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LA CUESTIÓN DE LOS DATOS Plusvalía de vida, bienes comunes y Estados inteligentes TRABAJO Y JUSTICIA SOCIAL La cuestión de los datos como nueva materia prima de la economía es cada vez más relevante. Estos datos deben ser entendidos como bienes comunes, ya que surgen de la vida misma. Si queremos disputar y repartir el plusvalor generado por la explotación de nuestros datos mediante algoritmos, es necesario crear una nueva infraestructura de Estados inteligentes. Para eso, se propone un proceso de concertación y planificación democrática, que evite caer en un capitalismo cibernético autoritario y de vigilancia a la ciudadanía. ANÁLISIS pçÑ∞~=pÅ~ëëÉêê~=J=iÉçå~êÇç=c~Äá•å=p~á Junio 2020 ^odbkqfk^

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LA CUESTIÓN DE LOS DATOS Plusvalía de vida, bienes comunes y Estados inteligentes

TRABAJO Y JUSTICIA SOCIAL

La cuestión de los datos comonueva materia prima de laeconomía es cada vez másrelevante. Estos datos deben serentendidos como bienescomunes, ya que surgen de lavida misma.

Si queremos disputar y repartir elplusvalor generado por laexplotación de nuestros datosmediante algoritmos, es necesariocrear una nueva infraestructurade Estados inteligentes.

Para eso, se propone un procesode concertación y planificacióndemocrática, que evite caer en uncapitalismo cibernético autoritarioy de vigilancia a la ciudadanía.

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LA CUESTIÓN DE LOS DATOS Plusvalía de vida, bienes comunes y Estados inteligentes

TRABAJO Y JUSTICIA SOCIAL

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RK= _^g^kal=^=il=`lk`obqlÁ=obpfpqbk`f^p=v=obcloj^p= 12

5.1. Resistencias 12

5.2. Reformas 14

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TEORÍAS DE DETERMINACIÓN DEL SALARIO

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Las investigaciones en torno de los datos tratan de de-cifrar hace ya varios años cómo entenderlos, cómo ca-tegorizarlos, cómo lograr una teoría de ellos que saqueun provecho común para toda la sociedad y no solopara unos pocos.

Lo cierto es que desde que comenzó el negocio de losdatos, las empresas de tecnología vienen ganando de amillones1, y el hecho de que muchos de sus beneficiosen la utilización de tales tecnologías se «derraman» so-bre la sociedad es indiscutible. El lazo social mediado porinternet, por lo virtual, por el ciberespacio, ha significado,por un lado, una notable aceleración de procesos logís-ticos, de producción de información, de visualización yacceso al conocimiento: un extraordinario desarrollo defuerzas cognitivas que encuentra en la inteligencia arti-ficial (IA) la médula a partir de la cual se resignifica ytransforma no solo la sociedad mundial de este siglo sinoel humano mismo: la robótica, la biónica y sus prótesis yexoesqueletos penetran cada vez más en nuestros cuer-pos modificándolos. El ser humano es ya un puente en-tre el cúmulo de información y operaciones cognitivasdel mundo virtual, online, y el medio ambiente, sus cri-sis, la existencia de una naturaleza que, con sus virus ymutaciones, nos recuerda que nos preexiste y, sin dudaalguna, condiciona los artificios con los cuales creemoshaberla dominado. Por otro lado, esta mediación ciber-nética de la vida humana (biológica, psíquica, social)también consolida, por parte del modo de produccióncapitalista, un mayor poder de invasión y control 2 denuestros pensamientos, conversaciones, imágenes, afec-

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tos, nervios, tiempos, deseos. Si bien es cierto que la gra-tuidad de los servicios tecnológicos generó una verda-dera revolución productiva en nuestras vidas, que devinoen uso y abuso de tecnologías modernas en todos los as-pectos de nuestras existencias, nuestros ingresos no sevieron demasiado modificados. Una vida más cómodano es necesariamente una vida más libre.

«Alguna vez buscamos en Google, pero ahora Googlenos busca a nosotrxs. Alguna vez pensamos en los servi-cios digitales como gratuitos, pero ahora los capitalistasde vigilancia nos piensan a nosotrxs como gratuitxs.Alguna vez fuimos dueñxs de nosotrxs mismxs, ahora so-mos suyxs», dice Shoshana Zuboff3 con total claridadpara mostrarnos cómo aquello que pensábamos que erauna solución para nuestras vidas comenzó a ser un pro-blema: control, subdesarrollo, inequidad, poder, noticiasfalsas, democracia en jaque, exceso de información, etc.,son algunos de los problemas contra los que poco a pocofuimos chocando a medida que la tecnología penetrabamás y más en nuestras vidas. Surgieron los problemas,surgieron los interrogantes y la necesidad de respuestasdesde el Estado. Y entonces nos dimos cuenta de que, talvez, era demasiado tarde.

Quizás la respuesta exceda a un Estado-nación. Quizásnecesitamos entender mejor esta cuestión de los datospara ver cómo abordar el problema y cómo regularlocon eficiencia, para evitar las consecuencias negativas ydistribuir mejor las ganancias.

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INTRODUCCIÓN

N Los ejemplos del ejercicio de poder de las grandes tecnológicas

son permanentes y se renuevan en los medios de comunicación

de forma constante y sin el menor atisbo de encubrimiento. Son

formas explícitas de mostrar quiénes mandan en las sociedades

de control, en una tecnocracia. La idea de que «el mundo está di-

rigido por una bancocracia» es ridícula ante las evidencias, por ejem-

plo, del valor de Apple. Jon Huang, Karl Russell y Jack Nicas:

«Apple’s Value Hit $1 Trillion. Add Disney to Bank of America and...

You’re Halfway There» en The New York Times, 2/8/2018,www.

nytimes.com/interactive/2018/08/02/technology/apple-trillion-

market-cap.html.

O Utilizaremos en este ensayo el concepto de control siguiendo la

clarividente Posdata sobre las sociedades de control de Gilles De-

leuze, pero, fundamentalmente, en la dirección de los desarrollos

de Antonio Negri y Michael Hardt en tanto sociedad mundial de

control. «Michael Hardt: la sociedad mundial de control» en La

Peste, 29/7/2018, https://lapeste.org/2018/07/sociedad-mundial-

control/.

3 S. Zuboff: The Age of Surveillance Capitalism: The Fight for a Hu-

man Future at the New Frontier of Power: Summarizing the Lo-

gic and Operations of Surveillance Capitalism, PublicAffairs,

Nueva York, 2019.

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Dos modelos que se contraponen: así empezó el debatepor la propiedad de los datos. Y este es el eje central delpresente trabajo. Antes de que todos descubriéramos lainmensa capacidad de generar externalidades positivasy negativas y ganancias extraordinarias, el proceso deobtención de datos sucedió así: un individuo utilizabauna tecnología producida por una empresa o Estado yesa utilización generaba datos, que eran almacenadosen bases locales o remotas. En un principio, estos datosno eran vistos como particularmente útiles, pero a me-dida que se comenzaron a acumular, aquel que produ-cía la tecnología se dio cuenta de que podía procesarlosy crear valor a partir de ellos. En una primera etapa fue-ron perfiles de individuos/consumidores, que sirvieronpara generar publicidad segmentada y para describircomportamientos humanos, lo que dio lugar al análisisde miles de millones de personas y sus actividades: abri-mos la puerta a la inteligencia artificial y a la economíade algoritmos.

Un algoritmo se alimenta de información, que luegoprocesa, ordena o maximiza como datos, y gracias aellos logra establecer que, en promedio, los seres hu-manos reaccionamos de tal o cual modo frente a unasituación y, por ende, permite emular ese comporta-miento promedio, reemplazando una respuesta hu-mana. Los usos se fueron multiplicando, acrecentando,descubriendo, e inundamos de datos todo aquello quese pudo cuantificar e investigar. Lo primero fueron loscomportamientos para definir perfiles de consumo;luego siguieron los perfiles políticos, religiosos, de mo-vilidad, de trabajo, de ocio, de deporte, de salud, etc. Elúltimo y más reciente uso es el capitalismo de vigilancia,con las cámaras de reconocimiento facial y el sistema decrédito chino como formas más palpables de esta reali-dad. Incluso este uso puede tener efectos positivos: Chi-na logró en gran medida sobrellevar la pandemia de co-vid-19 gracias al big data y a la capacidad de procesa-miento de los datos que obtiene de sus ciudadanos. Losseguía a sol y sombra; podía verificar en tiempo real sicumplían la cuarentena. En América Latina, Google dioa conocer durante la pandemia los datos para la región

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y se pudo verificar la menor circulación como conse-cuencia de la cuarentena.

Ahora bien: ¿deberíamos sentarnos a esperar que Goo-gle tenga esta deferencia cuando estamos frente a lapeor crisis sanitaria mundial? ¿No deberían los Estadostener acceso a esos datos? ¿O deberían directamente te-nerlos ellos? ¿Deben los Estados pagarle a Google paratener acceso a los datos o Google debería entregarlossolo cuando interviene el Poder Judicial en el marco deuna causa o juicio? Más aún: ¿hay derecho al anoni-mato? ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestra priva-cidad a cambio del control de la pandemia? ¿Tenemosque ceder obligatoriamente ante las circunstancias? Allíempezamos a ver la dificultad que enfrentamos. Datospúblicos que otorguen poder al Estado. Datos privadosque otorguen poder a las empresas. O no tener datos yperder el beneficio de la herramienta porque esta es ex-tremadamente poderosa y, por ende, extremadamentepeligrosa. Esos parecen ser los tres caminos. Pero cree-mos que hay otros.

Antes de señalarlos, debemos indagar en cómo se pro-duce un dato como tal. Cuando se genera un dato, seael que fuere: ¿es propiedad? Si así lo fuera: ¿propiedadde quién? ¿Quién tiene derecho y soberanía sobre él?Consideremos el asunto con cierto detenimiento.

