La Aventura de Un Caso de Identidad

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LA AVENTURA DE UN CASO DE IDENTIDAD Arthur Conan Doyle -Mi querido compañero -dijo Sherlock Holmes estando él y yo sentados a uno y otro lado de la chimenea, en sus habitaciones de Baker Street-, la vida es infinitamente más extraña que todo cuanto la mente del hombre podría inventar. No osaríamos concebir ciertas cosas que resultan verdaderos lugares comunes de la existencia. Si nos fuera posible salir volando por esa ventana agarrados de la mano, revolotear por encima de esta gran ciudad, levantar suavemente los techos, y asomarnos a ver las cosas raras que ocurren, las coincidencias extrañas, los proyectos, los contraproyectos, los asombrosos encadenamientos de circunstancias que laboran a través de las generaciones y desembocando en los resultados más outré, nos resultarían por demás trasnochadas e infructíferas todas las obras de ficción, con sus convencionalismos y con sus conclusiones previstas de antemano. -Pues yo no estoy convencido de ello -le contesté-. Los casos que salen a la luz en los periódicos son, por regla general, bastante sosos y bastante vulgares. En nuestros informes policíacos nos encontramos con el realismo llevado a sus últimos límites, pero, a pesar de ello, el resultado, preciso es confesarlo, no es ni fascinador ni artístico. -Se requiere cierta dosis de selección y de discreción al exhibir un efecto realista -comentó Holmes-. Esto se echa de menos en los informes de la Policía, en los que es más probable ver subrayadas las vulgaridades del magistrado que los detalles que encierran para un observador la esencia vital de todo el asunto. Créame, no hay nada tan antinatural como lo vulgar. Me sonreí, moviendo negativamente la cabeza, y dije: -Comprendo perfectamente que usted piense de esa manera. Sin 1

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SHERLOCK HOLMES

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La aventura de un caso de identidadArthur Conan Doyle

-Mi querido compaero -dijo Sherlock Holmes estando l y yo sentados a uno y otro lado de la chimenea, en sus habitaciones de Baker Street-, la vida es infinitamente ms extraa que todo cuanto la mente del hombre podra inventar. No osaramos concebir ciertas cosas que resultan verdaderos lugares comunes de la existencia. Si nos fuera posible salir volando por esa ventana agarrados de la mano, revolotear por encima de esta gran ciudad, levantar suavemente los techos, y asomarnos a ver las cosas raras que ocurren, las coincidencias extraas, los proyectos, los contraproyectos, los asombrosos encadenamientos de circunstancias que laboran a travs de las generaciones y desembocando en los resultados msoutr, nos resultaran por dems trasnochadas e infructferas todas las obras de ficcin, con sus convencionalismos y con sus conclusiones previstas de antemano.-Pues yo no estoy convencido de ello -le contest-. Los casos que salen a la luz en los peridicos son, por regla general, bastante sosos y bastante vulgares. En nuestros informes policacos nos encontramos con el realismo llevado a sus ltimos lmites, pero, a pesar de ello, el resultado, preciso es confesarlo, no es ni fascinador ni artstico.-Se requiere cierta dosis de seleccin y de discrecin al exhibir un efecto realista -coment Holmes-. Esto se echa de menos en los informes de la Polica, en los que es ms probable ver subrayadas las vulgaridades del magistrado que los detalles que encierran para un observador la esencia vital de todo el asunto. Crame, no hay nada tan antinatural como lo vulgar.Me sonre, moviendo negativamente la cabeza, y dije:-Comprendo perfectamente que usted piense de esa manera. Sin duda que, dada su posicin de consejero extraoficial, que presta ayuda a todo aqul que se encuentra totalmente desconcertado, en toda la superficie de tres continentes, entra usted en contacto con todos los hechos extraordinarios y sorprendentes que ocurren. Pero aqu -y al decirlo recog del suelo el peridico de la maana-... Hagamos una experiencia prctica. Aqu tenemos el primer encabezamiento con que yo tropiezo: Crueldad de un marido con su mujer. En total, media columna de letra impresa, que yo s, sin necesidad de leerla, que no encierra sino hechos completamente familiares para m. Tenemos, claro est, el caso de laotramujer, de la bebida, del empujn, del golpe, de las magulladuras, de la hermana simptica o de la patrona. Los escritores ms toscos no podran inventar nada ms vulgar.-Pues bien: el ejemplo que usted pone resulta desafortunado para su argumentacin -dijo Holmes, echando mano al peridico y recorrindolo con la mirada-. Aqu se trata del caso de separacin del matrimonio Dundas; precisamente yo me ocup de poner en claro algunos detalles pequeos que tenan relacin con el mismo. El marido era abstemio, no haba de por medio otra mujer y la queja que se alegaba era que el marido haba contrado la costumbre de terminar todas las comidas despojndose de su dentadura postiza y tirndosela a su mujer, acto que, usted convendr conmigo, no es probable que surja en la imaginacin del escritor corriente de novelas. Tome usted un pellizco de rap, doctor, y confiese que en el ejemplo que usted puso me he anotado yo un tanto a mi favor.Me alarg su caja de oro viejo para el rap, con una gran amatista en el centro de la tapa. Su magnificencia contrastaba de tal manera con las costumbres sencillas y la vida llana de Holmes, que no pude menos de comentar aquel detalle.