La conservación de la ballena gris

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La conservación de la ballena gris (Eschrichtius robustus). Redacción Ahora que está de moda las expediciones del Sea Sheperd (la organización ambientalista que anda embistiendo barcos balleneros japoneses en la Antártida) y su cruzada anti-sushi, vale la pena hablar un poco sobre la conservación de la ballena gris, que es la que nos toca a los que vivimos por estas hermosas costas de la Baja California Sur y de sus habitantes más grandes (literalmente) y famosos.

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La conservación de la ballena gris (Eschrichtius robustus).

Redacción

Ahora que está de moda las expediciones del Sea Sheperd (la organización ambientalista que anda embistiendo barcos balleneros japoneses en la Antártida) y su

cruzada anti-sushi, vale la pena hablar un poco sobre la conservación de la ballena gris, que es la que nos toca a los que vivimos por estas hermosas costas de la Baja

California Sur y de sus habitantes más grandes (literalmente) y famosos.

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Las ballenas grises viven sólo en el Océano Pacífico en el hemisferio norte, hay dos grupos (stocks) o poblaciones, una en la costa asiática y otra en la costa americana.  La población de la costa americana es la que nos visita realizando la migración más larga de los mamíferos marinos, ya que migra en primavera a sus sitios de alimentación en el

Estrecho de Bering y el Mar de Chukchi cerca del polo norte y regresa a la costa occidental de la Península de Baja California para parir y aparearse.

Durante muchísimos años, hicieron este largo viaje solas y sin ser

molestadas por los humanos, pero a mediados del siglo XIX el Capitán

Charles Melville Scammon siguió a una ballena gris macho durante su

viaje a las lagunas de Baja California Sur  por que en ese entonces era

cazada por su aceite (que se utilizaba para lámparas principalmente), y

descubrió que se reproducía en las lagunas costeras de la Baja

California hasta Bahia Magdalena y pronto se convirtió en los sitios

predilectos para su caza por grandes flotas balleneras.

Esta actividad casi llevó a las ballenas grises a la extinción, pero ante la declinación de las poblaciones de ballenas en el mundo, en 1946 se creó la Comisión Ballenera

Internacional, regulando su captura con el objetivo de “proteger a todas las especies de ballenas de la caza excesiva y salvaguardar para las generaciones futuras los

importantes recursos naturales representados por las poblaciones de ballenas”.  México se adhirió a la convención en 1949, sin embargo, ya desde 1933 estaba prohibida la caza de ballenas en nuestro territorio pues nuestro gobierno firmó la Convención de

Ginebra para la protección de las Ballenas.

Por otra parte, el 14 de enero de 1972 se declaró como refugio para Ballenas y

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Ballenatos la Laguna Ojo de Liebre, Baja California Sur, siguiéndole el 16 de julio de 1979 la Laguna San Ignacio; en 1980 se incorporan a esta Área Natural Protegida las lagunas de Guerrero Negro y Manuela y el 30 de noviembre de 1988, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el Decreto que declara la Reserva de la Biosfera "El

Vizcaíno".

La protección ha sido tan exitosa que la ballena gris fue retirada de la Lista de Especies en Peligro de Extinción de los Estados Unidos en 1994, en México sigue estando en el

listado de especies protegidas (NOM-059-SEMARNAT-2010).

A pesar de toda la protección que tienen las ballenas grises, todavía están muy amenazadas por la interacción con los humanos ya que la existencia de redes a la

deriva y “muertas” puede producir que se enmallen y se lastimen y que tengan problemas para nadar y para alimentarse.

También, debido a que su ruta migratoria es costera, tienen frecuentes encuentros con grandes barcos que las lastiman y hieren con sus propelas y cascos, especialmente

durante el viaje de regreso a los sitios de alimentación, cuando su velocidad de nado es más lenta por que van cuidando a sus ballenatos. Se calcula que de cada 10 ballenas

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varadas, cuatro de ellas fueron afectadas por actividades humanas.

Seguirlas en mar abierto en embarcaciones de cualquier tipo durante su ruta migratoria es una mala idea, porque las molestan cuando estas van en tránsito (además las

embarcaciones por ley no pueden acercarse a menos de 80 metros). En las lagunas de Baja California un porcentaje muy reducido de ballenas son las que acercan a las

embarcaciones en áreas autorizadas reducidas de las lagunas (el resto de las lagunas son sólo para las ballenas), y su comportamiento es muy diferente.

Las ballenas grises ofrecen una oportunidad para la educación ambiental, en especial para los niños, quienes aprenden a respetar y cuidar el ambiente a través del ejemplo

de una observación respetuosa.

