La ciudad rota - Muestra De Teatro Alicante · cipales personajes: Alicia en el país de las...

María Prado

La ciudad rota

PROGRAMA DE DESARROLLO DE DRAMATURGIAS ACTUALES DEL

INSTITUTO NACIONAL DE LAS ARTES ESCÉNICAS Y DE LA MÚSICA

La ciudad rota

María Prado (Madrid, 1986)Dramaturga, actriz y directora. Licenciada en Arte Dramático (Interpre-tación textual) por la RESAD. Obtiene un Máster de Teoría y Crítica dela Cultura (Humanidades) y Matrícula de Honor en el Máster en Crea-ción Teatral de la Universidad Carlos III de Madrid coordinado por JuanMayorga. Amplía su formación con maestros como Vicente Fuentes,Will Keen, Declan Donnellan (Biennale de Venecia, 2012), Joanne Ho-warth (Shakespeare's Globe) y en cursos en el Teatro de la Abadía ycon la Michael Chekhov Association en Canadá. Como dramaturga seentrena en talleres con Mark Ravenhill, Martin Crimp (Biennale de Ve-necia, 2016), Alberto Conejero, Rafael Spregelburd, entre otros. En 2009,es seleccionada como actriz para formar parte de la segunda promo-ción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. Desde 2013,compagina su trabajo como actriz con el de dramaturgia, dirección yproducción dentro de su compañía Cuartoymitad Teatro. Su primeraobra Escriba su nombre Aquí, coescrita y codirigida junto con Fernan-do de Retes, obtuvo gran éxito con posteriores giras nacionales e in-ternacionales (La Habana, XXX Festival Internacional de Teatro Hispa-no de Miami, XVII FIT Nicaragua, II FIT Riviera Maya, VI Festival Inter-nacional Escena Mazatlán...) con el apoyo de INAEM, AECID y Funda-ción SGAE. En 2015, escribe y dirige (Des)de los escombros, estrenadaen Madrid y publicada por Ediciones Antígona en 2017. Esta obra es tra-ducida al inglés con la ayuda de Fundación SGAE y representada en elXXVI Festival Internacional «Mujeres en Escena por la Paz» de Bogotá(Colombia) . Este mismo año, es becada por el Laboratorio Rivas Cheriffdel Centro Dramático Nacional para participar en el laboratorio inter-nacional de dramaturgia «L'Obrador d'estiu» con Simon Stephens en laSala Beckett de Barcelona.

Más información: www.mariaprado.netwww.cuartoymitadteatro.com

María Prado

La ciudad rota

© María Prado

© Del prólogoEduardo Pérez-Rasilla

© De la presente edición:Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música

Diseño y maquetación:Vicente Alberto Serrano

NIPO: 035–17–050–X14–14–055–3

El talento y la excelencia creadora de los jóvenes drama-turgos españoles avanza con paso firme hacia un

momento de plena madurez. En estos seis años desde queel Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música(INAEM) puso en marcha el Programa de Desarrollo deDramaturgias Actuales, el proyecto se ha consolidado comouna importante plataforma para la proyección de las múlti-ples miradas y propuestas de nuestros creadores. Un trabajoque además cuenta con un destacado marco de exhibiciónen la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporá-neos de Alicante, a quienes también apoyamos y felicitamospor cumplir un cuarto de siglo impulsando nuestro reper-torio teatral más actual.

A este esfuerzo del INAEM por respaldar los primerospasos de las nuevas generaciones de autores, debemos sumartambién los proyectos que desde el Centro DramáticoNacional (CDN) promueven la creación dramática, entreotros, el programa Escritos en la escena –enmarcado en el

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VI Programa de Dramaturgias Actuales

proyecto de investigación teatral del Laboratorio RivasCherif–, o el proyecto Dramatourgias, un conjunto de talle-res de teatro español contemporáneo impartidos por jóve-nes escritores que el CDN y la AECID organizan pordiferentes países de Latinoamérica. Todas estas iniciativas ensu conjunto, sumadas a la concesión del Premio de Teatropara autores nóveles Calderón de la Barca, forman una sóli-da estructura desde la que promocionar a nuestros jóvenesescritores teatrales en las etapas iniciales de su recorridoprofesional.

A los autores incluidos en las cinco ediciones anterioresdel programa, se añaden en esta nueva promoción cinconombres que reflejan el momento de especial pujanza quevive nuestra dramaturgia actual. Con orígenes y aproxima-ciones diversas, no cabe duda de que el público pronto dis-frutará de las propuestas de Celso Giménez Zamora, MaríaPrado Sánchez, Francisco Javier Sahuquillo Vallejo, VíctorSánchez Rodríguez y Ernesto Suárez Is. Mi enhorabuenadesde aquí a esta nueva generación que esperamos aplaudirmuy pronto sobre los escenarios.

Montserrat IglesiasDirectora general del INAEM

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La escritura de María Prado tiene una tonalidad propia.Sus diálogos, desde Escriba su nombre aquí, su primera

obra estrenada, combinan la sencillez y la ternura con unhumor amable que pone en tela de juicio, desde una mane-ra de pensar aparentemente sencilla, los fundamentos de lapercepción y de las construcciones e instituciones sociales.Su deliberada inocencia, propia del juego, que renuncia alos principios lógicos o a las normas establecidas (o asumi-das socialmente), para sustituirlas por otras vías de conoci-miento y transformación de las relaciones, revelan unaescritura consciente, un punto de vista paradójicamentefirme, una actitud ante la vida y ante el teatro. Sus persona-jes, tal vez frágiles pero dueños de inusitados recursos, nostrasladan a los espacios en los que la utopía y la distopía seentrecruzan y nos solicitan una respuesta imposible y, a lavez, sencilla como una adivinanza. La escritura de MaríaPrado se muestra ligera, ágil, limpia, no exenta de un sin-

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La ciudad rota de María Prado

Eduardo Pérez-RasillaUniversidad Carlos III de Madrid

gular sentido poético, cernida y capaz de construir unpequeño universo dramático a un tiempo entrañable einquietante. Ambiciosa e imaginativa, construye un entra-mado compositivo atrayente, pero que requiere el esfuerzodel espectador -aquí convertido en viajero- para transitarpor una estructura insólita, hecha de espejos, de pliegues yde puertas secretas que nos trasladan en el tiempo y el espa-cio sin advertencia previa y sin más orientación que el fan-tástico y precario mapa-guía de Alicia.

No es extraño que en La ciudad rota, el texto que ahorase publica, el primer referente literario que advertimos seael de Italo Calvino. Las citas explícitas de su libro Las ciu-dades invisibles no solo constituyen el punto de partida deLa ciudad rota (el título es evidentemente deudor del queconcibió el escritor italiano), sino que aportan un marco dereferencia, un lenguaje y un imaginario. El territorio fan-tástico y concreto a la vez que se dibuja en Las ciudades invi-sibles inspira algunos aspectos del drama de María Prado,pero es sobre todo la mirada del novelista italiano la queaporta un enfoque y un fundamento para el lenguaje.Cómo no pensar en libros como Marcovaldo o las estacionesde la ciudad o en Palomar, cuando Alicia, provista de su mapa,contempla o imagina lugares en imposibles ciudades. O enel Cósimo de El barón rampante, con su voluntad de unaconstreñida y paradójicamente luminosa percepción delmundo, cuando Bastián y Alicia debaten sobre la realidad yel lenguaje. La voz de Calvino, maestro en la utilización delapólogo y de la fábula para el escudriñamiento de realida-des complejas, y defensor de la levedad, la visibilidad y lamultiplicidad entre las propuestas para la literatura del mile-nio que comenzábamos hace ya casi dos décadas, resuena

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tras cada una de las réplicas de este nuevo texto de MaríaPrado, sin que por ello la palabra de la autora pierda fres-cura ni originalidad.

A la influencia de Calvino se suma el diálogo con otrasdos celebradas novelas, de las que viajan al drama sus prin-cipales personajes: Alicia en el país de las maravillas, de LewisCarrol, y La historia interminable, de Michael Ende. La aso-ciación de los tres referentes literarios no es caprichosa,pues en los tres se explora la posibilidad de transitar entrela imaginación y la realidad, entre la lectura y la acción, yen las tres también la fábula sirve para la reflexión ética. EnAlicia nos topamos con innumerables juegos de espejos,con alteraciones de la lógica practicadas desde una especiede metalógica o con el descenso/ascenso a territorios inu-sitados en los que todo es posible, sin que por ello dejen deparecerse mucho a los ámbitos en los que se desarrollanuestra vida común. En La historia interminable, Bastián, aldecir de Ende, le da la espalda a la realidad y para encon-trarla ha de emprender un viaje en sentido inverso, pasan-do por lo fantástico. Abandona el mundo real en que nadatiene sentido, y se adentra en la fantasía, cargada de signifi-cado. Estos dos personajes se encuentran en su camino,extranjero cada uno para el otro, pero solidarios en la tareade búsqueda de una ciudad (o de muchas ciudades que sonuna sola) en la que como escribe Calvino “no disfrutas delas siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta queda una pregunta tuya. O la pregunta que te hace obligán-dote a responder como Tebas por boca de la Esfinge”.

Las dudas entre la realidad y la ficción o la apelación allenguaje como posibilidad de cambio (“Al nombrar distin-

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to algo estamos cambiando ya. Hay palabras que al decirlasabren puertas”, explica Alicia), frente a la conveniencia dela acción (“Pero también hay que cambiar las cosas, mejo-rarlas, hacerlas de verdad”, replica Bastián) tienen que vercon el modo de abordar esas preguntas de la Esfinge, queaterrorizaba a la ciudad, según creían los habitantes deTebas, o que la protege, según ha explicado José MiguelMarinas.

En el itinerario de Alicia y Bastián (o de Alicias y Bas-tianes) que nos muestra María Prado nos encontramos conlos lugares oscuros de la ciudad: el racismo, la destrucción,los bombardeos, el deterioro o la enfermedad. O losdesahucios. Por cierto, es significativo que la primera acep-ción del DRAE para la palabra desahuciar sea la de “quitara uno toda esperanza de conseguir lo que desea”, definiciónde resonancias dantescas en su visita al Infierno cuandoemprendió, como reconoce Ende, el camino en sentidocontrario que le conduciría al cielo. Tal vez Alicia tema queel infierno se aloje en su memoria.

E. P.-R.

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La ciudad rota

A nuestra ciudad que será

En los momentos de crisis solo la imaginación es másimportante que el conocimiento.

Albert Einstein

Quien controla el pasado controla el futuro. Quien con-trola el presente controla el pasado.

1984, George Orwell

— Sir, estabas distraído. De esa ciudad justamente te estaba hablandocuando me interrumpiste.

— ¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?

— No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía:del número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en lascuales se suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una reglainterna, una perspectiva, un discurso. Ocurre con las ciudades comocon los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta elsueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien suinversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas dedeseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglasabsurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.

— No tengo ni deseos ni miedos –declaró el Kan–, y mis sueños estáncompuestos o por la mente o por el azar.

— También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, peroni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De unaciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino larespuesta que da a una pregunta tuya.

— O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas porboca de la Esfinge.

Las ciudades invisibles, Italo Calvino

Obra para dos intérpretes

Personajes

– A la(s) que llamaremos ALICIA(s)

– A l(os) que llamaremos BASTIAN(es)

a lo largo de distintos tiempos (y por tanto de distintosespacios)

Notas de la autora

El signo / indica solapamiento del diálogo por lasiguiente intervención.

El signo – indica interrupción del discurso por lasiguiente frase o pensamiento.

La letra en MAYÚSCULAS indica intensidad, nonecesariamente grito.

