La Canción de Antioquía - Manuel Custodio - Capítulo 1 a 5

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    Verano. Ao 485 de la Hgira

    PrlogoLa misin de Ismail

    lamut se ergua orgulloso y enhiesto sobre la gran roca quedominaba el valle del ro homnimo. Castillo y piedra seunan en un nico ente, producto de la simbiosis entre lanaturaleza y las manos de un artesano cuya obra maestra y

    fnal uera una ortaleza inexpugnable, una nueva torre de abel

    situada a cientos de farsaj de la original que haba causado el caosen la tierra de los hombres.

    A ! sus pies, ba"o la atenta mirada del pastor que vigila a su

    reba#o, un eraz valle, un oasis de huertos y campos de cultivo entrelas ormidables monta#as de $aylam, al norte de la meseta irania.%n farsaj de ancho por nueve de largo, nueve leguas cuadradas,poblado por aguerridos hombres que "am&s haban sido vencidos porlas tribus &rabes ba"o el mando del 'ro eta, los mismos que proveanal castillo de vveres y oro a cambio de poder cobi"arse cuando losselycidas decidan que los daylames eran demasiado peligrosos ysus castillos un oco de insurgentes.

    ( el camino de ascenso no era sencillo. 'ara acceder a )l eranecesario seguir el curso del ro, escoltado por amenazadoresacantilados de roca negra. $e la base de uno de ellos, a m&s detrescientos pies de altura sobre el ro, sala una senda estrecha, unaserpiente de arena y rocas que zigzagueaba escalando la monta#apaso a paso, gota a gota, calvario del rasul *sa, el pro eta al que losnasara , los nazarenos, idolatraban como +ess de azaret, queobligaba al visitante a presentarse de orma humilde, como unpenitente, ante el se#or de !lamut.

    o en vano !lamut, !luh !mat, signifcaba, en el lengua"e delos campesinos, la ense#anza del &guila. -a leyenda deca que else#or de aquellas tierras haba salido a practicar la cetrera en esosescarpados para"es, llenos de picos nevados y estrechos desfladeros,

    y su &guila se haba posado en lo alto del risco. l emir haba valorado las posibilidades de una posicin estrat)gica tan venta"osa yordenado construir all un qasr , una ortaleza para dominar elterritorio y a los belicosos daylames, unos doscientos a#os despu)sde la Hgira .

    Cuando /asan0i 1abbah se lo haba arrebatado pacfcamente a2ihdi, el ltimo wal selycida, un par de a#os atr&s, no lo habaconseguido con las artes de la guerra, imposibles de practicar en tan

    inaccesible orogra a, sino por medio de artima#as y enga#os,conquistando el corazn de sus habitantes y presionando las arterias

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    de sus soldados. /aba infltrado a sus das en el castillo durantemeses, predicando la nueva oracin entre sus guardias y pastores. ( cuando tuvo mayora de feles entre sus muros, subi )l mismo y ledio un ultim&tum a 2ihdi. 'oda irse voluntariamente y sin da#o, ocon la cabeza entre las piernas despe#ado por el abismo. 2ihdi habademostrado ser sensato. !lamut era inconquistable por las armas, yslo el hambre extrema podra desmoronar sus muros.

    'ero 2ali3 1hah, el sult&n de los turcos selycidas, el quemantena al cali a abb&sida recluido en su "aula de oro de agdad, nolo haba comprendido. /arto de los castillos conquistados y lain4uencia que los mulhid , los here"es, estaban consiguiendo en5uhist&n, en la 6ars, y la +azeera, la antigua 2esopotamia, habaenviado a uno de sus emires, un turco llamado !rslan 7ash, la piedradel len, para asediar y tomar !lamut. l primero de +umaada, alcomienzo del resco verano de las monta#as, haba plantado sustiendas redondas en la base del risco y bloqueado el acceso alcamino, para evitar que los campesinos les suministraran vituallas alos del castillo. 'oco m&s poda hacer, ya que los ingenios de asediono tenan ninguna utilidad all aba"o, y un ataque rontal era unsuicidio que !llah no aprobara, especialmente en una tna , laguerra entre musulmanes. !s que se haba sentado a esperar ba"o eltoldo de su tienda, re resc&ndose en las cristalinas aguas del ro quedaba nombre al valle, y rezando en cada una de sus cinco oracionesdiarias porque /asan0i 1abbah, el se#or de !lamut, se estuvieramuriendo de hambre en su palacio a)reo.

    'ero !llah tena m&s hi"os que los selycidas, y en el momento

    del bloqueo el 8ie"o, el 1hay3h o 'ir, como respetuosamente lollamaban sus aclitos, estaba acompa#ado de apenas setenta feleshambrientos, ya que no les haba dado tiempo a recoger los tributosde las cosechas de verano. El verano del hambre les haba repetidohasta la extenuacin /asan0i 1abbah, una prueba m&s de !llah paracomprobar si eran buenos musulmanes. $urante m&s de tres meseshaban expulsado a los selycidas de su ortaleza una y otra vez,asaete&ndolos, arro"&ndoles piedras y "abalinas, sobreviviendo a basede hierbas y races que crecan a los pies de la muralla exterior./aca tiempo que haban acabado con los huevos de las aves que,inocentemente, haban construido sus nidos en los nichos que lalluvia haba excavado en las laderas del risco. ra cierto que,ocasionalmente, descendan por una ruta secreta, sereaprovisionaban en el valle y volvan a ascender cargados, pero elcamino era peligroso y siempre expuesto a los arcos compuestos delos turcos selycidas de !rslan 7ash.

    'ero todo eso iba a cambiar. -a brisa resca del verano seestaba trans ormando en el g)lido viento del norte que encontrabaen los desfladeros los tneles naturales para convertirse en lostrineos de los demonios que habitaban aquellas monta#as. l roencoga las livianas tnicas y shayas de los invasores, acostumbradosa luchar siempre con el sol en lo alto y el calor en la espalda. ( "untoal oto#o que naca a fnales de 1ha9ban, un e")rcito reclutado por

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    $ihdar u0!l entre los devotos de 5azvin, de 7alaquan y de :uh0iara haba llegado para desalo"ar a los selycidas de su valle.

    /asan0i 1abbah lo saba, como siempre. 'ocas cosas seescapaban al conocimiento o al entendimiento del maestro, del1hay3h. 7ras los gruesos muros de !lamut, la larga agona estaba apunto de fnalizar. -a dawa , la misin, la orden, tena que enviar unmensa"e a 2ali3 1hah para compensar el verano del hambre. lsult&n no debera albergar duda alguna sobre el destino de los quese atrevan a combatir a la verdadera e de los musulmanes. isunitas, ni chiitas, ni duodecmanos, slo los ismaelitas del verdaderoimam izar. !llah le dara uerzas al emisario para cumplir con sumisin.

    l 1hay3h haba reunido a todos los hombres tiles quequedaban en !lamut. -as mu"eres permanecan encerradas en lastorres, protegidas de las miradas de sus feles. -os haba convocadoen la gran terraza que se extenda entre los "ardines de la casa de/asan0i 1abbah y la muralla que miraba cara a cara al abismo.

    !penas cincuenta hombres entre das , los predicadores, mustajibs ,los iniciados, y campesinos que haban ascendido al risco parasocorrer al 'ir. /asan0i los inspeccion uno a uno. $esech a los m&s

    vie"os y a los que no vio la sufciente e para llevar a cabo el mensa"e.7ambi)n apart a aquellos que le eran menos queridos, pues sinsacrifcio no exista verdadera devocin, y !llah no quera corderosen el paraso. ( fnalmente a aquellos das que estaban m&s cerca delos ltimos crculos de conocimiento, los que podran sucederle.$elante de )l quedaron trece hombres "venes, la mayor parte de

    ellos imberbes, los que acababan de iniciarse en los misterios. 1lo aellos se los llev a la gran sala donde el 1hay3h reciba a loso erentes.

    %na vez dentro, los trece hombres se desnudaron por completo y realizaron sus abluciones mayores para purifcarse antes de laoracin, el salat .

    Bismillah er!"ahman er!"ahim En el nombre de #llah el $lemente el %iseri&ordioso

    7ras el lavado en las pilas, y habiendo eliminado todas lasimpurezas del interior de su cuerpo, volvieron a levantarse y sepusieron nicamente un tubban , unos pantalones fnos de lino, sinte#ir, que llegaban poco m&s all& de la rodilla. -a tarde se haba idocerrando poco a poco, y la escasa luz que entraba por las ventanasespesaba el aire al son del humo que la chimenea encendidaprodigaba. -os intrincados dibu"os labrados en la piedra por losartesanos daylames re4e"aban y proyectaban sobre aquelloshombres extra#as sombras del color del uego agonizante. /asan0i1abbah y su crculo m&s cercano de das les contemplaban mudosmientras completaban la ceremonia.

    n fla uno al lado de otro, de rodillas y de cara al uego quebrotaba azul de la hoguera, recibieron cada uno el cuenco de la

    verdad, aquel que les de"ara ver lo que el uturo les vetaba con el

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    repiqueteo del agua en la clepsidra. %n tambor retumbabartmicamente con la cadencia de los latidos de su corazn. /asan0isaba que no encontraran m&s verdad de la que ya se hallabainsertada en su cabeza, pero eso no era bice para que el estmuloexcitara sus &nimos y )l encontrara a su da .

    o tuvo que esperar mucho para que el primero de losiniciados comenzara a experimentar la sensacin de irrealidad que lain usin provocaba en los hombres. l calor del uego so ocaba susme"illas, coloreadas de carmes; los o"os, muy abiertos, vidriosos yausentes, viviendo una haza#a muy le"os de all; su pecho, desnudo,por el que las gotas de sudor resbalaban hasta mo"ar el tubban , comosi de la temible en ermedad se tratase. !quel chico era su avorito, elde los o"os zafro. 'ronto todos estaban igual que )l. *ncluso uno deellos haba su rido convulsiones y cado al suelo, as que lo habanretirado y de"ado que reposara en una esquina.

    %na vez mitigados los e ectos m&s agresivos de la hierba, en elestado en que todo un mundo nuevo se abra a los o"os del iniciado yla noche se haba apoderado del interior del qasr , era el momento dela trans ormacin. /asan0i 1abbah orden encender una segundachimenea situada a unos pasos de la primera, y los coloc uno rentea otro, de orma que los doce hombres restantes se encontrabanentre las dos nicas uentes de luz. l 1hay3h haba aprendido estauente de saber en el 2isr, el gipto de los atimes, y estos lo habanconocido a su vez a trav)s de la lectura de los sabios de la /)lade,m&s all& del ogazici y de los tiempos del 'ro eta.

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    0'ero no es el sult&n de los selycidas, 2ali3 1hah, el verdadero enemigo. >l es slo un ttere m&s en manos del *blis, eldemonio, el waswas , el murmurador en la sombra, el que le susurraal sult&n qui)n vive y qui)n muere, el que trata de imponer su alsadoctrina y su also cali a a los creyentes de la umma , de lacomunidad musulmana, a trav)s de sus escuelas impas dondetrans orman a los buenos hi"os de !llah en unos idlatras sincapacidad de raciocinio para mayor gloria de su vanidad. 'ero yo leconozco, s) su nombre y s) cual es la verdadera apariencia que seesconde ba"o el rostro de un hombre =apret los pu#os mientras elritmo del tambor se aceleraba con orme se apasionaba en sudiscurso.

