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  • Coleccinmonografas fedea

  • La Crisis de la Economa Espaola.Anlisis Econmico de

    la Gran Recesin

    monografas

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    FEDEA Fundacin de Estudios de Economa AplicadaISBN: xxxxxxxxxxxxxxxxxxDepsito legal: xxxxxxxxxxxxxxxxxx

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  • 5ndiceIntroduccin ............................................................................................... 7Samuel Bentolila, Michele Boldrin, Javier Daz-Gimnez y Juan J. Dolado,coordinadores

    1. La recuperacin que no fue

    Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo? ....................................... 35Mximo Camacho, Gabriel Prez-Quirs y Pilar PoncelaComentarios de Antoni Espasa

    2. El crecimiento que fue y la recesin que es

    La crisis espaola desde una perspectiva mundial .................. 79Jess Fernndez-Villaverde y Lee OhanianComentarios de Jaume Ventura

    Eppur si Muove! Espaa: Creciendo sin un modelo ............. 165Michele Boldrin, J. Ignacio Conde-Ruiz y Javier Daz-GimnezComentarios de Rodolfo E. Manuelli

    El papel de la construccin en el auge y la cada de los precios de la vivienda en Espaa ............................................................ 247Carlos GarrigaComentarios de Jos Garca-Montalvo

  • 63. Tres problemas estructurales espaoles

    Paro y empleo temporal durante la crisis: Una comparacin entre Francia y Espaa ..................................................................................... 311Samuel Bentolila, Pierre Cahuc, Juan J. Dolado y Thomas Le BarbanchonComentarios de Gilles Saint-Paul

    Concedieron las cajas buenas crditos malos? Gobierno corporativo, capital humano y carteras de crditos ............................................................................................................................ 351Vicente Cuat y Luis GaricanoComentarios de Rafael Repullo

    El enigma de los concursos empresariales en Espaa y la crisis .................................................................................................................................. 399Marco Celentani, Miguel Garca-Posada y Fernando Gmez PomarComentarios de Tano Santos

    4. Cuestiones de poltica fi scal para el presente y el futuro

    Espaa, Japn y los peligros de una contraccin fi scal prematura ..................................................................................................................... 471R. Anton Braun y Javier Daz-GimnezComentarios de Josep Pijoan-Mas

    La subida del impuesto sobre el valor aadido en Espaa: demasiado cara y demasiado pronto .................................................. 523Juan C. Conesa, Javier Daz-Gimnez, Julin Daz-Saavedray Josep Pijoan-MasComentarios de Juan F. Rubio-Ramrez

    ndice

  • Introduccin

    Samuel Bentolila, Michele Boldrin,Javier Daz-Gimnez y Juan J. Dolado

    (coordinadores)

    Este volumen est dedicado a las polticas econmicas que podran contribuir a que Espaa escapase de una dramtica crisis econmica que dura ya tres aos. Una crisis que haba venido gestndose durante un periodo ms prolongado y cuyos orgenes se remontan a un pasado lejano; a polticas econmicas pretritas que, desgraciadamente, an siguen vigentes. Por tanto, y pese a su apariencia acadmica, ste es un volumen aplicado que discute polticas econmicas reales, aun cuando stas apenas reciban un tratamiento explcito en los ensayos aqu recogidos, al dedicarse primordialmente stos a analizar hiptesis, hechos, modelos y mecanismos de causalidad. Es decir, el tipo de cosas que deberamos conocer, y conocer bien, antes de disear polticas econmicas. La idea es que, a fi n de que las polticas econmicas tengan un mnimo sentido y sean efi caces (y no lesivas, que es lo que suele suceder con muchas de ellas), estas polticas deben basarse en un anlisis econmico riguroso e incorporar la triste, pero invariablemente cierta, refl exin de que en Economa, al igual que en cualquier otro mbito de la vida nada es gratis.

    Entendemos que esta metodologa ya no est de moda y que se la considere especialmente molesta en estos das en que las decisiones cruciales de poltica econmica se adoptan con arreglo a encuestas de opinin, intereses electorales, fi liaciones partidistas e ideolgicas, cabildeos de grupos de inters diversos e incluso preferencias personales de, o lealtades hacia, dirigentes polticos. Pese a todo esto, y quizs por ello mismo, los editores de este volumen prefi eren insistir en que las buenas polticas econmicas deben fundamentarse en un anlisis socioeconmico serio. Y en este volumen lo hay.

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  • 8Samuel Bentolila / Michele Boldrin / Javier Daz-Gimnez / Juan J. Dolado

    En opinin de los editores y, nos atreveramos a decir, tambin de los autores que han contribuido a este volumen, los ensayos aqu recogidos deberan leerse, al menos en Espaa, como prolegomena a cualquier poltica macroeconmica razonable futura. El objetivo es que sean los pilares de un anlisis sistemtico orientado a identifi car las causas de la enfermedad, la forma en que sta se propag por el cuerpo de la sociedad, su situacin actual y su evolucin probable. La ltima palabra no es nuestra: es preciso realizar nuevas investigaciones, como las parcialmente completadas desde la celebracin de esta conferencia, hace casi un ao, y como las que se acometern en el futuro. Con todo, los ensayos aqu incluidos constituyen un esfuerzo singular por cimentar las futuras polticas econmicas sobre una base slida; un esfuerzo que podra servir como ejemplo para el futuro y como estmulo crtico a los dirigentes polticos de cualquier fi liacin. Algunos de los mejores economistas espaoles, junto a una serie de afamados colegas internacionales, utilizan los instrumentos del anlisis econmico contemporneo para tratar de comprender lo que est pasando en Espaa y sus causas. Aunque el anlisis podra an resultar incompleto, el diagnstico es ahora mucho ms claro que antes: este volumen contiene dieciocho ensayos (cada ensayo principal viene acompaado de un comentario crtico) orientados a estudiar algunas de las causas fundamentales de la actual crisis econmica espaola. Los remedios si existen, lo que no siempre ocurre deberan derivarse de la aplicacin del sentido comn al diagnstico disponible.

    Los remedios son las polticas econmicas a adoptar. Es importante darse cuenta de que, para muchos de los problemas que diagnosticamos, no est claro cul podra ser el remedio. Para muchos otros, sin embargo, el remedio se deriva directamente del anlisis presentado. Con la ayuda tanto de la visin retrospectiva ha transcurrido casi un ao desde la celebracin de la conferencia y casi dos desde la concepcin inicial de este proyecto: un lento proceso editorial tiene sus ventajas como de los cimientos que aportan estos ensayos, el objetivo de la presente introduccin consiste en aclarar qu polticas econmicas podran probablemente mejorar la situacin y cules son totalmente intiles, incluso perjudiciales, por

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    lo que no deberan adoptarse. No estamos seguros de cmo deba interpretarse este hecho, pero la verdad es que la mayora de las polticas econmicas que la clase dirigente espaola va aceptando, de forma lenta y dolorosa, como necesarias, se concibieron como tales en ensayos elaborados hace un par de aos; simultneamente, gran parte de las reformas seeras implcitamente propuestas en los ensayos siguientes an distan de ser adoptadas o incluso aceptadas.

    Qu ha sucedido en Espaa durante los dos ltimos aos?

    Un breve recordatorio de cmo han venido evolucionando las cosas a lo largo del tiempo resulta siempre til. Esto es especialmente cierto cuando se intenta evaluar las polticas econmicas vigentes en tiempo histrico real para examinar qu nos trajo a la situacin actual y cmo llegamos hasta aqu.

    En el verano de 2008, cuando este proyecto de investigacin inici su andadura, la crisis econmica espaola ya haba comenzado, pese a las declaraciones ofi ciales. An no haba llegado lo peor, pero la situacin estaba clara para cualquiera que quisiera verla. El crecimiento econmico haba tocado techo, primero, para comenzar luego a desacelerarse a lo largo de aproximadamente un ao, es decir, a partir del segundo trimestre de 2007 (vase el Grfi co 1). Durante el verano de 2008, los sntomas de la espectacular recesin en curso afl oraban por todas partes. El caos ya haba estallado en los mercados fi nancieros estadounidenses y se aproximaba el dramtico otoo de 2008, en que el colapso fi nanciero se extendi a Europa y, durante un tiempo, a los mercados fi nancieros de todo el mundo.

    Pero la economa espaola no necesitaba la crisis fi nanciera estadounidense para adentrarse en una autntica recesin: los datos de inversin y acumulacin de capital del Grfi co 2 demuestran sin lugar a dudas que la recesin comenz en Espaa mucho antes de la quiebra de Lehman y del colapso de los mercados fi nancieros. La tasa de crecimiento de los precios de la vivienda en Espaa haba tocado techo previamente y vena desacelerndose de forma

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    acusada, mientras que las series temporales que refl ejan los fl ujos de crdito a hogares y empresas haban comenzado a mostrar sntomas de recesin inminente incluso antes, a partir del ltimo trimestre de 2006. En resumen: a fi nales de 2007, cualquier decisor econmico con acceso a este tipo de informacin debera haber tenido claro que el ciclo de crecimiento iniciado en 1994 tocaba a su fi n. Como todo economista sabe que la inversin es un indicador adelantado del ciclo, hacia el segundo trimestre de 2008 esta verdad debera haber sido evidente para cualquiera poco proclive a negar la realidad. La recesin espaola haba comenzado, a consecuencia tanto de causas internas como de las perturbaciones fi nancieras internacionales. Si las autoridades econmicas hubieran prestado atencin a los datos econmicos disponibles, en vez de vivir en un mundo de fantasas retricas, podran y deberan haber adoptado medidas correctoras entre julio de 2007 y marzo de 2008. En cambio, no se hizo nada. Y no slo a lo largo de esos pocos meses, sino durante unos dos aos y medio: ha habido que esperar hasta el momento de redactar esta introduccin es decir, a comienzos de julio de 2010 para observar la adopcin de medidas de poltica econmica serias (aunque muy incompletas). El coste social de la inaccin poltica puede calcularse en millones de parados y en miles de millones de renta evaporada.

