LA CIUDAD Y LA VIDA URBANA A TRAVÉS DE LOS IMAGINARIOS URBANOS

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[7] Alicia Lindón * La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos E l interés creciente por abordar la realidad social desde las dimensiones simbólicas, culturales, no tangibles, parece un sello característico de las ciencias sociales en las últimas dos décadas. Esto es parte de un giro subjetivista que se viene desarrollando en las ciencias sociales, y que en América Latina ya tiene casi dos décadas, aunque en la última ha tomado mayor impulso. Este devenir ha generado numerosos desembarcos. Uno de ellos es el de los imaginarios sociales, temática que en buena medida –y a través de los estudios culturales- ue aterrizando en la noción de imaginarios urbanos . Tal vez sería más preciso plantear que los estudios culturales (en sentido amplio), de tanto analizar lo cultural en circunstanc ias localizadas en las ciudades, se ueron encontrando con la ciudad misma como cristalización de la cultura. Los estudios urbanos también han ido realizan- do ese giro hacia los imaginarios urbanos. En este caso conviene recordar que los estudios urbanos constituyen un campo marcado durante largos años –sobre todo en América Latina- por enoques que han dado preeminencia a las componentes materiales en términos del espacio construido y también a lo socio-económico y lo socio-político desde la perspectiva del territorio. Sin embargo, y sobre todo a partir de los años noventa, se va evidenciando que en ese devenir han quedado relegadas del análisis, ciertas dimensiones que son parte undante del enómeno urbano. En ese ol- vido precisamente se aloja la clave de buena parte de todo lo que no logran descirar estas miradas acerca de la ciudad y la vida urbana. Básicamen- te, se trata de las componentes socio-culturales asociadas al espacio urbano. Esto –aunado a la interdisciplin ariedad y multidisciplinar iedad que han sido propias del campo- permitió ir cons- truyendo abordajes urbanos que incluyeran estas dimensiones socio-simbólicas, o bien miradas que articularan lo socio-económico y material, con lo socio-simbólic o. En este camino, los imaginarios y la subjetividad social orecieron una posibilidad de renovación del campo de los estudios urbanos, en torno a los imaginarios urbanos. Aunque, se trata de un proceso aún en curso. Así, se ha dado una convergencia de estos dos campos del conocimiento -los estudios culturales y los estudios urbanos- en torno a los imagina- rios urbanos. En esta convergencia, los estudios culturales aportan una particular sensibilidad para comprender las dimensiones simbólicas de la vida social, mientras que los estudios urbanos disponen de un capital teórico notorio para abordar la ciudad desde su materialidad y desde lo socio-económico. Los segundos con mayor apertura interdisciplinaria que los primeros. Los primeros con mayor capacidad para observar las especicidades. T ambién con tradiciones met odo- lógicas dierentes pero convergentes: los estudios culturales co n un gran apego a la etnogr aía y , por eso mismo, cuando llegan al estudio de la ciudad suelen encontrar que el gran desaío está en la incorporación de los cuestionarios de encuesta y los agregados en general. En cambio, los estudios urbanos por su uerte liación con los análisis macro y de agregados, actualmente encuentran que el gran desaío se halla en las metodologías cualitativas. En suma, la investigación sobre imaginarios urbanos se enriquece por el recurso simultáneo tanto a metodologías cuantitativas como a las cualitativas. Numerosos autores han reconocido esta posibilidad de complementariedad metodológica para el estudio de los imaginarios urbanos. Por ejemplo, en las páginas de esta re- vista así lo reconoce explícitamente Néstor Gar- cía Canclini. De igual orma, el extenso trabajo dirigido por Armando Silva apunta en el mismo Revista eure (Vol. XXXIII, Nº 99), pp. 7-16. Santiago de Chile, agosto de 2007 Introducción

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Alicia Lindón*

La ciudad y la vida urbana a través de losimaginarios urbanos

El interés creciente por abordar la realidadsocial desde las dimensiones simbólicas,culturales, no tangibles, parece un sello

característico de las ciencias sociales en las últimas

dos décadas. Esto es parte de un giro subjetivistaque se viene desarrollando en las ciencias sociales,y que en América Latina ya tiene casi dos décadas,aunque en la última ha tomado mayor impulso.Este devenir ha generado numerosos desembarcos.Uno de ellos es el de los imaginarios sociales,temática que en buena medida –y a través delos estudios culturales- ue aterrizando en lanoción de imaginarios urbanos. Tal vez seríamás preciso plantear que los estudios culturales(en sentido amplio), de tanto analizar lo culturalen circunstancias localizadas en las ciudades, seueron encontrando con la ciudad misma comocristalización de la cultura.

