La Bula de la Santa Cruzada lun remedio para sanar el alma?

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num, 41, mayo-agosto 1998 139 1 Le Goff, Baja, 1974 p. 131; Weckmann, Herencia, 1984, vol. 1, p. 21. Con. la expedici6n de este docu- mento, adernas de tener un contin- gente militar asegurado, la Iglesia no s6lo avalaba la intervenci6n de sus participantes en la defensa .de la eris- tiandad, sino que. les concedia nada menos que el perdon de sus pecados, par tal motivo numerosos homicidas, perjuros, adulteros, raptores y otros grandes malhechores se ponian gus- tosos al servicio de dicha causa es- perando encontrar, en esas luchas, el Secuencia, nueva epoca L a Bula de la Santa Cruzada, que se constituyo, desde sus orige- nesmedievales, como un valio- so instrumento para salvar el alma, era un documento apost6lico por el cual el Sumo Pontifice, maxima auto- ridad del mundo cristiano, otorgaba, par el termlno de un afio, diferentes Indulgenclas ·a quienes participaran en la guerra 'contra los lnfleles, ya fue- ra personalmente, costeando -Ia parti- cipaci6n de otro, o ayudando con al- · guna limosna a cubrir las cuantiosos gastos que generaron las dos guerras consideradas santas: las Cruzadas y la Reconquista espafi.ola.1 En este artfculo se estudia el papel que jug6,. en la sociedad virreinai, IaBula de la Santa Cruzada de 1578 a 1821, no solo. cqmo una de las practicas preparatorias para la muerte, sino coma el instrumento que manej6 la Iglesia de la Contrarreforma para propagar las distintas creencias y practicas religiosas avaladas por el Concilio de Trento. Ma. Concepcion Lugo Olin DIRECCION DE Esrumos HISTORICOS-INAH La Bula de la Santa Cruzada ... lun remedio para sanar el alma? Secuencia (1998), 41, mayo-agosto, 139-148 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i41.617

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num, 41, mayo-agosto 1998 139

1 Le Goff, Baja, 1974 p. 131; Weckmann, Herencia, 1984, vol. 1, p. 21.

Con. la expedici6n de este docu- mento, adernas de tener un contin- gente militar asegurado, la Iglesia no s6lo avalaba la intervenci6n de sus participantes en la defensa .de la eris- tiandad, sino que. les concedia nada menos que el perdon de sus pecados, par tal motivo numerosos homicidas, perjuros, adulteros, raptores y otros grandes malhechores se ponian gus- tosos al servicio de dicha causa es- perando encontrar, en esas luchas, el

Secuencia, nueva epoca

L a Bula de la Santa Cruzada, que se constituyo, desde sus orige- nesmedievales, como un valio-

so instrumento para salvar el alma, era un documento apost6lico por el cual el Sumo Pontifice, maxima auto- ridad del mundo cristiano, otorgaba, par el termlno de un afio, diferentes Indulgenclas ·a quienes participaran en la guerra 'contra los lnfleles, ya fue- ra personalmente, costeando -Ia parti- cipaci6n de otro, o ayudando con al- · guna limosna a cubrir las cuantiosos gastos que generaron las dos guerras consideradas santas: las Cruzadas y la Reconquista espafi.ola.1

En este artfculo se estudia el papel que jug6,. en la sociedad virreinai, IaBula de la Santa Cruzada de 1578 a 1821, no

solo. cqmo una de las practicas preparatorias para la muerte, sino coma el instrumento que manej6 la Iglesia de la Contrarreforma para propagar las distintas creencias y practicas religiosas avaladas por el Concilio de Trento.