    A la altura de 2007, la versin ofi cial era que todo iba bastante bien, por lo que nadie debera estar preocupado. Un ao despus, a fi nales de la primavera de 2008, la versin ofi cial era que, en el peor de los casos, Espaa vena experimentando una desaceleracin de su proceso de crecimiento, una desaceleracin debida casi por completo a las turbulencias fi nancieras procedentes del otro lado del Atlntico y que podra manejarse a travs de una rebaja impositiva temporal. sta fue la ltima decisin de poltica econmica de Pedro Solbes: cre un bonito agujero en las cuentas pblicas y, como cualquier otro plan de estmulo adoptado entre 2008 y 2009 por los gobiernos occidentales, sin lograr apenas resultados. Corrijamos: tuvo el efecto de incrementar el dfi cit pblico e iniciar una espiral fi scal adversa cuyas consecuencias a largo plazo venimos sufriendo actualmente. Pero al tomar esas medidas, debemos reconocer que el gobierno espaol estaba en buena compaa: persuadidos por los ejemplos

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    de las administraciones Bush y Obama en Estados Unidos, la mayora de los gobiernos occidentales se convencieron de que algn tipo de dispendio en el gasto pblico creara sufi ciente demanda efectiva para sacar a sus economas nacionales de la recesin. Por lo visto, no fue esto lo que sucedi. Pese al evidente fracaso de este denominado enfoque keynesiano de la poltica econmica, toda una variedad de expertos, e incluso de economistas anteriormente serios, se transformaron en idelogos y continuaron predicando dicha ilusin por todo el mundo: cuidado con sus sermones, porque los anlisis aqu recogidos demuestran que no se trata de una mera ilusin, sino de una ilusin perniciosa.

    El estmulo de Solbes funcion tan mal que la recesin sufri un claro y dramtico agravamiento tras su aplicacin. En ese momento, y slo en ese momento, tambin se hizo ofi cial en nuestro pas que la situacin de la economa no era, en realidad, de desaceleracin, sino de recesin, y posiblemente seria. Incluso entonces, el argumento subyacente en la respuesta de la poltica econmica era que nos enfrentbamos a una fuerte perturbacin de demanda causada por el excesivo endeudamiento de los hogares estadounidenses y el colapso fi nanciero que haba provocado. Las races internas de la crisis es decir, el hecho de que la debacle fi nanciera estadounidense fuera nicamente el detonante que haba hecho estallar una bomba diferente y ms peligrosa eran sistemticamente ignoradas en los crculos polticos dominantes. De ah la idea de que lo que Espaa necesitaba era capear el temporal y estimular la demanda (con gasto pblico adicional: quiz elevando los salarios de los empleados pblicos una pequea cantidad extra) mientras se esperaba la llegada de la inevitable recuperacin. No se trataba de que el mecanismo de crecimiento espaol se hubiera detenido y necesitara reparacin urgente, o incluso su sustitucin: era simplemente una fl uctuacin cclica normal.

    En consonancia con esta visin ofi cial, durante la primavera de 2009 algunos meses antes de la conferencia en la que se presentaron, discutieron y criticaron estos trabajos la posicin ofi cial era que lo peor de la crisis haba pasado y que las medidas

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    de estmulo adoptadas, tanto en Espaa como en la mayora de (pero no en todos, vase ms adelante) los pases occidentales, venan surtiendo efectos benefi ciosos sobre la economa. En aquel momento, la prensa espaola comenz a llenarse de brotes verdes: las races de este particular tipo de mala hierba se localizaban entre el Palacio de la Moncloa y la Calle de Alcal.

    La idea era que, hacia la primavera de 2009 (hace ms de un ao!), la recesin haba concluido y la recuperacin haba comenzado: sus sntomas, los brotes, estaban por todas partes para quienes quisieran verlos. Por este motivo, este volumen se inicia con un ensayo de Mximo Camacho, Gabriel Prez-Quirs y Pilar Poncela que se plantea la clsica pregunta coyuntural: Ha concluido la recesin? Existen brotes verdes? El anlisis es tcnico, pero la respuesta bsica es sencilla: posiblemente en Estados Unidos, quiz en el ncleo de la Unin Europea (UE-15), seguramente no en Espaa. Es importante resaltar que el trabajo se elabor entre mayo y octubre de 2009, cuando los medios de comunicacin espaoles parecan incapaces de hablar de otra cosa que no fueran los brotes verdes. Como la metodologa estadstica de nuestros autores implica tambin utilizar indicadores informales para evaluar la fase del ciclo econmico en que se encuentra un pas, sus resultados se ven parcialmente afectados por el encaprichamiento transitorio de los medios de comunicacin con los citados brotes. ste es el motivo por el que, en sus conclusiones, Camacho, Prez-Quirs y Poncela llaman a la cautela: En Espaa, los signos de recuperacin son ms leves, especialmente cuando los indicadores informales se excluyen del conjunto de datos utilizados. El comentarista de su trabajo fue Toni Espasa, quien redobl la advertencia contra el optimismo artifi cial que fl otaba en el aire en aquel momento y avis de que si por recuperacin entendemos que la tasa de crecimiento intertrimestral de algn tipo de tendencia subyacente del Producto Interior Bruto (PIB) espaol ha experimentado un crecimiento positivo, entonces la probabilidad de estar en recuperacin es baja. En otras palabras: al margen de las ilusiones que haba venido alimentando el gobierno, no exista evidencia alguna de recuperacin inminente en los datos espaoles de hace alrededor de un ao.

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    Grfi co 1. Variacin del Producto Interior Bruto en Espaa (%)

    -5,0

    -4,0

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    0,0

    1,0

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    3,0

    4,0

    5,0

    I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I

    2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010

    Trimestral

    Interanual

    Fuente: Contabilidad Nacional, Instituto Nacional de Estadstica.

    Grfi co 2. Formacin Bruta de Capital Fijo en Espaa (%)

    -20

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    -5

    0

    5

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    0,0

    TI TII TIII TIV TI TII TIII TIV TI TII

    2008 2009 2010

    Trimestral

    Interanual

    Fuente: Contabilidad Nacional, Instituto Nacional de Estadstica.

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    Si bien, de nuevo, este hecho fue alegremente ignorado durante otros seis u ocho meses, hasta que la otra cara de la crisis, el insostenible crecimiento de los dfi cit presupuestarios, y por tanto de las deuda pblica de los pases, qued dramticamente en evidencia. Lo que nos lleva a las difi cultades actuales y a los dos ltimos ensayos de este volumen. Pero antes de llegar all, examinemos muy brevemente la situacin desde una perspectiva de largo plazo.

    En el origen de la actual recesin

    Una de las causas de la actual recesin espaola ha sido el hundimiento del sector de la construccin. Existen otras causas, como veremos en un momento, pero el sector de la construccin desempe un papel protagonista en el crecimiento sostenido iniciado en 1995 y en el espectacular desplome que comenz a mediados de 2007. Mejor dicho, no el hundimiento sino el fi nal de un ciclo de crecimiento muy dilatado (y en ciertos aspectos, saludable) de la construccin, que se descontrol, transformndose en un burbuja inmobiliaria hacia el ao 2005. A partir de esa fecha, apenas caben dudas de que la explosin, tanto de los precios como de la actividad constructora, tuvo escaso sentido econmico. Esta explosin pudo refl ejar expectativas incorrectas, distorsiones en los mercados inmobiliarios y de la construccin, excesiva disponibilidad de crdito barato o la fi ebre especulativa que alimenta siempre las burbujas antes de estallar. Lo ms probable es que obedeciera simultneamente a todos los motivos mencionados.

    Jos Garca-Montalvo aport una excelente discusin del ltimo motivo citado: este autor entiende sin duda que el principal desencadenante de la explosin inmobiliaria espaola fue algn tipo de mecanismo que gener una burbuja irracional, una opinin que ha mantenido consistentemente durante una serie de aos pero que tiene problemas a la hora de explicar el saludable crecimiento de los precios y de la oferta de vivienda en Espaa durante la dcada 1995-2005. Carlos Garriga, el autor del ensayo principal, no lo ve de

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    esa manera y rechaza explicar 12 aos de crecimiento de la oferta de vivienda sobre la base de una ilusin colectiva. Garriga muestra que, durante un prolongado periodo, el crecimiento del sector de la construccin en Espaa se ciment en fundamentos razonables y medibles, a los cuales (crdito ms barato y de mejor calidad, elevada inmigracin, crecimiento de la renta y de la demanda de viviendas ms amplias y mejores) el sector inmobiliario respondi de la forma que predice la teora econmica convencional. La oferta aument, lentamente al comienzo y muy deprisa al fi nal, con incrementos de los precios durante un tiempo para ajustar el rpido crecimiento de la demanda a una expansin ms lenta de la oferta.

    Aunque el ejercicio cuantitativo de Garriga capta una parte sustancial del auge hasta 2005 aproximadamente, no consigue explicar porqu los precios y la oferta continuaron subiendo por encima de lo que pareca razonable, dando lugar al dramtico estallido de la burbuja del que hemos sido testigos. Lo que nos deja con la pregunta de poltica econmica del billn de dlares: Cmo pudo, entonces, desarrollarse durante dos o tres aos una burbuja de sustanciales proporciones a partir de una dcada de crecimiento saludable? Expresado de otra forma: Por qu el crecimiento de los precios inmobiliarios y de la actividad constructora no se desaceler en 2005, para dar paso a algn tipo de aterrizaje suave?

    sta es una incgnita que los economistas y, sobre todo, las autoridades econmicas deberan despejar antes de decidir cul es la poltica econmica que debe adoptarse para evitar los perjuicios de futuros auges y declives del sector inmobiliario. Porque, como ilustran con claridad los datos del Grfi co 3, la espectacular recesin del sector espaol de la construccin est causando daos irreparables: nos encontramos celebrando el undcimo trimestre consecutivo de crecimiento negativo, mientras la tasa interanual de contraccin del sector lleva seis trimestres situada por encima del 10%. Qu est impidiendo que el sector de la construccin en Espaa toque fondo e inicie la recuperacin? La respuesta a esta pregunta no estaba clara hace un ao, ni tampoco lo est ahora.

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    Grfi co 3. Variacin del Valor Aadido Bruto en la Construccin en Espaa (%)

    -14,0

    -12,0

    -10,0

    -8,0

    -6,0

    -4,0

    -2,0

    0,0

    I II III IV I II III IV I

    2008 2009 2010

    Trimestral

    Interanual

    Fuente: Contabilidad Nacional, Instituto Nacional de Estadstica.

    Para tratar de ofrecer una respuesta a esta pregunta, vale la pena prestar atencin a dos factores con frecuencia ignorados, a saber, la facilidad (o difi cultad) con que las empresas con problemas fi nancieros pueden quebrar y ser sustituidas por otras ms saneadas y el papel que desempean las cajas de ahorro, habitualmente controladas por dirigentes polticos y grupos de inters locales, en la gestin de esos mecanismos de expansin y contraccin. Marco Celentani, Miguel Garca-Posada y Fernando Gmez Pomar analizan el primer factor, mientras que Vicente Cuat y Luis Garicano discuten el segundo. Celentani, Garca-Posada y Gmez Pomar sugieren que la legislacin concursal espaola adolece de una serie de graves defectos, con incentivos perversos en el proceso de creacin y destruccin de empresas. Este tema es muy tcnico, por lo que no se presta a una discusin ligera como la que aqu se pretende. No obstante, las autoridades econmicas que lean este volumen deberan detenerse en el ensayo de Celentani, Garca-

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    Posada y Gmez Pomar y anotar en sus agendas la necesidad de introducir reformas signifi cativas en la legislacin concursal y sobre creacin de empresas en Espaa.

