La Avalancha : revista ilustrada. Año 53, n. 1237 [i.e ... · cir a Sa n Bernardino de Sena, ......

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Año LII Pamplona 8 de enero de 1947 Núm. 1.237 la Avalan ÓRGANO DE LA «BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA» ADMINISTRACIÓN: ESTAFETA, 31 DIRECCIÓN: NAVAS DE TOLOSA. 21. 2.° izq. EL TIEMPO PRECIO DEL TIEMPO os ingleses prácticos dicen: Ti- me is money: El tiempo es oro. Ese es el ángulo visual fi- nanciero, comercial. Business. Pero si miramos las cosas ba- jo el aspecto religioso,, ¿qué : vale el tiempo? Vale de ordi- nario nuestra salvación, nues- tros méritos, nuestro aposto- lado. Ese es el «precio de la vida». El precio, según el tes- .timonio de los economistas, 'responde al valor de cambio. Pues bien, el valor de cambio del tiempo bien empleado, lo' que por él podemos comprar, es este triple tesoro: salvación, mérito, apostolado. Salvación. ElP. Chaignon escribe: * El tiem- po no es solamente una gracia, es la primera, la más necesaria de todas las gracias.» Evidentemen- te el autor no quiere decir que hay identidad en- tre el tiempo y la gracia (algunos gastan el tiempo en pecar), ni que la definición del tiempo coincida con la definición de esa entidad sobrenatural que se llama la gracia. El tiempo no es la gracia mis- ma, sino el.medio ordinario de aprovecharse de ella, y, por decirlo así, el vehículo de la gracia. La importancia capital del tiempo no es aprecia- da del todo, sino en el cielo o en el infierno. El buen ladrón tuvo, alfin,algunos momentos para convertirse. Y con ese poco de tiempo, res- cató el tiempo, mucho más largo, que había dedi- cado al mal. El hombre que tenía sobre tantas fechorías, en una hora se hizo- un santo. Hora preciosa, que está bendiciendo desde entonces. Los condenados que perdieron todos los años en que la conversión habría sido tan fácil, no ten- drán ya jamás el minuto en que podrían confesar- se, hacer un acto de perfecta contrición. Lo que hay de formidable en la otra vida es que el elegido puede poner al lado de la palabra felicidad, y el reprobo al lado de la palabra desventura, el ad- verbio siempre. Dejemos otra vez la palabra al P. Chaignon: «La eternidad desgraciada no es más que una eterna desesperación, nacida del eterno pesar del tiempo perdido. Si por otra parte me elevo al cielo y pregunto a cada uno de los elegidos cuánto les ha costado su .corona, tiempo, me responde, tiem- po santamente empleado. Es lo que ha hecho de- cir a San Bernardino de Sena, que el tiempo vale Dios, ya que se cambia el tiempo, con el buen empleo que de él se hace, con la posesiórt eterna de Dios.» Lo mismo dice Bourdalque: «No hay nada tan precioso como el tiempo,"ya que es el precio de la eternidad. Según que haya yo usado mal o bien el tiempo que Dios me da, yo seré después de la muerte premiado o condenado. Mi salvación de- pende del tiempo.» Méritos. Mucho importa no solamente elir al cielo, sino también el tener allí el mejor puesto posible. Este puesto depende de nuestros méri- tos, y los méritos, por regla ordinaria, dependen del tiempo. Siendo cada minuto los centimillos de nuestra futura recompensa, con más céntimos compraremos más. Consecuencia: debe mirarse como una gracia, no el morir joven, sino viejo. Pongamos una comparación. Sea una joyería, una banca Un hombre está cogiendo durante un minuto; otro durante diez minutos. ¿Cuál de los dos es el más favorecido? De la misma manera, ceíeris paribus (supuesto que las gracias sean igua- les de parte de Dios y en el hombre sea igual el fervor), una vida larga ofrece ocasión de acumu- lar más méritos que una vida corta. Muchos santos murieron jóvenes Esos valien- tes habían, por decirlo así, forzado las etapas. Con la intensidad de un fervor extraordinario se puede compensar la brevedad del tiempo, y la oración de San Estanislao de Kostka nos invita a ello: Tem- pus instaníer operandus redimentes. Pero muchos santos también recibieron el favor de tener una larea carrera para más santificarse. Véanse algunas cifras, la mayor parte de las cuales se encuentran en el Breviario: . ;• % . San Bernardo vivió 80 años. " .-.;..-.".' •' , San Vicenre de Paúl, 84. _'- t •• '*_:. San Silvestre y Santa Tecla, 90. - - ' - /4 :.'• San Alfonso de Ligorio, 91. ' ' -""'--/ San José de Calasanz, 92. . • " '••'• :''"• San Tilo, 94 . ' • , ; '.;:^V Santiago Apóstol, 96. ' • ' -,. , j ,.• San Raimundo de Peñafort, casi ICO. , V San Antonio, el Patriarca de los monjes, 105. San Pabio, ermitaño, 113. San Simeón, 120. • /.•' • .• ; . . : ** :.•<• La objeción está a la mano: «Si se vive mucho tiempo, hay más tiempo para merecer, es verdad; pero también hay más tiempo para pecar.»

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Año LII Pamplona 8 de enero de 1947 Núm. 1.237

la AvalanÓRGANO DE LA «BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA»

ADMINISTRACIÓN: ESTAFETA, 31 DIRECCIÓN: NAVAS DE TOLOSA. 21. 2.° izq.

EL TIEMPO

PRECIO DEL TIEMPO

os ingleses prácticos dicen: Ti-me is money: El tiempo esoro.

