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La Cátedra-equipo en la Universidad*, por EFREN BORRAJO DACRUZ 1. PRESUPUESTOS CONCEPTUALES La aceptación de los Departamentos Uni- versitarios a nivel de Facultad o inter-facul- tativos y, en su caso, de la Cátedra-equipo, como unidades de organización en las que trabajen simultáneamente varios profeso- res de distinto rango administrativo, presu- pone la aceptación previa de las siguientes distinciones y realidades: 1. Distinciones previas a) Disciplina unitaria y pluralidad de asig- naturas La primera distinción es la que se da entre disciplina científica y materias afines o partes de la misma; por ejemplo, el Derecho ad- ministrativo comprende una Parte General y numerosas materias que se integran, mal que bien, en su Parte Especial; a la vez, se- gún la perspectiva metódica que se adopte para su tratamiento, la (<materia adminis- trativa» permite hablar de Derecho admi- nistrativo sin más, de la Ciencia de la Ad- ministración, de Derecho administrativo eco- nómico, de Organización de Personal, etc. Frente a la unidad de la disciplina científica, sus «materias» y «partes» posibilitan la plu- * Este estudio se basa en el Informe presentado en la Junta de Numerarios de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid, en mayo de 1968. Se trata de una actualización y radica- lización del Informe publicado en Documentación Administrativa, enero 1964. ral/dad de asignaturas, con la consiguiente proliferación dentro de un curso o mediante extensiones para los cursos sucesivos. b) Asignaturas centrales, instrumentales y de perspectiva En segundo lugar, y en línea con la ob- servación anterior, en los Planes de Estudio de las distintas Facultades pueden clasifi- carse las asignaturas en «centrales», «ins- trumentales» y de «perspectiva»: las prime- ras constituyen el tronco disciplinar que po- sibilita la formación profesional a la que co- rresponde el título académico expedido por dicha Facultad; asignatura instrumental es la que facilita una técnica o el material que coadyuve al perfeccionamiento profesional y al dominio de las primeras y, en fin, asig- natura de perspectiva es la que permite situar a las demás del plan en un conjunto o siste- ma cultural, facilita su inteligencia, etc.; por ejemplo: en la Facultad de Derecho, el De- recho administrativo o el Derecho mercan- til, son asignaturas centrales; un curso sobre control del gasto público, o sobre contabilidad, o sobre técnica de investiga- ción social, proporcionan conocimientos utilizables al servicio de las correspondien- tes especializaciones y, en fin, estudios de Historia política y social, o sobre evolución de las instituciones jurídicas, o sobre filo- sofía, permiten superar o integrar los cono- cimientos jurídicos concretos en un con- texto cultural digno de un universitario. 36

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La Cátedra-equipo en la Universidad*, por EFREN BORRAJO DACRUZ

1. PRESUPUESTOSCONCEPTUALES

La aceptación de los Departamentos Uni-versitarios a nivel de Facultad o inter-facul-tativos y, en su caso, de la Cátedra-equipo,como unidades de organización en las quetrabajen simultáneamente varios profeso-res de distinto rango administrativo, presu-pone la aceptación previa de las siguientesdistinciones y realidades:

1. Distinciones previas

a) Disciplina unitaria y pluralidad de asig-naturas

La primera distinción es la que se da entredisciplina científica y materias afines o partesde la misma; por ejemplo, el Derecho ad-ministrativo comprende una Parte Generaly numerosas materias que se integran, malque bien, en su Parte Especial; a la vez, se-gún la perspectiva metódica que se adoptepara su tratamiento, la (<materia adminis-trativa» permite hablar de Derecho admi-nistrativo sin más, de la Ciencia de la Ad-ministración, de Derecho administrativo eco-nómico, de Organización de Personal, etc.Frente a la unidad de la disciplina científica,sus «materias» y «partes» posibilitan la plu-

* Este estudio se basa en el Informe presentado en la Juntade Numerarios de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicasde Madrid, en mayo de 1968. Se trata de una actualización y radica-lización del Informe publicado en Documentación Administrativa,enero 1964.

