continuaba sus vínculos políticos con la MML, tenía la mayoría de candidatos, era la única fuerza política organizada a nivel metropolitano y la principal fuerza que mantenía la lucha en los "territorios", ciertamente con la participación heroica y generosa de los miembros del Comité Juvenil.

¿Cómo pudieron ocurrir estos hechos? El tiempo aclarará muchas de las interrogantes planteadas en relación al camino seguido por los que se encargaron de la conducción de la campaña electoral. Más allá de las anécdotas, la experiencia de la lucha nos indica que lo que ocurrió en esos días solo fue el epílogo de una historia contradictoria que comenzó en el 2010. El papel de los publicistas sólo consistió en darle forma a una conducta política del núcleo de poder real de la Municipalidad Metropolitana de Lima que, ante el colapso de todas las

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alianzas partidarias y ante la completa artificialidad de la Coalición Democrática, se vio obligado a actuar de manera más activa y , como nunca, de un modo más abierto. Los publicistas, sólo se encargaron de organizar un artificio para que este núcleo siga viviendo su fantasía, en un momento en que la realidad la devoraba todos los días.

Después de las elecciones, se ha deslizado la idea de que no había posibilidades de ganar, que, supuestamente, el plan buscaba sólo obtener un honroso segundo lugar. Es difícil pensar que esta haya sido la orientación. El núcleo de dirección del poder municipal real, sólo tenía la opción de ganar, realmente, no tenía otra posibilidad. Siguiendo la historia de los protagonistas, lo más probable es que estas ideas solo sean una manera de negar la contundente derrota política. En todo caso cabe preguntarse: ¿Quiénes se atrevieron a utilizar la figura de Susana para que semejante plan prosperara? ¿Acaso, estaba simplemente en juego el sueño de un proyecto, al estilo de los

promotores del Frente Amplio, en el cual ya no era prioritaria la lucha por preservar el poder municipal progresista? ¿No será este el motivo por el que se marginó a la Confluencia y, de alguna manera, se le dio injerencia al Frente Amplio fragmentado? La cuestión es, si se había llegado a la conclusión de que no había posibilidades de victoria, ¿por qué sacrificar a la gran reformadora de la ciudad? ¿A cambio de qué ilusión se embarcó Susana en un suicidio político? Sin embargo, lo que sí está claro es que al momento de elaborar la lista metropolitana, se colocó en segundo plano a la Confluencia y a todos los grupos de la izquierda para priorizar a los grupos y personas ubicadas en el "centro" político y a algunos otros que no respondían a ninguna organización política constituida. ¿Estos eran los resultados que esperaban, incluso en el caso de una derrota, las fuerzas progresistas y populares que habían luchado desde el 2010? ¿Y si Susana ganaba, con quiénes pretendía gobernar la ciudad los próximos cuatros años?

Naturaleza de la derrota política

La derrota no surgió de la noche a la mañana, fue el resultado de un proceso de años. Lo vivido en los últimos meses, fueron los últimos capítulos de una historia que comenzó el año 2010. Como siguiendo el libreto de una novela, los mismos hombres que se encargaron de impulsar las reformas de la ciudad, fueron los responsables principales de la desorganización de las fuerzas que podían luchar por la defensa y la continuidad de las reformas. El error fundamental, fue no comprender la ciudad que se pretendía cambiar: la ciudad de todas las sangres; el error particular, finalmente el decisivo, fue no haber ejercido el poder con racionalidad ni con un mayor espíritu democrático, inspirándose en la historia más profunda del Perú y en la historia integral de la ciudad.

No hay ninguna duda de que los sectores más conservadores de las capas altas y medias tradicionales votaron en contra de Susana y concentraron su votación en la candidatura de Castañeda. Pero lo trascendente, es que el día 5 de octubre se profundizó un fenómeno que ya se había revelado el 17 de marzo del 2013: los sectores populares capitaneados por los burgueses emergentes votaron masivamente en favor de Castañeda, como la manera más segura de viabilizar la salida de Susana. Por las razones antes señaladas, por el contenido altamente progresista de las reformas y por cómo estas fueron ejecutadas por la élite municipal gobernante, la mayoría de los sectores populares aprovecharon las elecciones para rebelarse contra el gobierno municipal y contra las reformas urbanas.