Ese es el ángulo visual fi-nanciero, comercial. Business.Pero si miramos las cosas ba-jo el aspecto religioso,, ¿qué

: vale el tiempo? Vale de ordi-nario nuestra salvación, nues-tros méritos, nuestro aposto-lado. Ese es el «precio de lavida». El precio, según el tes-.timonio de los economistas,'responde al valor de cambio.Pues bien, el valor de cambiodel tiempo bien empleado, lo'

que por él podemos comprar, es este triple tesoro:salvación, mérito, apostolado.

Salvación. El P. Chaignon escribe: * El tiem-po no es solamente una gracia, es la primera, lamás necesaria de todas las gracias.» Evidentemen-te el autor no quiere decir que hay identidad en-tre el tiempo y la gracia (algunos gastan el tiempoen pecar), ni que la definición del tiempo coincidacon la definición de esa entidad sobrenatural quese llama la gracia. El tiempo no es la gracia mis-ma, sino el.medio ordinario de aprovecharse deella, y, por decirlo así, el vehículo de la gracia.

La importancia capital del tiempo no es aprecia-da del todo, sino en el cielo o en el infierno.

El buen ladrón tuvo, al fin, algunos momentospara convertirse. Y con ese poco de tiempo, res-cató el tiempo, mucho más largo, que había dedi-cado al mal. El hombre que tenía sobre sí tantasfechorías, en una hora se hizo- un santo. Horapreciosa, que está bendiciendo desde entonces.

Los condenados que perdieron todos los añosen que la conversión habría sido tan fácil, no ten-drán ya jamás el minuto en que podrían confesar-se, hacer un acto de perfecta contrición. Lo quehay de formidable en la otra vida es que el elegidopuede poner al lado de la palabra felicidad, y elreprobo al lado de la palabra desventura, el ad-verbio siempre.

Dejemos otra vez la palabra al P. Chaignon:«La eternidad desgraciada no es más que unaeterna desesperación, nacida del eterno pesar deltiempo perdido. Si por otra parte me elevo al cieloy pregunto a cada uno de los elegidos cuánto les

ha costado su .corona, tiempo, me responde, tiem-po santamente empleado. Es lo que ha hecho de-cir a San Bernardino de Sena, que el tiempo valeDios, ya que se cambia el tiempo, con el buenempleo que de él se hace, con la posesiórt eternade Dios.»

Lo mismo dice Bourdalque: «No hay nada tanprecioso como el tiempo,"ya que es el precio dela eternidad. Según que haya yo usado mal o bienel tiempo que Dios me da, yo seré después de lamuerte premiado o condenado. Mi salvación de-pende del tiempo.»

Méritos. Mucho importa no solamente el iral cielo, sino también el tener allí el mejor puestoposible. Este puesto depende de nuestros méri-tos, y los méritos, por regla ordinaria, dependendel tiempo. Siendo cada minuto los centimillos denuestra futura recompensa, con más céntimoscompraremos más.

Consecuencia: debe mirarse como una gracia,no el morir joven, sino viejo.

Pongamos una comparación. Sea una joyería,una banca Un hombre está cogiendo durante unminuto; otro durante diez minutos. ¿Cuál de losdos es el más favorecido? De la misma manera,ceíeris paribus (supuesto que las gracias sean igua-les de parte de Dios y en el hombre sea igual elfervor), una vida larga ofrece ocasión de acumu-lar más méritos que una vida corta.

Muchos santos murieron jóvenes Esos valien-tes habían, por decirlo así, forzado las etapas. Conla intensidad de un fervor extraordinario se puedecompensar la brevedad del tiempo, y la oración deSan Estanislao de Kostka nos invita a ello: Tem-pus instaníer operandus redimentes.

Pero muchos santos también recibieron el favorde tener una larea carrera para más santificarse.

Véanse algunas cifras, la mayor parte de lascuales se encuentran en el Breviario: . ;• % . •

San Bernardo vivió 80 años. " . - . ; . . - . " . ' •' ,San Vicenre de Paúl, 84. _'- t •• '*_:.San Silvestre y Santa Tecla, 90. - - ' -/4 :.''• •San Alfonso de Ligorio, 9 1 . ' ' -""'--/S a n J o s é d e C a l a s a n z , 9 2 . . • " '••'• :''"•S a n T i l o , 9 4 . ' • , ; ' . ; :^VS a n t i a g o A p ó s t o l , 9 6 . ' • ' - , . , j , . •San Raimundo de Peñafort, casi ICO. , VSan Antonio, el Patriarca de los monjes, 105.San Pabio, ermitaño, 113.San Simeón, 120. • /.•' • .• ; . . : ** : . • < •

La objeción está a la mano: «Si se vive muchotiempo, hay más tiempo para merecer, es verdad;pero también hay más tiempo para pecar.»

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LA A V A L A N C H A

Respuesta: en nuestra mano está el no pecar.Si se han cometido pecados, se pueden borrar,mientras que los méritos permanecen, a pesar delos pecados veniales, o reviven cuando se recobra,después de los pecados mortales, el estado degracia.

En el supuesto de que durante la vida no ha-yan sido perdonados los pecados veniales, o que-den algunas penas por los pecados mortales, yaperdonados, podrán pagarse en el Purgatorio. Nohay ninguna contradicción en decir que un hom-bre tenga más Purgatorio que ios pecados más nu-merosos de una vida larga, y sostener que ha sa-lido ganando consiguiendo aquí el capital produc-tivo de muchos años, ya que, terminado el Purga-,torio, su al-ma tendrá en el Cielo por toda unaeternidad un grado superior de gloria a causa desus méritos mayores.