Los estudios urbanos también han ido realizan-do ese giro hacia los imaginarios urbanos. En estecaso conviene recordar que los estudios urbanosconstituyen un campo marcado durante largosaños –sobre todo en América Latina- por enoquesque han dado preeminencia a las componentesmateriales en términos del espacio construido y también a lo socio-económico y lo socio-políticodesde la perspectiva del territorio. Sin embargo,y sobre todo a partir de los años noventa, se vaevidenciando que en ese devenir han quedadorelegadas del análisis, ciertas dimensiones que sonparte undante del enómeno urbano. En ese ol-vido precisamente se aloja la clave de buena partede todo lo que no logran descirar estas miradasacerca de la ciudad y la vida urbana. Básicamen-te, se trata de las componentes socio-culturales

asociadas al espacio urbano. Esto –aunado a lainterdisciplinariedad y multidisciplinariedad quehan sido propias del campo- permitió ir cons-truyendo abordajes urbanos que incluyeran estas

dimensiones socio-simbólicas, o bien miradas quearticularan lo socio-económico y material, con losocio-simbólico. En este camino, los imaginariosy la subjetividad social orecieron una posibilidad

de renovación del campo de los estudios urbanos,en torno a los imaginarios urbanos. Aunque, setrata de un proceso aún en curso.

Así, se ha dado una convergencia de estos doscampos del conocimiento -los estudios culturalesy los estudios urbanos- en torno a los imagina-rios urbanos. En esta convergencia, los estudiosculturales aportan una particular sensibilidadpara comprender las dimensiones simbólicas dela vida social, mientras que los estudios urbanos

disponen de un capital teórico notorio paraabordar la ciudad desde su materialidad y desdelo socio-económico. Los segundos con mayorapertura interdisciplinaria que los primeros. Losprimeros con mayor capacidad para observar lasespecicidades. También con tradiciones metodo-lógicas dierentes pero convergentes: los estudiosculturales con un gran apego a la etnograía y, poreso mismo, cuando llegan al estudio de la ciudadsuelen encontrar que el gran desaío está en laincorporación de los cuestionarios de encuesta y los agregados en general. En cambio, los estudiosurbanos por su uerte liación con los análisismacro y de agregados, actualmente encuentranque el gran desaío se halla en las metodologíascualitativas. En suma, la investigación sobreimaginarios urbanos se enriquece por el recursosimultáneo tanto a metodologías cuantitativascomo a las cualitativas. Numerosos autores hanreconocido esta posibilidad de complementariedadmetodológica para el estudio de los imaginarios

urbanos. Por ejemplo, en las páginas de esta re-vista así lo reconoce explícitamente Néstor Gar-cía Canclini. De igual orma, el extenso trabajodirigido por Armando Silva apunta en el mismo

Revista eure (Vol. XXXIII, Nº 99), pp. 7-16. Santiago de Chile, agosto de 2007

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sentido de articulación de estrategias cuantitativasy cualitativas. En última instancia, ambos campos–estudios culturales y estudios urbanos- asumen

la certeza de que las ciudades latinoamericanasactuales se han tornado enómenos tan complejosy multiacéticos, que necesariamente requierende enoques que no operen desde la consabidareducción del enómeno en cuestión -lo urbano,en nuestro caso- para lograr tan solo una mínimainteligibilidad o lograr una explicación tan lejana alenómeno, que resulta diícil reconocerlo en ella.

En este devenir, los imaginarios urbanos hanadquirido tanta centralidad que han llegado a

constituirse en una moda. Esta circunstancia –lamoda de los imaginarios urbanos–, al igual quese ha constatado en otros temas que han seguidocursos semejantes, parece resultar ambivalente ensus implicaciones. Por un lado, la moda –por sumismo carácter expansivo- contribuye al avancedel tema, en sus desaíos y horizontes. Pero, al mis-mo tiempo, también coadyuva a la considerableprousión de trabajos muy diversos que reclamanser parte del tema, aun cuando muestren unvínculo muy débil, cuando no invisible, con res-

pecto al tema. Esto último tiene una implicacióndirecta: los imaginarios urbanos al mismo tiempoque se extienden, pierden ortaleza bajo el riesgode constituirse en una expresión paraguas debajode la cual cabe un espectro enorme de temáticasy abordajes, o como dice Daniel Hiernaux en sutexto: los imaginarios se constituyen en una suertede gran recipiente que le permite a todas las disci-plinas encontrar un punto del cual asirse.

