La comunidad bibliófila no da crédito cuando Adam Diehl ...

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LacomunidadbibliófilanodacréditocuandoAdamDiehl,unsolitariocoleccionistadelibrosrarosycuriosos,aparecemuertoensucasadeMontauk:lehancercenadolasmanosysucadáverestárodeadodevaliososejemplaresconlapáginadecortesíaarrancada.Cuandoalaspocassemanasdelincomprensibleasesinato,lahermanadeldifuntoysupareja—untalentosofalsificadorreformado,conunaespecialhabilidadpara imitar la letrade sirArthurConanDoyle—empiezana recibirunascartasdeamenaza salidas de la plumadelmismísimoHenry James, se desencadena un letalduelodesimulacioneseimposturasenelqueprontoresultaráimposibledistinguiralautor del falsificador o discernir el original de su réplica, y en el que lamuerte seimponecomolaúnicacerteza…

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BradfordMorrow

Losfalsificadores

ePubr1.0Titivillus23-11-2018

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Títulooriginal:TheForgersBradfordMorrow,2014Traducción:JuliaOsunaAguilarEditordigital:TitivillusePubbaser2.0

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ParaCaraSchlesingeryOttoPenzler.

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Laverdadhistórica,paraél,noes loquesucedió;es loquejuzgamosquesucedió.

JORGE LUIS BORGES, Pierre Menard,autordelQuijote

¿Quésentidotienetodoesto,Watson?Tienequeexistiralgunafinalidad,puesdelocontrariosignificaríaqueeluniversoserigeporelazar,locualesinconcebible.Pero¿cuál puede ser esa finalidad? He aquí el eterno granproblemaquelarazónhumanaseencuentratanincapazcomosiemprederesolver.

ARTHUR CONAN DOYLE, La aventuradelacajadecartón,trad.deJ.M.Ibeas

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No llegarona encontrar lasmanos.Sepasarondíasy semanasbatiendoel ventosolitoralalsurdelaautovíadeMontauk,desplegándoseporlosheladosmatorralesquelindan con las dunas, peinando kilómetros de costa en busca de una sepulturaimprovisada donde hubieran podido enterrarlas. Tales esfuerzos, sin embargo, sevieron entorpecidos por las escasas horas de luz y los aguaceros de febrero, queborraron todo lo que podían haber revelado las alteraciones en la arena y la tierramedio congelada. Especulando con que la marea podía haberlas atraído hacia elrompeolassielatacantelashabíalanzadoaloleajerevuelto,inspeccionaronelbajíoaprovechandolabajamar;enelsupuestodequeelaguasaladanohubieralimpiadolasuñas, cabía la posibilidaddeque alojaranpruebas forenses, sobre todo si habíahabido forcejeoconelagresor, talycomohacía sospecharelcaosdel lugarde loshechos.Asíytodo,labúsquedanoarrojóresultadoalguno.Cualquieradiríaquelasmanossehubieranunidoporlasmuñecasconvirtiéndoseenunpardealas,hubieranechadoavolarysehubieranperdidosobrelasaguasgrisesdelAtlántico.

Elpobredesdichadosobreviviódiezdíasenlaunidaddecuidadosintensivosdelhospitalneoyorquinodondefue trasladadoporvoluntaddesuhermana.Alternandoentreestadosdeconscienciay,sobre todo, inconsciencia,no logróhablarniconsuhermananiconlapolicíaporqueelmismoquelehabíaarrebatadolasmanosanteslohabía golpeado en la nuca con una precisión brutal —mientras trabajabatranquilamente en su mesa, como tenía por costumbre hacer a solas antes delamanecer—ylohabíadejadoinconscienteenuncharcodesangrecoaguladasobreelsuelodesuchaléenprimeralíneadeplaya.

Al parecer, el intruso había sido o muy diestro en su truculenta misión oextremadamenteafortunado.Lapuertanopresentabaseñasdehabersidoforzada.Elrodillodemármolempleadoparapartirle lacrismaa lavíctimapertenecíaalchalé.Noseencontraronnipisadasnihuellasdactilares.Tampocohabíanrobadoniobjetosde valor, ni dinero ni joyas. En el escritorio se encontró intacto un viejo PatekPhilippemodeloCalatravaquehabíaheredadodesupadreyqueseguíamarcandolosminutos plácidamente. Por lo demás, como el altercado se produjo antes delamanecer,losvecinosnohabíanvistonadafueradelonormalbajolaescasaluz,grisy apagada paramás inri, que el día de principios de invierno había tenido a biendesplegar.Aligualquelasmanos,elintrusotambiénparecíahaberseevaporadotrassu acto de barbarie. Nadie había visto nada sospechoso, ni entre los corredoreshabitualesque aprimerahorade lamañana trotan enbandadas, playa arribaplaya

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abajo, haga el tiempo que haga, ni entre quienes pasean a sus perros con cara desueñoyabrigadoscontraelrelente.Tampoconadieenlasinmediacioneshabíavistointerrumpidosusueñoporgritosochillidos,conelsiseoyelestrépitocontinuodelasolasahogandotodoruido,enelcasodehaberseproducido.Paracolmodemales,lasventanas de todos los flancos de la casa se encontraban cerradas y las cortinas,completamentecorridas.

Cuandoel carteroparóen la casa,unade lasprimerasde su rondadiaria,paraentregar un paquetemás de los muchos que llegaban a ese domicilio desde todaspartesdelmundo,seencontróconlapuertadelacalleentornada,circunstanciaqueleextrañó, dado el frío que hacía. Con los años, si no una amistad, sí que habíaestablecido con la víctima una relación más que cordial; de ahí que, después dellamarprimeroenvozbajayluegomásaltoenrepetidasocasiones,ydeentrarconpaso inseguro y tembloroso al vestíbulo —siempre había esperado no tener queencontrarse connadaasí, ymenosque lepasara a alguienconocido—, le resultaraaúnmás insoportable la visión del cuerpoque encontró en la otra punta del chalé.Paracuandolaambulanciayvarioscochespatrullasedetuvieronenelestrechocarrilquedesembocabaenlacasa,dinamitandolapazdeaquelapartadovecindariocomometeoritosestrelladoscontraunmonasterio,elhombresinmanosseguíaaferrándose,confirmepropósitoafaltadeotracosa,alavida.

Lomás enigmático que descubrieron los detectives del caso en el lugar de loshechosfueunpuñadodecartasescritasamanoymanuscritosdeilustrespolíticosyliteratos de épocas pasadas, desperdigados en un auténtico caos por el estudio. Elsuelo también estaba lleno de libros raros, con las cubiertas abiertas de par en parcomopájarosmuertosymuchasdelaspáginasdeladedicatoriaarrancadasdecuajo.Lincoln,Twain,Churchill,Dickens, valiosos documentos quehabían pertenecido aArthurConanDoyle, todo diseminado junto con otras tantas decenas de cosas. Lamayoríaestabanmalogrados,hechosañicosomanchadosdesangreodelastintasdeunacolecciónde tinterosantiguosquehabíancaídoal suelodesde lavitrinadondeestaban expuestos con primor.No fue fácil constatar si faltaba algúnmanuscrito olibroautografiadoporqueelcoleccionistanoparecíaposeerningúncatálogo,yunaconsultaposteriorasuaseguradoradesvelóquenoestabannilistadosniasegurados.Sin embargo, viendo que no se habían llevado ninguno de los muchos objetos devalor,comoloslibrosenestuchesquepoblabanlasparedesdelestudio,prevaleciólatesis de que tampoco se había sustraído ninguna joya literaria. ¿Atendiendo a quélógica habría destruido el atacante tantomaterial hológrafo de valor y robado otrotanto?No, todoapuntabaaque losdelitoshabíansido ladestruccióndeliberadadepropiedad valiosa y una agresión severa con una más que probable intenciónhomicida,nounmerorobo.

CuandoAdamDiehlexhalóporfinsuúltimoaliento,sellevóconélalatumbasurelatodelataque:quiénestabadetrás,cuáleraelmóvildeaquellabarbarie.Aúnhoymeduelereconocerque,dadaslascircunstancias,sumuertefue,sí,unatragedia,pero

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también una bendición de los dioses, considerando la atroz vida,muday postrada,queabuensegurohabríatenidoquellevarencasodesobreviviralaagresión.Nilalenguadesignosnielhabla,atenordelosdañoscerebralescausadosporeltraumacraneal, habrían estado a su alcance. Según su hermanaMeghan, él siempre habíasidounermitaño,perosindudasuslesioneslohabríanaisladohastaprivarlodetodoel placer que pudiera reportarle la vida asceta. No, desde luego era mucho mejordescansar en paz en un bonito cementerio bien cuidado que padecer el desgastecotidianodesemejanteinvalidez.¿Acasolamariposaalaqueunniñolearrancasinquererlasalasnoestámejormuerta,aplastadabajosuzapato,queabandonadaenlahierbaconlavistaclavadaenelcieloysinalasconlasquevolar?

Meghan,conquienporentoncesllevabaunpardeañossaliendo,mellamóparacontarme lahorripilantenoticia.Sollozabacon talhisterismoque respirabacomoaborbotones entrecortados y las palabras le salían en una dolorosa cascadafragmentada por la cobertura irregular del teléfono móvil. Por los gritos de niñosjugandoqueoíalfondo—¿quéhacíanquenoestabanenelcolegio?—,comprendíquehabíasalidodelalibreríadondetrabajabaenbuscademayorintimidad,dentrode loquecabía,en las inmediacionesdeTompkinsSquare.Nosabiendoquédecir,callésinmásymelimitéaescucharamiamadaMegexplicarloqueellasabíasobreloocurrido.Recuerdo la sensaciónde entumecimientoydesubicación, solo ante lamesadelacocina,perodeseandocontodasmisfuerzaspoderestarconellaenesemomento,limpiándolelaslágrimasabesosyabrazándolaconfuerzacontramí.

Divorciadaydecarácterdulce,Meghaneraunamujernadapretensiosa,inclusocampechana, con un pelo rojo fuego, que, rozando ya la cuarentena, aparentabatranquilamentediezañosmenos.RegentabaunalibreríadesegundamanoenelEastVillageespecializadaensusdosmayoresáreasdeinterés,elarteylagastronomía.Lavidalehabíaenseñadoprontoaserindependientecuando,antesdelosdiezaños,losdoshermanosperdieronasuspadres—unaccidentedenavegaciónenlasaguasdeMontauk,dondelafamiliateníalacasitaenlaplayadelaquemástardeseapropióAdamcomoretirodeestudio—ysefueronaviviraManhattanconunatíabibliófila.Esos años les hicieron confraternizar de unamanera fuera de lo común, buscandoapoyoycompañíaenelotroyactuandocómplicementedelantedesututorabeoda,alavezquecreabanunmundoinfantilpropioque,durantemuchosaños,notuvomásdedoshabitantes.AunqueAdamera elmayor,Meghan siemprehabía sido lamásextrovertida,yenciertomodoprotegíaasuhermanoeinclusoenocasioneshacíalasvecesdemadre.Generosahastaelextremo,ledejóquedarseconlacasadeMontauky, tal y como fui comprendiendo,más de una vez le pagaba las facturas vencidas.Mientrasmecontaba losúltimosdetalles sobre loque sabíade sus lesiones,me laimaginéenlaplaza,andandosolaentrelosárbolespelados,bajolafinalloviznadeunosnubarronesmorados,ynopudepormenosquecompadecerla.

—¿Adóndelohanllevado?—preguntéintentandomantenerlacalmaporelbiendelosdos.

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—AlasurgenciasdeunhospitaldeSouthampton.—Osea,queestávivo.Yaesalgo,¿no?—Peropormuypoco.Estáenestadocrítico.Mehandichoquehaperdidomucha

sangre…—Volvióaecharseallorar.Esperéunossegundosantesdepreguntar:—Meg,¿cuándohapasado?¿Sabenquiénhasido?—Esta…estamañana—respondió.Alverqueignorabamisegundapregunta,asumíquelehabríandichoquenolo

sabían, aunque tambiénpodía serqueenesemomentono fueraunaprioridadparaella.

Comoyo tenía coche,mientrasque ella, comoneoyorquinadepro, no teníanicarné, me ofrecí a llevarla de inmediato al hospital. Tendríamos que alquilar unoporqueteníaelmíoeneltaller,peronosuponíaningúnproblema,leaseguré.

—Dios,esquenosésiserécapazdeverlo…¿Soymalapersona?—Claro que no. Seguramente ni se entere de que estás ahí, con todo lo que le

habránmetidoporvena—leaseguréyañadí—:¿Quieresquepasearecogerte?—Sí,dentrodeunrato—medijoparandodegolpeelllanto—.Eresmuyamable,

sobretodosabiendoquemihermanonuncatehacaídobien.—Yonuncahedichotalcosa…Noconseguíañadirmuchomásy,aunqueenrealidadenpartenolefaltabarazón,

hedeadmitirquemedescolocóquemedijeraalgoasíentalescircunstancias.Perome recordé que estaba destrozada, superada por una noticia tan inesperada comosobrecogedora.Era fundamentalnodecirnadapara evitar caer enuna riña inútil ycontraproducente.Loqueteníaquehacernoeracontradecirla,sinohacerlesaberquenoestaba sola,quepodíacontar conmigo; al finyal cabo, ellahabía sidoungranapoyo para mí en un trance de cuando aún no llevábamos tanto tiempo saliendo.Ahorametocabaamí.

—Yaveráscomoestábien.Siemprehagozadodebuenasaludyesojuegaasufavor.Haygentequesobreviveacosaspeores—aventuré.

Al menos durante un tiempo la noticia de la agresión a Adam Diehl suscitóbastanteinterésenloscírculosdellibroraro,peseanoserunafiguradeprimerafilanimuyconocidoentre elgremio.A todos les sobrecogió lo sucedido,horrorizadosporqueunodelossuyos,uncolegabibliófilo,hubierasidovíctimadeunataquetanmacabro. Por lo demás, a las preguntas típicas de los ajenos a la enrarecidacomunidadliteraria—¿quiénhasido?,¿nosesuponíaqueMontaukeraunsitiomuyseguro?—sesumabaunprofundointerésporloslibrosensí.¿Quiénpodríaquererdestruirdeliberadamenteunoslibrostanvaliosos?¿QuiénsabíaqueeltalDiehlhabíaamasado una colección tan extensa? ¿Y qué pasaría con los libros que no habíanquedado destrozados? Aunque nadie me preguntó nada directamente, ni sobre elcoleccionista ni sobre su biblioteca,mi relación con la hermana era vox populi, y

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sentíalaspreguntassinformulartraslasexpresionesdecondolenciaypreocupacióndemiscolegaslibreros.

Cuando a Adam lo trasladaron al hospital de Nueva York, sí que acompañé aMeghanenunaocasiónantesdequefalleciera.Laangustiaquesintióalverlo,conlas muñecas y la cabeza llenas de vendas y encadenado a un impresionantedespliegue de maquinaria, me provocó un mosaico de reacciones contrapuestas.Comoacualquiera,meangustiaronlapenayelmiedodemiparejaymehorrorizóverasuhermanoallípostradoensemejanteestado, indefensoenaquellaUVI(quecon tantas luces parecía una feria, y no muy aséptica que digamos). A pesar dehaberme descrito sus lesiones con detalle, no había esperado encontrármelo enaquellascondiciones:meloimaginabagravementelisiado,noenpeligrodemuerte.Aunasí,comoseguíaresentidoporelincómodocomentariosobremirelaciónconsuhermano,mevienlapocoenvidiablesituacióndetenerquesimularqueestabamásafectadoporsuestadodeloquesentía,pormuchoquemeavergüencereconocerlo.No me importa admitir que, tras mis expresiones de preocupación afectuosa, seenmascaraba una suerte de parálisis emocional y melancólica. A ninguna personacivilizada le gusta ver sufrir al prójimoy, pese a los defectos quepueda tener,meconsiderounhombrecivilizado.Enresumidascuentas,fueunavigilialastimosayyohiceloquepudeporestaralaaltura.

—Adam—susurróMeghanrompiendoelinfelizsilenciodelahabitación.Seacercóalrostromedioocultoporlasvendas;conaquellosmoratonesbajolos

ojosparecíanohaberdormidoenunaño,mientrasquelanarizaquilinaleconferíacierto aire de dignidad en medio del estropicio. Me fijé por primera vez en loparecidosqueteníanloshermanoslosapéndicesnasales.

—Adam,cielo,estoyaquí—prosiguió—.Túpuedes.Estamostodoscontigo.Norespondió…porque¿acasopodía?Al ver que Meghan me miraba de reojo y señalaba a su hermano como

invitándomeadecirleunaspalabrasdealiento,mientumecimientose tornóenunacompasión aúnmás aguda por ella. Parecía inevitable: iba a quedarse sola en estemundo—latíaqueloshabíacriadohabíamuertomásomenosporlaépocaenqueempezamos a salir— y pronto yo constituiría para ella lo más parecido a una«familia».

Siguiendoconelejemplo,lesusurré:—Adam,simeoyes,tereiterolodichoporMeghan.Aquíestásenbuenasmanos,

enlasmejores.Aguantaunpoco…Enesemomentomedioabriólosojos,hastaentoncescerrados,ygirólacabeza

undolorosocentímetrohaciamísobrelaalmohada.—¡¿Adam?!—exclamóMeghanconunavozllenadeesperanza.—Voyabuscaraalguien—ledijeysalíprecipitadamentedelahabitación.Paracuandoregreséunminutodespuésseguidoporlaenfermeradedíaquetenía

asignada, había vuelto a sumirse en un semicoma yMeghan le acariciaba la cara,

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impasibleunavezmásatodoestímulo.Decaminoalacalle,mehizopartícipedelasorpresaquelehabíaprovocadolareaccióndesuhermanoamipresencia.

—Parece que ha reconocido más tu voz que la mía —comentó en un tonoligeramentequejoso.

—Yatelohedichoantes,quenocreoquepuedarealmentereconoceranadiecontodoloquelehandado.Amímásbienmehaparecidoquesentíadeprontoundolorinsoportable.

—Sí,puedequetengasrazón.—Mira, yome alegro de haber estado en esemomento para ayudar en lo que

hemospodido.Esoeslomásimportante.—Sí,yotambién—coincidióymepasóelbrazoporlacintura—.Mealegrode

quehayasvenidoconmigo.—Bueno, pero se acabaron esas historias de que no me cae bien tu hermano,

¿vale?—Sientohaberlodicho.Te loprometo,no lovolveréahacer.—Meabrazócon

másfuerza.

Adammurió a los pocos días. AunqueMeghan fue a ver a su hermano todas lasmañanasy todas las tardes,meavergüenzaadmitirque, trasaquellaprimeravisita,teníasiempreexcusaslegítimaspreparadasparanovolveralhospital.Compenséloreprobable demi ausencia poniendo todasmis energías en ayudarla a organizar laincineraciónyelentierro.Sibienyateníamosunarelaciónestrecha,enesaépocanosunimosmásquenunca.SequedabatodaslasnochesadormirenmiloftalavueltadeIrvingPlace,cercadeGramercyPark.Preparábamostranquilamentelacena,yoenelpapel de segundo chefmientras ella pasaba a la plancha unas vieiras una noche yasaba pato otra. Desvelados, compartíamos una botella de vino y veíamos viejaspelículas de ciencia ficción, como Metrópolis o La isla de las almas perdidas.Hacíamoselamorconelfervorquesolopuedeinspirarenlosvivoseltratocercanocon lamuerte.Nosaferramosa lavidaaferrándonoselunoalotro,asídesencillo.Huelga decir que en esa fase de duelo survivalista, Adam siempre rondó nuestropensamiento,conMeghanrecordandomomentos felicesdelpasadoencomúnyyoescuchandoatentamente,asabiendasdequeesasmemoriaseransumejorherenciay,comotales,merecíanmirespeto.

Losencargadosdelcasonosinterrogaronaambosporseparadoy, trashorasdepreguntas tanagotadorascomodegradantes, fuimosdescartadoscomo«personasdeinterés»,expresiónespantosadondelashaya.Meincomodó,pordecirlosuavemente,quemostraranespecialinteréspormí;sinembargo,encuantosecerciorarondequeyo había dormido en casa y no tenía nimóvil nimedios,me dejaron en paz y sefueron a seguir la pista de los escasos indicios que tenían.No fui el único al quecitaron en comisaría, también interrogaron a variosmiembros de la comunidaddel

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libroraro,quienesalpareceraportaroncoartadascreíbles.Cuandomepreguntaronsiconocía a tal vendedor o tal coleccionista, respondí sinceramente que sí y que losteníaatodosporpersonassintacha,porsipudieraservirmiopinión.

Entretanto, la prensa, que en un primermomento se había visto atraída por lamutilaciónyelhomicidiodeAdamDiehl,empezóaperderinterés.Untabloidelocalhabíallamadoalcrimen«laMasacredelManuscrito».Pesealintentodealiteración,el sobrenombre no llegó a cuajar—¿desde cuándo a los lectores de tabloides lesimportanuncominolosmanuscritosliterarios,pornohablardeloslibrosraros?—yla noticia pasó de estar prácticamente en portada a las páginas centrales, paramástarde abandonar las rotativas antes de lo que habría esperado yo o cualquiera delmundodellibro,pormarginalquefuese.

Duranteesaépoca,nosatrincheramosennuestropropiomundo,yMeghan,quemeimpresionóenormementeporsucapacidaddeaguante,tuvoasílaoportunidaddeempezarsuprocesodecuración.Comocabríaesperar,erarecurrenteentrenosotroseltemadequiénpodíahaberqueridohacerledañoaAdam,asesinarlodeesamanera,yMeghansiempreconcluíaqueeramásqueprobablequeelculpablefueraalguienaquiennisiquieraconocíamos.

—ÉlteníasuvidaenMontauk—dijoconunaresignaciónfrustrada—.Pormuyíntimos que fuéramos, seguro que había muchas cosas que no le contaba a suhermanapequeña.

Yoasentípensandoquejamáshabíaoídopalabrasmáscerteras.

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Morirtienesusriesgos.Teliberasdelsufrimientoyteolvidasdelosproblemasdelavida, sí, pero la muerte es también un enjuiciamiento; en cuanto morimos, lossecretos que con tanto cuidado cultivamos, como otras tantas flores negras de unjardínvelado,amenudoacabansaliendoalaluz,queloshaceabrirsedeparenpar.Cultivadospor laverdadyfertilizadosporelrumor,nacenencogollosyramilletesque resultan tóxicosparaquieneshuelen superfumevenenoso.Sibienhice loquepudeporprotegeraMeghandeciertasrevelacionesquesalieronaflotesobrelavidadeAdam—aunqueeracomprensible,comocualquierhermanasenegabaacreerquefuera algo más que una víctima inocente—, no tardaron en abrirse pasoagónicamente,cualtrepaderahacialaluz,ciertosdetallesincriminatorios;detallesdelosqueeldestinohabíaqueridoqueyoyahubierasospechado,peroque,antesdesumuerte, no había podido revelar tanto por una cuestión práctica como de honor;detalles cuyo tránsito de la penumbra del oscurantismo a la incómoda luz de laverdadmeviobligadoafacilitar.Sí,losé,erahurgarenlaherida,peronoquedabamásremedio.

Y,hablandodeverdades,esimportantequehagaunaconfesión;omásbienunarevelaciónconelfindearrojarmayorluzsobreladesdichadamuertedeAdamDiehly,depaso,explicarcómosabíaloquesabía—ocreíasaber—sobresudoblevida.

Porque lo cierto es que yo también me dediqué a la falsificación durante untiempo.Aquénegarlo,puestoquenisiquierameavergüenzo:fuiunfalsificadordeéxito.Hubo una época demi vida en que nadame dabamás placer que falsificarcartas y manuscritos de mis autores preferidos. Y distaba mucho de ser el típicoingenuo reciéncaídodelguindoalque los tratantesengañanymangonean,porasídecirlo;yonopermitíaqueutilizaranmihabilidadespecialparaembolsarsemillonesy dejarme amí con lasmigajas.No, yo sabía lo que era y qué hacía.Aprendí losrudimentosdeloficioymeforjémipropiocamino.Ymeencantabaloquehacía.Noexagerosiafirmoquelaemocióntrémulaquemerecorríacuandoposabaelplumínsobre un papel virgen era la sensación más erótica que podía imaginar, la másembriagadorayresplandeciente.Lasatisfaccióndelvirtuosismopuestoapruebanoseparecíaanadadeestemundo;eraparaloqueyovivíayposiblementeloqueDiehltambién perseguía, aunque sospecho que el delicado arte de la falsificación no leprovocaba la punzada visceral de placer que me generaba a mí siempre sin falta.Cuandoinventabayescribíaladedicatoriadeunilustremaestroenunejemplardesulibromásbuscado—avecesparaunfamiliar,otrasparauncoleganovelistaopoeta

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—, elmomento se veía envuelto por una sublimación a flor de piel. Era como unpolvodeestrellaseléctrico,digamos,ounaespeciedeauroraborealdelamente.Unafelicidadverdaderamenteindescriptible.

Loqueenpartesubyacíatrasestasensaciónúnicaeralanaturalezafunambulescadelactoensí.Comotodoartesanodiestro,elfalsificadortieneunaúnicaoportunidaddehacerlobien;delocontrario,envezdelograrqueunlibroseamásdeseable,quetengamásvalor,loestropeaparasiempre.Perocuandosehaceconmaestría—yenmisbuenostiemposnoerayootracosaqueunmaestroenlamateria;esposiblequeelmejor en activo durantemi fugaz tiempo en el gremio—, losCielos se abren ycantauncorodeángelesrebeldes.Yaparteestabaelplacer tensoysatisfactoriodesaberalgoqueotrossolopodíanintentarsinéxitoadivinar.Cadavezquevendíamiarteaunlibreroexperimentadoporunasumaconsiderable,sabíaquehabíaburladounavezmásalmundo,aunque,porirónicoqueparezca,almismotiempolohubieraconvertidoenunlugarmásricoyluminoso.Pensaba—enunprincipioconrazónymás tardeerróneamente—quepodíadarporhechoquemis libroscondedicatoriasespuriasymiscartasymanuscritosfalsoserancapacesderecorrerloscamposdelaerudición bibliográfica con la perfecta invisibilidad de lo auténtico, de loirreprochable, de lo, a todas luces, real. Esa artimaña tan refinada era el ejefundamentaldemiarte.

Durante gran parte de mi edad adulta, lo mío fueron la tinta, el papel y lasprimeras ediciones; los papeles de época para la correspondencia antigua y losmanuscritos hológrafos, las tintas perfectamente mezcladas a mano para lasdedicatoriasprofusas.Loquemásmeimportabanoerantantolaspalabrasensícomolasletras,susunionesysufluidez,almenosalprincipio,cuandoempecéeneloficio.Cada letra requería la planta y la presión justas, el tierno peso de la tinta—sepiaviejo, negro desvaído— sobre mi pequeño lienzo; las astas ascendentes ydescendentes,lacoreografíaentrelaformayelespíritudeunacoma,esoeraloquememanteníaenvela toda lanoche; laprecisióndeunpunto; las comillas simples,cualnegraslunascrecientessobreuncielodepergamino.Yalodiceeladagio:«Hazloqueamas».Yesoeraloqueyomásamaba.

Hastaquemepillaron.Micondenasembróelcaosenla industria,unapequeñasubculturaenlaqueunguijarrolanzadoaunestanquepuedeprovocarunmaremoto,unatribudeniñosprodigios.Alomejor,«caos»esmuchodecir,quizáseademasiadonarcisistadescribirloasí.Contodo,segúnmecontaronvariosamigosdelgremioque,peseamicaídaendesgracia,siguieroncomportándosecomotales,delanochealamañana la sospecha recayó sobre gran cantidad de cartas y firmas perfectamenteauténticasenprimerasedicionesdetodotipoyduranteuntiemposemanifestóciertareticencia a comprar tanto entre tratantes como entre coleccionistas. Los propiosexpertosqueconanterioridadhabíancompradotodoloqueyo lesofrecíacon totalconfianzatuvieronqueresponderantebibliotecariosdecoleccionesespecialesyantequienesquisieronqueselesconfirmaselaautenticidaddeobrasquehabíanadquirido

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durante los años en que yo había admitido haber trabajado, sobre todo cuando setrataba de autores de mi campo de especialización, con Conan Doyle y todo lorelacionado con Sherlock Holmes a la cabeza. Hubo sectores del mercado delautógrafo que se estancaron—como suele ocurrir cuando la duda se inocula en elcuerpopolíticodeunmercado—,peronopormuchotiempo,teniendoencuentaqueyoocupabaunnichorelativamentepequeño.

Ya fuera porque me representó un hábil abogado, que era por añadidura unhombresabioyrespetado,oporquenialapolicíanialafiscalíalesinteresómidelitoencuestión,deguanteblanconíveoencomparaciónconotrasestafas(teníamuchomás morbo atrapar a un bróker soplón que vendía fondos de protección a pecesgordosqueauntipoquesabíaescribirunapostalconlaletradeH.G.Wells),elcasoes que llegué a un buen trato con el fiscal a cambio de admitir los cargos.Nuncahabíatenidoproblemasconlaley,enmifichapolicialnoconstabaniunamultadetráfico,yeso,comoesnatural,ayudó.Elquenohubiera robadonadastrictosensuacabó viéndose como un factor positivo. Tras consultar con mi abogado, decidíconfesar—para qué caer en el engorro de un juicio— y, sin más, me declararonculpableymesentenciaron.

Acambiodemiplenacolaboración,yvistoquehasta lafechamifichapolicialestaba limpia, la condena quedó en un tiempo de libertad condicional, una multasustanciosa, la devolución con intereses del dinero a los compradores, lo que meparecieron horas infinitas de servicio comunitario barriendo hojas y basura enparquesmunicipalesyelacuerdodemostrarmedispuestoaayudaralasfuerzasdelorden a identificar falsificaciones como las que con tanto aplomo había hecho yohastaentonces.Conmigomismosuscribíotropacto,elcompromisodepasarpágina.Sabíaquemehabíacerradomuchaspuertas,pero los tratantesde libros raros—noquisierarepresentarlossinrazóncomounacomunidaddeautoridadesalaqueesfácilengañar— son, en su gran mayoría, personas muy inteligentes, honradas yconsideradas. Cuando la policía me preguntó si tenía la impresión de que lafalsificación era endémica al oficio, les dije que no, que, desde la más absolutamodestia,hacíafaltaalguiendemicalibreymisofisticaciónparallevaracaboesetipodeestafas.Alospracticantesdemenorcategoríaloscazabancomomoscas,erainevitable.Noquerríapresumir,perohayqueserunaverapazcomoloerayoparasortearelalcancedesuastutoperdigón,almenosmientrasdurómilargovuelo.Coneltiempo,hubomuchagentequeperdonóuolvidó,loquesupusoungranalivioparamíeinclusounaalegría—siemprecaíbienenlaindustriaymedediquéainsistirpordoquier, a la menor ocasión, en que la mayoría de los libros y manuscritos quemanejénoeran falsificados,unamentirapiadosaquenadiepodía reprobar—,yasífuirecuperandolentamentemireputación.Inclusotrabajéporlibreparaunacasadesubastas,investigandoloslotesquellegabanparaencontrarposiblesimpostoresentrelasjoyasliterariasque,enconjunto,atraíanmilloneshastaaquellossalones.

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Demodoquesí,misecreto inconfesablesalióa la luzymipreciadoaffairedecœurcon laplumayelpapel terminó.Padecí lasconsecuencias,ybienqueme lasmerecía,perotambiénluchéparaconseguirmiredenciónycasilaobtuve,aunqueporsupuestohubogenteeneloficioquemediolaespaldaparasiempre.

Enotroordendecosas, las revelacionespóstumasde lossecretosdeDiehl,porllamarlasdealgunaforma,lodejaronaldesnudoy,debidoalostenuespuntitosqueme conectaban con él a través de Meghan, no me sorprendió mucho que losencargados del caso volvieran a citarme en comisaría. Cuandome explicaron quequerían que fuera yo—¡precisamente yo!— quien hojeara algunos de los libros ymanuscritosdañados,supusequepretendíantantovolveraevaluarmecomoposiblesospechosocomoqueconfirmaseonegasequeeranonofalsificacionesoqueesteoaquel utensilio era propio de falsificadores. Me presenté a la hora convenida —confiadopero sinpasarme, simpáticopero sin llegar a levantar sospechas—con laclara intención de darles la información que buscaban y estar de vuelta enNuevaYorkesamismanoche,atiempoparacenarconMeghan,comoteníaporcostumbre.

¿Reconocía algo de lo que veía?, me preguntaron acercándome una primerabandeja, a la que sucedieron otras con documentos manchados de sangre y tintaabiertos por la página de la dedicatoria. Agradecido por no tener que ponermeguantesdelátex,puesnomepidierontocarnada,nomentícuandolesdijequeno;osea, reconocía por ejemplo que aquello era una primera edición de las Notas deAméricadeDickens,publicadaenLondresen1842,consusdostomospenosamentedesencuadernados, pero que, por una dedicatoria de su época y el característicomuellelocodelautor,enungarabatoqueseibaestrechandobajoelnombre,parecíanauténticos.Ahorabien,¿reconocíaeseejemplarenconcreto?No.

¿Cuántopodríacostaralgoasí?,preguntaron.Enóptimascondiciones, comodebíade estar antesdel incidente,y suponiendo

queeldestinatariofueseunamigodelautor—medisculpépornoconseguirleerelapellido—,podíarondarloscincuenta,inclusosetentaycinco…

¿Dólares?Sí,bueno,milesdedólares,claro.MequedépasmadocuandomepreguntaronsihabíaoídohablardeuntalHenry

Slader,aquienalparecerAdamhabíaestadohaciendo ingresosmensualesporunaventa u otra. No pude por menos que arquear las cejas. «Lo de los ingresos esbastantehabitual», les conté.Sinembargo, comonoestaban familiarizadoscon losaltospreciosquesemanejanenelmercadodellibroraro,lesparecióespecialmenteinteresantequeestuvieranenjuegovariosmilesdedólares.

«Lo del dinero tampoco tiene nada de especial —les aseguré—. Como eseDickens que acaban de enseñarme… No estamos hablando de libros de tres alcuarto».

Arquearonlascejasasuvez.

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Interrogatoriooconsulta,elcasoesqueprosiguióenesostérminosdurantemásdeunahora, antes de llegar a las preguntasquemásomenoshabíaprevisto, puesdabaporsupuestoqueyonoeraelúnicoquepodíahaberleshecholosexámenesylasverificacionespertinentes.

Tan solo un par de cosas más que consideraban importantes, si no teníainconveniente. ¿Había hablado alguna vez de falsificaciones con Adam Diehl?¿Habíamostrabajadojuntosenalgunaocasión?¿Algunavezmeabordó,comonovioque era de su hermana, para pedirme algún favor o consejo relacionado con elmundillo?

No, no y no, les dije, sin pensármelo dos veces y haciéndome ligeramente elofendido. No sé si tomaron nota de mi moderada irritación, pero el caso es quecontesté a todas suspreguntas comomejorpude.Sihubieran traídoundetectordementirasyalexaminadorderigor,nohabríatenidoproblemaencontestardenuevoydejarquelaagujaentintadalossacaradedudascuandonobrincaraconmirespuesta.

Loquepodíadecirles,ydije,eraque,porloqueyosabía,algunasdeesasobrastan penosamente dañadas no eran falsas y que, si querían, podían contrastar miopiniónsobrecadaobjetoenparticularconlosespecialistasenlibrosvaliososquelespareciera: posiblemente, descubrirían que casi todos, si no todos, coincidiríanconmigo.Despuésdeasegurarmequeesoerajustoloqueibanahacer,medieronlasgracias y me dijeron que podía irme. Me dio la impresión de que estabandecepcionados,pero¿quésabíayo?

Apesardequecon losañoshabíaalbergado serias sospechasdequeDiehl eramiembrodemiantiguahermandaddefalsificadores,nuncalehabíasacadoeltema,tal y como referí a los detectives, y desde luego tampoco había compartido conMeghan ninguna de estas sospechas. Sin embargo, cuando, con una copa de vinoantes de cenar, le revelé a mi pareja dónde había estado ese día y la clase depreguntasquemehabíahecho lapolicía sobre falsificación, envezdepreocuparseporcómohabía ido,mereprendiópornohaberlecontado,enprimer lugar,quemehabían citado en comisaría y, en segundo, que sabía que, de un modo u otro, suhermanoestabarelacionadoconesemundo.

—Sé que tenía que habértelo contado cuando me llamaron, pero supongo quequiseprotegerteparaquenotepreocuparas.Yabastantetienestúencima.Yenloquerespecta a Adam, sabes de sobra que apenas lo conocía. Ni que hubiera visto sucolecciónalgunavez…

Meahorrarécontarlasvueltasdetuercaquedionuestravelada,quefueyéndoseapique en espiral.Baste decir que la pobre estuvo sin hablarme varios días con sushorriblesnochesy amenazóconnovolver averme.Fuemásdura conmigo—y loafirmoconunacuriosaadmiración—quelapolicía.

—¿CómonoibasasabernadadeAdam?Esimposiblequenolosupieras—medijocontirantezylacaracasiigualderojaquesupelo.

—Unacosaessospecharyotramuydistinta,saber.

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—Pero ¿te das cuenta de la humillación que supone? ¿Y si se entera todo elmundo? —inquirió—. Mis clientes se reirían a mis espaldas, o peor, mecompadecerían.Podríaperderlatienda.

—Perositú…túnohashechonadamalo.Nadieteculparíadenada.Ytampocoamímehaacusadonadiedenada…,salvotú.

—Entre lo tuyo y ahora lo de Adam, ¿cómo va a fiarse nadie de mí? Ni yodeberíaconfiarenmímisma.

Aunquesabíaqueeramejorcallarse,enunarrebatodeexasperacióncontesté:—Pues, hablando de confianza…, cuando te interrogaron, ¿les dijiste que

pensabasquenomecaíabientuhermano?¿Poresomehanobligadoairhoy?—Yonuncahedichonadaparecido.—Porque no he podido evitar preguntarme por qué estaba metido en aquel

cuartuchoconelaireviciado,dándolecienvueltasalomismo,sinoerajustoporeso.Seguimos en esa línea, después de que mi tímido intento de acusación se

estrellara antes de empezar. Meghan insinuó que yo había sido una influenciaperniciosaparasuhermanoyllegóinclusoaacusarmedehabertrabajadoensecretoconélytodotipodelocuras.Nuncalahabíavistocomportarsedeesamaneraynoteníaclaroquéhacer,másalládedecirlequeseequivocaba.

Alfinallahostilidad,larabia,lavergüenzaounapeliagudacombinacióndetodolo anterior y unas cuantas cosas más remitieron. Ya habíamos superado juntosmomentosdifícilesyesaveznoibaaserdistinto.LoqueMeghannosabía—cosaimposible— era que, aunque me hubiera tomado la molestia de trabajar con suhermano,mi influencia habría sidomás benéfica que perniciosa—almenos, en lotocante a sus habilidades—, pero, en cualquier caso, jamás de los jamases, ni encientos de miles de años, habría compartido mis técnicas, mis proveedores, misherramientasomipassionniconAdamDiehlniconnadie.Esposibleque,sibienellanopodíaniimaginarporquéyonegabacontantavehemenciatodarelaciónconlas falsificacionesdesuhermano,conel tiempo tanto lavehemenciaensícomo laindiscutibleverdaddeminegaciónacabarancalándole.

Eldíaquehicimos laspaces,mientrasatravesábamos tranquilamenteTompkinsSquareparairatomaruncaféensuhoradelalmuerzo,ledije:

—Laverdad,Meg, esque,despuésde todo loquehaspasado, es alucinante laenterezaquehasdemostrado.

Alcínicobienpodríanparecerlepalabrastrilladas,peroselasbrindédebuenafe.Yaveces,enlascircunstanciasadecuadas,inclusoelclichémássimplepuedecalarhondo.Si,comodijoEmerson,todapalabrafueensumomentounaidea,delmismomodotodoclichéfueensumomentounarevelación.

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Peseamisesfuerzosensentidocontrario,yaquelarelaciónentreMeghanyyosehizomásestrecha trasnuestrabrevepelea,nopodíasacarmeaAdamde lacabeza.Fueramientras la ayudaba en la librería o durantemi periodo de adaptación en eltrabajodeautenticaciónycatalogaciónenlacasadesubastas—lomásparecidoaunpuestopermanentequehetenidoenmivida—,eraunapresenciafantasmal.Siempreleestaríaagradecidoporiracompañadodesuhermanaalaferiadel librodondelahabía conocido seis años atrás —gratitud que nunca me molesté en demostrarleporque sabía, sin necesidad de preguntar, lo mucho que lo fastidiaron nuestrosprimerosflirteosylaposteriorrelación—,perocomopersonanuncameinspirónadaparecidoaunacordialidadcalurosa.

No recuerdo a ciencia cierta cuándo lo vi por primera vez, aunque tengo unaimagendeél enunaespeciedenebulosa, en laotrapuntadeuna sala,variosañosantesdesabersiquieraqueteníaunahermanaymuchoantesdequemisdíascomofalsificadorllegaranasutristefin.AdamDiehleradeesaspersonasenlasquevasfijándotemuy poco a poco; de esas que, sin dedicarle un pensamiento consciente,reconocesquehasvistoanteriormente,peronotehanpresentado.Susprogenitoreslohabíandotadodeunacaraanodina,loqueseguramentelebeneficiabaensucampodetrabajo.Decir que tenía una piel cetrina podría sonar un poco cruel, pero vivir tancercadelmaryconservarunateztancerúleadabaunaideadelopocoquesalíadecasa. Era más alto y delgado que la media, ágil, esbelto incluso. Al igual que suhermana,comodescubriríamástardecuandonospresentó,teníaelpelorojoyrizadoylosojosdelcolordelatintaazulBaystate,delamarcaNoodler’s,emblemasambosde su ascendencia irlandesa; de hecho,Meghan había nacido en la tierra deYeats,JoyceyBeckettyteníadoblenacionalidadpeseanohaberregresadoalviejoterruñodesde pequeña. Adam vestía adrede con ropa varias décadas desfasada, unaexcentricidad que he de admitir que me resultaba casi entrañable. Su sempiternaamericana negra y azul con un escudo de armas dorado bordado en el bolsillo, sucamisablancaylacorbataestrechaynegra,hastasuspantalonesdeteladegabardinacolgabandesuosamentacomoenunmaniquídeuna tiendadesegundamano.Sinserfeo,destacabaentreelgentíoporsualtura,supeloysusanteojosdecarey.Porlodemás, tenía lasmuñecasmás finasquehevistoenunhombreyunosdedosde lomáselegantesyafilados.

Ensuma,unexcéntrico,unperroverde.Asíytodo,lociertoesquelasferiasdellibroantiguoson,siguiendoconlasmetáforasanimales,avisperosdeperrosverdes,y

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esapenetraciónpaulatinadeDiehlenmiconscienciafueproduciéndoseduranteañosen acontecimientos relacionados con el libro raro, tales como el encuentrointernacionaldelibrerosanualquesecelebrabasiempreenelParkAvenueArmory.En cuanto su presencia arraigó en mí, fui percatándome paulatinamente de quefrecuentábamoscasilosmismospuestosdeespecialistas.

Existeunlibreroparatodaobsesiónbibliófilaconocidaporlahumanidad.¿QuequiereunlibrodelsigloXVIIsobremicroscopioscongrabadosdelciclovitaldelosmosquitos?Hayuntratantequesabráproporcionárselo.¿LegustanlostratadosrarossobreexploracióndelÁrticoohistoriadelantiguoEgipto?Sinproblema.¿Oquizáunaprimera edición, laprimera impresióndeViajes a varias remotas naciones delmundoporelmédicoycapitándeMarinaLemuelGulliverdeSwiftolaversiónentrestomosde1813delOrgulloyprejuiciodeJaneAusten,encuadernadoenpieldebecerro de la época? Se puede conseguir. Con dinero, paciencia y ojo avizor deobseso,existenpocoslibrosenelmundoquenopuedaunollevarseacasaparaponerenuna estanteríao enunacaja fuerte.Librerosy coleccionistas, desde losgrandespujadores a los de medios más modestos, se daban cita con una regularidad decalendarioenelgranencuentrodelArmoryyferiasparecidasdelmundoentero.Y,conel tiempo,muchosdeestosbibliófilosfueronengrosandomilistadeconocidosdelnegocio,cuandonodeamigos.

Lenta e inconscientemente, empecé a fijarme en que a Diehl y a mí nosinteresaban casi los mismos materiales literarios autografiados, tales como librosdedicados omanuscritos originales hológrafos de los siglosXIX yXX.Me gustaríapensarquenoloespié,pero,despuésdeentraraunpuestodeesteoaquellibreroyoír en repetidasocasionesque justootrocaballeroacababademostrarse interesadopor ese mismo artículo tras examinarlo con suma atención, me resultó imposiblehacercasoomiso.¿QuiéneraesetipoquecompartíamisgustosyladebilidadporlaadmiraciónprolongadadelacaligrafíadeChurchillyConanDoyle?

«¿Leimportasilepreguntoporquémássehainteresado?»,eralacuestiónqueacabé planteando cada vez con más frecuencia y sin mucha vacilación. Habíavendedores, los más veteranos, que ignoraban conscientemente mi pregunta deentrometido con una sonrisilla amigable que debía interpretarse como un «ya sabeque no puedodecírselo».Otros, no obstante, bien por descuido o simplemente porquererhaceralardede sumercancía,meenseñaban la cartadeThomasHardyo ladedicatoria de Wilkie Collins que Diehl había tenido entre sus manos no muchoantes.Cuantomássabíasobresusgustos,másmeintrigabasupersona,apesardelavocecillainteriorque,desconfiada,meaconsejabacautela.

Eso sí, de vez en cuando compraba un manuscrito, una carta o una primeraedicióndedicada.Noerasoloparaquenomevierancomounagarrado—hastaloscomerciantesmásindolentesestánenelnegocioparavender,nosoloparapresumir—, sino porqueme gustaba llevarme a casa algunos de losmejores ejemplos queencontraba de mis escritores favoritos para, en la soledad de mi estudio, poder

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analizartodoslosmaticesbajolalentedemilupadebrazoflexible.Sabíaquepodíasubastarlosmásadelanteovenderlosaalgúnparticular,porelmismopreciooinclusoconunamodestapérdida,yaunasísalirganandograciasalconocimientoobtenido.Salvoquelosdescubran,losfalsificadoressiemprellevanlasdeganar,esleydevida.Aunque,comoentodavocación,quienesrealmenteamansutrabajoloabrazaránconcadafibradesuserylosembrarán,pormuchoquenohayanadaquerecoger.Paramílacosechaeraelactoensí,aunquesolorecogieratempestades.

Por fin, una tarde de sábado del mes de abril de hace unos seis años,encontrándonoscodoconcodoenelpuestodeuntratante londinensemuysociabledegreñasleoninasytrajedetweedarrugado,nospresentaron.Acababadedevolverleal librero una primera edición dedicada de El origen de las especies de Darwindespuésde estudiar atentamente la dedicatoria, la fecha con el lugar, el receptor y,sobretodo,lacaligrafíaylafirma,cuandoDiehlsematerializóamiladocomounaaparición,tosiólevementeylepreguntóalingléssipodíaecharletambiénunvistazoantes de que lo colocara de vuelta en la vitrina correspondiente, entre DieTraumdeutungdeFreudyunejemplarfirmadodelTractatusdeLudwigWittgenstein,ambosenunestadodeconservaciónincreíble.

—Meimaginoqueseconocenustedes…—dijoeljoviallibrero.Diehlyyonosgiramosynosmiramos.—No,metemoqueno—respondióél,aunquetuvelaimpresióndequesusojos

traicionabanunreconocimientosutil.Su tonodevoz inexpresivo,planocomo lasguardasdeun infolio, era ilegible.

Siempresemehabíadadomejorinterpretarmanuscritosinanimadosquelasvocesylasexpresionesvivasdelascarasdelagente.

—Creoqueno—dije,sinllegaramentir,perosindecirexactamentelaverdad,pagándoleconlamismamoneda.

NosdimoslamanoydespachéalgúnlugarcomúnsobreelDarwin,lomuchoquemesorprendíaqueunlibrotanraropudieraseralmismotiempotanhabitualoalgoporelestilo;habíaencontradovariosejemplaresalaventaenesamismaferia.

—Eldineroes siempreunbuen incentivo—comentóel librero sumándosea laconversaciónconsupropiocliché.

—Semevadepresupuesto—tercióDiehldevolviendoelvolumeny, trasdecirquesealegrabadeconocerme,sefue.

—¿Escoleccionista?—indaguéhaciéndomeelingenuo,puesmehabíafijadoenque al talDiehl rara vez se le veían compras bajo el brazo, libros amortajados enbolsasdeplásticotransparentes.

—Esmásbienunojeador.Llevaañosvendiéndomebuenamercancía,aunquedevezencuandomedalasorpresaymecompraalgunajoya.Unpococomotú.

—Ah—musitéymevolvíparamiraraDiehl,quedesaparecíayaporelpasillo,llenodeferiantes.

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Por supuestoqueniAdamniyo fuimosnuncaojeadoresde librospropiamentedichos,apartedeparalocalizaryficharbuenosejemplaresdeprimerasedicionessinfirmaque trasun«periododehibernación»podíanvolver almercadodebidamenteautografiados o con sentidas dedicatorias de sus respectivos autores; o, cuandono,para seleccionar libros antiguos baratos y relativamente irrelevantes ymanuscritosconhojasenblancoque,unavezextraídas,podíanconvertirseenlienzosparacartaso manuscritos antiguos de nuevo cuño. Tras ese encuentro inicial, empecé asospechar quién y qué era realmente y, con la mayor discreción posible, fuipreguntandoalostratantesdemicamarillamásíntimadónde,porcuriosidad,habíanadquirido tal ejemplardedicadoo tal carta autografiada.Tenía la impresióndequeestaban descubriéndose más nuevos documentos de Conan Doyle de lo normal y,comoquieraqueSherlockHolmessiemprehabíasidomifavorito,elpanmíodecadadía,mipipadearcillanegraymigorrodecaza,sisemepermitelaexpresión,talesdetallesmellamabanpoderosamentelaatención.Tuvieraonorazónológicaalguna,me convencí de que Diehl era la principal fuente de aquella marea creciente dematerialdeHolmesdedicadoyhológrafo.Cuandoempecéainvestigarsobreeltema,meacordédelacaseradelsabueso,laseñoraHudson,enlapelículaLamujeraraña,queenciertomomentoproclama:«Hayquetragarconloincurable».Parabienoparamal,puedoafirmarhabervistotodoslosSherlocksdeceluloide,deBasilRathboneaJeremyBrett,y,sibienprefierode lejos losrelatosdesirArthurConanDoylequecualquierencarnacióndelagranpantalla,aquellafrasesemequedómarcadacomounantojodenacimientoqueacabaradeverporprimeravez.Ydelmismomodoqueseaborreceunantojodenacimiento,aborrezcoyoesamáxima:noessoloquehayacentenaresdeformasdeevitartragarconloincurable,sinoque,apartedeuntumormalignoodealgunaotraenfermedadterminal,creoquenohaynadaquenopuedacurarse.

Loprimeroquehicefuecuestionarlaautenticidaddeloque,paramiojoavezado,eranposiblesfraudes.Enmistiempos,cuandotodavíatrabajabaeneso,siemprequecometía el error más insignificante al falsificar una dedicatoria hacía de tripascorazónyobien,enfadadoconmigomismo,medeshacíadirectamentedelejemplar,obiencortabalapáginamancilladaconunacuchilladehojasimpleyluegovendíaellibroamputadoalibreríasdesegundamanoporunafraccióndeloquehabíapagadoen su momento. Nunca permití que saliera de mi estudio sin ventanas, pero bieniluminado,nadaquenofueradeprimeracalidad.Loshabíamenosescrupulosos;así,cuando descubría una pequeña anomalía, se lo hacía ver en privado y muyrespetuosamente al librero que lo tenía en stock; eso sí, cuidándome de noconvertirmeenunincordioysinmolestarmeenalertaranadiesobrefirmasqueerandescaradamente falsas (algunohaapuntadoqueWilliamBurroughs—quenoesdemiépoca,peromesirvedeejemplo—raravezponíalospuntossobrelasíesdesunombre).Porelcontrario,símeparecía juego limpioalertarsobre los tiroserrados

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por muy poco, los trabajos profesionales con un pequeño talón de Aquilesincriminatorio.

Esamismaprimavera,justoantesdelDíadelosCaídos,conociendomiinterésdetoda la vida por todo lo sherlockiano, mi librero favorito, Atticus Moore, deProvidence,me llamó yme contó que había adquirido un conjunto de cartasmuynotables firmadas por Conan Doyle entre mayo y junio de 1901 y dirigidas aGreenhoughSmith,editorde laStrandMagazine.Un totaldediecisietemisivasenlasquedetallabaprofusamente losprogresoshechos sobre elmanuscritode loqueacabaríasiendoElsabuesodelosBaskerville,quesepublicaríaesemismoañoenlaStrand. Aunque por alguna razón parecían no haber sido enviadas y tampoco sehabían publicado, mi amigo me aseguró que todos los datos biográficos eranverificables.Doyle las escribió durante una estancia enDevon y en ellas describíacon vivos detalles cómo le había venido la idea original gracias a un periodistaconocidosuyo,BertramFletcherRobinson,queestabaveraneandoenelhotelRoyalLinks,situadoenuncaboconvistasalmardelNorteenNorfolk.Aldorsodeunadelascartasaparecíaescritoyluegotachadoelborradordeunpasaje—ambientadoenlaciénagadeGrimpen,basadaenuntremedalreal,eldeFoxTor—quenollegóaaparecer en el manuscrito publicado. En otra, Conan Doyle describía cómo habíapresenciadopersonalmenteunaapariciónamedianochepor laventanaconparteluzdesuhabitacióntrasunavisitaaParkHall,laantiguamansióndelosRobinsonenlaqueprobablementeestébasadaBaskervilleHall;noosómencionarestavisiónasuscompañerosporqueseasemejabademasiadoalsabuesomonstruosoymitológicodelrelatoqueestabaescribiendo:unmonstruoque«eramejorrecluirenlosconfinesdela memoria». Concluía la carta diciendo que mantendría «una actitud inquisitiva»sobrelavisión,pormuchoquenovolvieraamencionarlaenlasepístolassucesivas.