Apostolado. Suponiendo de nuevo todo lodemás igual, a más tiempo más ocasión de hacerel bien y de sacrificarse por los demás. El que es-tá trabajando durante quince años,-¿no encuentradurante esa carrera, más frecuentemente que elapóstol prematuramente caído, la ocasión de sal-var las almas?

El monumento de Turena, en ios Inválidos,está encuadrado por las estatuas del Valor y de laSabiduría. En el pedestal se ha grabado el motedel gran mariscal: «No ha de estar en descanso unhombre de guerra en Francia, mientras haya unalemán en Alsacia.» Esta frase que se refiere a lasconquistas militares, puede fácilmente aplicarse alas conquistas apostólicas. No ha de haber un cris-tiano en reposo, mientras haya un enemigo deDios. Pues bien, ¿cuándo será que no haya unenemigo de Dios? \

¿Es que el mundo está en reposo?.El diablo, ¿está en reposo? «Anda rodeando,

buscando a quién devorar.>Pues repito otra vez, por regla ordinaria, más

almas ganaremos si Dios nos concede más tiempopara ese trabajo.

El tiempo es, pues, infinitamente precioso, yaque, gracias a él, nos hacemos con tres tesoros in-estimables: la salvación, el aumento de méritos,un mayor rendimiento del apostolado.

Pero si un bien muy útil es al mismo tiempomuy comprometido, tenemos otro motivo más pa-ra no dejarle perder. Y este es nuestro caso. Eltiempo, cuvo gran valor acabamos de ver, es su-mamente precario bajo cualquier aspecto que leconsideremos: el futuro, el presente, el pasado.

El futuro. Es incierto. ¿Qué nos tiene reser-vado el tiempo por venir?

Los que hoy mueren de accidentes, ¿tendríanel n;enor recelo, al subir por la mañana a sus tre-nes o a sus autos, de que corrían a la muerte?¿Y nosotros tenemos alguna garantía de parte deDios contra las causas de muerte, tantas dentro yfuera de nosotros? Las vidas humanas todas vie-

nen a resumirse a lo mismo: cuna, tribulaciones,mortaja. La mortaja... ¿cuándo?

Entre los que leen este artículo, más de unono verá el final del año. Aunque los años que nosqueden sean todavía muchos, no hay que olvidaraquello de San Pablo: «El tiempo es breve.» Y lodel sermón de Bossuet sobre la muerte a la breve-dad del tiempo. Comprendo bien la grave lecciónque da a los jóvenes Bourget: «Derrocháis vues-tro tiempo porque creáis tener mucho delante devosotros. Cuando tengáis mis años, veréis cómose desea ahorrar su tiempo. Precisamente porquese le siente ya gastado se vuelve uno avaro de él.»

El presente. Pasa, a diferencia de la eterni-dad que se define: immobile mine. El tiempo esesencialmente móvil. Y por este su carácter los fi-lósofos, con mucha razón, ponen en cotejo las dosnociones de tiempo (quando fluens) y de movi-miento (ubifluens). Entre los dos concepios hay ,el elemento común de sucesividad: La sucesividaden el espacio es el movimiento, la sucesividad enla duración es el tiempo.

Expresan la verdad las frases consagradas: Eltiempo pasa, los años huyen, las horas vuelan.Observad en un reloj el segundero y su marchasacudida. No siendo la vida más que una sumade numerosos segundos, ella también avanza de .una manera nerviosa e ininterrumpida.

El tiempo por definición es un fluir, al que ja-más llegaremos a detener. Si yo pudiera decirle:En fin, te-cojo y te detengo, ya no sería el tiempo.

El tiempo es un tesoro que se* escapa conti-nuamente pjor entre los dedos. El minuto en queacabo de hacer esta reflexión sohre el tiempo, yaqueda detrás de mí; y San Agustín tiene razón:«El tiempo tiene más de la nada que del ser, puesque su naturaleza es dejar de sef.»

El pasado. *Fuit*. Todos podemos decircon mucho pesar nuestro: «¡Oh, si yo pudiera re-hacer este año!* El pasado es el pasado. ¿Y quées lo que conservamos el 31 de diciembre, sinonuestros méritos? Todo lo demás ha desaparecido.Fugit irreparabile tempus.

Irreparable. ¿Es eso verdad? Acabamos dedecir que ios años antiguos no volverán ya, y quelo hecho, hecho está. Pero en lo presente y en loporvenir, podemos, redoblando el fervor, reparartodo o parcialmente nuestro pobre pasado. «Mien-tras tenemos tiempo, hagamos bien a todos,» «Miúnica mira es, olvidando las cosas de atrás y aten-diendo sólo y mirando a las de delante, ir corrien-do hacia el hito, para ganar el premio.» En vez deandar llorando estérilmente mi pasado poco glorio-so, pensaré en aprovecharme mejor de lo porve-nir. ¡Son tantas las cosas que se pueden hacer enun año!...

«Dijo al viñador: Ya ves que hace tres añosseguidos que vengo a buscar fruto en esta higue-ra, y no lo hallo... Respondió el viñador: Señor,déjala todavía este año... A ver si así dará fruto.»