-Me haba olvidado de que llevo varias semanas sin verlo a usted -me dijo-. Esto es un pequeo recuerdo del rey de Bohemia en pago de mi colaboracin en el caso de los documentos de Irene Adler.-Y el anillo? -le pregunt, mirando al precioso brillante que centelleaba en uno de sus dedos.-Procede de la familia real de Holanda, pero el asunto en que yo le serv es tan extraordinariamente delicado que no puedo confirselo ni siquiera a usted, que ha tenido la amabilidad de hacer la crnica de uno o dos de mis pequeos problemas.-Y no tiene en este momento a mano ninguno? -le pregunt con inters.-Tengo diez o doce, pero ninguno de ellos presenta rasgos que lo hagan destacar. Comprndame, son de importancia, sin ser interesantes. Precisamente he descubierto que, de ordinario, suele ser en los asuntos sin importancia donde se presenta un campo mayor de observacin, propicio al rpido anlisis de causa y efecto, que es lo que da su encanto a las investigaciones. Los grandes crmenes suelen ser los ms sencillos, porque, cuanto ms grande es el crimen, ms evidente resulta, por regla general, el mvil. En estos casos de que le hablo no hay nada que ofrezca rasgo alguno de inters, con excepcin de uno bastante intrincado que me ha sido enviado desde Marsella. Sin embargo, bien pudiera ser que tuviera alguna cosa mejor antes que transcurran unos pocos minutos, porque, o mucho me equivoco, o ah llega uno de mis clientes.Holmes se haba levantado de su silln, y estaba en pie entre las cortinas separadas, contemplando la calle londinense, tristona y de color indefinido. Mirando por encima de su hombro, pude ver yo en la acera de enfrente a una mujer voluminosa que llevaba alrededor del cuello una boa de piel tupida, y una gran pluma rizada sobre el sombrero de anchas alas, ladeado sobre la oreja segn la moda coquetona "Duquesa de Devonshire". Esa mujer miraba por debajo de esta gran panoplia hacia nuestras ventanas con gesto nervioso y vacilante, mientras su cuerpo oscilaba hacia adelante y hacia atrs, y sus dedos manipulaban inquietos con los botones de su guante. Sbitamente, en un arranque parecido al del nadador que se tira desde la orilla al agua, cruz apresuradamente la calzada, y lleg a nuestros odos un violento resonar de la campanilla de llamada.-Antes de ahora he presenciado yo esos sntomas -dijo Holmes, tirando al fuego su cigarrillo-. El oscilar en la acera significa siempre que se trata de unaffaire du coeur. Querra que la aconsejase, pero no est segura de que su asunto no sea excesivamente delicado para confirselo a otra persona. Pues bien: hasta en esto podemos hacer distinciones. La mujer que ha sido gravemente perjudicada por un hombre, ya no vacila, y el sntoma corriente suele ser la ruptura del alambre de la campanilla de llamada. En este caso, podemos dar por supuesto que se trata de un asunto amoroso, pero que la joven no se siente tan irritada como perpleja o dolida. Pero aqu se acerca ella en persona para sacarnos de dudas.Mientras Holmes hablaba, dieron unos golpes en la puerta, y entr el botones para anunciar a la seorita Mary Sutherland, mientras la interesada dejaba ver su pequea silueta negra detrs de aqul, a la manera de un barco mercante con todas sus velas desplegadas detrs del minsculo bote piloto. Sherlock Holmes la acogi con la espontnea amabilidad que lo distingua. Una vez cerrada la puerta y despus de indicarle con una inclinacin que se sentase en un silln, la contempl de la manera minuciosa, y sin embargo discreta, que era peculiar en l.-No le parece -le dijo Holmes- que es un poco molesto para una persona corta de vista como usted el escribir tanto a mquina?-Lo fue al principio -contest ella-, pero ahora s dnde estn las letras sin necesidad de mirar.De pronto, dndose cuenta de todo el alcance de sus palabras, experiment un violento sobresalto, y alz su vista para mirar con temor y asombro a la cara ancha y de expresin simptica.-Usted ha odo hablar de m, seor Holmes -exclam-. De otro modo, cmo poda saber eso?-No le d importancia -le dijo Holmes, rindose-, porque la profesin ma consiste en saber cosas. Es posible que yo me haya entrenado en fijarme en lo que otros pasan por alto. Si no fuera as, qu razn tendra usted para venir a consultarme?-Vine a consultarle, seor, porque me habl de usted la seora Etherege, el paradero de cuyo esposo descubri usted con tanta facilidad cuando la Polica y todo el mundo lo haba dado por muerto. Ay seor Holmes, si usted pudiera hacer eso mismo para m! No soy rica, pero dispongo de un centenar de libras al ao de renta propia, adems de lo poco que gano con la mquina de escribir, y dara todo ello por saber qu ha sido del seor Hosmer Angel.-Por qu sali a la calle con tal precipitacin para consultarme? -pregunt Sherlock Holmes, juntando unas con otras las yemas de los dedos de sus manos, y con la vista fija en el techo.Tambin ahora pas una mirada de sobresalto por el rostro algo inexpresivo de la seorita Mary Sutherland, y dijo sta:-En efecto, me lanc fuera de casa, como disparada, porque me irrit el ver la tranquilidad con que lo tomaba todo el seor Windibank, es decir, mi padre. No quiso ir a la Polica, ni venir a usted y, por ltimo, en vista de que l no haca nada y de que insista en que nada se haba perdido, me sal de mis casillas, me vest de cualquier manera y vine derecha a visitar a usted.-El padre de usted? -dijo Holmes-. Se referir, seguramente, a su padrastro, puesto que los apellidos son distintos.-S, es mi padrastro. Le llamo padre, aunque suena a cosa rara; porque slo me lleva cinco aos y dos meses de edad.-Vive la madre de usted?