La arquitectura de la ingeniería
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La arquitectura de la ingeniería
La revolución industrial, el progreso tecnológico, la producción, el comercio acrecentado y
acelerado de los bienes de consumo no podían dejar de incidir directamente en el campo de la
construcción.
Existían dos categoría de productos: los tradicionales, realizados con la nuevas técnicas, y los
completamente nuevos, por que respondían a nuevas exigencias o porque eran viables solamente
gracias a la tecnología moderna.
Así tenemos la coexistencia de tipologías antiguas y modernas, de tendencias orientadas a la
recuperación del pasado y de otras puramente futuristas.
Por estas dicotomías, y por otras razones
que ya veremos, somos propensos a
considerar la totalidad de la realidad
tecnológica de la arquitectura desde
finales del XVIII y todo el S. XIX como un
fenómeno que se enmarca en el cuadro
del eclecticismo historicista. La
arquitectura de la ingeniería es la más
distante de los revivals de su época,
gracias a su carácter científico y
tecnológico (la producción, tras el
descubrimiento de A. Darby de la
fundición, del hierro forjado, del acero y
más tarde del hormigón armado).
¿Que es realmente la arquitectura de la ingeniería? Es la manifestación mas significativa en el
campo constructivo de la cultura del S. XIX, marca el paso mas claro entre el pasado y el presente
de la historia de la arquitectura, sin el cual es
impensable el nacimiento del Movimiento
Moderno.
La arquitectura de la ingeniera tiene tres
grandes campos de aplicación: el de los
puentes de hierro, el de las grandes cubiertas
de hierro y cristal, grandes edificios de pisos
con esqueleto metálico. La construcción de
PRIMER PUENTE DE HIERRO FORJADO AL CARBON 1781
Cubierta de crital y hierro
esqueleto es una invención eminentemente técnica que aparecerá en todos los lenguajes
sucesivos y a permanecido activa hasta hoy, el campo de las cubiertas en hierro y cristal no es una
conformación variable; por eso, representa la expresión mas típica de la arquitectura de la
ingeniería del S. XIX.
Ya en 1780 empiezan a usarse las columnas de fundición en el interior de las hilaturas para reducir
la ocupación de los muros y de las pilastras de piedra. La hilatura Philip & Lee, de Salford,
Manchester, en 1801. Primer edificio, se utiliza la estructura esqueleto formada por columnas de
fundición y vigas doble. El tipo de construcción que representa esta hilatura de siete pisos se
convierte en prototipo de los almacenes a lo largo de todo el siglo. La experiencia de Watt en
Salford marca la primera fase del desarrollo de la estructura de acero, que hace su aparición
finalmente en Chicago después de 1880.
Ahora bien, el propio echo de que,
desde la hilatura citada hasta el primer
edificio construido por William Le Baron
Jenney en Chicago, muchas
construcciones, como por ejemplo el
Harper and Brotherts Building, de
Nueva York, realizado por James
Bogardus en 1854; cada una de ellas
con visibles implicaciones histórico-
eclécticas, adoptaran la estructura de
esqueleto, demuestra que estamos en
presencia no tanto de una organización
arquitectónica como de un principio
constructivo.
Puente Astoria fundado en 1811
Por el contrario, el campo de las cubiertas de hierro y cristal presenta una fenomenología
diferente. Si bien en este también tenemos precedentes del S. XVIII, estos organismos
constructivos generan y se aplican a una tipología edificatoria amplia y variada que se afianza y se
desarrolla en pleno S.XIX.; piénsese en los invernaderos, en los mercados cubiertos, en los grandes
almacenes, en las estaciones ferroviarias, en las instalaciones para las exposiciones universales,
etc.
Haciendo una reseña de algunas de estas
tipologías recodaremos la Galeried´Orleans,
parte del Palais Royal de Paris, construida
por Fontaine en 1829; Jardind’Hiver, en los
campos Eliseos; Euston Station, del ’46, de
Londres; mercados cubiertos, Madeleine, en
Paris, del ’24; Magasinau Bon Marche, en
Paris; Palacio de Cristal, Paxton en el 51´ en
Londres; Torre Eiffel, 1889; en estas
experiencias se pretende asociar el mundo
de la industria y del comercio a la confianza
optimista hacia un futuro pacifico y progresista para toda la humanidad.
Las galerías públicas resuelven un problema urbanístico de unir diversos puntos del centro urbano
con recorridos peatonales cubiertos. Los invernaderos botánicos, sirvieron como el campo más
dúctil para experimentación de nuevas estructuras. Con las estaciones ferroviarias, se crea un tipo
de construcción completamente nuevo, mientras que las instalaciones para exposiciones
universales, los mercados cubiertos y los grandes almacenes, promotores también de tipologías
inéditas.
Podemos decir que en este campo encuentra la arquitectura de la ingeniería su lenguaje nuevo y
especifico. El hecho verdaderamente nuevo de esta arquitectura radica en haber dado origen a
una especialidad interna totalmente inédita.
Cuando las formalizaciones de estos espacios internos se limitan a la cubrición y la estructura
interior, manteniendo inalterado, su cerramiento externo, nos encontramos ante manifestaciones
meramente técnicas, una convivencia inevitable entre ingeniería y arquitectura ecléctica. Cuando,
por el contrario, la formalización estructural interna se pone de manifiesto francamente también
al exterior, ya no es licito hablar de arquitectura e ingeniería si no simplemente de arquitectura. A
fines del SXVIII ha habido un desdoblamiento de la figura del constructor que no volverá a
recomponerse: el binomio arquitecto e ingeniero como inevitable consecuencia de la división del
trabajo, de la especialización, del organización didáctica, etc., provocado todo por la moderna
civilización industrial.
Galeried´Orleans
La figura del ingeniero emerge sobre todas las demás, sus obras de conjunto son casi siempre el
resultado mediocre de un compromiso de carácter profesional entre la necesidad de servir a la
clase dominante del capitalismo y la urgencia de facilitar una solución a las clases dominadas y a la
sociedad en conjunto. Será necesario reconocer que la personalidad del ingeniero es la única que
se enmarca vivamente en las situaciones históricas de la época y que dio una contribución esencial
a la transformación de la cuidad.
Si bien es cierto que la cultura arquitectónica sufre una desaceleración y parece abandonar
momentáneamente la ambición por las grandes obras y la relativa a la intervención en la gran
cuidad, situando de nuevo la discusión a partir de un sector aparentemente más modesto, el que
se refiere al problema general de los productos manufacturados. Al macrocosmos de la gran
metrópolis de los ingenieros se contrapone el microcosmos de los objetos de uso cotidiano.
La Torre Eiffel
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