La canción atrevida · publicación, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida de...
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Segunda edición (digital):
Managua, Nicaragua, julio 2021
© David C. Róbinson O.
© Ediciones Pensar, 2021
© Acción Creadora Intercultural, 2021
Diseño, diagramación:
Walter J. Petrie.
Arte y portada:
Bárbara Reyes
Imagen de portada:
Mirada de Eva
David C. Róbinson O.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la portada, puede ser
reproducida de manera impresa, sin permiso previo por escrito de la editorial o del autor.
La canción atrevida
David C. Róbinson O.
«Como lirio entre los cardos,
Así es mi amada entre las jóvenes.
Como manzano entre árboles silvestres,
Así es mi amado entre los jóvenes».
Cantar de los Cantares
¿Cuándo te depositarás
En el nido de mis temblores?
¿Cuándo la noche envejezca
En madrugada?
¿Cuándo como el viento
Agitaré
Las raíces de tus vellos?
¿Cuándo el rocío abrace
Las margaritas?
¿Y cuándo
Cutis de mis afectos
Explotarás en blanca erupción
Dentro de mis abismos?
La canción atrevida
¿Acaso algún día tocaré el cielo?
Y si lo hago
¿Qué parte de su cuerpo será?
¿Sus manos?
¿Sus senos?
¿Acaso veré sus ojos?
¿De qué color serán?
¿Celestes como su piel?
Algún día abrazaré
La cintura del cielo
David C. Róbinson O.
¿Dónde hallaré el lucero
Que espante las sombras
De mi vientre vacío?
‒¿Dónde mi horizonte?‒
¿Qué hay de los montes
Que rompen el cielo?
‒¿Qué del valle de mi manantial?‒
¿Cuándo el viento inflamará
Mis velas?
‒¿Cuándo alcanzaré puerto? ‒
¿Quién sembrará
Mi huerto?
‒¿A quién cosecharé?‒
¿Y la respuesta?
‒¿En un abrazo?‒
La canción atrevida
Jaguar de mis sábanas
Patrullero de mi jungla
Asaltas mis cimas
Mis senos
Mis simas
Jaguar de mis sábanas
Patrullero de mi jungla
Tu piel de pecas
Destella en la mía
David C. Róbinson O.
Me gustas
Me gusta verte
Y más me gusta desnudarte
Es lindo ver
La mariposa de tu sonrisa
Y la sonrisa de tu mariposa
En el prado de tu rostro
Anunciando que nuestros cuerpos
Se buscan
Es bello oler
Los colores de tu aliento
Mientras
Inundas mis sudores
Pero
Sobre todo
Es tierno sentir
El cincel de tu mirada
Dibujar
Una mariposa en mis labios
Cuando mis manos rompen
El pudor de tu piel
La canción atrevida
Paladear lunares
Sembrados
En huertos de leche
‒Y comer el guisado de tus besos‒
Conocer el sabor
De las pecas bribonas
Seductoras
‒Y Aderezar mi ensalada con el vinagre de tu
[lengua‒
Masticar besos
De labios hinchados
Y sentir el arado
Rompiendo el surco
‒Inundarme con el olor a zanahorias de tus
[narices‒
Y lamer
Tus muslos
‒Y entre tus muslos‒
Beber caricias
Y eructar
El salado aliento
Gula y lujuria
Ensalada de piel
David C. Róbinson O.
No hay diferencia
‒Gula
Lujuria
Pecar
Y alcanzar el cielo‒
La canción atrevida
Polillas de tela vieja
Volando entre satín arcilloso
Polvo de huesos
La fuente de las supuraciones
Mi valle atacado
Por simientes de andrajos
El ángel pasó
Y no acarició mis mejillas
El ángel pasó de largo
Y mis muslos se opacaron
Sólo en un cielo verde flotarán
Mis alas
De tul envejecido
David C. Róbinson O.
Cada noche
Aunque esté cansado
Tus brazos me esperan
Cada noche
Huyo a la ventana
Lanzo un ruego a la luna
Pero tú me alcanzas
Cada noche
Caminas hasta mi piel
Y suplicas a Selene
Te responda cada noche
La canción atrevida
Mi pena es enorme
Y me fornica a la fuerza
‒¿Por qué muere el volcán envuelto en
[silencios?‒
Mi pena es enorme
Cuando recuerdo...
‒¿Qué centella encenderá el hogar?‒
David C. Róbinson O.
No fue él
Quien me entregó las arras
Ni quien levantó mi velo
Pero con él conozco el cielo
Los viernes
Cuando tú nadas en cerveza
No engendra en mi vientre
Ni nombra a mi primogénito
Pero me siembra de amapolas
Y sus labios interpretan la música
De mi piel
Anoche contigo estaba y cerré los ojos
Por no dormir aburrida
No fue él quien me entregó las arras
Pero anoche regresé a él
La canción atrevida
Deambular por las ramblas
De manglares urbanos
Teñidos de cicatrices
Empujar vientos
Y aspirar el polen
De corolas marinas
¡Mar de residuos!