    -os doce hombres no le miraban. 1e contemplabanmutuamente, los pechos agitados, las gargantas "adeantes, los o"osf"ados en su ra q , en su camarada, mientras su mente asimilaba lasletanas de su maestro, del vie"o, del 'ir, del 1hay3h.

    0(o os dir) su nombre, el nombre del nemigo, del 1haytanencarnado en el visir de *s ahan, +?aya izam al02ul3 7usi. !hora yoos pregunto@ A5ui)n nos librar& de ese demonioB A5ui)n ser& elemisarioB A5ui)n ser& el da B A5ui)nB =volvi a incidir en suscabezas mientras el ta#ido del tambor llegaba al paroxismo.

    $e pronto, uno de los iniciados clav un pie en tierra y selevant. l mazo de" de golpear la piel de vaca y el silencio seadue# del gran saln. /asan0i 1abbah sonri al ver qui)n era su

    da .0!bu 7ahir !rrani =le conmin ante la atenta mirada de todos

    los presentes 0A5uieres ser t el da que lleve nuestro mensa"e aldemonio que se esconde en el cuerpo del visirBl chico, que no tendra m&s de diecisiete a#os pero ya tena la

    barba poblada de hilos negros y pelusa en las me"illas, inclin lacabeza someti)ndose y asever con la barbilla. l 1hay3h pusoentonces su mano derecha sobre el pecho del "oven, resbaladizo porel sudor, y con la izquierda sac un ob"eto que colgaba de sucinturn.

    0!bu 7ahir !rrani, has contemplado con tus propios o"os la verdadera az del demonio. ntr)gale entonces el mensa"e de ladawa , de la ueva

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    'ronto el chico se vio envuelto por los abrazos y elicitacionesdel resto de presentes, incluidos los mustajibs , que haban salido deltrance con el fn del tambor. 7odos le besaban y reconocan su valor,le daban palmadas en el pecho, le acariciaban los hombros yproclamaban el orgullo que les produca que la misin recayera en)l. 7odos menos uno, advirti el 1hay3h. 1u avorito de o"os zafro, elque deba sucederle en un uturo muy le"ano, permaneca inmvil, derodillas, como si continuara hipnotizado. 'ero a /asan0i 1abbah nopoda enga#arle. 'or sus me"illas resbalaban gotas de sal.

    Jueves, 27 de ma o de !"#8 d.$.2% de Jumaada, ao 4#! de la Hgira

    An&e 'iem VI (alendas Iunias )*$VIII

    $a+ &ulo ILas murallas de -desa

    aoudouin de ourcq volvi a comprobar que su cinturnestaba bien atado por la hebilla y su"etaba estrechamente laloriga sobre la cintura. -a cota de malla era demasiadopesada, pero innegociable en mitad de la batalla. -a espada

    en undada le colgaba l&nguida sobre la cadera derecha en vez de a lasiniestra, la nica manera para un zurdo de sacarla sin cortarse elmuslo. $esde peque#o su maestro de armas haba insistido en queusara la diestra para golpear, pero el instinto era m&s uerte y, acausa de esa desviacin, "am&s haba podido coger correctamente elgran escudo de madera en orma de l&grima invertida, ya que lasligaduras del brazo estaban inclinadas hacia la izquierda, pensadaspara caballeros que lo llevaban en esa mano. -o llevaba colgado a laespalda, intil en aquella torre donde esperaba. 7ena que cambiarlopor uno redondo de estilo normando, m&s adecuado para la lucha apie, pero le tena cari#o a este con los colores de oulogne. n unamano, los mitones de malla, oxidados e impregnados del carmes delcolor de la tierra. -as botas, manchadas de barro ro"o y sangre turca.

    B

    !gotado por el cansancio, se apoy en una almena de la cara

    norte de la 7orre del 2edioda. /aba venido corriendo desde la'uerta de las /oras. l sudor recorra su espalda, los brazos le

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    ardan de dolor tras pasar la ma#ana luchando en el adarve,empu"ando las escalas que los turcos apoyaban en la muralla sinrecompensa una y otra vez, sin miedo, sin cansancio visible, con elescudo en alto para detener las 4echas que llovan desde el llano. 1ubrazo derecho estaba sospechosamente rgido, y un escozorprolongado en la pierna, entre la calza y el gambesn, delataba uncorte algo m&s grave de lo que haba imaginado. !l deshacer laslazadas haba visto la sangre reseca desprenderse de la carne, perono quera volver a mirar hasta el descanso nocturno, cuando unsacerdote se lo pudiera curar.

    l sol le golpeaba los o"os all arriba. 7odava no saba porquesu primo aldouine haba insistido en que se reunieran en un lugartan apartado de la batalla. ra un hombre de guerra, no le gustabaesconderse tras una pared. $esde la altura de la ciudadela, sobre unpeque#o promontorio, poda contemplar mirando al norte la ampliallanura sobre la que se asentaba desa. /aban tenido la precaucinde talar y guardar la le#a de las numerosas palmeras quecircundaban la plaza, as los turcos no podan usarlas como escudosa#adidos. Como e ecto colateral, tenan una visin global del e")rcitode Corbar&n, llamado :erbogha por los armenios. %n aire pestilentesaturaba su nariz, el rancio olor de la muerte y el uego. -osmusulmanes estaban quemando cuerpos para que la peste no sepropagara por el inmenso campamento.

    ! quinientos pies, intramuros, la alberca de !braham serva dere rescante interludio para los hombres que de endan la muralla delasedio turco. xtra#ado por el nombre, los edesanos, que llamaban a

    su ciudad %r, le haban explicado que en una de las muchas cuevasque se abran alrededor del estanque haba nacido el pro eta bblico*brahim tres mil a#os atr&s. ste haba escapado del asesinato de losprimog)nitos ordenado por imrod, hi"o de Cush, nieto de Cam ybisnieto del mismo o). l constructor de la 7orre de abel haba

    visto en los uegos que *brahim le destronara y, e ectivamente,cuando el pro eta regres a %r, acus a imrod de idolatra. l tiranoorden quemarle vivo, pero el mismo $ios haba intervenido ytrans ormado el uego en agua, creando el estanque en el que seestaban re rescando del ardiente sol asi&tico los guerreros lorenesestras ser relevados en el adarve. /aba algunos peces en el estanque,pero los armenios no los pescaban porque decan que, el que losprobaba, se quedaba ciego, seguramente porque los pozos que loalimentaban estaban emponzo#ados.

    ourcq conoca poco o nada de latines y letras, aparte de lascuatro oraciones de la misa diaria, pero haba escuchado muchaslecturas de la iblia, y crea recordar que el %r de !braham o*brahim, como le llamaban los armenios de desa, era tierra decaldeos, bastantes m&s millas al sur, en 2esopotamia. o obstante,todava se maravillaba de estar hollando la misma tierra que losgrandes pro etas bblicos haban cruzado. A5u) sentira al pisar'alestina, el)n, la misma +erusal)nB

    2&s all& de la alberca de !braham, la 'uerta de las /oras dedonde acababa de regresar era uno de los puntos de impacto de las

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    dos catapultas turcas, ingenios poco fables que apenas eran capacesde da#ar las milenarias piedras de desa. -os guerreros turcos notenan experiencia o pericia en las artes del asedio y haban tardadosemanas en montarlas. -o haba escuchado una vez de boca deEastn de earn@ 'os tur&os s(lo saben de &aballos )e&has y

    jabalinas nada de manganeles arietes torres o &ata*ultas . ladarve entre torres bulla con la continua marcha de hombres dere resco con orme iban derribando las escalas que los turcostrataban de apoyar en los muros y ale"ando con piedras y ollas deagua hirviendo las tortugas y arietes que se acercaban a la puerta.

    !penas quedaban trescientos rancos en una ciudad con m&s decinco mil almas, m&s que sufcientes para comandar a estos armeniosperezosos en la de ensa de su ciudad.

    $esde su posicin, aoudouin poda contemplar el ma"estuoso vuelo de las grandes piedras que las catapultas arro"abanin ructuosamente. -as mayores pesaban m&s de tres quintales, pesosufciente para destrozar la argamasa de arena y grava y astillar losgruesos muros, pero su propia inmensidad provocaba vuelos muycortos, y se estrellaban contra las mamposteras de roca dura sobrela que se asentaban los muros de la ciudad, sin causar m&s da#o queel de las gotas de lluvia producan en el mar. Con estr)pitoretumbaban en los odos, pero eso no da#aba las de ensas.

    -as peque#as, de un par de arrobas, llegaban a golpearalgunos lienzos de la muralla, pero apenas ara#aban la castigadasuperfcie de piedra enro"ecida por el adobe sellador. -as m&speligrosas eran las de tres o cuatro libras que lanzaban cual racimos

    de uvas gordas. stas se proyectaban por encima de los cincuentapies de altura de la muralla, la sobrevolaban y caan sobre las callesde la ciudad, sobre sus casas ba"as de barro y piedra, y sobre losaltos alminares de las mezquitas, causando numerosos heridos yalgn muerto por el impacto directo. l olor a sangre y podredumbreinundaba entonces desa, los huesos rotos asomaban tras las magrascarnes y los d)biles armenios, sin armadura que les protegiera niciru"ano que entablillara piernas o renara sangras, rogaban a su+heos , el mismo $ios al que aoudouin rezaba, por sus vidas.

    ( por ltimo estaban las que no tenan como misin herir elcuerpo, sino el alma. ! veces, los manganeles traan las cabezas dealgn desdichado que se haba de"ado capturar con vida, una vidaque no vala un rescate. ! esas s que deba tenerles miedo, peroa ortunadamente esa ma#ana los turcos slo arro"aban grandespedruscos, los mismos que arrancaban a golpes de la tierra deabilonia.

    !ll arriba, solo en lo m&s alto de la torre, mirando los vanoses uerzos de los turcos, con miles de seres humanos a sus pies, eluerte viento en la rente y los rayos del sol calentando su cara, unpensamiento ambicioso cruz por su mente. A( si un da todo estouera suyoB 1u primo era algo mayor que )l, y saba por sus hechos ypalabras que no se iba a con ormar con gobernar sobre estos pobresarmenios sin ambicin ni orgullo. 'ero a )l le bastaban. >l los podraconvertir en un pueblo uerte y sin miedo.

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    %na r& aga m&s violenta de lo habitual sacudi su cabelleradorada y le oblig a girar la cabeza. n ese instante, el pelambreoscuro e hirsuto de su primo aldouine de oulogne, conde dedesa, emergi de las escaleras interiores que comunicaban el pisosuperior de la torre con el suelo de la alcazaba. n los ltimostiempos tambi)n se haba de"ado crecer la barba al estilo oriental,trenz&ndola en tirabuzones. ! los o"os de su madre *de hubieraquedado ridculo, pero all, en el con n del mundo conocido, era lame"or manera de mantener la legitimidad de su poder. ! losarmenios les pareca m&s &cil obedecer a un se#or que se aseme"arasicamente a lo que ya estaban acostumbrados que a un mercenarioranco que vena m&s all& de los mares, aunque hubiera sido

    adoptado por el ltimo de los curop&latas romanos.l conde de desa le salud con a ecto. -os o"os verdes de su

    primo siempre daban la impresin de ser ros y distantes, perodesde peque#o )l los haba encontrado c&lidos y acogedores. 5uiz&era su nariz aquilina y barbilla huidiza la que provocaba ciertorechazo en sus interlocutores. %nido a una tez inusualmente blanca,incluso para un noble norte#o como )l, las sensaciones quetransmita eran de desasosiego. ! menudo haba escuchado a otroscaballeros re erirse a la mirada de aldouine como si les estuvieramidiendo, pesando y valorando para venderles en el mercado porpiezas.

