La civilización y el carácter

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L a civilización y el carácter: Apuntes sobre el significado del mestizaje en el siglo XIX colombiano Oscar Javier Barrera Aguilera [email protected] Antropólogo Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá Palabras claves Mestizaje, República, nación, Estado-nación, Antropología. Key words Miscegenation, nation-state, republic, anthropology, nation. Recibido: 21/05/2006 En revisión desde: 26/05/2006 Aceptado para publicación: 12/06/2006 ENSAYO Resumen Este ensayo ofrece un acercamiento al mestizaje como articulador de la diferencia y la diversidad en el proceso de construcción del Estado-nación colombiano durante el período de la República. La exploración de los escritos de algunos políticos de la segunda mitad del S. XIX evidencia el vínculo existente entre el mestizaje y los ideales de civilización -progreso y democracia- que guiaban sus proyectos políticos. Estas propuestas políticas respondían a una contradicción entre el deseo de continuar con el proyecto de civilización europeo y el interés por legitimar un nuevo proyecto de república. El artículo enfatiza que, en torno a la relación entre mestizaje y nación, no han cesado de producirse propuestas políticas y plantea que esta historia de pugnas discursivas en torno a la mediación de la diferencia dentro del Estado-nación, constituye el suelo donde la antropología colombiana hunde sus raíces. La riqueza de esta exploración consiste en rastrear la relación entre la producción antropológica, los regímenes discursivos que se movilizan dentro de los proyectos de Estado-nación, y los posicionamientos políticos en pugna. Abstract This paper provides an approach to miscegenation as a way of linking difference and diversity in the construction of Colombian national-state during republican period. The exploration of texts written by mid 19 th century politicians, demonstrates the bond between racial-mix and the ideals of civilization –democracy and progress- which guided their political projects. These political proposals answered to a contradiction between the aims of continuing with a European civilization ideal and the interests in legitimizing a new republic project. The article stresses the fact that, concerning miscegenation and nation, political proposals haven’t ceased; it also argues that this history of discursive battles regarding the mediation of difference within the national-state builds up the ground in which Colombian anthropology has established its roots. The significance of this exploration consists in tracing the relationship between anthropologic productions, discursive regimes contained in national-state projects, and the struggling political positions. Revista Inversa, Vol. 2, No.2 (2006): 37-61.

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La civilización y el carácter:Apuntes sobre el significado del mestizaje en

el siglo XIX colombiano

Oscar Javier Barrera [email protected]

AntropólogoUniversidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

Palabras clavesMestizaje, República, nación,Estado-nación, Antropología.

Key wordsMiscegenation, nation-state,republic, anthropology,nation.

Recibido:21/05/2006En revisión desde:26/05/2006Aceptado para publicación:12/06/2006

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ResumenEste ensayo ofrece un acercamiento al mestizaje como articulador de la diferenciay la diversidad en el proceso de construcción del Estado-nación colombiano duranteel período de la República. La exploración de los escritos de algunos políticos dela segunda mitad del S. XIX evidencia el vínculo existente entre el mestizaje y losideales de civilización -progreso y democracia- que guiaban sus proyectos políticos.Estas propuestas políticas respondían a una contradicción entre el deseo decontinuar con el proyecto de civilización europeo y el interés por legitimar unnuevo proyecto de república. El artículo enfatiza que, en torno a la relación entremestizaje y nación, no han cesado de producirse propuestas políticas y plantea queesta historia de pugnas discursivas en torno a la mediación de la diferencia dentrodel Estado-nación, constituye el suelo donde la antropología colombiana hundesus raíces. La riqueza de esta exploración consiste en rastrear la relación entre laproducción antropológica, los regímenes discursivos que se movilizan dentro delos proyectos de Estado-nación, y los posicionamientos políticos en pugna.

AbstractThis paper provides an approach to miscegenation as a way of linking differenceand diversity in the construction of Colombian national-state during republicanperiod. The exploration of texts written by mid 19th century politicians, demonstratesthe bond between racial-mix and the ideals of civilization –democracy and progress-which guided their political projects. These political proposals answered to acontradiction between the aims of continuing with a European civilization idealand the interests in legitimizing a new republic project. The article stresses thefact that, concerning miscegenation and nation, political proposals haven’t ceased;it also argues that this history of discursive battles regarding the mediation ofdifference within the national-state builds up the ground in which Colombiananthropology has established its roots. The significance of this exploration consistsin tracing the relationship between anthropologic productions, discursive regimescontained in national-state projects, and the struggling political positions.

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«Aquí tenemos unos más lecheque café, otros más café queleche, y otros café tinto sin

mezcla, pero leche pura, nadie»(Manuel M. Madiedo citado en Uribe Uribe, 1907:44).

ecientemente1 han2 reaparecido argumentaciones que buscanexplicar los problemas del país apelando a indagaciones sobre lascaracterísticas «culturales» de la población colombiana. El territoriodesordenado, la anarquía política, el regionalismo, el atraso

económico y la corrupción, en opinión del genetista Emilio Yunis, muestranque «cuando un fenómeno es tan generalizado que todos los miembros de ungrupo social participan de él, en el transcurrir del tiempo, estamos autorizadosa decir que se trata de algo estructural, que forma parte de nuestra cultura»(Yunis, 2003: 3-4).

Desde esta perspectiva, histórica y geográficamente, y por lo tanto, apoyandola afirmación de ser una característica de los colombianos, se han creado«paquetes» humanos con difícil comunicación entre sí: desde la actituddefensiva de los colonizadores que crearon un ghetto para ellos mismos,pasando por las políticas colonizadoras que propiciaron el aislamiento de lasprovincias, hasta el desplazamiento actual a causa de la violencia, hanevidenciado el carácter negativo o la falta del contacto entre los colombianos3.Este hecho, en la argumentación del doctor Yunis, sería una manifestación ycorroboración de las dos principales características de la población colombiana:la fragmentación y la endogamia. En cuanto a la primera, considera que elnimio contacto entre los colombianos hizo y continúa haciendo de Colombiaun país andino en el que sus minorías, como en el caso de las comunidadesindígenas, son desplazadas a la periferia, lo que ha producido unaregionalización de la raza en la nación: en la zona de los Andes hay predominiode gente blanca, en el norte del país de gente mulata, en el sur de mestizoscon fondo indígena, al occidente gente negra en su mayoría y, finalmente, unoriente deshabitado y olvidado. Así, esta situación de «endogamia cultural»dibujaría un país fragmentado y en éxodo, que rechaza al otro y en el que nohay confluencia de identidades regionales agrupadas en un objetivo común.Debido a la falta de comunicación y de intercambio, no hay una idea clara dela unidad nacional. En palabras de Yunis:

«A diferencia de la diversidad regional que existe en muchos países, le hemos agregado elmosaico racial con su buena dosis de exclusión, y una enorme desigualdad en logros decada una de ellas, agravado todo ello por el hecho de no haber existido en Colombia ningúnproceso, ningún contenido, que nos haya puesto en contacto a unos con otros».

(...) «De nuevo la pregunta: ¿por qué somos así?, es pertinente. Parte de las mismas bases,su fundamento es el mismo, pero se enfoca más en la vida cotidiana, el bolero, el tango, laradio, el fútbol, aspectos todos con los que se construía la nacionalidad, de nuevofragmentada, nunca con la capacidad de sustituir el contacto humano, la comunicacióndirecta humana, la convergencia de productos, seres humanos, genes y culturas paramezclarse y producir nuevas síntesis» (Yunis, 2003: 11-12).

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1 Este texto hace parte del trabajode grado titulado «Tente en el Aire,No te Entiendo. Ensayo deInterpretación de Estampas yDiscursos del Mestizaje enColombia» presentado en el año2005 para optar el título deAntropólogo en la UniversidadNacional de Colombia, sedeBogotá.

2 El presente documento haceparte del libro inédito «Avataresde la Antropología en Colombia.Serie de cuadernos del Seminariode Antropología de la Antropología.Cuaderno No.1» editado porCamilo Luna, Aura Reyes, Luz ÁngelaRojas y Daniel Varela integrantesdel grupo de Historia de laAntropología en Colombia de laUniversidad Nacional de Colombia.Este texto fue publicado en asociocon Inversa, como parte de unaestrategia de difusión que sedesarrollará en el número 3 y 4 dela publicación. Todos los derechosde reproducción pertenecen a loseditores responsables del libro delcual hace parte el presente artículo.

3 Estos planteamientos fueronexpuestos por Emilio Yunis en laemisión del viernes 28 de mayo de2004 del programa «U.N. análisis»de U.N. Radio.

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Es así como para Yunis el mestizaje es un proceso inacabado, y Colombiaun país en «obra negra», con maestros por doquier. En este mismo orden deideas, ya que la nación no se brinda a sí misma, no ha de esperarse que lo hagacon el forastero o el vecino: es un país que no se da al otro. Este no «brindarse»constituiría el tercer hecho estructural de la cultura colombiana. Asumiendoque la historia ha sido una constante de separación, este fenómeno se habríainfiltrado en el organismo de los colombianos. De este modo, el hecho de noser incluido y de ser extraño ante todo el mundo describiría a Colombiacomo una «cultura ladina»: el colombiano engaña, miente, muerde, envidia,etc. Así, en tanto que hechos estructurales, la endogamia y lo ladino,constituyen elementos culturales de los colombianos. Según Yunis, esto haríaque el «otro» sea el corrupto mientras el «yo» sería correcto. No somos mejoresni peores por los genes, pero sí mejores o peores por la historia. «Sin embargo–afirma–, el orgullo que para algunos significa ser mestizo marca de nuevouna distancia entre lo que somos y lo que queremos ser, entre la forma comonos miramos y lo que hacemos, entre el país que tenemos y el que quisiéramostener» (Yunis, 2003: 1). En otras palabras, somos diversos y conflictivos yqueremos ser blancos y homogéneos.

Tal parece ser más el deseo del investigador que el del conjunto de lapoblación colombiana si tomamos en cuenta el regionalismo del país. En elfondo, es el deseo de quien deposita en manos de científicos e intelectuales lasolución a la fragmentación que hizo de Colombia un país propenso a lasimágenes y no a los hechos. Así, la «regionalización de los genes» sería unaequivocación histórica donde cada parcialidad es diferenciada por su raza ynivel de desarrollo. A su vez, representaría la imposibilidad del Estadomoderno en Colombia que riñe con las identidades locales y regionales. Portodo esto, considero que este empecinado deseo de unidad nacional por unaparte, nos hace pasar por presas de la historia no en el sentido de cambioconstante sino en el de sino nefasto, como estructura que todo lo constriñe,y por otra, duda de la autonomía del país y de su gente. La supuesta carenciade conciencia y de acción ante la situación de fragmentación así lo indicaría,como también, la ausencia de planeación, máxima expresión del desarrollocultural. En este caso, la confusión entre cultura y educación deviene deconsiderar a Colombia lejos del modelo de nacionalidad y civilización europeao, en otros casos, considerar la cultura como algo congénito, y también enperseguir explicar ¿por qué somos así? antes de considerar ¿quiénes somos?Por otra parte, conduce a considerar la diversidad cultural como el causantede nuestros problemas, al adjudicarle a nuestra gente la causa de nuestrosmales, por lo que debería ser civilizada de la mano de la ciencia y de launificación de criterios, ya que la historia pétrea la ha condenado a los malesde la anarquía cultural4.

