La Caída de Mujer Del Cielo

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La caída de Mujer del Cielo Mucho antes de que el mundo fuera creado, había una isla en el cielo habitada por una raza celestial. Un día, una mujer embarazada cayó por el agujero de un árbol desarraigado y comenzó a precipitar mientras el tiempo parecía infinito. Al salir de las tinieblas vio el océano debajo de sí. Todo estaba cubierto por aguas profundas, los pájaros llenaban el aire y monstruos terribles vivían en los abismos. Los patos vieron a la mujer caer del cielo y enseguida se reunieron. "¿Cómo podemos evitar que caiga en el agua?" se preguntaron. Después de haberlo discutido, decidieron al menos frenar su caída. Cada pato abrió sus alas hasta tocarlas con otras y unidos de este modo depositaron con cuidado a la bella mujer sobre la superficie del océano. Entonces los monstruos de los abismos se reunieron, para decidir como proteger ese ser maravilloso y no dejar que se ahogue. Resolvieron que sólo la Tortuga Gigante era lo suficientemente grande como para sostener su peso. La Tortuga se ofreció de buena gana y los castores colocaron barro sobre su caparazón para hacerlo más blando. La mujer fue posada dulcemente sobre el dorso de la Tortuga, que empezó a crecer hasta convertirse en una gran isla. Pasaron los días, Mujer del Cielo alumbró dos hermanos gemelos. Gemelo Derecho creó todas las cosas buenas en la tierra, hizo crecer el maíz, los frutos y el tabaco. Gemelo Izquierdo creó las malezas, gusanos y cucarachas, y todas las criaturas que dañan a los animales y los pájaros. Durante todo este tiempo la Tortuga Gigante siguió creciendo y así el mundo se hizo cada vez más grande. A veces la Tortuga se movía y provocaba un terremoto. Cuando pasaron muchos años, Gemelo Derecho decidió crear a los hombres y como quería que estos superaran en belleza, fuerza y valor a todas las demás criaturas, extrajo seis parejas de las bases de la isla, donde hasta entonces habían vivido como topos.

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Manituana

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La caída de Mujer del CieloMucho antes de que el mundo fuera creado, había una isla en el cielo habitada por una raza celestial. Un día, una mujer embarazada cayó por el agujero de un árbol desarraigado y comenzó a precipitar mientras el tiempo parecía infinito.Al salir de las tinieblas vio el océano debajo de sí. Todo estaba cubierto por aguas profundas, los pájaros llenaban el aire y monstruos terribles vivían en los abismos.

Los patos vieron a la mujer caer del cielo y enseguida se reunieron."¿Cómo podemos evitar que caiga en el agua?" se preguntaron. Después de haberlo discutido, decidieron al menos frenar su caída. Cada pato abrió sus alas hasta tocarlas con otras y unidos de este modo depositaron con cuidado a la bella mujer sobre la superficie del océano.

Entonces los monstruos de los abismos se reunieron, para decidir como proteger ese ser maravilloso y no dejar que se ahogue. Resolvieron que sólo la Tortuga Gigante era lo suficientemente grande como para sostener su peso. La Tortuga se ofreció de buena gana y los castores colocaron barro sobre su caparazón para hacerlo más blando. La mujer fue posada dulcemente sobre el dorso de la Tortuga, que empezó a crecer hasta convertirse en una gran isla.

Pasaron los días, Mujer del Cielo alumbró dos hermanos gemelos. Gemelo Derecho creó todas las cosas buenas en la tierra, hizo crecer el maíz, los frutos y el tabaco. Gemelo Izquierdo creó las malezas, gusanos y cucarachas, y todas las criaturas que dañan a los animales y los pájaros.

Durante todo este tiempo la Tortuga Gigante siguió creciendo y así el mundo se hizo cada vez más grande. A veces la Tortuga se movía y provocaba un terremoto.Cuando pasaron muchos años, Gemelo Derecho decidió crear a los hombres y como quería que estos superaran en belleza, fuerza y valor a todas las demás criaturas, extrajo seis parejas de las bases de la isla, donde hasta entonces habían vivido como topos.

La primera pareja fue colocada cerca de un gran río, que ahora se conoce como Mohawk, y por esto a sus descendientes se les llama con este nombre. A la segunda pareja se les ordenó construirse una casa a lado de una gran roca, y a sus descendientes se les llama Oneida. La tercera pareja fue dejada sobre una colina y siempre han sido llamados Onondaga. La cuarta pareja dieron origen a los Cayuga, y la quinta a los Seneca.