    'ero no todo era culpa suya. l m&s peque#o de los hi"os deustace **, conde de oulogne, e *de, nunca haba estado tan bienconsiderado en la amilia como sus hermanos mayores. Eode roi era

    el arquetipo de caballero, grande, rubio, de o"os feros y azules, elque haba partido en dos a un turco con un solo golpe de su espada,el devoto cristiano y el hombre al que todos seguan. ( qu) decir deustace, actual conde de oulogne, el que ya haba luchado "unto asu padre en /astings con la barba apenas crecida, un hombre tanro como el propio aldouine, austero, terco, pero recto en susdecisiones y muy valorado por sus vasallos. A5u) era su primoaldouine al lado de sus hermanosB -e sacaba cuatro pulgadas dealtura a Eode roi, y su cintura era m&s fna, pero a los o"os delmundo cristiano no le llegaba a las rodillas a su brillante hermanomediano, el me"or milites $hristi . ra me"or estratego que ustace,con mayor capacidad para negociar, re4exivo, din&mico y en)rgico ala hora de tomar decisiones, pero todos lo con undan con un hi"omenor ambicioso y lleno de desd)n. *ncluso cuando dos a#os atr&shaban atravesado el territorio de los hngaros en su camino aConstantinopla, haba sido )l el sacrifcado para quedarse comoreh)n de :olman y asegurar el tr&nsito pacfco de los loreneses porel imperio.

    7ras los pasos de aldouine, apareci la tonsura de 6oucher deChartres. ! aoudouin de ourcq no le gustaba este also cl)rigo.

    !ntiguo capell&n del pusil&nime de lois, se haba unido a ellosrecientemente, abandonando a tienne en !ntioqua. ste 6oucherera un hombre de unos cuarenta a#os, algo mayor que Eode roi, yescriba una crnica de la peregrinacin en unos lega"os que siempre

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    llevaba consigo. (a haba partido con ellos en la primera expedicin a !rmenia, a la que un a#o antes les haba guiado el ingenuo'ancracio, y aldouine se lo haba vuelto a llevar a desa pese a que)l, aoudouin de ourcq, le haba se#alado como hombre de pocofar al cambiar de se#or en un momento tan crtico como el que seestaba viviendo en !ntioqua. 'ero aldouine haba insistido,seguramente con el &nimo de tener un registro de sus conquistas yderechos adquiridos. -a uerza te daba castillos; la palabra escrita,los apoyos para mantenerlos a los o"os del ,omine .

    0ACu&ntos turcos tenemos acampados hoy a los pies de miciudad, capell&nB =pregunt el conde aldouine. = o te de"esninguno. o quiero que cuando terminemos esta aventura de%ltramar los aduladores de mis hermanos digan que desa tuvo quesoportar el asedio de quinientos turcos armados de cimitarras sin flo

    y arcos vie"os, mientras ellos luchaban contra decenas de miles deen urecidos musulmanes sedientos de sangre cristiana =y esboz unintento de sonrisa.

    ! aoudouin de ourcq le alegraba ver bromear a su primo.Cuando aldouine estaba de buen humor, era un compa#eroinme"orable. 7res semanas antes, cuando haban comenzado a llegarlas huestes agarenas a los pies de desa, los turcos haban enviadoun emba"ador con bandera blanca a parlamentar dentro de la ciudad.i ellos saban una palabra de &rabe ni los turcos hablaban la lenguaranca, pero por mediacin de los armenios les hicieron saber queexigan la rendicin inmediata de la plaza. aldouine habaacariciado sus trenzadas barbas, sonredo como si le hubiera pedido

    limosna el mismsimo rey 'hillippe de 6rancia y solicitado una treguamientras meditaba la proposicin. %na vez se hubo marchado elturco, el conde de desa le haba ordenado que en"aezara losdestreros y organizara a los hombres para una cabalgada. !ntes dediez padrenuestros, doscientos caballeros haban salido por la 'uertade las /oras, invadido el campamento turco y apresado un par decarros llenos de viandas que los turcos haban transportadoamablemente desde el :horasan. l regreso ue m&s lento debido algran peso de los carros, aunque el grueso del e")rcito de Corbar&nque vea a un par de millas de distancia les haba servido de granestmulo. se da, aldouine de oulogne, conde de desa, habaredo con risa ranca y la tripa llena, saciado por las salazones delCaspio y los quesos de vaca del Cacaso.

    0Cerca de cincuenta mil hombres, mi se#or =replic el capell&n.02e"or =continu el conde de desa =Contra m&s enemigos se

    agolpan rente a mis puertas, m&s valor tendr& nuestra victoria.1egua haciendo calor. aoudouin de ourcq contempl a su

    primo mientras se quitaba su sempiterno manto negro. Cosidas en unlateral, tres cruces blancas, latinas, de brazos iguales, simbolizabanlas frmas de unos votos que paulatinamente haban idoabandonando, con orme tierra y siervos se iban acumulando le"os de

    +erusal)n. >l tena bordadas las mismas cruces sobre su camisa, "unto al corazn, pero procuraba no pensar en ellas.

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    $elante de ellos, m&s aba"o, a un cuarto de milla de distancia ycincuenta pies de desnivel, los manganeles turcos volvan a vomitarpiedra y escoria. 1iempre eran los mismos sonidos, el latigazo dellanzamiento, el susurro del vuelo y el estr)pito del impacto. ! veces,slo a veces, le segua el alarido del dolor y la pena del llanto. 7raslas catapultas, los pabellones y tiendas se extendan a lo largo detodo el paisa"e. Cincuenta mil hombres, diez mil tiendas. Cada unade un estilo di erente. 1in escudos, slo el negro de su cali a ycolores brillantes para identifcar a los emires. -os cueros y laspieles le daban di erentes tonos al campamento segn caa el sol.

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    *rimavera del #nno ,omini de %'1./ en el &astillo de Boulogneteniendo *or hermanos a Eusta&e y 2odefroi ini&iado al servi&io a

    ,ios en las iglesias de $ambrai 'iege y "heims &onde de /erd0ntras mi hermano 2odefroi es*oso y viudo de mi querida es*osa2odvere la &ual no *udo darme hijos en vida de&laro que todas mis

    *osesiones ttulos tenen&ias honores tierras y *rebendas tanto lasque *oseo en la 'orraine &omo en 3ltramar en la a&tualidad y en el futuro *asen en la hora de mi muerte a mi *rimo Baoudouinllamado de Bour&q hijo de Hugues &onde de "ethel y %elisende de

    %ontlhry4 En &aso de que mi *rimo falle&iera antes de *oder o&u*arse de

    mi heren&ia que todos mis asuntos *asen a orden de mis hermanosmayores y dis*ongan de ellas de la mejor manera *osible4

    En Edesa seis das antes de las &alendas de junio del a5o delse5or de %1$/... siendo testigos 6ou&her de $hartres &lrigo y el*ro*io Baoudouine de Bour&q rmo aqu4

    l capell&n repos el pergamino "unto a los tiles de escritura yle cedi la pluma a aldouine de desa. ste impregn la punta en elimprovisado tintero y esboz un trazo ligero y r&pido sobre ladeclaracin. F&pidamente, 6oucher sopl sobre la tinta para acelerarel proceso de secado. $e" el pergamino en la almena, usando eltintero de plomada para evitar que la ligera brisa se lo llevara, cogiel cartucho de lacre, lo calent con el uego de la vela, y verti unpoco "unto a la frma de aldouine. $espu)s, de su limosnera, extra"oel medalln, del tama#o de un bezante de oro, con el sello que el

    conde se haba hecho abricar. n )l se mostraba un "inete con lanzaal rente, rodeado de la leyenda G Balduinos 7omes edesani H, y se loentreg a aldouine, que lo estamp con uerza contra el lacre. lse#or de desa lo retir y se lo devolvi al canciller, que esper aque la cera se en riara para limpiarla. 2ientras 6oucher terminabade certifcar el testamento, aldouine se acerc a aoudouin deourcq, le abraz y le susurr al odo@

    0(a eres mi hermano, aoudouin. 1lo t me has sido siemprefel. 1i a mi me pasara algo, asegrate de que ni turcos ni los puercosnormandos toquen un solo sou de nuestras riquezas =y le bes ambasme"illas con ternura, como lo haba hecho tantas otras veces.

    $icho esto, el conde de desa recogi su manto negro con lascruces cosidas al hombro, y desapareci por el hueco de la escalera.l sacerdote todava estaba terminando de recoger rollos, plumas,

    velas y lacres, pero a aoudouin ya no le importaba. -o que haca unmomento era un sue#o imposible, ahora se estaba convirtiendo enuna realidad palpable, con el tacto de un pergamino. 1u oportunidadhaba llegado. -a espera haba dado sus rutos.

    Cuando dos a#os antes haba optado por aldouine rente aotros se#ores, ya haba hecho su apuesta. l conde de 6landes era unhombre en)rgico, pero no ambicioso; Fobert, duque de ormanda,slo era eliz sentado a la mesa con una pata de cordero entre losdientes. tienne de lois y /ugues de 8ermandois, dos pusil&nimessin ambicin, "usto lo que le sobraba a los normandos de !pulia y

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    1icilia, ohemundo y 7ancredo. Con ellos "am&s podra aspirar anada. $e los provenzales tampoco podra esperar mucho, nuncaacogeran como suyo a un norte#o. 1lo le quedaban sus se#ores dela -orena, -orraine, -othringen, la -otaringia del nieto deCarlomagno. A( qui)n me"or de los tres hermanos sino el m&sambicioso de todos ellos, el que nada tena y deseaba tenerlo todoBaldouine ya le haba demostrado en innumerables ocasionesque no se iba a con ormar con lo que la vida le deparaba. -o habahecho de "oven, cuando como tercer hi"o, abocado a ser un hombrede la iglesia 0el trono para el mayor, las armas para el segundo, elh&bito para el tercero0 haba exprimido su posicin paraenriquecerse, especialmente de la catedral de Fheims. 'ero el uturoconde de desa no estaba hecho para la vida eclesi&stica, y encuanto el condado materno de 8erdn haba quedado vaco por lamarcha de Eode roi a sus guerras "unto al emperador /einrich,haba marchado r&pido a reclamarlo.

    'ero tampoco era lo suyo ser el gran conde de un peque#ocondado, especialmente cuando slo lo eres de nombre y no porderecho. n cuanto llegaron a la -otaringia los primeros gritos de laperegrinacin armada a los 1antos -ugares que haba predicado el1umo 'ontfce %rbano **, el propio emperador haba conminado alos tres hermanos a partir en representacin de los loreneses y elimperio. Eode roi era un hombre de accin y obediente a /einrich;ustace acudi a rega#adientes, como cabeza de la casa deoulogne, pero aldouine haba ido con &nimo de ganarse su propioreino. aoudouin de ourcq era plenamente consciente de que su

    primo pr&cticamente haba abandonado a su esposa Eodvere en ellecho de muerte para consolidar sus conquistas en !rmenia. 'ocarelacin haba entre ellos, acaso ninguna entre hombre y mu"er, pueslos condes rancos eran recelosos con los votos cristianos, y m&s deuno haba proclamado en voz alta que no era trigo limpio esematrimonio.