¡Residuos de mares!
Patinar
Sobre humo de cigarrillos
Resbalar
Hacerse daño con los cristales
Y curarse las heridas
Con espuma de cerveza
Comprar un cuerpo
Y con él
Espesar la noche
Hasta convertirla en polvo
Arena
Piedra
Regresar a la calle
Pintado con olores
Sudor
David C. Róbinson O.
Perfume barato
La baba del sátiro
Volver a la rambla
Una nueva cicatriz
Otra historia descontada
Humo y espuma
Todo es posible
En las veredas índigas
Indignas
Del terraplén
La canción atrevida
Anoche
Mis manos recorrieron las sendas
Del eréctil Edén
‒Y yo esperando una canción‒
Mis ojos húmedos
Sonrieron
Y el agitado sudor
Inundó los bosques
‒Y mi compañía fue una mueca malvada‒
Mis oídos
Mis afortunados oídos
No sufrieron el martilleo
‒Mi voz
Mi abandonada voz
Chocó contra la pared‒
Con los temblores
Navegando en viscosos manantiales
Llegaron mis placeres
‒Noche de abismos y miradas perdidas‒
Anoche
Visité el paraíso
‒Anoche el granizo cubrió mi valle‒
David C. Róbinson O.
¿Quién eres?
¿La mano de audacias
Que recorre mis órbitas?
¿O la florecita exótica
Que roba mis coloretes?
La canción atrevida
Mi mujer tiene amante
Y la amo
Y las amo
¡Traición de hormonas!
La tentación es fuerte
La curiosidad también
Mi mujer tiene amante
Y las amo a las dos
David C. Róbinson O.
Vivir de armarios
Porque hay que cumplir
‒¿Con quién?‒
Huir en las noches
Sosiego de hambres secretas
‒¿No es conmigo tu deuda?‒
Buscar la esquina umbrosa
Y allí topar a la muñeca con barbas
‒¿Por qué me mentiste?‒.
La canción atrevida
A mis senos les faltan tus manos
Que caminen sus parábolas
Que conquisten sus pezones
Que los aprieten con ímpetu cordial
A mis muslos les faltan tus muslos
Que los rocen con demencia
Que los cubran sin pulcritud
Que los choquen con desarreglo
A mis labios
A mis caderas
A mi valle
Les faltas tú
David C. Róbinson O.
La vereda de los olores
De tus olores
Camino a la lujuria
A mi lujuria
La vereda de los sabores
De tus sabores
Ruta a la noche azabache
A mi noche azabache
La vereda que me lleva a ti
A tus labios
Tus senos
Tus caderas
Tu valle
La vereda
Vereda exquisita
La canción atrevida
Quiero besar tu istmo
Pasar mi nariz por tus mesetas
Cubrir tus montes con mis labios
Bajar hasta el oasis
Bajar más
Detenerme
Y soplar tus bosques
‒Quiero nadar en tus arroyos
Sentir mis colinas
Estallando en tus estepas
Y el pez de tu lago
Sumergirse en mis aguas‒
Quiero descubrir tus continentes
Conocer las bahías de tus mares
Y que mis mástiles
Alcancen tus horizontes
‒Quiero ser la ensenada
Que reciba tus galeones
Y que mis aguas dóciles
Sean rotas por tu quilla‒
Quiero mordisquear tus lomas
Desplegar mi caballería
Y conquistarlas
‒Quiero palpar tus durezas
Desafiarlas
David C. Róbinson O.
Y perder ese reto‒
Quiero ser el jinete
Que sin apuros
Recorre tus praderas
‒Quiero tu volcán
En tibia erupción
Estallando en mis aguas‒
La canción atrevida
En mi pecho
Pecho de Adán
Laten murciélagos de arena
Quirópteros angustiados
Por la ausencia de mi costilla
En mi pecho
Pecho de Adán
Una manzana obstruye
El vuelo de Cupido
En mi pecho
Pecho de Adán
Camina el ángel sobre llamas
Y baja del cielo la ofrenda
No hay perdón
Sin alcanzar a Eva
David C. Róbinson O.