    Cuat y Garicano adoptan una postura fi rme al sugerir que la cualifi cacin y pericia profesional de las personas que dirigen las cajas de ahorro tiene relevancia en su resultado fi nal. Los datos muestran que las cajas de ahorro dirigidas por antiguos polticos desempearon un papel protagonista en la burbuja espaola posterior a 2005, cosechando resultados bastante peores que los del resto de instituciones fi nancieras espaolas. Este peor desempeo diferencial lo estamos conociendo en la actualidad por los peridicos. Cuat y Garicano insisten adems en que, aun dentro del conjunto de cajas de ahorro, se observan diferencias dependiendo de si una caja concreta est dirigida por banqueros profesionales o por antiguos dirigentes polticos reconvertidos en gestores. En su magistral comentario, Rafael Repullo no excluye que los autores estn en lo cierto. An as, este comentarista aconseja, con razn, no depositar una excesiva confi anza en un conjunto de datos relativamente escaso y problemtico. Un punto cuyas implicaciones de poltica econmica abordaremos ms adelante. Por ahora, continuemos con las causas de la crisis, ya que stas trascienden el papel desempeado por unas cajas de ahorro mal gestionadas y por una legislacin concursal de estilo decimonnico.

    Jess Fernndez-Villaverde y Lee Ohanian sitan los acontecimientos en perspectiva, la perspectiva internacional, que siempre es til para entender qu parte de la actual crisis espaola obedece a perturbaciones externas. Nuestra lectura es la siguiente: no muy grande. Adems, estos autores sitan la actual crisis espaola en perspectiva histrica, insistiendo en que, pese a su evidente gravedad, est resultando (al menos en el momento de redactar su ensayo e incluso hasta hoy) menos brutal que la sufrida en Espaa entre 1975 y 1985, de la cual el pas emergi transformado y capaz de crecer como (casi) nunca antes. En la primera parte de su captulo, el lector encontrar una excelente discusin de lo ocurrido en Espaa durante los ltimos quince aos en el contexto de la evolucin de

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    la economa mundial. En la segunda parte, los autores construyen un modelo de equilibrio general dinmico calibrado, incorporando las habitualmente denominadas fricciones fi nancieras, y lo utilizan para cuantifi car los efectos que algunas de las posibles variaciones exgenas, que los economistas acadmicos llaman perturbaciones, pudieran haber tenido sobre la crisis espaola. Sus resultados son dispares: por una parte, una adecuada combinacin de unas y otras perturbaciones (de preferencias, fi nancieras, de productividad) podra explicar en buena medida la magnitud de la contraccin observada en la produccin. Pero es cierto que, por otra parte, el origen y la identidad de todas esas fuertes perturbaciones resultan algo esquivos con la evidencia disponible, y que tanto la duracin de la fase recesiva como la profundidad de la contraccin en el empleo y la actividad inversora son de difcil explicacin en el contexto del modelo adoptado por Fernndez-Villaverde y Ohanian.

    El comentarista de este ensayo, Jaume Ventura, afi rma que es posible que el modelo utilizado pueda explicar gran parte de la contraccin de la produccin, pero se pregunta si existe alguna conexin entre lo que los autores enuncian con palabras en la primera parte de su trabajo (y en las conclusiones) y lo que realmente expresan sus ecuaciones. Ventura no admite compromisos, y no debera, ya que tanto Fernndez-Villaverde como Ohanian son investigadores maduros. Los lectores que no se sientan plenamente seguros en aguas acadmicas podran encontrar este debate algo crptico, pero no lo es, por lo que deberan intentar leerlo y comprenderlo. Su esencia reside tanto en las singularidades del ejercicio de Fernndez-Villaverde y Ohanian un modelo de economa cerrada con una poltica monetaria independiente no es la mejor caracterizacin de la economa espaola como en una cuestin de mbito ms general en torno a cules son los modelos de anlisis cientfi co capaces de decir algo sobre la realidad y cules no, que nos dejan en manos de intuiciones, conjeturas, opiniones y dems. Se trata de un debate relevante en todo momento, pero especialmente importante hoy en da: frente a difi cultades novedosas y an por experimentar, tanto los dirigentes polticos como la opinin pblica vienen solicitando remedios rpidos y, a ser posible, reconfortantes. Estos remedios

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    podran no existir y no debera culparse a los economistas, al menos no a estos economistas, si algunas de las recetas fciles actualmente adoptadas terminan teniendo efectos desastrosos de aqu a unos pocos aos. El debate entre Ventura y Fernndez-Villaverde y Ohanian en torno a lo que el modelo de estos ltimos realmente muestra y lo que ellos afi rman que hace arroja luz sobre los lmites del conocimiento en el diseo de polticas econmicas. As como sobre los lmites de las polticas econmicas para resolver problemas.

    Lo que nos lleva al ensayo de Michele Boldrin, J. Ignacio Conde-Ruiz y Javier Daz-Gimnez, donde se sostiene la imposibilidad de conciliar el proceso de crecimiento espaol en su conjunto (al menos desde la poca de la transicin a la democracia) con los tradicionales modelos macroeconmicos de crecimiento. La economa espaola viola demasiados hechos estilizados: su evolucin a largo plazo dista de parecerse a un proceso de crecimiento equilibrado o de convergencia (una afi rmacin con la que el comentarista est en desacuerdo, ver ms adelante). Y las dinmicas histricas del empleo, la productividad del trabajo y las participaciones de los factores en la renta contrastan de forma acusada con las predicciones de los modelos de crecimiento tradicionales. Tras documentar estos hechos y resaltar que, a partir de 1978, el crecimiento espaol se ha manifestado en dos ciclos de crecimiento muy prolongados el comprendido entre 1986 y 1993 y el que acaba de terminar, los autores concluyen que la principal causa de las anomalas detectadas es la peculiar forma en que el proceso de determinacin de los salarios reales interacciona con las ganancias de productividad. Durante el primer ciclo se observaron ganancias de productividad relativamente elevadas, ya que las empresas se vieron obligadas a lidiar con un mercado de trabajo muy rgido en el que, pese a los elevados niveles de desempleo, las presiones salariales eran an intensas. Este hecho dio lugar a un proceso de crecimiento distorsionado, con muy escasa creacin de nuevos empleos y donde los aumentos de los salarios reales absorban todas las ganancias de productividad. Durante el segundo ciclo de crecimiento, el mercado de trabajo se segment en una parte an muy protegida y en otra completamente

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    desprotegida; esta ltima se expandi an ms a raz de la llegada de casi cinco millones de inmigrantes en menos de una dcada. Esta vez se registr un crecimiento del empleo, aunque concentrado en los trabajadores desprotegidos y caracterizado por una atona de la productividad y unos salarios estancados. Estos empleos baratos y poco productivos fueron luego eliminados con facilidad en cuanto lleg la recesin. De aqu se deriva el problema que an seguimos afrontando un ao despus: Qu medidas deberan adoptarse para que el mercado de trabajo espaol tuviera un comportamiento normal y para ofrecer a las empresas espaolas incentivos a invertir en (y cosechar benefi cios mediante) aumentos de la productividad del trabajo, en vez de contratar grandes volmenes de trabajadores baratos y fcilmente prescindibles? Ms adelante retomaremos esta importante cuestin.

    Rodolfo Manuelli, el comentarista, no est totalmente de acuerdo y cree que muchos aspectos del crecimiento espaol no difi eren tanto de los que caracterizan a otros pases: Espaa es un pas (antao?) pobre de Europa, que trata de converger con el lder mundial (Estados Unidos) y que no lo logra (al igual que el resto de Europa, que aparentemente no ha convergido al nivel de renta estadounidense). Desde la perspectiva de Manuelli, Espaa no tiene nada de especial: como el resto de Europa, tras haber alcanzado en torno a un 70% de la productividad y de la renta per cpita estadounidenses, la convergencia se ralentiz, permaneciendo a una distancia constante respecto del lder. En este sentido, si existe una enfermedad que viene afectando a la economa espaola, esa enfermedad es comn a la mayora de los pases europeos. En opinin de Manuelli, el principal factor determinante de esa enfermedad podra ser la acumulacin de capital humano, que viene evolucionando en Europa a un ritmo mucho ms lento que en Estados Unidos. Dada la creencia generalizada, aun cuando ningn ensayo de este volumen se dedique a este tema, en que el sistema educativo espaol especialmente los institutos de bachillerato y las universidades no est haciendo una buena labor, as como en el grave deterioro de la calidad de su producto durante las dos ltimas dcadas, este mecanismo causal (sistema educativo mediocre

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    bajo capital humano poblacin activa poco cualifi cada empleos temporales y baratos falta de productividad del trabajo) sin duda merece una atencin ms seria por parte de las autoridades econmicas y de los investigadores.

    Por otra parte, como muestra un trabajo no publicado de Florentino Felgueroso y Sergi Jimnez-Martn, aunque quiz Espaa no sea tan diferente, bien es cierto que lo que ha ocurrido durante las dos ltimas dcadas sugiere algunos motivos fundamentales de preocupacin. El mercado de trabajo espaol no parece funcionar del mismo modo que otros mercados laborales; el proceso de adopcin de nuevas tecnologas y los factores conducentes a aumentos de la productividad parecen quedar bloqueados en periodos normales, para activarse nicamente durante recesiones profundas. Los Grfi cos 4a y 4b confi rman que, al igual que en 1993-1994, la productividad del trabajo tambin ha crecido durante la actual recesin por encima de su exiguo ritmo promedio a largo plazo; adems, nicamente tras muchos meses de paro creciente, la tasa de crecimiento de los salarios comenz por fi n a desacelerarse durante el tercer trimestre de 2009. Resulta sorprendente que el crecimiento de los salarios, en tasa interanual, haya sido sustancialmente mayor que el de la productividad durante la mayor parte de la desaceleracin y la posterior recesin y que esa relacin slo se haya invertido en fechas muy recientes. Dicho de otra forma: aparentemente, en Espaa, para elevar la productividad del trabajo es necesario despedir a varios millones de trabajadores y que el paro alcance el 20%. Slo en estas circunstancias extremas, las empresas obtienen ganancias de productividad y los salarios crecen menos de lo habitual, volviendo a sincronizarse con el crecimiento de la productividad del trabajo. Un sistema como ste, para bien o para mal, slo puede crecer a base de auges y recesiones, por lo que resulta muy indeseable.