Se trataba del fajo de cartasmás excepcional y demayor interés histórico quehabía manejadomi amigo el librero. Teniendo en cuenta que las había escrito miautorfavoritodetodoslostiempos,unnarradordeunaastuciatanenvidiablecomoexquisitayunartistadeprimerorden,supealinstantequeteníanquesermíasatodacosta.Me preguntó si quería viajar al día siguiente a Providence para echarles unvistazoeirluegoatomarunalmuerzotardío.

Claro que quería, y sin pensármelo dos veces, a la mañana siguiente estabacogiendoelprimertrenqueibaalnorte.MientrasveíapasarlosislotesdelacostadeConnecticut,losbarcosvelerosylosnidosdeáguilaspescadorassobrelospilotes,mimente hizo su propio viaje en distintas direcciones. Una parte de mí albergaba laapremianteesperanzadequeesacorrespondenciasinenviarfueseauténtica,porqueme habría encantado añadirla ami pequeña colección «permanente» (encierro esteadjetivoentrecomillasporquecreoqueesunadelaspalabrasmásfraudulentasdelidioma inglés,expresióndeuna falsedad incontestable).Sinembargo,otrapartedemí sospechaba que tanto las cartas como el fragmento delmanuscrito sin publicareran, simple y llanamente, demasiado buenas para ser verdad —en gran medida,

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como la propia idea de permanencia—, pese a que mi amigo era una autoridadmundialenlamateriaymuyrespetado.

Tras pasarme más de una hora examinándolas y regatear hasta conseguir unpreciodeventarazonable,entendiendoporrazonableunasumaelevadasinllegaraser lacerante,me invitóaunalmuerzoexquisitoenelCapriccio,unrestaurantedelcentro, y esa misma noche regresé a Nueva York conmi recién adquirido tesoro.Decirqueestabaemocionadoseríaengañoso,puestoqueesospapelesqueenesencianovalíannadayporlosquehabíapagadounbuenpuñadodedinero,quesíquevalíaalgo, no estaban destinados a engrosar mi colección permanente. No, el conjuntoenteroeraun fraude.Pero se trataba, conmucho,de lamejorobrade falsificaciónquehabíavistoenmuchosaños,sinoentodamivida,conuncontenidocreativoyunaejecuciónconvincente.Entreatemorizadoyconmocionado,mehabíavistoenlaobligación de quitarlas del mercado para evitar que fueran sometidas a un mayorescrutinio.

Amientender,unafalsificacióndesemejantecalidadestá tanimbuidadegeniocomocualquieroriginalcorrienteymoliente;laúnicadiferenciaesquelacreatividadrequeridaesdeunavariantediametralmenteopuesta.UnapáginaenlaqueelcreadordeSherlockHolmeshaescritounpasajedonde,pongamosporcaso,seproduceunasesinatodiabólicoquehadejadofueradejuegoaScotlandYardycuyaresoluciónexigelospoderesdededuccióndeHolmeses,afindecuentas,unartefactoliterario,nimásnimenos.Suimportanciaresideporcompletoenellenguaje,lanarrativaylaimaginación,ynotienenadaqueverconlacaligrafíadelautor.Noadoramosalosdiosesporquevistanbien.Muchosescritores,entreelloselpropioShakespeare,hantenidouna escritura realmente atroz.UnmanuscritodeW.B.Yeats novale lo quevaleporsucursivahorrendayapresurada,sinoporlamúsicainspiradadelpoeta,porsuimaginarioysuvisión.

Porotraparte,lafalsificaciónesunaformadeartevisualqueporlogeneralnadatiene que ver con sutilezas tales como la música, el imaginario o la visión: estávinculada con los matices del arte caligráfico, un sentido refinado del documentohistórico,lacienciadelaempatía.Conelpapelteladoadecuadoylosmineralesparamezclarunatintaisabelinapasable,antesyoeracapazdereproducirunpardeversosdelosgarrapatosdeShakespeare,digamos,TitoAndrónico:

Pronunciadlasentenciaparaestemiserable:élhasidolacausadeestoshechosfunestos[1]

que,enlascircunstanciasadecuadas,podíanhacersacarlacarteraauncoleccionistapocoavispado.Cuandotienesañosdeexperienciaysabesloquetehaces,tampocoestancomplicado.ElBardoponelaspalabrasyelfalsificador,sumanoresucitada.Aunque,ojo,nuncasemehabríaocurridohacernadatandescerebradocomointentarvenderunmanuscritodeShakespeare.Laideaessacardinerodeloqueunohace,noacabar en las noticias. Cualquiera de los grandes falsificadores de literatura que

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pueblanlagaleríadelafamadelahistoria,losquellegaronasertangrandesquehoyendíahaycoleccionistasquecompransusobrasfalsificadasporsumasconsiderables—deThomasChattertonaWilliamIreland,GeorgeGordonByronoThomasJ.Wise—,opinaríanlomismo,siestuvieranvivosydispuestosadecirlaverdad.

Cuento todo esto para recalcar por qué me impresionó tantísimo ese fajo decartas.Existíaalguienconlaaudaciasuficienteparaconjurarcabezaymano,pornohablar de corazón. Cuantomás examinaba las páginas,más crecíami admiración.Pero,sibienmehabríaencantadoconoceralprogenitordeaquellamagiacertera,miresoluciónporsuperarloquemehabíaencontradoeramayorquecualquierimpulsodefelicitarloporsudestreza.Contodo,esonomeimpidióinterrogardiscretamenteamiamigoAtticus—sí,suspadreseran,amuchahonra,devotosdeHarperLeeyélsiempreteníaenstockunoodosejemplaresdeMataraunruiseñor—paraaveriguardedóndehabíasacadoesesuculentotesoro.

Como era de esperar, puso reparos. Los tratantes que quieren conservar sunegocionopuedenirporahídivulgandosusfuentesaloscompradores,sobretodoaalguien como yo, al que el propio Atticus consideraba a su vez una fuenteprovechosa, incluso, enmomentos puntuales del pasado, un auténtico cuerno de laabundancia.Guardémispreguntasenlarecámara,paraeldíaenquelopillaraconlaguardiabajada.Tampocoloimportunéconcuestionesdirectassobrelaprocedenciaolacadenadepropiedad.Porextrañoqueparezca,pocoslibrosymanuscritosvienencondocumentosdeorigen,comosucede,porejemplo,enelmundodelarte.Másalláde mis propios tejemanejes, oscuros e inusuales, y los de un puñado más, eraciertamenteunmercadodecaballerosdondeelsabereruditorelevanteyelcomerciopuroeranlaconjugaciónperfectadelyinyelyang.

Tuveunasegundaoportunidadenotracomida,unacenacercadenuestrohotel,elFairmontdeSanFrancisco,queacogíaesasemanaunaferiainternacionaldellibro.Esedíanoshabíaidomuybienalosdos:yoestabaporentoncesenlacrestadelaola, cuando podía falsificar a más de tres docenas de escritores con un dominioincontestable,yélsesentíaespecialmentecontentoporalgoquelehabíavendidoyoantesdelencuentro.

—Es obscena la asiduidad con la que encuentras cosas tan impresionantes—comentóadmirativamente,refiriéndoseaunpequeñofajodecartasdeJackLondonen las que el autor hablaba de su relato «Cuando Dios ríe» (se escapaban de miámbito de especialización, pero eran perfectas para los clientes de la bahía de SanFrancisco;dehecho, se lashabíanquitadode lasmanosporeldoblede loquemehabíapagadoAtticusamí)—.Telodigoenserio.Tendríasquehabersidolibrero—prosiguió.

—Esoledecíansiempreamipadre—contesté.—Sí, pero tu padre era coleccionista de pura raza. Según tengo entendido,

siempre compraba, nunca vendía nada. Incluso cuando compraba un ejemplarsuperior,sequedabaconlosdos.

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La ineludiblemencióndemipadre,alqueseguían recordandoconcariñoenelgremio, incluso quienes no llegaron a conocerlo, me incomodaba. Comocoleccionista,habíasidodelosmejoresdesugeneración.Noqueríaniimaginarmeloavergonzadoquesehabríasentidodehabervistocómoacusabandefalsificarlibrosasupropiohijo,quien,porlodemás,sehabíainiciadoenesahabilidadsiendojoven,cuandoaúnvivíabajosumismotecho,comíasucomidaydisfrutabadesubiblioteca.Aunquesuelorecordarloconnostalgia,sonmáslasvecesqueagradezcoquesufrierael destino del resto de mortales y no viviese lo suficiente para ser testigo de lainfamiadelasangredesusangre.

Tras apartar de un manotazo ese fogonazo de inquietud, dejé el tenedor en lamesaydije:

—De todas formas, yo no estoy hecho para esas cosas, tanta rivalidad, tantacompetencia entre clientes… Y eso de andar comprobando el inventario yreclamandopagospendientes…Prefieroseguirsiendounaficionadoenlosmárgenesyvercómolospecesgordosospeleáisentrevosotros.

Deliberóporunosinstantes.—Nodigastonterías.Setedaríademaravilla.—Noestontería,essensatez.Además,creoquesemedaríafatal.Soydemasiado

vagoparaandarmoviendoelpanderotodoeldíadeaquíparaallá,yencimaconlopocosociablequesoy.Apartedeloslibrosquecomprodevezencuando,vivodentrodemisposibilidades,yconesomebastaymesobra.

—¿Vago tú?Nome lo creo. Bueno, si alguna vez cambias de opinión, yomeasociaríacontigoenunsantiamén.Solotienesquedecirlo.

Hedeadmitirquemeresultóhalagador.Conlosañoshabíaacariciadolaideadeir por lo legal—bueno, no legal legal, pero entrar en el negocio y ser capaz deensalzarmimaterialconunpocodeingeniopigmalianosimeapetecía—,perounavozinterior,sabiaycautelosa,medecíaqueyameexponíalosuficientehaciendoloquehacía.Colgarunaplacaconminombresoloserviríaparaatraermáslaatencióny,porende,losproblemas.Cuantomenossesupierademí,mejor.

Loquemiamigonosabía,porejemplo,eraqueesemismodíahabíavendidodeestraperlo a varios tratantes—quemehabían jurado discreción absoluta, alentadospor la promesa de recibir más material en el futuro— un sinfín de artículosautografiadosdeprimera.Podíahaberpresumidoconrazón,perolodejactarmenoeraalgoquepudiesepermitirme.

—Porcierto,comotusociooficioso,sigoqueriendosaberdedóndesacasteaquelmaterialtanmaravillososobreElsabuesohaceuntiempo.

—¡Yaestamos!Miraqueerespersistente.Deacuerdo—dijodándoleotrotragoasuPinot—.Yocreoqueloconoces,untipoaltoypelirrojo,congafasdecarey.—Asentí—. Pero ni se te ocurra decirle que te lo he dicho. Y como lo abordesdirectamenteparasondearlo,dejamosdesersocios,asíqueyalosabes.

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Leprometíquenoloharíaydespuésdecenarmehicecargode lacuenta.Nostomamosunaúltimacopaenelbardelhotel;enmicaso,uncoñacdoble.Cuandoseexcusóparairsealacama,mepermitíunasegundarondaensolitarioporquesupuseque,detodasformas,noibaadormirmuchocreyendoconoceryaconseguridadelsecretodeDiehl.«Adam,eladánde los falsificadores»,bromeéparamisadentros,aunqueni el sarcasmoconsiguió animarme.SiAdamDiehl eraun falsificador congustosparecidosalosmíos,conproyectosimaginativosperotécnicasimperfectas,ylos compradores empezaban a dudar de su mercancía y a rechazarla como falsa,acabaríaatrayendoungrancúmulodesospechassobreel trabajodeotraspersonas,enconcreto,elmío.

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Pesea ser la épocaenquemásunidosestuvimos, seríapintardeamarillouncielonubladosisugiriesequeesaprimavera,unavezpasadoelentierrodeAdam,mividaconMeghanseasentóenunarutinasatisfactoria.Másbienalcontrario,nuestrodíaadía semejaba el sube y baja de una hoja de sierra dentada. Ninguno de nuestrosconocidos envidiaba nuestros esfuerzos por volver a la normalidad, pero tampocointentábamoshacercomosielasesinatonohubieraocurrido.Nosinformarondequelainvestigaciónavanzabalentamente,aunquetodavíanohabíanidentificadoaningúnsospechosocomotal.Frustrada,Meghanllorabaadiarioysufríapesadillascasitodaslas noches. Y, en cuanto a mí, lo único que podía hacer para consolarla yreconfortarla—y de paso no perder mi siempre precaria estabilidad mental— eraestar a su lado. Pormucho que no habláramos de él expresamente,Adam era unapresenciaensupropiaausencia.

Asumodestofuneral,celebradoenunaborrascosamañanademarzobajounasnubes color anguila que amenazaban granizo, asistieron unas doce personas, en sumayoríaamigosdeMeghan,asícomoalgunosdelosmuchachosquetrabajabanensulibrería y que habían cogido un autobús a primerísima hora de la mañana desdeNuevaYorkparadarletodosuapoyo.Quetansolosepresentaranunpardetiposdellibroraro,quienes,porlodemás,apenasmesonabandevista,dabacuentadelavidatan ermitaña que había llevado. Entre los presentes reconocí también a uno de losdetectivesdelcasoarrebujadoenunaparkaazuloscuraymefijéenotrotipoalquenoconocía,peroquediporhechoqueeraotroagenteoundetectivedepaisanoquehabríaidoaficharalosdolientes,porsiaparecíaalguieninsospechado.Cuentanquees habitual que el culpable se vea atraído al lugar de los hechos tras cometer elcrimen, llevadoquizápor lacuriosidaddeestablecerunvínculopsicológicoconsufechoríaoconsupropiavíctima,oinclusoconsigomismo,ensudeseoporconvertirlo abstracto en tangible. El funeral de Adam también podía ser un buen ganchoteniendo en cuentaque el lugar de loshechosno estabani a veintekilómetrosdelchaléde laplayadeDiehl,queseguíacerradoacalycantohastaque terminase lainvestigaciónyMeghanpudieravolveraabrirlo.Si losagentesde la leyesperabandescubrir al autor del crimen entre los dolientes, por la expresión de sus caras, laesperanzaparecíamásbienvana.

ElpastorcontratadorepitióloqueMeghanlehabíacontadosobrelosinteresesylogrosdeAdam,leyóunbrevepasajedelaBibliaycantóacappella,secundadoporvariosdelospresentes,unhimnoquenuncafalla,elAmazingGrace.Meghanteníala

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urna metálica abrazada con fuerza contra su grueso abrigo cruzado y soltó unaslagrimitas cuando se la devolvió al director de la funeraria, que se encargaría deenterrarla.Yhastaahí.Invitamosaldetectiveaqueseunieraalmodestoalmuerzoenunamarisqueríadelazona—elotrotipohabíadesaparecido—,perorehusó.Durantetodoelacto,unfotógraforobóalgunasinstantáneasaquíyallá,desdeunadistanciaprudencial, quizá con la absurda esperanza de ofrecer las imágenes a los tabloidesqueseguíaninteresadosenlanoticia.Sumisiónallísemeantojócasitanfútilcomoladeldetective.

En el almuerzo, tras unas cuantas copas de vino ymientras otros cantaban lasalabanzas de Adam y lamentaban su muerte intempestiva, yo me perdí en mispensamientos.Sinollegabanacerrarelasesinato,quedaríaigualmenteirresueltaunaparcelamásbienfeademipasado,aunquenadatanirreversiblecomounhomicidio.Eraalgoquenomegustaba removeryque, cuando reflotabaenmispensamientoscual enjambre de avispones encabritados o de antiguas furias griegas, tenía porcostumbreespantarloamanotazos.Esedía,sinembargo,nopude.Sielrecuerdomeasaltójustoenesemomentofueporquesiemprehabíasospechadoquiénestabatraslosucedido,pero,porrespetoaMeghan,habíaoptadopordejarloestar.Permítanmequemeexplique.

Un día—como un lustro o así antes de aquel lúgubre almuerzo de funeral—recibíenelcorreounacartasinremite,que,enretrospectiva,fuesindudaelfunestopresagiodemiperdición.Decíaasí:

Acabarándescubriéndote.Tusengañossacaránalaluzalcriminalcomúnqueeresynoalhombreinteligenteysofisticadoquecreesser.Llegaráeldíaenquelaoscuridadseciernasobreti.

Yo no soy de asustarme fácilmente. La oscuridad no me daba miedo, inclusopodíadecirsequememovíaenella comopezenel agua.Y tampocohabía estadonunca tan engañado como para considerarme un hombre inteligente y sofisticado,sinomásbienunobrerohacendosoyunartesanodedicado.Partedemíquisoreírconganasyseguirtranquilamenteconmidía,sindarlemásimportancia.Sinembargo,loqueme perturbó de aquella nota breve, aparte de estar escrita con la característicacaligrafía fluida de Henry James en lo que parecía auténtico papel de carta de suépocaenLambHouse,conesabella fuente rojaen relieve, fuequenunca lehabíahablado a nadie de mi vocación secreta; ni a amantes, ni amigos ni confidentes.Nuncametraicioné,niamíniamiyosecreto,nisiquieracuandoproducíaalgunaobramaestradelaqueansiabapresumir.Ungruesoyaltomuroseelevabaentremiúnico vicio verdadero —pues así lo habría calificado el mundo— y el resto defechorías, transgresionese indecencias insignificantesquepudierahaber infligidoacualquiera,amigooenemigo,dabaigual.

Así las cosas, me angustiaba que el autor de esa carta a mano —en sentidoestricto, no era una falsificación, pues no pretendía hacerme creer que la hubieseredactadoelpropioJames—supieseloquefraguabayamenazaraconponermivida

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patasarriba.Nopensabapermitirlo.Esmás,cuandomesentéaexaminarconlupaeldocumento, empezaron a salir a la luz sus sutiles fallos de entre la tiniebla depreocupaciónquemehabíagenerado,comounfeoanimalcontentáculosquehubierasubidoa la superficiedeunacharcamarrón.Quienquieraque lohubierahechoerabastantediestro,buenísimoenmuchossentidos:supeapreciarlafirmadeJames,quehabría resistido el examende los expertos en autógrafosmás quisquillosos, por nohablar del facsímil del membrete, que era idéntico al original. Pero había más demediadocenadepequeñoserroresgráficos, independientementedequeel autordeaquella nota insidiosa no intentase enmodo alguno reproducir la vozmagistral deJames. Los arcos de la eme minúscula parecían más dos toperas pegadas que lospicosdentadosyseparadostípicosdelasemesdeHenryJames.Mediolaimpresióndequeelespacioentrepalabraseraalgomásajustadodeloquedebíaylacantidaddetintaquefluíadelplumínalpapel,demasiadoconstante.Enmicabezalastarasenlaejecuciónsignificabantarasenelcarácterysugerían,aunquemástardelateoríasedesmentiría,que talvezmidifamador invisiblenofuese laamenazaaterradoraquepretendíaser.

Comoquiera que fuese, cuando pasó el primer embate de conmoción, missentimientos semoderaron hastamudar en algo queme eramuy ajeno: el enfado.Unobienserio.Yprecisamentelarabianoesunasensaciónquemeguste.Lacartaestaba timbrada en Nueva York, con el mismo código postal que mi piso, otraprovocacióninquietante.Enausenciadeunadirecciónalaquepoderresponder,nohabíamucho…No,paraserexactos,nohabíanadaquepudierahacer.Paracolmodemales,fuesololaprimeradeunaseriedecartasinexplicablesyenloquecedorasqueiría recibiendo en el transcurso de los meses que siguieron. No podía permitirmedenunciarlo a la policía ni contárselo a nadie, porque, evidentemente, de hacerlo,peligrabamibellocastillodenaipesfalsosylavocaciónquetantasalegríasmehabíadadopodíaquedardestruidaparasiempre.

¿Fuepuracoincidenciaque lascartascomenzarana llegarpocodespuésdequeMeghanyyoempezáramosasalirmásenserio,ahablardenosotroscomopareja?Tal vez sí o tal vez no, pero si sospeché en su momento de Adam, su forma decomportarseconmigo—cordialperoinseguro,contenidoaunqueavecesdispuestoahablardeanécdotassobreadquisicionesdelibrosrarosodeloscotilleosquecirculanporlasarteriasylasvenasdeloscírculosdeanticuarioscomosivivierandeeso—mehacíapararmeapensar,unapausaquemetomabapordeferenciaaMeghan.

MiinstintomedecíaqueAdamsehabíaarrepentidodehabernospresentadoenaquelencuentroenelArmory,cuandoellaentróconélenelestrechopuestodondeyo estaba, lo que hacía difícil no hacer las presentaciones sin quedar como unmaleducado.Desde nuestro primer apretón demanos, caluroso, hablamos con unacamaraderíarelajada.Comoresultóqueellavivíatambiénporelcentro,nomuylejosde mi piso, decidimos ir a tomar una copa y a charlar de libros. Ella se mostróinteresadapormicolecciónyyo,porvisitarsutienda.Lanuestrafueunaatracción

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instantánea, amor a primera vista, si es que existe tal cosa. Pese a la frialdad sintapujosquedestilabasudesconfiadohermanoyaenesosprimerosminutosdespuésde habérmela presentado —se quedó allí de sujetavelas, como suele decirse, unauténticocandelabrohumanochuchurrido—, losdos sentimosquenosconocíamosdetodalavida,unaimpresiónquenosconfesamosalospocosdías,enesaprimerasalida para tomar unas copas. Con las semanas y los meses, conforme fuimosintimando, su hermano y yo, que nunca habíamos tenido mucha relación, nosretiramos a una distancia cordial. Sí, reconozco que yo le recortaba el tiempo quepodíahaberpasadosuhermanaconél,enpersonaohablandoporteléfono—parecíanecesitarlamásqueellaaél,hastaelpuntodequesuapegoempezóaantojársemepatológico—, pero ¿qué podía hacer yo? Creo que hice lo posible por tenderle lamano,oalmenos lo justoparaaparentar.Sinembargo,cuandopor fin fijamosunafechaparacomerjuntos—algoaloqueaccedíporMeghan,ypuestoquenohabíaidoniunasolavezdevisitaa sucasaen lapuntadeLongIsland,unalmuerzoenManhattan era lomínimo que podía hacer—, fue él quien canceló la cita a últimahoraporunaemergenciade fontaneríaque lehabía surgidoenMontauk; teníaqueacudir inmediatamente por no sé qué grifo que chorreaba como las cataratas delNiágara,ynuncallegamosaquedardenuevo.

Aun así, en lo que a aquellas cartas perniciosas respecta, no veía que pudieratenermotivosparallegaraamenazaralpretendientedesuhermana,aquiensindudaadorabayalaquesolodeseabalomejor.Valequenuncahubiésemostenidountratoafectuoso,pero¿tantocomoparaindignarseycederatalesimpulsos?

Ahoraquelopiensocreoquetendríaquehaberguardadoesasmisivas.Pero¿dequé habría valido? Solo servían para incriminarme a mí, y no al remitente. Si nohubierasidoculpabledeprácticamentetododeloquesemeacusabaenellas,quizápodíahabertenidociertomargendemaniobra.Sinembargo,pormuchoqueestuvierarecociéndomeenmispropiosjugostóxicosderabiaymiedo,nohabíaunarespuestaclara,demodoquefuirompiéndolassistemáticamenteytirandolospedacitosporelváter. Operación frustrante donde las haya, porque el papel de carta antiguo, alcontrarioque el higiénico, prefierequedarse flotando envezdehundirse.Supongoquecomolapropiaculpa…

Sumidoenestaspreocupaciones,decidícentrarmeenMeghanyenlosproyectosde Conan Doyle que tenía por entonces entre manos, incluidas unas bonitasdedicatoriasquehabíahechoenunapartidade librosantiguosquehabíacompradohacíaañosenInglaterrayqueestabanlistosparareintegrarseenelmundoconunaflamantehistoriavital.Meproporcionaronlafelicidadnecesariaparasuperarlosdíasquemepasécuidándomelasespaldasymirandohaciaatráscomounloco,enbuscadelpeligroacechante.AMegyamínosencantabairarestaurantesbaratossobrelosqueellahabíaleído,probardistintasgastronomías,degustarlavariadaofertasibaritaquesoloNuevaYorkysusdistritossabenofrecer—comidarusaenBrightonBeach,jamaicana en Canarsie, polaca en Greenpoint, bengalí en Kensington—. Meghan

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pasabaeldíaenlalibrería,loquemedejabatiempodesobraparaenfrascarmeenmislabores literarias en un sótano que alquilaba bajo seudónimo, nomuy lejos demipiso,yquepagabatodoslosmesesalcaseroendinerocontanteconunareligiosidadplomiza,conlaideadequenomepusierapegas.

PesealasvagassospechasquepodíahaberalbergadosobreDiehlduranteelpardeañosquemediaronentrequeloconocíyqueempezaronallegarlascartas,hastaqueMeghannosinvitóaambosalacelebracióndesutrigésimoquintocumpleañosnosalióalaluzunaverdadincómoda.ResultabaqueelpoetafavoritodeMeghaneraYeatsy,aunquehabíanacidoenIrlanda,nohabíavueltosiendoadulta.ElsueñodesuvidaeravisitaralgúndíalatumbadelpoetaenDrumcliff,irremandoenbotealaisladeInnisfree,subira lasestribacionesdelBenBulben, tomarseenSligounplatodepatatasybacalaofritos,elrebozadoconsugotitadecerveza,ybajarloconunapintadeGuinness.Sibiennoconseguíprepararelviajea tiempoparasucumpleaños,síquemepuseencontactoconunlibrerodublinésparacomprarunejemplarfirmadodeunatiradalimitadadeUnavisión,enlaediciónprivadaquehizoT.WernerLaurieen 1925. Pensé que sería una especie de parámetro de sustitución hasta que lo delviaje a Irlanda fuera más factible. Después de cenar en casa el pavo y las variasguarnicionesquehabíansobradodeAccióndeGracias,letendíaminoviaunacopadechampánqueacababadedescorcharyledimiregalo.

—Ay,meencanta—exclamóymediounabrazoyunbesoemocionadosdespuésdepegarleunsorboalespumosoyabrirelpaquete—.EsmilibroenprosafavoritodeYeats,aunquenopuedodecirqueloentiendadeltodo.Susgyressiempremehanmareado,perovolveréahacerotrointento.

Cuandosuhermanomurmuróentredientesel refrándeque lasgrandesmentespiensan igualmientras le daba su regalo, los dos supimos lo que era: no eraUnavisión, pero sí un hermoso ejemplar con sobrecubierta de una antigua edición enrústicadelosPoemasreunidos,conelautógrafodelpoetaenlapáginadeltítulo.

—Ahorasolotefaltaelteatro—ledijo.—Ynoteolvidesde laautobiografía, lascartasy losartículos.Yeats«contiene

multitudes»—fuesuradianterespuesta—.Esalucinante.Habéistenidoqueponerosde acuerdo, ¿no?—Le aseguramos que estábamos tan sorprendidos como ella—.Vaya,puesquécoincidenciamásestupenda.Muchísimasgraciasalosdos—añadió—.Losdosmejoresregalosdecumpleañosdemivida.

CuandoAdam se fue,Meghan insistió—y no era la primera vez— en que suhermanoyyopodríamoshabersidograndesamigos.

—¿Necesitasmáspruebasquelosregalosqueacabáisdehacerme?Pensáisigual,soislosdosbibliómanos,ambossoisalgoreservadosytenéisunpuntodechalados,comoyo—dijomientraslimpiábamosysecábamoslosplatos.

Cuandofuealbañoantesdeacostarse,miréahurtadillaselautógrafoenelregalode Adam. Supongo que no tendría que haberme dado tanta rabia ver que era unafalsificaciónejecutadamuyadmirablemente,oesomeparecióa la luzdelasvelas,

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peroaunasímetocólamoral.Yo,quehabíapodidohacerlomuchomejor,mehabíatomado la molestia de encontrar un Yeats firmado auténtico, ¿y su tan cacareadohermanonopodíahaberseesforzadomás?Porsupuesto,noteníaintenciónalgunadecontárselo a Meghan; a veces podía tener el alma turbia, pero no diabólica. Ellaestabafelizyesomehacíafelizamí.Sinembargo,aquellanochemis impresionessobre Adam se consolidaron. Me planteé mostrarme amigable con él a partir deentonces,almenosdecaraalagalería,siemprequenosencontráramos,pero,porlodemás,apartarmetodoloposibledeél.Hedeadmitirqueerauntipoquemedabagrima,quenoesunasensaciónquemeguste.Entretanto,lascartasdeHenryJamessiguieronllegando,tanesporádicascomocondenatorias.

—¿Estás bien? —me preguntó Meghan despertándome de mi desagradableensoñación.

—Ay,perdona.—Volvíalarealidadcuandoelalmuerzodelfuneralllegabaasufin—.Noesnada,estabapensandoenAdam.

Sonriócontristeza.—¿Enquéestabaspensando?—EncuandolosdosteregalamosloslibrosdeYeatsfirmados.Mientras la ayudaba a ponerse el abrigo de camino al coche,me dijo con una

añoranzadesoladora:—Sonmisdospertenenciasfavoritasdeestemundo.Fuera,lasnubessehabíandespejadoparadejarnosconunosafiladosperdigones

de hielo que nos pinchaban la cara como ortigas árticas y que me hicieronasombrarmeanteelmundotanhorriblequeenocasioneshabitamos.

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Mi caída en desgracia llegó en un día por lo demás revestido de la clásica bellezaotoñal. Estaba en mi piso preparando el café de la mañana. La noche anteriorhabíamoshechounadenuestrasexcursionesenmetropara ir aunabarriadadeundistritodelasafuerasacomeruncurrydecorderoque,segúnhabíaleídoella,eraelmejorde laciudad,ydespuésdedejarlaen sucasahabíavueltoandandohastamipiso bien entrada la noche. Los golpes en la puerta llegaron en forma de tresestallidos insistentes, como no llamaría ningún vecino. Me apreté el cinturón delalbornoz, me peiné con los dedos y fui a abrir con el alma en vilo. Las cartasaugurabanunmomentoasíysentíquehabíallegado.Antemíenelumbralhabíadoshombres,unodeestaturamediaybronceadodeboteyelotroachaparradoybajito,con las mejillas picadas por la viruela, ambos con la placa en la mano einspeccionando la habitaciónpor detrás demí.Había visto escenasparecidas en elcine,perome resultócuandomenos irrealverla sucederantemisojosynoenunasalaaoscuras,sinoenmicasa.

Noveolanecesidaddedescribircondetalleloqueocurriódespués,dadoquefuemás o menos lo que cabía esperar. En los últimosmeses se había desarrollado latípica investigación y me habían hecho morder el anzuelo para vender dosfalsificacionesporunprecioexcesivoaunpardetratantesdesegundaconlosquenovolvería a hablar, ni ellos conmigo. Uno de los libros era un Robert Frostrelativamente intranscendente, pero el otro, un ejemplar firmado de Dublinesesfechadoen1914,elañodepublicación—mehabíadecantadoporunaversióndelafirmaqueJamesJoyceutilizabaenocasiones,enascensodeizquierdaaderecha—,eraotrahistoria.Buendinero,rondandocasiloscienmil.Pidieronlacolaboracióndeunos expertos en autógrafos tan sobrevalorados como sobreestimados para querespaldasenloquelapolicíaqueríaoír,y,sinmás,meengancharon.

Lo más insólito del arresto fue que los agentes, que entraron y se pusieron acharlar un rato conmigo antesdehacer los honores,me entregaronun ejemplar deuna confesión de mis crímenes «de mi puño y letra»: sí, yo también tengo unacaligrafíapropiay, enparte comoocurrecuandonosdecepcionaverhablar con supropiavozaunimitador,hedeadmitirquemiescrituradejaquedesear.Noparecióhacerles gracia la sonora carcajada de estupefacción que solté al ver mi letra enpalabras que yo no había escrito. «Por supuesto», pensé: quienquiera que hubieseestadomandándomelascartasdeamenazaconlacaligrafíadeJamesnohabíapodidoresistirseaeseplatofuerte,unabromainternaquesoloélyyopodíamosrealmente

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apreciar.Yaaquellamismanoche,pasadaenlacomisaríacentralsobreundurobancode cemento de un calabozo compartido con otros veintemalhechores—hasta quepaguémipropiafianzaalamañanasiguienteymesoltaron—,vaciléentreodiaralmalnacidoquemelahabíajugadooadmirarsusentidodelhumor.Lafalsificacióndemiescrituranoeraperfecta,loquemellevabaadeducirqueobienmiacusadorhabíatrabajadosucopiaapartirdefragmentosalosquenohabíadedicadomuchashorasdeestudio,obiennoteníatantotalento.Contodo,elparecidoerasuficienteparaquesoloalguienconmitécnicareconocieraqueerafalsa,yeneseaspectonilapolicíaniun tribunalhabríanaceptadomi testimonio fundamentado…,enel casode llegaraeso,cosaquenopasó.

Por otra parte, también empecé a devanarme la cabeza, pasando revista a loscientos de tratos en los que había participado con los años para intentar averiguarquiénseescondíatrasaquelrepentinocambiodetornas.Hedeañadirque,conrazóno sin ella,AdamDiehl formaba parte demi breve lista de sospechosos; en primerlugar,porqueélhabíatenidoaccesoamiescritura,bastabaconquehubieraleídoensecreto las cartas que le mandaba a Meghan y que eran muy numerosas (nosencantaba, y no nos avergonzaba reconocerlo, enviarnos notitas de amor privadas,sobre todo durante los primeros meses de nuestra relación). No le habría costadomuchohusmearennuestrosintercambiosrománticos,puestoque,siemprequeibaaNuevaYork,élsequedabaencasadesuhermanayellaseveníaalamía.Porotraparte,siendocomoerayoun luditaconfeso,quesenegabaobstinadamentea tratarconordenadores,habíaunagrancantidaddecartas,asícomoderecibosycheques,circulando por el universo bibliófilo, a disposición de todo aquel que quisieraestudiarlaseimitarlas.

Llegados a este punto, he de decir sin elmenor atisbo de duda que pasar unanoche en la cárcel, sobre todo si son unos calabozos con el sobrenombre de lasCatacumbas,enelextremosurdeManhattan,esdemasiadoparaelcuerpo.Sinsabersi tendríaqueenfrentarmeaotranoche, resolvíhacer todo loqueestuviera enmismanos,yaalgocoartadas,paraenmendarme,apechugarcon todoe intentar sacaraflotemivida.Meghanfuefundamentaleneseproceso.

—Esosconocimientosyeseartequeposeessonincreíbles—measeguró—,solotienesqueutilizarlosparafinesquenotebeneficienati,sinoalprójimo.

Unas palabrasmuy inspiradoras, sin duda, pero tengoque admitir, aunque solosea para mis adentros, que, en algún punto del camino, yo había desarrollado lacreencia engañosa, descabellada y en última instancia ilícita de que mi obra yabeneficiaba al prójimo aportando la belleza de unas palabras y unas ideas que elmundo no había visto antes por escrito. Narcisismo puro, en realidad. Y no seríaprecisamenteesafilosofíalaquemeayudaríaasalirdelaciénagafinanciera,legalyéticaenlaquehabíacaído…o,másbien,alaquemehabíanempujadodemalafe.

Unademis primeras llamadas fue ami colega deProvidence, que ya se habíaenterado a través del mentidero de alta velocidad del mundo del libro raro. Mi

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encarcelación, aDiosgracias,no teníani elglamurni la relevancia suficienteparaaparecerenlasnoticias,peroloslibrerossonyonquisredomadosdelainformaciónytandadosalcotilleocomocualquiermiembrodetodacomunidadespecializadaqueseprecie.

—He de admitir que ha habido momentos en que me has hecho olerme algoparecido—mereprendió—.Hasidoenocasionescontadas,notecreas,perodevezencuandoveíaun libroounacarta tanexcepcionalque…,en fin,mehacíadudar.Perodespuéssiempremeacordabade tupadreymedecíaquedebuenvino,buenvinagre,ymásconunvinotanricocomoeratupadre.

Sí, estabamuydolidoyenfadadoconmigo,eracomprensible.Leaseguré,ynomentía,quelamayoríadelascosasquelehabíavendidodurantetodosesosañoseranauténticas y que había incorporado a la mezcla muy pocas de mis creacionesreconocidas. Esmás, le dije con cierta timidez, enmi nuevo papel de rufián, queestaba dispuesto a recomprarle todo lo que le había vendido más un, pongamos,veinte por ciento…, que sea treinta, por lasmolestias, y sin pega alguna. Siemprehabíavividomodestamente,enunpisode rentacontroladayel taller,que teníaunalquilermuy barato, sinmás vicios caros que la bibliofilia, y había logrado juntarunos ahorros decentes, aparte del dinero que había heredado tras lamuerte demipadre,uncapitalqueélhabíasabido invertirsabiamenteyyomehabíacuidadodemantener, y con el que podía ir indemnizando amis clientes.También tendría queechar mano de mi colección permanente—que tenía ya poco de permanente— yvenderalgunasdemis joyasmásqueridaspara recaudarmásdinero.Loúnicoquepedíaacambio,derodillassihacíafalta,eraquenomedenunciaranimedemandara,yacabóaccediendo.

Supusounprofundoalivioquelamayoríadelosdelgremioadoptaranunaactitudparecida ante mi situación, pues preferían recuperar el dinero que andarse condemandasytribunales.Lapolicíaconfiscólasfalsificacionesquehallaronenmipiso,asícomolasquefueronrecuperandoporaquíyporallá,yaúnhoysigosinsaberquéfuedeellas,aunquenomeimportaríaaveriguarlo.Mipadrenuncahabíaprofesadoungranafectoporlapolicía,ysupongoqueeneseaspectoemulésusdignospasos.Enmásdeunaocasiónpreguntépormisobras,peroelagentedelacondicionalmerecomendóquelodejaraestaryquecuantomenosdijera,mejorquemejor.Elcasoesqueyo seguía considerandoquemis artesanías teníanunvalor intrínseco,mientrasquealosojosdelaleynovalíanabsolutamentenada.Porlodemás,unmiembrodelasfuerzasdelordenconciertainiciativayaccesoalmaterialconfiscadobienpodíahaber sido de mi misma opinión y haber sacado de estraperlo algún ejemplarolvidado, por no decir tres o diez, y haber vuelto a ponerlos poco a poco encirculación. Podía imaginarme perfectamente a mi poli corrupto fantasmadescribiéndoselos a un librero de segundamano: «Me los encontré en casa demiabuelacuandomurió,supongoqueamiabueloledioporcoleccionarlosensuépoca,no sé lo que valdrán, pero mi familia quiere venderlos». Después, el librero en

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cuestiónloscompraalabajayllamaaotrotratanteunpocomásaltoenlajerarquíaylediceque,sinquererlonibeberlo,sehahechoconunbuenmaterialysesacaunbuenpellizcoporloslibros.Siestesegundotratantenosedacuentadelocorruptodesuorigen,losponealaventaapreciodeminorista.¿QuiénsabesienelfuturomishijosexcluidosnoacabaránresurgiendoenunencuentrodelArmory,unoauno?

Naturalmente, hubo amigos y algunos clientes de confianza de la librería deMeghan que expresaron su preocupación por mi credibilidad, por si dañaría sureputacióncomolibreraseguirrelacionándoseconmigo,yasaberquéotrascríticas.Puedo afirmar con gran alivio que estos irreprochables defensores de la moralvirtuosa,peseasusdenodadosesfuerzosporapartaraMeghandemiyodestructor,no tenían ni la menor idea de lo fuerte que era nuestra relación. Que yo hubieraerrado,quehubieradelinquidoymehubieranpilladonoconseguiríadestruirnuestroamor,delamismamaneraquesihubiesesidoellalaquehubiesehechoalgomalo.Siacaso,mistribulacionesabrieronunasavenidasdeamormásprofundasquelasquehabríamostransitadoenotrascircunstancias.Sibiennopodíareprocharlesnadaasusconfidentes—alfinyalcabo,la«autoría»demisproblemaserasolomía—,esonosignificabaquenomeirritasenconsuspíasysanturronasintromisiones.Contodoyconeso,comohedicho,eratandeprevercomoprosaico.

Lo que nome pareció igual de predecible fue la actitud tan solícita deAdam.¿Nosapoyó,tantoamícomoasuhermana,porquesabíaqueyoestabaaltantodelosuyo,temerosodequemetieraunasgarrasacusatoriaseneltiernobajovientredesusempresasdeembaucadoryloarrastraraconmigoenlacaída,sacándolodelcielodelos falsificadores? ¿Admiraba en secreto mi negativa y mi resistencia a dejar queaquelloacabaraconmigo?¿Habíahalladopor fin lapaz interiorparaquedejaradefastidiarlemi relación con su hermana, que lo obligaba a compartir el tiempoy elafecto de esta? No hay que olvidar que quedaron huérfanos desde muy tempranaedad.«Podíaser»,«lodudaba»y«deningunade lasmaneras»eran las respectivasrespuestas a esas preguntas. Así y todo, pese a los fragmentos de conversacionestelefónicasentreMeghanysuhermanoqueoídepasada—yenunaocasiónespié,loadmito—,enlosqueleexpresabasudeseodequesebuscaraotronovio,meparecióquesemostrabamásapenadopormíquetriunfante.

Porsuerte,coneltiempo,mientrassusamigosmetomentodospasabanaofrecerlesus prudentes consejos sobre pecados a otros conocidos, Adam fue retirándoselentamente a su vida ascética enMontauk. Ambas circunstancias supusieron igualalivioparamí.Mibreveestanciaentrerejasymislargosdíasenparquesmunicipalesymedianerasbarriendocolillas,hojascaídas,condonesusadosycosasporelestilo—para cumplir con las horas obligatorias de servicio comunitario, bolsa decomunidadabolsadecomunidad—tocaronasufin.Despuésdeserrechazadoennopocos puestos, me contrataron en una casa de subastas, pequeña pero de ciertorenombre.Mi nuevo jefe me conocía de antes, de encuentros casuales, y siemprehabíaadmiradodesde ladistanciamierudiciónenmaterialautografiadodelcampo

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literarioylapolíticaylehabíanhabladobiendemí.Lafortunaquisoquenohubiesedestinado ninguno demis trabajos a sus salones, demodo que partía de cero conellos. Las condiciones queme planteó para el periodo de prueba fueron sencillas,clarasy,amientender,asequibles:«Nolalíes».

Liarno la lie.Llegaba todos losdías amihorayme ibadirecto amimesadecatalogar,dondemededicabaainvestigaryaescribirdescripcionesbibliográficasdemontones de libros ymanuscritos demi ámbito preferido, las rarezas británicas yestadounidensesdefinalesdelsigloXIXyprincipiosdelXX.Comonomededicabaniavenderniacomprardirectamente,misañosdeerudiciónmevalieronparaexaminary describir las pertenencias de otros y circunnavegar de lejos toda implicaciónpersonalquepudierallevarmeacobrarsiquieraunpeniqueapartedemiasignaciónmensual. Sí, claro, supongo que podría haber colado autógrafos en libros quehubiesenllegadosinfirmaralacasadesubastas;peropodríanhabermepilladoconlamisma facilidad.De entrada, porque había demasiada gente en las instalaciones y,además,elconsignadorsehabríadadocuenta.Catalogarnosuponíaningúnbeneficioconcreto, lo que me proporcionaba un entorno de trabajo realmente seguro pararecuperarmilugarenlasociedad.Nosentíaelplacervertiginosoycasiestáticodelafalsificación, pero, a cambio,me compensaba experimentar casi todos los días unasensación de felicidad templada, la serenidad que da comportarse con honradez,comounhombrequevaporlavidaporderecho.

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Paracuandolasnevadasdefebreroylaaguanievedemarzodieronpasoalalluviadeabrilyelsoldemayo,aúnnohabíandetenidoanadieporlamuertedeAdam.DecirqueMeghanestabafrustradaeraquedarsecorto.Encuantoamí,supongoquehabíaleídodemasiadosrelatosdeConanDoyleenlosqueHolmesdaconelasesinograciasasumétododeductivo,mientrasdepasocitaelepigramadeTácitoOmneignotumpromagnifico(«Todoloignotoesmagnífico»),sedroga,letomaelpeloaWatsonyfumadesupipa,ynosedejaamilanarporlaincapacidaddelapolicíaparaencontraral culpable. No cabe duda de que, con los años, al haber vendido firmas ydocumentos falsos, Adam había podido tener que vérselas con compradores muyindignados,furibundosincluso,enelcasodequesehubieranenteradodesusproezascomofalsificador.Sino,quemelopreguntasenamí…Pero,aunasí,¿quiénensusanojuiciohabríasidocapazdematarloporunsimpleenfado,yesodandoporhechoquefueunafalsificaciónloquemetióaAdamenproblemas?

Resultó no ser tan minucioso como yo y no había llevado un registro de sustransacciones.Siamílameticulosidaddemisarchivosmeimpidiótodanegacióndeloshechosdurantemibrevetiempoincriminado,enelcasodeAdam,porirónicoqueparezca,laausenciaderegistrosprotegiólaidentidaddealgunosdequienespodíanhaber tenidoparteennegarleaélsuvida.Así lascosas,amenosquealgúnclientedieraunpasoalfrenteparaexigirqueledevolvieraneldineroporartículosqueélleshabía vendido—y curiosamente hubo quien lo hizo—, no había ningún rastro dedineroqueseguir.Paracolmodemales,elcaosdelaescenadelcrimenenelchalédeMontauknoarrojóningunapruebaforenseaprovechable,loquetampocomejorólascosas.Loquesísesupoesque,paradesazóndeMeghan,losprimerosagentesquellegaron a la escena contaminaron gran cantidad de pruebas con sus manoseos,cuandonopisoteos,alirrumpirdecualquiermaneraenelchalé,pisarloslibrosylasangre, todoellocon laspistolasenristreporsielmalhechorseguíaalacecho.Demodo que, con la investigaciónmalograda y la mayoría de efectivos destinados aotroscasos,lacosaseenfrió—siesqueenalgúnmomentohabíallegadoacalentarse—, y poco a poco el asesinato deAdam fue quedando relegado a los archivos decasosabiertos.

CuandolapolicíainformóaMeghandequehabíanhechotodolonecesarioparaterminarconelchaléyledieronvíalibreparaaccederalacasacuandoquisiera,fueagridulce. Agrio porque ponía de relieve que la investigación había llegado a unaespeciede fin indefinido,omejordichorealistaaunque incompleto.Dulce, si se le

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puede llamar así, porque para Meghan el chalé era un lugar bonito y lleno desentimientos,pesealolúgubredesuhistoriamásreciente,deplacenterosrecuerdosdelainfanciaydelosbuenosratoscompartidosdeadultosconAdamyainstaladoenMontauk. Conmi ayuda, conseguiría que los recuerdos positivos no superaran losnegativos.Yquedamos en que, si después de intentarlo le resultaba imposible—ytampoco era de extrañar, puesto que había perdido a casi toda su familia en aquelinmuebleenprimeralíneadeplaya—,lopondríaalaventa.Unterrenoenlaplayacomoaquelvalíasupesoenoro,yenunaestimaciónmoderadaelchalépodíaarrojarun capital rondando las siete cifras, lo que, si nos decidíamos a vender, podíaproporcionarnosmásquesuficienteparaempezarunanuevavidajuntosenotraparte.Llegamos incluso a acariciar la idea de dejar nuestros trabajos enNuevaYork porunosmesesydarnoselcaprichodealquilarunacasaenalgúnlugarcálido,enelsurdeFranciao laRiviera italiana,porejemplo.Nosepodíadecirque lavidanonoshubiese puesto a prueba durante nuestros primeros años de relación.Cortar por losanoconlastribulacionesylastragediaspodíaresultarserlamejormedicina.

Meghanmesorprendióundíaalavueltadeltrabajocuandodebuenasaprimerasmedijo:

—VamosaMontauk.Creoqueyaestoypreparada.—¿Estássegura?—lepreguntévacilante,puesdudabadequeestuvieserealmente

preparadaparavisitarellugardondehabíanasesinadoasuhermano.—Segurísima —respondió—. De hecho, me gustaría que fuésemos mañana a

primera hora, si puedes escaparte. Es sábado y se supone que va a hacer bueno.Puedodecirlesaloschicosqueseencarguendelatienda.Esunatonteríaretrasarlounsolodíamás.

Noslevantamosantesdelamanecer,preparamoslascosasparahacerunpícnicamediodía, cogimos el túnel de Queens que lleva a la autopista de Long Island ypusimosrumboaMontauk.Conuntermodecaféenlamano,vimoscómoengordabaunsolnaranjayaplastado,quefueredondeándoseyelevándoseenuncielomatinalimpecable.Aesahoranohabíamuchotráficoytardamoslojusto.Cuandosalimosdela autopista, el sol ya había remontado en el horizonte y los corredores y lospaseadoresdeperrossehabíandespertado;alpocotiempo,estábamosentrandoporelpequeñocarrilquedabaalchalé.

—¿Quieresqueantesdenadaestiremosunpocolaspiernasconunpaseítoporlaplaya?

Sabiendoqueconaquelladistracciónyopretendíamitigareltraumadellegaralacasa,Meghansevolvióymeregalóunasonrisaagradecida.

—Podemosirluego.Mejorprimeroentramos,antesdequepierdaeltemple.Nossorprendióverelprecintoamarillodelapolicía,queseguíacruzadosobrela

puertadelacalle.—Pero¿nohabíanterminadodeinvestigaraquí?—lepreguntéaMeghan.—Esomedijeron.

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—Bueno, se leshabráolvidadoquitarlo.Aunquenosé sideberíamosdejarlo…¿Hayotrapuerta?

—Porelladodelaplaya.Laseguíporellateraldelacasa,entrelasmatasespinosasdelosagracejos,que

parecíannohabersepodadoenaños,porunapendientequellevabahastaunestrechosenderoparticularporentrelosgruesospilotesdeunporchevoladizoconvistasalaplaya prístina. Subimos por un tramo de escalones irregulares que seguíanparcialmenteladunaenascensodesdelaplaya.Elrítmicorugirysalpicardelasolasse contraponía con los graznidos de las gaviotas, que planeaban por el cielo cualcometasdehilosinvisiblessobrenuestrascabezas.Enlaterrazaencontramosunparde sillones de madera volcados y desgastados por la intemperie, con el barnizdesconchado.Lospusimosderechosyfuimosluegoalapuertatrasera,queteníalamosquiteraentornadaydabapalmetazosansiososcon labrisa racheada.Aunqueelcielo estaba despejado, la fina bruma del rompeolas confería al aire una fraganciapenetranteysaladaquenoshumedecíatambiénlapiel.

Me hice a un lado para queMeghan entrara primero. El hedor del interior erahorrible,estérilperoviciado,amohoyácidosquímicos.Subimoslaspersianasdelacristaleraquedabaa la terrazayalhorizonteatlánticoyabrimos lasventanasparaque entrara un poco de aire fresco del mar. Sin decir una palabra, cuando miréalrededordelahabitaciónqueacababadebañarlaluzdelsol,supequeaambosnosalivió comprobar que quedaban muy pocos signos visibles del caos en que habíaquedado el estudio deAdam.Un equipo de limpieza había eliminado todo lo quesuponíaunriesgobiológico,esdecir,quehabíanfregadolasangreresecadelparqué,limpiadoconvaporlasalfombras,lavadolasparedesyesetipodecosas.Losobjetosdañadosyotrascosasrelevantesenelasesinatosehabíanfotografiadoytrasladadoaunlaboratorio,dondesindudaseguiríanalmacenadoshastaqueatraparanalautordelcrimen,selellevaraajuicioysepresentarancomopruebaslosartículospersonalesdeAdam.

—Noséporqué,perocreíaquenohabríandejadoniunlibro—comentóMeghanmientrasseacercabaalasestanteríasquepoblabanlasparedeseibasacandotomosalazar.

—Mealegrodequenohayasidoasí—ledijesiguiéndola—.Supongoquealapolicía no le servían de mucho. Ahora son tuyos. Los libros y todo lo demás—proseguí mientras admiraba un dibujo de Augustus John que había en un marcodoradoantiguosobreelescritoriodeDiehl.

Lo examiné, no porque supiese ni sospechara que podía haber estado tambiénmetido en la falsificación de arte fin de siècle, y me dio la impresión de que eraauténtico.

Meghan me tendió el libro que tenía en la mano, un reluciente ejemplar consobrecubierta de The American Songbag de Carl Sandburg, firmado en la guardafrontal.

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—¿Quémedices?Mirélapáginadecréditos:1927.—¿Quesiesunaprimeraedición?Sí.—No,no,porfavor.Quesiesreal.—¿Elautógrafo?Impaciente pero sin ponerse seria, frunció el ceñomientras yomiraba una vez

máslafirma,sabiendoqueellasabíaqueyosabíaaquéserefería.Elgestoensucaraera de aprensión, a la vez que de esperanza y seriedad. Lo estudié, decidido acontestarleasielautógrafoerafalsoono.