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4 Venegas, Agonfa, 1565, f. CVIII; Carrillo, Explicaci6n, 1602, pp. 2-3; Crasser, Dulce, 1788.

s En Ios fondos conventuales de nuestro pals se localizan numerosos manuales sabre la Explicaci6n de la Bula a Llaves del Reino de los Cielos como tambien se las conoda. Unas son importados, en tanto que otros son novohis- " panos, pero todos fueron redactados invaria- blemen te por religiosos, La publicaci6n de dichos manuales que bien podrfan constituir verdaderos catalogos, corrio paralela a Los afios de la vigencia de la Bula: 1573-1821. En ellos se pueden distinguir tres partes fund amen- tales. Una de caracter introductorio que con- siste en la historia del documento desde sus orfgenes hasta la autorizaci6n de su venta en el nuevo mundo. Otra secci6n dogmatica que se encargaba de informar a los fieles sobre la fina- lid ad, funcionamiento y beneficios de la Bula; en la ultirna parte se los orientaba sabre las practicas que debian ejecitar para obtener esos beneficios, asf coma el d6nde, el cuando y el c6mo realizarlas.

6 Mansutti, Catdlogo, 1979, p. m.

tar la Jerusalen Celestial mediante la salvaci6n de sus almas. 4

La venta par la Iglesia de este Im- portante instrumento de perd6n, se llevaba a cabo, en Nueva Espafia, cada dos afios. Un religioso con el cargo de comisario de Cruzada, apoyado en unos manuales conocidos coma Ex- plicaci6n de la Bula de la Santa Cru- zada" informaba a la feligresia sabre el funcionamiento, el sentido y las al- cances del documento, al tiempo que exaltaba sus invaluables beneficios en media de una solemne y ostentosa ceremonia organizada con el delibe- rado prop6sito de deslumbrar a las vasallos novohispanos y asegurar la venta.6 .

Las dispensas concedidas par la Bula pronto se difundieron par todas las parroqulas y curatos del virreinato

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z Le Goff, Baja, p. 126. 3 Weckmann, Herencia, vol. 1, p. 385.

media adecuado de alcanzar el "Reino de las Cielos". 2

De esta forma, a la predica de la primera Cruzada, hecha par Urbano II en 1096, siguieron otras mas hasta introducirse la hula en Espana, hacia las siglos XII-XIII, cuando el papa con- cedlo a las Reyes Cat6licos el derecho de expedir la bula para ayudarse en la lucha contra las moros. Una vez fini- quitadas estas campafias con la victo- ria cristiana, las monarcas europeos seguirian gozando de este beneficio y destinando las fondos a costear las guerras contra las turcos y otros pue- blos considerados, par las cristianos, coma infieles. Mas tarde, entre 1573 y 1578, el pontiflce Gregorio XIII exten- derfa el privilegio de la Bula al nuevo mundo, cuya conquista cerraria la era medieval con el inicio del Renaci- mtento.!

Desde su introducci6n en Nueva Espana, las bulas se considerarian ins- trumentos coadyuvantes al bien morlr, y sedan destinados, en su conjunto, a conservar la salud del alma, y a ayudar a las fieles a mantener su vida pura al liberarlos del pecado, asl coma al ser- vicio y a la union con Dias mediante el fomento de la fe y el ejercicio de diversas obras pias. Se encaminaban, asimismo, a fortalecer el espirltu y a prepararlo para entablar otra lucha, tanto 0 mas desigual que aquellas guerras santas, en contra de las mor- tales enemigos de la gracia, coma eran el pecado y la tentacion. Con el triunfo en este combate, las fieles lo- grarian veneer a la muerte y conquls-

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8 Salazar, Llave, 1738, pp. 10-11.

las criticadistmas indulgencias. Sirvi6, al mismo tiempo, como un media pa- ra fundamentar creencias tales coma la existencia del purgatorio y [ustl- ficar el ejercicio de diversas practicas religiosas igualmente atacadas, coma las devociones marianas, la devoci6n a los Santos y martires de la fe, la re- cepci6n de las sacramentos de la con- fesi6n, de la comuni6n y de la extre- maunci6n, asi coma la asistencia a mlsa, practicas sin las cuales, a la Igle- sia le resultaba imposible ejercer sus privilegios. 8

La importancia de ejercitar estas practicas radicaba, segiin la Iglesia, en que eran las armas con que la Santa Madre Iglesia dotaba a sus hijos para fortalecer SU espiritu, y no solo para combatir sino tambien para veneer al pecado y, asi, evitar la muerte del alma o condenaci6n eterna.

