La Cultura - Macionis y Plummer

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Capítulo 4 Estamos en 1997 y vamos a aterrizar en Hong Kong, todavía una colonia británica. La aza- fata nos desea una feliz estancia, pero de un modo un tanto críptico nos dice que en Hong Kong la mitad de la gente tiene un teléfono móvil y la otra mitad cree en los espíritus. En este pequeño territorio conviven dos culturas opuestas: la cultura occidental, más moderni- zante, y la oriental, más supersticiosa y tradicional. Este contraste entre culturas se hace evidente en cada sitio que visitamos. Por un lado están los viejos templos, sucios y abarrotados. Allí van sobre todo mujeres, a visitar el altar de los parientes muertos. Por otro lado están los modernos centros comerciales, los más grandes del mundo, donde la fiebre consumista alcanza su máxima expresión. Espirituali- dad y materialismo a unos metros de distancia. Vemos también un grupo de niños de vuel- ta a casa. Todos llevan el uniforme del colegio, exactamente igual que los niños británicos. Pero sus casas son pequeñas embarcaciones ancladas en el puerto, donde pueden vivir varias familias hacinadas. También visitamos el Banco de Hong Kong, un monumento de la arquitectura moderna. Nos dicen, sin embargo, que fue diseñado con todo cuidado teniendo en cuenta los «malos espíritus». En Hong Kong conviven dos culturas que pare- cen polos opuestos. Podemos poner otro ejemplo. El agente inmobiliario neoyorquino Barry Lewen está a punto de vender un edificio en Madison Avenue por valor de 14 millones de dólares a unos inversores taiwaneses. Un negocio redondo. Parece que el acuerdo está cerrado pero falta un último detalle. Los compradores quieren asegurarse de que todo está bien y para ello quieren que un maestro á&feng shui (que significa «aire y agua») eche un vistazo al edifi- cio. Dicen que van a enviar a este señor desde Taiwan para que haga una inspección. Sólo si a él le parece que el edificio reúne las condiciones aceptables se cerrará el contrato. Al cabo de unos días, un avión privado procedente de Taiwan llega al aeropuerto de Nueva York. El maestro de feng shui es conducido directamente a Madison Avenue y se pone a trabajar inmediatamente. Bajo la atenta mirada de un grupo de empleados, el maes- tro se detiene en la calle y empieza a observar detenidamente el edificio en cuestión y los que le rodean. Una vez hecho esto, entra en el edificio. No se le pasa nada por alto. Exa- mina la longitud y anchura de los pasillos, la localización de las puertas y ventanas, de los ascensores, de los espejos, de las fuentes e incluso del aire acondicionado. «A muchos ya

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Concepto de cultura, relativismo cultural, etnocentrismo desde el punto de vista antropológico.

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Capítulo 4

Estamos en 1997 y vamos a aterrizar en Hong Kong, todavía una colonia británica. La aza-fata nos desea una feliz estancia, pero de un modo un tanto críptico nos dice que en HongKong la mitad de la gente tiene un teléfono móvil y la otra mitad cree en los espíritus. Eneste pequeño territorio conviven dos culturas opuestas: la cultura occidental, más moderni-zante, y la oriental, más supersticiosa y tradicional.

Este contraste entre culturas se hace evidente en cada sitio que visitamos. Por un ladoestán los viejos templos, sucios y abarrotados. Allí van sobre todo mujeres, a visitar el altarde los parientes muertos. Por otro lado están los modernos centros comerciales, los másgrandes del mundo, donde la fiebre consumista alcanza su máxima expresión. Espirituali-dad y materialismo a unos metros de distancia. Vemos también un grupo de niños de vuel-ta a casa. Todos llevan el uniforme del colegio, exactamente igual que los niños británicos.Pero sus casas son pequeñas embarcaciones ancladas en el puerto, donde pueden vivirvarias familias hacinadas. También visitamos el Banco de Hong Kong, un monumento dela arquitectura moderna. Nos dicen, sin embargo, que fue diseñado con todo cuidadoteniendo en cuenta los «malos espíritus». En Hong Kong conviven dos culturas que pare-cen polos opuestos.

Podemos poner otro ejemplo. El agente inmobiliario neoyorquino Barry Lewen está apunto de vender un edificio en Madison Avenue por valor de 14 millones de dólares a unosinversores taiwaneses. Un negocio redondo. Parece que el acuerdo está cerrado pero faltaun último detalle. Los compradores quieren asegurarse de que todo está bien y para elloquieren que un maestro á&feng shui (que significa «aire y agua») eche un vistazo al edifi-cio. Dicen que van a enviar a este señor desde Taiwan para que haga una inspección. Sólosi a él le parece que el edificio reúne las condiciones aceptables se cerrará el contrato.

Al cabo de unos días, un avión privado procedente de Taiwan llega al aeropuerto deNueva York. El maestro de feng shui es conducido directamente a Madison Avenue y sepone a trabajar inmediatamente. Bajo la atenta mirada de un grupo de empleados, el maes-tro se detiene en la calle y empieza a observar detenidamente el edificio en cuestión y losque le rodean. Una vez hecho esto, entra en el edificio. No se le pasa nada por alto. Exa-mina la longitud y anchura de los pasillos, la localización de las puertas y ventanas, de losascensores, de los espejos, de las fuentes e incluso del aire acondicionado. «A muchos ya

Pedro León Almeida
"LA SOCIOLOGIA" John Macionis y Ken Plummer Prentica Hall - madrid 1999
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nos empezaron a sudar las manos» cuenta Barry Lewen. Pasados unos treinta minutos, elmaestro parece haber concluido la inspección. Se dirige a los presentes, que no pueden evi-tar su nerviosismo, sonríe y dice que el edificio cumple con los requisitos. Todos suspirande alivio.

Un occidental evalúa un edificio según su localización, su tamaño, su estado general, etc.Todo esto, por supuesto, también lo tiene en cuenta un taiwanés. Pero, tradicionalmente, enel sudeste asiático se piensa que el espacio físico puede influir en los sentimientos y las emo-ciones de las personas. Se piensa que hay una fuerza vital, que se llaman qi, que fluye a tra-vés del espacio, incluyendo los edificios. Hay edificios que favorecen este flujo, y otros quelo frenan. Un edificio «adecuado» es el que está en armonía con la naturaleza y, así, en con-diciones de transmitir salud y riqueza a los que habitan o trabajan en él (Dunn, 1994).

Entender en qué consisten estas diferencias culturales es parte fundamental de la socio-logía. Por eso dedicamos un capítulo a este tema.

Los cerca de seis millones de personas que habitanla Tierra son miembros de la misma especie bioló-gica: el Homo sapiens. Aun así, las diferencias que

hay entre ellas en términos de cultura y costumbres sonextraordinarias. A veces nos pueden parecer divertidas,otras nos dejan completamente desorientados, pero, ensu conjunto, son abrumadoras. Muchas diferencias sonpuramente una cuestión de convenciones sociales. Elblanco, por ejemplo, es el color de luto para los chinos,mientras que los europeos utilizan el negro. El númerode la mala suerte entre los chinos es el cuatro, mientrasque en la cultura occidental es el trece. Podemos ponerotros ejemplos más divertidos, referidos a los besos, porejemplo. En Europa la gente se besa en público, pero enChina sólo en privado. Los españoles o los franceses,cuando saludan, besan dos veces, una a cada lado; losbelgas, tres; pero los nigerianos no besan para saludar auna persona. En las bodas europeas los novios se besan,en las coreanas hacen una pequeña reverencia, y en Cam-boya el novio toca con la nariz la mejilla de la novia. Siha viajado por el extranjero seguro que ha notado algu-nas diferencias curiosas.

Pero hay otras diferencias más profundas y másimportantes que las que se refieren a las convencionessociales. Hay sociedades muy prolíficas y otras socieda-des en que se considera que no es bueno tener muchoshijos. Hay sociedades que veneran a los ancianos y otrasque les relegan a un segundo término. Hay sociedadespacíficas y otras que están orientadas a la guerra. Haydiferencia también en cuanto a las creencias religio-sas, el arte o la música. Para resumir, aunque todos so-mos miembros de la misma especie, hemos desarrolladoideas diferentes de lo que es agradable o repulsivo, co-rrecto o grosero, bonito o feo, o de lo que es moral o in-moral. Estas diferencias, tan sorprendentes, son diferen-cias culturales.

¿Qué es la cultura?

Los sociólogos definen cultura como el conjunto devalores, creencias, actitudes y objetos materiales (o arte-factos), que constituyen el modo de vida de una sociedad.En esta definición de cultura se incluyen los modos depensar, de actuar, de relacionarse con otros y con el mun-do exterior. La cultura es así un puente que nos comunicacon el pasado, pero también una guía hacia el futuro(Soyinka, 1991). Una definición clásica de cultura es ladel antropólogo Clifford Geertz:

Como Max Weber, creo que el hombre es un animal suspendidoen unas telarañas de significados que él mismo ha ido tejiendo.La cultura son esas telarañas. Por eso, el análisis de la cultura nopuede hacerse al modo de las ciencias experimentales, buscan-do leyes que luego se puedan contrastar empíricamente. Anali-zar una cultura significa interpretarla, descubrir sus significados(Geertz, 1995:5).

Para empezar a entender lo que es una cultura hay quedistinguir entre sus componentes tangibles e intangibles,entre lo que se llama la cultura material o tangible, y lacultura inmaterial o intangible. La cultura material hacereferencia a los objetos que crean los miembros de unasociedad. Estos objetos pueden ser desde un cañón hastaun edificio. La cultura no material hace referencia almundo intangible (las ideas, valores, percepciones delmundo, etc.) que crean los miembros de una sociedad.

El ser humano ha creado diferentes estilos de vida en todos los rin-cones del planeta. Esto se manifiesta en ocasiones en la misma apa-riencia externa de las personas, como lo muestran estas fotografías.En la fila superior aparecen personas de Suramérica, India y Nami-bia; en la fila del medio de Etiopía, China y Nigeria; y en la fila inferiorde India, Tailandia e India.

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Fuente: Popperfoto

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SOCIOLOGÍA GLOBAL

Choque cultural: un primer contacto con los yanomamo

El pequeño barco de aluminio sezarandeaba continuamente enel último tramo, fangoso, del río

Orinoco, en las profundidades de laselva tropical de América del Sur.Después de tres días remontando elrío, el antropólogo Napoleón Chag-non ya se estaba aproximando a sudestino: la tierra de los yanomamo, elpueblo tecnológicamente más primiti-vo que existe sobre la Tierra.

Alrededor de doce mil yanomamoviven actualmente en una zona fron-teriza entre Brasil y Venezuela. Suestilo de vida no puede ser más dife-rente al nuestro. Los yanomamoapenas llevan ropa y no tienen elec-tricidad, ni por supuesto coches uotras muchas cosas que cual-quier europeo da por supues-to. Sus armas, que utilizan parala caza, son el arco y la flecha.Los yanomamo han tenidopoco contacto con el mundoexterior. Chagnon sabía que élmismo les iba a resultar tanextraño como ellos a él.

Alrededor de las dos de latarde Chagnon estaba a puntode alcanzar su destino. A esahora, con el calor y la humedad,se hacía muy difícil respirar. Lasropas de Chagnon estaban em-papadas de sudor, y sus manoshinchadas por las constantes

picaduras de mosquitos. En pocos mi-nutos Chagnon iba a toparse con gentemucho más extraña de la que hastaentonces había visto en toda su vida.

El corazón le empezó a palpitarcon fuerza cuando la barca alcanzóla orilla del río. Se podían oír algunossonidos que procedían del interior yque delataban actividad humana.Chagnon y su guía saltaron a tierra yempezaron a caminar en dirección alpoblado. Avanzaban despacio, debi-do a la vegetación. Chagnon cuentalo que pasó a continuación:

Levanté la cabeza y me quedé sin alientocuando vi a una docena de individuosdesnudos, bastante robustos, sudorosos

Choque cultural: en contacto con los yanomamo.

y horribles, apuntándome con sus flechas.Tenían hojas de tabaco entre los dientesinferiores y los labios, lo que los hacía aúnmás repulsivos; y de los agujeros de lanariz les caían unos hilos babosos de unverde oscuro que llegaban a veces hastala barbilla o hasta el pecho.

Mi siguiente descubrimiento fue ver aotros tantos perros, igualmente repulsivosy con aspecto de estar muy hambrientos,que no me soltaban las piernas, pensandoque quizá sería su próxima comida. Mequedé rígido, agarrado a mi cuaderno denotas, impotente, patético. El hedor de lavegetación y del fango casi rematan lafaena. Estaba horrorizado. ¿Qué tipo debienvenida es ésta para alguien que vieneaquí para vivir con vosotros, aprendervuestro modo de vida y ganarse vuestraamistad? (1992: 11-12).

Afortunadamente para Chag-non, los yanomamo reconocie-ron a su guía y bajaron lasarmas. Esto le convenció deque, al menos, sería capaz desobrevivir las próximas horas.Pero seguía completamenteaturdido, incapaz de entendera esa gente. ¡Y eso que iba avivir entre ellos durante año ymedio! Se preguntó entoncespor qué dejó la física paraponerse a estudiar culturas. •

Fuente: Chagnon, 1977

Fuente: Gamma-Liaison, Inc. - G Humer

No sólo la cultura influye en nuestras acciones; tam-bién ayuda a formar nuestra personalidad, eso que aveces, y de modo impreciso, llamamos la «naturalezahumana». Para los sociólogos no existe tal cosa. La natu-raleza humana no es algo inmutable, sino que es un pro-ducto social, el producto de la historia de cada sociedad ysu cultura. Esto no suele ser fácil de entender, pero pode-mos poner un ejemplo que lo aclare.

Podemos comparar a los yanomano, un pueblo quevive en la selva brasileña con los semai, un pueblo de

Malaisia. Si los primeros consideran que la conductaviolenta o agresiva es natural, los segundos enseñan asus hijos a ser pacíficos y a cooperar unos con otros. Enla cultura europea y china se valora el esfuerzo y el tra-bajo; pero mientras que en Europa lo que se valora es elesfuerzo personal, en China se valora más el trabajo enequipo y el respeto al grupo humano al que uno perte-nece.

Dadas las enormes diferencias culturales que existenentre las distintas sociedades que hay en la Tierra, y dada

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también la tendencia a ver nuestra cultura como algo«natural», no es de extrañar que viajando a otros paísesexperimentemos lo que se llama un choque cultural, estoes, que estemos desorientados o como perdidos al vernosexpuestos a unas costumbres o estilo de vida distintos, auna cultura diferente que cuestiona nuestros propios pa-rámetros culturales.

No hay rasgos culturales que sean «naturales», aunquela inmensa mayoría de la gente piense que sí los hay (yque son los de su cultura, precisamente). Si hay algo natu-ral en la especie humana es esa capacidad de crear dife-rentes culturas. Ninguna otra especie animal tiene estacapacidad creativa. Desde las hormigas hasta las cebras,cualquier otra especie animal tiene un comportamientouniforme, ordenado según las leyes de la biología. Para elviajero, la diversidad en el comportamiento humano con-trasta directamente con la uniformidad del comporta-miento de los animales. Los gatos, por ejemplo, se com-portan exactamente igual aquí que en el otro extremo delmundo. La mayoría de los animales viven obedeciendo asus instintos, que son programas biológicos sobre los queel animal no tiene ningún control. Unas pocas especies,como los chimpancés y otros primates, pueden, aunquede una forma extraordinariamente limitada, crear cultura.Pueden usar algunas herramientas e incluso se les haobservado cómo enseñan a sus crías algunas habilidadesbásicas. Pero la capacidad de los hombres de crear cultu-ra es infinitamente superior. Por decirlo en dos palabras:la especie humana es la única especie animal que depen-de de su cultura y no de los instintos para sobrevivir(Harris, 1987). Para entender cómo esto ha llegado a serasí tenemos que hacer un poco de historia.

Cultura e inteligencia:un viaje a través del tiempo

El planeta Tierra se empezó a formar hace unos 4.500millones de años. Durante mil millones de años, la Tierrano era más que una masa en el espacio, sometida a gran-des cambios geológicos que iban transformando su super-ficie. Pero no había vida en el planeta. Pasaron variosmiles de millones de años hasta que aparecieron los dino-saurios, que luego se extinguieron. Hace unos 65 millo-nes de años nuestra historia cambió drásticamente con laaparición de los primates.

Lo que distingue a los primates de otras especies es suinteligencia. En relación al volumen corporal, el tamañodel cerebro de los primates era superior al de otras espe-cies. La evolución de los primates dio lugar, hace unosdoce millones de años, a la separación de la línea evoluti-va que luego daría lugar a la especie humana que dio ori-gen a los grandes primates. Pero los humanos todavíacompartimos con los chimpancés, los gorilas o los oran-gutanes algunos rasgos que nos muestran que descende-

mos de un tronco común: mayor sociabilidad, vínculosmás duraderos y afectuosos con la prole, la posibilidad decaminar erguidos (normal entre los humanos, pero menoscomún entre otros primates), y unas manos con las quemanipular objetos con gran precisión.