La sexta pareja fue guiada por el río Roanoke hasta lo que hoy es Carolina del Norte, y allí dieron origen a los Tuscarora. Ellos dicen que es allí donde el Regente del Cielo construyó su casa, cuando enseñaba a su gente muchas técnicas y conocimientos útiles. Pero cada una de las otras cinco naciones diría que es con ellas que el Regente del Cielo construyó su morada en la Tierra.

Con el pasar de los años, muchas familias iroquesas se dispersaron hasta la actual Pensilvania, la Gran Llanura Central y Canadá meridional.Algunos se establecieron donde los osos eran las principales presas de caza, y por esto han sido llamados Clan del Oso. Otros vivían donde había castores en abundancia. Por ello han sido llamados Clan del Castor. Por motivos similares recibieron su nombre los

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Clanes del Lobo, del Ciervo, de la Becada y de la Tortuga.

Hacia el 1140, los Mohawk, Oneida, Onondaga, Seneca y Cayuga se unieron para formar la Liga de las Cinco Naciones iroquesas, en el actual estado de Nueva York.En 1715, los Tuscarora, procedentes del sur, fueron aceptados como la sexta nación de la Liga.

07 febrero 2007

La primera pareja fue colocada cerca de un gran río, que ahora se conoce como Mohawk, y por esto a sus descendientes se les llama con este nombre. A la segunda pareja se les ordenó construirse una casa a lado de una gran roca...

El pequeño viajeroCon las primeras luces del alba, el pequeño viajero desembarcó junto con la tripulación del Queen Ann, procedente de Bombay. Un bote llevó a los hombres hasta las dársenas. El pequeño eligió como compañero a Jim Welch, y junto a él fueron los primeros en apearse en tierra firme. Jim lanzó un irreverente bostezo frente a la capital y estiró sus brazos. Desde el día anterior se sentía cansado, le dolía la cabeza, la boca pastosa. Se encaminó hacia la taberna más cercana con su pequeño acompañante y pidió una botella, que llevó al primer piso, hasta la tina con agua caliente. Salió limpio y tan borracho como para no darse cuenta de las pequeñas manchas rojas que le habían aparecido en la piel. Por la tarde buscó una ramera al alcance de su bolsillo y presuroso se metió en un callejón, luego dentro de ella. La muchacha se llamaba Mary Stone, tenía dieciocho años y había emigrado desde el norte a la capital en busca de fortuna. Aguardó paciente a que Jim concluyera, después se bajó la falda y embolsó el dinero. El pequeño quedó encantado por su calidez y se le pegó como un hermano. A la semana se les vino encima el imponente maestre de raciones del Seagull, un barco mercantil que partía hacia Boston. Mary, de espaldas a la pared, aguantaba los embates de la bestia intentando no golpearse la cabeza. Para Dick Malloy, el mes y medio de alta mar y castidad que le esperaba bien valían esa última clavada. Para Mary era dinero fácil a pesar de los mareos que la afligían desde el día anterior. Para el pequeño, era la oportunidad para que lo llevasen a América.Las manchas en las amplias espaldas de Dick, y sobre su cara rubicunda, aparecieron en medio del Atlántico. Consiguió ocultar la fiebre y los vómitos hasta que atracaron en Boston, para evitar que el barco fuera puesto en cuarentena. Junto al pequeño amigo acabó jugándose la paga en una tasca de poca monta, contra un sargento de fortuna descomunal. El marinero y el soldado bebieron de la misma botella durante toda la tarde. Un par de semanas más tarde el pequeño se dirigía hacia Québec, junto al sargento Blackwell, apremiado por un fuerte dolor de cabeza hacía lo correcto con una

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base errada: maldecir el ron.En Québec, el sargento compró un abrigo de piel de castor para combatir los escalofríos que lo aquejaban, ahuyentando el fantasma de una fiebre peligrosa. El vendedor era un mercader de San Lorenzo, que se pasaba todo el año iba de aquí para allá por el río. Aparte del dinero, Blackwell dio al peletero su manta de buena lana inglesa, sin darse cuenta que el pequeño estaba escondido en su interior. El mercader volvió a partir rumbo al sur en un barco de línea y llegó hasta el lago Ontario, después a Oswego, en la otra orilla. En el mayor centro de intercambios al oeste de la costa, el señor Monroe -que así llamaba el mercader- compró abrigos de piel a los cazadores Onondaga, a cambio de ron y mantas. Incluida la del sargento Blackwell, que fue a parar a las manos de Perro Negro, el cual a su vez la trocó por un cuchillo. La manta acabó arropando a un recién nacido en un pueblo cerca del Lago Oneida. El niño se cubrió de pústulas y al cabo de un par de semanas murió. A esa altura del viaje, el pequeño viajero, mundialmente conocido con el nombre de Viruela Mayor, estaba bastante crecidito y listo para probar fortuna en el Nuevo Mundo, como cualquier otro colono. Su viaje apenas había comenzado.

