LA DANZA DE LA MUERTE Por Simeón Orellana Valeriano

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LA DANZA DE LA MUERTE Simeón Orellana Valeriano* Haylli ESPECIAL 4 Agosto 2010 uando investigábamos documentos publicados desde Cel siglo XVI hasta la actualidad en lo referente a la relación de la mita minera colonial con las danzas prehispánicas, coloniales y republicanas nos encontramos con un trabajo de Tristan Platt en el cual describe una especia de teatro folclórico que presencio en 1977 en Pocoata, poblado ubicado a cien kilómetros al norte de Potosí (Bolivia), como nosotros deseamos dar nuestra propia interpretación y relación con la danza colonial denominada “Danza de los diablos” transcribimos casi toda la descripción de Platt . “En la noche del 24 de Agosto de 1977, nos presentamos en la estancia del segunda mayor de Aransaya, Pocoata, donde esta autoridad máxima estaba ofreciendo comida y chicha a los campesinos de su jurisdicción, atendido por un grupo de instrumentalistas llamados arkiris: según Bertonio (1956) Arca-rpa-atha significa en aymara “Salir acompañando al que se pone en camino”. Los arkiris tocaban grandes instrumentos de viento (Suququ) que consisten en un tubo largo de madera con una calabaza seca y con hueco, como resonante al final del tubo. Acompañado por esta música monótona el segunda recibió los saludos de todos los presentes quienes lo llamaron “el originario”, “el tasero principal” (jatun tasero), y “el mitayo”. La mañana siguiente todos se encontraron al lado de la iglesia del pueblo, el segunda montado ya en una mula, su bastón de mando amarrado a sus espaldas, un pequeño poncho ceremonial (chu’tilla) en sus hombros, y en su sombrero papeles blancos (t’ikas = flores) que según un participante representaba los títulos territoriales del ayllu que se iban a redimir con el trabajo de la mita. El segunda daba vueltas en ambos sentidos frente a la torre de la iglesia a la que se ofrecieron libaciones (Ch’allas) con el saludo del delantero recaudador. Mientras tanto, los arkiris tocaban en fila primero hacia la torre y luego hacia la plaza, interrumpiendo sus lamento de vez en cuando con un pequeño baile saltado (como si estuvieran montados a caballo) durante el cual gritaban sirr sirr sirr que me fue interpretado como cerro¡ cerro¡ cerro¡ El grupo luego pasó a visitar todas las esquinas de la plaza, antes de continuar con las calles del pueblo, haciendo descansos en cada cruce de calle para tocar los suququs, bailar (danzar) y echar libaciones: estas se ofrecían al Huayna Potosí (lugar en potosí donde eran repartidos y pagados los mitayos y el final del viaje), al tata chunkaiskayniyuj (“padre doce”) y al crucero de calle (las cruces de las calles representan hasta hoy los linderos entre los grupos territoriales que, durante ciertas fiestas ocupan cada calle del antiguo “pueblo de reducción”)… Después de otras vueltas por las calles del pueblo y otra visita a la torre y las esquinas de la plaza, “el mitayo” fue conducido hacia un patio en la orilla del pueblo, donde se formaron dos mesas ceremoniales, una para los hombres a la mano derecha de “el mitayo”, la otra para las mujeres a su mano izquierda: entre ambas mesas se instalaron los arkiris que tocaban para cado lado por turnos, mientras “el mitayo” escuchaba la música con los ojos cerrados… La reunión del patio fue llamada el jach’a cabildo o Gran Cabildo término que hacen referencia a los Cabildos menores cuando los cobradores de cada ayllu recogen la tasa o tributo semestral: el envío de los mitayos a Potosí aparece, pues, como la obligación más onerosa de todas. Al terminar la comida “el mitayo” se levantó y, acercándose nuevamente a su mula, llamo a todos a seguirle para “subir el cerro”. Otras mulas fueron traídas y alistadas para el viaje. Pero antes de salir, se hizo una visita final a la torre y a la plaza, a las cruces de calle de todo el pueblo como si fuera por una renuencia intensa a desprenderse, quizás para siempre, de lugares tan entrañablemente umbilicales… Finalmente, “el mitayo” volvió al patio del jach’a Cabildo, y con gran sacudida de riendas fue saliendo del pueblo al galope, seguido por los demás participantes, algunos montados y otros a pie. Su camino les llevó a una pampa abierta al pie de un morro ubicado entre el pueblo y el río de Pocoata. “El mitayo” desmonto en la pampa, y un último par de mesas ceremoniales fueron alistadas al son lúgubre de los suququs. Terminadas las últimas libaciones, todos se volvieron al pueblo, también al galope, aunque antiguamente es en este momento cuando se habrían lanzado al viaje fatal. Aproximadamente en 1735 se publica la crónica de Bartolomé Arzans de Orzua con el nombre de “Anales de Villa Imperial de Potosí” en ella el cronista refiere haber presenciado los actos ceremoniales, previos a la partida de los mitayos de los diferentes pueblos que estaban obligados a realizar la mita minera en Potosí. En esa descripción encontramos mucha similitud con lo descrito por Tristan Platt en 1977: A)La despedida con llantos y lamentos. B)Instrumentos musicales: Ayarachis o ayarichis como menciona Arzans y los suququs actuales de Platt. C)Recorrido y despedida de las calles, de la plaza principal, de sus chacras y campos del pueblo. Algo interesante notamos sobre la relación con la religión católica, Arzans relata que los mitayos se despedían de “Cristo Nuestro Señor de su santísima madre y santos cuyas efigies se veneran…”. Además menciona que se despiden