Y vi con gran deleite que rebosaba autenticidad. Saltaba a la vista que era lapluma estilográfica de Sandburg, de plumín ancho. También lo demostraban lalegibilidadyanquiylalíneadebasetanrectayniveladacomolaregladeunmaestrodeescuela.Laligaduradela«d»conla«b»delapellido,amododeguirnalda,dabalaimpresióndequeelpoetahubiesedejadocaerunacaprichosa«M»curvilíneajustoenmediodelSandburg.Fueunabendición,pornohablardeunasorpresa,comprobarqueestabatodocorrecto.

—Tanrealcomotúycomoyo—leaseguré.Unvistazoalazarporlasguardasylaspáginasdeltítulodemuchosotroslibros

arrojóelmismoalegreresultadoencasitodosloscasos.Lasprimerasedicioneseranprimeras ediciones y todos los volúmenes estaban en un estado inmejorable. Lamayoríadelasdedicatoriaseranauténticas,porloquepudeversobrelamarcha,sinentrarainvestigar,yenloscasosenqueno,nodijenadayguardéelsecreto.LacaraantespálidadeMeghanhabíacobradocolor,rosadaporelalivio,comolaauroradeHomero.Ynoporquehubieraheredadounavaliosa colecciónde rarezas literarias,sinoporque,peseahabersidodestrozadaconsaña,comosupropiohermano,ensufuerointernoesterecobróengranmedidasureputación.Noeratodofraudeenél,yasílodemostrabanaquelloslibrosenlosanaquelesdelacasaenlaquehabíapasadosusúltimosañosdevida.Susaberbibliográficoeradignodeconsideración,ysibienera una colección estrafalaria —un coleccionista más corriente habría sido másconservador y habría reunido una pared de títulos aprobados por el canon—, teníapersonalidad. Se me escapa por qué se molestó en trufar los originales confalsificacionesdesupuñoyletra,siendocomoeranamenudodecalidadinferior.¿Aquiénqueríaengañar?Niaélniamí.

«Quéhombremásextraño»,medijeyluegopreguntéenvozalta:—Yaqueestamosjugandoalegitimar,¿quémedicesdeesedibujodeAugustus

John?Laaficionadaalarteerestú.Sinsiquieramirarlo,merespondió:—Máslevalequeasísea:locomprómiabuelopaternoalsobrinodeJohnenel

viejoterruñoyllevadécadasennuestrafamilia.Nomedigasquenoesbonito.Desde luego que lo era: un sensual retrato de una belleza prerrafaelita, con la

barbilla ligeramenteapoyadaenlamuñecamientrasclavasumiradalímpidaenlos

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ojosdelespectador.AdmiradoporladestrezadellápizdelartistayemocionadoporlahistoriadelorigendeldibujoydesupasogeneracióntrasgeneraciónenlafamiliadeMeghan, sentí unapunzada repentinade arrepentimiento, tristezay repugnanciaporquegentecomoyoyeldifuntoAdamDiehlnosdedicáramosafalsificarobjetostanexquisitoscomoaquel.Yaunasílohacíamos,igualquepodíahaberfalsificadoalguienunsigloatráslaimagenqueMegyyoteníamosdelante.Nosololohacíamosporquepudiésemos,sinoporquenuestraspasiones,desviadassegúnlosdictadosdelasociedad, nos incitaban a hacerlo. Puede que no fueran como la que había sentidoAugustus John por lamodelo, de la que claramente estuvo enamorado, pero así ytodonacíandelainspiraciónydelartemagistral.

Fue un momento desconcertante, con los pensamientos dándome vueltas en lacabezamientrasme imaginaba laviolentaescenaquehabíasucedidoenesamismahabitación.Nadaparecíareal.Pero,claro,hedeadmitirque lode«real»nuncamehabíadichograncosa.Fueentoncescuandoporfinentendílagrandiferenciaentreelhermanoy el amantedeMeghan—con la curiosa excepcióndel alijo de cartas deConanDoyleque le compréaAtticusMoore—:mientras él copiaba,yocreaba,nimás ni menos; él era un artesano y yo un artista. Pero mientras él estabainapelablementemuerto,yomesentíaenellimbo.SiyopodíapintarconlamaestríadeAugustusJohnsinserlo,¿porquénegarmelaoportunidaddecaptarsuexperienciaal dibujar aquel dibujo, u otro parecido, o palabras inclusomejor que él?RecordéalgoquehabíadichoenciertaocasiónelmásgrandedelosfalsificadoresdeartedelsigloXX,ElmyrdeHory,sobresuslienzos:quesilosexponíasenunmuseoentreunacoleccióndegrandespinturas,ypasabaeltiemposuficiente,seconvertíanenreales.Eraunverdaderocreyente.

—¿Estásbien?—mepreguntóMeghan.—Sí, bien, muy bien —dije recobrando la compostura—. Demasiado café —

añadísonriéndole,aunquepormuchosañosquevivanuncaolvidaréelrápidovértigoquesentíenesemomentoalplantearmeunapreguntaquenoteníarespuestaparamí.

Seguimosexaminando los librosde labibliotecadeAdam.Lamayoría estabanfirmadosodedicados,unrevoltijodetítuloscélebresyotrosdeinterésmáspersonal,sin orden alfabético o temático. El ateneo de un excéntrico: había un ejemplarautografiado de Casa desolada junto a una historia de la equitación escocesa;encontrévariosWilliamFaulknerconfirmasquenomeconvencían—unautorqueesunaperitaendulceparalosfalsificadoresaficionadosporqueparecemuyfácildecopiar, cuando en realidad es extremadamente difícil— al lado de un tratado delmatemáticoesotéricorusoP.D.Ouspensky,cuyafirmaniconocíaniqueríaconocer.Una y otra vez se me planteaba la cuestión de la autenticidad, bien porque laformulabaMeghan, bien porque yo mismo exclamaba al ver que una y otra vez,cuandopertenecíanamiámbitodeespecialización,lasfirmasylasdedicatoriaseranauténticas.Lasquenoloerannoloeran,perotampocosentílanecesidad,almenosenesemomento,decompartiresainformaciónconMeghan.

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Paramosun ratopara ir a comer a la playa.Emparedados, patatas fritas y vinoblancoenvasosdeplástico.Elcieloestabainmaculadoylasnubessehabíanalejadohastaperderseenelhorizonte,demodoquenosechamosennuestramantabajounaperfecta cúpula azur. La brisamarina jugueteaba con el pelo deMeghan y en esemomentotuvelasensacióndequenuncalahabíavistotanencantadora.

—¿Tealegrasdequehayamosvenido?—quisesaber.—Nopuededecirsequeseaalgonifácilnidivertido,perosí,mealegro.Talvez

seaunprimerpasoparaaclararlascosasenlacabeza.—¿Terefieresacerrarelasuntoypasarpágina?—Dudomucho que llegue a pasar página teniendo en cuenta cómomurió.Me

refieromásbienaintentarentenderquépasórealmente,sabermejorquéesrealyquéno.

Otravezaquellapalabraespinosa:«real».—¿Me habías dicho que querías repasar sus papeles, sus cuentas y esas cosas

antesdevolver?—lepreguntédesviándomedeltemamientrasrecogíamoslascosasydoblábamoslamanta.

—Elabogadodicequehayquearreglareltemadelaherencia.Devuelta a la casa, nosdividimos las tareas.Yomeofrecí para repasar loque

quedaba de sus cuentas como vendedor de libros, ver si había alguna facturaimportantequehubieraquesaldary,depaso,sialguiendelgremioledebíadinero.Meghanseencargaríadelosrecibosdelaluz,elaguayesetipodecosas.

MeatreveríaadecirquesusarchivosdeventasestabanmásdesordenadosdeloqueAdamsolíatenerlos.Losdetectivesloshabíanhojeadoyloshabíandevueltoenunpardecajasdecartónalnoencontrarnadaútil,obienalgoconciertointerésquehabíaresultadonosernada.Habíaunpardefacturassinpagar.Laspuseaparte.Porrazonesquesemeescapan,mesentíobligadoa reorganizar losarchivosporordencronológicoyponerlos tal y comopenséquedebían ir, por año,mesynombredelibrería.Melo tomécomounameditación,y,entreelvinoy labrisadelmar,sentíqueme invadíauna suaveserenidad, inclusoenmediodeaquella tarea tan insólitacomohorrendaenmuchossentidos.

Hasta que di con un documento que me cortó la respiración. Una factura amáquina por un puñado de diecisiete cartas sin publicar de Arthur Conan Doylerelacionadas con El sabueso de los Baskerville y acompañadas de un fragmentomanuscrito de la misma obra. ¿Cómo? No reconocí el nombre del vendedor, queaparecíaenunafacturauntantoamateur,arrancadadeunadeesaslibretasgenéricasquesecompranencualquierpapelería.Ono,síqueloreconocí:HenrySlader.Teníaqueserlamismapersonaquehabíamencionadolapolicía.LadireccióneradeDobbsFerry,unpueblecitomuyverdenomuylejosdeNuevaYork,Hudsonarriba.AunquenoaparecíaningunafechaniindicacióndesiDiehlhabíapagado,asumíqueasíhabíasidoporquenoencontréningúnavisode impago.Aldorsode la facturahabíaunacolumna de números escritos a lápiz que no pude interpretar, salvo porque tal vez

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representaban deudas posteriores. Me quedé conmocionado, estupefacto. Aquelloparecía sugerir…, ¡qué digo!, significaba claramente que Adam Diehl no habíafalsificadoelalijodedocumentosporelqueyotantolohabíaadmirado,envidiadoy,hedeadmitir,inclusoodiadopormomentos,tansoloporhaberconcebidolaideayhaberledadovida.MirédereojoaMeghan,queestabaenfrascadaenunasfacturasenotramesaenlaotrapuntadelestudio,y,alverlaconcentrada,melimitéadoblarensilenciolafacturaymetérmelaenelbolsillodelpantalón.Nosabíaquiénerael talSlader, pero pensaba averiguarlo.Mientras regresábamos a casa esamisma noche,Meghanmepreguntóporquéibatancallado.

—No,pornada,estabapensandoenloquesetepuedecomplicarlavidasinquesepuedahacermuchoparaevitarlo.ComoaAdam,merefiero.

—Pues yo siento que no siga por aquí para complicarme la vida —replicónostálgicaymirandoelPatekPhilippe,que lequedabaalgoholgadoen lamuñecapeseatenerlocerradoporelúltimoagujerodelacorrea.

«Síqueestá»,pensé,mientrasalargabalamanoparaapretarlelasuya.

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DobbsFerryesunaespeciedeversiónribereñadeMontauk,o,almenos,ambasestánigualdecercadeManhattanytedanlamismasensacióndeencontrarteaañosluz.TraspedireldíalibreeneltrabajoydecirleaMeghanquequeríahacerunaexcursiónyo solo para ojear libros—hay muy buenas librerías por la zona, con estanteríasvencidasporelpesodeprimerasediciones,yteníaverdaderasganasdeundescanso—,tomélavíarápidadelríoSawMill,cogílasalidaquehabíavistoenelmapadecarreterasybusquéladirecciónqueaparecíaenelrecibodeHenrySlader.Yahabíaprobadoaconsultarsunombretantoenlosdirectoriosdelibreríascomoenellistíntelefónico,peronolohabíaencontrado.Tampocoeradeextrañarquesemantuvieraalmargen,aunque,entonces,¿paraqué,sipodíasaberse,lehabíadadoaAdamunafactura, en vez de hacer una transacción en metálico por el archivo Baskerville,saltarseelpapeleoyadiósmuybuenas?Ytanbuenas.

Nadamásaparcarenlacalle,mesentítanneciocomoincómodo—unaespeciedesabuesodepegaensuprimerencargo—,porque¿quépensabahacersillegabaalocalizarlo?¿PreguntarlesiporcasualidadteníaunrelatoperdidodeSherlockporahíensutaller?Eraunacallemásdebarrioresidencialquedepueblo,conbonitascasasenunamanzanaflanqueadaporviejoscastaños,roblesyarcesenplenoesplendordejunio y un céspedmás que verde. Trabaja, pues, en casa, deduje, como yo enmistiempos.Paréenlaaceradeenfrentedeunmodestoedificiodedosplantasdeladrillorojo.Meparecióextraño,oalmenosinesperado,verjuguetesinfantilestiradosporelcésped,unbalóndefútboldeespumacolorrosa,unabicicletapequeñarecostadaenlahierbayconflecosdecolorescolgandodelospuñosdelmanillar.Apartedeestaspruebasdevida, la recia fachadade lacasa,consupuertaprincipalnegracentradaentredosventanasconlaspersianasmediobajadas,parecíaunhombreadormilado.Vaciléantesdesalirdelcocheparairallamaralapuertaoscura,preguntándomesirealmentequería,deverdad,despertaraldurmiente.Porquetampocosabíamuybienquéibaapreguntar,pormuchoquemehubiesemontadoinfinidaddepelículasenlacabezadurante losdíasynochesdesdenuestravisita aMontauk. ¿Dequéconocíausted a Adam? ¿Qué otras cosas le vendió? ¿Cómo logró esa espléndida creaciónBaskerville,sipuedesaberse?¿Quiénlechesesusted?

Lamujerquemeabriólapuertaerademasiadomayorparatenercríospequeños.Peloblanco recogido enunmoñoaltopero flojo, unabatade casa azul reymedioarrugada.Apareciónimásnimenosquepresionándoseunpañuelodepapelcontralanarinaizquierda.

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—¿Puedoayudarloenalgo?Disimulando mi desconcierto ante la nariz sangrante, respondí mientras

curioseabaporelvestíbuloqueseabríatrasella:—EstoybuscandoaHenrySlader.Viveaquí,¿no?—Vivía. Le tenía alquilado el piso que da atrás, pero semudó hace un par de

meses.Siloconoce,tengocartasparaél.Me hizo vacilar; era una línea que seguramente no debía cruzar, aunque me

entraronganasdedecirle«sí,gracias,yoselasdoy».Peroeramuyfácildesmontarunamentiratandecolegialeinclusodudédequeaquelofrecimientodesenfadadonofueraenrealidaduntrucoparapillarme.

—Conozcoaunantiguoconocidosuyo,elhermanodeminovia.—Pueslosiento,peronopuedoserledegranayuda.Notengoniideadeadónde

semudó;sino,lehabríamandadoelcorreo.—¿Yno le sonaráaustedquevinieraaverloun talAdamDiehl?¿Un tipoasí

alto,pelirrojo,coleccionistadelibros?Notuvoquepensárselomucho.—Nuncarecibíavisitas,salvounavezquevinounpolicíapara interrogarlopor

algoquehabíapasadoenLongIsland.Segúncontó,élnosabíanadadeeseasunto.Asíquelosiento,pero…—Seapartóelpañueloensangrentado,loinspeccionóconelceño fruncido, se encogió de hombros y suspiró—. Ojalá pudiera ayudarlo, peromuchometemoquenopuedo.

—Mamá, ¿qué pasa?—preguntó unamujer de unos treinta y tantos que habíaaparecidoderepenteasuladoenelumbral,conuncríoalazaga,sindudaeldueñodelbalónylabicicleta.

—Aquíelcaballero,quepreguntaporelseñorSlader.—¡Ah!—exclamólahija,mientraselniñonossorteabaasumadreyamíparair

a jugar al jardín delantero—. Tenemos correo para él. Me da que son sobre todocatálogosdeventa.

Sin pensármelo dos veces, atrapé al vuelo aquella segunda oportunidadinesperada:

—Estabadiciéndoleasumadrequeelhermanodeminovialoconocey…—Estupendo—dijosinmásydesaparecióunosinstantesmientras laabueladel

niño y yo, distraídos, nos quedamosmirando al nieto, que jugaba ya fuera con elbalóndefútbol.

En el camino de vuelta, comprendí que aquella factura que yo había sustraídoquizá también había llamado la atención de los detectives del caso, que la habríaninvestigado,perolahabríanconsideradoinsustancial,ynomerecíamásindagaciones.De haber sabido —aunque ¿cómo?— que las cartas Baskerville no eran lo queparecían,habríanseguidoinvestigando.Pero,puestoqueellosnolohabíanhecho,notenía más remedio que asumir yo la tarea. Por lo demás, iba reprendiéndome porhabercogidoelcorreodeSlader;lavagaafirmacióndequeintentaríahacérselollegar

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eraunembustetandescarado—¿porquéibaairabuscarloaDobbsFerrysisabíadóndeestaba?—quemediohastareparoporlacaseraysuhijacuandoaceptaronmiofrecimiento.Peronohabíapodidocontenermeyporesoenesemomentoteníaloscatálogos y un par de cartas a mi lado en el asiento del copiloto, una pruebaacusatoria,sinduda,perotambiénmuyprometedora.HenrySladerparecíarevestidode tal ilegitimidad, comounaneblina espesay cegadora, que sabíaque esas cartaseran mi única esperanza de desentrañar su historia. No paraba de mirar por elretrovisorcomounparanoico,esperandoverlaslucesgiratoriasdeuncochepatrullacadavezmáscerca,conlacaseraenelasientodelanteroseñalándomeconeldedo,amí, el impostor, el criminal robacartas. Una completa chaladura, desde luego. Novolveríaaverlasenmivida.

Esamismatarde,devueltaenmipiso,abrílaprimeracarta.Comprobécongrandesazón que ambas pertenecían a la inútil categoría anónima de «A quien puedainteresar». Desalentado, abrí los sobres de los tres catálogos de libros antiguos.Resultaronseralgomáshalagüeños.Dosdelaslibreríaserandesolera—dehecho,yomismohabía recibidosusboletinesenotros tiempos—,mientrasque laotra,dePensilvania,meeradesconocida.Noeradeltodoinusual,puestoqueelgremioestállenodediletantesa tiempoparcial,gentedel librodecenteybienintencionadaquevende sumaterial por internet y en ferias de pueblos, que exponen ejemplares desegunda mano al fondo de sus tiendas de antigüedades o librerías de viejo, queguardansugéneroensótanossecosotrasteros.Elmundodellibroeraunsindiósdedevotosqueamenudonotienenotracosaencomúnqueunapasióndesbordanteporlapáginaimpresa.Noconocía,nipodía,atodosloslibrerosqueexistían(ymenossivivíanenelquintopinoaladerecha).

Losdos librerosqueconocía, ambosdeNuevaYork, tuvieron laamabilidaddeconsultar la informaciónque tenían sobreSlader en su archivode clientes, pero seencontraron con que no había actualizado su domicilio desde que vivía en DobbsFerry.Laexcusaquemehabíainventadoresultóconvincente,porquelesdijequeledebíadineroynolograbalocalizarlo.Teníanaúnmenosideaqueyodedóndeestaba.Uno bromeó: «Ojalá todosmis clientes fueran tan diligentes con sus deudas comousted».EnlugardeabordarenpersonaallibrerodePensilvania,quenomeconocíadenada,llaméaAtticus,conquienhabíasuperadoyaelfuegoatrozdeladisculpa,elresarcimientoyunareconciliacióndeliberadamente lenta,hastaelpuntode llegaradisfrutar deuna amistad todo lo estrechaquepermitía la indulgencia cautelosa.Surespuestamedejófascinado.

—Leinteresancasilasmismascosasqueati,olasqueteinteresabancuandotededicabasavenderycomprar.

—Todavíacompro—precisé—.Solodejédevender.—Pues él vendemás que compra.O por lomenos antes. Llevo un tiempo sin

verlo.

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Mi silencio mientras digería lo que acababa de decirme debió de resultarleelocuente,porquecambióel tonodevozcuandomepreguntó sidebíapreocuparseporalgoquehubierahechoHenrySlader.

Tras asegurarle que no tenía que inquietarse por nada relacionado con él, leexpliqué queMeghan y yo habíamos estado ordenando los papeles de su hermanohacía unas semanas y nos habíamos encontrado con algo que le pertenecía yqueríamosmandárseloporcorreo,esoeratodo.

—Queremosatartodosloscabossueltosquepodamosdelaherencia.—¿Resolvieronelasesinato?—Todavíano.—Qué locura. Con lo aficionado a Sherlock Holmes que eres, debes de estar

subiéndoteporlasparedesporqueyanohayahombrescomoélparahacerjusticia.Ylapobrehermana…,nomequieroniimaginar.

SintiéndomemáscomoelprofesorMoriartyquecomoHolmes,ledilasgraciasycolgué.

EncuantoallibrerodePensilvania,lollaméporteléfonoeintentépedirunpardelibrosquesupuse,basándomeenloqueacababadesaber,erandelgustodeSlader.Habíavendidolosdos.Memoríadeganasdepreguntarquiénseloshabíacomprado,perocomprendíquemehabíatopadoconunmurodepiedraalfinaldeaquelcaminoparticulardellaberinto.Mesentífrustrado.Cuandoellibrero,alnoreconocermivoz,mepreguntó si estaba en su listade correopara recibir los siguientes catálogos, ledijeque«no,gracias»ycolgué.MiexcursiónaDobbsFerry,mipatéticohurto,misesperanzadasmentirijillasporteléfono,todohabíasidoenvano.Inclusocuandoesanoche, después de cenar, Meghan me pidió que le enseñara los libros que habíaconseguido en mi peregrinaje por el valle del Hudson, tuve que admitir que laexcursiónhabíasidounchasco.

—¿Niunlibro?Quiéntehavistoyquiénteve.—Supongo que tengo la cabeza demasiado distraída para pensar en comprar

libros.—Perocreíaqueporesomismoibas,parapensarenotracosa.—Puesmetemoquenohafuncionado.Nosabríaexpresarconpalabrasporquéleocultélaverdad.Fueunadecisiónque

mesaliódelasentrañas,comoquiendice.LociertoeraqueconocíaaHenrySladerpocomenos que aAdamDiehl, tan íntimamente relacionado conmigo como intuíaqueestabanentreellos,yenmodosqueescapabanamicomprensiónaparentementeínfima.

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En los meses que siguieron a aquella infructuosa visita a Dobbs Ferry, empecé asumirme en lo que a los demás podía parecerles unamoderada depresión general,aunqueyoerabienconscientedequesedebíabásicamentealaderrotaagónicaporhabersidoseparadodeloquemásquería.Nomerefiero,porsupuesto,aMeghan,aquien adoraba y queme correspondía diariamente, con gran devoción, paciencia ybondad. De hecho, fue ella quien, al notar quemi humor se iba tiñendo de tonososcuros, conforme avanzaban los meses y pasábamos del otoño a los primeroscompasesdelinvierno,mepropusoquenosfuéramosaalgunaparte,quesaliéramosdelaciudadydenuestrasrutinasehiciéramosporfineseviajeaItaliadelquetantohabíamoshablado,oalCaribe,aalgúnsitiocálidoparalaNavidad.

¿Porquéno?,medije.Mitrabajoenlacasadesubastashabíacaídoenunarutinamecánica y, aunque me gustaba trabajar con libros dedicados y gran variedad dedocumentosycosecharnuevosconocimientosgraciasalcontactocontantomaterialhistóricointeresante,unarutinaesunarutina,carentederiesgo,aventura,detodoloqueteaceleraelcorazón.Teníasuertede teneruntrabajo, losabía,peroeraesonimásnimenos,un trabajoynounavocación.Lasesperanzasde localizary talvezencarar a Henry Slader que había podido albergar se habían desvanecido con talprestezaqueenocasionesmeparecíamásunespejismoounsueñoqueunapersonade carne y hueso que existiera en alguna parte, vivita y coleando, traficando confalsificaciones —unas imperfectas, otras exquisitas— y engañando a otros AdamDiehls ingenuos delmundo.Hede admitir queSlader era una víamuerta.Lomássensato era olvidarme de aquel hombre. Podría haber acudido a la policía conmissospechas, pero, en primer lugar, solo se basaban en una vieja factura por unosdocumentos de SherlockHolmes falsificados que se encontraban en esemomento,inocente,aunqueincriminatoriamente,enmiposesión.Y,ensegundolugar,yloqueeramásimportante,yahabíatenidomidosisdepolis,muchasgracias,ytemíaqueloquepudierahacersevolvieracontramídealgúnmodoymepersiguieradeporvida.AsífuecomoledijeaMeghanquesí,quesalirdeNuevaYorkparalasvacacioneseraunagranidea.Dejéqueelladecidieraeldestinoymesorprendiócuando,enlugardereservarpasajesparalacostaitaliana,laRivierafrancesaoelCaribe,sedecantóporsupaísdeorigen,Irlanda,enunvuelodirectoaDublín.

—Sí, hará fresco, pero siemprepodemos acurrucarnos.Ya sabesquehace añosqueestoydeseandoir.Además,penséque,conloquetegustanlosmanuscritos,yaibasiendohoradequevieseselmásbellodetodos.

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Cavilé por un momento, repasando el panteón de los escritores irlandeses delúltimopar de siglos y tachandonombres, hasta que comprendí quemehablabadealgomuchomásantiguo,delsigloIX.

—¿El Trinity College?El Libro de Kells. ¡Eres la mejor!—le dije, realmenteconmovidoporsuconsideración.

Paratodoslosinteresadosenlasartescaligráficasmásexcelsas,enelmanuscritoiluminadoelevadoalacategoríadedivinidadpura,ElLibrodeKellseraeldestinomás magnético y definitivo. Conservaba desde mi adolescencia, de cuando me loregalaronmispadresparamicumpleaños,unhermosofacsímilinfolio.Porfinibaaverelauténtico.

—YyoconperegrinaralatumbadeYeatsenDrumcliffyasoyfeliz.—PornohablardeunpardepintasenSligocapital.Perfecto,nosepuedepedir

más.Conforme se acercaba la fecha del viaje,me fui encontrando demejor humor,

peseaquelarazónparamiabatimientorecurrenteseguíamásvivaquenunca,unafalta—porqueesoera,yademássoloculpamía—quehacíaloposiblepordisimular.

Llegadosaestepunto, tengootraconfesiónquehacerparaquenohaya lugaramalentendidos.Laadicciónessiempremásfuertequeeladicto.O,almenos,enmicaso.Lodegradantedemiarresto,todaslashumillacionesderivadasquesiguieron,lapérdidademuchosamigosdelmundodellibro,ellargoymiserableviajedevueltaalasociedad…,nadadeeso,pesearevolucionarmividacomounhuracánimplacable,impidió al final mi regreso al arte de la falsificación. Ni mi reconversión al-mal-tiempo-buena-cara en experto legítimo en caligrafías y catalogador erudito logrósalvarmedemiyomásauténtico.SeguramentefuemiamorporMeghanloquemecontuvoparanocaerenunaregresióntotalaltipooriginal,miamada,quesehabíamantenidoamiladotodoeltiempoquedurómitemporadaenmiinfiernoparticularyquien,apesardesupropioduelo,seguíacuidándome.Peroenelretraimientodelasnoches, a solas con mis pensamientos, me sorprendía a mí mismo practicando,redactando algún adorado poema de Thomas Hardy con la mano del maestro,escribiendo el famoso discurso de Churchill del «Pelearemos en las playas […]pelearemosenloscamposyenlascalles[…]nuncanosrendiremos»enlacaligrafíadesirWinstonyporsupuestoconcibiendonotasquiméricasdeConanDoylesobreun artículo «perdido» en el que confiesa ser la mente pensante tras el fraude delhombredePiltdown;estaúltimaerauna ideaquehabíaacariciadodesdeque teníaveintipocosaños,cuandoconocílahistoriadelfraudedePiltdownylashipótesisqueenotrostiemposlohabíanvinculadoconelcreadordeSherlockHolmes;alfinyalcabo, había sido médico, era aficionado a la arqueología y coleccionaba huesosviejos, y tenía sin duda tanto los conocimientos necesarios como la brillantez y lasagacidadparaingeniarunamaniobratanconvincente.

Pero, no sin punzadas de reticencia, arrugaba esos garabatos indudablementegeniales y los tiraba a la basura con los restos de comida. Gato escaldado y esas

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cosas…Perolafalsificaciónesunaamantetandifícildedejarcomodedominarynotardémuchoenvermeguardando,paramidisfrutepersonal,algunosdelosejemplosmáslogrados.Sabíaqueestabaapocomásdeunpasodelsenderodeljardínqueyahabía recorrido, pero confiaba en no llegar a avanzar por él. Tal vez las sirenascantaran,porintroducirotrobonitocliché,peroconocíadememoriasucantoysabríamantenerarayasuinvitación.

Nuestroviaje,tanmaravillosoentodoslossentidosytanreparadorparaambos,meapartódemiobsesióndurante lasdossemanasqueestuvimosenIrlanda,desdeantesdeNavidadhastapasadoelFindeAño.Ni la lluvia,quearreciaba,niel fríohúmedo, que se nos colaba hasta el tuétano de los huesos, impidieron quesiguiéramos con nuestras actividades turísticas y tan felices visitamos los famososacantiladosdeMoherconnieblaylacatedraldeSanPatriciobajolallovizna.Enloqueamírespecta,meviporuntiempoliberadodehastaelmásmínimopensamientosobrequéhacer conmis recientes tendenciasa la recaída.Además, comonohabíallevadoconmigoútilesdeescrituraninadadelonecesarioparacrearfalsificaciones,tampocohabríapodidocederamisimpulsosniaunquehubieraquerido.Sinmediosno hay voluntad. Por añadidura, todo el mundo se mostraba de lo más amigable,abiertoy amable, ynadie—aparte deunpar de libreros a quienesnomepresentécuando fuimos a visitar sus locales enDublín yGalway— tenía ni lamásmínimaideadequiénerayo,niinterésalgunoporloquehabíahechoenelpasado.Enaquelpaíspartíadecero,sinantecedentesvergonzososninadaqueocultar.Habíaolvidadoloagradablequeeraelanonimato,sobretodocuandosuponenotenerquecuidarselasespaldas.

Una noche particularmente fea en un bonito parador de Kenmare, en la costasuroeste de la isla, cenamos en el restaurante del hotel con el viento azotando lasventanas y el cielo iluminándose por momentos con relámpagos silenciosos. Seaproximaba el fin de nuestras vacaciones y estábamos de un humor especialmenteapacible.Enlachimeneacercanaanuestramesaardíaunfuegodeturba,consuluzysucalor,ydespedíasuaromaatierramientrassusllamasbailabanennuestrascopasdeclaretecomofuegosfatuos.Yenesasestábamoscuando,sinhaberlopensadoniplaneado,lepedíaMeghanquesecasaraconmigo.

—¿Seguroquenosetehasubidoelvinoalacabeza?—bromeóconlaslágrimasbrotandodesusojos.

—Deloqueestoyseguroesdequequierocasarmecontigo.¿Túquédices?—insistíaltiempoqueleapretabaconmásfuerzalasmanossobrelamesa.

—Digoque«SíyodijesíquieroSí»[2].—Qué poca vergüenza, citando el Ulises en Irlanda. Un simple «sí» habría

bastado.—Entonces,larespuestaesunsimplesí.Y dicho esto, nos inclinamos sobre la mesa y nos besamos antes de pedir la

cuentayllevarnosalahabitaciónlabotellaqueteníamosamedias.

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Una vez de vuelta en Manhattan, el aura de felicidad no se disipó, al menosdurante una temporada.Nos casamos sinmucha fanfarria en el ayuntamiento. Losempleados de Meghan nos prepararon una animada recepción en la librería, conentremesescaserosychampán,ramosdefloresblancas,ajuegoconlanievequecaíadelicadamente en el exterior, y una tarta de zanahorias con pasas—la favorita deMeghan—, coronada con unos muñequitos de plástico antiguos, muy kitsch, delnovioylanovia.HastaAtticussedioelpaseoynosregalóunasbotellasdelmejorwhisky irlandés envueltas en un bonito papel plateado: Green Spot, Connemara,Redbreast. A pesar del frío penetrante, la noche resplandecía con luz propia.Volvimosandandoacasaentrelasráfagasdenievereciéncaídaqueenmudecíanlostípicossonidosde laciudady limabansusasperezas.Aesashorasnohabíamuchamásgenteen lacalleydaba la impresióndequenoscontábamosentre losúltimosseresvivosdeaquelmundoblancodefantasía.

DecidimosqueyodejaríamipisodeGramercyencuantomevencieraelcontratodealquilerybuscaríamosotroparavivirjuntosmáscercadeTompkinsSquareydelalibrería.Noestabamuchomáslejosdelacasadesubastasy,además,ensubarriolosalquilereseranligeramentemásasequibles.Porprimeravezenaños,lavidanossonreía. Empezamos a hacer planes de futuro y yo estaba decidido a seguir por elbuen camino. Ahora tenía una esposa y no debía reincidir en hábitos venales ycorruptos del pasado, me advertía a mí mismo. Albergaba la esperanza —rezabaincluso—dequemispeoresacciones—quehastalafechahabíanpermanecidobajoeloleajepúblicocomounahogadoalquelaresacaalejadelaorilla—noaflorarannuncamásydequeelmarselastragaraparasiempre.

Dichoesto,noera tan tontoniestaba tancegadocomoparacreerquealgo tanfrágilyefímerocomolafelicidadduraríaparasiempre,yporsupuestonofueasí,sibienensumomentosupedisfrutardeesaépocayhoylaaprecioaúnmás.

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El primer aniversario de lamuerte deAdam se prometíamelancólico. Pero nuncahabríaimaginadoquejustoesedíaregresaríadegolpeunanubepestilente,quecreíadisipadahacía tiempo,paraarrojarmedenuevoaunatinieblaoscurayangustiante;que reapareceríamicorresponsalanónimo,unhombrealquecreíamuerto,esmás,asesinadoenMontaukyenterradoenuncementeriolosuficientementelejosdelmarparaqueenlosdíasdetempestadelsiseoyelestruendodelrompeolasnodespertarasusrestos.Apesardellevartiempoapartadodelmundodelafalsificación,recibíotracartaamenazantedeunalmadesequilibradaqueseguramentenoestabaaltantodemijubilaciónforzosaymisprogresoshacialarehabilitación.

Enesaocasiónmeescribía con la letradeArthurConanDoyleynodeHenryJames, lo que no hizo sino intensificarmi angustia. ¿Quién era esa persona y quéquería, si podía saberse?FueraSladeruotro, yoyano era competencia alguna.Sibienhacía años lehabíapedidoa lapolicía, tantoenpersonacomoa travésdemiabogado,quemedijeranquiénestabatraslaserieinicialdecartasyaquellaconfesiónfalsa, nunca me habían dado un nombre e insistieron en que también ellosdesconocíansuidentidad.Loteníanporunsoplónanónimoy,puestoque,primero,lainformación que había dado había resultado correcta, segundo, no había ningunarecompensay, tercero, teníancosasmejoresquehacerconsu tiempo,semostraronreaciosaseguirinvestigándolo.

Por lo demás, me recordaron que no tenían el más mínimo indicio de que elacusador,pormuchoquefueraundiestrofalsificador,hubierautilizadosutalentoalserviciodeunailegalidad,yesoenelcasodequeesapersonaexistiera.

—¿Enelcasodequeexistiera?—lespreguntésindarcrédito.—Sí,enelcasodequehubieraotras falsificacionesapartede lasnacidasdesu

puñoyletra.—¿Estándiciendoentoncesqueyomeinventéesascartasfalsasymelasmandé

a mí mismo a modo de suicidio profesional, en un plan tan enrevesado comopsicótico?

—¿Porquéno?—merespondieron—.Cosasmásrarassehanvisto.Pese a ser poco frecuentes, estas conversaciones eran tan desagradables como

infructuosas. Me convencí de que la policía estaba protegiendo a su fuente y,viéndome incapazde socavar fácilmente su leydel silencio, lodejé estar.Supongoqueenparte,enmifuerointerno,noqueríasaberlaverdad;recuerdohaberpensadoqueavecesesmejornoremoverlascosas.

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Sin embargo, ahora había vuelto en todo su esplendor seudonímico. Y lo quehacía aúnmás hiriente su nueva carta era que sus palabras reproducían punto porpunto las que aparecían en la primera que recibí y que había supuesto el ataqueoriginal:«Acabarándescubriéndote.Tusengañossacaránalaluzalcriminalcomúnqueeres,ynoalhombreinteligenteysofisticadoquecreesser»,yloqueseguía.

AMeghan no le pasó desapercibidami turbación interior y, en su candidez, semaravillópormiaparentedesdichaanteellúgubreaniversariodeAdam.Considerélaposibilidaddecontárselo,peronuestrosprimerostiemposdecasadoshabíansidotanserenosque temíaque, al iniciarla en loqueera claramenteunabatallamíay solomía, le hicieramás daño que bien; sin embargo, por otra parte, siempreme habíademostrado ser un pilar de sensatez y tal vez viese algo que a mí, cegado por lapreocupación, se me escapara. Barajé ambas opciones sin llegar a ningunaconclusión.

ElfindesemanaquesiguióalallegadadelacartafuimosaMontaukparavisitarla tumbadeAdamyecharalmarunasrosasensuhonor.Reconozcoque,paraseralguienquenohabíaconocidorealmenteelmiedocomotal,meencontrababastanteasustado.Mesorprendímirandoconreceloatodoslosdesconocidos,sobretodoaloshombres. Podía haber algún farsante entre los dolientes que paseaban por elcementeriodeFortHill.Alfinyalcabo,nohabríahechofaltaserSherlockHolmesparapredecirquelahermanadeldifuntoAdamDiehlysuahoracuñadodecidiríanirarendirletributoenunaniversariotanrelevante;ypuestoqueambostrabajábamos,era lógico pensar en una visita sabática. Tras dejar flores a los pies de la lápida yarrojar otras tantas a las olas, subimos por las escaleras que daban al chalé paradejarle un ramo en el escritorio vacío. AMeghan se le saltaron las lágrimas y laabracéconfuerza,conelcorazónaporreándomeelpechoyunnudoenlagarganta.Cuandoletendíunvasodeagua—todosmisgestoscomoejecutadosacámaralenta—,mepreguntó si nome importaba dejarla unosminutos a solas en la casa de laplaya.

Salíalaterraza,dondesentíunleveescalofrío,ynoporelfresco,yaqueesedíahacíauncalorpocopropiodelaestación.Nocorríalabrisayloscirrosenelcielosemejaban raspasdepescado fantasmales.Mequedéviendocómounpetrolero ibarepasandoelhorizonteadecenasdekilómetrosdelaorilla,yunapartedemídeseóestar en él, unmiembrode la tripulaciónconunúnicovicio, empinar el codo,porejemplo,pero,porlodemás,felizdeviajaraladerivaenunvacíodeaguamonótono.

Meghan no tardó en reaparecer en la terraza y le pasé el brazo por la cintura.Habíadejadode lloraryme regalóuna sonrisavaliente antesdequedarse tambiénmirandoelAtlántico.

—Creo que ha llegado la hora de vender. Aquí ya no hay nada paramí. Paraningunodelosdos.

Nopodíaestarmásdeacuerdo,pero,aunasí,ledije:—¿Estássegura?

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—Noheestadomásseguradenadaenmivida.Salvodecasarmecontigo,claro.—Bueno,puesnosehablemás.Sintiempoqueperder,nosplantamosenelpuebloparahablarconvariosagentes

inmobiliariosynosdecantamosporunoquequisovolverenelactoalinmueble—puesnoerayaotracosa—y, trasunexamenpreliminaralgosuperficial,accedióatasarlacasa,fijarelpreciodeventayponerlaenelmercado.Firmamosuncontrato,leentregamosunacopiadelasllavesyleprometimosquerecogeríamosloslibrosyel resto de efectos personales lo antes posible. Nos advirtió de que primavera overano eran mejores épocas para vender, pero Meghan se mantuvo firme en sudecisiónylepidióquelapusieraenventaencuantofuerafactible.

Esanoche,devueltaencasa,memaravilléante lacapacidaddemimujerparatomardecisionesyactuar.

—Esundon—ledijegirandolacabezasobrelaalmohadaparaversuperfilenlatenueluzque,provenientedelasfarolas,secolabaporlaventana.

—Es imperativo de huérfanos—fue su respuesta—. Lo aprendes pronto en lavidaporqueeslaúnicaposibilidaddesobrevivir.

—Tequiero—susurréconelcorazóngolpeándomeelpechocon tal fuerzaquetenía la respiración entrecortada, como un perrillo descerebrado que se agota decorrerdeaquíparaallápararecogerunpaloinútil.

Sentía la necesidad de contarle que mi acosador, mi némesis epistolar, habíavuelto,quenuncasehabíaido.Pero,aligualquelaprimeravezhabíaperdidoalgomuyquerido,meaterrabalaideadeperdertambiénamisermásamado,alapropiaMeghan,enaquelsegundoasalto.Sisedieraesacircunstancia,nolograríasuperarlo,porqueyonuncaaprendíelimperativodeloshuérfanoso,paraelcaso,ningunaotratécnicainfalibledesupervivenciaquepudieraasegurarmeunsalvoconductoatravésdeaquellaprovocaciónrenovada.

—Yotambiéntequiero—mesusurróasuvezyluegomepreguntó—:¿Porquérespirastanfuerte?

—Eseldeseo—mentíamedias.Pero me alegré de haberlo hecho porque, después de hacer el amor, caí en el

sueñomásprofundodesdenuestrosidílicosdíasenEire.Elcorreosupusolatorturadelatardealregresodeltrabajoenloquequedabade

febrero y marzo, pero no llegaron más cartas.Me pregunté si aquella primera nohabíasidounaextrañabromadelasfuerzasdelorden,unrocambolescointentoporhacermesalirdemiescondite.Noeraimposible,razonéparamisadentros—igualdecreíbleque laposibilidaddehabermemandadoamímismoaquellascondenadasycondenatorias cartas—, puesto que el texto era idéntico y no les habría costadomucholocalizaraalguienconlashabilidadesnecesariasparahacerunafalsificaciónpasable de la letra de Conan Doyle. Pero era un capricho mío, puro pensamientoilusorio,ylosabía.Laparanoiallamaalaespeculaciónmalsanadelmismomodoque

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la especulación malsana llama a acciones terribles. En consecuencia, traté de noactuarydejarmedeespeculaciones.

AbrilhabíallegadoylasmedianerasdeParkAvenuerebosabandetulipanesrojosyamarillos.MeghanyyoteníamospensadoasistiralencuentrodelArmory.Elañoanteriornoslohabíamosperdido,conlamuertedeAdamdemasiadoreciente,puesnonoshabíamosvistoconfuerzasparaaguantarlascondolenciasylacuriosidaddetodos los libreros. Habíamos aceptado la oferta por la casa de Montauk de unoscompradores que habían accedido al precio de salida, no tenían problema paraobtener un préstamo y no les importaba que hubiera habido un asesinato porquepretendíanrestaurarladearribaabajo.Losmueblesyenseresquenosevendieronenunaliquidaciónsupervisadaporunacasadesubastaslocalsedonaronaunhospiciodelpuebloyaunpardeobrasdecaridad.Loslibrosseguardaronconmuchoesmeroen cajas, con la ayuda del almacenista de la librería deMeghan. Fue como si sehubieran desatado de su amarradero tanto un retazo querido de historia personalcomounruinosolastrederecuerdostrágicosyhubieranremontadoelvuelodesdeellitoral de arena hasta perderse en el éter. Por un lapso de tiempo breve perobienvenido, elmundo se antojómás ligero, y no solo paramimujer, sino tambiénparamí.

Tanmortificantefuelasegundacarta,quellegóunasemanaantesdelaferiadellibro—«EllosnosabránquiénmatóaAdamDiehl,peroyosí»—,quetodoimpulsode contarle a Meghan que alguien estaba acosándome se vio frustrado por ladesasoseganteinquietuddequememiraraconotrosojos,condemasiadasuspicacia.Ynoporqueaquel locoespectralpudieraprobarmi implicaciónenlamuertedesuhermano,unlocoque,porlodemás,cadavezmeparecíamásprobablequesetrataradel escurridizo Henry Slader, aunque solo fuese porque era la única persona quepodíaconectaralasdistintaspartesinvolucradas.Sieraél,teníaquequereralgomássustanciosoquedesquiciarme,esoseguro.Pero¿quéera?«Hablaporesabocadeunavez,somalnacido».

La siguiente carta, que llegó con solo un día de diferencia, confirmó missospechasyvinoaresponderaaquellarabiosapreguntainterior.

Teagradezco que pidieras información sobremí hace un tiempo.Ahora te voy a pedir yoalgoa ti: tienesen tupoderunosmaterialesque sonmíosporderecho.Elhermanode tuguapaesposajuzgóconvenientecomprarmeelarchivoBaskerville,asícomounpuñadodecosasmuyvaliosas,peronuncaencontróelmomentodeterminardepagarsucapricho.Sumuerteprematurapusofinalospagosmensualesqueestabahaciéndome.ViquevendisteisesabonitacasaenlaplayadelEastEnddeLongIsland.Parafacilitarlascosas,pongamosque con la mitad de lo que habéis sacado —menos la comisión de la inmobiliaria, porsupuesto—llegaráparasatisfacer ladeudadeDiehl.Conesoy ladevolucióndelarchivoBaskerville,podremosconsiderarnosenpazynotendremosquelamentarnada.Lavenganzaesunaempresaletal,comobiensabestú.

Como en las ocasiones anteriores, sin remite y sin más firma que «A. ConanDoyle».No tenía forma de responder ni a sus afirmaciones ni a sus exigencias.Ytampocopodíasabersi laalegacióndequeAdamhabíamuertodebiéndolemásde

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mediomillónde dólares era un invento desquiciado, delirante y desvergonzado.Sibienme parecíamaravilloso que amenazara con echarme la culpa de lamuerte deAdam—algoquelapolicíanohabíahecho—,medicuentadequeélsíqueteníaunbuen móvil, cuando no los medios, y además había llamado la atención de losdetectives del caso, que lo habían investigado, seguramente con razón.Aun así, lasolaideadeseracusadodelasesinatodelhermanodemimujer,laideadeencararlasdegradantes, cuando no degradadas, luces klieg del sistema de justicia penal, que,comotodoelmundosabe,hamandadoinjustamentealacárcelaunbuenpuñadodeinocentes,escapabaamientendimiento.Impensable,insostenible,imposible.Preferíaelsuicidioatodaperspectivadecontarminutos,días,mesesoañosenlaceldadeunaprisión.No.Por finhabíahallado la felicidad, lapromesadeun futuronormal, sinnubes de tormento, sinmanchas de sentimiento de culpabilidad.No pensaba dejarquenieldinero,pormuchoquefueraunaextorsión,niunascartasfalsasdeConanDoyleseinterpusieranenmifuturoconMeghan.Sibiennolasteníatodasconmigo,almenosestabahaciéndoloconloquemeparecióciertopragmatismo,oesomedijemientrasplaneabamisiguientemovimiento.

Llamé a Atticus por teléfono y le pregunté si tenía un hueco para almorzarconmigocuandovinieraaNuevaYorkparalaferia.

—Tengoque pedirte algo personal, un favor—le dije—.No te preocupes, quetambiéntebeneficiaráati.

—¿Yporquénomelopidesporteléfono?—mecontestó.Reconocí en su voz la cautela comprensible y en cierto modo ya familiar,

quebrándosecomounfuegoamedioapagarporlosbordesdesuspalabras.—Sinoteimporta,prefierohacerloenpersona.¿Eldíaantesdequeempiecela

feria?—Deacuerdo. ¿Enesabrasserie francesa tan ricaquehay al final deMadison

Avenue?Acordamosunahora,yesamismanocheempecéahacerelinventariodeloque

quedabademicoleccióndelibrosraros—tristementediezmadaporlaúltimavezquehabíatenidoquerecaudarfondos—,entreellosalgunosdelosmejoresvolúmenesdela biblioteca de mi padre, que había heredado y conservado con devoción,imaginandoquealgúndíaseloslegaríaamivezamishijos,siteníalafortunadeserpadre.

Nomesorprendióvercómoibacreciendolasuma,aunquealmismotiempomiconscienciasedesgarróenuncaosdedireccionesopuestas.Mipadre,coleccionistaimpecablecomoninguno,habríavueltoamorirsedehaber sabido loquepretendíahacer para salir del atolladero. Al tiempo que iba amasando lo que en el gremiollamamos«hitos»—librosfamososqueinfluyeronenelcursodelahistorialiteraria—, se fue especializandoen rarezasdeConanDoyle, puesSherlockHolmeshabíasido el héroe de su infancia, como más tarde lo sería mío, sin duda alentadodirectamentepormiprogenitor.AligualqueelpropioHolmes,mipadreteníanariz

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aguileñayfumabaenpipa.Sibiensiempreeracordialconsusamigos,habíasidounabogadodefensormuyhábileimplacable,conuncurrículumcasiperfecto,alquelegustababromearalcalificarloscasosdeproblemasdedosotrespipas.Sierasjusto,honradoyfranco, lodabatodoporti,perosi teandabasconembustesointentabasengañarlo,teníaelinstintodeesanarizafiladayeracapazdedevolvertetucorazónenvueltoenpapeldeestrazayatadoconunlazodeseda.

Yaloqueparamíeraahoraunproblemadecienpipas,mipadrelehabríadadocarpetazoylohabríatachadodeamenazashueras,algoquenomerecíanieltiempodesacarlatabaquerayelatacador.Peroesoeraél,noyo.Esmás,dehabermevistoamí, a alguien con quien había compartido el amor por el coleccionismo de librosdurante tantos años y que ahora pretendía escurrir el bulto ante el entuertodegenerado que yomismome había labrado, ¿le habría quedado otro remedio queentregarmemicorazóndeplorableenvueltoenpapeldeestraza?Medicuentadequenopodía—era incapaz—vender loquehabíasido laalegríadesuvida, loqueyohabíaguardadocomounqueridotesorodesdemiyalejanainfancia.

Tomé una decisión. Hice un pacto con el diablo conmigo mismo, fruto de lavergüenza que sentía, y resolví que conservaría los hitos más importantes y —reconozco, mal que me pese, que mi corazón se emocionó solo de pensarlo—«mejoraría»muchosdelosvolúmenesmenores,quenopocodeseables.Habríadeserel trabajo más perfecto de mi vida, inmaculado, incuestionable a la par queirreprochable.Tendríaquecrearyejecutaragranvelocidad,mientrasMegestuvieraenlalibrería.Alamañanasiguiente,cuandosefue,llaméaltrabajoyanuncié,entreun estrépito de toses forzadas, que había caído enfermo con un resfriado conmuymalasombraynecesitabatomarmeunosdías.Mijefemedijoquenopasabanada,quememejorara.Esosdíassecelebrabaunasubastacoincidiendoconelencuentroen elArmory, y además yo ya hacía tiempo que había terminadomi trabajo en elcatálogo,demodoquenomeecharíanenfalta.

Mismanos ymis ojos trabajaron como si fuera diez añosmás joven—ágiles,cómplices, seguros, diestros, poderosamente sutiles— y mis figuraciones sobrequiénes eran, en un volumen tras otro, los receptores de aquellas generosasdedicatorias demostraban lamadurez de alguien diez añosmayor; así de creativaseran,extravagantesperoindiscutiblesensuplausibilidad.Yadeporsí,losejemplaresseencontrabanenunestadoexcepcional,guarecidoslamayoríaencajasyestuchesde tafilete de décadas pasadas. Y como, al contrario de lo que habría hecho uncoleccionistaconmenostablas,mipadreraravezenseñabasucolecciónaotros,siesque llegó a hacerlo, casi todos sus libros —de Hawthorne a Twain, de Wilde aHammett,ysumaysigue—llevabanfueradelacirculaciónalmenosunageneracióny, lomás importante,nadiehabíaposadolosojosenellosapartedemímismo.Mecuidé de falsificar dedicatorias y autógrafos tan solo en primeras ediciones deescritoresconlosquemesentíacómodo,altiempoqueintentéalejarmedelcanondelosautoresconlosquemeasociaroncuandomepillaron.

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Enelalmuerzo,delantedeunaensaladaniçoiseyunajarradeMerlotyconmicatarromilagrosamentecurado,leplanteémiofertaaAtticus.

—Hemos tenido un año tan duro que hemos estado hablando de irnos a vivirfuera, deviajar unpoco, dejar por un tiempoel trabajo, las obligacionesy todo lodemás, así que, en resumidas cuentas, he decidido vendermi biblioteca, las cosasbuenas,lasauténticas,porsupuesto,asícomogranpartedelapaterna.—Lamencióndeloslibrosdemipadrelopusoenguardia,comoungatoarrinconandoaunratón,ounratónarrinconadoporungato—.Yasabesqueerauncoleccionistaextraordinario—añadísinmuchanecesidad.

—Esnormalquetúhablesasídeél,peroconlosañosheoídodecirlomismoennumerosasocasiones.Esunaespeciedeleyenda.

—Bueno, pero esto sería estrictamente confidencial —apunté y, viendo queasentía con gesto serio y reflexivo, proseguí—: Aquel feo asunto de lasfalsificacionesdehaceunosañosmesupusounrevéseconómico importante.En lacasadesubastastengounsueldomásbienjusto.MeghanvendiólacasafamiliarenMontaukporunbuenpellizcoyestámásquedispuestaautilizaresedineroparaquepodamosirnos.Peronomeparecejusto.

—Entiendo:quieresvenderloquetienesdeherenciafamiliar,quesonloslibrosdetupadre,parahacerloapartesiguales.Tienesentido.¿Estáspidiéndomequemeencarguedegestionartucolección?

—No,megustaríavenderladirectamentey,comotúsiemprehassidomuybuenoconmigo,ymeperdonastecuandonecesitabaclemencia,estoydispuestoadejártelaporunpreciomásquerazonable.

Reflexionóunosinstantesantesderellenarlascopasconlajarradevino.—¿Cómopuedoestarcompletamentesegurodequenohayningunaovejamala

quedañeelrebañoentero?—Puedestraeracasaalosexpertosquequierasparaquelosexaminen,libropor

libro,nomeimporta.Aunqueparamuchosdelosautoresnoveoquiénpuedehabermásexpertoquetú…

—Supongoqueconseguirásmuchascosasconloshalagos,peroamímeponennervioso.Noteofendas.