En las lagunas costeras de Baja california Sur, en especial en la laguna Ojo de Liebre y en la laguna San Ignacio, existen programas y reglas (muchas no escritas) para lograr que la interacción entre las ballenas y las embarcaciones autorizadas para verlas no

dañe a las ballenas; se lleva un control especifico para no molestarlas y no lastimarlas

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que incluye, incluso, una norma oficial de observación de ballenas que especifica el cómo y dónde se pueden realizar los viajes de observación de ballenas sin perjudicarlas

a ellas y que no representen un riesgo para los humanos (aunque las ballenas no son de naturaleza agresiva, por su tamaño pueden ser un riesgo para las embarcaciones

menores por lo que hay que tomar precauciones).

Esta norma, entre otras cosas establece que sólo pueden utilizarse cierto tipo de embarcaciones para la actividad, prohibiéndose el uso de zodiacs, lanchas inflables,

kayaks o embarcaciones mayores aunque, de manera un poco irregular, en San Ignacio se permite la entrada de barcos; el número de embarcaciones está reglamentado

también.

El resultado de estas regulaciones es que las compañías de observación de ballenas y sobre todos los operarios de las embarcaciones han aprendido a maniobrar

responsablemente entre ballenas y lograr en esta oportunidad la mejor oportunidad de una observación respetuosa; si alguna vez observas a un operador no seguir las reglas,

denúncialo, es por el bien de la actividad y sobre todo, de las ballenas. 

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Un caso particular es el de la Bahía Magdalena, al sur de la Península; pues hay un elevado número de embarcaciones autorizadas y muy pocas ballenas, lo cual para

muchos es muy preocupante, algunos creen que incluso las lanchas pueden ser una molestia que puede afectar el comportamiento de los cetáceos, pues recordemos que

buscan estos lugares por la tranquilidad que les brindan.

Las ballenas son especies indicadoras de la salud medioambiental, aprendamos sobre ellas y otras especies. Cuidemos a las ballenas evitando tirar basura fuera de los

contenedores para que no se vaya al mar, respetemos las vedas y cuando vayamos a pescar evitemos que se nos queden los anzuelos y las redes en el mar, compartamos

con respeto su espacio vital, ellas llegaron miles de años antes que nosotros.

El consumo de caguama, tradicional pero ilegal

Redacion GNV

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Los mares alrededor de la Península de Baja California son áreas importantes para la alimentación y crecimiento de cinco de las siete especies de tortugas marinas del mundo; todas ellas clasificadas como amenazadas o en peligro de extinción; pero las especies más amenazadas son la carey y la siete filos o laúd.

En el noroeste de México el consumo de caguama era tradicional entre las etnias seri de Sonora y muy probablemente también entre los indígenas californios de la Península. Durante muchos años se consumió este animal como fuente de proteína ya que el abasto de otro tipo de carnes rojas era muy escaso; poco a poco esta situación fue cambiando, pero subsistió la tradición del consumo de caguama, especialmente durante la cuaresma como un sustituto de la carne roja.

Durante la década de 1950 y 1970 hubo una muy intensa actividad pesquera sobre estos animales y sus poblaciones sufrieron declinaciones muy drásticas, durante estos años en México se realizaba el 50% de la pesca comercial de caguama del mundo.

Desde 1990 se estableció una veda total al comercio y uso de productos de tortuga marina y aunque actualmente ya no se pesca la tortuga marina legalmente aún se capturan y mueren muchas tortugas en redes de deriva y palangres. Las caguamas son

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animales que necesitan respirar aire y al estar atrapadas en las redes, no pueden salir a respirar, cuando los pescadores revisan sus redes son liberadas muertas o moribundas y al morir frecuentemente se varan en las playas cercanas dando la impresión de que hay grandes números de caguamas en el mar.

En un estudio hecho en desde 1995 y hasta 2003 se evaluaron tortugas que se encontraron varadas o en los basureros, los investigadores encontraron un total de 1945 caguamas muertas en Bahía Magdalena; de estas, las especies que más frecuentemente fueron encontradas varadas en la playa fueron la amarilla y la prieta, mientras que en los basureros se encontró una mayor frecuencia de tortugas prietas.

Los investigadores repitieron el estudio de 2006 a 2008, pero ahora en diferentes comunidades en todo el Estado y encontraron 1014 carapachos, la mayor parte de ellos en Guerrero Negro y Bahía Magdalena.

En la primera parte del estudio, se encontró que el 91% de las tortugas prietas que se encontraron presentaban evidencia de que fueron utilizadas para consumo, mientras que las menos consumidas fueron las carey.  En la segunda parte sólo encontraron señales

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de consumo en 45.5% de las caguamas y la especie que más se consumió fue la verde o lora seguida de la amarilla.

Lo más grave es que en ambos estudios, la mayoría (90 al 99%) de las caguamas encontradas fueron caguamas juveniles, especialmente las  carey. En el estudio se calculó una mortalidad de más de 600 caguamas al año.  Los investigadores también encontraron que la mayor mortalidad por pesca incidental se presenta durante las corridas de guitarra y por la pesca de lenguado, para las que se utilizan redes agalleras de fondo.  Por esta razón, es bien importante trabajar con las autoridades pesqueras para diseñar redes más seguras para las tortugas.