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    Samuel Bentolila / Michele Boldrin / Javier Daz-Gimnez / Juan J. Dolado

    Grfi cos 4a y 4b. Variacin de la productividad aparente y de la remuneracin del trabajo en Espaa

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    I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I

    2006 2007 2008 2009 2010

    Evolucin productividad y remuneracin (% interanual)

    Productividad

    Remuneracin por asalariado (reales)

    Fuente: Contabilidad Nacional, Instituto Nacional de Estadstica.

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    I II III IV I II III IV I II III IV I II III IV I

    2006 2007 2008 2009 2010

    Evolucin productividad y remuneracin (% trimestral)

    Productividad

    Remuneracin por asalariado (reales)

    Fuente: Contabilidad Nacional, Instituto Nacional de Estadstica.

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    Tres problemas estructurales espaoles

    Que el mercado de trabajo es un problema, y muy serio, queda documentado en el primer ensayo del tercer grupo, elaborado por Samuel Bentolila, Pierre Cahuc, Juan J. Dolado y Thomas Le Barbanchon, as como en los comentarios de Gilles Saint-Paul. El ejercicio llevado a cabo en el artculo principal es sencillo: construir un modelo bsico del mercado de trabajo con negociacin bilateral sujeto a procesos estocsticos razonablemente realistas de las perturbaciones de productividad. A continuacin, calibrar el modelo dos veces, en primer lugar con las instituciones del mercado de trabajo y las reglas contractuales espaolas y despus con las francesas. Seguidamente, simular los dos modelos en escenarios macroeconmicos razonables, en particular el posible impacto sobre los dos mercados de una recesin de magnitud similar a la que an venimos experimentando. Por ltimo, comparar los resultados. Resulta destacable que pese a una cada del PIB en Espaa similar a la de Francia, de hecho algo menor en el momento de escribirse el artculo, el empleo haya colapsado en Espaa en comparacin con Francia. Los autores sostienen que un tercio o ms de esa diferencia se debe a la existencia, en Espaa, de trabajadores totalmente desprotegidos que desempean (mejor dicho, desempeaban) puestos de trabajo amparados en contratos temporales. A diferencia de Francia, donde estos contratos son signifi cativamente menos importantes y las reglas de despido difi eren menos entre trabajadores protegidos y desprotegidos, la abundante presencia de estos ltimos en Espaa ofrece a las empresas un incentivo para despedir a la primera de cambio, sin hacer ningn esfuerzo por retener a los trabajadores, elevar su productividad o negociar sus salarios. El comentarista, pese a mostrar algunas reservas sobre los aspectos tcnicos del trabajo, parece estar de acuerdo con su mensaje principal.

    Esto nos lleva al debate actual, de hecho al Real Decreto-Ley de reforma del mercado de trabajo que acaba de aprobar el Gobierno espaol en junio de 2010, ligeramente modifi cado en la redaccin defi nitiva de la ley de reforma aprobada en septiembre. En qu

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    sentido la investigacin aqu reseada avala la reforma propuesta o, en cambio, la contradice? El ensayo de Bentolila et al. apunta claramente en una direccin que es la que la posterior reforma ha seguido. Este trabajo seala que la brecha en los costes de despido entre trabajadores indefi nidos y temporales es el factor singular ms importante que induce la dualidad del mercado de trabajo y el exceso de volatilidad del empleo en Espaa. La reforma ha abordado este aspecto mediante una reduccin de las indemnizaciones por despido de los contratos indefi nidos y un ligero aumento de las de los contratos temporales, a un ritmo moderado en el tiempo. Dado que el ensayo es anterior a la reforma, no nos dice si los cambios efectivamente introducidos en las indemnizaciones sern sufi cientes para reducir de forma signifi cativa la tasa de empleo temporal. Nuestra conjetura actual es que no lo conseguirn: cualquier medida que no pase por la creacin de un nico contrato laboral, posiblemente con unas indemnizaciones por despido crecientes con la antigedad en la empresa, parece incapaz de lograr este objetivo.

    Otro aspecto crucial es la negociacin salarial, que la reforma laboral de 2010 apenas ha modifi cado. El ensayo de Bentolila et al. presenta una versin simplifi cada de la negociacin salarial, donde empresas y trabajadores cuentan con el mismo poder de negociacin, supone que la negociacin es muy similar en Francia y Espaa, y no discute cules seran las reformas deseables en este rea. En torno a este aspecto, podemos volver al trabajo de Boldrin, Conde-Ruiz y Daz-Gimnez, donde se sostiene que si el mercado de trabajo fuera completamente rgido y estuviera controlado por los sindicatos, se lograra un crecimiento de la productividad aunque sin empleo, mientras que si se mantuviera aislada una parte del mercado de trabajo (empleos indefi nidos) y se permitiera a la otra parte del mercado (empleos temporales) convertirse en una jungla, entonces las empresas se benefi ciaran de la jungla. La implicacin es, por tanto, directa: simplemente deberamos dejar funcionar al mercado en lugar de regularlo en exceso intentando que logre objetivos inalcanzables que acaban redundando en una situacin mucho peor.

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    Hablando de problemas estructurales y de reformas sin coste (al menos para el erario pblico), ste es el momento adecuado para volver a los dos ensayos de Cuat y Garicano y de Celentani, Garca-Posada y Gmez Pomar, a los que ya nos hemos referido previamente. Ambos trabajos presentan implicaciones de poltica econmica claras y directas. Celentani, Garca-Posada y Gmez Pomar son muy explcitos sobre las medidas que deberan adoptarse. Aunque los autores presentan sus conclusiones con la caracterstica humildad habitual, en muy pocas palabras sugieren una serie de cambios que el legislador podra introducir fcilmente. Permtasenos citarlos de forma textual.

    Las implicaciones de poltica econmica se derivan directamente de su trabajo: eliminar lo que los autores han identifi cado como las causas del rompecabezas concursal espaol. En sus propias palabras: Apoyaramos un rgimen concursal que proteja en mayor medida los derechos de los acreedores (por ejemplo, facilitando que un acreedor pueda proponer la liquidacin o un plan de reorganizacin), ofrezca mayores posibilidades de infl uir en la designacin de administradores concursales profesionales (posiblemente con la activa implicacin de los acreedores en el nombramiento, como ocurre en los sistemas alemn o britnico) y reduzca el temor de los directivos de las empresas a que un agente externo, como el juzgado encargado del procedimiento de quiebra, pueda imponerles graves sanciones, en funcin de un criterio tan vago y impreciso como la culpa grave en la gestin de un negocio.

    Estos cambios, argumentan los autores, podran facilitar y dotar de mayor transparencia al proceso de destruccin de empresas inviables, generando as incentivos a la creacin de empresas nuevas y viables. Tano Santos est en principio de acuerdo pero advierte del hecho de que la Ley Concursal acaba de sufrir cambios recientes (2004) y de que el antiguo rompecabezas podra desaparecer en la medida en que los datos de la actual recesin muestran un impresionante aumento del nmero de procedimientos de quiebra solicitados en Espaa. Aunque este comentarista acepta la idea general de Celentani, Garca-Posada y Gmez Pomar (es decir, que

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    la vieja reglamentacin espaola favoreca al deudor en detrimento de los acreedores), tambin sospecha que algo podra haber cambiado con la nueva legislacin y que el citado sesgo podra haber desaparecido, al menos en parte. Esto nos llevara a suscribir una recomendacin para la autoridad econmica algo ms matizada: debera mantenerse una estrecha vigilancia de los procedimientos de quiebra y de los datos que stos generan, para estar en disposicin de intervenir si la evolucin de la recesin sugiriese la prevalencia del antiguo sesgo o, por el contrario, la aparicin de un nuevo sesgo de signo contrario.

    Las sugerencias de Cuat y Garicano tambin son muy claras: introducir mecanismos (por ejemplo, en el proceso regulador) de forma que la gestin de las cajas de ahorro, incluso de las ms pequeas, recaiga en banqueros profesionales de probada experiencia y buen desempeo previo. Los polticos y sus pares an pueden formar parte de sus Consejos de Administracin y ofrecer directrices generales a los gestores profesionales, as como mostrar sus preferencias polticas sobre el destino de los benefi cios generados en la actividad crediticia, pero, por favor, djese la operativa en manos de gestores profesionales. Lo que nos lleva a aadir algo a sus recomendaciones, sobre la base de una interpretacin libre de los comentarios crticos realizados por Rafael Repullo. La idea es que, aun cuando puedan mantenerse dudas estadsticas razonables sobre la existencia de un efecto causal que fl uya desde la profesionalidad de los gestores de una determinada caja hacia los resultados de esa misma caja, la evidencia disponible arroja pocas dudas sobre el hecho siguiente: con pocas, muy pocas, excepciones, los resultados del sector de cajas de ahorro han sido mucho peores que los del sector de banca privada en Espaa. Los peridicos espaoles llevan refl ejando este hecho desde hace al menos un ao, por lo que no nos molestaremos en documentarlo aqu de nuevo. El citado hecho, no obstante, sugiere la posibilidad y necesidad de contemplar otra reforma, ms all de una regulacin que garantice una mayor profesionalidad de la alta direccin de las cajas espaolas, a saber, su privatizacin.

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    Tras la exitosa experiencia italiana de los primeros aos noventa, existe un sencillo procedimiento para privatizar todas las cajas en un horizonte de cinco a siete aos. Este proceso consta de tres etapas: (i) aportar el patrimonio de la Caja X a una fundacin, que llamaremos Fundacin X; (ii) la Fundacin X, ahora nica propietaria y con un Consejo de Administracin idntico al de la Caja X, transforma esta ltima en una sociedad de responsabilidad limitada mediante la emisin de acciones, de las que posee el 100%; (iii) la Fundacin X procede, a lo largo de una serie de aos, a vender sus acciones de la Caja X en el mercado hasta que su cartera se encuentre totalmente diversifi cada y no posea ms de un 5% del valor burstil total de la Caja X. Fin de la historia. Mientras tanto, el regulador deber cerciorarse de que estos procesos conforme tienen lugarfomentan, y no reducen, la competencia y la libertad de entrada en el sector bancario espaol.

    Podramos decir que no existe mejor modo de aproximarse a las cuestiones candentes de poltica econmica que abordar la situacin de las cajas. De hecho, en el momento de escribir estas lneas se acaba de aprobar el Real Decreto-Ley de rganos de Gobierno y de otros aspectos del Rgimen Jurdico de las Cajas de Ahorro. El decreto coincide con varias de las recomendaciones que hacen Garicano y Cuat en su ensayo. As, para el momento en que este volumen vea la luz, las autoridades econmicas podran ya haber cerrado el tema de las cajas de ahorro, si bien nosotros apostamos a que el problema no se habr resuelto realmente. Por el simple hecho de que apostando de nuevo, pero sealando que nos encantara que los hechos nos obligaran a pagar lo apostado el sistema poltico espaol no parece que tenga intencin de renunciar a su poder sobre las cajas y privatizarlas. Es una lstima, aunque por ello la lectura de este volumen vaya a ser de utilidad durante un periodo de tiempo ms largo, ya que, ms pronto o ms tarde y por el bien de Espaa, las cajas tendrn que privatizarse y convertirse en bancos normales.