En principio, y a simple vista, pareciera que quien «pro-duce» el dato es un individuo. Un ser humano, por el he-cho de usar la tecnología, genera ese dato. Pero a ese«dato» lo produce como dato, en rigor, una plataforma(medio de producción) desarrollada por una empresa pri-vada o un Estado. Es la plataforma la que hace de mi ac-tividad social una masa de información agregada, y deesta, un dato. El dato es el resultado de la mediación delos algoritmos que lo producen como tal. Por ejemplo:«soltero», «madre con hijos», «rockero», «economista»,etc.: un «dato» solo, suelto, desnudo, sin procesar comodato, no vale ni un centavo. Es pura información en es-tado bruto. Lo que cada unx de nosotrxs en tanto indi-viduos hace tiene siempre importancia política y jurídica.

ENTENDER LOS DATOS COMO «PÚBLICO VERSUS PRIVADO»

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ENTENDER LOS DATOS COMO «PÚBLICO VERSUS PRIVADO»

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No obstante, en el inicio de este proceso de apropiaciónde data, es económicamente irrelevante4. De ahí que elproblema de las grandes empresas tecnológicas no seatanto la propiedad privada de los datos (con muchogusto podrían afirmar: «los datos son tuyos, son decada persona, te pertenecen»), sino la propiedad privadade los algoritmos, que son los verdaderos medios con loscuales se generan productos (aplicaciones) o servicios(streaming, redes sociales, propaganda segmentada,personalizada, etc.) que permiten enormes ganancias.

Estos algoritmos son fórmulas, innovaciones únicas, quetienen altísimo valor. Lo que produce esos altísimos va-lores es el trabajo científico-tecnológico aplicado a ellos,trabajo científico-tecnológico interdisciplinario de cien-tos de investigadorxs, programadorxs, informáticxs, etc.Ese trabajo científico tecnológico colectivo es el que pro-duce los algoritmos (fórmulas privadas hipercustodiadaspor las empresas de capital) que inventan productos(materiales, como Alexa, o inmateriales, como Tinder) oservicios (Google Maps o Uber) que transforman la ac-tividad humana en datos, y los datos en materias primasque son analizadas para producir nuevos algoritmos oactualizar/innovar los existentes.

Nadie estaría dispuesto a pagar por un dato aislado sim-plemente porque no sirve, no describe, no se gana nadacon su procesamiento individual. Esta es la primera ca-racterística decisiva de los datos: adquieren valor en elagregado. Solo adquieren valor en grandes conjuntos.Ergo, la respuesta debe ser conjunta. No hay ningunaposibilidad de éxito con una respuesta individual. Lo fun-damental es la captura por parte de las empresas de tec-nología de grandes masas de datos que se correspondena núcleos masivos de actividad social, porque con esteprocesamiento y análisis se pueden crear productos al-gorítmicos que anticipen la conducta humana, lo que Zu-boff llama «productos predictivos». El valor de esasgrandes masas de datos de actividad humana es una in-mensa explotación de datos que cedemos a cambio de

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hacer uso de los servicios tecnológicos que se nos ofre-cen. Y con el uso que hacemos, nos anticipan y predicen.Por eso es un «plusvalor». Porque el valor no está sola-mente en la masa misma de datos que reflejan nuestrasconductas, sino en el «plus» predictivo resultante delprocesamiento algorítmico que las anticipa.

Entonces, los datos ¿de quién son? Justamente, antesde toda apropiación por parte de las empresas y de losindividuos, los datos son comunes. Carecen en princi-pio, absolutamente, de valor. Es el común de los datoslo que se transforma en materia prima bajo el dominiode las empresas de tecnología. Sigamos avanzando.

Quienes sostienen que los datos son privados argu-mentan que les pertenecen a las empresas que los pro-ducen sobre la base de la vida humana, y que estas yales están «pagando» un salario a quienes generan esosdatos al dejarlos utilizar las aplicaciones de manera gra-tuita. Se trataría de una suerte de comercialización de laintimidad del ser humano a cambio de consumo infor-mático en exceso. Lo cierto es que las aplicaciones noson diseñadas únicamente para prestar servicios a la po-blación, sino que la mayoría de las veces son diseñadaspara extraer datos. Datos que, en muchos casos, ni si-quiera son esenciales al servicio que se está otorgando.Estos datos generarían externalidades sumamente po-sitivas si se tuviera acceso a ellos para diseñar políticaspúblicas o enfrentar una pandemia, como se pudo ver.Hay un destino universal, una demanda social de repar-tir las ganancias que pueden generar esos datos. Enefecto, las empresas de tecnología son las que menostributan por fugar capitales a paraísos fiscales y las quemás han elevado sus tasas de ganancia a escala globalen los últimos años. Generan ganancias realmente exor-bitantes, que no condicen con los beneficios que brin-dan a la sociedad por la utilización de las herramientastecnológicas. Así es como los Estados luchan por teneracceso a los datos y exigen alojamiento local, pago deimpuestos y repatriación de esos datos cuando fuera ne-cesario. Ante cualquier intento de reglamentación ten-diente a redistribuir algo de las ganancias generadas, lasempresas no solo se niegan a aceptarlas, sino que lu-chan activamente en la Organización Mundial de Co-mercio (OMC) para impedir una normativa nacional enesta materia de una vez y para siempre.

«Los datos son el nuevo oro»: la frase misma es un ana-cronismo, una suerte de retoño del viejo mercantilismo.Si hay algo de cierto en relación con el oro es que, pordefinición, si lo tiene una persona, no lo tiene otra. Peroesto no ocurre con los datos. El dato se puede copiar aun costo marginal tendiente a cero. Es por ese motivoque las empresas necesitan poner un cerrojo a su ac-ceso y generar una propiedad privada: la expropiación a

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Q Decimos «en el inicio de este proceso de apropiación de data»porque lo que se busca acumular para alimentar los algoritmosson grandes masas de datos. Entonces el individuo, o el dato ais-lado, carece de importancia. Pero no al final del proceso. Allí,cada individuo cuenta. Una vez que la empresa tiene un productoinmaterial con el cual puede predecir la conducta social, como losconsumos individuales, cada data individual pasa a tener un va-lor económico. Por ejemplo, según algunos investigadores, cadaperfil en Facebook vale 190 dólares. Es, justamente, el sorpren-dente nivel de personalización lo que otorga tanto valor y poderpredictivo al producto inmaterial, basado en tal algoritmo, de talempresa. Así, por ejemplo, se le comunica a alguien informaciónespecífica sobre un tipo de afeitadora o destino turístico puntual,o dónde y cómo apoyar a su político racista favorito, todo siem-pre a partir de la transformación de nuestros hábitos, prejuicios,opiniones y búsquedas en perfiles de usuarixs.

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escala nacional podría ser una opción viable para los Es-tados. Las empresas necesitan generar la propiedad pri-vada de los datos a escala internacional, de lo contrarioperderían parte de esa ganancia extraordinaria y granparte de las externalidades positivas quedarían en ma-nos de los Estados que aprendan a procesarlos y sacar-les el jugo.

Los liberales e individualistas, en el otro extremo, sos-tienen que los datos no pertenecen a las empresas sinoal individuo que los generó. Es suyo el derecho a deci-dir en qué y cómo quieren que se utilicen y a qué em-presas quieren venderlos. En esta vía de pensamientohan surgido iniciativas como Wibson5, que intentan ela-borar un mercado descentralizado de datos donde losindividuos puedan vender los suyos a las empresas acambio de criptomonedas. Una vez más, podría funcio-nar solo si hay muchxs usuarixs, ya que un dato indivi-dual tiene un valor tendiente a cero.

Otra corriente sostiene que los datos son públicos. Ar-gumenta que los privados acapararon un recurso que lepertenecía a la población en general y que esos datosson esenciales para el fortalecimiento del Estado y paraelaborar políticas públicas cada vez más precisas. Los da-tos son generados por la población en su conjunto sinrecibir paga a cambio. Como un individuo solo y aisladono puede hacer presión para exigir la devolución de esedato ni un pago a cambio, los datos deberían estar enmanos del Estado y deberían generarse bancos de datospúblicos. El dato como bien público es una idea que seinstaló en algunas esferas que buscan encontrar una so-lución, desde lo público, a través de la nacionalización yla expropiación.

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La concentración de datos en pocas manos genera unaeficiencia jamás vista. Pero hay que plantearse si noexiste ya la figura de servicio público global. Se aplica aun servicio que se ha vuelto de primera necesidad, comoel acceso a la información para poder movilizarse todoslos días, y que, al ser un monopolio natural, debe que-dar en manos de los Estados y no en poder de una solaempresa privada. Nadie quiere un Facebook con tresamigos. Si tengo una red social es porque todos, o casitodos mis conocidos, se encuentran ahí: la acumulaciónes el origen de la ganancia. Pero no tiene sentido tenerdos sistemas paralelos que hagan exactamente lomismo. Datos públicos, hechos por la gente y para lagente: el gran problema de este enfoque es la inefi-ciencia que genera. Una base de datos públicos de libreacceso desincentiva la innovación y el desarrollo. ¿Dequé me sirve invertir en plataformas mejores, con mejorinformación y algoritmos de procesamiento, si otro tam-bién lo hará? Si no logro estar a tope de línea, nadiequerrá usar mi plataforma y por ende será un gran fra-caso. La idea de los bancos públicos de datos puede so-nar interesante para el desarrollo de investigaciónacadémica y para el diseño de políticas públicas nacio-nales y locales, pero es una pesadilla para los capitalis-tas que encuentran en esa idea el fracaso de su negocioy una competencia feroz para sus ideas.