Esta lectura moral de la historia, nos sirve de pretexto a la discusión de larelación que ésta tiene con la raza y con la cultura, que no constituye unasunto reciente. La constancia del contacto biológico y cultural en nuestrahistoria, ha recibido variadas interpretaciones de los temas que otrora fueranlos pilares de la disciplina antropológica. Con tales fines, en las próximaspáginas, nuestro interés por los años posteriores a la declaración de laIndependencia, pretende reactivar el debate sobre las características de lapoblación, el mestizaje y la constitución de la nacionalidad y reconocer cómoel otro ha sido elaborado a base de un amasijo entre raza, historia y cultura.

4 No hará mucho tiempo que laperiodista Piedad Bonnet hacía unaobservación de las mismascaracterísticas. Iniciaba con undiagnóstico de los males del país paraluego relacionar la debilidad estatalcon algunos comportamientossociales y expresiones culturales delos colombianos como la sensaciónde desamparo y desconfianza ante laley. El clientelismo, la corrupción, laburocracia y la impunidad, serían otroselementos que identificarían a loscolombianos y revelarían la falta deconsenso y el predomino demotivaciones individuales. En el fondode su artículo, se encuentra lapregunta sobre si los colombianossomos modernos. Para ella, la literaturabrindaría un poco de luz en lapenumbra, y sus artífices, losintelectuales, serían los guías de lasociedad. Tras reconocer que laviolencia es múltiple y tiene diversasmanifestaciones, encuentra que es lacausa de nuestra mala imagen paraquienes observan desde fuera. En elfondo de esta preocupación denuevo aparece la inquietud por¿quiénes somos? En el mundocolombiano de la sobrevivencia del«vivo» identifica los siguientes grupossociales: los que padecen, laseudoaristocracia, la pequeñaburguesía, el pueblo y, finalmente, losreflexivos, racionales, modernos ycivilizados. Pero, ¿qué ha causado estaenfermedad?, ¿por qué somos egoístas,insolidarios e incapaces? Porque nonos acercamos a la razón, porquevivimos una prolongada Edad Media.Mientras esto sucede con el gruesode la población, el artista es libre através de la escritura y transgrede,transforma esta sociedad caminandohacia lo universal. Para ella la literaturaconduce al ser verdadero delcolombiano, a su propia cultura. Pero,y ¿qué es cultura? Ella alude alespectáculo, la educación y todo lootro que envuelve la modernidad. EsLa literatura que imagina, la cienciaque observa y describe, es la Colombiade los ilustrados tan lejana a la delpueblo. Curiosamente el ensayo fueleído durante el encuentro deescritores en una Feria del Libro enBogotá. Dar un vistazo a: BONNET,PIEDAD. 1998. La guerra y la culturao la cultura de la guerra. En MagazínDominical, No. 789 (junio28): 11-14.

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Lo Popular y lo Ilustre: dos visiones del mestizaje americanoEn primera instancia, un breve recorrido por algunos aspectos de la época

colonial extiende el tapete a las posteriores formulaciones sobre laIndependencia y sus consecuencias. Desde dos momentos distintos del sigloXX, la separación de la Corona española recibe diferentes interpretaciones, ymanifiesta distintos deseos sobre lo que debe considerarse como el «almanacional».

Por una parte, durante los años sesenta del siglo XX, aparecen nuevas visionessobre el significado del mestizaje en la conformación de la nacionalidad delos países latinoamericanos. La historia del contacto biológico y culturalpresentaría las siguientes constantes. Una primera fase de competencia yconflicto donde predominan las motivaciones personales de los conquistadoresy las elites nativas, produciéndose una separación entre colonizadores ycolonizados, poseedores y desposeídos, católicos y paganos, todas divisionessociales que sustentan diferencias culturales y diferencias biológicas, y dondeel mestizo puede refundirse con el español5. Posteriormente, se daría unasegunda fase de acomodación y equilibrio social (XVI-XVIII), caracterizadapor el dominio y la subordinación al interior de la estructura de castas, con laconsecuente separación de los individuos de diferente status: el blanco(europeo, criollo y blancos pobres), el indio (mestizo, cuarterón, ochavón,puchuelo), el negro (mulato, tercerón, cuarterón, quinterón, tente en el aire,salto atrás) y el zambo (los resultados de la mezcla entre negro e indio). Cadauna de estas clasificaciones, tiene un lugar en la sociedad que va desde elblanco ciudadano hasta el negro sujeto del amo pasando por variadasgradaciones6. Estas diferencias también se traducen económicamente en laseparación entre poseedores individuales y poseedores colectivos7.Efectivamente, en Colombia, las diferencias culturales y las desigualdadessociales y económicas van de la mano, algunos individuos no sólo son diferentessino inferiores. Con el incremento en el número de mestizos es complicadomantener el orden social, por esto, los estereotipos cumplen la función declasificar a la población a través de la asociación de actitudes y rasgos culturalescon la composición física, por lo que de este modo, raza y cultura empiezan aestar fuertemente vinculadas.

Dentro de las interpretaciones sobre el significado del mestizaje, se haidentificado una tercera etapa, entre los siglos XVIII y XIX, de desequilibriosocial y cultural, que corresponde a la dislocación del anterior sistema destatus como consecuencia del incremento de la mezcla entre las razas, que deacuerdo con lo anterior, produce el ascenso del mestizo como grupo socialdefinido, constituyéndose en el demoledor de las jerarquías sociales. Comotal, el mestizo es a la vez redentor y víctima, liberador y amenaza frente alsistema de castas. Este carácter propio, potencia un clima de discriminacionesy conflictos de interés, generando las condiciones propicias a la Independencia.De este modo, el proceso de contacto biológico y cultural conduce a laformación de la nacionalidad, venciendo la heterogeneidad racial y cultural8.

Finalmente, se distinguiría una etapa de asimilación cultural y social(República-siglo XX), donde desaparecen las diferencias raciales y culturalesquedando sólo unas de carácter económico. Podría decirse en principio, quela diferencia se encuentra entre hacendados y jornaleros pero ahora, todosson neogranadinos y luego colombianos, aun cuando las clases socialesconservarían las anteriores distinciones entre personas basadas en índicesraciales cargados de connotaciones sociales, por lo que el inacabado mestizaje

5 Acerca de la periodización generalde los momentos del contacto merijo por CÁMARA BARBACHANO,FERNANDO. 1964. El mestizaje enMéxico. En Revista de Indias (EstudioSobre el Mestizaje en América), vol.XXIV, No. 95-96 (enero-junio): 27-83, también por MÖRNER,MAGNUS. 1969 [1967]. La Mezclade Razas en la Historia de AméricaLatina. Buenos Aires: Paidós, yESTEVA FABREGAT, CLAUDIO.1964. El mestizaje en Iberoamérica.En Revista de Indias, (Estudio Sobre elMestizaje en América), Vol. XXIV, No.95-96 (enero-junio): 279-315.Para el énfasis específico de estaetapa del contacto biológico ycultural en Colombia, véaseFRIEDE, JUAN. 1944. El Indio enLucha por la Tierra. Bogotá D.C.:Instituto Indigenista de Colombiay Ediciones Espiral.

6 Para mayores detalles sobre ladivisión de castas consultar:GUTIÉRREZ DE PINEDA,VIRGINIA. 1963a. El status de losgrupos étnicos y la estructura dela familia. La familia en Colombia:trasfondo histórico. Volumen I. Bogotá:Universidad Nacional de Colombia.Pp. 195-218 y de la misma autora:El cruce racial y las clases étnicas.La familia en Colombia: trasfondohistór ico. Volumen I. Bogotá:Universidad Nacional de Colombia.Pp. 173-180. Además de lo dicho,el mestizo es al tiempo libre ydesarraigado, el mulato es untributario desarraigado, el zamboun libre sin derechos y el indio unser sometido a causa de su«barbarismo» y su «minoría deedad».

7 Para una discusión sobre lastransformaciones socioeconómicasdel mundo rural consultar: FALSBORDA, ORLANDO. 1957. ElHombre y la Tierra en Boyacá. Bogotá,D.C.: Editorial Antares, especialmentepáginas 66, 72, 86 y ss.

8 Esta argumentación esdesarrollada en JARAMILLOURIBE, JAIME. 1965. Mestizaje ydiferenciación social en el NuevoReino de Granada en la segundamitad del siglo XVIII. En AnuarioColombiano de Historia Social y de laCultura, vol. 2 (3): 21-48.

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se llegó a considerar como el causal de los males de la nación, impidiendo elfeliz término de la tarea civilizadora9.

Esta interpretación del mestizaje y los mestizos, es complementada conuna concepción dialéctica de la historia que apoya el ascenso de la clase mediay popular como sostén de la nación, y, por lo tanto, como su símbolo porantonomasia10. Asimismo, paulatinamente, va a reemplazar la consideraciónde los criollos como representantes del espíritu americano plasmado en lomestizo. Veamos brevemente en qué consiste esta última.

En primer lugar, según esta última concepción, la España del siglo XVI-XVII habría transmitido a estas tierras su humanismo nacionalista ymonárquico enfocado en problemas concretos, prestando interés a lahistoriografía y la experiencia humana. En el siglo siguiente, con el ascenso delos Borbones, se daría impulso a la cultura como conocimiento científicocon el fin de sacar provecho de lo americano. En este sentido, el pensamientocriollo de la Nueva Granada encarnó el espíritu de toda una época, alconcentrar el sentimiento de pertenencia hacia la tierra americana –identidadtelúrica–, acompañado por un cambio de actitud hacia la libertad del espíritu,que ya se palpaba en manifestaciones sociales como la revuelta de losComuneros o las protestas de los mineros de Antioquia, entonces, el mestizajedeja de ser marginamiento y exclusión para convertirse en síntesis e identidad,éstas últimas manifiestas en un arte y pensamiento que reúne todo lo americanopara proyectarse hacia el futuro, y que, en esta medida, se constituye en elíndice de la diferencia11. Es así, y no de otro modo, como el mestizaje se hacesinónimo de pensamiento criollo, que tras asumir el ser producto de unamezcla, sus componentes son enfocados desde lo blanco como síntesis detodos los colores. Independientemente de lo reprochable que esto sea,representa otra mirada de la esencia de la nacionalidad colombiana de altointerés para la historia del quehacer de la antropología, pues la historia de laconstrucción de la nacionalidad ha estado ligada a los intentos por definir suslímites y describir su población.