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“Luego de los resultados electorales, las fuerzas progresistas y populares estamos en la obligación de evaluar y de analizar, con la

mayor profundidad posible, la naturaleza de los problemas del conjunto de la sociedad.”

“las fuerzas más conscientes de la izquierda, sacando lecciones de las victorias y derrotas, debemos promover la más amplia unidad de las fuerzas

progresistas del país; pero al mismo tiempo debemos seguir luchando por forjar la unidad popular y patriótica de los trabajadores y de todos los

pueblos del Perú”.

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El 5 de octubre se produjo una rebelión, no tan inesperada, de los sectores populares: una rebelión retorcida y reaccionaria que acabó políticamente con el poder municipal progresista.

Los sectores más conservadores de la gran burguesía, utilizando los grandes medios de comunicación, se encargaron de darle una direccionalidad reaccionaria a esa rebelión; sin embargo el papel decisivo fue desempeñado por los burgueses emergentes reaccionarios. Ellos, que han logrado acumular grandes recursos económicos con métodos legales e ilegales y tienen vínculos muy estrechos con amplios sectores del pueblo, fueron los que se encargaron de organizarlos y movilizarlos.

En cierto modo, como ocurrió en casi todo el país, en Lima los principales triunfadores también han sido los burgueses emergentes: los pequeños y medianos empresarios que, en los últimos decenios, hicieron fortuna en medio de la informalidad promovida por el neoliberalismo. Ellos, les ganaron la batalla a los reformadores de la ciudad. Susana, sin haberlo planificado, mediante sus reformas, en particular con la reforma del transporte y los cambios en el mercado mayorista de la Parada, precipitó "la lucha de clases" que acabó con sus pretensiones de reelegirse. Sin embargo, esta circunstancia histórica desnudó las miserias de las burguesías emergentes y, siguiendo un

camino inesperado, también descubrió la artificialidad de las propuestas y conductas políticas inspiradas en las vivencias, los recuerdos y las nostalgias de las capas medias tradicionales.

¿Quiénes apoyaron a Susana? Las capas medias democráticas más progresistas y los contingentes más avanzados de la clase obrera y de los sectores populares. Es muy probable, ante todo, el electorado de izquierda que, valorando las reformas progresistas y la lucha democrática valiente desarrollada por Susana y comprendiendo la necesidad de impedir el avance de las fuerzas más reaccionarias, decidió cerrar filas en torno a la candidatura de Susana. Se obtuvo un 10%, tan solo un 3% más que lo alcanzado en la precaria campaña del 24 de noviembre del 2013. Considerando el conjunto del proceso progresista y la pretensión de conseguir la reelección, como una forma concreta de preservar el poder municipal progresista, los resultados representan una inocultable gran derrota política. Si lo vemos como una referencia política, es probable que esa cifra exprese el 10% que hoy tienen las fuerzas progresistas de izquierda en Lima. Hoy, es difícil saber si ese 10% pertenece únicamente a Susana, como dicen algunos, o es el "voto duro" de la izquierda, como sostienen otros.

El papel de nuestro movimiento en el proceso progresista de LimaNuestro Movimiento Voz Socialista ha participado de manera muy activa en el proceso progresista de estos cuatro años. Pese a que no tuvo participación en los altos niveles de dirección ejecutiva del gobierno metropolitano, nuestra organización luchó de manera firme y permanente todo este tiempo. Actuamos así, porque comprendimos plenamente la necesidad de los cambios en la ciudad y, además, siempre valoramos el liderazgo de Susana Villarán en este proceso. En todo este

tiempo, no nos limitamos a apoyar. Siempre, desde los niveles en los cuales participábamos - el Concejo Metropolitano y la Confluencia- y en la medida que las circunstancias nos permitieron, intentamos modificar el rumbo del proceso progresista a fin de superar sus limitaciones y corregir sus errores. En varios momentos nuestra lucha fue solitaria, en particular desde el instante en que el Frente Amplio invadió los espacios del poder municipal progresista.