En el Foro Público de la OMC en el año 2019, el econo-mista Jeffrey Sachs abrió la discusión diciendo: «Estamosfrente a una sociedad de control, lo que tenemos queelegir es si queremos que nos controlen las empresas oel Estado»6, en referencia al modelo tecnológico esta-dounidense y chino, respectivamente. Ni uno ni otro.Otra vía es posible.

ENTENDER LOS DATOS COMO «PÚBLICO VERSUS PRIVADO»

R V. <https://wibson.org/es>.S V. <www.wto.org/english/forums_e/public_forum19_e/pf19_

programme_e.htm>.

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La pregunta «¿qué tipo de capitalismo estamos vi-viendo?» es correlativa a la pregunta «¿en qué sociedadestamos?». Responder adecuadamente ambas pregun-tas significa trazar un largo recorrido histórico que deli-mite las diferencias históricas específicas respecto a: a)un capitalismo industrial centrado en la nación (y sus so-ciedades obsesionadas con establecer quién manda den-tro del Estado: luchas por establecer la obediencia terri-torial, una identidad para los pueblos, una soberaníaresultado de masacres y guerras civiles); b) un capitalismofinanciero centrado en la conquista imperialista de mer-cados extranjeros (y sus sociedades obsesionadas con elfuncionamiento racional, eficiente, disciplinario de lafuerza de trabajo: luchas por aumentar la productividadsocial del trabajo excluyendo a lxs débiles, con el encie-rro de originarixs, niñxs, enfermxs, viejxs, analfabetxs,anormales); c) un capitalismo tecnológico planetariocentrado en la automatización productiva (y sus socie-dades de control mundial obsesionadas con el control al-gorítmico de la conducta de las poblaciones: negaciónde la diferencia en el autoencierro en mundos virtualesnarcisistas y burbujas informativas, colapso de la dife-renciación entre lo público y lo privado, avance de la tec-nología respecto del cuerpo biológico y en la propia per-cepción de sí y de la realidad social). Semejante trayectoresulta imposible en esta oportunidad. No obstante, sepueden vislumbrar algunas diferencias que hacen a lamanera de ser actual de la producción del capital y quese corresponden de modo embrionario con formas pre-vias de su producción. Detengámonos, rápidamente, eneste asunto.

Lo primero que debemos afirmar es que, históricamente,el capital (motor y lógica del capitalismo que es un he-cho histórico) siempre buscó incorporar, capturar, sub-

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sumir, para sí mismo, aquello que era, radicalmente, dis-tinto de sí. Lo otro de sí mismo, para hacer con ello unelemento vigoroso de (auto)valorización: las tierras de lospueblos originarios en la formación del capital agrario(transformadas en commodities); el trabajo vivo del pue-blo en la formación del capital industrial (transformadoen industria y clase obrera); espacios no capitalistas enla formación de un mercado mundial (transformados enrepúblicas, con un Estado que ejerce y reclama la re-presentación política del pueblo). Dicho en otras pala-bras: el capital logra (auto)valorizarse capturando, demodo privado, todo aquello que no es capital. Aquelloque entra en contacto con el capital (y su Estado) esmasticado, digerido, por el poder del dinero, y se mo-difica esencialmente: todo aquello que es incorporadopor el capital pierde su sentido particular (espacio ytiempo propios) para existir como valor de mercado(comercio mundial y tiempo productivo internacional).La naturaleza se transforma en Historia mediante eltrabajo productivo y la Historia es la historia de la luchadel capital por dominar técnicamente lo otro de símismo hasta lograr la completa unión planetaria comomercado mundial. Volvamos.

Jamás en la historia moderna habíamos visto una mate-ria prima tan abundante como los datos. Quizás los co-lonizadores pensaron lo mismo al descubrir el conti-nente americano, esa inmensa riqueza natural arreba-tada al originario. Todo aquello más allá de las reivin-dicaciones constitucionales fue conquistado, jamáscompletamente dominado. En su relación con la pro-ducción humana, los llamados «recursos naturales» handevenido, por obra del capital, escasos. Es bien sabido:el capitalismo organiza la escasez en la riqueza. Nos pre-guntamos entonces, y he ahí el nudo del presente tra-

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ÉTICA DE LOS DATOS COMO BIENES COMUNES

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bajo: ¿qué descubrió hace ya un tiempo el capitalismo,pero solo en nuestros días (hace aproximadamente 20años) ha alcanzado una notable colonización o «apro-piación originaria» por parte de las empresas globales detecnología? Ni más ni menos que la naturaleza humana.Se entiende por tal la siguiente reducción: la biologíamás lo social. Se han apropiado del hecho de que esta-mos vivxs para darle forma a un nuevo capital: el capi-tal cibernético. Cuando el capitalismo se quedó sin«afuera», sin «espacio exterior» por conquistar, se diri-gió, lenta pero eficazmente, al ser humano, a su natu-raleza, a su ser biológico, psíquico y social. Allí, en su na-turaleza, el capital volvió a encontrar una fuente deabundancia donde volver a valorizarse. Redefinió la san-gre como información (un ejemplo es el Proyecto Ge-noma Humano) pero, fundamentalmente, transformó larelación con el lenguaje (símbolos, afectos, escritura, co-municación, uso de la lengua, narrativas, etc.) comocibernética7. Así como la tierra, con la acumulación pri-mitiva del capital, se convirtió en mercado de bienes raí-ces, a fines de los años 90 la internet comenzó a ser lo-teada mediante derechos intelectuales, secretismocorporativo, publicidad dirigida: la escasez digital co-menzó a organizarse artificialmente. Se monetizó, y porlo tanto había que pagar. ¡Pero si el uso de Facebook,Google o Amazon es gratis! ¿Con qué pagamos el usode las redes sociales? Con algo mucho más caro que lavida privada (la cual puede protegerse mediante estra-tegias de bloqueo): pagamos el uso de las redes socia-les con intimidad. ¿Qué es la intimidad? No es solo es-tar desnudos físicamente. La intimidad es un espaciopersonal donde deponemos nuestra defensa y expone-mos nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, todoaquello necesitado de cuidado y protección, aquelloque no puede mostrarse si no aparece una afectividadde parte del otrx que nos asegure y garantice que no ha-brá violencia de ningún tipo. El uso de este capital digi-tal8 o capital cibernético9 (como nos gusta llamarlo anosotrxs) lo pagamos con el núcleo que hace posible lasubjetividad: nuestra intimidad. Los datos son infinitosporque son vida pura. Salimos de nuestro trabajo y se-

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guimos generando datos. Desde el hecho de estar pa-radxs en un lugar (geolocalización) hasta la cantidad depasos que dimos, cuántas veces hablamos, dónde estu-vimos, qué compramos, cómo nos informamos, conquiénes nos relacionamos, qué música escuchamos, etc.:todo es dato que alimenta algoritmos y genera ganan-cias. Es plusvalía de la vida. Por eso estas empresas nopierden ganancias ni en medio de una pandemia y suconsecuente parate económico: en el contexto del covid-19, Amazon logra vender 10.000 dólares por segundo10.Lo que para una PyME nacional puede significar ventasanuales, el gigante tecnológico lo obtiene en un par desegundos. Han logrado generar escasez de un recurso in-finito sobre la base de su apropiación privada. ¿Cómofue esto posible? Hemos arribado a la textura de nues-tro presente. Allá vamos.

El Cristóbal Colón de nuestra época es Google. ¿Qué des-cubrió? Los datos. La empresa acumulaba todo tipo de«informaciones basura o colaterales» de sus usuarios: laspalabras buscadas, el tiempo de permanencia en las pá-ginas, en qué se hacía clic. Archivaba todo eso ignorán-dolo, sin encontrarle valor alguno: había descubierto uncomún en los datos. Pero no lo sabía. Posteriormente, susingenierxs informáticxs hallaron el modo de generar unperfil del usuario. Lo hicieron a partir de ese «común»,que pasó de ser «información residual» a conformarse en«materia prima» de un procesamiento analítico, algorít-mico, etc. La «materia prima», mediante su estudio/tra-bajo científico, se había transformado en dato.

El dato, por lo tanto, está y no está «al comienzo». Nolo está porque hace falta una fórmula, un algoritmo,para poder acumularlo, procesarlo, conformarlo comotal. Sí lo está porque una vez descubierto el dominio dellazo social por parte de los algoritmos en el horizontetecnológico del 5G y más allá toda información psí-quica, social, biológica, se vuelve dato o potencialmentedato. Dicho de otro modo: el dato es ahora el comienzode todo, en tanto que fue el puntapié inicial que per-mitió armar una imagen total de nuestras relaciones hu-manas, nuestros pensares, sentires y, a su vez, sin unalgoritmo que lo procese o un profesional que lo ana-lice, esos datos no son tales. Y se reducen a una exis-tencia común no mercantil11.

ÉTICA DE LOS DATOS COMO BIENES COMUNES

T Nadie vio mejor la impronta de la cibernética como poderío,desde su raíz y hace ya bastante tiempo, que el inmenso MartinHeidegger, en su extraordinario «El final de la filosofía y la tareadel pensar», incluido en Tiempo y ser, Tecnos, Madrid, 2000.

U Parminder Jeet Singh: «Economic Rights in A Data-Based Society:Collective Data Ownership, Workers’ Rights and the Role of thePublic Sector», Friedrich-Ebert-Stiftung / Public Services Interna-tional, Berlín, 2020, <http://library.fes.de/pdf-files/iez/16034.pdf>.

V Empezamos a esbozar los caracteres esenciales del concepto ca-pital cibernético en L. Sai: «Fragmentos de fragmentos: vida psí-quica, forma estética, potencia histórica» en Espectros año 5 N° 6,<https://espectros.com.ar/numero-6-fragmentos-de-fragmentos-vida-psiquica-forma-estetica-potencia-historica-leonardo- fabian-sai/>.