Escena 1. El encuentro

«(...) –Mi nombre es Alicia, pero... –¡Vaya nombre más estúpi-do!– interrumpió Humpty Dumpty con impaciencia.–¿Qué es loque quiere decir? –¿Es que acaso un nombre tiene que significarnecesariamente algo?– preguntó Alicia, nada convencida. –¡Puesclaro que sí!– replicó Humpty Dumpty soltando una risotada: –Elmío significa la forma que tengo... y una forma bien hermosa quees. Pero con ese nombre que tienes, ¡podrías tener prácticamentecualquier forma!» Alicia a través del espejo.

→ Despierto. Sin llegar a abrir los ojos intento imaginar lapalabra imposible.

← Este mapa no es de aquí... hace mucho que dejé atrástodos estos nombres.

→ Soli...ven...cian. Me suena a medicamento. Mesyliances-to. Debería de ser algo así como una metáfora. Gratilo.Dicoto. Fatáfaro. ¿Restrialencia? Me levanto a por uncafé.

← Aparece una hormiga en la esquina de mi mapa.

→ Hay una hormiga en el suelo. La llamo... «Butrancita». Sí,esa sí, es claramente una butrancita. Hay una butrancitaen el suelo. La persigo con la mirada, observo cómo semantiene en el filo de una grieta de la baldosa. Pareceque va a caer dentro del precipicio pero se aferra confuerza al borde.

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← Coloco el mapa en el suelo para que se vaya. Se mueveentre los pliegues como si quisiera indicarme algún sitio.Siento que la anduviera persiguiendo, acorralando conmi mirada... La dejo huir.

→ Un plato mordido en su orilla me indica el camino fuerade la cocina hacia el salón. ¿De dónde saqué ese cuadroque se derrite? Hay una lámpara en el borde de la mesa, apunto de caerse pero sin llegar a hacerlo. Una inestabilidadestable en la espera. La espera de las cosas para que caigan.

← Veo... veo una almohada destripada, trozos de plásticorojo. Restos de una foto de un niño.

→ La fotografía de mis padres. Yo no la puse aquí. Norecuerdo haberla tenido nunca encima de esta estantería.Se les ve distintos... jóvenes. Me contaron tantas vecesese viaje que es como si yo lo hubiera vivido, pero no,no lo viví.

← Un cartel desgastado al que le faltan letras (¿una E? ¿Unau? ¿Eso era una c?) me indica la llegada a un lugar, queno parece un lugar. Hace tiempo que perdí a la hormi-ga.

→ Mis libros medio abiertos. Todos mis cuadernos escalo-nados... Como si quisieran escapar de aquí. De mí.

← Casas bajas entre el asfalto que modela extrañas monta-ñas y volcanes.

→ «Me pregunto si he cambiado durante la noche. Déjamepensar. ¿Era la misma persona cuando me levanté estamañana? Me parece recordar sentirme un poco diferen-te. Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es¿quién soy en el mundo?»

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L A C I U D A D R O T A

← Esa casa, la de las pintadas. ¿No es...?

→ «Alicia en el país de las maravillas». Lo dejo abierto poresa página, sigue algo mojada.

← Se parece mucho a otra que vi antes...

→ Cojo mi guía. Y un lápiz. Salgo. Cierro la puerta que no secierra. Procuro mirar bien las paredes. Los rastros. Anoto:Paredes blancas gastadas, pintada con letras indescifrables enrojo. Techo en caída libre. Casa. Casa de... Casa de...

← Encuentro a una mujer. Sonríe.

→ Un joven me mira, me sonríe. ¿Le conozco?

← No quiero asustarla.

→ Anoto: Joven con algo que querría ser un mapa en lamano. Se para.

← Me paro. Miro la fachada de una casa... –Bonita.

→ Lo era.

← Lo es.

→ Tiene un acento raro, no es de aquí. (Silencio) –¿Quémiras?

← ¿Y ese edificio de allí? ¿Qué era?

→ ¿Edificio?

← ¿Viene en la guía esa?

→ No.

← ¿Un mercado? Parece un mercado.

→ Solo quedan unos cuantos bloques de hormigón. ¿Cómopuedes saberlo?

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M A R Í A P R A D O

← No sé... tiene pinta de mercado. Silencio.

← Hay poca gente por aquí.

→ Muchos se fueron.

← A veces hay que irse.

→ Supongo.

← ¿Tú no te vas?

→ No.Silencio.

← Las guías... Son útiles.

→A mí me pierden. Me quedo enganchada leyendo y se meolvida dónde estoy. Me condicionan demasiado. Si leoqué significa una escultura o el nombre de una calle mevuelvo incapaz de ver sin pensar en lo que he leído.

← ¿Y entonces?

→ Esta guía es diferente. Me ayuda a pensar.

← Apuntas cosas.

→ A veces solo una palabra o un signo. Escribo lo que veo,lo que imagino... Lo que me gustaría ver y no veo.

← A mí me ves.

→ Sí.

← ¿Cómo me ves?

→ Es una guía de viajes. No de personas.Silencio.

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← ¿A dónde vas?

→ A dar un paseo.

← ¿Puedo ir contigo? Podemos usar tu guía.

→ Casi nada de lo que viene está ya, ni siquiera las avenidasprincipales... (Pausa) Pero puedo enseñarte la ventana enla que vi a un pájaro estrellarse ayer.

←Vale.

→ ¿Cómo te llamas?

← Estoy cambiando de nombre. Aún no he encontrado nin-guno.

→ Alex. Te pega Alex. O algo como... étnico.

← ¿Como étnico?

→Vienes de lejos ¿no?

← ¿Y eso es étnico?

→ Podrías llamarte algo extraño.

← No, paso, no quiero nada extraño.

→ Entonces llámate Fernando. Aquí hay muchísimos Fer-nandos.

← No me sueno como Fernando.

→ O podrías llamarte Bastian.

← Bastian.

→ Sí, es el protagonista de un libro.

← «La historia interminable.»

→ ¿Lo conoces?

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← Los étnicos también leemos.

→ Sí, sí... Pensé... Bueno, ¿te gusta entonces?BASTIAN.– Está bien. ¿Y tú, cómo te llamas?

→Te toca darme un nombre.BASTIAN.– Eh... no sé.

Pausa breve.

→ Podrías llamarme...BASTIAN.– Alicia.

ALICIA.– Eso era lo que iba a decir.

BASTIAN.– Lo adiviné.

ALICIA.– Esta es la que era la casa de Alicia.

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Seísmo 1. Examen (Mono/Diálogo a dos voces de Alicia)

— ¿Cómo se encuentra?

— Bien, ya estoy mejor. Solo algo asustada con todo esto.

— No se preocupe, es normal. ¿Sabe decirme qué fecha eshoy?

— Es 4. No, no. 5 de junio de 2017.

— Bien, perfecto. Repita y memorice tres palabras simples.

— Árbol, cristal, pájaro.

Pausa larga

— ¿Cuáles eran las palabras?

— Árbol, cristal, pájaro.

— Bien. Apunte en este círculo las horas. Ponga todos losnúmeros en la posición correcta, como si fuera un reloj.Estupendo. Ahora dibuje las manecillas de las 15:30.(Pausa) Bien. Las de las 19:15. (Pausa) Bien, perfecto.

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Escena 2. Mirar de nuevo

«(...)¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir deaquí? –Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato. –No me importa mucho el sitio... –dijo Alicia. –Enton-ces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato. –... siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explica-ción. – ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato –, sicaminas lo bastante!» Alicia en el País de las Maravillas.

BASTIAN.– ¿Cuándo pasó?

ALICIA.– Aquí había un jardín. Con una verja. A través delos barrotes se veía verde. Verde en movimiento.

BASTIAN.– ¿Eso son los restos de la verja? El metal estádoblado.

ALICIA.– O quizás era un colegio.

BASTIAN.– O un hospital.

ALICIA.– Puede que fuera la verja del colegio.

BASTIAN.– ¿No lo sabes?

ALICIA.– Rehago nuevos recuerdos.

BASTIAN.– ¿Qué? No creo que se pueda hacer eso.

ALICIA.– Dudo que se pueda hacer otra cosa. ¿No recuer-das algo que nunca pasó pero que es como si hubierasido? En algún momento tu mente siente que es un

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mejor recuerdo que el que había y, por alguna razón,lo reconstruye, y eres capaz de revivirlo, incluso lassensaciones que no tuviste, y te acuerdas del sitio, eldía, la hora... Lo que una persona nunca te dijo, perotú podrías jurar que dijo aquí mismo.

BASTIAN.– Sí. Pero eso no es un recuerdo de verdad. Nopasó... de verdad.

ALICIA.– ¿Tú qué quieres que hubiera habido aquí?

BASTIAN.– No sé, yo no he estado aquí nunca... Lo delcolegio me parece bien.

ALICIA.– ¿Qué colegio? ¿Cómo es?

BASTIAN.– No sé.

ALICIA.– Qué poquita imaginación...

BASTIAN.– Grande. Con muchas clases. Muchos niños.

ALICIA.– Los niños se asoman a través de la verja porquequieren salir a la calle en el recreo.

BASTIAN.– No, los niños están bien dentro. Aprenden, ypueden jugar sin que nadie... en un patio grande, consuelo duro y frío, pero mucho aire para respirar.

ALICIA.– ¿Puedes verlos?

BASTIAN.– ¿Cómo voy a verlos? Me lo estoy inventando.

ALICIA.– Ahí. Mira como si estuvieras viendo. Cómo se lecae los mocos al niño más pequeño, al que está senta-do en la barandilla. Cómo esa niña se sube las mediasy aprovecha para rascarse detrás de las rodillas, «quéincómodas son estas faldas de uniforme», piensa antesde seguir corriendo.

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BASTIAN.– Hay árboles, árboles en el centro del patio, conhojas verdes.

ALICIA.– Los niños juegan entre los árboles. Los árbolesquisieran que los niños no gritaran tanto, parece queles dijesen «sshhh» con sus hojas...

BASTIAN.– Hay líneas en el suelo que los niños pisan, comosi no estuvieran.

ALICIA.– Trepan a los árboles sin miedo a caer.

BASTIAN.– Un niño se acerca a otro. Dice algo. Le empuja.Comienzan a pelearse. Se agarran de la ropa. Le insul-ta, el niño ese le insulta en un idioma raro, que no esel mío, palabras con muchas «rrrrr», algunas «jjjjj», con«pes» que escupen, con «tes» que muerden. Le dice...le dice algo que no entiendo, que el niño no entien-de. Pero que adivina. Y le retuerce el brazo hasta que–

ALICIA.– Eso no pasó. Aquí no. Vuelve a recordar.

BASTIAN.– ¿Qué era esto en realidad? ¿No lo pone en tu guía?

ALICIA.– En mi guía pondrá lo que yo escriba. Este lugarnunca aparecería si no lo nombrara.

BASTIAN.– ¿Y qué vas a poner?

ALICIA.– Lo decidiremos juntos, ¿quieres?

BASTIAN.–El colegio me gustaba... Antes de–

ALICIA.– Haremos el colegio que será. El que debería habersido, el que debería ser.

BASTIAN.–No habrá barras de metal, que hacen daño.

ALICIA.– La estructura puede ser firme, pero no violenta.Haremos que se sostenga y que sea... amable.

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BASTIAN.–En plan... ¿Un castillo hinchable?

ALICIA.– Eh... no.

BASTIAN.–Pues a los niños les encantaría.

ALICIA.– Sería un colegio muy ñoño, pero nada... nada utó-pico.

BASTIAN.–Hacer una utopía es imposible.

ALICIA.– Intento pensar en al menos tres o cuatro cosasimposibles cada mañana. Como la Reina Blanca.

BASTIAN.–¿Reina Blanca?

ALICIA.– De «Alicia a través del espejo». ¿No leías?

BASTIAN.–Vale, vale, empecemos de nuevo. Aquella mediacolumna de cemento y hierro. Yo creo que allí habíauna panadería.