-S; mi madre vive y est bien. No me gust mucho, seor Holmes, cuando ella contrajo matrimonio, muy poco despus de morir pap, y lo contrajo con un hombre casi quince aos ms joven que ella. Mi padre era fontanero en la Tottenhan Court Road, y dej al morir un establecimiento prspero, que mi madre llev adelante con el capataz, seor Hardy; pero, al presentarse el seor Windibank, lo vendi, porque ste se consideraba muy por encima de aquello, pues era viajante en vinos. Les pagaron por el traspaso e intereses cuatro mil setecientas libras, mucho menos de lo que pap habra conseguido, de haber vivido.Yo crea que Sherlock Holmes dara muestras de impaciencia ante aquel relato inconexo e inconsecuente; pero, por el contrario, lo escuchaba con atencin reconcentrada.-Proviene del negocio la pequea renta que usted disfruta? -pregunt Holmes.-De ninguna manera, seor; se trata de algo en absoluto independiente, y que me fue legado por mi to Ned, de Auckland. El dinero est colocado en valores de Nueva Zelanda, al cuatro y medio por ciento. El capital asciende a dos mil quinientas libras; pero slo puedo cobrar los intereses.-Lo que usted me dice me resulta en extremo interesante -le dijo Holmes-. Disponiendo de una suma tan importante como son cien libras al ao, adems de lo que usted misma gana, viajar usted, sin duda, un poco y se conceder toda clase de caprichos. En mi opinin, una mujer soltera puede vivir muy decentemente con un ingreso de sesenta libras.-Yo podra hacerlo con una cantidad muy inferior a sa, seor Holmes; pero ya comprender que, mientras viva en casa, no deseo ser una carga para ellos, y son ellos quienes invierten el dinero mo. Naturalmente, eso ocurre slo por ahora. El seor Windibank es quien cobra todos los trimestres mis intereses, l se los entrega a mi madre y yo me las arreglo muy bien con lo que gano escribiendo a mquina. Me pagan dos peniques por hoja, y hay muchos das en que escribo de quince a veinte hojas.-Me ha expuesto usted su situacin con toda claridad -le dijo Holmes-. Este seor es mi amigo el doctor Watson, y usted puede hablar en su presencia con la misma franqueza que delante de m. Tenga, pues, la bondad de contarnos todo lo que haya referente a sus relaciones con el seor Hosmer Angel.La cara de la seorita Sutherland se cubri de rubor, y sus dedos empezaron a pellizcar nerviosamente la orla de su chaqueta.-Lo conoc en el baile de los gasistas -nos dijo-. Acostumbraban enviar entradas a mi padre en vida de ste y siguieron acordndose de nosotros, envindoselas a mi madre. El seor Windibank no quiso ir, nunca quera ir con nosotras a ninguna parte. Bastaba para sacarlo de sus casillas el que yo manifestase deseos de ir, aunque slo fuese a una fiesta de escuela dominical. Sin embargo, en aquella ocasin me empe en ir, y dije que ira porque, qu derecho tena l a impedrmelo? Afirm que la gente que acudira no era como para que nosotros alternsemos con ella, siendo as que se hallaran presentes todos los amigos de mi padre. Asegur tambin que yo no tena vestido decente, aunque dispona del de terciopelo color prpura, que ni siquiera haba sacado hasta entonces del cajn. Finalmente, viendo que no se sala con la suya, march a Francia para negocios de su firma, y nosotras, mi madre y yo, fuimos al baile, acompaadas del seor Hardy, el que haba sido nuestro encargado, y all me presentaron al seor Hosmer Angel.-Me imagino -dijo Holmes- que, cuando el seor Windibank regres de Francia, se molest muchsimo por que ustedes hubiesen ido al baile.-Pues, ver usted; lo tom muy a bien. Recuerdo que se ech a rer, se encogi de hombros, y afirm que era intil negarle nada a una mujer, porque sta se sala siempre con la suya.-Comprendo. De modo que en el baile de los gasistas conoci usted a un caballero llamado Hosmer Angel.-S, seor. Lo conoc esa noche, y al da siguiente nos visit para preguntar si habamos regresado bien a casa. Despus de eso nos entrevistamos con l; es decir, seor Holmes, me entrevist yo con l dos veces, en que salimos de paseo; pero mi padre regres a casa, y el seor Hosmer Angel ya no pudo venir de visita a ella.-No?-Ver usted, mi padre no quiso ni or hablar de semejante cosa. No le gustaba recibir visitas, si poda evitarlas, y acostumbraba decir que la mujer debera ser feliz dentro de su propio crculo familiar. Pero, como yo le deca a mi madre, la mujer necesita empezar por crearse su propio crculo, cosa que yo no haba conseguido todava.-Y qu fue del seor Hosmer Angel? No hizo intento alguno para verse con usted?-Pues ver, mi padre iba a marchar a Francia otra vez una semana ms tarde, y Hosmer me escribi diciendo que sera mejor y ms seguro el que no nos visemos hasta que hubiese emprendido viaje. Mientras tanto, podamos escribirnos, y l lo haca diariamente. Yo reciba las cartas por la maana, de modo que no haba necesidad de que mi padre se enterase.-Estaba usted ya entonces comprometida a casarse con ese caballero?-Claro que s, seor Holmes. Nos prometimos despus del primer paseo que dimos juntos. Hosmer, el seor Angel, era cajero en unas oficinas de Leadenhall Street, y...-En qu oficinas?-Eso es lo peor del caso, seor Holmes, que lo ignoro.-Dnde resida en aquel entonces?-Dorma en el mismo local de las oficinas.-Y no tiene usted su direccin?-No, fuera de que estaban en Leadenhall Street.-Y adnde, pues, le diriga usted sus cartas?