10 «Amazon, la empresa que más prospera en la pandemia: vende10.000 dólares por segundo y se acerca al millón de empleados»en Infobae, 21/4/2020, <www.infobae.com/economia/2020/04/21/amazon-la-empresa-que-mas-prospera-en-la-pandemia-vende-10000-dolares-por-segundo-y-se-acerca-al-millon-de-empleados/>.

11 Esto explica la voracidad de las grandes firmas en la apropiacióntecnológica privada de los datos, una vez descubiertos como ta-les, en tanto materias primas con las cuales producir valor.

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El común de los datos emula así el común del aire, latierra o las creaciones únicas de la cultura (una obra dearte). ¿Quién puede ser tan despótico como para adju-dicarse la propiedad de nuestras relaciones humanas,nuestras maneras de pensar o de sentir? «Tú no puedescomprar el viento, tú no puedes comprar el sol, tú nopuedes comprar la lluvia, tú no puedes comprar el ca-lor…», dice el poeta12. Tú no puedes comprar mi sersocial, mi forma de pensar, mis gustos, mis costumbres:es el nuevo poema que nuestras luchas deberían ser ca-paces de escribir colectivamente. Es la plusvalía de lavida de la que no deben apropiarse. Volvamos.

La captura de este común por el Estado o por el capital(por lo que no han pagado un centavo13) se puede ahoradistinguir en «datos públicos» y «datos privados», cadavez más y más personalizados. No obstante, para lasempresas de capital cibernético (como Amazon o Face-book), la diferencia entre lo público y lo privado ya ca-ducó: la filtración de información o diseminación de no-ticias falsas expone el poder de estas empresas sobre losEstados e individuos. El Brexit es un caso «testigo» sobrecomunidades políticas continentales enteras. ¿Materiaprima? Precisamente. ¿De qué? En principio, de la publi-cidad personalizada. Esta lograba transformar el com-portamiento humano en una predicción eficaz. Googlepodía, finalmente, decirles a sus clientes: «En tal y tal mo-mento, usted empresario, usted político, usted Estado,debe poner su publicidad aquí, donde está más vulnera-ble, en este individuo, en esta población, en su hora másfrágil y necesitada, just in time: haga este anuncio».

Sinteticemos. La información «cruda» que se extrae tec-nológicamente (a través de software, celulares, alarmasy todo lo que tenga conexión a internet) del comporta-miento humano ha sido transformada en materia primadel capitalismo tecnológico y su sociedad mundial decontrol. Su extracción y análisis se realiza a través de me-dios de producción inmateriales que conforman fórmu-las, algoritmos, bienes irreproducibles. Constituyen el«secreto de Estado» de las empresas de tecnología y desus laboratorios de innovación permanente.¿Cuántovale el algoritmo de Facebook o el del buscador de Go-ogle? Aun copiándolo es prácticamente imposible parala mayoría de las empresas de tecnología del planeta

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innovarlo de forma permanente, y ninguna de ellas, salvolas de tamaño equivalente, es capaz de almacenar, pro-cesar, actualizar e «interpretar» esa masa infinita de in-formación. ¿Y qué guardan en sus «cajas de pandora»?

Ni más ni menos que la conducta futura de millones deusuarios, de poblaciones, un inmenso mercado de humanfutures. Google puede predecir nuestra rutina futura delmismo modo que Uber puede predecir el estado del trán-sito de los próximos años en función del cúmulo de da-tos capturados. A diferencia de las formas anteriores delcapitalismo, la actual sociedad de control del capital tec-nológicamente potenciado14 está lanzada completamentehacia el futuro, redefiniendo de manera potencial lo quecomprendemos que la naturaleza del humano es. Un ca-pital cibernético logra así afirmarse como planificadorpresente y futuro de capitales industriales.

¿Acaso alguien aún duda de que una decisión de Goo-gle o Amazon respecto de sus servicios online puede le-vantar o aplastar completamente a las PyMEs o redi-señar cadenas de valor disciplinándolas bajo su pro-grama de expansión, innovación, desarrollo o actualiza-ción? Lo que vemos hoy es una precipitación, productodel covid-19, de un capitalismo que está transmutandohacia formas más eficientes de capital. La economía di-gital que produce el capital cibernético tiene la capaci-dad de organizar de manera mucho más eficaz lascadenas globales de valor controlando el capitalismo in-dustrial anterior. Crea capitales industriales, redefine ciu-dades enteras con sus decisiones inversoras y, sinninguna duda, se dirige ya a condicionar el poder delcapital financiero internacional y sus instituciones públi-cas mediante la creación de criptomonedas. Volveremossobre este punto más adelante. Lo cierto es que el ca-pitalismo cibernético está ganando la batalla en la com-petencia intracapitalista, más furibunda que nunca. Lapregunta es si ese capital cibernético será exclusiva-mente corporativo o podrá ser desarrollado por Estadostecnológicamente dependientes.

Las consecuencias humanas no son en absoluto meno-res. Estamos perdiendo la relación con el cara a cara,con el espacio, con la concentración intelectual; lacrianza de nuestrxs hijxs está cada vez más delegada enalgoritmos y paquetes educativos online, etc. Hemos vis-lumbrado que esta cuestión de los datos es un asuntotan profundamente ético como superproductivo. Se im-pone, por lo tanto, una reflexión sobre su derecho, pla-nificación y programa político.

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NO Calle 13: «Latinoamérica», 2010.

NP Por eso se puede hablar correctamente de «acumulación origi-naria», pero de datos, siguiendo el análisis clásico de Karl Marx.Nos han despojado de nuestros datos, es un acontecimiento queya sucedió y del cual recién ahora estamos tomando concienciaporque vemos los productos predictivos de nuestra conducta fun-cionando en la sociedad y en nosotrxs. Amazon sabe lo que nosgustaría comprar, Google sabe lo que nos gusta leer de acuerdocon nuestras búsquedas, Facebook conoce nuestro nivel cultural,ideología política y tipo de personalidad, y así sucesivamente.

NQ La deuda intelectual de este trabajo con la tesis de Pablo Levín:El capital tecnológico (Serie Catálogos, Universidad de BuenosAires, Facultad de Ciencias Economicas, Buenos Aires, 1997) esinnegable.

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La política de los datos como bienes comunes es unapolítica tecnológica y un programa de desarrollo plani-ficado y democrático que hay que delinear. Al capturardatos, los Estados los producen como «bienes públicos»y los ponen así al servicio de la potenciación de su pro-pio poder. Es la captura de un común productivo, in-dustrial, social, sea en el nivel político-tecnológico, comoel del control de la población, o en el nivel estrictamenteproductivo, en tanto infraestructuras que les permitanconstituirse como planificadores de subsistemas de ca-denas nacionales de valor. En el caso de estructuras eco-nómicas subdesarrolladas o periféricas, se trata de unaoportunidad de industrialización tecnológica desde unnuevo piso: una economía inmaterial de datos, planifi-cada por un Estado que los usa con sentido de inclusiónsocial. ¿Cuál es nuestro desafío, el argentino en particu-lar y el latinoamericano en general?

El desafío es pensar ese proyecto dentro de un Estadoconstitucional de derecho. ¿Obviedad? De ninguna ma-nera. La cibernética tiene una dinámica que es en símisma totalitaria, en el sentido de que es capaz de ras-trear y combinar datos de todos los flujos existentes enuna sociedad. Los peligros no son para nada insignifi-cantes: un Estado de vigilancia completo que pretendacontrolar las identidades particulares y reducirlas a unaidentidad nacional promedio, tratando a todo aquel queno forme parte de ese promedio como «delincuente»,«enemigo», alguien a quien el sistema debe eliminarporque se trata de una «no persona». Como enseñabaMichel Foucault: «el asunto no es que todo sea malo,sino que todo es peligroso, lo cual no es exactamente lomismo». Si todo es peligroso, entonces siempre tenemosun quehacer que nos compromete en el mundo. De ahíla necesidad de un desarrollo jurídico serio y acorde conla complejidad del sistema, que se alcance estableciendolímites, reglas y, fundamentalmente, negociando y acor-dando con las organizaciones empresariales y las orga-nizaciones libres del pueblo. Una concertación socialredefinida bajo el norte de una política tecnológica dedesarrollo, esto es, el renacimiento del Estado empresa-rio como Planificador Sistémico Nacional.

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¿Qué quiere decir concertación como método polí-tico15? La apuesta cibernética como empuje industriali-zador sin concertación será totalitarismo informático. Eldiálogo social tripartito, que incluya a todxs, es la únicamanera de que una sociedad organizada por algoritmosno devenga en una sociedad de vigilancia totalitaria yrepresiva. La planificación debería retomar, en clave ar-gentina, la experiencia peronista del Plan Trienal, cuyonúcleo vital es la concertación política. Para el resto delos países, cabría hacer un análisis similar de procesosde concertación y diálogo experimentados en el pasadoo como desafíos futuros. Es que la concertación es uninstrumento democratizador que, al basarse en elacuerdo entre todas las partes relevantes de la vida po-lítica nacional, hace también visibles y audibles a lxs ex-cluidxs, a lxs más vulnerables, en un escenario donde seestablece un común de acuerdos básicos: un lenguajepolítico común sobre el cual fundamos los problemasde la comunidad, la jerarquía de las diferentes intensi-dades de sufrimiento colectivo, el establecimiento de so-luciones con consenso y horizonte en tanto «políticasde Estado». La concertación permite integrar la diná-mica del mercado, sin negarlo, a una instancia superiorque incluye a las partes que el mercado expulsa y su-prime en su competencia sin límites. Su función es redi-reccionar aquellos problemas que el mercado no puedeni está interesado en resolver. La cibernética no debecombinarse con un «estado de excepción» sino con un«estado de concertación».