Así, se llega a una paradoja: a pesar de que losestudios sobre el tema son cada vez más numerosos,no se ha llegado a consensos respecto a cuestionestan básicas como puede ser: ¿a qué denominamosimaginarios urbanos? Estas observaciones no nie-gan el mérito que ha tenido dicha moda al abrirnuevos ángulos y enoques. En este sentido, lostrabajos aquí reunidos regresan en varias ocasionessobre tres conceptos que parecería contienen lasclaves teóricas para dilucidar la pregunta previa:imaginarios, imágenes y representaciones. En este

sentido cabe subrayar que el texto aquí integrado

de Daniel Hiernaux, recupera la tradición deGilbert Durand, y desde allí plantea una ormade resolver un núcleo teórico importante para los

imaginarios urbanos: las percepciones se transor-man en representaciones y éstas, por un procesosimbólico se constituyen en imaginarios.

Si el interrogante acerca del concepto deimaginarios no resulta totalmente resuelto, unsegundo interrogante no menos relevante y rela-cionado con el anterior, es el reerido a la complejavecindad entre imaginarios y subjetividades.En este sentido, surge la siguiente pregunta: ¿elcampo de los imaginarios urbanos sólo incluye

a aquellos estudios que lo declaran como tal demanera explícita?, o bien, ¿se puede concebir uncampo de los imaginarios urbanos en el que tengancabida los diversos abordajes sobre la subjetividadurbana? Evidentemente, la pregunta no tiene unaúnica respuesta, y a lo largo de la revista se podráconstatar que algunos autores optan por reducirel campo a la investigación que explícitamente seautoadscribe al paraguas de los imaginarios urba-nos. Por ejemplo, en su texto Daniel Hiernauxmuestra la necesidad de acotar la discusión teórica

respecto al concepto mismo de imaginarios, antesque desplegarla sobre el campo aun más ampliode la subjetividad, precisamente por la dicultadintrínseca que implicaría navegar en ese campo tanextenso. En este sentido, todo parece indicar quela relación entre la subjetividad y los imaginariosaún es una asignatura pendiente, al menos en loque respecta al tratamiento teórico explícito deesta vecindad.

Así como cada uno de estos campos le aporta alestudio de los imaginarios urbanos sus ortalezas,de igual orma le transere sus debilidades. Losestudios urbanos se han dedicado sobre todo y por largos años, al mundo de los sólidos, pararecuperar la expresión de Henri Bergson. Mientrasque los imaginarios en sí representan el mundo delos no sólidos. Esto plantea una dicultad uertey de múltiples connotaciones desde la perspectivadel lastre que los estudios urbanos aportan a losimaginarios urbanos.

Por otro lado, los estudios culturales, y enparticular la Antropología que los cobija, tienenun largo camino recorrido en el estudio de lo

* Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, Ciu-dad de México. E-mail: [email protected]

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simbólico y lo cultural. Sin lugar a dudas, estopermite comprender el papel pivotal que hantenido estos dominios del saber en el desarrollo de

la investigación sobre imaginarios. No obstante, almismo tiempo, es necesario reconocer que preci-samente la Antropología aporta otro tipo de lastrea los estudios de los imaginarios urbanos: es unade las disciplinas contemporáneas que llega mástardíamente al estudio de la ciudad y en algunasocasiones parecería que aún la asolan dos conoci-dos riesgos cuando de estudiar la ciudad se trata.El primero es pensar la ciudad aespacialmente y,el segundo, es incluir el espacio pero reducido a laperspectiva de la localización. El reconocimiento

de estos riesgos no niega que actualmente existanantropologías urbanas muy reconocidas que hansorteados ambos riesgos exitosamente.

Si la ciudad ha sido vista –sobre todo, desde losestudios urbanos- como el mundo de los sólidos,el espacio no escapa a ello, más bien es el núcleode esa perspectiva. La reducción del espacio ala materialidad ha sido una de las uentes de lareducción de la ciudad a lo material. Por ellomismo, el estudio de los imaginarios respecto al

espacio urbano lleva consigo los mismos desaíosy dicultades. Evidentemente, este sesgo no per-mite negar toda la extensa tradición intelectualsobre el estudio del espacio y la espacialidadentendidos como experiencia, como vivencia,como representación, como percepción, es decircomo realidades no tangibles. Como expresión delparentesco ancestral entre los imaginarios y el es-pacio, se pueden retomar las palabras de FranciscaMárquez, cuando –pararaseando a Manuel Baeza

(2000)- nos advierte que los imaginarios socialesson aquella manera compartida de representar elespacio y el tiempo.