Según los científicos, que han conseguido recoger yanalizar miles de fósiles, hace unos dos millones de añosnuestros antepasados ya eran capaces de dominar el fue-go, de fabricar unas cuantas herramientas y armas senci-llas, de construir cobijos para resguardarse de los elemen-tos e, incluso, de hacerse alguna ropa. Estos adelantos dela Edad de Piedra nos pueden parecer modestos pero laverdad es que marcan un punto de inflexión en la historia.Muestran que nuestros antepasados siguieron un cursoevolutivo distinto al de otras especies: antes que dejar enmanos de la biología su destino, nuestros antepasadosbasaron su supervivencia en su capacidad de inventar yfabricar herramientas, en su capacidad de crear una cul-tura.

Para ver mejor que los seres humanos somos, en reali-dad, algo muy reciente en el transcurso de la evolución,podemos hacer como Cari Sagan (1977), y concentrar lahistoria de nuestro universo en un año. En ese hipotéticoaño, la atmósfera de la Tierra, fundamental para el desa-rrollo de la vida, no apareció hasta el otoño, y los prime-ros seres vivos parecidos a los humanos sólo aparecieronel 31 de diciembre, y a las diez y media de la noche. Haceunos doscientos cincuenta mil años, esto es, pocos segun-dos antes del final del año de Sagan, apareció finalmenteel Homo sapiens. Esta especie continuó evolucionandohasta que hace aproximadamente unos cuarenta mil añosaparecieron los primeros humanos, bastante parecidos acomo somos ahora. Con un cerebro más grande, estosmodernos Homo sapiens se desarrollaron culturalmenteen un periodo «corto» de tiempo, como demuestran lasherramientas y las muestras de arte rupestre que se hanconservado.

Pero lo que llamamos «civilización», basada en asen-tamientos permanentes y la división del trabajo, sólo apa-reció hace unos doce mil años en Oriente Medio, concre-tamente en lo que hoy son Egipto e Irak (Hambling, 1973;Wenke, 1980). En el calendario de Sagan, la civilizaciónsurgió pocos segundos antes de terminar el año. El naci-miento de la civilización moderna o industrial, de la quehemos hablado en capítulos anteriores, corresponde en elaño de Sagan a una milésima de segundo antes de fin deaño. Aunque pueda causarle cierta decepción, lo cierto esque este libro sólo está dedicado a estudiar esa milésimade segundo. Los seres humanos «somos los últimos enllegar a una fiesta que lleva celebrándose unos 3.500millones de años, cuando apareció la vida en el planeta, yque va a durar hasta que muera el mismo planeta. Es unafiesta fabulosa, con miles de millones de participantes detoda laya y condición» (Tudge, 1995: 76).

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SOCIOLOGÍA GLOBAL

¡Cuidado con lo que hacemos! El significado de nuestros gestosen otras culturas

Un joven de Amsterdam está devacaciones de verano en Nige-ria. Va caminando por la carre-

tera y mirando hacia atrás de vez encuando para ver si tiene suerte y paraalgún camión que le pueda llevar a lapróxima ciudad. Al poco tiempo veacercarse una nube de polvo, y cuan-do ya el camión está visible levanta elpulgar en señal de autostop para versi hay suerte. El camión da un frena-zo y todos se le quedan mirando fija-mente, pero no con la más amable delas miradas. Los del camión salen entropel, y le empiezan a insultar yzarandear. Y ahí le dejan, al borde dela carretera, un poco magullado peromuy confuso.

¿Qué es lo que ha pasado? ¿Esculpa de los nigerianos, que odian alos extranjeros? De ningún modo. Perocomo a cualquier otra persona en elmundo, a los nigerianos tampoco lesgusta ser insultados. Y eso fue lo quehizo el joven europeo. Levantar el pul-gar es un gravísimo insulto en Nigeria.

La comunicación humana no sólose realiza a través de las palabras. Laspersonas también se comunican pormedio de los gestos o del lenguaje cor-poral. Y aquí hay que andarse con cui-

dado, porque un mismo gesto puedesignificar cosas muy distintas en distin-tas culturas (y esto lo aprendió muybien nuestro joven europeo). Esto lopodemos ver mejor comentando lasseis fotografías del recuadro. Se tratade gestos absolutamente inocentespara un occidental, pero que tienen sig-nificados opuestos en otras culturas.

Los gestos de las imágenes (a) y(b) son ofensivos en las sociedadesislámicas. Dado que en las socieda-des islámicas se utiliza la manoizquierda para la higiene personal, lavisión de una persona comiendo conesa mano, como lo hace la mujer dela fotografía (a), no sólo es desagra-dable: puede ser repugnante. En lasociedad islámica también se consi-dera ofensivo e insultante mostrar aalguien la suela de sus zapatos (b).En la fotografía (c) aparece un hom-bre haciendo un círculo con el índice yel pulgar. En Estados Unidos este esel gesto verbal del «OK», con el quese indica que todo está listo, o que yaestá terminado, o que las cosas vanmarchando bien, etc. En Francia, estegesto puede interpretarse como «novales nada», o «eres un cero», mien-tras que en Alemania puede indicar

cierta parte trasera de la anatomíahumana. En la fotografía (d), el hom-bres está curvando las manos, que enla cultura occidental, significa «venaquí». Pero esto es mejor no hacerloen Malaisia. Allí tienen exactamenteel mismo gesto para indicar lo mismo;pero sólo se puede utilizar para llamara los animales. Emplearlo para invitara acercarse a una persona, es llamaranimal a esa persona. En la fotogra-fía (e) tenemos el pulgar levantadoque tanto se utiliza en Estados Unidospara felicitar a alguien porque hahecho bien algo, para indicar que todofunciona correctamente, etc. En Nige-ria, como hemos visto, pero tambiénen Australia, la interpretación correctade este gesto es algo así como: «¡Quete den...!» Por último, en la fotogra-fía (f) se ve a una mujer haciendo ungesto que en la cultura occidental sig-nifica «pare» o «deténgase», o «no,gracias». Pero si se le ocurre utilizareste gesto en las calles de algunospaíses africanos lo que le está dicien-do a la otra persona es que tiene tan-tos padres como dedos en la mano. »

Fuente: Los ejemplos se han tomado de Ekman et al.(1985), yAxtell, (1991)

La cultura, como puede verse, es un fenómeno muyreciente, aunque ya cuente con una larga historia. Comen-zó cuando nuestros antepasados descendieron de losárboles para vivir sobre el suelo en África central. Allí,caminando erguidos, pronto descubrieron las ventajas dela caza en grupo. Su cerebro se hizo más grande, lo queles dio más capacidad para desarrollar sus propias estra-tegias de supervivencia y no actuar según el dictado delos imperativos biológicos. Finalmente, la cultura cobrómás importancia que esas fuerzas biológicas que llama-mos instintos, de modo que los humanos, antes que ple-garse a las fuerzas de la naturaleza, empezaron a adap-tar la naturaleza a sus necesidades. Desde entonces, los

seres humanos han construido sus mundos una y otra vez,y de las formas más diversas, lo que explica la extraordi-naria diversidad cultural de la especie.

Cultura, estado y sociedad

Una vez aquí es necesario detenerse un momento paraaclarar algunos conceptos similares, que son los de «cul-tura», «estado» y «sociedad». La cultura se refiere a unestilo o a unas pautas comunes de vida. Un estado es unaentidad política, esto es, un territorio con fronteras reco-nocidas. Canadá, Argentina o Zimbabue, por ejemplo,son estados (sobre esto hablaremos en el Capítulo 16). Y

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(a) (b) (c)

(d) (e) (f)

Fuente: Popperfoto

una sociedad (sobre lo que hablamos en el capítulo ante-rior) hace referencia a la interacción ordenada de las per-sonas dentro de las fronteras de un estado. Así, es correc-to decir que Suecia, Noruega o Bélgica son estados ysociedades. Pero hay sociedades que son multiculturales,esto es, en muchas sociedades existen diversas creencias,visiones del mundo o sistemas de valores que mantienendiferentes colectivos de personas y que pueden dividir (o,idealmente, unir) esa sociedad.

¿Cuántas culturas ha habido en la historia de la huma-nidad? Es imposible calcular un número exacto. Losexpertos han documentado la existencia de entre cinco yseis mil lenguas en el mundo. Si consideramos que una

lengua es un indicador de una cultura, podríamos decirque ése es el número de culturas que ha habido en el mun-do (Durning, 1993). Las nuevas tecnologías de la infor-mación, los flujos migratorios y el desarrollo de una eco-nomía global han reducido el grado de diversidad cultural.Aun así, se puede calcular que hay más de mil culturas enel mundo; cientos de ellas en el continente europeo.

El número de estados también ha fluctuado a lo largode la historia a consecuencia de las guerras y todo tipo deacontecimientos políticos. La disolución de la antiguaUnión Soviética y de la antigua Yugoslavia, por ejemplo,ha significado la creación de diecinueve nuevos estados.En 1995 había 191 estados en el mundo.

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• Los componentes de la cultura

A pesar de que las culturas pueden diferenciarse enorme-mente unas de otras, en todas ellas podemos distinguircinco componentes: los símbolos, el lenguaje, los valores,las normas y los objetos materiales.

Símbolos

Los seres humanos no vemos o experimentamos el mun-do a nuestro alrededor al igual que otros seres vivos. Losseres humanos creamos una realidad propia, un mundo designificados. Y esto lo hacemos transformando los ele-mentos de la vida social (las cosas materiales, los gestos,las miradas, etc.) en símbolos, que es todo aquello quepara aquellos que comparten una cultura tiene un signi-ficado determinado o específico. Un silbido, un graffiti enuna pared, una luz roja intermitente, un puño levantadoson símbolos. Podemos ver claramente la capacidad delas personas de crear y manipular símbolos con el ejem-plo del pestañeo. En algunas sociedades el pestañeo sirvepara indicar que uno está prestando atención, que tieneinterés en lo que la otra persona le está diciendo. En otrasculturas, sin embargo, el pestañeo es un insulto.

Usamos y dependemos tanto de los símbolos que nun-ca nos ponemos a pensar sobre ellos, los damos porsupuesto. Pero cuando visitamos una sociedad distinta ala nuestra entonces sí que nos damos cuenta de su impor-tancia. En esas condiciones experimentamos lo que se lla-ma un choque cultural, que no es más que nuestra inca-pacidad de interpretar adecuadamente el significado delos símbolos que se emplean en una sociedad distinta a lanuestra. Nos encontramos perdidos, aislados o temero-sos; no sabemos cómo actuar. Esto se debe a que derepente nos faltan las claves para interpretar correctamen-te qué es lo que está ocurriendo a nuestro alrededor o quéimagen estamos dando de nosotros mismos, y para inte-ractuar adecuadamente con otras personas. Fuera de todoel entramado de símbolos entre los que siempre hemosvivido, estamos desorientados.

El choque cultural tiene dos dimensiones. Por un lado,es algo que afecta al viajero, o al que se ve de repentetransportado a otro universo simbólico, incapaz de inter-pretar lo que sucede a su alrededor. Por otro lado, el cho-que cultural puede también afectar a otras personas cuan-do éstas interpretan que el extranjero está actuando demodo inapropiado o incluso insultante. Para los ingleses,por ejemplo, los perros son animales de compañía. Si uninglés viaja a China y ve cómo se asan los perros para lue-go comérselos, lo más normal es que se quede muy afec-tado. Al contrario, si alguien del sudeste asiático viaja aInglaterra posiblemente se sentirá sorprendido (o inclusoofendido) al comprobar la cantidad de alcohol que se con-

sume allí. No hay nada mejor que visitar otra sociedadpara comprobar con nuestros propios ojos la importanciade los símbolos culturales. Es entonces cuando tenemosque andar con pies de plomo, porque lo que a nosotrosnos puede parecer un gesto inocente o incluso amable,puede ser interpretado exactamente a la inversa en esaotra sociedad. En el recuadro «Sociología global» pone-mos algunos ejemplos de esto.

Pero incluso dentro de una misma sociedad, un mismoobjeto (o un mismo gesto) puede interpretarse de formasdistintas. Un abrigo de pieles, por ejemplo, se puedeinterpretar como un signo de éxito o de riqueza, pero tam-bién como una prueba de insensibilidad o de crueldadhacia los animales. Los símbolos culturales también cam-bian a lo largo del tiempo. Por ejemplo, hace más de unsiglo, los pantalones vaqueros eran la prenda de vestir,resistente y barata, típica en algunas ocupaciones que exi-gían un intenso esfuerzo físico. Las revueltas estudianti-les de los años sesenta en Estados Unidos y Europa con-virtieron a los vaqueros en una prenda de vestir habitualentre los jóvenes de clase media y alta, que los usabanpara mostrar su inconformismo o para identificarse conlos trabajadores. Una década después aparecieron los«vaqueros de marca», un artículo de consumo caro, quesimbolizaba cierto estatus social. Hoy en día los vaquerossiguen siendo una prenda de vestir muy popular, y lamayoría de la gente los lleva sencillamente porque sonuna indumentaria cómoda.

En resumen, los símbolos permiten a las personasentender su sociedad y también dar la imagen que quie-ren dar de sí mismas. Sirven para entender y construirsus vidas. Empleando correctamente los símbolos, unapersona puede interactuar de forma eficiente con otraspersonas de su sociedad. Pero en un mundo cada vez másheterogéneo culturalmente (y sobre esto hablaremos enel Capítulo 12), el uso incorrecto de los símbolos pue-de dar lugar a malentendidos o situaciones desagrada-bles. También, la lealtad a los propios símbolos y el re-chazo a los símbolos ajenos puede ocasionar graves con-flictos.

La semiótica es la disciplina que tiene por objeto estu-diar los símbolos y los signos. En términos generales, lasemiótica sugiere que no hay significados inherentes a losobjetos, esto es, que los significados se construyen a tra-vés de una serie de prácticas. El filósofo norteamericanoPeirce, el lingüista francés Saussure y el filósofo francésBarthes, entre otros, han estudiado las formas en que unsigno (que puede ser una camiseta, una bandera, una can-ción, un menú o una palabra, por ejemplo) puede tenerdiferentes significados en distintos contextos. Hablare-mos sobre esto con más detenimiento en el Capítulo 21(«Medios de comunicación de masas»), donde haremosun análisis semiológico de los medios de comunicaciónde masas.

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Lenguaje

Helen Keller (1880-1968) es una mujer que ocupa unlugar en la historia de Estados Unidos. Helen perdiódurante la infancia los sentidos de la vista y del oído. Estola dejó completamente aislada del universo simbólico desu sociedad, lo que suponía que nunca podría desarrollar-se humana y socialmente. No ocurrió así gracias a losesfuerzos de su profesora Ane Mansfield Sullivan, que leenseñó el lenguaje de los sordociegos. De esta formapudo Helen romper su aislamiento y desarrollar su poten-cial humano. Años más tarde, ella misma se convertiríaen una educadora de gran prestigio. En su biografía,Helen Keller cuenta cómo descubrió el concepto de len-guaje:

íbamos caminando hacia el depósito de agua, atraídas por elolor de la madreselva que lo cubría. Alguien estaba sacandoagua. Mi profesora me cogió una mano y la puso bajo la fuente.Sentí cómo corría el agua bajo la mano. Me cogió la otra manoy dibujó con su dedo la palabra «agua»; primero despacio, lue-go más deprisa. Me quedé completamente inmóvil; toda miatención puesta en los movimientos de sus dedos. De repentetuve una vaga conciencia de algo ya olvidado. Me estremecí. Dealguna manera se me había revelado el misterio del lenguaje.Me di cuenta de que a-g-u-a significaba eso tan frío que fluíapor mi mano. Esa palabra despertó todo mi ser; me dio luz,esperanza, felicidad. Me dio libertad (1903; 21-4).

El lenguaje es una pieza fundamental del universocultural. Podemos definirlo como un sistema de símbolosque permite a los miembros de una sociedad comunicar-se entre sí. Estos símbolos pueden ser hablados o escritos,lo que da lugar a una enorme variación a la vista delnúmero de alfabetos que existen en el mundo. (Hay varia-ción incluso en el modo de escribir: en Europa occidentalse escribe de izquierda a derecha, mientras que en los paí-ses árabes se escribe de derecha a izquierda. En el Esteasiático, se escribe de arriba a abajo.)