—Nopasanada.Detodasformas,notodosloslibrosestándedicados,aunquelamayoríasí.Haymuchascopiasasociadasdecalidad.

—Bueno,nopierdonadaporecharleunvistazo,averdequéestamoshablando—dijoypidiólacuenta—.Metocainvitar.

Preparécaféreciénmolidoencasay,despuésdellamarasuayudanteparadecirlequeterminarademontarelpuesto,porqueestabaocupadoconunaposiblecompra,seacomodó para ponerse a inspeccionar los libros. Fui dándoselos uno a uno,sacándolos de sus elegantes estuches y volviéndolos a meter luego, explicándolequién era un destinatario u otro cuando no lo sabía o no lo recordaba. Como elveterano libreroque era, fue separándolos cuidadosamentepormontones, según su

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valor, y dejando los más raros sobre una mesa en la habitación de al lado, paravalorarlos aparte. Pareció satisfecho con la autenticidad de casi todas las obras,aunque dejó a un lado unos cuantos que, según él, parecían sospechosos o no lecuadrabandeltodo.Ynoseequivocabaalpensarlo.

—Loquenoteconvenzanotelolleves.Quieroquetequedessatisfecho.Pasaronvariaslargashorasantesdequeporfinpreguntara:—¿Dequédineroestamoshablando?Le dije que la biblioteca, en una estimación moderada, valía dos millones y

medio.Ya solomás de seis volúmenes estaban dentro del rango de los cientos demilesdedólaresymiUlisesde1922—delaprimeraediciónauténtica,lalimitadadecienejemplaresfirmados,perfectayconlacamisaoriginaldecolorazulEgeoenunestadoimpecable,unademismejoresinversionescomocoleccionistayunlibrodelque realmentemedolíahorroresdeshacerme—valía tranquilamente trescientosmildólares.Coneso,sellegabaalprimermillónsinmuchascomplicaciones.

—Quiero un cincuenta por ciento del precio de venta —añadí—. Un millóndoscientoscincuentamil.

—Bueno,entiendotuscálculos,peroyotengoquetrabajarlomíoparaamortizarlainversión.¿Cómoveríasochocientosmil?

Tales regateos eran siempre una danza; ambos la habíamos bailado con tantafrecuencia que casi parecían una coreografía preestablecida. Sabía que sería miúltimobaile,elúltimogesto—salvoporuno—enelquemeviese implicadoyoyalgúnlibroomanuscrito,cualquiercosarelacionadaconobjetosliterariosdevalor.

—¿Unmillónylosdoscontentos?—Hecho—dijotendiéndomelamanoparadarmeunapretón;tendríaquellamar

al banco a la mañana siguiente para encargar la transferencia—. No te creas quetengo tanto dinero en la cuenta, pero siempre que me hace falta puedo pedir unpréstamoacortoplazo.Noeslaprimeravez.

—Unaúltimacosa—añadíypuselapalmadelamanosobreelestuchedelUlisescomosilaposarasobrelabarrigadeunniñodormido—.Creoquenosconvienenohablarleanadienuncadeestatransacción,dedóndehassacadoloslibrosyesetipode cosas.Como sabes,minombre estápor los suelos, algunos, en ciertos círculos,diríanqueestáenlamierdaincluso.¿Porquémancharsinnecesidadunoslibrosquesontanbuenos?

Sonrió.—Mealegrodequelohayasdichotúynoyo.Notengolamenorintenciónde

contarle a nadie de dónde los he sacado. Además, muchos irán directamente acoleccionesparticulares.Sino tuvieracoleccionistashaciendocolaparaalgunosdeestospesosgordos,nocerraríalacompra.Esperoquetesirva.Meghanytúmerecéisserfelices.

Mepartióelalmacuandolooí.Quisedecirlequehabíacambiadodeparecer,quemehabíaequivocado,quealfinalmequedaríaconloslibros.Peronopodíahacerloy

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sobreviviraloquesabíaqueeraunaamenazasombríaparamifuturoymilibertad.Meghanmerecíaserfeliz,esoeraasí.Yonotanto,ylaculpaabismalquesentíenesemomento, que sabía que habría de llevar como un cáncer virulento, creciendosiempre, se fundió conmigo y con la que ya llevaba por dentro como órganospurulentoscolgadosdeltendederodemiclavícula.Sonreí.

—Gracias—ledije.A Meghan le sorprendió sobremanera lo que había hecho sin consultárselo,

aunquereconocióqueenelpasadoyohabíamencionadoesaposibilidadenmásdeunaocasión.Cuando leconté las razonesdemidecisión—quequeríaserunsociomásigualitarioennuestromatrimonioincipiente—,mediounabrazoymedijoquesiempre habíamos sido iguales y siempre lo seríamos, y por un momento fugazinclusosentíquelaculpasedisipaba.Además,ledije,conlaesperanzadecambiarde temay no tener así que concretar la cantidad de dinero que había cambiado demanos,mehabíaquedadounbuennúmeroderecuerdosdelacoleccióndemipadre,algunosdesusvolúmenesfavoritosde los relatosdeSherlockHolmes,paraqueseloslegásemosalasgeneracionesvenideras.

NonosperdimoselencuentrodelArmory,queestabamásllenoquenunca.Talycomocabíaesperar,algunoslibrerossemostraronreservadosycordiales,otrosalgomenos, pero también hubo quienes fueron más amigables y nos felicitaron por laboda.Escurioso,perosoloalgunosmencionaronaAdam,paradarnoselpésameporsumuerte, a pesar de que él había sido una presencia constante en ferias pasadas.Supusequenuevoscoleccionistaslohabríanrelevadoenlatareadeojeadordelibros,no teníaotraexplicación.Por lodemás,huelgadecirque,dados sus flirteosconelmundo de la falsificación, para algunos su fallecimiento no había sido tan malanoticia. El granjero no llora la muerte del zorro. Mientras inspeccionaba un libroglorioso tras otro, estudiando siempre la letra cursivay la corriente conmimiradadisciplinada,me impresionó ver las escasas falsificaciones que había. Por ególatraqueparezca,nopudepormenosquepreguntarmesimicaídaendesgraciadehacíaunosañosnohabíaamedrentadoaotrosfalsificadoresyloshabíallevadoaganarselavidadeotramanera.

Aquello me hizo pensar en Henry Slader. Huelga decir que había estado enprimerafilademispensamientosdesdeelmomentoenqueMeghanyyohabíamossubidolasescalerascubiertasqueibandelacallealArmory.Estabasegurodequeenalgúnpuntodeaquelsalóncavernoso,queretumbabaconlasvocesdeintelectualeseinversores, compradoresyvendedores, acechabaSlader.Tenía la atencióndividida,aunquehacíaloposibleporocultárseloaMeghan.Cadavezqueveíaquealguienmemirabaunsegundomásdelacuenta,meentrabanlassospechasymefijabaenquépuesto estaba y adónde se dirigía luego. En parteme esperaba que aprovechara larelativa seguridad del gentío para llegar hastamí y abordarme directamente, sottovoce;doshombresquecharlansinmássobreunatransacción,comomuchosdelosallípresentes,codoconcodo,algunosentraje,otrosenvaqueros—allíeranloslibros

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quieneshacíanalmonje,noelhábito—,cerrandotratos.Peroelcareonoseprodujo.Volví a verme preguntándome si las cartas de amenazas tenían realmente algúnsentidoysielmaratónquehabíahechoparaproducirlasmejoresfalsificacionesdemividayvendergranpartedemicolecciónnohabíasidounaempresainútil.Siteníaque ser así, que fuese,me dije.Me sentía extrañamente liberado por lo que habíahecho.Liberadodelpesodelapropiedad,sí,ytambiéndelartedelafalsificación,miotrora obsesión, porque sabía que no volvería a poner por escrito aquella empresaanteseróticayahoraextinta.

Y entonces lo vi. No sabía que era él porque ¿cómo podía? Pero su cara mesonaba de algo. Su extraña mirada era una combinación de aplomo y disimulo,desdénmezcladoconunaespeciede timideznerviosa.No tenía lacabezaafeitada,perobienpodíahabersidoasí,tanpegadoteníasupelooscuroalcráneo.Ibavestidoinformal,denegro,comotantosotrosneoyorquinos,almenoshastadondeveía,puesestabaavariospuestosdedistanciay los curiososnoparabande taparnos lavista.Meghan y yo estábamos en la caseta de un vendedor de libros de fotografíamuyavispadoe interesante;elgénerosehabíapuestodemodaenlosúltimostiemposycoleccionarlos costaba un potosí. Meg estaba como pez en el agua, pues leinteresaban las ediciones infolio de artes visuales. Le dije que ahora volvía y mecontestóque«muybien»sinapartarlavistadeunvolumendeWalkerEvansquelateníaembelesada.

Másnerviosoquenunca,perosabiendoqueteníasudinerosucio,meabrícaminoentre los feriantesensudirección.Peroen lugardeveniramiencuentro,comoyohabíaesperado,sefundióconelgentío.Mequedédondeestabaymiréhaciadelante,esperandoaquesucarareapareciera.¿Dóndelohabíavistoantes?

Notardóenvolveraescena,algomáslejos,cercadelasalida,ylovimirarhaciaatrás,perosinhacermeseñasdequelosiguiese.Sequedóallíplantado,unapálidaaparición.Fueentoncescuandoloreconocí.Cómono,medije.ElañopasadoenelfuneraldeAdam,elpolidepaisano,elhombrequeyohabíacreídoquehabíaasistidoparabuscaraunasesinoatraídoalentierroporlapulsióndevisitarsinoellugardeloshechos,síunescenariocercanoquehicierasucrimenmenosabstracto,másreal.

Sladerdebióde leermelamenteenesemomentoporque,pocoapoco,seabriópasoensucarapálidaunasonrisamínima.Inclinólabarbillayluegovolvióasubirlabruscamente.Sí,soyyo,significabaaquelgesto.Enlugardegirarsobremistalonesylargarme,envezdequedarmeparadoenelsitio,tancongeladofísicamentecomoloestaba mentalmente, asentí dándome por aludido. Pero ¿aludido por qué? ¿EstabacorroborandoqueyohabíaasesinadoaAdamDiehlcuandodehechoelpropioSladerteníamilvecesmásrazonesqueyoparahabercometidosemejanteacto?Solohabíaque verlo: aunque no tuviera la cara típica de un asesino, un rostro desolador ydespiadado con una cicatriz de una antigua cuchillada en lamejilla, sí que parecíadecidido,resuelto,unperdonavidas.Mimiedoalhombremutóenunasensaciónmáscercanaalarabia,inclusoelodio.¿Quiénsecreíaqueera?Lomásrazonableparecía

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pasarjustoasulado,ignorandoloquepudieradecirme,eirahablarconelvigilanteuniformadoquehabíaapostadoen lasalidaparadecirlequehabíaunasesinoeneledificio,señalarleacontinuaciónaHenrySladerydejarquelascosascayeranporsupropio peso. El muro que se interponía entre esa acción precipitada y yo era lafelicidadconMeghanqueacababadeconquistar,mimatrimonioyelsueñodeunavida juntos lejos de allí y de todas las penas y luchas que habíamos conocido.Además,siarrestabanaSlader,sindudamirecienteventadefalsificacionesquedaríaal descubierto, puesto que cantaría la misma canción acusatoria que yo en sumomento y dirigiría hacia mí más atención aún, lo que indudablemente acabaríaconmigodenuevoentre rejas;yesavezporunperiodode tiempomuy largoysinMeghanesperándomecuandomepusieranporfinenlibertad.Talycomoyoloveía,solo había un camino para salir de aquel predicamento, una senda peligrosa ysembradadepiedras,conunguíaqueaborrecía,peroalqueestabaobligadoaseguir.

Miréaunladoyaotrodelpasillo,perosehabíaido.AlcomprenderqueMeghandebíadeestarpreguntándosedóndemehabíametido—aunqueerabienconscientedequeyotendíaaperdermeamiaireporlasferias—,recorríelabarrotadopasillohacia donde había visto a Slader y lo busqué entre el barullo de gente. Al noencontrarlo,regreséalacasetadeloslibrosdefotografía.Peromeentróelpánicoalno ver a Meghan. ¿Habría dado media vuelta Slader para hablar con elladirectamente,mientrasyomequedabahipnotizadoenaquelpasillomáscercanoalasalida?Depequeñosolomehabíaperdidounavez,cuandomedespistédemimadreenunosgrandesalmacenes,peroenesemomentosentílamismadesdichadeterroryabandono.Rompíasudarymevibuscandoahoraadospersonas,unaqueridayotraodiada. Pasaron cinco minutos implacables mientras recorría la feria sudado,chocándomeconlagenteyfarfullandodisculpascomounnecio,sinsaberquéharíaencasodeencontrarmealosdosjuntos.

—Hombre,aquíestás—dijoMeghanamisespaldas,poniéndomeunamanoenelhombro—.¿Todobien?

—Sí,sí,nopasanada—logrécontestar.—¿Seguro?Parecequehubierasvistounfantasma.—Puesniunfantasmaniningúnlibrosinelquenopuedavivir—dijesoslayando

suobservaciónlomejorquepude—.¿Ytúqué,algosinloquenopuedasvivir?—Apartedeti,nada.Y con esas, salimos del Armory. No volví a avistar a mi acusador, a mi

extorsionador. Mientras regresábamos al centro dando un paseo por la imponenteParkAvenueyeldestartaladoLowerBroadway,latitubeantepromesadelibertad—de poder arreglar las cosas con Slader— me pareció al mismo tiempo cercana ydistante. Sabía que, igual que no se le puede tirar de los pétalos a una flor paraobligarla a crecer, debía armarme de paciencia, aguardar el momento oportuno ymantenerlaesperanzadequemifrágilsueñollegaríaarealizarse.

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Al final nos decidimos por Kenmare, el pueblo donde nos prometimos, el locusmágicodondehabíamossidomásfelices.Alquilamosunacasitadecampo,nomuylejosdelparadordondenosalojamosennuestraprimeravisita,cercadeunvigorosoarroyo salpicado de diminutas pero potentes cascadas y poblado de salmones ytruchasquedestellabanconlaluzmatutinaalsaltar.Aunquesehablabainglés,comoengranpartedeIrlanda,salvoporlospequeñosreductosconocidoscomogaeltachts,los dos aprendimos gaélico, un idioma que competía con el alemán por sus locaspolisílabasysuacumulaciónimpronunciabledeconsonantes,yhacíamosexcursionesde día a la aldea de Dingle para hablar con los lugareños. Hicimos unos cuantosamigos,nomuchos,perogenteengeneralmuycampechanaquesehabíacriadoenelcondadodeKerryyhabíatenidolainteligenciadenoirse.HacíamossenderismoporlosMacGillycuddy’sReeks;nosencantabacogereltransbordadorqueibaalasislasSkellig,dondeantañohabíanvividomonjesen lamásabsolutaausteridad,aisladosdelmundoexteriorcomolosantiguoseremitassobresusrocasyermas,acientosdemetrosporencimadelmarbravío.Nuestrosdíasestaban llenosde tareas sencillas:barrerlacocina,comprarenelmercadoparalacena,leer,escribir,respirar,estar.

Undíademediadosdeveranoempaquetamosunpícnicdepannegro,aceitunasyquesoslocalesenunabolsadepapelynosfuimosaunodenuestrossitiosfavoritosde todoKenmare,un impresionantecírculodepiedrasneolíticoconocidocomo losShrubberies,apocosminutosandandodelcentrodelpueblo.Apesardeestarcercadel relativamente transitado puente de Cromwell y a tiro de piedra de las callesprincipales,enaquelcírculoatávico—quetienemásbienformaoval—formadoporquince berruecos, seis de ellos en pie, y un imponente dolmen en el centro, serespirabaunatranquilidadabsoluta.Elcantodeunpájaro,algúnvisitanterespetuosoquehablabaenvozbajaoelruidoblancodeuntráficosusurrantequenoseveíaenlalejaníaeranloúnicoqueperturbabaelsilencio,porlodemásdesanctasanctórum.Enel curso intensivo que nos habíamos impuesto para aprender todo lo posible sobrenuestro hogar de adopción, Meghan y yo descubrimos que el nombre gaélico deKenmareeraAnNeidín,quesignifica«elnidito».Nosparecióperfecto,inclusoantesdesaberdelosShrubberies,queparanosotroserancomounnidodentrodelnido.

Sentadosasolassobreunode losberruecosrecalentadosporelsolquealguienhabíacolocadojustoallíhacíamilesdeaños,ysintiéndonosalgosacrílegos,puessetrataba de un enterramiento, nos quedamos callados un rato. Ese silencio en aquellugar silente era poco habitual en nosotros, que siempre andábamos metidos en

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alguna corriente caudalosa de diálogo. Sinmediar palabra, ambos supimos lo quepensabaelotro:eraposiblequelohubiéramosconseguido,romperloslazosquenosreteníanenEstadosUnidosy liberarnosdenuestrasdistintashistoriasdehuérfanosparaforjarunanuevavidajuntos.Sí,Meghanhabíaperdidoasuspadresenunaúnicatragediainesperada,mientrasquelosmíoshabíanmuertoenmomentosdistintos,mimadre devorada viva por un cáncer lento ymi padre, de un infarto. Y si bien yonuncahabíatenidounhermanoalqueencomendarme,eldeMeghan—queparecíaconectadoencuerpoyalmaconella—habíamuerto.Estábamoslosdossolosenestemundo, nimás nimenos. La observé unos segundos y luego aparté la vista ymequedémirando los prístinos abetos que rodeaban el recintomientras pensaba: «Sí,conseguiremosquefuncione,unpardehuérfanosforjándoseunanuevavida».

«¿En qué momento la palabra “forjar” adquirió una acepción tan fea?», mepregunté, divagando. Se trataba de un término que aludía a un progreso lento yestable, un seguir adelante contra viento y marea[3]. Una forja era un hogar, unafragua en cuyo fiero calor el herrero batía el metal para darle formas útiles deherraduras, morrillos, herramientas con las que construir. En el siglo XIV, en unaépoca en que gentes de distinta ralea se daban cita en aquel círculo de piedras,«forjar»significaba«crear»,fabricarydarforma,comoenla«herreríadelalma»deljoven artista de Joyce. ¿Enquémomento sedesvirtuó esta viejapalabra tanbella?¿Cuándo evolucionó en un término despectivo que significa «defraudar, fingir,falsificar»?Pero¿quiénerayoparapensartalescosasenunlugartanantiguocomoStonehenge,más viejo que la sórdida definición de falsificación, precisamente yo,queencarnabalaacepciónmásvildeunapalabraporlodemásnoble?

Alvermesinrespuestasparaesaúltimapregunta,comprendíquedebíacortarporlosanodesdeesemismodíayesperarnorecaerjamás.

Sí,Sladerhabíavueltoacontactarme.Esavezsucartaestipulabaunlugaryunahoraparaunencuentro.Supuseque,habiéndonoscruzadoyreconocidoen la feria,habíamosrotoyaelhielo,porasídecirlo,yquedarporfinparazanjareltratoparecíaunatareamenospesadayatroz.Enlosdíaspreviosanuestroencuentro,meempeñéen hacer una última y hermosa falsificación antes de depositar en la basura lasplumas, las tintas y el resto de parafernalia que me quedaba. Mejoré el archivoBaskervilledeSlader,locopiépalabraporpalabra,enunguiñoaloquehizoelPierreMenarddel relatodeBorgesconDonQuijote,corrigiendo todosycadaunode losdiminutos defectos de la caligrafía, enmendando la letra a veces idiosincrásica deDoyle.EnnuestrointercambiodepalabrasdeunminutodeduraciónenunacafeteríagriegacercanaaWashingtonSquare—nomepasódesapercibidoelguiñoocultoaJamesensueleccióndellugarparanuestracita—,ledevolvísu«original»,sabiendoqueahoraexistíaunoriginalmásnuevo,muchomáscercanoaloquehabríahechoelmaestro,enelfalsosupuestodequelohubieraescritoél.

—¿Hemos acabado?—le pregunté y, al ver que parecíamás nervioso que yo,intentéponerunamirada aceradade resolucióny amenazaymeatreví a añadir—:

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Mástevalequeasísea.No envidiaba su vida turbulenta, una vida enredada en ganancia y engaño,

secretismo y ruina inevitable. Yo había terminado con todo eso, o al menos esoesperabaconunfervorcasireligioso,alaalturadelapasiónquesolíareservarparalosactosíntimosdefalsificaciónenlosquemerecreaba.

—Seacabó—dijoy,sincontareldineroniojearelinteriordelsobreamarilloqueguardabalafalsificaciónBaskerville,sefue.

Mientrasloveíadesaparecerporlapuerta,mevinodeprontoalacabezaunademisfrasesfavoritasdeHolmes,unpasajede«Laaventuradelcarbúnculoazul»enelque el detective se presenta al desdichado atracador con cara de ratón y mejillasblancasentornoalcualgiraelmisterio;esehombre—unaspirantealadróndejoyasllamadoJamesRyder—respondealaafirmacióndeHolmesde«creoqueyopodríaayudarle» con un «¿Usted? ¿Quién es usted? ¿Cómo puede saber nada de esteasunto?». Holmes le dice entonces su nombre al ingenuo y después define supropósito absoluto en la vida, su filosofía y su credo fundamental: «Mi trabajoconsisteensaberloqueotrosnosaben»[4].«Unabuenaconsignaparalavida»,pensécuandoleílafraseporprimeravezconpocomásdediezaños.Unabuenaconsigna.

Meghan había vendido un gran porcentaje de su librería a un grupo de sustrabajadores con unas condiciones de pago muy generosas. De hecho, nosdespojamosde casi todomenosde la ropa, unos cuantos librospreferidosyvariosrecuerdosdeinfancia.Elcochelollevéaundesguace,dondemedieronporélciendólares,unacifraquesuperabasupreciodemercado.ComogestopersonalaAtticusMoore—sibien lohicesindecirlenadaparacompensarloporhaberlevendido lasfalsificaciones—, dejé a su cargo casi todo lo que quedaba de mi colecciónpermanenteyledijequefueraenviándomeelporcentajequeleparecieraconvenientede las ventas que hiciese, que no había ninguna prisa. No, aquello no anulabamitraición,pero,almenosenmifuerointerno,rebajabaenparteelveneno.EsedineromáslorecaudadoporlaventadeMontauknosproporcionólalibertadyuncolchónmásquesuficienteparaempezardecerocuandonosparecieraoportuno.

UndíafuimosanuestrorestaurantefavoritodeKinsale,unamarisqueríallamadaPezEncerrado,dondeteservíanmerluzayabadejoreciéncapturadosbajolafrescasombra del toldo azul de la terraza. Estábamos charlando de todo y nada, comocualquier matrimonio feliz que se precie, con los graznidos y la cháchara de lasgaviotasdelabahíaamododebandasonora,cuandoMeghanmedijoalgoquemepillóconlaguardiabajada:

—Llevomuchísimotiempoqueriendohacerteunapregunta.—Lodijoenuntonodelomásnormal,sinrevelarunápicedereprocheosiquierapreocupaciónensuvoz.

—Cuéntame,querida.—Esunatonteríayseguramenteteríasdemí…—Túnuncadicestonterías—leaseguréylediuntragoamipintadeBeamish.

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—Cuando fuimos los dos juntos, era la primera vez que ibas a la casa de mihermanoenMontauk,¿verdad?

—Sí,yatelohedichomuchasveces,quesolonosconocíamosdevernosenlasferiasyenalgunaqueotralibrería.

—Y nosotros no llegamos a ir juntos desde que empezamos a salir. —Mepregunté adóndequería ir aparar, peroaguardéyme limité a sacudir la cabeza—.Entonces, ¿cómoes que conocías el camino aquellamañana cuandome llevaste alchalé,sinmapasysinqueyotefueraindicando?

Descolocado,nopodíapermitirmeunapausamás largade laquehiceantesdedecir:

—No,nofueasí,noteacuerdasbien.Síquemefuisteindicando.Fueellalaquevacilóentonces.—¿Estásseguro?Alentadaporsuincertidumbre,insistíenqueeraimposiblequeyohubiesesabido

llegar solo hasta la puerta de su casa de la playa. Convencida, se remetió el pelodetrásdelaorejaymeregalóunadesussonrisas,tancolmadadeamorquesentíqueenlafazdelaTierrahabíapocoshombresmásafortunadosqueyo.

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DelmismomodoqueenKenmareunatormentapuedehacerquedegolpeyporrazoundíasoleadosenublebajounalluviahuracanadacontralaquenohayparaguasquevalgayconfiereaIrlandaesamalafamadeclimadesapacibleycaprichoso,entremissensaciones de paz y sosiego se intercalaban momentos de terror repentino. Cadatanto,uninesperadomiedoalcarterometraíamalosrecuerdos.Sisorprendíaporlacalle a un desconocido que me miraba fijamente con lo que se me antojaba unacuriosidad impertinente, un fogonazo de un miedo familiar se apoderaba de misentrañasymeatabalasmanos.Inclusoaloírmuydevezencuandoelestallidodeunasirenadelapolicíalocal,porpocoqueseparecieraalamúsicagimientedesushomólogasestadounidenses,meveníaunregustoamargoalaboca,elsaboracredelaculpabilidad,supongo.

Aun así, lamayoría del tiempo encontraba consuelo haciéndome el olvidadizoconelpasado.Afindecuentas,estabaaunocéanodedistancia,literalmente,demiantigua vida. Y para intentar tranquilizarmeme decía que, independientemente dehaberhechoonocosasmalas,yahabíanquedadoatrás.Por lasnoches,alcalordenuestracamacompartida,mientrasescuchabaelsuaverespirardeMeghanensueñosycontemplabalasconstelaciones,queconunalentitudmagistralyunaindiferenciadivina surcaban el cielo negro al otro lado de la ventana, me decía que no habíanecesidaddeseguirpreocupándosepornada.HabíapasadounañoymediodesdelamuertedeAdamyelcasodehomicidioestaba tancongeladocomo los intersticiosnegrosdelasestrellasdelfirmamento.AtticusMoorecumplíaconsupalabraycadaciertotiempomemandabaunchequepormiporcentajeenlaventadeloslibrosquehabía dejado a su cargo, siempre acompañado por una nota breve y alegre, sininsinuarenningúnmomentoquehubiera tenidoproblemasconalgunade lasobrasqueyohabíafalsificado.TodohacíapensarqueSladerhabíaregresadobajolapiedradelaquehabíasalido.

AprovechandolanacionalidadpornacimientodeMeghan,ambospresentamoslasolicituddeciudadaníaypudimosbuscartrabajosdemediajornada,másconlaideade integrarnos en nuestra comunidad de acogida que por ganar un sueldo. Ellaencontró trabajo en la librería del pueblo, bien surtida de libros de historia y deliteraturairlandesa,mapasy,sí,cocinayarte.Amímecontrataronenunapapeleríaque tenía una ingeniosa imprenta tipográfica en la trastienda, con una prensa depruebas Vandercook que estaba deseando aprender a manejar. Cada uno en suelemento. Con semejante letanía de tranquilidad, debería haber cerrado los ojos y

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habermesumidoenundescansosinsueños.Alpensarahoraenesaépocaserenademivida,mepreguntosieranrealmentenecesarioslossueños;enlashorasdevigilia,ya vivía en uno, pese a los nubarrones de miedo que me sobrevenían de vez encuando,untemorcomprensibleaquemearrebatarantodoloquetenía.

La noticia que cambiaría para siempremi vida, igual de inesperada como unacartadeHenryJamesenelbuzónounpolicíaquellamaatupuerta,perosincargaalgunadeinfortuniosocalamidades, llegóunamañanadeundomingocualquieraalospocosmesesdevivirenKenmare.

Los domingos Meghan y yo, por lo demás madrugadores natos, siempre nosquedábamos hasta más tarde en la cama. Intentábamos no hacer planes que nosimpidieran empezar el día tranquilamente. Huevos revueltos y tomatitos cherryescaldados,pancetafrita,unpocodemorcillanegrayembutidodeavena,caféreciénmolido, el periódico…, tal era nuestra idea de la perfección. De ahí que mesorprendiera levantarme el segundo domingo de agosto y encontrarme con quemimujeryahabíabajadoyhabíaempezadoahacerundesayuno sorpresa.Noeramicumpleaños, ni ninguna otra fecha especial. Atraído por el olor a granos de caféreciénmolidos,mepuselabataybajéalacocina.

—¿Quéhapasado?¿Noshatocadolalotería?—Ten—medijotendiéndomeunvasodezumodenaranja.—Pero¿noshatocado?—Lediunsorbo.—Algoasí—fuesurespuesta—.Siéntateycome.Aunque estaba deseando saber qué pasaba, le seguí el juego y no hice más

preguntas.HabíamostomadolamitaddeldesayunocuandoMeghansoltóeltenedorenelplatoymedijosinmásrodeos:

—Estoyembarazada.En la vida había oído ni visto nada más conmovedor que esas palabras

combinadasconlacaradelamujerquelaspronunciaba.Sinproferirsonidoalguno,melevantédelasilla,rodeélamesadedesayunoylaestrechéentremisbrazos.Trastodoelsufrimientoquehabíapadecidoyelvalorquehabíademostrado,fuecomosiseabrieraunacompuertaensuinterior,quedejócorreruntorrentedelágrimas.Besésusojoshúmedos,laabracéconfuerza,ledijequeharíamostodoloqueestuvieraennuestrasmanosparahacerdeesebebéelmásfeliz,sano,listoymimadodelmundo.Enmividarecordabahabermesentidomásalegre,másextasiado,nisiquieraenlostiempospasadosenlosqueelactodefalsificarmeprovocabasensacionessimilares.

El resto del día osciló entre una felicidad sin límites y una conversación másmadurasobrelanecesidaddebuscarotracasa,sobresiestábamosrealmentesegurosde querer criar a nuestro hijo o hija en la Irlanda rural en vez de enNuevaYork,cuánto tiempo seguiría ella trabajando en la librería y cosas así. Pese al júbilomareanteantelaperspectivadecriarjuntosaunhijoynoencontrarnosenlamejordisposiciónmentalparatomardecisionesracionales,coneltiempolamayoríadelascosasqueconvinimosentoncesacabaroncoincidiendocon loque fuimoshaciendo.

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En la casita amueblada que teníamos alquilada, había sitio de sobra.Además, nosgustabavivirallí:elpinarsusurrantequelindabaconelpradoquehabíatraslacasa,la cercanía del riachuelo danzante, la casa en sí, con su techo de paja y susreconfortantes chimeneas… ¿Qué niño no querría vivir en un entorno tan idílicocomoaquel?Manhattanhabíadejadodeatraernosy,aunquemimujernoestuvieraaltanto,noeraunsitioque,depoderelegir,yoquisieravolverapisar.

—¿Puedodeciryaunoscuantosnombres?—preguntóMeghanesamismatardemientrasandábamoscogidosdelbrazoporlabahíadeBantry,dondehabíamosidoaver el rompeolas y las barcas de pesca que cabeceaban en el mar como corchostalladosypintadossobreelaguahinchada.

—Puesclaro.—Bueno,vale.Siesniña,megustaríallamarlacomotumadre,Nicole.—Lehabríaencantado.¿Ysiesniño?—Siesniño,ynotienesningunaobjeción,meencantaríaponerleAdam.Podría haber esgrimido un buen número de objeciones para descartar aquel

nombre,entreellas,ynomenosimportante,ladeporquécolgarleanuestrohijolarémoradellamarseigualqueunhombreasesinado.

—Meparecemuybien,estupendo—dijeencambio—.Creíaque ibasaquererllamarloWilliamButler.

—Bueno,podríaserAdamWilliamButler,oWilliamButlerAdam…—Por suerte, todavía tenemos varios meses para decidirnos por un nombre.

Ahoramismonosénicómomellamoyo.Tequiero,Meghan.—Yyoati.Elrestodeagostopasóflotandoencompletanormalidadmientraselveranodaba

pasoalotoñotempranoyempezabanadiluirselashordasdeturistasestadounidenses,japoneses,alemanesquehacíanescalaensutourporelAnillodeKerry.Yentonces,sinprevio aviso, fue como simivida sedesmoronaradegolpe, comounahojadepapelarrugadaenunabola.Devueltaacasadespuésdetomarmeunapintanocturnaenmipubfavoritodelpueblo,enlaotrapuntadelacalle,podíajurarhabervistoaHenrySladermirándomedirectamentealosojosantesdeescaquearseporlaesquina.Enlugardedarmarchaatrásparavolveracasaporunarutaalternativa,mevimediocorriendohaciaél,abriéndomecaminoaempujonesymaldiciendoentredientes.Alparecer, lasnochesenvelaquehabíapasadocontemplandoeldesfilementalde lasposiblesmanerasenquemiEdénpodíaservíctimadeunasegundacaídanohabíanquedadoensacoroto.

Porsupuesto,hiceel ridículoy,cuandolleguéa laesquina,habíadesaparecido.MerecordóesehorriblemomentoenelArmoryenque,almirarporuninstantehaciaotrolado,sehabíaevaporadoantesdequepudieravolverlavista.Contodo,tampocoera unmago espectral ni un resucitado sobrenatural.Más bien al contrario, Sladerhabía demostrado ser un hombre muy terrenal, capaz de todo tipo de deseos ydefectos tan humanos como sórdidos. ¿No me había asegurado que todo había

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terminado cuando le di hasta el últimodólar del dinero quemepidió y su fajo decartas falsas deConanDoyle (queme había encargado, eso sí, de devaluar)? ¿Notenía otra cosa que hacer que acosarme, amí, que lo había tratado con honradez,cumpliendoconmipartedeltrato?

Comounamarionetaconsushilos,caminéporlaaceraquelindabaconlacalleprincipal,avanzandoapresuradamenteenladirecciónpor laquecreíahaberlovistoperderse. Después de un minuto de búsqueda frenética, me detuve, jadeante, arecobrarelaliento(alparecer,mudarmeaunclimalluviosomehabíaprovocadouncuadro de asma moderado). Allí plantado, con los coches que volvían a casadeslizándose por la calzada y algunas de las personas que había dejado atrásadelantándomeya,empecéadudarmuyseriamentedemí.Si realmenteeraSlader,¿paraquémolestarseenhuirdemí?¿Quésentido teníaunaevasión llegadosaesepunto de una relación como la nuestra que, sí, lo reconozco, era tan estrambóticacomo desagradable? Poco a poco, sin embargo, fue apoderándose de mí unasensación precaria de calma conforme razonaba conmigo mismo, la respiraciónralentizándoseya,ymeibadiciendoqueenelmundohaymásdoblessueltosdeloque nos gustaría creer.Aquel no eramiHenry Slader, no estaba allí en el remotocondadodeKerry,enunpueblecitoperdidoalospiesdelaisladeEire.Noeraotracosaquepurodelirio.

Decididoanodejarqueaquellaalucinaciónmearrebataralacalmaenlaquesehabíainstaladomivida,regreséalreconfortanteabrigodelpub,desdedondellaméaMeghanaltrabajoylepreguntésiqueríapasarseyveniracomerunguisodecorderoy quizá escuchar un poco de música tradicional. Que estuviésemos casados yembarazadosnosignificabaquenopudiéramosdivertirnosydistraernos.Necesitabaunapintamásodospara calmar losnervios, aunque,por supuesto,nomeatreví acontarlelarazón.Leparecióunaideaestupenday,encuantoterminóenlalibrería—quecerrabaunahoramástardequelapapelería—,sevinodirectamenteyacabamospasandounanochegenial.Peseal antiguomitode«laGuinnessesbuenapara ti»,quesugeríaquehastaalasmujeresembarazadas,necesitadasdenivelessaludablesdehierro,lesconveníabeberstout,Meghansecontuvo.Perosubuenhumordesdecíasuabstinencia. Rio, dio palmas y cantó las canciones que se sabía. Por mi parte meobliguéadejardeladomiabsurdoSladerdepegaypaséunpardehorasescuchandoalosmúsicosconsusguitarras,sussilbatosdelata,susviolinesysusbodhráns.Elhombrequequeríaquecriaseamihijonoeradelosquemirandereojolascarasdeuna sala esperando ver al hombre del saco; más bien al contrario, mi labor debíaconsistir en explicarle lo que eran los trasgos, los diablillos, los ogros y demásvariantesdemonstruosinofensivosqueseescondenbajolascamas,¡ynopasarmelavida temiéndolos yo! Sabía que si realmente había dejado atrás mis años defalsificador—comoteníaqueser,puesyanoeraunniñograndequecreequeestábienhacerloqueleplazcayalcuernocontodo—,debíacambiar.Desdeesemismoinstante,categóricamenteyparasiempre.

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Cuandosaldamoslacuenta,salimosdelpubynosrecibióunanochebrumosaysin estrellas, apenas fría. Las luces de colores de otros pubs a ambos lados de lamanzanaprincipalsereflejabanenloscharcosdelluviadelacalleestrecha.

—¿Volvemosacasa?—mepreguntó.—¿Ydejamoselcochedondeestáaparcado?—Claro,¿porquéno?Nolevaapasarnada,notepreocupes.Echélallave.—Bueno,miideasiemprefuevenirandando.—Es verdad. Pues no hay razón para no hacerlo. Podemos salir un poco más

tempranoyvenircaminandoporlamañana.Lacasanoestabaniadoskilómetrosdelcentrodelpuebloynuestropaseofue

muyapacible,conMeghantarareandounadelascancionesquehabíamosescuchado.UnavezquelavisióndeSladerquedórelegadaenmimente,aquietadoporlacomidadelpubycansadode lacaminata,esanochedormícomounmuertoya lamañanasiguientemedespertéantesdelamanecer,llenodeenergía.Yahabíamosescogidolahabitacióndealladodelanuestraparaelcríoyestábamospintándoladeunalegreamarillo(elrosayelazulnoeranparanosotros,quehabíamosdecididonosaberelsexodel bebéhastaquenaciera).Alverquemequedabaunahora libre, le di unasegunda mano de pintura acrílica a la pared de la ventana que daba a la parteposteriordelacasa,aungranpradosegado.Conformesalíaelsol,lahierba,queseextendíahasta lacortinadevetustospinosde ramascabizbajasal fondodel jardín,pasó de un verdemontaña oscuro al luminoso esmeralda característico de aquelentorno.ElmismotonodeverdeempleadoporWilliamMorrisyotros interioristasvictorianos en sus papeles pintados, que estaban mezclados con arsénico yprovocabangasestóxicos.MuerteporpapelpintadoWilliamMorris,¿quiénlohabríacreídoposible?«Ah,losdatostrivialesquehadesaberunbuenfalsificador»,pensé,mientrasel rocíode lamañana titilabaenelcésped,comosiunbenévoloserde lanochelohubieraregadocondiamantes.

Devezencuando,mirabaporlaventanaimaginandolademañanasquenuestraniña o nuestro niño semaravillaría viendo esemismo paisaje nemoroso (o sea, encuantotuvieralaalturasuficienteparamirardepuntillasalotroladodelalféizar).Merecordóamicasadelosfinesdesemanacuandoerapequeño,alnortedelestadodeNuevaYork,dondemispadresseretirabanconunaregularidadcasiextremistadesdelosviernesporlanochehastalatardedelosdomingos,paraescapardelaciudady,enpalabrasdemipadre, «recargar las pilas».No importabaqué caso tuviera entremanos o las llamadas de trabajo, las refutaciones o interrogatorios a testigos de lafiscalía que tuviera quehacer, los testimonios quedebiera estudiar o lo quequieraque exigiese su práctica como letrado. Siempre lo hacía en un despacho anejo anuestra granja reconvertida en casa del valle del Hudson. Por eso de joven habíadisfrutado de unas vistas nomuy distintas a las de aquella ventana: hierba ymáshierba,unacenefadefloresenveranoy,porlosmárgenes,unaltotabiquedeárbolestraselcualseextendíaunbosque.

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Eraunodelosrecuerdosvisualesmásfuertesdemipasadoehizoquemeasaltaraunapregunta:¿quéclasedepadre ibaaser?Enretrospectiva,elmíonohabíasidoinaccesible, pero había supuesto un modelo al que aspirar, tal vez uno que era almismo tiempo demasiado bueno para ser verdad y, por tanto, indeseable porinalcanzable.Asaber…Pero¿yyo?Teníamuchoqueesconderysabíaquesiempremiraríaa la lindedelbosqueconunosojosdistintosa losdemi juventud.Yo,quenunca había temido lo que acechaba en la oscuridad del bosque, ya no sentía laconfianzadelpasado,ytendríaqueconsiderarlaposibilidad,remotaperoreal,dequeelbosquemedevolvíalamiradaymeveíaenmarcadoenaquellaventana.

Anteshedichoquemorirtienesusriesgos…,perotambiénvivir.Enlapaternidadhabríadeencontrar audacia renovada, ademásdeaprender aproteger ami familia,demasiadovulnerable.Enesemomentocomprendíquehabíasidomuchomásfácilevitar, borrar, ignorar tales pensamientos cuando aún no sabía queMeghan estabaembarazada.Esasuertedeexilioyanoeraunasublimaciónperfectadelavidaylasvidaspasadas.Tendríaqueenfrentarmeamisfantasmasylamejormanera,oesomepareciómientrasdaba la segundamanodepinturaal friso, eraabrazardenuevoelhechofehaciente—puesquédemonioserasino—dequeyoeraunhombrelibresinunsolodedoacusatorioapuntandoenmidirección.

Meghanhabíaentradoenelcuartoconelsigilodelaniebla.—¿Hoynopiensasiratrabajar,Picasso?—Dios,quésustomehasdado—aullévolviéndomeenredondo.—Lo siento, ha sido sin querer —replicó, algo asustada a su vez—. ¿No te

acuerdasdequetenemosqueirsaliendoporquehoynostocaandar?Era cierto, había olvidado por completo que habíamos dejado el coche en el

pueblo.Meapresuréarecogerlotodoyaponermelaropainformaldeltrabajo.—Mehaparecidoraro—comentócuandodejamosatráselcaminodeentraday

doblamosporlapistadetierraquedabaalacarreteraasfaltadadelpueblo—.Nuncatehabíavistoecharlallave.

—Lohehechosinpensar.—¿Estásbien,Will?Larespuestaeraunrotundono,peropreferítranquilizarla:—Sí,claro,estoyperfectamente—dijesorprendidodeoírminombre,quenunca

mehabíahechomuchagracia.Por suerte, la mayoría de las veces los apelativos cariñosos —que no hay

necesidad de detallar aquí, pues todos somos culpables de algún sobrenombresensiblero— desplazaban mi nombre de la conversación. Supongo que a quienesvivenalmargendelaley,enlasombra,nolesgustaquelosllamenporsunombre,peroahoraqueyohabíasalidodeesemundooscuro,¿porquénogritarminombredesdeloaltodeunamontaña?¿Porcostumbre,cautela,rechazodemímismo?Estabaclaro que esa mañana no me encontraba en mi ser y no me gustaba nada esasensación.

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—Estaba pensando en lo aislada que está la casa, eso es todo. Espero que anuestropequeñínnoledémiedolaoscuridad.

Aliviada, Meghan soltó una risita y me dijo que estaba adelantándome a losacontecimientos.

—Además—dijo cogiéndome de lamanomientras caminábamos a la vera delseto—,avecesnoestádemástenermiedoalaoscuridad.

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Cuando guardamos algo bajo llave—sean casas, coches o cualquier cosa con unallave y un cerrojo—, en realidad estamos revelando lo que atesoramos, lo quedeseamosprotegerdelosdemás,seansimplesfisgonesogentecodiciosa.MepaséelrestodelamañanapensandoenelcomentariodeMeghan,tandespreocupadocomoirrebatible.Loquemásnecesidad teníadeprotegerno teníani llavenicandadodeseguridad, y tampoco era nada que atesorara; más bien al contrario, incluso mepreguntabasinoeraenrealidadunactoqueeltiempohabíavueltotanirrealqueyaprácticamentenoexistíaparamí.Porsuerte,eneltrabajohabíabastantefaenaymiinquietud por la casa o el coche —este último, por supuesto, intacto— fuedisipándoseconelpasodelashoras.

Por lo demás, comprendí, entre la pesadumbre y la alegría, que Henry Sladertambién era tan irreal que no existía. Al menos en Kenmare. Volví a ver a esemalnacido a la hora del almuerzo, esa vez apeándose de un coche aparcado yayudandoaunaancianaasalirdelasientodelcopilotoparaacompañarlahastaunafarmacia.Elparecidoeraasombrosoy,cuandoloseguíalinterior,tambiénlaestaturame pareció familiar, e incluso su cara, pero, en cuanto lo oí hablar con marcadoacentoirlandés,seapoderódemíunalivioqueningunasustanciadelosestantesdeeseestablecimientopodríahabermeproporcionadoendosisalguna.Nuncamehabíaalegradotantodesentirmetanidiota.

Detodasformas,medetuveenlaferreteríadespuésdeltrabajoparapreguntarsihabíaalguienenKenmarequepudierainstalarnosunaslucesdeseguridadenlacasa.DiporhechoqueMeghanestaríadeacuerdoydecidíproponerlealcaseroquefueraél quien le diera el visto bueno al diseño de luces y que, a cambio, nosotrosasumiríamoslosgastos,incluidoelincrementoquepudierahaberenlafacturadelaluz.Sí,mehacíacargodequeunadelasrazonesparainstalarnosenlabellaKenmarehabía sido labaja tasadecriminalidad;por loque sabíamos, era, enelpeorde loscasos,unpaísdedelitosmenores,dehurtosocasionalesotipojuerguistadeturnoquesepasabaderoscayrompíabienunaventana,bienunanarizllevadoporunaeuforiabeodadespuésdequesuequipodehurlingganaraunpartidoosufutbolistafavoritomarcara el tanto decisivo. Con todo, me conocía lo suficiente para saber que mispreocupacionesporlaseguridaddelacasahabíanechadoraícesenmí,porneciasquefueran,ylomejorerapasaralaacciónantesdequeseenconaran.Porlodemás,semeocurrióque,cuandoleexplicaraalseñorSullivan,cuyafamiliahabíasidodueñade esa casa durante generaciones, que el hermano de Meghan había fallecido a

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consecuenciadeunviolentocrimenentrelamedianocheyelamanecer,seguramentesemostraría de lomás comprensivo. Porque ¿cómo no iba a acceder?Al fin y alcabo,constituiríaunamejoragratuitaensupropiedad.

Sibienalcaserolegustóelproyectoydiosuvistobueno—dehecho,seofreciómuy generosamente a asumir la mitad de los gastos—,Meghan no se mostró tanconvencida.

—Nome malinterpretes—me dijo unos días después mientras comíamos trasvisitarlaempresadeseguridad—.Esverdadqueestámuyoscuroporlanoche,sobretodocuandonohaylunaoestánublado…

—Queescasisiempre.—Que es casi siempre, sí. Pero lo que me preocupa es que estés

sobredimensionandoel tema.Yocreoquedeberíabastar concerrar con llave, cosaque, si no recuerdomal, raravezhicimosdurante los primerosmeses.Vamos, queestonoesprecisamenteNuevaYork.

Merasquélamejillaymiréporunmomentomásalládesuhombroantesdedarlelarazón.

—No, desde luego. Supongo que es normal que quiera proteger a mi familiaahoraquevamosaserunadeverdad.Perosinolocreesnecesario,nohacefaltaquesigamosadelanteconelplan.

Ellatambiénsetomósumomentoparapensar.Alargólamanoporencimadelamesaylapusosobrelamía,enungestoafectuosoycasimaternal.

—Hazloquecreasconveniente.—Siempre podemos jugar al críquet a la luz de los focos—dije, probando a

bromear,aliviadounavezzanjadaladiscusiónyviendoqueMeghan,sibiennomeapoyabadeltodo,almenostransigíaconlaidea.

Mientraslepedíalacuentaalcamarero,measeguréamímismoqueelhechodequehubiera creídover aSlader, lo que ciertamentehabía revividomiedospasadosperorazonables,noteníanadaquever.

Sinembargo,loquedijoMeghanacontinuaciónmesorprendiótantoquenosupecómoresponder.

—¿Sabesqué?Tedebounadisculpa.—¿Porlodelasluces?Quédisculpasnidisculpas…—No, verás: a veces me resulta más fácil olvidar que el asesinato de Adam

tambiéntecambiólavidaati.Eramihermanoyteníamosunarelaciónmuyestrecha,quizáinclusoenexceso.Enrealidad,élseapoyabamuchoenmí,yesprobablequenecesitaramásdemídeloqueyopodíadarle,sobretododespuésdeconocerte.

Depronto,sentílospiescongelados,comosilostuvieraatrapadosenbloquesdehielo.

—No,Meghan,notienesporquépreocuparte…—empecéadecir.—Pero cuando murió de esa manera tan horrible, seguramente fui muy dura

contigo.Recuerdocosasque tedijeyno fueron siempreagradables.Yporesome

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gustaría disculparme. Lo que quiero decirte es que entiendo todo esto de cerrar lapuerta,quesilaslucesdeseguridadytupreocupaciónporquevivamosenmediodelcampoyesascosas.SiAdamhubieracerradolaspuertasconllaveohubieratenidounsensordemovimiento,quiénsabe…,alomejor…

—Meghan…—TengoquereconocertudueloporquetútambiénperdisteaAdam—sentenció

y,dichoesto,selesaltaronlaslágrimas.Salimosdelrestaurantecogiéndonosporlacintura,comocamaradasheridosque

seapoyanelunoenelotroparaabandonartambaleanteselcampodebatalla.¿Quépodíadecir?Pormicabezasobrevolaronmuchospensamientosencontrados,peroelque se impuso por su sensatez fue callar. Permanecí en silencio mientras laacompañabadevueltaalalibreríaymedespedíadespuésdequeseenjugaralosojosconmibufanda,antesdevolveralaempresadeseguridadparafirmarlospapeles.

—¿Cuándopodríanempezar?—quisesaber.—Aprincipiosdelasemanaqueviene.—Pues,yapuestos,mepreguntabasinoleimportaríadarmeunpresupuestopara

unsistemadealarma.Delaspuertasydelasventanasdeabajoytodoeso.Metoméesasemanalibreparasupervisareltrabajo,o,másbien,verdecercala

instalación.Paraevitartropezarmemientrasloselectricistaspasabancablesbajolosalerosdeltechodepaja,optéporpasarlamayorpartedeltiempoenelfuturocuartodelbebé,terminandodepintarlasparedesylasmoldurasyrestaurandoelmoisésquehabíamos comprado en una tienda de antigüedades de Killarney. Se trataba,obviamente,deunaconstrucciónantigua,yenocasioneslainstalacióndelasalarmasexigióciertainventiva,aligualquelaaperturadeestrechaszanjasporelpedregosojardín para enterrar el cableado eléctrico que alimentaría varias luces de sueloperiféricascercadelalindeconelbosque.Peroloshombresteníanexperienciayeltrabajodiscurriósinproblemas.Cuandoterminaronlaobra,Meghantrajounabotelladesidraparacelebrarloy,medioenbroma,propusounbrindis:

—Pormilyunanochesdesueñostranquilos.Al anochecer, recorrimos el perímetro del jardín con las copas en la mano

mientras las luces iluminaban tanto la casa como el campo circundante, arrojandolargassombrastraslosárbolessolitariosqueselevantabanaquíyalláporeljardín.Era una visión muy impresionante, justo lo que tenía en mente. La noche podíaconvertirse al instante endía si algunavez, después de acostarnos, oía fuera algúnruidoextrañoopreocupante.AunqueMeghanteníaderechoavereneseproyectodeseguridadmíounactoinnecesariodeunpadreyasobreprotector,alfinalsealegródevermecontento.

—Siemprepodríasgastarteencosaspeoreseldineroquetantonoscostóganar.Contodoyconeso,lociertoeraqueaúnmesorprendíacuidándomelasespaldas

sin razón aparente y, en cuanto al sueño, aunque no tenía ya pesadillas, seguíaatenazado por arrebatos de insomnio. Sabía las horas a las que se avistaban las

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constelacionesycuándoaparecíalaluna,enelviajeinfinitoporsusfases,parabañarnuestro cuarto con una suave luz arremolinada. Me decía a mí mismo que nopodíamos haber encontrado un retiro más seguro y me reprendía por habermeconvertidoenuncenizo,deesosqueencuentranproblemasytormentodondenoloshay.

Nohabíapasadoniunasemanacuandonosllególanoticiadequelapolicía—o,más bien, el único detective que seguía interesado en el caso sin cerrar de AdamDiehl, el mismo que había asistido al funeral aquel día helado— había citado encomisaría a un hombre para interrogarlo. Nos provocó todo un repertorio deemocionesynuestrafrágilcalmasequebróendos,entrelaesperanzaquealentóamimujeryelpánicoencubiertoquemedesmoralizóamí.

MeghanrecibiólallamadadesdeMontaukeldíaenquesoltaronaHenrySladerporsegundavezporfaltadepruebas,comohabíasucedidonotantosañosatrás.Elagente,queseapellidabaPollock,comoelpintor,ledijoamimujerquesoloqueríaque supieraque lohabían interrogadoyque seguía investigando todos losposiblesindicios,repasandolaspruebasantiguaseintentandomantenervivalabúsquedadelasesinodesuhermano,porasídecirlo.Antemiinsistencia,mimujermecontódosvecestodoloquelehabíarelatadoeldetective,deprincipioafin.Eralomínimoquepodíahacersinllegarapedirlequemerepitieralaconversaciónpalabraporpalabraunaterceravez.Posiblemente,dejéentrevermásinterésdelnecesarioo,yapuestos,deloquelaprudenciaaconsejabaporelencuentroentrePollockySlader.Aunasí,laincómodadisculpadeMeghanpornohabersabidoreconocerloquehabíasupuestoenmividalamuertedeAdammeservíacomounabuenaexcusaparamicuriosidadexacerbadapor la llamada.Mivivo interéspor todo loconcernienteaSladerpodíaatribuirsesinproblemaamideseodequeselehicierajusticiaaAdam;esoalmenoscreoquepensómimujer,ymejorque fuera así, porque, en realidad, cadavezquepensabaenSladermecorroíapordentrounainquietuddesesperadaypenetrante.