ALICIA.– Acércate. ¿Huele a pan?

BASTIAN.–Sí.

ALICIA.– Date tiempo.

BASTIAN.–Huele... a pan recién hecho, caliente y blandito.La gente compraba todos los días una barra y la pelliz-caba nada más salir. En... en este sitio. A veces se sen-taban en un banco que había por aquí, con su pan, amirar a los demás pasear con sus barras de pan por lacalle. Calles repletas de personas y de pan. (Pausa)¿Volverá a ser una panadería?

ALICIA.– ¿Sería bueno que lo fuera?

BASTIAN.–¡Claro! ¿Qué apuntas?

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ALICIA.– «Panadería» dibujo la dirección y la describocomo tú cuentas.

BASTIAN.–¿Es eso lo que había realmente?

ALICIA.– No. Pero si lo apunto es posible que en un futu-ro lo sea. Si alguien viene y quiere reconstruir estelugar... mejor que sea con eso que con lo que habíaantes.

BASTIAN.–¿Qué había antes?

ALICIA.– Si lo nombro es lo que habrá sido, se quedará fija-do en la Historia.

BASTIAN.– ¿Qué era?

ALICIA.– Es mejor olvidarlo.

BASTIAN.–Va, dime, venga, ¿qué era?

ALICIA.– Una oficina de seguros.

Pausa.

BASTIAN.– Bueno...

ALICIA.– Ironías del pasado.

BASTIAN.– No es muy...

ALICIA.– Memorable.

BASTIAN.– La verdad que no.

ALICIA.– No siempre merece la pena recordar todo. Algu-nas cosas sí, algunas cosas si no las recordamos igualdejamos de saber quiénes somos, en quiénes nospodemos convertir.

Silencio.

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BASTIAN.– Dejémoslo en que era una panadería.

ALICIA.–Yo creo que es lo mejor.

BASTIAN.– Y aquí el banco para sentarse.

ALICIA.– De madera, será de madera, nada de poyete deesos con pinchos. Es un sitio para poder estar, en lacalle, el tiempo que se quiera.

BASTIAN.– Porque no dará miedo, porque será un placerestar en la calle.

ALICIA.– Lo será.

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Irrupción 1. Tú eres de aquí

BASTIAN.– Si te dice eso, tú no le hagas caso. Tú eres deaquí, como ellos. Esta es tu ciudad. Conozco las calles,y tú también ¿no? ¿A que sí? ¿A qué sabes cuál es tucasa? Esa es. Yo llegué aquí. Hace mucho tiempo ya...Pero tú no. Tú naciste aquí. De verdad, ese niño es...Si te agarra, tú grita. Dile que no te levante la falda.Que eso no se hace. Que como te... No, no, no ledigas eso. Mejor no le contestes. Haz como si no exis-tiera. Algún día se dará cuenta de lo que hace, y se sen-tirá... Sí, lo hará. Ni caso a los insultos. Podrían serotras palabras, que significaran cosas bonitas... dichascon mucho ímpetu. Con mucha energía. Imagínateque son otra cosa. O puedes llamarle tú palabras queél no sepa que significan. Invéntatelas. Ya verás que esono se lo espera... (Pausa) Si te pega llama a algún pro-fesor. No te calles. Pero no le pegues tú. No hagas eso.¿Me oyes? No pegues. Ni te vayas hacia la pared, nodejes que te arrinconen. Súbete al árbol hasta que secansen de escupir. Tú no eres como ellos. No hagas loque hacen ellos. No tengas miedo, sé valiente. Sí queeres valiente. De verdad que lo eres. (Pausa)Ya veráscomo mañana todo irá mejor.

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Escena 3. Un reloj puede ser una brújula

«(...) Y todo aquel valle estaba ocupado por una ciudad... En cual-quier caso, podía darse ese nombre a aquella multitud de edificios,aunque era la ciudad más disparatada que Bastian había vistonunca. Sin plan ni propósito, las casas parecían amontonarse comosi fueran dados; como si, sencillamente hubieran sido sacudidas allíde su saco por algún gigante. No había calles, ni plazas, ni ningu-na clase de orden reconocible. Pero también los edificios parecíanabsurdos: tenían puertas en el tejado, escaleras en sitios a donde nose podía llegar y otras que hubiera habido que recorrer cabeza abajoy que acababan en el vacío. Había torrecillas transversales y balco-nes que colgaban verticales de las paredes, ventanas en lugar depuertas y suelos en lugar de muros. Había puentes cuyo arco seinterrumpía de pronto, como si su constructor se hubiera olvidadoen mitad de la obra de lo que debía ser el conjunto. Había torrescurvadas como plátanos y pirámides colocadas en su cúspide. Enresumen, toda la ciudad producía una impresión de locura.» Lahistoria interminable.

BASTIAN.– Qué curiosos son esos edificios.

ALICIA.– ¿Cuáles?

BASTIAN.– Los que parecen solo una pared, según los mires.

ALICIA.– Bueno... es que esa es solo una pared.

BASTIAN.– Ah. (Pausa) Ese balcón que da a la nada es...

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ALICIA.– Desconcertante.

BASTIAN.– Sí. ¿Esto es lo que me querías enseñar?

ALICIA.– No, está tres manzanas más adelante.

BASTIAN.– ¿Qué manzanas? Todo está destrozado... ¿Cómote orientas?

ALICIA.– Me dejo pistas para acordarme. Escribo en lasesquinas cosas. Cuando hay esquinas. Flechas queindican. Como si fueran huellas. Les voy poniendodistintos colores, según la ruta. Hoy estamos haciendola ruta amarilla, ¿lo ves? Los edificios que están amedias también se vuelven señales. Las de tráfico yano apuntan a nada que exista. Donde pone «Centrohistórico» y una flecha ya no indica el centro. Porqueya no hay centro, ni periferia, ahora es difícil saberdónde acaba y dónde empieza la ciudad.

BASTIAN.– ¿No hay un muro o una valla que la delimite?

ALICIA.– No. Ahora ya no.

BASTIAN.– ¿Y cómo se protege?

ALICIA.– ¿De quién?

BASTIAN.– De la gente que quiera destruirla.

ALICIA.– Al final ningún muro protege de eso. Solo las per-sonas pueden cuidar una ciudad. Y las esfinges supon-go.

BASTIAN.– ¿Las esfinges no eran malas?

ALICIA.– Depende de quién te cuente su historia. Las de micabeza no, las de «La historia interminable» tampoco,¿no?

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BASTIAN.– No sé...

ALICIA.– Sí, hombre, la puerta con las dos esfinges que semiran mutuamente, que saben todos los enigmas deluniverso... «Nosotros y los demás seres percibimosalgo con la mirada. Vemos el mundo. Pero una esfingeno ve nada; en cierto modo, es ciega... En cambio, susojos transmiten algo. ¿Y qué transmiten sus ojos?

BASTIAN.– ...Todos los enigmas del mundo»

ALICIA.– ¿Te acordaste?

BASTIAN.– No sé, de repente... lo adiviné. ¿Y las esfingesdeciden por toda la ciudad? No me parece bien.

ALICIA.– Quitamos lo de las esfinges por el momento, ytachamos lo del muro, no sirve para nada.

BASTIAN.– Podemos dejar una parte. Y así recordar cuandohubo uno. Esto parece un trozo de muro... Ponemosgraffitis chulos. Podemos dibujar una esfinge de esas. Yescribir los nombres de las personas que queramos. Lagente los leería y preguntaría por ellos, así seguiríanaquí, aunque se hayan ido. ¿Los recordarían?

Pausa breve.

ALICIA.–Yo lo apunto. ¿Ya sabes dónde estás?

BASTIAN.– No.

ALICIA.– Puedes mirar el, mirar el... cómo, el, el... ay, no mesale ahora, el, bueno, el... horas, minutos, tiempo...

BASTIAN.– Reloj.

ALICIA.– ¡Eso! Mirar el reloj del campanario. Se ve desdecasi todos sitios.

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BASTIAN.– ¿El de allí? ¿Es parte de una iglesia?

ALICIA.– Ya no. Ya no hay iglesia. A mí me gusta más así.Solo.

BASTIAN.– Le faltan números... y ladrillos.

ALICIA.– Se han quedado marcadas las doce menos unminuto, y ya no se mueve.

BASTIAN.– ¿Van a hacer algo?

ALICIA.– Supongo que rezar para que no se caiga.

BASTIAN.– ¿Sigue sonando?

ALICIA.–Yo a veces lo oigo. Aunque es imposible. Es la cos-tumbre de haberlo escuchado a ciertas horas siempre.Y cuando había fiestas, o para los difuntos. También seoyó cuando todo tembló. Hay edificios que pareceque siguen sonando aunque ya no suenen.

BASTIAN.– ¿Cuándo van a recoger todo esto?

ALICIA.– No creo que pronto.

Silencio.

BASTIAN.– Antes de que muriera mi ciudad yo me podíaorientar con los ojos cerrados. Una vez jugamos a eso.A taparnos los ojos y caminar. Cada vez más rápido.Con los ruidos, con los olores podía ir recorriendo lasaceras hasta encontrar mi casa sin que me pasara nadamalo. Había música en las calles. Olía a café y a comi-da. Después, a polvo y basura. Demasiado silencio paraandar con los ojos cerrados.

ALICIA.– ¿Dónde está tu ciudad? ¿Cómo se llama?

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BASTIAN.– Buah, muy lejos. Cuando la destruyeron sequedó sin nombre.

ALICIA.– Tú se lo darás. Para construir una ciudad, lo pri-mero que se necesita es darle un nombre.

BASTIAN.– ¿Y ésta cómo se llama?

ALICIA.– ¡Aún no se lo pusimos! Tenemos que inventarnosuno.

BASTIAN.– Bros...mar–mintanismalita.

ALICIA.– Eh... Podemos seguir pensando. Debería ser unapalabra–

BASTIAN.– Resnalizonia.

ALICIA.– No hace falta decidirlo ahora tampoco.

BASTIAN.– Tenzostilandia, Alcesiastria, Epencteuriata,¿Astrulitia?

ALICIA.– Astrulitia, suena muy...

BASTIAN.– Apúntamelo para que no se me olvide.

ALICIA.– No... no te preocupes, seguro que no se nos olvida.

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Irrupción 2. Veo, veo...

BASTIAN.– ¿Qué ves? (Pausa) ¿Por qué letrita empieza?(Pausa) Por la «be». A ver, déjame que piense... ¿Estácerca? Bueno, bueno, era solo una pista. ¿Puede quesea mi... barba? Frío, frío... ¿Ni una pista me vas a dar?Es... ¡tu bicicleta! Tampoco. (Pausa) Es pequeña, espequeña... ¿cómo de pequeña? ¿cómo tú? ¡Máspequeña! ¡Un bicho! ¡Tiene que ser un bicho!Caliente... Mmm... Así que es un tipo de bicho oalgo... ¿un bichito chiquitito? Ya... no sé... Me rindo.¿Qué es? Una «becitilisa». ¿Qué es eso? Pero quémorro tienes, te inventas palabras y esperas que lasacierte. ¿Y dónde se supone que veo una «becitilisa»?Ah, ahí. Sí, sí que tiene pinta de becitilisa. Sí... escomo... así, como... claramente... una becitilisa. Ahorame toca a mí, te vas a enterar. Me voy a inventar unadificilísima. Sí, sí, dificilísima. A ver si la adivinas... Veo,veo... (Pausa) Una cosita... (Pausa) Empieza por la...

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Réplica 1 Seísmo 1. Examen en primera línea

(Mono/Diálogo a dos voces de Alicia)

— ¿Cómo se encuentra?

— Mejor, más tranquila.

— ¿Sabe qué día es hoy?

— Primeros de junio de 2017.