Siguiendo este derrotero, la definición de lo mestizo por parte de los criollosestuvo influenciada por el impulso a las ciencias naturales –cuya relación conlas ciencias sociales aún es poco clara y reconocida–, nuevamente, como culturautilitaria, impulsada en un principio desde tierras españolas, como políticaque persigue indagar sobre la transformación del paisaje cultural americano apartir de la conquista española. La Expedición Botánica, ideada para apoyarel desarrollo del comercio y de la agricultura, produjo la toma de concienciapor parte de los criollos quienes se interesaron por las particularidades delhombre americano y reflexionaron sobre el carácter de la Conquista y, enalgunos casos –v.g. Manuel del Socorro Rodríguez– se llegó a reconocer lapérdida de la historia indígena –omisión hecha de su presente– y la necesidaddel salvamento del patrimonio histórico y cultural del Virreinato. «TantoRodríguez, como Tadeo Lozano y Francisco José de Caldas, se preocuparonen presentar en sus periódicos diferentes enfoques sobre los grandes aportesque a la cultura occidental había dado América»12.

El americanismo, que buscó la desmitificación del Trópico y el hombreque habita esta zona, unió el reconocimiento del carácter mestizo a los primerosanálisis científicos de los americanos sobre ellos mismos y su continente. Laciencia, la literatura y el pensamiento de la época sobre el medio natural,basadas en la observación, se unieron a la experimentación y terminaron

9 El mestizaje como fundamento de lanacionalidad colombiana desde laspostrimerías de la Colonia ha sidoestudiado por: MORALES BENÍTEZ,OTTO. 1984. El mestizo y el barroco.Memorias del Mestizaje. Bogotá, D.C.:Plaza & Janés. Pp. 67-92.

10 Dos décadas después de la apariciónde estas argumentaciones, se expondríaque la identidad nacional culturalbasada en la oposición entre una etniamayoritaria y desarrollada, y minoríasétnicas sumidas en el atraso y lamarginación estaba siendo remplazadapor el ascenso del trabajo creador delpueblo mestizo, que estaba jalonandoel progreso social, y por la irrupción delas etnias colombinas en la cultura,generando la renovación democrática,y liberación nacional y social, en donde:«Podría adelantarse la hipótesis de queMestizaje y fusión entre representantesde etnoregiones son procesos de cursolento en las actuales condiciones socio-históricas, con escenarios desiguales ylimitados en ciertos casos por prejuiciosraciales y de clase (...). La idea de «razacósmica» de que hablara Vasconcelosciertamente no está a la vuelta de laesquina» (Caycedo, 1986: 197, cursivasen el original). En su escrito, Caycedotambién anticipaba la siguienteconclusión: «La diversidad regionalcolombiana no está en vías deextinción. Sus raíces se hunden en lahistoria colonial. El desarrollo capitalistadependiente no allanó la diferencias,sino que las profundizó y polarizó laestructura clasista».

11 Otto Morales Benítez desarrolla laidea del barroco americano comosentido de autonomía y «autoctonía»al unísono, donde la base delsentimiento independiente proviene dela tierra y es sólo a través del arte,puesto que el mestizo no tiene espaciospúblicos donde sea reconocida suexistencia, donde puede expresar esenuevo sentimiento, esa estéticacreadora que lo hace original (Morales,1984: 77 y ss).

12 En relación con este punto esesclarecedora la ponencia de RUEDAENCISO, JOSÉ EDUARDO. 1986.Evolución histórica de la identidad y ladiversidad cultural en Colombia yLatinoamérica. III Congreso deAntropología en Colombia (Memorias).Bogotá, D.C.: Editora Guadalupe,especialmente la página 185.

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reformando la realidad social. El empirismo se adaptó a un nacientepatriotismo, mas con el tiempo, el mestizaje etnocéntrico y liberador –segúnRueda Enciso– cede paso a la concesión externa y la imitación (Rueda Enciso,1986: 185).

Se distingue, pues, por una parte, una representación del mestizorevolucionario como fundamento de la nacionalidad, reivindicación del pasadodel pueblo para legitimar su lugar en el presente y su futuro promisorio, y,otra, en que es el criollo sintético –que recoge las manifestaciones sociales delmomento–, el conductor de la sociedad como resultado de su comprensiónde la misma y de la ilustración que ha recibido, es decir, estamos ante larecuperación del hombre americano para reivindicar el papel de historia yante la recuperación de la historia americana para reivindicar el papel delhombre en la misma. Por una parte, la reivindicación de lo popular y, porotra, la de la ciencia como civilización, dos elementos que han persistido y sehan empleado, según momentos y escenarios, para definir la nacionalidad, yque por lo tanto nos conminan al abandono de su consideración como factoresindependientes y excluyentes. Cultura como reivindicación de la diferencia ycivilización como continuidad del proyecto occidental han sido constantesen la historia colombiana.

Civilización y Cultura en la Construcción de la NacionalidadColombiana

Es reconocido, entonces, que la Independencia no es una ruptura totalcon el siglo XVIII. Las reformas de Carlos III fueron un intento de aplicaciónde la Ilustración en las colonias españolas. En este sentido, la ampliación dela base de explotación de metales hacia materias primas, condujo al recorridopor el territorio para su reconocimiento y a la construcción de inventariossobre lo aprovechable. En el campo político, las reformas persiguieronmodernizar el Estado haciendo más efectivas las leyes como medida paracontrolar a los sujetos, lo que a la larga produjo que se dieran manifestacionesde descontento de los sectores oprimidos hacia las elites, además de que seaunó la presión sobre los hombres y la tierra lo que terminaría produciendoun descontento general.

Este panorama de los albores de la Independencia, ha pretendido justificarel papel de la élite en el proceso de construcción del estado nacional como unproyecto razonado por una élite homogénea y blanca. Esta concepción de laIndependencia, se manifiesta en la historia que se ha construido de lo sucedidotras su consecución. En primer término, es una historia basada en mandatospresidenciales y de la formación del estado nacional resumida en el origen yfundación de los partidos políticos, que ha contribuido a dar una imagen deun país homogéneo, además de que es una historia de bronce –de héroes ybustos– que ve en la élite criolla bogotana, el único grupo capaz de movilizara todos los sectores descontentos con España13. Sin embargo, esta versióndesconoce las evidencias de un Estado débil y la fragmentación del espacioque desde la Colonia, hace oídos sordos a las regiones y grupos que no estabande acuerdo con la Independencia, y, por lo mismo, desconoce la variedadtemporal y espacial en que ésta se produce.

Para Alfonso Múnera, hay tres «mitos» que han recorrido la historia de lafundación nacional. Primero, el que, en la Independencia, la Nueva Granadaera una unidad política centralizada. Segundo, que los criollos se levantaron

13 Como una de las muestrasprincipales de esta historia secataloga la Historia de la Revoluciónde la República de Colombia (1827)de José Manuel Restrepo. Tambiéndentro de estas característicaspuede ubicarse la conferencia de:SAFFORD, FRANK. 1983.Formación de los partidos políticosdurante la primera mitad del sigloXIX. Aspectos Polémicos de la HistoriaColombiana del Siglo XIX. BogotáD.C.: Fondo Cultural Cafetero. Allíse distinguen modelos deinterpretación acerca delsignificado de los grupos políticosy la fecha de nacimiento de lospartidos liberal y conservador.

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el 20 de julio de 1810, pero, posteriormente, se dividieron en centralistas yfederalistas y fracasaron, y, finalmente, que la Independencia fue sólo decriollos. Frente a lo anterior, este investigador argumenta que la construcciónde la nación fracasó porque la Nueva Granada como unidad política no existiónunca, hubo elites regionales con proyectos diferentes y una participacióndecisiva de las clases subordinadas14. Así, la Nueva Granada se caracterizó porun relativo aislamiento de las regiones y una ineficiencia de las autoridadescentrales. De este modo, la fragmentación regional de la Nueva Granada –debido a la naturaleza y a la historia– definía la organización social y cultural15.Adicionalmente, un hecho que olvida la historiografía, y de vital importanciapara entender las revoluciones, en opinión de Múnera, es la formación de laclase de los artesanos mulatos en Cartagena a finales del siglo XVIII, quienesparticiparon en la Independencia de esta ciudad16, y lo que según Múnera,demuestra la existencia de varios proyectos de nación al mismo tiempo.

König también ve en la Colombia posterior a la Independencia, una naciónartificial. En las revoluciones, el único interés común de venezolanos,neogranadinos y quiteños era sacudirse del dominio español, pero en el fondo,hubo distintos movimientos que se enfrentaron entre sí: unos eran leales aEspaña, otros querían un Estado propio, y mestizos, mulatos y otros gruposquerían igualdad frente a los blancos. Se dio también la alianza temporalentre Santander, Bolívar y Páez para liberar primero a la Nueva Granada yposteriormente, a Venezuela y Quito, pero la construcción del Estado se logrómientras algunos territorios aún se encontraban ocupados por España, y nopodían decidir su pertenencia a la nueva agrupación. La convicción en laliberación y el reconocimiento de la soberanía, llevó a la constitución de laRepública de Colombia, no en una federación de departamentos autónomos–como en 1819–, sino en una unión como Estado centralista (1821). Porotra parte, la unidad también se persiguió a través de la idea de ciudadano,que fue el medio de integración adecuado en una sociedad de conformaciónétnica heterogénea, idea que se oponía a la visión monárquica de España. Elconcepto de la igualdad ciudadana promovía la paridad y la integración detres estados autónomos en uno solo. La tierra fue un elemento capital en eldiscurso sobre la constitución de la nacionalidad. Hablar de las dimensiones,de la riqueza natural y de las posibilidades económicas, se usó para despertarel orgullo de la población y, a la vez, identificarla con el nuevo Estado. Pero lagrandeza de Colombia no ganó reconocimiento del Estado por parte de susciudadanos, sólo lo tuvo por lo países europeos. Al final, la disolución deColombia presenta semejanzas con la del imperio colonial español: deficienciasy desigualdades de modernización que desencadenaron el surgimiento denacionalismos.

La Nueva Granada ya había heredado de la época colonial un perfil estatalcon límites fijos, respetados por los países vecinos, pero fue sólo el proyectode una élite, lo que no habría permitido construir una nacionalidad con laparticipación política de grandes estratos de la población17.