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    Samuel Bentolila / Michele Boldrin / Javier Daz-Gimnez / Juan J. Dolado

    La poltica fi scal y sus peligros

    Hablando de cuestiones de poltica econmica candentes, cul son los actuales problemas de la poltica fi scal? Al organizar la conferencia, los vimos venir en cierto modo (pero no del todo, como sealaremos en un momento) pese a las (entonces) esplndidas condiciones de las fi nanzas pblicas espaolas. Por este motivo, los dos ltimos captulos del libro estn dedicados a la poltica fi scal, es decir, a los impuestos y al gasto pblico: el tipo de temas que vienen ahora debatindose cada maana, tarde y noche. Debemos reducir el gasto pblico de forma permanente? Debemos subir los impuestos? Qu impuestos? Y si, en cambio, gastamos algo ms al estilo keynesiano (JMK, perdnanos)? No existe un multiplicador mgico que resolver nuestros problemas presentes incurriendo simplemente en un gasto algo mayor fi nanciado por un endeudamiento algo mayor? Despus de todo, eso es lo que dice una autoridad como Paul Krugman!

    stas son las cuestiones candentes del momento y las que R.

    Anton Braun y Javier Daz-Gimnez, por un lado, y Juan C. Conesa, Javier Daz-Gimnez, Julin Daz-Saavedra y Josep Pijoan-Mas, por otro, tratan de abordar en sus respectivos ensayos. Existe aqu una interesante contradiccin: ambos artculos se concibieron en 2008 y estn basados en los datos entonces disponibles, que no recogan el espectacular desplome de los ingresos fi scales que Espaa iba a experimentar durante ese ao y el siguiente, ni el incremento sustancial del gasto pblico derivado de las diversas polticas keynesianas adoptadas desde entonces por el gobierno espaol. As pues, el punto de partida de los dos trabajos es un relativo optimismo con respecto a las fi nanzas pblicas, aun cuando uno de ellos se pregunte cules seran los efectos de elevar el Impuesto sobre el Valor Aadido (IVA) en torno a dos puntos (Conesa et al.) y el otro se cuestione, en primer lugar, si existe un multiplicador y, en segundo lugar, cunto tiempo deberamos seguir utilizando el instrumento del gasto pblico. Alrededor de ao y medio despus de su concepcin, qu lecciones podemos extraer de estos dos ensayos en circunstancias completamente distintas, al menos desde la perspectiva de la poltica fi scal?

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    En nuestra opinin, el artculo de Braun y Daz-Gimnez debera contemplarse como el origen de una paradoja terica (posiblemente intencionada): si los modelos neokeynesianos actualmente tan de moda (que predicen enormes efectos multiplicadores del gasto pblico cuando el tipo de inters nominal es prximo a cero) fueran correctos, entonces Espaa debera estar creciendo hoy como alma que lleva el diablo. Como consecuencia, la recaudacin impositiva espaola debera haberse recuperado lo sufi ciente para disipar los actuales temores sobre el dfi cit fi scal y la deuda espaola debera estar negocindose a la par o incluso con una prima favorable. Como ninguno de estos hechos est teniendo lugar en realidad, ocurre exactamente lo contrario, slo nos quedan dos conclusiones: o bien el volumen de gasto pblico que el gobierno espaol inyect en el sistema fue insufi ciente para activar el multiplicador mgico (sta es, despus de todo, la actual opinin de Krugman y los keynesianos acrrimos) o esos modelos estn reidos con la realidad, por lo que deberan rechazarse como instrumentos para orientar la poltica econmica.

    El enfoque del gasto insufi ciente es casi imposible de descartar, si bien, entonces, el trabajo de Braun y Daz-Gimnez pasa a ser de gran utilidad por su paralelismo con Japn. No tanto debido al paralelismo, que Josep Pijoan-Mas critica con slidos argumentos en su comentario, sino debido a que el estmulo fi scal parece haber fracasado estrepitosamente incluso en Japn, un pas en el que realmente es difcil sostener que el estmulo fue pequeo. Cuando un pas triplica con creces su ratio de deuda pblica sobre el PIB en unos quince aos, alcanzando un nivel rcord del 200% mientras mantiene los tipos de inters nominales en cero o cercanos a cero durante todo el periodo, y an as no se observan seales de efecto multiplicador alguno, entonces resulta algo ms difcil tomar en serio las ideas keynesianas. sta es, alrededor de un ao despus, la leccin positiva que, en nuestra opinin, debe extraerse de la contribucin de Braun y Daz-Gimnez. Una leccin a la que no slo se alude sino que queda en cierta medida recogida (aunque no de forma tan explcita) en la discusin de Pijoan-Mas, cierto que redactada con la ventaja que el paso del tiempo nos ofrece a todos.

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    El artculo de Conesa et al., por otra parte, tiene como objetivo calcular el impacto cuantitativo de una medida muy concreta, la subida de la tributacin del Impuesto sobre el Valor Aadido (IVA) en un 2%, sin pretender transmitir una mensaje de poltica econmica ms general. Pero tambin este ejercicio, en combinacin con la perspicaz discusin de Juan Rubio-Ramrez, nos ensea algo muy til sobre la gran difi cultad que entraa la poltica econmica y sobre lo arriesgada que es la tarea de quienes se ven obligados, o deciden, utilizar un modelo agregado formal para hacer predicciones sobre medidas concretas. El modelo aqu utilizado no es keynesiano, sino neoclsico, lo que signifi ca no slo que los precios son fl exibles, sino tambin que los hogares son muy sensibles a la tributacin en sus decisiones de cunto trabajar y consumir. En particular, como en esta clase de modelos los agentes econmicos ofrecen trabajo con el fi n de consumir, la imposicin sobre el consumo reduce su incentivo a ofrecer trabajo. Por tanto, la produccin se reduce, que es lo que predicen las simulaciones presentadas en el artculo. Con arreglo a estas simulaciones, el triste mensaje es que las subidas de los tipos impositivos del IVA, adoptadas por el gobierno espaol y muchos otros gobiernos europeos desde fi nales de 2009, tendrn grandes efectos recesivos.

    De hecho, en la actualidad venimos experimentando los efectos de una subida muy reciente del IVA (del 1 de julio de 2010) y las fi nanzas pblicas espaolas han mostrado en los meses previos algn sntoma de una pequea recuperacin de la recaudacin impositiva, una recuperacin que (junto con los recortes del gasto pblico adoptados en mayo de 2010) ha mantenido por ahora a raya las tensiones fi nancieras sobre la deuda espaola. Los efectos directos de la subida del IVA sobre la oferta de trabajo y el PIB son an inobservables y sern muy difciles de observar en los datos, ante la gran cantidad de otros factores, nacionales e internacionales, que afectan a la demanda agregada espaola. Con todo, el ejercicio llevado a cabo en esta contribucin sigue siendo instructivo en tanto que tambin confi rma la gran difi cultad de utilizar modelos formales para realizar predicciones de poltica econmica y ratifi ca las obligadas grandes dosis de cautela de los asesores de poltica

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    econmica antes de sealar a las autoridades econmicas que tal o cual poltica resulta ciertamente adecuada para tratar el problema en cuestin. Tambin en este caso, como en el anterior, el comentarista realiza un buen trabajo, al hacer uso del anlisis retrospectivo para situar en perspectiva algunas de las fuertes predicciones del ejercicio y al plantear las oportunas dudas sobre la conveniencia de tomar esas predicciones al pie de la letra.

    Es interesante resaltar que toda la evidencia disponible en este momento (de comienzos de julio de 2010) sugiere que, si el modelo keynesiano tradicional exagera notablemente la relevancia del multiplicador del gasto pblico, el modelo neoclsico tradicional exagera notablemente la relevancia del divisor de los impuestos. Es ciertamente posible sostener que la impresin que uno tiene, es decir, que ninguna de esas dos medidas ha afectado mucho a la actividad econmica espaola entre 2009 y 2010, obedece al hecho de que ambas se han cancelado mutuamente, de forma que sus efectos han sido aproximadamente equiparables en tamao pero de signos opuestos. Al igual que ocurre con el argumento de que el gasto pblico es muy escaso, ste tambin resulta casi imposible de descartar. An as, uno tiene la tentacin de preguntarse a qu viene tanta preocupacin con todo este activismo de la poltica fi scal si el efecto neto es cero. En realidad, no ha sido cero sino negativo: las turbulencias fi nancieras que Espaa ha atravesado durante los seis ltimos meses (y que sigue atravesando) han tenido un efecto adverso sobre el conjunto de bancos, empresas y ciudadanos espaoles. Este efecto podra haberse evitado si las autoridades econmicas no hubieran (primero) aceptado tan religiosamente las promesas del multiplicador y no hubieran ms tarde esperado tanto tiempo en entender la necesidad de subir algunos impuestos y de reducir algunos gastos pblicos.

    El dfi cit y el endeudamiento pblico aportan el engarce obvio entre los dos ensayos sobre poltica fi scal aqu incluidos: los estmulos fi scales generan dfi cit y, cuando el multiplicador no funciona (como suele suceder), esos dfi cit se traducen en deuda que debe ser fi nanciada primero y devuelta ms tarde. Como hemos aprendido

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    una vez ms, aunque ya deberamos haberlo sabido, resulta difcil fi nanciar deuda adicional en medio de una crisis fi nanciera, de ah que para calmar la ansiedad de los mercados fi nancieros un pas deba mostrar que realmente es capaz de hacer frente al servicio de su deuda. A este fi n, el pas debe subir los impuestos o recortar drsticamente el gasto pblico, unas medidas muy costosas de adoptar siempre, al menos desde la ptica poltica si no desde la ptica econmica, como los modelos neoclsico y keynesiano respectivamente predicen. Este razonamiento nos lleva a la misma conclusin a la que habamos llegado anteriormente: las autoridades econmicas debern tener cuidado, mucho cuidado, con las recetas simples y rpidas que demasiados expertos y asesores de poltica econmica les ofrecen en cuanto hay un problema que resolver. La mayora de los problemas econmicos no tienen soluciones simples y fciles, pues por eso mismo se les denomina problemas.