¿Y qué diferencia hay entre esta «política de concerta-ción» y un keynesianismo de manual? Pues ni más nimenos que la dimensión pedagógica popular que laatraviesa de cabo a rabo y que sigue el principio doctri-nario de comunidad organizada. Esto es, la formacióneducativa, cultural y política de actores, la formulaciónde acuerdos transversales de base (no de cúpulas) me-diante un sistema de agregación de actores, de asambleay ensamble. De ese modo, y en su propio desarrollo, la

¿QUIÉN PLANIFICA LOS DATOS DE QUIÉN?

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¿QUIÉN PLANIFICA LOS DATOS DE QUIÉN?

NR Carlos Leyba: Economía y política en el tercer gobierno de Pe-rón, Biblos, Buenos Aires, 2010.

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performance de la concertación construye, produce y re-produce sistemas de información, sistemas de crecientemediación colectiva, de complejidad y solución de esacomplejidad mediante instrumentos, programas y planesdentro de un proyecto común controlado por el puebloa través de su participación en organizaciones libres y de-mocráticas. Esto desde lo estrictamente político. Vaya-mos ahora a lo tecnológico.

¿Qué es lo que nos enseñan las startup como Uber? Es-tas plataformas nos enseñan que se pueden coordinarfranjas enormes de actividad económica sin la posesiónde los medios de producción materiales, sin emplearproveedores de servicios. Con precios bajos, alcance glo-bal, interfaces de usuario científicamente desarrolladasy financiación: la tecnología digital solo puede desple-garse sobre una industria de base, pero la industrializa-ción de esa base ya no puede hacerse bajo un modelo desustitución de importaciones. Este es el primer límite denuestra dependencia y su transformación: no podemossustituir importaciones de industrias anacrónicas, por unlado, y elegir proyectos tecnológicos por el otro. Tene-mos que industrializar usando una cibernética con baseestatal que a largo plazo vaya planificando cadenas devalor con una estrategia que puede y debe incluir alMercosur. Si vamos a planificar el futuro, hagámoslocon industrias del presente.

Sin embargo, no se trata de conformar «clústeres pro-ductivos» sumando la inteligencia artificial como «fac-tor» entre otros «factores productivos»16, sino de unaplanificación tecnológica (algorítmica, inteligente, fun-dada en datos masivos, cibernética) de las cadenas devalor desde una política de desarrollo estatal. Es que laindustria sustituta, al no poder competir productiva-mente con los tiempos de trabajo del mercado mundialde los capitales tecnológicamente potenciados, se ata ala burocracia de los subsidios y obliga a frágiles acuer-dos regionales, ya que todas las economías no innova-doras y dependientes requieren de microespaciosempresariales intensivos en mano de obra para bajar,coyunturalmente, la tasa de desempleo, esto es: pro-teccionismo o muerte. Los ejercicios de planificación tec-nológica de las cadenas de valor adquieren así elcarácter de campaña militar en el sentido de su precisióny ejecución a escala.

La convivencia de ambos sistemas (sistemas industrialescibernéticamente planificados y sistemas industriales noplanificados y reducidos al libre albedrío) podría ser co-

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yuntural y necesaria hasta que se dé la transformacióntotal de las cadenas de valor, de modo de no perder em-pleo y seguir teniendo un mercado interno protegidoque garantice el bienestar de la economía. Aquí cabedestacar la importancia de la política comercial sobe-rana, que permita la convivencia de ambos sistemas,protegiendo a quienes no son competitivxs e incenti-vando el dinamismo exportador en lxs otrxs. Los acuer-dos de libre comercio liberalizan entre 80% y 90% dela economía hacia mercados externos, lo que impide laselección de espacios a proteger y destruye las indus-trias no competitivas. Muchos de los países de AméricaLatina, sobre todo los del Mercosur y los que no hansido afines a la Alianza del Pacífico, tienen pocos acuer-dos firmados y que hayan entrado en vigor. La inexis-tencia de un Órgano de Apelaciones en la OMC(producto de la decisión de Estados Unidos) y el replan-teo de las reglas existentes por el covid-19 han gene-rado un espacio en este tiempo excepcional pararomper algunas reglas y hacer otras nuevas. Es el mo-mento. Es ahora: la oportunidad en el sistema legal in-ternacional está abierta.

De lo dicho, se sigue que la intervención del Estado y desu política científica, además de fortalecer la investiga-ción tecnológica y transferirla a la industria nacional, debeplanificarla organizando una economía algorítmica.Desde un punto de vista productivista, en convivencia conla mercancía y sus instituciones, o bien planifica tecnoló-gicamente las PyMEs una política económica heterodoxacon una política pública de datos constitucionalmentefundada, o bien las liquida el mercado internacional a tra-vés de tratados globales de libre comercio que se harántanto de nuestros mercados como de los datos con loscuales anticiparán nuestros movimientos y expectativas.

Una política de planificación estatal tecnológica debetener en cuenta el mercado mundial y la competenciade los Estados-nación, no puede encarar «planes quin-quenales» como si estuviera en contextos de economíacerrada ni puede sustraerse a la globalización. En estesentido, cabe ser muy precisos y comprender que la tec-nología no es otra cosa que la capacidad social general(y, por lo tanto, mundial) de crear técnicas valiéndosede la ciencia. A mayor ciencia y desarrollo, mayor capa-cidad de planificación. Es la creación de esta capacidadla que estamos proponiendo, recreando la tradición delos Sistemas Nacionales de Innovación17. Es esa capaci-

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NS Ver Matías Kulfas: «Industria y conocimiento, los desafíos del sigloXXI» en La Nación, <www.lanacion.com.ar/economia/industria-y-conocimiento-los-desafios-del-siglo-xxi-nid2335926>.

NT María del Pilar Piqué: «Sistema Nacional de Innovación y la plani-ficación de los subsistemas de capital. La política tecnológica comocapítulo de una estrategia de desarrollo en el presente latinoame-ricano» en Enfoques vol. 27 N° 1, 2015, <http://publicaciones.uap.edu.ar/index.php/revistaenfoques/issue/view/17>.

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dad permanente de crear nuevas técnicas la que, almismo tiempo, se convierte en la llave para excluir aotras de aquella posibilidad y consolidar una jerarquíade empresas. Una intervención que no tenga en cuentauna necesaria reindustrialización nacional solo cederárecursos a emprendimientos tecnológicos, que luego se-rán comprados/privatizados por el capital extranjero, loque profundizará un desarrollo económico dependientey altamente desestructurado. No podemos, entonces,solo pensar, propiciar, una tecnología particular, paraaquí o para allí, sino una política de «tecnología tecno-logizante» del conjunto: el desarrollo autóctono de ca-pital cibernético estatal. Solo así se logrará unaplanificación eficiente de las PyMEs generando escala,competitividad, haciendo extremadamente difícil en lotécnico, y considerablemente costoso en lo político, malvender a un capital trasnacional que quiera privatizar lafunción estatal de planificador e impulsor de una eco-nomía que se prueba tecnoeficiente.

Finalmente, es menester una alianza tecnológica estra-tégica en clave continental. Tal vez sea necesario pen-sar una institución latinoamericana que concentredatos, brinde servicios tecnológicos a los Estados y losasista en cuestiones como auditoría algorítmica y di-

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seño de políticas públicas e infraestructura estatal. Locierto es que hay Estados que no poseen ni la escala nila capacidad para desarrollar una infraestructura esta-tal como la que proponemos. La hermandad latinoa-mericana es, pues, la salida, para generar la escalanecesaria, el big data latinoamericano, el conocimientorespectivo. Ningún Estado debe decirle a otro cómo pla-nificar su economía. Es necesaria una organización quebrinde el conocimiento y la capacidad para que cadauno delinee su propio recorrido.

El capital cibernético ha logrado ser la evolución capi-talista que domina y controla poco a poco los capita-les no tecnológicos. Controla sus cadenas de valor,brinda servicios de optimización logística, de sistemas,de comunicación, de organización, de finanzas, etc.;incluso controla y programa la robótica en las fábricascon una eficiencia nunca antes vista. O nos vende servi-cios controlándonos poco a poco y sometiéndonoscomo región, privatizando de manera indirecta nues-tros servicios públicos, programando el transporte pú-blico, la energía, la educación, la salud y demás…A menos que le hagamos frente con un aparato pro-pio, capaz de autoorganizarse y decidir su propia polí-tica y su destino.

¿QUIÉN PLANIFICA LOS DATOS DE QUIÉN?

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5.1. RESISTENCIAS

Una correcta lectura del proceso nos permite empezar adelinear las acciones necesarias para conseguir los me-jores asientos en el cohete que nos llevará al futuro. Sino podemos manejarlo nosotrxs, al menos seamos as-tutxs como para que cuando el río esté revuelto, partede la ganancia quede en nuestras manos y no pase delargo el pez gordo, dejándonos hambrientxs una vezmás. América Latina tiene mucho para ganar y muchopara perder. Hay varias respuestas que se pueden dar,especialmente desde lo estatal, pero también desde loinstitucional e individual. Vayamos por partes.

Si el capital cibernético va a cooptar todos los espaciosinstitucionales, empresas y servicios públicos, haciéndo-los más eficientes, es importante entender que no po-demos permitir que se subsuman las relaciones socialesen aquellos espacios donde creamos ciudadanía e iden-tidad soberana. Los clubes de barrio, las dependenciasdel Estado en los tres poderes, la educación, la salud, elsistema electoral… todos son espacios donde una socie-dad construye identidad, democracia, cultura. Lo ciertoes que el sesgo algorítmico y la dependencia tecnoló-gica, así como las imposiciones en matrices que no sonpropias de una cultura en un momento determinado,no pueden ser las nuevas normas que regulen nuestrasrelaciones humanas. ¿Cuánto tiempo pasó hasta que elCono Sur tuvo un emoji que representara el mate enWhatsApp? Puede parecer una zoncera, pero demues-tra que una empresa multinacional puede pasar por altoaspectos culturales de una sociedad al diseñar su tec-nología. Hay cosas que no nos van a afectar, como elcaso del emoji. Nadie en su sano juicio creería que enesta región vamos a dejar de invitar a alguien a matearen casa solo porque no existe ese icono en una sala dechat. Pero hay olvidos que se pagan más caros queotros, y son aquellos invisibles que actúan por detrás enlos algoritmos o en los diseños de las plataformas.