G. HOORNAERT, S. J.

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LA AVALANCHA

PAMPLONA

NTE los ojos contemplativos sur-gen las escenas de invierno conlas montañas nevadas, los hori-zontes brumosos, como un cuen-to de Nochebuena, como una es-tampa ingenua y florida de infan-

La severidad desilencio

rumor de lasvaporoso de sol

tiles romanceslos horizontes, el hondode los valles, elaguas, el cielocardado y tamizado por las ne-blinas, pone en el espíritu unacalma deliciosa. Comienza en di-cíembie, el mes de las blancas

nieves y de ios vientos helados, peso de las alegrías delos inocentes y de los regocigos y de los fiestas de! cielo.En él se acuerda el hombre que la Naturaleza es obra di-vina y piensa que el contacto de las manos de Dios laembellece toda. El viento decembrino hace bailar el aguaen el aire y despoja a los árboles de su ropaje esplendo-roso. Ahora, secos, desnudos, son troncos solitarios queel cierzo azota y el frío hiere.

El frío lanza sus invisibles legiones cortantes sobre latierra. Sobre los campos antes verdes, la nieve ha tendidosus blancas mortajas. La nieve, miseria, terror, crueldaden las ciudades, es en el escenario gigantesco de las mon-tañas, decoración y lujo, distinción y tópico, mamo im-poluto de pureza, radiante reverberación y manantial deenergía eterna. Níeve de la montaña augusta, de la aldealaboriosa y paciente, de fos caminos de herradura, de lossenderos pequeñitos que los borra, cubriéndolos con sualbura, formando los blancos vellones depositados en latierra un paisaje poético y sugestivo. Bajo la nieve recó-gese más el hogar; se hace rrás íntimo, más necesario,más blando. rf

Hay niebla, que cual tupida gasa incolora, húmeda yfría, se antepone a la ciudad que envuelve en misteriosoregazo sus calles de leyenda y de evocación. Las pobla-ciones se envuelven en su copón, cambiando sus galas desol cálido y ferviente por las siluetas desdibujadas de nie-bla, lluvia y nieve. Al bullicio y fiestas estivales sucedeun apacible y metódico vivir. El pasar de las horas escomo un invisible rosario de nostalgias, el frío triunfa consemillas de dolor y de muerte.

El viento gélido barre de nubes el firmamento y es c emo una sinfonía lúgubre-al zumbar sobre la tierra. En lamagia lunar de las estrelladas noches de enero, el c?,mpo,cubierto de nieve, tiene el prestigio de una escenegrafíateatral. Arriba, el cielo azul obscuro es como un viejo éc^

HOZ Los jardines de nuestra Tatonera en invierno. ' , , •• • /' * • • * • • * . - " ' . • < • • ' • • • , - , ! " ; . • ' - ' " : . . •

•.. ... -".. -'. • - .¿' ( F o t o G r e g o r i o . ) - ; •*••-' s ... • - ' - ' ^

sel florido de Uses de ero; abajo, la nieve ha tejido aíbotapiz sobre la tierra, y posada sobre las desnudas ramasde los árboles, los ha transformado en extraños arbustosde alabastro. Cual fantasmas enharinados aparecen lospueblos nevados al claror del plenilunio; sobre ellos, pia-dosa la madre noche, tiende su infinito silencio, su infinitapaz, y despiertan ávidos de sol, después de la nevada, ba-jo cuya capa de armiño sigue la tierra cantando su eternapromesa de fecundidad, plena de vitalidad inagotable.

,. - , . MIGUEL ANCIL.'. .1 9 4 7 ' • " " ' f " • ' , - : - ' • • • • • -

Recuerdos de Sarda y SalvanyL jueves último, día 2 del corriente mes de enero,conmemoramos el XXX aniversario del fallecí*miento del esclarecido propagandista católico

Dr. D. Félix Sarda y Salvany, presbítero, que tantas dis-tinciones tuvo para nosotros. Muy presente le tuvimosen nuestras oraciones de ese día. Qjieremos también re-cordarlo en nues'tra revista con el interesante articulitoque a propósito de este aniversario nos dejó escrito núes*tro inolvidable colaborador Cfjafdrote:

«ya lo hemos dicho varias ve'ces. Si Jesucristo tuvo suPrecursor, los Vicarios de Cristo también tienen precur-sores de las altísimas empresas apostólicas que el Espíri-tu Santo, para el gobierno de la Iglesia, les inspira. Lagrande y máxima empresa apostólica de Pío XI <uno, in-dudablemente, de los Papas más egregios) fue la AcciónCatólica. Pufs bien: entt e los varios heraldos y precurso-

res que vinieron preparando los campos de la AcciónCatólica, no dudo en afirmar que Sarda y Salvany fue elprimero y más principal de todos ellos, mediante el mássoberano e imperecedero^de todos ios libros que escribió;libre que se intitula inmodestamente «El Apostelado sé«glar. Manual del propagandista católico». Desde el año1882, y luego durante mucho tiempo, fueron apareciendolas magníficas soberanas páginas de este libro de oro; li»bro que se publicó después en lindísimo volumen y quefue encartado también en ef tomo sexto de las obras com-pletas de Sarda; libro, en fin, en cuya composición traba-jó su autor.con más espacio, con más cariño, con másdiligencia, con más amor, perseverancia y celo que en la

• composición de ningún otro. Tan sobresalientes son losmerecimientos de este libro, que uno de los hombres mássabios que florecían entonces en España, se arrestó y co-menzó a escribir un tomo en folio o varios lomos comen-tando aquella obra magistral. Pero desgraciadamente nopudo tan egregio comentador esfribir nada más que lasprimeras páginas de su profundo comentario, porque di-cho grande hombre fue entonces elegido nada menos que

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LA AVALANCHA

general de la Compañía de Jesús. Luis Martín era sunombre; y este glorioso nombre es legión, como diría elsanto Evangelio. Mucho se ha hablado por esos mundosde Dios a cuento de lo provechoso que sería una escuela,un gimnasio, una universidad de periodistas católicos, de