De esta manera las devociones marianas garantizaban la presencia de la Virgen Maria. en el mom en to de la muerte de sus hijos que se iban a sal- var; mientras que la veneraci6n a los santos y martires de la fe aseguraba la salvaci6n en tanto que, esos seres en gracia, adernas de ser eficientes inter- cesores entre el hombre y la divini- dad, eran la representaclon misma de la victoria contra el pecado y la came: par ello, su ejernplo serviria para ale- jar a los fieles del mal, al tiempo que sedan modelo y guia en la prepara- ci6n para la muerte.

La confesi6n es el sacramento por media del cual Cristo limpia con su sangre ·las almas; el de la comuni6n

LA 8ULADE LA SANTA CRUZADA ...

7 Carreno, Cedulario, 1947, pp. 287, 358, 362, 461, 462, 515; Recopilacion, 1973, vol. 1, libro 1, titulo xx, pp. 103~104. Vease tambien AGN, ramo de Bulas y Santa Cruzada, afios 1647, 1669, 1743, 1771,· 1789, 1793 y 1805; Fonte, "Decreto", en La Abeja Poblana, t. II, num. 4, 17 de diciembre de 1821.

· para llegar, en el siglo XVIII, hasta las pueblos de indios. Su demanda co- rri6 paralela a la de esos dificiles sl- glos coloniales en los que numerosas calamidades provocadas por la peste, el hambre y la guerra, hicieron de la muerte un hecho constante, cotidia- no y presente. Mas tarde, durante el barroco, por las caracterlstlcas pro- pias de la epoca, esta venta de per- d6n akanz6 un auge inusitado, pues en ese tiempo la muerte se convirti6 en una verdadera obsesi6n que nor- m6 la vida de esa sociedad sacralizada de entonces, para desaparecer por completo con la su presi6n de la Bula en 1821, en las albores del Mexico independiente. 7

Con esta valiosa Have que abriria el mismismo Reino de las Cielos, y sin la cual ninguna indulgencia tenia va- Iidez, la Iglesia Cat6lica de la Contra- rreforma no solo pudo reunir cuan- tiosas sumas para la propagaci6n de la fe, sino que tuvo tambien en sus manos una poderosa arma que habil- mente supo manejar para promover, defender y justificar diversas normas y creencias confirmadas en el Con- cilio Ecumenico de . Trento y, de ma- nera especial, aquellas que eran seve- ramente atacadas por los reformado- res protestantes.

La Bula constitufa en si misma un reconocimiento directo a la autoridad del pontifice y una defensa tenaz de

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11 Calzada, Tratado, 1838, vol. 1, pp. 3-4. 12 lbid.

lado de los justos y gozando de vida eterna, era la poseedora de un ina- gotable tesoro de perd6n; este estaba compuesto par las merltos y sacrifi- cios de los seres en gracia, cuyas abun- dantes obras, al ser ofrecidas par el bien cormin de la Iglesia, habian al- canzado para pagar las deudas de todos los fieles vivas y difuntos; por ello, estas representaban el mariantial que surtia a esa, no menos inagotable fuente de indulgencias, que era la Bula de la Santa Cruzada. 11

La tarea de la Iglesia Militante, com- puesta par los fieles de la tierra, era la de luchar, desde este Valle de Lagri- mas, y con el auxilio de estos meritos, par la salvaci6n de sus propias almas; y al mismo tiempo, ayudar, mediante el ejercicio de las buenas obras, a dis- minu ir las penas de aquellas otras almas del purgatorio que integraban la Iglesia Purgante, almas que, una vez liberadas y en serial de gratitud, inter- cederian ante Dias a su llegada a la jerusalen Celestial para lograr el. per- d6n de los pecadores pertenecientes a la Iglesia Militante.12

Este trabajo, unido a la inmensidad de aquel tesoro de indulgencfa.s, ser- vian para fundamentar el caracter universal de la Bula, cuyos beneficios podrian alcanzar tanto hombres co- ma mujeres, nobles y plebeyos, 'reli- giosos o laicos ya fueran vivas o fieles difuntos, entre las que existieron, sin lugar a dudas, numerosos pecadores necesitados de su ayuda.