— ¿La fecha exacta?

— No sé. ¿5?

— Bien, perfecto. Repita y memorice tres palabras simples.

— Gratilo, dicoto, jasapo.

— Esas palabras no existen.

— Son inventadas. Las he inventado yo.

— No valen.

— ¿Por qué no?

— Tres palabras; reales y simples.

— Piedra, cortina, agua.

Pausa

— ¿Cuáles eran las palabras?

— Pietra,–

— Piedra...

— cortina y...

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Pausa larga

— Se escurre.

— Agua.

— Apunte en este círculo las horas. Ponga todos los núme-ros en la posición correcta del círculo como si fuera unreloj. (Pausa) Fíjese bien. ¿Están en la posición correcta?

— Sí.

— ¿Seguro?

— Sí, claro.

— Ahora dibuje las manecillas de las 11:20. (Pausa) Las11:20. No, las de las 11:20. Ahora las de las 20:30. (Pausa)Ahora las que no llegarán.

— ¿Cómo?

— Las 23:59.

— Las que no llegarán.

— ¿Qué dice?

— Ha dicho las que no llegarán.

— No, le he pedido que dibuje las de las 23:59.

— ¿29:53?

Silencio.

— ¿En qué ciudad estamos? ¿Se acuerda de en qué ciudadestamos? (Pausa larga) ¿Cuál es su nombre? (Pausa) ¿Cuáles su nombre? (Pausa) Continuaremos mañana.

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Escena 4. Fotografía de árbol sangrante y estatuacon cicatrices

«(...) –Siete años y seis meses... –repetía Humpty Dumpty, cavi-lando. –Una edad bien incómoda. Si quisieras seguir mi consejo tediría «deja de crecer a los siete»..., pero ya es demasiado tarde.–Nunca se me ha ocurrido pedir consejos sobre la manera de cre-cer– respondió Alicia, indignada. –¿Demasiado orgullosa, eh?– seinteresó el otro. Alicia se sintió aún más ofendida por esta insi-nuación. –Quiero decir –replicó– que una no puede evitar el irhaciéndose más vieja. –Puede que una no pueda –le respondióHumpty Dumpty– pero dos, ya podrán. Con los auxilios necesa-rios podrías haberte quedado para siempre en los siete años.» Ali-cia a través del espejo.

BASTIAN.– Dos calles más allá, la universidad.

ALICIA.– (apuntando) Sí...

BASTIAN.– Y luego hay que situar el hospital y la fábrica dealmohadas.

ALICIA.– ¿La fábrica de–?

BASTIAN.– De almohadas.

ALICIA.–Ya... (Pausa) En esta parte podría haber un teatro.

BASTIAN.– Tendríamos que quitar el árbol. ¿Es el mismoárbol del colegio? Oye, ¿este no es el mismo sitio deantes?

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ALICIA.– Hace tiempo mi padre me contó que en una ciu-dad lejana hubo un teatro que tenía un árbol justo enmedio de su escenario. Se discutió mucho sobre quéhacer con él. Los actores se quejaban por no poderactuar con facilidad. Los naturistas decían que habíaque preservar el árbol. Un día el árbol desapareció.Como si nunca hubiese estado. Entonces los actoresempezaron a echar de menos al árbol. Ponían ramaspara simbolizarlo, pintaban paneles de marrón y verdepara que hicieran de árbol. Pero no era igual. Con eltiempo se dejó de usar ese teatro. Se quedó solo.Empezaron a brotar arbustos que se apoderaron de lasbutacas, malezas, enredaderas que se... se cruzaron porlas bamla, bambalinas...

BASTIAN.– ¿Y ya no fue un teatro?

ALICIA.– Lo abandonaron.

BASTIAN.– Espera... Mira, mira las butacas.

ALICIA.– ¿Ahí?

BASTIAN.– Y los focos...

ALICIA.– ¿Puedes ver al público?

BASTIAN.– Nos miran.

ALICIA.– Estamos en el, el secen–

BASTIAN.– Escenario.

ALICIA.– Eso.

BASTIAN.– ¿A dónde vamos ahora?

ALICIA.– A donde quieras, esto es un teatro.

Pausa.

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BASTIAN.– ¿Te gusta viajar?

ALICIA.– Sí... ¿Y a ti?

BASTIAN.– A veces, depende de por qué haga el viaje.

ALICIA.–Yo últimamente confundo los lugares que he visi-tado. ¿Te pasa a ti también? Por eso necesito apuntar-lo todo... A veces me asaltan imágenes, pero no sé dedónde eran, cuándo vi... Y después, un día, me doycuenta de que es la imagen de la fachada del museopor donde he pasado mil veces desde que soy unaniña. (Pausa.) Es hermoso volver a tu ciudad despuésde un viaje largo y reconocerte en las calles.

BASTIAN.– Cuando vuelva, no sé qué reconoceré.

ALICIA.– ¿Volverás?

BASTIAN.– ¡Claro! Y haré de nuevo todo, como estamoshaciendo tú y yo.

ALICIA.– ¿Hace mucho que la destruyeron?

BASTIAN.– La primera vez que oí una bomba tenía ochoaños.

ALICIA.– ¿Y ahora cuántos tienes?

BASTIAN.– ¿Cuántos me echas?

ALICIA.– No más de... dieciséis.

BASTIAN.– Podría ser mayor...

ALICIA.– Sí, pero no lo eres.

BASTIAN.– Lo aparento. Bueno... digamos dieciséis años,cinco meses, veintisiete días y nueve horas y media ¿Ytú? ¿Cuántos tienes?

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ALICIA.– Pronto llegaré a los noventa años.

BASTIAN.– ¡Hala! Exagerada, queda mucho para eso... notienes más de sesenta.

ALICIA.– Cada día me encuentro nuevas arrugas, estrías,grietas en las manos... como las de esta pared. Noestoy segura de si ya estaban ayer. (Silencio) Es malasuerte que llegaras para ver esto... Si hubieras venidoantes o dentro de unos años... a lo mejor–

BASTIAN.– ¿Cómo era antes?

ALICIA.– Supongo que esperabas otra cosa, ¿no? Una ciu-dad más, más construida, acogedora...

BASTIAN.– La verdad que pensé que habría zapaterías, pas-telerías, cines... todo más... abierto. También quehabría mucha gente.

ALICIA.– Había muchos turistas, podía llegar a ser muy ago-biante vivir aquí.

BASTIAN.– Porque a la gente le gustaba, ¿no? Antes a mi ciu-dad también venía gente. Antes. Pero eran ellos los quese agobiaban con los guías que les salían por el camino.

ALICIA.– Los guías pueden llegar a ser pesados.

BASTIAN.– ¿Como tú?

ALICIA.– Muy gracioso. El barrio que acabamos de pasar, elde ahí a la derecha, se convirtió en un parque de atrac-ciones. Pusieron una montaña rusa y un tiovivo.

BASTIAN.– Qué divertido.

ALICIA.– Era muy caro y hacía mucho ruido, lo hicieronpara turistas. Ya nadie vivía realmente allí. Las calles

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pasaron a tener nombres de marcas de coches, de ropa,de joyas...

BASTIAN.–¿Ahora ya no lo son?

ALICIA.– Se cayeron los carteles con el terremoto, y los queno se cayeron... los arranqué.

BASTIAN.– ¡Hala! ¿En serio?

ALICIA.–Ya ves...

BASTIAN.– Pondremos nuevos. ¡Ya sé! Podría ser el barriode los libros... A cada personaje le ponemos una ave-nida o–

ALICIA.– Una con tu nombre.

BASTIAN.– Sí... Podríamos dejar cerca a todos los persona-jes de la misma historia, y para orientarte pues lomejor sería que te hubieras leído los libros. Serían losnuevos mapas. Te guiarías por la ciudad como si estu-vieras en una biblioteca.

ALICIA.– Otro barrio lo podemos hacer de música, de pin-tura o de fotografía...

BASTIAN.– También habrá que hacer el barrio de los asesi-nos, los corruptos, los dictadores, los terroristas, losvioladores, los genocidas...

ALICIA.– No se lo merecen. Además, en nuestra ciudadnadie querría vivir ahí...

BASTIAN.– De alguna manera habrá que recordar lo quehicieron, ¿no?

ALICIA.– Pero ¿cómo saber si la ciudad está conmemorán-dolo o denunciándolo?

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BASTIAN.– Podemos explicarlo, poner algún monumentopor las víctimas–

ALICIA.– Los monumentos son inútiles. La gente se hacefotos sin saber por qué, dónde está. Como con esamedio estatua de allí. No sé cómo pudo aguantartanto selfie sin romperse del todo.

BASTIAN.– Las fotos no destruyen estatuas, son las personas.

ALICIA.– Una foto puede significar algo o nada. Cuandoempiezan a no ser nada, lo que se ve empieza a con-vertirse en la nada también.

BASTIAN.– O en otra cosa... (Pausa) ¿Qué? ¿Nos hacemosuna foto con la medio estatua?

ALICIA.– Anda, vamos por este atajo.

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Irrupción 3. Las luces

BASTIAN.–¿Qué es eso que escuchas todo el rato? De ver-dad, qué difícil es mantenerse al día con estas cosas.No sé qué música se lleva ahora... ¿Te acuerdas delconcierto al que te llevé el año pasado? El de los RedHot Chili Peppers. Ya, ellos no son, pero me gusta quealguien quiera seguir tocando sus canciones. Yo solíaponerme en bucle la canción esa, no me acuerdo delnombre, sí, esa, la de «Sometimes I feel like I don’thave...» Ya era antigua cuando yo era joven. Pero laponían mucho... Los vi un día en la tele. Los «video-clips» que se repetían todo el rato. Era muy hortera,todo muy... como psicodélico. Me quedé engancha-do... Bueno, hija, es que era muy joven... «Sometimes Ifeel like I don’t have a partner, sometimes I feel like my onlyfriend, is the city I live in, the city of angels, lonely as I am,together we cry...» Y ahí sonaba, el acorde este, «raaaan»antes del estribillo. Yo entonces no tenía ni idea de loque significaba, excepto «city», «angels», «friend» yalguna palabra suelta más que me sonaba. Lo demás lotarareaba por los sonidos, me inventaba las palabras yle daba el sentido que a mí me daba la gana. Me cogíaun walkman antiguo, de mi padre, me subía a unmonte que tenía cerca de casa, muy alto, a escucharlauna y otra vez. Rebobinar y play. Rebobinar y play. Al

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atardecer se iban encendiendo las luces de la ciudad.Era hermoso. La recuerdo poco ya. Que tendría yo...diez u once años. Se podían ver los barrios bombar-deados porque ya no se encendían las luces. Luego mevine aquí y... De las luces sí que me acuerdo, cómo seiban encendiendo, mientras anochecía, hasta que soloquedábamos ellas y yo en la oscuridad. «Under thebridge» se llamaba la canción.

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Escena 5. La mirada de horizonte

«–¿Cuántos deseos puedo formular? –Tantos como quieras...cuantos más mejor, Bastian. Tanto más rico y variado será Fanta-sía. Bastian estaba sorprendido y emocionado. Pero, precisamenteporque de pronto se veía ante un infinidad de posibilidades no sele ocurría ningún deseo. –No sé –dijo finalmente. Durante un ratoreinó el silencio y luego oyó una voz delicada como la de un pája-ro. –Mala cosa –¿Por qué? –Porque entonces no habrá Fantasía.»La historia interminable.

BASTIAN.– ¿Y el río?

Pausa.

BASTIAN.– Alicia.

ALICIA.– ¿Sí?

BASTIAN.– El río.

ALICIA.– Ah, sí. Pensé que tú no querrías un río.

BASTIAN.– ¿Por qué no?

ALICIA.– No lo sé, imaginé que no te gustaría el agua.