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alianzas partidarias y ante la completa artificialidad de la Coalición Democrática, se vio obligado a actuar de manera más activa y , como nunca, de un modo más abierto. Los publicistas, sólo se encargaron de organizar un artificio para que este núcleo siga viviendo su fantasía, en un momento en que la realidad la devoraba todos los días.

Después de las elecciones, se ha deslizado la idea de que no había posibilidades de ganar, que, supuestamente, el plan buscaba sólo obtener un honroso segundo lugar. Es difícil pensar que esta haya sido la orientación. El núcleo de dirección del poder municipal real, sólo tenía la opción de ganar, realmente, no tenía otra posibilidad. Siguiendo la historia de los protagonistas, lo más probable es que estas ideas solo sean una manera de negar la contundente derrota política. En todo caso cabe preguntarse: ¿Quiénes se atrevieron a utilizar la figura de Susana para que semejante plan prosperara? ¿Acaso, estaba simplemente en juego el sueño de un proyecto, al estilo de los

promotores del Frente Amplio, en el cual ya no era prioritaria la lucha por preservar el poder municipal progresista? ¿No será este el motivo por el que se marginó a la Confluencia y, de alguna manera, se le dio injerencia al Frente Amplio fragmentado? La cuestión es, si se había llegado a la conclusión de que no había posibilidades de victoria, ¿por qué sacrificar a la gran reformadora de la ciudad? ¿A cambio de qué ilusión se embarcó Susana en un suicidio político? Sin embargo, lo que sí está claro es que al momento de elaborar la lista metropolitana, se colocó en segundo plano a la Confluencia y a todos los grupos de la izquierda para priorizar a los grupos y personas ubicadas en el "centro" político y a algunos otros que no respondían a ninguna organización política constituida. ¿Estos eran los resultados que esperaban, incluso en el caso de una derrota, las fuerzas progresistas y populares que habían luchado desde el 2010? ¿Y si Susana ganaba, con quiénes pretendía gobernar la ciudad los próximos cuatros años?

Naturaleza de la derrota política

La derrota no surgió de la noche a la mañana, fue el resultado de un proceso de años. Lo vivido en los últimos meses, fueron los últimos capítulos de una historia que comenzó el año 2010. Como siguiendo el libreto de una novela, los mismos hombres que se encargaron de impulsar las reformas de la ciudad, fueron los responsables principales de la desorganización de las fuerzas que podían luchar por la defensa y la continuidad de las reformas. El error fundamental, fue no comprender la ciudad que se pretendía cambiar: la ciudad de todas las sangres; el error particular, finalmente el decisivo, fue no haber ejercido el poder con racionalidad ni con un mayor espíritu democrático, inspirándose en la historia más profunda del Perú y en la historia integral de la ciudad.

No hay ninguna duda de que los sectores más conservadores de las capas altas y medias tradicionales votaron en contra de Susana y concentraron su votación en la candidatura de Castañeda. Pero lo trascendente, es que el día 5 de octubre se profundizó un fenómeno que ya se había revelado el 17 de marzo del 2013: los sectores populares capitaneados por los burgueses emergentes votaron masivamente en favor de Castañeda, como la manera más segura de viabilizar la salida de Susana. Por las razones antes señaladas, por el contenido altamente progresista de las reformas y por cómo estas fueron ejecutadas por la élite municipal gobernante, la mayoría de los sectores populares aprovecharon las elecciones para rebelarse contra el gobierno municipal y contra las reformas urbanas.

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“Luego de los resultados electorales, las fuerzas progresistas y populares estamos en la obligación de evaluar y de analizar, con la

mayor profundidad posible, la naturaleza de los problemas del conjunto de la sociedad.”

“las fuerzas más conscientes de la izquierda, sacando lecciones de las victorias y derrotas, debemos promover la más amplia unidad de las fuerzas

progresistas del país; pero al mismo tiempo debemos seguir luchando por forjar la unidad popular y patriótica de los trabajadores y de todos los

pueblos del Perú”.

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El 5 de octubre se produjo una rebelión, no tan inesperada, de los sectores populares: una rebelión retorcida y reaccionaria que acabó políticamente con el poder municipal progresista.