Es el caso de las plataformas educativas, por ejemplo.Muchas empresas no tienen en cuenta la escasa o nula

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educación digital de un país, o el simple hecho de que,aún hoy, no hay una computadora adecuada ni cone-xión a internet en la mayoría de los hogares en AméricaLatina. Esto se vio claramente durante la pandemia,cuando padres y madres debieron descargar archivosdesde sus celulares18 consumiendo datos de sus abonosde telefonía móvil. Hubo que encontrar otras respuestasa estos problemas, evitando las descargas y el abuso deconectividad, dando clases por radio, repartiendo mate-rial escrito o posteando videos en YouTube. Hacer unsoftware acorde a las necesidades y a la cultura de unpaís no solo conlleva externalidades positivas, en tantoque da empleo de calidad y desarrolla una industria ytecnología, sino que además atiende demandas especí-ficas en clave cultural local y permite el desarrollo inme-diato de soluciones ante situaciones inesperadas. Resultainclusivo, ya que no deja a nadie atrás. Puede ser máseconómico comprar software afuera, pero estamos ven-diendo nuestras particularidades, nuestra ciudadanía, de-mocracia y cultura al mejor postor.

Durante la infancia, una de las primeras cosas que nosenseñan en la escuela es a leer y a escribir. Este acto nosabre un mundo de oportunidades. El analfabetismo re-presenta una de las formas más crueles de exclusión so-cial. Las naciones lucharon por erradicar el analfabetismoporque eso era ser libres: ser capaces de comunicarnos,de aprender y de informarnos.

Hoy nuestras comunicaciones cambiaron. Ya no manda-mos cartas, no dejamos notitas, no leemos el diario im-preso, los libros son casi para esnobs, intelectuales yenamorados del papel. Nuestra comunicación, informa-ción y aprendizaje es mayormente digital y, sin embargo,no sabemos leer ni escribir tecnología. Desconocemoscómo se genera el vehículo por el cual viaja la informa-

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BAJANDO A LO CONCRETO… RESISTENCIAS Y REFORMAS

NU Marcela Barsch: «Un mes sin clases: la ‘escuela en casa’ acentúala desigualdad» en Médium, 16/4/2020, <https://medium.com/@marbasch/un-mes-sin-clases-la-escuela-en-casa-acent%C3%BAa-la-desigualdad-56aaee3affed>.

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ción. Confiamos en que está bien hecha, pero desco-nocemos completamente si puede engañarnos, cómohacerla más segura y confiable, qué implica en términosde privacidad. Si queremos seguir siendo ciudadanxs li-bres, tenemos que dejar de ser analfabetxs digitales. Estrascendental aprender a leer y escribir tecnología. Conesto no decimos que todos nos dediquemos a progra-mar, pero sí que debemos ser usufructuarixs de un mí-nimo de cultura y educación digital en tanto ciudadanxsconscientes de lo que puede y no puede hacer esta he-rramienta, usarla responsablemente y tener presentessus limitaciones a fin de no ser engañadxs. Estas medi-das tienden a conservar los espacios de identidad na-cional frente a un capital cibernético transnacional quefagocita todo a su paso.

Seguida de esta estrategia de resistencia está, clara-mente, la soberanía en política comercial ya mencionada.Es necesario no firmar el acuerdo de comercio electró-nico (o de economía digital, como preferimos llamarlo)que se está negociando actualmente en la OMC. Tam-poco suscribir las normas de comercio electrónico queestán siendo negociadas en diversos acuerdos comercia-les, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Eco-nómica (TPP, por sus siglas en inglés) o acuerdos futurosque puedan surgir. El principal motivo, más allá de noentregar el poder del monopolio eterno de los datos, estambién el de conservar soberanía regulatoria en mate-ria de algoritmos y de seguridad informática. Los sesgosalgorítmicos19 son una realidad indiscutida. Estos sesgosgeneran exclusión y fallas en los sistemas que muchasveces repercuten en la libre competencia de los merca-dos, en la seguridad nacional, en la salud y el bienestar,en el empleo o en la justicia, por mencionar algunos ám-bitos. Hay que conservar grados de autonomía y esta-blecer reglas que nos protejan contra estas fallas,permitiendo, cuando la situación lo amerite, la auditoríade los algoritmos para detectar fallas de programaciónen los códigos fuente. Hay innumerable cantidad de ca-sos en los que una buena auditoría salvó negocios o vi-das, y en los acuerdos comerciales se los quiere prohibirbajo un supuesto de protección de la propiedad intelec-tual. Lo cierto es que una auditoría establecida por mo-tivos de necesidad no siempre lleva a la apertura delcódigo. Este puede ser auditado conservando el secretoque lo envuelve. Y eso va en defensa de los derechosfundamentales y en contra de la discriminación a mino-rías, entre otras cosas.

Y no es el único espacio en el que hay que conservar elacceso. Al arrancar de cero, hoy no tenemos los datos

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para desarrollar políticas públicas eficientes y poder em-prender el camino aquí propuesto. Por ello, mientrasbuscamos el consenso necesario para recorrerlo, es claveconservar espacios donde exigir el acceso a los datos afin de poder diseñar, a largo plazo, un Estado inteli-gente. Habría que empezar a incluir cláusulas soberanasde datos en los contratos que firme el Estado con susproveedores, donde se establezca explícitamente quetodos los datos que se recaben deben ser devueltos alEstado en un formato legible por los sistemas guberna-mentales. Esta idea ya está siendo impulsada por el pro-yecto DECODE20, que busca lograr ciudades inteligentessobre la base de una idea soberana de los datos comobien común.

La cibernética metió la cola, sobre todo, en el trabajo.Los procesos de digitalización y automatización de lasactividades, así como también de management algorít-mico de los trabajadores, se están haciendo cada vezmás presentes. Si algo hizo la pandemia de covid-19 fueempujar un modelo de trabajo remoto que ya venía ga-nando espacio. Inteligencia artificial destruyendo y crean-do empleo; plataformas como manera de ordenar ofertay demanda y tercerizar fuerza de trabajo; digitalizaciónde procesos; información para calificar trabajadorxs yseparar a lxs más productivxs de lxs menos; teletrabajocomo modelo para ahorrarse costos y tercerizar más:todo parece ser culpa de la tecnología, pero no lo es. Sihay algo cierto es que «el mundo del trabajo está en-fermo de fraude laboral, no de robótica ni de tecnolo-gía»21. Y es que la tecnología como herramienta no esbuena ni mala en sí misma, será buena o mala en tantola regulemos o no para que haga lo que tiene que ha-cer. Nosotrxs debemos escribir la dirección y el destinode la tecnología, y no al revés. En este sentido, a los de-rechos laborales que supimos conseguir a lo largo de lahistoria se suman nuevos.

Uno de ellos es el derecho a la desconexión digital de lxstrabajadorxs, para evitar que el abuso de las empresas setransforme en un trabajo de 24 horas al día, los sietedías de la semana. Aun cuando lxs trabajadorxs puedanno responder un mensaje, se quedan pensando en loque tienen pendiente en agenda. Su salud mental estáen juego. La protección de datos de lxs trabajadorxs es,más que nunca, vital, no solo para protegerlxs de ali-mentar algoritmos de calificación laboral que decidensobre su suerte y performance de manera posiblemente

BAJANDO A LO CONCRETO… RESISTENCIAS Y REFORMAS

NV Para conocer cómo se generan, v. capítulo 4 de S. Scasserra:Cuando el jefe se tomó el buque. El algoritmo toma el control,Fundación Foro del Sur, Buenos Aires, 2019:<https://lasargentinastrabajamos.com/publicaciones#>.

OM «Common Knowledge: Citizen-Led Data Governance for BetterCities», <www.nesta.org.uk/report/common-knowledge-citizen-led-data-governance-better-cities/>.

ON Juan Manuel Ottaviano: «Salven el trabajo asalariado» en El Co-hete a la Luna, 26/4/2020, <www.elcohetealaluna.com/salven-el-trabajo-asalariado/>.

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sesgada y sin derecho a réplica, sino además para pro-teger nuestra privacidad e intimidad frente a sistemasabusivos que pueden juzgarnos por nuestros gustos, re-ligión, ideas políticas o afiliación sindical. La infraestruc-tura con que trabajamos hoy también tiene que sermotivo de negociación. Muchas veces quien trabaja lohace con su teléfono, su conexión a internet, su escri-torio, su computadora, su bicicleta. Todos estos sonabusos del capitalismo por sobre las vidas, y se culpa ala tecnología como si fuera el verdadero enemigo. Locierto es que la tecnología es la excusa: la falta de éticay de política son los motivos. Es necesaria la presenciadel Estado velando por los derechos ya conquistados yregulando sobre los nuevos derechos a conquistar parasostener a una clase trabajadora en el contexto de unmegacapitalismo cibernético.

Obviamente, la defensa de lxs trabajadorxs no es solomateria de regulación y presencia del Estado. Es tam-bién, sobre todo, materia de lxs propixs trabajadorxs or-ganizadxs en sindicatos. En este sentido, no hay quepermitir que los datos y su consecuente valor sean pro-piedad y dominio exclusivo de las empresas y los Esta-dos. La clase trabajadora también puede hacerse de esevalor y utilizarlo para empoderarse en la lucha. Ya exis-ten en el mundo iniciativas22 que recolectan datos anó-nimos de trabajadorxs a escala global en el momentojusto, para determinar el tiempo real que trabajan desdesus teléfonos antes de llegar al lugar de trabajo, y estopuede ser utilizado como una poderosa herramienta denegociación para exigir pagos extras por el tiempo adi-cional trabajado. Las organizaciones sindicales tienen es-trategias de utilización de datos y de canales de comuni-cación web para tejer alianzas y fortalecer la unidad delxs trabajadorxs a escala global: un sindicalismo inteli-gente e hiperconectado. Dar prioridad al conocimientoy manejo de herramientas como esas puede otorgarlesa las organizaciones sindicales un poder de negociacióncomo nunca tuvieron. Son formas de resistencia frentea un capitalismo cibernético que nos fagocita y escupea su imagen y semejanza.