05 febrero 2007

El Demonio- Como decía el ilustre reverendo Increase Mather, que el Señor lo tenga en gloria: “Las bebidas son grandes creaciones de Dios, y tienen que ser acogidas con gratitud, sin embargo el abuso de las mismas proviene de Satanás. El vino y los licores son dones de Dios, ¡pero el borrachín es obra de Satanás!”El predicador estaba vestido de negro, como siempre, y hablaba con su habitual tono estridente. Terminaba cada frase con una especie de aullido, parecido al quejido de un perro que se le pisa la cola. Por eso algunos, irónicamente, le decían “Farm Dog”. Mucho más fácil para recordar que su verdadero nombre: era el destino del pastor Athanasius Westbourne, desde que era un muchacho.- Resguardaos del Demonio que se introduce a escondidas en el ron para haceros desfallecer. Bebed con moderación, ¡para que Satanás no acabe por chapotearos en el estómago!Pocos lo escuchaban. La borrachera era lo habitual en la zona del puerto, y nadie lo consideraba un problema grave. El ron, ¡acabáramos! Se decía que en las colonias cada súbdito bebía tres galones anuales. Incluso los abstemios: había quienes bebían su parte por ellos y también más.De todos modos, el verdadero motivo por el cual la prédica chocaba con oídos sordos era que en Boston, en ese momento, existían otras preocupaciones.- Que el ron de nuestras destilerías, orgullo de la colonia de Massachussetts, ¡no se convierta en vehículo de impiedades! Que la caña de azúcar de Barbados y las Vírgenes no se convierta...- Oye viejo, ¿de qué hablas? - gritó un joven robusto - Caña de azúcar, Barbados, Islas Vírgenes... ¿No sabes que han bloqueado el puerto? Lo ha decidido el Parlamento.

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Aquí, en Boston, de ahora en adelante, ¿de dónde sacas melaza para hacer ron?!!- Es cierto, -interviene otro- dentro de poco beberemos sólo alcohol de patatas.- Mientras haya patatas -remató el tercero.- ¡Pero si las patatas no vienen de Barbados, y tampoco el centeno! La Marina cerró el puerto, pero no el Neck.- Sí, pero el whisky o el aguardiente tendrás que hacerlos en tu casa. Sin melaza, las destilerías cierran.- Tienes razón, es el ron lo que las mantiene abiertas.- ¡Y qué ron! Lo exportamos a las trece colonias. Para relamerse.- Delroy, ¡jodido beodo! Tú no cuentas: ¡me lamerías los trece pelos que tengo en el culo si te dijera que me lo lavo con grog!Por un instante, groserías y risas diluyeron las preocupaciones. La noticia recién había llegado a Londres, por eso “Farm Dog” no sabía nada. Claro, la arenga ya era irrelevante: ante semejante decreto, los problemas de borrachera pasaban a un segundo plano, lugar que siempre ocuparon.El Boston Port Act era la respuesta al Tea Party de pocos meses atrás. Acto de heroica rebelión según algunos, intolerancia camuflada para otros, la acción de los Hijos de la Libertad - para colmo ataviados como indios - había fastidiado bastante al Parlamento y a la Compañía de las Indias. ¿Qué pretendían esos fanáticos? Arrojar al mar una carga de buen té era un desafío inaudito. Entonces, bloqueo total del comercio, hasta que la ciudad no haya resarcido al Erario y a la Compañía por los daños.- ¡Siempre he dicho que las cosas acabarían así! ¡Caterva de insensatos!- Cállate, esclavo, por lo menos los Hijos de la Libertad han hecho algo. Siempre os lamentáis por los gravámenes, ¡y después muy cruzados de brazos!- Oíd, ha hablado la voz de la protesta. ¡Que tú ni siquiera estabas en la ciudad en diciembre!- Pues para mí, los impuestos son injustos, pero es necesario encontrar soluciones más adecuadas porque...Para ser justos con la concurrencia, ha de decirse que esa mañana no se llegó a mayores. Era un agradable día de inicios de mayo, el cielo era de un azul inédito tras un invierno y un abril lluvioso. Corría el año 1774, el acta del Parlamento era realmente intolerable (y así le decían en las casas y en las calles) pero sin dudas se encontraría una solución. Respecto al futuro no valía la pena hacerse mala sangre. Y así los presentes, incluyendo al predicador, fueron a la taberna más cercana, para reconfortarse con ese licor aromático y dulzón, fermentado con melaza o zumo de caña, procedente del Caribe y destilado en alambiques donde a veces, a la chita callando, se introducía el Demonio.¡Salud!

05 febrero 2007