—¿Yahoraqué?—preguntéhaciéndomealaideadequeteníaqueirdejandoeltema si no quería que pensara que estaba obsesionándome, como con las luces deseguridadyelsistemadealarma…,pormuchoqueenrealidadfuerajustamenteeso,unaobsesión—.¿Tehadichoquévaapasarahora?

—Laverdadesqueno,soloquesuintenciónesseguirtrabajandoenelasunto.—¿Ytehadadoesperanzasdequevayanacogeraalguien?Parecemuydedicado

alcaso.Meghanseechóelpelohaciaatrásconambasmanosyfruncióelceñoconuna

miradaenlosojosqueeradetodomenosesperanzada.—Me repitióquehabríadado loque fueraporvolver atrásy llegar a la casa a

tiempodedarórdenesalosprimerospatrullerosenaccederallugardeloshechosycontaminarlo.Segúnmecontó,unoeraunnovatoyelotroerainterino.Y,aunqueenlaspelículasyenlasseriesparecequelacienciaforenseobramilagros,dependeengranmedidadequelaspruebasesténintactas.

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Laculpanofavorecealculpable.EsopenséalescucharelúltimofragmentodelanarracióndeMeghansobresullamadatrasatlántica.Trassuperarlaextrañezainicialal saber que habían sacado ami némesis de lamadriguera desde dondequiera quehubiese estado operando —¿seguía haciendo falsificaciones?—, me sorprendímirando el lado positivo del asunto o, más bien, regodeándome en el extrañoresplandor de algo en lo que no había caído al principio: si las fuerzas del ordenhabíanllegadoaunavíamuertahastaelpuntodequenoteníannadamejorquehacerquevolver a interrogar aSlader,quiennoera culpabledeotra cosaquede fraude,extorsión, avaricia y a saber qué más fechorías pedestres, eso significaba que noteníanuncasoviablecontranadie.Y,másenconcreto,contramí.

Por unmomento, tan fugaz como inquietante, comprendí que, sin saber cómo,habíaconseguidosermimejorfalsificación.DenohabersidoporelamorverdaderoquesentíaporMeghanyelamorexpectantequesienteunfuturopadreporsuhijononato,unamorque,parabienoparamal, te ligaaciertamoralidad—palabra tansospechosa como «permanente» y «real»—, habría estado dispuesto a asumir milugar en el panteón de los falsificadores, lamayoría de los cuales fueron ejemplosexcelsos de vidas que imitaban el arte. Pero aún no había llegado a ese punto.Todavía quedaba un experto suelto que podía intentar acusarme de no ser lo queparecía, una especie de fajo de cartas de Sherlock Holmes magníficamentefalsificadas.Mientras ledecíaaMeghanlomuchoquemealegrabadequePollocksiguieratrabajandoenelcaso,loquemásmepreocupódesusesfuerzosdesesperadosyme irritó por dentro fuequequizáhubierandespertado a unabestia a la que eramejornomolestar.

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Puede que a mi padre lo admirara, pero a mi madre la adoraba. El legado de miprogenitor como coleccionista fue clave para mis conocimientos sobre primerasedicionesliterariasynuncapodréexpresarconpalabrasladeudaquetengoconélportodolorelacionadoconArthurConanDoyley,engeneral,conloslibrosraros.Fuemimadre,sinembargo—dequienteníamosvariasacuarelascolgadasennuestracasadeKenmare,unoshermosospaisajesqueaMeghanlerecordabanlosdelhermanodeW.B.Yeats, Jack—,quien tuvouna influencia primordial en lo que amis proezascaligráficasserefiere.

Los libros ilustradosdenanasy cuentosquehabíamosempezadoa coleccionarparaprepararleunapequeñabibliotecaanuestrohijomeloshabíaleídomimadreenmi infancia, cuando me sentaba en su regazo y me quedaba maravillado por loscoloridos dibujos de príncipes y princesas, de liebres escurridizas y conejos depeluche, monstruos y animales parlantes, y toda suerte de personajes de fantasía.Cuandolosmaestrosdeprimariameinsistíanenqueescribieraconlamanoderecha,fuemimadrequienintervinoparadefendermeyllamóaldirectorparaexigirlequeme dejaran seguir mis instintos naturales como zurdo. Mi madre, adalid delinconformismoytambiénzurda,ganólapartidaydesdeesedíafuielzurdoquelagenética exigía,undesafíomenorparami trabajoposterior como falsificador, peroque,naturalmente,superéconéxito.Siendounniñoprecozdeseisosieteaños,eramimadrequienmellevabaagaleríascomolaFrick,laMorganoelMetropolitanymeenseñabanosoloalosmaestrosdelapinturaantiguaolosfrescosromanos,sinotambiénlosimpresionantesdibujosconlosqueWilliamBlakerodeabasuspoemasycuyo significado intentaba explicarme pacientemente. Fue también mi maravillosamadrequien,alpercibirmiinterésjuvenilporlacaligrafía,seaseguródequevieramagistralespergaminos japonesesde taldinastíao talotraen laSociedadAsiática,asícomounagranexposicióndemanuscritosmedievalesiluminadosdelaBibliotecaPúblicadeNuevaYork.Yfuemimadrequienmepusoapintar,contintasypinturas,pinceles y plumas, yme enseñó cómo abordar la gloriosa tabla rasa de la hoja enblanco; la queme enseñó lamanera de copiar caracteres y palabras escritas sobrepapel de calco y,más tarde, una vez que desplegó todas las redes necesarias parainterceptar mis caídas figuradas, cómo ver la línea terminada incluso antes dedibujarlasobreunbonitofoliomanufacturado.

Mimadreseencargódedespejartodoobstáculoenmicaminoparaquedominaradesdemuy tempranoel artede lacaligrafía.Cualquier retrato realdel artistacomo

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joven falsificador habría de incluirla a ella comomaestra, apuntadora y figura deconsuelo,conlaevidentesalvedaddequenienunmillóndeañosellahabríaqueridoqueyofueraloqueterminésiendo.Eramentora,noprofeta.Comomadre,ledioasuhijo herramientas con las que construir catedrales laicas y no elegantes excusados,queesconloquehabríacomparadoeloficiodelfalsificador.Nuncafuenisudeseonisufaltaqueyoprefirieralosexcusados,porseguirconlaanalogía.

Recuerdo las primeras leccionesquemedioy cómomealentaba apracticar lacaligrafíadibujandoletrasencursivacancilleresca,losdossentadosalamesadelacocinadenuestragranjadelnortedelestado.Comosiempre,empecécalentandoconejercicios de garabatos, dibujando curvas en ese paralelas que semejaban olasabstractas,ogruesasrectasverticalesqueparecíanunacercadebambúo—ytalvezfuese eso lo quemás la impresionaba— formando un círculo concéntrico perfectotrasotro.Perolosgarabatosnoerancursivacancilleresca,comoelclásicomonigotede palotes no es un desnudo a pastel deDaVinci.Al principiome resultaba todoextrañoyfrustrante,peromegustabaestarconella—hedeadmitirqueenlaescuelaera un alumno más bien asocial, que tendía a pasar las clases enfurruñado o ameterme en altercados físicos que acababan en expulsiones—y por eso perseveré.Cadavezqueeldirectormeprohibíalaentradaalasclasesdurantedíasosemanasdespués de enredarme en una pelea de puños, prefería con mucho las clasesparticularesquerecibíaencasaquecualquieradelasenseñanzasqueimpartíanenelsistemaescolaroficial.Aunquejamásloadmití,niantelasautoridades,niantemispadresni,ensumomento,antemímismo,simemotivabametermeenproblemasnoera tanto por plantarle cara a un abusón o darle sumerecido a algún niño quemehabía dado una paliza comoporque suponía una oportunidad de pasarmás tiempoconmimadre.

Debíadetenerunosdoceañoscuandomitécnicaymidestrezasuperaronlasuya.Eracapazderemedarcasitodoslosestilosdeescrituraqueserepresentabanensusmanuales de caligrafía y sus libros de historia —bueno, aunque había garabatosantediluvianos,comolaprimerísimaMagnaCarta,escritacontintaferrogálicasobrepergamino,quenisiquieramemolestéenintentar—,copiandopalabraporpalabraloqueaparecíaenlapáginayfirmandoconminombreentodotipodeletras.Yella,enlugardeintentarcompetirconmigo,siguióalentándome.

Cuandolediagnosticaronelcáncerdetiroides,pusoalmaltiempobuenacaraysiguió trabajando conmigo todo el tiempo que le permitió su físico. Agotados losejemplosdeescrituraparaqueyoloscopiase,recurrimosalacoleccióndemipadreen busca de inspiración.Visto ahora, debía de sermuy consciente de que él no lohabríaaprobado,peroaunasíprosiguióconlosejercicios.Nuncalecontamosquenotardé en destacar en la confección de respetables copias de algunas de las cartas ymanuscritosdeConanDoylequeposeía.¿Lepreocupabanlasposiblesimplicacioneséticasquepodíantenerlasporentoncesinocentesactividades?Notengoniidea,perolodudo;alfinyalcabo,noestabaproduciendofalsificaciones,porquenointentaba

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reproducirelpapel,nitansiquieraelcolorexactodelatintaqueutilizabaelmaestro,ni tampoco se nos pasó por la cabeza, ni por un momento, defraudar a nadieofreciéndoloscomooriginalesparasuventa.No, loúnicoqueme interesabaeraeltamaño, la forma y la figura de las palabras; era pura obsesión en realidad. Ymimadre estaba orgullosa demí. Si, por ejemplo, terminaba de copiar una afectuosaepístolapersonalaunodesusamigos,partedemialmasefundíaconladeDoyle,oesoimaginabayoenmibisoñaingenuidad.

Cuandomiqueridamadremurióalostreintayseisaños—sietemenosdelosquetengoyoahora—,lareaccióndemipadrefue,almenosparamimenteadolescente,inconcebiblealaparqueaterradora.Enlugardepenarla,comohiceyo,dellorarosiquieraaparentarañorarla,siguióadelanteconlaabogacíay,porloquerecuerdo,sededicóacomprarmáslibroscarosquenunca.Miadmiraciónnomermóunápice.Éleratodoloquetenía.Peroaunasímeconfundió.Viéndoloahoraconperspectiva,seme hace evidente que sufrió enormemente. No tenía relación estrecha ni con suhermano, ingeniero civil, ni con su hermana, una mujer de su casa, tal y comollamaban a las que trabajaban lo indecible para que sus hogares y sus familiasfuncionasen.Dehecho,unavezqueasistieronalentierroparaquedarbien,cadaunoregresóasucasa,aCaliforniayWisconsinrespectivamente,y,apartedelasllamadasporAccióndeGraciasyloscrismas,nohabíamáscontactoentrenuestrasfamilias.Dehecho,mitíonovolvióahablarmedespuésdesaberdemiarrestoymicondenacomo falsificador. Fue un hombre que nunca me interesó; vivía de su autoestimavoluminosa, pero no tenía ni una décima parte del brío, el talento, el instinto o eléxitodemipadre.Yporloqueamitíarespecta,llevoañossinsabernadadeellaynotengoniideadesialgúnmiembrodesutediosaprolesiguemorandoenelmismoplanetaqueyo.

Peseasucomportamientodesafectado,lociertoesquemipadreenvejeciómuyrápidamentetraslamuertedemimadre.NoexistíanlossuficientesjuiciosporganarnirarezasbibliográficasporcomprarquepudieranrellenarelvacíoabismalquehabíadejadotrasdesíNicole.Apesardetodo,enelínterin,antesdeiralauniversidad—mialmamateresYale—,síquemetendíaenocasionesunamanodelamejorformaquesabía,atravésdelmundodeloslibrosquecompartíamos.Aunqueseguíasiendoun rufiánpatético en la escuelay estabaobsesionadocondesarrollarmisdestrezascaligráficascuandomeencontrabaencasa, leíaun libro trasotro:novelas,historia,poesía,teatro,biografías.Todoslostomospermitidosdelabibliotecademipadre,asícomomuchosotrosprohibidos;losdevorabacomounhambrientoquesoloviveparasu próxima comida. La última página y el último párrafo de un libro llevaban, amenudoconlamismasucesióndegestosyminutos,alprimerpárrafoypáginadelsiguiente.Ynomezclabaunanarraciónconotra.Noteníamemoriaeidética,peroloreteníatodocomounmatamoscas.Meesforcépornodejarquelosdemásvieraneseladodemí, sobre todoenmi juventud,puestoque,pormisteriosoqueparezca, losniños tienen claro que leer mucho y recordar demasiado bien suelen llevar al

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cataclismo social, sobre todo si además prefieres la compañía de tu madre. Encualquier caso, nunca tuve mucho éxito en lo social. Eso sí, esas habilidades meayudaronapasarvolando la facultadyme favorecieronenmisprimeros esfuerzoscomoojeadordelibrosfiableycomofalsificadorincipiente.

Cuandomipadremetendíaunamano,yose lacogía.Leencantabasacarde laestanteríaunodesuslibrospreciadosyenseñarmequélodistinguíadelosdemás,loquelohacíaúnico.LaediciónentresvolúmenesdeTess,ladelosD’UbervillesdeHardy, suEmma en la edición en cartoné original, suTomJones de seis tomos encueromoteadodelaépoca…,todosenunestadoexcepcionaly,comoaéllegustabadecir,«tanfrescoscomoelprimerdía».Loconmovíaespecialmenteellibroqueteníaelmismoaspectoqueeldíadesupublicacióndécadasosiglosatrás,idénticoacomolo tuvo entre sus manos el autor por primera vez. Poseer un ejemplar intacto eracompartirlavivenciadelescritor,existirvirtualmenteenotraera,amododeviajeroeneltiempo,yunirseencomuniónconelrestodepropietariosquealolargodelosañoslohabíanprotegidodelasperversionesdeltiempo.Esaeraparaéllavirtuddelestadodeconservación.Tampocosuamorporlosejemplaresfirmadosydedicadossesustentaba en el fetichismo ordinario o el puro valor de inversión mercantil, pormuchoque fuera tantounbuen inversorcomosindudaunasuertede fetichista:denuevoloimportanteeralacercaníaconelautor.Quelamanodecarneyhuesodelescritor hubiera tocado aquella portada o ese folio conferían una importanciainconmensurable a todo el objeto; lo hacía inconfundible y excepcional, sí, perotambién,ypuedequeesosealomásimportante,personaleinclusoíntimo.ElADNautorial, las frases escritas a mano y las tiernas dedicatorias elevaban incluso lasobrasmáscorrientesaunescalafónsuperiordevalor,nosolomonetario,sino,sisemepermite,espiritual.

Algunosdenuestrosmejoresmomentospadre-hijonadatienenqueverconligasdebéisbolinfantiloacampadasenlosmontesAdirondacks;sucedíancuandorecibíaalgún paquete especial procedente de Londres, París o Edimburgo. Quitabalentamente el envoltorio, con una mirada tanto de excitación infantil como desatisfacciónmadura, y luego, tras inspeccionar la rareza con sumo cuidado,me latendía. Era un pequeño ritual que ambos disfrutábamos, así como un acto detremenda confianza paterna; yo era bien consciente y honraba esa confianzaexaminándolo con el interés compartido y profundo del discípulo que aprende delmaestro,antesdedevolvérseloasunuevodueño.

—Coleccionar libros es un acto de fe —me dijo en una lección memorable,aunque en el momento no llegué a entender su teoría—. Todo se basa en laconservacióndelacultura,ensucustodia,yporesomismo,cuandoañadounlibroalacolección,estoyasumiendolaresponsabilidaddemantenerloasalvo.Luegoestátambiénlaalegríadelacaza,delesfuerzoporencontrarunejemplardeunlibroqueme ayudó a ser quien soy. Pero no uno cualquiera, sinoEL ejemplar, el demayorinteréshistóricoymáscuidadoquepuedaencontrar.Perolomásimportantedetodo

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esalgoquenuncahesidocapazdeexpresarconpalabras.HayunversoenLatierrabaldíadeT.S.Eliot…¿Lohasleídoya?

Sacudílacabeza,lamentandonohaberlohechoporquesabíaqueeraunmomentoimportanteparaambos,querecordaríaelrestodemivida.

—Bueno,yaloleeremosjuntos.Hayunversocercadelfinalquediceasí:«Estosfragmentosheorilladocontramiruina»[5].Loslibrosmehacensentirvivo,yaunqueestáclaroquenadieviveeternamente,noshacencreerlocontrario.¿Lasparedesdelibrosenestecuarto?Seinterponenentrenosotrosylodesconocido.Yporesarazónaquímesientomásseguro,másfelizyvivoqueenningunaotraparte.Supongoquees así con cualquier tipo de colección. Camiones de hojalata, ositos de peluche,teteras… Cosas que hicieron nuestros ancestros. Los apuntalamos contra nuestrasruinasynosdanalivioyalegríaalospobresmortales,comoaotroslareligión.Creoquepodríadecir,hijomío,queloslibrossonmireligión.NosololasEscrituras,sinolareligiónensí.

—¿Quéhacequeunlibroseararo,papá?—Quenolohayavistonunca—dijoprimeroentonoserio,paraluegodedicarme

unadesussonrisascálidasysingulares.Yo tenía dieciséis años ymimadre acababade fallecer cuando adquirió lo que

resultaríaserungrantriunfoparaélyunagrantentaciónparamí.Ynoeraniunlibroniunmanuscrito,sinounaplumadelmismísimoConanDoylequehabíansubastadoenLondres.Suprocedencia era incontestable; erauna auténticabelleza.Lapluma,anterioralasParkerDuofoldqueDoylepusodemodaenlosprimerosañosveinte,seconvirtióinmediatamenteenunodelosobjetosfavoritosdemipadreentrelosmilesdesucolección.Comosolíahacerconmuchasdesuscompras,abrióelpaqueteenmipresencia y me agasajó con los detalles sobre por qué era tan especial. Pero, alcontrario que con otros muchos artículos que salían de cajas cuidadosamenteenvueltas,nolaconfióamismanos.

—Semira,peronosetoca.—Recuerdoperfectamentesuspalabrasysutonodevozadmonitorio.

Noloentendíysentíquemedabadelado.Noera,nidelejos,lapiezamáscaraquehabíacomprado.

—¿Porqué?Creíaqueconfiabasenmí.—Y confío, pero los libros, las cartas, losmanuscritos y ese tipo de cosas los

entendemos. Esto es distinto, como un valioso objeto de una excavación enMesopotamia, pongamos por caso, cuyo destino es unmuseo.No entendemos susfragilidadesynoquieroquenosarriesguemos.¿Estáclaro?

—Nolatocaré,teloprometo—mentíylesonreímientrasreparabaenlaspatasdegalloaambosladosdesusojos,quesedoblabancomoabanicosdecortesanaaltiempoquegirabaaunladoyaotrolabellaplumaentresusgrandesmanos.

Son muchos los momentos, horribles algunos, otros buenos, que viví con mipadre después de quedarnos solos, pero aquel en particular lo considero una

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encrucijadaenelcamino.Nuncamegustómentirleamimadreporquelaqueríacontodomicorazónyelengaño,cualquiertipodefalsedad,nosolomeparecíamal,sinogratuito.Amipadre,encambio,lovenerabacasihastaelpuntodelmiedo,almenosenmi infanciayenmiprimera juventud.Mentir suponía,por tanto, lapromesadedurasconsecuencias.Cadavezquemeexpulsabandelcolegioyyointentabaculparalotrodehabercausadolapelea,noatendíaarazones.Paraéllainviolabilidaddelaverdad,deloauténtico—tantoensutrabajocomoensuaficióncomocoleccionista—,erafundamental.Ensuprácticalegal,nadabaadiarioporlosríoscontaminadosdeprevaricadores,embaucadores,perjurosygrandesmentirosos.

—Noquierovolveracasayencontrarmelamismasordidez—meadvirtió.Fueunaadvertenciaqueacatéengranmedida…,hastaquellególaplumadesde

Inglaterra.LaideadecopiaroinclusocomponerunacartaescritaporArthurConanDoyle utilizando uno de sus utensilios de escritura era demasiado tentadora,provocadoraeinclusolujuriosa,sisemeapura,parapoderresistirme.Laindiscrecióndelactosoloservíaparahacerlomásdeseable.

Comosihubieranacidoparaesatarea,planeémitraiciónbastanteinocenteconloque en retrospectiva podría verse como una estocada de…, bueno, genialidad esmuchodecir,digamos,mejor,ingenuidadpresuntuosa.Conociendocomoconocíadememoria el archivo de autógrafos de mi padre, recordé que había una página decortesíaalfinaldeunmanuscritodemediadosdelosnoventaenlaqueConanDoylesolohabíaescritounnúmero.Alparecerhabíaacabadoelborradorunapáginaantesdeloprevisto,peronollegóaarrancaresaúltimahojacasienblanco.Eraidealparamispropósitos.Nosolonotendríaquemutilarunacreaciónoriginaldelautor,sinoque,conlaplumadelmaestroyuntrozodepapelqueélmismohabíatocado—unlienzodelaépoca,porasídecirlo—,podríaestarmáscercadeserConanDoylequenadie.

Casualmenteaquejadodeunresfriadoelmismodíaquemipadreteníaqueiraljuzgado,mequedésoloenelpisounbuenpuñadodehoras.Saquélahojaenblancodel elegante estuche de cuero que albergaba el manuscrito—por suerte no estabaunidoporningúnalfilerniclip—ylopuseantemísobrelamesademimadre,dondetantas horas habíamos pasado codo con codo en días más felices. Con granmeticulosidadrellenélaestilográficadelmaestroconsepiaWatermany,enunpapelde carta nuevo, empecé el calentamiento con mis garabatos antes de firmar«A.ConanDoyle»variasdocenasdeveces.Laescriturasaliófluidayconfiada.Sentínacerenmipechountipodeemociónquenuncahabíaexperimentado,conelpulsoacelerándosecomounmetrónomoenloquecido.

Lapróximacuestióneralasiguiente:siyofueraArthurConanDoyle,novaldríaconlimitarmeacopiaralgoqueélyahabíaescrito.No,necesitabacanalizarsuvoz,suideación,suespíritu.Comoespiritistaocasionalqueera,élhabríasabidoadmirarel concepto, me decía para mis adentros. Decidí escribir una breve carta en sunombre.Sabíaquedebíasersencilla,porquenocontabaconlaexperiencianecesaria

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paraintentaruntextomáscomplejoynoteníaposibilidadalgunadetriunfar.¿Yquéentendíayopor triunfo?Dudoqueporentoncesme loexplicaraconesaspalabras,peroenesencialarespuestaeralaplausibilidad:unaautenticidadtanfactiblequeeldocumento pudiera convencer incluso a un experto tan ducho, desconfiado y convistarapazcomomipadredenarizaguileña.

Después de haberme despojado de tantas posesiones, sigo conservando laestilográfica,asícomoaquellamiprimera falsificación,yhedeconfesarqueestoytan orgulloso de ella como lo estaba en aquel día nevoso de mi adolescencia enManhattan.Feché lacartaen1897,añoqueescogí trasunadeliberacióncautelosa.Remitidaalúnicohermanodelautor, Innes,enella le ruegaque ledisculpepornopoder ir a cenar con él: una banalidad como telón de fondo para mi añadido, omejora,más intrigante a la vidadel autor.La razónpor la quenopodía cenar conInnes esa noche no era que hubiese hecho otros planes o caído enfermo, sino queacababadeconoceraunamujerquenoerasuesposaysehallabaenunestadodeturbación tal que le resultaba imposible dejarse ver en público. Se llamaba JeanLeckie, aunque en mi carta Doyle se cuida de decirle a su hermano tan solo sunombredepila.Subellezaera indescriptible. Joven,vitaly,porsupuesto,deseablehastaelabsurdo.Aunqueleparecíaaborrecible,leconfesabaaInnesqueenelcasodequesumujer,Louise,«sedeshicierade losásperos lazosde laTierra»—ahímiúnicoanacronismo,quehabríasidofatalsihubieraintentadovendermifalsificación,puesera,paramidesgracia,unversoescritoen1941poruntalJohnGillespieMageeJr.—,teníaintencióndepedirenmatrimonioaJean.

Labibliotecadenuestropisoconteníaunbuennúmerodebiografíasdelinventorde Sherlock Holmes —de hecho también poseíamos muchos libros que no eranmaterialdecoleccionista,como librosdebolsilloconmarcasde lecturay librosdereferenciasubrayados,peroa losquequeríamosigualmente—yfuimuycuidadosoenmiinvestigaciónparaqueloshechoscuadraranyevitarasímancillarlacartaconalgún error histórico. Y, salvo por aquel talón de Aquiles, aquella excepción—lainclusióndeesebonitoversode altosvuelosquemehabríadelatado sin falta antecualquiereruditoqueestudiaralacartaenbuscadeerroresmásalládelámbitodelavida personal de Conan Doyle—, lo logré. Tras hacer un borrador en un papelmodernosinvaloralguno,lorepetíunadocenadevecesantesdeposarelplumín—antessuyoyentoncesmío—sobrelahojaantigua,conlatramaylaurdimbredesuslíneascantandocomocuerdasdelirabajoelflujodepalabras.Despuésdeconsiderarquéhacerconelnúmeroqueaparecíaenlapágina,laúnicamarcadeldocumentoqueerarealmentedepuñoyletradeConanDoyle,decidírasgarlahojauncentímetroymedioporarribaconunanavajayrecortarlaconsumacautela,cuidándomededejarunasligerasbarbas.Acontinuaciónrestreguéelbordedelapáginacontralaalfombradel estudio de mi padre, para envejecerlo con un poco de suciedad y de pasodesgastarlo.¿Elrecorteconelnúmero?Lotiréporelváter,asícomomisborradores

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de prácticas, que desgarré diligentemente en trocitos tamaño sello. ¿Qué otra cosapodíahacerconaquellapruebaincriminatoria?

Conelcorazónacienporhora,contemplémipequeñaobramaestrabajotodaslaslucesquemeofrecíaelpiso—natural,fluorescente,debombilladefilamento—yamiojobisoño lepareció sorprendentementebuena.«Ahí está—pensé—.Tampocoeratandifícil,¿no?».Vaciéylimpiélaplumaantesdedevolverlaalbonitoestuchedecueroquelacontenía,unacajaamedidarevestidadelujosasedapúrpura,tanregiaquebienpodríahaberseutilizadoparalasenaguasdelareinaVictoria,tanfastuosayelegante era la tela.Con todo el cuidado delmundo, la devolví al cajón dondemipadrelaguardababajollaveyluegorestituílallavemaestraasuesconditehabitual(quequizáotrosdesconocieran,peronoasísuobservadorhijo).

Despuésdeesonecesitéun lugardondeesconder la falsificación,puesesoera,merecordabaconorgullo.Quitarladelavista,pensé,trasbuscarunsitioenmicuartoyqueningunomeparecieralosuficientementeseguro.Devueltaalabibliotecademipadre, lo metí en el segundo volumen infolio del diccionario de Samuel Johnson.Nadie,nimipadre, semolestaríaenmirarallí.Ypenséque, sinoeraasí, estaríanencantadosdedescubrirunacartaperdidadeArthurConanDoyle;quiénsabíasielpropioDoyleosumalogradohermanoInneshabríansidolosdueñosdeaqueltomo(alfinyalcabo,eraelmejordiccionarioescritoporunúnicoindividuoydelOxfordEnglishDictionary,unaobradetodouncomité,nosehabíacompletadoen1897nilamitad).

Fuera, la nevada fue menguando hasta reducirse a unos cuantos copos que, amodode confeti, flotaban hasta el pavimento antes de detenerse por completo.Unbrillantesoldeinviernoquehacíacentellearelgranitoylosladrillosdeledificiodeenfrenteseabríapasoentrelasnubesenunasuertedecelebracióncelestial.Ynomeinventonada.

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SibienyaeraplenamenteconscientedequemivisióndelsupuestoSladernoeramásqueundelirioparanoide—aunquelosuficientementerealparaponermenerviosoylo suficientemente imaginario para desestabilizarme—, que la policía lo convocaraparaotrarondadepreguntasmeenojódeveras.Mifelicidady,pormuchoqueodiasereconocerlo,miseguridadestabanentrelazadasconlassuyas.Sí,enotrostiemposmehabría alegradover aHenrySlader incomodado,mareado, zarandeadode todas lasmanerasposibles,peroyano.Sinomolestabaalperro,seguramenteelperronomemolestaríaamí.Deahíquepensara:«¿Porquéél?¿PorquésemolestaPollockconSlader,sintener,queyosepa,nadaparecidoaunapruebaconsistente?».

¿QuélehabíanpreguntadoaSlader?¿Quéhabíadicho?¿Habíasalidoacolaciónmi nombre? En caso afirmativo, ¿en qué contexto? Y sobre todo, ¿apuntaban susmirasmás allá de Slader, haciamí? Supuse que no debía de haberme incriminadoporque, de lo contrario, ¿no estaría el detective de Montauk o algún homólogoirlandésllamandoalapuertademicasaparahacermetambiénpreguntas?Yahabíapasado por un par de interrogatorios largos y, cuando menos, desagradables. Yaunquenohabíaestudiadojurisprudencia,nopodíapormenosquepensarquedebíadeexistiralgoparecidoaunaprescripciónenloquea interrogaragenteserefería,sobre todo a quienes hacía tiempo que habían sido descartados de la lista desospechosos,sinquehubieranaparecidonuevaspruebasincriminatorias.Peroniesaspreguntas ni las posibles respuestas tranquilizadoras me dejaban dormir por lasnoches.En resumidas cuentas, si habían citadode nuevo aSlader, podíanhacer lomismoconmigo.

Meghansediocuentaantesqueyo.—Losojos.¿Tehasmiradoúltimamentealespejo?Lostienesfatal.—Gracias.—No,notelotomesamal—prosiguióconunasonrisaamable—.Mepreocupa

que tengas esa cara de angustia. Ya habrá tiempo de sobra para las ojeras cuandotengamosaunreciénnacidoencasa.

Íbamos en el coche camino de Kinsale para darnos uno de nuestros caprichossibaritas,comerennuestrorestaurantefavoritodelaciudad,asabiendasdequeesasescapadasque se remontabana losprimeros tiemposdenuestra relación enNuevaYork,cuandonosaventurábamosenelmetrohaciadistritosdelextrarradioenbuscade unas alitas de pato ahumadas al heno o un pulpo coreano churruscado, pronto

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seríanun recuerdoplacentero.A losbebésni lesgustanni necesitan alitasdepatoahumadasalheno.

—¿Preocupadoyo?¿Porqué?Nuncasemediobienfingirdeimproviso,peroMeghannopodíaniimaginarselo

quemeteníaconunnudoenelestómagoytampoco,portanto,olersenada.—Porserpadre,quévaaser.CuandoMeghandijoesaspalabras,conelcochevolandoporunacarreterillaque

bordeabaelmar,atrescientosmetrospordebajo,mequedésinaliento.Nosésifuelapreocupacióndesuvozo lafrancasencillezde laafirmaciónensí,peroelcasoesque el futuro seme reveló con una claridad desconocida paramí desde que habíallegado a Irlanda. La dura idea de la paternidad y su concreción material no mehabíancaladotanhondohastaesemomento.Ahíestabayo,enaquelviejoBMWquehabíamoscompradodesegundamano,conduciendoenminuevoladodelacarretera,porlaizquierdaenlugardeporladerecha,símbolodeunamaneratotalmentenuevade transitar lavida.Teníaami ladoamiesposa,unamujerencantadoraysensibleque,porrazonesqueavecesescapabana todarazón,sehabíaenamoradoycasadoconmigo.Debíadejaratrásparasiempretodoslosmuertosylosvivosquemehabíaesforzado en sortear. Cogí ese pensamiento sabio y lo plegué mentalmente en unorigamiinvisibleconformadelibrosagrado,unlibroqueseríaunaconsignadevida.

Lalibertadquesentíelrestodeldíamerevolucionópordentro.Nocabíadudadequeterminaríasiendounodeesosmomentosfugacesenlosqueteparecequelavidanoesmásqueunsueño.Peromesentíacomosituvieraunaccesodefiebre.SentadofrenteaMeghan,enelinteriordelrestaurante,pueseltiempoamenazaballuviaylasnubesmoradasyverdegrisáceoechabancarrerasporelcielo,sentíquenuncahabíaestadomásenamoradoqueenesemomento,nimásenpazenaños.

—Amimadrelehabríasencantado—comenté.—Noeslaprimeravezquemelodices—contestó—.Ojalálahubieraconocido.—Eratanpequeñocuandomurióquenuncallegamosa tenerningunacharlade

madreahijosobrelaclasedechicaconlaquelehabríagustadoquemecasase.Perosi tuviera que imaginarme la conversación, yo diría que cumplirías todas lasexpectativasqueteníaparamí.

Regresamos a casa bajo una lluvia racheada, pero ni con el cielo de un azulcerúleoperfectomehabría parecidomásbello.Esanochedormí comoun lirón.Ytrasmipequeñaepifanía, lavidasedesarrollóconuna tranquilidad insólitaduranteunascuantassemanas.Megustaríacreerqueseinstalóenmíciertamadurez,comolaquemimadrelucíacontantogracejo,asícomomipadrelamayoríadelasveces.YMeghan,queparaentoncesempezabaadarlasprimerasmuestras,conunresplandorlimpio,igualitaaunapinturadeDanteGabrielRossetti.

La carta certificada que recibí justo antes de Acción de Gracias me dejóintranquilo, y con razón. Era evidente que el correo y yo no volveríamos a sercompañeros fácilesenel futuro,amí,quedepequeñomeencantabaque llegarael

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cartero,quienmuyamenudoeraportadorde libros raros.Firméen laoficinapararetirarla,peseaestardirigidaaMeghan,noamí.Alinspeccionarelremite,mefijéenquenoeradeningunodemisviejosdemonios,sinode laantigualibreríademimujerenelEastVillage.Esperabaquenohubieranquebrado,puesMeghanseguíateniendounterciodelnegocio.Cuandoabrióelsobreaquellanocheantesdecenar,descubrimosquehabíasucedidojustolocontrario.

—Parecequequierenhacermeunaofertapormipartedelalibrería—mecontómientrasreleíalacartaparaasegurarsedequelohabíaentendidobien.

—¿Yatiquéteparece?—lepregunté,aunquecreíasaberlarespuesta.—Quellegaenelmomentoperfecto,conelembarazoytodoeso—dijoconuna

nostalgia casi imperceptible—. ¿Para qué aferrarme al pasado si nuestra vida estáaquí,siemprequepodamosmantenernos?¿Noteparece?

Me tendió la carta para que la leyera. La oferta era justa, así como lascondiciones. Por lo demás, Meghan se había quedado como copropietaria paraaligerar lacargadela inversióninicialdelostrabajadores.Laslibreríaseran,sonysiempreserán,cuandomenos,empresasarriesgadasyquijotescas—esmásfácilcriarunleopardodelasnievesentusalónquemantenerafloteunalibreríaindependiente—, y la llenaba de orgullo que su antigua cuadrilla hubiera sabido conducirla conéxito,hastaelpuntodelograrreunireldineroparacomprarlesuparte.

—Me gustaría hacerlo en persona, firmar los papeles allí mismo, en nuestraqueridaNuevaYork—dijomientrasimprovisábamoscodoconcodoenlacocinaunacena de mitad de semana a base de un batiburrillo de sobras—.Mientras todavíapuedavolarymemuevaconfacilidad.Además,podríamospasarunúltimoAccióndeGraciasallí,antesdequeseamostres.

En cuanto lo dispusimos todo para ausentarnos de nuestros trabajos y que elcasero le echara un ojo a la casa durante nuestra semana de ausencia, fuimos alaeropuerto deShannon en cochey cogimos un avión rumbo al JFK.Si bien habíavistocientosdeveceselimponenteperfildeManhattan,aquelpaisajeurbanoygris,llenodeángulosypicos,enlosminutosquepasémirandoporlaventanilladeltaxiconformenosacercábamosaltúneldeMidtown,fuelaprimeravezquesemeantojóuncementerioinerte.Meghanparecíamuyemocionadaconlavisita,pormuchoquelleváramosfuerapocomásdemedioaño.Yotuvequefalsearlaemoción.

EsamismanochefuimosconlostrabajadoresyfuturospropietariosdelalibreríaacenaraunitalianocercadeUnionSquarey,conformefluyóelvinoyaparecieronlas fuentes con las raciones de calamares a la romana y de calabacines rebozados,tambiényomeanimé.Duranteunashorasestupendas,borrédemimenteelmiedoinfernal que había experimentado al aterrizar. No era consciente del manto deseguridadenquesehabíaconvertidoparamínuestrorecluidorincóndelcondadodeKerry.Allí, incluso rodeado de los adorables y encantadores «chicos» deMeghan,como ella insistía en llamarlos con cariño aunqueun par de ellos tenían sumismaedad,me sentía expuesto, vulnerable, desnudo incluso.Y aún empeoraba las cosas

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tenerqueocultarlemistemoresamimujer;dehabermepreguntado,nohabríapodidojustificarleconfundamentomiaprensión.

Conganasdetirarlacasaporlaventana,sobretodograciasaldineroinesperadoquearrojaríalaventadelasaccionesdelalibrería,nosquedamosenunhotelmejorde lo esperado, con vistas ami antiguo barrio,GramercyPark.Elmartes antes deAccióndeGraciasiríamosafirmarelcontratoyleextenderíanelchequeaMeghan,todoelloeneldespachodeunabogadocercadeBatteryPark.Después,cuandonosquedamossinasuntosqueatender,fuimosdevisitaunaúltimavezasulibrería—«mipequeña, ya hecha una mujer», en sus propias palabras—, antes de convertirnosabiertamenteenturistas.Entodoslosañosquehabíamosvividoenlaciudad,nuncahabíamos visitado la Estatua de la Libertad o el mirador en la terraza del EmpireState. Cenamos en La Grenouille y fuimos al zoológico de Central Park. Sí, ibaescrutando las caras de la gente; incluso en el barco de la antiguaCircleLine quecircunnavegaba la isla de Manhattan por el Hudson y subía por los ríos East yHarlem,mepaséelviajemirandodereojoalospasajeros,porsisedelatabanSlader,Pollockocualquieraquemeestuvieramirandosospechosamente.PeromivigilanciadegigantedecienojosnoarrojóningúnfrutoyalmenoseldíadeAccióndeGracias,que pasaríamos en Providence porque Atticus y su familia nos habían invitado,prometíaellujodelanonimato.

DurantelacenadeAccióndeGracias,miamigoycolegadetantosañosmedioun pequeño susto cuando me preguntó si podía tener unas palabras en privadoconmigomientrasdespejábamoslamesaypreparábamoselcaféparaacompañarlastartas de calabaza y de frutos secos. Lo seguí hasta su estudio al fondo de lalaberíntica casa victoriana donde vivía con sumujer y sus dos hijas adolescentes,sobreunacolinacercanaa laUniversidaddeBrown,asustadocomounciervoantelos farosdeuncochepor laposibilidaddeque lehubierandevueltoalgunademisfalsificaciones,dequemeinterrogase.¿Eraposiblequelehubieransalidomáscanasdesdelaúltimavezquenoshabíamosvisto?

—Sientomuchoponerteatrabajareneldíadelosperegrinos—dijosacandounahojadelcajónsuperiordeunescritorioderobleantiguo—,peronomevendríanmalunpardeojosexpertos,lostuyosenconcreto,parajuzgarestoquemehanofrecido.

—Sinproblema—respondímásaliviadodeloqueélpodíaimaginar—.¿Dequésetrata?

—Nosésirecordaráselrelato«Laaventuradelacajadecartón»deDoyle…Noerasoloquelorecordase,sinoquesedabalacircunstanciadequeeraunode

mis favoritos por ser de una tenebrosidad inenarrable, mucho más lúgubre que lamayoría de aventuras de Holmes. Desde la perspectiva de las costumbres socialesmodernas,noerauncasodeasesinatotaninusual;unamanterechazado,unamujeradúltera, un alcohólico violento, un homicidio doble, fruto de una venganza,mutilaciónfísica,yHolmesenplenaforma…Era todoadorable,enmiopinión.Elrelatosepublicóhacepocomásdeunsiglo,en1893,aambosladosdelAtlántico,en

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laStrandMagazineyenelHarper’sWeekly.Sinembargo,suautor—oalmenosesose cree—decidió vetar la que yo consideraba su historiamás progresista, violentatantoenelplanopsicológicocomoenelfísicoy,sí,másrealista,ynoincluirlaenlaedición londinense de la colección que se publicó más tarde ese mismo año, Lasmemorias de SherlockHolmes. Llegó incluso al punto de excluir todamención alasuntoensuúltimolibro,suautobiografíaMemoriasyaventuras.

—Se ha descubierto un pasaje del borrador de la autobiografía —prosiguióAtticus—que, alparecer, también se suprimióo sedescartó.—Levantó lahojaenalto—. Aquí justifica punto por punto por qué ha de omitirse ese relato de lasMemorias. Y, no te lo pierdas, añade unas perlas sobre su editor estadounidense,Harper, quien, como seguramente sepas, no recibió la circular, en el caso de quehubiera,sobrelasupresión…,loque,segúnparece,cabreómuchísimoaDoyle.Losestudiososnuncahansidocapacesdedocumentarconfirmezaporquéseacobardóyno quiso publicar el relato. Está claro que a lo largo de los añosmucha gente hapropuestoteorías.Peroestolocambiatodo—medijotendiéndomeelanodinosobreamarillo.

Conocíabienelrelato,tantolaficciónensícomolahistoriaquelarodeaba.Másque bien. Por supuesto, a mi padre también le había interesado. Si alguna vez lehubieranofrecidoloquecreíaqueAtticusMooreestabadándome,sindudalohabríacomprado sin pensárselo dos veces y ya luego se habría parado a considerar lasconsecuencias,quenoeransinolaposibilidadclaradequesetratasedeunanovatadamuysofisticada.

—Recuerdoquetuvieronqueretirardelmercadolaprimeraediciónamericana—comenté—y reimprimirla con tan soloonce relatos, sin incluir «La aventurade lacajadecartón».Mipadreguardabacomooroenpañosuejemplardeaquellaprimerasuprimida.

—Unlibrorarodondeloshaya;nomeextrañaqueloconservaracontantocelo.Hedeconfesarquefueunodelosprimerosquevolarondemisanaquelescuandotecompré la colección de tu padre. Ahora está a buen recaudo en una biblioteca decoleccionesespeciales.—Viendoelgesto incipienteenmicara,meadvirtió—:Nomelopreguntes.

—¿Puedosaberdedóndelohassacado?Atticusrio.—Vaya,siguesqueriendoquetraicionemisfuentes,yesoqueyanoestásenel

oficio.—Essoloporcuriosidad.—Bueno, ¿te acuerdas del ojeador del que te hablé, el tal Henry Slader? ¿El

mismoporelquemepreguntastehaceuntiempo?—Sí,claro—dijecomositalcosa.—Selocompréauntipoalquetuvequetrabajarmeunratoparaquemesoplara

queaélselohabíavendidoSlader.

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Lo primero que pensé fue que Slader, como cabía esperar, había falsificadoaquellaspáginasquepasabanporsernotaspersonalesdondeDoylerevelabaporfinsuspreocupaciones sobre el relato, su ilegitimidady sus fuertes opiniones sobre elpecadovenialylainmoralidaddeprimergrado.Pero,despuésdesentarmealamesadeAtticus,depreguntarlesileimportaba,yempezaraestudiarlaspalabrasdeDoyle—hablabaabiertamentedequeel relatoera inapropiadoparaalgunos lectores,mássiniestrodeloquelamarcaHolmesteníaporcostumbre—,mequedédesconcertado,angustiadoincluso.Ynotantoporque,deserauténtico,constituiríaelsantogrialdetodoestudiosointeresadoendefinirlasrazonesdelautorparasuprimir«Laaventuradelacajadecartón»deLasmemoriasdeSherlockHolmes,oporqueproporcionaríauna prueba escrita convincente de lo que, con los años,muchos críticos se habíanvistoobligadosateorizar;quesimpleyllanamenteelautorsehabíaacobardadoanteelsórdidorelatode infidelidadyasesinatoquehabíapuestoporescrito.No, loquemásmeconmocionófuequelaescrituradeDoyleeraperfectaencadapiernaycadapuntodepresión,correctaentodaslassubidasylasbajadasdelplumínenelpapel.Y,porencimadetodo,pueseraalgomáscomplicadodefalsificar,esasfrasesparecíanhabersidopensadasporelautorysoloporél.

—¿Ybien?—mepreguntóimpacienteAtticus—.Dime,¿quéteparece?—¿Cuánto te piden?—Medijo la cifra, sobre los treinta y picomil dólares—.

Ofréceleveinte,averquépasa.—Perotodavíanomehasdichoquépiensasdeldocumentoensí.¿Esreal?—Ytanto.Loestoysujetandoentrelasmanos.—Quesiesunafalsificación,¡malditasea!Porprimeravezenmivida—ydigobien,nohablodelaprimeravezenmucho

tiempooenuntiempo—,noteníaunarespuestarotundayobjetivaalapreguntademiamigo.SiSladerlohabíaconcebido,susdestrezascomofalsificadorrayabanenlamaestría, o al menos debía admitir que habían llegado a su punto álgido y habíadejadoatrás losdíasdeobrasmenores.Si,porelcontrario,nolohabíahechoél,ynoshallábamosrealmenteanteunoriginal,Atticusestabaenposesióndeunaminadeoro.Fueracomofuese,miconmocióneraprofunda.

—Siloes,eslamásperfectaeinteresantequehevistoenmivida.Ytedirémás:sisiguieraenactivo,memoriríadeenvidiaantelacalidaddeestaobra.Esmáspuraqueelaguadeunmanantial.

Alverquemiafirmaciónhabíadejadofrustrado,yconrazón,amiamigo,siendocomo éramos colegas desde hacía tanto tiempo y habiéndole dado gato por liebre(frasedesafortunadadondelashaya)enmásdeunaocasión,medecantéporlaqueenmiopinióneralaverdaddelasunto.Oalmenossuficientementeverdad.

—En mi opinión, es auténtico—dije—. Felicidades, viejo amigo. Parece quetienesmuchoqueagradecerenesteAccióndeGracias.

Me estrechó la mano, con tan solo un asomo de perplejidad, preocupación oasombroenlamirada,nosabríadecirqué,siesquehabíaalgo.Sinsiquieradedicarle

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unpensamiento,lepreguntéentonces:—¿TeacuerdasdeaquelfajodecartasdeDoyletancuriososobreElsabuesode

losBaskervillequemevendistehaceuntiempo?—¿Cómo olvidarlo? Con ese trato saliste ganando bien. Fue una de las pocas

cosasquetequedastecuandotemudasteaIrlanda.—Puesheestadopensando—continué—que,ahoraquevamosatenerunhijoy

viendo que tienes este hallazgo extraordinario, tal vez haya llegado la hora dedespedirmedeél.¿Loquieresporlomismoquetepagué?

He de admitir que hasta a mí me sorprendió la audacia de aquella ideaespontánea. ¿En qué estaba pensando? Sobre todo teniendo en cuenta que existíandosconjuntosdecartas.Pero,razonérápidamente,elmíoeramuchomásválidoqueeldeSladerporquemifalsificaciónerasuperior.Siélquisieraponerenelmercadoelsuyo,locensuraríancomofalso.Presuntamentecopiadodemisupuestooriginal.Eradeunaironíaexquisita.

—¿Estásseguro?—Yanocolecciono.¿Quésentidotieneguardarlas?Quelasdisfruteotro.—Puedopagarteunpocomásdeloquemepagaste,siteparecebien.—De ninguna manera. Recuperaré justo lo que te di y asunto zanjado. Te lo

mandaréporcorreourgentecuandoestemosdevueltaenKenmare.Nos dimos la mano para sellar el trato y regresamos al comedor, donde nos

aguardabannuestrasmujeresy lashijasdeAtticus,quesemoríandeganasde ir acasadelasfamiliasdesusnoviosparaelpostre.

—Vayacoloquioelvuestro—comentóMeghan—.Esperoquenoseanadaquepuedameterosenproblemas…

—Aélno—dijimosAtticusyyoalavez.—Bueno,noestámalcomopuntodepartida.Nossentamosanteelcaféylasdeliciosastartascaserasynostomamostambién

unascopitasdeuncoñacmuyricoantesdecogerelúltimotrendevueltaaNuevaYork.

Anadiesorprenderáqueduranteel trayectoderegresoporlacostapenumbrosameobsesionaraconlosdocumentosquehabíavistoenelestudiodeAtticus.Meghansequedódormidaapoyandoelpesodesucabezaenmihombro,mientrasyocerrabalos ojos para visualizar, con toda lamemoria queme permitía lamediana edad, eldiariodeSlader,omásbien,eldeDoyle.Eraunhallazgoexcepcional,siesqueeraeso, y prometía rellenar una laguna intrigante en la biografía deConanDoyle.Meparecíaadmirable,fueraverdaderoofalso,realono.

¿Erajustopormipartepensarquepodíatratarsedeunafalsificación,aunquedeuna ejecución sobresaliente, basándome solamente en su procedencia?Probablemente. ¿Me había equivocado al garantizar su autenticidad porque notraicionabaunsolodefecto,almenosporloquehabíapodidoverenelbrevetiempoquehabíatenidoparaexaminarlay,enconsecuencia,nomehabíaproporcionadocon

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quéjustificarsufalsedad?Probablementeno.Eraunacuestiónespinosaymedejabanadandoentredosaguas,incómodo.

Decir unamentira exigemucho de realidad. La verdad debe rodear el corazónlatente de toda mentira si queremos que sea convincente, creíble. Un puñado dementiras, como un castillo de naipes, nunca se mantendrá en pie. Pero unaconstrucción diseñada con elegancia sobre verdades visibles y subyacentes tienegrandes posibilidades de pasar desapercibida, de superar la prueba del tiempo.Eraposible que, al igual que yo enmi época,Henry Slader estuviera encubriendo susfalsificaciones comerciando de entrada con obras legítimas, para ofrecer a susclientes primero unas y luego las otras, en un juego de prestidigitación a cámaralenta.Unamanerasensatadeproceder,sibienno lamásrentable.Medicuentadeque teníaquehaberlepreguntadoaAtticussobre laprocedencia,aunquesolofuerapara ver si caía en la trampa y me daba información que pudiera utilizar paraaveriguardóndehabíanacidoaquelmaterial.Comoquieraquefuese,comprendíquelaprocedenciaeratanmoldeablecomoeldocumentoensí.Dadmeunpardehorasyosproporcionarécartasdeautenticidadquefácilmenteelevaríanlocuestionablehastala luz brillante y fuerte de la reputación impecable. La historia es subjetiva. Lahistoriaesalterable.Es,enúltimainstancia,pocomásqueunaarcillamoldeableenunahabitaciónmuycalurosa.

Habíaotroasuntoquemeperturbaba,másalládemiincapacidadparatenerunacertezaabsolutasobrelosdocumentosdemiamigo.Tuvequereconocerme—porquenadiemás lo comprendería, con la excepción,quizá, deSlader—queme sentía…,cómodecirlo…,marginado.Irrelevante.Allíteníaaminémesis,enfrascadoenactivoenunmundo,eldeloslibros,conelquesiemprehabíasentidogranafinidad,inclusoen los días más sombríos, cuando su población me exilió y me aborreciótemporalmente.Vivíaahoraenlosmárgenes,comounobservadorremisoqueconelpasodel tiempoibaperdiendodestreza,memoriamuscularylosmilesdepequeñosrefinamientos que exigía aquel arte. Sí, recordé que era por elección propia, unabuenaysanaademás.Laespléndidamujerquedormíasobremihombroyencuyoúterodescansaba loque lasociedadveríacomomi logrocreativomássignificativoeramiestrella,miguía.Todomovimientoquenopasarapor irconellaaKenmarehabría sido un suicidio. Y deshacerme del archivo Baskerville solo serviría pararecalcarmideterminacióndesalirymantenermeapartadodelnegocio,dejandoaunlado chiquilladas como sentirme irrelevante; seguir aferrándome a mi última granfalsificaciónhabríasidocomounalcohólicoqueguardaunabotelladeDomPerignonenunabodegavacía.Eso sí,me regodeabaante la ideaperversadedevolvérselaaSlader, que ni siquiera tenía por qué enterarse. Se podría decir que en muchossentidos esa falsificación, atribuida equívocamente a Adam, había contribuido engranmedidaasuinjustamuerte.Eramejordeshacermedeaquellaspáginasmalditas,sobre todo teniendo en cuenta que yo sabía que Atticus no corría peligrovendiéndolas.

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ParacuandoeltrensedetuvoenPennStationydespertéconsuavidadaMeghan,me sentía mejor, como si de algún modo hubiera esquivado una bala existencial.Recordélafraseadmonitoriatanpopularenelmundodelosadictosenrecuperación:tencuidadoconlaspersonas,loslugaresylascosas.LaveladadeAccióndeGraciasme había enfrentado a los tres gatillos que podían disparar mi recaída: me sentíagradecidopornohaberlosapretado.

Porpocoquemeapetecieralaidea,nopudeevitarlavisitaalatumbadeAdam.Meghan,queparecíamásconfiadayllenadevidaquenunca,propusootraexcursión.