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El Dr. Orellana es investigador del folklore peruano, en especial de la música y danza tradicional del departamento de Junín. Actualmente es Presidente del Consejo Directivo 2014-2016 del CENDAF.Publicado en Haylli Nº13 Boletin Oficial del Centro Universitario de Folklore CUF-UNMSM agosto 2010."Es probable que aquí en la región central peruana las condiciones ideológicas del campesino así como su situación socioeconómica hayan sido diferentes a las de Potosí (Bolivia) pero el final o sea la proletarización también fue diferente. En Bolivia el obrero minero generó una conciencia de clase mucho más rápida y poderosa que en la región central del Perú. Fueron y son dos escenarios distintos. Nosotros, después de más de cincuenta años de vivir, conversar, investigar y compartir con los mineros de la región central del Perú, podemos afirmar que el campesino iba a trabajar con miedo, con temor a la neumoconiosis, a los accidentes, al muqui, a los “gases asesinos”, etc.Creemos que la Danza de la Muerte no fue una celebración jubilosa de unos mitayos que iban camino a su propia muerte. Si esto es así el campesino, por más teorizaciones que hagamos, no iba feliz, ni siquiera contento, al lugar donde lo iban a enterrar en vida, es decir a su propio y lento funeral". 2010, Agosto, mes de los Laykashttp://cendafperu.blogspot.com/

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  • LA DANZA DE LA MUERTESimen Orellana Valeriano*

