La Conciencia Historiográfica Se Ha Desarrollado en La Acción de Armar Todo Un Tinglado...

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La conciencia historiográfica se ha desarrollado en la acción de armar todo un tinglado esquemático para domar las corrientes del río de la historia, para atenuar su paso y recuperar, por descarte, los hechos significativos y con ello la esencia de los mismos. Por eso al fluir histórico se le ha canalizado generalmente dentro del discurso historiográfico en la espiral modélica de los ciclos y los períodos. por Jeroh Juan Montilla EL FLUIR DE LA CONCIENCIA HISTORIOGRAFÍA La historia es el fluir de la conciencia de quienes la escriben, la escritura histórica es el espejo verbal de la mente disciplinar que la concibe. Una cosa es la historia y su caos fáctico y otra la conciencia que le da orden a ese amasijo de acontecimientos humanos. La razón humana es intrínsecamente sucesiva, por lo tanto, la historia vaciada en los libros fluye también en la horma de lo continuo, en ese incesante río donde según Heráclito, no podemos bañarnos por segunda vez en las mismas aguas. Ese río por un ardid de la misma conciencia pasa a convertirse en una representación del tiempo, la tríada del pasado, el presente y el futuro. Viéndolo de este modo el hacer historiográfico vendría a ser un acto de rescate en lo temporal, de recuperar lo que se le escapa al hombre en el indetenible cauce del tiempo. Es un acto desesperado por ejercer un dominio humano sobre lo irrecuperable. La conciencia historiográfica se ha desarrollado en la acción de armar todo un tinglado esquemático para domar las corrientes del río de la historia, para atenuar su paso y recuperar, por descarte, los hechos significativos y con ello la esencia de los mismos. Por eso al fluir histórico se le ha canalizado generalmente dentro del discurso historiográfico en la espiral modélica de los ciclos y los períodos. El presente ensayo toma como punto de apoyo, para desplegar sus apreciaciones sobre el uso de lo cíclico y la periodificación en la historiografía venezolana, el artículo titulado Historiografía, inserto en el "Diccionario de Historia de Venezuela" de la Fundación Polar (1997), escrito por el historiador venezolano Germán Carrera Damas. Trabajo por demás de significativa relevancia para entender lo que es y ha sido la conciencia del hacer historiográfico en Venezuela. LA HISTORIOGRAFÍA VENEZOLANA Y SU PERIODIFICACIÓN De entrada el autor dice, citándose a si mismo, que sus esquemas de análisis se basan “en ‘la teoría de los ciclos historiográficos de Venezuela’, período colonial, expuesta en Historiografía colonial de Venezuela" (Pág. 701) En este último texto se divide al hacer historiográfico en 5 ciclos, que van desde 1498 hasta 1806. Estos ciclos se desarrollan dentro de lo que se conoce tradicionalmente como el periodo colonial. Carrera Damas manifiesta que para elaborar esta división siguió las propuestas del historiador belga León-Ernest

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  • La conciencia historiogrfica se ha desarrollado en la accin de armar todo un tinglado esquemtico para domar las corrientes del ro de la historia, para atenuar su paso y recuperar, por descarte, los hechos significativos y con ello la esencia de los mismos. Por eso al fluir histrico se le ha canalizado generalmente dentro del discurso historiogrfico en la espiral modlica de los ciclos y los perodos.

    por Jeroh Juan Montilla EL FLUIR DE LA CONCIENCIA HISTORIOGRAFA La historia es el fluir de la conciencia de quienes la escriben, la escritura histrica es el espejo verbal de la mente disciplinar que la concibe. Una cosa es la historia y su caos fctico y otra la conciencia que le da orden a ese amasijo de acontecimientos humanos. La razn humana es intrnsecamente sucesiva, por lo tanto, la historia vaciada en los libros fluye tambin en la horma de lo continuo, en ese incesante ro donde segn Herclito, no podemos baarnos por segunda vez en las mismas aguas. Ese ro por un ardid de la misma conciencia pasa a convertirse en una representacin del tiempo, la trada del pasado, el presente y el futuro. Vindolo de este modo el hacer historiogrfico vendra a ser un acto de rescate en lo temporal, de recuperar lo que se le escapa al hombre en el indetenible cauce del tiempo. Es un acto desesperado por ejercer un dominio humano sobre lo irrecuperable.

    La conciencia historiogrfica se ha desarrollado en la accin de armar todo un tinglado esquemtico para domar las corrientes del ro de la historia, para atenuar su paso y recuperar, por descarte, los hechos significativos y con ello la esencia de los mismos. Por eso al fluir histrico se le ha canalizado generalmente dentro del discurso historiogrfico en la espiral modlica de los ciclos y los perodos. El presente ensayo toma como punto de apoyo, para desplegar sus apreciaciones sobre el uso de lo cclico y la periodificacin en la historiografa venezolana, el artculo titulado Historiografa, inserto en el "Diccionario de Historia de Venezuela" de la Fundacin Polar (1997), escrito por el historiador venezolano Germn Carrera Damas. Trabajo por dems de significativa relevancia para entender lo que es y ha sido la conciencia del hacer historiogrfico en Venezuela. LA HISTORIOGRAFA VENEZOLANA Y SU PERIODIFICACIN De entrada el autor dice, citndose a si mismo, que sus esquemas de anlisis se basan en la teora de los ciclos historiogrficos de Venezuela, perodo colonial, expuesta en Historiografa colonial de Venezuela" (Pg. 701) En este ltimo texto se divide al hacer historiogrfico en 5 ciclos, que van desde 1498 hasta 1806. Estos ciclos se desarrollan dentro de lo que se conoce tradicionalmente como el periodo colonial. Carrera Damas manifiesta que para elaborar esta divisin sigui las propuestas del historiador belga Len-Ernest

  • Halkin. Afirma que a pesar de las crticas la periodologa es "una categora necesaria para el conocimiento histrico" Estos ciclos fueron elaborados a partir del anlisis de los siguientes aspectos: las escuelas del pensamiento histrico, los fenmenos especficos, el contexto americano y europeo dentro de la historia universal, la fundacin de las misiones en Venezuela y el criterio geogrfico combinado con el cronolgico. Estos ciclos fueron catalogados de la manera siguiente: ciclo general o primario: que involucra a los historiadores generales de Indias, va desde el siglo XV hasta el XVIII. Y segn el itinerario de los cronistas: ciclo de occidente, ciclo de oriente, ciclo del Orinoco, ciclo de naturalistas y viajeros, estos ciclos se cruzan con el ciclo primario desarrollndose simultneamente todos entre los siglos XVI y XVIII. Los del primer ciclo tienen como caractersticas generales: lo etnogrfico, el fin religioso y de Estado, levantar informes de las actividades y datos de los descubridores y conquistadores, justificacin de los actos de estos ltimos, tendenciosidad religiosa y etnohistrica, textos excesivamente generales y repetitivos hasta copiarse unos de otros. Los ciclos siguiente se caracterizan por describir regiones especficas, grupos indgenas con sus costumbres, el evidenciar que un 90% de los cronistas son misioneros, tocan los mismos temas, exhiben rasgos de la corrientes historiogrficas del iluminismo y el romanticismo, son tambin un estudio de lo distinto a la cultura colonial de origen europeo, manifiestan inters por la economa, la ciencia y la poltica, hacen mencin al tema de la esclavitud y mantiene el abusivo plagio de textos. Ahora bien Carrera Damas cambia la calificacin de ciclo al trmino etapa cuando pasa a estudiar la historiografa venezolana que se desarrolla entre los siglos XIX y XX. Aqu plantea una historiografa venezolana a partir del hecho de asumir la conciencia de venezolanidad, como criterio de diferenciacin y ruptura con el pasado colonial. Establece a s dos grandes etapas: la presistemtica y la sistemtica. La etapa presistemtica "se caracteriza por la elaboracin de paisajes historiogrficos, cuya generalizacin no se basa en el estudio metdico de toda la obra, o de la parte ms significativa de ella, determinada segn criterios expresos, de los autores" (Pag. 707) Se ve, por la cita, que el hacer historiogrfico de esta etapa es bsicamente descriptivo y de matices personalistas. Segn Carrera Damas las conclusiones que estos autores dan a sus propios trabajos oscilan de extremo a extremo, del optimismo al pesimismo. Mucho de lo escrito en esta etapa est bajo la proteccin del poder pblico, respondiendo a los objetivos y planes polticos de los grupos enquistados en el gobierno. Una caracterstica general es el desmedido e interesado uso de las figuras de la independencia, especialmente la de Simn Bolvar. Esta etapa muy bien puede ubicarse desde 1830 hasta mediados de 1947 cuando, con la fundacin de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Central se da inicio a la etapa sistemtica. Esta ltima etapa de la historia de la historiografa venezolana implica el surgimiento otros campos y corrientes de estudio e investigacin no sujetos al discurso histrico oficial. Es la etapa de una historiografa con sentido acadmico, la cual se inicia primeramente con objetivos de crtica