    !hora todo eso daba igual. aldouine de desa habademostrado ser el m&s inteligente de todos los prncipes. 1lo )ltena media docena de ciudades a su cargo; slo )l estaba a salvo dela interminable agona de !ntioqua; y estaba seguro de que slo )lresultara el vencedor en esta guerra dis razada de peregrinacinque m&s de siete veces diez mil &ru&esignati haban emprendido dosa#os atr&s. ( )l, aoudouin de ourcq, hi"o del conde de Fethel, iba aestar a su lado hasta el fnal, comi)ndose sus miga"as, s, pero lasmiga"as de un gran se#or.

    ch otra mirada hacia el norte. -os turcos seguan apoyandoescala tras escala contra las murallas de desa. n algn momentocomprenderan que su lucha era vana. l verano, el calor y la sedterminaran con sus intentos de asedio. 1i ya les resultaba di cil aellos alimentar a cinco millares de armenios, aprovisionar a diez

    veces m&s y a sus peque#os caballos de guerra debera resultarlesimposible. %n e")rcito as slo poda mantenerse en continuomovimiento para no esquilmar todos los vveres en pocos das, pormuchos carros que tra"eran. -a tarde ya se haba echado encima. l

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    ro"o de"aba paso al negro, y aoudouin de ourcq se quedsonriendo hacia el uturo.

    Jueves, 27 de ma o de !"#8 d.$.

    2% de Jumaada, ao 4#! de la Hgira An&e 'iem VI (alendas Iunias )*$VIII

    $a+ &ulo II-l o&ro lado del muro

    a noche ya haba cado sobre %r a, o Fuha como la llamabanlos &rabes. !l otro lado del muro, los sumisos, la gente del*slam, los bravos "inetes selycidas que haban conquistado

    !sia en tres generaciones, desde 7oghrul ey a 2ali3 1hahpasando por !lp !rslan, calentaban sus agotados cuerpos al calor delas hogueras tras otro largo da de asedio. -os caballos descansabana las a ueras del campamento, atados a las estacas, paciendo ante lamirada perdida de los esclavos. l orra"e comenzaba a escasear. raun e")rcito demasiado grande para una ortaleza tan peque#a, y eranconscientes de ello.

    L%n "inete descabalg procedente del camino de /aleb. -e

    seguan una docena de hombres, todos vestidos de la misma manera,con las shayas ro"as radas por el sol y las l&minas de bronce de suarmadura ara#adas por la arena. 1us rostros cetrinos de o"osligeramente rasgados marcaban sus orgenes esteparios. l "inete,un "oven de apenas diecinueve a#os pero con la autoridad marcadaen el rostro, abandon caballo y escolta y atraves el campamento apasos orzados.

    l aire ola a romero y a espliego, pero tambi)n a excrementosde caballo, a orines, a sudor, a sangre y a en ermedad. l hombre nopudo de"ar de torcer el gesto al pasar al lado de un "oven cuyo brazohaba sido cercenado a la altura del hombro. %n "oven esclavo ledetena la hemorragia con unos pa#os, pero en su rostro la muerte lereclamaba a gritos. 5uiz& uera lo me"or para )l. %n guerrero que no

    puede empu#ar el arco es slo un esclavo, nunca un hombre. :ili" !rslan, el -en Fo"o de *zni3, el 1ult&n del Fum, no deseaba para

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    nadie una vida as. %n caballo entre sus piernas, el arco atravesadocolgando a su espalda y una cimitarra en la mano. sa era su vidaper ecta, la vida que deseaba todo hi"o de 1elyu3.

    $e" al moribundo en brazos de la muerte y sigui caminohasta la tienda m&s grande de todo el campamento. %na docena delargas trenzas cabalgaban sobre su espalda, y la barba le creca ralasobre unas me"illas pletricas de "uventud. (a no se la cortaba. odesde que su mu"er y su hi"a nonata haban cado en manos de rum y

    frany en *zni3, en su ciudad, "unto al resto de sus tesoros. 2alditasea la hora en la que haba soslayado la noticia de un nuevo e")rcito

    frany cruzando el ogazici. A5u) pensabaB A5u) todos los invasoresiban a ser una recua de vie"os, ni#os, rameras y caballeros deespadas oxidadasB

    n el tiempo que tarda una 4echa en traspasar un cad&ver seplant en el pabelln de :erbogha. /acan guardia dos "veneseunucos, hombres enormes, de tez blanca y uerte musculatura, bienpertrechados con al an"es de largo alcance y flo suicida, criadospara ser ghoulams con toda seguridad, hi"os de eslavos educadosba"o la bandera negra de los abb&sidas. :ili" !rslan asoci lacontradiccin entre el tama#o de sus espadas y sus atributosmasculinos, y no pudo de"ar de esbozar una sonrisa. -os eunucos lemiraron y se apartaron instintivamente. Eozaba de un prestigio sinigual entre el e")rcito turco. !l fn y al cabo, )l era :ili" !rslan, el hi"ode 1uleyman ibn :utulmish, sobrino del sult&n 2ali3 1hah, el -enFo"o, el guardi&n del *slam en su guerra contra los rum de5unstantiniyyah, de *slambol, de *stanpolin como la llamaban los

    campesinos que le rendan tributo hasta un a#o antes. Con pasodecidido, penetr en la mara#a de tules que aislaban al se#or de2osul y /arran del resto del mundo.

    7ard un tiempo en acostumbrarse a la oscuridad. 1lo algunas velas arom&ticas iluminaban los di erentes espacios de la suntuosatienda. l suelo tapizado con al ombras tradas desde la 6ars, la'ersia mtica, ruga con cada paso que sus botas embarradas learrancaban. -argos y fnsimos cortina"es de muselina separaban lasestancias. !lgunas estaban vacas. n otras, algunas esclavasdesnudas cuchicheaban a su paso. :ili" las obvi. /aba gozado dedemasiadas mu"eres en su vida, y slo quera ya en sus brazos a laque le haba conseguido un imperio. 're era la compa#a de susfeles guerreros a las de una mu"er que le llenara de aceites elcuerpo; la de un caballo brioso a una ni#a de pechos voluptuosos queatendiera todas sus necesidades. >l era un "inete de las praderas, elplacer se lo daba cabalgar, disparar, cazar, matar. !dem&s, tampocopoda encari#arse con ellas. Cuatro a#os atr&s, "unto a su suegro, elemir Cha3a de *zmir, haba iniciado una guerra contra el basileo de5unstantiniyyah. 1u ob"etivo era limpiar de rum las costas asi&ticasde poniente, pero una carta del propio basileo !lexis le advirti queCha3a estaba negociando con )l la paz a cambio de la entrega de*zni3. :ili" no se molest en mostrar contrariedad. +unto a su horda,se dirigi a *zmir, plant sus tiendas tras las murallas e invit a susuegro a un banquete digno de un sult&n. Cha3a prob todos los

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    platos que le sirvieron. -len su copa una y mil veces de las decenasde barriles que haba trado de *zni3, incluidos los que llevaban en suinterior la hierba sardnica, el azcar conocido como ars)nico. ohizo alta que las probara. Cuando su suegro estuvo tan borrachoque apenas poda tenerse en pie, !rslan haba sacado su largocuchillo de despiece, se haba lanzado sobre )l y lo haba atravesadoun milln de veces, con undiendo vino y sangre sobre la mesa, las

    viandas y los propios invitados. $espu)s, haba seguido comiendomientras se llevaban el cuerpo, a"eno a la masacre que habacausado. 1u esposa se qued hu)r ana y )l, un gran emir, como elm&s importante aliado del emperador en ,ar al!.slam .

    7ras la ltima cortina de un verde vibrante, :ili" vislumbr tressiluetas susurrantes. 1aba quienes eran antes de entrar en el ltimorincn de la tienda. -as numerosas sombras no hacan sino aumentarsu desprecio. %n turco que pre era las intrigas cortesanas y viciosher)ticos antes que la sangre en su cimitarra; un &rabe que se

    "actaba de tener como antepasado al mismsimo 2uhammad y otroturcomano, un antiguo esclavo, tan pagado de s mismo que eraincapaz de reconocer que estaba cometiendo un error.-amentablemente, ese maldito turco era el que tena que devolverlesu sultanato, su tesoro y su mu"er, en *zmir, ba"o la proteccin delbasileo !lexis.

    l -en Fo"o desliz su mano ba"o el verde y lo apart consuavidad, para que los tres hombres advirtieran su presenciapaulatinamente. :ili" tena un ob"etivo, una misin, y ponerlosnerviosos antes de tiempo no ayudara en su consecucin. Cuando

    entr, los tres hombres volvieron sus miradas hacia )l, pero node"aron su conversacin. :ili" desat su yelmo cnico, acabado enpunta, coronado con dos plumas y pas la mano por la nuca,sintiendo el sudor rancio resbalar entre sus dedos.

    0 #tabeg =susurr mientras diriga una leve inclinacin decabeza al nico de los tres hombres que permaneca sentado entreco"ines damasquinados, bordados en hilo de oro. :ili" seguahablando el turco de 1elyu3. l &rabe y el parsi haban penetradocon uerza entre los selycidas, pero )l se negaba a hablar la lenguade mercaderes que escuchaba en las medinas y zocos de la 1uriya yel Fum. l persona"e que permaneca sentado, al que iba dirigido elsaludo, alarg una mano y le indic que se acercara. l hombre a suizquierda, el que estaba hablando en ese momento, reanud lapalabra en cuanto :ili" se situ "unto a ellos. !taviado con unturbante, de tan inmaculado blanco como la jubba que lo envolva,

    !hmed ibn 2er?an, la cabeza pensante de :erbogha y su manoizquierda, se dirigi al atabeg .

    0Como iba diciendo, mi se#or, nos resulta imposible conseguirrendir la ciudad por traicin. -os frany expulsaron a todos nuestroshombres tras el linchamiento de 7horos en el mes de Fab. o quedaun solo musulm&n tras los muros de %r a, atabeg =suspiro deresignacin, reprobatorio. = l hombre que capturamos el lunes, elque entraba y sala de la ciudad por las cuevas de agua, ha aparecido

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    esta ma#ana =continu !hmed ibn 2er?an sopesando cada una desus palabras.

    0A(B =inquiri el atabeg :erbogha.01in lengua, sin o"os, sin ore"as, sin nariz, sin labios, sin dientes

    y sin cabellera, mi se#or.:erbogha, atabeg del sult&n de agdad, ar3yaro3, protector asu vez del cali a abb&sida !l02ustazhir, abri los o"os ante la

    brutalidad de los frany . 1u cuerpo mostraba signos de senectud, y lospelle"os comenzaban a colgarle del vientre, ya no tan liso. !penas

    vesta sobre el tubban y las polainas un chaleco abierto de cueronegro, de"ando ver una abundante pelambrera gris que se con undacon la luenga barba, oscura, picada de cenizas y espesa como la deun su . -a cabeza, rasurada al cero, de luto, mostraba una miradafera, mezquina, pro undamente desconfada, alimentada con a#os decaballo y arco, de rivales muertos en el camino y peligrososcompa#eros de campamento. 1endos aros de oro colgaban de lasore"as.

    0A7ambi)n me vas a decir que le cortaron las manos, los pies yla punta de la verga, !hmedB

    0-o desconozco, mi se#or =replic la mano izquierda =1lo nosha llegado la cabeza.

    :ili" !rslan no pudo reprimir una carca"ada. -os tres hombresle miraron con desprecio, pero el -en Fo"o no pudo de"ar de pensaren la escena.