BASTIAN.– Pues sí, me gusta, y el agua es importante en unaciudad.

ALICIA.– Claro. (Pausa) Podría pasar por ahí, a la izquierda.

BASTIAN.– No, no lo veo... Mejor a este lado, haciendo eses,y hacemos un puente.

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ALICIA.– Como el que hubo.

BASTIAN.– ¡Hala, qué dices! ¿Justo aquí hubo un puente?

ALICIA.– Eh... hace mucho... Seguro.

BASTIAN.– Lo reconstruimos entonces.

ALICIA.– Un puente antiguo de piedra. Así, largo.

BASTIAN.– Si lo vamos a hacer ahora, no puede ser antiguo.

ALICIA.– Parecerá antiguo y lo será dentro de años.

BASTIAN.– ¿Por qué antiguo si queremos que sea nuevo? ¿Yun puente de metal? ¿De hierro?

ALICIA.– Se... se calentará demasiado con el sol y no habrámanera de agarrarse al pasamanos. Piensa en las futu-ras viejecitas como yo.

BASTIAN.– De cristales de colores.

ALICIA.– Muy creativo y reslabadizo.

BASTIAN.– Resbaladizo.

ALICIA.– Eso. Hay que tener en cuenta–

BASTIAN.– Desde aquí se podría lanzar una moneda y pedirun deseo. Podemos hacer que este sea el sitio desde elque lanzar deseos, poner un aviso o algo. Apúntalo.

ALICIA.– ¿Un aviso?

BASTIAN.– Para que la gente sepa que este es el sitio de lan-zar deseos.

ALICIA.– ¿Por qué no donde cada uno quiera?

BASTIAN.– Porque si todo vale entonces no vale nada.

ALICIA.–Ya.

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BASTIAN.– Aquí. Se tiene que lanzar una moneda al fondopara pedir el deseo.

ALICIA.– ¿No era a los pozos o a las fuentes lo de los dese-os?

BASTIAN.– En nuestra ciudad es al río, ¿vale?

ALICIA.– Un poco supersticioso todo, pero–

BASTIAN.– Venga, ya, no te pongas pesada, ¿tiramos unamoneda?

ALICIA.– Una moneda.

BASTIAN.– Bueno, a ver... una piedra que hace de moneda.

ALICIA.– ¿Al suelo?

BASTIAN.– No es el suelo, es el fondo del río. De verdad,estate atenta. Luego soy yo el que tiene poca imagi-nación...

ALICIA.– De acuerdo, perdona. Qué carácter.

BASTIAN.– Toma, lánzala. (Pausa. Alicia tira una piedra–mone-da al suelo–río) ¿Qué has deseado?

Pausa.

ALICIA.– ...se me ha olvidado desear.

BASTIAN.– ¿En serio? No te creo...

ALICIA.– Te toca.

BASTIAN.– Un momento... espera, espera... ya.

ALICIA.– ¿Qué deseaste?

BASTIAN.– Si lo digo, no se cumple.

ALICIA.– Si no lo dices, es más difícil que se cumpla.

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BASTIAN.– Deseé que el puente se haga de verdad. Que loque vamos diciendo pase, esté haciéndose según lodecimos. Pero como ya estamos en otro sitio, pues nolo vemos aún.

Pausa.

ALICIA.– ¿Por qué es tan importante?

BASTIAN.– ¿El qué?

ALICIA.– Que se haga real. Por qué no podemos imaginar-lo, y ya, por qué no basta con eso.

BASTIAN.– Eso no cambia nada. Solo haría que viviésemosen una... ficción.

ALICIA.– Al nombrar distinto algo estamos cambiando ya.Hay palabras que al decirlas abren puertas, como en elcuento aquel–

BASTIAN.– Pero también hay que cambiar las cosas, mejo-rarlas, hacerlas de verdad.

ALICIA.– Si fueran de verdad, igual no te gustaban tanto.

BASTIAN.– Habrá que intentarlo.

ALICIA.–Y llegarían las ruinas de nuevo.

BASTIAN.– Esta vez no.

ALICIA.– El tiempo pasa, las ciudades se pertierven–

BASTIAN.– Pervierten.

ALICIA.– se nublan...

BASTIAN.– ¡Hala!, pues ya está. ¿A qué viene esto ahora?¿para qué toda tu historia esta de ir poniendo cosas enla guía?

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ALICIA.– ¿No te gusta mirar al horizonte, lejos, a las mon-tañas, al cielo, aunque no puedas tocarlo nunca?

BASTIAN.– Así que nada de lo que has escrito será. Todo esun fraude.

ALICIA.– Sí o no. No lo sé...

BASTIAN.–No me gustan las personas que mienten. No sedebe mentir.

ALICIA.–Yo no miento. Tengo esperanza. Pero no dependede mí solo. También dependerá de quien lo lea, decómo lo interprete y de lo que desee hacer con ello.

BASTIAN.– ¿No podemos hacer nada?

ALICIA.– Reescribirla es algo.

BASTIAN.– Yo quiero el puente. Y el río.

ALICIA.– Los he dibujado, ¿ves? en esta hoja. ¿Quieres escri-bir el nombre del río tú?

BASTIAN.– Buah, ¿para qué? Si igual nadie–

ALICIA.– Es un comienzo.

Pausa.

BASTIAN.– Sotuloma.

ALICIA.– Un poco largo, podríamos–

BASTIAN.– He dicho Sotuloma.

ALICIA.– Sotuloma, Sotuloma se queda.

BASTIAN.– Y subráyalo. Para que se lo tomen en serio.

Silencio.

ALICIA.– Bastian.

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BASTIAN.– ¿Qué?

ALICIA.– ¿Qué habrá al otro lado del Sotuloma?

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Réplica 2 Seísmo 1. Examen(Mono/Diálogo a dos voces de Alicia)

— Piedra, cortina, agua.

— ¿Cómo?

— Piedra, cortina, agua. Bien, perfecto.

— No, le estaba preguntando por su ciudad. ¿Sabe dóndevive? Su ciudad, ¿cómo se llama?

— ¿Cómo se llama?

Silencio.

— ¿Dónde está su casa?

— La de la pintada roja. No soy tonta.

— Sé que no. Perdone. ¿Qué día es hoy?

— La fecha exacta: 5 de junio de 2017.

— ¿Seguro?

— Seguro. Y usted dice: Perfecto.

— Ese día no es hoy.

— 4, será 4 o 5. No ando pendiente...

— Fíjese en su ropa. Su abrigo.

— Hará mucho frío este junio. ¿No ha oído hablar delcambio clitámico?

— Climático.

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— Eso.

— Dibuje las horas en este círculo, como si fuera un reloj.

Silencio.

01 2 65 776 93 4 2 1

1 91 8 0 2

— Hay números repetidos.

— Hay horas que se repiten, incluso que se solapan.

— Están desordenados.

— Están en orden, se lo aseguro. Siga las flechas amarillas.Esta es la ruta amarilla.

Pausa.

— Hoy estamos a 10 de enero de 2047, ¿entiende? 10 deenero de 2047. La fecha que usted dice fue la del terre-moto, pero de eso hace mucho tiempo.

— Mucho tiempo.

— ¿Qué día es hoy? (Pausa larga) Dígame, ¿Qué día es hoy?

— No lo sé.

— ¿Cuál es su nombre? (Pausa) ¿En dónde estamos? (Pausa)¿Se acuerda, se acuerda de dónde está?

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Irrupción 4. ¿Dónde está?

BASTIAN.–¿Dónde está? ¿Dónde has puesto el libro? Notiene gracia. Venga, dime. ¿Dónde está? No se miente.No mientas. No se debe mentir, ya lo sabes. Tú lo hasescondido. ¡Cómo que «veo, veo»!. Dime ya dónde lohas puesto. El Sotuloma. No, no se cumple lo del librosi lo deseas y lo tiras al río. No funciona así. Se tira unamoneda... o una piedra, no se tira un libro. No medigas que... Pues imaginas el libro en tu cabeza y lodeseas, pero no tiras el libro, hija. Primero me los pin-tarrajeas todos, y ahora... Claro que me enfada.¿Cómo se va a limpiar el libro con el agua? Se rasganlas páginas, se rompen. Te dejo coger mis libros, perono para– No te rías. No me hace ninguna gracia. Caraa la pared. Venga. Ahí. A pensar en lo que has hecho.(Pausa) Te estoy viendo reírte. ¿Quieres que me enfa-de de verdad? ¿Quieres quedarte sin salir a la calle?(Pausa) Eso está mejor. En silencio. Cuesta mucho unlibro. No es ninguna tontería. No solo dinero. Quetambién. Cuesta mucho hacer un libro, ¿sabes? Imagí-nate la cara de quien lo escribió viendo cómo loestropeas. Los libros son algo importante. (Pausa) Paraque se cumpla... ¿Seguro que eso te gustaría? No sabeslo que realmente pasaría si se cumple ese libro, igualno te gusta tanto vivir ahí dentro. También hay dolor,

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monstruos, miedos... no siempre lo pasan bien. Imagí-nate que viniera uno de los personajes raros esos delPaís de las Maravillas y te quisiera llevar con él. Y telleva fuera de tu casa, a ese sitio, que no sabes ni quées, ni dónde está, ni a quién te vas a encontrar, lo quete pueden hacer... (Pausa) Lo siento, no quería asustar-te tanto. No tiene por qué, mi niña... Ya te digo queno se va a cumplir. Al menos, no por tirarlo al río.Además, acaba bien. En este caso, acaba bien.

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Escena 6. Re-cordar significa volver a pasar por elcorazón

«–(...) Solo puedes desear cosas mientras te acuerdes de tu mundo.Los que están aquí ya han agotado todos sus recuerdos. Quien notiene pasado tampoco tiene porvenir. Por eso no envejecen. ¡Míra-los! ¿Podrías creer que muchos llevan aquí mil años e incluso más?Pero se quedan como son. Para ellos no puede cambiar nada, por-que ellos mismos no pueden ya cambiar.» La historia interminable

BASTIAN.– Alicia, espérame, no corras. (Pausa) ¿No te can-sas?

ALICIA.– Llevamos poco tiempo andando.

BASTIAN.– Podríamos inventar una cafetería y parar a tomaralgo.

ALICIA.– La cafetería «Icaria». Croissants recién hechos ycafé del rico.

BASTIAN.– ¿No te has preguntado cómo es posible que nosentendamos?

ALICIA.– Que nos entendamos.

BASTIAN.– Sí, si cada uno–

ALICIA.– Es, es posible adivinar el significado de una pala-bra de un idioma desconocido, mi padre–

BASTIAN.– Hay un papel en el suelo.

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ALICIA.– Cógelo. ¿Hay escrito algo?

BASTIAN.– Es... como un dibujo con unos números. Y pordetrás tres palabras: «Piedra,–

ALICIA.– cortina, agua»

BASTIAN.– ¿Cómo lo sabes?

ALICIA.– No sé, lo sabía, lo he... supuesto.

BASTIAN.– Es tuyo.

ALICIA.– No.

BASTIAN.– Parece tu letra, es como la de la guía.

ALICIA.– No he escrito eso en mi vida.

BASTIAN.– Sí que es tuyo... me estás engañando. Dime,dime, anda... ¿es tuyo, a que sí?

ALICIA.– Te he dicho que no.

BASTIAN.– Cómo es entonces que te acuerdas, no tiene /sentido que sepas las–

ALICIA.– ¿Para qué te iba a mentir? No lo he escrito yo.

BASTIAN.– La letra es... es tu letra. ¿No se te habrá caídode–?

ALICIA.– ¿Tú has venido aquí a interrogarme o qué?

BASTIAN.– No te pongas así, solo preguntaba.

ALICIA.– Tienes muchas preguntas todo el rato. (Silencio)¿Qué ves en la montaña de cables de ahí?