En el Mapa 4.1 se muestra en qué lugares del mundo seutilizan los tres idiomas más hablados actualmente. Elchino es la lengua oficial de alrededor del 20 por cientode la humanidad (esto es, de unos 1.200 millones de per-sonas). El inglés es la lengua materna del 10 por ciento dela población mundial (600 millones de personas), y elespañol es la lengua oficial del 6 por ciento (unos 350millones de personas). Estos son los idiomas más exten-didos, pero hay otros miles de idiomas que se empleanactualmente (se ha calculado que hay entre unos 5.000 y6.000). Una cuarta parte de éstos lo hablan menos de1.000 personas, y la mitad menos de 10.000. Muchosestán desapareciendo. Esto ha renovado el interés enalgunos países por la conservación de las lenguas autóc-tonas. Por ejemplo, en el Reino Unido hay un mayor inte-rés por el gaélico (Crystal, 1997: 287).

Debido a la extensión de los dominios del Imperio bri-tánico, primero, y la enorme influencia económica y polí-tica de Estados Unidos, después, el inglés se está convir-tiendo en un idioma universal. En muchos estados, elinglés se ha convertido en una segunda lengua. Se usacomo lengua oficial o semioficial en más de sesenta paí-ses. El inglés es también la lengua más importante enInternet, la lengua que se utiliza para la navegación aérea,y el idioma del mundo de los negocios y de la músicamoderna. Esto preocupa en muchos países. Tanto es asíque se ha creado una Oficina Europea de Lenguas MenosHabladas (que publica un boletín, Contact, tres veces alaño). Algunos países, como Francia, o regiones, comoGales, están intentando combatir el predominio del inglésresistiéndose a incorporar palabras inglesas en sus pro-pias lenguas.

La Unión Europea es una torre de babel. En la Comi-sión Europea, con sede en Bruselas, trabajan actualmenteunos 400 traductores a tiempo completo. En estos momen-tos, en la Unión Europea se han reconocido once lenguasoficiales. Esta cifra podría aumentar en el futuro. Teórica-mente pueden llegar a ser treinta (Crystal, 1997: 56).

En todos los rincones del mundo el lenguaje es elmecanismo más importante de reproducción cultural,que asegura la transmisión de una cultura de generaciónen generación. De la misma forma que nuestros cuerposcontienen y transmiten los genes de nuestros antepasados,nuestro lenguaje contiene y transmite nuestra herenciacultural. El lenguaje nos abre las puertas al conocimientoque una sociedad ha ido acumulando durante siglos.

En buena parte de la historia de la humanidad, los pue-blos han ido transmitiendo su cultura por medio de lapalabra, a lo que los sociólogos han dado el nombre detradición oral. La escritura sólo se inventó hace unos cin-co mil años, y durante mucho tiempo sólo un reducidonúmero de personas sabía leer y escribir. Sólo en el sigloxx, algunos estados (en su mayoría los estados más desa-rrollados) dicen haber acabado con el analfabetismo(sobre esto hablaremos en el Capítulo 21 «Medios decomunicación de masas»). Aun así, en muchos paísesindustrializados hay muchos analfabetos funcionales (enel Reino Unido, por ejemplo, una de cada cinco personastiene problemas de lectura y escritura y con las reglasbásicas de cálculo). Estas personas tienen unas enormesdesventajas para salir adelante, pues hoy en día el merca-do de trabajo se ha hecho cada vez más exigente con lascapacidades abstractas o lingüísticas de los individuos.En los países pobres, la tasa de analfabetismo puedealcanzar desde un 30 por ciento de la población (en laRepública Popular China) hasta un 80 por ciento (en Sie-rra Leona).

Las capacidades lingüísticas no sólo nos unen a otraspersonas y nos conectan con el pasado, también estimu-lan y liberan la capacidad de imaginación. El lenguaje nos

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110 0 Las bases de la sociedad

VENTANA AL MUNDO

Mapa 4.1 • El lenguaje desde una perspectiva global

Chino

| Lengua oficial

| Otras regionesdonde tambiénse habla ••

Inglés

| Lengua oficial

Otras regionesdonde tambiénse habla

El chino (incluyendo el mandarín, elcantones y docenas de otros dialec-tos) es la lengua materna de unaquinta parte de la humanidad. En suinmensa mayoría, esta quinta partevive en territorio chino. A pesar de laabundancia de dialectos, los chinospueden entenderse entre sí pormedio del lenguaje escrito, puestodos utilizan los mismos símbolosgráficos. El dialecto oficial, que seenseña en las escuelas de la Repú-blica Popular China y en la Repúblicade Taiwán es el mandarín (el dialectode Pekín, la capital histórica de Chi-na). El segundo dialecto en importan-cia es el cantones (de la provincia deCantón), que se diferencia del ante-rior de modo similar a como se dife-rencian el francés y el español.

El inglés es la lengua materna o lalengua oficial de muchas personas ypaíses repartidos por todo el mundo.En muchos lugares donde no es lalengua materna, el inglés es el idiomaque más se estudia.

Español

| Lengua oficial

| Otras regionesdonde tambiénse habla

La mayoría de los hispanohablantesse concentran en Hispanoamérica y,por supuesto, en España. El españoles la segunda lengua en importanciaen Estados Unidos.

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Cultura «111

da la posibilidad de despegarnos de nuestro mundo y deimaginarnos otros escenarios posibles o puramente ima-ginarios. El lenguaje, hablado o escrito, es lo que distin-gue a los seres humanos de otras especies, pues sólo losseres humanos son capaces, por medio del lenguaje, dereflexionar sobre sí mismos y tener así conciencia de símismos, de sus limitaciones y de la muerte. Nuestra capa-cidad para crear y manejar símbolos también nos permitesoñar, imaginarnos un mundo mejor, y trabajar parahacerlo realidad.

¿Es el lenguaje únicamente humano?

Los animales de otras especies se comunican entre sí pormedio de olores, ruidos, movimientos u otros medios. Enla mayoría de los casos, estos signos son instintivos. Losbiólogos nos han mostrado, sin embargo, que algunasespecies tienen una habilidad básica para utilizar símbo-los y comunicarse entre sí o incluso con los humanos.

Tenemos, por ejemplo, el caso de un ejemplar de chim-pancé enano de 12 años llamado Kanzi. Los chimpancésno pueden hablar. Pero la investigadora E. Sue Savage-Rumbaugh descubrió que Kanzi era capaz de aprender ellenguaje de los humanos con tan sólo escucharles yobservarles. Bajo su supervisión, Savage-Rumbaugh haconseguido que Kanzi haya acumulado un vocabulario devarios cientos de palabras. Además, ha aprendido a«hablar», utilizando un teclado especial con imágenes.Kanzi es capaz de entender y obedecer cuando se le pide,por ejemplo, que traiga un pañal para su hermana. Es qui-zá más sorprendente que Kanzi sea capaz de responder apeticiones que nunca antes ha oído. En dos palabras, estechimpancé tiene las mismas habilidades lingüísticas queun niño de dos años y medio (Linden, 1993).

A pesar de casos como los de Kanzi, las habilidadeslingüísticas de los chimpancés, los delfines y otros pocosanimales son bastante limitadas. Incluso los ejemplaresespecialmente entrenados, como Kanzi, no pueden ense-ñar esas habilidades a otros animales de su especie. Encualquier caso, el ejemplo de Kanzi (y de otros experi-mentos), debe servirnos para asumir que los humanos nosomos los únicos que tenemos capacidades lingüísticas.

¿Puede el lenguaje configurar la realidad?

Los chinos, que utilizan unos símbolos lingüísticos deter-minados ¿perciben el mundo de forma distinta a los sue-cos, que piensan en sueco? ¿o a los ingleses, que piensanen inglés? La respuesta es que sí, porque toda lenguatiene sus propios símbolos con los que se percibe la rea-lidad.

Edward Sapir (1929, 1949) y Benjamin Whorf (1956),dos antropólogos especializados en lingüística, observa-ron que toda lengua tiene palabras y expresiones que notienen un equivalente exacto en otras lenguas. Además,

en todas las lenguas, las palabras van asociadas a unasemociones determinadas. Por eso, y esto lo saben bien laspersonas bilingües, una misma idea a menudo evoca dife-rentes emociones si se expresa en alemán o en inglés, porejemplo (Falk, 1987).

La hipótesis de Sapir-Whorf, entonces, mantiene quelas personas perciben el mundo de una u otra formadependiendo de la lengua que hablan. Un filipino, un tur-co, un brasileño, por ejemplo, utilizando distintos sím-bolos lingüísticos terminan experimentando «mundosdistintos, no el mismo mundo con distintas palabras» (Sa-pir, 1949: 162). Esta hipótesis encierra en realidad dosprincipios. El principio del relativismo lingüístico, se-gún el cual el lenguaje conforma nuestra manera de pen-sar, y el principio de relatividad lingüística, según elcual las distinciones que se hacen en una lengua no tie-nen por qué existir en otra lengua. El estudio clásico deWhorf sobre los hopi puede aclarar esto último. Los hopisólo tenían una palabra para referirse a todo lo que vuelao está en el cielo: insectos, planetas, aviones, etc. Sólodistinguían entre todo esto y los pájaros, que sí tenían supropia palabra. Los indios inuit, por ejemplo, tienen mu-chas palabras para la nieve.

Así pues, esta capacidad de crear y manipular el len-guaje da a los seres humanos el poder de alterar la formaen que experimentan el mundo. Por ejemplo, muchos nor-teamericanos negros consideraron un avance muy signifi-cativo hacia la igualdad el que los blancos hayan dejadode usar la palabra «nigro», para emplear la palabra«black», y más recientemente el término «afroamerica-no». Por poner otro ejemplo, los homosexuales norteame-ricanos de los años setenta comenzaron a autoidentificar-se como «gays», a fin de conseguir una imagen máspositiva de sí mismos y una mayor aceptación social.

En resumen, el lenguaje puede conformar nuestra for-ma de ver el mundo. Pero, a la inversa, también podemosutilizar el lenguaje para moldear el mundo o verlo de for-ma distinta. Volveremos a hablar de estos temas en elCapítulo 5 («Socialización») y el Capítulo 6 («Interac-ción social y vida cotidiana»).

Valores y creencias

¿Qué puede explicar el éxito de las películas de JamesBond, Rambo o Thelma y Louise? Todos estos personajesson extremadamente individualistas, destilan desconfian-za hacia el «sistema», y basan todas sus estrategias en lascualidades y la astucia personal. Cuando ensalzamos apersonajes de este tipo estamos aprobando el individua-lismo (el individualismo de los hombres, tradicionalmen-te, pero de las mujeres más recientemente).

Los sociólogos llaman a estas posturas frente al mundovalores, que son modelos culturalmente definidos con losque las personas evalúan lo que es deseable, bueno o

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112 • Las bases de la sociedad

bello, y que sirven de guía para la vida en sociedad. Des-de el punto de vista de la cultura, los valores son enuncia-dos acerca del deber ser, de cómo deben ser las cosas.

Los valores son principios amplios y generales que sir-ven de base a las creencias. Las creencias son enunciadosespecíficos que las personan consideran ciertos. Mien-tras que los valores son proposiciones más abstractasacerca de cómo deben ser las cosas, las creencias hacenreferencia a asuntos más específicos, sobre los que seemite un juicio acerca de su verdad o falsedad.

Los valores culturales y las creencias no sólo influyenen la manera de ver nuestro entorno, también forman laesencia o el núcleo de nuestra personalidad. En nuestrasfamilias, escuelas, etc., aprendemos a pensar y a actuarsegún unos principios determinados, a valorar ciertosobjetivos o metas y a creer en una serie de verdades yrechazar aquello que se nos presenta como falso.

Ciertamente, en un territorio tan grande y diverso comoEuropa son pocos los valores y las creencias comunes.Dado el elevado número de personas procedentes de todaspartes del mundo que han emigrado a Europa, el continen-te se ha convertido en un verdadero mosaico de culturas.Aun así, quizá podemos identificar algunos patrones cul-turales. En primer lugar, podemos referirnos a los sedi-mentos de lo que se ha llamado «la era de la Ilustración»(Gay, 1969). Aquí tenemos que hablar de los valores quese remiten a la racionalidad, la ciencia y el progreso, y quedefendieron los filósofos: pensadores y ensayistas delsiglo xviii. Aquel fue un periodo histórico caracterizadopor avances notables debidos a la ciencia y la medicina.Muchas personas empezaron a sentir que podían controlarsu propio destino, ejercer cierto dominio sobre el mundoen que vivían e, incluso, cambiar ese mundo.

En segundo lugar, la religión dominante en Europa hasido el cristianismo, ya en versiones protestantes o en suversión católica. No se puede entender Europa sin teneren cuenta las guerras de religión entre protestantes y cató-licos que tantas veces han asolado el continente y, másrecientemente, sin tener en cuenta el proceso de seculari-zación, que implica una menor influencia de esas creen-cias religiosas en la organización social y la conciencia delos europeos. En cualquier caso, el mismo calendario yfiestas más importantes (las Navidades, la Semana Santa,etc.) están estrechamente relacionadas con la cultura y losvalores cristianos: «Ser europeo equivale a celebrar lasNavidades y la Semana Santa» (Therborn, 1995: 234).(Quien quiera profundizar en la historia de las Navidadesen Gran Bretaña, puede leer el libro de Hutton, 1996.)

En tercer lugar, Europa también se ha caracterizadopor el desarrollo de las ideas del estado-nación y de ciu-dadanía. Por último, se puede decir que, tradicionalmen-te, la cultura europea ha resaltado los valores del indivi-dualismo y de clase social (cf. Therborn, 1995: 273). Lacultura europea, en sus rasgos más generales, es distinta

de la norteamericana o de las asiáticas, por poner unosejemplos. Hemos dedicado un recuadro a explicar losvalores de la sociedad norteamericana, muchos de loscuales se pueden entender como valores comunes de lacultura occidental y capitalista. Quizá seria un buen ejer-cicio que intentara contrastar los valores de la sociedadnorteamericana con los que, a su entender, mejor caracte-rizan su sociedad.

Valores: inconsistencia y conflicto

Los valores culturales pueden ser inconsistentes y contra-dictorios (Lynd, 1967; Bellah et al., 1985). Viviendo enEuropa, muchas veces estamos divididos entre la posturaindividualista del «primero yo», y las demandas queresultan de pertenecer a tal o cual grupo. De la mismamanera, muchas personas defienden la igualdad de opor-tunidades, pero llegado el caso pueden dar la espalda ydiferenciar entre las personas por su sexo, el color de supiel o por otras consideraciones, y no por razón de susesfuerzos o méritos personales. La inconsistencia valora-tiva puede ser el reflejo de la diversidad cultural de unasociedad o del proceso de cambio cultural, según el cualunos nuevos valores van sustituyendo a otros valores tra-dicionales.

NormasEn China, cuando uno quiere saber cuánto gana un com-pañero de trabajo, se lo pregunta directamente. En Euro-pa, preguntarle a alguien cuánto gana es una impertinen-cia. Este ejemplo nos puede servir para entender qué sonlas normas: reglas y expectativas sociales a partir de lascuales una sociedad regula la conducta de sus miembros.Algunas normas son proscriptivas: proscriben o prohibenciertas cosas. En algunas sociedades, por ejemplo, unamujer casada no debe salir sola a la calle. Otras normasson prescriptivas; esto es, indican qué es lo que se debehacer. Por ejemplo, la norma según la cual uno debe cederel asiento a las personas mayores.

Muchas normas están en vigor en todo momento ylugar. Los padres, por ejemplo, esperan que sus hijos lesobedezcan siempre, y tanto dentro como fuera de casa.Otras normas, por el contrario, son situacionales: se refie-ren a situaciones o contextos específicos. En Europa, porejemplo, se espera que uno aplauda al final de un con-cierto pero no cuando el sacerdote termina el sermón.

Mores y costumbres

William Graham Sumner (1959; ed. orig., 1906), uno delos primeros sociólogos norteamericanos, mantenía quehay normas y son más importantes que otras. Para distin-guirlas, empleó el término mores, que hacen referencia alas reglas que determinan lo que es una conducta moral.

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Cultura • 113

SOCIOLOGÍA GLOBAL

Los valores principales de una sociedad. El caso de Estados Unidos

Según el sociólogo Robin Wi-lliams (1970) los siguientes diezvalores son los valores centra-

les de la sociedad norteamericana.¿En qué medida piensa que difierende los valores de su sociedad?

1. Igualdad de oportunidades. Losnorteamericanos están a favorde la igualdad de oportunidades,pero no de la igualdad de resul-tados. Esto es, se piensa quetodas las personas deben tenerlas mismas oportunidades parasalir adelante, pero no se piensaque todos deban terminar siendoiguales. Por el contrario, se pien-sa que es deseable que se re-compense a las personas segúnsu talento y esfuerzo personal, loque da como resultado diferen-tes niveles de vida.

2. Logro y éxito personal. El estilode vida norteamericano estimulala competitividad, lo que permiteestablecer recompensas a lamedida de los méritos persona-les de cada uno. El éxito perso-nal es algo que se alienta y valo-ra, pero no algo que haya quedisimular bajo el manto de lamodestia. El que obtiene éxito esun «triunfador» (winnef), quesiempre es positivo.