Ahora bien, la resistencia no es el único camino: hay queser protagonistas activos a la hora de moldear el capi-talismo del futuro.

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5.2. REFORMAS

Lo primero y principal es conseguir financiamiento parahacer lo que hay que hacer. De más está decir que ha-bría que erradicar los paraísos fiscales y lograr que lasempresas paguen impuestos. No obstante, y aun si esefuera el caso, no necesariamente los Estados periféricoslograrán tener más caja para invertir en capital ciberné-tico y servicios públicos de calidad. Las grandes empre-sas de tecnología, que son las que hoy más facturan,aun en plena crisis global por el covid-19, no tienen susdomicilios, ni casas matrices, ni principales negocios enlos países de América Latina o África, por mencionar dosgrandes regiones. Solo hay una manera de lograr partede esa ganancia para reinvertir, y las grandes empresaslo saben… Hace algunos años, la primera agenda de co-mercio electrónico aparece en la OMC y en diversos tra-tados internacionales, como el Acuerdo sobre elComercio Internacional de Servicios (TISA, por sus siglasen inglés) y el Acuerdo Transpacífico de CooperaciónEconómica (TPP, por sus siglas en inglés). En ellos sequería legislar bajo un falso nombre, haciéndonos pen-sar en compraventa de bienes y servicios a través de laweb, la desregulación del sector. Pues bien, al analizarlo que comprendía la desregulación, rápidamente sedescubría que la intención no era otra que desregular laextracción y minería de datos en la economía digital.

En efecto, si tomar datos y sacarlos de las fronteras parallevarlos a servidores remotos fuera un acto de comer-cio, deberían pagarnos algo a cambio por extraer esamateria prima. En los acuerdos que subsiguieron se pe-dían varias cuestiones vinculadas a presencia comercialy defensa al consumidor, pero había dos que eran el ejey corazón de la cuestión: la libre movilidad de datos y elno pago de impuestos por la transferencia de datos.Para decirlo de otro modo: que fuera posible tomar undato y llevárselo sin regulaciones y libre de aranceles.Allí está la verdadera fuente de ingresos. Los Estadospodrían y deberían comenzar a cobrar retenciones a latransferencia de datos. Como cualquier otra materiaprima, bien intermedio o producto final que sale de lasfronteras, el dato debe ser asumido como tal y, en eseacto de comercio, el Estado debería cobrar retenciones.Es soberanía. Es regulación. Sobre todo, es repartir demanera equitativa a escala global las ganancias extraor-dinarias que los datos generan al alimentar algoritmos.Una retención, que no necesariamente debe ser elevadapara no desincentivar la inversión en tecnología en elámbito local, podría generar una fuente inagotable definanciamiento de una materia prima que muchos paí-ses ni siquiera tienen la capacidad de procesar.

Se trata de una suerte de contraejemplo del modelo deHeckscher-Ohlin, que explicaba cómo una nación ja-

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OO V. por ejemplo la app Spotlight, <www.thefutureworldofwork.org/the-lab/spotlight-beta-test-ii/>.

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más puede desarrollarse exportando aquello que con-sume, puesto que la población se empobrece cuandosube el precio del bien a niveles internacionales en dó-lares. Lo mejor que puede pasarle a una economía, ex-plica el modelo, es que exporte materias primas que lapoblación no consume. La soja fue un claro ejemplo enla región de una materia prima abundante que pudo ge-nerar ingresos excepcionales al Estado sin alterar los pre-cios locales, puesto que lxs latinoamericanxs no la con-sumimos. Los datos, vistos de este modo, son la nuevasoja, con la gran ventaja de que no se necesitan grandesextensiones de tierra fértil para cultivarlos.

Todas las naciones del mundo, ricas o pobres, puedenproducir datos. No es sorprendente, visto de este modo,que las grandes corporaciones tecnológicas estén ya hacetiempo desesperadas por cerrar acuerdos de libre comer-cio en esta materia, tanto en el plano multilateral comoplurilateral o bilateral. Al día de la fecha, no han logradoconcretar ninguno, y a medida que los Estados com-prendan cada vez más lo que está en juego es menosprobable que lo logren, dejando espacio para que losmismo Estados puedan regular cada vez más en estamateria. La libertad plena dejó a las grandes empresastecnológicas, hasta hoy, crecer a pasos agigantados.¿Por qué regular para tener libertad infinita? La res-puesta es simple: porque saben que un día esa libertadse puede terminar. El planteo tecnología versus im-puestos es falaz. Lo único que se busca es repartir unpoco la ganancia y generar ingresos para poder invertiren las sociedades. Nada más.

Otra iniciativa puede ser la de impulsar un impuesto glo-bal a la apropiación privada de los datos y generar unfondo común que sirva a todos los Estados. Si bien estaalternativa puede ser excelente, tiene varios problemasque se pueden reducir a los siguientes: a) requiere quetodos los países estén de acuerdo, y ya sabemos que eso,además de complejo, es prácticamente imposible; b)construye un aparato burocrático internacional dondesiempre los más poderosos son los que tienen poder deveto o poder de financiación. No hace falta ir muy lejospara ver algún caso que lo ejemplifique: la acusación deDonald Trump contra la Organización Mundial de la Sa-lud (OMS) y la suspensión de la financiación al orga-nismo durante la pandemia permiten observar lo quepodría ser un impuesto global a las empresas de tecno-logía, que, en su mayoría, son estadounidenses y tienenun colosal e innegable poder de lobby.

Aunque un impuesto global sea prácticamente imposi-ble de implementar en el actual estado de la política in-ternacional, no deja de ser oportuno tenerlo en consi-deración en el contexto de crisis del sistema mundial delpresente y, por eso mismo, no hay que dejar de reclamar

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por ello. Pero para que un impuesto de esta clase seaaplicable, hace falta superar el actual capitalismo. Estasuperación no es solo un cambio de paradigma, comosi el paradigma fuera un cambio de bibliografía. Esto noes sino el resultado del cambio histórico, de las movili-zaciones sociales y políticas concretas. Contar con unahoja de ruta en medio de tales crisis no está nada mal.

Quizás la respuesta más práctica sea, en el actual con-texto de urgencia, nacional o regional, establecer reten-ciones tecnológicas, a escala Mercosur, que otorguen di-visas extras al bloque, fuente de financiamiento paraintegración productiva, desarrollo local e innovación pú-blica; una opción por demás razonable. Esa nueva fuentede divisas sería esencial para el proceso de creación dela infraestructura estatal digital que mencionamos antes.No alcanza con tener datos: hay que ir donde el valor segenera y capturarlo23, sabiendo que el verdadero em-prendedor que ha dado los saltos de calidad en la his-toria de la humanidad ha sido siempre el Estado24.

La utilización de software libre, por lo tanto, debería serpolítica de Estado. Cuanto más se comparte el código,más se benefician las sociedades. Esto promueve la im-plementación de nuevos programas en distintas regio-nes con un costo bajo, adaptando aquellos parámetrosque se necesitan para ajustarse a las necesidades delsector. Ejemplos de esto ya existen en el mundo, dondeel movimiento de software libre ha mostrado ser unaverdadera red solidaria que promueve la innovación enel mundo: programo algo y lo entrego a un muy bajocosto para que cada uno lo ajuste a sus necesidades. Ex-periencias de este tipo y ejemplos hay muchísimos, aunen la región. Incentivar todavía más estos desarrollos de-bería ser política local y regional.

Finalmente, y como pilar principal de la estructura, estáel Consejo Económico y Social en tanto encarnación ins-titucional del gobierno de los datos sobre la base de unproceso político de concertación. Es cierto que los datostraen problemas vinculados con la vigilancia. Cuantosmás datos tenemos, más vigilancia e información existeque puede ser utilizada de formas que perjudiquen a laciudadanía. Pero bien sabemos que hay muchos usospositivos. Por ende, generar un proceso de confianza es

BAJANDO A LO CONCRETO… RESISTENCIAS Y REFORMAS

OP P. J. Singh: ob. cit.

24 Mariana Mazzucato: El Estado emprendedor. Mitos del sector pú-blico frente al privado, RBA, Barcelona, 2014. El problema es que,según la autora, al ser los Estados los que más arriesgan son tam-bién los que más fracasan, y por ende se ganan la fama de gigan-tes e ineficientes. Sin embargo, todos los grandes desarrollos de losúltimos tiempos fueron inventos estatales: el GPS, la pantalla tác-til, internet, entre tantos otros.

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esencial para que el sistema no colapse. Aquí no haymedias tintas: o generamos un proceso de concertaciónbasado en la confianza o nos encaminamos a una «dic-tadura de los datos» por parte de gobiernos falsificado-res de la realidad y agresores sistemáticos de losderechos constitucionales fundamentales.

La infraestructura de datos a escala nacional y el desa-rrollo de servicios públicos y de ciudades inteligentespuede ser desarrollado de tres maneras: a) bajo una ló-gica neoliberal de mercado, con empresas trasnacionalesque dominan toda la matriz productiva y utilizan nuestrainformación para acrecentar sus ganancias, de modo queese valor y beneficios no se derraman sobre los países pe-riféricos; b) bajo una lógica estatal con un sistema de con-trol total y de información cooptada por sistemas dehipervigilancia, como el sistema de crédito social chino;c) bajo un sistema de utilización de datos democrático,en el que se los interpreta como un bien común y nocomo una mercancía que genera dinero, sino una que

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genera beneficios sociales para todos. Esta lógica solopuede aplicarse sobre la base del diálogo entre todoslos sectores involucrados en cada proyecto que se va aencarar, estableciendo los niveles de seguridad y en-criptación de la información, determinando qué infor-mación necesita ser identificable y cuál no, con quiénesdebe ser compartida y con quiénes no. Este punto esfundamental para lograr que todo el sistema sea sus-tentable en el largo plazo. Solo así se podrá sacar pro-vecho del capital cibernético sin sufrir sus peoresconsecuencias. Sinteticemos.

