LA CATÁSTROFE SILENCIOSA

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LA CATÁSTROFE SILENCIOSA Alumna: Karina Elizabeth Huanca Rodríguez Código: 12010225 La educación se trata de la formación de la propia humanidad. Sin educación no alcanzamos a salir de la barbarie a la que nos determina nuestra pobre condición material. La inteligencia y la moralidad son el resultado de un largo proceso de relación organizada con el ambiente al que llamamos educación. El término catástrofe silenciosa hace alusión a la calidad de la educación, esta expresión fue acuñada por Guevara Niebla. Pero, de quien parte la deficiencia de la educación peruana, pues para empezar el Ministerio de Educación es reducido a nada para ahorrarle costos al presupuesto general de la nación. Según un estudio de INIDEN el 91% de 330 jóvenes que ingresaron a centros de educación superior tecnológica fracasaron en operaciones básicas que llevaban paréntesis o decimales. Para hacer un contraste entre educación pública y privada, en una investigación se observa que los alumnos de una escuela privada de Lima obtuvieron como promedio el doble del puntaje respecto a la muestra tomada en la sierra. También es sorprendente ver que el CI en el grupo de 11-12 años es menor que el CI del grupo de 6-7 años. La Sociedad Geográfica de Lima nos hace notar que el cociente intelectual de los niños y jóvenes en el Perú es uno de los más bajos en América Latina. Y es aquí donde surge la pregunta de si el gobierno conoce la realidad de la educación peruana básica; y la respuesta es que sin duda lo sabe, pero ha tomado la decisión política de esconderla. Desde el año pasado, la UNESCO ha realizado pruebas de calidad educativa y ha publicado cifras de los demás países, pero el Perú se ha negado a dar a conocer las suyas. A pesar de ello, hay hechos evidentes que no puede ocultar, como que el 70% de los alumnos repite el primer grado en las escuelas de nuestra sierra. De aquellos que terminan la educación básica,

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LA CATÁSTROFE SILENCIOSA

Alumna: Karina Elizabeth Huanca Rodríguez

Código: 12010225

La educación se trata de la formación de la propia humanidad. Sin educación no alcanzamos a salir de la barbarie a la que nos determina nuestra pobre condición material. La inteligencia y la moralidad son el resultado de un largo proceso de relación organizada con el ambiente al que llamamos educación.

El término catástrofe silenciosa hace alusión a la calidad de la educación, esta expresión fue acuñada por Guevara Niebla. Pero, de quien parte la deficiencia de la educación peruana, pues para empezar el Ministerio de Educación es reducido a nada para ahorrarle costos al presupuesto general de la nación.

Según un estudio de INIDEN el 91% de 330 jóvenes que ingresaron a centros de educación superior tecnológica fracasaron en operaciones básicas que llevaban paréntesis o decimales. Para hacer un contraste entre educación pública y privada, en una investigación se observa que los alumnos de una escuela privada de Lima obtuvieron como promedio el doble del puntaje respecto a la muestra tomada en la sierra. También es sorprendente ver que el CI en el grupo de 11-12 años es menor que el CI del grupo de 6-7 años. La Sociedad Geográfica de Lima nos hace notar que el cociente intelectual de los niños y jóvenes en el Perú es uno de los más bajos en América Latina.

Y es aquí donde surge la pregunta de si el gobierno conoce la realidad de la educación peruana básica; y la respuesta es que sin duda lo sabe, pero ha tomado la decisión política de esconderla. Desde el año pasado, la UNESCO ha realizado pruebas de calidad educativa y ha publicado cifras de los demás países, pero el Perú se ha negado a dar a conocer las suyas.

A pesar de ello, hay hechos evidentes que no puede ocultar, como que el 70% de los alumnos repite el primer grado en las escuelas de nuestra sierra. De aquellos que terminan la educación básica, siete de cada diez han repetido de año una o dos veces a lo largo de su vida escolar. Somos un país de repitentes.

Recientemente se ha discutido en el Perú una propuesta para reducir a catorce años la edad imputable. Esto revela el problema; se quiere meter a la cárcel a los hijos de nuestra propia indolencia.

La verdad es que la pobreza intelectual parte del estado actual del sector docente, puesto que contamos, en su mayoría, con maestros accidentales, sin vocación, mal instruidos y peor pagados. Esto se refleja en un concurso al que convocó en gobierno, en el que se ofreció 29 256 plazas, postularon 110 000 y apenas 17 000 lograron aprobar el examen, para colmo de males el 60% de estos aprobados obtuvo la nota de 11.

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Este es el diagnóstico: Los peruanos pobres no obtienen en la familia las condiciones de aprestamiento intelectual y de formación moral, y si a esto le sumamos una escolaridad miserable que muchos abandonan y que otros aprueban sin obtener verdaderamente desarrollo de las habilidades cognitivas.

En casi diez años, no se ha dado una ley general de educación que oriente y dé sentido a la educación peruana. Sin embargo, sí ha dado dos leyes que permiten el lucro en la educación. Lo que sucede es que el gobierno concibe la educación como un gasto, no como una inversión. Y además como un gasto recortable, prescindible. Es más, la educación solo es percibida en cuanto pueda contribuir al asunto de fondo: la monopolizada macroeconomía.

El gobierno ha querido disminuir el gasto en educación alentando la inversión privada de modo que ese 15% que acude a escuelas privadas se incremente, reduciendo de esa manera el gasto del Estado. Por ello, ha dado leyes que permiten a los colegios tener dueño, ser heredados, vendibles y cerrables, dirigidos por cualquiera, sin título pedagógico, sin nacionalidad peruana, sin normas, con casi absoluta autonomía. Como si los intereses de los particulares tendieran a construir nación.

Lo más extraño en la educación peruana es que un país con tanto déficit en la educación primaria se preocupe prioritariamente por aquellos que van a la universidad; es como iniciar la construcción de una casa por los techos. Como de costumbre la consecuencia la va a pagar el escolar pobre y aumentará la gravedad de la situación. El Estado no atiende la pre escolaridad, hace mal la primaria, pésimo la secundaria y ahora quiere poner bachilleratos. Y no tiene recursos. Con esto, los peruanos pobres que puedan auto aprender en medio de la pobreza material y espiritual de sus escuelas serán expulsados en cuarto de media. Si no se ha podido llenar las plazas para profesores de primaria y secundaria, y se ha aprobado con 11, cómo se puede pensar que para el próximo año se tendrán 144 mil profesores para implementar un bachillerato a nivel nacional.

La idea del bachillerato responde a una alianza nefasta entre el desinterés y la miopía estatal para evaluar la necesidad de invertir en educación y la viveza irresponsable de quienes emplean el poder político para su beneficio personal.

El Perú vive un momento dramático en la formación de los peruanos. No se puede renunciar a educar, ni el hogar ni el Estado; gobernar es educar. Y si el pueblo es el soberano: eduquemos entonces al soberano ¿O no queremos que el pueblo, culto y responsable, sea en verdad el soberano?

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