Soy Eva
Con E de osadía
La que regresa por las noches
Cuando la luna cómplice
Despeina mis anhelos
Soy Eva
Con V de transparencia
La que alcanza el cielo
Al besar un cuerpo poblado
De tentaciones y deseos
Soy Eva
Con A de libido
La que mordió el fruto prohibido
Por no llenarse
De polvo
Telarañas
La canción atrevida
Por una fruta
Perdiste el paraíso
‒¿Acaso no fuiste tú quien me ofreció tu
[manzana? ‒
Jamás atinaste
El lugar exacto
Del Edén extraviado
‒En realidad nunca entendí de geografía‒
Tu paraíso
Siempre fui yo
‒¿En serio? ‒
David C. Róbinson O.
«Me quité la túnica
¿Tendré que ponérmela otra vez?»
Cantar de los Cantares
Al principio
No había cielo
La tierra estaba sin adornos
Y barrida por huracanes
Tú en una esquina del planeta
Yo en la otra
Una pradera estéril
Separaba los reflejos
Dijo el viento:
‒Levántate y camina‒
Tú también escuchaste
Y mis pies marcaron el polvo
Y mis curvas
Colmaron el oasis
Y él
El viento
Se llevó mi aroma
Y él
El viento
Regresó con tu perfume
Y el infinito no fue suficiente
La distancia caminó a su derrota
David C. Róbinson O.
En un abrazo conocí
La fuente de tus efluvios
Al llamado de tu caricia
Mis senos florecieron
Y de ellos
Leche y miel
Maná y suspiros
Brotó el cielo
Nació el sol
La canción atrevida
Cariño tú eres mi amante
Nada me falta
En suaves camas
Con mucha querencia
Devoción
Y firmeza
Me haces retozar
Y donde brota un beso
Tantas veces tímido
Tu lengua osada se sumerge
Acaricias hasta el rapto mi cuerpo
Así el final de mis tribulaciones
Y por el camino de la piel
La tuya
La mía
La nuestra
Me diriges
Y con amor me tomas
Aunque pase por noches muy frías
No temeré al abandono
Aunque te hayas alejado
Espero tu regreso
Porque tú estás conmigo
David C. Róbinson O.
Tus brazos y manos me protegen
Y tu pecho entibia mi descanso
Libre de afanes
Sirves en mi lecho
Perfumas mis senos
Con tus sudores
Y cada noche rebosas mi cáliz
Tu ternura me acompaña
Y mientras dure mi vida
Tú serás mi remanso
La canción atrevida
Dios te salve piel
Dueña de todos los placeres
Llena eres de sensaciones
El deseo
Señor de sinfonías
Es contigo
Bendita cada noche eres
De aromas y explosiones
Bendito es tu fruto
Libre de arrepentimientos
Al amanecer
Santa piel
Madre de los encuentros
Juega con nosotras
Las expulsadas del Edén
Las que un mediodía
Ofrendamos incienso y mirra
Al desenfreno
Juega con nosotras
Ahora y en la hora
Del orgasmo
Amén
David C. Róbinson O.
El amor te salve
Rey y padre de lujurias
Virilidad y certeza nuestra
¡A ti clamamos las desterradas hijas de Eva!
Procurador de cumbres
Vuelve a nosotras tu hombría
Y estalla en nuestros vientres
¡Oh ébano insigne!
Acaricia nuestros valles golosos
Y haznos dignas de alcanzar las promesas
De la pasión y el deseo
La canción atrevida
Niño mío
Que eres mi cielo
Santificadas sean tus caricias
Las de tus manos
Tu nariz y mejillas
Las del caminar de tu lengua
Sobre el prado de mi cuerpo
Hazme hoy el amor de cada día
No seas prudente
Ni comedido
Arriésgate en las caricias
Descubre el oasis
Y siémbrame de gladiolos
Mitiga mis deseos
Así como yo ahogo tu fuego
Destella en mi penumbra
Y no me dejes caer en la tentación
Mojigata
Cobarde
De amanecer cada día
Llena de telarañas
Líbrame del pudor
Así sea por las noches
David C. Róbinson O.
Y también por los días
Niño mío
Tú eres mi cielo
No te tiemblan los labios
No te asalta la torpeza
Siempre colmas mi valle
Siempre borras mis pequeñeces
Niño mío
Tú sí eres
Mi cielo
La canción atrevida
Si yo hablara todas las lenguas
Y faltaran tus dedos bajo mi túnica
Mi valle no sería más que bronce frío que se queja
Si tuviera el don de la profecía
Y adivinara el día de tu ausencia
Me convertiría en una matrona triste
Si entregase mi cuerpo a otros brazos
Y buscara olvidar los tuyos
Mi piel
Lo lamentaría
David C. Róbinson O.