BASTIAN.– No quiero seguir jugando.

ALICIA.– Jugando...

BASTIAN.– Dame la guía.

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ALICIA.– Es mi guía, qué vas / a hacer...

BASTIAN.–Dámela. (Pausa. Busca entre las páginas)

ALICIA.– ¿Qué es lo que quieres?

BASTIAN.– Que me cuentes las cosas que pasaron aquí. A ti.Las de verdad.

ALICIA.–Ya te he contado.

BASTIAN.– Las importantes: ¿Cómo se rompió la ciudad?¿Cuándo? / ¿Dónde estabas tú?

ALICIA.– Ah, eso.

BASTIAN.– «Hay cosas que no se deben olvidar», ¿no?

ALICIA.– ¿Y de verdad lo que tú necesitas es que una seño-ra se te queje de ver su ciudad destruida? ¿Te cuentomis desgracias? ¿Mis ausencias? ¿Que cuando todo secayó murieron muchas personas? Que mi– Que esoera una sucursal bancaria, que hacía tiempo que habí-an quitado las fuentes, que ya no había árboles, que aalgunas personas llevaban meses echándolas de suscasas y antes de que se pudieran ir se les derrumbaronencima? ¿Y qué? ¿Para qué? Yo no puedo imaginar loque tú habrás vivido, no puedo, no puedo ponermeen tu lugar, ni tú en el mío. Te miro y solo siento queno tengo derecho a... No puedo saber cuál es tudolor, que solo puedo suponer infinitamente másdoloroso que el mío. Y no me atrevo a preguntarte.No me atrevo porque no sabría qué responderte.

BASTIAN.– Pregunta. Vamos, pregunta. (Pausa larga) No sepueden silenciar los dolores. Hay que oírlos aunqueno sepas qué hacer con ellos. Aunque no puedas hacer

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nada. Hay cosas que deben estar esculpidas, grabadaspor las calles para darnos cuenta de lo que hemoshecho, de lo que somos capaces de hacer. Los museosno deberían ser almacenes de cacharros, deberían seravisos. Si no tienes memoria, no sabes cuáles son lasamenazas, lo que puede ser el futuro otra vez.

ALICIA.–Yo ya recordé lo que tenía que recordar. Ya lloré,ya dije en voz alta el nombre de las personas queperdí. Me aferré a lo que ya no existe y lo enterré.Aunque quisiera, pronto dejaré de– (Pausa) Si mequeda algún recuerdo quiero que sea algo que medeje vivir. Que me ayude a querer vivir.

BASTIAN.– Tú lo dijiste «hay cosas que si no las recordamosigual dejamos de saber quiénes somos, / en quiénesnos podemos convertir».

ALICIA.– ¿Cuándo dije yo eso?

BASTIAN.– ¿No deberíamos intentar recordar las cosascomo fueron?

ALICIA.– ¿Y cómo fueron? ¿Cómo eran? ¿Lo sabes tú? ¿Deverdad? ¿De verdad sabes decirme con toda claridad queno es como son en tu mente, como te las contaron ocomo tú las recuerdas, podrías asegurar que pasaron así?

BASTIAN.– Hay cosas que pasaron y cosas que no pasaron.Y si no se dicen, aunque duela, parecerá que no fue-ron. Pero fueron. Y por mucho que digamos «québonito podría haber sido todo», no lo fue, fue horri-ble. Si quieres construir un futuro, antes tienes quehaber leído el pasado... Pedir perdón si es preciso, / ohacer que lo pidan.

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ALICIA.– Buscar culpables no cambiará nada.

BASTIAN.– ¿Y la justicia?

ALICIA.– Por qué, por qué hay que recordar, tenerlo todoarchivado, hacer ordenadores que almacenen más ymás, ceremonias, memoriales, aniversarios, acordarsede todo... ¿por qué? También tengo derecho a olvidar.A borrar cosas de mi mente.

BASTIAN.– Puede que lo que tú quieres olvidar, otros quie-ran que no se olvide.

ALICIA.– No es lo que yo quiera, es que lo voy a olvidar,¿entiendes? Lo estoy olvidando... (Pausa) ¿Quién erestú? ¿A qué has venido aquí? ¿Por qué venís? ¿A ator-mentarme, a atormentarnos?

BASTIAN.– ¿Piensas que todo gira en torno a ti y a tu ciu-dad? Yo he venido porque se me agotaban las opcio-nes y el tiempo.

ALICIA.– A todos nos pasa, nos está sapando...

BASTIAN.– No de la misma manera.

ALICIA.–Yo–

BASTIAN.– ¿Y los demás? ¿Quién eres tú para robarles losrecuerdos?

ALICIA.– ¿Cómo?

BASTIAN.– ¿Quién eres tú para robarles los recuerdos aotros?

Silencio.

ALICIA.– Yo solo quiero descansar... imaginar una palabraaunque ya no sepa lo que significa. Me niego a inten-

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tar recordar que soy una víctima, como dicen, el restode mi vida. No lo soy, no soy una víctima. Y tampocotengo la culpa de... O sí, sí, igual tengo culpa. (Pausabreve) Pero si me queda algo en la cabeza, si consigoretener algo antes de que todo se me nuble, quieroque sea algo... hermoso.

BASTIAN.– Tengo miedo. Miedo de olvidarles. De olvidar-me. Yo no quiero olvidar de dónde vengo, yo quierovolver a mi casa. Quiero recordar una casa a la quepoder volver, ¿entiendes?. Y si no existe ya, no signifi-ca que no vaya a reconstruirla mil veces. Aunque seasolo en mi cabeza. No me va a hacer más feliz noacordarme de que una vez fui feliz.

ALICIA.– No olvides. No se puede imaginar sin recordar.Recuerda tú, recuérdalo todo. Pero no te quedes atra-pado en el recuerdo. A veces es difícil, pero además depensar hacia el pasado, también podemos recordar loque queremos que algo sea, ¿no?. Lo que queríamosque fuera. Cambiar algo. Cambiarnos. Imaginar algodistinto que hacer con las ruinas. Aunque sea un poco,aunque aún no sepamos inventar edificios imposiblestodavía, aunque nuestras, nuestras utopías sean... tro,tro, torpes. Dejarnos notas no solo de lo que tenemosque huir, sino también de cosas hacia las que ir, notaspara el futuro. Porque si tú no lo piensas, Bastian, noserá. «Y la Nada se apoderará de más ciudades.», ¿teacuerdas? Como en «La historia interminable». Cam-bia los nombres, no solo los recuerdes, también atré-vete a cambiar los nombres a veces. Si no, repetiremoslas mismas calles, las mismas plazas, las mismas perso-

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nas, y las mismas formas de destruirlas o de dejarlasmorir.

BASTIAN.– No sé elegir recuerdos. Hay cosas que se te cla-van en la cabeza, que te interrumpen, que te sacuden.Algunas palabras que querría olvidar y se me... se metatúan en la piel, otras que ya no sé cuáles eran. Se meestá olvidando mi idioma, mi comida, mi música, miscalles... Ya no puedo acordarme de las manos de mimadre. No sé cuándo se me olvidaron. Y no me valeinventármelas. Quiero recordar las que eran.

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Irrupción 5. La biblioteca secreta de Bastian

BASTIAN.– Y entonces lo decidimos. Cuando oíamos unaexplosión, esperábamos a que todo volviera a la calmay salíamos corriendo hacia allí. Íbamos a los lugaresque habían sido destrozados y buscábamos entre losescombros. A veces había suerte y encontrábamos unlibro completo. Otras veces algunas páginas. Solorobábamos los libros. Del resto, nada. Nada, de verdad.Nos sentíamos como piratas, ¿sabes? Y después volví-amos corriendo al escondite secreto. Estaba debajo deun edificio bombardeado, había que bajar por unasescaleras a las que les faltaban varios peldaños. Para lle-gar, evitábamos las avenidas grandes que es donde sue-len caer balas de cualquier sitio. Éramos un grupo deseis, no, de cinco niños. Solo nosotros conocíamos ellugar y juramos no decírselo a ningún mayor. Allí jun-tábamos todo lo que habíamos encontrado y lo com-partíamos. Leíamos en voz alta, como te leía yo a ti depequeña. A veces solo quedaba una página así queintentábamos inventar lo que había pasado antes, loque pasaría después... (Pausa) Un día encontré unomuy raro, como una guía de viaje con notas a mano.Estaba escrito en un idioma que desconocíamos, asíque el resto casi no le prestó atención. Pero yo inten-té leerlo. Iba haciendo mi propia traducción sin saber

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si estaba acertando, si querría decir lo que yo pensa-ba... Lo llevé conmigo durante años, sobreescribiendocon un lápiz por encima lo que yo suponía que esta-ría diciendo. En algunas esquinas había flechas amari-llas señalando palabras, notas en los márgenes, palabrassubrayadas en rojo, algunas tachadas... Cuando decidíhuir de allí, me lo dejé, pero te puedo reescribir algu-nas de las páginas de memoria si quieres.

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Seísmo 2. Acuérdate (Notas para Alicia)

Acuérdate.

Tienes que acordarte, vamos.

Acuérdate de lavarte los dientes antes de irte a dormir.

Acuérdate del examen de Historia de mañana.

Acuérdate de lo que reías, de qué te estabas riendo, hace unsegundo.

Acuérdate de lo que te gustaba el helado de vainilla.

Acuérdate de la sensación que te despertaban las palabras«helado de vainilla».

Acuérdate de aquella canción, de aquel concierto.

Acuérdate del libro ese, ¿cómo terminaba? Del dibujo de laportada.

Acuérdate de las historias que te contó, de los fragmentosde su historia.

Acuérdate de las palabras imposibles.

Acuérdate. Tienes que acordarte.

Acuérdate de que dos más dos son cuatro, de que está elsujeto y el predicado, de qué es una palabra esdrújula, dequién inició la guerra de Siria, de Irak, de Vietnam, delCongo, de España, la Segunda Guerra Mundial, la Primera,de quién iniciará la Tercera.

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Acuérdate de cuando todo tembló.

Acuérdate del paseo en el que aprendiste a montar en bici-cleta.

Acuérdate de cuál es tu casa.

Acuérdate de eso.

Acuérdate de sus cumpleaños, del tuyo.

Acuérdate de desear.

Acuérdate de ella, de él, de ellos. De sus caras. De sus nom-bres.

Acuérdate de beber agua.

Acuérdate de lo que llorabas, de por qué llorabas, hace unsegundo.

Acuérdate de que eres muy afortunada.

No olvides que ya tienes una edad.

Acuérdate de tus arrugas. De tus heridas. De tus cicatrices.

Acuérdate de ese día, esa hora, de ese momento en el queperdiste la noción del tiempo.

Acuérdate de las pastillas. Las de la mañana, las de la tarde,las de la noche.

Acuérdate de lo que hicieron, de lo que hizo.

Acuérdate de pedirle perdón. Acuérdate de perdonarte.

Apúntatelo. Si no, apúntatelo.

Te lo apunto.

Para que no se te olvide.

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Escena 7. Las contracciones del espacio-tiempo

«(...)–Tú y yo– preguntó– y todo Fantasia... ¿todo está anotadoen ese libro? Él siguió escribiendo y, al mismo tiempo, ella escuchósu respuesta. –No. Ese libro es toda Fantasia y tú y yo. –¿Y dóndeestá el libro? –En el libro –fue la respuesta que él escribió.–Entonces, ¿todo es reflejo y contrarreflejo? –preguntó ella. Y élescribió, mientras ella le oía decir: ¿Qué se ve en un espejo que semira en otro espejo? ¿Lo sabes tú, Señora de los Deseos, la de losOjos Dorados? La Emperatriz Infantil se quedó un rato callada yel Viejo, al mismo tiempo, escribió que ella callaba. Entonces elladijo en voz baja: –Necesito tu ayuda. –Lo sé– respondió y escri-bió él. –Sí –dijo ella–, así debe ser sin duda. Tú eres la memoriade Fantasía y sabes todo lo que ha sucedido hasta el momento.Pero, ¿no puedes hojear tu libro y ver lo que sucederá?– ¡Páginasen blanco! –fue la respuesta– Solo puedo mirar atrás y ver lo queha ocurrido. Podía leerlo mientras lo escribía. Y lo sé porque lo leí.Y lo escribí porque sucedió. De esa forma, por mi mano, la Histo-ria Interminable se escribe a sí misma.» La historia interminable

BASTIAN.– ¿Ya hemos llegado?