  • historiogrfica a todo lo realizado en este campo hasta ese momento. Uno de los resultados ms significativos de estas actividades crticas, segn el autor, es la periodificacin del hacer historiogrfico nacional. Se destacan en este ejercicio los historiadores Eloy Guillermo Gonzlez, Mario Briceo Iragorry, Ramn Daz Snchez y el mismo autor, Germn Carrera Damas. Despus de una breve revisin crtica a las propuestas de periodificacin anteriores al autor, este concluye su artculo anteponiendo y detallando su propia propuesta de 5 fases historiografas: la de la independencia, la romntica, la positivista, la marxista y la sincrtica o eclctica. Cierra este artculo de Carrera Damas sobre la historiografa venezolana un texto Manuel Prez Vila titulado Desarrollo historiogrfico recientes" en la cual abunda y complementa datos con referencia a la actividad historiogrfica en la contemporaneidad venezolana. LA PERIODIFICACIN SUJETA A LA NOCIN DE CONTINUIDAD Hablar de ciclos y perodos para esquematizar la historiografa es tomar trminos que ya se han manejado con bastante largueza entre las Ciencias Naturales, sobre todo en el mbito de la qumica, la fsica y la biologa. En estas se entiende por ciclo la serie de transformaciones que sufre un cuerpo partiendo de un estado inicial y volviendo despus de un recorrido o transicin al mismo, como ejemplo sencillo puede mencionarse el ciclo hidrolgico. Si se consulta el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola las palabras ciclo y perodo tienen significados semejantes. El primero es una "'Serie de fases por las que pasa un fenmeno peridico hasta que se reproduce una fase anterior" (Pg. 470) En relacin al segundo: "Tiempo que una cosa tarda en volver al estado o posicin que tiene al principio" (Pg. 1577) La diferencia est en el uso que se le ha dado a estas dos nociones. Los perodos estn incluidos en los ciclos, donde estos ltimos implican la generalidad y los perodos la especificidad o las partes. En fin ambas nociones implican una recurrencia fenomnica. Es evidente que lo que subyace en el sustrato de estas dos nociones es otra nocin muy importante para hacer social del hombre, la idea de la continuidad. Ahora bien, el uso de esta terminologa en la historia es bastante antiguo, se dice que Zendoto de Efeso, en siglo III a. C. us por primera vez la palabra ciclo para dividir la historia griega, a partir de la literatura, en los grandes ciclos troyano y tebano. Para Carrera Damas ordenar la historiografa bajo los criterios de periodificacin trae diversas dificultades. Es significativo que en su articulo, Perodos de la historia de Venezuela para Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundacin Polar, Germn Carrera Damas hable de que caracterizar y delimitar los periodos en la historia de Venezuela "...suscita algunos problemas especficos, adems de los propios de todo intento de periodificacin" (Pag. 593) Estos problemas son la simultaneidad de los procesos histricos, como son el descubrimiento, la conquista, y la colonizacin, tambin el lapso histrico de estos, la ubicacin de la independencia y de la Gran Colombia. Para este historiador el problema se explica en una mala fundamentacin de los esquemas. Entiende que la simultaneidad de los procesos es lo esencial en el proceso global, no resolver a esta dentro del esquema de periodificacin es metodolgicamente fatal para la calidad de los resultados.

  • Ahora bien el problema puede que no est en la complejidad del ro sino en la insuficiencia de las canalizaciones que pretenden conducirlo. Las renuentes aguas de lo histrico siempre desbordan los muros de la periodificacin, esta en si misma adolece de significativas limitaciones metodolgicas. Plantea esto un agotamiento o una escasez epistemolgica de dicho esquema? Esta misma situacin puede verse claramente cuando el autor aborda lo historiogrfico. El quid de todo este asunto est en la nocin histrica de continuidad. Carrera Damas manifiesta que: ''El proceso histrico no debe aceptar cortes tajantes. Hay una continuidad que sin duda debe ser objeto de anlisis permanente por parte de los estudiosos de las ciencias sociales" (Pag. 701) El autor presupone una continuidad que establece el hilo comunicante de los diversos ciclos, periodos y fases de la historiografa venezolana. Todo el discurso sobre la historiografa se desarrolla sobre los tropiezos por mantener este hilo comunicante. Carrera Damas es amplio al describir las dificultades e insuficiencias en la periodificacin histrica. Para l dicha problemtica tiene que ver con la complejidad especfica del terreno histrico estudiado, Venezuela. La impericia en aplicarle los criterios de periodificacin. Lo cual exige una claridad metodolgica a toda prueba. Ante estas afirmaciones es preciso traer a colacin las siguientes palabras de Michel Foucault: "Para la historia, en su forma clsica, lo discontinuo era a la vez lo dado y lo impensable: lo que se ofreca bajo la forma de acontecimientos, instituciones, ideas o prcticas dispersas; aquello que el discurso del historiador deba contornear, reducir, borrar para que apareciera la continuidad de los encadenamientos. La discontinuidad era ese estigma del desperdigamiento temporal que el historiador estaba encargado de suprimir de la historia. (Pag. 223) All se explica las dificultades aludidas, la historia es fundamentalmente discontinuidad, la nocin de continuidad es solo un recurso del discurso histrico clsico para atrapar lo que se escapa, lo que se escurre del cauce. Para Foucault la discontinuidad no es un enemigo a reducir, sino que ahora es un elemento fundamental del anlisis histrico. Entonces la problemtica no est en el terreno estudiado, como cree Carrera Damas sino en la sujecin a la nocin de continuidad. Mantenerla a estas alturas, donde se ha incorporado al estudio de las ciencias la categora de la incertidumbre junto a la desaparicin del sujeto como elemento fundante de la ciencia, es tratar de armar un juego donde las piezas no calzan por que son irreductiblemente cambiantes desde una perspectiva historiogrfica. Hay que aceptar que los esquemas solo son una excusa para iniciar el juego historiogrfico. La idea de totalidad es apenas metafrica. Es notable que el despertar de la conciencia historiogrfica venezolana, desde Mario Briceo Iragorry hasta la obra de Carrera Damas, parece ser la bsqueda incesante e infructuosa de una continuidad perdida. BIBLIOGRAFA Carrera Damas, Germn (1964) Cuestiones de historiografa venezolana. Caracas: Monte vila Editores (1972) Metodologa y estudio de la historia. Caracas: Monte vila Editores. (1997) Historiografa. En: Diccionario de Historia de Venezuela,

  • (pp. 701-714) Caracas: Fundacin Polar. (1997) Perodos de la historia de Venezuela. En: Diccionario de Historia de Venezuela, (pp. 593-599) Caracas: Fundacin Polar. Foucault Michel (1970) Respuesta al Crculo de Epistemologa. En: Anlisis de Michel Foucault. (pp. 221-270) Buenos Aires: Editorial Tiempo Contemporneo. Fuente: Historiografa Enviar esto por correo electrnico BlogThis! Compartir en Twitter Compartir en Facebook

    2 comentarios :

    1.

    Arianna Cote11:16 p. m., octubre 21, 2010

    De esta lectura pude comprender que la historiografa se le considera al registro escrito de la historia y de todos los hechos que sucedieron en el pasado que de alguna u otra manera fueron importantes o determinaron un hecho importante del Pas. Este texto se relaciona con Germn Carrera Damas en que el elabor una divisin o ciclos que se desarrollan dentro de lo que se conoce tradicionalmente como el periodo colonial;perodo que comienza con el descubrimiento (o encuentro como se le ha dado por llamar ahora) en 1492 (1498 en Venezuela) y la independencia en 1810. Estos ciclos se clasificaron de la siguiente manera : ciclo general o primario: que involucra a los historiadores generales de Indias, va desde el siglo XV hasta el XVIII. Y segn el itinerario de los cronistas: ciclo de occidente, ciclo de oriente, ciclo del Orinoco, ciclo de naturalistas y viajeros, estos ciclos se cruzan con el ciclo primario desarrollndose simultneamente todos entre los siglos XVI y XVIII.Esta fu para mia la idea principal o la funcin principal del texo. Arianna Cote 1 cs B

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    2.

    Joseida betancourt3:22 p. m., abril 18, 2012

    Joseida betancourt abril 18, 2012 Pude notar en la lectura que la importancia de la historiografia que presenta el autor German carrera lamas se basa en la teoria de los ciclos historiograficos venezolana a partir del hecho de asumir la conciencia de venezolanidad, manifiesta que el proceso historico no

  • debe aceptar cortes debe tener continuidad para que puedan encajar todas las fichas.