3. Confort material. El éxito, gene-ralmente, se traduce en ganardinero, y así, en disfrutar de lascosas que se pueden comprar.Los norteamericanos puedenestar de acuerdo en que el dine-ro no trae la felicidad, pero estono les hace unos anacoretas.

4. Actividad y trabajo. El prototipodel héroe americano (desdeKristi Yamaguchi, una patinado-ra olímpica, hasta el personaje

de ficción Indiana Jones) es unapersona de acción, alguien quehace algo difícil y lo hace bieno mejor que nadie. Los norte-americanos prefieren la accióna la reflexión; prefieren hacercosas para prevenir otras antesque lamentarse filosóficamen-te después. Por eso los norte-americanos miran con algo derecelo otras culturas que les pa-recen más indolentes o filosó-ficas.

5. Eficiencia. En Estados Unidos sevalora más lo práctico que lo teó-rico, a los que hacen las cosasmás que a los soñadores. Lo efi-ciente, además, se traduce endinero. Los norteamericanostambién valoran mucho a quie-nes saben resolver las cosas demodo eficaz y sin desperdiciarrecursos. Hacer las cosas mejory del modo más eficiente es algoque se valora mucho.

6. Progreso. Los norteamericanosson gente optimista. Puedentener sus arranques de nostal-gia, ciertamente, pero la tenden-cia es a pensar que el futuro va aser mejor que el pasado. Esta feen el progreso se puede ver cla-ramente en ese tipo de esló-ganes publicitarios en los quese identifica «lo último» con «lomejor».

7. Ciencia. Los norteamericanosvaloran mucho la ciencia y el tra-bajo de los científicos, que vamejorando progresivamente lacalidad de vida de las personas.Los norteamericanos se consi-deran, sobre todo, gente racio-nal, lo que explica su tendencia(sobre todo entre los hombres) arechazar otras fuentes de cono-

cimiento (la intuición o las emo-ciones, por ejemplo).

8. Democracia y capitalismo. Losnorteamericanos piensan que elgobierno debe respetar escrupu-losamente una serie amplia dederechos. Piensan también quela mejor forma de gobierno es lademocracia y que todos los ciu-dadanos adultos tienen el dere-cho de elegir a sus líderes. Tam-bién, piensan que su sistemaeconómico es capaz de resolverlas necesidades de las personasy de respetar su libre iniciativa.

9. Libertad. Los norteamericanosvaloran enormemente la iniciati-va individual por oposición a laconformidad. Reconocen, porsupuesto, que tienen responsa-bilidades hacia otras personas,pero insisten en que las perso-nas deben ser libres a la hora deelegir qué es lo quieren hacercon sus vidas.

10. Racismo y superioridad. A pesarde aquellos valores como lalibertad, el mérito personal o elindividualismo, la mayoría de losnorteamericanos sigue todavíaenjuiciando a las personas se-gún su género, raza o clasesocial. En concreto, los nortea-mericanos valoran más positiva-mente a los hombres que a lasmujeres, a los blancos que a losnegros, a los descendientes deinmigrantes europeos que a losde otras regiones del mundo, y alos ricos o a los más afortunadosque a los menos afortunados. Apesar de que les gusta definirsecomo una sociedad de iguales,parece que ellos mismos pien-san que hay unos más igualesque otros. *

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114 • Las bases de la sociedad

Según Sumner, mores son todas aquellas normas esencia-les para el mantenimiento de un determinado modo devida. Dada su importancia, Sumner pensaba que el apegoa estas normas tenía una fuerte carga emocional. Estasnormas son válidas en todo momento y lugar, y se esperaque toda persona, independientemente de su condición,las respete. La violación de cualquiera de estas normas(por ejemplo, de la que prohibe las relaciones sexualescon los niños) provoca una respuesta inmediata y contun-dente por parte de la sociedad.

Sumner también habló de las costumbres, para refe-rirse a las reglas de conducta que se siguen en la interac-ción rutinaria o cotidiana. Estas tienen menos importan-cia que las anteriores y no implican una fuerte adhesiónemocional. Las costumbres, entre otras cosas, hacen refe-rencia a las normas de etiqueta y cortesía. Por decirlo bre-vemente, mientras que lo que Sumner llamó mores sirvenpara distinguir lo que es moral e inmoral; las costumbressirven para distinguir entre la conducta adecuada y la ina-decuada, indiscreta o impertinente. Dado que son normasmenos importantes, la sociedad es más flexible o toleran-te con quienes no cumplen con ellas. Aun así, el infractorno se suele ir de vacío y recibe un castigo. Por ejemplo, elque se ha olvidado de ponerse la corbata para asistir a unacena formal se arriesga a que, ofendidos, los anfitriones yel resto de los invitados decidan ignorarle toda la noche.

Cultura material y tecnología

Además de estos elementos intangibles (las normas y losvalores), tenemos también que referirnos a los componen-tes tangibles de la cultura: los artefactos, como a veces sellaman. Los chinos comen con palillos, mientras que loseuropeos utilizan el cuchillo y el tenedor; los japonesesponen esteras en el suelo en lugar de alfombras; y en laIndia mucha gente prefiere llevar ropas más amplias ymenos ajustadas que las que llevan los occidentales. Paraalguien que no esté familiarizado con la cultura materialde otra sociedad, cosas como éstas le parecerán tan extra-ñas como la lengua, los valores o las normas.

Los artefactos de una sociedad generalmente reflejanlos valores de esa sociedad. El hecho de que las flechasenvenenadas sean un objeto muy valorado por los yano-mamo de la selva amazónica, por ejemplo, refleja laimportancia que concede esa sociedad a las habilidadesguerreras.

Además de reflejar los valores, la cultura material tam-bién revela la tecnología de una sociedad. Entendemosaquí por tecnología, el conocimiento aplicado de que dis-pone una sociedad y que le sirve para sobrevivir. La tec-nología, por decirlo brevemente, es el vínculo de uniónentre el entorno natural en el que vive una sociedad y suuniverso cultural. Los yanomamo, uno de los pueblosmenos desarrollados tecnológicamente en el mundo, ape-

nas interfieren con el entorno natural en que viven. Cono-cen muy bien el ciclo de lluvias yla conducta y movi-mientos de los animales que cazan. Por el contrario, lassociedades más desarrolladas tecnológicamente tienen unimpacto mucho mayor sobre el entorno, pues tienen lacapacidad de explotar los recursos naturales a gran escalay a la medida de sus intereses y prioridades.

Debido a que en la sociedad occidental tendemos avalorar mucho la ciencia y los avances tecnológicos, tam-bién tendemos a juzgar a las sociedades que tienen unatecnología simple como sociedades menos avanzadas.Por supuesto, hay muchos factores que pueden confirmareste modo de pensar. Por ejemplo, la esperanza de vida alnacer en Europa es hoy en día superior a los 75 años,mientras que entre los yanomamo es de unos 40 años.

Pero hay que tener mucho cuidado y evitar la auto-complacencia cuando juzgamos otras culturas. A pesar deque a muchos yanomamo les gustaría tener tecnologíamoderna (armas de fuego para cazar, por ejemplo), la ver-dad es que, en términos comparativos, están bien alimen-tados, y la mayoría está bastante satisfecha con su vida(Chagnon, 1992). Para evitar autocomplacencias, convie-ne recordar que si bien nuestras tecnologías están alivian-do o haciendo desaparecer muchos trabajos físicamenteagotadores, o combatiendo eficazmente muchas enferme-dades, también están contribuyendo a crear niveles deestrés bastante peligrosos, y deteriorando el entorno natu-ral a veces de modo irreversible. Y, por supuesto, tenemosarmas muy sofisticadas, capaces de destruir en cuestiónde segundos todo lo que la humanidad ha creado en todasu historia.

Para concluir, es conveniente señalar que la tecnologíaes, como las normas o los valores, un elemento culturalque también varía dentro de Europa. Aunque muchos denosotros no podríamos vivir sin el CD, el vídeo o elmicroondas, hay otros muchos que no pueden comprareste tipo de aparatos, y otros que, sencillamente, losrechazan. En términos generales, los países del norte deEuropa son más ricos que los del sur (que tienen un mejorclima, sin embargo).

El auge de las lenguas minoritarias

Desde los años sesenta, tanto en Estados Unidos como enEuropa se está viviendo lo que podemos llamar un augede las lenguas minoritarias. Este auge se explica porquealgunos pueblos y grupos étnicos han adquirido unamayor conciencia de su identidad cultural y lingüística.Según datos del censo de 1990, de los 230 millones denorteamericanos mayores de cinco años, 32 millones (un14 por ciento del total) hablan en sus hogares otra lenguadistinta del inglés: el 54 por ciento el español, el 14 porciento una lengua asiática, y el restante 32 por ciento otralengua (según datos del censo, son 25 las lenguas que tie-

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Cultura • 115

ne una comunidad de hablantes superior a las cien milpersonas en Estados Unidos). En algunos países europeostambién se habla más de una lengua, lo que a veces ha ori-ginado conflictos políticos. En España, por ejemplo, elvasco (o éusquera) se prohibió al terminar la guerra civil.En los años sesenta se abrió un poco la mano, pero no fuehasta que se constituyó el parlamento vasco que el éus-quera se convirtió, junto con el español, en lengua oficialen el País Vasco. En Gran Bretaña, y aunque el inglés esel idioma dominante, también se habla punjabí, bengalí,urdu, gujaratí y cantones, además de, por supuesto, ale-mán, polaco, italiano, griego y español. También se hablalo que se llama el inglés negro vernáculo, emparentadocon el inglés que adquirieron los primeros africanos quellegaron a América (cf. Crystal, 1997: 36).

• Diversidad cultural: muchos estilosde vida en un solo mundo

El descubrimiento que hizo el agente inmobiliario alque nos referimos al empezar el capítulo de lo que es elfeng sui y de la importancia que tiene para los chinos esun ejemplo más de la diversidad cultural que existe enEstados Unidos. De hecho, entre 1980 y 1990, el númerode personas de origen asiático que viven en Estados Uni-dos se duplicó. Entre los países industrializados del mun-do quizá sea Japón, y debido a su aislamiento tradicional,el país más homogéneo en términos culturales. Por elcontrario, al ser un país construido por inmigrantes pro-cedentes de todos los rincones del planeta, Estados Uni-

Europa Canadá México y otrospaíses de

Latinoamérica

Asia África

Fuente: US Immigration and Naturalisation Service (1995)

Figura 4.1 * Inmigración registrada en Estados Unidos por región de procedencia y para losperiodos 1880-1890 y 1984-1994

dos es quizá el país más multicultural entre los paísesdesarrollados.

Entre 1820 (cuando la administración comenzó a ela-borar estadísticas de inmigración) y 1990, más de 55millones de personas emigraron a Estados Unidos. El ori-gen de estas personas ha cambiado a lo largo de todo estetiempo. Como puede verse en la Figura 4.1, hace un siglola mayoría de los inmigrantes procedía de Europa. En losaños ochenta del siglo XX, la mayoría de inmigrantes pro-ceden de Latinoamérica y Asia.

Europa, por supuesto, también es un país con una enor-me diversidad cultural. Pero sobre esto hablaremos en elCapítulo 12.

Cultura elitista y cultura popular

La diversidad cultural se observa también entre las clasessociales. En el lenguaje corriente entendemos por «cultu-ra» algo sofisticado, como la danza, la música clásica, laliteratura, la escultura o la pintura; y nos referimos a losprofesores universitarios, a los directores de teatro o a losgrandes artistas como gente «culta», entendiendo con elloque esas personas son capaces de apreciar cosas que elcomún de la gente encuentra aburridas. La palabra «cul-tura», de hecho, tiene la misma raíz latina que la palabra«cultivar», lo que indica que una persona culta es aquellaque se ha cultivado o refinado el gusto.

Por el contrario, no solemos utilizar palabras tansolemnes cuando nos referimos a las preferencias musi-cales o las lecturas de la mayoría de la gente, dando aentender con ello que tienen menos valor. Por poner unos

ejemplos, muchos dirían que la músi-ca de Mozart es «más culta» que la deJulio Iglesias, que la cocina francesaes mejor que los palitos de pescado, oque la esgrima es un deporte más refi-nado que el ping pong.

Juicios como estos muestran clara-mente que el gusto es también cues-tión de clase social (o, mejor dicho,que las élites sociales refinan sus gus-tos para diferenciarse de quienes noestán a su altura. Hall y Neitz, 1993,Bourdieu, 1991). Los sociólogos ha-blan de cultura elitista para referirsea las manifestaciones culturales delas que se sirven las élites para dis-tinguirse del resto de la sociedad y decultura popular, para referirse a lasmanifestaciones culturales amplia-mente difundidas entre los miembrosde una sociedad.

El uso común de la palabra «cultu-ra» puede hacer que caigamos en la

Otros

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116 • Las bases de la sociedad

tentación de pensar que la cultura elitista es superior a lacultura popular. Los sociólogos no se meten aquí; eso escosa de los críticos de arte o de los que se dedican a laestética (una rama de la filosofía que estudia el arte). Lossociólogos se interesan por otras cosas. Estudian, porejemplo, cómo se reproduce socialmente el gusto (en unaclase social o un grupo étnico, por ejemplo); cómo enca-ja cierto tipo de manifestaciones culturales en las expe-riencias o visiones del mundo de tal o cual otro gruposocial; cómo y por qué cambian los gustos; o por qué apa-rece, en primer lugar, lo que hemos llamado la cultura eli-tista. Cuando los sociólogos hablan de cultura no se refie-ren a la música clásica o a las grandes obras de arte o dela literatura. Se refieren a todas las manifestaciones cultu-rales que se encuentran en una sociedad (Gans, 1974).Los sociólogos, por decirlo en dos palabras, no entiendenque unas clases sean cultas y las otras incultas.

Subculturas y contraculturas

El término subcultura se refiere a las manifestacionesculturales que distinguen a un segmento de la población.Podemos hablar de la subcultura de los «rastas», de lasubcultura gay, de la subcultura de los altos ejecutivos,etc. Es tentador, pero no siempre correcto, clasificar a laspersonas en categorías subculturales. No suele ser correc-to porque casi todo el mundo tiene contacto con, o parti-cipa en distintos universos culturales, y no lo hace almodo del militante o del fundamentalista, sino con dosisvariables de lealtad y desapego hacia cada una de ellas.

Pero también puede ocurrir que las subculturas étnicaso religiosas terminen dividiendo una sociedad, y con con-secuencias trágicas a veces. El caso de la antigua Yugos-lavia es un ejemplo muy cercano. Los conflictos que havivido este país (y que aún se mantienen) los fue alimen-tando la diversidad cultural. Antes de su autodestrucción,en este país vivían 25 millones de personas. Se emplea-ban dos alfabetos, se profesaban tres religiones, se habla-ban cuatro lenguas, se podían identificar cinco grandesgrupos nacionales, el país estaba dividido en varias repú-blicas federadas, y a lo largo de su historia había absorbi-do la influencia cultural de siete países vecinos. El con-flicto cultural que hundió a Yugoslavia en varias guerrasciviles muestra que la existencia de varias subculturas enun mismo territorio político no siempre da lugar a unaconvivencia basada en la tolerancia y el respeto mutuo. Alcontrario, también puede originar fuertes tensiones oincluso enfrentamientos violentos (sobre esto hablaremoscon más detenimiento en el Capítulo 16 [«Poder, estado ymovimientos sociales»]. Sobre el origen de los conflictosen Yugoslavia, véase Sekulic et al., 1994).

La diversidad cultural no sólo implica variedad, sinotambién jerarquía. A menudo, lo que consideramos comocultura dominante es la cultura de los segmentos dominan-

tes de la sociedad, mientras que a la cultura de los segmen-tos menos favorecidos o de algunos segmentos minorita-rios la solemos llamar «subcultura». Pero como hemosdicho antes, esto no es correcto desde el punto de vistasociológico. De hecho, los investigadores que trabajan des-de lo que se llama el enfoque multicultural se dedican, pre-cisamente, a investigar esta diversidad cultural dejando delado todo tipo de prejuicios culturales (sobre esto, véase elrecuadro sobre «Eurocentrismo, multiculturalismo y pos-colonialismo en sociología» unas páginas más adelante).

La diversidad cultural también puede manifestarse enforma de rechazo u oposición a los valores de una socie-dad. Cuando ocurre esto hablamos de contracultura, quehace referencia a las manifestaciones culturales que sir-ven para mostrar rechazo a la cultura y valores domi-nantes. Un ejemplo de contracultura lo encontramos en elmovimiento juvenil de los años sesenta, opuesto a valorescomo la competitividad, el individualismo y el materia-lismo de la sociedad de consumo. En su lugar, los hippiesy otros movimientos juveniles proponían un estilo de vidacooperativo antes que competitivo. Los hippies dabanmás importancia a lo que uno «es» antes que a lo que«hace» o a las cosas que «tiene». Los hippies buscaban elpleno desarrollo personal (o espiritual), y para ello fueronapartándose o disociándose del resto de la sociedad acen-tuando sus rasgos culturales. Una contracultura puedematerializar ese rechazo hacia los valores dominantes enla forma de vestir, de saludar o en otras conductas.Muchos de los que participaron en el movimiento contra-cultural de los sesenta, por ejemplo, llevaban el pelo lar-go, pantalones vaqueros, consumían drogas, utilizaban elsímbolo de la paz como forma de saludo, y seguían suspropios rituales colectivos (en las manifestaciones contrala guerra del Vietnam o en los conciertos de rock & roll,por ejemplo).