Los sectores más conservadores de la gran burguesía, utilizando los grandes medios de comunicación, se encargaron de darle una direccionalidad reaccionaria a esa rebelión; sin embargo el papel decisivo fue desempeñado por los burgueses emergentes reaccionarios. Ellos, que han logrado acumular grandes recursos económicos con métodos legales e ilegales y tienen vínculos muy estrechos con amplios sectores del pueblo, fueron los que se encargaron de organizarlos y movilizarlos.

En cierto modo, como ocurrió en casi todo el país, en Lima los principales triunfadores también han sido los burgueses emergentes: los pequeños y medianos empresarios que, en los últimos decenios, hicieron fortuna en medio de la informalidad promovida por el neoliberalismo. Ellos, les ganaron la batalla a los reformadores de la ciudad. Susana, sin haberlo planificado, mediante sus reformas, en particular con la reforma del transporte y los cambios en el mercado mayorista de la Parada, precipitó "la lucha de clases" que acabó con sus pretensiones de reelegirse. Sin embargo, esta circunstancia histórica desnudó las miserias de las burguesías emergentes y, siguiendo un

camino inesperado, también descubrió la artificialidad de las propuestas y conductas políticas inspiradas en las vivencias, los recuerdos y las nostalgias de las capas medias tradicionales.

¿Quiénes apoyaron a Susana? Las capas medias democráticas más progresistas y los contingentes más avanzados de la clase obrera y de los sectores populares. Es muy probable, ante todo, el electorado de izquierda que, valorando las reformas progresistas y la lucha democrática valiente desarrollada por Susana y comprendiendo la necesidad de impedir el avance de las fuerzas más reaccionarias, decidió cerrar filas en torno a la candidatura de Susana. Se obtuvo un 10%, tan solo un 3% más que lo alcanzado en la precaria campaña del 24 de noviembre del 2013. Considerando el conjunto del proceso progresista y la pretensión de conseguir la reelección, como una forma concreta de preservar el poder municipal progresista, los resultados representan una inocultable gran derrota política. Si lo vemos como una referencia política, es probable que esa cifra exprese el 10% que hoy tienen las fuerzas progresistas de izquierda en Lima. Hoy, es difícil saber si ese 10% pertenece únicamente a Susana, como dicen algunos, o es el "voto duro" de la izquierda, como sostienen otros.

El papel de nuestro movimiento en el proceso progresista de LimaNuestro Movimiento Voz Socialista ha participado de manera muy activa en el proceso progresista de estos cuatro años. Pese a que no tuvo participación en los altos niveles de dirección ejecutiva del gobierno metropolitano, nuestra organización luchó de manera firme y permanente todo este tiempo. Actuamos así, porque comprendimos plenamente la necesidad de los cambios en la ciudad y, además, siempre valoramos el liderazgo de Susana Villarán en este proceso. En todo este

tiempo, no nos limitamos a apoyar. Siempre, desde los niveles en los cuales participábamos - el Concejo Metropolitano y la Confluencia- y en la medida que las circunstancias nos permitieron, intentamos modificar el rumbo del proceso progresista a fin de superar sus limitaciones y corregir sus errores. En varios momentos nuestra lucha fue solitaria, en particular desde el instante en que el Frente Amplio invadió los espacios del poder municipal progresista.

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No somos responsables de la orientación elitista que tuvo el proceso progresista, pero sí es justo reconocer que nuestro movimiento también tiene responsabilidad en el curso de estos acontecimientos. A pesar de la lucha intensa que desarrollamos, nos faltó mayor fuerza y consciencia. Es preciso aceptar, que nos faltó una mayor preparación y capacidad de organización para resolver los problemas teóricos y prácticos que planteamos sobre las reformas a lo largo de estos años. Sin embargo, lo más importante y decisivo es que nos faltó luchar con mayor fuerza, persistencia, serenidad y energía para intervenir de manera más activa y directa en los espacios de la MML, así como para vencer las murallas que nos colocaron aquellos núcleos que, por convicciones ideológicas o por simple sectarismo, siempre obstaculizaron nuestra participación. Aún así, luchamos con firmeza y consecuencia. No hemos sido, ni somos perfectos, pero podemos decir que cumplimos con nuestro deber ante el pueblo. Sin embargo, no fue suficiente lo que hicimos. La experiencia nos enseña de manera muy clara: ¡para ejercer el poder, hay que ser parte del poder!