.propagandistas católicos y de soldados expertísimos dela Acción Católica. Esa escuela, ese gimnasio, esa uni-versidad ya la tenemos en los libros y opúsculos de Sar-da, pero principalmente y mayormente en esta obra. Pa*dre de apóstoíes le llamó a Sarda y Salvany el P, Bolos,de la Compañía de Jesús, en la cRevista Popular» y seis

días después de la muerte de Monseñor. Pues si fue SardaPadre de apóstoles, ¿qué no habrá dicho y qué no habráenseñado en esas páginas de oro y de luz y fuego y deinspiración divina que cabalmente para formar y píasmarapóstoles seglares se escribieron? Allí se contiene y en-cierra la ciencia y el arte divino y la médula y enjundia'de la Acción Católica, que allí, casi necesariamente(dijo entonces el director de «La Ciencia Cristiana»), de-be aprender todo seglar.»

CHAFAROTE

Año nuevoUn año ha pasado, otro nuevo se nos ofrece afa visti. Delprimero Baga cada cual su bafon-ce interior, y vea cómo fe salen las cuentas.Para el segundo jormufe cada uno clara y dis*tintamente sus propósitos, siempre con la ideade que es el úítimo que se fe concede quizá, yque aún no se fe asegura entero. Sofdados so=mos, en fucha andamos todos tos instantes connuestras pasiones, con fos enemigos de fa fe,con ef ejercito del ma I que por todas partes nosagoBia. Comfcatiendo Sernos de vivir, y comfia»tiendo nos acercamos a fa muerte, sin saBercuálde nuestros comBates fia de tener paranuestra suerte final el carácter de decisivo. Pe*fe cada cuafpor el pafmo de terreno que se feBa encargado defender, y Bátase con Brío y re*ctterde que no fe pierde de vista un punto ef ojode f Jefe que te Ba de recompensar como va fien-te o aBocBornar como perezoso. —T. S. y S.

DIOSTodo revefa tu poder. Dios mió,

el iris con sus franjas de cofores,el Bosque con sus tiernos ruiseñores, ,con sus estrofas ef sonoro río;

fos fufgores def so f en ef estío,ef ciefo azuf, ef mar con sus rumores,ef verjel con sus fuentes y sus ffores,ef goce santo y efdofor somBrfo.

No es posiBfe mirar tanta Beffezasin admirar fa mente sofieranay comprender alpar nuestra flaqueza.

La ciencia en v,ano por saBer se afana,pues mientras más se mira tu grandezamejor se ve fa pequenez, fiumana.

NARCISO DÍAZ DE ESCOVAR

PARA-«LA AVALANCHA»'

MEM0RIJ15 DE UN GUflRDIflAnecdotario de una vida ejemplar

POR ANDRÉS RUBIO POLO

(Continuación)

—Una ve'recuerdo c'un parroquiano jué a págameuna trampa 'e carsao, y jiso la prueba... La pega miró lapezeta, la cogió en er pico, y zortándola con juerza en labardosa, jabló, tirándome 'e la bluza:—¡Farsa, maeztro!

—Eso no es ná—interrumpió el guardia urbano, to-mando la palabra con sonrisa socarrona:—Pa inteligenciay sentidu aquel loru que me regaló hace años mi compa-dre «el portugués». Vivíamos entonces pobremente, y su-cedía a veces que lus ingleses rondaran mi casa en plande cobru, casi siempre frustau. Llególus a conocer el pá-jaru por el desagradu cunque yo lus recibía, o excusabamí mujer el pagu, dándume por ausente del domiciliu con-yugal; y llego a distínguirlus de lus amigus que visitabanmí humilde morada. Desde entonces no hizu falta que na-die saliera a espantarlus. Veía venir a unu, y avisaba porlu baju:—Enemigo a la vista: ¡el caseru!

—La verdá, compare—comentó el tío Quico,—qu'erbicho aquel jera un zabio, Pero, ¿zabe lo que te 'igo?...Qu'eze cuento.,. ¡p,ar gato!

. Así continuó la charla de los amigos y compadres,amenizada con chascarrillos, ocurrencias y ponderacio-nes de clásica solera andaluza y alternada ccn sorbos de

vino generoso y un verdadero derroche de dulces y re-frescos.

Por último se pensó en el baile. Me invitó a ello la mo«za más bella y juncal de la casa. Tuve que excusarmecomo Dios, me dio a entender, porque yo no he bailadoen mi vida y tengo decidida aversión a expansiones detal naturaleza.

«Entre santa y santo,pared de cal y canto.»

Más ,de una vez he meditado esta idea y he formuladoen mi fuero interno la siguiente reflexión sobre el baile,aun mirado bajo el punto de vista de la más correcta con-fianza;—Si lo que ocurre en cualquiera reunión dedicadaal arte de Terpsícore—aun la más honesta y familiar—sucediese en cualquier otro momento y con cualquierotro motivo en los actos ordinarios de la vida, ¿no habríacausa bastante para suscitar un drama de celos o una tra-jedia vindicatoria del honor en entredicho?... Si a una se-ñora o señorita se permitiera asirla estrechamente el pri*mer caballero o rufián que le saliera al paso, el marido,el hermano, el hijo o el novio, ¿toleraría semejante pro-cacidad o agravio?... Pues, ¿cómo en el baile no sólo se.tolera, sino que aún se estima por muchos varones com-placientes, pudorosas damas y pulcras damiselas, comoun favor o distinción lo que en la vida ordinaria se con*sidera taita grave, no menos que inicia! de un lance amuerte? ¿Es acaso que la psicofisiología humana en latrayectoria lógica de! pensamiento y el punto de honraobjetivo puede derivar caprichosamente por tan divergen-tes caminos?... Vive Dios que no lo entiendo. Pero, allálos vivos y los primos, actores de esta comedia de la vi-da, se las entiendan, y su alma en su palma.