ral/dad de asignaturas, con la consiguienteproliferación dentro de un curso o medianteextensiones para los cursos sucesivos.

b) Asignaturas centrales, instrumentales yde perspectiva

En segundo lugar, y en línea con la ob-servación anterior, en los Planes de Estudiode las distintas Facultades pueden clasifi-carse las asignaturas en «centrales», «ins-trumentales» y de «perspectiva»: las prime-ras constituyen el tronco disciplinar que po-sibilita la formación profesional a la que co-rresponde el título académico expedido pordicha Facultad; asignatura instrumental esla que facilita una técnica o el material quecoadyuve al perfeccionamiento profesionaly al dominio de las primeras y, en fin, asig-natura de perspectiva es la que permite situara las demás del plan en un conjunto o siste-ma cultural, facilita su inteligencia, etc.; porejemplo: en la Facultad de Derecho, el De-recho administrativo o el Derecho mercan-til, son asignaturas centrales; un cursosobre control del gasto público, o sobrecontabilidad, o sobre técnica de investiga-ción social, proporcionan conocimientosutilizables al servicio de las correspondien-tes especializaciones y, en fin, estudios deHistoria política y social, o sobre evoluciónde las instituciones jurídicas, o sobre filo-sofía, permiten superar o integrar los cono-cimientos jurídicos concretos en un con-texto cultural digno de un universitario.

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c) Asignaturas obligatorias, alternativas yfacultativas

En tercer lugar, y siempre en la misma lí-nea argumenta!, las asignaturas deberántener distinto carácter ante el alumno: unas,las centrales, serán obligatorias; pero lasdemás, dada su finalidad, podrán ofrecersecomo alternativas (a elegir una entre variasde una lista cerrada), o facultativas sin más(a elegir una entre varias de una lista abier-ta). Se potencia, así, la articulación en losdistintos cursos del Plan de Estudios delas numerosas materias concretas en que,al buscar la especialización, se puede frag-mentar el contenido de cada disciplina cien-tífica.

d) Cursos generales y especiales

En el sistema universitario pueden com-patibilizarse perfectamente el curso generaly los cursos especiales dentro o en relacióncon una misma disciplina y sus materias afi-nes: el primero, con sus dos, tres o cuatrohoras semanales a lo largo de un curso, esmuy apropiado para ofrecer los «Elementos»o «Instituciones» de la disciplina y convienetambién a los cursos comunes de la carrera;por su parte, los cursos especiales puedenrecoger una materia o parte de dicha disci-plina con un marcado carácter monográfico,o pueden destinarse a las materias de otrasdisciplinas cuyo 'conocimiento exige la es-pecialización o que simplemente la com-pletan o depuran; serán, pues, cursos cua-trimestrales, o de dos horas semanales alo largo del año académico, muy apropiadospara los estudios finales de la carrera (cuar-to y quinto y, acaso, en algún curso an-terior).

e) Métodos de enseñanza

En la actualidad el curso magistral, con susexposiciones orales a cargo del profesor(catedrático, en principio) y la actitud pasivadel alumno, son la dominante realidad enla Universidad continental, o äl menos enEspaña. Las consecuencias son desastro-sas, como ya puso de manifiesto Olavideen 1769:

«Tenemos por estilo absurdo y digno decorregirse el que los catedráticos dicten ylos discípulos escriban todos los días sus

lecciones. Este método no produce otroefecto que el de hacer perder a los mucha-chos el tiempo y la letra. El mejor sería te-ner cursos buenos y aprobados por los quetodos estudiasen y la ocupación del cate-drático no fuese otra que la de irles expli-cando las lecciones, con la voz viva, exami-nando en las siguientes, si los discípuloshabían entendido la explicación anterior,preguntándoles salteadamente y haciéndolesconcurrir entre si, después de suponerse re-pasados por sus pasantes en los mismos ejer-cicios».