    Resea sobre el libro Cesarismo Democrtico de Laureano Vallenilla Lanz. Consideramos como uno de los textos ms representativos de la ideologa que marc eldevenir histrico-poltico de Venezuela en la primera mitad del siglo XX, el positivismo, el escrito por uno de los mximos exponentes venezolanos de la ideologa, Laureano Vallenilla Lanz, tituladoel Cesarismo Democrtico. Es por este motivo que a lo largo de la siguiente resea analizaremoscmo y en to rno a cu les p r inc ip ios se es t ruc tu r tan impor tan te l ib ro de la h is to r iogra f a venezolana para, posteriormente, delinear un breve panorama de la sociedad venezolana de la pocay el impacto del libro en la misma.Encont ramos en 1919 ( fecha de la pub l icac in de la p r imera ed ic in de l Cesa r ismo Democrtico) a una Venezuela que pareca disfrutar de los beneficios del ideal imperante en lasociedad, el positivismo. A travs del gobierno del General Juan Vicente Gmez (an cuando enCaracas gobernaba el Presidente Provisional Victorino M. Bustillos) se haba finalmente logradoaplicar la mxima de orden por progreso social y, as, las guerras de caudillos por el poder polticohaban encontrado punto final cuando el Caudillo Mayor tom las riendas de la sociedad.Son muchos los avances que se realizan bajo el lema positivista, sin embargo consideramosque el costo para la sociedad fue muy alto. Usando como escudo la necesidad de establecer orden en pro de conquistar avances de carcter tcnicos se da la instauracin y consolidacin de gobiernosautoritarios. Poder y control total a cambio de orden y progreso parece ser la ecuacin ms comnen los gob ie rnos la t inoamer icanos de f ina les de s ig lo XIX , y e l caso de Venezue la no es la excepcin, ya que, segn Vallenilla Lanz, slo un gobierno que logre establecer orden (sin importar los mtodos) en una sociedad anrquica como la venezolana, podr lograr que la misma avance.Segn V. Lanz, por lo tanto, el Caudillo constituye la nica fuerza de conservacin social " (citadoen Eloy Martnez, Junio de 2009) en una sociedad como la venezolana. Sin embargo, no nosadelantemos a los hechos. Antes de estudiar a profundidad por qu Vallenilla Lanz hace unaafirmacin tan controversial como la presentada anteriormente, consideramos pertinente revisar brevemente cules fueron los factores biogrficos que marcaron el pensamiento de nuestro autor, y por lo tanto, cules de sus ideales resulta posible identificar en su obra Cesarismo Democrtico.Laureano Vallenilla Lanz naci en Barcelona en 1870 y se destac a lo largo de su vida por ser uno de los investigadores histricos ms relevantes de su poca (en parte por sus mismo ideales positivistas que lo impulsaron a una revisin exhaustiva de los cimientos sobre los que se erigan u e s t r a h i s t o r i o g r a f a t r a d i c i o n a l p a r a p r o v e e r l a d e u n v e r d a d e r o t r a s f o n d o c i e n t f i c o y comprobable). De igual manera, resulta posible afirmar que Vallenilla Lanz se destac, no slocomo h is to r iado r , s ino tamb in como soc i logo , pe r iod is ta y po l t i co . S in embargo , comomencionado anteriormente, Lanz destaca en nuestro acervo cultural como uno de

  • los ms fervientesdefensores y promotores de los ideales positivista en la vida social de la Venezuela de principios desiglo XX (Pino Iturrieta, 1997).Su estudio de la historia venezolana no escapa a esta visin. Segn Mndez-Reyes y Mora-Beltrn, Lanz consideraba imperante la necesidad de utilizar en la historiografa venezolana ( )los fecundos mtodos positivos, a fin de que el pasado tan oscurecido por los viejos conceptos, por la literatura pica y por las pasiones banderizas, se transformen () en fuente de saludables y fecundas enseanzas (Noviembre de 2007).Esta visin positivista de la historia de Venezuela, encaja perfectamente con lo evidenciadoa lo largo de la obra Cesarismo Democrtico, ya que mediante una profunda revisin de los textosescritos (o discursos vociferados y luego transcritos) por los protagonistas de los eventos que sedispone a revisar, Lanz conduce su investigacin y, posteriormente, se siente en la capacidad derealizar afirmaciones sobre cmo se sucedieron los hechos ms importantes que marcaron nuestra 1 historia (ej. la Guerra de Independencia). En sus propias palabras Yo creo y me baso para elloen el estudio circunstancial que he hecho de nuestra historia ( ) (Vallenilla Lanz, 1919; 3). Deigual manera, insiste en que debemos de sustraer el espritu a los prejuicios y guiados siquiera por la tendencia analtica de nuestra poca, busquemos los orgenes, los antecedentes histrico (V .Lanz, 1919; 31). Su intencin es la de descubrir lo que verdaderamente acaeci entre nuestro pasado, pa ra conoce r la h is to r ia s in ve los u tp icos , n i d i s f races que engaen y pa ra es to , su investigacin se ver repetidamente reforzada por la utilizacin de fuentes bibliogrficas directas.Consideramos importante destacar que, a nuestro juicio, Vallenilla Lanz realiza esta revisinhistrica de los sucesos que marcaron el devenir de nuestra sociedad para justificar uno de los principios bsicos del movimiento positivista: el orden es condicin de progreso. Bajo esta premisase esconde el verdadero objetivo del autor al estructurar el texto en cuestin: por las mismascondiciones histricas de un pueblo como el venezolano, resulta imperante la consolidacin de ungobernante/caudillo que imponga su fuerza y carcter como fuente de donde emana el poder mismo.Un gobernante como el General Juan Vicente Gmez, con el cual Vallenilla Lanz se encontrabaestrechamente relacionado. El caudillo se presenta, por tanto, segn Vallenilla Lanz como elcorolario natural de la evolucin colectiva de sociedad venezolana (Pino Iturrieta, 1997). Laconsecuencia normal de una sociedad donde la anarqua y el desorden han imperado desde el iniciode la Guerra de Independencia.La ob ra de Va l len i l la Lanz se enmarca en e l con tex to h is t r i co -po l t i co p rev iamente mencionado: a mediados de lo que sera el gobierno ms largo de nuestra historia republicana, el delGeneral Gmez (recordemos que Juan V. Gmez gobern de manera interrumpida desde 1908 hastasu muerte en 1935), por lo que el Cesarismo Democrtico sirve de justificativo histrico delgobierno que se vena manifestando desde hace casi 11 aos: slo la fuerza y el control ordenado pueden controlar con la sociedad anrquica

  • y salvaje que puebla Venezuela. A nuestro juicio, elt e x t o s i r v e d e i g u a l m a n e r a c o m o p a n f l e t o p r o p a g a n d s t i c o d e u n a f o r m a d e g o b i e r n o n o democrtica: la forma de gobierno que ms respeta los ideales bajo los cuales el autor se rige, el positivismo. Mediante la narracin de la historia republicana venezolana, el autor pretende realizar una justificacin irrevocable de lo beneficioso que resulta la aplicacin de los principios positivistamediante la consolidacin en el poder de un Gendarme necesario (ttulo de uno de los captulosen el que el libro se encuentra dividido) que logre controlar el caos que ha caracterizado el pueblovenezolano.El texto se encuentra dividido en dos grandes grupos temticos: la versin histrica y laversin histrico-jurdica de lo que ha sido nuestro desarrollo como repblica.E l p r i m e r g r u p o t e m t i c o s e d e s a r r o l l a a p a r t i r d e l a r e v i s i n d e l o s s u c e s o s y l o s protagonistas que marcaron el desenvolvimiento de nuestra sociedad. Esta seccin cuenta con untotal de 6 captulos entre los que destacan: Fue una Guerra Civil; Psicologa de la Masa Populary el ms importante y el ltimo, El Gendarme Necesario. A su vez, cada captulo se encuentrasubdividido en subttulos donde el autor va desarrollando distintos temas que se deslindan del principal. De esta manera resultar ms fcil el encontrar un concepto especfico, ya que en laintroduccin de cada subttulo se da a entender claramente de que trata el mismo y cmo se llevara cabo el discurso terico.El segundo grupo temtico (titulado Los principios Constitucionales del Libertador)encuentran una relacin directa con el primero, ya que mediante argumentos de ndole jurdico-histrica se busca respaldar la teora de la necesariedad de un caudillo que gobierne a la nacin.Este segundo grupo se encuentra compuesto por un total de 2 captulos: La Ley Boliviana y LosPartidos Histricos. Cada captulo se encuentra, al igual que la primera parte del libro, dividido ensubttulos temticos, donde el autor busca ahondar en las distintas visiones del tema a tratar.Hecha una revisin general de cmo se estructura el texto Cesarismo Democrtico; culesfueron las intenciones del autor al realizarlo y en qu contexto histrico-poltico y social resulta 2 posible enmarcarlo, a continuacin comenzaremos a delinear sobre cules argumentos centralesnuestro autor deline su tan aclamada obra.E l l ib ro Cesa r ismo Democr t i co comienza con la a f i rmac in no poco menos que controversial que la Guerra que se luch en territorio latinoamericano a principios del siglo XIX yque, histricamente, ha sido promocionada como una guerra independentista, no fue ms que unaGuerra Civil (titulo del primer captulo: Fue una Guerra Civil).Vallenilla Lanz realiza esta afirmacin basndose en un concepto ms profundo que elesgrimido por Victor Hugo Toda guerra entre hombres, es una guerra entre hermanos, la nicadistincin que puede hacerse es la de guerra justa y guerra injusta (en V. Lanz, 1919; 1-2) .Para Lanz, la guerra que se libr entre venezolanos patriotas y espaoles no fue ms que una guerraentre venezolanos que decan perseguir el ideal democrtico y que conllev a la destruccin decualquier vestigio de civilizacin que haba podido vislumbrarse alguna vez en Caracas.