A mí se me antoja un contrasentido, y no puedo me-nos de afirmar, hijos míos, que la proximidad de los sexosen el estrecho abrazo del baile, con la voluptuosidad des-pierta por el ambiente, el ritmo apasionante de la música

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LA AVALANCHA

y el galanteo del gesto y de la frase, son incentivo peli-groso de la concupiscencia de la carne.

Y" nada os digo de ios bailes modernos, parodia de lasiubn'deces paganas e imitación absurda del erotismo fre-nético de las danzas salvajes, en cuya vorágine naufragantantas almas puras y se cometen tantos pecados contraDios y tantos atentados contra la honestidad y pudor.

Sin embargo, hay que hacer una excepción. El bailesuelto, en que el hombre y (a mujer trenzan una danza,separados, que es ritmo de belleza, arte, respeto y alegría,agilidad y donaire, no solo es tolerable, sino que respon-den a una tradición inmemorial de sanas costumbres re»gionalesy puede considerarse como honesta expansiónde los sentidos y aún a veces como un rito castrense oreligioso;

Pero volvamos a nuestro deshilvanado relato.del santodel tío Caldillos. ,.• \ •••••_''- • < - . < > > . " • - - - ' . < ' / - ¿ * , ; • ' • ' ' v

Cuando iba a Iniciarse la sesión de cante y baile, cons'ordina, por hallarse indispuesta la abuela materna deAnuncia—ochentona y atropellada por una vida de tra-bajo y sufrimientos para sacar a note a su numerosa fa-milia, desde que quedó viuda muy joven y apenas sin re-cursos—salió aquélla de la casa, donde se había retiradohacía un momento, y dijo a su madre con visible congoja:

—¡Mare... la agüelilla eztá mu mala!']Yo creo que zemuere!

La noticia cayó como un rayo en la familia. Se sus-pendió la fiesta y todos nos interesamos por ía salud de

la enferma, saliendo unos a avisar al medico y otros acura. El CASO era desesperado. vi

y cuando anochecía, en esa hora solemne y misterio-sa del crepúsculo, poblada de rumores y tañidos de cam-panas, también sonó la chilleja parroquial, y con acom-pañamiento de todo el barrio, hombres, mujeres y niños,según era entonces costumbre piadosa, salió el Señor dela iglesia y fue llevado a la enferma en Viático sublime deamor y redención.

Nosotros dímosle escolta de honor. ..No hay dicha completa en este mundo, hijos míos.El llanto sigue a la dicha, la tempestad a la calma, y

cuando menos se piensa, viene la muerte a arrebatarnoslos seres más queridos y a amargar con lágrimas las máspuras alegrías. . .

El patio se convirtió en un altar -con colgaduras decolchas y pañuelos de Manila, matas y flores cortadas delos tiestos, que alfombraban el paso del Señor, y las lu-ces y las velas del acompañamiento le daban una clari*dad de aurora entre un murmullo de oraciones y suspiros,• Estampa andaluza de fe y sentimiento cristiano.

Un coro angélico, de voces blancas de niños y muje-res, entonó la letrilla eucarística:

cAlabado sea e¡ SantísimoSacramento del Altar,y Ja Virgen concebidasin pecado original.»

(Continuará.)

ESTAMPAS DE MI TIERRA

CARTA DEL CIRÍACO A LA LUISA

UERIDA Luisica: M'alegraré qu'estés güeña co-mo yo estoy gíieno, gracias a Dios. Hi per-dio la cuenta de los tiempos qu'hace que nom'has escrito y estaba dispuesto a n'oescribi-te hasta que rompieras tú, pero no puómás aguanta!.

Saberás qu'estamos en fiestas como ya te l'habrás ba-rruntáu p'ol día qu'és.

Pues has de sabél que yo no quió fiestas no tuviéndotecon mí y que los de la cuadrilla, se m'han enfudáu ym'han dicho sin sustancia y bobo por no querél d'ir conellos a divertíme como se divielten ellos.

M'hacen rabíál con que tú, mientras tanto, bien la go-zarás con la tropa, pero aunque yo hi sido soldáu y sélo que pasa, no m'apuro porque se qu'eres mucho formal.

No me gusta gansíál por las calles con los mozos, pe-ro a más, ya sabes que en los pueblos hay mucho cfii-colete que le gusta aldraguiál y a lo mejól, t'iban con-el chiflete de que no m'acordaba de ti, que m'amborra-chaba u que m'iba con las mozas. Por eso les hi dicho alos amigos que si hubías.estáu tú adaquí, qu'hubiá idocon ellos pero qué n'ostando, no m'asperen dengún día.

Has de sabéí qu'esta mañana m'hi ido al güerto quesabes ha de sel de los dos en cuanto que nos casemos, yda gozo el velo. Los alberechígosy los molocotones yavan tuviendo fruta y'los otros arboles tamién, y'hay unassandías y unos melones que m'han hecho acordáme de tíde lo majos qu'están.