Con el fin de obtener mayores ga- nancias en la venta de estas dispensas

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9Crasset,Dulce, 1788, pp. 221~240. 10Guijarro,Buen, 1792, vol. 2, p. 3.

da vida porque Cristo prometio vida eterna a aquel que tomara su cuerpo y bebiera su sangre. La extremaunci6n ocupa un lugar especial par ser el ultimo sacramento con que la Santa Madre Iglesia ayudaba a sus hijos a librar el combate de la agonia par media de Ia bendici6n de boca, oidos, nariz, manos y pies, partes del cuerpo consideradas coma las puertas de entrada del pecado; y par ultimo, asis- tir a misa equivalia a presenciar _la re- presentacion. de la muerte del hijo de Dias, pues no podia morir en pecado el ser humano par quien el Seiior habia ofrecido tantas veces su vida.9

No menos importantes eran el ayuno, porque representaba el castl- go corporal; y la limosna con la que, ademas de ayudar en la lucha contra las infieles, se daba cumpltmlento a una obra de misericordia. Contaba tambien la visita a cinco altares par simbolizar estos las cinco llagas del cuerpo de Cristo con que el Seiior habia redimido las pecados cometi- dos por las hombres a traves de sus cinco sentidos y, por ultimo, la ora- ci6n ofrecida par el trlunfo del crts- tianismo sabre las infieles. 10

La explicaci6n de la Bula descansa- ba en el dogma de la Comuni6n de los Santos, mismo que partia de la existencia de una sola Iglesia, la cual, a semejanza de un cuerpo, contaba con distintos miembros que, al traba- jar unidos, alcanzarian esa comuni6n. De ·esta -manera, -la .Iglesia Triunfante en que se encontraban Cristo, la Vir- gen y lOS Santos y martlres de la fe, al

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14 Fernandez, Tasaci6n, 1700, 1 hoja, is An6nimo, Explicaci6n, 1978, pp. 5, 33,

37y 38.

costo fluctuaba, en el siglo XVIII,. entre 10 y 20 pesos de oro, atendiendo no a la gravedad de las faltas, sino al estra- to social de los demandantes.14 Una de estas dispensas era la que ampara- ba la Bula de la Cena, asi denominada

. porque se publicaba el Jueves Santo, dia en que se conmemora la ultima cena del Senor con sus disdpulos. Su compra facilitaba la absoluci6n de aquellas culpas, cuyo perd6n, par su gravedad, · era reservado a los severos obispos, a los temldos Inquisldores, o bien al mtsmisirno pontifice. Sin embargo, con esta Bula el pecador podia tamblen acudir a cualquier can- fesor de su canfianza en busca de la anhelada absoluci6n. El dacumento servia asimismo a las justos para reba- jar las penas debidas por sus pecados, mientras que a los excomulgados, quienes por sus faltas eran excluidos del cuerpo de la Iglesia, se les · garanti- zaba con el su restituci6n inmediata a la camunidad de fi.eles.15

En ese tiempo en que la vida y la muerte giraban en torno a la religion ya la salvaci6n del alma, habfa algu- nas culpas que, par su gravedad, se castigaban privando al pecador de la recepcion de las sacramentos de la confesi6n, de la comuni6n y de la ex- tremaunci6n, asi coma de la asisten- cia a misa y del entierro en lugares sagrados, ya que estas practlcas eran -como hemos vista- algunas de las medias que, · supuestamente, los ayu- darfan a. mantener la salud del alma.

LA BULA DE LA SANTA CRUZADA ...