  • () todohaba sido arrasado, todo haba sido destruido () (V. Lanz, 1919; 12).Vallenilla Lanz afirma que, debido a la inclemencia de la topografa y del clima de los llanosvenezolanos, los peninsulares dirigidos por Morillo no soportaron la lucha contra los criollos.Morillo, por tanto, se vio en la necesidad de continuar la batalla pero con criollos que vean en la batalla una respuesta a sus ansias por codicia y prestigio (recordemos el dilogo entre el NegroPrimero y Bolvar destacado en las pginas 15 y 16 del texto). Juan Germn Roscio, uno de los mscelebres personajes civiles de la poca, en algn momento destac que () la Espaa nos hahecho la guerra con hombre criollos, con dinero criollo, con provisiones criollas, con frailes yclrigos criollos, con caballos criollos y con casi todo criollo () (en V. Lanz, 1919; 18). Por tanto, an cuando tradicionalmente se concibe que la lucha independentista haba sido conducida por los patriotas en contra de los peninsulares, en realidad no haba sido ms que un combate de uns e c t o r d e l a p o b l a c i n p r o - I n d e p e n d e n c i a y o t r o s e c t o r d e l a p o b l a c i n p r o - E s p a o l (independientemente de cules hayan sido las motivaciones que los impulsaron a defender la causaespaola). Fue, segn V. Lanz, sin duda alguna una representacin ms de las tantas batallas quehaban caracterizado el devenir histrico de nuestra sociedad.Cons ideramos pe r t inen te des tacar que ya desde e l p r imer cap tu lo se va pe r f i lando e l carcter positivista del autor y su deseo de justificar la necesidad de un gobernante fuerte que logremantener el orden en la sociedad. Segn V. Lanz, es mrito de los realistas la instauracin de ungobierno que demostr las graves consecuencias que comporta la colocacin al poder de un civilcomo Jos Mar a Va rgas (en con t rapos ic in a la f i gu ra fuer te de Jos A . Pez, caud i l lo po r excelencia). En una nacin donde las revoluciones y los tumultos estaban a la orden del da, un civilno logra r a con t ro la r e l deso rden . En una nac in como es ta , s lo un caud i l lo , un m i l i ta r es t capacitado, segn V. Lanz, para gobernar.El segundo captulo, Los Iniciadores de la Revolucin, inicia con la clara afirmacin quel a revo luc in independent is ta p rov ino , no de las c lases ba jas y t raba jado ras que buscaban reivindicaciones (en una concepcin casi Marxista de lo que una revolucin debiera de ser), sino delas clases elevadas de la Colonia (V. Lanz, 1919; 31). De igual manera, fue esta clase la quedispuso la lucha para la proclamacin de los derechos civiles de los hombres (y por lo tanto, se buscaba poner punto final a todas aquellas restricciones que cercenaban de una u otra manera los principios de cada venezolano), con la nica intencin de estructurar los cimientos sobre los cualesdeba de erigirse la Repblica por la que estaba luchando.An cuando histricamente haba sido esta la clase que ms haba protegido la manutencinde las diferencias entre los distintos componentes de la sociedad colonial, cuando el espritudemocrtico los abarca a principios del siglo XIX sern los primeros en invitar a aquella misma c lase de v i l es a compar t i r con e l los , los honores y p reem inenc ias de la soada Repb l i ca democrtico-federativa

  • (V. Lanz, 1919; 36). Por tanto, alejados los prejuicios, la lucha por lademocracia deba de ser de todos los venezolanos sin las distinciones qu

    Yo dialogo, tu no dialogas; soy demcrata, tu no lo eres Por German

    Carrera Damas

    Posted on 10 enero, 2014 by VenteVenezuela in Notas de Prensa, Opinin

    La frecuencia con que se menciona el trmino dilogo. Las virtudes que se le atribuyen. Las esperanzas que se cree representa y que ciertamente despierta. Los discursos pro dilogo, tan diversos en sus trminos como crudamente contrarios entre s, y en cuyo favor se invoca la realizacin del dilogo. Todo pareciera indicar que se trata de un concepto difanamente percibido, a la par que de una panacea poltica recin descubierta. No obstante lo fundado que puedan resultar estos motivos y sentimientos, quizs vengan al caso algunas precisiones, tanto conceptuales como histricas.

    Advierto, de inmediato, que como producto intelectual que soy de la hoy asediada democracia venezolana, slo alguna vez me he sustrado,-ms que negado-, a dialogar. Un elemental respeto por mi oficio de historiador, y un absoluto acatamiento del sentido histrico y del ejercicio del espritu crtico aplicado al estudio y comprensin de la Historia, me han prevenido, por ejemplo, de dialogar con alguno de los monosabios de la oficina del Ministerio del Poder popular para la polica interior, denominada Centro Nacional de Historia, -encargada de minar la conciencia histrica de los venezolanos-, acerca de los mritos del cacique Guaicaipur como defensor de la nacionalidad venezolana. Respecto de ellos, he defendido y defiendo su derecho a decir torpezas; pero igualmente defiendo mi derecho a calificar de tales sus desatinos ideolgicos.

    No es nueva para m la preocupacin sobre el significado del concepto de dilogo, puesto que el ejercicio de la docencia activa, la investigacin sobre temas y cuestiones sensibles, y la expresin escrita de mi pensamiento, no han sido tibios en propiciar el dilogo ni en suscitar polmica.

    Valgan estas advertencias para ayudar a situar crticamente lo que sigue, sobre mi concepto de dilogo y sobre su papel en la historia contempornea de Venezuela.

    * * * * *

    El dilogo ha sido definido como una discusin o trato en busca de una avenencia. De no ser as, en lugar de dilogo se tratara de una conversacin, de una confrontacin de puntos de vista o de pareceres; o, pura y simplemente, de una controversia sin trascendencia razonable admisible por las partes que la escenifican.

    Por esto los demcratas vivimos el dilogo. Por esto mismo los no demcratas, sean seudo socialistas, sean pura y simplemente militaristas, no practican el dilogo, ni pueden practicarlo sin dejar de ser lo que son.

  • As, mientras el demcrata se realiza en el dilogo, porque ste es consubstancial con la prctica de la democracia, tanto el rgimen seudo socialista como el militarista se escudan tras su adoctrinamiento totalitario para apartar de s todo contagio de dilogo, por considerarlo propicio al fomento de la disidencia.

    El rgimen seudo socialista teme al dilogo porque tiene razones histricas para temer toda fisura del totalitarismo, por la cual pueda colarse la disidencia. Del totalitarismo socialista del siglo pasado han sobrevivido los regmenes que se han resistido a toda modalidad de dilogo con sus respectivas sociedades, como lo han hecho las antediluviana dinastas fidelista y norcoreana.

    El rgimen militar-militarista teme al dilogo porque sus jefes han sido amaestrados en le relacin mando-obediencia; y por lo mismo temen, tanto o ms, que los del rgimen seudo socialista, la disidencia delatora del para ellos detestable prejuicio denominado autonoma de pensamiento.

    Como a esas mentalidades abstrusas no les cabra concebir un dilogo sin que ste fuese portador de la justamente temida disidencia, ahogan la sola posibilidad de sta ltima en el pantano de servidumbre del que nutren su prepotencia.

    En consecuencia, visto el dilogo, en Democracia, como un despliegue de razn regido por el propsito de avenencia, ello supone el ejercicio, en primer lugar, de una voluntad de convenio o de transaccin; y en segundo lugar de conformidad y hasta de grados de unin. Por consiguiente, el que sea viable un genuino dilogo depende de que sean satisfechos los siguientes supuestos bsicos:

    La identificacin de los dialogantes: tanto en su condicin de individuos, de grupos o de partidos, como en su representacin, individual o colectiva.

    La igualdad de los dialogantes: fundada en un respeto bsico, que pone a un lado las respectivamente reconocidas jerarqua y ubicacin institucionales.

    La identificacin de las cuestiones sobre las cuales dialogar: lo que requiere una agenda establecida; salvo que se convenga en una fase de agenda abierta, generalmente una vez terminado el dilogo, propiamente dicho, y le siga una conversacin, eventualmente propiciatoria de un nuevo dilogo.

    La formulacin de objetivos: por considerarse que el slo enunciado de reas o cuestiones no felicitar la eventual realizacin del propsito de avenimiento. Los objetivos deben ser reconocidos por los dialogantes como amplios, evidentes y comunes, aun cuando difieran los procedimientos para lograrlos.

    El acuerdo sobre la necesidad o la urgencia de tomar medidas: democrticamente concebidas y acordadas de manera transparente, y formuladas en trminos precisos y accesibles al entendimiento comn.

  • Es obvio que el cumplimiento de estos requisitos para el dilogo compromete no slo la buena disposicin de las partes, sino tambin la legitimidad de su respectiva actuacin, tanto en la concertacin del dilogo como en su realizacin y producto final; y tal legitimidad slo puede provenir, en la Repblica, del pleno respeto de la soberana popular.

    * * * * *

    En Venezuela contempornea la experiencia del dilogo, as concebido, ha sido parte necesaria y fructfera de la transicin desde la Repblica liberal autocrtica, en su fase degenerativa: la Dictadura liberal regionalista, hacia la Repblica liberal democrtica. Ello es prueba de que la nocin de dilogo, -as concebida, lo subrayo-, es consubstancial con la vigencia de la Democracia.

    En un Mensaje histrico slo es posible mencionar, muy sucintamente, tres ejemplos de dilogo particularmente significativos: uno de dilogo poltico circunstancial, otro de dilogo poltico institucional y otro de dilogo poltico global.

    Fue un significativo dilogo poltico circunstancial el realizado entre el ltimo representante de la Dictadura liberal regionalista, el Presidente General Isaas Medina Angarita, y la surgente oposicin democrtica, representada por el Partido Accin Democrtica y su fundador Rmulo Betancourt. El temor compartido de que pudiese retornar al Poder el ex Presidente General Eleazar Lpez Contreras,-apreciado por ambos como retorno al gomecismo, y por la opinin democrtica como una acto del denominado continuismo alternativo-, propici un dilogo en el cual los enunciados supuestos esenciales fueron resumidos en la procurada instauracin de un gobierno civil comprometido a rescatar la soberana popular, reconocindola como el nico criterio de legitimidad en la formacin, el ejercicio y la finalidad del Poder pblico. Este dilogo condujo a la candidatura concertada del Dr. Digenes Escalante a la Presidencia de la Repblica.

    El ms trascendental ejemplo de dilogo poltico institucional retom los objetivos del dilogo poltico circunstancial frustrado. Corri en el lapso 1946-1948, y consisti en la participacin amplia y diversa, en el proceso de formacin del Poder pblico correspondiente a la instauracin de la Repblica liberal democrtica. Tanto la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, bajo la conduccin de un organismo electoral ampliamente representativo y autnomo, como la ampliacin insuperable del universo electoral y el desenvolvimiento mismo de la Asamblea, dieron testimonio de una voluntad de dilogo demostrada por todas las fuerzas civiles.