-A la oficina de Correos de Leadenhall, para ser retiradas personalmente. Me dijo que si se las enviaba a las oficinas, los dems escribientes le embromaran por recibir cartas de una dama; me brind, pues, a escribrselas a mquina, igual que haca l con las suyas, pero no quiso aceptarlo, afirmando que cuando eran de mi puo y letra le producan, en efecto, la impresin de que procedan de m, pero que si se las escriba a mquina le daban la sensacin de que sta se interpona entre l y yo. Por ese detalle podr usted ver seor Holmes, cunto me quera, y en qu insignificancias se fijaba.-S, eso fue muy sugestivo -dijo Holmes-. Desde hace mucho tiempo tengo yo por axioma el de que las cosas pequeas son infinitamente las ms importantes. No recuerda usted algunas otras pequeeces referentes al seor Hosmer Angel?-Era un hombre muy vergonzoso, seor Holmes. Prefera pasearse conmigo ya oscurecido, y no durante el da, afirmando que le repugnaba que se fijasen en l. S; era muy retrado y muy caballeroso. Hasta su voz tena un timbre muy meloso. Siendo joven sufri, segn me dijo, de anginas e hinchazn de las glndulas, y desde entonces le qued la garganta dbil y una manera de hablar vacilante y como si se expresara cuchicheando. Vesta siempre muy bien, con mucha pulcritud y sencillez, pero padeca, lo mismo que yo, debilidad de la vista, y usaba cristales de color para defenderse de la luz.-Y qu ocurri cuando regres a Francia su padrastro el seor Windibank?-El seor Hosmer Angel volvi de visita a nuestra casa, y propuso que nos cassemos antes del regreso de mi padre. Tena una prisa terrible, y me hizo jurar, con las manos sobre los Evangelios que, ocurriese lo que ocurriese, le sera siempre fiel. Mi madre dijo que tena razn en pedirme ese juramento, y que con ello demostraba la pasin que senta por m. Mi madre se puso desde el primer momento de su parte, y mostraba por l mayor simpata an que yo. Pero cuando empezaron a hablar de celebrar la boda aquella misma semana, empec yo a preguntar qu le parecera a mi padre; pero los dos me dijeron que no me preocupase de l, que ya se lo diramos despus, y mi madre afirm que ella lo conformara. Seor Holmes, eso no me gust del todo. Me produca un efecto raro el tener que solicitar su autorizacin, siendo como era muy poco ms viejo que yo; pero no quise hacer nada a escondidas, y escrib a mi padre a Burdeos, donde la compaa en que trabaja tiene sus oficinas de Francia, pero la carta me lleg devuelta la misma maana de la boda.-No coincidi con l, verdad?-No, porque se haba puesto en camino para Inglaterra poco antes que llegase.-Mala suerte! De modo que su boda qued fijada para el viernes. Iba a celebrarse en la iglesia?-S, seor, pero muy calladamente. Iba a celebrarse en St. Saviour, cerca de Kings Cross, y despus de la ceremonia nos bamos a desayunar en el St. Pancras Hotel. Hosmer vino a buscarnos en unhansom, pero como nosotras ramos slo dos, nos meti en el mismo coche, y l tom otro de cuatro ruedas, porque era el nico que haba en la calle. Nosotros fuimos las primeras en llegar a la iglesia, y cuando lo hizo el coche de cuatro ruedas esperbamos que Hosmer se apeara del mismo; pero no se ape, y cuando el cochero baj del pescante y mir al interior, all no haba nadie! El cochero manifest que no acertaba a imaginarse qu haba podido hacerse del viajero, porque lo haba visto con sus propios ojos subir al coche. Eso ocurri el viernes pasado, seor Holmes, y desde entonces no he tenido ninguna noticia que pueda arrojar luz sobre su paradero.-Me parece que se han portado con usted de una manera vergonzosa -dijo Holmes.-Oh, no seor! Era un hombre demasiado bueno y carioso para abandonarme de ese modo. Durante toda la maana no hizo otra cosa que insistir en que, ocurriese lo que ocurriese, tena yo que seguir sindole fiel; que aunque algo imprevisto nos separase al uno del otro, tena yo que acordarme siempre de que me haba comprometido a l, y que ms pronto o ms tarde se presentara a exigirme el cumplimiento de mi promesa. Eran palabras que resultaban extraas para dichas la maana de una boda, pero adquieren sentido por lo que ha ocurrido despus.-Lo adquieren, con toda evidencia. Segn eso, usted est en la creencia de que le ha ocurrido alguna catstrofe imprevista?-S, seor. Creo que l previ algn peligro, pues de lo contrario no habra hablado como habl. Y pienso, adems, que ocurri lo que l haba previsto.-Y no tiene usted idea alguna de qu pudo ser?-Absolutamente ninguna.-Otra pregunta ms: Cul fue la actitud de su madre en el asunto?-Se puso furiosa, y me dijo que yo no deba volver a hablar jams de lo ocurrido.-Y su padre? Se lo cont usted?-S, y pareci pensar, al igual que yo, que algo le haba sucedido a Hosmer, y que yo volvera a tener noticias de l. Porque, me deca, qu inters poda tener nadie en llevarme hasta las puertas de la iglesia, y abandonarme all? Si l me hubiese pedido dinero prestado, o si, despus de casarse conmigo, hubiese conseguido poner mi capital a nombre suyo, pudiera haber una razn; pero Hosmer no quera depender de nadie en cuestin de dinero, y nunca quiso aceptar ni un solo cheln mo. Qu poda, pues, haber ocurrido? Y por qu no puede escribir? Slo de pensarlo me pongo medio loca. Y no puedo pegar ojo en toda la noche.Sac de su manguito un pauelo, y empez a verter en l sus profundos sollozos. Sherlock Holmes le dijo, levantndose:-Examinar el caso en inters de usted, y no dudo de que llegaremos a resultados concretos. Descargue desde ahora sobre m el peso de este asunto, y desentienda por completo su pensamiento del mismo. Y sobre todo, procure que el seor Hosmer Angel se desvanezca de su memoria, de la misma manera que l se ha desvanecido de su vida.-Cree usted entonces que ya no volver a verlo ms?-Me temo que no.-Qu le ha ocurrido entonces?