    0'erdonadme =se disculp= pero, con tantas carencias, Aest&sseguro que era el mismo hombre que os iba a abrir las puertas de

    %r aB 5uiz& en vez de a un armenio traidor, la cabeza pertenezca auno de nuestros "inetes a los que Iattab le ha cortado la cabeza pordormirse en una guardia, y los frany nos la devuelven amablementecon sus catapultas.

    Iattab ibn 2ahmoud, la mano derecha de :erbogha, se llev lamano al al an"e instintivamente. ra bastante mayor que :ili", pero nien la m&s venta"osa de las situaciones podra competir con )l. latabeg levant su inmenso cuerpo y coloc una mano sobre laempu#adura de la espada de su mawla turco para impedir que ladesenvainara. ste afl la mirada en un rictus pretendidamenteintimidador, pero el -en Fo"o se limit a sonrer y asomar el flo desu gran cuchillo con empu#adura de obsidiana, el mismo que habausado contra Cha3a.

    $urante unos instantes, :ili" !rslan sopes la posibilidad dehaberse excedido en la provocacin. -a delgada lnea ro"a que separa

    vida y muerte podra haber sido traspasada. %n solo gesto de:erbogha, y sera despedazado all mismo. -os restos se losdisputaran los perros de $anishmend. l cuchicheo de las esclavasse haba detenido, incluso los ruidos propios del campamento, elrelinchar de los caballos, los c&nticos obscenos de la soldadesca, lasprohibidas prostitutas, esclavas annimas, gritando sus servicios,todos se haban callado de golpe, presintiendo la catarsis de estedrama que tan bien estaba representando el sult&n del Fum.

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    ( tal como haba venido, esta tensin se disip en una sonrisaconciliadora. :erbogha se acerc al -en y le estrech uertementeun hombro ante la p)trea mirada de Iattab ibn 2ahmoud, quepermaneca atado a su al an"e, como un gato a punto de saltar sobreun pa"arillo en el suelo.

    05uiz& tenga razn nuestro "oven len =areng. 07ras tressemanas de asedio ya no sabemos distinguir a nuestros amigos denuestros enemigos. $e hecho, no me resultara nada extra#o que unda las cimitarras se convirtieran en los espadones herrumbrados delos frany . $inos, :ili" !rslan, emir del Fum, Aqu) noticias nos traesde 6a3hr al02ul3 Fid?an, ese adorador de las estrellasB A'iensaaparecer algn da para unirse al e")rcito de !llah y salvar el culo delpadre de su esposa, o prefere los salones per umados de su queridohermano en $imashqB

    -as dos manos del atabeg , !hmed ibn 2er?an y Iattab ibn2ahmoud aplaudieron el sarc&stico comentario del se#or de 2osul.:ili" sonri a su vez por cortesa. /aba puesto el cebo y tena quesacar el pez con sumo cuidado.

    0 l emir de /aleb sigue tan unido a su hermano como decostumbre, atabeg . (a sab)is que las guerras ratricidas siempre sonm&s aparatosas que sangrientas. -a leche materna une de unamanera m&s estrecha que las tiras de cuero del l&tigo. Casualmenteme ha recordado con cari#o vuestra estancia en /aleb de hace tresa#os, as como la buena amistad que le une al sult&n, gracias al cualnos encontramos todos aqu =poniendo )n asis en el todos.

    :ili" volvi a sentir un nudo en la garganta. $emasiado brusco,

    pens. l conquistador de /arran y 2osul torci el gesto ante elcomentario. 1u cuello comenz a enro"ecerse. ! :erbogha no legustaba que le recordaran que, tras la guerra de sucesin de 7utush,haba cado prisionero de Fid?an. 1i haba tensado demasiado lacuerda, slo conseguira romperla antes de tiempo. 7ena que aliviarel ambiente.

    07ambi)n me ha dicho que no se siente con uerzas paracomenzar una nueva guerra, los frany son orgullosas garrapatas quecuando se a erran a un castillo ya no se sueltan hasta que las rotascon sal de orma en)rgica y las descabezas. 'ersonalmente, atabeg ,creo que nuestro hermano de la umma no tiene intencin alguna deacompa#arnos en la victoria fnal. !bu 1aid :i?an al0$a?la, llamado :erbogha, el toro de grancabeza, agri el gesto tras la disertacin de :ili" !rslan. 1u pechocado se volvi a sentar sobre los co"ines damasquinados, pesado, yemiti un sonoro eructo al acomodarse.

    07res malditas semanas perdidas rente a %r a, tres. A( paraqu)B 'ara comerme los reba#os, para ver como una docena deharapientos frany se ren en mi barba de nuestras 4echas. n elpasado hemos conquistado ciudades m&s grandes que esta, Apor qu)se nos resiste este grano en el culo de la +azeeraB

    01i me permite, mi se#or =interrumpi !hmed ibn 2er?an, lamano izquierda =quiz& deberamos realizar una maniobra dedistraccin. 1i fngimos que levantamos el campamento y nos vamos,

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    los nasara se confar&n y puede que salgan a hostigar a nuestraretaguardia. ( all podramos estar esper&ndoles =continu mientrasse rotaba nervioso los pu#os, observando la reaccin de su se#or.

    l atabeg se pas una mano por el rostro, desesperado. stosartifcios "am&s uncionaban. 2ir de reo"o a su general en la guerra,la mano derecha, y vio en sus o"os la misma desconfanza hacia lasugerencia de !hmed.

    0Iattab, Ahemos progresado algo en el ataque a las murallasBl aludido ba" la cabeza coronada por una calva morena.

    7odava mantena la mano en el al an"e, y cuando se acerc a :ili" !rslan este no ces de seguir todos sus movimientos con la miradade un gato.

    0 ada, mi se#or. uestros alma"eneque apenas ara#an lapiedra, y todo el da#o que podamos provocar en el interior no parecea ectar a los de ensores del adarve. 'or cada franyillah o rummi quematamos aparecen tres m&s, y nuestros hombres cada vez tienenmenos uerzas a la hora de plantar las escalas. Faro es el que seescapa sin un corte o un hueso roto, y son muchos los que muerencon algn miembro menos. uestra nica esperanza es que un da sequeden sin comida, ya que no podemos acceder a sus uentes deagua para envenenarlas. /emos lanzado cabezas de prisioneros porencima de las murallas, pero tampoco hemos observado reaccin porsu parte. Creo, mi se#or, que este asedio tardar& en resolverse anuestro avor =termin la mano derecha, y se retir a un lado.

    0 o me dais ninguna buena noticia. i podemos esperar ayudade /aleb, ni podemos conquistar la ciudad =golpe el aire en urecido

    :erbogha. 0A5u) me sugieres t, -en Fo"oB (a te has en rentado enotras ocasiones a los frany , incluso les venciste en una ocasin. ACu&les el secreto para entrar en %r aB

    ra el momento que haba estado esperando. :ili" !rslan sesitu rente al caudillo de los e")rcitos de ar3yaro3, apoy unarodilla en el suelo, extendi un brazo suplicante y ba" su altanerotono de voz hasta casi el susurro para dar la impresin de confanzantima entre dos hombres@

    0Eran se#or de los selycidas, creo que estamos mirando haciael lado equivocado. %r a es una gran ciudad en posesin de losinvasores frany , pero no es nada comparado con las uerzas de ,ar al!.slam , slo una isla en este mar de hierba ro"a. A'ara qu) nos sirvela posesin de %r aB A'ara desalo"ar de all a los frany B ACu&ntospuede haberB ACien, doscientos hombresB A5u) pueden hacer elloscontra treinta mil "inetesB (a hemos estado aqu antes, y conocemosbien que es un baluarte pr&cticamente inexpugnable tras lasmurallas, pero tambi)n sabemos que no es rival en campo abierto.-os frany de %r a "am&s ser&n un peligro para nuestro 4ancoderecho o la retaguardia. 1in la proteccin de la piedra, los frany sonun rival muy d)bil para los "inetes selycidas.

    !rslan call para que sus palabras calaran en el sentimientocastrense del atabeg . 1e reincorpor un poco, para hablarle de iguala igual.

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    0 l enemigo no es el franyillah que se esconde tras lasmurallas. l verdadero infel est& a este lado del muro, asediando

    !ntaqiyyah. !ll est&n los grandes e")rcitos frany , los que hanconseguido atravesar el Fum. !ll est&n los siervos del rummi de5unstantiniyyah, miles de guerreros en undados en camisas dehierro, los adoradores de la cruz, las gentes del libro, los quepretenden echarnos de nuestras tierras y nos han arrebatadonuestros tesoros. !ll est& la gloria del *slam, los uturos esclavos, lasmu"eres rubias, los ni#os eunucos, los que cavar&n nuestras minas deoro y plata. !ll est&n las riquezas, la mayor ciudad de 1uriya "unto a/aleb y $imashq. (aghi 1iyan no podr& rehusar d&rtela encompensacin a salvar la cabeza. 1igamos el plan inicial,cabalguemos haca !ntaqiyyah, masacremos a los frany antes de queconsigan entrar y hagan inexpugnable otra medina y ningn emir sepodr& oponer a colocarse ba"o tu )gida, atabeg . (o ser) el primeroque te obedecer& felmente, y me seguir&n los ortquidas, los emiresde /oms, de 2en"ib, de /ama, $anishmend de 2alatya, el mismo$uqaq seguido por 7oghte3in, incluso Fid?an tendr& que reconocerque t eres el m&s uerte de los hi"os de !llah, y te adorar&n casitanto como al sult&n ar3yaro3. -a uerza de los hi"os de 1elyu3 reside en los caballos, los arcos y las llanuras, no en las escalas ycatapultas. !n estamos a tiempo de cobrarnos una victoriadefnitiva.

    :ili" !rslan apret los labios. /aba mostrado sus intenciones, yse estaba "ugando buena parte de su poder en la decisin que tomarael hombre de confanza del sult&n de agdad. 1e retir unos pasos,

    hasta el lmite de las muselinas, y se apoy en uno de los postessobre los que se sustentaba el pabelln. :erbogha se rasc la barbacon la mirada alo"ada en algn punto indeterminado entre la puerta yel uturo. 1us conse"eros permanecan callados. ! ninguno le gustabaeste asedio, pero una retirada ahora podra ser considerado un signode debilidad, y eso slo poda llevar a la desconfanza, y de ah a ladesobediencia. ( un emir al que no obedecen es un emir que notardar& en unirse a sus ancestros en el 8annah , en el 'araso.

    :erbogha se levant de improviso. 1u pesado cuerpo sebalance de derecha a izquierda hasta encontrar el precarioequilibrio de pie. 7odava se mova me"or a caballo que sobre suspropias piernas, y no tardara en demostrarlo, pens !rslan. latabeg irgui la cabeza y, pausadamente, sali de la tienda. !lgunasesclavas se arro"aron a sus pies cuando pas a su lado, pero )lsimplemente las ignor. l -en Fo"o y los dos generales del se#orde 2osul le siguieron a uera. -a noche era plena. %na suave brisatraa el olor de la muerte y la hoguera. !lgunos guerreros sepostraron ante )l al verle uera de la tienda. :ili" observ alincipiente anciano que miraba el horizonte y trat de verlo no comoera ahora, sino como haba sido unos a#os atr&s, uno de los m&sferos guerreros del *slam, un gran estratega, un valeroso "inete.sos tiempos no volveran, y saba que :erbogha tambi)n era

    consciente de ello.

