La Catedral de Santiago de Compostela

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. LA CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA. S. XI-XII

Introducción.

La historia arquitectónica de la catedral se remonta hasta el siglo IX. Se sabe poco de la primera iglesia, excepto que fue una obra menor y así, a finales del s. IX se levantó otra de mayores dimensiones y más rica y suntuosa. Las crónicas árabes cuentan que este templo fue destruido por Almanzor a fines del s. X, y reconstruido y vuelto a consagrar en el 1.002.

En 1.070, Diego Peláez fue nombrado por Sancho II obispo de Compostela, que es el que proyecta la construcción de un templo que sea gran centro de peregrinación a la manera de Saint- Foy de Conques. Se considera la fecha de 1.075 como la del inicio del proyecto de Diego Peláez. Las obras continuaron ininterrumpidamente hasta 1.088 bajo la dirección de los maestros Bernardo y Roberto y la participación de un tal Maestro Esteban.

Las diferencias entre Diego Peláez y el rey hicieron que se interrumpiera la construcción de la catedral hasta 1.093, que se reanudaron bajo el gobierno de Diego Gelmírez, nombrado obispo de Compostela, que pretendía conseguir para su diócesis los derechos metropolitanos de la sede de Mérida, que le fueron concedidos por el Papa Calixto II, en detrimento de Braga y Toledo.

En 1.103 la iglesia estaba, posiblemente, construida hasta el transepto y en 1.122 prácticamente terminada.

Análisis de la obra.

Todos los anteriores datos y una completa descripción de la Iglesia aparecen reflejados en el Códice Calixtino, en el que el autor, a pesar de su descripción apasionada refleja, de modo creíble, lo que debía ser la Catedral de Santiago de Compostela, cuyo proyecto y construcción correspondía a la voluntad de los obispos compostelanos de convertirla en uno de los lugares de peregrinación más importantes de Europa.

El cuerpo principal lo constituyen tres largas naves divididas en diez tramos; la nave principal alcanza una anchura de 8’10 m. por 4 m. las naves laterales. Idéntica disposición adopta el transepto, con tres naves de cinco tramos y dos capillas por brazo en el muro oriental, que interrumpen su continuidad en el crucero, donde se encuentran con las naves longitudinales. Las dos naves laterales, se prolongan tras el crucero, en un deambulatorio de tres tramos rectos, que abarca en semicírculo la Capilla Mayor, donde se encuentra la imagen del Apóstol. Los muros externos del deambulatorio se abren en otras cinco Capillas radiales de las cuales, la central es la más antigua.

El tipo de distribución espacial del interior del templo, responde al modelo de planta iniciado en la Iglesia de Saint- Foy de Conques, a la que la Catedral de Santiago supera en dimensiones, aproximándose en tamaño y forma a la planta de Saint- Sermin de Toulouse.

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En la concepción de la planta de Santiago y en la de las otras iglesias de peregrinación, adquiere gran relevancia la galería alta o triforio, que corre por encima de las naves laterales tanto en el cuerpo de la nave principal como en los del crucero. Esta galería recibe la luz directamente del exterior y la transmite a la nave central. La funcionalidad de estas galerías se relaciona con la ubicación de peregrinos en determinadas solemnidades que obligaban a ampliar el espacio interno. A este respecto, el autor del Códex Calixtino explica que las naves del triforio son una especie de mirador desde el que se puede admirar la espléndida belleza del templo, y añade también que alegra, con esta magnífica vista, a todo aquel que suba allí triste.

En el alzado, la basílica compostelana se caracteriza por la altura que adquieren las naves en relación con su anchura y que superan la relación 2:1 habitual en el románico, llegando casi a alcanzar la de 3:1 con los 22 m. de la nave central. El cierre del espacio se realiza con la cubierta habitual de la época y estilo: bóveda de medio cañón reforzada con arcos fajones en la nave central, tanto en la nave longitudinal como en la central del crucero y bóvedas de aristas en las naves laterales separadas por tramos por los arcos fajones.

En el triforio se utiliza una cubierta de cuarto de círculo que no sólo cierra el espacio, sino que también tiene la función de transmitir los empujes de la cubierta al muro perimetral.

El sistema de cubiertas de Santiago de Compostela responde, pues, a lo habitual del estilo románico, sin embargo sus constructores aportan una solución nueva en la curvatura del deambulatorio, que con variaciones se repite también en Saint- Foy de Conques y en Saint- Sernin de Toulouse y en otras construcciones posteriores. Los siete tramos trapezoidales en los que se divide el deambulatorio se cubren con bóvedas cuyas aristas curvilíneas se cruzan en desproporcionados espacios que se abren hacia el muro perimetral y que se cierran hacia los pilares del transaltar.

Aunque el interior de la Catedral ha sufrido reformas posteriores, conserva las características y la impronta del estilo románico; sin embargo, el exterior ha variado por completo desde la época de Diego Gelmírez.

El Códice Calixtino realiza una descripción aproximada de lo que pudo ser la Iglesia compostelana. Su autor habla de diez pórticos; tres principales: el de Poniente, el de Mediodía y el Septentrional; y de nueve torres. De las tres fachadas principales citadas por el Calixtino sólo una de ellas, la del tramo meridional del transepto: Platerías, queda en pie, aunque con considerables variaciones respecto a mediados del s. XII. Las otras dos puertas, según la descripción de la época, debían guardar relación con la Meridional, no sólo formal, sino también iconográficamente.

La puerta de la fachada Occidental que describe el Códice Calixtino, desapareció al poco tiempo de ser concluida y en el último tercio del s. XII, el Maestro Mateo levantó en su lugar el Pórtico de la Gloria, en el que se aprecia influencia iconográfica de Saint- Denis.

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Las reformas y ampliaciones de la Catedral de Compostela prosiguen a lo largo de los siglos, principalmente para mejorar su aspecto exterior. De entre estas mejoras destacan el cimborrio gótico con el que se cubrió el crucero en el s. XV. En el s. XVI se transformaron y construyeron capillas. El claustro se terminó en el s. XVII y en el tercer cuarto del s. XVIII (1.757-1.770) se construye la fachada de la Azabachería, y por fin, se transforma la austeridad románica de la fachada Occidental con la apoteosis barroca: la fachada del Obradoiro, que cierra la vida creativa de una de las obras arquitectónicas más representativas del estilo románico.