    Conclusiones

    En resumen: es ste un volumen til tanto para autoridades econmicas como para expertos? Creemos que s, pero no por las razones normalmente aducidas: aparte de los dos o tres casos anteriormente sealados, que no obstante son importantes, a saber las cajas de ahorros, la legislacin concursal y el mercado de trabajo, este volumen no contiene recomendaciones de poltica econmica fciles, sencillas y a corto plazo. Por el contrario, los ensayos aqu recogidos parecen pregonar un par de temas comunes.

    El primer tema es que las polticas econmicas tienen importancia sobre todo a largo plazo. El jugueteo a corto plazo con los impuestos y el gasto (o con la poltica monetaria, cuando el Banco de Espaa estaba a su cargo) podra tener algunos efectos, pero stos son modestos (si son positivos) o muy nocivos (si son potentes). Los efectos reales ocurren a largo plazo y afectan a la economa por las vas, aun previsibles, ms extraas. A veces, a travs del mercado de trabajo (se introducen los contratos temporales a fi nales de la dcada de los ochenta, pero estallan una dcada despus); a veces, a travs de la poltica monetaria y la regulacin bancaria (se

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    reducen los tipos de inters reales y se deja que las cajas se pongan al servicio de los polticos locales y se encuentra uno con una burbuja inmobiliaria media dcada despus); a veces, a travs del sistema educativo (se extiende la educacin a todos pero se presta poca atencin a su calidad, y una dcada o ms despus aparecen generaciones de jvenes graduados nominalmente educados pero con escasa cualifi cacin de facto); y, a veces, a travs de la creacin y destruccin de empresas (esas pequeas reglamentaciones burocrticas que el legislador establece para crear o disolver una empresa, resultan de aplicacin a millones de empresas, y esos millones de empresas constituyen la economa del pas).

    El segundo tema es que la poltica econmica no puede sustraerse a la historia. Un pas es lo que la historia ha hecho de l y, en el proceso de desarrollo econmico, la poltica econmica non facit saltus. Lo que, en lenguaje llano, signifi ca que no se puede sacar un nuevo modelo de crecimiento de la chistera y pretender su existencia por el mero hecho de haber recibido la aprobacin poltica durante su anuncio en el Parlamento. El crecimiento procede de los trabajadores que tenemos, las empresas que tenemos, las reglas del juego que tenemos y las instituciones que tenemos. Todos estos factores cambian lentamente, algunos con mayor lentitud que otros, y ninguno de ellos es capaz, por ejemplo, de transformar Andaluca en el sur de California nicamente porque un dirigente poltico quiera que eso suceda y declare que debera suceder. S, estara bien si fuera factible, pero por desgracia no lo es. As pues, es mejor no hacer promesas vanas a los ciudadanos: todos sabemos que no pueden cumplirse. Se les deben prometer cambios pequeos, lentos y continuos en la direccin correcta: si se persevera en la reforma del sistema, eso es lo que realmente puede conseguirse y ya es mucho.

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    Brotes verdes?Dnde, cundo y cmo?

    Mximo Camacho Universidad de Murcia

    Gabriel Prez-QuirsBanco de Espaa y CEPR

    Pilar PoncelaUniversidad Autnoma de Madrid

    1. Introduccin

    En medio de la actual recesin, los analistas, las autoridades econmicas y los periodistas han utilizado la expresin brotes verdes para referirse a indicios que sealan el fi nal del periodo recesivo. Aunque Norman Lamont, entonces Canciller del Tesoro britnico, fue la primera persona en utilizar esta expresin durante la recesin de 1991, su popularidad se debe a Ben Bernanke, Gobernador de la Reserva Federal, cuando el 15 de marzo de 2009 afi rm que detectaba brotes verdes de recuperacin econmica. A partir de esa cita, se ha hecho un uso intensivo de la expresin, con ms de 189 millones de bsquedas en Google.

    La expresin brotes verdes no siempre se ha utilizado con criterios

    cientfi cos, principalmente por dos motivos. En primer lugar, el trmino es muy impreciso, atribuyendo a sus usuarios la necesidad de identifi car dnde, cundo y cmo aparece la recuperacin, bsicamente en funcin de sus propias creencias. Es evidente que

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    los sntomas de recuperacin no aparecen en todos los indicadores econmicos de todos los pases con la misma intensidad y al mismo tiempo. De ah que el usuario escptico tienda a acentuar el tono negativo de ciertos indicadores, mientras que el usuario optimista tenga la tentacin de subrayar los indicios positivos proporcionados por otros indicadores. Quiz sea la falta de precisin en la defi nicin de brotes verdes lo que tambin difi culta las comparaciones internacionales sobre la existencia de dichos brotes. En segundo lugar, en el proceso de bsqueda de brotes verdes, los recientes avances en las tecnologas de la informacin han incrementado de forma exponencial el nmero de variables con informacin sobre la economa, acelerando a ritmos nunca vistos su frecuencia de actualizacin. El coste de comprobar en tiempo real el calendario de publicacin de las variables, los ltimos datos publicados y sus revisiones difi culta enormemente la labor de actualizacin del analista al evaluar diariamente si los brotes son realmente verdes.

    El objetivo de este trabajo consiste en ofrecer a los agentes econmicos una defi nicin estadstica de la expresin brotes verdes de fcil interpretacin por parte de la opinin pblica. En concreto, decimos que existen brotes verdes si la probabilidad de que la economa se encuentre en recesin en el periodo t con la informacin disponible hasta ese periodo es pequea. Esta defi nicin soslaya los dos problemas anteriormente citados asociados al creciente uso de la expresin brotes verdes. En primer lugar, la probabilidad de recesin deja de ser un trmino impreciso. La inferencia sobre el estado del ciclo se calcula a partir de un modelo estadstico aplicado a los datos, por lo que es transparente y objetivo. Adems, como las probabilidades de recesin carecen de unidades de medida, es fcil llevar a cabo comparaciones internacionales. En segundo lugar, si la probabilidad de recesin se calcula sobre la base de un conjunto de variables que los agentes consideran representativas de la actividad econmica, porque las variables seleccionadas son buenas aproximaciones de la actividad econmica general, dicha probabilidad de recesin debera ser un estadstico sufi ciente para los analistas con el consiguiente ahorro de tiempo y coste para ellos. Nuestra pretensin es, a travs de un sencillo algoritmo de clculo,

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    obtener una cifra de fcil interpretacin que los usuarios puedan actualizar cuando lo necesiten.

    Para el clculo de probabilidades, proponemos un modelo factorial dinmico construido a partir de un conjunto de indicadores econmicos que capta las etapas de expansin y recesin como cambios de rgimen no observados en la media del factor comn. La variable de estado no observada que controla los cambios de rgimen se modeliza, al igual que en Hamilton (1989), como un proceso de Markov, pero difi ere en una serie de aspectos importantes de otros mtodos utilizados en la literatura. En primer lugar, la mayora de las aplicaciones empricas ajustan el proceso de cambio de rgimen de Markov a la serie del Producto Interior Bruto (PIB), suponiendo que esta variable capta toda la informacin relevante sobre el estado de la economa. Sin embargo, el comit que se encarga del fechado de ciclos del National Bureau of Economic Research (NBER) defi ne la recesin no slo como una cada del PIB sino como una cada signifi cativa y generalizada de la actividad econmica normalmente visible en la produccin, el empleo, la renta real y otros indicadores. Adems, aunque estos modelos suelen ser bastante precisos dentro de la muestra (in-sample) para identifi car los ciclos econmicos, el desfase temporal en la publicacin de las cifras del PIB hace que pierdan su atractivo a la hora de evaluar en tiempo real la situacin actual de la economa. Por ejemplo, en la fecha en que se est redactando este artculo (4 de octubre de 2009), el ltimo dato publicado de PIB de Estados Unidos corresponde al segundo trimestre de 2009. Para calcular la probabilidad de estar hoy en recesin, debemos usar la ltima observacin disponible (2009:II) y, con esa informacin, predecir la probabilidad de estar en recesin en el presente trimestre (2009:IV). Esto signifi ca perder una informacin extremadamente valiosa aparecida desde junio hasta octubre.

    En segundo lugar, en la lnea marcada por Diebold y Rudebusch

    (1996), algunas propuestas recientes (Kim y Yoo, 1995, Chauvet, 1998, y Kim y Nelson, 1998) estiman diferentes versiones de modelos factoriales dinmicos con cambio de rgimen de tipo markoviano

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    que captan tanto la nocin de comovimientos de los indicadores mensuales a lo largo del ciclo econmico, como la nocin de cambio de rgimen. Los indicadores utilizados en estas propuestas se basan en la tradicin del modelo factorial dinmico lineal del indicador coincidente de Stock y Watson (1991): siguiendo la lgica de la Contabilidad Nacional de que el PIB puede aproximarse por el lado de la renta, de la oferta y de la demanda, estos autores seleccionan el ndice de produccin industrial (lado de la oferta), las ventas totales (lado de la demanda) y la renta personal en trminos reales (lado de la renta), aadiendo una variable de empleo para captar la idea de que la productividad no sufre cambios drsticos de un periodo a otro. Aunque la inferencia de estas propuestas sobre el estado del ciclo econmico ha sido muy precisa, se puede mejorar en varias direcciones. La principal restriccin que existe hasta la fecha es la necesidad de disponer de conjuntos de paneles de datos completos, lo que implica que los modelos eran incapaces de superar algunos problemas habituales asociados a la prediccin en tiempo real como la existencia de datos de distintas frecuencias y el hecho de no disponer de todos los datos para todas las variables simultneamente.

    Creemos que al incorporar estos dos aspectos a los modelos dinmicos multivariantes no lineales podemos ofrecer una potente herramienta economtrica para dar un tratamiento tcnico a la defi nicin de brotes verdes, as como a la datacin del ciclo, la intensidad y la forma de la recuperacin.

    En lneas generales, nuestros resultados sugieren que un modelo factorial dinmico con cambio de rgimen de Markov es un fi ltro potencialmente muy til para transformar la informacin de un amplio conjunto de indicadores econmicos en probabilidades de recesin. Ofrecemos evidencia formal sobre la rapidez con que el anlisis en tiempo real puede identifi car el ltimo punto de infl exin cclico en Estados Unidos, la zona del euro1 y Espaa. Nuestro modelo confi rma la presencia de brotes verdes en esas tres economas, con

    1. Los detalles de la aplicacin del modelo a la zona del euro pueden verse en Camacho et al. (2010b).

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    diferente intensidad y perfi les temporales en cada una de ellas. Adems, confi rmamos que la aparicin de la citada expresin en la prensa se adelant en cierta medida a su confi rmacin por los datos, aun cuando estos ltimos incluyen variables con un claro componente de expectativas.

