La Bestia Ácida.

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Adyerin Ruda Balderas Taller de Literatura y Periodismo 10 de Noviembre del 2011 LA BESTIA ÁCIDA La sangre café apestaba la habitación. La pequeña Vivieka no dejaba de llorar pero, como de costumbre, lo hacía en silencio y con los puños apretados. Seguía tendida sobre la cama mientras su familia la observaba con admiración. ¡Cómo algo tan terrible podía pasar en ese lugar de ensueño!, en su refugio al norte de un país lejano y ajeno que con esfuerzo lo hicieron suyo en un trozo de tierra hermético y alejado, que sólo les pertenecía a ellos. El padre de la inconsolable criatura estaba enrojecido por la rabia, la impotencia y por la exagerada confianza que ahora consideraba estupidez de no tener rejas, candados o cercas para proteger a su familia. “¿Por qué Dios mío? ¿Por qué permites esto? ¿Por qué dejas que nos pase esto a nosotros a tus hijos fieles quienes a diario honramos tu nombre y palabra?” “Un monstruo, sólo una bestia pudo haber hecho algo así, papá un demonio es lo que tenemos que buscar.” Uran, el hijo mayor, con los dientes rechinando estaba dispuesto, muy a pesar de su pacifismo innato de menonita puro y ario, hacer justicia por su cuenta. Imre, por mucho que deseaba salir a cazar al culpable se quedó quieto mirando a su esposa y a Vivieka llorar. Recogió las sábanas manchadas y salió en busca del líder de la comunidad para atrapar a ese algo o alguien que había entrado a su casa por la madrugada y había violado a su hija sin que ella sintiera al menos un roce. Una violación era más increíble que un milagro. Ni robos ni peleas se daban entre los habitantes menos una violación. La escasa multitud estaba sorprendida pues ningún forastero había puesto pie en las granjas y todos se conocían entre ellos aunque fuera sólo de vista. Llamaron a la policía para que revisara la zona y la casa de los Beringer. Corrales limpios, techos limpios, ventanas limpias, huellas: ninguna, indicios: ninguno. El pueblo dudaba del supuesto violador así que no tomaron precauciones exahustivas excepto Imre y Uran quienes hicieron

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Prácticas de cuento corto.

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Adyerin Ruda BalderasTaller de Literatura y Periodismo10 de Noviembre del 2011

LA BESTIA CIDA

La sangre caf apestaba la habitacin. La pequea Vivieka no dejaba de llorar pero, como de costumbre, lo haca en silencio y con los puos apretados. Segua tendida sobre la cama mientras su familia la observaba con admiracin.Cmo algo tan terrible poda pasar en ese lugar de ensueo!, en su refugio al norte de un pas lejano y ajeno que con esfuerzo lo hicieron suyo en un trozo de tierra hermtico y alejado, que slo les perteneca a ellos. El padre de la inconsolable criatura estaba enrojecido por la rabia, la impotencia y por la exagerada confianza que ahora consideraba estupidez de no tener rejas, candados o cercas para proteger a su familia. Por qu Dios mo? Por qu permites esto? Por qu dejas que nos pase esto a nosotros a tus hijos fieles quienes a diario honramos tu nombre y palabra?Un monstruo, slo una bestia pudo haber hecho algo as, pap un demonio es lo que tenemos que buscar. Uran, el hijo mayor, con los dientes rechinando estaba dispuesto, muy a pesar de su pacifismo innato de menonita puro y ario, hacer justicia por su cuenta.Imre, por mucho que deseaba salir a cazar al culpable se qued quieto mirando a su esposa y a Vivieka llorar. Recogi las sbanas manchadas y sali en busca del lder de la comunidad para atrapar a ese algo o alguien que haba entrado a su casa por la madrugada y haba violado a su hija sin que ella sintiera al menos un roce.Una violacin era ms increble que un milagro. Ni robos ni peleas se daban entre los habitantes menos una violacin. La escasa multitud estaba sorprendida pues ningn forastero haba puesto pie en las granjas y todos se conocan entre ellos aunque fuera slo de vista. Llamaron a la polica para que revisara la zona y la casa de los Beringer. Corrales limpios, techos limpios, ventanas limpias, huellas: ninguna, indicios: ninguno. El pueblo dudaba del supuesto violador as que no tomaron precauciones exahustivas excepto Imre y Uran quienes hicieron guardia en la habitacin de Vivieka. La observaban acostada sobre su pequea cama de madera con sus enormes ojos azules rodeados de un rojo vivaz por el insomnio. Ninguno durmi esa noche. Rubia de todo el pelaje que cubra su piel, la delgada Vivieka en su autismo no pronunciaba palabra alguna por ms que sus padres intentaban sacarle pistas. A la maana siguiente la bestia ya haba atacado a tres familias ms. El miedo llam la atencin de periodistas y polticos que se dieron a la tarea de inventar culpables y sealar sospechosos.Las casas intactas, ni un solo vidrio roto, las vctimas sin un golpe, ni siquiera el semen sobre sus cobijas o su ropa interior. Quizs un fantasma. Quin podra ser tan perfeccionista? Murmuraban las mujeres mientras los policas se dedicaban a encarcelar a cuanto extrao se le ocurra pasar por ah.

Semanas despus por alguna razn el demonio se apacigu. Los das parecieron normales y rutinarios: alimentar animales, sembrar, orar. Incluso la Familia del joven Odell, hermano de una de las tantas infortunadas, dej de cerrar las puertas de las nias con llave. Al ver que las cosas se haban tranquilizado. El delgado muchacho de overol azul saco de debajo de su cama su frasco color mbar.A la maana siguiente la sangre no estaba en las mantas de Vivieka: estaban en sus piernas. Imre no poda comprender por qu, cmo haba regresado la bestia. Se acerc a su hija y entre sollozos y suspiros percibi un tufo cido proveniente de la boca. Cloroformo inhalado en grandes cantidades anestesia el cuerpo sumiendo a la conciencia en un profundo sueo, y deja en la boca un sabor y aliento cidos. La mejor forma de conservar sus propiedades es contenindolo a temperatura ambiente, alejado de la luz y dentro de algn recipiente de vidrio con tonalidad mbar. Odell golpe a su ltima vctima. Tuvo mucho cuidado al abrir la cerradura de la casa para que nadie lo escuchara. Vigil por das que el padre y el hermano de la nia no estuvieran cerca de ella por las noches. Esper a que se confiaran aunque con rejas en las ventanas sera ms complicado entrar. Vivieka no estaba dormida y Odell se vio obligado a forcejear con ella para untarle el trapo en la nariz. No estaba acostumbrado a la violencia y se senta alterado y nervioso como un novato.Imre encontr entre las almohadas un trapo blanco tpico de las tiendas de la comunidad. Menonita que viola a menonita! Nadie lo poda creer.