    El tercer ejemplo, el de dilogo poltico global, parti de la designacin de la Comisin Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), durante la Presidencia de Jaime Lusinchi, por Decreto de 17 de diciembre de 1984. Integrada con la ms diversa pluralidad, sin predominio de corriente alguna, poltica o ideolgica, sus treinta y cinco miembros dimos una altsima demostracin de capacidad de dilogo al formular el Proyecto de reforma integral del Estado, orientado hacia la modernizacin del Estado y la

  • profundizacin de la Democracia; cuyos primeros logros en el fortalecimiento de la soberana popular padecen hoy vanos intentos de destruccin de parte de un rgimen militar-militarista que rene lo atvico con lo arcaico y que, por lo mismo, subestima el arraigo de lo histricamente adquirido por las sociedades.

    * * * *

    El reclamo de dilogo, actualmente presente y en forma creciente, se corresponde con nuestra experiencia histrica en el rescate de la soberana popular, y en la garanta de su plena vigencia. Esta legitimidad histrica le da al reclamo de dilogo el respaldo obligante requerido para que sean respetados los requisitos del dilogo, consubstancial con el ejercicio de la Democracia.

    Caracas, 1 de junio de 2009.

    Mensajes precedentes: Primer Mensaje histrico: En defensa de las bases histricas de la conciencia nacional. 2 Mensaje histrico: La Larga marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia. 3 Mensaje histrico: Recordar la democracia. 4 Mensaje histrico: Zonas de tolerancia de la libertad y guetos de la democracia?. 5 Mensaje histrico: El punto de quiebre . 6 Mensaje histrico: Entre la independencia y la libertad. 7 Mensaje histrico: El discurso de la Revolucin. 8 Mensaje histrico: Reanudacin de su curso histrico por las sociedades aborgenes? O hacia dnde llevan a Bolivia? 9 Mensaje histrico: Cuando Hugo se baj del futuro. 10 Mensaje histrico: La historia ha cado en manos de gente limitada e imaginativa? 11 Mensaje histrico: Las falsas salidas del temor. 12 Mensaje histrico: Hacia dnde quiere ir Venezuela? 13 Mensaje histrico: Defender y rescatar la democracia. 14 Mensaje histrico: Sigue la marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia. 15 Mensaje histrico: En el inicio del 2007: un buen momento para intentar comprender. 16 Mensaje histrico: Las historias de Germn Carrera Damas. 17 Mensaje histrico: Repblica liberal democrtica vs Repblica liberal autocrtica. 18 Mensaje histrico: Sobre los orgenes y los supuestos histricos y doctrinarios del militarismo venezolano. 19 Mensaje histrico: El vano intento de enterrar el Proyecto nacional venezolano. 20 Mensaje histrico: Demoler la Repblica. 21 Mensaje histrico: La reduccin civilizadora socialista de las tribus indgenas. 22 Mensaje histrico: Lo que no se puede dar ni quitar. 23 Mensaje histrico, extraordinario: Mis razones para decir No. 24 Mensaje histrico: La nueva poltica como intento de burlar la historia. 25 Mensaje histrico: Sobre el 23 de Enero de 1958, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. 26 Mensaje histrico: La presencia activa de Rmulo Betancourt. 27 Mensaje histrico: Librarnos del Siglo XIX. 28 Mensaje histrico: Repeticin del 8 Mensaje histrico. 29 Mensaje histrico: Lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. 30 Mensaje histrico: Los ciudadanos pasivos estn en vas de extincin. 31 Mensaje histrico: La revancha de Fernando VII. 32 Mensaje histrico: Las migraciones no controlables. 33 Mensaje histrico: El 23-N el rgimen militar chocar con el legado de Betancourt. 34 Mensaje histrico: La Democracia: un asunto de los pueblos. 35 Mensaje histrico: Mi voz de alerta: !La Repblica est amenazada! 36 Mensaje histrico: nada pudre ms a una nacin 37 Mensaje histrico: El conflictive porvenir de la Repblica. 38

  • Mensaje histrico: El peligro de no saber leer la Historia. 39 Mensaje histrico: Sin ttulo. 40 Mensaje histrico: En desagravio de la mujer venezolana.Nota: Estos mensajes, hasta el nmero 13, fueron recogidos en un pequeo volumen intitulado Recordar la democracia (Mensajes histricos y otros textos). Caracas, Editorial Ala de Cuervo, 2006

    Por Prodavinci | 3 de mayo, 2013

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    VALORACIN GLOBAL DE LA INSTAURACIN Y CONSOLIDACIN DEL RGIMEN SOCIOPOLTICO LIBERAL DEMOCRTICO EN VENEZUELA: 1945-1964

    ( ) la estimativa alegre de quien no ha pasado por la prueba del gobierno ( ).

    Carta a Mercedes Fermn. Agosto de 1955. Rmulo Betancourt. Antologa poltica, vol. VI, pp. 407-408

    Por ser la valoracin histrica de la instauracin y consolidacin de la Repblica liberal democrtica, en el lapso comprendido entre el 18 de octubre de 1945 y el 11 de marzo de 1964, el principal fundamento de la alta personalidad histrica de Rmulo Betancourt; y ubicada esta en la larga marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia, se requiere un enfoque de largo plazo de su aporte personal,conceptual y terico-prctico, a este hecho mayor de la historia de Venezuela, y en particular de su perodo republicano. Hecho quizs solo comparable, por su trascendencia, a la ruptura del nexo colonial, iniciada oficialmente en el 5 de julio de 1811 y culminado con la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. El perodo as demarcado se corresponde con el curso de la denominada por Rmulo Betancourt revolucin democrtica, iniciada con el trmino de la Repblica liberal autocrtica, instaurada a partir de la ruptura de la Repblica de Colombia, alias Gran Colombia, en 1830, y llegada en 1945 al final de su fase degenerativa, la dictadura liberal regionalista, iniciada al nacer el siglo XX.

    Quizs sorprenda, a algn lector desprevenido, el hecho de que en el lapso arriba demarcado quede incluida la dcada 1948-1958, denominada la dictadura militar. Viene al caso recordar dos cosas. En primer lugar, que nuestro estudio est regido por el juego de dos tenaces constantes: la dinmica de la continuidad del proceso histrico y la dialctica de continuidad y ruptura, propia de esa dinmica. Vista en esta perspectiva, lo histricamente legtimo es decir, acorde con ese juego de constantes, realizado en la etapa

  • fundacional de la Repblica liberal democrtica (1945-1948), perdur durante la dcada dictatorial en la reivindicacin que de ello se hizo en la clandestinidad y en el exilio, pero tambin en el hecho de que los aportes esenciales respecto de la formacin del Poder Pblico no pudieron ser abolidos, aunque s falseados. La Historia no brinda ejemplos de cambios sociales profundos e histricamente legtimos que no hayan tenido que superar instancias de contestacin, espordicas y hasta en ocasiones perdurables. No ha sido esa la aventura de la Repblica francesa?

    La peripecia del poder vivida por los venezolanos luego que rompimos la Repblica de Colombia, en 1830, autoriza a formularse una pregunta: cundo se fund, real y definitivamente, la Repblica en Venezuela? Si tomamos como criterio la institucionalizacin de los fundamentos del ordenamiento sociopoltico republicano, representados en primer lugar por el ejercicio de la soberana popular, la separacin y autonoma de los poderes pblicos, y la prctica genuina de la alternabilidad en el desempeo del ms alto nivel del Poder Pblico, la fundacin real y definitiva, en Venezuela, de una genuina Repblica, se inici en 1946, al convocarse la Asamblea Nacional Constituyente que elabor la Constitucin de 1947; al amparo de la cual se instituy por primera vez una Presidencia republicana electa de acuerdo con los fundamentos del rgimen sociopoltico representado por la Repblica. Vale observar que esto aconteci un siglo despus de que, en el 30 de marzo de 1845, nuestra todava reina Isabel II as reconocida, de hecho y derecho, en virtud de un solemne acto consensual abdic y reconoci la independencia de Venezuela; estatus que fuera hasta ese momento una situacin de hecho, por ser obra de sbditos rebeldes. Esta circunstancia da pie a una conclusin: si la fundacin de la Repblica, entendida en los trminos aqu enunciados, se inici en 1946, ella naci como la Repblica liberal democrtica, cuyo fundador fue Rmulo Betancourt, campen en la lucha contra el que haba denominado, en el Plan de Barranquilla, fechado en el 22 de marzo de 1931, absolutismo poltico; lo que, a su juicio, haca que el rgimen sociopoltico contra el cual luch, estuviera e intentara permanecer ms cercano de la Monarqua que de la Repblica.

    Por consiguiente, rota la Repblica de Colombia, que en virtud del Artculo 1. constitucional aboli la Monarqua, el rgimen que la continu, en el hasta entonces Departamento de Venezuela, hasta 1946, podra ser considerado como una etapa de transicin entre la Monarqua absoluta y la Repblica; representada esa etapa por una suerte de remedo de Monarqua constitucional? De responderse afirmativamente esta interrogante, resultara que la Repblica venezolana se anunci moderna y liberal, en 1821, en el seno de la Repblica de Colombia, alias Gran Colombia; y naci, propiamente, en los Estados Unidos de Venezuela, en 1946, como la Repblica liberal democrtica. De all la legitimidad historiogrfica del presente enfoque global.