El curso magistral es un buen método deenseñanza, pero pierde su utilidad cuandose convierte en único. A su lado hay que po-ner el Seminario, la clase práctica con tra-bajos a cargo del alumno, o un sistema mix-to de explicación, control de comprensióny aprendizaje y trabajos dirigidos. A su vez,hay que referir al «libro» muchas de las in-formaciones que hoy día se realizan oralmen-te ocupando las clases: en principio, elalumno deberá acudir a la reunión con elprofesor con la lección estudiada; de ahí lanecesidad de crear tiempo y demás condi-ciones para que pueda valerse de lecturasprevias; la clase servirá, fundamentalmente,para resolver problemas y convertir lo estu-diado en sabido: delimitación conceptual,proceso argumenta!, conexiones con otrosconocimientos, dominio del dato, etc. El librode texto (Manual, Compendio, Guión, casinunca el Tratado) y la bibliografía mínimay actualizada para cada tema o serie de te-mas son, así, los grandes aliviaderos de laclase y salvan a ésta, y a sus participantes,de las grandes trampas de la rutina y laadhesión apática.

El juicio que el curso magistral, en suforma actual, merece de los alumnos sepronuncia todos los días con su ausenciaen masa.

2. Articulación de los Planes de Estudios

La primera consecuencia de la aceptaciónde las distinciones anteriores será, posible-mente, la revisión y actualización de losPlanes de Estudios en aquellas Facultadesque siguen aferradas a un propósito de for-mación enciclopédica del alumno mediantela organización de la enseñanza dentro de

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un cuadro único, con asignaturas comunesy obligatorias para todos los alumnos; éstees libre para ingresar o no en la Facultad,pero una vez que entra en ella su propiojuicio, con la valoración de las exigenciaso conveniencias de su futura orientaciónprofesional, no encontrará ocasión de apli-carse.

Las consecuencias, en la realidad, sonconocidas: de una parte, el profesor (ca-tedrático, en principio) se ve condenado auna labor docente monótona, que propiciaal hastío, frustra —y esto es más grave— lasposibilidades de tiempo y de atención para lainvestigación y el desarrollo monográficode ciertas cuestiones; de otra parte, el alum-no no alcanza un conocimiento profesional,es decir, suficiente, de las materias, tieneque consumir un período de varios años dela posgraduación antes de su asentamientosocial y económico como licenciado, etc.En la práctica, sin embargo, unos y otrosburlan la norma legal: el profesor explicacon gran extensión el concepto, método yfuentes de la disciplina y luego se detieneen alguna institución, o parte, de su agrado(a veces, pura reliquia histórica), y el alum-no, por su lado, se limita a preparar díasantes de cada examen los resúmenes delos apuntes que ha hecho un compañeroanónimo.

Frente al cuadro único, con asignaturasque tratan de presentar una disciplina cien-tífica completa, exclusivamente a través decursos magistrales, parece imponerse comoprimera medida la configuración de nuevosPlanes de Estudios con un tronco común adesarrollar en los dos o tres primeros cur-sos, y en los últimos años cuadros múltiplesde asignaturas, de acuerdo con un esquemarealista de las salidas profesionales. Además,cada una de estas ramas de especializacióncomprenderá, a su vez, nuevas ramificacic-nes en las que, sobre las líneas impuestasde asignaturas centrales, se ofrezcan a lailusión de los que van a enseñar y a apren-der numerosos cursos de materias concre-tas, que posibiliten el dominio en profundi-dad de las instituciones o cuestiones másactuales, más vivas, más formativas, etc.

El cuadro final de las asignaturas cuyaaprobación habilite para la obtención delTítulo resultaría, entonces, de la combina-ción de la experiencia de los profesores, que

fijan las asignaturas comunes y obligatoriasen la carrera y en cada rama de la especia-lización, y de los intereses y valoracionesde cada uno de los alumnos. Al final, laUniversidad resulta más digna de su nom-bre: más rica y más varia.