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    2&s all& de su mirada, las murallas de %r a se elevaban slidassobre la llanura mesopot&mica. ncerrados entre el 7igris y el rates, era una ciudad milenaria, til por integrar las rutas

    comerciales que unan la 6ars con *slambol, pero de escaso valormilitar. adie comenzara una revuelta desde all, y en el momentoque frany y rum ueran vencidos, los mismos armenios le entregaranla plaza y la cabeza del franyillah que la comandaba. 2uy pocarecompensa para tanto es uerzo. 1lo la 7orre del 2edioda leo reca un reto, una mirada aviesa que deca@ G ven a *or m si*uedes H. l atabeg se gir y exclam@

    02i vida es la guerra. o concibo una sin otra. $esde quecontaba con siete u ocho a#os he vivido a caballo, he cazado y hematado hombres con mi "abalina, mi arco o mi cimitarra. ( siempreha sido ba"o el cielo abierto. /e conocido media docena de sultanes ycali as. 7odos ellos se re ugiaban en las sedas de palacio, en el placerde las vrgenes, de los harenes, de sus esposas, olvid&ndose de quesu lu"o se basaba en la sangre que derramaban sus "inetes en lasllanuras ro"as de la 6ars, en las verdes praderas de la +azeera, en losdesiertos de la 1uriya, del Fum, de 6ilistiniyyah, del 2isr. /e sido yoel que los ha mantenido all, en su isla, y es a m quien adoran losfeles, el que les lleva las victorias en una bande"a de oro "unto a lascabezas de sus enemigos.

    :ili" !rslan mir hacia el suelo ante tanto embuste y de" que:erbogha continuara con sus de ormados recuerdos.

    0 st& bien. $escendemos de los "inetes que acompa#aron a1elyu3 desde las estepas de !sia. 1omos hombres a caballo, vivimos

    y morimos sobre ellos. s hora de que los frany se inclinen de una vez ante el poder de !llah. o perderemos m&s hombres luchandocontra piedras.

    :erbogha inspir pro undamente, arrancando un gemido nasalal in estado aire del campamento. ( sin mirar atr&s, orden@

    0 IattabD !hmedD -evantamos el asedio. 1acad la banderanegra de los abb&sidasD 5ue las medias lunas nos guenD 5uiero quelos "inetes m&s r&pidos salgan ya hacia !ntaqiyyah. 5ue los frany a4o"en sus vientres cuando vean llegar mi vanguardiaJ y que (aghi1iyan prepare su palacio, porque dentro de una semana dormir)dentro de )l.

    l -en Fo"o de *zni3 sonri. /aba cumplido con su palabra.speraba que su aliado cumpliera con la suya.

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    $a+ &ulo III

    La &orre de las 'os Hermanas

    a"o el manto de la luna. Con esa nica proteccin doshombres han salido de la torre de 7ancredo, el antiguomonasterio en ruinas consagrado a 1an +orge que losnormandos de la cl&sica 2agna Erecia, a los que los griegos

    llaman longobardos, han reconvertido en la ortaleza que vigila lapuerta del mismo nombre. l peque#o cenobio ortifcado se yergueu ano sobre una colina ba"a "unto al barranco que los armeniossiempre han llamado !3a3ir y los musulmanes

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    !l otro lado del barranco, el terreno se vuelve m&s abrupto. !lgunos arbustos espinosos salpimentados con hierbas arom&ticascrecen por doquier entre algunos olivos dispersos. -es quedantrescientos pasos hasta su ob"etivo. l &ngulo del muro les brindaalgo de proteccin. !ll, en uno de los numerosos recodos querecorre la muralla en su ascensin a la cima del 1ilpios, destaca unatorre sobre las otras trescientas que posee !ntioqua. sta eshexagonal y se levanta directamente sobre el lecho de roca delmonte. s una locura intentar una invasin por aqu. -os caballos noson cabras que puedan saltar de risco en risco. -os hombres de a pienecesitan las dos manos para no despe#arse ladera aba"o, pero ellosslo son dos, y no es la primera vez que siguen este camino.

    Cuando est&n a apenas cien pasos de la torre de las $os/ermanas, el m&s alto y ornido de los dos hombres se detiene. s ungigante, y su paso es m&s pesado y ruidoso que el de su sigilosocompa#ero. !mbos hombres se agachan, y con un asentimiento decabeza, el m&s ba"o contina su camino solo hasta la torre. -iberadode su compa#ero, se desliza como gato por un te"ado entre lospe#ascos que cubren los ltimos pasos hasta las mamposteras de lamuralla. !l llegar a la torre, se mueve con rapidez hacia un lateral,hasta toparse con una peque#a poterna de madera, h&bilmentecamu4ada tras unos arbustos en el rincn que orman torre ymuralla. l peque#o guerrero saca por deba"o del manto un cuchilloligeramente curvo, cuya empu#adura ostenta la cabeza de un &guila,le da la vuelta, y con el pomo golpea suavemente la puerta con cincotoques cortos, seguido por uno m&s uerte y acusado.

    -a respuesta no tarda en llegar. !ntes de que pueda hacer unase#al a su compa#ero, la poterna se entorna clandestina, y de"aentrever un hilo de luz procedente, sin lugar a dudas, de unapeque#a vela. l intruso ense#a el cuchillo a trav)s del quicio, yespera a que se la abran del todo. !l otro lado se encuentra la carade otro hombre, un armenio llamado 6irouz ibn Karrad, anta#oabricante de armaduras. -e hace pasar y cierra la puerta tras )l.

    st&n en la planta ba"a de la torre, dentro de la ciudad. -os seislados son slidos muros, a excepcin de la poterna que da al exterior.%na escalera de caracol asciende hasta la planta superior,directamente al adarve almenado. o importa. l persa 1hib3, oohemonde, como se ha empe#ado en bautizarle el propioohemundo, conde de 7arento, no pasar& de ah. l iranio contemplame"or al armenio que quiere vender !ntioqua. 7iene unos cuarentaa#os, quiz& menos. 8iste una jubba gris, de algodn, sucia, a"ada pormil remiendos. -a barba ligeramente canosa, coloreando una tezparecida a la suya, tostada por el sol. 1u nombre es 6irouz, 'irrospara los frany , y 1hib3 todava no tiene claro porque va a traicionar alos suyos. -as riquezas no valen nada cuando tu mundo desaparece.>l lo sabe me"or que nadie. /a tenido que cambiar de nombre yreligin por un sentido del deber que cada vez comparte menos. -ehabla en griego@

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    0 sta noche apenas sopla el viento, 6irouz ibn Karrad. 1lo losperros podran habernos olido en esta oscuridad. A/as meditado lao erta del 7omes , el conde, ohemundoB

    l armenio rota sus manos con gran nerviosismo. *ntentasonrer, pero su boca desdentada slo o rece una mueca decompromiso. 1hib3 advierte que algo ha cambiado en supensamiento desde la ltima visita.

    0A!lgo va mal, 6irouzB (a sabes que podemos o recertehospitalidad en nuestro campamento. l 7omes ohemundo es unhombre generoso, y ten por seguro que sabr& recompensarte de lamanera adecuada a tus desvelos de las ltimas semanas =y saca deuna limosnera que le cuelga del cinto un anillo dorado con un rubdel tama#o de una oliva engarzado. = l ro"o es el color deohemundo, no lo olvides =y se lo entrega al armenio. ste suelta susmanos para recibir el obsequio. n su mirada aparece la codicia. -eha gustado, y quiere m&s. 1i es oro lo que quiere 6irouz, prontoentrar&n en !ntioqua.

    0 s un regalo precioso =le contesta el traidor en griego con unmarcado acento armenio. =! mi esposa, a mi hi"o, a mi hermano ysobrina tambi)n les gustara tener "oyas tan bonitas como esta.A7iene el 7omes ohemundo m&sB

    1hib3 sonre.01, muchas m&s. !pulia es la tierra de los rubes. !ll crecen en

    los &rboles, como los d&tiles y los olivos. 1i nos ayudas a entrar en laciudad, ohemundo te entregar& un castillo con cientos de &rboles asu alrededor, y ni t ni los tuyos "am&s volver)is a pasar penurias ni

    necesidad.l armenio de"a de sonrer. !lgo en las palabras de 1hib3 haroto el crculo de confanza. ncierra en su pu#o el anillo y endureceel tono de su voz.

    0A( el miedoB A7endremos que vivir con miedo a unarepresaliaB

    1hib3 el persa piensa con rapidez. -e llaman persa aunquenaci muy le"os de la 6ars, pero para las mentes simples es m&s &cilasociar lo alienado a algo reconocible. ! sus veintidos a#os es unhombre entrenado para ser un primado entre los creyentes, depensamiento r&pido, con capacidad de decisin y cimitarra aflada.s algo m&s importante que la plata lo que impulsa a 6irouz en sutraicin. n !ntioqua algo le aterroriza y por eso quiere salir de all.

    0 unca debes tener miedo, 6irouz. unca con amigos como el7omes ohemundo, mi ra q Euglielmo o yo mismo. -os hombres debien siempre ayudamos a los que necesitan nuestro auxilio. A!casotemes que te ocurra algo dentro de la ciudadB A7ienes enemigos quete desean dolor y muerteB

    6irouz ba"a la mirada. s todo lo que necesita saber el daylam.1us o"os azules, los que tanto dolor le causaron de ni#o, rela"an sudureza natural para conseguir la empata del armenio. 1hib3 seacerca al compungido traidor, le pasa una mano por el hombro y leaprieta el omoplato, creando complicidad entre ellos.

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    0$)"anos entrar en !ntioqua, 6irouz ibn Karrad, y te prometoque "am&s volver&s a pasar miedo. $ime quienes son tus enemigos, y

    yo mismo los e"ecutar) con mi cuchillo =y volvi a relucir el flo del&guila.

    l armenio levanta la mirada, indeciso. 1on los peque#osdetalles los que te conceden o quitan la elicidad. 1e decide.0/ay un turco llamado :emal. s hermano de la esposa de mihermano EratzalJ >l, )l es un hombre malvado, me presiona, diceque soy un ladrn, que me guardo parte del grano que deboadministrar en mi zona. o puedo farme de esa vbora tan cerca demi amilia. 1i no le doy la mitad de mis reservas, me acusar& detraidor a 1iyan.

    0Comprendo =se retira con fngida compasin 1hib3. 1e da la vuelta, saca uno de sus dos al an"es con la mano izquierda y exclama@

    07e "uro en este momento, 6irouz, que yo, nacido 1hib3 ibnFoussel, hi"o de 1inala, nacido en las monta#as de $aylam, ybautizado en la e cristiana como ohemonde, matar) con mispropias manos al turco llamado :emal, all& donde est), a partir delpreciso momento que, "unto a mis nuevos hermanos de e, puedaentrar en !ntioqua.

    8uelve a encerrar una de sus dos cimitarras en la vaina, echahacia atr&s la capucha que corona el manto a la manera del burn0s&rabe, y entierra sus manos en los hambrientos hombros delarmenio, cara a cara, o"o a o"o.

    0-os turcos no son como nosotros, 6irouz. 1er&n miembros dela umma , como yo mismo lo era antes, pero no hablan nuestra

    lengua, no piensan como nosotros, no pertenecen a nuestra mismaraza. (o soy un daylam de sangre ranca y religin cristiana, y t unarmenio que adora a !llah pero habla la lengua del imperio y susraces son cristianas. o tenemos nada que ver con ellos. 1i nospermites pasar, no de"aremos ninguno con vida. adie te podr&hacer da#o ni a ti ni a los tuyos, ni podr& tomar venganza por tusdecisiones.