    Haylli

    ESPECIAL

    4 Agosto 2010

    uando investigbamos documentos publicados desde Cel siglo XVI hasta la actualidad en lo referente a la relacin de la mita minera colonial con las danzas prehispnicas, coloniales y republicanas nos encontramos con un trabajo de Tristan Platt en el cual describe una especia de teatro folclrico que presencio en 1977 en Pocoata, poblado ubicado a cien kilmetros al norte de Potos (Bolivia), como nosotros deseamos dar nuestra propia interpretacin y relacin con la danza colonial denominada Danza de los diablos transcribimos casi toda la descripcin de Platt .En la noche del 24 de Agosto de 1977, nos presentamos en la estancia del segunda mayor de Aransaya, Pocoata, donde esta autoridad mxima estaba ofreciendo comida y chicha a los campesinos de su jurisdiccin, atendido por un grupo de instrumentalistas llamados arkiris: segn Bertonio (1956) Arca-rpa-atha significa en aymara Salir acompaando al que se pone en camino. Los arkiris tocaban grandes instrumentos de viento (Suququ) que consisten en un tubo largo de madera con una calabaza seca y con hueco, como resonante al final del tubo. Acompaado por esta msica montona el segunda recibi los saludos de todos los presentes quienes lo llamaron el originario, el tasero principal (jatun tasero), y el mitayo. La maana siguiente todos se encontraron al lado de la iglesia del pueblo, el segunda montado ya en una mula, su bastn de mando amarrado a sus espaldas, un pequeo poncho ceremonial (chutilla) en sus hombros, y en su sombrero papeles blancos (tikas = flores) que segn un participante representaba los ttulos territoriales del ayllu que se iban a redimir con el trabajo de la mita. El segunda daba vueltas en ambos sentidos frente a la torre de la iglesia a la que se ofrecieron libaciones (Challas) con el saludo del delantero recaudador. Mientras tanto, los arkiris tocaban en fila primero hacia la torre y luego hacia la plaza, interrumpiendo sus lamento de vez en cuando con un pequeo baile saltado (como si estuvieran montados a caballo) durante el cual gritaban sirr sirr sirr que me fue interpretado como cerro cerro cerroEl grupo luego pas a visitar todas las esquinas de la plaza, antes de continuar con las calles del pueblo, haciendo descansos en cada cruce de calle para tocar los suququs, bailar (danzar) y echar libaciones: estas se ofrecan al Huayna Potos (lugar en potos donde eran repartidos y pagados los mitayos y el final del viaje), al tata chunkaiskayniyuj (padre doce) y al crucero de calle (las cruces de las calles representan hasta hoy los linderos entre los grupos territoriales que, durante ciertas fiestas ocupan cada calle del antiguo pueblo de reduccin)

    Despus de otras vueltas por las calles del pueblo y otra visita a la torre y las esquinas de la plaza, el mitayo fue conducido hacia un patio en la orilla del pueblo, donde se formaron dos mesas ceremoniales, una para los hombres a la mano derecha de el mitayo, la otra para las mujeres a su mano izquierda: entre ambas mesas se instalaron los arkiris que tocaban para cado lado por turnos, mientras el mitayo escuchaba la msica con los ojos cerradosLa reunin del patio fue llamada el jacha cabildo o Gran Cabildo trmino que hacen referencia a los Cabildos menores cuando los cobradores de cada ayllu recogen la tasa o tributo semestral: el envo de los mitayos a Potos aparece, pues, como la obligacin ms onerosa de todas. Al terminar la comida el mitayo se levant y, acercndose nuevamente a su mula, llamo a todos a seguirle para subir el cerro. Otras mulas fueron tradas y alistadas para el viaje. Pero antes de salir, se hizo una visita final a la torre y a la plaza, a las cruces de calle de todo el pueblo como si fuera por una renuencia intensa a desprenderse, quizs para siempre, de lugares tan entraablemente umbilicalesFinalmente, el mitayo volvi al patio del jacha Cabildo, y con gran sacudida de riendas fue saliendo del pueblo al galope, seguido por los dems participantes, algunos montados y otros a pie.Su camino les llev a una pampa abierta al pie de un morro ubicado entre el pueblo y el ro de Pocoata. El mitayo desmonto en la pampa, y un ltimo par de mesas ceremoniales fueron alistadas al son lgubre de los suququs. Terminadas las ltimas libaciones, todos se volvieron al pueblo, tambin al galope, aunque antiguamente es en este momento cuando se habran lanzado al viaje fatal.Aproximadamente en 1735 se publica la crnica de Bartolom Arzans de Orzua con el nombre de Anales de Villa Imperial de Potos en ella el cronista refiere haber presenciado los actos ceremoniales, previos a la partida de los mitayos de los diferentes pueblos que estaban obligados a realizar la mita minera en Potos. En esa descripcin encontramos mucha similitud con lo descrito por Tristan Platt en 1977: A)La despedida con llantos y lamentos.B)Instrumentos musicales: Ayarachis o ayarichis como menciona Arzans y los suququs actuales de Platt.C)Recorrido y despedida de las calles, de la plaza principal, de sus chacras y campos del pueblo.Algo interesante notamos sobre la relacin con la religin catlica, Arzans relata que los mitayos se despedan de Cristo Nuestro Seor de su santsima madre y santos cuyas efigies se veneran. Adems menciona que se despiden