-Deje a mi cargo esa cuestin. Deseara poseer una descripcin exacta de esa persona, y cuantas cartas del mismo pueda usted entregarme.-El sbado pasado puse un anuncio pidiendo noticias suyas en elChronicle-dijo la joven-. Aqu tiene el texto, y aqu tiene tambin cuatro cartas suyas.-Gracias. La direccin de usted?-Lyon Place, nmero treinta y uno, Camberwell.-Por lo que he podido entender, el seor Angel no le dio nunca su direccin. Dnde trabaja el padre de usted?-Es viajante de Westhouse & Marbank, los grandes importadores de clarete, de Fenchurch Street.-Gracias. Me ha expuesto usted su problema con gran claridad. Deje aqu los documentos, y acurdese del consejo que le he dado. Considere todo el incidente como un libro cerrado, y no permita que ejerza influencia sobre su vida.-Es usted muy amable, seor Holmes, pero yo no puedo hacer eso. Permanecer fiel al seor Hosmer. Me hallar dispuesta cuando l vuelva.A pesar de lo absurdo del sombrero y de su cara inexpresiva, tena algo de noble, que impona respeto, la fe sencilla de nuestra visitante. Deposit encima de la mesa su pequeo lo de papeles, y sigui su camino con la promesa de presentarse siempre que la llamase el seor Holmes.Sherlock Holmes permaneci silencioso durante algunos minutos, con las yemas de los dedos juntas, las piernas alargadas hacia adelante y la mirada dirigida hacia el techo. Cogi luego del colgadero la vieja y aceitosa pipa de arcilla, que era para l como su consejera y, una vez encendida, se recost en la silla, lanzando de s en espirales las guirnaldas de una nube espesa de humo azul, con una expresin de languidez infinita en su cara.-Esta moza constituye un estudio muy interesante -coment-. Ella me ha resultado ms interesante que su pequeo problema, el que, dicho sea de paso, es bastante trillado. Si usted consulta mi ndice, hallar casos paralelos: en Andover, el ao setenta y siete, y algo que se le parece ocurri tambin en La Haya el ao pasado. Sin embargo, por vieja que sea la idea, contiene uno o dos detalles que me han resultado nuevos. Pero la persona de la moza fue sumamente aleccionadora.-Me pareci que observaba usted en ella muchas cosas que eran completamente invisibles para m -le hice notar.-Invisibles no, Watson, sino inobservadas. Usted no supo dnde mirar, y por eso se le pas por alto todo lo importante. No consigo convencerle de la importancia de las mangas, de lo sugeridoras que son las uas de los pulgares, de los problemas cuya solucin depende de un cordn de los zapatos. Veamos. Qu dedujo usted del aspecto exterior de esa mujer? Descrbamelo.-Llevaba un sombrero de paja, de alas anchas y de color pizarra, con una pluma de color rojo ladrillo. Su chaqueta era negra, adornada con abalorios negros y con una orla de pequeas cuentas de azabache. El vestido era color marrn, algo ms oscuro que el caf, con una pequea tira de felpa prpura en el cuello y en las mangas. Sus guantes tiraban a grises, completamente desgastados en el dedo ndice de la mano derecha. No me fij en sus botas. Ella es pequea, redonda, con aros de oro en las orejas y un aspecto general de persona que vive bastante bien, pero de una manera vulgar, cmoda y sin preocupaciones.Sherlock Holmes palme suavemente con ambas manos y se ri por lo bajo.-Por vida ma, Watson, que est usted haciendo progresos. Lo ha hecho usted pero que muy bien. Es cierto que se le ha pasado por alto todo cuanto tenia importancia, pero ha dado usted con el mtodo, y posee una visin rpida del color. Nunca se confe a impresiones generales, muchacho, concntrese en los detalles. Lo primero que yo miro son las mangas de una mujer. En el hombre tiene quiz mayor importancia la rodillera del pantaln.Segn ha podido usted advertir, esta mujer luca felpa en las mangas, y la felpa es un material muy til para descubrir rastros. La doble lnea, un poco ms arriba de la mueca, en el sitio donde la mecangrafa hace presin contra la mesa, estaba perfectamente marcada. Las mquinas de coser movidas a mano dejan una seal similar, pero slo sobre el brazo izquierdo y en la parte ms alejada del dedo pulgar, en vez de marcarla cruzando la parte ms ancha, como la tena sta. Luego mir a su cara, y descubr en ambos lados de su nariz la seal de unas gafas a presin, todo lo cual me permiti aventurar mi observacin sobre la cortedad de vista y la escritura, lo que pareci sorprender a la joven.-Tambin me sorprendi a mi.-Sin embargo, era cosa que estaba a la vista. Me sorprendi mucho, despus de eso, y me interes, al mirar hacia abajo, el observar que, a pesar de que las botas que llevaba no eran de distinto nmero, s que eran desparejas, porque una tena la puntera con ligeros adornos, mientras que la otra era lisa. La una tena abrochados nicamente los dos botones de abajo (eran cinco), y la otra los botones primero, tercero y quinto. Pues bien: cuando una seorita joven, correctamente vestida en todo lo dems, ha salido de su casa con las botas desparejas y a medio abrochar, no significa gran cosa el deducir que sali con mucha precipitacin.-Y qu ms? -le pregunt, vivamente interesado, como siempre me ocurra, con los incisivos razonamientos de mi amigo.