En el segundo estudio, los investigadores también aplicaron algunas encuestas y en ellas encontraron que 46% de los entrevistados acostumbran comer carne de caguama y que los lugares donde se venden principalmente son Guerrero Negro, Todos Santos y Bahía Magdalena.

El que la mayoría de las caguamas que se encontraron en ambos estudios sean juveniles quiere decir que, ya sea por pesca incidental o por consumo, no estamos permitiendo que la población se recupere pues las tortugas no están llegando a la edad adulta y esto a la larga puede tener serias consecuencias pues no habrá ejemplares que puedan reproducirse y las poblaciones se reducirán aún más.

Una investigadora hizo una serie de entrevistas a pescadores de caguama y estimó que se capturan más de 6000 animales cada año con el fin de venderlos para su consumo, ya sea en los lugares donde se capturaron o para mandarlos a lugares como Los Cabos, Tijuana, Ensenada y hasta San Diego y Los Ángeles.

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La mayor parte de estas personas indicó que capturaban las caguamas porque era buen negocio, por que caían en sus redes o por tradición familiar y sólo dos dijeron que lo hacían por que había muchas. Por lo que es poco probable que su captura se haga por ignorancia, tal como se menciona en algunos lugares.

No perdemos de vista que el consumo de carne de caguama es tradicional, sin embargo, recientemente se ha observado que el consumo está más orientado a una situación de estatus social que a una tradición cultural, siendo que las personas con mayores recursos económicos, mayor educación o mayores posiciones políticas o sociales son las que más las consumen, mientras que las personas más humildes, tienen un mayor respeto por la veda de estas especies.

En Baja California Sur ha habido varios casos últimamente, esta es una situación bastante común en la Península, pues se tiene la percepción de que a pesar de que la posesión o captura de estos animales se castiga con hasta 9 años de cárcel y más de $150,000 pesos de multa; existe un elevado nivel de impunidad en ese sentido ya que se percibe que los más poderosos pueden consumir esta carne sin que se les aplique ningún castigo.

Otro asunto muy grave es que durante las entrevistas hechas por los investigadores, se les informó que en el 90% de los casos, las autoridades están involucradas en el comercio ilegal, situación que incrementa la percepción de impunidad en el tema.

En las entrevistas hechas por la investigadora, unos pescadores redimidos mencionaron que algunas de las cosas que les impedía capturar las caguamas era que sabían que

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podrían ir a la cárcel, pero sobre todo, que sus hijos tenían mucho cariño por las tortugas y querían dar un buen ejemplo.  Esto nos indica que nuestras autoridades ambientales deberán redoblar los esfuerzos en educar a nuestros niños, especialmente a los hijos de los pescadores, a fin de ir disminuyendo la pesca ilegal de caguama.

Pero también nosotros podemos poner nuestro granito de arena evitando consumir la caguama, aunque sea muy buena y estemos acostumbrados a ello.  Mientras que las autoridades deberán seguir realizando operativos para evitar que se consuma la tortuga y aplicando sanciones a quienes lo hagan, no importando su condición política o económica.

De esa manera podrán recuperarse las poblaciones y en algún momento podremos volver a hacerlo de manera legal y responsable. Aunque esperemos que mejor, cambiemos esa cultura de consumo.

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En peligro de desaparecer la tercera parte de la fauna y flora de la entidad

Datos obtenidos de organizaciones no gubernamentales dicen que durante el 2008, el 33.3 % de las especies de fauna y flora existentes en nuestra entidad están en peligro de desaparecer.

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y el Centro Mexicano de Derecho ambiental (CEMDA) colaboran con Ecology Project International (EPI) en pos de flora y fauna que se encuentra en peligro de extinción en Baja California Sur (BCS).

Por este motivo, el próximo miércoles 6 de abril en Campus EPI, Guillermo Prieto #1038 e/ Navarro y Encinas, de cinco a siete de la tarde, Maritza Muñoz Vargas, delegada de PROFEPA en el estado, y Agustín Bravo, representante de CEMDA, ofrecerán conferencia

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dirigida a toda la ciudadanía con el fin de orientar acerca de las leyes que protegen a los animales en peligro, cuáles son estas y qué medidas está tomando la autoridad para protegerlos.

Datos obtenidos de organizaciones no gubernamentales dicen que durante el 2008, el 33.3 % de las especies de fauna y flora existentes en nuestra entidad están en peligro de desaparecer. Una de estas especies es el Berrendo, que se encuentra en este estatus debido a su caza inmoderada. Actualmente la especie ha sido protegida por ley, la cual dice que la pena por capturar un berrendo puede alcanza los nueve años de cárcel, más una multa entre los cincuenta y cuatro mil salarios mínimos.