  • Haylli

    ESPECIAL

    5Agosto 2010

    con unas canciones cuya letra es una defensa del Rey de Espaa, expresando que si su majestad no estuviera tan lejos oyera nuestros lamentos y se apiadara de nuestras lagrimas. Creemos que estas ltimas anotaciones son producto de un ciudadano espaol que defiende a su Majestad a pesar que sabe muy bien quin se beneficia de las lgrimas de los mitayos.Platt plantea que el campesino llega con un conocimiento previo de los problemas que se suscitan dentro de la mina y que su relacin con el To de las minas, dueo real y absoluto de las vetas de oro y plata, ya vena mediatizada o amenguada; porque el campesino de una u otra manera sabia o conoca el poder del To y que su vinculacin con la Pachamama, lo haca ms familiar; por lo que siempre peda su proteccin cuando entraba a laborar en los socavones ms profundos de las minas. Es en esta afirmacin en la que disentimos con Platt y lo hacemos utilizando los mismos ejemplos que el transcribe. La famosa despedida de los mitayos es una prueba muy elocuente de esa persistencia en la mentalidad del haque Boliviano por ms de doscientos aos, del profundo temor que se le tena al cerro indofago. Adems preguntamos: Por qu el campesino hace las ofrendas al To?Las respuestas podran ser varias, pero entre ellas estn:-Por temor a su poder-Por temor a tener un accidente-Por temor a que la veta se pierda, etc.Todos nos indica que tiene un temor, un miedo que si pudiese evitarlo lo hara. Es por ello que habra que volver a replantear la afirmacin de Tristan Platt.En el centro cuando la Cerro de Pasco Cooper Corporation controlaba las diferentes unidades de explotacin minera, como Casapalca, Cobriza, Morococha, etc.; los trabajadores mineros eran campesinos de la Sierra Central y tenan un temor respetuoso, que lindaba con el miedo o el pnico, cuando relataban sobre las apariciones del muqui, que es el equivalente al to boliviano.La compaa Cerro de Pasco tuvo que envenenar las aguas del ro Mantaro o Jatunmayo y sus afluentes con los relaves malditos; tuvo que esterilizar los campos agrcolas mediante los humos diablicos de la fundicin de La Oroya. Ante esta situacin los campesinos de la regin

    fueron obligados a trabajar en los centros mineros de la Compaa; quien generosamente les brindaba trabajo. No tenan otra alternativa: sin chacras que sembrar, sin ganado que les sirviera de alimento, sin truchas ni ranas en los ros y lagunas, el campesino se enganch para trabajar en las minas mata gente. Es probable que aqu en la regin central peruana las condiciones ideolgicas del campesino as como su situacin socioeconmica hayan sido diferentes a las de Potos (Bolivia) pero el final o sea la proletarizacin tambin fue diferente. En Bolivia el obrero minero gener una conciencia de clase mucho ms rpida y poderosa que en la regin central del Per. Fueron y son dos escenarios distintos. Nosotros, despus de ms de cincuenta aos de vivir, conversar, investigar y compartir con los mineros de la regin central del Per, podemos afirmar que el campesino iba a trabajar con miedo, con temor a la neumoconiosis, a los accidentes, al muqui, a los gases asesinos, etc.Platt no tuvo, probablemente, la oportunidad de conocer esa realidad de la cual hablamos. Lo relatado por Arzans (siglo XVIII) y lo observado por Tristan Platt en Pocoata (Siglo XX) simplemente nos indican el temor o miedo, que les causaba al campesino, la sola mencin de las palabras mitas mineras.Creemos que la Danza de la Muerte no fue una celebracin jubilosa de unos mitayos que iban camino a su propia muerte. Si esto es as el campesino, por ms teorizaciones que hagamos, no iba feliz, ni siquiera contento, al lugar donde lo iban a enterrar en vida, es decir a su propio y lento funeral.

    2010, Agosto, mes de los Laykas

    _____________________________________________(*) Investigador del folklore peruano, en especial de la msica y danza tradicional del departamento de Junn.

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