    La estructura del artculo es la siguiente. La Seccin 2 describe los resultados del anlisis univariante convencional que utiliza datos de PIB. La Seccin 3 discute la extensin multivariante en un modelo a pequea escala sin variables de expectativas. La Seccin 4 analiza los resultados de un modelo de mediana escala con variables de expectativas. La Seccin 5 se dedica al anlisis en tiempo real de las predicciones. Por ltimo, la Seccin 6 presenta las conclusiones.

    2. Anlisis univarianteHamilton (1989) propuso por vez primera un excelente marco

    de anlisis de series temporales para el estudio del ciclo econmico. Supongamos que el valor esperado de una serie temporal, ty , cambia entre dos diferentes estados del ciclo econmico, habitualmente denominados expansiones y recesiones. En notacin matemtica, se supone que 0( )tE y = si la economa se encuentra en expansin, y que 1( )tE y = si la economa est en recesin. En su propuesta original, Hamilton (1989) supone que la serie temporal es el crecimiento del PIB y que, aparte de los procesos de transicin entre expansiones y recesiones, la serie presenta una dinmica autorregresiva. Su especifi cacin economtrica es

    tt s ty u= + , (1)

    donde tu sigue un proceso AR(4), y ts es un variable de estado no observable que toma el valor 0 en las expansiones y 1 en las recesiones. Se supone que la variable de estado sigue una cadena de Markov de orden uno, lo que implica que

    1 2 1 1( ) ( )t t t t t t ijp s j s i s h I p s j s i p = | = , = ,..., = = | = = (2)

    donde 0 1i j, = , , e tI es el conjunto de informacin hasta el periodo t .

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    Recientemente, Camacho y Prez-Quirs (2007) han mostrado que, cuando se tiene adecuadamente en cuenta la transicin entre medias que dependen del estado de ciclo, entonces la correlacin serial que caracteriza a los cambios de rgimen sustituye a la correlacin serial que normalmente se modelizara mediante estructuras autorregresivas. En consecuencia, los modelos que captan de forma precisa la secuencia de recesiones y expansiones son dinmicamente completos y no es necesario incluir parmetros autorregresivos adicionales para captar la dinmica de la serie. En estos casos, el modelo propuesto ser

    tt s ty = + , (3)

    donde t es una secuencia incorrelacionada de errores gaussianos con media cero y varianza 2 .

    El Grfi co 1 muestra la tasa de crecimiento del PIB real de cada una de esas tres economas para el periodo muestral ms amplio del que se dispone (descargado el 4 de octubre de 2009), junto con las reas sombreadas que indican los periodos de recesin datados por el NBER. En Estados Unidos, los datos cubren el periodo que va entre 1953:I y 2009:II, mientras que en la zona euro abarcan desde 1991:I hasta 2009:II. En el caso de Espaa, utilizando la ltima serie de datos publicada por el Instituto Nacional de Estadstica, disponemos de cifras desde 1970:I hasta 2009:II. Como se supone en el sencillo modelo univariante de cambio de rgimen de Markov, las series de PIB presentan tasas de crecimiento negativas durante la mayor parte de las recesiones datadas por el NBER. El Grfi co 2 presenta las probabilidades fi ltradas dentro de la muestra (in-sample) de que las economas estadounidense, de la zona euro y espaola estn en recesin estimadas a partir del modelo de la expresin (3). Como ilustra el panel del caso estadounidense, si solamente utilizamos los datos del PIB sin referencia alguna a lo que pueda haber manifestado el NBER, obtenemos un fechado de las recesiones muy similar al que tradicionalmente ha utilizado el NBER. Adems, con la ltima informacin disponible, la probabilidad de que estas economas se encuentren en recesin es an muy alta.

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    Grfi co 1. Tasas de crecimiento del PIB

    3RUFHQWDMH

    ((887DVDVGHFUHFLPLHQWRGHO3,%, ,,

    3RUFHQWDMH

    =RQDGHOHXUR7DVDVGHFUHFLPLHQWRGHO3,%, ,,

    3RUFHQWDMH

    (VSDxD7DVDVGHFUHFLPLHQWRGHO3,%, ,,

    Nota: Las reas sombreadas corresponden a las recesiones identifi cadas por el NBER.

    Trimestre

    Trimestre

    Trimestre

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    El Cuadro 1 muestra los coefi cientes estimados por mxima verosimilitud del modelo (3). Sealamos los resultados ms interesantes. En primer lugar, para todo periodo muestral y rea econmica considerados, la inclusin de la reciente recesin (panel izquierdo) conlleva medias positivas en el estado 0ts = y medias negativas en el rgimen representado por 1ts = . En consecuencia, podemos asociar el primer rgimen a las expansiones y el segundo rgimen a las recesiones. En segundo lugar, las expansiones son, en general, ms persistentes que las recesiones, ya que las estimaciones de

    00p son mayores que las de 11p . Las comparaciones internacionales revelan que aunque las recesiones aparentemente son ms persistentes en el caso de la zona del euro y de Espaa, parece que este resultado depende en buena medida de las diferentes muestras utilizadas para obtener las estimaciones de los parmetros, ya que la persistencia de las recesiones en Estados Unidos pasa a ser similar a la existente en los dos casos de mbito europeo cuando la muestra estadounidense utilizada es comparable a las otras dos. En tercer lugar, condicionado a estar en el estado i , puede derivarse el nmero esperado de meses que duran las fases del ciclo econmico como ( ) 11 iip , as como la amplitud esperada de ese estado como ( ) 11i iip . En Estados Unidos, la duracin y amplitud esperadas de una expansin tpica son 16,67 trimestres y 17%, respectivamente, mientras que esas cifras se reducen en el caso de las recesiones a 3,84 trimestres y 1,61%. Estas estimaciones estn en consonancia con el conocido hecho de que las recesiones son, en promedio, ms cortas y leves que las expansiones. A fi n de examinar el grado en que la actual recesin difi ere de las anteriores, el panel derecho del Cuadro 1 recoge las estimaciones de los parmetros de cambio de rgimen de Markov obtenidos a partir de una muestra que concluye a fi nales de 2007. En este caso, la previsin es que las recesiones duren 3,44 trimestres e impliquen una prdida del 1,17%, es decir, cifras prximas a las estimaciones arriba citadas. Por ahora, esta recesin ha durado 7 trimestres y ha ocasionado una prdida del 3,14%, de forma que est siendo ms persistente y severa de lo esperado. En cuarto lugar, y por lo que se refi ere a las comparaciones internacionales, cabe sealar que las recesiones en la zona del euro

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    se prevn ms largas (5,88 trimestres) y profundas (prdidas del 4,52%), aunque estos resultados obedecen bsicamente al reducido tamao muestral del PIB europeo. En el caso de Espaa, las recesiones previstas son las ms duraderas (8,33 trimestres) pero las ms suaves (prdida del 0,66%).

    Cuadro 1. Coefi cientes estimados en el modelo de cambio de rgimen de Markov

    Incluida la ltima recesin Excluida la ltima recesin

    Muestra 0

    1 2 p00 p11 Muestra 0 1 2 p00 p11

    EE.UU.

    1953:I 1,02 -0,42 0,60 0,94 0,74 1953:I 1,02 -0,34 0,60 0,94 0,71

    2009:II (0,08) (0,26) (0,06) (0,02) (0,10) 2007:IV (0,08) (0,31) (0,06) (0,03) (0,12)

    1974:I 0,92 -0,53 0,50 0,95 0,74 1974:I 0,93 -0,43 0,50 0,96 0,69

    2009:II (0,07) (0,27) (0,06) (0,02) (0,13) 2007:IV (0,07) (0,35) (0,06) (0,02) (0,12)

    1991:III 0,76 -0,92 0,24 0,99 0,94 1991:III 0,95 0,46 0,18 0,92 0,88

    2009:II (0,07) (0,26) (0,06) (0,02) (0,10) 2007:IV (0,11) (0,16) (0,04) (0,09) (0,11)

    Zona del euro

    1991:III 0,56 -0,77 0,17 0,97 0,83 1991:III 0,64 0,01 0,09 0,95 0,80

    2009:II (0,05) (0,15) (0,03) (0,02) (0,14) 2007:IV (0,05) (0,11) (0,02) (0,04) (0,13)

    Espaa

    1974:I 0,91 -0,08 0,21 0,97 0,88 1974:I 1,17 0,45 0,17 0,93 0,95

    2009:II (0,05) (0,12) (0,03) (0,02) (0,06) 2007:IV (0,13) (0,09) (0,02) (0,04) (0,03)

    1991:III 0,84 -0,74 0,12 0,97 0,86 1991:III 0,85 -0,51 0,09 0,98 0,78

    2009:II (0,05) (0,12) (0,03) (0,02) (0,06) 2007:IV (0,04) (0,14) (0,02) (0,01) (0,18)

    Nota: El modelo estimado es tt s t

    y = + , donde ty es la tasa de crecimiento del PIB, ( )20,t iidN : y ( )1/t t ijp s i s j p= = = .

    La capacidad de los modelos univariantes de cambio de rgimen de Markov para obtener inferencias sobre el ciclo econmico en tiempo real merece un comentario fi nal. La elevada coincidencia en periodos de cambio de rgimen de las probabilidades calculadas y

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    de las fases del ciclo econmico estadounidense identifi cadas por el NBER que se observa en el Grfi co 2 puede dar la impresin de que los sencillos modelos univariantes de cambio de rgimen de Markov aplicados al PIB se ajustan extremadamente bien al ciclo econmico. No obstante, los buenos resultados dentro de la muestra (in-sample) observados en dicho Grfi co resultan algo engaosos porque lo que se muestran son las probabilidades fi ltradas de estar en recesin en un determinado trimestre sobre la base de las tasas de crecimiento del PIB hasta ese trimestre, que obviamente se desconocen cuando se realizan inferencias en tiempo real. Como la publicacin de las cifras de PIB suele ser unos 45 das posterior al fi nal del trimestre respectivo, el ltimo trimestre para el que pueden realizarse inferencias de este tipo es el segundo trimestre de 2009. Para inferir la probabilidad de estar en recesin en el vigente trimestre (cuarto de 2009), es necesario obtener predicciones de las probabilidades dos periodos hacia delante. Para analizar el efecto del prolongado desfase temporal en la publicacin del PIB sobre la inferencia con respecto al ciclo econmico, el Grfi co 3 muestra las predicciones de las probabilidades dos periodos hacia delante2. Este grfi co nos permite cuestionar la capacidad de los modelos univariantes de cambio de rgimen de Markov para inferir probabilidades de recesin en tiempo real: en todas las recesiones, las seales para el seguimiento de la evolucin cclica son poco potentes y llegan demasiado tarde. En consecuencia, la forma natural de proceder parece ser aadir indicadores econmicos mensuales que incorporen informacin ms contempornea sobre el estado del ciclo econmico.