A mediados del siglo XIX, el desarrollo oriundo se convirtió en el lema deun nacionalismo mediante el cual algunos grupos dinámicos aspiraban alcontrol del Estado con el fin de modernizarlo. Estos sectores compararon laNueva Granada con países europeos y señalaron su atraso y posibles horizontes:impulsar la agricultura, la exportación de materias primas e importación debienes de consumo. Junto al status de ciudadano que pretendía borrar las

14 Véase la introducción de la obrade MÚNERA, ALFONSO. 1998. ElFracaso de la Nación. Región, Clase yRaza en el Caribe Colombiano (1717-1821). Bogotá D.C.: El ÁncoraEditores.

15 Consúltese la obra de AlfonsoMúnera (1998) anteriormentecitada, en especial el capítulo Ititulado «La Nueva Granada y elproblema de la autoridad central».

16 Sobre este punto tambiénconsúltese la obra de Múnera(1998) específicamente el capítuloIII «Cartagena de Indias: progresoy crisis en una ex factoría deesclavos».

17 Los argumentos expuestos aquíaparecen en KÖNIG, HANS-JOACHIM. 1994. En el Camino Haciala Nación. Nacionalismo en el Procesode Formación del Estado y de laNación de la Nueva Granada, 1750-1856. Bogotá, D.C.: Banco de laRepública. Pp. 325-415.

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desigualdades de los «hombres» –una democracia aparente–, la promesa deigualdad fue reforzada con la fórmula «Libertad, Igualdad y Fraternidad» querepresentan la unión entre evangelio y democracia. La libertad del individuocomo objetivo político y meta económica, fue el resultado de la nueva políticaeconómica que se convirtió en el instrumento ideológico mediante el cual laburguesía y sus nuevos aliados, los terratenientes, intentaron legitimar su podereconómico y político ante el pueblo y consolidar, o bien, defender, susprivilegios para mantener el «status quo» frente a los estratos inferiores. Enconclusión de König, este nacionalismo modernizador sí puso en marcha elcambio social de la Colonia, pero en vez de fomentar la integración social,llevó a la delimitación dentro de la sociedad y bloqueó el cambio de estaúltima en su totalidad18.

Por otra parte, la idea de ciudadano riñe con el corporativismo de la Colonia.En la práctica, el clientelismo y el caudillismo continúan siendo los principalesmotores de lealtad que permiten la continuidad de los privilegios por gruposy la fragmentación del poder. El legalismo –pensar que un documentotransforma estructuras– que pretendió romper con el pasado y consolidar lanacionalidad por medio de la Constitución de 1832 o las reformas liberalesdel ’49, no logró romper las columnas mentales ni las materiales. Lasmodificaciones políticas de mitad de siglo, pretendían eliminar el peso deinstituciones como la Iglesia, los gremios y el resguardo frente al del Estado,que se ubicaba como el fundamento de la identidad a través de la secularización,la educación, el conocimiento y la economía de exportación.

En el plano económico, aunque las reformas persiguieron introducir elliberalismo y el capitalismo, ninguno de los dos llegó a desarrollarse de maneratotal por diversos factores. Las reformas fracasaron por ser inspiradas por laélite, por la inexistencia de clases, conciencia y oposición que condujeran a latotal emancipación, y por la ausencia del capitalismo, el cual es una cuotainicial para el liberalismo. El capitalismo no tuvo peso debido a la falta dereinversión del capital en la producción. Las ganancias se destinaron a la comprade bienes de prestigio. También, se vio truncado por la inexistencia de unapoblación flotante que venda su fuerza de trabajo en un mercado, además deuna débil institución nacional del último tipo, con poca variedad yconsolidación.

Ahora bien, como la Independencia tiende a entenderse como unaanulación de las diferencias poblacionales, ya sean los mestizos o los criollosquienes conquistan tal logro, pareciera que la distancia entre los criollos y lamultitud se acorta, sin embargo, es el hombre blanco quien representa lainteligencia que conduce a los indios, negros y mestizos como medios militarespara alcanzar la libertad. En este sentido, afirmaba Francisco José de Caldas,que «la degradación del indio hasta el punto que le vemos es obra del gobiernoopresor que nos ha embrutecido por el espacio de tres siglos consecutivos»(König, 1994: 238), dando una muestra de la vocería por parte del contingentecriollo. De igual manera, lo que debería hacerse en adelante con la poblaciónindígena, es aclarado por Pedro Fermín de Vargas en la década final del sigloXVIII:

«[S]ería muy de desear que se extinguiesen los indios, confundiéndolos con los blancos,declarándolos libres de tributo y demás cargas suyas, dándoles tierras en propiedad. Lacodicia de sus heredades haría que muchos blancos y mestizos se casasen con las indias(...)»

18 Véase el capítulo «Nacionalismo,modernización y desarrollonacional a mediados del siglo XIX»en la obra de König citada en elpie de página número 17.

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«Para expandir nuestra agricultura sería necesario hispanizar a nuestros indios. Su pereza,estupidez e indiferencia frente a los esfuerzos normales, nos hace pensar que proceden deuna raza degenerada que se deteriora proporcionalmente a la distancia de sus orígenes(...)» (Vargas, 1944 [1789]: 99).

Este pensamiento pre-independentista centrado en la estrategia del mestizajecomo liberador de las cargas del país –optimismo cósmico para algunos–,apela a transformar la apariencia del indio haciéndolo trabajador y propietariopara construir un ciudadano, y de paso refleja la preocupación por la tendenciaa emparentar con los indios, no tanto por el cruce en sí mismo sino por elsignificado de la relación social que se contraía.

En este contexto, el interrogante que se harán políticos e intelectuales, ysobre el cual hoy volcamos nuestra reflexión, es si el mestizaje elimina lasdiferencias, o sea, si es una mezcla indiferenciada que nos condena a un eterno«tente en aire»19, o en lugar de ello las reproduce, insertándolas en un nuevosistema que reordena y puede intensificarlas. Efectivamente, resulta importantea la luz de las luchas por la independencia, donde todos son iguales, dondetodos son colaboradores a la causa de la liberación, mas posteriormente, elcaos político y social lleva a cuestionar la unidad nacional y generar la reflexiónsobre diferentes posibilidades de organización política. Esta situación, además,hace eco al galimatías histórico de reconocer que España había conquistadoAmérica en nombre de la civilización, de lo cual era necesario diferenciarse, ala vez que continuar la empresa al interior de un nuevo proyecto. Para loscriollos, la situación equivalía a buscar «ser nosotros» guiándose por el dechadoeuropeo: a la vez contrarrestar el espíritu salvaje y luchar contra el imperialismooccidental.

El desafío de dejar atrás el orden colonial, veía en la mezcla de razas elsurgimiento de los ciudadanos, y con ello la materialización de la nacionalidad.De esta opinión era el jurista, político e historiador José Manuel Restrepo,quien siendo Secretario del Interior en 1823 aseguraba que:

«Dentro de cincuenta á sesenta años á lo más tarde, Colombia será habitada solamentepor hombres libres, los indios se habrán mezclado con la raza europea y con la africana,resultando una tercera, que según la experiencia, no tiene los defectos de los indígenas;finalmente las castas irán desapareciendo poco á poco de nuestro suelo (...)»(König, 1994:351).

El plan era eliminar los vestigios del pasado, como el resguardo indígena ysus habitantes, al representar muestras de salvajismo, y tener sólo validez en laóptica de pasado. Eliminar las castas sería conseguido, también, a través de laeducación, la religión y la economía, que desplazarían el salvajismo de lanación. Dado que la imagen de América para las naciones europeas, a partirde las investigaciones de la historia natural y las notas de los viajeros en elsiglo XVIII, era la de un mundo deshabitado, la élite colombiana buscómejorarla apuntando al interés en la historia del continente y su gente, puesel cuestionamiento en su capacidad para gobernar se encontraba detrás deeste telón.

El período comprendido entre 1849-1878, donde domina el deseocivilizador de la élite criolla ilustrada, le permite afirmar a Cristina Rojas quees el motor principal en la construcción de identidades de raza, género, religión,región y clase:

19 Este término era utilizadodurante la Colonia para identificarel resultado del cruce entre unquinterón (es decir el resultado decuatro blanqueamientos continuostras una raíz negra) y un negro, esdecir, una persona que veníalogrando dejar atrás su origennegro y que con este nuevocontacto no está ni de un lado nidel otro.

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«En el siglo XIX colombiano, el deseo civilizador estaba relacionado con el proyecto quebuscaba la desaparición de los viejos sistemas de jerarquía de poder, y con el surgimientode nuevas formas cuyo modelo era el de la civilización europea. Este deseo civilizador sematerializó en el impulso de ciertas prácticas económicas, en determinados ideales religiososy educativos, en costumbres y hábitos de vestir, y en el sueño de una «civilización mestiza»en el que se daría un blanqueamiento de la herencia negra e indígena»(Rojas, 2001[2000]: 36-37).

En estos momentos, las distintas identidades se clasificaron de acuerdo algrado de civilización, según parámetros europeos de desarrollo económico,costumbres, etc., y en los que por ejemplo, el oriente del país se definiócomo salvaje, atrasado e improductivo. El origen de la República como eldeseo mimético de ser una civilización como las europeas –entendido mástarde como el parámetro de las diferencias raciales y culturales entre bárbarosy civilizados al interior del país–, aunque genérico, motivó diferencias entreintelectuales y políticos de las camarillas liberal y conservadora. El políticoconservador Sergio Arboleda, refiere este deseo de mejorar la imagen, de serdiferentes para formar parte de Occidente diciendo en su libro La Repúblicaen la América Española (1869) lo siguiente:

«Si los que con tanta injusticia como festinación, nos declaran ineptos para ocupacionesútiles, se hubieran detenido a observar el carácter de nuestras contiendas, habrían halladoque en esta raza mezclada hay, desde luego, pasiones ardientes, pero también virtudesheroicas; (...), y habrían concluido que, si a la larga el mal sucumbe siempre y el bientriunfa siempre, algo muy grande debe ser el resultado de la anarquía que parece devorara nuestros pueblos (...) vese aquí (...) toda la fe y abnegación del martirio, en hombres queluchan por mejorar la condición política y social de su patria, contrarrestando las tendenciasdel espíritu salvaje (...) la ignorancia de las masas, los millares de obstáculos que presentala naturaleza americana y, por último, las utopías de los demagogos europeos (...) y lapolítica errada de las potencias transatlánticas» (Arboleda citado en Rojas 2001 [2000]:59-60) 20 .

Para Arboleda, el país debe trascender lo mestizo, la mezcla de lo indio ynegro pasional con la dignidad de los blancos quienes, deben guiar y purificarla población hacia ideales nobles que le den a Colombia, a través delconocimiento, el lugar que ésta se merece.