3. Niveles o grados académicos

En fin, entre otras cuestiones previas con-vendrá analizar con rigor y realismo, la con-veniencia, si es que no la necesidad, deque se rompa con el grado único universita-rio que es el de Licenciado, y que se orde-nen las enseñanzas de las Facultades entres niveles, a saber:

— El primero, después de tres o cuatrocursos de estudios, que habilitaríapara ciertos cometidos profesionales;serviría, además, para satisfacer eseprejuicio social, de graves consecuen-cias en la sociedad de masas, de al-canzar, en cualquier caso, un diplomauniversitario.

— El segundo, de especialización, condos cursos, que sustituirían al de Li-cenciado en su forma actual.

— En la cima, el de Doctorado, de altaespecialización, con marcada orien-tación hacia la enseñanza en las pro-pias Facultades Universitarias o enlos grados superiores de la media yanáloga.

En todo caso, parece que se impone lareestructuración del Doctorado, con lo que,al menos, se abriría una orgEnización endos niveles: el de Licenciado, con cuatrocursos como máximo, y el de Doctor, conuno o dos y un trabajo de investigaciónserio en un centro universitario u homolo-gado por la Universidad.

La existencia de dos o de tres grados uni-versitarios casaría muy bien con algunasde las exigencias siguientes:

a) La descentralización universitaria

La descongestión de la Universidad me-diante la descentralización de las faculta-des; una amplia red de institutos y centrosen las cabeceras de región socioeconómica

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podría atender a los primeros cursos, sincomprometerse en la organización de losestudios de alta especialización; tales cen-tros e institutos superiores quedarían bajola tutela de las facultades universitarias, alas que tendrían acceso los diplomados,previo examen de admisión.

b) Los cursos de posgraduados

La exigencia de un segundo o de un tercernivel universitario crearía la oportunidadde que antiguos alumnos, después de va-rios años de ejercicio profesional, pudieranvolver a la Universidad para actualizar ocompletar sus conocimientos. Las facul-tades españolas perderían esa dimensión«adolescente» que hoy día las caracteriza, yel profesor tomaría contacto con un audito-rio que por su afán de saber y su experien-cia le obligarían a una preparación seriay cuidadosa de sus cursos.

II. EL PROFESOR UNIVERSITARIO

El análisis anterior hay que completarlocon dos nuevas distinciones, íntimamenterelacionadas entre sí, a saber: por un lado,entre la exposición de la asignatura y larealidad de las funciones que exige la Uni-versidad para cumplir con su misión, y deotro lado, entre el catedrático y el profeso-rado universitario.

1. Las funciones universitarias

En relación con el primer punto, la reali-dad actual se agota, salvo excepciones vo-luntariosas, en una enseñanza predomi-nantemente teórica, a un nivel digno, perodominado por las generalidades, y en elagobiante examen final para determinar elgrado de conocimientos del alumno. Claseoral y examen escrito: tales son los puntoscentrales de la labor universitaria actual.Las clases prácticas, los trabajos dirigidos,la participación del alumno en los escasosy mal dotados laboratorios y seminarios,es una actividad teórica más: indican lo quese podría hacer, pero la experiencia repetiday formadora no se alcanza.

Ahora bien, una Facultad universitariadigna de su misión a la altura de nuestrostiempos, exige, casi siempre en cada dis-ciplina central, el desarrollo riguroso y efec-tivo del siguiente cuadro funcional:

a) Cursos sistemáticos elementales.b) Cursos sistemáticos monográficos (o

de especialización).

c) Cursillos monográficos, complemen-tarios o de perfeccionamiento profesional,especialmente dirigidos a graduados.

d) En relación con los tres apartados an-teriores, verificación y control de los logrosde los alumnos mediante reuniones de gru-pos reducidos de trabajo, despacho per-sonal con el alumno, indicación de biblio-grafía o aclaraciones directas e inmediatas,repetitorios cuando procedan, pruebas par-ciales, entrenamiento para la labor conti-nuada a lo largo de todo el curso, etc.

e) Seminarios de investigación, en sudoble vertiente de indicación y de progresoen la investigación propiamente dicha (conel cuerpo de profesores colaboradores, conespecialistas de otros centros, etc.).

f) Constitución y mantenimiento de losservicios de documentación, información bi-bliográfica, laboratorios, archivos, de rela-ción científica dentro y fuera del país, etc.

g) Participación activa en las juntas decoordinación de programas y, en general,de la enseñanza dentro de cada curso, De-partamento o Sección de la Facultad, encomisiones de otros servicios (obras, ad-quisición de material, admisión de per-sonal etc.).

h) Representación en congresos, asam-bleas y reuniones científicas, con la redac-ción de ponencias, presentación de comu-nicaciones, preparación previa de las inter-venciones, etc.

i) Publicaciones y demás actividades si-milares.