13 De hecho, el requisite de estar en gracia de Dios, en la practica, no era tan indispen- sable, puesto que en las mismos manuales se estipulaba que bastaba solo con pagar la canti- dad determinada. Rodriguez, Explicaci6n, 1594, p. 56; An6nimo, Explicaci6n, 1788, p. 69.

capaces de lavar las peores atroci- dades, exceptuando la herejfa, se divi- dieron en cuatro secciones diferen- tes, mismas que podian adquirirse en su totalidad o bien en partes, depen- diendo de las caracterfsticas y de las culpas de los compradores. Los apre- ciados beneflcios de estos verdaderos seguros de vida eterna estaban cori- tenidos en la Bula de Vivas, la de Lac- tricinios, o de Composici6n, y la Bula de Difuntos. Entre los requisitos in- dispensables para obtener las tres pri- meras, estaba el de hallarse en gracia de Dios, pues sus ventajas eran per- sonales y, por tanto, aplicables so- lamente a la salvaci6n del alma del comprador. Su enorme demanda ra- dicaba en que, mas que indulgencias, otorgaban a sus poseedores una serie de permisos y facilidades negadas a otros para conseguir bienes materiales y obtener dispensas dificiles o _imposi- bles, purificar el alma, negociar una reconciliacion con Dios y preservar a las fieles, desde esta vida, de. las temi- bles y casi infernales penas del purga- torlo.P

En cambio, para adquirir la Bula de Difuntos no era necesario estar en gracia, pues como su objeto era res- catar del purgatorio el. alma de otro, bastaba s6lo con la buena voluntad, amen de pagar la suma convenida.

Multiples eran las indulgencias otorgadas por la Bula de Vivas, cuyo

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17 Palafox, Manual, reimpreso en 1826, p. 91. '

18 An6nimo, Explicaci6n, 1788; Fernandez, Tasacion, 1700.

purgatorio [ ... ] y, si de esta enferme- dad en que estas, Dios, por su miseri- cordia, te Iibrare, seate reservada esta indulgencia para el verdadero articulo de muerte [ ... ] 17

La Bula de Lactricinios se contaba, tamblen, entre esos contradictorios y aun arbitrarios remedios para la salud del alma, cuya venta tenia especial demanda entre las siempre golosos miembros del clero y otros no menos tragones feligreses, quienes pagaban gustosos la suma que, en el siglo xvm, iba de uno a cuatro pesos oro, con tal de poder disfrutar de un buen mime- ro de viandas, deliciosas para el pala- dar y nada contrarias a la salud del cuerpo, coma eran la carne, los hue- vos, la leche y sus derivados, consu- mo que estaba prohibido durante la Cuaresma. El permiso perdia validez en la Semana Mayor, cuando el duelo, el sacrificio, la mortificaci6n de las sentidos y de la carne deblan normar, por esos 'pocos dias, la vida cristiana para recordar dignamente la muerte de Cristo. 18

Por su amplisima demanda entre las numerosos glotones del reino fue, sin lugar a dudas, la Bula de Compo- sici6n la que redituarfa los mayores caudales, tanto a la Iglesia; coma a la corona.

Asimismo, por el pago de una suma que fluctuaba entre los 900 ducados y los 5 000 maravedies, las grandes la- drones, y los tramposos y dernas ali- mafias a quienes se enlistaba en las

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16 Ibid., pp. 37, 47, 69, 79, 88.

El periodo que, transcurria entre el castigo y el perd6n se conoda coma "tiernpo de entredicho", mismo que la Bula tenia el poder de nulificar, de- volviendo esas armas al pecador para que con ellas se incorporara nueva ... mente a luchar par la salud de su alma.