    6irouz mantiene la mirada azul del persa. 1hib3 nota como est&a punto de conseguir su ob"etivo.

    0A( cmo distinguir&n los frany a los turcos de mi amiliaB7engo miedo por ellos. Cuando los frany entr&is en una ciudad,mat&is a todos los guardias, viol&is a las mu"eres, os com)is a losni#os, o eso se dice.

    1hib3 sonre.0 o te preocupes. (o ser) de los primeros en entrar. 2ant)n a

    los tuyos a buen recaudo en tu hogar, y pinta con discrecin un pezro"o en la puerta de tu casa y en la de los tuyos. $aremos rdenespara que nadie entre en ella. Como los hebreos en gipto, el &ngelde la muerte no pasar& por las casas de los creyentes.

    6irouz se deshace del yugo hipntico del persa. 1e atrapa lacabeza con las manos y presiona sus o"os con uerza. 1e da la vueltauna y otra vez, como aque"ado por un dolor insoportable.

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    0A( deber) convertirme al cristianismo tambi)n, 1hib3B 2ihermano sigue si)ndolo, pero yo ya he olvidado los rituales. A!caso

    !llah no se en adar& conmigo si adoro a otro $iosB06irouz, eres un hombre maduro, un padre de amilia, una

    persona cabal =le adula el ranco. =-levo cabalgando por las tierrasde los hombres m&s de diez a#os, y te puedo asegurar que todos losseres humanos que he conocido slo tienen un nico $ios. -e puedenllamar !llah, $eus, +heos o (ahv), todos son el mismo. 'ara unospocos, $ios es excluyente y slo ellos, el pueblo elegido, recibir&n sugracia. 'ara otros, es un $ios sabio y misericordioso, que les pidebondad y grandes iglesias donde glorifcarle para dis rute de susintermediarios. ( para los ltimos en llegar, $ios signifca sumisin, ysu deber es expandir la e por las armas. ( cada grupo se vuelve aescindir porque cada humano tiene sus propias visiones acerca de ladivinidad, segn interpreten los sagrados textos. A5u) crees t,6irouzB A5ue todos somos hi"os del mismo $ios y las religiones soninterpretaciones del mismo concepto, o que hay varios dioses, todosomnipotentes, que se reparten la e de los seres humanos cualreba#o de ove"as entre pastoresB

    l propio 1hib3 se queda sorprendido ante su discurso. o loha meditado. 1lo ha de"ado que el razonamiento se imponga al almaen contra de las ense#anzas que el 'ir le ha inculcado.'arad"icamente, la lgica le lleva al pensamiento her)tico.

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    de vuelta antes de que las oxidadas campanas del monasterioortaleza de 1an +orge repiquen prima.

    1e despide de 6irouz y le conmina a que con e en ellos. 1alede la misma orma que ha entrado y se rene con su amigo, elgigante, "unto al barranco del !3a3ir.

    0$eberamos matarlo la prxima vez y tratar de apoderarnos dela torre =le instiga Euglielmo.0 o, ra q , no creo que anden muy le"os el resto de guardias.

    A7 de"aras la vigilancia de una torre, aunque est) tan aislada comoesta, a un solo hombreB $)"ale que piense en oro y venganza. (a

    vendr& a nosotros, hermano. ( se vuelven a deslizar, tan silenciosos como cuando llegaron, a

    trav)s del monte 1ilpios.

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    $a+ &ulo IV -l seor de oul

    uatro "inetes aparecieron por el nordeste ba"o el sol demedioda. 8enan por el camino de !lepo al galope. 1uscabalgaduras les haban transportado a lo largo de la vie"a

    va romana. /aban vislumbrado la ortaleza de /arenc, enmanos cristianas. /aban cruzado el

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    le llegaba desde el cuello hasta poco m&s aba"o de la rodilla y con elcalor in ernal del erial, &rido como el desierto anatolio, se estabacociendo en su propia armadura. Con la mano libre de la rienda selimpi la cara usando la sisa in erior de la camisa gris tierra delpolvo del camino.

    l camino de !lepo conduca directamente a la puerta m&soriental de !ntioqua, la de 1an 'ablo. 6rente a ella, a menos de cienpasos de distancia, la ortaleza de 2alregard se ergua desafante alas salidas de los turcos. /aba sido el hogar, si algo se poda llamarhogar en esos das de su rimiento, del conde de 7oul los ltimosmeses. l duque Eode roi le haba encargado que la custodiara yguardara como si de uno de sus eudos se tratara, y a buena e que lohaba cumplido.

    Feynald sinti un deseo perentorio de acudir all y descansarcon su hermano 'ier y su sobrino, pero las noticias que traa consigono podan esperar. Con un gesto del guante le indic a los dos&ru&esignati que guardaran silencio y volvieran al campamentoranco donde tenan sus tiendas montadas, no le"os del Capeto. ! susobrino (ves lo envi a la ortaleza a anunciar su llegada. >l tenaotra misin que no poda demorar. ! lomos de su destrero de razarisona, de" a su izquierda 2alregard y vir a la derecha, hacia elnorte, hacia el campamento donde los normandos de 7arento y 1iciliase haban establecido un milln de a#os atr&s.

    -as hogueras seguan encendidas. l olor a humo siempre erame"or que el olor a muerte. !lgunos normandos le lanzaron miradasaviesas. o haba buena relacin entre loreneses y los mercenarios

    de la *t&lica, como tampoco la tenan con los provenzales. Feynaldtena claro que a la mayor parte de esos hombres le daraexactamente lo mismo matarle a )l que a un sarraceno. $e hecho,seguramente, tras esta peregrinacin, no era improbable que seen rentaran en una pradera caballo contra caballo, lanza contralanza.

    Con la mirada busc a su vie"o amigo Euglielmo, la sombra deohemundo, pero record que casi nunca se de"aba ver por all. 1i )lguardaba el este en 2alregard, Euglielmo y su compa#ero elconverso estaban enrolados en las flas de 7ancredo en el monasteriode 1an +orge, en el otro con n de la ciudad. 7ampoco vio al conde de7arento. 2e"or, pens, el vie"o zorro era el m&s listo de los barones, ysin duda alguna le interrogara para conocer las noticias antes quenadie.

    Feynald sigui camino bordeando las murallas por el norte. !nte )l se sucedieron los sucesivos campamentos. 2iles y miles detiendas y pabellones se extendan entre el

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    -os normandos de la ormanda y sus parientes de 6landes, "unto a los hombres de lois y 8ermandois, vasallos del rey de6rancia, cubran las murallas desde 1an 'ablo a la puerta del 'erro.sta se encontraba sobre las ci)nagas que el torrente del

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    l conde de 7oul separ el cortina"e de cuero que trataba deimpedir que las moscas penetraran en la tienda. sta no erademasiado grande para el gusto de los loreneses. !penas tendratreinta pies de largo por veinticinco de ancho. %n gran poste centralcargaba todo el peso de los cueros, pieles y telas de camo queormaban el entramado de techos y paredes, y otra docena de postesmenores con ormaban el armazn. 'or lo dem&s, la tienda deEode roi estaba tan vaca como se poda esperar de un gran se#or.%n par de arcones, uno para la ropa y otro para el oro, cada vez m&sligero, y diversas armas colocadas en carcomidas peanas de madera.adie comparta su tienda. l $uque, como le gustaba que le

    llamaran, era generoso en la guerra, pero no en su cama.Eode roi se encontraba tumbado en su camastro, un "ergn

    relleno de pa"a y plumas, de espaldas a la puerta. 1u cuerpo,desnudo de cintura para arriba, mostraba mltiples cicatrices. raun guerrero. o morira en la cama. !l sentir la presencia deFeynald, el duque se levant como un gato sorprendido en elgallinero, espada en mano y lanz un grito gutural, de embestida. -aespada era recia, de doble flo, y muy pesada. l conde de 7oul seretir instintivamente, pero no pudo de"ar de pensar en los cincopalmos de aflado acero que se dirigan a su cuello.

    0$uque, soy yo, Feynald =en la lengua llamada doil quecompartan con normandos y rancos del centro y norte delcontinente.

    l $uque termin de abrir los o"os. 1onri, lanz la espadasobre el "ergn y se estir los brazos hasta tocar el techo de la

    tienda. $e m&s de seis pies de altura y melena leonada, Eode roiimpona respeto slo con su presencia.

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    0-os turcos asedian desa desde hace al menos un par desemanas. o s) cuanto tiempo podr& resistir.

    0 ntonces, Acu&l es el problema, FeynaldB A$os semanas paraconquistar desaB =y se encogi de hombros a la vez que torca laboca en se#al de incomprensin.

    02i se#or =continu el conde de 7oul. = desa est& preparadapara resistir un largo asedio. o tiene muchos habitantes, tienecampos de cultivo intramuros y hay numerosas uentes de agua en suinterior. !dem&s los turcos no son h&biles en el ofcio del asedio.'ero sin la proteccin de las murallasJ

    0A( por qu) van a caer las murallas de desaB0 o es desa la que me preocupa, duque.n ese instante, la voz de" de percibirse en los labios de

    Feynald, conde de 7oul, mientras el duque de la a"a -orena,Eode roi de ouillon, escuchaba y asenta con cierto asomo de miedoa la descripcin del e")rcito turco. Cuando hubo terminado, el duquese puso camisa, gambesn, hauber7 , cinturn y botas, se envolvi ensu manto gris con una gran cruz de brazos iguales sobre el hombro,cerr&ndolo con un broche en orma de cabeza de lobo regalo delemperador, se sent, coloc su espadn de doble ho"a acanaladasobre las rodillas y conmin a su hombre de confanza a queconvocara al resto de barones para un conse"o de urgencia.

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    An&e 'iem V (alendas Iunias )*$VIII

    $a+ &ulo V iem+o de muer&e

    l sol ya haba rebasado ampliamente su c)nit, y las campanasde 1an +orge repicado nonas cuando 1hib3 entr en la tiendacomunal de las murallas occidentales, situada a ochentapasos por detr&s del monasterio. Cuando el conde de 7arento

    les impuso la misin de socavar la voluntad del armenio, Euglielmohaba visto en los o"os del persa el desagrado de volver a vivir en uncastillo. ! ortunadamente, el espacio era limitado, y muchos de losnormandos que haban traba"ado en la ortifcacin del edifciomon&stico haban montado un campamento bien protegido a los piesdel mismo. o le haba costado mucho levantar all la tienda. lnormando dirigi una mirada amable a su hermano. G :ilen&ioso&omo un de*redador fero9 &omo un lobo H, pens.

    E

    (a haba pasado la )poca en que se preguntaba donde seencontraba su huidizo compa#ero en la guerra. !l principio lemolestaba sobremanera sus escapadas sin echa de retorno. adiesaba donde encontrarle, y ohemundo se en adaba con )l porquetodava no se faba mucho de ese turco que se haba unido a ellospoco despu)s de /eraclea y al que haba convertido al cristianismocomo prueba de fdelidad. Euglielmo era un perro desconfado, ycomo un perro era capaz de oler rastros que para otros pasaban

    desapercibidos. 1u ra q , como se llamaban entre ellos, necesitaba

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    un espacio que )l pensaba darle, especialmente desde que haba vuelto a encontrar el amor en brazos de su estrella de

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    heridas, lami)ndolas en la intimidad y guardando su rabia, pero noiba a permitir que se ensancharan a costa de rememorarlas paramortifcacin propia. 1hib3 le entreg una sonrisa y se sent en sucamastro. l persa era tan pl&stico en sus movimientos que parecahaber nacido del vientre de un gato. *ncluso tena cierto parecido.