Cambio cultural

Ya Heráclito decía que la esencia de las cosas es un con-tinuo cambio o devenir. No sabemos si la humanidadsobrevivirá los próximos millones de años; al fin y alcabo, otras especies ya han desaparecido de la faz de laTierra. Pero de lo que sí podemos estar seguros es de que,mientras haya sociedad, habrá cultura. También, y obser-vando los cambios continuos en las formas de sociedad,podemos estar seguros de que a medida que la sociedadsiga cambiando, también cambiará la cultura.

El cambio en una dimensión de la cultura suele iracompañado de cambios en otras dimensiones. Por ejem-plo, el aumento de la participación de la mujer en el mer-cado de trabajo ha producido cambios en la institución dela familia: las mujeres se casan más tarde, ha aumentadoel número de divorcios y hay cada vez más niños queviven solos con su madre (o con el padre). Esto es un

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Cultura • 117

ejemplo (según los más optimistas) de integración cultu-ral, que se produce cuando los elementos de una cultura«encajan» (o vuelven a encajar) en el resto de las dimen-siones sociales, esto es, cuando no hay conflicto entrenormas, valores y costumbres, por un lado, y las estruc-turas familiares, económicas y políticas por otro.

Pero puede ocurrir que los elementos de una culturacambien a un ritmo distinto. William Ogburn (1964) seña-ló que mientras que la tecnología transforma rápidamentelos elementos materiales de una cultura (las armas, o latecnología para la reproducción asistida, por ejemplo), laconcepción del mundo, las normas y valores de esa cultu-ra no cambia tan rápidamente. Ogburn llamó a este fenó-meno desajuste cultural (cultural lag) para referirse alhecho de que los elementos de una cultura no cambian almismo ritmo, lo que puede perturbar todo el sistema cul-tural. En una sociedad en la que es posible fecundizar auna mujer con el óvulo de otra que, a su vez, ha sido a suvez fertilizada artificialmente con el esperma de un donan-te anónimo, ¿en qué medida se puede seguir empleandolos viejos conceptos de maternidad o paternidad?

El cambio cultural puede producirse por tres causas.En primer lugar, por la invención, o creación de nuevoselementos culturales. Este es el caso del teléfono (inven-tado en 1876), de los aviones (en 1903), o del aerosol (en1941), por ejemplo, que han tenido un enorme impacto enel estilo de vida y en la sociedad. El número de invencio-nes progresa constantemente porque una nueva invenciónda lugar a otras muchas y así sucesivamente. Los regis-tros de entrada de la Oficina Europea de Patentes son unabuena prueba de ello.

Puede también producirse cambio cultural por los des-cubrimientos. Un descubrimiento implica entender ointerpretar algo correctamente, dejando de lado explica-ciones anteriores. La naturaleza de las proteínas, el movi-miento de los planetas, etc., son descubrimientos. Losdescubrimientos son consecuencia de la investigacióncientífica (a veces auxiliada con la suerte, como cuandoMarie Curie dejó una piedra encima de un papel de foto-grafía y descubrió el radio en 1898).

También el cambio cultural puede producirse por loque se llama difusión cultural, esto es, por la transmisiónde rasgos culturales de una cultura a otra. Con la capaci-dad tecnológica que tenemos hoy en día de enviar infor-mación de un lado a otro del planeta en cuestión desegundos (por teléfono, fax, Internet, etc.), el proceso dedifusión cultural ha cobrado verdadera importancia. Lasociedad europea ha difundido muchos de sus elementosculturales por todo el mundo; el más significativo, quizá,las lenguas. Pero también ha absorbido los elementos deotras muchas culturas, y esto no sólo recientemente con laaparición de los medios de comunicación de masas, sinodesde mucho tiempo atrás (y a consecuencia de la crea-ción de imperios y colonias. Ralph Linton, 1937).

Etnocentrismo y relatividad cultural

Los turistas no suelen volver a casa sin haber visitado lastiendas y comercios de los países donde han estado. Sivan a China o la India posiblemente buscarán alfombrashechas a mano, si van a Turquía buscarán bisutería u otrosobjetos finamente labrados con metales, etc. Para unturista occidental, muchos de estos artículos son auténti-cas gangas. Lo son, ciertamente, pero por una razón muytriste: en muchos países pobres (y no tan pobres) son losniños, a veces de cinco o seis años, los que fabrican estetipo de artículos trabajando muchas horas al día a cambiode un salario de miseria.

En Europa, cuando pensamos en la infancia, pensamosen una etapa de inocencia y de relativa libertad, pues nohay apenas responsabilidades que asumir. En los paísespobres, sin embargo, muchas familias dependen del tra-bajo de los niños para su subsistencia. Así, lo que en unaparte del mundo se considera normal o natural, en otraparte del mundo pensamos que es inmoral. Quizá el filó-sofo chino Confucio tenía razón cuando decía que «todaslas personas son iguales. Sólo son sus costumbres las queson diferentes».

Muy posiblemente, cualquier hábito social que nosvenga a la cabeza varía de alguna forma a lo largo y anchodel planeta. Esto puede divertir al viajero, pero también lepuede molestar o enfurecer. Por poner un par de ejemplos:en el Reino Unido se conduce por la izquierda, y esto ge-neralmente confunde al turista que viene de Europa conti-nental. Los egipcios se acercan mucho a uno cuando lehablan, al menos desde el punto de vista de un norteame-ricano, por ejemplo, que puede sentirse muy agobiado.

Dado que cada cultura conforma una determinadavisión del mundo, no es de extrañar que exista etnocen-trismo, esto es, el hábito de juzgar otra cultura según losparámetros de la propia. El etnocentrismo es una dispo-sición natural (y universal) que resulta de estar muy vin-culado emocionalmente a la cultura donde uno ha creci-do. El etnocentrismo puede dar lugar a equívocos omalentendidos, o incluso al conflicto.

Por ejemplo, podemos considerar algo aparentementetan trivial como la costumbre de los europeos al referirse aChina como «el lejano oriente». Este término, por supues-to, tiene poco sentido para los chinos. De hecho, ellos serefieren a China con una palabra que puede traducirsecomo «el reino central», situando así su sociedad en elcentro del mundo, al igual que lo hacen los europeos.

¿Hay alternativa al etnocentrismo? La alternativa lógi-ca es mirar o considerar los rasgos de otra cultura desdeesa misma cultura y no desde la nuestra. Por ejemplo,podemos ir a Pensilvania y ver a un amish arando cientosde hectáreas con la ayuda de un par de caballos y pensarque lo que hace es algo absurdo, pues para eso se in-ventaron los tractores. Pero desde el punto de vista del

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118 • Las bases de la sociedad

OTROS/AS HABLAN

Culturas juveniles

El término «cultura», y todos losotros asociados a él, se hacemás comprensible cuando nos

fijamos en un grupo en concreto de lapoblación, como los jóvenes, porejemplo. En la mayoría de las so-ciedades occidentales y sociedadesdesarrolladas, los grupos de adoles-centes crean sus propias culturas(Spates, 1976, 1983; Spates y Per-kins, 1982). En otras muchas socie-dades, por el contrario, no se da estefenómeno. De hecho, las culturasjuveniles surgieron en el mundo occi-dental en las décadas posteriores ala II Guerra Mundial. Aquellos fueronaños relativamente prósperos, en losque se alargó el periodo de formacióno escolarización de los jóvenes y sedesarrolló notablemente la sociedaddel consumo. Sin las responsabilida-des de la etapa adulta y con unamayor capacidad adquisitiva, prontosurgió todo un jugoso mercado cen-trado en los jóvenes. Aparecieronnuevos productos especialmente diri-gidos a ellos (discos, películas, laropa deportiva o juvenil), que teníantiempo y dinero para consumirlos. Apartir de estas condiciones materia-les los propios jóvenes terminaroncreando sus propios estilos de vida,sus propias culturas. En el Reino Uni-do, por ejemplo, se puede identificarclaramente una sucesión de culturasjuveniles a partir de los años cincuen-ta. Primero fueron los teddy boys (alhilo del primer disco y la primera pelí-cula rockera de Billy Haley Rockaround the dock). En los años sesen-ta llegaron los mods y los rockers,

que se diferenciaban entre sí en elvestuario, las preferencias musicalesy los valores y estilos de conducta. Alos mods y los rockers les siguió todauna nueva galería de lo que hoy sellaman «tribus»: skinheads, hippies,punkis, rastas, grunges, goths, acidheads, new travellers y otros muchosque tuvieron distinta suerte. En ladécada de los noventa la situación esde una mezcolanza singular. Lo quedomina no son los grupos en estadopuro y bien diferenciados unos deotros, sino lo que algunos llaman los«estilos culturales posmodernos».

Los sociólogos que siguen el enfo-que de los estudios sobre la cultura(véase recuadro un poco más ade-lante) se han hecho muchas pregun-tas acerca de la naturaleza y signifi-cado de estas culturas juveniles. Sehan hecho algunas investigacionesde carácter más bien etnográfico ybasadas en la metodología de la ob-servación participante que han servi-do para describir los símbolos, el len-guaje, los valores y otros aspectos dela cultura de estos grupos juveniles.El estilo y apariencia externa deestos grupos juega un papel impor-tante, y muchas veces sirve paraparodiar la cultura consumista de laque ellos mismos son parte. Mientrasque los punkis, bikers, goths, crustiesy hippies, por ejemplo, prefieren unestilo más desastrado, los mods, soulboys, o los home boys prefieren ves-tirse mejor.

Los sociólogos también se hanpreguntado por qué surgen estas cul-turas juveniles. Algunos han sugerido

que estas culturas intentan «expresary resolver, aunque de forma mágica,las contradicciones ocultas o quepermanecen sin resolver en la culturade la sociedad de la que forman par-te» (Cohén, 1980: 82-83). Por decirloen otras palabras, estas culturasjuveniles son modos de lidiar con losproblemas que generan, por un lado,las demandas generales de la socie-dad (que apremia a los jóvenes acontinuar los estudios, a buscar untrabajo, a consumir, o a hacerse adul-tos), y por otro lado, los valores, cul-tura o estilos de vida de los padres.Estos pueden ser tiempos difícilespara los jóvenes, a los que puedenenfrentarse desarrollando y nego-ciando sus propias respuestas. Lasculturas juveniles pueden verse co-mo formas de resistencia, en la quelos jóvenes crean su propia culturaa fin de controlar una serie de pro-blemas.

Las culturas juveniles cruzan lasfronteras. Hay punkies en Birming-ham, pero también en Berlín o enBarcelona. En parte debido al len-guaje común de la música pop, a latelevisión por cable y por satélite, alcine, etc., los jóvenes imitan otrosestilos culturales. Pero lo hacensiempre de un modo un tanto particu-lar, adoptando rasgos culturales deprocedencia diversa, de lo que resul-ta un bricolage de valores, moda,preferencias musicales, de consumo,etcétera. •

Véase Sara Thornton, Club Cultures (Cambridge: Poli-ty, 1995)

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amish (que, por supuesto, sabe muy bien que los tractoresya han sido inventados), arar la tierra de esta forma no esalgo absurdo pues, para él, el trabajo duro tiene un signifi-cado religioso. Los amish piensan que los beneficios mate-riales que se pueden obtener utilizando algunas tecnologías(los tractores, por ejemplo) no compensan otros costes.

La alternativa al etnocentrismo se llama relativismocultural, que se puede definir como la disposición a juz-gar una cultura desde sí misma. Por supuesto, hacer estono es nada fácil, pues no sólo se requiere entender o apre-hender las normas y valores de otra sociedad, sino quetambién hay que evitar las valoraciones apresuradas yjusticieras que resultan de juzgar esa sociedad desde lasnormas y valores de la nuestra. Pero la verdad es quedado que cada vez hay más contacto entre personas deculturas distintas, esta disposición a acercarse y entenderotras culturas se está haciendo más necesaria.

Cuidado aquí. También hay que poner el relativismocultural en sus propios términos. El relativismo culturalnos puede ayudar a aproximarnos mejor a otras costum-bres o estilos de vida sin prejuzgarlas, pero ¿esto signifi-ca que toda costumbre o conducta es igualmente válida ocorrecta? ¿Sólo porque en otros países se considera nor-mal o natural el trabajo infantil debemos aceptarlo?

Si todos somos miembros de la misma especie, pode-mos pensar que, en último término, hay algunos criteriosuniversales que nos puedan decir qué es correcto y qué esincorrecto. Pero ¿cuáles son estos criterios? ¿cómo des-cubrirlos? Y si intentamos aplicarlos en otras sociedades,¿no estamos en realidad imponiendo nuestros propios cri-terios en lugar de esos criterios presuntamente universa-les? La verdad es que no hay respuestas fáciles a estaspreguntas. Pero sí podemos dar algunos consejos para elque se acerque a otras culturas.

En primer lugar, y como ya hemos dicho antes, aunquelas diferencias culturales puedan sorprendernos favora-blemente, también nos pueden causar un gran malestar.Es mejor estar preparados para esto. En segundo lugar,hay que evitar hacer juicios fáciles y justicieros acerca deesas diferencias. Lo mejor es observar las diferencias cul-turales con una mentalidad abierta. En tercer lugar, hayque hacer el esfuerzo de ponerse en la piel de las otraspersonas e intentar entender su conducta desde su propiacultura y no desde la nuestra. En cuarto lugar, y despuésde pensar las cosas sosegadamente, uno ya puede empe-zar a evaluar lo que está viendo. Hay que ser tolerante,pero tampoco se debe suspender el juicio indefinidamen-te. No se le puede exigir a uno que acepte pasiva y acríti-camente toda práctica cultural. Pero al evaluar otra socie-dad, uno tiene que seguir pensando que quizá se estéequivocando porque, a pesar de todos los esfuerzos que sehagan, no se puede llegar a ver el mundo de la misma for-ma que lo ven los que han nacido en esa sociedad. Pormucho que uno lo intente nunca es posible desaprender lo

que nuestra propia cultura nos ha enseñado y ponerse enla piel de los demás. Por último, y en quinto lugar, es unbuen ejercicio pensar a la inversa, esto es, imaginar cómole estarán evaluando a uno y a su propia cultura desde losparámetros de esa otra cultura. Después de todo, el mayorbeneficio que podemos obtener estudiando otra culturaes, quizá, que podemos empezar a entendernos a nosotrosmismos un poco mejor.

¿Una cultura global?

Mucho más que en pasado, hoy podemos ver que haymuchos rasgos o prácticas culturales que parecen estar pre-sentes en todos los rincones del planeta. Si uno camina porlas calles de Seúl (Corea del Sur), Kuala Lumpur (Malaisia),Madras (India), El Cairo (Egipto) o Casablanca (Marrue-cos), podrá notar en seguida que mucha gente viste del mis-mo modo que en nuestra ciudad, que escucha la mismamúsica, que ve los mismos anuncios publicitarios, etc. Tam-bién, y si uno habla inglés, podrá comprobar que puede co-municarse en inglés con muchas personas de esas ciudades.Como ya hemos dicho antes, el inglés se está convirtiendoen la lengua que más se estudia en el mundo (véase tambiénMapa 4.1). Con tantas cosas en común ¿podemos decir queestamos asistiendo al nacimiento de una cultura global?

El mundo sigue dividido en alrededor de 200 estados;muchos de ellos, como ya hemos dicho, multiculturales.Hay actualmente miles de culturas en el mundo. También,la intolerancia con otras culturas sigue siendo un fenóme-no actual, como lo están mostrando los acontecimientosen la antigua Unión Soviética, en Sri Lanka, en OrienteMedio o en Yugoslavia, por poner unos pocos ejemplos.Sin embargo, y si comparamos con el pasado, podemosdecir que las sociedades nunca han estado tan interrelacio-nadas unas con otras a través de todo tipo de vínculos ycontactos como lo están actualmente. Estos vínculos, dedimensiones globales, incluyen flujos de bienes y servi-cios, flujos de información y flujos migratorios.

1. La economía global: el flujo de bienes y servicios.Nunca ha sido mayor el nivel de intercambio de bienesy servicios entre los países. Esto se traduce en la intro-ducción de muchos bienes y servicios (coches, progra-mas de televisión, camisetas, etc.) en todos los puntosdel globo.