La Bula de Vivas concedia, tarn- bien la disminuci6n y hasta la sus- penst6n de multiples promesas, peni- tencias y votos -exceptuando el de castidad- cuyo rigor o duraci6n difl- cultaba y aun imposibilitaba su cum- plimiento. Como si esto fuera poco, Iosfavores de la Bula se extendlanhas- ta la propia agonia, durante la cual se concedia al moribundo la indulgencia plenaria, es decir, el indulto de to~as sus penas; en este perd6n se resumian todos las favores de la Bula de Vivas, de ahf la importancia de contar con ese fabuloso instrumento en el inevi- table trance de la muerte.16

Un documento en el que consta esa absoluci6n total que garantizaba a sus poseedores el pase directo a la gloria dice a la letra:

[ ... ] Yo te absuelvo de codas las cen- suras de excomuni6n [ J de la sus- pension o entredicho [ ] de todas las censuras y penas en que por cualquier causa hayas incurrido, aunque la abso- luci6n sea reservada a la Santa Sede. [ ... ] te absuelvo de todos tus p~cados, crfmenes y excesos [ ... ] y otorgote indulgencia plenaria y remision cum- plida de todos tus pecados, ahora )'." en cualquier tiernpo confesados, olvida- dos o ignorados y de las penas que por ellos eres obligado a padecer en el

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21 Salazar, Llaue, 1738, p. 10.

que a los comerciantes se les perrnitia adulterar impunemente pesas y medi- das. Estos verdaderos atracos y otros mas se justiflcaban simplemente con. el absurdo y hasta irrisorio ejemplo del Buen Ladr6n, que despues de haber hurtado cuanto pudo, habia sacado en el mismo monte Calvario la Bula de Composici6n y, gracias a ella, ha- bia conseguido el perd6n y logrado llegar directamente a la Gloria.21 •

Del mismo tenor era la Bula de Difuntos. Su inteligente promoci6n se apoyaba en la existencia de dos clases de penas: una eterna con que se paga- rlan en las llamas del infierno los pe- cados · mortales · no confesados y me- nos aun perdonados, y la pena tem- poral a cumplir en el purgatorio, des- de el momento mismo de la muerte corporal hasta el Juicio Final, par las pecados veniales, o bien par aquellos mortal es. ya perdonados en la confe- slon. Esta pena · padfa disminuirse en vida tratando de satisfacer a la justicia divina con ayunos, vigilias, oraciones, limosnas, cilicios, peregrinaciones y otros sacrificios voluntarios; o con obras pias realizadas en cumplimiento de la penitencia estipulada par el con- fesor, pues mas valia una hora de pe- nitencia en esta vida que cien afios de purgatorio en la otra.

Pese a la existencia de estos recur- ses con que las pecadores podian dis- min uir su deuda con Dias, muchos cristianos diflcilmente podian escapar del fuega del purgatorlo. unos par tibieza de espfritu, otros par comodi- dad y algunos mas porque la muerte las alcanzaba sin haber afrecido cum-

LA BULA DE LA SANTA CRUZADA ...

19 An6nimo, F.xplicaci6n, 1788. 20 Rodriguez, Explicaci6n, 1594, pp. 165~

182.

guerras santas, podian dormir con la conciencia tranquila y olvidarse de las ensefianzas de las mismos padres de la Iglesia que, como San Agustin, ase- guraban que "no se perdonaria el pecado sino restituyendo lo ajeno" .19

La Iglesia, coma madre siempre comprensiva e indulgente, se hada de la vista gorda y, mediante este per- miso, autorizaba la posesion de lo mal habido, arguyendo que, entre sus amados hijos, existian algunos que lJ.O podian hacer tal restituci6n: unos por- que no sabian a quien, otros porque no sabian cuanto y los mas porque no podfan devolverlo sin una caida nota- ble de su honra.