-Advert, de pasada, que haba escrito una carta antes de salir de casa, pero cuando estaba ya completamente vestida. Usted se fij en que el dedo ndice de la mano derecha de su guante estaba roto, pero no se fij, por lo visto, en que tanto el guante como el dedo estaban manchados de tinta violeta. Haba escrito con mucha prisa, y haba metido demasiado la pluma en el tintero. Eso debi de ocurrir esta maana, pues de lo contrario la mancha de tinta no estara fresca en el dedo. Todo esto resulta divertido, aunque sea elemental, Watson, pero es preciso que vuelva al asunto. Tiene usted inconveniente en leerme la descripcin del seor Hosmer Angel que se da en el anuncio?Puse de manera que le diese la luz el pequeo anuncio impreso, que deca:Desaparecido la maana del da 14 un caballero llamado Hosmer Angel. Estatura, unos cinco pies y siete pulgadas; de fuerte conformacin, cutis cetrino, pelo negro, una pequea calva en el centro, hirsuto, con largas patillas y bigote; usa gafas con cristales de color y habla con alguna dificultad. La ltima vez que se le vio vesta levita negra con solapas de seda, chaleco negro, albertina de oro y pantaln gris de pao Harris, con polainas oscuras sobre botas de elstico. Sbese que estaba empleado en una oficina de la calle Leadenhall Street. Cualquiera que proporcione, etc., etctera.-Con eso basta -dijo Holmes-. Por lo que hace a las cartas -dijo pasndoles la vista por encima- son de lo ms vulgar. No existe en ellas pista alguna que nos conduzca al seor Angel, salvo la de que cita una vez a Balzac. Sin embargo, hay un detalle notable, y que no dudo le sorprender a usted.-Que estn escritas a mquina -hice notar yo.-No slo eso, sino que incluso lo est la firma. Fjese en la pequea y limpia inscripcin deHosmer Angelque hay al pie. Tenemos, como usted ve, una fecha, pero no la direccin completa, fuera de lo de Leadenhall Street, lo cual es bastante vago. Este detalle de la firma es muy sugeridor; a decir verdad, pudiramos calificarlo de probatorio.-Y qu prueba?-Es posible, querido compaero, que no advierta usted la marcada direccin que da al caso ste?-Mentira si dijese que la veo, como no sea la de que lo haca para poder negar su firma en el caso de que fuera demandado por ruptura de compromiso matrimonial.-No, no se trataba de eso. Sin embargo, voy a escribir dos cartas que nos sacarn de dudas a ese respecto. La una para cierta firma comercial de la City y la otra al padrastro de esta seorita, el seor Windibank, en la que le pedir que venga a vernos aqu maana a las seis de la tarde. Es igual que tratemos del caso con los parientes varones. Y ahora, doctor, nada podemos hacer hasta que nos lleguen las contestaciones a estas dos cartas, de modo que podemos dejar el asuntillo en el estante mientras tanto.Tantas razones tena yo por entonces de creer en la sutil capacidad de razonamiento de mi amigo, y en su extraordinaria energa para la accin, que experiment el convencimiento de que deba de tener alguna base slida para tratar de manera tan segura y desenvuelta el extrao misterio cuyo sondeo le haban encomendado. Tan slo en una ocasin le haba visto fracasar, a saber: en la de la fotografa de Irene Adler y del rey de Bohemia; pero al repasar en mi memoria el tan misterioso asunto delSigno de los Cuatroy las circunstancias extraordinarias que rodearon alEstudio en escarlata, tuve el convencimiento de que tendra que ser muy enrevesada la maraa que l no fuese capaz de desenredar.Me march y lo dej dando bocanadas en su pipa de arcilla, convencido de que, cuando yo volviese por all al da siguiente por la tarde, me encontrara con que Holmes tena en sus manos todas las pistas que le conduciran a la identificacin del desaparecido novio de la seorita Mary Sutherland.Ocupaba por aquel entonces toda mi atencin un caso profesional de extrema gravedad, y estuve durante todo el da siguiente atareado junto al lecho del enfermo. No qued libre hasta que ya iban a dar las seis, y entonces salt a un cochehansomy me hice llevar a Baker Street, medio asustado ante la posibilidad de llegar demasiado tarde para asistir aldenoumentdel pequeo misterio. Sin embargo, me encontr a Sherlock Holmes sin compaa, medio dormido y con su cuerpo largo y delgado hecho un ovillo en las profundidades de su silln. Un formidable despliegue de botellas y tubos de ensayo, y el inconfundible y acre olor del cido hidroclrico, me dijeron que se haba pasado el da dedicado a las manipulaciones qumicas a que era tan aficionado.-Qu, lo resolvi usted? -le pregunt al entrar.-S. Era el bisulfato de barita.-No, no! El misterio! -le grit.-Oh, eso! Cre que se refera a la sal que haba estado manipulando. Como le dije ayer, en este asunto no hubo nunca misterio alguno, aunque si algunos detalles de inters. El nico inconveniente con que nos encontramos es el de que, segn parece, no existe ley alguna que permita castigar al granuja este.-Y quin era el granuja, y qu se propuso con abandonar a la seorita Sutherland?No haba apenas salido de mi boca la pregunta, y an no haba abierto Holmes los labios para contestar, cuando omos fuertes pisadas en el pasillo y unos golpecitos a la puerta.-Ah tenemos al padrastro de la joven, el seor Windibank -dijo Holmes-. Me escribi dicindome que estara aqu a las seis... Adelante!El hombre que entr era corpulento y de estatura mediana, de unos treinta aos de edad, completamente rasurado, de cutis cetrino, de maneras melosas e insinuantes y con un par de ojos asombrosamente agudos y penetrantes. Dispar hacia cada uno de nosotros dos una mirada interrogadora, puso su brillante sombrero de copa encima del armario y, despus de una leve inclinacin de cabeza, se sent en la silla que tena ms cerca, a su lado mismo.-Buenas tardes, seor James Windibank -le dijo Holmes-. Creo que es usted quien me ha enviado esta carta escrita a mquina, citndose conmigo a las seis, no es cierto?