2. Comunicaciones globales: el flujo de la información.Hace un siglo, las comunicaciones internacionales sebasaban en el correo (que se transportaba en barcos,diligencias, trenes, etc.), o también, y ocasionalmente,en el telégrafo. Hoy las comunicaciones vía satélitepermiten que muchas personas que viven en diferentesextremos del globo puedan ver y escuchar los mismosacontecimientos al mismo tiempo y en el momento enque se están sucediendo.

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120 • Las bases de la sociedad

VENTANA A EUROPA

Viejas y nuevas culturas en Europa

Independientemente de lo unida odesunida que nos pueda parecerEuropa en términos políticos o eco-

nómicos, la verdad es que dentro deEuropa conviven varias culturas, esti-los de vida y formas de enfrentarse alos problemas. Podemos poner algu-nos ejemplos curiosos.

• Desayunos. Mientras que en el Rei-no Unido se prefieren los cereales olos huevos con bacon, en Franciamuchos siguen desayunando conbollos, mientras que en Holanda seprefiere el queso y los embutidos.

• La jornada de trabajo. Mientrasque en el norte de Europa las jor-nadas de trabajo son continuas, enel sur de Europa todavía muchostrabajadores hacen una pausa dedos horas para la comida; quetampoco suele ser un sandwich,sino una comida completa.

• Consumo. En el Reino Unido lagente tiende a hacer colas, pero enotros sitios se prefiere una pequeñaaglomeración relativamente orde-nada. En el norte de Europa la gen-te tiende a aceptar el precio de losproductos que se venden en la ca-lle. En España, por el contrario, re-gatear no está mal visto. En losbares británicos unopide la bebida en labarra, paga inmedia-tamente y no da pro-pina. En España unopide la consumición,paga cuando se va amarchar, y deja unapropina.

Estos son algunosejemplos de pequeñasdiferencias culturales.Muchas ya están per-diendo sus peculiari-dades nacionales. Por

Fuente: Popperfoto

ejemplo, en muchos hoteles europeos,los clientes pueden optar entre el desa-yuno británico, el que se llama «desa-yuno continental», o incluso el desayu-no japonés, a base de tallarines ofideos. A la vez que mantienen su ca-rácter distintivo, las peculiaridades cul-turales están traspasando las fronteras.

Nuevos estilos y culturas

Quizá no hay mejor forma de compro-bar esto que estudiando la Disneylan-dia que hace pocos años se inauguróen París. Las Disneylandias han sidoobjeto frecuente de estudio para losque se dedican a hacer estudios sobrela cultura (véase un listado de referen-cias en las pp. 81 -2 del libro de Brymanque se cita al final del recuadro). Elparque Disney de París se inauguró el12 de abril de 1992, está situado aunos 30 km al este de París, y tieneuna extensión de 600 hectáreas, endonde se han instalado seis hotelestemáticos. Eurodisney fue caracteriza-do por los intelectuales franceses co-mo un Chernobil cultural, y los sindica-tos iniciaron muy pronto una batallacontra lo que ellos consideraban unaobsesión casi fascista por la uniformi-

dad. «Ningún trabajador puede fumar,llevar joyas o bisutería que puedaparecer ostentosa, mascar chicle, te-ñirse el pelo con colores no naturales,tener un tatuaje en un lugar visible,estar gordo o sudar demasiado. Loshombres deben llevar el pelo corto, yno pueden llevar bigote o barba» (Bry-son, 1993, 77).

En los primeros años de operacio-nes, Eurodisney fue un fracaso rotun-do en términos económicos. En untrimestre llegó a tener unas pérdidasde unos 60 millones de dólares, conlo que empezaron a dispararse ru-mores de cierre. Se dieron muchasexplicaciones, incluyendo los altoscostes de explotación y el mal tiem-po. Pero muchos temían que Disneyse había instalado en un lugar pocoapropiado. Parecía que no encajabaen absoluto con la cultura francesa.

Si los franceses valoran el placerde la buena mesa, allí en Disney nofaltaban restaurantes; pero de comi-da rápida, sin embargo. Si los france-ses tienen un carácter un tanto serioo reservado, allí los trabajadorestenían que estar siempre sonriendo.A los franceses no les resulta fácilsonreír si no hay un auténtico motivo.El fenómeno de Eurodisney produjo

al mismo tiempo conta-gio y resistencia cultu-ral. Con los años pare-ce que el parque ha idoteniendo más éxito.Después de todo, hayun montón de dineroallí invertido. Los valo-res culturales tradicio-nales parecen tambiénmenos rígidos cuandose miran bajo la luz delos «McDisney». *

Véase Alan Bryman. Disney andHisWorld (Londres Routledge, 1995).

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Cultura • 121

3. Migraciones globales: el flujo de personas. El conoci-miento de otras sociedades motiva más a la gente aemigrar a otros países en la búsqueda de una mejorcalidad de vida. Además, la tecnología del transporte,especialmente el transporte aéreo, hace que esto seamás fácil que en el pasado. Como resultado de todoesto, muchos países tienen mayores contingentes deextranjeros que los que han tenido a lo largo de su his-toria.

Estos vínculos globales han hecho que las culturas detodo el mundo se parezcan un poco más entre sí, al menosen los aspectos más superficiales. Pero también ha genera-do unas mayores diferencias. Algunas sociedades, gene-ralmente las sociedades pobres o con escasos recursos,siguen relativamente aisladas y encerradas en sus propiasculturas locales. Otras sociedades, por el contrario, se hanadaptado más a todos estos flujos, y sus culturas hanadquirido un carácter más flexible, más abierto, más cos-mopolita. Según Ulf Hannerz en estas sociedades hay

una cierta disposición a la diversidad (...) a la coexistencia dediversas culturas en la misma experiencia individual (...) a rela-cionarse con el otro (...) a abrirse a experiencias culturalesdivergentes (...) a buscar el contraste en lugar de la uniformidad(...) y a salir adelante y encontrarse un hueco escuchando, obser-vando, intuyendo y reflexionando (Hannerz, 1990: 239).

Esta tesis de la cultura global tiene importantes limita-ciones, sin embargo. En primer lugar, los flujos de bienesy servicios, de información y de personas han estado muydesequilibrados. En términos generales, las zonas urba-nas (que son los núcleos residenciales, de comunicacio-nes e industriales) están más interconectadas entre sí quelas zonas rurales. También, el poder económico y militarde Estados Unidos y Europa hace que la influencia cultu-ral esté muy desequilibrada en perjuicio de los paísespobres o menos ricos.

En segundo lugar, la tesis de la cultura global parecesugerir que la mayoría de las personas de todo el mundopueden comprar esos bienes y servicios que se ofrecen enel mercado global. Como veremos en el Capítulo 11(«Estratificación global»), la realidad es muy distinta. Enmuchas partes del mundo los niveles de pobreza son tanaltos que hay millones de personas que ni siquiera puedencubrir sus necesidades básicas.

En tercer lugar, si bien es cierto que pueden encontrar-se muchas manifestaciones y rasgos culturales comunesen todas las sociedades, de ahí no podemos sacar la con-clusión de que, desplazadas de su lugar de origen, esasmanifestaciones y rasgos evocan exactamente los mismossignificados. ¿Entienden de la misma forma el rap losadolescentes de Tokio que los de Nueva York o LosAngeles? Posiblemente no. También, cuando imitamoslas modas que nos llegan de otras partes del mundo, lo

hacemos sin conocer las características de la sociedad delas que provienen o su significado original. Brevemente,las personas absorben los rasgos culturales de otras socie-dades, pero no lo hacen de una forma transparente, sinode un modo distorsionado y a través de sus propias cultu-ras (Featherstone, ed., 1990; Hall y Neitz, 1993). Algunosautores se refieren a este proceso como glocalización,que hace referencia a los modos distintos en que cada cul-tura, y según rasgos propios de esas culturas, se recibenlas manifestaciones y rasgos culturales que parecen teneruna dimensión global. El karaoke, por ejemplo, se origi-nó en Japón y se ha extendido a muchas ciudades delmundo. En cada una de ellas, sin embargo, tiene un signi-ficado social diferente, y se cantan canciones diferentessiguiendo rituales diferentes.

• Análisis teórico de la cultura

Por medio de la cultura podemos entender el mundo quenos rodea y nuestra posición en ese mundo. Principal-mente, son los sociólogos y los antropólogos los que sededican al estudio de la cultura. Y para ello han desarro-llado varios paradigmas teóricos.

Análisis funcionalista

Como ya vimos en el Capítulo 1 («La perspectiva socio-lógica»), según el paradigma funcionalista la sociedad esun sistema relativamente estable que se compone devarias partes interrelacionadas entre sí y que contribuyena mantener ese sistema en equilibrio. Desde este punto devista, la importancia de los rasgos o manifestaciones cul-turales se deriva de su función para el mantenimiento dela sociedad de la que forman parte.

Un sistema cultural es estable a lo largo del tiempo,según los funcionalistas, porque los valores centrales deesa cultura «encajan» con los otros sistemas económicosy políticos, consolidando así las pautas de conductas queson necesarias para el mantenimiento de esa sociedad(Parsons, 1964, Williams, 1970). La afirmación de quelas ideas (antes que el sistema material de producción)son el fundamento de la realidad humana vincula al fun-cionalismo con las doctrinas filosóficas idealistas. Lasnormas y valores básicos del sistema cultural conformanlas actividades de los miembros de una sociedad y dansentido a las relaciones que establecen entre ellos y, así,contribuyen a mantener esa sociedad unida. Aquellas per-sonas que se incorporan a esa sociedad (los inmigrantespor ejemplo) no tienen que tener necesariamente los mis-mos valores que el resto de la sociedad. Pero, de acuerdocon el análisis funcionalista (y la idea del melting pot),estos recién llegados terminarán aceptando los valores dela sociedad de acogida transcurrido cierto tiempo.

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122 • Las bases de la sociedad

El paradigma funcionalista también nos puede ayudara entender comportamientos o estilos de vida que nosparecen extraños o inexplicables. Recordemos, por ejem-plo, el caso de los amish de Pensilvania, que todavíaemplean caballos para arar la tierra. Esta costumbre violauno de los valores básicos de la cultura norteamericana:la eficiencia. Sin embargo, desde el punto de vista de losamish, el trabajo duro ayuda a fortalecer el sentido de ladisciplina y del deber, y esto es necesario, según ellos,para vivir conforme a sus creencias religiosas. Las largasjornadas de trabajo y las reuniones familiares en la mesay en las horas de ocio contribuyen a mantener unida a lafamilia y, por extensión, a toda la comunidad.

Por supuesto, las prácticas culturales de los amish pue-den también ser disfuncionales. El trabajo en el campo esagotador. También, muchos pueden decir, la disciplinareligiosa que caracteriza a esta comunidad es demasiadoestricta. De hecho, algunos amish han abandonado sucomunidad por este motivo. Y a lo largo de la historia deesta comunidad han surgido interpretaciones religiosasdispares que han ocasionado tensiones y a veces divisio-nes profundas en el mundo de los amish (Hostetler, 1980;Kraybill, 1989; Kraybill y Olshan, 1994).

Dado que las culturas son instrumentos o estrategiaspara satisfacer las necesidades humanas, podemos pensarque las culturas de todo el mundo tienen algunos rasgoscomunes. El término universales culturales hace referen-cia a esto, a los rasgos culturales que comparten todas lassociedades conocidas. George Murdock (1945) encontródocenas de estos rasgos. Uno de estos es la familia, que entodas las sociedades sirve para regular la reproducción ypara garantizar el cuidado y la educación de los niños. Entodas las sociedades también hay ritos funerarios, que sir-ven para enfrentarse con la realidad de la muerte. Elhumor, que también es común a todas las sociedadeshumanas, sirve para aliviar las tensiones sociales.

Evaluación crítica

El paradigma funcionalista nos muestra cómo el sistemacultural contribuye a satisfacer las necesidades humanasy a mantener una sociedad en equilibrio. Sin embargo, alresaltar los aspectos de equilibrio y estabilidad, el funcio-nalismo no presta mucha importancia a los fenómenos decambio social. Igualmente, la idea funcionalista de quelos valores culturales los comparten (o terminan compar-tiéndolos) todos los miembros de una sociedad no ayudamucho a entender la diversidad cultural. Por último, laspautas culturales que favorecen o defienden a aquelloscon poder económico o político terminan convirtiéndoseen las pautas culturales dominantes, marginando otrasculturas o manifestaciones culturales. La cultura puedegenerar conflictos, entonces, y no sólo equilibrio o esta-bilidad social.

La cultura desde la sociología del conflicto

La sociología del conflicto dirige nuestra atención a larelación entre cultura y desigualdad, y señala las formasen que unos rasgos o manifestaciones culturales sólobenefician a algunos perjudicando al resto. Desde lasociología del conflicto uno se pregunta por qué ciertosvalores se han convertido en los valores dominantes, ocómo, en oposición a ellos, se crean «culturas de resisten-cia». Los sociólogos que trabajan dentro de esta perspec-tiva, especialmente aquellos más influenciados por laobra de Marx, piensan que los valores de una sociedadson el reflejo del sistema económico. En palabras deMarx: «No es la conciencia la que determina el ser, es elser el que determina la conciencia» (1977: 4, ed. orig.,1859). La teoría del conflicto, entonces, se basa en la doc-trina filosófica del materialismo, según la cual el sistemaeconómico de una sociedad (el capitalismo en Europa,por ejemplo) termina influyendo decisivamente en otrasdimensiones de esa sociedad, como la cultura. Esto con-trasta con las tesis del funcionalismo, que tienen unaorientación más idealista, como acabamos de ver.

Dentro de esta tradición marxista se han desarrolladovarios enfoques o análisis de la cultura, que se han llama-do «neomarxistas». Uno de éstos lo representa la teoríacrítica, desarrollada por la Escuela de Frankfurt en losaños treinta. Theodor Adorno (1903-69), uno de losmiembros más influyentes de esta Escuela, pensaba quela «cultura de masas» que entonces estaba emergiendo (lamúsica popular o el cine, por ejemplo), servía para mani-pular y adormecer la conciencia crítica de las personas.Adorno pensaba que la industria cultural, banalizando losconflictos y aletargando las conciencias, estaba fomen-tando la pasividad de las personas y trabajadores y, así, laperpetuación de su propia situación de dominación.Según Adorno, «la industria cultural engaña continua-mente a sus consumidores en lo que les promete tambiéncontinuamente» (Adorno y Horkheimer, 1972: 120-3).

También dentro de esta tradición tenemos que referir-nos a Antonio Gramsci (1891-1937), un pensador italia-no, miembro del partido comunista, que pasó diez años enlas cárceles de Mussolini. Durante su estancia en prisión,Gramsci escribió los Cuadernos de cárcel, en donde seexpone la tesis de la hegemonía. Según esta tesis, unaclase social puede ejercer dominación por medio del con-senso antes que por la violencia. Según Gramsci, la cul-tura, en sus distintas manifestaciones, puede hacer que laspersonas acepten acríticamente la situación social exis-tente, ganando su consentimiento. Consiguiéndose esto,la violencia y la coerción se hacen irrelevantes paragarantizar ese sistema de dominación. Por decirlo llana-mente: unas dosis diarias de telenovelas y de fútbol pue-den ser suficientes. En el Reino Unido hay un grupo desociólogos, entre los que destaca Stuart Hall (sobre el que

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Cultura • 123

PERFIL

De la cultura a los estudios sobre la cultura

En los últimos treinta años hansurgido nuevas disciplinas si-tuadas en las fronteras de la

sociología. Una de estas se denomi-na «estudios sobre la cultura» (cultu-ral studies), que nació con la apari-ción de tres libros de enorme interésescritos por historiadores de orienta-ción socialista e investigadores dedi-cados al estudio de las obras litera-rias. Estos estudios difieren delenfoque empleado aquí, desde elque se analiza la cultura desde unaperspectiva puramente sociológica yantropológica. Aquellos tenían comoobjetivo estudiar los valores, creen-cias, actitudes y cultura material de laclase obrera inglesa. En concreto,esos tres libros son el de RichardHoggart Uses of Literacy, el de Ray-mond Williams Culture and Society, yel de E. P. Thompson The Making ofthe English Working Class. Lo quenos muestran estos libros es que lacultura de la clase obrera es una cul-tura inteligible, dinámica y coherente,y que tiene sus propias raíces históri-cas. Sus autores nos descubren elcarácter creativo de la clase obrera,capaz de producir su propia cultura.

Uses of Literacy examina la cultu-ra popular y las actitudes y respues-tas de la clase obrera ante los libros,la prensa escrita, etc. En The Making

of the English Working Class,Thompson investiga «el desarrollo dela conciencia de clase, especialmen-te a través de los sindicatos, asocia-ciones cívicas, movimientos religio-sos y pedagógicos, organizacionespolíticas y prensa, es decir, las tradi-ciones intelectuales de la clase obre-ra, sus estructuras comunitarias yestructuras de sentimientos» (E. P.Thompson, 1968). Estas investiga-ciones muestran cómo los grupos ycomunidades de clase obrera fueroncapaces de crear su propia cultura yde evitar, a la vez, ser absorbidos porlos patrones culturales de la culturadominante.