Como una derivación de lo anterior –vale de-cir de las ortalezas y debilidades que los estudiosculturales y los estudios urbanos le heredan a losestudios sobre los imaginarios urbanos- encontra-mos que otra perspectiva disciplinaria tiene posi-bilidades ecundas para triangular estas herencias:la Geograía –o mejor aun, cierta Geograía Hu-

mana- parece orecer una puerta particularmenterelevante por hallarse a medio camino de todoslos puntos señalados: en esta disciplina existeuna uerte tradición de estudio de la ciudad y lo

urbano con todo el peso de la materialidad queello implica (Lindón, Hiernaux & Aguilar, 2006).Al mismo tiempo, en esta disciplina también

se ha desarrollado una tradición de estudio delespacio como mundo de los sólidos y de los nosólidos (espacio vivido, percibido, representado,experimentado, lugar…), ya que precisamenteen torno al espacio y la espacialidad se ha idoconormando contemporáneamente el objeto deestudio de la disciplina. Por último, cabe recordarque también existe, si no una tradición extensa, almenos muchos planteamientos emergentes en lasúltimas tres décadas en torno a lo simbólico y loexperiencial en relación con el espacio.

La visualización de esta puerta no implicaque haremos una lectura del tema a través de laGeograía Humana, sino que le daremos una de lasvoces disciplinarias en el tema. No obstante, comose constata en los trabajos incluidos en este númerode EURE cuyos autores tienen adscripción a estadisciplina (Daniel Hiernaux, Alicia Lindón y AlainMusset), tanto la argumentación teórica como elanálisis de los casos, no se construye desde unasola tradición disciplinaria, sino más bien desde

un punto de vista disciplinario que integra aportesde otras disciplinas. Precisamente por la alta deuna tradición de Geograía Humana en el tema,los autores que analizan los imaginarios desde estadisciplina se abren a los aportes de los otros camposdel conocimiento para traducirlos a su lectura deltema. La otra voz de acento disciplinario que seha incluido en este conjunto de trabajos, como nopodía ser de otro modo, es la que se dene desdela Antropología. En este caso articula los aportes

de Néstor García Canclini, Mónica Lacarrieu y Francisca Márquez.

Los imaginarios expresan –para contextos so-ciales particulares- supuestos que no se cuestionan,lo que se supone que existe, aquellos aspectos, e-nómenos y características que se asumen por partede los sujetos como naturales, porque han sidointegrados, entrelazados, en el sentido común. Poreso, como señala Francisca Márquez más adelante,los imaginarios urbanos son matrices de sentido.

Los imaginarios son colectivos -son sociales,son compartidos socialmente-, lo que no deberíaasumirse como un carácter universal. Pueden estar

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anclados y ser reconocidos por pequeños círculossociales o por extensos mundos sociales, pero siem-pre son un producto de la interacción social entre

las personas. Se construyen a partir de discursos, deretóricas y prácticas sociales. Una vez construidostienen la capacidad de infuir y orientar las prác-ticas y los discursos, sin que ello implique quequedan inmóviles (como el lenguaje con el que semoldean, mientras están vigentes se modican).Por eso producen eectos concretos sobre los su-jetos, eectos de realidad . A esto se reere DanielHiernaux cuando señala que los imaginarios creanimágenes guías o imágenes actuantes, son guíaspara la acción. Los imaginarios nos permiten hallar

–más bien descirar- respuestas al porqué de lasacciones de los sujetos sociales.

No obstante, estos eectos de realidad no de-ben llevar al estudioso de la ciudad, a concebirlos–simplistamente- como re-presentaciones, esdecir como un espejo o refejo exacto del enóme-no en cuestión. Justamente, uno de los aspectosanalíticamente más relevantes es que se puedenconstruir como la representación de un enó-meno, pero también como analogías selectivas

o distorsionadas de los enómenos, o incluso sepueden construir en ausencia del enómeno. Enotras palabras, puede ser que un imaginario notenga un reerente concreto o que ese reerentehaya desaparecido y el imaginario perdure y, enconsecuencia, se mantiene su capacidad parainfuir en las prácticas sociales. De igual manera,suele ocurrir que un imaginario migre de uncontexto socio-territorial a otro y, en el último,puede ser incorporado en la subjetividad social

sin que los enómenos que le dieron origen en elotro contexto, existan o hayan existido (Lindón,2005b). Por ello, los imaginarios se relacionan conimágenes mentales pero lejos de constituir ello unproblema de la interioridad del individuo, sonsociales y se interponen en nuestra vida práctica,en nuestras prácticas espacializadas, en nuestrarelación con la ciudad y sus ragmentos. El hacerde los habitantes de una ciudad no es ajeno a estasimágenes sobre el espacio urbano y la vida urbana(Ley, 1983).

Por todo lo anterior es que Francisca Márquezemplea, en esta ocasión, la metáora de la carta de navegación para expresar la esencia de los

imaginarios. Al respecto, cabe recordar que ciertasgeograías del comportamiento y la percepciónse reeren a los desplazamientos de los sujetos

en la ciudad a través de la expresión navegaciónurbana (De Castro, 1997). Entonces, sería posibleplantear que la navegación urbana (los desplaza-mientos de los habitantes dentro de la ciudad),se orientan con cartas de navegación llamadasimaginarios urbanos.