ALICIA.– Deberíamos, pero esta no es la plaza. Me he debi-do de equivocar antes. Es raro, vi la marca en la esqui-na esa del... la pared... Era la flecha amarilla. Tú laviste, ¿no?

BASTIAN.– No me fijé.

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ALICIA.– Puse la flecha amarilla para llegar pero no... estono es...

BASTIAN.– Podemos volver para atrás.

ALICIA.– No, no, tendría que estar aquí. Aquí tendría queestar la farola. Y la fuente. Una fuente pequeña,¿sabes?, pero que siempre tiene agua. Esta es la plaza.Tiene que serlo.

BASTIAN.– Todo se parece mucho, a lo mejor–

ALICIA.– El de los ladrillos rojos, ahí estaba... ahí, sí. No, no,es la biblioteca. La biblioteca... pero está al revés.Entremos.

BASTIAN.– No hay ningún edificio. Solo hay escombros.

ALICIA.– Sí, lo hay. ¿No lo ves? Y la escalinata, se sube porla escalinata. Ayúdame con los escalones, que a estasedades ya... Yo subía «tatatata», para arriba, pero a misnoventa años no se está tan–

BASTIAN.– Alicia, qué dices, tú no tienes–

ALICIA.– Tienes que acordarte ¿No te acuerdas?. Aquí sonlas escaleras de tu primer beso. Era una chica muydivertida.

BASTIAN.– Si acabo de llegar aquí...

ALICIA.– «acabo de llegar aquí...» dijo, dijiste.

BASTIAN.– ¿Qué?

ALICIA.– Acuérdate, esfuérzate por acordarte. Yo pronto loolvidaré así que tienes que acordarte tú por los dos,¿vale? Estas son las lesaceras de tu primer beso.

BASTIAN.– Escaleras. De tu primer beso.

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ALICIA.– De tu primer beso. No, tu segundo beso, que fuemejor que el primero. Cuando yo lo olvide, será eltuyo. Ella salía cargada de libros de la biblioteca, yo lecogí unos cuantos, «–Que se nos caen», y se reía. Sereía... Se abrieron las páginas y os quedasteis leyendosobre estas lesaceras. Era como una señal... (Pausa) seabrirán por esas páginas. Os pondréis a leeros el unoal otro, más tontos... ¿te acuerdas? Y cuando ella acabede decir la lapabra, brapala, pabrala....

BASTIAN.– Palabra.

ALICIA.– «Contraluz», dijo «contraluz» y tuve que besarla.Fue por la «zeta» creo.

BASTIAN.– ¿Estás bien?

ALICIA.– Siéntate conmigo.

Pausa.

BASTIAN.– ¿Cómo era la escalera?

ALICIA.– Infinita. De piedra dura y fresquita, fresquita, fres-quita... Así, toda blanca... Redondeados en sus bordes,pues por el uso, qué va a ser. La... La.... Laa, esto, aga-rras...

BASTIAN.– barandilla.

ALICIA.– No, labrandilla, labrandilla. Era... como... algunaspersonas se tumbaban a veces ahí.

BASTIAN.– ¿En estas piedras?

ALICIA.– Sí, eso, pero todas juntas, haciendo una. Así, junti-tas, juntitas, «papapapapapa». Vamos a ponerlas, ayúda-me.

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BASTIAN.– No tenemos nada para unirlas.

ALICIA.– Coge esta. Ponla encima de esta y así, «papapapa-papa». La labrandilla.

BASTIAN.– ¿Aquí?

ALICIA.– Pero bebe agua, bebe un poco de agua, niño. Quete sentará bien. ¿No estás cansado? Eres un niño muybueno, muy bueno.

BASTIAN.– Alicia.

ALICIA.– ¿Papá? Léeme tú...

BASTIAN.– Alicia, me estás–

ALICIA.– ¿Quién es Alicia?

BASTIAN.– Tú.

ALICIA.–Tú... «Si tú eres tú y yo yo soy...» ¿Quién? ¿Quiéneres tú?

BASTIAN.– Bastian.

ALICIA.– No, no... No me toques, suéltame, tú no eres...¿Eras...?

BASTIAN.– Yo soy... ¿no te acuerdas?

ALICIA.– Hay que dejar los libros en la fuente a ver si selimpian bien. Lleva tú este. (Silencio) Qué raro, juraríaque habíamos hecho el camino que era. Pero esta noparece la plaza. ¿Dónde está la fuente? Hemos segui-do las flechas amarillas ¿no? ¿La viste en la esquina?

BASTIAN.– No.

ALICIA.– Sí, hombre, en la esquina, en esa esquina, del... la...¿es que no me prestas atención?

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BASTIAN.– No la vi, no.

ALICIA.–Te lo he dicho, en esa esquina. Pero no, esta no es,no es, no es, no es, NO ES, ¿por qué me traes poraquí?

BASTIAN.– ¿Volvemos hacia atrás?

ALICIA.–Veo, veo...

BASTIAN.– ¿Qué ves?

ALICIA.– Una cosita... Y tú dices ¿qué cosita...?

BASTIAN.– ¿Qué cosita es?

ALICIA.– Empieza por la... (Pausa) ¿Dónde está? Eh, dime,¿Dónde está?

BASTIAN.– ¿El qué?

ALICIA.– Mi casa. Mis padres.

BASTIAN.– No lo sé.

ALICIA.– Recuerda, recuérdalo tú. No ves que yo ya nopuedo...

BASTIAN.– Ahí. Estaba ahí, seguro. Está ahí.

ALICIA.– ¿Cómo es?

BASTIAN.– No sé...

ALICIA.– Bastian, ayúdame.

BASTIAN.– Es muy bonita. Tiene plantas en el balcón.

ALICIA.– Margaritas rojas.

BASTIAN.– Sí. El balcón está abierto. Se ve la sombra de unamujer a través de unas cortinas que vuelan. La mujerse desnuda.

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ALICIA.– Mi madre siempre iba desnuda por la casa, todo eldía, y los vecinos...

BASTIAN.– Se mete en la ducha.

ALICIA.– Oigo el sonido del agua. (Pausa) ¿Y las manos?

BASTIAN.– Desde aquí no llego a ver–

ALICIA.– ¿Cómo son sus manos?

BASTIAN.– Suaves, dedos largos, las yemas arrugadas por elagua, uñas un poco largas. Huelen a jabón, a limpio.

ALICIA.– Manos de madre.

BASTIAN.– Tú eres muy pequeña. Estás mirando desdeabajo. Hace sol y frío y caminas sobre unas piedrecitasblancas.

ALICIA.– ¿Tienes miedo?

BASTIAN.– No. Pero pienso, pienso muy fuerte en atrapareste momento. Porque soy muy feliz. Y no sé cómo sehace para que esto siga, para que no se escurra, parapoder seguir viendo a mi madre tras la ventana, paranotar el sol caliente en el frío de una mañana de sába-do, para oír el agua. Para ver mi casa desde fuera, sóli-da, limpia, con paredes, con paredes blancas que no secaen.

ALICIA.– No tengo una foto de eso. No lo apunté en laguía.

BASTIAN.– Porque no te hace falta, porque lo sigues vien-do. Porque aún está ahí, porque mañana seguirá ahí,porque no lo olvidas.

ALICIA.– Tú...

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BASTIAN.– No lo olvidaré.

ALICIA.– ¿Quién eres tú?

BASTIAN.– Quien tú quieras.

ALICIA.– ¿Oyes las campanas?

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Interludio convulso El bosque sin nombres (Time lapse)

«Entonces empezó a mirar alrededor, y se dio cuenta de que todolo que podía verse desde el antiguo salón era bastante corriente ysin interés, pero que todo lo demás era sumamente distinto. Porejemplo, los cuadros de la pared al lado del fuego parecían tenervida, y el reloj de encima de la chimenea (al que solo se le puedever por detrás en el espejo) tenía la cara de un viejecillo que lemiraba sonriendo con picardía.» Alicia a través del espejo

Unos segundos de catástrofe. Comienza a sonar in crescendo«Time Lapse» de Ludovico Einaudi.

ALICIA.–Y la tierra tembló. Se puede ver aquí en mi costi-lla izquierda, cómo se abrieron las primeras grietas delas baldosas de mi cocina.

BASTIAN.– Lo oí desde lejos. El cielo estaba más rojo queazul, entre una niebla amarilla. Era el barrio de micasa. No se veían las luces.

ALICIA.– Toco la pared vibrante que se va desconchandoentre mis dedos.

BASTIAN.– Corro a través de calles que van abriendo fosos,al lado de edificios a los que les tapan la boca.

ALICIA.– «Si te quedas debajo del marco de una puerta, site quedas debajo del marco de una puerta...

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BASTIAN.– Balcones flotando en el aire. El esqueleto de loque fue un coche. Paredes huecas. Qué gordos losmuros de cemento que marcan donde acaba mi ciu-dad rota y dónde comienza la siguiente. Muros queparten mi ciudad rota en barrios rotos, que cierran,que no protegen, que dibujan la mirada de un padreautoritario, que te dice:

ALICIA.– no te pasará nada malo.»

BASTIAN.– «Niño, aquí no puedes estar. ¿Dónde está tucasa?»

ALICIA.– Mi puerta parece la que era ayer, pero es otra. Ya nola reconozco. Ya no la quiero como antes. Está a puntode volatilizarse. Se le deshacen los bordes, casi no sepuede mirar, la madera se agrieta y las astillas se clavanen los dedos. Me sujeto al marco como si apretando confuerza pudiera sostenerla. Pero me deshago con / ella.

BASTIAN.– Trozos de personas rotas entre los dedos de lospies mezcladas con barro, madera / hierro, escayola,cobre, plástico, cerámica, cables, agua de las cañeríasagujereadas...

ALICIA.– La foto de tus padres, el vaso de agua, la televisión,tus lápices, tu taza, los cuadros, todos tus cubiertos...

BASTIAN.– Sigo corriendo.

ALICIA.– Mis libros tiemblan.

BASTIAN.– Llegas a una plaza que no conoces. Cada vezmenos gente en la calle. «¿Te has perdido?»

ALICIA.– Intentas recoger algunas cosas, pero te da miedoacercarte a ellas. No sabes elegir cuáles salvar. Parece

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que tienen vida, que se retuercen. Agarras unos cuan-tos libros y te aprietas contra ellos con fuerza, como site pudieras meter dentro.

BASTIAN.– Aquí estuviste jugando ayer. Pero ¿dónde está laestatua?

ALICIA.– El espejo refleja solo fragmentos vibrantes, entre-cortados. A través de él ves un salón que no es tusalón. Como si estuviera en otro sitio, como si fuerade otra persona. Sales de esa casa.

BASTIAN.– Entro en mi casa.

ALICIA.– Miras desde fuera lo que antes era parte de ti.

BASTIAN.– «¿Mamá?¿Papá?»

ALICIA.– Se va disolviendo.

BASTIAN.– Un sonido parte en dos tu dormitorio. Grani-zan trozos de ventanas, bombillas explotadas, lámparasque se suicidan. Los cristales van tejiendo alfombras.Recuerdos se abalanzan sobre mí: míos, de mis padres,de mis abuelos, de los que antes que ellos vivieronentre estas paredes, de los que no podrán vivir des-pués.