El día 9 de Agosto de 1849, el joven político Mariano Ospina Rodríguez,también conservador como Arboleda, aunque con inclinaciones federalistas,define el ideal de la nación colombiana en las columnas del primer númerodel sugestivo periódico La Civilización:

«Llamamos sociedad civilizada a la que aventaja a otras en instrucción, moralidad yriqueza. Desde las hordas salvajes nómadas, que sin ley, sin jefe, ni doctrina, apenas sedistinguen de los brutos, hasta esas naciones que hacen la admiración del mundo por elinmenso desarrollo de la inteligencia y la riqueza, hay una larguísima escala de sociedadesque cada una llama civilizadas a las que las aventajan, y bárbaras a las que vienen enzaga» (Rojas Op. Cit. Pág. 53).

Evidentemente, no se trataba sólo de diferenciarse, o mejor, distinguirse,estar al mismo nivel de los países europeos –de los de afuera– sino también,diferenciar la composición interna del país para reconocer los elementosdiscordantes. En una amalgama de evolucionismo spenceriano, «capitalismo»y positivismo decimonónico, los intelectuales de Colombia buscan empalmarla

20 En adelante el escrito de SergioArboleda, «La República en laAmérica Española» se identificarácon las iniciales L.R.

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en el continuo histórico de la humanidad. Lo que debe entenderse como laafiliación a la única historia, dentro de la cual se entra a participar y de la cualse gana un mejor pasado en relación a los logros de la actualidad. La progresióndesde lo indefinido hacia lo definido, asumiendo que lo primitivo esconservador frente al cambio, implicaba mudar de las rígidas estructurascoloniales a una realidad cambiante y relacional.

La amenaza de los grupos primitivos se extendía a lo largo y ancho delpaís. En 1843, el temor hacia la copiosa liberación de los negros generabadesasosiego en el gobernador de Buenaventura puesto que es palpable «(...) elcreciente número de negros que diariamente sale del poder de sus amos y semezcla a la sociedad, trayendo el germen de todos sus vicios (...) y el odio a laraza caucásica (...). Dentro de muy poco tiempo, apenas quedará raza blancadentro de nosotros, y en lugar de las virtudes propias de los ciudadanos deuna república, sólo se observará la barbarie, los hábitos de la esclavitud y laignorancia» (Tirado Mejía, 1976: 98).

La transfusión de comportamientos, a través de la sangre, que para talmomento son considerados innatos, reflejan la preocupación por estarretrocediendo tras el logro de la Independencia. En opinión de Cristina Rojas,estos pronunciamientos excluyentes resultan de una incongruencia estructuralde Colombia: la nación colombiana, es fruto de una contradicción entre elcapitalismo como modelo económico y el deseo civilizador como ideal culturalinyectado a la población por las manos de las élites. Esto genera una estructuraregional de las razas, o sea, diferentes maneras de organizar el capitalismo,que, junto a la exclusión, produce un régimen de representación que fijaidentidades y que, diferenciando grupos de poblaciones, engendra exclusión(Rojas, Íbid. Pág. 15-42 y 80-83).

No obstante esta lectura abarcadora, la idea sobre la civilización enColombia no fue homogénea, estuvo vinculada a distintos modelos estatales,evaluaciones del mestizaje y relaciones con el pasado español. Sergio Arboleda,defendía el legado español encarnado principalmente en la religión y, porende, su continuidad con la nueva república. En La República, afirmaba que«España nos dejó buenas costumbres (...), creencias religiosas moralesuniformes, cristianizados y puestos en vía de civilización los indios y los negros,y unidas por lazos de verdadera fraternidad todas las razas que se ibanconfundiendo en una sola y gran familia» (Rojas, Íbid. Pág. 87). En igual líneade análisis, José Eusebio Caro considera que:

«Las razas inferiores están destinadas a desaparecer para dar lugar a las razas superiores.Los indios de América ya casi han desaparecido. Los negros de África y Américadesaparecerán del mismo modo; el día en que la Europa y la América estén poblados poralgunos millones de hombres blancos, nada podrá resistirles en el mundo» (José EusebioCaro citado por Jaramillo Uribe, 1982 [1963]: 180).

Los criollos impulsaron la práctica del mestizaje –entiéndaseblanqueamiento– como la ruta hacia el progreso y la civilización. El reto eraidentificar diferencias jerárquicas que separaran a gobernantes de gobernados.Para los conservadores, tras la pérdida de identidad que se tenía en la Coloniabasada en el sistema de diferencias, la civilización era ideal para adquirir losconocimientos y la moral necesarios con el fin de restablecer el orden yreconocer en el poder divino, la verdadera fuente de autoridad. Con lacontinuidad de la Colonia, la Independencia y la República, camina una

Cosecheros de anís. Indios mestizos(Ocaña, Lámina 122). Ilustracióncompuesta por Carmelo Fernándezpara la Comisión Corográfica. Figuratomada de Barney-Cabrera (1975).

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identidad entendida en términos de un mismo pueblo, una misma civilizacióny una misma historia. Con ello se deja por fuera la cultura e identidad delotro condenándolo a carecer de historia, negación que tiene repercusiones ennuestros días, pues en muchos casos, momentos y situaciones, el mestizajefunciona como reductor de la historia y homogeniza la población.

Por otra parte, José María Samper, soñaba con una «civilización mestiza»basada en la fraternidad, que en opinión de Rojas, era la fantasía de unasociedad blanca que no estuviera dividida racialmente (Rojas, Ibíd. Pág. 94).En el Ensayo Sobre las Revoluciones Políticas (1861), para el político liberal, lafusión de las razas se da dentro de un orden jerárquico, donde «la sociedadforma una estratificación viviente, cuyas capas o sedimentos son las numerosasy variadas razas y castas, resultantes de muy complicados razonamientos,situadas todas en el medio que mejor conviene a la sangre, las tradiciones, laindustria y la energía de cada uno» (Rojas, Ibíd. Pág. 72)21. Si en la Conquistay la Colonia la civilización distinguía entre colonizador y población salvaje,para los liberales, la Independencia significó dejar a todos del mismo lado,con lo que surge la pregunta de ¿cuál y cómo implementar la civilización? ParaSamper, «queriéndolo abarcar todo, la potencia colonizadora se ahogó, seanonadó en la grandeza misma del mundo colonizable, y en vez de produciruna civilización vigorosa, engendró en feto de semi-barbarie extravagante» (ERPen Rojas, Ibíd. Pág. 86). Claramente, niega la capacidad civilizadora de Españay establece una ruptura con el pasado colonial. La liberación debe conducir ala búsqueda de la soberanía individual que debe ser legitimada por la palabraescrita, la ley y la Constitución.

Esta presentación de las posiciones políticas frente a la civilización, elmestizaje y la identidad nacional, podría reducir el argumento de estos políticosa simplemente el enaltecimiento del mestizaje como salvación de la nación ycomo generador de dicotomías entre «blancos», bellos e inteligentes, y «oscuros»feos y estúpidos. Es así como Cristina Rojas, frente a este punto, consideraque en Colombia los mitos fundacionales de la nación contradecían la ideade una civilización por ocultar ciertas identidades, las difuminaban dentro deun proceso de blanqueamiento racial, restringiendo de esta manera, laargumentación del mestizaje al asunto de la unidad racial. También afirmaque en el siglo XIX colombiano, en lugar de una nación inventada, encontramosuna sociedad fragmentada en su geografía, historia, tradición y etnias. De estemodo, el mestizaje como proceso de blanqueamiento suprimió identidadesal declararlas bárbaras. Consideramos que esta versión de la historia, queparece implacable, cae en la dicotomía que divide a la población entre salvajesy civilizados. La importancia asignada al deseo civilizador, no rima con lacontinuidad de la presencia histórica y la reanimación de tales identidades ennuestros días. Para ella, la supresión de las diferencias, más que la búsquedade simultaneidad de manifestaciones culturales, fragmentó la imagen de lanación. Al pasar tan rápido por los aportes de los intelectuales de mediadosdel siglo XIX, reduce el papel de la ciencia y la tecnología a símbolos de poderde la élite. Así, quienes se interesaron por el conocimiento acerca de lapoblación son llamados misioneros criollos. A diferencia de Rojas, quien alrescatar la voz de los subalternos legitima su marginalidad, y al defender variasidentidades –su coexistencia, sin distinguir entre las mismas–, terminaapoyando una identidad compartida22, una nación; Samper y Arboleda estáninteresados en el conocimiento de las diferencias.

21 En adelante, la obra de JoséMaría Samper, «Ensayo sobre laRevoluciones Políticas», citada porCristina Rojas 2001 [2000],aparecerá aquí bajo las iniciales ERP.

22 Como ejemplo de este proyectoinacabado y de la incapacidad deimaginar una nación, Rojas acude ala literatura. En Frutos de Mi Tierra(1896) Tomás Carrasquil laplasmaría «las tensiones que surgende las diferencias étnicas yregionales, del desarrollo capitalistay de la ambivalencia presente en elproceso de imaginar una nación(…) [en el que] (…) losprotagonistas confunden losordenamientos espacial, físico y declase social tanto del statusmonetario como de la raza» (Rojas,2001 [2000]: 296 y 298). Entonces,en su opinión, no hay una síntesisentre los personajes, ni un proyectode nación; evoca la desconfianzaen el intercambio monetario comomedio para construir futuro.

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Es claro, con Arboleda y Samper nos encontramos ante dos modelos deEstado. Por un lado, el liberal y federalista que se asienta en el ciudadano yuna democracia parcial, que reduce la ciudadanía a hombres que escriben.Por otro, el conservador y centralista que considera a los ciudadanos comosujetos morales, y donde el Estado sirve para controlar las pasionesindividuales.

Queremos rescatar, sin embargo, el interés de los «misioneros criollos» porel conocimiento de la población y la búsqueda de diferencias. Durante elsiglo XIX, los intelectuales al mismo tiempo fungieron como hombres deEstado, de profesión y de letras, sin poder trazarse una clara línea de separaciónentre la esfera intelectual y la política. «El intelectual decimonónico fue elformador de los aparatos representativos del poder estatal y el creador dedeterminadas ideas de nación; se encargó de preparar las nuevas elites degobernantes y crear instituciones para la instrucción básica de las masas»(Loaiza, 1998: 198). Como estadistas, educadores y civilizadores, abanderaronel «laico apostolado civilizador» desde el libro, el gabinete, la tribuna y elperiódico. Como inteligencia de la revolución –dicho en palabras delhistoriador John Lynch–, «los criollos querían más igualdad para sí mismos ymenos igualdad para sus inferiores».