Los imaginarios urbanos se presentan, emer-gen, en los discursos, en las retóricas, en los decires (Mondada, 2000). Esto implica que se puedenaprehender en las palabras de los habitantes de

la ciudad, pero también en otras expresiones dellenguaje social. Por ejemplo, se expresan en elarte (plástico, literario...), al igual que en diversasimágenes que circulan socialmente. Asimismo, esposible plantearse descirar imaginarios urbanosdel pasado a través de dierentes documentos,como por ejemplo relatos de viaje, obras de arte(Nogué, 2006; Nogué & Villanova, 1999), cartaspersonales, otograías…. (Silva, 1998). De igualorma, la ciudad contemporánea cuenta con otraexpresión gráca de enorme valor para descirar

imaginarios urbanos: los gratis (Silva, 1986).Indudablemente, todo ello abre un enorme de-saío metodológico para el estudio de la ciudad.La dicultad suele radicar en que usualmente elestudioso de la ciudad no está provisto de recursosmetodológicos para arontarlo, ya que se requierenaproximaciones poco empleadas tradicionalmenteen los estudios urbanos, más anes a las sociologíassubjetivistas, los estudios culturales o las geogra-ías humanistas y enomenológicas1. Al mismo

tiempo, los datos agregados –tradicionalmenteconsiderados como la inormación por excelenciade los estudios urbanos- pueden resultar pocoútiles para desentrañar subjetividades espaciales.En suma, se requieren metodologías que trabajencon la subjetividad social, con los discursos y lasretóricas, con imágenes. Una aproximación a este

1 De esto se desprende una dimensión relevante paraanalizar en otro contexto: ¿cómo deberían ormarse los urba-

nistas? Indudablemente esa refexión desborda ampliamentelos objetivos de trabajos que presentan resultados de investi-gación urbana. En cambio, ameritarían ser considerados enoros sobre la enseñanza. No obstante, consideramos que enesta ocasión al menos cabe observarla.

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Introducción

desaío aparece en el texto de Alicia Lindón con lapropuesta de los hologramas espaciales.

Los imaginarios urbanos pueden reerir a laciudad como un todo, a lo urbano como un modode vida o también a distintos ragmentos de laciudad, a esas micrópolis (García Canclini, 1997)en las cuales despliegan su cotidianidad buenaparte de los habitantes de las grandes ciudades.Uno de los ragmentos más emblemáticos de lourbano en este sentido son las calles. Pero aun así,considerándolas como un ragmento especíco, losimaginarios pueden anclarse en ellas de diversasormas: en la vida social que en ellas se desarrolla,

en la traza (angosta, ancha, recta, sinuosa, objetosque en ella están o han estado...) así como en lascalles en tanto ormas espaciales, pero también losimaginarios vinculados con una calle se pueden ex-plorar a partir de su nombre y la memoria que llevaconsigo: La toponimia (ocurrida en el lenguaje)retoma el sentido del espacio (Gumuchian, 1991).O bien, las calles pueden ser abordadas a travésde locales y establecimientos que al estar sobrecierta calle le dan un signicado a ella, aunque almismo tiempo se cargan de sentido a partir de su

localización en esa calle. El texto que se presentamás adelante de Mónica Lacarrieu muestra elcaso de un antiguo bar de la ciudad de BuenosAires como cristalización de una construcción desentido en torno a lo material y lo inmaterial delbar y de la calle.

Si uno de los ragmentos emblemáticos dela ciudad para estudiar los imaginarios urbanosson las calles, posiblemente el reverso, no menoscomplejo, lo sean las casas. De igual orma la casa(Lindón, 2006a) abre un abanico de posibilida-des enormes para el estudio de los imaginariosurbanos. Otra opción es preguntarnos por losimaginarios urbanos asociados a los centros delas ciudades, a la perieria como un todo, y a cadaperieria en particular, asimismo, a los parques,plazas, jardines y demás espacios públicos. La me-moria de la ciudad o de sus ragmentos es otra delas grandes entradas analíticas de los imaginarios,y no exclusivamente a través de los nombres de las

calles. El tema de la memoria urbana -que le sueledar vida a ciertos imaginarios- también puede estu-diarse a través de su destrucción, del olvido o de lasprácticas que la anulan y la invisibilizan. En última

instancia, como lo señala Francisca Márquez, losimaginarios urbanos hablan del tránsito entre lamemoria y la imaginación: pueden alimentarse de

la memoria colectiva para producir una construc-ción antasiosa, pero no por antasiosa carece derelevancia ya que orientan la acción social. Unamanera particular de estudiar la memoria espacialen la ciudad es a través de la perspectiva de PierreNora (1997): los lugares de memoria que, comoha señalado Claude Javeau (2000), pueden serindividuales o colectivos.