ALICIA.– Los edificios escupen sus ladrillos, algunos peleanpor mantenerse, por soportar el peso. Como uno deesos juegos en los que tienes muchas piezas y según sevan sacando tienes que conseguir que la torre siga enpie.

BASTIAN.– La puerta está cerrada con piedras que se amon-tonan. Intento quitarlas. La casa está encogiendo, cadavez más.

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ALICIA.– Un sonido largo sostenido sacude el aire hastaque–

Pausa.

BASTIAN.– Me engulle. Mi casa me engulle. Medio cuerpoenterrado entre los restos. No puedo mover las pier-nas. Trozos de plástico rojo del camión de bomberosde juguete que un día me regalaron, cuando era muypequeño. Polvo blanco. Más piedras, yeso, telas que noreconozco, plumas... ¿era esto mi almohada?

ALICIA.– Hay una mano pequeña que pide auxilio debajode ese edificio. «Que alguien haga algo, por favor. ¿Meoyen?»

BASTIAN.– Grito. Lloro. Balbuceo.

ALICIA.–Ya, ya, ya va, no... no te preocupes que ahora lle-gan a rescatarte. Ya están aquí los bomberos, ¿lo oyes?¿Oyes la sirena?

BASTIAN.– «Ya te sacamos. Tú no te quedes dormido. ¿Tesabes algún cuento?»

ALICIA.– Me gustaría poder hacer algo, pero solo mirodesde lejos. Incapaz de acercarme.

BASTIAN.– Me entra un sueño imposible.

ALICIA.– Háblame. Cuéntame un cuento.

BASTIÁN.– ¿Qué?

ALICIA.– Un cuento. El que tú quieras.

BASTIAN.– Alicia llega a un bosque.

ALICIA.– Sigue.

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BASTIAN.– Es un bosque en el que se te olvidan los nom-bres. Un bosque en el que si entras dejas de recordarquién eres. Ella sabe que cuando entre allí no se acor-dará de cómo se llama...

ALICIA.– Sí.

BASTIAN.– No sé qué pasa luego.

ALICIA.– Tú sigue contando. Invéntatelo.

BASTIAN.– Entra en el bosque y cuando quiere decir«árbol» ya no recuerda la palabra «árbol». Quiere nom-brar la tierra, pero no se acuerda de la palabra. Y se dacuenta de que ya ha pasado. De que tampoco recuer-da ya su propio nombre.

ALICIA.– Lo estás haciendo muy bien, tranquilo.

BASTIAN.– La chica sin nombre pide ayuda.

ALICIA.– «¡Ayuda! ¡Por favor!»

BASTIAN.– Ella dice: «Ayúdame a salir de este... de este...por favor»

ALICIA.– Sigue, sigue, ¿qué pasó después?

BASTIAN.– Me sacaron.

ALICIA.– Estaba muy asustado.

BASTIAN.– Conté algo que no había leído, que te leí des-pués. De «Alicia a través del espejo».

ALICIA.– «El niño, ¿Se pondrá bien?»

BASTIAN.– Días después fui a la fuente para buscar entre loscuerpos que están allí tendidos, expuestos como sifueran estatuas de las que enorgullecerse. No encon-tré a mis padres.

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ALICIA.– ¿Cuándo vienen a limpiar todo esto?

BASTIAN.– No sé si seguir aquí un día más o si tendría quehaberme ido ayer.

ALICIA.– ¿Será así como se entierra una ciudad? ¿Entretanta basura?

BASTIAN.– ¿Cómo me despido de la calle en la que crecí,de la universidad a la que no llegué a ir, del lugardonde no pude curar a mis padres?

ALICIA.– Me miro en el trozo de espejo que estoy barrien-do.

BASTIAN.– La fuente ya no tiene agua en la que reflejarse.

ALICIA.– ¿Quién eres tú?

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Seísmo 3. Alicia y sus recuerdos (Mono/Diálogo a dos voces de Alicia)

— No, eso no pasó. Tú nunca te acercaste a esa casa. Tú note quedaste quieta mirando. Fui yo.

— Qué dices, tú no te acuerdas.

— Pero si los odiabas.

— NUNCA. Yo nunca he odiado–

— Fuiste tú quién se chivó. Y cuando se los llevaron yo mequedé quieta mirando desde la puerta de casa.

— Jamás he sido chivata.

— Llamaste y dijiste que había alguien escondido ahí.

— No, no, no. Vinieron un día y se los llevaron, pero yo nodije nunca nada, ¿me oyes?

— Qué estás diciendo, te digo que tú te pusiste a renegarde los extranjeros que venían, que si nos iban a quitar eltrabajo, que si había que construir un muro, que si–

— Y es verdad.

— No, no lo es. Como puedes decir tú, tú–

— Yo soy de aquí. Yo nací aquí. Esta es mi casa.

— Pero, mamá, si tu padre–

— Yo no dije nada a nadie, yo qué iba a decir.

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— Dijiste que estaban escondidos en la casa de tu vecina,que los habías visto.

— Anda, anda, que me vas a poner de mal humor.

— Cómo es posible que no te acuerdes.

— Me acuerdo de todo, y te digo que YO NO HICE ESO.Fue la propia vecina la que–

— Te lo inventas todo. Como cuando dijiste que habíasenterrado un pájaro en el camino de piedras.

— El que pasaba por al lado de casa.

— Yo, YO lo enterré. Y te lo conté después.

— Me acuerdo perfectamente. Hacía frío–

— Te conté que hacía frío.

— Yo iba con un anorak gordo,/ y con guantes de lana,porque tenía las manos heladas...

— No te has puesto un anorak en la vida.

— Recogí al pájaro así, de entre los cristales, que se estabaquedando en nada el pobre, se le caían todas las plumas...

— Mamá, era yo. Iba con mis amigos, cogimos al pájaromuerto y lo metimos entre la tierra.

— Estábamos mi padre y yo. Mi madre estaba duchándose,lo sé porque se oía el agua. Era un sábado por la maña-na. Mi padre vio al pájaro y me dijo–

— Cómo iba a estar... si eso fue–

— me dijo que tuviera cuidado con los cristales. Y luego yolo dejé enterrado, quité las piedras blancas y debajo, a lasombra del árbol ese...

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— ¿Qué árbol?

— El que hacía «ssshh» con las hojas.

— ¿Cómo se llamaba?

— ¿Qué?

— El pájaro. ¿Cómo se llamaba el pájaro?

— El pájaro. Cómo voy a–

— Lo llamamos Fujur.

— Eso, Fujur. Por el del libro...

— «La historia interminable»

— El que te leía de pequeña, ¿te acuerdas? A mi padre / leencantaba.

— Sí, sí, me acuerdo.

— Me parece como si pudiera verlo ahora mismo. (Pausa)Un pájaro amarillo, tan pequeño. Se le volaban todas lasplumas. Parecía asustado.

— Estaba muerto, muerto.

— Me dio tanta pena...

— Son mis recuerdos, mamá. Míos. Cada cosa que te digo,cada cosa que te cuento tú la conviertes en algo tuyo.Los demás también tenemos nuestros recuerdos. Vivi-mos cosas, y tenemos derecho a que sean nuestras, a quesean nuestros recuerdos. ¿Quién eres tú para inventárte-los? Eh, ¿quién eres tú para robar los recuerdos de otros?Dijo. (Pausa) Dijo «¿quién eres tú para robar los recuer-dos de otros?», y se echó a llorar. Se puso nerviosa.Entonces yo me callé. No dije nada, porque a mí me

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parece de verdad que yo lo viví, que yo enterré al pája-ro, ¿entiende? Lo otro no, eso otro que dice ella, eso nolo hice yo. Yo no soy así. Yo nunca haría eso. Si yo...¿Usted piensa que...? Pero cómo puedo recordar... Sí, lasensación del frío y las piedras en... Si ella me lo contó,si ella fue quien lo vivió yo cómo... ¿Cómo puedosaber...? No sé, a lo mejor me confundí con eso. Pero enlo otro no. Yo nunca hubiera... Eso lo recuerdo perfec-tamente.

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Escena 8. Nuestra nueva ciudad

Bastian se acerca a Alicia que está sentada, abrazada a su guía,mirando hacia el horizonte. Le coloca un walkman. Según le da alplay comienza a sonar «Under the bridge» de Red Hot Chili Pep-pers. Bastian se sienta a su lado, se acerca al casco de Alicia parapoder escuchar. Sus cabezas descansan la una sobre la otra. Bas-tian canta y tararea sin saberse la letra. Alicia sonríe. Los dos miranlejos e imaginan mientras recuerdan. A medida que avanza la can-ción, que sonará hasta el final, se van encendiendo las luces de laque será su nueva ciudad, a la que llamaron «Eleucea».

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Epílogo

Suena una campana lejana doce veces.

BASTIAN.–Alicia... Aliiiiciaaaa... ¿dónde estás? ¡A que tecojo, te cojo, te cojo...! Venga, a la cama. Que ya estarde. No, a saltar a la cama, no, a meterse dentro. Unosolo, ¿eh? No sé por qué te leo cuentos para dormir.No te duermen, te despiertan más... Pero si te he leído«Alicia en el país de las maravillas» muchas veces, te lotienes que saber de memoria. Otro. ¿«La historia inter-minable»? Un poco largo, sí... A ver, te cuento algoque pasó aquí, bueno, una leyenda ¿vale? Pues... ¿sabesque fue una Alicia quién creó esta ciudad? (Pausa) Esoes lo que te dicen en clase, pero fue ella y un jovenrecién llegado cuando esto eran solo los restos de... lasruinas. De verdad. Pues no te lo creas si no quieres. Lascalles, las chimeneas de las casas, tu colegio, sí, tu cole-gio también... ellos lo vieron antes de que existiera. Lode antes se había destruido. No quedaba nada. Elladejó crecer a las plantas, las regó para que se enreda-ran entre las piedras, para que brotaran desde el asfal-to de las aceras. Él rehizo la panadería de la esquina, ala que vamos tú yo a comprar el pan, dio nombre alrío... ¿Por qué Sotuloma? Significará algo en algúnidioma antiguo... O simplemente porque le gustó. Ali-cia y Bastian se llamaban. Como nosotros, sí. Pues...

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ellos reescribieron juntos la plaza mayor, las fuentes, labiblioteca, el puente largo, la cafetería de los croissantsricos. Lo imaginaron todo de nuevo. Construyeroncines donde antes hubo centros comerciales. Centroscomerciales eran... una especie de edificios enormesde ruido. No, a los locos los llevaban a otros sitios.Tampoco existen ya. Ahora son las casas de música.Cuando seas mayor te llevaré a algún concierto a una,¿vale? Y... También limpiaron el aire con sus manos,así, «zas,zas», taparon algunas farolas para que se pudie-ran volver a ver las estrellas, que no se veían desdehacía muchísimos años... (Silencio) Habría que haceralgunos cambios, sí. A mí tampoco me gusta ese edi-ficio alto, es muy feo, no deja ver el horizonte, ¿ver-dad? Quizá cuando seas arquitecta podrías hacer tú denuevo la ciudad. No queda nada. Bueno... unos cuan-tos años. Mañana si quieres damos un paseo y mecuentas cómo la harías tú. Nosotros, vale. Lo podemosapuntar todo en uno de tus cuadernos, para que no senos olvide. Hacemos una guía. Tendremos que darleun nombre. Las ciudades siempre empiezan con unnombre nuevo. Piensa uno mientras duermes. Una deesas palabras que te inventas, una palabra imposible.Buenas noches, mi vida.

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La ciudad rota - Muestra De Teatro Alicante · cipales personajes: Alicia en el país de las...

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