—Nopuedo creermeque en todos estos años nuncame hayas llevado a ver lacasadetuspadresenIrvington.

—Yo también hacemucho que no voy. Por lo que sé, ha cambiado demanosvariasvecesytieneunaspectomuydistintoacuandoyovivíenelladepequeño.

—Solohayunaformadesaberlo.Además,¿noestánenterradostuspadresallíallado?Creoqueseríaundetalle irapresentarlesnuestrosrespetosantesdevolveracruzarelcharco.

Notengoniideadeporquévacilé.Sudeseodevisitarlacasadelnortedelestadodondepasépartedemiinfanciayelcementerioquealojabalosrestosdemispadreseradelomásconsiderado,muypropiodeMeghan.

—Siprefieresnoir,loentenderíaperfectamente…—No,no.Esloquehayquehacer,desdeluego.—¿Seguro?—insistió,loquemehizopreguntarmequécaradebídeponer.—Nopuedoestarmásseguro.Montaukeralaprimeraparada.Meghanyyodebatimossobresiserviríadealgo

intentarvernosconeldetectivePollock.—Tienesentido—opiné,puessabíadesdehacíadíasqueerainevitable.—Ya,pero,porotraparte,¿quépuedecontarnosquenosepamosya?Alomejor

deberíamoslimitarlavisitaauntemafamiliarynoremoverrecuerdosfeos.—Yolaverdadesquenosabríaquémáspreguntarleaestasalturas—comenté

comositalcosa.—Tienes razón—dijomás convencida—. Si necesita ponerse en contacto con

nosotros,yasabedóndeestamos.Vamos,lepresentamosnuestrosrespetosaAdam,nosdamosunpaseoporlaplayaynosvolvemosaNuevaYork.

AlquilamosuncocheparaelfindesemanadedespuésdeAccióndeGraciasy,trasdesayunarenelhotel,pusimosrumboaMontauk.¿CómodecirquelatumbadeAdamteníaunaspecto«vivo»sinpareceruninsensibleouncuentista?Desdeluego,esaspalabrasnollegaronasalirdemiboca,peropordesgraciasíquemevinieronalamente conforme nos fuimos acercando a la sepultura, que estaba llena de hojascaídas y ligeramente hundida.Alguienhabía dejadounas rosas sobre la base de lalápida. Estaban ya difuntas, y las flores que parecían haber sido de color rosa sehabíanvueltodeun tonocobreparduzco.Meghan lasquitóy lassustituyóporunadocenadeblancasreciéncortadas.

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—¿Quiénhabrásido?—susurró,sollozandosinlágrimas.—Puedehaber sidocualquiera—respondíenvozbajay,viendoque lecostaba

respirar, me arrodillé a su lado y le puse la palma de la mano en el centro de laespalda—.Supongoqueunbuensamaritano.

Recogimosentrelosdosunpardepuñadosdehojasdesperdigadasporlahierba,las metimos en la bolsa de plástico en la que habíamos traído el ramo de floresfrescasyregresamosalcoche.MeghancomentóqueellunesantesdecogerelvuelodevueltaqueríallamaralosdelcementerioparapreguntarlessipodíancuidardelatumbadeAdamconregularidadennuestraausencia.

—Deberíaestarmáscuidada.Nomeimportapagarloquehagafalta.Viendo que su honda frustración porque la investigación del asesinato siguiera

abierta semanifestabaen formade insatisfaccióncontra lagerenciadelcementerio—que en realidad estaba muy bonito y bien cuidado, con gran respeto por susnecropolitas—,optépornodecirnada.Nuestropaseoporlaplayafueapresurado,ysentíquelospensamientosdeMeghanerantantormentososcomolasnubesquesecerníansobrenosotrosporelnoreste,a lolargodelhorizontepúrpura.Raravezmimujer permanecía mucho tiempo con el ánimo sombrío. Había aprendido con losaños que cuando estaba baja de ánimos, era mejor dejarla con sus pensamientos.Teníaformasdelidiarconlascosasquesabíaqueyonuncacomprendería,ytampocoservía de nada intentar que la ola rompiera antes contra la orilla. A la hora delalmuerzo,yaregadoporunalluvialigera,Meghanhabíavueltoalanormalidad.Aunasí, ante un par de rústicos bocadillos de langosta, me planteó una cuestiónciertamentedesconcertante.

—¿Quiéncreesqueeraeldelaplaya?—No sé de qué me hablas —le dije dejando el bocadillo sobre el papel de

aluminio.—¿Nolohasvisto?Untipocomodetualtura,puedequealgomásalto.Conel

pelomuymuycorto,pálido,másbiendelgado.—¿Yquépasabaconél?—Qué raro, normalmente eres tú el observador —replicó—. No, es que me

parecióquenosestabamirando,sobretodoati.Creíaqueeráisamigosoalgo.Lediunsorboalaguayrepaséconlamiradaellocalparaversimi«amigo»nos

habíaseguidohastaallí,yapuestos.—Losiento,peronomehefijado.Si tedigolaverdad,estabamáspreocupado

porti.Detodasformas,sihubierasidoamigomío,sehabríaacercadoasaludar.—Alomejortehaconfundidoconunfamoso—bromeó—.Haymuchosfamosos

poraquíenelEastEnd,actores,economistasyesascosas.—Famosoesloúltimoquequerríaserenestavida.Puedequelohayasentendido

al revésy en realidadestabaadmirandoamibella esposa.Eso tendríamuchomássentido.

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EneltrayectodevueltamesorprendídeseandohabervistoaSlader,sirealmenteeraél.Miprimerareacciónhabríasidomandaralcuernolasprecauciones,acercarmea él y decirle cuatro cosas. Por suerte, no se había dado el caso, porque tenía lacertezadeque,provocándolo,solohabríaconseguidobuscarmemásproblemas.Pero¿cómosabíaqueestábamosallí?¿LehabíamencionadoAtticusdepasadaquehabíaestadoevaluandosumaterialdeConanDoyleenAccióndeGraciasyeso lohabíaalertado?NolehabríacostadomuchoadivinarquevisitaríamoslatumbadeAdam,yconpacienciaynadamejorquehacer,supongoquetalvezsimplementesecomplacíaen espiarme. Con qué fin, no sabría decirlo. Aquel hombre parecía cada vez másdesequilibrado.

Nuestra excursión del domingo por la mañana a Irvington—«la tierra de losjinetessincabeza»,bromeóMeghan—fuemenostensa,aunquepasamoscercadelasalidaquetoméenmiprimer intentodeabordaraSladerenDobbsFerry.Tambiénmesobrevolabaunapesadillaquehabíatenidojustoantesdedespertarme,comounamadeja indefinidadebrumaamialrededor.Loúnicoquerecordabadelsueñoeranlaspalabras«Henrylamató».Loapartédemipensamiento,enbuenamedidaporque,de haber sidoHenrySlader el hombre de la playa del día anterior, nome cabía lamenordudadequesenoshabríaacercadosigilosamenteynoshabríadicho loqueteníapensadodecirnos.Podíaestardesequilibrado,peronuncasehabíacortadoalahoradeexigir.Encualquiercaso,medebíaunacartadeagradecimientosirealmentehabía falsificado ese brillantematerial de «La aventura de la caja de cartón». ¿Nohabíaproclamadoyosuautenticidad?

Encontramosmi antigua casa enun estado sorprendentementebueno, almenosporfuera.UnaclásicaedificaciónTudor,conlaplantadearribarevestidadeestucoblancoydecoradaconeltradicionalentramadodemadera,conservabalasventanasde plomo demi infancia, con vistas a nobles árboles teñidos por los naranjas, losrojosylosdoradosdelesplendorotoñal.Parecidaaundibujoatintadelamagníficailustradora escocesa Jessie M. King, era más majestuosa de lo que recordaba.Quienquieraquefuerasudueñolahabíacuidadoadmirablemente.

—¿Quieresquellamemos?—mepreguntóMeghan.—No,estábien.—Venga,nocreoquelesmoleste.Recorrimos entonces el sendero serpenteante que llevaba hasta la puerta y

llamamosaltimbre,perononosabriónadie.—Mejorasí—ledijemientrasvolvíamosalcoche—.Esmejornomolestaralos

fantasmas.—Túnocreesenfantasmas—replicóMeghancaminoyadelcementerio.Sibiennoeradeltodocierto,deprontosentílaurgenciadeacabarconlavisitay

terminar de una vez por todas. Elmausoleo familiar albergaba a los padres demipadreyaotrosparienteslejanosquenohabíallegadoaconocery,siendosincero,nifalta que hacía. Era curioso: podía dibujar de memoria y con bastante detalle los

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árbolesgenealógicosdelosautorescuyascartashabíafalsificadoconmásasiduidady, encambio, apenaseracapazde recordar laplantillade serviciosmínimosdemifamilia.Nonosquedamosmucho tiempoynuestroviaje terminóconuna tranquilacenaparadosenlahabitacióndelhotel.

Lacita«CuandotevasdeNuevaYork,novasaningunaparte»estuvodándomevueltasen lacabezadurantenuestrovuelode regresoaShannon.Aunquenosabíaquiénlahabíaescrito—lobusquécuandoestuvimosdevueltaenKenmare:JimmyBreslin,unescritoralquenuncahabíaleído,peroque,segúnrecordaba,amipadrelegustabamucho—,supeapreciarlaextravaganciasardónica,alaparquesentida,delafrase; el chovinismo que la alimentaba; la filosofía de «soy mejor que tú» de laciudadGothamquepretendíaponerderelieve.Encuantoamí,yoabrazabalaideadeunaformadistinta:yoqueríairmedeNuevaYorkyalmismotiemponoteníainteréspor ir a ninguna parte. Lo cierto era que ya había estado en suficientes «ningunaspartes» en mi vida. Estaba harto de las ningunas partes y deseaba desde lo másprofundodemialma,siesquetenía,elgransolazdeuna«ningunaparte»moldeable.

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Estarderegresoenlacasitasupusounaauténticavueltaalhogar.Fueloprimeroquepensécuandomedesperté,conalgodejet-lagperodeseosodezambullirmedenuevoenlavidalocal,ensucómodalimitación.Nisiquieralasvisionesnostálgicasdemicasa de la infancia al norte del estado y de las calles familiares de Nueva Yorkestaban a la altura de la serenidad casi total que experimenté en mi Kenmare deacogida,mientrasmolía amano el café en la pintoresca cocina de nuestra casa decampo,mevestíainformalparavolveraltrabajoenlapapelería,hablabaconMeghansobredóndequedábamosparaalmorzaresedía,quesiteníamosquepedirbriquetasde turbaodirectamente turbapara lachimenea;el inviernoestabaa lavueltade laesquina con el tiempo de noviembre cada vez más desapacible, pero a la vezagradable.Cosasasídesencillas.

ElseñorBrionEccles,eldueñodelapapeleríaeimprentaEccleseHijos,conocíamipericiacon lacaligrafía, aunquenada sabíade laspeligrosasencarnacionesquehabíaadoptadoenelpasado.Fuesindudaunadelasrazonesporlasquemecontrató,yaque,alpocodeocuparmipuesto,mepusoaescribiramanoinvitacionesdeboda,anuncios de fiestas de futuros nacimientos, citas, diplomas, todo lo que exigía unaletraeleganteparadocumentosqueeranelcolmodeloinsulso.Lohacíaporquemelo pedía y porque creo que Meghan veía en el ejercicio un uso positivo de midestreza,cuandonounaespeciederehabilitación.Aunqueeraparecidoapedirleaunconcertista de piano que aporreara Chopsticks en una espineta desafinada,desempeñabamilabordiligentemente,sinunaqueja.Sinplanesnefariosenmente,nipensamiento sobre ninguna actividad futura que pudiera llevarme de vuelta a miantiguavidasecreta,meesforcépornocederaloscaprichosdecolegialynoacabarescribiendo, por ejemplo, una invitación a unas bodas de plata con la letra del reyemperador Eduardo VIII; me dije que si el monarca había podido abdicar de sullamadadivinaporamor,yopodíahacerlomismo.

Fue por entonces cuando, con una emociónmoderada pormi parte, Ecclesmeendilgó uno de esos proyectos caligráficos mortificantes y me preguntó si queríaprobaraecharaandarlaprensadepruebasVandercookqueutilizabaparaimprimirpanfletos,octavillasycosasporelestilo.Medijoqueledolíaelhombroy,comolaimprentaexigíaqueeloperarioaccionaraelgruesorodilloquesujetabaelfoliosobrelostipos,adelanteyatrás,unayotravez,noleibaadartiempoaentregarenplazounencargosinoloayudaba.

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Decirquememanejéconellacomopezenelaguaseríavalersedeuncliché—cuando en realidad estabamás bien pez en el tema— y almismo tiempo quitarleimportanciaaunaverdad irrefutable;adorabaelaromade la tintaviscosayelolorpenetrantedelaceitedemáquina;elpesoyelmovimientosuavedelamanivelaydelrodillo;elsonidorepetitivodelostiposalmorderligeramentelapieldelpapel.Y,porencima de todo, ver apilarse hoja a hoja las páginas perfectamente impresas. Elcontenidotextualdeloqueestabaimprimiendoquedórelegadoaunsegundoplanoporelactoensí.Merecordómisprimerasleccionesdeescriturabajolasupervisióndemimadre,unaexperienciacrucialenmivida.

CuandoelseñorEcclesmediolasgraciasporhacertanbuentrabajoconun«Quérápido aprendes», le agradecí a mi vez la oportunidad de utilizar su prensa y meofrecípararepetirenfuturasocasionessiemprequelonecesitase.

—Puesesposiblequetetomelapalabra—mecontestó.Cuandolleguéacasa,anuncié:—Tengonovedades.—Cuéntame.—HoyEcclesmehadejadoutilizarlaVandercookporprimeravez.Sinasomodesarcasmooironía,semaravilló.—Seacabóelaprendizaje.TenemosaunGutenbergenlafamilia.—Bueno,tranquilidad.DudoqueGutenbergtuvieraqueimprimiralgunavezuna

invitacióndebodaacuatrocolumnas.—¿A cuatro columnas? ¿Se está oyendo, caballero? Suena usted ya como un

impresorcurtido.—Amenaza con pedirme que haga más. Incluso dice que está dispuesto a

enseñarmeacomponeryencajarlostipos,limpiarlaprensa,todoslosrudimentosdeloficio,simeinteresa.

—Parecequesíqueteinteresa.—Sitesoysincero,creoqueescomounsueñodelainfanciahechorealidad.Me

temoqueyasabemosmuybienlosdosquelapalabraescritaamanofuemiprimeramor.

—Másbienunamalaamante.Nopodíacontradecirla,demodoqueasentíantesdeproseguir:—Aunquemipadre intentó en sumomentoenseñarmecosas sobre tipografíay

tipos. Tenía muchos números de Print, una revista trimestral especializada en elmundo de las artes gráficas y los tipos, y otra llamadaTheColophon, de los añostreinta, llena a rebosar de ilustraciones a color, hermosos dibujos y tratamientostipográficos.OtrosniñosteníanloslibrosdedibujosdeldoctorSeuss,Babaryesascosas;yoteníacomounascuatrodocenasdeTheColophonentapadura.

—Vengaya,¿nomedigasquenoleíasElgatogarabatoyesascosas?—Solopormimadre.Mipadreyyoteníamostextosilustradosmáselevadoscon

los que entretenernos—le conté entre risas—. El caso es que llegué a amar esas

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fuentes: laBodoni, laCaslon, laGillSans.Hasta le pusimosBembodenombre algato.YelbuenodeEcclestienebandejasybandejasdetiposconesasfuentes.Mesientocomounniñoenunatiendadechucherías.

—Erestodounpersonaje.Elclásicoempollón.—Esonotienenadademalo,¿verdad?—Sino fuerasasí,no tequerría tanto—medijo,pero tambiénmedesconcertó

ligeramente al añadir—: Mientras no vayas por ahí imprimiendo octavillas conpoemasrarosdelsigloXIX,dePoe,Keatsocosasporelestilo.

—Notienegracia—repliquéconuntonodevozmáscortantedeloquemerecíasucomentario.

¿QuésentidoteníamentirmeamímismosobreelhechodequeesamismaideasemehabíapasadoporlacabezanadamásverlaprensadepruebasdeEccles?O,comomínimo,imprimircopiasdeexlibrisdeautoresdignosdecoleccionar—comoE.M.ForsteroEdgarRiceBurroughs,porejemplo—parapegarlosenelpiedelasguardasdeotros libros, convirtiéndolosasí encopiasasociadas, conmásvalorgracias a suestimableprocedencia.Además,quetuvieraexperienciaenuntipodefalsificacionesno significaba que pudiera, y menos aún debiera, intentar aprender otro; un granpintorno tieneporqué sernecesariamenteungran escultor, unamanzanano es lomismoqueunanaranjayesascosas.Hiceloposibleporsuavizareltono.

—Porunperroquematé…O,másbien,porcasimatarunperro…—Telollamaronyseacabóparasiempre,¿noescierto?—Mira,Meghan,déjaloya—leadvertíyalinstantemeavergoncéporhaberme

mostradotanenfadado.Era evidente queme había puesto a la defensiva, cuando en realidad ella solo

estaba comportándose como la esposa protectora y decente que era, cuyapreocupaciónporsumaridoestabamásquejustificada.Imagínenselavidamiserablequehabríallevadoyosinella;porsubienyeldenuestrohijo,teníaquepermanecertodoloposibleenlasendadelaprobidad,debíasernosolounhombreamoroso,sinotambiénrectoyhonrado.Cuánfácildecirmeesaspalabrasy,almismotiempo,cuándifícilcubriresasexpectativas.Melevantédelasiento,meacerquéylabesé.

—Lo siento, Meg —le dije en apenas un susurro—. No quería saltar de esamanera.Notelomereces,deverdad.

Lamiradaensusojosrebosantesdeazulalaceptarmidisculpa—ojosdelcolorde losmares terrestres vistos, por ejemplo, desde laLuna—mehizo sentirme aúnmás culpable. Sabía que no merecía el amor que sentía por mí. Pero ¿qué podíahacer?Solomequedabadejaraunladolosremordimientos,ahogarlosenlosmaresdesusojosyseguiradelante.

Con Acción de Gracias ya pasado, el cumpleaños deMeghan era la siguientecelebracióndelcalendario.HabíaconservadolatradiciónqueempezócuandoAdamy yo le regalamos los libros de Yeats. Al ir añadiendo un volumen en cadaaniversario, ya podía presumir de una espléndida pequeña colección de media

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docena. Ese año, el primer cumpleaños en Irlanda como adulta, necesitaba algoparticularmente especial, y no un ejemplar adornado con una dedicatoria falsa aMaudGonneoLadyGregory.Aun sabiendo que no es posible expiar las culpas abase de regalos, seguía pensandoque no haría daño a nadie hacer un gesto en esesentidoy,conscientedequesuspoemasdeYeats favoritosestaban recogidosenelvolumende1928Latorre,mepuseencontactoconAtticusparaquemeconsiguieraunaprimeraedición.Noeraunlibrobarato,peroteníacréditodesobraconmiamigoypenséquenomemolestaríani enmirar el precio.Cumplió con supalabraymelocalizóunbonito ejemplar con sobrecubiertaquememandópor correo aéreounasemanaantesdelcumpleaños.

Lapapeleríanoquedabalejosdelaestafetay,deseosodeverellibro—Atticusdecía que la hermosa sobrecubierta de T. Sturge Moore estaba perfectamenteconservada,quenuncahabíavistonadaigual—,mepasabatodaslasmañanasantesdel trabajo para ver si había llegado. Como el cumpleaños caía en sábado, si eltiempolopermitía,teníamospensadoiraKinsaleparacelebrarloconunalmuerzoennuestrorestaurantedeconfianza.El jueves llegóelenvíodeAtticus,asícomootroparaMeghan.Curiosamente,esesegundopaqueteteníalamismaformaypesoqueelqueconteníamilibrodeYeats.Esanochellevélosdosacasaylosguardéparaqueno losvieraMeghan…;yno solo elmío, quede todas formaspretendía esconder,sinotambiénelotro.Sabíaquenoestababienocultarcorreodirigidoaotrapersona,niaunaesposaniaunadesconocida,peronecesitabatiempoparapensar.

Nome olía bien.No tenía prueba de una cosa u otra, pero sentía que algo nocuadraba.Ladirecciónestabaescritaamáquina,ynoconunaeléctrica,sinoconunaviejaRoyalmanualuotroarmatostedelPaleolítico.¿Quiénseguíaescribiendoconmanuales? Por lo demás, el remitente había utilizado el apellido de soltera deMeghan,asícomoeldecasada,undetalle,sí,absurdamentepequeño,peroaunasíseme antojó inoportuno, o almenos provocador, al recordarle que seguía siendo unaDiehl. ¿Conqué fin?Para colmo,no aparecíaningún remite, solo elmatasellosdeNuevaYork.

ParacuandoMeghanllegóacasa,habíadecididoqueelpaquetedebíadeserdeloschicosdesuviejalibrería.Solounparanoicocreeríaotracosa.Asíytodo,aúnnolohabíasacadodesuescondite.«Mañanaselodoy»,pensé.No,mejor,selodaríaensu cumpleaños. Debería haber tenido la inteligencia de reconocer que estabaposponiendo la posibilidad de que los problemas acecharan desde el interior delpaquete.Esanoche,enunaodoshorasquepaséenvela,inclusoconsiderélaopcióndetirarlosinmás.¿Quiénibaadarsecuenta?Cuandollamarandelalibreríaparaversilehabíagustadoelregalo,seharíaevidentequesehabíaextraviadoenelcorreo.Era triste, pero sucede más a menudo de lo que nos gustaría creer. ¿Estabacertificado?¿Habíanpuestobien ladirección?¿Quéera?Vaya,quépena.Meghan,almacándida,sindudadiríaqueloquecontabaeralaintención.

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Alfinal,nidestruínimiréel interiordemitorturadordepapelmarrónycordel(sí,eraunpaquetealaviejausanza).Enlugardeeso,envolvíLatorreenunbonitopapel estarcido de regalo que mi jefe reservaba para las ocasiones especiales,estampado con globos aerostáticos y, por extraño que parezca, unos maravillosospaquidermosvestidosde tiros largosymontadosporpachás, tambiénellosconsusmejoresgalas.El libro en sí eraunabelleza,unejemplarqueamipadre lehabríaencantado (y en sumomento amímehabría encantadomejorar con almenos unafirma),yeraconscientedequeledebíaaAtticusalgomásquedineroporél.MelollevéconmigoaKinsale,juntoconelpaquetemisterioso.

Pedimosunauténticobanquete.Eltiempoaguantóloqueduróel trayecto,peroluego se instaló sobre el litoral una tormentade esas sobre las que tantohabíamosoídohablarenIrlanda,peroaúnnohabíamosvividodeprimeramano.Enelexterior,elaguaarreciabayrepiqueteabaempapándolotodo.

—Bueno,nosotrosestamossecosyasalvo,noenmediodelmar.Yademásestucumpleaños.Asíquetengoalgoqueesperoquenoolvidesnuncafuera,paraquenolomojelalluvia.

Cómodecirlo…Meghansesintiósuperada.Ellasíqueeraelclásicoratoncillodebiblioteca.SelellenarondelágrimaslosojosazulTierra.

—Tequiero.Graciasdecorazón.Visto ahora conperspectiva, cuandoacababadeexperimentar loqueestaba tan

cercadelaperfecciónenlavidaporlogeneralimperfectaquellevamos,algunosalmenos,nodeberíahabermearriesgado.Perolohice.

—Hay otro regalo, o eso creo, porque ha llegado de Nueva York. Es de loschicos.

Cogióelpaquete,utilizóelcuchillodelacarneparacortarelcordelyloabrió.—Diossanto,quémaravilla—exclamóMeghan.Sindudaeraunlibrobonito,unaprimeradeLaescaleradecaracoldeYeatscon

sobrecubierta.—Han tirado la casa por la ventana—comenté, aliviado y sorprendido de que

hubieranescogidounvolumenconundiseñoparecidoaldeLatorre.Cuandoabrióel libroporlapáginadel título, todaslasesperanzasylosbuenos

augurios se chafaron, yMeghan dejó escapar lágrimas de otra naturaleza. Por miparte, me entró una rabia asesina, aunque la oculté tras una expresión todo loconfundida,preocupadaybenévolaquepudeconjurar.

La escalera de caracol tenía una dedicatoria con la letra del poeta, la tintaperfecta,lalocalizaciónenlapáginajustodondeYeatslahabríapuesto,loscaracteresylafirmaimpecables,einclusomásqueeso:

ParaMeghan,ensucumpleañosyenrecuerdodeloqueestáporvenir:Ohcuerpomusical,¿cómopodemosdelbailedistinguirlabailarina?[6]

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Contodoelafectonecesario,W.B.Yeats.

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Unrasgueomedespertódemisueñoligero.ConunanebulosaenlacabezacausadaporlasvariascopasdewhiskyirlandésquemehabíatomadoalavueltadeKinsale,mepreguntésiaquelruidopertinaz,unrítmicorasrasras,erarealosoloelecodeunmalsueño,unapesadillayaolvidadasobrecavarunatumbaoarañarunataúddesdedentro.Meghanestabaprofundamentedormida—teníaesedon,sercapazdedormir,independientementedelomalqueseencontrase,encuantoapoyabalacabezaenlaalmohada—, con la respiración superficial y lenta. El ruido parecía provenir deljardín trasero y, aunque indefinido, era insistente y en absoluto disimulado. Aquienquieraqueestuvieseallíno le importabaque lodescubrieran.«Malnacido, sodescarado»,penséoyendotambiénunaligeralloviznacontraelcristaldelaventana.

Cansado,cautelosoeindignadoporqueloquedebíahabersidoundíamuybonitohubiera acabado con mi mujer furiosa y desconcertada, y yo convencido de queHenry Slader había vuelto, abandoné el calor de la cama cuidándome de nodespertarla.Sindejardeaguzareloído,bajélasescaleras,quecrujieronysuspiraronconcadapisadaapesardelamoqueta.Meabrípasoatientasdesdelashabitacionesennegrecidas por la noche hasta la cocina, donde, una vezmás con todo el sigiloposibleysinvalermedelucesquepudierantraicionarmipresencia,saquélamachetadecarnicerode la ranuradelviejosoportedemaderaquehabía juntoal fregadero.¿Porquénomehabíamolestadoenconservarunarma?,pensé.Casualmente,cuandonuestrocaseroseofrecióapresentarmeasuhijomayor,queeraguíadepescaydecaza profesional, para que me enseñara los rudimentos de la pesca del salmón,tambiénmesugirióqueprobaramishabilidadesconeltiroalplatoeinclusoutilizaralgunas de sus escopetas para cazar aves acuáticas.No tenía nada en contra de lapesca ni de la caza, simplemente no había encontrado el momento de aceptar suamableofrecimiento.Allíparado,descalzo,enmediodelaoscuridad,blandiendounamachetamedioromaenlamano—otracosaquenohabíaencontradomomentoparahacer, afilarla con la piedra que habíamos comprado hacía poco con tal fin—,mesentí como un bárbaro impotente. También reparé en que tenía las palmas de lasmanossudadas,pesealfríoquehacíaenlacasa.

El rasgueo se detuvo por unmomento. ¿Habría oído el intruso el movimientodentrodelacasaydecididoesconderseyresguardarsedevueltaenelanonimatodela noche? Cuánto deseé que fuera así. Pero entonces el ruido se reanudó y fuiabriéndomepasoatientas,comounciego,hastalapuertatrasera.Dandoporhechoque, de unmodo u otro, el causante del sonido era el propio Slader—aún en un

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estadoliminalfuicomounfantasmahacialosinterruptoresdelosfocosdeseguridad,losencendíyalinstanteeljardíndeatrásseviobañadoporunaluzplateada—,mesorprendiónoverningúnfalsificador,ningunanémesishumana,tansolounchuchomarrónynegro,grandullónysarnoso,excavandoconsañacercade lazanjareciéntapadapordondeloselectricistashabíanpasadoloscablesdelsistemadeseguridad.Furioso,salíbajolallovizna,legritéysoltéelcuchilloparadarpalmasyespantarlo,al tiempoquecargabacontraelperruchoidiota,quelevantólacabezay,alverquemedirigíahaciaél,sefuerenqueandocomositalcosayseperdióporelbosque.

Cuando llegué al punto donde había estado cavando, oí queMeghan abría unaventanadenuestrodormitorioenlaplantadearriba.

—¿Se puede saber qué está pasando? —Su voz era una mezcla de alarma,irritación,preocupacióny,porsupuesto,somnolencia.

Debíanderondar las tresdelamadrugada,sindudalahoradelasbrujas,ymedolíanlospiesdelfríoquedespedíalahierbamojada.

—Heoídoalgo.Mientrasgritabaesaspalabrasvolviéndomehacialaslucescegadorasdelacasa,

sinpoderver aMeghanpor culpadel reflejo,me sentí ridículo, comoun locoqueexplica por qué insiste en ponerse un sombrero deNapoleón ladeado ymeterse lamanoentrelaabotonaduradelaguerrera.

Meghandijoalgo,peronoloentendí,porqueseguíacaminandohacialosárboles,pordondehabíaestadohurgandoelperro.Conuna linternapodríahabervistoquéintentabadesenterrar,pero,pesea las lucesdeseguridad,elagujeroestabacubiertodesombras,yyonoteníaintenciónalgunademeterlamano.«Esperdereltiempo—pensé—.Puedeesperarhastamañana».Aldarmediavueltapararegresaralacasa,reparéenqueestabaempapadodepiesacabeza,conelpijamapegadoalcuerpoylospies llenosdebarro.Seguramenteparecíaelhombredel saco,o inclusounchuchopiojoso.

Cuandotraspasélapuertatrasera,viqueMeghanbajabaconunatoalla.—¿Quéera?¡Estaráshelado!—Tevasareír—ledijemientrasmequitabalaropaempapadaymesecaba.Meghan me tendió el albornoz y puso la tetera al fuego para preparar una

infusión.—Lodudomucho.Noestoyparabromas.—Bueno,poresoenparteheacabadoahífuera.Nosésialgúndíapodrásllegara

creerqueyonotengoabsolutamentenadaqueverconlafalsificacióndeYeats,que,como ya te he dicho y repetido varias veces, me parece una broma cruel ydesconsiderada,peroel casoesqueamímehaasustado tantocomoa ti.Asíque,cuandomehedespertadohaceunratoporunruidoextrañoenel jardín,miprimerpensamiento ha sido que el responsable de esa sucia treta, quienquiera que fuese,habíavueltoapormás.

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Meghandeliberósobremispalabrasmientrassacabalamanzanillaylamieldeladespensa.

—¿Porquénomehasdespertado?—Estabasmuydormiday,despuésdelanochecitaquehabíamostenido,nosé…

Tampocoesqueyotuvieralamentemuydespejada.—Y,entonces,¿quéera?¿Realmentehavalidolapenaempapartedeesamanera?

Esperemosquenopillesunaneumonía.—Unchuchoescarbandoenbuscadealgo.—¿OtrosabuesodelosBaskerville?—Exacto—dijeconunasonrisaynopudeevitarreírmeunpocodemímismoy

secundarsubroma—.Unbichoenormeconunosojosrojosmonstruososqueardíancomoascuas.

Nostomamoslainfusióny,antesdevolveralacama,llegamosaunaespeciedereconciliación.Porlamañana,llaméaltrabajoparapreguntarsipodíairdespuésdecomerporquenomesentíadeltodobien.

—Lanochesealargó—expliquésintiéndomeculpableporpedirelfavor.Al fin y al cabo,me había ofrecido para ir en domingo, el día de cierre, para

poder ayudar con el trabajo con la Vandercook porque íbamos retrasados con losencargos.Pero,comobuenirlandés,noseríalaprimeravezqueEcclesleperdonaraunaresacaaunempleado.Asíytodo,miprincipalafección,porllamarloasí,noerani resaca ni neumonía, sino una aprensión brutal a que Henry Slader lograralocalizarnos y, enfurecido por el reciente interrogatorio por el asesinato de AdamDiehlymiventadelarchivoBaskerville,decidiesetomarrepresalias.

PeroEcclesestabahablándome.—¿Legustóatumujerelpapelestarcido?—Leencantó.Loquiereguardarparautilizarloenelprimerregalodelniño.—Québien,québien.Notepreocupes,cógeteeldía.Yquetemejores.Aunque detestaba perder cualquier oportunidad de operar con la prensa,

necesitabatiempoparaidearunplan.Además,queríavolverasaliraljardínyverquébuscabaelperro,ytalvezcuriosearporelbosque.AntesdequeMeghansefueraahacerunascompras,nopudeevitardecirle:

—Tencuidado,¿quieres?—¿Quépasa,tienesmiedodequememuerdaunperro?—mecensuró,loqueme

recordó, porque parecía haberlo olvidado, que mi esposa era ante todo una mujerfuerte—. Mira —prosiguió—, siento mucho haberme puesto así anoche. Metrastornó,esoestodo,sobretododespuésdeturegalotanbonito.

—Meg…—lainterrumpíconlaesperanzadeevitarelpeligrosoterrenodeseguirdiscutiendosobreelincidente.

—No,déjamehablar.Notendríaquehaberteechadolaculpadelodellibro.Yoséquenotienesnadaqueverdirectamenteconeltema…

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—¿Directamente?Yatedijeayeryterepetíquenotengonadaqueverypunto.Queelculpablesepahaceralgoqueyoantesdominabanoquieredecirqueesasuciatreta tenga que ver conmigo o mi pasado. Lo que intenté decirte anoche, yseguramente no me expresé bien porque a mí también me dejó horrorizado ladedicatoria,esquecontodaprobabilidad(ynomatesalmensajero)todoestotengaqueverconAdam.

Meghanuniólasmanoscomosifueraarezaryse las llevólentaysuavementebajolabarbilla.Seguíadepie,comomármollabrado,juntoalapuertadelaentrada,consugruesojerseydelanadeAran,subolsadelacomprademallacolgándoledelosdedoscomounareddepescadesamparada,listaparairalpueblo.Empezóallorardenuevo,sollozosmudos.

—Es que… ¿cómo se puede ser tan cruel? —consiguió decir entre aliento yaliento.

Me quedé mudo, pero no porque su pregunta no tuviera sentido, sino porque,aunque me hubieran concedido mil años para encerrarme en una celda monacalencaladaeintentardarconunarespuestaquetuvieratantosentidocomosupregunta,sabíaquenohabríapodido.Unavozcínicamedijopordentro:«PregúntaleaDios,quefuequienempezótodoesto».Otralerespondió:«Cállate».

La llovizna y las deprimentes nubes nocturnas habían dejado paso a parchesvacilantes de cielo raso, que a su vez fueron extendiéndose conforme el sol de lamañanabrillabaconmásfuerza.Fuera,lahierbaestabaligeramentecubiertaporunaniebla baja causada por el agua de lluvia de los campos anegados al empezar aevaporarse.Nomuylejos,unpardeurracassepavonearonporelcéspedbrumosoy,algo más al fondo, sobre un tejo, una reluciente chova ejecutó unas acrobaciasimpresionantes. Cuando me terminé la taza de café, consciente de que estabapostergandosalirfueraparainvestigar,mepuseporfinlaskatiuskasyabrílapuertatrasera.Aquellamañanaelaire,consuspequeñoscúmulosdeneblinaarremolinados,ya casi evaporados por la fuerza del sol, no podía sermás puro.Alertadas pormipresencia, las dos urracas protestaron con un sonoro raca raca, al tiempo quelevantabanelvueloysedirigíanhacialalindedelbosque.

Mientrasatravesabaelcéspeddondenohacía tantashorasmehabíaaventuradocomoeltípicomemodepelículademiedocutre,penséenSladeryenlomuchoquemeaturdíaconsutemperamentoincorregibleysulocuraauténtica.Sí,debíadeestarmolestosisehabíaenteradodelodelascartasBaskerville…,cosabastanteprobable,segúnmehabíadichoAtticus,quemehabíahabladodelaconmocióncausadaentrelosespecialistascuandolasvendióaunabiblioteca.Sinembargo,dehaberinvertidolospapeles,querríapensarqueadmiraríasuarrojo,pornohablardeladestrezaquehacíafaltaparallevaracabosemejantetrastada.Y,además,sehabíallevadounbuenpuñadodedinero,unabuenatajada.¿Quémásesperabasacarme?

Pero,quitandotodolodemás,lapreguntamásacucianteeraporquéhacerleesoaMeghan, la única inocente de toda esta historia. Recordé entonces lo mucho que

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había acabado desagradándome, hasta la tirria, Adam Diehl, y cómo empecé aobsesionarmeconlibrarmedeél—losfalsificadoressomostremendamenteobsesivosy,alestaralmargendelaley,somos,pordefinición,peligrosamenteobsesivos—,y,araíz de esos pensamientos, Slader se me apareció con mayor definición. Unfalsificadormuysuperioralamediaquesecreíaconderechoatodoyquenoteníaproblemaenpenetrarenmundosajenosyconvertirse—enlamedidaenqueelactodelafalsificaciónpermitetalmetamorfosis—enotrapersona.

«¿Tú te estás oyendo?», pensé con una sonrisa burlona mientras seguíaavanzando por el prado.Un filósofo deKenmare pontificando en katiuskas.Así ytodo, para ser una empresa que entraña tal nivel de educación, sofisticación yconducta civilizada, la falsificación también atrae a zafios embrutecidos. Sladerparecíaencarnartalescualidades,yporesamismarazónteníaqueadmirarlo,aunaregañadientes.

Aunquelaneblinabajasehabíadisipadocasiporcompleto,mellevóunratodarcon el agujero que había excavado el perro. Pero, viéndolo con perspectiva, casimejorasí,porqueloqueencontrépocodespuésmarcóotropuntodeinflexiónenmivida,unabruptoabismoquenotardaríaenhaberdeseadoevitar.

Elhoyonoeratanprofundo,detreintacentímetrosalosumo.Ynoloeraporque,delocontrario,habríadesalentadoalperro—ynosoloalqueyovi,sinoacualquiera— y no habría desenterrado los malditos guantes que encontré en ese momento.Ahogué un grito, o eso creo recordar, y antes de inspeccionarlos con másdetenimiento, escruté a mi alrededor con los ojos entornados para ver si meobservabaalguiendesdeelbosqueolapropiacasa.Viendoquenohabíanadie,meagaché.Losguantes,depielnaturaldebecerro,parecíanunasmanosdesmembradas.¿Sangre humana?No, en Irlanda la gente comemorcilla de sangre y cosas por elestilo;nocuestaencontrarsangreenlascarnicerías.Encualquiercaso,erarepulsivo,y quienquiera que hubiera puesto allí los guantes incluso se había molestado enrellenar los dedos y lasmuñecas con barro y esquirlas de cristal, para añadirmásverosimilitud.Alperrolehabíadadotiempoamorderunodelospulgaresantesdequeyosalieseyloespantara.Lomásinquietantedetodo,almenosenesemomento,antesdetenertiempodeasimilarloqueestabapasando,eraquehabíanclavadounaestacadecabezaredondeadaenlosguantes,alaalturadelasmuñecas,esdesuponerque para fijarlos al sitio. En otras palabras: la idea era que yo encontrara aquellapantomima. ¿Habría Slader—porque tenía que haber sido él— incluso llevado alchucho para provocar el hallazgo? Volví a mirar a mi alrededor y vi entonces unhuesograndesobrelahierbaenla lindedelbosque,conlamayorpartedelacarneroída.¿Lohabíapuestoconlosguantesensangrentadoscomoceboyluegoelperrolohabíasoltadosinquereralsalircorriendo?

Dejé los guantes en su sitio y me pateé el sotobosque, que seguía bastantemojado,resguardadocomoestabadelsol.Noteníamuchasesperanzasdeencontrarnadamás—de hecho, no quería encontrar nada de nada, visto lo perturbador que

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habíasidoelrecientehallazgo—,yasífue:lalluviahabíaemborronadotodorastro,humano o canino. Aunque tampoco era que yo poseyera la clase de intuicióndeductivaqueunSherlockHolmeshabría explotadopara interpretaruna rama rotaacá o una hoja arrugada allá. La frenología del bosque profundo, por llamarla dealguna manera, nunca había sido mi fuerte y, visto lo visto, cejé en mi búsquedadeprimenteyabatidayregreséaregañadienteshastalosguantes.

Nosepodíahaberhechounaacusaciónmásincriminatoria,insolentey,almismotiempo,desquicianteensuelocuencianiaunquelahubieranescritoengrandesletrasdemolde: «Túmataste aAdamDiehl. Tú lo desmembraste y lo abandonaste a susuerteparaquemuriera.¿Tealegrasahoradehabermecargadoelmuerto?».

OjaláhubierapodidohablartranquilamenteconHenrySladerunpardeminutos.Hacerle saber que había entendidomal las cosas. Sí, vale, mejoré su falsificaciónBaskerville,me pasé de la raya, pero yo no tenía nada que ver con el interés quehabíamostradolapolicíadeMontaukporél.HabíansidosustratosconDiehlloqueloshabíaconvencidoparaseguir investigándolo.Pero,porsupuesto,el tiempoparasemejantediálogoplatónico,dosalmasrespetuosasdebatiendo,nosolohabíapasadohacíamucho, sino que estaba condenado a no existir. No había nada que hacer alrespecto;almenos,nadaquesemeocurrieraesamañana.

Entretanto,nomequedabamás remedioqueesconderaquelestropicioantesdequeMeghan regresara a casa. Cogí un par de bolsas de plástico del cuarto dondedejábamoslascosasmojadasalentrary,trasponermemispropiosguantesparaevitartocarnada,volvíalhoyoyretiréelpinchoalargado.Liberélosguantesdebecerro,losmetíenunabolsaylacerréconfuerzay,nocontentoconello,laguardéenunasegundayuna tercerabolsa.Consumocuidado, fui rellenando lapequeñacavidadconelbarrodesperdigadoalrededory loaplasté todocon labota.CuandovolvieraMeghan, me limitaría a decirle que había salido a echar un vistazo y me habíaencontrado un hueso medio roído que debía de haber sido la causa del interéspersistentedelsabueso.Labolsadeplásticolaescondíenlabodegabajounossacosdearpilleraenmohecidosy,encuantoa laestaca, la lavéparaquitarleelbarroylasangreenlapiladeabajo.Alverqueparecíacomonueva,laestacamásinocentequehabíabrilladojamásbajolaluzdeunabombillapeladaenunsótanodelcondadodeKerry,lasequéylaremetíbajounbuenpuñadodeclavosdeunacajaqueteníaenunestantedelbancodetrabajo.

Unavezquemehubeduchadoy,vistoqueMeghannohabíavueltoaún,decidíprepararelalmuerzo,conla ideadereavivarlosrescoldosdelaalegrecamaraderíadecasadosquehabíamoscompartidoenKinsaleantesdequeelYeats impostor—desaparecidoyaenelcajónsinusardeunacómodadeunahabitaciónigualmentesinusar— apareciera en toda su fealdad. Puse lamesa, con los platos y la cuberteríabuena, y preparé una olla de sopa.Abrí también una lata de arenques ahumados ytosté unas rebanadas finas de pan mientras hervía unos huevos y preparaba unaensaladarápidadepepino.Conciertatimidezytalvezsinmuchanecesidad,coloqué

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elejemplardeLatorreenelplatodeMeghan,comorecordatoriodequeunodesusregaloserareal,frutodelcariño.Penséenconfesarlequelarazónporlaquelehabíapedido aAtticus quemebuscara un ejemplar sin firmas ni dedicatorias había sidojustamentequeellasupierasinlamenordudaquenoestabaadulterado.

Cuandollegóporfinacasa,laayudéconlasverdurasyelrestodecompras.Leencantóvermimodestoalmuerzosorpresa,aunquejuraríaquevislumbréunamínimadistanciaensucomportamientoysulenguaje,tanfinaquenadiemásqueyohabríapodidonotarla.Measegurédequeseguíaenfadada.¿Ycómonoibaaestarlo?

—¿Has averiguado ya qué quería anoche tu sabueso de los Baskerville? —preguntódejandoellibroenelaparadorysentándosealamesa.

—Puessí.—¿Ybien,Sherlock?—Porlovisto,elperritoqueríaunhueso—ledijeypaséacontarleloquehabía

encontrado;bueno,lapartequeteníaquesaber—.Lohedejadodondeestaba.—No, eso es peor.Nos tendremos que levantar otra vez enmedio de la noche

cuandovuelvaabuscarlo.Yohabíapensadolomismo,ysabíaquelaúnicarazónporlaquelohabíadejado

ensusitioeraporsiMeghan tenía lanecesidaddeverconsuspropiosojosqueelmisterio estaba resuelto. Después de comer, regresé al exterior con otra bolsa deplásticoyrecogíelfémurdeternera,oalmenosesomeparecióqueera,parallevarlodentroytirarloalabasura.Haciaeloesteestabanformándoseunasnubespurpúreasque prometían otra nochemás de lluvia, tal comomandaba la estación. Al volversobremispasos,viaMeghanenlaventanadearriba,observándome.Nodistinguíabiensucara,perojuraríaque,alsaludarmeconlamano,habíaunarigidezmecánicaensugesto,unamuecaforzadaquenoestabamoldeadaniporlaconfianzaniporelamor que tan acostumbrado estaba a sentir de mi mujer en nuestro día a día. Ledevolví el saludo, supongo que con demasiada vehemencia, seguramente en unintentoporcompensaresapérdidadepasiónquemeparecíapercibirenella.

Sabía que se le pasaría pronto.Así y todo, nopude evitar sentirme alicaído.Ymientrascaminabaalgomáspesarosamentehacialacasa,conlamiradagacha,medicuentadequelamachetaquehabíatiradoalsuelocuandoperseguíaalperrolanocheanteriorhabíadesaparecido.Volví amirarhacia laventanadeldormitorioy, alverqueMeghanhabíaregresadoalinterior,busquéelcuchilloportodaspartes,perosinéxito.Como no quería queme preguntara qué andaba buscando,me rendí y volvídentro.Tiréelhuesoenelcubodelabasuray,consigiloypremura,miréportodalacocinaporsiMeghanlahabíaencontradofuera.Nofueasí.Lamachetanoestaba.Ydeseénovolveraverla.

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Meghaneradelaopinióndequedebíamosllevarellibroalapolicía,cosaque,porsupuesto,eraloúltimoqueyoqueríahacer.

—Pero ¿qué vamos a denunciar exactamente?—pregunté—.Ni siquiera estoysegurodeque,quienquieraqueseael responsabledeesto,hayacometidoundelitomayor que el de chafarte el cumpleaños y un maldito libro de Yeats que era unaauténticapreciosidad.

—La dedicatoria está falsificada —replicó—. Si alguien sabe que eso va encontradelaley,eresprecisamentetú.

—No te lo niego, pero en este caso el falsificador no ha intentado venderte ellibro—respondí haciendo caso omiso de su pulla—. Te lo dio sin más, y sientodecirtequeesonotienenadadeilegal.

—¿A ti la dedicatoria no te parece que pretende amenazarme?—insistió, pormucho que seguramente supiese tan bien como yo que no había ninguna razónconcretaparaquemolestásemosalsargentodeKenmareconloquesindudaeraunasuntoprivado.

—Porfavor,noteenfadesconmigositedigoqueporsupuestoqueaningunodelos dosnoshagustado el tonoyque la cosahuele a chamusquina, pero, desdeunpuntodevistaobjetivo,nadaimpidequepuedaversetambiéncomoungestocordial.¿«Con todo el afecto necesario»? ¿«En recuerdo de lo que está por venir»? ¿Unfamoso pareado de uno de los poemas más conocidos de Yeats? Ya me los veopreguntándonos:«¿Aquéllamanustedesamenaza?».Aúnestamosinstalándonosenelpuebloy,personalmente,nocreoquedebamoshacernosnotardeesamanera.

Meghan frunció el ceño, pero no fuemás que un gesto de leve desaliento quesignificabaquecoincidíaconmisargumentos.Sinembargo,alcabodeunmomento,hizounaobservaciónsobrealgoqueamímehabíapasadodesapercibido.

—Porcierto,¿tehasfijadoenqueelpoemaquecitanoperteneceaLaescaleradecaracol,sinoaLatorre?¿Noesmuchacasualidad?

Nolefaltabarazón.Unlevecosquilleoeléctricomerecorriólacolumnacomounrelámpago. Tenía que hacer un par de llamadas. La primera, para preguntarle aAtticussilehabíamencionadoaHenrySladerqueyolehabíacompradoLatorrey,en tal caso —o, ya puestos, también en caso contrario—, que en el futuro seabstuvieradecontarlenadadeloqueyohiciera.«Considéralomienemigo»,penséendecirlecategóricamenteaAtticus,aunquenoconesaspalabras.Lasegundallamada,para hablar con un librero conocido mío de Dublín que estaba especializado en

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autores irlandeses, conYeats a la cabeza, para ver si por casualidad él o cualquierotro tratante habíanvendido recientementeun ejemplar deLa escalera de caracol.NoquisellamaraAtticusenpresenciadeMeghanparaevitaralarmarlamásyporquenecesitaba,antetodo,mantenerlaalmargendemiconfusarelaciónconHenrySladerel mayor tiempo posible; con suerte, para siempre. Cada vez se me hacía máspalpablequeSladereracapazdedesgarrarmifrágilmundocuandoycomoquisiera.NecesitabatiempoparaaveriguarcómoimpedirloymereprendíporhabercaídoenlaarroganciadevendermiarchivoBaskervilleenAccióndeGracias.Habíasidounatirada de ruleta peligrosa, inmadura en extremo, que debería habernos ahorrado atodos.

—Nosabríaquédecirte,perocoincidocontigoenqueesextraño.Mira,siquierestedigoaquiénlecompréel regalo.Verásqueesunamigoyquees imposiblequeestuvieraenconnivenciaconquienquieraquehayaenviadoLaescaleradecaracol.Encualquiercaso,nocreoqueesovayaaresponderatupregunta,nianinguna.

Como si comprendiera en ese momento que yo no la había agraviado, que lehabía regaladounhermoso libroy ademásmehabía cuidadodequenocontuvieraletrassospechosas—nisiquieralehabíaescritoalápizun«felizcumpleaños»enlaguardadelantera—,recobrólasonrisa,esaqueyotantoamaba,ymedijo:

—Losiento,creoqueheestadopagandocontigopartedemicabreoportodoestefeoasunto.—Seacercóparadarmeunabrazo—.NonecesitosaberdedóndesacastemiadorableTorreytampocotenemosquehacernadasobreelotro.Quiénsabe,alomejorhansidoloschicosdelalibreríayresultaqueestodomásinocentequeelpanblanco. Quizá buscaron a alguien que les hiciera una copia decente de la letra deYeatsynoacertaronconlaspalabras,peronopretendíannadamalo.

Alapretarlaconmásfuerza,sentíelligeroabultamientodesuvientre.—Así lo creeremosmientras no confirmemos lo contrario—sugerí enmi tono

másreconfortante.Altiempoquelodecía,supequesuconjeturabienpodíatenerdesuladoelpeso

de la posibilidad, incluso de la probabilidad, si no fuera porque La escalera decaracoleraunlibroquevalíaalmenosdosmildólares;oasíeraantesdequeaquelladedicatoria espuria lo fastidiara y lo convirtiera en una curiosidad horripilante.NoestabaenabsolutoalalcancedelosantiguosempleadosdeMeghan,quienes,porlodemás,destinabanhastaelúltimopeniqueamanteneraflotelatienda.No,elquelohabíaenviadopretendíamandarunmensajemuyclaroycontundente…,yyosabíaque el destinatario principal era yo, y no mi inocente esposa. Por lo demás, eraconsciente, aunque no pensaba decírselo a ella, de que solo un artesano de primerordenpodíahaber realizadoesadedicatoria.Deuncalígrafocualquieraquepuedascontratarporahínopuedesesperartalperfección;aunaregañadientes,coneltiempohabíaacabadoadmirandoaSladertantocomoloodiaba.

LaoportunidaddellamaraProvidencesurgióaldíasiguiente,mientrasMeghanestaba en el trabajo. Con la excusa de que me había dejado la cartera en casa,

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adelantémediahoralapausaparaalmorzaryregreséalacasitaparatelefoneardesdeallí a Atticus. Evidentemente, si Meghan hubiera querido comprobarlo, podríahaberlovistoenlafacturadelteléfono.Perolabúsquedadeprivacidadnoeratantoporque llamase a un amigo, sino porque no quería que oyese lo que tenía quepreguntarle.Lasuertemesonrió,puesrespondióalcabodeunpardetonos.

—¿TellegóbienLatorre?—mepreguntóalinstante.Paraunlibreroobsesocomoél,loslibroseransiempreloprimero,relegandoaun

segundoplanolascortesíassocialesdepreguntarcómovanlascosas,cómoestásdesaludydemáspalabreríaderigor.

—Leencantó.Yamítambién.Eselmejorejemplarquehevistoenmivida.—Sinasomoalgunodeltípicodeslucidoenlasobrecubierta,¿verdad?—Yelsellodoradodelastapasnopuedesermásbrillante,casicegador.—Tedijequeeraunajoyita.—Bueno, yo siempre he dicho que eres un mago. Gracias por encontrarlo,

Atticus,y,comotedije,descuentaloquevalgadeloquemedebes.—Yalohehecho.—Estupendo,estupendo.—Comosabíaqueteníaeltiempocontado,proseguí—:

Necesitohacerteunapreguntaalgodelicadayesperoquenoteimportenocontárseloa nadie. Y no te preocupes… —me adelanté a él—, no tiene nada que ver confalsificacionesninadaporelestilo.