Los ragmentos de la ciudad en los cuales sepuede anclar el estudio de los imaginarios son

muy diversos. Por ejemplo, se han realizado in-vestigaciones en las cuales se han reconstruido losimaginarios asociados a espacios tales como loscementerios, entendidos como lugares agradablespara el paseo y para estar en ellos (Rowles, 1978),pero con la particularidad de que se trata de ima-ginarios que solo son asumidos por personas dela tercera edad. Es posible que un mismo lugarmaterialmente denido sea asociado a un imagi-nario para un tipo de sujeto social, y para otrosremita a otro imaginario. Entonces, el estudio de

los imaginarios asociados a ragmentos espaciales(lugares2) particulares de la ciudad, casi siempreremite a cierto perl de sujetos sociales. Dicho deotra orma, la ciudad y sus lugares exigen ser pen-sados desde la perspectiva del sujeto (Berdoulay &Entrikin, 1998; Berdoulay, 2002).

En relación con los ragmentos espaciales dela ciudad sobre los cuales se alojan y construyenimaginarios urbanos particulares, no puede dejarde considerarse el caso particular de los espaciosdel miedo. Este tema, en las ciudades latinoa-mericanas viene generando un interés creciente

2 Cabe observar que la expresión lugar en este contex-to debe entenderse en la perspectiva de la geograía humanis-ta, no es una simple expresión locacional de tipo coloquial. Elconcepto de lugar hace reerencia a espacios delimitados, conlímites precisos, que para los sujetos representan certezas y seguridades otorgadas por lo conocido (Tuan, 1977). A pesarde que el lugar alude a un espacio con límites, dichos lími-tes se extienden hasta donde lo hace el contenido simbólico

de los elementos objetivados en él y que pueden ampliarse através de tramas de sentido. Por ello, se puede considerar allugar, siguiendo a Gumuchian (1991:63), como una acumu-lación de signicados, o en palabras de Entrikin (1976), ellugar es un depositario de signicados.

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sobre todo en términos de la construcción socialde espacios del miedo, asociados a topoobias degrados diversos, agoraobias y otras obias espa-

cializadas (Lindón, 2005a; 2005b, 2007). En estetema también se puede incorporar lo señalado másarriba: los lugares que para unos sujetos socialesson espacios del miedo –socialmente construidoscomo tales (Reguillo, 2000 y 2001; Pereira Leite,2005)- y en los cuales la experiencia espacial estopoóbica (Tuan, 1980; Tuan, 1990), para otrossujetos pueden ser espacios de ejercicio del po-der, espacios controlados, en los cuales a travésde la relación sujeto-territorio se recomponenidentidades.

Otro desaío signicativo que se puede aunaral estudio de los imaginarios urbanos es el reco-nocimiento que los habitantes de las ciudades nosolo han construido imaginarios de cada una desus piezas y ragmentos, así como del todo que esla ciudad, sino también que estos imaginarios setransorman históricamente, tanto como se rehacela ciudad y la vida urbana que ella aloja. Por esoel estudio de los imaginarios no debería perderla dinámica temporal. La dinámica propia de la

vida urbana no solo se desarrolla en el tiempohistórico, sino también en otros ciclos temporales.Por ejemplo, el ciclo cotidiano de las 24 horas, olos tiempos biográcos de sus habitantes. Así porejemplo, al explorar los imaginarios asociados aciertas calles, barrios de la ciudad u otros ragmen-tos de ésta como pueden ser los centros históricos(Hiernaux, 2006b), cabe preguntarnos si acaso noexisten imaginarios diurnos y nocturnos dierentesen relación con el mismo lugar, que terminan

constituyendo a un lugar material en dos, unodiurno y otro nocturno (Margulis, 1994). O bien,si existen imaginarios sobre estos espacios que sonreconocidos en ciertas etapas del tiempo biográcode sus habitantes. Por ejemplo, hay imaginariossobre ragmentos de la ciudad que los construyeny movilizan en su vida práctica los jóvenes o losancianos, u otros sujetos sociales. Tal como ocurrecon los imaginarios urbanos reconstruidos por ellugar en el cual se anclan, los imaginarios urbanosque toman sentido en una temporalidad también

resultan indisociables de ciertos sujetos sociales.

En suma, el estudio de las ciudades desde losimaginarios urbanos debería incluir la dinámica

del movimiento entendido en distintas ormas,así como las diversas temporalidades sociales y las perspectivas u horizontes de sentido de los

dierentes sujetos sociales involucrados con losespacios en cuestión y en las diversas temporali-dades. De igual orma, los imaginarios urbanosconstituyen una mirada que necesariamente dacuenta de la relación entre lo no material, lasubjetividad espacial, y la ciudad en cuanto a susormas materiales y a las prácticas que se inscribenen esas ormas materiales. Las prácticas sociales alanclarse y desplegarse en el espacio de la ciudad,contribuyen a la hechura de la ciudad material,pero al mismo tiempo esas prácticas adquieren

ciertos rasgos a partir de la materialidad de laciudad. Esa relación entre ormas materiales y prácticas resulta inconclusa si no se la considera ala luz de los imaginarios urbanos.