M'hi lleváu Tajada y Pascopeta; con unas miajas d'a-gua que pasaba, hí regau los pimientos y hay cogió an-tes unos cuantos p'hacéme el ranchíllo y la tomatada. Enel inte m'hi dáu una güerta con l'ascopeta y m'hi matáuun confiturdeo, un retorcicuellos, un subitroncos y tresmarígüelillas qu'han ido a la cazuela.

En esto m'hi fijáu qué l'agua se salía de la quintana yvay era que mampochaba porque l'aícanduz que pasaebajo 'el ribazo, estaba tacuñáu. Con un palo l'hi dáu fir-

me furgazos hasta que'ha soltáu un chifletazo muchogrande y ha corrió ya bien dimpués.

Hí llegáu al pueblo a l'áhura de la junción y m'hi es-táu al sermón que l'han predicáu mucho bien y aluegom'hi ido a visita! al probé Ramón que dende lo d'African'ostá güeno y ahura l'están pusíendo unas indícionesqu'él dice que son mucho malas y el medico, mucho güe-ñas. Claro qu'el quié ící! que l'hacen mal al ponéselas;

M'ha agraecido mucho la vesita y m'ha dáu muchosrecuerdos pa tú que te los doy.

Esto páice un zurdiburdi, chica. Po las calles hay unade presonal que mete miedo, no se pué ni andál. Van capatulea de mozos en rióla bebiendo, cantando y cogíosdel brazo y de los hombros, qu'a mí no me páice muchpbien eso y mucho menos en las mozas que tamién vancon ellos, no te pienses.

Las señoritas me llevan unos trajes y unos cogotes queda risa po lo revisculiáus qué son. En fin, yo ya te igoque no festeo y ya ves que me paso el rato tan ricamen-te escribiéndote porque así gozo más.

D'agostero m'hi sacau unos durillos y ahura en cuantoque lleguen las vendémas pienso dir p'autri tó lo quepueda, pa vel si entre tú y yo ajuntamos abundantesmaíses pa cuando q'estemos en nuestra casa.

Saberás qu'el crío de l'Austaquia está tan arguilláucomo endenantes, el probé mócete; ella sigue tan sin afo-rros y el marío como siempre; más corto que las mangasd'un chaleco.

Trebafando en ía vía p'al tren ese que le dicemos el«Narizotas», porque ya sabes que de tan grandes quelas tíé no pué bebél en balsa a morro sin enturbiál el agua,ha tenío una riña con el «Chato» y d'iuri manguitazo,éste Tha dejáu como él, sin narices.

Haz' unos días estuve con un cólico de mal'aspecíeque me puso mucho mal cuelpo. Pa mi cuenta jué de lamucha calor qu'hiace y al otro día ya estaba como si tal,pero mira, la cabeza m'hacía bim-bím-bom, me dabanunas afligiciones al estomago y unos retorcijones pol'lastripas, que me paicía que m'iba sin vete y que Tanirega-ba com'el tío Celipón.

Ayer venendo del campo ,me dio la falaguera de me-teme'nel soto, y maté un curto que con una farnaquiilaqu'ayer me trujo la perra que la cogió encamada en unacepa, nos l'himos comió hoy que p'aiso es el Patrón del

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LA AVALANCHA

pueblo. Las dos pelletas las hí vendió por cuatr'uchenas.La madre anda garrigarrtando, pero para filme tiesa en-tavía y al sobrinillo I'himos lleváu a la fragua. Allí se pa-sa l'hombre el día pin-qui-ti-pon dándole al martillo; diceque le gusta y como ya sabes que no hay piól cosa quetorcéle auno el rebesino, pues allá está a vel si no s'ihacecampestre.

Se m'olvidaba decíte qu'est'iaño han engueran los mú-sicos unos unifolmes majísmos, pero cerno tién costumbrede llevál esas vestimentas tan apretás y esas gorras quepáícen platos con cogeera p'abajo, y ios críes se les vandetrás, se nos fegura a tos qu'están come? si les día alrostro; no tecan cuasi y a más, l'hacen mucho piólqu'iantes.

y que ¡si süpiás lo que les pasó el día del enguera-miento!...

Gueno, al prencipio tos nos llevemos un susto muchogordo porque nos figuremos qu'había ocurrió un estrapa-lucio grande o cualqué catacumbe...

Fegúrate tú qu'estaban en el tabláu tan serios p'asco-menzar a íocar la primera pie2a. La plaza paícía un revo-lucio de tanto gentío, y cuando el diretor levanta el pali-llo esi con que les dice lo qu'han de tocal, s' oyó unruido tremendismo, y... ¡alabau siá Dios!, qué gritos, québarullo y qué cisco qu'armemos entre tos...

S' había hundió el tabláu y los músicos se ¡ueron abajocon istrumenros y tó. ¡Menúo zarrapotón que se pega=ron! y a más, como sabes que muchos muetes s'acobijanbajo el tabláu, pues vay se quearen adallí cogíos entremaeras, músicos, piporros, atriles, hombo, ercétera... Mes-mamente que cuando tiras de la lé a las cardelinas.

Nos lancemos deseguía los qu'estabárros en la plaza

p'ayudales y y'áiban saliendo a zapulgatos los que po=dian haceio solos.

A ros que no, los saquemos entre tos y no se pué ex-explicai más que como milagro del Santo el que no s'esto-zolaran, pues no saquemos a nenguno con cosa grave.Las gorras escachas, ¡os trajes esjarriáus y muchos ciru-jones y cardenales, tenián cuasi tos, pero na más.

¡Carcula tú si jué suertudo aquéllo!... El del bombo esel que aún anda cojiando y el director se batió cuatrodientes; esto ha sío lo que más.

y lo que pasa es qu'áhura da risa nafras qu'cíío ha-blal, pues entre que y'áera zerramalía y el portillo de losdientes que le fartan, no se l'entiende ni jota de lo que ict.