Stuart Hall

El profesor Stuart Hall ha recogido ydesarrollado esta tradición académi-ca, primero en el Birmingham Centrefor Contemporary Cultural Studies, yluego en la Open University, dondecontinuó sus investigaciones en cali-dad de profesor de sociología.

Con Stuart Hall, los estudios sobrela cultura han cobrado carta de natu-raleza en el mundo académico. Bajola influencia del trabajo de Hoggart yde otros investigadores, Hall destacalas dimensiones políticas de la cultu-

ra. Desde su punto de vista, la culturapopular «es un terreno de conformis-mo y resistencia a la vez. Es, en par-te, el lugar donde emerge y se afian-za la hegemonía. La cultura popularno es el lugar donde el socialismo o lacultura socialista (ya plenamentedesarrollada) se expresa de un modoautomático, pero sí es uno de loslugares donde el socialismo se puedellegar a instituir. Es por esta razónque la cultura popular es importante»(Hall, en Storey, 1996:3).

La influencia de Hall se ha hechonotar sobre toda una generación dejóvenes investigadores, que hanabordado el tema de la cultura en susmanifestaciones políticas. Se ha estu-diado, por ejemplo, cómo los mediosde comunicación tratan la cuestión delas diferencias de género, cómo losgrupos minoritarios (los grupos étni-cos, por ejemplo) se esfuerzan porconservar su identidad cultural, o có-mo algunos grupos han creado cultu-ras, rituales o identidades alternativasque les sirven para resistir a las fuer-zas políticas dominantes (como elthatcherismo). *

NOTA: El texto de E. P. Thompson está traducido alespañol bajo el titulo La formación de la cíase obrera enInglaterra (Barcelona: Crítica. 1989). También hay textosde Raymond Williams traducidos al español (véasebibliografía al final del capitulo).

hablamos en un recuadro) que sigue trabajando dentro deesta tradición.

Evaluación crítica

La teoría del conflicto subraya que los sistemas culturalessatisfacen de modo desigual las necesidades humanas.Precisamente, según esta tradición, una de las funcionesde la cultura es mantener esta desigualdad y la domina-ción de unos sobre otros. A su vez, esta desigualdad gene-ra presiones hacia el cambio social. Sin embargo, al dartanta importancia a todos estos aspectos de fragmenta-

ción o división social, la teoría del conflicto corre el ries-go de subestimar el grado en que la cultura contribuye afavorecer la cohesión social. Por esta razón, pensamosque para entender lo mejor posible el fenómeno de la cul-tura es conveniente tener en cuenta tanto la perspectivafuncionalista como la teoría del conflicto.

Sociobiología

Sabemos que la cultura es una creación humana, pero ¿nopueden las características biológicas de nuestra especietener influencia sobre el desarrollo de la cultura? Esta es

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124 • Las bases de la sociedad

CONTROVERSIA Y DEBATE

¿Qué culturas? ¿Qué voces estamos escuchando? Eurocentrismo,multiculturalismo y poscolonialismo en sociología

Es algo ya tradicional ver a Euro-pa como la cuna del mundomoderno. De hecho, para el

sociólogo sueco Goran Therborn «nohay duda de que Europa ha sido pio-nera de la modernidad y su centroneurálgico. Ni el mundo islámico,ni la África negra, ni el hinduismoy confucionismo asiático parecen ha-ber descubierto el futuro como unlugar nuevo, al alcance del hombre,pero nunca antes visitado (...) Euro-pa se convirtió en el centro indispu-tado de la modernidad, tanto en tér-minos de conocimiento como depoder». Europa fue el «gran organi-zador» del mundo moderno. Y estose manifiesta de varias formas. La«modernidad» europea produjo nue-vos conocimientos, nuevos asenta-mientos humanos en las tierras máslejanas, nuevas tecnologías y capi-tal, así como todos los «ismos» (elsocialismo, el comunismo, el anar-quismo, el liberalismo, el protestan-tismo, etc.).

La identidad de Europa puede ras-trearse mucho atrás en el tiempo. Se-gún algunos autores, la cultura euro-pea puede definirse a partir de cuatroelementos que la distinguen del restodel mundo.

• El mundo griego y el ImperioRomano, redescubierto durante elRenacimiento, que han ayudado aestablecer un concepto del arte,de la política y la filosofía que sonparte de un peculiar temperamen-to «humanístico».

» El cristianismo, que durante dosmilenios, y a pesar de continuasdivisiones internas, ha impregnadoEuropa (tanto que, en algún tiem-po, las palabras «Europa» y «cris-tianismo» eran sinónimos).

« La Ilustración, que supuso el naci-miento de un clima intelectualcientífico, creativo y escéptico, sinel que no se puede entender lamodernidad.

» La industrialización. Aunque no fuela única, ni tampoco sea hoy la quemás, Europa fue la que en sumomento más impulsó el procesode industrialización y lo exportóal resto del mundo (Hay, 1968;Joll, 1969).

Sin embargo, hay serios proble-mas con esta perspectiva «eurocén-trica». Desde esta perspectiva secorre el riesgo de infravalorar laimportancia y las aportaciones deotras culturas asiáticas, latinoameri-canas, africanas, etc. Esta perspecti-va también puede darnos una ima-gen equivocada de Europa como unaentidad que tiene una historia o unlegado común. Esto no es así nimucho menos. La historia griega, porejemplo, está tan conectada a Occi-dente como al Oriente Medio. Dehecho, el eminente historiador ArnoldToynbee veía en esta idea del legadoo de la historia común como una«interpretación repetida pero extre-madamente errónea de la historia dela Humanidad», una idea que expre-sa una tendencia peligrosa a minimi-

zar la contribución de otras culturas.Actualmente, esto lo reconocen el«multiculturalismo» y el «poscolonia-lismo».

Originalmente una política educa-tiva implantada en Estados Unidos, elmulticulturalismo es una comentede pensamiento orientada hacia elreconocimiento de la diversidad cul-tural (tanto en el presente como enel pasado) y hacia la igualdad detodas las tradiciones culturales. Estacorriente es una clara desviación deaquel modo de pensar o interpretar lahistoria de la humanidad desde unaúnica perspectiva occidental. Demodo semejante, desde el poscolo-nialismo se resalta el impacto nega-tivo que ha tenido el colonialismooccidental sobre otras culturas autóc-tonas, y se explora las estrategiasque siguen las minorías oprimidaspara rehacer su identidad y cultura.

Durante más de dos siglos, los his-toriadores se han centrado en lashazañas y realizaciones de los pue-blos europeos, y han relatado losacontecimientos históricos desde es-ta perspectiva. Ha sido escasa, cuan-do no injusta, la consideración que seha dado a otras civilizaciones. El mul-ticulturalismo califica esta perspectivacomo eurocéntrica, pues lo que sebusca y consigue es resaltar los com-ponentes culturales europeos en per-juicio de otras culturas. Molefi KeteAsante, uno de los mayores defenso-res del multiculturalismo, lo explicamuy bien con la siguiente analogía:«Al igual que los europeos del siglo xv

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Cultura » 125

no podían renunciar a la idea de quela Tierra estaba en el centro del uni-verso, mucha gente hoy en día en-cuentra muy difícil no ver en Europa elcentro del mundo» (1988: 7).

Pocos pueden negar que nuestracultura (la cultura norteamericana, laeuropea, o incluso la española) tienemuchas raíces de origen diverso.Pero el multiculturalismo sigue sien-do difícil de digerir porque exige querepensemos muchos mitos y leyen-das que damos por supuestos. Elmismo concepto de «cultura» o de«nación» son hoy en día objeto deintensos debates. Para contrarrestarel eurocentrismo, algunos han pro-puesto un correctivo igualmente uni-lateral. Es el caso, por ejemplo, delos que en Estados Unidos proponeny defienden el afrocentrismo, desdeel que se propone entender la historiay la sociedad moderna a partir de losrasgos culturales africanos.

Otras culturas están también en-trando en liza. La colonización de unospueblos por otros ha sido una constan-te en la historia de la humanidad. Hahabido muchos países que han sidoinvadidos por otros y visto sus culturastransformadas o incluso destruidas. Yaún hoy en día, cuando miramos otrasculturas, tendemos a verlas desde elpunto de vista de la nuestra.

Frantz Fanón (1925-1961), un en-sayista político francés, analizó elimpacto del colonialismo blanco sobreotros pueblos. En sus escritos intenta-ba liberar la conciencia de los oprimi-dos. En una primera fase, según él, losoprimidos buscan un lugar en la socie-dad blanca. En una segunda fase,algunos intelectuales entre los oprimi-dos se revelan contra esta situación. Yen la tercera fase terminan trabajandopara despertar la conciencia de la gen-

te. Términos como «africano», «mu-sulmán», «americano» o «chino», sonsólo un punto de partida. El objetivoes «desconstruirlos» —desmenuzar-los para ver qué es lo que esconden ohay detrás de ellos.

A pesar de que el multiculturalis-mo y el poscolonialismo se han gana-do el favor de muchos intelectualesen los últimos años, también han pro-vocado fuertes reacciones. Sus críti-cos mantienen que estas dos corrien-tes intelectuales provocan divisionesentre las personas, al animar a unosy a otros a identificarse con los desus propio grupo antes que a explo-rar lo que tienen en común. Del mis-mo modo, estas corrientes tienden anegar que exista un criterio universalde verdad. Por el contrario, se nosanima a evaluar las ideas no sobre labase de su validez o consistencia,sino del que las divulga. Lo que escomún a la humanidad se disuelve deesta forma en una perspectiva africa-na, otra asiática, etc.

También, los críticos al multicultu-ralismo y poscolonialismo mantienenque estas corrientes pueden volverseen contra de los grupos a quienes sedesea ayudar. Por ejemplo, segúnestos críticos, algunas iniciativas quese han llevado adelante en el mundouniversitario norteamericano (comola creación de universidades predo-minantemente negras, o de progra-mas académicos específicos, comolos African-American studies) termi-nan segregando a aquellos que siem-pre se han resistido a la segregación.También, enseñar a los niños de ori-gen chino, por ejemplo, una serie dematerias centradas exclusivamenteen la cultura china, puede llegar ahipotecar el futuro de esos niños, queno han tenido tantas oportunidades

como otros para adquirir habilidadesy conocimientos necesarios paradesenvolverse en la sociedad en laque van a terminar viviendo.

¿Cómo se puede resolver este de-bate? Prácticamente todos los euro-peos piensan que es necesario teneruna mayor sensibilidad hacia el fenó-meno de la diversidad cultural. Laperspectiva eurocéntrica puede tam-bién sesgar nuestro modo de enten-der las culturas globales emergentes,sus lenguajes, símbolos, contracultu-ras, etc. En cualquier caso, pareceque la discusión acerca de cómoencontrar un punto de equilibrio entrelos multiculturalistas y sus críticos se-guirá produciendo intensos debatesen los próximos años.

Para seguir pensandosobre este tema

1. ¿Piensa que se puede hablar deuna cultura europea, o de una his-toria europea? Si es así, ¿cuálesserían sus rasgos principales?¿Se obtendría un todo coherente,o para hacerlo sería necesarioocultar o minimizar el impacto deotras culturas o sociedades?

2. ¿Cuál es su postura en el debateentre los multiculturalistas y suscríticos? ¿Cuáles son los puntosfuertes y débiles de cada una deestas posturas?

3. ¿Qué voces escucharía en supropia sociedad aquel que adop-tara la perspectiva del poscolo-nialismo? *

Fuente: Michael Wintle (ed.), Culture and Identity inEurope (Avebury, 1996); Stephen Castles and Mark J.MNIer, The Age of Migration (London: Macmillan, 1993).

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126 • Las bases de la sociedad

la pregunta que se plantea el tercer paradigma teórico quevamos a comentar a continuación: la sociobiología. Lasociobiología es un paradigma teórico en el que se combi-na la biología y la sociología y cuyo objetivo es exploraren qué medida y de qué manera nuestras característicasbiológicas pueden explicar nuestros rasgos culturales.

La sociobiología parte de los enunciados de la teoríaevolucionista en biología. En El Origen de las especies,Charles Darwin (1859) mantenía que los organismosvivos evolucionaban a lo largo del tiempo debido almecanismo de la selección natural. La selección naturalse puede explicar según los siguientes principios. En pri-mer lugar, todos los seres vivos viven para reproducirse.En segundo lugar, todo ser vivo tiene una determinadacombinación genética, esto es, dentro de cada especieexiste una enorme variabilidad entre los distintos indivi-duos, que se explica por las peculiaridades genéticas decada uno de ellos. Esta variabilidad dentro de la especieexplica que sus miembros ensayen estrategias de adapta-ción diferentes. En tercer lugar, algunas de esas estrate-gias serán más afortunadas que otras. Aquellos que hayanseguido las estrategias menos eficaces tendrán menosprobabilidad de sobrevivir y, así, de reproducirse. Por elcontrario, aquellos otros que hayan seguido las estrate-gias más eficaces tendrán un índice de supervivenciamayor y más probabilidad de tener descendencia. En últi-mo lugar, al cabo de miles de generaciones, algunasvariaciones terminan desapareciendo, mientras que otras,que corresponden a los mejor adaptados, terminan exten-diéndose, con lo que surge una nueva especie. Según losbiólogos, pues, las especies terminan adaptándose alentorno porque éste va seleccionando unas determinadasvariaciones y excluyendo otras.

En el caso de los seres humanos, sin embargo, lascosas sucedieron de modo distinto. Los seres humanoscrearon culturas (esto es, tecnologías, conocimientos,normas y valores sociales), y con ello hicieron que susconductas o respuestas a las demandas del entorno noestuvieran determinadas por sus características puramen-te biológicas. Pudiendo crear cultura, los seres humanoshan podido darse un abanico casi infinito de posibilidadesde adaptación a las demandas o las amenazas del entorno.Esto explica por qué la especie humana ha conseguidocolonizar casi todos los rincones del planeta. A pesar deesta variabilidad cultural, la especie humana es una únicaespecie, lo que se puede demostrar, según los sociobiólo-gos en la existencia de universales culturales.

Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de Kinsey, uninvestigador de la conducta sexual. Según Kinsey: «Entodos los pueblos del mundo se puede observar que losvarones tienden a ser más promiscuos que las mujeres»(citado en Barash, 1981: 49).

Sabemos que un recién nacido resulta de la unión de lafertilización de un óvulo por esperma. Sin embargo, la

importancia biológica de uno y otro es muy distinta. Unhombre sano puede fabricar esperma durante casi toda suvida. En cada eyaculación, un hombre sano libera cientosde millones de espermatozoides, una cantidad suficientepara fertilizar, pongamos por caso, a todas las mujeres deNorteamérica (Barash, 1981: 47). Los ovarios de una re-cién nacida, sin embargo, contienen todos los folículos(óvulos inmaduros) que será capaz de producir a lo largode su vida. Una mujer sana produce sólo un óvulo al mes.Así, mientras que el hombre es biológicamente capaz deproducir mucha descendencia, la mujer sólo puede tenerun número limitado de niños.

Esta diferencia biológica (puede argumentarse) expli-ca las diferentes estrategias sexuales de hombres y muje-res. Desde un punto de vista estrictamente biológico, unhombre tiene más posibilidades de tener descendenciasiendo promiscuo (esto es, teniendo varias parejas sexua-les). La promiscuidad, sin embargo, no puede ser unaestrategia válida para una mujer. Una mujer tiene másposibilidades de dejar descendencia seleccionando a unhombre que tenga determinadas cualidades, la másimportante, que esté con ella y le ayude durante los nue-ve meses del embarazo y los primeros años de vida delrecién nacido (Remoff, 1984).

Por supuesto aquí hay muchas más cosas que las cues-tiones puramente biológicas (como la dominación históri-ca del hombre sobre la mujer, para empezar. Barry, 1983).Pero la sociobiología sugiere que este rasgo cultural, asícomo muchos otros, tiene una explicación biológica. Pordecirlo brevemente, se sugiere que esta es una pauta cul-tural universal porque los hombres y las mujeres (y porcausas puramente biológicas) emplean distintas estrate-gias para tener descendencia.

Evaluación crítica

La sociobiología ha generado algunas hipótesis muy inte-resantes sobre las raíces biológicas de algunos rasgos cul-turales, especialmente de aquellos que parecen ser uni-versales. Pero también ha sido muy criticada.

En primer lugar, algunos autores temen que la socio-biología reavive aquel tipo de argumentos biológicos,típicos del siglo Xix, que servían para «demostrar» lasuperioridad de unas razas sobre otras, o de los hombressobre las mujeres. Los sociobiólogos responden a estascríticas diciendo que la sociobiología rechaza ese tipo deargumentos pseudocientíficos. Por el contrario, dicen, lasociobiología mantiene que no hay diferencias raciales,en tanto que la humanidad comparte la misma trayectoriaevolutiva. Con respecto a las diferencias entre hombres ymujeres, la sociobiología afirma que esas diferencias sebasan en diferencias puramente biológicas que la culturano puede trastocar, ni aún cuando alguna sociedad hubie-ra intentado hacerlo. La sociobiología, dicen sus defenso-

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Cultura • 127

res, antes que sostener que los hombres son de algunamanera más importantes que las mujeres, lo que mantie-ne es que tanto unos como otras son vitales para la repro-ducción humana.