    2. Obsrvese que este ejercicio no tiene en cuenta el efecto de las revisiones de los datos, el cual amplifi cara el deterioro de la identifi cacin dentro de la muestra (in-sample) de los ciclos econmicos.

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    Grfi co 2. Probabilidades fi ltradas de recesin a partir de las tasas de crecimiento del PIB

    ((88

    =RQDGHOHXUR

    (VSDxD

    Nota: Las reas sombreadas corresponden a las recesiones identifi cadas por el NBER.

    Trimestre

    Trimestre

    Trimestre

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    Grfi co 3: Probabilidades fi ltradas de recesin dos periodos por delante a partir de las tasas de crecimiento del PIB

    ((88

    =RQDGHOHXUR

    (VSDxD

    Nota: Las reas sombreadas corresponden a las recesiones identifi cadas por el NBER.

    Trimestre

    Trimestre

    Trimestre

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

    47

    3. Anlisis multivariante

    La introduccin de mejoras en el modelo de cambio de rgimen markoviano del PIB para incorporar indicadores econmicos puede resultar conveniente por dos motivos. En primer lugar, porque al publicarse con un menor desfase temporal, pueden aadir informacin ms contempornea. En segundo lugar, porque de encontrarse sincronizados con el PIB, podran contribuir a mejorar la seal de aparicin de puntos de cambio en la fase del ciclo econmico. Con esta fi nalidad, Kim y Yoo (1995), Chauvet (1998) y Kim y Nelson (1998) combinaron el modelo factorial dinmico y el de cambio de rgimen de Markov para incorporar las dos caractersticas bsicas de los indicadores del ciclo econmico: comovimiento y asimetra. Aplicaciones recientes del modelo pueden encontrarse en Chauvet y Hamilton (2006) y Chauvet y Piger (2008). Sin embargo, estas propuestas empricas no permiten tratar la falta de datos que aparece en los datos medidos con distintas frecuencias o en los paneles de datos incompletos. Camacho, Prez-Quirs y Poncela (2010a) justifi can que es posible tratar la falta de datos en estos modelos si extendemos al modelo no lineal de cambio de rgimen de Markov la propuesta de Mariano y Murasawa (2003). En este trabajo aplicamos dicha extensin.

    1. Marco terico

    Comencemos con un modelo factorial dinmico de un solo factor comn, el ndice que queremos construir, que sigue un proceso de cambio de rgimen de Markov. Sea 1( )t t N tx x

    , ,= ,...,x el vector de N

    series temporales observadas que es generado por el factor comn no observado, tf , y porN componentes especfi cos o idiosincrsicos

    ( )

    1 1 1 1 1t t tB f

    N N N

    = + ,

    x u(4)

    donde 1 2( ) ( ( ) ( ) ( ))NB B B B

    , = , ..., es la matriz de carga de los

    factores, con 0 1( )i

    i

    qi i ii qB B B = + + ...+ , siendo B el operador

    de retardos. El factor comn sigue un proceso autorregresivo de cambio de rgimen de Markov con media cambiante:

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    ( )tt

    t s

    af

    B = + , (5)

    donde 1( ) 1p

    pB B B = ... . Suponemos que ts evoluciona segn una cadena de Markov irreducible con 2 estados cuyas probabilidades de transicin vienen defi nidas en (2). Tambin consideramos que los componentes especfi cos o idiosincrsicos presentan la siguiente estructura dinmica

    ( )

    1 1t tB

    N N N N

    = ,

    F u(6)

    donde ( ) ( ( ))iB diag F B=F es una matriz diagonal que recoge la dinmica especfi ca de de cada perturbacin idiosincrsica, con

    1( ) 1i

    i

    pi i ipF B B B = ... , 1i N= ,..., , y t es un ruido blanco

    multivariante de media cero con matriz de covarianzas diagonal 3.

    2. Seleccin de variables

    Para que la estimacin de este modelo no lineal sea factible, el nmero de variables a analizar debe ser reducido y la seleccin de variables a incluir en el anlisis debe realizarse de forma cuidadosa. Obsrvese, sin embargo, que el problema de seleccin de variables no slo afecta a los modelos a pequea escala. Los tradicionales modelos lineales a gran escala nunca utilizan todas las series temporales disponibles en tiempo real a todos los niveles de desagregacin para todos los pases y regiones incluidos en el anlisis. Adems, el nivel de complejidad que los modelos a gran escala incorporan al anlisis no siempre est justifi cado. En el contexto de prediccin, Boivin y Ng (2006) han sugerido recientemente que, dado el escaso nmero de categoras que existen en los datos macroeconmicos, la precisin de las predicciones no necesariamente aumenta con el nmero de

    3. Obsrvese que el modelo permite la existencia de perturbaciones comunes que

    afectan a la economa ( ta ), as como de perturbaciones especfi cas para cada in-dicador econmico ( t ).

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    series incluidas en el modelo, ya que cabe la posibilidad de que estas series slo aadan correlacin cruzada al ruido idiosincrsico. Por ltimo, Banbura y Rnstler (2007) obtienen que la mayor parte del contenido predictivo de su modelo a gran escala se limita a un pequeo conjunto de variables.

    En consecuencia, comenzamos con un modelo sencillo, a partir de la sugerencia de Stock y Watson (1991). Su idea sigue la lgica de la Contabilidad Nacional, a saber, que se pueden obtener estimaciones robustas de PIB calculndolo por el lado de la renta, de la oferta y de la demanda. As pues, para obtener estimaciones robustas de la actividad econmica, estos autores seleccionan el ndice de produccin industrial (IPI) (lado de la oferta), las ventas totales (lado de la demanda) y la renta personal real menos los pagos de transferencias (lado de la renta), aadiendo una variable de empleo para captar la idea de que la productividad no cambia drsticamente de un periodo a otro. Adems, debido a su importancia para determinar el estado del ciclo econmico, ampliamos este conjunto inicial de indicadores mediante la inclusin de la serie de PIB.

    El Cuadro 2 presenta una descripcin de las series utilizadas para cada economa, el periodo muestral disponible y la fuente de datos. Conforme sealamos en este cuadro, los datos disponibles poseen todas las caractersticas arriba mencionadas, muestras que acaban en distintos periodos segn las variables y datos medidos con distintas frecuencias. En el caso de la zona euro, no disponemos de variables de renta, por lo que utilizamos los datos de sueldos y salarios publicados por Eurostat. Adems, la periodicidad de las series de empleo no es mensual, sino trimestral. Por motivos de disponibilidad de datos, en Espaa utilizamos la cifra de ventas de las grandes empresas (procedente de la Agencia Tributaria) en lugar de las ventas al por menor, el nmero de afi liados a la Seguridad Social en lugar del empleo y los salarios pagados (procedentes de la Agencia Tributaria) en lugar de la renta.

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    Cuadro 2. Indicadores utilizados en el modelo factorial con cambio de rgimen de Markov (de 5 series)

    Series Muestra Fuente Frecuencia

    EE.UU.

    Produccin Industrial 1960:01 - 2009:08 Datastream Mensual

    Ventas al por menor 1960:01 - 2009:08 Datastream Mensual

    Ocupados no agrcolas 1960:01 - 2009:09 Bureau of

    Labor StatisticsMensual

    Renta personal menos pagos de transferencias

    1960:01 - 2009:08 Datastream Mensual

    Producto Interior Bruto 1960:I - 2009:II St. Louis FRED Trimestral

    Zona del euro

    Produccin Industrial 1990:01 2009:07 Eurostat Mensual

    Ventas al por menor 1995:01 2009:07 Eurostat Mensual

    Ocupados no agrcolas 1991:I 2009:II Eurostat Mensual

    Renta personal menos pagos de transferencias

    1995:01 2008:12 Eurostat Mensual

    Producto Interior Bruto 1990:I 2009:II Eurostat Trimestral

    Espaa

    Produccin Industrial 1983:01 2009:08 INE Mensual

    Ventas al por menor 1995:01 2009:08 Agencia Tributaria Mensual

    Ocupados no agrcolas 1983:01 2009:09 Ministerio de Trabajo Mensual

    Renta personal menos pagos de transferencias

    1995:01 2008:12 Agencia Tributaria Mensual

    Producto Interior Bruto 1983:I 2009:II INE Trimestral

    Nota: Para describir la muestra, los dos ltimos dgitos identifi can el mes (o trimestre, en romanos).

    Algunas de las variables seleccionadas tienen periodicidad mensual, pero otras son trimestrales. Para utilizar todas ellas dentro del modelo, vamos a transformar todas las variables trimestrales en sus homlogas mensuales, como en Mariano y Murasawa (2003). Esta transformacin genera ciertos polinomios de retardos que aparecen en la matriz de carga de los factores ( )B de la expresin (4).

  • Brotes verdes? Dnde, cundo y cmo?

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    Conviene realizar una ltima observacin. En Espaa, algunas series se publican mensualmente pero se refi eren a tasas de crecimiento anual. Para obtener resultados comparables, transformamos todos los indicadores mensuales en tasas de crecimiento anual. En consecuencia, las tasas de crecimiento anual,

    tx , pueden expresarse como suma de las variables mensuales subyacentes desfasadas:

    X zt t jj 0

    11

    = -=

    / (7)

    Esta transformacin tambin genera polinomios de retardos en la matriz de carga de los factores ( )B de la expresin (4).

    3. Especifi cacin y estimacin del modelo

    Si suponemos que todas las variables se observan con frecuencia mensual, el modelo admite una representacin sencilla en el espacio de estados. Supongamos que la parte idiosincrsica o especfi ca en todas las series trimestrales es AR(2), lo que signifi ca que las series mensuales que se derivan a partir de stas son AR(6). Sea

    xtf el vector 12 1 cuyos componentes son el factor comn y sus

    primeros once retardos y xtu el vector que contiene los componentes idiosincrsicos y sus retardos para todas las variables del modelo; por ltimo, defi namos el vector de estado de los componentes no

    observados (comunes o idiosincrsicos) th como

    xt t xth f u

    = , .

    As pues, la ecuacin de medida (que vincula los factores comunes y los componentes idiosincrsicos no observados con las variables observadas) puede expresarse como

    1 1 1t t ttx H h

    N N k k N

    = +,

    (8)

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    donde t es ruido multivariante ( 0 R, ) con R diagonal. La matriz

    tH contiene parmetros desconocidos tales como los coefi cientes de carga de los factores i , 1i N= ,..., que refl ejan el grado de ponderacin del factor comn en cada serie observada. La ecuacin de transicin (que recoge la dinmica del modelo) viene dada por