    NUEVA CONCEPCIN DEL PODER PBLICO, DEL ESTADO Y DEL GOBIERNO

    La nueva concepcin del Poder Pblico, del Estado y del Gobierno, presente en el pensamiento y obra de Rmulo Betancourt, en sus complementarias

  • facetas de lder poltico, de orientador doctrinario y de estadista, conforma una armnica estructura poltico-jurdica en la que se vieron sintetizados, e interpretados de manera creativa, los aportes del liberalismo, actualizado como concepcin democrtica de la libertad; del marxismo en sus expresiones como humanismo centrado en la gestacin del hombre nuevo; del leninismo-trotskismo primario como teora del poder, producto de la accin de masas conducidas por un partido revolucionario; y de la socialdemocracia, como simbiosis del liberalismo y el socialismo, tanto en los procedimientos de formacin, ejercicio y finalidad del Poder Pblico como en las metas revolucionarias de libertad y bienestar social. Todos estos aportes, fueron crticamente repensados por l, con base en una informada interpretacin crtica de la condicin sociohistrica de la sociedad venezolana de mediados del siglo XX.

    Al formular sus consideraciones histrico-crticas, Rmulo Betancourt tradujo el fenmeno histrico real e inmediato que perciba, ms que comprenda, a la terminologa revolucionaria en la que entonces se iniciaba. Cabe dudar de que, por las obras que lea, pudiera tener amplio conocimiento crtico de la realidad histrica de lo que tomaba por originario; es decir del ordenamiento republicano moderno y liberal de la Repblica de Colombia, alias Gran Colombia; de la confrontacin de este con el desquiciamiento de la estructura de poder interna de la sociedad colonial; y de la comprobacin de que la necesidad-imposibilidad de generar los factores dinmicos en lo econmico y lo social requeridos para la instauracin de tal Repblica, hizo necesario procurar el concurso del capital y los brazos (tecnologa) que se esperaba podran ser aportados por las sociedades consideradas entonces ms avanzadas.

    Corra pareja la conviccin de que la drstica abolicin de la Monarqua, en sus estructuras gubernamentales y administrativas, podra acentuar la ya grave perturbacin de la estructura de poder interna de la sociedad, y obstruir la instauracin del rgimen sociopoltico republicano, moderno y liberal.

    Se abre, de esta manera, la interrogante sobre cmo pudo el empleo del conocimiento sociohistrico que tuvo a su alcance Rmulo Betancourt, vertido en las categoras del materialismo histrico marxista primario, servir al origen de una concepcin revolucionaria democrtica del cambio social que abri para los venezolanos la genuina modernidad sociopoltica republicana.En el marco del presente estudio de la personalidad histrica de Rmulo Betancourt, el tener como eje la instauracin en Venezuela de la Repblica liberal democrtica, desea servir a la formulacin de una respuesta a esa interrogante.

    EMANCIPACIN DE UNA SOCIEDAD TUTELADA

    El punto de partida, y el objetivo de la instauracin de la Repblica liberal democrtica, consistieron en la superacin de la condicin tutelada de lasociedad, en la que haba sido mantenida durante el largo siglo de su existenciarepublicano-absolutista transcurrido desde 1830. Esto fue procurado medianteel rescate, la democratizacin y el pleno ejercicio de la soberana popular, quehaba sido estatuida como la fuente originaria de la legalidad y la legitimidad delPoder Pblico en la Constitucin definitiva de la Venezuela

  • republicana, integradaen la Repblica de Colombia, alias Gran Colombia. Esta Constitucin,promulgada por Simn Bolvar, recogi y enriqueci los trminos de la Leyfundacional dictada en Angostura y tambin promulgada por Simn Bolvar,en 1819. La soberana popular, as erigida en principio bsico de la existenciarepublicana, haba sido mantenida bajo secuestro desde que, en 1828, SimnBolvar asumi la dictadura comisoria mediante un procedimiento jurdicamentecuestionable, dirigida a preservar la independencia de la Repblica de

    Colombia. El sentido histrico adquirido por Rmulo Betancourt le llev a comprender que, gracias a este rescate, habra de quedar comprobado que la naturaleza democrtica de las normas y procedimientos atinentes a la formacin, el ejercicio y la finalidad del Poder Pblico, conforman el criterio bsico para evaluar el tenor democrtico del Estado, el Gobierno y la Administracin Pblica, republicanos.

    Por consiguiente, el rescate de la soberana popular, y su pleno ejercicio, respondan al propsito de superar las formas de acceso al Poder Pblico, y de su ejercicio y finalidad, en las cuales percibi la embozada prctica del ejercicio monrquico absolutista del poder, bajo el amparo de un remedo de monarqua constitucional que, bsicamente, usurpaba las formas institucionales republicanas en beneficio del ejercicio desptico del Poder Pblico por caudillos y hombres necesarios, generalmente militares, rodeados de validos letrados que envolvan ese artificio desptico y semidinstico en una legalidad constitucional ad hoc. Probablemente a ellos se refiri Rmulo Betancourt en un artculo publicado el 10 de diciembre de 1936, al subrayar ( ) la diferencia profunda que hay entre la manera de polemizar de los demcratas y la de los absolutistas ( ).

    Propsitos y prctica de la renovacin de las formas de acceso al Poder Pblico

    Esta renovacin deba acarrear, en primer lugar, la liquidacin de la herencia de la Repblica liberal autocrtica y de su fase degenerativa, la dictadura liberal regionalista, en lo concerniente a la formacin del Poder Pblico. Para este fin se ensayaron frmulas de emergencia o de transicin, como lo fueron la candidatura concertada y la candidatura nacional, concebidas como expedientes para cerrarle el paso al continuismo, ya fuese directo y semidinstico, ya fuese alternativo o pactado, practicado anulando, en los hechos, incluso la formal consulta electoral.

    Lo fundamentalmente procurado era institucionalizar, mediante el ejercicio de la soberana popular, la alternabilidad republicana; perfeccionando as la abolicin de la Monarqua; y mediante ello erradicar el caudillismo y el personalismo, perfeccionando tambin la liquidacin de la Repblica liberal autocrtica y de su fase degenerativa la dictadura liberal regionalista. Al logro de estos objetivos deba contribuir el hecho de que quienes conquistaron el Poder Pblico en 1945, con el auxilio de la ms arraigada y aun por ellos detestada manera de acceder al mismo si bien en una nueva versin, la del golpe civil-militar-civil

  • iniciaran su desempeo revolucionario del poder inhabilitndose para aspirar a ejercerlo, una vez rescatada la soberana popular y puesta en plena vigencia.

    Se intentaba con ello solo jugarle a la dinmica histrica de continuidad y ruptura? Hubo desconcierto en la opinin pblica; y en el mejor de los casos escepticismo, entre adversarios y pretendidos agudos observadores, quienes creyeron que, de no ser un mero recurso demaggico, se pretenda un imposible. Incluso, despus del golpe puramente militar-militarista del 24 de noviembre de 1948, una de las recriminaciones de que fue blanco Rmulo Betancourt consisti en culparlo de lo sucedido, por no haber sido l quien desempease la Presidencia, en vez de hacerlo Rmulo Gallegos, a quien si bien se le reconocan mritos para ejercer la Presidencia de la Repblica, no se le atribua experiencia para resolver crisis polticas, porque antepona la firmeza de los principios a la habilidad poltica.

    Sentido y alcance de la universalizacin del derecho al sufragio

    La universalizacin del derecho al sufragio vena siendo recomendada por Rmulo Betancourt desde su etapa de opositor a los dos postreros episodios de la dictadura liberal regionalista, representados por los gobiernos de los generales Eleazar Lpez Contreras e Isaas Medina Angarita. Si osado pareci a muchos el reconocimiento de sus derechos polticos a la mujer, esta apreciacin se cambi a aventurada por la circunstancia de que el derecho al sufragio fuese extendido a los analfabetos y a los mayores de dieciocho aos. Teman observadores, no sin algn fundamento, que la falta de una experiencia poltica bsica de los nuevos ciudadanos los hara permeables a prdicas demaggicas, e incluso a posturas eventualmente no democrticas. Arturo Uslar Pietri destil la frustracin de su aspiracin a ser una suerte de Presidentedesignado, en una artculo de prensa publicado el 6 de septiembre de 1947: () Yo no soy de los que creen que el nmero por s solo constituye un acierto en la direccin poltica, y nadie me har entender que puedan comprender mejor los supremos intereses de Venezuela los ochocientos mil analfabetos que los cuatrocientos mil que saben leer y escribir.

    En rigor, las osadas mentalidades que dieron ese paso que quedara consagrado como necesario hacia la ms absoluta inclusin social registrada en la historia de Venezuela republicana, superando la abolicin legal de la esclavitud estuvieron lejos de captar la motivacin profunda de tales medidas. Se trataba de quebrar la estructura de poder interna de la Repblica liberal autocrtica y de su fase degenerativa. Para ello era necesario ampliar, hasta llevarlo a que resultase incontrolable por quienes ejercieran despticamente el Poder Pblico, un electorado que haba sido mantenido cautivo mediante la manipulacin de los recursos polticos y administrativos, y conducido empleando frmulas tramposas como la compatibilidad de funciones pblicas, en virtud de la cual funcionarios podan desempear simultneamente cargos ejecutivos, judiciales y legislativos.