    !lgo ba"o para un guerrero, de miembros delgados y fbrosos, de tezaceitunada, labios y nariz fna, enmarcados por una peque#a barbanegra per ectamente recortada y aflada con el mismo estilo quehaba visto en la corte de Constantinopla. l cabello azabache lollevaba largo y liso, horquillado sobre las sienes. l arquetipo persa,a no ser por esos feros o"os azules que desentonaban tanto con elresto de su cuerpo y que resultaban casi hipnticos a la luz de una

    vela. 8esta con un h&bito talar, hasta los pies, G *ara *asar desa*er&ibido entre los frany H deca )l y, ba"o el sayo, una cota del&minas muy ligera, sin mangas y hasta la cintura, de re4e"osdorados, que Euglielmo achacaba al oro, porque no conoca otrometal que produ"era ese resplandor al chocar con el sol. 7ambi)nusaba una pieza de armadura muy curiosa, seme"ante a un ventalle.1e trataba de un velo abricado en malla de acero que se una alcasco y que le protega la nariz, la boca, las me"illas y la barbilla,de"ando slo los o"os a la vista, G mitad &onquista mitad heren&ia H.

    1hib3 se gir de sbito. -a luz que penetraba por la cortinilladisminuy sin aviso, y dos hombres entraron en la tienda. Euglielmoles dedic una mirada de soslayo y un gesto con su mano libre. -osconoca bien. -levaban con )l el tiempo sufciente para confarles su

    vida, pese a que en un principio ni siquiera hablaban la misma

    lengua. ran hombres del norte, descendientes directos de aquelloshombres que haban asolado las costas de scandinavia, de*nglaterra e /ibernia y luego las del resto de uropa, para encontrarun hueco propio en el "uego de poderes en ormanda, en la propia*nglaterra o en el sur de *talia. 1us padres haban luchado treintaa#os antes en 1tam ord ridge por el trono de duardo el Con esor,pero no en el mismo bando. !n as, eran tan inseparables como sura q y )l mismo.

    ( en cierto modo eran igual que ellos. $uncan era sa"n denacimiento, y a punto haba estado de convertirse en sacerdote. !nle quedaba cierta predisposicin a sermonear y "uzgar lo correcto ylo incorrecto. ! ortunadamente para )l, la cetrera y un asunto demu"eres le haba apartado de la parroquia de una orma defnitiva,as que slo haba encontrado acomodo en la guardia varega delbasileus . Euglielmo se pregunt donde habra de"ado a 'u#al, suinseparable halcn. 7horvald /acharro"a, el otro hombre, bromeabaa menudo sobre lo ricos que estaban los p&"aros ritos que su madrele cocinaba en su tierra noruega natal. l escandinavo era unguerrero inmenso, casi tan grande como el propio Euglielmo, debrazos pesados y cabeza como la de un toro, sin cuello, slo uerzabruta, pero cuando su hacha sala a pasear, era me"or mantenersebien ale"ada de los dos. 1e cortaba el pelo a la normanda, rapadodesde las ore"as a la coronilla, y luca una espesa barba trenzada ysu"eta con torques de oro. 7horvald era uno de los pocos

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    supervivientes de la expedicin de 'edro el rmita#o, pero nuncahablaba de lo que haba ocurrido en el desfladero de Civetot.

    Euglielmo les dedic una segunda mirada. /aba algo extra#oen sus o"os, un rictus, la tensin que pugna por escapar. squivabansus o"os. l normando husme el aire con la nariz. ra un re4e"oadquirido, una se#al de que algo no andaba del todo bien. l ol atode cazador que le haba salvado la vida m&s de mil veces los ltimosdoce a#os le volva a avisar. 1in aspavientos, hinc una rodilla en elsuelo y se proyect hacia arriba a la par que coga su cimitarra. Casicuatro pies de acero se extendieron ante los dos hombres antes deenvainarse en el cinto de Euglielmo.

    0A7odo va bien, $uncanB =inquiri. 0A$nde has de"ado elp&"aroB =y se#al el perchero vaco donde sola dormir.

    l sa"n rubicundo de mirada circunspecta hizo honor a sudescripcin y desvi la mirada al suelo, buscando el apoyo de7horvald. l noruego repiti el mismo gesto. Euglielmo comenz apreocuparse. 1e acerc a los dos hombres, cara a cara, y repiti lapregunta.

    0Cazando por los alrededores, en busca de algn cone"o quellevarse a la boca.

    Euglielmo dud de sus palabras. o parecan mentiras, pero sque ocultaban algo detr&s. 'uso su mano izquierda en el hombroderecho de $uncan y agach la cabeza hasta ponerla a la altura desu compa#ero de armas. l sa"n le clav la mirada, se acarici lapoblada barba y susurr@

    0 s Eiacomo. /an encontrado su cabeza en las ci)nagas, "unto

    al campamento provenzal.-a ira surgi de su estmago, como un trueno hediondo queinvadiera el organismo, llenara todos sus rincones y amenazara consalirse por cada orifcio del cuerpo que encontrara para no reventara su hu)sped. -a ira se concret en un aullido de rabia, en unlamento desolado que se esparci por todo el campamentonormando. !lgunos criados que cepillaban los caballos a menos dediez pasos de la tienda pensaron lo peor, pero cuando el rugido ces

    volvieron a sus quehaceres, a limpiar heces, a remendar lorigas, apreparar la sopa, y a "ugar a los dados para ganar los sufcientessous que les permitieran gastarlos en prostitutas y algo de vino.

    7ras el grito lleg el llanto. o un lagrimeo de ni#o en buscadel seno materno, ni de una adolescente enamoradiza despechadapor un granulado ga#&n, ni el pla#ir raudulento de una ancianasiguiendo al )retro. 6ue el llorar de un hombre que ha perdido a susegundo padre, al que le ha convertido en lo que es, el que se lo hadado todo, l&grimas secas nacidas en las entra#as. adie las vio,pero se podan sentir a trav)s de la m&scara de hombre sin miedoque Euglielmo siempre llevaba puesta. 1in discontinuidad, elnormando lanz un pu#etazo ormidable contra el poste del quependa el hacha de su primer padre, haciendo temblar toda la tienda.-os o"os se impregnaron del ro"o de cientos de venas rotas y orden@

    0-levadme.

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    1obrecargados con el peso de dos hombres, los dos caballostardaron algo m&s de tres padrenuestros en recorrer las dos largasmillas que les separaban de la desembocadura del

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    un hombre tan excesivo como )l, las mu"eres palestinas le hubieranatrado mucho m&s que clavar sus gastadas rodillas rente al 1anto1epulcro. %n amago de sonrisa asom a sus labios con el recuerdo.

    -o siguiente que acudi a su mente ue una pregunta. A5ui)nBo le importaba el porqu), ni cu&ndo, ni cmo, slo qui)n habamatado a Eiacomo el Eenov)s. Con sumo cuidado se arranc elmanto cubierto de cruces blancas y envolvi con )l la cabeza de supadre. (a haba perdido dos. ! ortunadamente era demasiado mayorpara tener otro. 1e la devolvi a Foger de arneville. l caballero,mayor an que Eiacomo, tena los labios apretados y los o"osentrecerrados, ligeramente humedecidos. Euglielmo saba que no ledara a nadie el gusto de verle llorar o gritar.

    1in la capa, Euglielmo pareca m&s alto y delgado que decostumbre. -levaba la larga cabellera casta#a cayendo en trenzassobre la espalda para que no le estorbara en combate. 1obrevestenegra, calzas ro"as y la cara limpia de barba, al igual queohemundo. n un gesto imperceptible para cualquiera menos para1hib3, la 1ombra del normando arrug la nariz, hambriento de uria.1e levant del suelo y le dio la espalda al

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    1in urgencia, Euglielmo se lanz a la carrera tras el cl)rigo. >ste loadvirti y dio media vuelta hacia atr&s, buscando la proteccin de lastiendas, como el cone"o que ha visto al &guila iniciar el descensofnal.

    2enos de cuarenta zancadas despu)s, las diez arrobas deacero y msculo de Euglielmo cayeron a plomo sobre el r&gil cuerpodel zamorano, de"&ndole sin respiracin. *sidoro sinti un dolorintenso en el pecho, cuando el normando le clav la rodilla y leagarr la cabeza con las dos manos. !cto seguido, la golpe contra elsuelo repetidas veces mientras gritaba@

    0Confesa, bastardo. 6uist)is vosotros, AverdadB Confesa o tearrancar) las entra#as y te las har) comer mientras an est&s vivo.

    l impostor trataba de hablar, pero el dolor era tan intenso queslo poda boquear como un pez uera del agua. 1hib3 estaba "unto alnormando, empu"&ndole hacia atr&s y grit&ndole en griego que sedetuviera, que le soltara, que no tena la m&s mnima prueba de queese hombre hubiera acabado con Eiacomo. 'ero Euglielmo estabasordo de dolor y rabia. 6rente a )l no vea a *sidoro, sino al mismo

    !znar, ri)ndose, provoc&ndole como tantos a#os atr&s en aquellaparidera "unto al ro.

    6inalmente 1hib3 consigui su propsito y Euglielmo solt a supresa, cayendo hacia atr&s. l also mon"e se reincorpor para cogeraire, con todo el cuerpo dolorido, y en el intento se le abri el mantoque llevaba su"eto con una bula plateada. %n brillo met&lico captla atencin del normando, que ya se haba incorporado como unelino a punto de comerse al ratn. %na vaina negra ribeteada con

    fligranas doradas y en la punta un len blanco, hecho de n&car. %nsmbolo distintivo que cualquier hi"o de E)nova saba a quienperteneca, quien haba sido su due#o, a qui)n se lo haban robado.Euglielmo entrecerr sus o"os, enro"ecidos. 'u#os apretados,miembros en tensin. -a mirada clavada en la unda de la espada desu padre, ahora pegada al muslo del zamorano. -entamente,olvidando el resto del universo, Euglielmo desenvain suinterminable cimitarra de acero de $amasco. -a ho"a curva arrancalgunos destellos al sol crepuscular que en esos momentosterminaba su via"e diario en las tierras de uropa, en el fn delmundo. l susurro provocado por el metal contra el cuero, como elsinuoso paso de una serpiente en el brezal, eriz los pelos de la nucade *sidoro. Euglielmo not el aroma del miedo correr por sus venas,

    y los orines por sus piernas. $esliz una mirada entre sus amigos, aFoger, /erluin, 1hib3, -ucato, $uncan, 7horvaldJ nadie iba adetenerle. -os dos hombres saban que era un cad&ver ambulante, e*sidoro no hizo nada por ocultarlo. Cerr los o"os y esper un milagrodivino.

    0 !lto, EuillemD a"a tu espada de turco o te reunir&s conEiacomo antes de tiempo =se escuch amenazante en lenguaoccitana.

    adie le llamaba as desde que era un zagal. Euglielmoreconoci la voz a sus espaldas y pudo imaginar media docena dearqueros apunt&ndole en ese preciso instante. /aba salido

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    demasiado r&pido de la tienda. 1u loriga permaneca all, en el suelo,donde la haba arro"ado una vida atr&s. 1in el hauber7 no duraramucho. !n as, se gir lentamente y contempl al hombre que habadetenido su mano.

    6rente a )l, a caballo, Eastn, vizconde de earn y su hermanomenor C)ntulo, le miraban f"amente, sin alaracas ni aspavientos,esperando a que volviera a introducir la cimitarra en su