Hay otras muchas funciones, pero el cua-dro anterior recoge, posiblemente, las mássignificativas; en cualquier caso, contrastanotablemente con el estrecho marco fun-cional en que tiene que desenvolverse laactividad académica actual, en la que la fi-jación de un calendario de exámenes, porejemplo, constituye un grave problema conderivación conflictiva.

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2. La plantilla de profesores

En la Universidad española actual no haymás que dos situaciones de marcado carác-ter profesional, a saber: la de catedráticonumerario y la de bedel. El personal admi-nistrativo adscrito a las secretarías y, sobretodo, a bibliotecas, seminarios, laboratoriosy demás servicios, en la mayoría de los casosno es de plantilla; hay algunos, muy pocos,funcionarios de carrera, que salvan siemprelas dificultades administrativas a base deuna dedicación sin límite horario, y el restocorresponde a interinos y eventuales.

En la línea estrictamente académica lafigura del profesor se agota, jurídicamente,en el catedrático: el adjunto no tiene statusprofesional, sus ingresos son mínimos ysu nombramiento temporal; correlativamen-te, disfruta de un cometido impreciso, quela legislación concreta en la sustitución delcatedrático en sus clases orales cuandoéste está ausente por enfermedad, etc.; elprofesor ayudante ocupa una posición sim-bólica, de ahí sus retribuciones entre 2.000

pesetas mensuales si pertenece a una mi-noría de privilegiados, y de 0 .500 anuales!:muchas veces recibe un simple oficio dereconocimiento y gratitud. Su cometido es,también, de máxima imprecisión.

La consecuencia es, entonces, obvia: elcatedrático es el profesor para todo, al me-nos legalmente, y a él corresponden, enprincipio, el desempeño de todas y cadauna de las funciones propias de la ense-ñanza y de la investigación en su Facultad.La realidad ya quedó apuntada: la clase oraly, a veces, la calificación final, es todo loque cabe hacer en la clase congestionadapor una multitud creciente de alumnos, conla consiguiente sensación de frustracióndel profesor y de desamparo de aquellos.

3. El aumento de las plantillas de profesoresy la distribución de las funciones univer-sitarias.

La conclusión política que se impone es,sin ninguna duda, ésta: el incremento masi-vo del número de alumnos de las facultadesuniversitarias ha de ir acompañado de unincremento proporcional en el número deprofesores.

Ahora bien, es posible que no se resuelvael problema con una simple expansión de

las plantillas de profesores: las observacio-nes previas parecen aconsejar:

— Primero, que se rompa con el prejuiciode que profesor universitario es iguala catedrático, y se vaya, por tanto, ala diversificación de las categorías pro-fesionales a la vez que se incrementasu número.Segundo, que se opere simultáneamen-te una distribución razonable de lasdistintas funciones a que conduce laoperación paralela de romper con elprejuicio de que la labor académica secentra en la exposición de un cursomagisral y en la calificación final.

3.1 El desdoblamiento de cátedra

La ley de Ordenación de la Universidad,de 1943, había previsto la posibilidad de queante un curso especialmente numeroso lascátedras se desdoblasen, pero esta soluciónse ha aplicado muy tímidamente, de hechose ha reducido a las universidades de Ma-drid y Barcelona, y, en todo caso, ha venidoa ser una solución unilateral por sus conse-cuencias:

— Hipertrofia el número de catedráticosdentro de la misma Facultad, con lasconsiguientes dificultades de organi-zación, al exigir una imposible «cola-boración entre iguales».

