La crónica periodística en Latinoamérica

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La crónica periodística en Latinoamérica Puntos de partida y herramientas Juan Carlos Simo / [email protected] Los seres humanos perdemos la vida buscando cosas que ya hemos encontrado. Todas las mañanas, en cualquier latitud, los editores de periódicos llegan a sus oficinas preguntándose cómo van a contar la historia que sus lectores han visto y oído decenas de veces en la televisión o en la radio, ese mismo día (…) el periodismo ha resuelto el problema a través de la narración, pero a los editores les cuesta aceptar que esa es la respuesta a lo que están buscando desde hace tanto tiempo. Tomás Eloy Martínez Periodismo y Narración: Desafíos para el Siglo XXI La narración es la apuesta y la esperanza del periodismo escrito en un entorno mediático cambiante y marcado por la irrupción de los nuevos medios o dispositivos de para la producción, recepción y circulación de la información. Es el arma que ya en 1997, durante una conferencia en Guadalajara, México, el periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez llamaba a empuñar para sostener el arte de contar buenas historias y con rigor profesional en medios que no logran encontrar el rumbo en medio de los profundos cambios culturales y tecnológicos que se viven. Trece años después, acentuado el declive de la prensa gráfica, esta esperanza sigue siendo la apuesta de muchos cronistas que sostienen el género en revistas como Rolling Stone, Gatopardo, Etiqueta Negra, Soho, el Malpensante, y otras, en distintos países de Latinoamérica. Esta alianza entre la narrativa y el periodismo no es nueva, desde luego. Debido al auge que tuvo el llamado Nuevo Periodismo en Estados Unidos y su bautizada expresión como “non-fiction”, se cree que fue allí y con escritores como Truman Capote (el autor de A sangre fría) donde comenzó. Pero no es así, aclara la venezolana Susana Rotker en La invención de la crónica: “Las crónicas modernistas son los antecedentes directores de lo que en los años 50 y 60 de este siglo habría de llamarse ‘nuevo periodismo’ y ‘literatura de no ficción’”. Los protagonistas, autores como José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío, que publicaron incluso en Argentina.

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La crónica periodística en LatinoaméricaPuntos de partida y herramientasJuan Carlos Simo / [email protected]

Los seres humanos perdemos la vida buscando cosas que ya hemos encontrado. Todas las mañanas, en cualquier latitud, los editores de periódicos llegan a sus oficinaspreguntándose cómo van a contar la historia que sus lectores han visto y oído decenasde veces en la televisión o en la radio, ese mismo día (…) el periodismo ha resuelto el problema a través de la narración, pero a los editores les cuesta aceptar que esa es la respuesta a lo que están buscando desde hace tanto tiempo.

Tomás Eloy MartínezPeriodismo y Narración: Desafíos para el Siglo XXI

La narración es la apuesta y la esperanza del periodismo escrito en un entorno mediático cambiante y marcado por la irrupción de los nuevos medios o dispositivos de para la producción, recepción y circulación de la información. Es el arma que ya en 1997, durante una conferencia en Guadalajara, México, el periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez llamaba a empuñar para sostener el arte de contar buenas historias y con rigor profesional en medios que no logran encontrar el rumbo en medio de los profundos cambios culturales y tecnológicos que se viven.

Trece años después, acentuado el declive de la prensa gráfica, esta esperanza sigue siendo la apuesta de muchos cronistas que sostienen el género en revistas como Rolling Stone, Gatopardo, Etiqueta Negra, Soho, el Malpensante, y otras, en distintos países de Latinoamérica.

Esta alianza entre la narrativa y el periodismo no es nueva, desde luego. Debido al auge que tuvo el llamado Nuevo Periodismo en Estados Unidos y su bautizada expresión como “non-fiction”, se cree que fue allí y con escritores como Truman Capote (el autor de A sangre fría) donde comenzó. Pero no es así, aclara la venezolana Susana Rotker en La invención de la crónica: “Las crónicas modernistas son los antecedentes directores de lo que en los años 50 y 60 de este siglo habría de llamarse ‘nuevo periodismo’ y ‘literatura de no ficción’”. Los protagonistas, autores como José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío, que publicaron incluso en Argentina.

Dice T.E. Martínez que con ellos, “por primera vez, fundieron a la perfección la fuerza verbal del lenguaje literario con la necesidad matemática de ofrecer investigaciones acuciosas, puestas al servicio de todo lo que sus lectores querían saber. Fue Martí el primero en darse cuenta de que escribir bien y emocionar al público no son algo reñido con la calidad de la información sino que, por lo contrario, son atributos consustanciales a la información. Tal como Pulitzer lo pedía, Martí y Darío pero sobre todo Martí usaron todos los recursos narrativos para llamar la atención y hacer más viva la noticia. No importaba cuán larga fuera la información. Si el hombre de la calle estaba interesado en ella, la leería completa”.