    Mas habra de ser el procurado un resultado que, si bien nada desdeable, no bastara para consolidar y preservar el rgimen sociopoltico liberal democrtico que se implantaba. Para esto era necesario comprometer la responsabilidad de

  • toda la sociedad con la prctica de la poltica; y adelantar en la formacin, el desempeo y la finalidad del Poder Pblico, ejerciendo el sufragio y teniendo la posibilidad de integrarse en partidos polticos y sindicatos. En sntesis, asumiendo la corresponsabilidad ciudadana del Poder Pblico, aprendida bajo los auspicios de la concepcin pedaggica del ejercicio de la poltica y del desempeo democrtico de ese poder. Trocar la desptica tutela en enseanza-aprendizaje de la libertad democrtica?

    Combinacin de las formas, tradicionales y renovadoras, deacceso del Poder Pblico y de su legitimacin

    Mas no bastaba, al propsito central de establecer el rgimen sociopoltico liberal democrtico, enmarcado en la Repblica liberal democrtica objeto de tal instauracin, la depuracin del proceso de formacin del Poder Pblico. Esta, que habra de ser la fuente imprescindible de su legalidad, deba combinarse, en lo concerniente, sobre todo al desempeo y la finalidad de ese poder, con procedimientos y actitudes polticas que reorientasen y enriqueciesen las formalidades constitucionales de legitimacin del Poder Pblico, cual corresponda con la doctrina del ejercicio pedaggico de la poltica y del gobierno. Sin subestimar la circunstancia de que tales novedosos ejercicios y procedimientos necesitaban de la ejemplaridad de la conducta de quienes asumieran el compromiso de instaurar y promover la nueva modalidad de orientacin no ya de conduccin sociopoltica de la sociedad.

    Prctica de la concepcin pedaggica del desempeodel Poder Pblico

    Rmulo Betancourt y los integrantes del Gobierno, en sus altos niveles, cultivaron su legitimacin mediante la frecuente comparecencia ante la opinin pblica, empleando, incrementando y diversificando procedimientos que complementaban los constitucionales. La frecuente presencia del Presidente de la Repblica en actos de multitudes, y su participacin en convenciones y asambleas anuales de organizaciones sociales; solo o acompaado de los ministros competentes, llegaron a ser rutina. Esas comparecencias no fueron rituales: al centrarse en una suerte de rendicin de cuentas respecto de las polticas de Estado ampliamente difundida por los medios de comunicacin, ejemplificaban a plenitud el acatamiento de la soberana popular y la vigencia de la concepcin pedaggica del ejercicio de la poltica y del desempeo del Poder Pblico.

    En este ejercicio pedaggico, Rmulo Betancourt incurri en prcticas discursivas representativas del uso y abuso de la Historia. Servirse de la conciencia histrica comn, y apelar al patriotismo, es quizs el ms arraigado recurso [ardid?] de los gobernantes y los conductores de pueblos. Permite ahorrar explicaciones y justificaciones; y conduce a que cada quien reciba el mensaje que acomode a su grado de conocimiento de la Historia y a su aptitud crtica. Consider, Rmulo Betancourt, que este recurso guardaba correspondencia con las condiciones culturales e intelectuales de la sociedad que buscaba transformar, mediante la revolucin democrtica? En todo caso, no dejaba de ser una demostracin, si bien tangencial, de acatamiento de la soberana popular.

  • La democracia moderna, fuente y garanta de la libertad

    Conectndose con la fundamentacin de la actuacin histrica de Rmulo Betancourt, estaba la presuncin de que el rgimen sociopoltico liberal democrtico, que se postulaba como objetivo; y en cuya instauracin se trabajaba, como expresin moderna de la democracia, aportara el disfrute y la garanta de la libertad; de una menos gaseosa, segn sus propias palabras. Esto ltimo, presumiblemente, porque ella advendra acompaada de la promocin de un bienestar basado en el trabajo y el esfuerzo polticamente organizado de una sociedad que an se hallaba, en su absoluta mayora, sumida en el atraso y la pobreza; adems de lastrada de sometimiento.

    Fundamentacin liberal-democrtica del Poder Pblico

    Las bases jurdico-polticas de la instauracin y consolidacin del rgimen sociopoltico liberal democrtico, en el lapso 1945-1964, integran un ncleo de factores y condiciones, orgnicamente interrelacionados, atinentes principalmente a la formacin del Poder Pblico y a su desempeo; lo que se explica histricamente porque se procuraba, por este medio, el desenlace, favorable a la libertad, de la lucha contra el despotismo, enunciada desde los primeros asomos del propsito de romper el nexo colonial.

    El ejercicio pleno de la soberana popular ampliada, buscaba ponerle cese al continuismo en la formacin del Poder Pblico; manifestado este como perpetuidad del gobernante, como la sucesin casi dinstica o como expresin de la preferente, profesional o regional, finalidad de ese poder. La vigencia de estos criterios absolutistas, como los calificara Rmulo Betancourt, se traduca especialmente en una confrontacin entre el poder militar y el poder civil; uno de cuyos fundamentos consista en que se mantuviese a los militares activos privados del ejercicio de la ciudadana, en el orden poltico, para mediante ello evitar que se contagiasen de civilidad.

    Situacin esta que la Repblica liberal democrtica no poda alcanzar a corregir en el breve lapso de su instauracin primaria, pese a que Rmulo Betancourt pareca haber logrado sentar las bases para justificarla. En un artculo publicado el 22 de noviembre de 1944, refutando uno de Miguel Otero Silva, expres ideas, cargadas de significacin, relativas a los conceptos de insurreccin y democracia, referidos a los () movimientos insurgentes habidos en Amrica, en pases [Ecuador, Guatemala y El Salvador], donde Hitlers tropicales haban cerrado a las fuerzas democrticas toda posibilidad de actuacin (). Consider que censurar tales movimientos () revela como es [sic] de mentecata la tesis que concepta necesariamente reaccionario y fascista todo movimiento insurreccional americano. Pero, prudentemente, y dadas las circunstancias polticas imperantes, afirma que esta suerte de doctrina legitimadora de la insurreccin no vala para Venezuela, donde () ya lo hemos dicho en este peridico [El Pas, vocero del partido Accin Democrtica], estn abiertas las vas legales para luchar cvicamente contra las deformaciones y falsificaciones de nuestra democracia enclenque (); y en este sentido acta () la oposicin principista y seria ().

  • Quedaba todo subordinado a que no fuesen cerradas esas vas, lo que conllevaba una muy poco velada advertencia, cuya motivacin aflor en razn de la controversia acerca de la sucesin presidencial. Rmulo Betancourt fij posicin en el famoso Discurso del Olimpia, pronunciado el 6 de mayo de 1945. En la parte intitulada El Ejrcito Nacional y el 46, reivindica el derecho a tratar ese tema, al afirmar que: Otro tpico que debe abordarse en torno a la sucesin presidencial es este del papel que en esa oportunidad han de desempear las fuerzas armadas de la nacin. Aadi una reveladora comprobacin del estado de la sociedad en lo concerniente a tan fundamental cuestin: No se me escapa el gesto de sorpresa, y hasta de angustiada expectacin, con que se han recibido las palabras que acabo de pronunciar. Es que en Venezuela es el tema del Ejrcito un tema tab, sin razn alguna que avalen y justifiquen [sic] ese proceder frente a una de las ms importantes instituciones de la Repblica. A continuacin rechaz la conseja de que el Presidente tena que ser militar, porque el Ejrcito no aceptara que no lo fuera: El proceso de democratizacin de la conciencia nacional no se ha detenido, como ante muralla china, en las puertas de los cuarteles (). En los integrantes de las fuerzas armadas () circula ese mismo anhelo de dignificacin poltica y de superacin democrtica del pas presente en el pensamiento de los ncleos civiles de la poblacin nacional. Lo que impuls al orador a traspasar los lmites de la prudencia: () es por todo esto que desde aqu quiero hacer una profeca, orgulloso como venezolano de poder expresarme as de las fuerzas armadas de mi pas: si fuere civil el prximo Presidente de la Repblica, tendr en el Ejrcito apoyo sin regateo, respaldo sin reservas ().

    Prosiguiendo en la misma direccin, el 14 de septiembre de 1945, a casi un mes del golpe civil-militar-civil que abri la va a la instauracin de la Repblica liberal democrtica, Rmulo Betancourt adelant los sucesos en un artculo titulado El ideal civilista y la sucesin presidencial: Es de una evidencia incontrastable que Venezuela anhela ver en Miraflores a un gobernante civil () y como siempre lo hemos credo, este anhelo es compartido por los cuadros tcnicos y por la oficialidad de escuela, de nuestras instituciones armadas (). Si bien en la poca se diferenciaba entre los militares de escuela y los chopo-e-piedra distribuyndolos segn la fundamental diferencia entre el origen caudillesco y el institucional, para ambos rega la que Rmulo Betancourt consideraba incapacidad estructural del militar para gobernar, derivada de los condicionantes de su formacin profesional.

    La radicacin de la fuente de la legalidad originaria del Poder Pblico en la ciudadana organizada se corresponda con la instauracin de una democracia de partidos. Significaba dotar al ciudadano que ejerca la soberana popular de medios que permitieran lograr que su unicidad se convirtiera en una fuerza colectiva permanente; capaz de enfrentar, a travs de la representacin parlamentaria, los eventuales desvaros autocrticos o despticos del Poder Ejecutivo. La conversin del ejercicio de la ciudadana en una fuerza poltica con capacidad reguladora del desempeo del Poder Pblico cifrara su potencialidad y eficiencia en la vigencia de los procedimientos de la democracia moderna como garanta de la ciudadana.