Siguiendo ese camino de lucha y de compromiso con la ciudad, como continuidad de nuestra larga historia, participamos en el último proceso electoral, a pesar de que no estuvimos de acuerdo con la política de alianzas ni con el tipo de dirección que se ejerció en la campaña. Las circunstancias de la campaña nos obligaron a ser cautos, por eso desarrollamos nuestras críticas oportunamente y en los marcos internos; teniendo siempre cuidado de no generar con ellas una mayor desorganización de las fuerzas, ya muy precarias, que estaban en plena lucha. Por encima de todos nuestros desacuerdos y enojos, había la imperiosa necesidad de luchar. Cuanto más incierto se tornaba el escenario electoral, se nos exigía mayor consciencia y energía para continuar en la lucha. No fue nada fácil soportar las conductas políticas erráticas y sectarias que se imponían desde los órganos de "dirección" de la campaña. Teníamos que defender el poder municipal progresista. No podíamos permitir que las fuerzas reaccionarias avanzaran en la ciudad y en el país.

La necesidad de evaluar y continuar luchando

Luego de los resultados electorales, las fuerzas progresistas y populares estamos en la obligación de evaluar y de analizar, con la mayor profundidad posible, la naturaleza de los problemas del conjunto de la sociedad. En el escenario nacional se avizora la necesidad política de impulsar una amplia unidad de las fuerzas democráticas y progresistas para frenar y derrotar la ofensiva de los sectores más reaccionarios del país, como el aprismo y el fujimorismo, y para impedir la materialización de los planes de los sectores más poderosos que sueñan con un poder político más directo y completo.

La experiencia cotidiana y los resultados electorales del 5 de octubre, nos indican, de manera muy clara, que la gran burguesía tradicional y la burguesía emergente amenazan con arrastrar a toda la sociedad a un estado de completa decadencia. En circunstancias en las que se desarrolla uno de los períodos de auge económico más importante que ha profundizado, a niveles extremos, las desigualdades sociales y en un momento en el cual las instituciones del Estado están en crisis, el bandidismo de arriba sirve de ejemplo para la proliferación del bandidismo de abajo; empujando a la sociedad

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a su completa barbarización, como nos lo muestran las noticias plagadas de casos de corrupción por doquier. ¡Nuestra patria está en peligro! Ante esta situación, las fuerzas más conscientes de la izquierda, sacando lecciones de las victorias y derrotas, debemos promover la más amplia unidad de las fuerzas progresistas del país; pero al mismo tiempo debemos seguir luchando por forjar la unidad popular y patriótica de los trabajadores y de todos los pueblos del Perú. La renovación y la

unidad de las izquierdas, no puede ser un proceso artificial que ignore la historia ni los procesos objetivos y subjetivos de la maduración política del pueblo. Nuestro movimiento, defendiendo y desarrollando sus convicciones socialistas, está por la renovación de una izquierda que luche en el seno del pueblo y asuma sus responsabilidades en todas las causas progresistas.

Lo que ocurre en el Perú, es parte de procesos globales que se desarrollan a nivel mundial. La humanidad vive uno de sus momentos más contradictorios: luego de haber alcanzado las conquistas científicas y tecnológicas más importantes de su historia, en el marco de un dominio casi completo del capitalismo, desde el 2008 se ha iniciado un período de gran incertidumbre mundial provocado por las sucesivas crisis económicas, las grandes conmociones sociales, las rebeliones, la nueva proliferación de grupos terroristas de diferente signo y las guerras imperiales que estallan en cualquier parte del

planeta. Nuestro movimiento, frente a este mundo capitalista en crisis que empuja a la humanidad a la barbarie, a la sobre explotación de los trabajadores y a la depredación irracional de la naturaleza, ha luchado y seguirá luchando por un futuro socialista, por una sociedad en la que no impere la explotación ni la opresión de ningún tipo. ¡Un mundo nuevo, es posible! ¡Una patria en la que impere la verdadera justicia social y la democracia, es posible!

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