La inteligencia criolla, quien se adjudicaba el encargo de construir la nación,bebía de la experiencia francesa que tras la actividad demoledora de laRevolución, vio en los filósofos aquellos llamados a construir una nuevarealidad. Así, el antisensualismo profesado en el Cours d‘ Histoire de la PhilosophieModerne (1841-1846) y posteriormente profundizado en Du Vrai, Du Beau etDu Bien (1853) escritos por Víctor Cousin, y donde se describen las etapassucesivas del espíritu humano, habría inducido a Manuel Ancízar la escriturade sus Lecciones de Psicolojía (1845). Allí, la justificación de la autoridad religiosay política –promovida por la filosofía del entendimiento– descansa en elsupuesto de que todos los hombres traen un mismo origen, son iguales, perose diferencian según su capacidad y mérito, según su esfuerzo individual. ParaLoaiza Cano, «aquí tenemos un pensamiento altamente selectivo en el que larazón, la ciencia y la riqueza se conjugaban como factores primordiales paradefinir quiénes podían desempeñar el papel de ciudadanos activos» (LoaizaCano, 1998: 210). Así como hay selección natural, puede hablarse de laselección social donde los ilustrados, los ricos y los poderosos, construyen lanación distinguiéndose y distanciándose de los demás, a través de indicadorescomo el buen gusto burgués, y donde la exclusión, era la base de lainterpretación de un orden social ideal.

Como vemos en estas muestras, el interés por la relación entre la raza y lacultura ha acompañado la historia de América, del Virreinato y de la República,así que proviene de preguntarse qué es América, qué es la Nueva Granada,qué significa ser independiente y qué significa ser colombiano. Es por estoque el interrogante por ¿quiénes somos? antecedió a la pregunta ¿por quésomos así?, y responde a motivaciones diferentes. Conocer la población, yacusarla de los males sin conocimiento de causa son dos cosas bien diferentes,además de tener concepciones distintas de la historia.

Retomemos el estudio de las propuestas de Samper y Arboleda con el finde reconocer su merecida importancia para el desarrollo de la nacionalidadcolombiana y de las disciplinas sociales de nuestro país. Curiosamente, es lalectura de un artículo sobre el tema, elaborado por un economistacolombiano, la clave para entender esta relación23. Los dos políticos, en medio

23 Las apreciaciones que vienen acontinuación deben mucho alsiguiente escrito: URUEÑA, JAIME.1994. La idea de heterogeneidadracial en el pensamiento políticocolombiano: una mirada histórica.En Análisis Político, Nº. 22, Mayo-Agosto: 5-25.

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del caos administrativo de la nación y la dificultad de consolidar la unidadnacional, identifican en la heterogeneidad y desigualdad tanto racial comocultural la respuesta al interrogante ¿quiénes somos? En los Apuntamientospara la Historia de la Nueva Granada (1853), Samper identifica la causa de losproblemas en las diferencias raciales, en la inadecuación entre la heterogeneidad–entendida como dispersión– y las instituciones republicanas centralistas. Sepregunta «¿Cómo conciliar los opuestos intereses de tantas provincias, cuyascondiciones de todo género eran divergentes?» (Urueña, 1994: 8). Del mismomodo, en La República, Arboleda ve una amenaza en la heterogeneidad racialdel país y se pregunta por las instituciones que convienen a su gobierno.

En el ERP, José María Samper, relaciona la desigualdad natural de las razascon las disparidades políticas y sociales, pero no en la vena decadentista delEssai Sur l‘Inégalité des Races Humaines (1853-1855) del conde de Gobineau,para quien el mestizaje conduce a la degeneración racial y la mediocridad, yen el que la desigualdad de las razas es suficiente para explicar los destinos delos pueblos: las razas superiores son capaces de progresos, mientras que lasotras están limitadas. En la jerarquía que estableció, la raza superior sería lablanca24. En cambio, para el político colombiano, el mestizaje tiene un sentidodiferente tras su lectura de La Science Politique Fondée Sur la Science de l´Hommeou Etude des Races Humaines Sous le Rapport Philosophique et Social (1837) deVíctor Courtet. Urueña resume el aporte del científico francés al pensamientode Samper:

«Así pues, para Courtet, el mestizaje, la mezcla étnica y racial, y por lo tanto latransformación fisiológica de los individuos, es la causa profunda de las revoluciones ytransformaciones políticas y sociales; porque la tendencia hacia la uniformación por lamezcla, crea una contradicción entre la igualdad natural racial (homogeneización por elmestizaje) y la desigualdad de las condiciones sociales» (Urueña, Op. Cit. Pág. 10).

Para Samper, esas revoluciones y la mezcla de la población conducen a laigualdad, la abolición de los privilegios de nacimiento y de clase. Es así comola mezcla biológica es el camino hacia la civilización, hacia la democracia. EnFilosofía de Cartera (1887), José María Samper ejemplifica la consideración delpresente indígena como salvaje y anacrónico por representar un vestigio delpasado colonial:

«Mientras más se observa al indio puro de estos pueblos de la cordillera oriental de losAndes (...) más se persuade el observador de esta verdad: que el indio puro no es asimilablepor medio de la simple sociabilidad, de la religión, la legislación y la educación escolar, sinoen grado insignificante. Es rebelde, mientras no cruza su sangre, a la asimilación de unaraza superior (...) como la española (...) no hay más recurso con ella que la absorción, pormedio del cruzamiento, y eso, después de la tercera o cuarta generación (...) pues el primercruzamiento, el mestizo es generalmente envidioso, maligno, disimulado, pérfido, ingrato;y si una segunda infusión de sangre generosa no la mejora, vuelven a predominar ciertasmalas inclinaciones de la indígena»(José María Samper citado por Pineda Camacho,1984: 205).

Para él, la historia del contacto y de la fusión de razas es a su vez la explicaciónhistórica de la formación del país. Por ejemplo, ve la incursión de la sangrenegra como un elemento nuevo que vivifica y acelera el mestizaje y la llegadade la democracia. Así las cosas, los problemas del país serían políticos y no

24 Gobineau considera que: «1) Lastribus salvajes actuales siempre hanestado en esta condición, no importacuáles fueran las formas culturalesen cuyo contacto puedan haberentrado, y siempre permanecerán enesta condición; 2) Las tribus salvajespueden continuar existiendo en unestado de vida civilizada únicamentesi el pueblo que creó este modo devida es una rama más noble de lamisma raza; 3) Las mismascondiciones son necesarias cuandodos civilizaciones ejercen fuerteinfluencia una sobre la otra, se copianrecíprocamente y crean una nuevacivilización compuesta con loselementos de cada una, pues doscivilizaciones nunca puedenmezclarse; 4) Las civilizacionesoriginadas en razas completamenteextrañas las unas de las otrassolamente pueden establecercontactos superficiales, nuncapueden interpenetrarse y siempreserán mutuamente excluyentes»(Gobineau citado por Boas, 1964[1911]: 35) De Gobineau tambiénes célebre el cuadro que asocia raza,intelecto, pulsión animal y moral, y enel que por ejemplo, los negrospresentarían un intelecto débil, unapulsión animal muy fuerte y unamoral latente. Para mayorinformación sobre las variadasposturas sobre las relaciones entreraza y cultura, consúltese la obra deFranz Boas 1964 [1911] en especialel capítulo «Análisis Histórico» en elque se muestran los estudiospioneros de Boulainvilliers, Klemm ysu división de la humanidad en unamitad activa representada por persas,árabes y romanos, con presencia defuerza de voluntad, y otra pasiva quecorresponde a lo femenino, losnegros, mongoles, indios y refiere auna capacidad mental inferior, Carus,y el determinismo de las razas diurnasy nocturnas apelando a su grado decivilización o Chamberlain y sus ideasde civilización sin cruzamientos derazas. En este escrito de Boas, puedeverse cómo en la identificación deraza y cultura, se produce unaasociación de cuerpo y cultura dondea un cambio en el cuerpocorrespondería un cambio a nivelmental.

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sociales (es decir, raciales, porque en los escritos de la época, lo social y loracial son sinónimos, raza y cultura están fuertemente intrincados, no sonconsiderados como unidades independientes). Es en las instituciones políticasjerárquicas legadas de la Colonia, donde residen los problemas. El mestizajeno borraría la heterogeneidad, la diversidad de las razas, sino la desigualdadfísica.

Jaime Urueña dice que «Arboleda se pregunta ¿qué somos? ¿Qué tenemosen común? Exploración que lleva a la constatación determinante de laheterogeneidad y desigualdad etnoraciales de la población (...) [y a losinterrogantes sobre] 1) ¿qué principio de unidad (nacional) darle a estapoblación explosiva que todo tiende a separar, puesto que «la variedad derazas en una sociedad, es un peligro permanente de antagonismos y discordias»?[y] 2) ¿qué régimen político (que tipo de orden político) conviene a esa situaciónespecífica?» (Urueña, 1994: 14). Para Arboleda, frente a esto, debía recobrarsela unidad en religión, moral y fe. Siguiendo la operación de España a cadaquien debía dársele lo que merece: establecer una igualdad relativa de acuerdoa cada raza. Se trataba de reafirmar el sistema de castas:

«En primera línea hallamos la aristocracia nobiliaria, formada de españoles europeos yblancos criollos, mezclados en parte con la nobleza indígena. Esta clase, aunque menosnumerosa, es la única que cuenta con los recursos morales, físicos e intelectuales necesariospara dar a la sociedad tono y dirección, y, por supuesto, la única responsable de la suertedel país. Viene inmediatamente después la que podemos llamar clase media, a la quepertenecen los blancos no nobles, los mestizos, los indígenas que se han elevado de susituación ordinaria a más alto puesto en la sociedad, y, en fin, los mulatos y negros libres.Constituyen la tercera clase los negros esclavos, y la última y más numerosa los indígenastributarios. Como vínculo entre todas, figura el clero secular y regular que, aunque perteneceen su mayor parte a la raza blanca, está fuertemente matizada de las otras dos, y es portodas acatado, reverenciado y atendido»(L.R. citado en Urueña, Op. Cit. Pág. 14 nota41).

Al igual que para Gobineau, el problema es la mezcla de razas desigualesque puede conducir a la revolución social, al caos. Por esto, el políticoconservador aboga por la unidad social arraigada en una moral y culturacomunes, una identidad hispánica que afirme la singularidad de nuestropueblo. En consideración a lo expuesto hasta el momento, lo que tenemos,y debemos distinguir con claridad –según la opinión de Urueña–, son teoríasque ven en la raza o en los conflictos raciales, un factor determinante en elcurso de la historia social (racialismo), y no la simple atribución de un valorjerarquizante a un grupo en razón de su pertenencia racial o étnica, es decir, eldeterminismo total de la raza sobre la cultura (racismo)25. No debemos perderde vista que Samper y Arboleda están interesados en analizar la sociedad yproponen soluciones diferentes a sus problemas. Frente a la inquietud por launidad nacional y la situación peligrosa, se postula el orden político queconsideran adecuado.