  • Propsito: Intentar someter a la consideracin crtica de ustedes un conjunto de criterios que podran llevar a la formulacin de un nuevo enfoque del presente histrico de la sociedad venezolana. Los criterios propuestos resultan de una prolongada revisin crtica del conocimiento adquirido sobre la vida histrica de nuestra sociedad, y han sido seleccionados con el fin de servir, eventualmente, para la estructuracin sistemtica de una visin integral de su desarrollo sociopoltico. Si bien no los presentar en una perspectiva presente-pasado explcita, espero que esa orientacin resulte evidente.

    I.- La venezolana fragu, primariamente, como una sociedad monrquica colonial, generada a lo largo de un proceso de implantacin hincado, en su carcter de relacin de dominacin, respecto de las sociedades aborgenes, en el siglo XVI; relacin todava vigente. El fraguado de esa sociedad, que fue funcin de la maduracin de su sector criollo, ocurri en las ltimas dcadas del siglo XVIII, al conformarse la trama sociopoltica de la sociedad, expresa en el poder colonial, generado a lo largo del proceso de implantacin de la nueva sociedad, e integrado por el componente metropolitano, en orgnica vinculacin con el poder social criollo. El poder colonial envolva una dinmica de dominacin-subordinacin que gener en el criollo la condicin de "dominador cautivo", tambin vigente.

    II.- La estructura de poder interna de la sociedad, basada en la propiedad excluyente de la tierra econmicamente rentable, y en una dinmica de discriminacin social y racial, generaba tensiones que se expresaban como luchas intrasociales: las de los criollos y los pardos por la igualdad, y la de los esclavos por su libertad. El virtual estancamiento del proceso de implantacin de la nueva sociedad, en sus sentidos espacial y social -si bien se perfeccion el tramado institucional-, a fines del siglo XVIII, gener factores crticos que al correlacionarse con la crisis de la monarqua universal, hicieron dudar al componente criollo del poder colonial de la capacidad del componente metropolitano de ese mismo poder para continuar desempeado su papel legitimador del esquema de dominacin, -sintetizado en la subordinacin del todo social a la Corona-Rey, y en el acatamiento de la voluntad divina-, esquema representado por la estructura de poder interna de la sociedad monrquica-colonial.

    III.- La aspiracin de un grado de autonoma que permitiese la salvaguarda de la estructura de poder interna de la sociedad colonial, impuls a un sector del componente criollo del poder colonial a desencadenar una crisis poltica. Al tomar sta, rpidamente, un curso de radicalizacin, condujo a la ruptura del nexo colonial y a la abolicin de la monarqua, al ser reemplazada por la Repblica. La abolicin de la monarqua fue el hecho determinante de la radicalizacin y prolongacin de la guerra civil, que predomin en la disputa de la Independencia hasta 1818, cuando fue ratificada no slo la declaracin de la Independencia sino tambin la instauracin de la Repblica, poco antes de que la exitosa invasin del Virreinato de la Nueva Granada condujese a la fundacin de la Repblica de Colombia, en Angostura, el 17 de diciembre de 1819. Cabe subrayar la circunstancia de que la naturaleza monrquica de la sociedad se revel en la manipulacin poltica de la figura del Rey, que hizo de

  • Fernando VII el nico gobernante de Venezuela fervorosamente defendido por la generalidad del pueblo venezolano.

    IV.- En cumplimiento de lo resuelto en Angostura, el Congreso reunido en Ccuta aprob la Ley Fundamental de la Unin de los Pueblos de Colombia, y la consiguiente Constitucin de la Repblica de Colombia, mediante la integracin, primero, de la todava Gobernacin y Capitana General de Venezuela y el antiguo Virreinato de Nueva Granada; y la incorporacin de la Presidencia de Quito. De esta manera la hoy Repblica de Venezuela cristaliz, de manera perdurable, en el marco de la Repblica de Colombia, concebida como una repblica moderna y liberal, caracterstica esta ltima que no estuvo contemplada explcitamente en la Ley Fundamental de la Repblica de Colombia promulgada en Angostura.

    V - La Repblica de Colombia encar, como cuestin esencial, el restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad que se quera hacer republicana. Esa estructura se hallaba seriamente trastornada, y la naciente repblica hubo de organizarse armonizando la demolicin selectiva de la monarqua con la instauracin del ordenamiento sociopoltico republicano. En este marco se produjo la reactivacin poltica de la disputa de la Independencia, planteada desde su origen en una doble direccin: la del restablecimiento y la consolidacin de la estructura de poder interna de la sociedad, y la del horror al despotismo; es decir la puja entre el orden y la libertad. Este fue el embrin de las dos vertientes de la Repblica: la liberal autocrtica, orientada hacia el orden, y la liberal democrtica, orientada hacia la libertad.

    VI.- El componente criollo del poder colonial en Venezuela, que haba experimentado una considerable recuperacin al amparo del dispositivo estratgico montado por Pablo Morillo, vio con temor que la legislacin liberal elaborada por los congresos de Colombia, dada su decidida inclinacin capitalista moderna, frustrara esa recuperacin. A partir de esta comprobacin se inici una confrontacin que culmin con la quiebra de la Repblica de Colombia, fundada por los venezolanos de Bolvar, y destruida por los venezolanos de Pez. Separada de la Repblica de Colombia, se consolid en Venezuela la Repblica liberal autocrtica, prevalida de la generalizada y legtima necesidad de orden social.

    VII.- La Repblica liberal autocrtica rigi en Venezuela, superando pugnas relacionadas con diferencias acerca del ejercicio y la finalidad del poder pblico, hasta que hacia 1840 comenz a rebrotar la aspiracin de constituir la Repblica liberal democrtica, que fuera reprimida en el seno de la Repblica de Colombia por la dictadura comisoria de Simn Bolvar. Esta repblica aflor como proyecto poltico expreso en el Decreto de Garantas expedido por el General Falcn el 18 de agosto de 1863. Se inici, de esta manera y propiamente, la que he denominado la "Larga Marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia". La culminacin de esta marcha deber significar la erradicacin de la conciencia monrquica, -Recurdese que la monarqua estuvo jurdicamente vigente, en Venezuela, hasta 1845, cuando, al reconocer la Corona su Independencia, dej de ser una provincia-colonia

  • separatista-. La Constitucin federal de 1864, y el denominado guzmanato, trocaron la aspiracin democrtica en una de federacin, errneamente tenida como equivalente; si bien rescataron e impulsaron el desarrollo capitalista moderno de la sociedad, programado por los congresos de la Repblica de Colombia, con base en la ineludible necesidad de atraer capitales y brazos que estimulasen el desarrollo econmico, social y cultural de las raleadas sociedades neorrepublicanas.

    VIII.- Poco antes del mencionado Decreto del General Juan Crisstomo Falcn, haba comenzado a manifestarse en Venezuela inquietud acerca de las ideas socialistas, hermanadas con el comunismo y el liberalismo al ser enfrentadas por la doctrina pontificia. Probablemente, se advierte en esto el eco de la Revolucin de 1848, en Francia, y del clima ideolgico que plasm en la publicacin del Manifiesto comunista. Prueba se esta inquietud, y del grado de contemporaneidad que ella demostraba, fue la publicacin en Caracas, en 1855, de la obra de Ramn Ramrez intitulada El cristianismo y la libertad. La proposicin socialista tom cuerpo, en su versin leninista, en 1930, con la fundacin del Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.). A su vez, la marcha hacia la Democracia, nacida de una reelaboracin crtica del marxismo primario, que condujo, en 1945, a la Instauracin de la Primera Repblica liberal democrtica, arranc en 1931 con el denominado Plan de Barranquilla, y la creacin, en 1932, de la Agrupacin Revolucionaria de Izquierda (A.R.D.I.). Estas instancias, programtica y organizativa, confluyeron, hace 66 aos, en la fundacin del Partido Accin Democrtica.

    IX. Se produjo de esta manera un deslinde de campos polticos que haban partido, sin embargo, de propsitos comunes: combatir la dictadura de Juan Vicente Gmez y erradicar sus principales fundamentos sociopolticos: el latifundismo y la alianza con el imperialismo petrolero. El deslinde de campos, al traducirse en la concepcin de los partidos correspondientes, -un partido proletario conductor del pueblo, y un partido del pueblo-, y de sus respectivos programas, se vio condicionado por los requerimientos polticos del Gran Frente de la Democracia contra el Fascismo, forjado en los inicios de la II Guerra Mundial (Reconocimiento de la U.R.S.S. y legalizacin del P.C.V., a la par que de A.D.). Esta apertura, inspirada en la Doctrina rooseveltiana de la Cuatro Libertades, y protocolizada en la Carta del Atlntico, determin la inclinacin del P.C.V. hacia las postreras manifestaciones de la todava gobernante Repblica liberal autocrtica. A su vez, los promotores de la Repblica liberal democrtica aprovecharon la apertura, as forzada, de la sobreviviente Repblica liberal autocrtica, para promover y realizar su proyecto poltico. La confrontacin entre las dos corrientes sociopolticas de esta manera conformadas, que se nutri de choques que abarcaron desde lo doctrinario hasta lo instrumental, -basados en diferencias sobre las concepciones leninista del partido y stalinista de la estrategia-, hasta lo groseramente personal, ha pesado en la marcha de la sociedad venezolana hacia la democracia.

    X.- El eclipse de la aspiracin de instituir la Repblica liberal democrtica perdur hasta 1945, cuando, en el marco de una conspiracin militar-civil, y venciendo la oposicin de la coalicin entre los representantes de la Repblica