—Venga—medijoconlasecabrusquedadyanqui.—EnmásdeunaocasiónhemoshabladodeHenrySladeryenAccióndeGracias

mecomentastequehabíascerradoalgunaventaconél.—Asíes.—Queríasabersimplementesiporcasualidadéltehapreguntadopormí.ConocíaaAtticusdesdehacíamucho,poreso,pesealadistanciadevariosmiles

dekilómetros,siempresabíacuándosemostrabareacioahablardealgo:unapausaqueduróunosinstantesmásdelacuenta,uncambioeneltonodevoz.

—¿Porquélopreguntas?—Pues,sitesoysincero—respondíinventándomeasaltodemataunaverdada

medias—,tuvetratosconélhaceunosañosynoacabamosmuyallá.Haráuntiempohablé con una persona que me comentó que seguía criticándome por ahí y mepreguntabasitehabíadichoalgo.

—Ah—dijoAtticusostensiblementealiviado—.No,nadaporelestilo.SeenteródequehabíarecuperadoelarchivoBaskervilleyquisohacerelviajealaMecaparaverlo con sus propios ojos. Le dije que tenía pensado venderlo junto con losmaterialesquelecompréaélprovenientesdeotrafuente.Nohizosinodeshacerseenelogiossobreelarchivoysobreti.Notecriticóenabsoluto.

—Supongoqueledijistequeelarchivotelohabíavendidoyo,¿no?—No hizo falta.Me dio la impresión de que ya lo sabía. Yo asumí que se lo

habíascontadotú,porlobienquehablabadeti.MepreguntócómoestabaisMeghan

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ytú.SupongoqueconocíabastanteasuhermanoAdam,oesomedijo.Creoqueeraníntimos.

Reservéaquelúltimodato, tan revelador comoextraño,para regurgitarlo,ono,mástarde,yproseguíconmiinterrogatorio.

—¿Tepreguntódóndevivíamos?—Ay, espero no haber habladomás de la cuenta. Pero sí, le dije que estabais

encantadosenIrlandayquehabíaisencontradounsitioestupendoparavivir,medioperdidoporahí.Laverdadesquelacharlanopudosermáscordialeinocente.

—No,yameimagino.Entoncesmealiviasaberquelosrumoresquehabíaoídoeranfalsos.

Memoríadeganasdepreguntarle aAtticus siSlader estaba al tantodeque lehabía compradoLa torre, pero casi lo asumí, dada la afabilidad de encantador deserpientesdelaquesehabíavalidoSladerparaobtenerlainformaciónquenecesitabasobre mí, mi mujer y nuestro paradero. Tampoco me habría extrañado que esemalnacidodetresalcuartolehubierainclusocompradoelcondenadoejemplardeLaescalera de caracol a Atticus. Pertenecía a la categoría de cosas-que-prefiero-no-saber.

—Ah,unaúltimacosa,Atticus.—Dime.—SiHenryocualquierotroaparecepreguntandoporMegopormí,megustaría

que te hicieras el sueco.Despuésde los padecimientos quehemosvivido, estamosintentando empezar de cero aquí y tú eres una de las pocas personas con las quequeremosmantenerelcontacto.TúyloschicosdelalibreríadeNuevaYork.Esperoqueloentiendas.

—Puedorespetarlo.PerdonasisemehaidounpocolalenguaconSlader.Enelmomentonopenséquepudiera tenernadademalo,másbienal contrario.Peronopasanada.¿CómoestánMeghanyelpequeñínquevieneencamino?

—Bien, estupendamente —le dije, zanjando la conversación en un tono muycordial.

Sin embargo, nadamás colgar el auricular, aullé a pleno pulmón una sarta deobscenidadesrabiosas,dirigidascontratodosycontranadie,ysobretodocontramí.

Slader lo sabía todo. Y había venido hasta allí. No me molesté en hacer esasegundallamadaaDublín.YanoimportabaqueLaescaleradecaracol,porlaquenome habría importado empujar aHenry Slader, viniera de Providence, Dublín oTombuctú. Tenía un gran problema entre manos y ninguna jugada buena enperspectiva.

Cuandovolvíalapapelería,hicepornoapartarlamentedeltrabajo,conescasoéxito.Meghanhabíapasadoavermedurantemiausenciaenlahoradelalmuerzoylehabíancontadoquehabíaidoacasayporqué,demodoquetuvoquevolversepordondehabíavenido,dandoporhechotácitamentequeyomepasaríaporlalibreríaalfinal de la jornada, como tenía por costumbre. Eccles me puso a trabajar con la

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prensa, ymejor así, de esemodono tendría que salir de la trastiendani tratar conclientes. No estaba seguro de poder disimular mi consternación por lo queconsiderabaunaconfrontacióninevitabley,además,lalaborrepetitivaqueentrañabaeltrabajoconlaVandercookmesumióenunaespeciedemeditaciónymemantuvodespejadalamentealmenosporunrato.Aresultas,lashorasdelatardesedisiparonrápidamentey,antesdedarmecuenta,mijefemeanuncióqueeralahoradecerrar.Limpiélaprensa,apilélashojasterminadassobrelamesadetrabajo,measegurédeque las latas de tinta y de disolvente estuvieran bien cerradas y fui al baño paraasearme.

Al pasar por delante de la pequeña guillotina industrial que utilizábamos pararecortar las tarjetas de visita, las cartas de restaurantes, las invitaciones y todosnuestros encargos de imprenta, pensé en las manos perdidas de Adam y en losguantesensangrentadosycondenatoriosquealguienhabíaplantadonohacíamuchoen nuestro jardín. No sentí miedo, vergüenza, inspiración ni nada parecido a unaemoción.Entumecimientodescribiríamejorloqueexperimentéalverlaafiladahojaqueutilizábamoscasitodoslosdíasyenlaque,poralgunarazón,nohabíapensadomuchohastaentonces.Enelaseosacudí lacabezamientrasmelavabalasmanosylasenjuagababajounchorrodeaguamuycaliente.Porsuertenohabíaespejoenelaseodelpersonal:nomehabríagustadover lacaraque teníaenesemomento,pormuchoquenosupieracuálseríamireacción,siunmohíndedesdénounasonrisa.Preferíanoverlo.

Mesequé losdedos, losnudillos, laspalmas, lasmuñecasy las extendí enaltoante mí. Aunque pueda parecer una locura, las observé, por delante y por detrás,pensandoeneltrabajotanrefinadoquehabíanlogradoduranteaños.Eraconscientedeque todoshacemoscosasmalasconnuestrasmanos, inclusoaquellosquepasangranpartedesuvidatrabajandoenámbitosmáscaldeadosporlabondadética.Lasmías eran dos manos normales, que habían cometido en el pasado actos tantovirtuososcomopecaminosos.Loquepudieranhacerenelfuturoeraunaincógnita,aunquejuréque,pormimujeryelhijoqueesperábamos,haría todoloposibleporevitarquesedescarriaranytomaranunadireccióndestructiva.

Fuera, un viento meridional refrescó el aire ya de por sí frío. Tenía un ligeroregustoasalmuera,talycomosolíaocurrirantesdelastormentasqueseformabanen la desembocadura del río Kenmare, un estuario donde las aguas dulces delRoughtyseencontrabanconlassaladasdelAtlántico.Metílasmanos,aúntempladasporelaguadelgrifo,biendentrodelosbolsillosdelachaquetaypaséporlaestafetadecorreos,dondeporsuertenohabíacartas,antesdeencaminarmehacialalibrería.Alcontrarioqueendíaspasados,nomemolestéencuidarmelasespaldasobuscarentrelostranseúntesunacaraquepreferiríaquenomefuesetanfamiliar,dadaslaspocasvecesquehabíavistoaSladerenpersona.Teníaclaroquedetodasformasmeabordaría cuando a él le pareciera oportuno y, viendo que nada podía hacer yo alrespecto,penséquelomejoreraahorrarfuerzasynodedicarlemásenergíaalasunto.

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Demodoqueoptéporpasarmeporunapequeñaybonitatiendaderopademujerhechaamanoen laqueaMeghan legustabadetenerseparaverelescaparate,y lecompréunabufandadelanaparaelinviernoyunpañuelodesedaparalaprimavera,con la intención de regalárselos en Navidad. Sin embargo, cuando la dependientaempezó a envolvérmelos, cambié de opinión y le pedí que no utilizara el papel deregalodelasfiestas,sinoelnormal,unoplateadoquetenían.

—Esparauncumpleaños,noparaNavidad—añadísinmuchanecesidad.Apasomásligero,puesllegabatardeyelvientoempezabaaarreciar,decidíque

esanochecelebraríamosunsegundocumpleañossorpresa,paracompensarladebacledel sábado anterior y las enloquecedoras molestias nocturnas que siguieron. GranpartedelaestabilidadylafelicidaddelasquedisfrutabaproveníandirectamentedemidevociónporMeghanydelasuyapormí.Sinembargo,enlosúltimostiemposparecían haberse abierto en elmuro de su afecto haciamí unas fisuras finas comocabellos,oesaeralaimpresiónquetenía.Era,cuandomenos,preocupante…Ono,debía admitir queme resultaba aterrador. Sin ellame vería perdido, despojado detodo,ylosabía.Aunquetampocopodíapretenderrepararesasgrietasostensiblesconunpardepañuelos,porbonitosquefuesen.Contodoyconeso,teníalasensacióndequedebíahaceralgoparasuavizarlascosasentrenosotros.

La encontré de pie, de brazos cruzados, en el porche de la librería, que estabaubicadaenunacasaapartadadelascallesprincipalesdelpueblo.

—¿Tiene usted una amante, caballero?—me preguntó en un tono no del todochistoso.

—¿Cómo?—fuelomásquepudedecir.—Puesquenoteheencontradoalahoradecomercuandomehepasadoportu

tiendaymehandichoquehabíasidoacasaaporlacartera,cuandoyosabíaquelateníasporqueestamañanamehasdadodinerocuandohemos llegadoalpueblo.Yahora apareces tarde y tú siempre llegas puntual. Me parece que merezco unaexplicación.

Aliviado,sonreíyletendílabolsadelatiendaderopa.—Llego tarde porqueme he parado unmomentito en la tienda de Eileen para

comprarteotroregalodecumpleaños,que,simelopermites,preferiríaqueabriesesenelrestaurantequeescojasparaestanoche.Yesverdad,lementíaEcclesconlodelacarteraporquequeríallamaraAtticusdesdecasaparapreguntarleporLaescaleradecaracol.Yamanteya tengo,y resultaqueeres tú.Creoqueahorasoyyoquienmereceunadisculpa…

AMeghanlemudóelrostro,selelimaronlasasperezasyselerelajólatirantezdeloslabios.Eracomosideprontounaluzsutil,comodelunacreciente,lahubierailuminadopordentro.Mediolasgraciasporelregalo,measeguróquenoteníaquehaberme molestado y se disculpó con más vehemencia de lo que su inofensivaacusaciónmerecía.

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Tuvimossuertedeencontrarmesaalladodelachimeneadenuestropubfavorito—aunque para entonces teníamos más de un favorito—, pues la lluvia habíaempezadoacaerenráfagasconstantesantesdellegar.Noteníanadaqueverconellujodel restaurantedeKinsale,perocomimosdivinamente,una rica sopamarineraconalmejasyuna empanadadepescado.Daba la impresióndequeMeghanhabíarecobradosuhumorhabitualycuandomepreguntóquéhabíadichoAtticussobreellibro deYeats, le conté sin faltar a la verdad que no sabía nada del tema…Sí, nosabía nada porque no se lo había preguntado directamente, pero el caso es que larespuestateníamuchodecierto.Lasegundapintamecatapultóaunespacio-tiempoen que la vida parecía buena, segura, sin amenazas del pasado o «lo que está porvenir».Sabíaquehabíaestadoviviendoenunaespeciedecurvasinusoide,unaolacrecientedealtibajos,oraesperanzadooraacabado,oradormidooradesvelado,oraengreídooraprofundamentevacilante.Sitalmontañarusadehumoresyánimosmehabíapasadofactura,imagínenseloquehabíantenidoquesuponerlosúltimosmesesparaMeghan.

Cuandomimujer se excusó para ir al baño de señoras,me sorprendímirandofijamentelascabriolasdelasllamaslimónynaranjadelachimenea,ytoméentoncesuna decisión que estaba determinado a llevar a cabo. Si Sladerme abordaba parapedirmeotrapartidadedinerosucio,apartedematarlo,cosaquenoteníaintenciónalguna de hacer, no tendría otro remedio que pagarle sin rechistar y con toda laprestezaquemefueraposible.SemeocurrióabrirunacuentaparatransferirtodoslosfuturosingresosporlasventasdeAtticusdeloslibrosdemipadre—hastalafechasolohabíavendidomásomenos lamitadymuchos loshabíacedidoaplazos,conpagosqueseextendíandurantevariosaños—sinqueMeghanlosupieseydesdelaque, a mi vez, podía pagar a Slader. Sería una suma considerable, suficiente paracomprarconellaotrasobsesionesyquemedejaraenpaz.Tambiénpodíaprometerlequenovolveríaacruzarmeensucamino,aunquedudabaque,aesasalturas,ledieramuchocréditoamipalabra.Gatoescaldado…

Apesardequeelfuegovivoeradelomáshipnóticoylastoutmehabíarelajadosobremanera, comprendí que quizá todo eso no bastara para deshacerme de aquelhombre.Peroalmenos,pensémientrasMeghanvolvíaysesentabaensusitio,teníamirespuestapreparadaparacuandovinieraallamaramipuerta.Megabrióporfinlosregaloscuandollegóelcaféylegustarontantoqueesanoche,alvolveracasa,rodeósugrácilcuelloysusbelloshombrosconelpañueloylabufanda.

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Sucartallegóaldíasiguientealaestafetadecorreos,tanpuntualcomosilahubieransincronizado con un calendario perverso. Ajeno al taciturno tiempo húmedo de lamañana, al cielo plomizo que se extendía en un manto bajo y claustrofóbico porencimademicabeza,mesentéenunbancopúblicodelaplazadelpuebloylaleí.Paraentoncesnomeextrañóenabsolutoquecarecieradesaludoofirmaalfinal,niqueestuvieraescritaconlaletradeW.B.YeatsynoconladeHenryJamesoArthurConan Doyle; formaba igualmente parte de la rutina. Tampoco me resultó taninquietantecomoensumomentolasprimerascartasdeSlader,cuandonoteníanilamenorideadeaquiénmeenfrentaba.Apartedeesosdetallesprevisibles,lacartanosupusoningúnalivio,nipretendíaserlo.

¿Qué relación tiene contigo un poetamuerto?Con tu avaricia y tu locura has creado unproblemaque requiere una solución.Es culpa tuya y solo tuya. Tuviste la oportunidad deempatar, pero no pareces apreciar el honor que hay en capitular en la derrota. Puedo,porque soy bondadoso, perdonaros la vida a ti y a tu familia una última vez. Misinstruccionesllegaránpronto.Síguelasalpiedelaletrasinoquieresqueelniñosecríeenunhospicioparaexpósitos.

No eraYeats, pero sin duda tenía arte con las palabras…, aunque, en lugar dearrugar el gesto ante aquella imagen final anticuada, sonreí desdeñoso por supetulancia.Lopeor,sinembargo,eraquesusinstruccionesllegarían«pronto».¿Yporquénoya?¿Paraquéperdíael tiempo?¿Sladereraunmerosádicooaúnnohabíadecididoquéqueríademí?Peseasercuestionestanpasmosascomofrustrantes,meencomendécon firmeza al pactoquehabíahechoconmigomismopormantener lacalma dentro de lo posible, dadas las circunstancias, y reaccionar solo cuando sedieselasituación.

Esa tarde, después de salir del trabajo,me fui directamente a casa en lugar deesperarunahoraaquecerraralalibrería.Meghanmehabíadichoquequeríacaminar,hacer un poco de ejercicio por ella y el crío. «Demasiada comida de pub rica ygrasienta»,habíabromeadoesamismamañanamientrasdesayunábamos.Ledijequenosveríamosencasaasuvuelta,queyoqueríahaceralgunosarreglosytalvezleerunrato.

Cuandoaparquéelcocheenlaentrada,meparecióveralchuchonegroymarrónen la linde del prado, a un par demetros de la hilera de árboles. «Hijo de perra»,penséycontemplé laposibilidaddecogerunapiedrayacercarmecomosi talcosahastaplantarmeasuladoyaplastárselacontrasucabezadesprevenida.Yacabarasícon sumiseria y lamía. Perome lo pensémejor, apagué el motor yme retiré al

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interiorllevandoenlamanounabolsadepapelconunalatadedisolventequehabíacogidodel trabajo, y cerré la puerta tras demí.Dejé la gabardina,mequité de unpuntapiéloszapatosllenosdebarroenlaentradaybajédirectamentealsótanoparairenbuscadelosguantes.Trasapartarconsumocuidadolaarpilleraqueocultabalasbolsas de plástico donde los había escondido,me quedé consternado al ver que elhedoragridulceyacredelamuerte,porvagoquefuera,seguíaacechandoenaquelaireviciadoymohoso.Mellevélasbolsashastalapilaymepuseafrotarlosguantesparaquitarlasmanchasdesangremarrónrojizodelapieldebecerro.Huelgadecirquenoteníaintenciónalgunadeutilizarlos,pero,cuandolostiraraenuncontenedorpúblico, como tenía pensado hacer, quería que tuvieran elmenor rastro posible deaquella sangre reveladora; aunque, por supuesto, lo que pudiera revelar solopodíamosdescifrarloSladeroyo,compinchesreaciosyremisos.

Lasmanchas salieronmejor de lo previsto ymuchomás rápido, y también lasbolsasdeplásticoquedaronbastante limpiaspesealoloradisolvente,que tambiénconseguíquitartrasdarlesvariaspasadasdeaguafríaycaliente.Mesequélasmanosdespuésdelavármelasenellavaderometálicoyvolvíarriba.Otrabolsadeplásticode la cocina,unamirada furtivapor laventana traseraparaver si seguía rondandoaquelchuchosarnoso—bien,parecíahaberdesaparecido—yalpocotiempoestabadevueltaenelcoche,esavezrumboalpuentedeCromwell,endireccióncontrariaalpueblo,haciaunpequeñopuertodeportivoenunlagoconaspectodefiordoyconunaguaque refulgíacomo tintachina.Conanterioridadhabía idoenunaocasiónconMeg,enunradiantedíaamitaddelverano,paraveraloswindsurfistasconsustrajesde colores chillones haciendo bordadas surrealistas, adelante y atrás. Aquel día elmuelle estaba atestado y el aparcamiento junto a la orilla, lleno. Esa noche, encambio,nohabíaniunalmaypudedejarmidespojo en lapapelera con tapamáscercana sin muchas complicaciones. Antes de regresar a casa, aunque el tiempoapremiaba yMeghan no tardaría en llegar, me tomé unmomento para inspirar eldulce aire empapado enbrumadel condadodeKerryy llenar los pulmones con elapremio lujurioso de un paciente terminal. Inhalé y exhalé, asegurándome a mímismo que todo saldría bien, que la vida se calmaría y se instalaría una rutina dedomesticidad, paternidad y serenidad. Después, si bien algo mareado pero con lalucidez suficiente para conducir, regresé sobre mis pasos por la sinuosa carreteracubiertaporlabóvedaqueformabanlascopasdelosárboles.

Comosifueralamascotadelafamilia,cuandovolvíatorcerporelcaminodelacasa,elchuchoestabaenelprimerescalóndelporchedelantero.Losfarosdelcochese reflejaron en sus ojos, que brillaron con un inquietante blanco irisado, como sifueramercurio, unos ojos que eran cuencas vacías.Con ánimomás desafiante quetemeroso—al finy al cabonuncamehabíaperseguidoy sehabía limitado a salircorriendo la vez que le había gritado—, bajé del coche y cerré con fuerza laportezuela,dandoporhechoquebastaríaparaespantarlo.Pero,cosaextraña,nofueasí.Conformemeacercabaalporche,comprendíquelacóleraquepodíasentirhacia

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aquelanimalestabatotalmentefueradelugar.Nosedejóamilanarhastaquelotuveauna distancia en que podía acariciarlo o patearlo, y entonces me gruñó paraadvertirmedequenohicieranilounonilootro.Cuandolovienseñoreándosedeuntrozo de carne fresca que había ante él, entendí claramente lo que ocurría. «Títereinútil»,penséymiréhaciaatrásparaescrutarlospradosenpenumbrayelcaminodeentrada.

Yentoncesviunafiguraqueseacercabaenmidirección,aunoscienmetrosporelcarrildetierraquedabaanuestraentrada.

—¿Meghan?—chilléesperanzado;comonoparecíahabermeoído,volvílavistahaciaelperroylepreguntéenvozbaja—:¿Quépuedohacerporti?

Casicomosimehubieraentendidoolehubieradadoelpieparahacersuentrada,el animal cogió su pedazo de ternera, cordero o lo que fuese y se alejó, primerocaminando, luego al trote y por último en un sigiloso esprint por el prado, hastadesaparecerenelbosque.

Mevolvídenuevoparaverlafiguraqueseacercabacadavezmásyqueseguíasindistinguirsebien,yvolvíallamar:

—¿Meghan?—¡Hola!—merespondió,yoírsuvozmesupusounaliviomuchomayordelo

quemegustaríaadmitir.Atraveséelporche,abrílapuertayencendílaluz.Porelrabillodelojomefijéen

que justo al lado de donde había estado el perro había un sobre en blanco. En unmovimiento rápido,me agaché para recogerlo yme lo guardé en el bolsillo de lachaqueta,rogandoparamisadentrosqueMeghannosehubieradadocuenta.Elcrujirdesuspisadassobrelagravagruesarecordabaaljadeoacompasadodelancianoquedasuúltimoestertorentretosesoríeparasusadentros.

—¿Quéhacesaquífueraconelabrigopuesto?—mepreguntósonriendomientrassalvabaelpardeescalonesdelporcheymedabaunbeso.

—¿Yo? Ah, nada, el perro ese, que estaba otra vez ladrando y he salido aespantarlo.

—Vaya, se está convirtiendo en un incordio—comentómientras entraba en lacasaysequitabaelimpermeable—.Podríamospreguntarporlosalrededores,aversialgún vecino sabe de quién es. No me hace ninguna gracia que esté por aquírondandocuandonazcaelcrío.

Mequedéunosinstantesmásenelporche,escrutandolayacerradapenumbradelpaisaje,cuyasformasybordessehabíanemborronadoconlacaídadelanoche.

—¿Vienes?Estáentrandotodoelfrío.—Claro,perdona—respondí,antesdevolveralinterioryecharelcerrojo.Ledijequepensabalomismosobreelperroyleprometíqueiríaainvestigaral

díasiguiente.

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Enocasionesme preguntaba por quéSlader no acudía directamente a la policía o,peoraún,hablabaconMeghan,ledisparabaabocajarrosusacusacionesmordacesyacabábamos antes. Como es natural, esa solución hubiera sido mi peor pesadillahecharealidadeimaginabaque,comotal,eralamásapetecibleparaél.Peroelúnicobeneficio de proceder así era la venganza y no el dinero, y a Slader, pese a locomplejas que hubieran podido ser sus relaciones con Adam Diehl, lo movíaprincipalmente el lucro puro y duro, el todopoderoso dólar. Un defecto bastanteconvencional,pensé,paraunapsiquetanretorcida.

Ensucarta,queleíabajocuandoMeghanseacostó,meproponíaunencuentro(omásbien,enhonoralaverdad,meexigía).Enungestomuycivilizado,queríaquenosviéramosparaunalmuerzotardíoenelrestaurantedelhoteldondesehospedaba,queresultósereldeHenryStreet,enplenocentro.Lacarta,prescindiendoesavezdel hológrafo de Yeats y escrita en las mayúsculas de un colegial cualquiera,proseguíaasí:

Quiero pensar que no te plantearámayor dificultad, puesto que está frente a tu lugar detrabajo. Sí, lo he elegido por esa misma razón. He de decirte lo mucho que admiro tupuntualidadalentrarysalirdeltrabajo.Laresponsabilidadqueimplicallegaralahorameda esperanzas y me hace confiar en que podremos encontrar una solución a nuestrosproblemasyatenernosaellacomosifueraley.Porqueasíhadeser,ylosabes.

Era un psicópata, no cabía duda, pero no pude por menos que respetar supersistenciaysuaudacia.Y,porextrañoqueparezca,cuandosubíparametermeenlacamaconmimujer, lohice sintiendoquemehabíaquitadounpesodeencima.Alposar la cabeza sobre la almohada, agradecí poder atisbar un fin en el horizonte yque,pesea la fanfarroneríaverbaly losardidesamenazadoresdeSladerconaquelpobreperro alelado, al parecer aúndejara lapuerta abierta aun acuerdocivilizadoconmigo. ¿Por qué encontrarnos en un elegante restaurante de un hotel antiguo situvieraotrosplanesenmente?Callejonesoscuros,cementeriosfestoneadosdeniebla,cavernas sombrías y goteantes: esos sí eran emplazamientos propicios paraencuentros violentos, lugares góticos que reflejaban lo lúgubre de las mentes dequieneslostienenhechizados,ynounabonitasalacubiertadepapelpintadodondelacubertería de plata se entrechoca con la vajilla de porcelana y unos camarerossonrientesvanenumerandolosplatosespecialesdeldía.Esmás,habiendoadivinadoloqueseguramenteibaaproponerme—oalmenosalgopodíafigurarmealavistadeloquemehabíapedidoenlaúltimaocasión—ydecididocuálseríamicontraoferta,

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esanochetuveelsueñoprofundoysinpesadillasymedespertécomonuevo,despuésdedormircomonolohabíahechoenmeses.

Fielasusmétodos,nomehabíaproporcionadoinstruccionessobrecómoaceptarlacita,quehabíafijadoparaelmediodíasiguiente.Medecidíadejarleunanotaenlarecepcióndelhotelenlaqueledecíaqueestaríaallíalastres,talycomoproponía.Eraalgotardeparaalmorzar,peromedijequeseguramentequerríaquedaraesahoraporqueelcomedorestaríamásomenosvacío,unlugarpúblicotranquilodondeteneruna charla privada tranquila. Aunque en el hotel no había nadie registrado con elnombredeHenrySlader,cuandoselodescribíalconserje,medijo:

—Ah,sí,debedereferirseustedalseñorHenryDoyle.Sonreíyletendíelsobre:—Elmismo.¿Puedeasegurarsedequeloreciba?Atravesé la calleydejé atrásunpardeportales antesde entrar en la tiendade

Eccles,convencidodequeteníaclavadosenlaespaldalosojosdeSlader-Doyle.Porsuerte, no cedí a la sarcástica tentación juvenil de volverme y saludar hacia lasventanas superiores del hotel.Mi paso cohibido, con zancadas demasiado largas yconfiadasparaaquellacortadistanciayelhormigueodeinfelicidadquemerevolvíael estómago, debía de ser unavisiónpenosa.Estabadeseando abrir la puerta de latiendaycerrarlarápidamenteamipaso.

Nohabíamuchoquehacer.LatemporadaturísticaseacabóencuantoelfríollegóaKenmareparaquedarse.Lashoraspasabanmuylentas.ComoEcclesnoteníatareasde impresión que encomendarme, me dediqué a hacer inventario, a poner nuestraselecciónde crismas en los estantes principalesy a ayudar a colocar la decoraciónfestivaenelescaparate,conlasclásicasagujasdepinoylashilerasdelucesblancaseléctricas.Segúnmecontaron,enesaépoca loquemásvendíamoserancosaspararellenar los calcetines de la chimenea, diarios para que la gente anotara suspensamientos más secretos, lápices divertidos y gomas de broma con el típicoleprechaun,sí,pornohablardelpapelylascintasdetodosloscoloresparaenvolverlos regalos.Nopodíaevitar escrutar a cada tanto la callepor laventana,pensandoque tal vez apareciera Slader, pero la luz del día no tardó en desvanecerse—nosacercábamosa losprimerosdíasdel invierno—,y lascarasseoscurecieron,peseaquelascristalerasdelastiendas,lospubsyotrosnegociosdeambosladosdelacallepermanecíanalegrementeiluminadas.

Conformepasaronlashorashastaelgrisanochecer—Meghanestabapachucha,de modo que preparé una cena sencilla, un caldo y una tortilla—, me sorprendírepasando los acontecimientos quehabían conformadoy reformadomi vida en losúltimosaños.Enprimerafilademispensamientos,HenrySlader.Y,másenconcreto,mevipreguntándomeporquéhabríadesarrolladoesaaversiónhaciamí,quesentíacomo un auténtico odio visceral. Estaba claro que nos habíamos enredado, si bienhasta cierto punto sin querer, en negocios encontrados. Naturalmente, dosfalsificadores interesados por los mismos autores, compitiendo furtivamente en el

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mismopequeñomercadoyobligadosporlaespecializaciónacompartircontactos,noestabandestinadosahacerseamigosrápidamente.Contodoyconeso,meresultabainexplicablequeSladeremplearatantotiempoyesfuerzo—pornohablardedinero;LaescaleradecaracolnoeraunlibrobaratonilosvuelosaIrlandalosregalaban—ensuintentoporasustarme,acosarmeyamenazarme.Eldelitonoparecíaalaalturadelcastigo.

Mientrasdespejaba lamesapensandoenotracosayconMeghanya leyendoydescansandoenelsalón,mesorprendípreguntándomesilaconexióndeHenrySladerconDiehlnoseríamásestrechadeloqueyohabíaimaginadohastaelmomento.SiAdamsuponíaparaSladerunafuentemásrentabledeloqueyohabíaimaginado,esopodíahaber llevadoa lapolicía avolver a interrogarlo, ¿no?Y, enelmejorde loscasos,explicaríasuconductaactual.YsielreciboquehabíadescubiertoenMontaukno era más que la punta del iceberg—que a esas alturas estaría derritiéndose—,habría tenido razones para creer, dado que parecía convencido de que yo habíamatadoaAdam,quelehabíarobadomuchomásquelafalsificaciónBaskerville.DepocoaliviomesirviórememorarlosdebatesdelsigloXIXenelParlamentobritánicosobresilafalsificaciónensípodíadefinirsecomoroboy,enconsecuencia,lapenademuerte era o no adecuada como castigo. En ese momento, me ponía del lado deCharlesBowdler,quienen1818argüíaque«igualdeabsurdoesqueloshombressedediquenaacribillarelsolconbolasdenievequebuscarargumentosparadefenderla condena a muerte por el delito de falsificación». No pude por menos quepreguntarmedequéparteestaríaSlader,quienseguramente,alcontrarioqueyo,nohabríaleídoeltratadodeBowdlerDelapenademuerteencasosdefalsificación.Sime consideraba no solo un asesino, sino también un ladrón, lo que a su entenderpodía ser peor, un atracador empeñado involuntariamente en dejarlo en lamiseria,¿quépasaría?

EsanochelecontéaMeghanunamentira,algoqueenocasionescreíaunpecadojustificableeinclusonecesario.Ellahabíahalladounatisbodepazensuvidatraslamuertedesuhermano;guardarmeparamícosasquepodíandañarlaocausarleunapreocupacióninnecesarianosoloera lo justo,sinolomásaconsejable.Conestoenmente, le mencioné que Eccles quería que quedáramos con otras personas al díasiguiente sobre las tres para hablar de la posibilidad de unir nuestros esfuerzos ymontarunapequeñaeditorial.

—¿Deverdad?Quémaravilla.—Bueno, es pronto y tal vez no lleguemos a hacer nada —mentí, aunque al

instantequiseborrarlodicho.—¿Quéclasedecosaspublicaríais?—Creo que solo pliegos de cordel, ediciones limitadas en un bonito papel

verjurado y cosidas amano a unas tapas gruesas.De autores locales, imagino quesobretodopoetasquefinanciaríanloslibros.Nosé.Senosacabadeocurrir.

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Noestabapensandoconclaridad.¿Aquéinventarunardidtancomplejosoloparasacar un par de horas con Slader? Cuando Meghan exclamó «qué idea tanmaravillosa»,elalma,yaapesadumbrada,semecayódirectamentealospies.

—Bueno,tranquilidad—dijebajandolavozcomosiasíatenuaralarealidaddelproyectoqueacababadesacarmedelamanga—,podríanosermásqueelcuentodelalechera.

—Seacomosea,megustalaidea.Estoydeseandoquemedigascómohaidolareunión.

—Yatecontaré—contestéymesentíaliviadoalverquepocodespuésseibaalacama.

La palabra «cenizo»me volvió como un reflujo ácido en la garganta,mientrasterminabadelavarysecarlosplatos.«Almenosestanoche—medijemientrassubíalentamentelasescalerasparametermeenlacamaconMeghan,conlaparsimoniayeltitubeodeunanciano—nohabránumeritospenososdeSladerysuperro».Elcaminoparasalirdemipequeñoembusteerafácildefalsificar:lareuniónfuemal,unapena,elproyectonollegaríaacuajar.

Justodespuésdelamanecer,conunagrácilnieblacolorcremasobrelascopasdelosárbolesdelbosquealotro ladode laventana,mevestíyme fuia trabajarmástempranodelacuentaparaevitarseguirhablandoy,enconsecuencia,perpetuandomiabsurda mentira. Meghan, que aún no se encontraba bien, aunque lejos habíanquedadosusdíasdenáuseasmatutinas,decidiópermanecerenlacama.Comonuncase había ausentado del trabajo, imaginó que, por una vez, el dueño sabríaarreglárselassinella.Amí,quedeseabaquesemantuviera lomásapartadaposibledel pueblo,mepareció buena idea, y le puse lamano en la frente y le dije que lanotabaunpococalienteysudorosa,loque,porlodemás,eracierto.

—Parecequeeltiempoirlandéshaacabadopasándotefactura—aventuré.—Quevayabien la reunión—fueron susúltimaspalabras antesdedespedirme

conunbesoydejarlaconunabandejaconpandesoda,mantequillaymermeladayunateteraenteradetéconcanela.

Después de pasarme lamañana en la papeleríamirando el reloj—distraído, lecobrédemenosaunamujery luegodemása la siguiente—, ledijeami jefequeteníaquesalirtempranoparairarecogeraunbuenamigodeEstadosUnidosparaunalmuerzo tardío,enunanuevamentira,yasí terminémi jornadayatravesé lacalleparaentrarenelrestaurantedelhotel.Sladeraúnnohabíallegadoapesardequeeranlastrespasadasydeque,porloquesabía,soloteníaquebajarlasescalerashastaelsalón.Pedíunapinta.Pero cuando la camareradabayamediavuelta,me lopensémejorylacambiéporunConnemarasolodoble.

Me tuvo esperando media hora larga y, entretanto, empezó a preocuparme laposibilidaddeque,mientrasmeemplazabaallíparaunsupuestoencuentro,hubieseidoamicasaparapresentarleaMeghansualegatocontramí.Apareciójustocuandollegabamisegundodoble:laironíatieneesascosas.

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—Perdónporlatardanza—sedisculpóalllegar.¿Cómo describir mis sentimientos al verme allí sentado mientras él pedía un

Jameson y yomiraba con atención, casi diseccionándolo, a aquel hombre quemehabíacausadotantodolorydesazón,yparaquien,porlovisto,yohabíasidounazoteinnegable?

—Bueno, aquí estamos —dijo interrumpiendo mis pensamientos, odesplazándolos.

—Aquíestamos.No pude evitar admirarme por lo civilizado que parecía, con sus pómulos

prominentes,laseriedaddeeruditodesusojososcuros,suchaquetadegruesapananegra,hechaamedidaperovisiblementecómoda,lasmanosydedosgrácilesconlasvenas muy marcadas y blancos como el yeso. Era más elegante y más robustofísicamente,másreciopodríadecirse,de loquerecordabadenuestroencuentrodelgatoyelratónenelArmoryylabrevecitaquemantuvimostiempodespués.Loquemásme llamó la atención, aunque la idea pasó tan fugazmente pormi cabeza queapenasmeparecióreal,fuequevienaquelHenrySladervisibleyvisceralaalguienconquienenunmundoidealhabríapodidohablarconfranquezasobreloqueambostantoamábamos.Siexistíaalguienvivoconquienpodíatenerundiálogosofisticadoy en profundidad sobre falsificación era aquel colega artesano sentado a solo unospalmosdemí.Enunmomentodechaladurayabsurdo,yreprendiéndomeyamientraslevantabalacopaparahacerunbrindis,dije:

—Sláinte.—Sláinte—repitió.Nosquedamosunos instantesmirándonos sindecirnadahastaque, comosi tal

cosa,mepreguntó:—¿Quieres comer? —A continuación, dejó la copa sobre la mesa y echó un

vistazoalahojaconlacarta,quecasualmentehabíamosimpresounosdíasantesenlatienda.

—Si comes tú también, sí. Si no, no—dije viendo cómo Slader curioseaba lacartatantranquilamente—.Pero¿deverdadhemosvenidoacomer?

—Bueno,noveoporquéno.Yoestoymuertodehambre.Pidealgo,aquítienenunpescadomuybueno…

—Losé.—Además,invitoyo,yaquehastenidolagentilezadehacerunhuecoparavenir

—prosiguió,ofreciéndomeunasonrisaexquisitamentebeligerantemientras lehacíaseñas a la camarera, la única otra persona de la sala, para que se acercara ypreguntarleporelpescadofrescodeldía.

Cuando la chica se fue condos comandas idénticas—yono tenía ni apetito niinterésporlacaballarecomendadaniporningúnotropescadocosechadoesedíaenlasredesdelabahíadeKenmare—,retomólaconversaciónjustopordondelahabíadejado.

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—Aunquesupongoquepodríadecirsequenoestásaquíporvoluntadpropia,demodoque talvez lode tener lagentilezadehacerunhueconoesmuyexacto.Noimporta,elcasoesquemealegrodequehayasvenido.Esimportantequeaclaremosunascuantascosas.

Agradeciendoquequisieraabordardirectamente lospuntosdeldíaque teníaenmente,fueranlosquefuesen,ledije:

—Nopuedoestarmásdeacuerdo.Mira,antesdequemeexpliquesloquetienespensado,megustaríadecirunacosa.

—Paraesohemosvenido,parahablar.Adelante.—Porsivaledealgo,aunqueaestasalturasimaginoquenomucho,sientolodel

asuntoBaskerville.Nodeberíahaberlocopiadonihaberlovendido.Slader pasó la punta del índice por el borde de su vaso dewhisky sin dejar de

mirarmealosojos.—No, la verdad es quenodeberías haberlo hecho.Yno es que tu disculpano

valgamucho,esquenovalelosuficiente.—Bueno,estoydispuestoadarteeldineroquemedioAtticus.—Esoesinevitable,desdeluego.Hicimosunaltoenlaconversaciónmientraslacamareraregresabaconnuestras

sopas,nospreguntabasiqueríamosotraronda—ysí,aunquecambiamosalvino—yseiba.

—Eslojusto.—Dejemos una cosa clara desde el principio: yo no he venido a este páramo

perdido a comer caballa, beber vino y ser justo. Hace tiempo que perdiste laoportunidaddequefuerajustocontigo,ymedaquefuemuchoantesdeloquecrees.

—Deacuerdo—dijeenvozbaja,mientraslachicaregresabaconnuestrabotella,la abría y nos servía—. ¿Qué entiendes tú por injusto? Si puedo, intentarécompensarte.

Esperóaquelacamarerasefuerapararesponder:—Tranquilo,quepodrás.Muchoantesdeloquecreía.LascavilacionessobreAdamDiehlmevolvierona

lacabezayacariciélaideadepreguntarleabiertamentehastaquépuntohabíaestadoinvolucradoAdamensuvidaysusnegocios.Sinembargo,recordéentoncesalgoquedice Orson Welles en la película suya que más me gusta, un documental sobrefalsificadores de arte: «Los tramposos siempre hemos existido». Para mí, lo quequeríadecirenesemomento,dejandoaunladolamuertedeAdamDiehl,eraquelaideaensídejusticiaoinjusticianoteníasentidoparagentecomoSladerocomoyo,yquelosdenuestraraleasiemprehabíanexistidoyseguiríanexistiendo.Sladeryyonoéramosmásquedositeracionesdeunatradicióntaninsignecomosórdida.Amboséramos falsificadores y falsificaciones: fingíamos ser hombres reales, sofisticados,educados, caballeros emprendedores que siempre conseguían lo que se proponían.Pero, por mucho que me doliera reconocerlo, no éramos más que sombras de

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hombres de verdadera enjundia.Yno nos consideraba tan dignos de lástima comovagamentegraciosos.Sí,aquénegarlo,losnerviosmehabíanhechopasarmeconlabebida, pero aquel remolino de ideas tenía todo el sentido del mundo. Por unosinstantesfugaces,mesentíafínaaquellaotraalmaperdidaenlaqueveíamásauncomplejocamaradaqueaunmerorival.

—Tedoyunpeniquesimedicesquépiensas—comentóSlader,arrastrándomedevueltaalarealidadpresente.

—¿Unpeniquedeverdadofalso?—Tienesrazón—contestósinreírse—.Daigual.—¿Podemosdejarnosdejueguecitosyhablardirectamentedequéquieresdemí?—Telovoyadecir—replicórecalcandolassílabasconunlevetamborileosobre

lamesa—.Comoacabamosdeacordar,mevasadareldineroqueAtticusMooretedioportucopiamutiladademiBaskerville.

—QuerrásdecirmicopiaperfeccionadadetuBaskerville.—Déjameque te recuerdequenoestásenunaposicióndepoder.Almenos, si

quieresquetuvidacontumujercitasigaensuestadoactualdejúbiloconyugal.Losiguienteesquevoyanecesitarmediomillónmás.

—¿Pordañosyperjuicios?—No,ahoravamosconeso.Elmediomillónesporlapérdidadeingresos.—¿Ycómomelashearregladoparahacerteperderingresos,sipuedesaberse?—

lepregunté recobrandodegolpe la sobriedadyviendoque losojosquemehabíanimpresionado poco antes refulgían ahora con la frialdad y la implacabilidad deldepredadornato.

—¿Deverdaderesmás lentoque lapolicía?¿Voya tenerquedeletreártelo?Almataramiamigo,misocioyprotegido,atucuñado…

—Nieramicuñadonilomatéyo…—Almatarlo,acabastetambiénconmismejorescontactos,losqueteníaatravés

deél.Ynoinsulteslainteligenciadeambosnegandoloshechos.—¿Cómosabesquelomatéyo?¿Enquétebasas?—Sintiendoquemetemblaba

lamano,ladesplacésuavementedelamesaalregazo.—Nopuedo decir que lo supiera.Me baso en lo queme contó sobre ti.No le

gustabasniunpelo,teteníamiedo.Ycuandomepagaste,losupe.—Nosabesnadadenada.Además,sitantocreessaber,Aristótelesdepacotilla,

¿porquénomeentregastealapolicía?Sladerseinclinóhaciadelanteconlacaracontraídaenunamáscaradefuriatan

ciegacomocontenida.—Esunapreguntatandescortéscomocompleja,perolarespuestamássencillaes

quenohabríaservidoamispropósitos.Nomudó la voz, ni en volumen ni en timbre. Se reclinó de nuevo en la silla,

esbozóunasonrisavolátil,cogiólacucharayprobólasopa.

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Mequedésinaliento.Conformefuiasimilandosuspalabras,comprendíquetodoapuntabaaqueAdamDiehlnohabíafalsificadonada.¿Acasolohabíavistoconmispropiosojoshaciendounafalsificaciónohablandodelartedefalsificar?No.¿Teníapruebas sólidas de que hubiera traficado con falsificaciones, incluido el funestoarchivoBaskervillequelehabíacompradoaSladerymástarderevendidoaAtticus,quienasuvezme lovendióamí?Sí, las tenía.Pero¿sabíaacienciaciertaqueélhubierahechoeltrabajoensí?No.Lostinterosquedescubríenellugardeloshechos¿eran realmente suyos —los de un aprendiz, tal y como Slader parecía haberinsinuado— o los utilizaba el propio Slader cuando iba de visita aMontauk parahaceralgúntrabajitoenlosvolúmenesquecomprabaDiehl?¿EraaquelejemplardeYeatsunode loscasosen losque lehabíasalidoel tiropor laculataaSlader,unafalsificacióndesechadaque aDiehl no le costódarle a suhermana, quien imaginóquenoseríacapazdediferenciarunacosadeotra?¿OenelfondolaletradeAdamno eramás que el garabato temprano de un aprendiz poco prometedor y no de unprofesionaldescuidado?Preguntastodasellasqueparecíantenerbordesimprecisosydeshilachadosderespuestas.

Tendría que haber sentido conmoción o terror, pero por encima de todoexperimentéunagranperplejidad.ProbablementenuncallegaríaaconocerlaverdadsinoaveriguabalaformadeengatusaraSladerparaqueconfirmaraonegaraquelamuertedeAdamDiehlnohabía tenidosentido,quehabía sidounamuerteerróneaquenohabíallevadoanada.Fueracomofuese,nohabíavueltaatrás,noselepodíanreintegrarlasmanosnidesmachacarlelacabeza,devolverloasuvidamásbienestérilyesperarque,alseguiradelante,suvagónchocaraconunabuenaestrellaynoconunagujeronegro.

—Aversimeaclaro—dijerecobrandolaconcentraciónymuyconscientedemiimpertinencia—.¿AdamDiehlytútrabajabaisjuntos?

Sladerignorólapreguntaysiguióalosuyo:—Mediomillón,decía.Bueno,queseanseiscientosmilconintereses,paracubrir

los gastos de recaudación. El dinero Baskerville. Y lo más importante, de cara alfuturo, puestoque ambos tenemospor delante unbuenpuñadode años en los queganarnoselpan…

—Siempre que no intentesmatarme con tu perromarioneta—lo interrumpí—.Pero dime, Slader, ¿de dónde lo has sacado? Esa pobre criatura masticando unosguantesensangrentados…

—Vasaempezarotravezahacer loquemejorse teda.Yoteproporcionaré loquetehagafaltaytodoirábien.

De modo que así quería que saldase mi deuda. Adam, que se pasó la vidaendeudado con su hermana y, ahora seme hacía evidente, con Slader—un lastreproducto de su coleccionismo insaciable, con grandes sumas de dinero saliendo ypoco o nada entrando—, se vio obligado a buscar la salida del agujero en el queestaba haciendo de perista para Slader. Y ahora, según su plan, yo habría de

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convertirmenimásnimenosqueensumanomercenaria.Enunmomentotanextrañocomobreve,sentíunapunzadadearrepentimientoporquemividahubieradejadoelnidoytomadoelvuelocomolohabíahechoynodeotraforma.Fueraporvoluntadpropia,costumbreolainenarrableimprontadelapersonalidad,elarrebatopasótanrápidocomohabía llegado.Y tantomejor.Elarrepentimientoespara losvencidos,losdesheredados,loscaídos,yyonoeranadadeeso.Aunasí,¿aquéfuturopadrenolepreocuparíalaamenazadeunabestiaalteradaanoserqueestuvierabienremetidaentrelaspáginasdeunlibrodenanas?

Lacamarerallegóentoncesconelpescadoynospreguntósipodíaretirarnoslasopa.Ambosasentimos.Cuandosellevóloscuencos,lavitandelgadaquedeseéquesetomaralamíaenlacocina.

—Perdona,perolarespuestaesno.—Noestásenposicióndenegarte.—Puesigualquemeestásviendoaquísentadoteestoydiciendoqueno.¿Quieres

quemelevanteparaquetelorepitadepie?¿Prefieresesaposición?Mira,Slader,pormuchoquepudierallegaradisfrutardesertuduendecillo,yoyalehedichoadiósalafalsificación.LejuréaMeghan,mimujer…

—Séperfectamentecómosellama…—…quenovolveríaahacerloenlavida,ynopiensohacerlo.Sladermesorprendióconsurisa,peronoporelgestoensí,quesupongoqueera

de esperar, sino porque reflejaba una diversión sincera, sin notas de intimidación,sarcasmo,burlaodesdén.Simpley llanamente, lehabíaparecidocómico loque lehabíadicho.ComprendíentoncesqueélerabienconscientedelomismoqueWelles:elquenacefalsificadormuerefalsificador,mueresiendountramposo.

Novi lanecesidaddereiterar lodicho.Esetipodesalida, larepeticiónenfáticacon el dorso de la muñeca contra la frente, era para heroínas de novela rosa desupermercado.Ojalá lo fuéramos, pero, cuandoSlader detuvo en seco la hilaridad,unafríaimpasibilidadlenublólacara.Comprendíqueeraelrostrodeunhombrequehapasadogranpartedesuvidasolo,ajenoalosdemásporque,entodocaso,noteníapor lo general con quien interactuar. Al bajar la guardia durante una fracción desegundo, el lustre que tenía antes, esa tensa superioridad suya y su machismorefinadosedesmoronaronyrevelaronunacaraquemepareció,afaltadeunamaneramás comedida de expresarlo, estúpida… o, peor, descerebrada. Lo vi como unauténticotarugo.

—Hablemosdelaimprentaquehayentutienda.Porlovisto,esbienantiguayelseñorEcclestieneunmontóndebandejasdetiposaúnmásviejos.

—DejaenpazaEccles—leadvertí.—¿Quién ha dicho que tenga intención de molestar a ese señor? Si pudiese

procurarteelpapelyhacerlamezcladetintaadecuada,¿podríascrearconesechismeundocumentodefinalesdelXIXoanterior?

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Me acordé entonces de la pulla profética deMeghan, que no se me ocurrieraimprimiroctavillasconpoemasdePoe,Byron…,¿oeraKeats?

—Larespuestaesqueno loséconseguridad.Además,nopiensohacerlo.Yloqueesaúnmásimportante,ynosconcierneaambos,esquenosabríacómohacerloparaquelosdossaliéramosderositas.

—Delodesalirderositasmeencargoyo.—Escúchame:dejéacargodeAtticusunmontóndelibros,unmaterialincreíble

procedente de la biblioteca de mi padre, que, como sabrás, está en perfectascondiciones.Podríadartetodoloquequedayyaestá.

Sladeragitóunoscuantosdedosamododenegativa.—Esoyalosé.Lode«perfectas»seríaantesdequetedierapor«adornarlos»…

Los he visto un par de veces cuando he pasado porProvidence.—Hice amago dehablar, pero Slader me interrumpió sabiendo lo que yo iba a decir—. No tepreocupes, que no he dicho nada porque me imaginé que lo habías hecho paraconseguir el dinero y salir del enredo en el que estás conmigo. Pero eso, comomucho,cubriría losseiscientosmil,yyonecesitomás, igualquetú.Asíque,comoverás,vengoensondepazparaproponerteunacolaboraciónpacífica.

Semejanteplanteamientoedulcoradodesusrazonesparacitarseconmigonomehizoconfiarmásenél…Másbienalcontrario.

—Aunque quisiera volver a estar en el ajo, no soymás que un novato con laprensa y no podría garantizar que el trabajo pasase desapercibido. Puede que tuscompradores sean más ciegos que un murciélago, pero alguien con las mismashabilidades podría llegar a tachar de fraude…—Slader abrió la boca para hablar,peroestavezfuiyoquienlointerrumpió—:Peropermítemequevuelvaacasayloconsulteconlaalmohada.Reconozcoquetedebodinero.Y,segúntú, tedeboalgomásqueeso.

—Me parece bien, pero te pido una cosa: te ruego que no lo comentes con tumujer. Ambos sabemos lo que te diría, demodo que inclusomencionarle el temaseríaperdereltiempo.Cuantomenossepademí,mejorparalasaluddetodos.

¿Acababa de amenazarnos a mi mujer y a mí? Ni más ni menos…, el muymalnacido.Conocíayamirespuestasinnecesidaddevolveracasaparareflexionarporlanochesobresuabsurdapropuesta:deningúnmodopensabacooperarconaquelmaniaco insufrible. Semepasó una idea por la cabeza con una rapidezmeteórica,pero no con la luminosidad ardiente de un meteoro…, sino con una oscuridadabismal:asaber,semeocurrióquetalvezalpropioSladerleconvendríapensarensusaludantesdeirporahírepartiendotareasyadvertenciastanalegremente.

—Tedoymipalabra.Además,notengoningúninterésenqueseentere.Sladersonrióyapurósucopadevino.—Tupalabra,mipalabra…laverdadesquenovalenmucho…—Eneste casomipalabravalemásde lo que tú te crees—dije al tiempoque

dejaba la servilleta en lamesayme levantaba,vistoquequedabanpocos sofismas

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que impartirnosmutuamente—. Entonces, ¿nos vemos aquí mismomañana por lamañana?

—¿Alasdiez?—A las diez —concedí, antes de dar media vuelta y dirigirme a la puerta

sorteandolasmesas,queestabanyapreparadasparaloscomensalesdelanoche.—Nolehasdadoniunbocadoalacaballa—dijoSladeramisespaldas—.Está

espectacular.Mirédereojohaciaatrásyviquehabíacortadounaporcióndesuplatoyselo

habíametidoenlaboca.Mientrasmasticabalentamente,sucarafueadquiriendounaexpresión de profunda satisfacción sibarita, los ojos entornados en una especie deéxtasissensualysecular.

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Cuandoentréenlahabitaciónparavercómoestaba,meencontréaMeghanacodadasobrelacama.

Parecíamáspálidadelohabitualy,bajolaluzvespertina,supelo,porlogenerallustroso, tenía un aspecto apagado y mate. Al otro lado de la ventana, Venusparpadeabasobrelasramasmásaltasdelosárboles,conunabellezatotalmenteajenaalosasuntosdeloshombres.