Acudíamos con persistencia
A compartir el arte de las caricias
A la convivencia de dos cuerpos
A la fracción de mi cintura
Y a las plegarias de tu cadera
Todas las paredes estaban asombradas
Con la multiplicación de los prodigios
Y las bendiciones del sudor
Vivíamos en un abrazo
Y compartíamos los alientos
Tú me dabas de tu pan
Yo te ofrecía de mi vino
Alabábamos al amor
Al deseo
A la pasión
Y sobre todo
Gritábamos aleluya
Por cada exquisito temblor
Por cada plenitud alcanzada
La canción atrevida
Celebra toda mi piel
La habilidad de tus manos
Y mi vientre se alegra
En tu acierto bienhechor
Quisiste mirar mis abandonos
Y por mí los alejaste
De aquí en adelante
Todas cantarán lo feliz que soy
En verdad
Hiciste grandes cosas por mí
Tu brazo fue héroe
Y arruinó a los soberbios
Y sació mis apetencias
¡Nunca más precipitados encuentros!
Esa fue la promesa
Y tú me la cumpliste
David C. Róbinson O.
Creo en ti Deseo
Padre todo poderoso
Creador del éxtasis
El rapto
Y los trasnochados amaneceres
En los brazos de mi hombre
Creo en tu hija
La Pasión
Resucitada
En cada encuentro
Donde los poros son vaciados
Humedecidos los vellos
Y los sexos
Fallecen abrazados
Abrasados
Creo en tu aliento engendrador
Quien hizo carne del Verbo
En Epifanía de hormonas
Creo en el ángel que roza con sus alas
Las paredes de mi vientre
La canción atrevida
Beso a beso
Él inventa mis labios
Caricia a caricia
Descubre mis locuras
Nube a nube
Me trae el cielo
Creo en la santa institución
De la Oportunidad
En el perdón
De los deslices
Y en que es mejor
Equivocarse
Que lamentar
Por no atreverse
David C. Róbinson O.
Gloria al amor
Al deseo
Y a la santa pasión
Como era al inicio de la noche
Ahora y en la hora
De nuestra madrugada
Amén
La canción atrevida
«Recordaremos tus caricias,
Que son mejores que el vino»
Cantar de los Cantares
Bienaventuradas
Las pobres de escrúpulos
Porque ellas regresarán al cielo
Bienaventuradas
Las que lloran al punto del éxtasis
Porque a ellas vendrá el arrobamiento
Bienaventuradas
Las que aspiran el cálido aliento
Porque ellas cumplirán sus anhelos
Bienaventuradas
Las favoritas de la piel
Porque ellas verán la cara del placer
Bienaventuradas
Las que viven para las caricias
Porque ellas se atreverán a vivir
Bienaventuradas
Las que no disfrazan el deseo
Porque a ellas no les temblará la mirada
Bienaventuradas
Las cazadoras de jaguares
Porque ellas no tendrán frío esta noche
La canción atrevida
Bienaventuradas
Las que simpatizan con las vigas
Porque ellas no sentirán el vacío
Bienaventuradas
Las pacientes en la cama
Porque ellas conocerán de caricias
Bienaventuradas
Las que tienen hambre de pasiones
Porque ellas serán saciadas
Bienaventuradas
Las que se entregan
Porque ellas serán recibidas
Bienaventuradas
Las de cuerpos insurrectos
Porque ellas los verán conquistados
Bienaventuradas
Las esforzadas en amoríos
Porque ellas serán coronadas
Bienaventuradas
Las que son fuego entre las sábanas
Porque ellas son luz en la noche
David C. Róbinson O.
Bienaventuradas
Las perseguidas por desinhibidas
Porque de ellas es el delicioso reino
Bienaventuradas
Las ofensoras del que dirán
Porque ellas cambiarán el cielo por la tierra
Bienaventuradas
Las asesinas de virilidades
Porque ellas recibirán el premio
Bienaventuradas
Las que sin jurar desatan el furor
Porque ellas serán las vencedoras
Bienaventuradas
Las que hacen brillar la luna
Porque ellas serán sus dueñas
Bienaventuradas
Las que cierran los ojos
Porque ellas abrirán sus valles
Bienaventuradas
Las que no preguntan
Porque ellas recibirán todas las respuestas
La canción atrevida
Bienaventuradas
Las que confían en el instinto
Porque ellas saben dónde están sus riquezas
Bienaventuradas
Las que no ayunan
Porque ellas serán purificadas
Bienaventuradas
Las despreocupadas por el color de sus ropas
Porque ellas se desnudarán muy rápido
Bienaventuradas
Las que no claman perdón
Porque ellas conocerán el jubileo
Bienaventuradas
Las que sonríen a mitad de un temblor
Porque ellas lo gozarán de principio a fin
Bienaventuradas
Las que calman tempestades
Porque ellas serán huracanes
Bienaventuradas
Felices
Dichosas
David C. Róbinson O.
Las que tienen las cimas
Los senos
Las simas
A punto de estallar
Porque ellas
Ya están en el cielo
La canción atrevida