Todo lo anterior muestra que los imaginariosurbanos no re-presentan (Castoriadis, 1985), nison únicos y monolíticos, ni son un problemade los mundos interiores del individuo inconexocon los mundos exteriores y materiales. Másbien parecen cubrir la ciudad material –los luga-

res- con innumerables velos, parciales, móviles,ragmentados, superpuestos, que dejan ver ciertosenómenos y ocultan otros, dependiendo del sujetoy del tiempo, tanto cotidiano, como biográco ehistórico.

El texto de Daniel Hiernaux, además del aporteteórico respecto al concepto mismo de imaginariosen la tradición de Gilbert Durand, también hace unejercicio relevante al preguntarse de qué ormas hapercolado esta visión en el campo particular de losestudios urbanos. Sus hallazgos muestran que unalínea en la cual aparecen los imaginarios en los estu-dios de la ciudad, es a través del análisis de prácticasurbanas más o menos en la sintonía de los estudiosculturales. No obstante, advierte que los imaginariospropiamente dichos suelen desdibujarse en este tipode abordajes. Una segunda perspectiva, advierteHiernaux, es la que se ha centrado en el estudio delas representaciones de la ciudad y sus ragmentos.En tanto que, para el autor, la tercera vía parece

orecer las mayores potencialidades: se trata de losestudios urbanos que asumen explícitamente lameta de articular las prácticas y los imaginarios. Noobstante, también reconoce que este camino aún

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Introducción

es notoriamente incipiente. Cuando se analiza uncampo emergente, como es éste, todo esuerzo porempezar a hallar huellas y líneas de uerza se torna

más complejo, por el mismo carácter aún diuso delcampo en cuestión. Sin embargo, esa tarea tiene elmérito de advertir ortalezas y debilidades cuandoel edicio aun se empieza a construir.

El texto de Alicia Lindón se puede leer endos vías, cada una por separado, o mejor aún,articuladas entre sí: por un lado, es parte de lasbúsquedas metodológicas que han ido surgiendorecientemente a partir del momento en que lasubjetividad va tomando creciente centralidad en

el estudio de la ciudad y el espacio urbano. Y eneste sentido, el texto explora una particular aproxi-mación metodológica para el estudio de la ciudaddesde los imaginarios urbanos, de corte claramentecualitativo, que denomina hologramas espaciales.Por otro lado, este texto puede ser leído como labúsqueda de articular el interés por los imaginariosurbanos con cierto tipo de miradas sobre el espaciourbano. En este caso, se plantea una perspectiva quela autora denomina constructivismo geográfco,para la cual los imaginarios urbanos serían un ám-

bito particularmente relevante, al mismo tiempoque los hologramas espaciales podrían constituiruna estrategia metodológica concreta ad hoc . Enúltima instancia, se puede hacer una lectura desdelo metodológico que se desplace hacia arriba, hacialos niveles más teóricos: hacia las concepciones delespacio y la ciudad como construcción social dellugar. Por otro lado, se puede hacer otra lectura quedesde el nivel metodológico se desplace hacia abajo,hacia lo técnico: en términos de estrategias técnico-

metodológicas para resolver el cómo estudiarlo.

Mónica Lacarrieu parte del énasis que hallevado a estudiar largamente la ciudad comopatrimonio material (lo que la autora abordabajo la metáora de la pesadez de lo material,y al mismo tiempo se ha olvidado o negado lasdimensiones no materiales, que ella denominaexpresividad cultural (la levedad de lo urbano).No obstante, Lacarrieu reconoce que en los úl-timos años todo lo no material –la expresividad

cultural en su discurso- ha adquirido una grancentralidad, un nuevo Norte que se vislumbra enlos estudios urbanos. Aun considerando ese girohacia lo no material (la levedad), la autora advierte

acerca de una tendencia riesgosa: la expresividadcultural de una ciudad es diversa y las imágenes eimaginarios urbanos hegemónicos reconocen sólo

las expresiones culturales de ciertos sectores socia-les vinculados al poder, y niegan o invisibilizanotras expresiones culturales urbanas. Asimismo,Lacarrieu también introduce la discusión entre laimagen y el imaginario, destacando la conusiónque ha prevalecido en su tratamiento.