—¿Cómohaidolareunión?—quisosabertrasaclararselagarganta.—Ahora te cuento.Dime primero: ¿cómo te encuentras?No se te vemejor, la

verdad.Me senté a su lado y remetí mi almohada bajo la suya para que pudiera

incorporarseunpoco.Aunquenolenotélafrentemáscalientequeantesdesalirdecasa,teníalapielperladadesudor.Cogíeltermómetrodelvasodeaguaquehabíaenlamesilladenocheyletomélatemperatura,mientrasaprovechabaelbrevesilencioparaaclararmelas ideasypensarquécontarleyquéno.NoestabaacostumbradoaverenfermaaMeghan,quesolíaserlavivaimagendelasalud.Cuandotrabajabaensuantigualibrería,teníacolgadaunaoctavillajuntoalamesaconunacitadeotrodesuspoetasfavoritos,EzraPound,quienhabíasidoíntimodeYeatscuandonoeramásqueunjovenaspiranteapoeta.Podíaverelcartelenmicabezaconlamismaclaridadquesilotuvieradelante,engrandescaracteres:«Ellibrodebesercomounaboladeluz en nuestra mano». En cierta ocasión, en los primeros compases de nuestrarelación,alamismahoradelatarde,reciéncerradalatienda,estábamoscharlandoytomándonos un café cuando le dije en broma: «Tú sí que eres una bola de luz,¿sabes?».Enesemomentosupesindiscusiónquelaquería.Merespondióconotraocurrencia:«Pues,comoellibro,seguroquebrillomásentumano»,dijo,loquenohizosinofortalecerlaconviccióndemiafectoporella.

Enesosmomentos,sabiendoquemeencontrabaanteunaencrucijada,sentíquerenacía enmí, como si fuera nuevo, ese amor pertinaz, pormucho que nuncamehubieraabandonado,nisiquieraenmishorasmástristes,delirantesotrastornadas.Alverlatanapagada,consuhabitualincandescenciamermadaporloqueresultaríaserunagripepasajeraquenoafectóenmodoalgunoelembarazoytansololeralentizólevementesuritmodiario,supequedebíahacertodoloqueestuvieraenmimanoporprotegerla.Siesosuponía tenerquevolvera falsificar,queasí fuera,medije.PeroeramásprobablequesignificaserechazarlapropuestadeSlader.

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—Tienes casi treinta y ocho,másomenos como estamañana. ¿Quieres que tetraigamáscaldooalgodecomer?

—Sí,teloagradezco—contestóvolviendoaacomodarsesobrelasalmohadas—.Perocuéntamequétallareunión.MehallamadomijefeparavercómoestabaymehadichoquetehabíavistoestatardehablandoconalguienenelhoteldeenfrentedeEccles. ¿Ha ido bien entonces? Lo he estado pensando y creo que sería unaoportunidadestupendaparatodoslosimplicados.

Meesforcéporocultar laconsternaciónabsolutaquesentíenesemomentoylerespondíconotrafalsedad:

—Sí, era uno de los contactos de Eccles. La verdad es que todavía no sabríadecirtecómoha ido,esdemasiadopronto.Perosíquehemosestadodeacuerdoenmantenerloensecretohastaquedecidamossielproyectovaparadelanteono.Asíluegonohabrátantadecepciónsilacosanocuaja.

—Yserámásemocionantecuandoloanunciéis.Tienesentido—dijo,ajenaalapunzadaderemordimientoquesentípordentroalmentirle.

Le subí algo de cena y me quedé haciéndole compañía hasta que volvió adormirse.Contodoelsigiloquepude,cerrélapuertadeldormitorioybajéalestudioquehabíaenunaesquinadelacasa, juntoalsalón,yunavezdentrocerré tambiénesapuertaconsumadiscreción.Pesealoincómodaquepreveíalaconversaciónporlascosasqueibaatenerqueconfesarleparaconseguirsuconsejomássensato,teníaquehablarconAtticus.NosabíabienquéhoraeraenProvidence,conlacabezaaladerivacomolatenía,perotampocomesorprendiócuandorespondió.Seguramentelohabríacogidoacualquierhora.

—Siempreesunaalegríaoíramicorresponsalextranjero—medijo—.¿Cómovaeso?

—Vabastantebien.Meghanestáresfriada,peronadadelotromundo.—¿Ytú?—Bien,asíengeneral…—Puescualquieralodiría—replicósinsiquieraunapausa.Atticus me conocía bien, pensé, casi mejor que nadie. No tenía sentido andar

enredando,ymenoscuandoelverdaderopropósitodeaquellallamadaincómodaerabuscarconsejo.

—TeacuerdasdeHenrySlader,¿verdad?—Porsupuesto.—Nosécómoexplicártelo,perotengounproblemamuygordoconél.—¿Quéclasedeproblema?¿Tedebedinero?—No,justoalrevés.LedebíadineroyélsehaplantadoaquíenKenmarepara

exigirmeelpago.—Lacosapareceseria.Pero¿quétevendió,unaprimeraedicióninfolio?—Ojalá pudiera verle la gracia, perovoy a tener quepedirte que le des lo que

falteporrecaudardeloslibrosquequedanporvenderdelosquetedejéencustodia.

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Ysinoesmolestia,preferiríaquelepagarastúdirectamenteporquenomellevomuybienconélyséquedetisefía.¿Tesuponealgúnproblema?

SehizounapausaalotroladodelalíneaantesdequeAtticusdijera:—Vale. Pero voy a necesitar una carta de autorización firmada por ti, si no te

importa.En todos los años que llevábamos haciendo tratos, nunca me había pedido un

documentodeesetipo,apesardequehabíamoshechotransaccionesdemillonesdedólares.

—¿Quieresqueteenvíeelbalancefinalcuandovendatodoelinventario?—Sí, supongo, aunque tampoco importa ya. Le debo el dinero a Slader, sea la

cantidad que sea, y lo único que quiero es quitarme cuanto antes a ese payaso deencima.

LavozdeAtticusmudóaotroregistro,unomásgraveyadusto.—Nomegustaloqueestoyoyendo.Haceuntiempomehablastedequehabías

tenidotratosconSladerquehabíanacabadomal.¿Teimportacontarmequéesloquepasó?

¿Conquién ibaahablar sinoconAtticus?Aunasí, antesdezambullirmeen loqueseríaunaverdadparcial,vacilé:deningúnmodopensabacontarlequehabíadoscopiasdelarchivoBaskerville,unasuperioralaotra,peroqueningunaeradeArthurConanDoyle,hijodeMaryFoleyydelborrachoredomadoCharlesAltamontDoyle,que descansasen todos en paz. Por lo demás, estaba el tema de lo que creía saberSladersobreDiehlyyoyporquéleparecíafactiblechantajearme,doscosasquenopodíamencionarle aAtticus.Meproponía atravesarun terrenopantanosoyporunmomento pensé en echarme atrás. Pero entonces me volvió la imagen de Sladermasticandolacaballaconesacaradesuficienciainfinitayacabédedecidirme.

—Talveznopuedaresponderatuspreguntascontododetalle,Atticus,pero,enresumidascuentas,Sladerquierequevuelvaafalsificar.

—Noveodóndeestáelproblema.Dilequenoypunto.—No es solo eso —proseguí, consciente de que estaba obviando su sensato

consejo—. Quiere queme comprometa a imprimir libros falsificados, no te hablosolodecaligrafías.

—Pero¿desdecuándosabestúimprimir,sipuedesaberse?ConlasensacióndequeAtticusnoestabacaptandolomásimportante,ledije:—Comopodrás imaginarte, en realidadno tengoni idea.Bueno,aver, algohe

aprendidoaquíenKenmareen lapapeleríaen laque trabajo.Creoque tehablédeque teníamosunabonitaVandercookde las antiguasy cadavez lautilizo conmásfrecuencia.Aunasí,esonomeconvierteenimpresor.

—Québuenoqueaprendasunahabilidadcomoesa—comentóAtticuscomosinohubieraescuchadonadadeloquehabíadichohastaelmomento.

¿DeverdadestabahablandoconAtticus?Nodabacrédito.

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—Pareces mi mujer. Está deseando que lo haga, cree que debería montar unapequeñaeditorialparapoetaslocalesycosasporelestilo,perohedeañadirquehainsistidoenqueporsupuestonisemeocurrierautilizarlaparafalsificarnada.

—Y,porloquemedices,Sladersíquiere.Quéinteresante.Eneseinstante,enesejustomomento,empezóaapoderarsedemíunaprofunda

inquietud por lo que estaba oyendo al otro lado de la línea. En primer lugar,recordabaconclaridadhaberlemencionadolaprensadepruebasdeEcclesaAtticusenAcción deGracias y que inclusome había preguntado sime parecería factibleimprimiruna resmadepapelCranegrueso conmembretesnuevospara su librería.«Losutilizoparalacorrespondenciaporcorreotradicionalconclientesalosquemegusta impresionar»,mehabíadicho,oalgoparecido.A lomejorsimplementese lehabíaolvidado.No,eramásqueprobablequerecordarabien,perosurespuestaamicondenado predicamento con Slader me tenía confundido. ¿Era un delirio por mipartepensarqueseestabasaliendopor la tangente,comoelqueadmira lasbonitasflores de lasmatas que crecen al borde de un volcán e ignora la lava naranja delinterior?Decidíseguiradelante.

—Sí,yatehedichoqueSladerquiere—repetí,aunquesinmuchanecesidad.—Bueno, ya sabes lo que pienso al respecto. Creo que no hace falta que te

recuerdequenotedilaespaldacuandopasasteporaquelinfiernodespuésdequetedescubrieran…

—Ytúsabesqueteestaréeternamenteagradecido.—Estoysegurodequetúhabríashecholomismobajocualquiercircunstancia.—Porsupuestoquesí—dije,comoseesperabademí.—Porque losamigosnopuedenabandonarasusamigos,ni siquieracuandono

entiendenporquéunouotrohatomadociertasdecisionesohadadociertospasos.¿Porquémeestabadiciendotodoeso?Traguésaliva.—Eso es la amistad. Pero déjame que te recuerde que Slader puede ser amigo

tuyo,peronomío.HubounsilencioenlalíneaantesdequeAtticusañadiera:—Nomegustanadacuandosepeleandosamigos.Un dolor melancólico—¿cómo, si no, describirlo?— empezó a agarrarme del

cuello y los hombros, como si me hubieran golpeado con una porra envuelta enperiódicos mojados, el método que utilizaban en otra época los policías corruptospara interrogar apresosobstinados sindejarles cardenales en lapiel.Qué absurdo,pensé. Era evidente que Slader había perturbado con sus ideas tóxicas mi mundodeliberadamente limitadoyprovincianohastaelpuntodehacermesospechardeunamigodetodalavidamuyquerido,elmismoque,talycomomehabíarecordadocontodalarazón,nomehabíadadolaespaldaenmistiemposmásaciagos.

—Atticus, mira, el resumen es que si sigue buscándome las vueltas de estamanera, voy a tener que denunciarlo.Ya sabes que yo ya saldémis deudas con la

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justicia.Yestoydispuestoadarleloqueledebo.PerovoyatenerunhijoynopuedoseguirniviviendonitrabajandoenelmundodeSlader.

—Tienes que hacer lo que creasmejor paraMeghan y para ti. Sé que suena aperogrullada,perolasperogrulladassuelendecirlaverdad.

Aquello me supuso un alivio, era el Atticus de toda la vida, despachandoafectuosos lugares comunes cuando la situación exigía justamente ese tipo deverdadessencillasyfundamentales.Peroprosiguió.

—Sitesoysincero,noséyoenquépuedebeneficiartedenunciaraSlader.Haycosasqueesmejorquenosalgandeciertoscírculosamigos,einclusoenemigos,¿noteparece?

Degolpe el alivio se convirtió en angustia. ¿AcasoestabaAtticus, elmodelo aseguirdelosamigos,másrectoqueunaflecha,jugandoaljuegodeldiosJano?No,me dije, no podía ser. Como barro sobre unos zapatos de charol pulidos, todopensamiento acusatorio contra él no era más que un intento desesperado demancillarloatravésdesusvínculosconmigoySlader.

—Además—añadió entonces—, ¿para qué arriesgarte a hurgar de nuevo en elpasadoyatraertantaatenciónnegativasobretiytufamiliacuandoprecisamentehasqueridoquitartedeenmedioytehasretiradodetodo?

Aloír aquello comprendí quenuestra conversaciónhabía terminado.No estabahablandoconelmismoAtticusMooreconquiencontantaconfianzahabíahabladoantescientosdeveces.Losatisbosdedesconfianzaquehabíasentidoalolargodelaconversaciónsematerializaronentoncesenhechos(almenosenlamedidaenqueunhecho es real o cualquier cosa real es un hecho). Le di las gracias ami amigo deProvidence, cuidándome de no dejar entrever mi desconfianza, pese a tener lasensación de que no volvería a hablar con él, y colgué el teléfono con el corazóndestrozado.

Me pasé gran parte de la noche repitiendo en la cabeza, ad nauseam, miconversación con Atticus. Puede que me estuviera excediendo en mis sospechassobre todo lo relacionado conHenry Slader, o eso intentaba decirmemientrasmevolvía sobre el costado derecho, permanecía así un rato y rodaba luego sobre elizquierdo,me acomodabade nuevoy al pocomeponía boca arriba; quizá hubieramalinterpretado los comentarios y las preocupaciones de Atticus, intenté sin éxitohacermecreer.PeroantetodomedediquéaescucharlarespiracióndeMeghanylastoses ligeras que emitía de vez en cuando, deseando que se encontrasemejor a lamañana siguiente, pero, siendo egoísta, tampoco lo suficiente como para poderacompañarmealpueblo.CuandoquedaraconSladerparacomunicarlemidecisióny,ya puesto, decirle cuatro cosas, lo último que necesitaba era tener que estarescrutandoporlaventanaparaversipasabaporallíenesemomentoymeveíaconaquel desconocido.Ya bastante presión sentía de por sí en el pecho, como uno deesosberruecosneolíticosdelosShrubberies.Nohabríapodidosoportarniunguijarromás.

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El día amaneció inusualmente radiante. No había ni una hectárea de cieloconfiscadaporlasnubes.Cuandoabrílaventanadeparenparparaventilarelcuarto,elaireerasuaveysalobre.Fueraresonaba,creo,elcánticodeunruiseñorentrelosárboles,odeunodeesospájarosqueensayansureclamounayotravez.Parecíaquehubiésemos hibernado y nos despertáramos por arte demagia en el primer día deprimavera. Durante unos minutos de paz, Diehl, Slader, Atticus y todas lasfalsificaciones y transgresiones en las que había estado implicado no existieron,nuncahabíansucedido.Nuncameacordabadelapalabraparaeseestadoentremediodormido ymedio despierto—hipnagógico…, ¿o era hipnopómpico?—, pero en lomáshondodemiserdeseabapoderquedarmeatrapadoensudulcelimbomástiempodeloquepermitíalavida.

Meghansesentíamuchomejor;selehabíaquitadolafiebreylehabíavueltoelapetito.Bajó con la bata puesta y desayunamos juntos unas gachas de avena.Contodo,mesentímuyaliviadocuandoacordamosquesequedaraencasaundíamás.

Decaminoalpueblo,el tiemposemantuvoensus trece.Peromi inquietudporSlader—por su reacción antemi negativa a actuar como su socio, su lacayo o elpapelquemehubieseasignadoensuplandescabelladoparaproducirfalsificacionesimpresasdelsigloXIXaloT.J.Wise—loenvolvíatodoenungruesosudario.Ecclessemostró indulgente al permitirmeotrasdoshoras librespara encontrarmeconmiamigoestadounidense—ledijequeeraparadespedirnosydeseéquefueserealmenteasí—, de modo que, en cuanto aparqué, me fui directo al hotel y entré en elrestaurante. Esa mañana había varias mesas ocupadas, dos parejas y una familiafrancesa que supuse que estaban de vacaciones en temporada baja. La mismacamarera que nos había servido el día anterior me acompañó a la mesa que, alparecer,habíareservadoSlader.Pedíuncaféymesentéy,nervioso,noparédemirarporlasventanasquedabanaHenryStreet.DadoqueeldíaanteriorSladeryahabíaaparecidomediahora tarde—seveíaque legustabahacer suentradadramática,elmuydivo—,verquepasabanlosminutosynosemeuníaenlamesamesupusomásunalivioqueunamolestia.Despuésde tomarme laprimera tazay rechazarconungestodelamanola terceracuandolachicallegabayaconlapesadajarraplateada,empecéapreocuparme.

¿Quécálculomehabíafalladoenlaecuacióndenuestrodiálogodeldíaanterior?¿Había exigido o afirmado algo Slader que se me había escapado? No parecíaprobablesiteníamosencuentaquenuestrointercambioverbalhabíasidotanafiladoyconstreñidocomounoshuesosdispuestosunoalladodelotro:estaafirmación,unfémur; tal respuesta,una tibia; lasentenciacompletadeodiorecíproco,elespinazopetrificadodeunabestiaquenuncadeberíahaberexistido.

Enesasestabacuandomipensamientosedetuvoensecoalaparecerdenuevolacamarera enmimesa, esa vez con una bandeja de peltre y un sobre.Nopude pormenos que esbozar una sonrisa burlona ante lo jamesiano de la escena, arroganciavictorianapuraydura.¿RealmentepensabaSladercomunicarseconmigopormedio

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deunacartamanuscritaentregadaenunabandeja?Sinohubieseestadotanloco,mehabríaparecidounpersonajedelomásentrañable.

Nohasidounagranideaamenazarconexponerme,nadabuena.Creíaqueaestasalturastendríasmásvista.Teofrecíloquecreíqueeranunascondicionesmásquejustasyentiendo,sintenerquevolverahablarcontigo,quelashasrechazado.Malasuerte.Unapena.

Doblélacarta—escritaconlaletradeConanDoyle,porcierto—,melaguardéenelbolsillode la chaquetay lepreguntéa la chica,que, comocorrespondíaa sulabor, seguía merodeando a la espera de instrucciones, qué le debía por el café.Después de dejarlemás del doble y del triple de lo quemedijo,me fui directo almostradorde recepciónypedíhablar conel señorHenrySlader…,omejorHenryDoyle,queerahuéspeddelhotel,ymedijeronqueelseñorDoylesehabíadespedidoesamismamañanaaprimerahora.

—¿Hadejadoalgúnmensaje?Sesuponíaqueíbamosadesayunarjuntos.—No,caballero.Almenos,queyosepa.A sabiendas de que perdía el tiempo, le pregunté al conserje si por casualidad

había dejado alguna información de contacto o alguna dirección a la que hubiesepodidoir.

—No,metemoqueno.Ledi lasgraciasy,acto seguido,atravesé lacallepara ir a la tiendadeEccles,

esforzándome pormantener la calma. El destino quiso—y por experiencia sé quesiempre trabaja con un humor negro muy afilado— que esa tarde acabaraimprimiendolasesquelasdeunfuneral.

Nomehabríacostadolomásmínimocambiarelnombredeldifuntoporelmío.Y,sintiéndomecomomesentía,habríasidodelomásoportuno.Laspreocupacionessedesbocaronenmiinteriormientrasprocedíaconmirepetitivotrabajo.Yo,quemetenía por una persona observadora, perspicaz en gran medida, había recibido mimerecido, y con creces. Sí, siempre había considerado a Slader, cuando menos,sospechoso, un fuego con el que era fácil quemarse si jugabas. Pero en loconcernienteaAtticus,mehabíaengañadoamímismohastaelpuntodeconsiderarlonosolounamigo,sinoelmásíntimoqueteníaenelgremio.Ocupadocomoestabaperdonándometodoslospecadosquehabíapodidocometercontraél,habíaolvidadoque lo de pecar puede funcionar en ambos sentidos: los transgresores no estánexentosdeserobjetode transgresión.Peseaserunaespeciede leyde lagravedadespiritual,yomelashabíaingeniadoparaignorarlatodoesetiempo.

Estabametidoenunbuenlíoylosabía.PoruninstantefugazconsiderérendirmeanteSladerunaúltimavez;enmuchossentidos,era laopciónmássencilla,aunquesacartiempoparatrabajarenlaimprentasinqueEcclesoMeghanhicieranpreguntassería complicado. Ciertamente, algunas de las cajas de tipos de mi jefe conteníanfuentes que se habían fabricado en fundiciones tipográficas irlandesas e inglesashacíaalmenosunsiglo,talvezinclusoantes,yeranidealesparalaépocadelaquehabíahabladoSlader.Ysiélponíaeltexto,elpapelylatintayademásseofrecíaa

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hacerlos circularpor elmercado,mi implicacióny, por ende, losperjuicios legalesserían limitados,oesomedecía.Elauténticoproblemaeraque lehabíahechounapromesaamimujer,yesavezcreíaquedebíamantenerla,porque¿enquéclasedepadreme convertía arriesgar la posibilidad de quemi hijo o hija llevara una vidanormal, que pasaba por que su padre no estuviera pudriéndose en una prisión?Además,yhedereconocerqueesefueelfactordecisivo,nomesalíadelcorazón.Elamorquehabíasentidoantañoporeseactovisceral—habíaocasionesenlasquemeexcitabafísicamentecuandomimano,laplumayelpapelsecoordinabandemaneratanperfectaqueseproducíaantemíunaespeciededanzacaligráficaypornográfica— no era el que había sido. Y si todo amor fervoroso acaba enfriándoseinevitablemente, porque de lo contrario los amantes no sobrevivirían a sus propiosfuegosapasionados,lomismoocurrióconmiobsesión.

Mientrascerrabalatiendayrecorríalacallehastadondeteníaaparcadoelcoche,supequetodohabíaterminado.Habíadejadoatrásunaetapaesencialydefinitoriademivida,sehabíaidoparasiempre,ynadapodíareavivarlaniresucitarla.Porextrañoque parezca, sentí una libertad que no había experimentado en años. Sí, mepreocupaban las consecuencias, desde luego, pero al mismo tiempo me sentíaliberado.Al llegar a casameentraronunasganas tremendasde subir corriendo lasescalerasydecirleaMeghanqueloquesiemprehabíadeseadosehabíahechoporfinrealidad.No lo habría entendido, sin embargo, porqueya llevaba tiempopensandoque el gusano venenoso que habitaba en mi corazón había quedado extirpado yeliminadocomolaalimañaqueera.Noqueríatenerqueexplicarleque,peseallevarmuchotiempoenestadolatente,elmonstruoseguíadespertandodetantoentantodesu hibernación y reconcomiéndome por dentro, y que no había perecido del todohastaesa tarde.Resultaextrañoqueaveces tengamosqueguardarnossecretosquedeberíanpregonarseavocesdesdeloaltodeunamontaña.

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Meghan bajó para cenar conmigo delante de la chimenea, donde crepitabaligeramente una briqueta de turba. Hice todo lo posible por mantener viva lasensacióndelibertad,pero,comoocurrecontodolobueno,notardóendisiparse.Loquemásdeseabaenesosmomentoseradormir.Eldesgastepor todo loacontecidodesdelaintempestivallegadadeSladeraKenmarehabíaacabadopasándomefactura.Dormir,una largacabezadasinsueños,era laúnicacuraparami fatiga,y losabía.Tras dejar los platos sucios en el fregadero —podían esperar hasta la mañanasiguiente—, subimos al cuarto, nos cambiamos de ropa y nos metimos bajo lasmantas.Al otro lado de la ventana, una capa de nubes debía de haber arropado elcielo porque no pude ver ni satélites, ni planetas ni estrellas. Tendido boca arribacomoun recién nacido, los brazos a ambos lados,mi cuerpo se relajó y, en pocosminutos,mesumíenunsueñoprofundo.

Después—aunque,porlorepentino,mepareciódeseguido—notéunahumedadpenetrante,unaespeciedefuegoachicharrante,comosimehubieranmetidolamanoderecha, que colgaba al borde de la cama, en agua hirviendo o en la lava naranjaintensodelvolcánrodeadodefloresquehabíaimaginadoantes.Pero¿cuándohabíasidoeso?¿Cómopodíaestarpasandoaquello?¿Eltiemposehabíaplegadoendos,habíaimplosionado?Enrealidadnoeracapazderesponderamispreguntas,apenasformuladas, porque aquel fuego de distracción se convirtió entonces en un fríoglacial,omásbieneraalmismotiempoabrasadoryfrígidocomoelhieloseco.Unsueño, una pesadilla, pensé o supuse, mientras boqueaba, ya despierto, inspirandoaire como un ahogado, los ojos parpadeando en la penumbra que parecíainterrumpidaporunhaz reducidode luzazulproyectadosobremicuerpo.Perouncrujido apagado y un quejido, o un fuerte gruñido gutural,me despertó del todo ysupe,alvolveranotarlosdedosardiendo,quenoestabasoñando.Unsegundoyuntercergolpepenetrantesymásamortiguadosenlamanoderechamehicieronestallarengritos,quecasial instantesevieronsecundadosporotros, losdemimujer,quepateaba las mantas como si estuviera corriendo en el sitio. Ninguno de los doshablabaidiomasconocidos.

Porinstinto,comounabestiaatrapada,yvaliéndomedeunafuerzabrutal,empujéamiagresor—elhombrequeteníasobremí;ensucara,unamuecaprimitivaapenasvisiblebajoelsuaveresplandorzafirode la linternitaquesujetabaentre losdientes—,peroalhacerlonotéquemismanoserandistintas.Teníaquehabersabidoloquehabíapasado,aunquemeconducíacomosimimanoderechasiguierateniendotodos

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losdedosynoestuvieramutiladasinremedio,unmuñóndecarneyhuesoempapadoen sangre con el que apenas lo rocé. Sin embargo, sirvió para distraerlo, y pudeentoncesgolpearloconlaizquierdaconmásfuerza.Meghanaparecióamiladocomovolandoensucamisón,quenotardaríaenllenarsedesangre,yvociferandopalabras,oquizánofuerannieso,aunquesindudaconcentrabansurabia,suterror…ysobretodosuvalor,puesagarróporelantebrazoamiagresoryevitóquevolvieraablandirlamacheta—sí,lanuestra—contramí.

No recuerdo haberme desmayado, pese a que Meghan así lo asegura. Sí, encambio,haberpulsadoelinterruptorcuandomecaíalsuelo—losalrededoresdelacasa se vieron bruscamente iluminados por una luz que bañó el intrincadodesbarajusteenquesehabíaconvertidonuestrodormitorio—yhabervistolamiradadeSlader,unogroantelosfarosdeuncoche;enesemomentocomprendíquenosoloestaba loco, sinoqueademáshabíacometidounerrorgarrafal.Después sezafódeMeghan,soltóelarmay,conelsigilodeunapolillaatraídapor la luzdeunavela,huyó corriendo. La ambulancia y la policía local no tardaron en llegar, segúnmecontóMeghanaldíasiguientecuando,comoAdamDiehlensumomento,despertépostradoenlacamadeunhospital,sibiennoalaspuertasdelamuertenicondosmanosmenos.Y tampoco Slader llegómuy lejos antes de que las autoridades delcondadodeKerrylodetuvieran.Teniendoencuentaquelovieronentrarylavarseenlosaseosdeunpubalasafuerasdelpueblo,noparecíaquehubiesesidounaagresiónmuy premeditada, aunque es cierto que, como un auténtico ladrón de casas, logróburlar el sistema de seguridad —lo lamentaré siempre— y subió por un lateralvaliéndosedeunaviejatrepadoraquemehabíadejadosinpodar,hastalaventanadelasegundaplanta.Nosésifueporlasangreenropaycaraoporlamiradasalvajeque teníayqueyomismohabíavistoantesdedesmayarme,peroelcasoesqueeldueñodelpubnoselopensódosvecesyllamóalapolicía,quearrestóaSladerallímismo.

Notuvieronqueamputarmelamanoderecha.Almenos,nodeltodo.Miagresorhabía llegadoacortarmelos tresdedoscentralescasipor losnudillosyelmeñiquepor laprimerafalange.Porextrañoqueparezca,elpulgarquedó intacto.Nopuedoquejarmede loscuidadosrecibidos,sibienaúnmepreguntosi,dehaberestadoenDublín,enNuevaYorkoenalgunaciudadconhospitalyespecialistasdeguardiaquehubieran podido reimplantarme los dedos seccionados, ahora tendría una manocompleta y enteramente funcional.No lo quiso así el destino. Pero, por serias quefueranmislesiones,podíahabersidopeor.ConeltiempoSladerseenteraríadequeno me había privado del don de la escritura. El muy presuntuoso se equivocó aldejarse llevar por un impulso y querer dejarme sin posibilidad alguna de volver aescribir mi nombre o el de cualquiera mutilándome la mano derecha. Durante miconvalecencia recordé una bonita regla nemotécnica que nos enseñó una de mismaestrascuandoestábamosaprendiendoadistinguir laderechade la izquierda:«Siescribes con la derecha, solo te queda la izquierda», decía. A Slader debieron de

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enseñarlelamismacantinela.Perocomoyoescribíaconlaizquierda,miderechanohacíanadaaderechas,comocreoquedijomi inteligentemadre,o talvezfueramipadre.Encualquiercaso,desdeesedíaledeboaSladertenerqueirporlavidacomounbichoraro.Seríadeesosenlosquelagentereparadeprontoenelandéndelmetrooenunaoficinadecorreosalcogertorpementeunperiódicoounsobre,alguienporquien sentimos un pellizco de lástima, un doloroso estímulo de inspiración por elvalorquedemuestray,antetodo,unaenormegratitudpornohabersidolastradosconsemejantediscapacidad.

QuePollockquisieravolverainterrogaraSladerenrelaciónconelcasodeAdamDiehlnosorprendióanadie,ymenosaúnaMeghanyamí.MelasviymelasdeseéparanoimplicaraAtticusMoore,enparteporqueélnadateníaqueverconlamuertedeDiehl.Porsupuesto,yporpatéticoquesuene,Slader,quesíteníadedosdesobraparaseñalarme,quiso involucrarmeamíachacándomeelasesinatodelhermanodemimujer.Nomecabíadudadeque,sibienPollockhabíadesconfiadodemí—alfinyalcabomehabíacitadoencomisaríaparainterrogarmeenmásdeunaocasión—,lasacusacionesdeSladerleparecierontendenciosaseinteresadas,pornocalificarlasabiertamentederidículaseindemostrablesenelfuturomáspróximo.Porlodemás,estabaclaroqueseenfrentabaacargosmásinmediatosyqueseguramentelevaldríanlacárceldurantealmenosunatemporada.

Dehaberlogradomatarme—aunquenoestoysegurodequepretendieraquitarmelavida—,elmíohabríasidoelclásicoasesinatodeimitador.Sinembargo,niPollocknimuchosotros, incluidaMeghan, locreíanasíy,conel tiempo,yotampoco,puespreferíasurelatodeloshechosalqueyosabíamáscercanoalaverdad.SladermehabíaacosadodelamismamaneraquelohabíahechoconelpobreAdamDiehl.Nosepodíanpedirmejorespruebas circunstanciales que esasySlader, pese a sugraninstintodeemprendedor,lasproporcionóacambiodenada.

Despuésdelaagresión,ypasadasmisoperacionesylarehabilitación,Meghanyyoatravesamosunamalaracha.PorfinmevienlaobligacióndeexplicarlequiéneraHenrySlader,unauténticobreteyuna tareaquedebíaabordar concautela,puestoque en esas semanas la policía operaba, como un alérgeno, en los márgenes denuestravida.LecontéaMeghanlojustoparasatisfacerla,asícomoalosagentesquesiguieronelcaso,ydeseéquebastaraparazanjareltema.

—Lomás importantequedebescomprender—ledije al finaldeunadiscusiónespecialmentedesagradablesobreelasunto—esqueSladermeatacónoporqueyoestuvierahaciendofalsificaciones,sinoporquemeneguéahacerlas.

Postradoenlacamadelhospital,trascomermeunatarrinadesorbetedepiña,mereacomodéenelsitioparaintentarcontemplarporlaventanaeldesoladorpaisajedeinvierno.Comonoteníaganasdediscutir,dejéescaparunsuspiroderesignación.

—Siento mucho tener que decirlo —respondió Meghan ignorando el ruegoinherenteamigesto—, sobre todocontigoaquípasándolomal enelhospital,perohayvecesenquedesearíanohaberoídonuncalapalabra«falsificación».

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—Meg…—Falsificación—escupiólassílabascomosifueranfibrasdecartílagorancio—.

Eslapalabramásfeadenuestroidioma.—¿Noquerrásdecirquizáquetegustaríanohabermeconocido?—Nilohedichoniesloquequierodecir.Hiceunapausaantesdeafirmar:—Si pudiera volver atrás en el tiempo y retractarme de algo en esta vida,

arrancaríalapáginadeldietariodelDiablodondeseconcluíaquemeinteresaríanloslibros,losautógrafos,losmanuscritosylafalsificación.

—Eso es una soberana tontería. Se puede tener gran interés por los libros yaborrecerlafalsificación.Comolamayoríadegentequeconozco.

—Tú sí y ellos también. Yo no puedo. Pero he aprendido por las malas —sentenciélevantandoenaltolamanovendadaparaañadirdramatismo.

Porsucara,comosideunlibroabiertosetratara,supeloquepensaba:«No,elqueaprendiódeverdaddelabuenaporlasmalasfuemihermanoAdam».Porsuerte,nodijonadayencambioalargólamanoparamecermiizquierdaentrelasdossuyas.Nosqueríamosmuchoysupeentoncesqueaquellonoeramásqueotratormentaquelograríamoscapearconéxito.

—Vamosahaceruntrato:eliminemosesapalabradenuestrovocabulario.—¿Quépalabra?—preguntóconsumejorcaradepóquer.Sonreíy,paramisadentros,deseésercapazdemantenermipartedeltrato.

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Unavezmás,tenemosalavueltadelaesquinalaNavidad,esaépocadeamorypazqueNuevaYorksabecelebrarcomoningunaotra.Lanievefrescasuavizalosruidosde la ciudadyme trae a lamemoria unmomentopreciosodemi infancia, conmipadre tirandodemíenun trineoporenmediodenuestracalle,queaúnnohabíandespejadodenieve.NuestraqueridaNicoletieneyacincoañosyeslaalegríademividay,juntoconMeghan,loquemedafuerzasparaseguirrespirando.Despuésdelallanamiento y la agresión que me dejó mutilado de por vida, nuestra acogedoracasitadecampodeKenmaremutóenunasparedes,unossuelosyunasventanasqueya no reconocíamos; hasta la habitación de la cría, que con tanto cariño habíamosdecorado,seviomancillada.Vistoahora,elsistemadeseguridadquehabíamandadoinstalar en un esfuerzo inútil por evitar lo inevitable fue unmal chiste.Y el dulcelustrequepudotenerensumomentoparamílaVandercookdeEcclestambiénquedóempañado. Cuando recibí el alta en el hospital, ambos comprendimos que nopodíamosseguirviviendoenKenmareenunaescenadelcrimenquebienpodíamoshaber tenido en Montauk. Así fue como regresamos a Estados Unidos, dondeproseguí conmi rehabilitación, y donde, en febrero,Meghan dio a luz a una niñasana. Alquilamos un piso en nuestro antiguo barrio, en un bloque sin ascensorcercanoaTompkinsSquare,apocasmanzanasdelaantigualibreríadeMeghan.Nosdedicamosamimaranuestrapequeñayaolvidarnosprácticamentedetodolodemás.Fueunasuertequeaúnnosquedarabastanteahorradoparasustentarnuestroestilodevida fuera del sistema, y tampoco vinomal el cheque al portador quememandóAtticusporunasumabastanteconsiderable;peseanoadjuntarunanota,eraevidenteque servía para satisfacer las deudas, reales o imaginarias, que tenía conmigo ycatapultarnosaunsilenciobeneficiosoparaambos.

Al cabo de unas semanas de mudarnos al piso nuevo, una noche, después dedormir a la cría, que había caído rendida en ese sueño embelesado suyo tanenvidiable,Meghanyyohicimoselamor,ensilencioperoconenergía,enunactodelosque rayanen lacomunión religiosa.Despuésdeunorgasmoque la sobrecogió,Meghanme susurró quemequería y al punto se dejó vencer por el sueño.Yo, encambio,mequedédespiertoenlacama,mientrassemeaquietabaelcorazón,conmimediamanotendidasobremimujerydeseandoreunirmeconmifamiliaenelsueño.Elinsomnio,porelcontrario,meagarróporelcuelloyunavezmásquedépresodemis divagaciones nocturnas. Durante la cena había surgido el nombre de AdamcuandoMeghanselamentabadequesuhermanohubierapodidotenerlasobrinamás

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bonitaelmundo,queerauncrimenquenohubiesellegadoasersutío.Lomencionósolodepasada,sincaerenunlargodiálogomelancólico,pero,aunasí,amímesupoaarsénicoverdeesmeralda.FuesindudaesecomentarioelqueconjuróalfantasmasuplicantedeAdamcuandomedilavueltay,deespaldasaMeghan,mequedéconlamirada perdida hacia nuestro cuarto en penumbra. Me había pasado añosreconstruyendo en mi cabeza lo sucedido la noche de autos y había acabadohartándomedepensarenello.Medijeentoncesquesipensabarecorrerdenuevolaescenadeaquellapelículaplanoporplano,habríadeserlaúltimavez.Laúltima,meexigí.

¿Qué había hecho? La realidad —de nuevo esa palabra sospechosa— delincidenteestáyaalmacenadaenunrincóntaninaccesibledeunpasadoevanescentequenome fiodemiversiónde loshechosynopuedosaberacienciacierta simiimaginación ha embellecido o no las cosas, ha borrado esto o lo otro, revisado,enmendado,corregidoytodolodemás.

Sin mucha premeditación, y más bien llevado por una ira que no logrocomprender del todo, recuerdo haber ido a por el coche, que guardaba en unaparcamientoexteriorbastantebaratoquehabíaenelWestSideyqueestabarodeadoporunavallacoronadadealambredeespino;alsalirledijealvigilantedeturnoquevolveríaenunosdías,queteníaquellevarloalmecánico.Noteníanadadeextraño,puestoqueconducíaunviejoVolvotiporanchera,deesosqueparecequefuerandejugueteyqueunentrañableniñohubiera aplastadoconentusiasmocontra lagravadelparque,unejemplarconlasolerasuficienteparaestarmuyusado,perosinllegara serun elegantemodelode época.Eraplateadoy lohabíaheredadodemipadre.Aunquenoloutilizabamucho,nolograbadesprendermedeél,apesardequeexigíaciertomantenimiento,justoloquefuiahacerleenuntallerdeSunsetParkqueescogíporquesoloaceptabandineroenmetálico,bajocuerda,obajocorrea,porasídecirlo.Les pedí que revisaran también los frenos y la transmisión. Aunque no hubo quereparar nada, aparte de lo que le debía del mantenimiento, le di una propina dequinientos dólares al encargado del taller, hombre corrupto donde los haya, y lepreguntésinoleimportabaquedejaraallíelcocheunpardedías.

—Estoybuscandoungarajenuevoyno tengoganasdedejarloen lacalle—leexpliquéconuntemblornerviosoenlavozquedelatabamimentiradescarada.

MiródereojoelVolvoyluegosevolviólentamentehastasostenermelamiradamientras se encogía de hombros, como diciéndome: «¿A quién quieres engañar,socio?Nadiequerríarobaresacafetera».

—Leprometoqueseloquitarédeenmedioenunosdías.Dejópasarunosinstantesantesdepreguntar:—¿Quierequenoseveadesdelacalle?Esoseríanotrosquinientos.—Noestaríamal.Peroesposiblequenecesiteutilizarloenesosdías,demodo

quetendríaquepoderentrar.

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Discutimos brevemente los detalles y con un apretón de manos, tan solemnecomoabsurdo,tanencomiablecomocorrupto,sellamosunpactoquesignificabaquenohabíapasadonadaporque,dehecho,nadahabíapasado.Todavíahoyconservolaimagen de sus rubicundasmejillas picadas de viruela y unos bonitos y expresivosojoscolorazabache.Siestabacasado,ypodríajurarlo,eraelmaridomásinfielquesehayabajadojamáslospantalones.

EsanochecenétranquilamenteconMeghan.Unavezmás,porrazonesquesemeescapan—en el caso de que la razón tuviera parte alguna en el asunto—, fue unacomida estupenda, especialmente memorable. Nos dimos el capricho de tomarnosunabotelladeunMerlotmuyricoycompartimosunchuletóndebueyconespinacasalanataypatatasgratinadas.Devueltaensucasa—enesaépoca,antesdelamuertede Adam, alternábamos más entre los dos pisos—, hicimos el amor y dormimosjuntoscomodosgatitos,enuncaloryunafamiliaridadcasiinsensatos.Porlamañanamelevantéelprimeroypuseelcafé.Meghan,somnolienta,Meghan,consupelorojoy sus pálidos labios gruesos, volviendo del sueño a la vida, del letargo a laconsciencia,eraunavisióndignadecontemplarse.Notengopalabrasparadescribirlaoleadadedevoción,cariñoyfervorquesentíalverladespertar.

Esedíahablamosdelasmismascosasquecualquierotramañana.—¿Quévasahacerhoy?—lepregunté.—Trabajoytrabajo.Nadaespecial.¿Ytú?—Trescuartosdelomismo.—¿Nosvemosluego?—Claro.¿Salimos,hacemosalgoaquíoquéprefieres?—Podemosprepararalgoentucasa.Peroterecuerdoquemañanatengoqueira

valorarunacolecciónalcentroynopuedoquedarmeadormir.Fruncíelceño,peroluegodije:—Esverdad.Sinproblema.Teníamos—yyoafirmaríaquesiguesiendoasí—unarelacióntansólidacomo

sencilla. El problema era su hermano. Un gorrón de primera y un falsificador desegunda —que ni siquiera merecía tal nombre porque, como yo sabía ya porentonces,noeramásqueundiletanteytrabajabasobretodocomoperista,unameramarionetaquebailabaalsonquetocabaHenrySlader—queestabahaciendotodoloposibleporsocavarnuestrarelación.

¿Cómolosabía?Porlascartasquelemandabaasuhermana,nimásnimenos.AdamDiehl,peseasusinnumerablesdefectos,escribíasuscartasconpapelypluma,cosaquemeparecíaadmirable.YMeghan,quesindudaconfiabaenquesunovionoleyera su correspondencia privada, nunca las había ocultado a los ojos de loscuriosos,comoyo,porejemplo.Lamisivaencuestióndebiódellegarunassemanasantesdequemicochenecesitaraaquellarevisiónespuria.

Maggie, gracias por los quinientos dólares para quitarme de encima a los del gas, laelectricidadyelrestodeacreedores.Ereslamejorhermanadelmundo.Ojaláteestéyendo

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bien la librería. Tengo prisa, pero ¿puedo hacerte una pregunta? No tengo valor parapreguntárteloenpersona,sobretodoporquesélomuchoquetegusta,pero¿deverastefíasdeesetipoconelquesales?¿Seguroqueestrigolimpio?Telodigoporquemepreocupoporti,soloeso.Haymuchagentequelorespetayloadmira,perotengounamigoquenopiensalomismo.Nosé.Essolounapregunta…Tequiere,Adam.

Por lo que sé, ese amigo era Henry Slader, porque en esa época yo tenía unareputaciónmuydistinta.Niunsolotratantedelibrosantiguossospechónuncademí,o si lo hicieron, vendieron lo que yo les había vendido a sabiendas de que mismaterialesteníansiempregarantíayaceptabadevolucionesporeltotaldelopagadosinhacerpreguntas.Comoentantosotrosgremios,eldellibroeraunmercadodondela reputación lo era todo. Los asuntos internacionales siempre se han regido pordirectricessimilares:unapretóndemanosdiplomáticopuedeevitarunaguerra.

No,nuncamegustóeltalAdam.Peroconaquellacartasuintegridadempezabaacorrerpeligro,porhablaraltoyclaro.Nosolohabíaamenazadocondesposeermedela únicamujer, aparte demimadre, queme había querido y a la que yo tambiénquería,miadoradaMeghan.Además,esainfelizrémoradehermano,consusfirmassospechosasysuscartasestúpidasquehabíanllevadoalapolicíahastamipuerta,oalmenosesocreíayo,constituíaunaamenazatantoparamiprimeramorcomoparami sustento vital, las falsificaciones. «Odio» era una palabra que se quedaba cortaparadescribirmissentimientos.Desdén,repugnancia,aversión,dadmeundiccionariodesinónimosyveréiscómorellenohojasyhojasdevilescalificativosparadescribiralmalditoneófitodeAdamDiehl.Yélnopodíanisospecharlaanimadversiónqueletenía.

En aquella noche fatídica, como dirían en la típica novela policiaca de kiosco,cuandoMeghansefuedemicasaparairadormiralasuya,mevestí,lallaméparasaber que había llegado a salvo, como tenía por costumbre, y salí del piso. Trasasegurarme de que no había ningún vecino rondando por el pasillo —habríaabandonadomiproyectodehabermecruzadoconalgúnconocido—,cogíelmetroendirección a Sunset Park. Fingiendo cansancio, dejé caer la cabeza, con la barbillapegada al pecho, para ocultar mi cara a quienes viajaban enmimismo vagón. Elgorrodelanacaladoylasmanosmetidasenlosbolsillosdelabrigomecamuflabanaúnmás,aunquetampocoestabamirándomenadie.Eldeltallerhabíacumplidoconsupalabraymehabíadejadolallaveenelesconditequemehabíadicho.Elbarrioestabamuertoymedeslicéporlanocheconlacertidumbredequenomeveíanadie.

Lashorasdesdequecogíelcochesemepasaroncomoenunsueño.Cadaminutoera una inconsciencia tan huera y carente de imágenes, contenido visual e inclusosonido,peseaquetuvoquehabergritos…Perono,niungrito,niunruido,tansolounsonoroporrazocuandologolpeépordetrásconunobjetocontundente,unrodillodeamasarquebastóparaaturdirloallímismo,enel escritoriodonde trabajaba, sinsospecharquehabíaentradounintrusoensuchalé.Queríaquitarleunamano,pero,como no sabía con cuál escribía, me valí de su macheta—Meghan y sus padreshabíanequipadomuybiensucocina,siendocomoeranaficionadosalosfogones,la

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excusaperfectaparaqueminoviatuvierarecetariosportodaspartes—paraquitarlelasdos.Porsupuesto,comoestudiosodelaconductacriminalqueeradesdetiempoatrásgraciasaloslibrosdemisterioquemipadreposeíaporcientos,mehabíapuestounosguantesyunoscubrezapatosdesechablesyprocedícon toda ladiligenciayelsigiloquepude, antesde salirdel chalé al abrigode lanoche.La suertequisoqueempezara a caer una ligera nevada nada más subirme al coche con los guantesensangrentados,yunasmanosconmássangreaúnenlabolsadegruesoplásticoquehabíallevadoatalefecto.Despuésdedevolverelcochealtaller,lleguéacasamuchoantesdelamanecer,meduchéymesentéaesperaraquellamaraMeghan.Encuantoalasmanos,nomecostómuchodescuartizarlas,articulaciónporarticulación,huesoahueso,envolverlasporseparadoenpapelhigiénicoeirechándolasporelváterunaaunaytirandodelacisterna.

QueDiehllograrafabricarcontraposunasvendasimprovisadas—entiendoquevaliéndose de los dientes y losmuñones—y evitara asímorir desangrado fue unahazaña tan inquietante como impresionante. Sin embargo, su testimonio no habríasido fiableni aunquehubieravividoporquenohabía llegadoaverme.A todos losefectos,yonoestuveallí.Meloimaginodandotumboscomolocodeunladoparaotrodelchalé,enunestadodepánicosemiconscientealimentadopor laadrenalinadel hombre que lucha por su vida, entre los libros por el suelo y los mueblesvolcados,antesdevolveradesmayarse.Peroloúnicoqueconsiguiófueenmarañarunaescenadelcrimenque,enunaoscuraironíadeldestino,lasfuerzasdelordenseencargaronmástardedeafear,dechafardeltodo.

El teléfonono tardóensonar.Meghan,destrozada,estabaenTompkinsSquare,con los gritos risueños de los niños como telón de fondo. Lo primero que le dijecuandomecontólosucedidofue:«¿Yadóndelohanllevado?».Sabíamuybienquemeencontrabaal iniciodeunviajeenquecuantomenossupieradeAdamDiehlyantes aprendiera a extirparlo de mi consciencia, mejor para todos. El hermanoagonizantedeMeghaneraanatemaparamí.Alinterponerseentreloquemásqueríayyo,sehabíabuscadosupropioapocalipsisenminiatura,yyonohabíapodidohacernadaparaimpedirsupenosofin.

Esosucediójustoalamitaddeuninvierno,mientrasquehoyestamosenplenosolsticioyunasuavenevadaempiezaadespuntarenlaluzazuladadeúltimahoradelatarde.Aquísolo,sentadoalamesadelacocinadenuestropisodelEastVillage,mientrasMeghan y Nicole están viendo el gran árbol de Navidad del RockefellerCenteryalospatinadoressobrehielo,consusochosysuspiruetasverticales,meheacordadodeprontodeesanocheenlaquenomedormíayrecapitulécomopudelosúltimosdíasyhorasdeDiehl,conlosrecuerdoslomásajustadosalaverdadquemepermitió mi defectuosa memoria de falsificador. Me consuela haber mantenido lapromesaquemehiceensumomento,novolveraremoveresaoscuraépoca.Sibiensé que negarse a pensar en una acción vil no la exime de culpa, sí que entraña elbeneficiodelaliberaciónoredención,yesdeagradecer.

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CuandoMeghanyNicolelleguenacasa,ynocreoquetardenya,piensohacerleami pequeña un chocolate caliente para que entre en calor antes de darle una denuestras lecciones padre-hija de caligrafía, en granmedida comohacía conmigo laabuelacuyonombrelleva.Esunalástimaquenovayaaconocerla,aestudiarconellaelartedelasletrasyelfluirdelaspalabras;ellaeraunamaestramuysuperioraloque yo llegaré a ser nunca. Y la pena esmayor porque la pequeña Nicole rebosatalento,yloafirmonocomopadre,sinocomoexpertoobjetivo.Tieneunasaptitudesinnatas,esungenioaúnsinpulir,porasídecirlo,conlaplumayelpapel.Recuerdoami madre maravillarse al verme dibujar los círculos concéntricos con la edad deNicole ahora o incluso algo mayor, pero dudo que los dibujara con la mismaperfección que ella. Y los hace y los repite como si fuera algo tan sencillo comoinhalaryexhalar.Parasudécimosextocumpleañostengopensadoregalarlelaplumade Arthur Conan Doyle que heredé de mi padre, legándosela así a la tercerageneracióndenuestrafamilia,untalismánquehabrádeconservarcomohiceyo,supadre,ymipadreantesqueyo.

Nosabríadecirquéharáenelfuturoconsusdotescaligráficas.Talvezllegueaser pintora o escenógrafa, o quizá acabe dedicándose a algo sin relación alguna.Aunquelossueñosquepersigadeadultanotengannadaqueverconelactoyelartedeescribir,habráquien—talvezunabuenaamiga,unamanteoinclusosuesposo—sefijeenlográcildesuletraalpagarlacuentadeunrestauranteoenunamundanalistadelacompraycomente:«Pero,Nicole,tieneslaletramásbonitaquehevistoenmivida».Ytalvez,simifuriosoladooscuronomepasafacturaynodevoraalquese libró, responda con orgullo manifiesto: «Me enseñó mi padre cuando erapequeña».Yenesemomentopensaráconunamorsinreservasenmí,unhombrequehabrádepasarseloquelerestadevidacuidándoselasespaldasdisimuladamente.

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Agradecimientos

Heperdidolacuentadelasamistadesquehicedurantelosañosqueformépartedelacomunidaddellibroraro,primerocomolibrerodurantelaveintenaymástardecomocoleccionista: tratantes de libros, bibliotecarios de colecciones especiales y colegasbibliófilos.RichardSchwarz,delalibreríaStageHouseIIdeBoulder(Colorado),fuemiprincipal inspiraciónen los iniciosdemiamorporestemundo.Estoyendeudacon esta gente de los libros por todo lo que me ha enseñado. Me gustaría hacerespecialhincapiéenquelamayoríadelibrerosycoleccionistassonconocidosporsuespecialhonradez,vigorintelectual,graningenioysabiduría,yjamáshantomadoelcaminooscuroqueescogenalgunosdelospersonajesdeestanovela.

Quiero agradecer en particular a tres respetados amigos del libro, como sonNicholasBasbanes,TomCongaltonyJamesJaffe,porhabersetomadolamolestiadeleer elmanuscritoyofrecerme suopiniónexperta sobre el complejomundode loslibros y los manuscritos raros. También me gustaría darles las gracias a MorganEntrekin deGroveAtlantic, Peter Blackstock,Deb Seager yAllisonMalecha, porcreer en este libro desde el principio.Mis amigosDouglasMoore, NicoleNyhan,EimearRyan,HyAbady,ThomasJohnsonyPeterStraubmeregalaronobservacionesmuyoportunassobre lahistoriaduranteelprocesodeescritura,al igualqueHenryDunow, que no solo es un agente superlativo, sino también el lectormás agudo yserioconelquehetenidoelprivilegiodetrabajar.Mimáscalurosoagradecimientoparatodosellos.EncuantoaCaraSchlesingeryamieditor,OttoPenzler,migratitudporsuapoyoentodaslasformasposiblesyporsuinspiraciónnopuedeexpresarseconpalabras.

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Notasdelatraductora

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[1]EntraduccióndeÁngel-LuisPujante.<<

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[2]ÚltimafrasedelmonólogodeMollyenlaversióndeBorges.<<

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[3]Eninglés,forgesignificatanto«forjar»como«falsificar»,deahílasdisquisicionesdelpersonaje.Porsuparte,forgeaheadhabladeeseavanzarpesealasdificultades.<<

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[4]EntraduccióndeJuanManuelIbeas.<<

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[5]EntraduccióndeJordiDoce.<<

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[6]EnlaversióndeAntonioTaravillo.<<

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