Hemos argumentado en pos de la constitución de so-ciedades con educación digital, con participación de-mocrática en el proceso de utilización de datos, conesquemas que puedan convivir con los emprendimien-tos tecnológicos que provengan de otros países, com-partiendo la información sobre la base de cláusulassoberanas de datos y pago de retenciones que solven-ten el sistema.

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Para resistir hace falta tiempo: la cosecha de la madurez.Así como un bebé tarda nueve meses en el vientre de sumadre para recorrer toda la historia de la biología, lospueblos también deben recorrer un tiempo suficiente queles permita interpretarse a sí mismos. Desde poblar un te-rritorio y masacrarse por su soberanía hasta crear piezasculturales únicas, singulares, que solo pueden surgir enun espacio y tiempo concretos, el de una cultura (y no deotra), para así, tiempo más tarde, dialogar. Los puebloslatinoamericanos hemos debido reconocer nuestra his-toria, valorar sus símbolos, mitos, tradiciones, religiones;todo ese cúmulo de experiencias y saberes que, a pesarde la colonización, persiste en nosotrxs, en nuestros to-nos, pieles, rostros, lenguas: somos, sin duda, lxs atípicxs,lxs mestizxs, lxs bastardxs, lxs outliers de Occidente.

Desde el borde, entre nuestras culturas y la modernidadoccidental, hacemos de nuestras fronteras un pensa-miento crítico para superar la modernidad. El diálogoque podemos tener los pueblos que hemos estudiado,bajo la modernidad europea, y la criticamos, tanto comonos criticamos a nosotrxs mismxs: ya no es un «diálogodentro de la modernidad». Como afirma Enrique Dussel,es ya un diálogo transmoderno25, más allá de la mo-dernidad. De aquí que la conversación cultural, diplo-mática, económica que necesitamos no pueda ser ya«universal» (única, cerrada, globalizada) sino «pluriver-sal»: llena de latinoamericanxs, islámicxs, chinxs, bu-distxs, europexs, etc. Es que la presencia de la GranChina en el sistema-mundo que se avecina será unaoportunidad no solo para repensar toda la historia uni-versal (que fue escrita eurocéntrica y se encuentra enplena destrucción), sino para forjar una nueva relacióncon el Estado. Un Estado más centrado en la búsquedade un auténtico desarrollo nacional, más solidario y par-ticipativo desde sus bases sociales y comunitarias.

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Mientras tanto, la sociedad no movilizada, pasiva antelas pantallas del dominio del capital cibernético, soñaráy realizará su futuro individualista como las distopíasque, con tanta pasión, consume con voluntad de eva-sión y entretenimiento, en lugar de ver en ellas, en esasmismas distopías, una advertencia trágica respecto dela inhumanidad de los procesos que estamos viviendo.

Hacernos cargo de nuestra propia (in)humanidad es latarea del pensamiento y de la acción verdadera, estraté-gica, guiada por teorías que iluminen las nuevas luchas,los nuevos modos del activismo social, político, cultural,ecológico, que recupere las tradiciones del proletariado,actualizándolas, en el marco de investigaciones colectivasque den cuenta de la textura actual del capitalismo. Parainterpretarlo, para transformarlo, para que las luchas cris-talicen en nuevas regulaciones, en un derecho interna-cional de los pueblos, tan detestado por las grandesempresas de tecnología global, dado que no solo limitasu poder, sino que expone y revela de qué está hecho.

No estamos aquí para hacer futurología ni predicciones.Lo cierto es que el capital cibernético se fue fagocitandoel capital que conocíamos, controlándolo, ordenándoloe imponiendo nuevas normas de mercado que, en sumayoría, son antimercado, más parecidas a monopoliosque a la libre competencia. La introducción de ese capi-tal en los servicios públicos es cada vez más evidente.Durante la pandemia, en muchos casos nuestrxs hijxsdebieron aprender a través de Google Classroom: unaprivatización indirecta de la educación.

El capital cibernético tenía un solo bastión que no ha-bía podido conquistar del todo: la trama financiera, lareserva de valor internacional. El desarrollo de cripto-monedas es su modo de alcanzarla. Facebook lo estáintentando con Libra, imponiendo la hegemonía de unmodelo cibernético-corporativo. La reciente noticia26

de que China está desarrollando su propia moneda di-gital respaldada en yuanes para que sea utilizada a es-cala internacional, mediante billeteras electrónicas,

CONCLUSIONES

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CONCLUSIONES

OR Enrique Dussel: En búsqueda del sentido. Sobre el origen y de-sarrollo de una Filosofía de la Liberación, Las Cuarenta, BuenosAires, 2018.

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exhibe que la potencia de Oriente está a la altura de lascircunstancias en la batalla global por dominar el capi-tal financiero.

Luego está el 5G, que si bien ya existe en versiones pre-liminares, aún no se ha masificado. Su llegada no tar-dará, y aquel que logre captar el mercado ganaráenormes cantidades de dinero en infraestructura, pa-tentes, licencias y el control de la información al imple-mentar el protocolo con el cual «viajan» los datos. Lameta es lograr el monopolio «eterno».

¿Dónde nos paramos lxs latinoamericanxs? Como diji-mos al principio, otro camino es posible. Es falsa la di-cotomía entre un modelo y otro. Un Estado inteligente

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bajo una lógica de datos como bien común fundado enla concertación es posible. La existencia de esos mode-los en el mundo confirma que no hablamos de utopías.Hasta el capital cibernético monetario a través de crip-tomonedas ha encontrado, en países como Argentina27,respuestas que buscan mostrar esta realidad. La regióntiene la oportunidad de ser protagonista de esta vía, conuna OMC debilitada, un capital cibernético que avanzay respuestas palpables al alcance de la mano. No vaya-mos por parches y respuestas mediocres. Sindicatosfuertes, Estados inteligentes, servicios públicos de cali-dad, empleo decente para todxs, participación demo-crática en la gestión de los datos son posibles.

Hagámoslo.

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OS Esteban Magnani: «China emitirá una criptomoneda» en Página12, 2/5/2020, <www.pagina12.com.ar/262983-china-emitira-una-criptomoneda>.

OT V., por ejemplo, el sitio de Monedapar, <https://monedapar.com.ar/>.

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EDITOR

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AUTOR

Sofía Beatriz Scasserra es economista, master en Relaciones yNegociaciones Internacionales por FLACSO, Universidad deSan Andrés y Universidad de Barcelona. Candidata doctoral enEpistemología e Historia de la Ciencia, Universidad Nacional deTres de Febrero (UNTREF). Se desempeña como asesora encuestiones económicas y de comercio internacional en la Se-cretaría de Asuntos Internacionales de la Federación Argentinade Empleados de Comercio y Servicios. Es docente e investi-gadora del Instituto del Mundo del Trabajo «Julio Godio» dela UNTREF. Es especialista en Comercio Internacional e Impac-tos de la Inteligencia Artificial para la Fundación Foro del Sury asesora del senador Daniel Lovera.

Leonardo Fabián Sai es sociólogo, ensayista y docente. Sedesempeña como profesional en Políticas Socioeducativas enContextos de Vulnerabilidad Social en el Ministerio de Educa-ción de la Nación Argentina. Culminando la carrera deAbogacía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), centra suestudio en la investigación de la sociedad mundial de control,sus impactos en la subjetividad y las transformaciones en elcampo del trabajo. Es delegado gremial por el sindicato estatalUnión Personal Civil de la Nación (UPCN). Codirige la revistacultural Espectros.

La Fundación Friedrich Ebert es una institución alemana sinfines de lucro creada en 1925. Debe su nombre a FriedrichEbert, el primer presidente elegido democráticamente, y estácomprometida con el ideario de la democracia social. Realizaactividades en Alemania y en el exterior a través de programas

de formación política y cooperación internacional. La FES tiene18 oficinas en América Latina y organiza actividades en Cuba,y Paraguay, que cuentan con la asistencia de las represen-taciones en los países vecinos.

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La cuestión de los datos como nuevamateria prima de la economía escada vez más relevante, en especialdebido a las altas tasas de gananciacon que se los relaciona. Estos datosdeben ser entendidos como bienescomunes, ya que surgen de la vidamisma. La información «cruda» quese extrae tecnológicamente (a tra-vés de software y todo lo que tengaconexión a internet) del comporta-miento humano ha sido transfor-mada en materia prima del capita-

lismo tecnológico y su sociedadmundial de control. Su extracción yanálisis se realiza a través de mediosde producción inmateriales que con-forman fórmulas, algoritmos, bienesirreproducibles. Lo que da valor aesos datos no es el hecho de quesean materia prima, sino el trabajoque se les agrega al convertirlos eninteligencia mediante algoritmos.

Si queremos disputar y repartir elplusvalor generado por la explota-

ción de esa materia prima, es nece-sario crear una nueva infraestructurade Estados inteligentes, y no soloquedarnos con el acceso a los datos.Para lograrlo, se propone un pro-ceso de concertación y planificacióndemocrática, que evite caer en uncapitalismo cibernético autoritario yde vigilancia a la ciudadanía. Un Es-tado inteligente bajo una lógica dedatos como bien común fundado enla concertación es posible.

LA CUESTIÓN DE LOS DATOS Plusvalía de vida, bienes comunes y Estados inteligentes

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