— En la práctica, eleva los costos en elcapítulo, siempre peligroso, de losgastos generales, ya que cada catedrá-tico tiende a disponer de un «terrenopropio», con la consiguiente separa-ción de los seminarios, de los labora-torios, con la adscripción ad personamdel equipo de colaboradores y ayu-dantes, etc.

El desdoblamiento de cátedra puede seruna exigencia del número de alumnos, dela calidad del trabajo, etc.; aumenta el nú-mero de oportunidades profesionales antelos universitarios con vocación por la ense-ñanza y la investigación, etc., pero al apli-carse como solución única o predominantepeca por insuficiente.

3.2 La necesidad de profesorado intermedio

La Universidad tiene que aceptar las exi-gencias técnicas inherentes a cualquier

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unidad económica y social en la rica y com-pleja sociedad de nuestro tiempo: al orga-nizarse para cumplir adecuadamente sufunción, tendrá que contar con puestos in-termedios en sus cuadros de personal.

Las razones que abonan esta conclusión,por demás obvia, son, seguramente, las dossiguientes:

a) Diversidad funcional o desdoblamientode cursos

Las funciones universitarias son, por supropia naturaleza, múltiples y diversas y sejerarquizan, por tanto, de acuerdo con suentidad; de ahí que se correspondan, ra-zonablemente, con un cuadro de personalacadémico también plural y diversificado,con distintas categorías profesionales.

La división con criterios puramente cuan-titativos de los cursos numerosos es, así,una solución incompleta: la formación decada alumno presupone la realización demúltiples funciones (enseñanza de técnicaselementales de trabajo, corrección de ensa-yos, repetición de experiencias, verificaciónde asiduidad y aprovechamiento, etc.) que,por sí mismas, no pueden exigirse a un pro-fesional de alta calificación. La duplicadao triplicada retribución no sería, en estoscasos, compensación natural: tal exigencia,por sí misma, sería un despilfarro de capa-cidades profesionales y de recursos eco-nómicos.

La Universidad está obligada a cumplirtodas las funciones que son propias parael logro de su misión, y el alumno, en sucaso concreto, tiene derecho a que se sir-van sus intereses de formación teórica y deadiestramiento profesional. Pero la soluciónrazonable parece estar en que el resultadofinal sea fruto de un trabajo colectivo, enel que distintos profesionales de distintasy complementarias categorías administra-tivas, trabajen dentro de un esquema orgá-nico, según un programa previamente de-terminado y con una dirección.

b) Carrera profesional

La aceptación de distintas categorías pro-fesionales, en las que se cumplan los pre-supuestos de toda profesión (cometido es-pecífico, retribución suficiente, abundanciade los medios e instrumentos de trabajo que

permitan la obra bien hecha, etc.) resuelve,por otra parte, el gravísimo problema de lacarrera hacia el profesorado dentro de lapropia Universidad.

En el momento actual, la iniciación en talcarrera cuenta con algunas posibilidades:el joven licenciado, de veintiuno a veintitrésaños como promedio, se basta con la becade ayuda a la investigación, de 3.500 o de5.000 pesetas mensuales, máxime si añadelas 2.000 pesetas de una de las escasasayudantías retribuidas y se mantiene en lalínea de austeridad, vida social informal,etcétera, de sus años de estudiante; perocuando alcanza el grado de doctor y avanzaen edad y, normalmente, en sabiduría, suúnica posibilidad de asentamiento, socialmáxime si aspira a realizar sus derechosnaturales de constituir una familia propia,están, exclusivamente, en el ejercicio pro-fesional fuera de la Universidad.

El efecto automático de esta situaciónmarginal es doble: por una parte, dada sunormal progresión en el dominio de la pro-fesión, encuentra mejores oportunidadesprofesionales en la sociedad, con lo que al-canzará muy pronto niveles económicos querestan alicientes al primitivo proyecto queofrece, tan solo, prestigio y satisfacción vo-cacional; por otra parte, a resultas de esamás intensa vinculación a las actividadesextrauniversitarias que constituyen su me-dio de vida, pierde sus oportunidades detiempo para colaborar con la cátedra a laque está adscrito. En un determinado mo-mento, cuando se ha avanzado por uno yotro lado, se produce esa situación extra-ñísima en que se encuentran algunos pro-fesores intermedios del actual sistema: co-bran un sueldo bajo pero, a cambio, acudenal centro contadas horas a lo largo del curso(sustituciones, exámenes, y poco más).