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El surgimiento de este tipo de crónicas surge alrededor de 1880, en un contexto en el que, dice Rotker, la prensa europea tendía a editorializar más y que la norteamericana privilegiaba la noticia”. En ese marco, los cronistas apuestan por textos que defienden “el yo del sujeto literario y el derecho a la subjetividad”, textos que sin dejar de aspirar a hablar sobre “lo real” lo hacen utilizando las técnicas de la literatura.

Finalmente, no sólo estos cronistas de fines de siglo XIX aparecen como los antecedentes del “non fiction” estadounidense, sino que casi una década antes de A sangre fría (1966), el argentino Rodolfo Walsh irrumpe con Operación Masacre (1957), una profunda investigación periodística con fuerte marca literaria para revelar los fusilamientos clandestinos con los que la autodenominada Revolución Libertadora aplastó la resistencia al derrocamiento de Perón en 1956.

Una definición posible. Realizado este recorrido histórico, sabiendo ya que partiremos de la aceptación de que la crónica es el gran género del periodismo narrativo en nuestra región, que se inicia en las décadas previas a 1900, y que se trata de textos que sin dejar de lado el compromiso periodístico, apuesta a lograr un relato enriquecido por los recursos literarios, intentaremos una definición más técnica.

Nos resultará útil la que brindan en La crónica periodística los docentes Peralta y Urtasun, con la que se abarca no sólo a las grandes crónicas que publican firmas reconocidas sino también a aquellas de menor despliegue en la prensa diaria y con menores aspiraciones artísticas que las otras:

“Consideraremos crónica periodística al género que tiene como función comunicativa explícita la de informar y que se construye con una estructura textual en la que predomina el tipo narrativo”.

-Se representan acciones que suceden en un tiempo y un espacio dados.

-En distintos episodios

-Las descripciones son clave

-Hay estructuras textuales argumentativas (se incluyen conclusiones, interpretaciones sobre los hechos narrados).

La importancia de lo singular. Ya vimos cómo T.E. Martínez pondera la narración casi como la salvación del periodismo escrito. El mismo autor da, en Periodismo y Narración… otra sugerencia clave:

“La gran respuesta del periodismo escrito contemporáneo al desafío de los medios audiovisuales es descubrir, donde antes había sólo un hecho, al ser humano que está detrás de ese hecho, a la persona de carne y hueso afectada por los vientos de la realidad. La noticia ha dejado de ser objetiva para volverse individual. O mejor

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dicho: las noticias mejor contadas son aquellas que revelan, a través de la experiencia de una sola persona, todo lo que hace falta saber”.

Destacar lo particular en contraposición con lo abstracto y lo general es vital. Si nos proponemos argumenta esta postura de T.E. Martínez desde un lugar más teórico, hay que acudir a la distinción entre el pensamiento paradigmático y el pensamiento narrativo.

Así, por ejemplo, resume el psicólogo Alfredo Ruiz esta contraposición:

“Mientras que el pensamiento paradigmático llega a ser abstracto debido a que está interesado en los aspectos conceptuales más universales o generales, la capacidad abstractiva del pensamiento narrativo surge de su interés por lo particular (…)El contar historias es un procedimiento opuesto al pensamiento paradigmático, ya que la historia surge de lo que es absolutamente particular, de lo que es sorpresivo, inesperado, anómalo, irregular o anormal”.

Todo esto, bajo presión. Esta importancia de lo particular y de lo subjetivo, sin marginar el rigor profesional, tiene una característica adicional cuando se piensa de la crónica periodística: debe realizarse bajo la urgencia del trabajo acotado de los medios de comunicación, con plazos exiguos de cierre.

Por eso el escritor y cronista mexicano Juan Villoro define a la crónica como “literatura bajo presión”. Por estas urgencias y esta fe en las herramientas de la literatura para narrar de mejor forma los hechos, tomando:

-de la novela, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes

-del reportaje, los datos inmodificables

-del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica

-de la entrevista, los diálogos

-y del teatro moderno, cómo montarlos.

Las otras sugerencias de los grandes cronistas ya las resumieron ustedes, en www.cronistas.wikispaces.com.

Bibliografía-Martínez, Tomás Eloy. Periodismo y Narración: Desafíos para el siglo XXI. Disponible en:

http://www.fnpi.org/fileadmin/documentos/imagenes/Maestros/Textos_de_los_maestros/periodismo.pdf

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-Peralta y Urtasun, La crónica periodística. Lectura crítica y redacción. La Crujía Ediciones. Buenos Aires, Argentina. 2004.

-Rotker, Susana. La invención de la crónica. Ediciones Letrabuena. Buenos Aires, Argentina. 1992.

-Ruiz, Alfredo. La narrativa en la Terapia Cognitiva Post-Racionalista. Disponbile en:

http://www.inteco.cl/articulos/002/doc_esp2.htm

-Villoro, Juan. Safari accidental. Planeta. México, 2005.