Bueno, Luisica; adiós, maja. A vel cómo m'escribespronto y filme largo, como yo a ti, y mientras tanto reci-be los recuerdos de todas las conocencias que me ¡os en-cargan y e! corazón d'este qi¡e lo es de veidá y no t'ol-vida, Ciríaco. '

J. SALAMEBO

Significado de algunas palabras de la carta anterior:

CHICHOLETE=alcahuete, acusador, delator.ALDRAGUERO. ALDRAGUEAR = embustero, mentir, con

ánimo de meter cizaña.CHlFLETE=cuento, cosa dicha como atribuida a otra persona,

seo o no cierto.\ÍAMPOCHAR=reculare! agua.ZURDIBURDl=aglomerac!Ón de gente de teda clase,PATULEA=cuadri!la. grupo.FALAGUERA = idea, ocurrencia.CURTO = i:onejo pequeño. £.__,_FARNACA=liebre joven. „,TORCER EL REBESlNO^quitar la.voluntad.

SEMENTERA DE REFRANES

Para invierno quiero mi leño

«Abrígate cuando florece el poleo, pues está cerca elinvierno», dice un refrán. £«*

y en efecto, no bien asoma el invernal patriarca susluengas barbas grises, adornadas de carámbanos, y sucabeza blanca, todos nos apresuramos a disponer !a ropade abrigo, sepultada hasta entonces entre alcanfor.

Los más cautos no necesitan ahondar mucho tn el ro-pero, porque, fieles observantes del consejo «NTpor frío nipor calor, no dejes el cobertor», y de aquel otro, «Si quie-res vivir sano, la ropa de invierno llevarás en el verano»,guardan siempre entre lana su cuerpo, en vez de dar tem=poral descanso a la lana entre neftalína.

Estos tales, como si aún *no hubieran salido de la in-fancia, suelen explicar también su exceso de precaucio-nes, diciendo: «La masa y el niño en verano han frío».

Pero los más cautos son los menos en número, porque,salvo excepciones, todos seguimos la doctrina sentada enaquel precepto: «Suelta la capa, Pascual, que da morasel moral», hermano del otro: «Suelta la zamarra, que can-ta la chicharra», si bien procurarnos no soítar el abrigocon demasiada precipitación, ya que la prudencia prevíe=ne: «Hasrá el cuarenta de mayo, no te quites el sayo», yaclara: «Guarda el sayo, por si en vez de derecho, vienede soslayo». Esta doctrina no es universal, pero sí es uní-versal y cierta la aseveración que nos dice: «Del cambiode tiempo viven los médices», a la que habrán de ajusfarsu conducta los prudentes.

Disponemos, pues, los abrigos no bien la festividad delos difuntos nos recuerda cuántos lo fueron por enfriarse,y'nos disponemos a la defensa del organismo. El inviernollega pertrechado de vientos, humedades, heladas, nievesy nieblas; nosotros pertrechamos, para resistir los ataquesdel sitiador, una batería de estufas, mantas, bufandas, ga-banes, pieles, y acaso, también bebidas alcohólicas, y ex-clamamos, a' reclamar los pertrechos: «A quien se leÍ llega el frío, tieo • consigo el peor enemigo», y al colgar

certinas en las puertas, «Corriente de aire, no perdona anadie», y al poner burletes en los balcones, «De aire co-lado, vive resguardado», y a! hacer subir el termómetro a25 grados, «Vas vale sudar que esternudar».

y una vez convertidos en plaza fuerte, en suspensiónel puente levadizo, inundado el pozo y roto todo cornac*to con e! ambiente, no suavizamos e! rigor de la consigna,ni aun en el caso de que el enemigo suavice el rigor desus ataques, por miedo a una sorpresa. «Enero, frío otemplado, pásale arropado», díctala táctica y despiertanuestra desconfianza, añadiendo: «La guerra del inviernoes cruel, porque es una guerra sin cuartel».

En efecto, ¿quién ignora que «Carpanta y frío dejan acualquiera encogió»? Aquello de «Alégrese el c,ue estor-nuda, pues que a vivir ayuda», quédese para les tomado*res de rapé, y procuren a les demás no dar al frío la aje*gría de hacerle estornudar, per si más que a vivir, a mo-rir les ayudase. Con el frío ro valen las gallardías, yquien no pueda luchar solo, o «quien tenga frío en lospies y en la cabeza cnlor, que llame al doctor»,

Con frecuencia nos acosan días tan fríes, que el másaguerrido no puede defenderse sin buscar refugio en lachimenea del hogar; allí tal vez se vigoriza con un refri»gerio—esta palabra tiene dos acepciones: una de inviernoy otra de verano, por lo que sirve al cuerpo frescura ocalorías, según la estación —y afirma: «Media vida es lacandela; pan y vino, la otra media». Así pasan las hon-radas gentes de nuestros campos los largos meses de loscortos días: «En enero y febrero, un rato al sol y otra alhumero», esperando a «Marzo para salir al prade», y alrisueño abril para empezar a urdir».

Abrigo y fuego es, pues, la receta; pero ¡ay!, pena dadecirlo,'¡de ambas cosas carecen muchos! He dicho pena,y acaso sea dolor; el dolor del remordimiento. ¡Cómo po-dría carecer nadie de abrigo ni de fuego si todos fuése-mos verdaderos hermanos!

Luis MARTÍNEZ KLEISER(Concluirá)

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