En segundo lugar, los críticos han señalado que la socio-biología no tiene evidencia empírica que avale sus teorías.Hace algunos años, Edward O. Wilson (1975,1978), al quese considera uno de los fundadores de esta disciplina, dijo,en un tono bastante optimista, que la sociobiología prontosacaría a la luz las bases biológicas de la cultura. Las inves-tigaciones que se han hecho desde entonces, sin embargo,muestran que las características biológicas de los sereshumanos no determinan su conducta. Al contrario, la evi-dencia empírica tiende a mostrar que la conducta es algoque se aprende en el seno de un sistema cultural. La contri-bución de la sociobiología puede consistir, si acaso, enintentar explicar por qué algunas pautas culturales parecen«más fáciles de aprender» que otras.

• Cultura y libertad

A lo largo de este capítulo hemos insistido en la idea deque, como seres que han creado cultura, los seres huma-nos son libres. Toca ahora hablar sobre esta cuestión conun poco más de detenimiento. La cultura ¿nos ata unos aotros y a las generaciones pasadas o nos ayuda a desarro-llar la facultad de pensar y de actuar según nuestros pro-pios juicios y criterios individuales?

Cultura y coerción

A lo largo de la evolución humana, la cultura ha sidonuestro mejor mecanismo de supervivencia. Ciertamente,los seres humanos no pueden vivir sin una cultura. Pero lacultura acarrea también muchos inconvenientes. Pode-mos ser los únicos animales que nos ponemos nombre anosotros mismos. Esta capacidad simbólica, sin embargo,también nos hace ser los únicos seres capaces de experi-mentar alienación. La cultura, además, es una cuestión dehábito; limita nuestras opciones y nos lleva a reproducir orepetir pautas peligrosas, como los prejuicios raciales,por ejemplo, que se aprenden generación tras generación.También, en la era electrónica, es sorprendente hasta qué

punto la industria y los medios de comunicación de masaspueden manipular a las personas convenciéndolas paraque vean la última película o para que se vistan a la últi-ma moda.

Además, la importancia que se da en nuestra sociedada la competencia y al logro personal termina aislándonosunos de otros, buscando todos destacar sobre los demás oconseguir la excelencia. Tenemos aparatos y tecnologíasque hacen nuestra vida más fácil, pero nuestra obsesiónpor comprar y consumir todas estas cosas nos está alejan-do de los demás y haciéndonos olvidar la satisfacción quenos puede producir mejorar nuestras relaciones persona-les o cultivar nuestras facultades humanas o espirituales.Poniendo tanto énfasis en la libertad personal podemosganar cosas muy valiosas ciertamente (autonomía, intimi-dad, etc.), pero también podemos perder el sentimiento deque pertenecemos a una comunidad, que puede ayudar-nos en momentos difíciles y que nos necesita para irresolviendo infinidad de problemas (Slater, 1976; Bellahetal., 1985).

Cultura y libertad

Se podría decir que los seres humanos son prisioneros desu cultura, de la misma forma que otras especies lo son defactores puramente biológicos. Pero hay una diferenciacrucial, sin embargo. Mientras que otras especies actúansiguiendo el dictado de sus instintos en unos entornos queno pueden alterar, la especie humana tiene la capacidadde crear una y otra vez su propio entorno, que pasa a serun entorno cultural.

Así pues, y a pesar de que en ocasiones nos puedaparecer que la cultura limita nuestras posibilidades deacción, la realidad es que la cultura encarna exactamentelo contrario: nuestra capacidad de imaginar y crear distin-tos tipos de sociedad. No hay mejor evidencia de esto quela variabilidad tan fascinante en las formas de vida social,tanto fuera de nuestras fronteras como en el interior denuestra propia sociedad. Además, lejos de ser estática, lacultura está en continuo proceso de transformación, yesto supone un estímulo constante a nuestra inventiva ycapacidad de imaginación. Cuantas más cosas sepamosacerca de nuestra cultura, mejor equipados estaremospara usar la libertad que nos ofrece.

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128 • Las bases de la sociedad

RESUMEN

1. La cultura hace referencia a una forma o estilo deentender el mundo y vivir la vida que comparten losmiembros de una sociedad. Algunas especies anima-les tienen una capacidad limitada para crear algunosrasgos de la cultura, pero sólo la especie humana habasado su supervivencia en su capacidad de crearcultura.

2. Con el desarrollo del cerebro humano aparecieronlos primeros elementos de la cultura, hace unos dosmillones de años. Pero lo que podemos llamar el«nacimiento de la civilización» sólo ocurrió haceunos doce mil años.

3. Los seres humanos crean cultura por medio de sím-bolos, asignando significados a objetos o acciones.El lenguaje es un sistema simbólico que permite auna generación transmitir la cultura a la siguiente.

4. Los valores implican una orientación general frenteal mundo que nos rodea. Las creencias son enuncia-dos específicos que las personas que comparten unacultura consideran ciertos.

5. Las normas culturales guían la conducta de los indi-viduos. Mores son aquellas normas que tienen unamayor transcendencia moral, mientras que las cos-tumbres hacen referencia a las reglas que gobiernanla interacción cotidiana y, en general, permiten unmayor grado de discreción.

6. La cultura popular hace referencia a las manifesta-ciones culturales ampliamente difundidas en una so-ciedad. También se habla de cultura elitista, que serefiere a aquellas otras manifestaciones culturales,aparentemente más «refinadas», que sirven a las élitessociales para distinguirse del resto de la población.

7. La subcultura hace referencia a las distintas pautas omanifestaciones culturales propias de un segmentode la población. La contracultura se refiere a las pau-

tas culturales opuestas a los modos convencionalesde vida o valores de una sociedad. El multicultura-lismo implica todos aquellos esfuerzos dirigidos aconcienciar a las personas acerca de la diversidadcultural.

8. El cambio cultural puede suceder por innovación,descubrimiento o difusión. Si un componente de lacultura cambia a un ritmo distinto que otro se puedeproducir lo que se llama un desajuste en el sistemacultural.

9. Dado que hemos nacido y nos hemos educado en elseno de una determinada cultura, tendemos a ver (ya juzgar) otras culturas de un modo etnocéntrico.Una alternativa al etnocentrismo es el relativismocultural, que implica juzgar toda cultura desde símisma y no desde la nuestra.

10. Según el paradigma funcionalista la cultura es unsistema relativamente estable que se basa en unosvalores principales. Los rasgos y características deuna cultura sirven para mantener el sistema social enel que se encardina esa cultura.

11. Según la sociología del conflicto, la cultura es unadimensión social en donde también se manifiesta ladesigualdad y el conflicto. Las culturas no son neutra-les, sino que benefician a unas clases sociales o cate-gorías de personas mientras que perjudican a otras.

12. La sociobiología estudia las bases biológicas de lacultura.

13. La cultura puede limitar nuestros deseos y ambicio-nes, pero la cultura también nos permite cambiar unay otra vez la realidad que nos rodea

14. El multiculturalismo y el poscolonialismo nos ayu-dan a desarrollar otros modos de entender el mundoo de entendernos a nosotros mismos y nuestra posi-ción en el mundo.

CONCEPTOS FUNDAMENTALES

afrocentrismo, implica resaltar las pautas culturales delas sociedades africanas a fin de contrarrestar el euro-centrismo.

choque cultural, estado de desorientación que resulta dela exposición a unas costumbres o estilos de vida dis-tintos.

contracultura, rasgos o manifestaciones culturales quese oponen a la cultura y valores dominantes.

costumbres, reglas de conducta que se siguen en la inte-racción rutinaria o cotidiana.

creencias, enunciados específicos que las personas de lamisma cultura consideran ciertos.

cultura, conjunto de valores, creencias, actitudes y obje-tos materiales (o artefactos), que constituyen el modode vida de una sociedad.

cultura elitista, manifestaciones culturales de las que sesirven las élites para distinguirse del resto de la so-ciedad.

cultura material, (o tangible) objetos que crean losmiembros de una sociedad.

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Cultura • 129

cultura no material, el mundo intangible (valores, ideas,percepciones del mundo, etc.) que crean los miembrosde una sociedad.

cultura popular, manifestaciones culturales ampliamen-te difundidas entre los miembros de una sociedad.

desajuste cultural, (cultural lag) se refiere al hecho deque los elementos de una cultura no cambian al mis-mo ritmo, lo que puede perturbar todo el sistema cul-tural.

etnocentrismo, el hábito de juzgar otra cultura según losparámetros de la propia.

eurocentrismo, implica resaltar los componentes cultu-rales europeos en perjuicio de otras culturas.

glocalización, los modos distintos en que en cada cultura,y según rasgos propios de esa cultura, se reciben lasmanifestaciones y rasgos culturales que parecen teneruna dimensión global.

hegemonía, tesis según la cual una clase social puedeejercer dominación por medio del consenso antes quepor la violencia.

hipótesis Sapir-Whorf, hipótesis según la cual las perso-nas perciben el mundo de una forma u otra dependien-do de la lengua que hablan.

integración cultural, se produce cuando los elementosde una cultura «encajan» en el resto de las dimensionessociales, de forma que no hay conflicto entre normas,valores y costumbres, por un lado, y las estructurasfamiliares, económicas y políticas por otro.

lenguaje, sistema de símbolos que permite a los miem-bros de una sociedad comunicarse entre sí.

mores, normas que determinan lo que es una conductamoral.

multiculturalismo, originalmente una política educativaque nació en Estados Unidos, orientada hacia la diver-sidad cultural y la igualdad de todas las tradicionesculturales.

normas, reglas y expectativas sociales a partir de las cua-les una sociedad regula la conducta de sus miembros.

poscolonialismo, como modo de pensar, desde esta pos-tura se resalta el impacto negativo que ha tenido elcolonialismo sobre otras culturas autóctonas y el modoen que la minorías oprimidas se esfuerzan por rehacersu identidad y cultura en unos entornos culturales queles son hostiles.

relativismo cultural, disposición para juzgar una culturadesde sí misma.

reproducción cultural, proceso según el cual una cultu-ra se va transmitiendo de generación en generación.

símbolo, todo aquello que para aquellos que compartenuna cultura tiene un significado determinado o especí-fico.

sociobiología, paradigma teórico cuyo objetivo es explo-rar en qué medida y de qué manera nuestras caracterís-ticas biológicas pueden explicar nuestros rasgos cultu-rales.

subcultura, rasgos o manifestaciones culturales que dis-tinguen a un segmento de la población del resto.

tecnología, conocimiento aplicado de que dispone unasociedad y que le sirve para sobrevivir.

universales culturales, rasgos culturales que compartentodas las sociedades conocidas.

valores, modelos culturalmente definidos con los que laspersonas evalúan lo que es deseable, bueno o bello, yque sirven de guía para la vida en sociedad.

PREGUNTAS PARA SEGUIR PENSANDO

1. ¿Piensa que los grupos o partidos políticos activos en supaís pueden diferenciarse entre sí en términos culturales(en cuanto a valores, símbolos, lenguaje, estética, etc.)?

2. ¿Piensa que los valores culturales europeos estáncambiando? Si es así ¿por qué?

3. Utilice algunos conceptos de este capítulo (lenguaje,valores, cultura material, etc.) y haga un análisis deuna subcultura (religiosa, juvenil, etc.), con la queesté familiarizado. (Repase el Capítulo 2 sobre for-mas de hacer investigación).

4. Eche una ojeada a un texto de ciencias sociales (o aeste mismo texto) y evalúe en qué medida es eurocén-trico.

5. ¿Piensa que los jóvenes de su país tienen más encomún con los jóvenes de otros países que con losancianos de su propio país? Razone su respuestateniendo en cuenta el concepto de globalización queintrodujimos en el Capítulo 1 y el de glocalización delque hemos hablado en este capítulo.

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130 Las bases de la sociedad

PARA AVANZAR EN ESTE TEMA

Lecturas introductorias

Para introducirse en el tema, hay dos textos breves quepueden empezar a abrirle el apetito. Si quiere entenderpor qué la vaca es un animal sagrado en la India, por quéhabía brujas en la Europa medieval u otras muchas cosasque no tienen una explicación «racional» aparente, debeleer Vacas, cerdos y brujas de Marvin Harris, o, del mis-mo autor, Caníbales y reyes (los dos en Madrid; AlianzaEditorial, 1977). Si quiere entender mejor el enfoquematerialista de la cultura de Marvin Harris tendrá que ter-minar leyendo su libro Antropología cultural (Madrid:Alianza Editorial, 1997).

Fuentes clásicas

La cultura es uno de los temas que más han obsesionadoa los antropólogos. Una interpretación clásica de la cultu-ra está en el libro de Clifford Geertz, Interpretación de lasculturas (Barcelona: Gedisa, 1988), lleno de reflexionesteóricas y recomendaciones de orden metodológico quehan tenido un impacto importante en la sociología.

El texto de la antropóloga Margaret Mead, Adolescen-cia, sexo y cultura en Samoa (Barcelona: Planeta-DeAgostini, 1993), es un texto clásico, muy útil para cobrarconciencia de la diversidad cultural. También suyo es Ladiversidad cultural (Barcelona: Porcel, 1981).

Sobre los yanomamo, hay unas páginas interesantes(aunque quizá un poco dulzonas) en el libro de FierreClastres, Investigaciones en antropología política (Bar-celona: Gedisa, 1981).

De Raymoéd Williams, un clásico de lo que se ha lla-mado «estudios sobre la cultura», están disponibles enespañol Cultura: sociología de la comunicación y delarte (Barcelona: Paidós, 1982), y Sociología de la cultu-ra (Barcelona: Paidós Ibérica, 1994).

Lecturas más avanzadas

Michel Maffesoli, El tiempo de las tribus (Barcelona: Ica-ria, 1990). Sobre jóvenes, percepción y uso del tiempo,y tribus urbanas. A un nivel más divulgativo, el texto dePere-Oriol Costa, José Manuel Pérez Tornero y FabioTropea, Tribus urbanas (Barcelona: Paidós, 1996).

Fierre Bourdieu, La distinción (Madrid: Taurus, 1991).Sobre las bases sociales del gusto; esto es, por qué per-sonas de distintas clases sociales terminan teniendogustos y preferencias distintas (la ópera v/s el rock, o eltenis v/s el fútbol, por ejemplo).

Francisco Andrés Orizo, Sistemas de valores en la Espa-ña de los 90 (Madrid: CIS, 1996). Escrito por el ma-yor especialista en este tema, se estudia aquí la evolu-ción de los valores de la sociedad española en lasúltimas dos décadas. El autor hace un esfuerzo espe-cial para contrastar las escalas de valores de jóvenes yadultos.

Ronald Inglehart, El cambio cultural en las sociedadesindustriales avanzadas (Madrid: CIS, 1991). Sobre laemergencia de los valores llamados «posmaterialistas»en Europa y otras sociedades avanzadas.

Sobre los orígenes del movimiento contracultural enEstados Unidos de la década de los sesenta, puedeleerse el libro de Theodore Roszak, El nacimiento deuna contracultura (Barcelona: Kairós, 1984).

Estudios sobre la cultura

Sobre este campo de investigación, originalmente máscerca de la literatura y crítica literaria y de la historiasocial que de la sociología, y que sigue siendo en granparte un producto académico británico, hay tres introduc-ciones interesantes: Patrick Bratlinger, Crusoe's Eoot-prints: Cultural Studies in Britain and America (NuevaYork: Routledge, 1990), G. Turner, British Cultural Stu-dies (Londres: Unwin Hyman/Routledge, 1990), y BenAgger, Cultural Studies as Critical Theory (Londres: Pal-mer, 1992).

Un texto de lecturas clásicas sobre este tema es el deSimón Duhring (ed.) The Cultural Studies Reader (Lon-dres: Routledge, 1993) que contiene textos de Bourdieu,Adorno, Hall y otros.

Sobre el estado actual de la disciplina (al menos hastaprincipios de la década de los noventa), el texto de Law-rence Gorssberg, Cary Nelson y Paula Treichler, CulturalStudies (Londres: Routledge, 1992).

En español, el texto de James Curran, David Morley yValerie Walkerdine, Estudios culturales y comunicación:análisis, producción y consumo cultural de las políticasde identidad y el posmodernismo (Barcelona: Paidós Ibé-rica, 1998)

En Internet

• http://www.asanet.org/Sections/culture.htmCorresponde a la sección de cultura de la AmericanSociological Association. Contiene el boletín electró-nico de la sección, calendarios de actividades, noveda-des bibliográficas, críticas de libros, etc.