Con esta · manga ancha, la Iglesia tambien permitfa a los eclestasticos la usura y la posesi6n de rentas mal ha- bidas; a los abogados, recibir cuantio- sas sumas por defender una causa injusta y a los jueces seculares y ecle- siastlcos, aceptar sin temor la ances- tral "rnordida"; en tanto que a los es- cribanos, notarios, secretarios, alba- ceas y otros rateros similares, los auto- rizaba a recibir monedas de mas, siem- pre y cuando fingieran ser pobres. Las mujeres que no eran publicamente deshonestas, se podfan "componer" asimismo si en alguna ocasi6n habian recibido joyas o dinero de hombres; pero eso si, con la condici6n "moral" de que estos no tuvieran mujer.i"

Las indulgencias alcanzaban tam- bien por esta via a los tramposos vi- nateros, quienes bien podfan vender sin ternor el vino aguado, en tanto

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24 Weckmann, Mercancia, 1984, p. 385; An6nimo, Explicaci6n, 1788, p. 139.

-Anonimo, Bxplicacion de la Bula de la Santa Cruzada que para mayor comodi­ dad de los reoerendos pdrrocos y utili­

Fuentes primarias

BIBUOGRAF1A

vieron precisadas a prevenir a los fie- les sabre la circulaci6n de tales falsos, cuyos beneficios quedaban asi, de antemano, totalmente nulificados, no obstante, los caudales reunidos por concepto de la Bula llegaron a consti- tuir, durante los siglos XVII y xvm, uno de los mas importantes ramos de la Real Hacienda.24

La venta de estos documentos, ba- sada en la existencia de un inagotable tesoro de dispensas; recorrio toda la escala Social por SU caracter universal, solapando y aun fomentando ast, entre los grandes pecadores, toda clase de faltas, como .el robo, la gula, la pereza, la usura, la avaricia y otras mas que se sumaban a la interminable lista de pecados contra los cuales, supuestamente, era preciso luchar. De esta manera, las indulgencias concedi- das por la Bula nos permiten conocer a esa otra Iglesia que, lejos de fomen- tar y orientar la lucha contra el mal que debia caracterizar la vida del eris- tiano, vino a nulificarla y a convertirla en un negocio redondo mediante una facil y lucrativa venta de perdones con el pretexto de preparar a los fieles para la muerte y mantener, a toda cos- ta, la salud del alma.

146

22 Rodriguez, Bxplicacion, 1594, p. 155. 23 Oviedo, Cruz, 1731, p; 18.

. plidamente esa satisfacci6n. De ahi que existieran siempre numerosas al- mas purgando esa pena temporal y siernpre en la ansiosa espera de que algun buen cristiano las librara cuanto antes del fuego purificador.22

Para tal efecto, la Iglesia habfa esta- blecido dos formas de disminuir tal tormento. Una, que podriamos llamar de largo plaza, consistente en el ofre- cimiento por los vivas de diversas obras o sufragios por el descanso de las almas de sus muertos y, la otra, de efectos inmediatos y hasta "garanti- zados", mediante la compra de la Bula de Difuntos, Con esta Bula, Hamada tambien, por sus nobles fines, Bula de la Misericordia, con el pago de tan solo cuatro reales por el alma de un espa- fiol, ode dos si se trataba de un Indto, moreno, espafiol pobre o religioso, la Iglesia, ademas de asegurar el inme- diato rescate del alma, prolongaba, co- ma siempre, las diferencias sociales mas alla de la muerte.23

Con tantas indulgencias como ofrecia la Bula de la Cruzada, pode- mos imaginar que su venta tuvo un exito rotunda, sabre todo si tomamos en cuenta, por un lado, ese ancestral temor a la muerte que ha acornpafia- do al genera humano a lo largo de la historla y, por otro, la habilidad de esa Iglesia negociante y corrupta que rebasaba con creces el ingenio y la pericia de la Banca conternporanea.

Fue . tal la demanda de estos codi- ciados remedios para la salud del al- ma que llegaron incluso a falsificarse, por lo que la Iglesia y la corona se

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-Carrefio, Alberto Marfa, Ceduiarto de. las siglos XVI y XVII. El obispo donfuan de Palafox y Mendoza y el conflicto con ­la Compaiiia de Jesus, Ediciones Victoria, Mexico, 1947.

-Le Goff, Jacques, La baja edad media, Siglo XXI Editores, Mexico, 1974 (Historia Universal Siglo XXI, vol. 11).