4. El Departamento como marco de lacátedra-equipo

4.1 El profesor agregado

La ley 83/1965 ofreció una respuesta fle-xible y realista al configurar el Departamentocomo el marco institucional de la cátedra-equipo, con una pluralidad de profesoresuniversitarios, cada uno con una situación

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profesional determinada. Acaso las reservasque precedieron a la aprobación de la leyy la falta de precisión en ésta del cometidoasignado en concreto a dichos profesores,hayan mantenido la incomprensión haciasus virtudes indudables.

La creación del puesto del «profesor agre-gado», como profesor intermedio entre elcatedrático y el adjunto, si respeta la fiso-nomía de uno y otro puesto, es, posible-mente, la respuesta satisfactoria a una ne-cesidad de los alumnos, de los aspirantesal profesorado y de la misma Universidad.

El agregado puede ya, por su capacidady por disposición de la ley, hacerse cargode cursos regulares en el orden de la ense-ñanza, y enriquecer las posibilidades de lainvestigación al potenciar la función de co-laboración. Es decir, con la dotación de unao varias agregadurías por cada Cátedra oDepartamento se equilibra la relación alum-nos-profesor y a la vez se colocan juntosa especialistas múltiples en una misma ma-teria o en materias afines, rompiendo conello la frustradora soledad del investigadorúnico.

4.2 Ordenación de/ trabajo colectivo

Ahora bien, al fijar los cometidos delagregado, del adjunto o del profesor ayu-dante y de los demás colaboradores de lacátedra-equipo o del Departamento, es detodo punto necesario que se respeten losnuevos principios de organización funcionalpropios de la Universidad de nuestro tiem-po: el agregado no puede ser un simple sus-tituto del catedrático en su simple funciónde exposición oral y calificación final.

El trabajo universitario, al contar con dis-tintos profesores, tales como catedráticos,agregados, adjuntos y ayudantes, todos de-bidamente retribuidos en correlación con

sus funciones concretas, deberá ser trabajocolectivo, y como tal, organizado.

La programación del curso en la Facultady en la cátedra dentro de un plan de estu-dios vario, pasa a ser una función universi-taria de primer orden, pues en ella se fijaránlos cursos generales y especiales a pro-fesar, los estudios monográficos a promo-ver, las pruebas de verificación de logros delos alumnos, etc., y, a la vez, se efectuarála distribución de cometidos.

El catedrático, por ejemplo, podrá reser-varse el desarrollo de un curso de especia-lización, y los agregados atenderían en-tonces, en gran medida, los cursos genera-les previa distribución de los alumnos engrupos de X componentes; las clases prác-ticas, repetitorios, corrección de ensayos,experimentación elemental, etc., serían dela incumbencia de otros profesores inter-medios. Pero puede invertirse el sistema: yel agregado o agregados, así corno los ad-juntos, podrían exponer cursos de especia-lización (alternativos, facultativos, o tambiénobligatorios) en los que aprovechasen suspersonales trabajos de investigación decara a una publicación posterior, mientrasel catedrático profesaba entonces el cursogeneral de iniciación en su disciplina cien-tífica.

El Plan de Trabajo, en fin, discutido yaprobado en reuniones del personal delDepartamento, formalizado en programasy expuesto al alumnado del curso al cerrarseel inmediato anterior, introduciría, por suparte, un elemento de seriedad y de ordenen la vida universitaria que sólo beneficiospuede reportar a ésta y a sus hombres.

El Departamento, con personal debida-mente retribuido y preparado, sería, por suparte, la pieza orgánica que la Facultad nece-sita para superar su fase actual de «federa-ción de cátedras».

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