-En efecto, seor. Me temo que he llegado con un pequeo retraso, pero tenga en cuenta que no puedo disponer de mi persona libremente. Siento que la seorita Sutherland le haya molestado a usted a propsito de esta minucia, porque creo que es mucho mejor no sacar a pblica colada estos trapos sucios. Vino muy contra mi voluntad, pero es una joven muy excitable e impulsiva, como habr usted podido darse cuenta, y no es fcil frenarla cuando ha tomado una resolucin. Claro est que no me importa tanto tratndose de usted, que no tiene nada que ver con la Polica oficial, pero no resulta agradable el que se airee fuera de casa un pequeo contratiempo familiar como ste. Adems, se trata de un gasto intil, porque, cmo va usted a encontrar a este Hosmer Angel?-Por el contrario -dijo tranquilamente Holmes-, tengo toda clase de razones para creer que lograr encontrar a ese seor.El seor Windibank experiment un violento sobresalto, y dej caer sus guantes, diciendo:-Me encanta or decir eso.-Resulta curioso -coment Holmes- el que las mquinas de escribir den a la escritura tanta individualidad como cuando se escribe a mano. No hay dos mquinas de escribir iguales, salvo cuando son completamente nuevas. Hay unas letras que se desgastan ms que otras, y algunas de ellas golpean slo con un lado. Pues bien: seor Windibank, fjese en que se da el caso en esta carta suya de que todas las letraseson algo borrosas, y que en el ganchito de la letraerrehay un ligero defecto. Tiene su carta otras catorce caractersticas, pero estas dos son las ms evidentes.-Escribimos toda nuestra correspondencia en la oficina con esta mquina, y por eso sin duda est algo gastada -contest nuestro visitante, clavando la mirada de sus ojillos brillantes en Holmes.-Y ahora, seor Windibank, voy a mostrarle algo que constituye verdaderamente un estudio interesantsimo -continu Holmes-. Estoy pensando en escribir cualquier da de stos otra pequea monografa acerca de la mquina de escribir y de sus relaciones con el crimen. Es un tema al que he consagrado alguna atencin. Tengo aqu cuatro cartas que segn parece proceden del hombre que buscamos. Todas ellas estn escritas a mquina, y en todas ellas se observa no solamente que laseesson borrosas y laserressin ganchito, sino que tienen tambin, si uno se sirve de los lentes de aumento, las otras catorce caractersticas a las que me he referido.El seor Windibank salt de su asiento y ech mano a su sombrero, diciendo:-Seor Holmes, yo no puedo perder el tiempo escuchando esta clase de charlas fantsticas. Si usted puede apoderarse de ese hombre, hgalo, y avseme despus.-Desde luego -dijo Holmes, cruzando la habitacin y haciendo girar la llave de la puerta-. Por eso le notifico ahora que lo he atrapado.-Cmo! Dnde? -grit el seor Windibank, y hasta sus labios palidecieron mientras miraba a todas partes igual que rata cogida en la trampa.-Es intil todo lo que haga, es verdaderamente intil -le dijo con voz suave Holmes-. Seor Windibank, la cosa no tiene vuelta de hoja. Es demasiado transparente, y no me hizo usted ningn elogio cuando dijo que me sera imposible resolver un problema tan sencillo. Bien, sintese, y hablemos.Nuestro visitante se desplom en una silla con el rostro lvido y un brillo de sudor por toda su frente, balbuciendo:-No cae dentro de la ley.-Mucho me lo temo; pero, de m para usted, Windibank, ha sido una artimaa cruel, egosta y despiadada, que usted llev a cabo de un modo tan ruin como yo jams he conocido. Y ahora, permtame tan slo repasar el curso de los hechos, y contradgame si en algo me equivoco.Nuestro hombre estaba encogido en su asiento, con la cabeza cada sobre el pecho, como persona que ha sido totalmente aplastada. Holmes coloc sus pies en alto, apoyndolos en la repisa de la chimenea, y echndose hacia atrs en su silln, con las manos en los bolsillos, comenz a hablar, en apariencia para s mismo ms bien que para nosotros, y dijo:-El hombre en cuestin se cas con una mujer mucho ms vieja que l; lo hizo por su dinero y, adems, disfrutaba del dinero de la hija mientras sta viva con ellos. Esta ltima cantidad era de importancia para gentes de su posicin, y el perderla habra equivalido a una diferencia notable. Vala la pena de realizar un esfuerzo para conservarla. La hija era de carcter bondadoso y amable; cariosa y sensible en sus maneras; resultaba, pues, evidente que con sus buenas dotes personales y su pequea renta, no la dejaran permanecer soltera mucho tiempo. Ahora bien y como es natural, su matrimonio equivala a perder cien libras anuales y, qu hizo entonces para impedirlo el padrastro? Adopt la norma fcil de mantenerla dentro de casa, prohibindole el trato con otras personas de su misma edad. Pero pronto comprendi que semejante sistema no sera eficaz siempre. La joven se sinti desasosegada y reclam sus derechos, terminando por anunciar su propsito terminante de concurrir a determinado baile. Qu hace entonces su hbil padrastro? Concibe un plan que hace ms honor a su cabeza que a su corazn. Se disfraz, con la complicidad y ayuda de su esposa, se cubri sus ojos de aguda mirada con cristales de color, enmascar su rostro con un bigote y un par de hirsutas patillas. Rebaj el timbre claro de su voz hasta convertirlo en cuchicheo insinuante y, doblemente seguro porque la muchacha era corta de vista, se present bajo el nombre de seor Hosmer Angel, y alej a los dems pretendientes, hacindole el amor l mismo.-Al principio fue slo una broma -gimi nuestro visitante-. Jams pensamos que ella se dejase llevar tan adelante.