-Mansutti Rodriguez, A., Catdlogo de/ ramo de Bu/as y Santa Cruzada, Archive General de la Nacion, Mexico, 1979' (Gufas y Catalogos, 41).

­Recopilacion de leyes de los reinos de Indias, Ediciones Cultura Hispanica, Ma- drid, 1973, 4 vols.

-Weckmann, Luis, La berencia medie­ val en Mexico, El Colegio de Mexico, Me- xico. 19841 2 vols.

Fuentes secundarias

-Rodriguez Lusitano, Manuel, Expli­ cacion de la Bula de la Santa Cruzada y de las ckiusulas de los jubileos y confe­ sionarios que ordinariamente suele con­ ceder Su Santidad, muy prouecbosa para predicadores, curas y confesores, asi como en /os reinos donde no hay Bula, Juan Escalante, Salamanca, 1594.

-Salazar, Juan de, Llave rnaestra para abrir el cielo queen la Santa Bula de la Cruzada discurri6 y predico el dia 1 de diciembre de/anode 1737. En la santa iglesia catedral de Mexico con asistencia de/ ilustrisimo y excelentisirno senor vi­ rrey don Juan Antonio Vizarr6n y Eguia­ rreta, Jose Bernardo de Hogal, ministro e impresor del Real. y Apost6lico Tribunal de la Santa Cruzada en Nueva Espana, Mexico, 1738.

-Venegas, Alejo, Agonia del transito de la rnuerte, con los avisos y consuelos que cerca de el/a son prouecbosos, dirigida a la muy ilustre senora dona Ana. de la Cerda, condesa de Melito, s. e., Alcala de Henares, 1565.

LA BULA DE LA SANTA CRUZADA •••

dad de /os fie/es manda a dar a luz el ilustrisimo senor cornisario general de la . misma Santa Cruzada, Francisco Martin Impresor, Toledo, 1788.

-Calzada, Juan, Tratado de las indul­ gencias en general y .en particular, Im- prenta Fraternal, La Habana, 1838, 2 vols.

-Carrrllo; Martin, Bxplicacion de la Bula de los Difuntos. En la cual trata las pen as y lugar de! purgatorio y c6mo pueden ser ayudadas las dnimas de los difuntos con las oraciones y sufragios de Ios vivos. Dedicada a las benditas dni­ mas de/ purgatorio , Angelo Tavanno, Zaragoza, 1602

-Crasset, Juan, La dulce y santa muer­ te, Imprenta de Gonzalez, Madrid, 1788.

-Fernandez de Cordoba, Gonzalo, Ta­ saci6n ultirna de la limosna que cada persona ha de dar por las bu/as que tomaren de vivos, composicion, difuntos y lactricinios en las Indias Occidentales o en la Nueva Espana, hecha con autori­ dad apostolica por Gonzalo Fernandez de Cordoba, cornisario general de la San­ ta Cruzada, Herederos · del capitan Juan de Villa Real, Puebla de los Angeles, 1700.

-Fonte, Pedro de, "Decreto expedido en Mexico el 28 de noviernbre de 1821 por el arzobispo Pedro de Fonte dispo- niendo se suspenda la publicaci6n de la Bula de la Santa Cruzada debido a la se- paracion de Mexico del Reino de Espana" La Abeja Poblana, vol. II, mim, 4, 1821.

-Guijarro, Francisco, Buen uso de la teo/ogia moral segun la doctrina y es­ piritu de la Iglesia, Benito Monfort, Va- lencia, 1792, 3 vols.

-Oviedo, Juan Antonio de, La cruz lige­ ra y suave para Ios uiuos, lacida y res­ plandeciente para los muertos, .Impresa por Jose Bernardo de Ho gal, Mexico, 1731.

-Palafox y Mendoza, Juan, Manual para la precisa, pronta y facil adminis­ tracion de los sacrarnentos, reimpreso en la oficina del ciudadano Pedro de la Rosa, Puebla, 1826. ·

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