Alain Musset abre la puerta para una refexióncompleja -aunque también inconclusa en términosde lo urbano, considerando que lo inconclusotambién muestra las nuevas posibilidades aún no

transitadas- como es la relación entre lo constitu-yente y lo constituido a partir de la trilogía entre“las realidades materiales de la ciudad, la cienciacción y los imaginarios urbanos”. El autor de-sarrolla una parte de esta relación: básicamente,plantea que la ciencia cción se alimenta de lasormas espaciales de la ciudad y las relacionessociales que se desarrollan en las ciudades actuales.Sin embargo, la asignatura pendiente como trabajoconceptual, es cómo se completa la relación entrela “ciencia cción y los imaginarios urbanos”. Y en

ese campo, evidentemente los estudios de comuni-cación tienen mucho que aportarle a los EstudiosUrbanos. Esta última línea se torna todavía máscompleja si recordamos lo planteado por casi todoslos autores: los imaginarios infuyen en la cons-trucción material de la ciudad. En este sentido,la trilogía tendría al menos tres movimientos enel juego entre lo congurado y lo congurante:la realidad urbana alimenta la ciencia cción. Laciencia cción congura imaginarios urbanos y 

estos últimos, conguran a la realidad urbanamaterialmente dada, que vuelve a orientar unavez más a la ciencia cción.

Sin lugar a dudas el aporte de Musset esestimulante, más aun si se considera que lo másrecuente con relación a la construcción materialde la ciudad ha sido destacar el papel de los imagi-narios y la subjetividad social, tanto de los propioshabitantes de la ciudad como de los urbanistas y otros actores con capacidad de decisión en cuanto

a la construcción material de la ciudad3

. Dándole

3 En el caso del papel de los urbanistas una reeren-cia conocida es el segundo espacio de Soja (1995).

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Alicia Lindón

más complejidad al tema, Musset incluye el papelconstituyente y constituido de la ciencia cción.Esta perspectiva se podría trasladar a otros ámbi-

tos de la vida social, por ejemplo, nos podríamospreguntar por el papel de la literatura y las artesen sentido amplio respecto a los imaginariosurbanos y a la ciudad misma. En este sentido sepuede recordar que Manuel Delgado (1999) se hainteresado extensamente por el papel del cine ensentido amplio en la conguración de la ciudaden términos materiales y subjetivos.

Francisca Márquez realiza una lectura del libroSantiago en EURE. Huellas de una metamorosis 

metropolitana: 1970/2000, poniendo en evidenciaque los dierentes autores que en esas décadasabordaron la ciudad de Santiago dejaron traslucirtres imaginarios urbanos que co-existen en San-tiago: estos son “el imaginario de la ciudad/país”,“el imaginario de la ciudad integrada/la ciudadtrizada” y “el imaginario de la ciudad aldea/ciudadglobal”. La autora insiste en que diícilmente sepueda entender a la ciudad actual –del lo de laposmodernidad- en términos de orden y cohe-rencia, más bien prevalecen las incongruencias,

y estos imaginarios opuestos pero co-existentesson uno de sus motores, en el caso de Santiago:así, se mantienen añoranzas –alimentadas de unamemoria colectiva- que suren erosión y desgaste,para terminar articuladas con el imaginario de ladesurbanización, de la guetización y el amuralla-miento interno a la ciudad. En última instancia, elimaginario del miedo y la desconanza al otro seentroniza. El miedo sustituye al deseo, o se instaurael imaginario de la búsqueda –y también de la

antasía- de la “sociedad de la seguridad”.

Es signicativo, que este último imaginario –elde la celebración del gueto rente al miedo- apareceno solo en este texto de Márquez, también en elde Alain Musset, en el Daniel Hiernaux y en el deMónica Lacarrieu. Tal vez este podría ser uno delos imaginarios urbanos actuales de mayor uerzay mayor capacidad colonizadora de las subjetivi-dades sociales, al menos si el tema es visto desdelas ciudades latinoamericanas.

Un rasgo común de todos los trabajos aquíintegrados es que de una orma o de otra, en todosaparece el carácter de lo inconcluso, la discusión

abierta, los desaíos y asignaturas pendientes. Pre-cisamente, todo eso que los autores no terminande anclar en cada uno de los textos puede leerse

como una expresión del carácter emergente quetoma lo imaginario en el estudio de la ciudad y,como tal, también tiene el mérito de marcar unhorizonte aún poco explorado pero ecundo paracomprender la ciudad, la urbanización y la vidaurbana en su complejidad actual. En suma, si losestudios urbanos han sido un campo del cono-cimiento particularmente desarrollado desde elpensamiento latinoamericano (Hiernaux & Lin-dón, 2006), ahora esta misma tradición intelectuallatinoamericana pareciera estar realizando un giro

y renovación sustancial del campo a través de laperspectiva de los imaginarios urbanos.

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