Para Sergio Arboleda, la unidad nacional es sinónimo de unidad social, osea, participar de unos mismos lazos que unen a las personas, en este caso, lamoral y la fe. Pero a esta unidad social debe corresponder una democraciasustentada por la unión entre el Estado y la Iglesia, que congregue a todas lasprovincias, y donde las creencias religiosas sean la única regla moral y lascreadoras de la civilización. La democracia aristocrática de Arboleda, convierte

25 Herskovits distingue esta últimasituación al señalar que: «Eldeterminismo racial, como se llama laposición que defiende que el tipofísico determina la cultura, confacilidad resbala hacia el campo delo político, donde esta posicióntoma el nombre de racismo» (...)«La operación del mecanismopsicológico de estereotipaciónaprueba la creencia de que existendiferencias raciales fijas en el tipofísico, que serían la base para lasuposición de que los llamadosgrupos «raciales» difieren enaptitudes y capacidades», yfinalmente, el racismo se daríacuando el sentimiento desuperioridad de todo pueblo«toma consistencia patológica ydegenera en teorías desuperioridad biológica queencuentran su expresión en lavoluntad agresiva de imponer unstatus inferior a los demás»; enHERSKOVITS, MELVILLE. 1952[1948]. El Hombre y sus Obras.México, D.F.: Fondo de CulturaEconómica. Pp. 167-169 (cursivasen el original). Desde estaperspectiva, que puede desconocerla historia, nos hallamos ante laconfusión de rasgos raciales concaracterísticas culturales.Desconoceríamos que la raza, lanacionalidad, el lenguaje y la culturason, en realidad, variablesindependientes, y, que el modocomo un grupo dado emplea sudotación humana, depende de lahistoria y no de la biología.

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las diferencias en desigualdades y confunde igualdad con identidad (comounidad de criterios), al considerar que la desigualdad es lo natural y que a elloconviene el centralismo que unifica. Por otra parte, para José María Samper,la unidad nacional se consigue a través de la unidad política, la heterogeneidadde la población puede ser manejada a través de instituciones y leyes comunes,pues en una sociedad que es resultado de la fusión de razas discordantes, sedebe admitir la participación de todos de lo contrario, crece el orgullo deunos y la envidia de otros. De esto resulta que la democracia igualitaria sea elgobierno natural de las sociedades mestizas y el federalismo, el reconocimientode las diferencias.

Independientemente de estas diferencias, el mayor legado de ambos políticoses haber hecho hincapié en la necesidad de conocer a la población. En LaRepública en la América Española, ante la amenaza de la mezcla de grupos dispares

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Tipo africano y mestizo (Provincia de Santader, Lámina 128). Ilustración compuesta por Carmelo Fernández para la Comisión Corográfica.Figura tomada de Barney-Cabrera (1975).

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y el desconocimiento de los factores que impiden el desarrollo del país,Arboleda considera que:

«Para descubrir esas causas es preciso estudiar nuestros pueblos a la luz de su propiahistoria y teniendo en consideración su carácter, su posición, las razas que los componen ysus diferentes maneras de vivir» (Urueña, Ibíd. Pág. 13).

Al igual que Samper, ve la necesidad de estudiar previamente el «carácter»de la población –podríamos entender este término como un equivalente decultura, en el sentido de reconocer rasgos particulares– para de acuerdo conello, definir la manera adecuada de gobernar. A diferencia de los intelectualesde nuestros días –v.g. el doctor Yunis–, que ven en la diversidad y en nuestrapoblación la raíz de nuestros problemas, estos intelectuales del siglo XIX,acudiendo al examen introspectivo, buscan adaptar las instituciones ydecisiones políticas a las características de la población y no, a la inversa,querer reemplazar la población debido a sus manifestaciones de degeneración.

Aunque Laureano Gómez, cerca de setenta años más tarde, compartiendoel interés por la relación entre raza, cultura e identidad nacional, se adhiera aesta última alternativa, debe ser reconocido que él también abogaba por lanecesidad de conocer el carácter y particularidades del pueblo para gobernarlo:

«De la consideración separada de esos factores [población y territorio colombianos] podemosdeducir un conocimiento aproximado de su variabilidad, y por lo tanto de su conservación.Después, si observamos la manera como la raza actúa en el medio, adquiriremos nocionessobre el grado en que nuestra nación se perfecciona y hasta qué punto llena la misión quele es inherente por esencia. El conocimiento aproximado de las deficiencias existentes y delas ventajas conquistadas ya, sugerirá la formación de ideas matrices y gobernantes, conarreglo a las cuales pueden estudiarse los problemas particulares y los fenómenos parcialesde nuestra vida democrática» (Gómez, 1970 [1928]: 24).

Para Gómez, al igual que para Samper y para Arboleda, pueblo mestizo nosignificaba pueblo homogeneizado por la pureza de un tipo humano únicosalido de la fusión –la cual parece ser la idea que sobre el mestizaje se tiene enla actualidad–, sino más bien, significa cohabitación de razas puras y mezcladas–con las connotaciones que raza tiene más allá de lo puramente fisiológico. Noobstante, Gómez se diferencia en que con el apoyo del positivismo y de lasteorías racialistas y post-darwinistas de Broca (Antropometría), Vacher deLapouge (Antropología), Ammon (Antropología) y Le Bon (Psicología Social),entre otros, quería adaptar la raza y el carácter de la población a lasinstituciones republicanas y del progreso moderno26.

En nuestra opinión, son evidentes las coincidencias entre losplanteamientos de un Samper o un Arboleda y algunas intenciones de laantropología aplicada, dado que están interesados en analizar la sociedad yproponer soluciones acordes a sus peculiaridades. Ellos señalaban la carenciay la necesidad de estudios particulares de los diferentes rincones del país,persiguiendo con la observación, la identificación de las causas de losproblemas endémicos teniendo como método el examen del carácter ycomposición de la población y la hipótesis de la importancia del elementoracial, y en el que se acude al modelo retrospectivo que no da las cosas pordadas, es decir, no se contenta con preguntarse ¿por qué somos así? sino quepersigue las raíces de la nacionalidad. Con estas premisas, se producenexplicaciones y soluciones a los problemas atendiendo a las condiciones de la

26 Este asunto de la composiciónde la población preocupó a todoslos países latinoamericanos. Porejemplo en Perú, Llorente encontróen Gobineau la clave para laexplicación de la historia de su país.Allí mismo, Ramón Castilla ve lasolución a la decadencia de la razaindia en su cruzamiento(eugenesia), además de la violenciacomo elemento vertebral en ladominación social. Vale recordartambién que en la derrota frente aChile (1878--1883) se achacó laculpa al lastre indio o al estérilmestizaje con los españoles. Másadelante, Pardo (1894), Palma(1897) y Deústua (década delveinte del siglo XX), seguirán conla idea de la decadencia indígena.Véase: FLORES GALINDO,ALBERTO. 1997. República sinciudadanos. En Fronteras vol. 1(1):13-33.

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población. Para responder a la pregunta si «¿son pues esas institucionesinadecuadas a nuestro modo de ser y estamos condenados a no acceder a lamodernidad?», tanto el uno como el otro, incentivan el conocimiento de losdiferentes grupos poblacionales, la proposición de instituciones políticasadecuadas para la explicación del desorden y la formulación de los remedios.Claro, de alguna manera, el problema era la diversidad, la diferencia comoproblema y no como característica o definición de un pueblo, es decir,identidad, pero el interés por las diferentes maneras de vivir, por considerar larelación entre raza y cultura conjuntamente, es pertinente.

Reflexiones FinalesMientras en América Latina el otro se venía construyendo desde el momento

del contacto que distinguió entre conquistadores y conquistados y entrecristianos y paganos, el pensamiento sobre el mismo asunto en las áreas quese estiman como cuna de la disciplina antropológica, estuvo ligado a lasnecesidades de expansión económica y política de los imperios transatlánticos.A propósito, en los Orígenes de la Nación Norteamericana, dice Franz Boas:

«(...) las familias de sangre mezclada tuvieron cierta importancia en el período de gradualdesenvolvimiento, pero nunca llegaron a ser suficientemente numerosas en ninguna partepopulosa de los Estados Unidos para que se las considere un elemento importante denuestra población. Sin duda alguna, corre sangre india por las venas de buen número deciudadanos nuestros, pero la proporción es tan insignificante que puede no tenerse encuenta» (Boas, 1964 [1911]: 261).

Efectivamente, el interés por la mezcla de tipos europeos y el problemanegro en los Estados Unidos, estuvo asociado a la importancia de estos otrosgrupos en el desarrollo económico del país, y, también, a la posible declinacióndel tipo europeo noroccidental al contacto con ellos, debido a la asociaciónde inferioridad de los mismos como consecuencia de sus características raciales.

Además, vale recordar el origen de tales preocupaciones en Inglaterra amediados del siglo XIX, cuando el proesclavismo de la Sociedad Antropológicade Londres persiguió en, primer término, demostrar la inferioridad del negro(James Hurt) y trazar las diferencias entre este y el blanco para fundamentar lasgraves implicaciones de la mezcla de tales tipos (William Bollaert). En EstadosUnidos se dio la misma tendencia aunque con motivaciones disímiles. Estasideas pueden identificarse en obras como Types of Mankind (1854) de Nott yGliddon o Races of Mankind de Knox27.

No deben quedar por fuera las opiniones de los dos grandes padres de laantropología. A diferencia de los promotores de la desigualdad natural de lasrazas, en la siguiente frase extractada de Primitive Culture (1871), E. B. Taylorse esfuerza por señalar la no correspondencia entre raza y cultura:

«Para nuestro propósito parece posible y deseable, a la vez, eliminar consideraciones devariedades hereditarias o de razas de hombres, y tratar a la humanidad como homogéneaen naturaleza, aunque situada en diferentes niveles de civilización. Creo que los detallesde nuestra investigación probarán que pueden compararse las etapas de la cultura sintener en cuenta cómo tribus que usan los mismos útiles, siguen las mismas costumbres, ocreen en el mismo mito, pueden diferir en su configuración corporal y en color de su piel ode sus cabellos» (Herskovits, 1952 [1948]: 503).

27 Para mayores detalles véaseHerskovits 1952 [1948] enparticular el capítulo «El tipo físicoy la cultura», y en la obra de FranzBoas 1964 [1911], el apartado«Análisis Histórico».

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Del mismo modo, y con una precoz denominación de la relación entreraza e identidad, Lewis Henry Morgan relaciona forma humana (raza) consituación étnica (posición cultural) en Ancient Society (1877), al afirmar que

Notables de la capital (Provincia de Vélez, Lámina 140). Ilustración compuesta por Carmelo Fernández para la Comisión Corográfica. Figuratomada de Barney-Cabrera (1975).