-Es muy probable que no. Fuese como fuese, la muchacha se enamor por completo, y estando como estaba convencida de que su padrastro se hallaba en Francia, ni por un solo momento se le pas por la imaginacin la sospecha de que fuese vctima de una traicin. Las atenciones que con ella tena el caballero la halagaron, y la admiracin, ruidosamente manifestada por su madre, contribuy a que su impresin fuese mayor. Acto continuo, el seor Angel da comienzo a sus visitas, siendo evidente que si haba de conseguirse un autntico efecto, era preciso llevar la cosa todo lo lejos que fuese posible. Hubo entrevistas y un compromiso matrimonial, que evitara que la joven enderezase sus afectos hacia ninguna otra persona. Sin embargo, no era posible mantener el engao para siempre. Los supuestos viajes a Francia resultaban bastante embarazosos. Se impona claramente la necesidad de llevar el negocio a trmino de una manera tan dramtica que dejase una impresin permanente en el alma de la joven, y que la impidiese durante algn tiempo poner los ojos en otro pretendiente. Por eso se le exigieron aquellos juramentos de fidelidad con la mano puesta en los Evangelios, y por eso tambin las alusiones a la posibilidad de que ocurriese algo la maana misma de la boda. James Windibank quera que la seorita Sutherland se ligase a Hosmer Angel de tal manera, que permaneciese en una incertidumbre tal acerca de su paradero, que durante los prximos diez aos al menos, no prestase odos a otro hombre. La condujo hasta la puerta de la iglesia, y entonces, como ya no poda llevar las cosas ms adelante, desapareci oportunamente, recurriendo al viejo truco de entrar en el coche de cuatro ruedas por una portezuela y salir por la otra. As es, seor Windibank, como se encadenaron los hechos, segn yo creo.Mientras Holmes estuvo hablando, nuestro visitante haba recobrado en parte su aplomo, y al or esas palabras se levant de la silla y dijo con fro gesto de burla en su plido rostro:-Quiz, seor Holmes, todo haya ocurrido de esa manera, y quiz no; pero si usted es tan agudo, debera serlo lo bastante para saber que es usted quien est faltando ahora a la ley, y no yo. Desde el principio, yo no hice nada punible, pero mientras usted siga teniendo cerrada esa puerta, incurre en una acusacin por asalto y coaccin ilegal.-En efecto, dice usted bien; la ley no puede castigar -dijo Holmes, haciendo girar la llave y abriendo la puerta de par en par-. Sin embargo, nadie mereci jams un castigo ms que usted. Si la joven tuviera un hermano o un amigo, l debera cruzarle las espaldas a latigazos. Por Jpiter! -prosigui, acalorndose al ver la expresin de mofa en la cara de aquel hombre-. Esto no entra en mis obligaciones para con mi cliente, pero tengo a mano un ltigo de cazador, y me est pareciendo que voy a darme el gustazo de...Holmes dio dos pasos rpidos hacia el ltigo, pero antes que pudiera echarle mano, reson en la escalera el ruido de unos pasos desatinados, se cerr con un golpe estrepitoso la pesada puerta del vestbulo; y nosotros pudimos ver por la ventana al seor James Windibank que corra calle adelante a todo lo que daban sus piernas.-Ah va un hombre que hace sus canalladas a sangre fra! -exclam Holmes rindose, al mismo tiempo que se dejaba caer otra vez en su silln-. El individuo ese ir subiendo de categora en sus crmenes, y terminar realizando alguno muy grave, que lo llevar a la horca. Desde algunos puntos de vista, no ha estado el caso actual desprovisto por completo de inters.-Todava no veo totalmente las etapas de su razonamiento -le hice notar yo.-Pues ver usted, era evidente desde el principio que este seor Hosmer Angel tena que tener alguna finalidad importante para su extraa conducta, y tambin lo era el que la nica persona que de verdad sala ganando con el incidente, hasta donde yo poda ver, era el padrastro. Tambin resultaba elocuente el que nunca coincidiesen los dos hombres, sino que el uno se presentaba siempre cuando el otro se hallaba ausente. Tambin tenamos los detalles de los cristales de color y lo raro de la manera de hablar, cosas ambas que apuntaban hacia un disfraz, lo mismo que las hirsutas patillas. Mis sospechas se vieron confirmadas por el detalle caracterstico de escribir la firma a mquina, porque se deduca de ello que la letra suya le era familiar a la joven, y que sta la identificara por poco que l escribiese a mano. Comprenda usted que todos estos hechos aislados, unidos a otros muchos ms secundarios, coincidan en apuntar en la misma direccin.-Y cmo se las arregl usted para comprobarlos?-Una vez localizado mi hombre, resultaba fcil conseguir la confirmacin. Yo saba con qu casa comercial trabajaba este hombre. Examinando la descripcin impresa, elimin todo aquello que poda ser consecuencia de un disfraz: las patillas, los cristales, la voz, y la envi a la casa en cuestin, pidindoles que me comunicasen si corresponda a la descripcin de alguno de sus viajantes. Me haba fijado ya en las caractersticas de la mquina de escribir y envi una carta a nuestro hombre, dirigida a su lugar de trabajo, preguntndole si podra presentarse aqu. Su respuesta, tal y como yo haba esperado, estaba escrita a mquina, y en ella se advertan los mismos defectos triviales pero caractersticos de la mquina. Por el mismo correo me lleg una carta de Westhouse and Marbank, de Fenchurch Street, comunicndome que la descripcin responda en todos sus detalles a la de su empleado James Windibank.Voila tout!-Y la seorita Sutherland?-Si yo se lo cuento a ella, no me creer. Recuerde usted el viejo proverbio persa: "Es peligroso quitar su cachorro a un tigre, y tambin es peligroso arrebatar a una mujer una ilusin." Hay en Hafiz tanto buen sentido como en Horacio, e igual conocimiento del mundo.

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