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Mestiza, hombre principal, mulato y mujer principal de Cartagena a fines del periodo colonial. Grabado perteneciente a la Colección delMuseo Nacional de Colombia. Ilustración tomada de Velásquez Toro (1995).

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«con un principio de inteligencia y una forma humana, en virtud de un comúnorigen, los resultados de la experiencia humana han sido substancialmentelos mismos en todos los tiempos y áreas en la misma situación étnica» (Morgancitado en Herskovits, Op. Cit. Pág. 503).

Ahora bien, en Colombia, puede señalarse una prehistoria para laantropología dentro de la cual no es menos cierta la presencia de una continuareflexión acerca del mestizaje. La primera línea de afinidad es resumida porJesús M. Otero en Etnología Caucana (1952), reconociendo, eso sí, que losmestizos han sido los actores de la explotación y el despojo del indio a la parcon la propagación de las viejas imágenes del indio como representante deuna raza inferior, bárbara, caníbal y diabólica:

«Empero, la expansión y afirmación de la población mestiza, así como la construcción desu identidad, han obligado, desde el siglo XIX, a un cambio de actitud frente a lo indígena,aunque, con cierta frecuencia, en el contexto de una singular paradoja: mientras seenaltece al nativo primigenio, se desprecia al indio coetáneo» (Tovar Zambrano, 1994:58).

Con escasas excepciones, como lo son la «Descripción general de los indiosdel Caquetá» de Agustín Codazzi, y el trabajo sobre «Las tribus indígenas delMagdalena» escrito por Jorge Isaacs, que versan sobre el presente de los indios,a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, se presenta la revalidación delancestro nativo a través de la historia y la novela28. Parafraseando a BernardoTovar, «tal idealización del nativo primigenio contribuye a la conformacióndel imaginario indigenista como componente cultural de la identidad de lasociedad mestiza» (Tovar Zambrano, Op. Cit. Pág. 60).

Por otra parte, el poco atendido campo del estudio de la relación entreraza y cultura en una población mezclada, es el que ha pretendido serevidenciado, en términos generales, a través del estudio del pensamiento decriollos ilustrados. La naturaleza heterogénea de la población colombiana,junto con un proyecto político excluyente que persigue el progreso, provocauna idea de nacionalidad que conjuga los altos modales y el conocimiento delos diferentes caracteres, de la cultura particular de cada población.

La civilización, como proceso integrador, aparece en la versión que de lasegunda mitad del siglo XIX nos presenta Cristina Rojas. De igual modo, sepuede pensar que «el concepto resume todo aquello que la sociedad occidentalde los últimos dos o tres siglos cree llevar de ventaja a las sociedades anterioreso las contemporáneas «más primitivas»» como lo señala Norbert Elias (1989[1977-1979]: 57). Pero si en Francia esta idea unió, durante el siglo XVIII, a laintelectualidad que representaba a una clase media ascendente –la burguesía–y a la antigua nobleza bajo la bandera de la sociedad cortesana, en Colombia,no se produjo la aceptación de un tercer grupo como abanderado de lanacionalidad. La educación, como expresión de la autoconciencia de la clasesuperior, a la vez que un tipo de comportamiento refinado, hace presencia enlas familias prestantes de la República de la Nueva Granada, y la intelectualidadque la defiende, también trata de mejorar las cosas, de modificarlas ytransformarlas29, pero es dudoso el deseo de conseguir la conciencia de lospueblos consolidados o expandidos ya que Colombia no buscaba su expansióna nivel imperial, sino ser reconocida por Occidente por su técnica, economía,política, modales y conocimiento científico. Sin embargo, para conseguir elreconocimiento de tal actitud y logros, debía mirarse primero hacia dentro.

28 Recordemos a Joaquín Acosta(«Historia de la Nueva Granada»),Jaime Arroyo («Historia de laGobernación de Popayán»),Ezequiel Uricoechea («LasAntigüedades Neogranadinas»,1854), Liborio Zerda («El Dorado»,1883), Vicente Restrepo («LosChibchas», 1895) en la vertientehistórica, y en la novela indiana aJuan José Nieto («Ingermina»,1844), la fecunda obra de FelipePérez («Huayna Cápac», 1856;«Atahualpa», 1856; «Los Pizarros»,1857; «Jilma», 1858; «LosGigantes»), Temístocles AvellaMartínez («Anacaona», 1865), JesúsSilvestre Rozo («El Último Rey deLos Muiscas», 1884), José JoaquínBorda («Koralia») y Emilio AntonioEscobar («La Novia del Zipa») entreotros. Véase: PINEDA CAMACHO,ROBERTO (1984) y TOVARZAMBRANO, BERNARDO. 1994,en especial el capítulo titulado«Indigenismo y etnohistoria colonial:la obra de Juan Friede», págs. 57-66.

29 Para mayores detalles sobre laidea de civilización ver Norbert Elias(1989) [1977-1979], en particularel capítulo «Sociogénesis delconcepto de «civilisation» enFrancia».

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Por eso, no es menos cierto que también existió un interés por identificarlo propio. Tanto Samper como Arboleda se oponen al cosmopolitismo –racionalista y universalista– del siglo XVIII, que bien lejos está de supreocupación por definir el «carácter nacional» o «modo de ser» de loscolombianos para proponer soluciones, y los acerca más al pensamientoilustrado y romántico español del siglo XVIII. El interés por la historia, lasingularidad de las naciones y las instituciones acordes a su «modo de ser» sonseñas del mentado antiuniversalismo que aquellos exhiben. Aparece claramenteque «la historia se interesa por el proceso individualizador en el que se crea elcarácter propio de un pueblo, conocimiento en el que se basará la acciónpolítica» (Urueña, 1994: 20) a través de la identificación de virtudes y viciospara proponer soluciones. En estos planteamientos, es posible trazar unaafinidad con un concepto que enfatiza peculiaridades y cuya

«situación de origen es la de un pueblo que, en comparación con los otros pueblos occidentales,alcanzó tardíamente una unidad y consolidación políticas y en cuyas fronteras desde hacesiglos, y hasta ahora mismo, ha habido comarcas que se han estado separando o amenazandocon separarse. En lugar de cumplir la función del concepto de civilización que es la deexpresar una tendencia continua a la expansión de grupos y naciones colonizadoras, en[este] concepto (...) se refleja la conciencia de sí misma que tiene una nación que ha depreguntarse siempre: «¿En qué consiste en realidad nuestra peculiaridad?», y que siemprehubo de buscar de nuevo en todas partes sus fronteras en sentido político y espiritual, conla necesidad de mantenerlas, además» (Elias, 1989 [1977-1979]: 59).

Desde luego, el pueblo es Alemania y la palabra es cultura, y nos ofrecepistas para entender la experiencia de Colombia y expresiones como «carácter»y «modo de ser». En este orden de ideas, conviene retener lo siguiente:

«Este proceso histórico se corresponde con la orientación del concepto alemán de cultura,con la tendencia a la delimitación así como a poner de manifiesto y elaborar las diferenciasde grupo. Las preguntas de «¿Qué es lo francés?, ¿Qué es lo inglés?» hace mucho tiempoque desaparecieron del ámbito de discusión de la conciencia propia de los franceses y de losingleses. La pregunta de «¿Qué es lo alemán?» no ha dejado de plantearse desde hacesiglos. En un momento determinado, el concepto de «cultura» proporciona una de lasvarias respuestas posibles a esta pregunta» (Elías, 1989 [1977-1979]: 59)30.

Efectivamente, esta idea de cultura es la que se ha usado desde los orígenesde la etnología y la antropología para el estudio de los pueblos del tercermundo por parte de las potencias metropolitanas. Sin embrago, bajo otrasdenominaciones encontramos, en términos generales, contenidos cercanosen el pensamiento de los intelectuales que, apretadamente, se han presentado,y quienes piensan sobre su nacionalidad con un compromiso patriótico.Aunque tales elucubraciones sirvieron a fines que hoy podemos condenar(p.e. excluir para gobernar), no debe impedir la identificación de unpensamiento científico de corte antropológico que encara la composiciónmestiza de la población colombiana. Recordar los aportes que estos hombreshan hecho, significa un desafío a la antropología que hasta el momento hadescuidado la reflexión en torno a los diferentes sectores de la nacionalidadcomo un conjunto interdependiente, consecuentemente, alimentando elmarginamiento de los indios o de los negros. A diferencia de ello, nuestrollamado a una antropología de la nación y del mestizaje, no busca socavar el

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30 Hay más información sobre lascercanías y diferencias de losconceptos civilización y cultura enel capítulo «Sociogénesis de losconceptos de «civilización» y«cultura»» en el libro El Proceso dela Civilización de Norbert Elias.

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reconocimiento de las diferencias sino permitir pensar el modo de ser juntocon las transformaciones del mismo y la participación en un proyecto político;es decir, ser diferente sin ser marginal. El presente documento es también unareflexión acerca del origen y la naturaleza de la antropología en Colombia,que parte del estudio del encuentro con el otro para afrontar la pesquisa dela definición de «¿quiénes somos?», una inquietud que de los otros se convierteen el interés por nosotros y que considera la definición de diferencias ydesigualdades junto a la construcción de la nacionalidad, pues ya no es elinterés por lo marginal o lo indiferenciado por separado, lo que provoca laexclusión y el anonimato.

La pregunta es, y sigue siendo ¿Qué significa ser mestizo?, ¿Qué significa sercolombiano?, ¿Quiénes somos si se supone que somos mestizos?, ¿Es tenerciertos rasgos físicos, o tener una mezcla de rasgos culturales que no distingueny que, en el mejor de los casos, provocan una realidad de «tente en el aire»? EnColombia, desde el principio, los pensadores sobre raza y cultura hacen partede la nación y han vivido sus problemas, tienen una relación constante con elotro sea este indio, mestizo, salvaje, negro, pueblo, vecino o campesino. Eltema de la raza y la cultura tiene una historia profunda y poco auscultada ennuestro país, además de estar imbricado a la formación de la nacionalidad enun contexto diverso. Esto ha significado que quienes mayoritariamente hanpensado el asunto –hombres blancos de la elite educada– vean en la pluralidaddel país, y, particularmente en su población, la causa de todos los problemas,además de explicar o adjudicar fenómenos como la violencia de mediados delsiglo XX, o la actual, a la diversidad de gentes que cohabitan en el país. Vemos,entonces, la necesidad de una reflexión que persiga desentrañar la relaciónentre estereotipos y realidad, entre el conocimiento de la población y el uso ehistoria de las categorías.

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EntrevistasA Emilio Yunis en la edición del viernes 28 de mayo de 2004 en el programa«U.N. análisis» de U.N. Radio.